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HAY criticos SOSTENC DORA De Cue Horeto, A (basen UBIO" we KM A. deC. , Escutie Ly Linda, nducrende la podevsa Pago De ale gn oft per exe ye LAS eyi- tuna & Gagan Hueero Horeeo SY Vases Puenen pec | tiedore pugucameny CE ey TeDA Open, | Selgy ; panwse Legis ~ | (ADeR ATENIeN Se, Fuc waren oedent LA Peietena Recep wcive PLSISTAATO, EL Titans y 505 Hides continuation LA OBA | y La Taner capslnseoa : dunniwm dure Mad de 180 Ane ara over ura doputa nie cigsas, Zou areadis eco de a mg Eetoyones ‘mutes do Toya, Desoubior2 GLOSARIG 1. ENTRANAMLE. aissai APEEADUMoRADO. ze | ee ~ CUADRO COMPARATIVO DE LAS OBRAS DE HOMERO aaa Ta Odes atic me ‘como parte del TE TT0~ Hexarnnras oo La astucla, el iigenic encamados oF JODISEOMLISES, Diasirida Trova, 16s Guero griagos Feteman a sus reinos pero la cblera de los UULISES quien fh veka de naurepes hechizs que aljban dou tec, Toma: Glazaroso tomo de ULISES ass | | fwer@traca. + Astucia 6 lngero. + Constancay valor + Representa la fidelidad: Penélope ida con un botin semejante. Pie Et héroe insulla a Agamenén y cia, Jura vengar la muerte de su amigo, Retorna nue ‘muchos troyanos, se enfvenia a Héctor. En singul troyane y, no conlento con esto, 1a ata a st-eanuaje y 12 | Popaya conchuye con el pedo que hace el rey Prinmo del uerpe de su ho y los funerales que sa hacen en su honor Epitetos de los personajes principales: Personaje | Agamentn [Aguiles Hector Holens [Brisends 1 [Apota | [atonea: Zous ~ - ln st an iii ad iiebe iene — " ns fede} LA PELEA ENTRE HECTOR Y AQUILES * LA ILIADA Héctor continuaba atosigado por la persecuci6n de Aquiles, que no conseguia evitar. ¥ cuas- tas veces intentaba acogerse a la muralla, para que lo protegieran desde arriba con as flechas, otras tantas se le adelantaba Aquiles y lo echaba hacia la Hanura. Sucedia igual que en los suefios, cuando el perseguido y el perseguidor no logran rematar el particular esfuerzo, y Héctor no be- bria podido salvarse en la carrera trégica, aun cuando Apolo acudiese por tiltima vez a infundirle nimo y mayor agilidad a sus pies. Seguro Aquiles de triunfar, hizo una sefsal a los aqueos, prohi- bigndoles arrojar amargas flechas contra Héctor, por miedo a que, si le aleanzaban, le quitasen a lla gloria de vencerlo, dejandole en segundo lugar para rematario. Alllegar por cuarta vez los dos guerreros a las fuentes, Zeus toms sus balanzas de oro y colocé en los platillos dos suertes de la Muerte que abate a los hombres; Ia de Aquiles y Ia de Héctor. Y cuando el dios movié la aguja indicadora, la amenaza fatal marcé el lado de Héctor: por lo que Apolo decidié abandonarlo a su destino. Entonees la diosa Atenea se dirigi6 hacta el hijo de Peleo ys yaa su lado, le dijo: ~Espero, ilustre Aquiles, amado de Zeus, alcancemos los dos una gran vietoria sobre los tro- yanos al matar a Héctor, por larga, que sea la batalla. No podré escapérsenos, aun cuando Apolo se empefiara en ello, echandose a los pies de Zeus. Preprate y toma aliento, que yo convenceré a ese hombre para que te enfrente, Aquiles, alegre el coraz6n, detiivose en seguida, apoydndose en el fresno de su lanza. Entonces Atenea fue en busca de Héctor en la figura y con la voz poderosa de Deifobo, y dijo al héroe, Veo que el rapido Aquiles no te deja resollar, persiguiéndote alrededor de la ciudad, Basta ya. Deténte y hagdmosle frente. Héctor, el del rutilante casco, le contesté: _Ya antes, Deifobo, eras para mi el hermano mas querido entre los hijos que somos de Hécu- ba, y hoy mas que nunca me propongo ser digno de ti, pues has osado salir del amparo de la muralla, donde quedan los otros. Aesto respondié la diosa de los ojos de lechuza, siempre en su fingida apariencia masculina. Nuestro padré y nuestra venerable madre me encarecian quedara alld, y asimismo los com- paiieros, dominados todos por el miedo; pero mi coraz6n sufria viéndete en tan fuerte peligro. Peleemos ahora con énimo vibrante y no demos paz