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¿POR QUÉ BUSCAR LA VERDAD?

Folleto teosófico colombiano #49

FOLLETO TEOSÓFICO COLOMBIANO


Edición especial

Número 49

¿Por qué buscar la verdad?


Por Gabriel Burgos Suárez

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¿POR QUÉ BUSCAR LA VERDAD?

Folleto teosófico colombiano #49

¿POR QUÉ BUSCAR LA VERDAD?


Charla basada en ideas del Doctor Taimni
Gabriel Burgos Suárez

Antes de discutir esta cuestión hemos de hacer otra pregunta: ¿Qué es la Verdad?

Esta palabra incluye una amplia gama de significados y la mayoría de la gente tiene una idea
muy vaga de lo que realmente representa. Científicos, filósofos, moralistas, religiosos, la
usan generalmente en un sentido limitado que se relaciona con el campo de pensamiento y
acción en que ellos se mueven, y a veces no existe nada en común es sus ideas acerca de esta
enigmática palabra. Para el científico será verdad aquello que pueda demostrarse
experimentalmente o por medio de ecuaciones matemáticas y nada más. La verdad científica
está limitada por tanto al campo físico donde son posibles esas demostraciones. Para el
científico, por ejemplo, no es demostrable a su manera la existencia de una Inteligencia
Divina que interpenetra y guía al universo de acuerdo con el plan establecido por Ella, y, por
lo tanto, no existe tal Inteligencia. Sin embargo, ésta es una verdad fundamental para los
hombres religiosos más profundos. Y así encontramos expresiones parciales de la Verdad,
aceptadas por unos y negadas y atacadas por otros.

Pero el sentido en que se usa la palabra Verdad en el tema que aquí tratamos, es bien claro y
definido. Es el mismo en que se usa siempre en la literatura del Ocultismo verdadero y de
tipo más elevado.

Conforme a esta Doctrina Oculta, existe una Realidad fundamental escondida dentro del
universo manifestado, de la cual se deriva este universo que está penetrado por Ella. El
verbo penetrar no es bien adecuado para indicar la relación entre esa Realidad y el universo
manifestado, porque implica que el universo es diferente de lo que lo penetra, mientras que
la experiencia de los Adeptos más altos del Ocultismo es que ambos son realmente dos
aspectos de la misma y única Realidad. La Realidad única se proyecta en aspectos menores
de sí misma, dando lugar a los distintos planos de la naturaleza, desde los más sutiles o
espirituales, pasando por otros más densos o psicológicos, hasta el más denso de todos, el
plano físico. La Realidad Una después de proyectarse de esa manera, impregna esos
aspectos y se expresa por medio de ellos. Y, sin embargo, en los diferentes niveles y estados
de manifestación que aparecen de esa manera, la Realidad permanece Una, total, integrada y
singular. La Realidad es Una, su manifestación es infinita en variedad de expresiones. Toda
manifestación es parcial y por maravillosa que parezca es una expresión limitada, un reflejo
velado de la Realidad. La percepción directa de esta suprema verdad de la existencia,
constituye el secreto de la Realización del Ser, que libera al individuo de las ilusiones y
limitaciones de los mundos inferiores. Naturalmente, no es posible concebir o comprender
esta verdad por medio del instrumento del intelecto, no es asunto de tener una comprensión

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simplemente intelectual de ella; pero si el aspirante medita sobre ella intensa y


repetidamente, puede captar un destello de su profunda y fascinante índole.

A esta Realidad Suprema en la que todas las verdades de la existencia están contenidas en
forma integrada y armonizada, y de la cual emergen todas al campo de la manifestación
como verdades parciales y diferentes de infinita variedad, se la designa como “Verdad” en
Ocultismo. Es un hecho que, puesto que esta Realidad trasciende el campo de la mente, su
verdadera naturaleza no puede indicarse de ninguna manera por medio de ideas, ni mucho
menos formularse en palabras. Es imposible, por tanto, indicar su índole ni siquiera
parcialmente por medio de una sola palabra. De suerte que el uso de la palabra “Verdad”
para referirse a esta Realidad es más o menos arbitraria y debiera considerarse como
simbólica. El uso de esta palabra se justifica y es preferible al de otras palabras que indican
aspectos diferentes de esta Realidad, como Amor, dios, etc., porque indica su naturaleza más
esencial en comparación con los otros aspectos que se expresan y manifiestan en condiciones
de existencia diferentes.

EN QUÉ CONSISTE LA SABIDURÍA

Después de tratar de comprender la significación oculta de la palabra “Verdad”, tratemos


ahora la cuestión de por qué la sabiduría consiste en buscar fervorosamente y con
perseverancia hasta encontrarla por percepción directa de su totalidad y perfección dentro de
las capas más hondas de nuestra propia conciencia.

