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Esta es una gran promesa de Dios. Note que hay cinco partes en la recuperación que Dios
desea hacer en su vida.
1. Si usted ha sido herido, Dios dice: “Quiero sanarte”.
2. Si está confundido: “Quiero guiarte”.
3. Si alguna vez se ha sentido sin ayuda para cambiar algo: “Deseo ayudarte a cambiar eso”.
4. Si alguna vez ha sentido que nadie entiende su problema: “Quiero consolarte.”
5. Si se siente ansioso, preocupado y temeroso: “Quiero ofrecerte paz”.
El hecho es que la vida es dura. Vivimos en un mundo imperfecto. Somos daña- dos por otros,
herimos a otros y nos herimos a nosotros mismos. La Biblia dice que todos hemos pecado. Eso
significa que ninguno de nosotros es perfecto, todos nos hemos equivocado, todos hemos cometido
errores. Nos dañamos y dañamos a otros.
Esta serie es para todos. Todos necesitamos recuperación, a menos que alguien haya vivido una
vida perfecta. Pero si no ha sido así, si no ha vivido una vida perfecta, si ha sido herido, si ha tenido un
complejo o hábito del que le gustaría deshacerse, necesita recuperación.
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de recuperación cada semana y hay quinientos mil diferentes grupos de recuperación. La base de
todos ellos es la Palabra de Dios.
He resumido estos principios en torno a la palabra “R.E.C.U.P.E.R.A”. Estudiaremos una letra
cada semana y miraremos los ocho pasos resumidos en el camino a la recuperación.
Reconozco que no soy Dios. Admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo
y que mi vida es inmanejable.
¿Se queda despierto hasta tarde cuando sabe que necesita dormir?
¿Come o bebe más calorías de las que su cuerpo necesita?
¿Siente que debe hacer ejercicios pero no los hace?
¿Conoce lo que es correcto pero no lo hace?
¿Sabe que algo está malo pero de todas formas lo hace?
¿Se ha dado cuenta alguna vez de que no debe ser egoísta pero de todas maneras lo es?
¿Ha intentado alguna vez controlar a alguien o algo y se ha dado cuenta de que usted mismo era
incontrolable?
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He aquí cuatro problemas que siempre aparecen cuando tratamos de jugar a ser Dios:
1. TEMOR. Cuando trato de controlar todo, me atemorizo. Adán dijo: “Tuve miedo porque
estoy desnudo. Por eso me escondí”. Nos atemoriza el que alguien descubra quiénes somos
realmente, que somos falsos, farsantes, que realmente no tenemos el control, que no somos
perfectos. Es por eso que no permitimos que nadie se acerque realmente a nosotros, porque
descubrirán que interiormente estamos asustados. Y debido a que disfrazamos esto y pretendemos
que no es real, llenamos nuestras vidas con temor, asustados de que alguien nos vaya a rechazar, de
que no nos amen, o de que no les seamos simpáticos porque no saben realmente lo que somos. “Solo
les gusta una imagen de mí. Si supieran realmente como soy, no les gustaría”. Así que nos resentimos
y nos llenamos de temor cuando tratamos de jugar a ser Dios.
3. FATIGA. Jugar a ser Dios cansa. Tratar de controlar todo, pretender que todo está bien, negar
algo, consume mucha energía. En el Salmo 32, David dice: “Mi fuerza se fue debilitando como al
calor del verano ... Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad”. La mayoría de las personas
tratan de esconder su dolor y huyen de él manteniéndose ocupadas. Piensan: “No me gusta cómo me
siento cuando me deprimo. No me gusta lo que viene a mi mente cuando pongo mi cabeza sobre mi
almohada, y no me gustan esos sentimientos y lo que escucho, por lo que me man- tengo ocupado”.