a las lanzas hasta ver si Aquiles se lleva nuestros despojos sangrientos a las cOncavas naves o si logramos abstirlo, Dicho esto, Atenea, insistiendo en el engafio, siguié adelante y, cuando se hallé cerea de Aqui- les, Héctor’ hablé en tono desafiador al hijo de Peleo, bien que declarando el deseo de que, si era vencido, entregase el caddver a los suyos, segiin se proponia hacer él si quedaba victorioso. Mirandolo de arriba a abajo, despectivamente, Aquiles replicé: No vengas, inolvidable Héctor, a hablarme de acuerdo algano entre nosotros. De igual modo que no hay juramento posible de lealtad entre hombres y leones, y no se da coincidencia de sentl- | mientos entre lobos y corderos, pues sélo piensan en hacerse dafio, tampoco existe ni puede haber | amistad ni juramentos entre los dos antes que uno caiga y su sangre Ilegue a saciar al cruel dios | Ares. Armate as{ de todo tu valor, pues te ser necesario como diestro en Ia lanza y guerrero audaz, yaque no babré para ti salvacién. Palas Atenea no tardara en abatirte con mi arma y bastaré un solo golpe para que pagues, hombre furioso, los muchos duelos que has ocasionado entre mis comipafferos. Aquiles blandié su lanza de larga sombra y la arrojé contra Héctor, quien logré evitarla con un dgil movimiento. El bronce fue a clavarse en tierra, de donde Atenea la arrancé para entregar- scla a Aquiles, sin que lo advirtiera Héctor, quien dijo a su adversario: ~Te ha fallado el golpe, Aquiles, semejante a un dios, y se ve que Zeus no te ha comunicado todavia su pensamiento acerca de mi destino, segan pretendias con tu palabreria engafiosa para atemorizarme y hacer que olvide mi animo y valentia. Ten la seguridad de que no huiré, ni te daré ocasion para que me claves tu lanza en la espalda, sino en el pecho, si alguna divinidad lo permite. | Ahora cuidate de mi dardo, que ojalé entre completo en tu cuerpo, pues la guerra seria asi mas | llevadera para los troyanos, ya que eres su mayor azote. - Dicho esto, Héctor arrojé valientemente el arma, que fue a dar en el escudo de Aquiles, donde | reboté ante la irritacién de Héctor, al advertir la inutilidad de su esfuerzo. Decepcionado dio gritos a Deifobo, el de la blanca rodela, pidiéndole le Hevara una lanza grande, pues se habia quedado desarmado; pero ya el falso Deifobo habia desaparecido. Al advertirlo Héctor, comprendié todo y exclamé: -Ha Hegado 1i iitima hora. No era Deifobo el que yo creia, y Atenea me habia engafiado. | No hay salvacién para mi ya. Sin duda era esto Io que deseaba Zeus y su hijo, el que hiere a distancia, pues si antes acudieron a salyarme en las situaciones dificiles, ahora me abandonan # mi suerte. Sin embargo, moriré con valor y mereciendo la gloria, después de una hazaiia cuya memo- ria Hegue a la posteridad. Seguidamente sacé su fuerte y afilada espada y, luego de recoger sus movimientos, se lanz6 « resuelto y fiero contra el enemigo, como el 4guila que vucla en el ciclo se precipita a través de tencbrosas nubes para hacer presa a una tierna corderilla o a atemorizada liebre. A su vez Aquiles, ‘el pecho cubierto con el hermoso escudo y sacudiende el rutilante casco de cuatro cimeras, cual astro entre los astros —Véspero, el més hermoso de todos— blandia la aguda lanza tramando el _— golpe que daria a Héctor, mientras calculaba dénde cederia mas facilmente su fina piel. Pudo ver _ asi que el cuerpo de su adversario se hallaba protegido por la armadura de bronce que Héctor habia tomado a Patroclo y que solamente quedaba al descubierto el cuello o lugar por domde el alma sale mAs répidamente. Alli precisamente fue donde el divino Aquiles metié su lanza a Héctor, atravesdindolo de un Indo otro, sin herirlo on el tréquea, para que pudiese responder a las preguntas que deseaba hacerle, Caido Héctor en el polvo, Aquiles habl6 triunfador. : ~Al despojar a Patroclo te ereias, Héctor, a salvo y te desentendias de mi porque estaba lejos. tInsensato! Si me hallaba cerea de las cOncayas