Índole real de la vida en la que estamos envueltos

Pero antes de que podamos comprender bien la necesidad de buscar esta Verdad de
verdades, tenemos que comprender claramente la índole real de la vida en la que todos los
seres humanos estamos envueltos en los mundos inferiores. Esta comprensión no es
meramente cuestión del intelecto sino de una percepción espiritual que tiene lugar por medio
de la intuición o Buddhi. Sin este tipo de percepción real o viveka, no se sentirá el afán de
producir en nuestra vida y estados mentales aquellos cambios que nos capaciten para hollar
el sendero del desenvolvimiento interno que lleva finalmente a la realización directa de esa
Verdad.

Al mirar en torno nuestro vemos que la gente vive sus vidas individuales de diferentes
modos, persigue diversos objetos de deseo, pasa por toda clase de experiencias que producen
gozo o dolor, y recorre continuamente un inexorable proceso de cambio que gradualmente
conduce a la vejez y termina con la muerte del cuerpo físico. Por otro lado, vemos nacer
innumerables seres humanos que luego de pasar por esas diferentes fases y experiencias de la
vida salen por el portal de la muerte. De suerte que la humanidad es realmente una
interminable procesión de seres humanos que entran por el portal del nacimiento y luego de
pasar algún tiempo en este mundo físico lo abandonan por el portal de la muerte. Los

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individuos que integran esta procesión están cambiando constantemente, pero la procesión
prosigue interminable.

Hay algo raro o malo en nuestra actitud hacia la vida

Es muy extraña y enigmática esta situación en que nos encontramos, pero lo más extraño es
que nadie parece darse cuenta de que hay algo raro o malo en ella. La mayoría estamos tan
absortos en la vida que nos envuelve que pasamos por ella sin hacernos jamás ciertas
preguntas pertinentes, tales como ¿de dónde venimos?, ¿cuándo nacimos?, ¿a dónde vamos
después de la muerte?, ¿qué propósito tiene la vida?, ¿pueden traernos alguna felicidad o paz
mental las cosas que perseguimos y la vida que vivimos?

Esta extraña actitud no se encuentra solo entre los atolondrados o los que sus circunstancias
no les permiten pensar en esas cosas. Aun personas altamente intelectuales que proponen
teorías sobre el origen y naturaleza del universo, jamás hacen estas preguntas naturales
acerca de la índole y el origen de sus propias vidas.

Si le preguntáramos a un compañero de viaje en un tren o en un avión de dónde viene, a


dónde va, o que propósito tiene su viaje, y no contestara que no sabe y mostrara con su
actitud que esto ni siquiera le importa, lo consideraríamos loco. Pero la actitud de quienes
viven sus vidas sin hacerse estas preguntas, o sin siquiera darse cuenta de ellas, es muy
similar. Pero no nos consideramos locos, y seguimos alegremente por la vida cuando
pasamos por experiencias placenteras, y nos abatimos o lloramos cuando nos vienen
dificultades y penas.

¿Tienen solución los problemas de la vida?

Los que son inteligentes y dicen que son racionales, y sin embargo no se hacen estas
preguntas pertinentes, generalmente dicen que todavía no se ha encontrado ninguna solución
satisfactoria a estos problemas profundos de la vida y que por lo tanto es inútil preocuparse
por ellos. Pasan por alto las experiencias y declaraciones de quienes han explorado en este
campo y han tratado de hallar una solución al enigma de la vida y han triunfado en su
intento. Una ininterrumpida serie de místicos, sabios, santos, Adeptos del Ocultismo, e
Instructores Mundiales, han recorrido la senda del desenvolvimiento interno que conduce a
la solución de todos los problemas de la vida humana, y han declarado inequívocamente y
con énfasis, por experiencia personal, que no solo existe una solución a los diferentes
problemas de la vida, sino que esa solución resuelve, o mejor disuelve, todos los problemas,
en forma simultánea y completa. Y que esa solución puede encontrarla cualquier ser
humano si adopta los medios apropiados y necesarios, como sucede con cualquier otra
empresa, y los prosigue con fervor y perseverancia.

