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4° VIERNES DE CUARESMA 1/4/2022

Oración colecta: Señor Dios nuestro, que has preparado remedios abundantes para nuestra
fragilidad, concédenos experimentar tu salvación con alegría y manifestarla con una vida
santa.

“¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy?” Jn 7,1-30

En esta semana hemos celebrado el domingo laetare: el domingo de la alegría. Este domingo
marca el paso a la segunda mitad del tiempo de Cuaresma. Y en este paso a la segunda mitad
podemos ir notando, a lo largo de las lecturas de esta semana, que la tónica va cambiando.
Vemos que el llamado a la conversión, el anuncio del Reino, las palabras y obras de Jesús no
están teniendo la respuesta esperada, más que nada de parte de las autoridades religiosas de
aquel tiempo. Podemos ver que las sombras de la muerte comienzan a rodear a nuestro
Maestro y Señor.
Jesús comienza a ser cada vez más cuestionado. En esta persecución que padece el Señor
resuena lo que escuchamos en el libro de la sabiduría. Así como el justo anónimo es
cuestionado por su estilo de vida fiel a Dios, a quien llama su Padre, así también es
cuestionado y perseguido el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús.
Igualmente, el Señor, no se desanima ante esta situación adversa. De muchas formas el Señor
quiere mostrar el verdadero rostro de Dios Padre. Con sus Palabras y obras. Pero parece que
nada alcanza. Sus adversarios razonan equivocadamente, creen que conocen a Jesús,
escuchamos que les había preguntado: “¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde
soy?”.
También podemos ver, a lo largo del texto de Juan, a unos que piensan que ya saben todo de
Dios y a otros tan apegados al poder y al prestigio que no van a dudar en mandar a un hombre
inocente a la muerte con tal de no perder nada de eso. Lastimosamente están cerrados a la
Palabra hecha carne. Y esta situación no deja de sorprender, incluso al mismo Jesús. En otro
pasaje escuchamos que el Señor se sorprendía por su falta de fe (cf. Mc 6,6).
Con todo, ante esta situación tan negativa, ante este aparente fracaso pastoral de Jesús,
nuestra mirada no debe apartarse del Señor. No nos sirve de mucho concentrarnos en la
actitud de los fariseos, saduceos, sacerdotes y escribas.
Lo más importante del Evangelio es Jesús. La forma que tiene de vivir estos momentos de
prueba también nos deja una gran enseñanza. Sus palabras, su silencio. Podemos ver que Él
los sigue amando, a todos, a pesar de todo. Y buscará hasta el último momento que lo
escuchen. Va a apelar a todos los medios, respetando siempre su libertad, para que crean y se
conviertan.
El último de los signos será su muerte en la cruz. Jesús, de esta manera, nos enseña que
nuestro mayor éxito como sus discípulos es la fidelidad. Sabernos amados y enviados por el
Padre. Jesús sabe de quién viene y hacia dónde tiene que ir. Su alimento es hacer la voluntad
del Padre (Jn 4,34).
Pidamos en este día, por intercesión de nuestra Señora de la Paz, de santa Teresa y de san
José, que el Señor nos siga concediendo el don de la fidelidad a su llamado. Que nuestro
alimento sea también hacer la voluntad del Padre y nuestra mayor alegría anunciar su
Palabra.

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