naves, no por eso dejaba de valer mis que ti y de pensar en la venganza que acabo de lograr abagténdote. Y mientras tu cuerpo seré desgarrado | horriblemente por los perros y las aves, Patroclo recibir de los aqueos las honras fiinebres que le son debidas. Desfallecido, Héctor dijo todavia. Por tu alma y por tus padres, no dejes que me devoren los canes cerca de las naves aqueas. Acepta el bronce y el oro que en gran cantidad habrin de darte mi padre y mi madre venerable, y ‘entrega este cuerpo a los mfos para que lo consuma Ia hoguera que encienden los troyanos y las troyanas, sus esposas. —No me supliques, perro, por mis padres, y ojalé tuviera yo énimo de devorar tu misma carie’ cruda; tanto ha sido el daiio que me has hecho. Nadie defenderé tu cabeza de los canes, aun cuando | me ofrecieran reseates de diez y veinte veces mayores y me prometicran otras compensaciones, inclusive si Priamo quisiera valorar tu peso en oro, Ni aun con esto le daria a tu venerable madre Ja ceasién de acomodarte en un lecho para Uorar tu muerte, sino que haré te devoren entero los perros y las aves. Ya moribundo, Héctor dijo ain: —Bien te muestras jay! como eres, sin posibilidad de ser convencido, pues es de hierro tu corazén. Cuida, sin embargo, de que los dioses no se yuelvan contra ti, por mi causa, el dia en que , Paris y Apolo decidan perderte. Z ~ Héctor rindié el altimo suspiro y su alma volé a los dominios de Hades, lamentindose de su suerte, pues dejaba un cuerpo joven y fuerte. Aunque ya no le ofa, Aquiles, exclamé atin: a la divinidad funesta cuando lo decidan Zeus y los otros inmorta- ~iMuere!, que yo reeil Tes. Luego retiré del cadéver su lanza broncinea, que puso a un lado, y lo despojé de la ensangren- tada armadura. Acudieron otros aqueos, que contemplaron la talla y belleza admirable de Héctor; | pero ninguno dej6 de herirle con su arma, mientras decian: | -ZAht, es mucho mis facil tocarle ahora que cuando incendiaba las naves. Una vez que el divino Aquiles lo hubo despojado de las armas, habl6 a los aqucos que lo Fresco contempordneo en el que se representa a Aquiles montado en el carro que arrastra el cuerpo ya sin vida de Héctor Amigos, gufas y consejeros de los argivos, ya que los dioses me ham concedido matar a este hombre, que Cantos dafios hacia, ns que todos los demas guerreros juntos, acerquémonos arma- dos ala ciudad para ver de averiguar cusi es el plan de los troyanos; si, muerto Héctor, abandona- rin la plaza, o si deciden resistir. Mas .por qué me detengo pensar en esto cuando el cadaver de Patroclo yace en la proximidad de las naves sin que nadie lo Hore y sin sepultura? Yo no be de slvidarlo mientras viva. Vamonos ahora y regresemos, jévenes aqueos, a nucstros céncavos navios cantando el Pean, y llevemos el cuerpo de Héctor. Hemos conseguido una gran vietoria al abatir a quien los troyanos se vanagloriaban de estimar como un dios. i @ perivipabes 1, VOCABULARIO ‘Aqueos: Griegos descendientas de Aqueo. También se les llama argivos. \ ‘Apolo: Dios dat Sol, de os oréoulos, de la poesia, de las artes. También se fe lama Febo. Apoya a los troyanos. i Ares: Dios de la guerra. Llamado Marte por los romanos. i ‘Atenea: Diosa de la sabiduria, de la guerra y protectora de las ciudades griegas. 1 Deifobo: Hijo de Priamo y Hécuba. | Hades: Dios de los muertos. Poleo: Padre de Aquiles. Zeus: Rey de los dioses entre los griegos. Llamado Jupiter por los romanos. COMPRENSION DE LECTURA a) ZA quién persigue Aquiles en forma tenaz? 'b) {Como logra Atenea engaiiar a Héctor para que haga frente a Aquiles? ) Aquiles venci6 e hirié mortaimente a Héctor. Cémo lo hirié y dio muerte? 4) ZQué razones expuso Aquiles para no aceptar las soplicas de Héctor? : 8) Menciona qué papel desempefian, en el texto leido, los dioses Zeus, Apolo y Atenea, 3. ESTILO Y REDACCION = Haz un breve resumen del texto leido, empleando tus propias palabras, en forma sencilla y clara.

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