Los que han afirmado la posibilidad de encontrar semejante solución completa y final a
todos los problemas más hondos de la vida sobre la base de su experiencia personal directa,
incluye personalidades que sobresalen entre los seres humanos corrientes por sus alcances
intelectuales, morales y espirituales, y, muchos de ellos, que han sido grandes Instructores

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Mundiales, son adorados por millones de seguidores. Sería absurdo, por tanto, dudar de lo
que han dicho acerca de los más hondos problemas de la vida y la posibilidad de resolverlos
por métodos bien probados. De suerte que la afirmación del así llamado intelectual moderno
de que es inútil inquirir y afanarse por estos grandes problemas de la vida humana porque
son insolubles, es una mera excusa para adoptar esa actitud irracional con respecto a asuntos
de tan vital importancia para los seres humanos, y rehusar, como el avestruz, encarar los
hechos más obvios y urgentes de la vida humana.

¿Es deseable la búsqueda de la Verdad?

Consideremos con algún detalle las condiciones de la vida humana para ver si son de tal
índole que hacen altamente deseable la búsqueda de la Verdad, aun para el hombre corriente.

Desde el punto de vista oculto, esta búsqueda es no solo deseable sino inevitable para todo
ser humano. La cuestión única es si comenzará esta búsqueda ahora, por el sendero del
Ocultismo práctico, con fervor y determinación, hasta encontrar la verdad oculta en su
corazón, y quedar libre de las ilusiones y miserias de la vida, o si prefiere seguir enredado en
el mundo, pasar una y otra vez por el ciclo de nacer, crecer, decaer y morir, y continuar
sufriendo las ilusiones y limitaciones y miserias concomitantes a este ciclo. La hora ha de
llegar en que los desengaños y desilusiones y experiencias amargas de la vida, repetidas
muchas veces, lo hagan percatarse de la verdadera índole de la existencia, abran su visión
interna e impriman en su mente la necesidad y el afán de emprender la senda del
desenvolvimiento interno de la conciencia, que gradual pero efectivamente lo libre del ciclo
de nacimientos y muertes y establezca el centro de su conciencia en el mundo de la Realidad
donde solamente puede encontrarse la Verdad.

Se verá, pues, que, con posponer esta búsqueda, o con tomarla con poca seriedad, meramente
prolongamos innecesariamente el período de nuestra sujeción a la rueda de nacimientos y
muertes con las correspondientes miserias y sufrimientos inevitables. Si estamos sufriendo
una enfermedad dolorosa que solo puede curarse por medio de una operación, con posponer
ésta no hacemos sino prolongar el período de agonía. Del mismo modo, con posponer la
búsqueda de la Verdad no hacemos sino prolongar el estado de oscuridad y privarnos de la
herencia divina que nos aguarda.

Es cierto que esta liberación no puede obtenerse fácil y velozmente, y que uno tiene por lo
general que pasar por un intenso esfuerzo y autodisciplina antes de que pueda quedar libre.
Pero si nos sometemos a la incomodidad y dolor temporales que representa una operación, a
fin de librarnos del largo y agudo sufrimiento de una enfermedad, ¿por qué hemos de vacilar
en someternos al esfuerzo y autodisciplina que nos librará permanentemente de las miserias
e ilusiones de la vida y nos establecerá por siempre en la fuente misma de todo saber y poder
y gloria en el mundo de la Realidad?

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Causa fundamental de la indiferencia hacia el ideal de la Realización Directa

¿Cuál es la causa fundamental de la indiferencia casi universal hacia este ideal de


Realización Directa que nos muestran los grandes líderes religiosos y Adeptos del
Ocultismo, aun a sabiendas de que puede liberarnos de las miserias de la vida y de que es el
único modo asequible para alcanzar la Liberación? Ni siquiera estudiantes de filosofía y
religión, que saben en teoría todo lo referente a estas cosas, difieren en su conducta y actitud
hacia estos problemas de los hombres ordinarios que son inconscientes de ellos.

La causa básica de esta indiferencia está en que no vemos claramente nuestra vida tal cual
es, sino más bien a través de la nube de oropel y engaños que la rodea. La mayoría de los
hombres pensantes ven los rasgos indeseables de la vida humana, y se alegrarían de poder
librarse de la infelicidad y ansiedades y sufrimientos que son parte integral de esa vida. No
se dan cuenta realmente de que la vida en el mundo externo, basada en percepciones
sensorias, está impregnada de engaños de diferentes clases; hecho este que la ciencia ha
reconocido con desgano. –apenas se dan cuenta vagamente de que una ley inexorable
constante cambio rige en la vida en los planos inferiores, y que mientras en la juventud
disfrutan de lo que consideran muy entretenido, la vejez se va apoderando lenta e
imperceptiblemente del cuerpo físico y pronto la muerte pondrá punto final a todos sus goces
y dolores, a todas sus caras ambiciones y empeños y a sus relaciones con parientes y amigos.

