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Problemática técnica de la lectura

En la lectura, el movimiento de los ojos no es continuo, sino que, al seguir un renglón, el ojo
camina a saltos. Estos saltos, o fijaciones, suelen ser del orden de tres a seis por renglón de
doce palabras. Para comprobar este hecho basta con sentarse frente a una persona que esta
leyendo, y observar el movimiento de sus ojos.

Por supuesto el número de fijaciones por renglón depende de la cantidad de palabras que vea
claramente en cada fijación por renglón, lo que se llama: espacio de reconocimiento. El espacio
de reconocimiento se limita a dos palabras, como máximo serán necesarias seis fijaciones por
renglón de doce palabras como mínimo.

Un buen lector tiene un espacio de reconocimiento grande, lo que le permite realizar menos
fijaciones. El mal lector necesita muchas detenciones o fijaciones, porque su espacio de
reconocimiento es pequeño, lee casi palabra a palabra, con lo que el tiempo que tarda en leer
un renglón es mucho mayor que el de un buen lector.

Para mejorar la velocidad de lectura hay que aumentar el espacio de reconocimiento. Ahora
bien, para percibir lo escrito es necesario que el ojo esté parado un tiempo mínimo, este
tiempo de detención es también diferente en los buenos y malos lectores. Un buen lector se
detiene solamente lo justo para percibir claramente, mientras que el mal lector mantiene sus
ojos en una fijación más tiempo del necesario. Al utilizar más tiempo en cada fijación
disminuye, por tanto, la velocidad de lectura.

Otra fuente importante de pérdida de tiempo tímica, asimismo de los malos lectores, son los
retrocesos o regresiones, el lector de este tipo retrocede con frecuencia. Este hábito suele ser
consecuencia de una lectura no activa, poco atenta, que obliga al sujeto volver atrás para
comprender lo leído, estos retrocesos son innecesarios.

Aun en las lecturas más técnicas, la lectura rápida posibilita la retención de lo leído
inmediatamente antes con lo que la comprensión de las oraciones se facilita. Por el contrario,
el lector con regresiones se atasca, porque cuando termina la frase ya se olvidó de cómo
comenzaba.

Por último, uno de los problemas que suelen tener los malos lectores proviene del hábito de
mover los labios. Al leer este lector labial, podrá leer como máximo a la velocidad que le
permita el movimiento de los labios con lo que no podrá pasar las 125 o 150 palabras por
minuto. El buen lector podrá leer más de 500 palabras por minuto en un contenido fácil y
narrativo (…) García Madurga J. A Técnicas de estudio Uned Madrid 2007

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