Huimos del dolor al estar constantemente en un ir y venir. Trabajamos hasta el cansancio. O
nos involucramos en algún pasatiempo o algún deporte hasta que se vuelve algo compulsivo, y
permanecemos en el campo de golf, en la cancha de tenis, o en cualquier otro lugar todo el
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tiempo. Incluso podemos involucrarnos en actividades religiosas, podemos tratar de esconder nuestro
dolor trabajando de forma febril en las actividades de la iglesia. Esperamos que cuando nos acostemos
y pongamos la cabeza sobre la almohada, estemos tan fatigados que dormiremos y no tendremos que
escuchar nuestro dolor.
Si está en un estado constante de fatiga, siempre agotado, pregúntese: “¿De qué dolor estoy
huyendo? ¿Qué problema no quiero afrontar que me motiva y me con- duce a trabajar y trabajar
para estar en este estado constante de fatiga?”
4. FRACASO. Cuando trata de jugar a ser Dios, la descripción que hace Proverbios 28:13 (DHH)
es una garantía de dónde terminará: “Nunca tendrás éxito en la vida si tratas de esconder tus
pecados. Confiésalos y renuncia a ellos. Entonces Dios mostrará su misericordia sobre ti”.
Necesitamos ser honestos y aceptar nuestras debilidades, faltas y fracasos.
2. “Está bien, pero yo puedo resolver mis problemas; esta serie de recuperación es para otro, no
para mí”. Eso también se llama negación. A menos que haya tenido una vida per- fecta, hay
algunas cosas con las que necesita tratar. Usted dice: “Puedo manejar mi problema, puedo
cuidar de eso”. El hecho es que si usted pudiera manejarlo, lo hubiera hecho, pero usted
no puede, por lo tanto no lo hará. Si hubiera podido con- trolar ese problema, no sería un
problema, no lo tuviera con usted hoy. Pero no puede, y no podrá. Esta negación es tan
antigua como Adán y Eva. Ellos tenían un problema. Huyeron y se escondieron tras el
arbusto. Dios los había hecho y Dios había hecho los arbustos y ahora se estaban
escondiendo de Dios. Así de ilógico. Algunas veces le pregunto a las personas: “¿Le ha
contado a Dios acerca de su herida, su hábito o su complejo?” Ellas contestan: “Ah, no, no
quisiera que supiera de eso”. No puede mejorar hasta que confiese, afronte sus faltas y
admita: “Soy incapaz”.
III. LA CURA
El primer paso en el camino a la recuperación es admitir mi incapacidad. La Biblia dice que al
hacerlo encontramos fortaleza. Esta no es una idea popular en la cultura americana de autosuficiencia,
la cual dice: “Levántese por sí mismo, no dependa de nadie más, usted solo puede”. Y lo convierte en
una especie de Llanero Solitario. Pero admitir la incapacidad es el primer paso esencial para iniciar
la recuperación. Reconozca que es incapaz de hacerlo por usted mismo. Necesita a otras personas y
necesita a Dios.
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Admitir que no soy Dios significa que reconozco tres hechos importantes de la vida. La madurez
viene cuando:
1. Reconozco que soy incapaz de cambiar mi pasado. Duele, todavía lo recuerdo, pero todo el
resentimiento del mundo no va a cambiar esa realidad. Soy incapaz de cambiar mi pasado.
2. Reconozco que soy incapaz de controlar a otras personas. Trato, me gusta manipularlos,
utilizo toda clase de pequeños trucos, pero no funciona. Soy responsable de mis acciones, no de las
de otros. No puedo controlar a otras personas.
3. Reconozco que soy incapaz de hacer frente a mis hábitos, comportamientos y acciones
dañinas. Las buenas intenciones no son suficiente. Cuantas veces lo ha intentado, ha fracasado. La
fuerza de voluntad no es suficiente. Necesitamos algo más que fuerza de voluntad. Necesitamos a
Dios, porque él nos hizo para necesitarle.
Santiago 4:6 (NVI) dice: “Dios resiste a los orgullosos, pero da gracia a los
humildes”. Gracia es el poder para cambiar. Gracia es el poder que Dios nos da para hacer en nuestra
vida los cambios que queremos hacer y que él desea que hagamos. Y para recuperarnos de las heridas,
complejos y problemas en nuestra vida, necesitamos la gracia de Dios. ¿Cómo la obtenemos?
