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M. 1868. XXXII.

RECURSO DE HECHO
Méndez, Fernando Gabriel c/ Jäger,
Emilio y otros.

Buenos Aires, 17 de marzo de 1998.


Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por
Emilio Jäger (codemandado) en la causa Méndez, Fernando
Gabriel c/ Jäger, Emilio y otros", para decidir sobre su
procedencia.
Considerando:
1°) Que la Sala II de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, al revocar
parcialmente la sentencia de la anterior instancia,
atribuyó responsabilidad al doctor Emilio Jäger por el acto
quirúrgico del que resultó damnificado el menor Fernando
Gabriel Méndez y le hizo extensiva la condena de reparación
de daños y perjuicios. Contra este pronunciamiento el
citado profesional interpuso el recurso extraordinario cuya
denegación motiva la presente queja.
2°) Que los agravios del apelante suscitan cues-
tión federal para su examen en la vía elegida, pues no obs-
tante referirse a cuestiones de hecho, prueba y derecho co-
mún, ajenas -como regla y por su naturaleza- al remedio del
art. 14 de la ley 48, tal circunstancia no configura óbice
decisivo cuando -como en el caso- la sentencia apelada no
cumple con el requisito de debida fundamentación exigible a
la decisiones judiciales, y sólo satisface en forma
aparente la exigencia de constituir una derivación razonada
de las normas vigentes con particular aplicación a las
circunstancias de la causa (causa O.179.XXVII "Olivencia,
José Antonio c/ Escandarani, Mario", del 30 de abril de
1996; Fallos: 316:653).
-//-
-//- 3°) Que, en efecto, la alzada consideró, en primer
término, que fue el cirujano Jäger quien eligió a la doctora
Silvia Knopf -entre los anestesistas anotados en la lista
confeccionada por el Hospital de Clínicas- para actuar en la
intervención quirúrgica, y que por dicha circunstancia habría
asumido frente al paciente una obligación tácita de seguridad
por los daños que originó la conducta de la citada
especialista, cuya responsabilidad resulta incontrovertible
en virtud de la sentencia firme de condena dictada en sede
penal (art. 1102 del Código Civil).
4°) Que el fallo apelado, en los considerandos pre-
cedentes, había atribuido responsabilidad también a la Uni-
versidad de Buenos Aires -la intervención quirúrgica había
tenido lugar en el Hospital de Clínicas José de San Martín-
ya que si bien la anestesista no integraba la planta profe-
sional del nosocomio, en razón de que el Servicio de Otorri-
nolaringología no disponía de médicos en esa especialidad,
contaba con una nómina de anestesistas que se habían desempe-
ñado en el hospital -entre los que se encontraba la doctora
Knopf- a la que se recurría para integrar los equipos quirúr-
gicos, no siendo dable a los pacientes cuestionar la designa-
ción del profesional no obstante que asumía la contratación y
el pago de sus honorarios.
Al respecto el a quo consideró que, al confeccionar
la lista de médicos anestesistas entre los cuales inde-
fectiblemente se debía elegir al que intervendría en el acto
quirúrgico, el Hospital de Clínicas había asumido "una obli-
gación tácita de seguridad frente al enfermo acerca de la
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Emilio y otros.

-//-idoneidad de aquéllos", obligación accesoria a la


prestación médica y consistente en el deber de proveer lo
necesario para la integridad corporal del paciente.
5°) Que, de conformidad con lo expuesto, aun
cuando el codemandado Jäger hubiese sido quien eligió a la
profesional encargada de la anestesia (extremo
controvertido, confr. posic. de Knopf, fs. 347 vta., a la
1a; fs. 677, a la
1a.; posic. U.B.A., fs. 672, a la 15a.), tal elección -en
las condiciones señaladas- no justificaba por sí la atribu-
ción de una responsabilidad refleja, en tanto se trataba de
convocar a un especialista previamente seleccionado por una
institución de incuestionable excelencia científica que, al
conformar una nómina excluyente, había asumido -como afirmó
el a quo- la garantía de la idoneidad de quienes la
integraban, no sólo frente a los pacientes sino también con
relación a sus colegas.
6°) Que, desde otro ángulo, la alzada consideró
que estaba a cargo del doctor Jäger -como jefe de equipo-
la orientación y coordinación de las actividades de quienes
lo secundaban, y que si bien no podía tenérselo por
responsable respecto de cualquier negligencia cometida por
aquéllos, debía responder en la medida en que "pudo o debió
controlar, dirigir o coordinar la actuación conjunta". En
función de ello lo juzgó responsable en los términos de los
arts. 512 y 902 del Código Civil, por cuanto pudo estar a
su alcance la posibilidad de controlar el acto u omisión
del anestesista que desencadenó el daño, lo cual configura
una afirmación
-//-
-//-dogmática que no se compadece con las reales condiciones
en que se desarrolló el acto quirúrgico ni con las estrictas
incumbencias profesionales que limitaban la actuación de los
facultativos intervinientes.
7°) Que ello es así pues se encuentra acreditado y
firme que el accidente que originó los gravísimos daños cere-
brales del menor tuvo lugar por la impericia o negligencia de
la anestesista (sobredosis o hipersensibilidad a la droga, o
mala ventilación del paciente, conf. Cuerpo Médico Forense,
fs. 288; a lo que podría sumarse un mal seguimiento del
monitor o la demora en la reanimación, fs. 281) y que ésta,
como profesional de igual condición médica y distinta
especialidad, actuaba en forma autónoma del cirujano salvo en
los aspectos de coordinación (conf. inf. Hopital de Clínicas,
fs. 686).
8°) Que, precisamente, la autonomía científica y
técnica que caracteriza la función del anestesista obsta al
establecimiento de una relación de subordinación con el ciru-
jano, quien carece de facultades para ejercer un control o
vigilancia respecto de los actos propios de otra incumbencia
profesional, limitándose su órbita legal de fiscalización -y
por ende su responsabilidad- a los actos de su personal
auxiliar (art. 19, inc. 9°, ley 17.132), concepto que sólo
comprende -en el caso- al cirujano ayudante, la instrumenta-
dora y a la auxiliar de enfermería (conf. inf. Hospital de
Clínicas, fs. 249).
9°) Que, por lo demás, la notoria imposibilidad de
controlar lo atinente al campo propio de la anestesia era
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-//-resultante no sólo de la rigurosa autonomía científica