Condiciones adicionales de aflicción

Lo dicho arriba se aplica a todos los seres humanos, pero la inmensa mayoría no solo tienen
estos rasgos indeseables de la vida en común con los que están muy bien establecidos y
viven en condiciones de abundancia y confort, sino que sufren las aflicciones adicionales
creadas por la pobreza, la enfermedad, las crueldades e incapacidades de varias clases.

A algunos puede parecerles exagerado e innecesariamente pesimista este cuadro de la vida


humana. Dirán que la vida ciertamente está llena de dificultades, sufrimientos y otros
concomitantes indeseables, tales como la vejez y la muerte, pero que también tiene algunas
compensaciones; por ejemplo, la dicha que derivamos de nuestras relaciones con los seres
amados, las satisfacciones que nos producen los placeres sensoriales, otras más sutiles que
derivemos de empeños intelectuales y artísticos, y tantas otras cosas tras de las cuales
corremos en nuestra búsqueda de la felicidad. Pero se olvidan de que todas estas
satisfacciones son en extremo fugaces y se basan en ilusiones de diversas clases, y que en su
mayoría son también fuentes potenciales de miseria en el futuro. Este solo hecho debiera
bastar para restarle todo el atractivo y placer, si tuvieran suficientemente desarrollado el
sentido del discernimiento.

Los goces actuales nos hacen olvidar la verdadera índole de la Vida

Los que viven en condiciones de abundancia, comodidad y satisfacciones derivadas del


ejercicio del poder y placeres de diversas clases, y están más propensos a engolfarse más
profundamente en sus vidas actuales, no debieran perder de vista el hecho evidente de que

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todas esas cosas de que están gozando y que los hacen olvidarse de la verdadera índole de la
vida, son temporales y se basan en ilusiones de diferentes clases. Conforme a la experiencia
de quienes han despertado su visión interna y pueden ver las series de vidas de un individuo
en su totalidad, las condiciones de las vidas de un mismo individuo en diferentes
encarnaciones varían enormemente. Un hombre que en esta vida nada en riquezas, puede
nacer en condiciones de abyecta pobreza en la siguiente. Uno que tiene magnífica salud y
vitalidad en esta vida, puede tener otra vida futura en continuo sufrimiento por causa de una
enfermedad incurable. Un político que es un héroe nacional en esta vida y goza de la
adulación de todos cuantos le rodean, puede haber pasado casi desconocido en su vida
inmediatamente anterior.

Hay una ley que está expresada por las siguientes palabras en la Biblia cristiana: «No os
engañéis; Dios no puede ser burlado. Lo que sembrareis eso recogeréis.» Esta ley opera
inexorablemente y se cumple tarde o temprano, en una vida o en vidas sucesivas. En oriente
se la conoce como la ley de Karma, que no premia ni castiga, sino que nos enseña a obrar el
bien al cosechar lo que sembramos previamente. Si sembramos dolor, dolor cosechamos; si
sembramos paz, armonía, amor, eso recibiremos a la vez.

Todas estas variaciones en nuestras vidas sucesivas se deben a que cada uno de nosotros
tiene una gran acumulación de variadísimo karma bueno y malo, potencialmente presente
dentro de sí, y solo una porción muy limitada de ese karma puede surtir efecto en cada vida
según sus circunstancias. El trabajo de conciliar y armonizar todos los factores involucrados
en una vida particular de un individuo, solo es posible porque en el corazón del universo, lo
mismo que en el corazón de ese individuo, está presente una Realidad cuya sabiduría es
infinita, cuya fuerza es omnipotente, y cuyo poder es inextinguible.

No es posible encontrar paz y felicidad verdaderas en los planos inferiores

Todas estas variaciones en vidas sucesivas ocurren no solo porque hay que agotar en ellas
diferentes clases de karma muy variado, sino también porque el alma tiene que aprender la
lección suprema de que la vida en los planos inferiores es temporal e ilusoria y no puede
darnos jamás paz y felicidad verdaderas y durables. Por repetidos desengaños, desilusiones,
sufrimientos causados por la vejez y la enfermedad, como también por frecuentes
alejamientos de nuestros seres queridos, el alma se desprende gradualmente de las
avasalladoras atracciones que los objetos ejercen en las tempranas etapas de la evolución. Y
lentamente, muy lentamente, se desarrolla viveka, la facultad espiritual del discernimiento,
como resultado de la acumulación de estas experiencias, y se capacita el individuo para ver
la vida humana en su desnudez.