Solamente de una forma. Él se la da al humilde.
Permítame preguntarle, ¿qué aspectos de su vida necesitan cambiar? ¿Qué herida, complejo o
hábito ha estado tratando de ignorar? Para muchos este paso será el más difícil, reconocer que sus
vidas necesitan cambios. Me alegra que sea el número uno, porque cuando haya dado este paso, habrá
vencido la mayor dificultad y admitirá: “Tengo un problema, tengo una necesidad, tengo una
herida”. Para muchos puede parecer difícil y humillante reconocer esto, decir:“No soy Dios y no
tengo tanto control como me gustaría que todos pensaran. No tengo el control de nada”. Pero si le
dice eso a los demás, no se van a sorprender, porque lo saben. Dios lo sabe, usted lo sabe, solamente
necesita admitirlo. Esto significa ser honesto y afrontar un problema que ha querido ignorar por
mucho tiempo. Acompáñeme estas ocho semanas en este camino a la libertad, en el Camino a la
Recuperación.
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debe haber un Creador. Donde hay un efecto, debe haber una causa. Donde hay un diseño, debe
haber un diseñador.
¿Vio la portada de la revista Time hace un par de meses? Había una frase que decía: “La ciencia
descubre a Dios”. En esta era donde sabemos más y más acerca del universo, donde tenemos mayor
habilidad numérica por medio de las computadoras para comprobar las oportunidades al azar, muy
poca gente está dispuesta a creer que todo ha sido simplemente un accidente. Mientras más
conocemos del universo, más convencidos estamos que hay un Creador.
Reconoce su existencia. Romanos 1:20 (NVI) dice: “Porque desde la creación del mundo
las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben
claramente a través de lo que él creó”. Y el Salmo 19 (NVI) expresa: “Los cielos cuentan la
gloria de Dios”.
Por cierto, la Biblia dice que es una necedad no creer en Dios. Es irracional. Es ilógico no creer en
Dios.
El punto es que Dios cambia vidas hoy en día. Dios existe.
El asunto real para la mayoría no es: “¿Hay un Dios?” Eso es algo que la mayoría cree. El asunto
verdadero es: “¿Qué clase de Dios es? ¿Cómo es en realidad? ¿Es esto importante?” El problema es que
tenemos algunas ideas bastante extrañas de cómo es Dios.
Hace poco leí sobre dos muchachos delincuentes de una escuela católica que se habían estado
portando mal, por lo que los llevaron a la oficina del director. El director sabía que lo que ellos
realmente necesitaban era a Dios en sus vidas así que trajo al primer muchacho a la oficina, lo hizo
sentarse y le dijo: “Quiero hacerte una pregunta, hijo.
¿Dónde está Dios?” El muchacho se asustó. No supo cómo responder. Simplemente se quedó allí,
sentado. El director volvió a preguntarle, por tres o cuatro veces. “¿Dónde está Dios? Quiero que
pienses en esa pregunta”. Y lo mandó de regreso. El segundo muchacho, que estaba por entrar, le
pregunto al que salía: “¿Qué pasó?” Este le respondió: “No lo sé, pero parece que se les ha perdido
Dios y están tratando de echarnos la culpa a nosotros”.
Tenemos algunas ideas extrañas con respeto a Dios.
Lamentablemente, muchos comparan a Dios con un padre de familia. Como su papá o mamá.
Esto es trágico. Porque si su padre era una persona fría e indiferente que no expresaba cariño, la
tendencia será pensar que Dios, su Padre, es también frío, indiferente y falto de cariño. Si su padre le
infundía miedo, usted estará inclinado a pensar: “A Dios hay que tenerle miedo”. Si su padre fue
abusivo, pensará que Dios es igual. Si su padre no era amoroso, trasladará esta cualidad a Dios. En
lugar de Dios hacerlo a su imagen, usted hace a Dios a la imagen suya.