de la especialidad, sino también de la estructuración
propia del acto quirúrgico donde rigen -sin perjuicio de la
coordinación general- esferas de actuación excluyentes, que
demandan una máxima concentración de los intervinientes. En
particular, las características de la técnica quirúrgica
aplicada circunscribían la atención del cirujano a la
vigilancia del campo operatorio, ya sea por las tareas de
preparación e incisión, o por el uso de la aparatología
indicada -otomicroscopio- que reducía la visión lateral en
forma absoluta e imposibilitaba la observación de las
actividades desarrolladas en el entorno (conf. peritajes de
fs. 679 y 734).
10) Que, asimismo, la sentencia apelada formula
al cirujano la imputación de no haber urgido las tareas de
reanimación cuando pudo y debió hacerlo por ser director
del grupo que integraba la doctora Knopf -a quien se habría
encontrado en condiciones de controlar y dirigir-
consintiendo que ésta requiriera el auxilio de otro
anestesista ajeno al equipo, que se sumó a la atención del
paciente hasta su recuperación cardíaca.
11) Que tales apreciaciones revelan una errónea
comprensión de los roles profesionales y las reglas de con-
ducta propias de la emergencia, toda vez que -por la
autonomía profesional antes destacada- era responsabilidad
directa y única de la anestesista actuante el evitar el
paro cardíaco con el suministro de las drogas adecuadas y
en dosis acordes, manteniendo una correcta ventilación del
paciente a fin
-//-
-//-de lograr una apropiada concentración del oxígeno en san-
gre, por el control y regulación de la tensión arterial y el
monitoreo de la actividad cardíaca; y si no obstante esos re-
caudos el paro igualmente se hubiese producido, era también
su responsabilidad implementar las medidas de reanimación
correspondientes en forma precoz (conf. sentencia 1a. inst.
penal, firme), ya que la ley le atribuye el control del acto
anestésico en todas sus fases (conf. art. 22, ley 17.132),
sin perjuicio de la colaboración auxiliar que pudiese haber
prestado el cirujano presente en una situación de emergencia
tal (absol. pos., Knopf., fs. 349, a la 6a.), que justificaba
también la ayuda externa requerida (ver informe fs. 532, a la
10a., explicaciones de fs. 736).
12) Que, finalmente, la sentencia apelada desarro-
lla una serie de reproches a la actuación del doctor Jäger en
la ulterior derivación del paciente a terapia intensiva y por
la confección de un parte quirúrgico destinado a mejorar la
posición de la doctora Knopf, conductas que -al margen del
reproche ético o disciplinario que puedan merecer- resultan
irrelevantes en la imputación de responsabilidad civil, desde
que no se encuentra acreditada la relación de causalidad
entre las supuestas transgresiones del médico cirujano y la
hipoxia que originó las irreversibles lesiones cerebrales del
menor (Fallos: 315:2397), determinada -según las constancias
de autos- por la exclusiva negligencia de la anestesista.
13) Que, en tales condiciones, resulta manifiesta
la relación directa e inmediata que existe entre lo resuelto
-//-
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Emilio y otros.

-//-y la garantía constitucional que se invoca como


vulnerada (art. 15 de la ley 48), por lo que corresponde
descalificar la sentencia y mandar que se dicte una nueva
con arreglo a lo expresado.
Por ello, se declara admisible la queja, procedente el
recurso extraordinario y se deja sin efecto la decisión
apelada. Con costas. Vuelvan los autos al tribunal de
origen a fin de que, por medio de quien corresponda,
proceda a dictar un nuevo fallo de conformidad con lo
resuelto. Agréguese la queja al principal y reintégrese el
depósito. Notifíquese y remítase. JULIO S. NAZARENO (en
disidencia) - EDUARDO MOLINE O'CONNOR - CARLOS S. FAYT -
AUGUSTO CESAR BELLUSCIO - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI (en
disidencia) - ANTONIO BOGGIANO - GUILLERMO A. F. LOPEZ (en
disidencia) - GUSTAVO A. BOSSERT - ADOLFO ROBERTO VAZQUEZ.
ES COPIA

DISI-//-
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Méndez, Fernando Gabriel c/ Jäger,
Emilio y otros.

-//-DENCIA DEL SEÑOR PRESIDENTE DOCTOR DON JULIO S.


NAZARENO
Y DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI Y DON GUILLERMO A. F. LOPEZ
Considerando:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación
origina esta queja, es inadmisible (art. 280 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, se desestima la queja. Declárase perdido el
depósito de fs. 1. Notifíquese y, oportunamente, archívese,
previa devolución de los autos principales. JULIO S.
NAZARENO - ENRIQUE SANTIAGO PETRACCHI - GUILLERMO A. F.
LOPEZ.
ES COPIA

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