El discernimiento espiritual nos lleva a liberarnos de las ilusiones y miserias

Y cuando el verdadero viveka se desarrolla, trae consigo el afán ineludible de libertarse de


las ilusiones y miserias en que el individuo ha estado envuelto. Pues esta es la diferencia

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entre ver con los ojos de la carne y ver con los ojos del espíritu. La comprensión intelectual
puede permanecer divorciada de la acción requerida, pero no así la percepción intuitiva.
Cuando nace el verdadero viveka y vemos realmente la vacuidad y la naturaleza ilusoria de
nuestra vida en los mundos inferiores, no podemos por menos que hacer el esfuerzo
necesario para salir de las condiciones indeseables en que estamos enredados, lo más pronto
posible. Hay entonces una compulsión interna a cambiar nuestra vida y estado mental de
acuerdo con nuestro ideal. Cuando el Espíritu despierta a las realidades de la vida en los
mundos inferiores, nada puede oponerse a su afán de buscar la Verdad y de continuar esa
búsqueda hasta que se encuentre esa Verdad y el espíritu quede liberado.

Cada alma ha de buscar la Verdad, tarde o temprano

¿Por qué cada alma individual ha de buscar la Verdad y encontrarla al fin, tarde o temprano?
Porque cada alma es un centro de conciencia en la Realidad Suprema, y por tanto es
esencialmente divina y eterna. Ha descendido de su verdadero hogar en el mundo de la
Realidad para desenvolver las potencialidades divinas que están ocultas en su totalidad en
ese centro y que solo pueden desenvolverse y activarse por medio de los impactos y
experiencias obtenidas en una serie de vidas en los mundos inferiores. Aceptemos el hecho,
sobre la autoridad de quienes han encontrado la Verdad, de que estamos enredados en los
mundos inferiores de ilusiones y limitaciones; de que hay un modo de salirse de esas
ilusiones, y de que ese único escape está en recobrar la conciencia de nuestro Ser Real por
medio de la realización directa.

Que debemos hacer para desenvolver nuestras potencialidades divinas


No debiéramos cometer el error de considerar que el proceso de desenvolver nuestras
potencialidades divinas consiste en construir algo muy complicado y que necesariamente ha
de tomar un largo período de tiempo y representar una tremenda suma de esfuerzos. Ya se
ha indicado que el hombre es un centro de conciencia en la Realidad Suprema, y que la
índole esencial de esa Realidad queda concentrada y encerrada en ese centro al tiempo de su
involución. Esto es lo que hace posible e inevitable el desenvolvimiento gradual de nuestras
potencialidades divinas ad infinitum. La totalidad de esa Realidad, en su naturaleza infinita,
ya está presente en ese centro, y por tanto es solo cuestión de desenvolver lo que ya está
presente en él en forma potencial. Lo lento o rápido que pueda ser ese desenvolvimiento
depende de nosotros, de cuán intensamente queremos la Verdad, y de qué estemos
dispuestos a abandonar por amor a esa Verdad. No solamente es cuestión de desarrollar lo
que ya está presente en su plenitud dentro de nosotros, sino también de percibir más y más
profundamente lo que ya está oculto dentro de los pliegues cada vez más sutiles de nuestra
conciencia. No tenemos que hacer cambios estructurales en nuestra constitución, tales como
desarrollar clarividencia o despertar ciertos centros, sino meramente agudizar nuestros
poderes de percepción espiritual por medios presentados en diferentes sistemas de Yoga.

Aspecto positivo de buscar la Verdad

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Al tratar la cuestión de “Por qué buscar la Verdad” hemos discutido en estas páginas los
rasgos indeseables de la vida humana tal como se la vive en los mundos inferiores cuando
estamos sometidos a sus ilusiones y limitaciones. Pero éste no es sino el aspecto negativo de
lo que estamos tratando de entender dentro de las limitaciones del intelecto. Existe también
un aspecto positivo relacionado con el carácter deseable de la Verdad que buscamos. No es
solo que tenemos que trascender esas limitaciones e ilusiones; también tenemos que adquirir
las ventajas inestimables del conocimiento y poder y gloria infinitos que están en la
realización de esa Verdad. Estas ventajas son tan extraordinarias que los sacrificios que
hacemos al hollar el Sendero parecen totalmente insignificantes cuando los vemos en
retrospectiva. Y por estar fuera del alcance del intelecto no podemos juzgarlas o formarnos
una idea de su verdadero carácter.

Pero sí podemos tratar de comprender esto: Si las más elevadas y sutiles clases de saber y
gloria y poder que podemos encontrar en los mundos inferiores no son sino apenas tenues
reflejos de la índole Voluntad, Sabiduría-Amor e Inteligencia Creadora del Ser, ¿de qué
naturaleza será la experiencia de aquella Realidad en la cual todas esas ventajas se perciben
en su forma verdadera y real?

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