De vez en cuando se oye decir: “Mi idea de Dios es...” ¿Con qué autoridad se dice eso? ¿Piensa
que porque tiene cierta idea de Dios él tiene que ser así? Por supuesto que no. “Siempre he pensado
en Dios como...” ¡Qué tal! Probablemente esté equivocado. Francamente, no me interesa cómo cree
usted que es Dios. No me interesa cómo lo concibo yo mismo. Lo que deseo saber es: ¿Cómo es él en
realidad?
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Fíjese en este versículo. Colosenses 1:15 dice: “Él [Cristo] es la imagen del Dios invisible”.
Si usted desea saber cómo es Dios, solamente mire a Jesús, porque él es la expresión visible
del Dios invisible.
Si está leyendo acerca de Jesús y estudiando su vida, aprenderá mucho de Dios.
Específicamente hay tres cosas que aprendemos sobre Dios por medio de Jesús, que nos ayudan a
vencer nuestros hábitos, heridas y complejos:
1. Dios conoce todo acerca de mi situación. Yo sé que Dios sabe todo con respecto a mi
situación, porque él conoce mis hábitos, mis heridas y complejos. Él conoce lo bueno y lo malo.
Algunos posiblemente han tenido muchos momentos difíciles o una vida muy dura.
Mire lo que dice la Biblia en el Salmo 56:8 (DHH): “Tú llevas la cuenta de mis huidas; tú
recoges cada una de mis lágrimas”. ¿No es eso increíble? La Biblia dice que Dios lo conoce
personalmente y de cerca. Él ha visto sus lágrimas. “Nadie sabe el infierno por el que estoy pasando en
mi matrimonio”. Está equivocado, Dios lo sabe. “Nadie sabe cómo estoy luchando por romper con
este hábito, pero no lo puedo sacar de mi mente”. Dios sí lo sabe. “Nadie sabe la depresión y el temor
por el que estoy atravesando”. Dios sí lo sabe. Y Él ha visto sus lágrimas. Las conoce todas. Nada
escapa de su conocimiento. El Salmo 31 (NVI) dice: “Tú has visto mi aflicción y conoces las
angustias de mi alma”. Dios está al tanto de sus necesidades y la Biblia dice que Él sabe lo que
usted necesita incluso antes de que se lo pida. Él ve la crisis en su alma en este mismo momento. En el
Salmo 69 leemos: “Tú sabes lo insensato que he sido”. A veces deseamos olvidar esta parte. No
queremos que Dios sepa todas las locuras que hacemos. El hecho es que no hay nada que esté fuera
de la vista de Dios. Usted siempre tiene una audiencia veinticuatro horas al día. Él conoce sus días
buenos, sus días malos, las bromas pesadas que ha hecho, las malas decisiones que ha tomado y,
sorprendentemente, todavía le ama. El hecho es que Dios no se sorprende por su pecado. Si usted hace
algo mal, Dios no dice: “Ay, no, ¿cómo se me escapó eso?” Él sabía que pasaría, mucho antes de que lo
hiciera. Él incluso sabe por qué lo hizo, qué fue lo que lo motivó a hacerlo, incluso si usted mismo
ignora la motivación. Él no se sorprende, no se altera, no se decepciona. Él sabe quién es usted.
3. DIOS PUEDE CAMBIAR MI VIDA Y MI SITUACIÓN. Estas son buenas noticias. Dios puede
cambiar mi vida y mi situación. A veces cambia mi vida, a veces cambia mi situación. Otras veces
cambia las dos. Pero está esperando por usted para hacer esto. Y Él tiene el poder.
Note que Pablo dice: “Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que
sepan ... cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la
fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos”. ¿Se ha
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encontrado alguna vez paralizado por falta de resolución? “¡Sé que necesito hacer esto pero
simplemente no puedo comenzar!”
¿Siente algunas veces que simplemente no puede lograrlo? Él le dice: “Tengo el poder”. Si
Dios puede levantar a Jesucristo de los muertos, puede restaurar una relación rota. Puede levantar a
una persona que está mal de salud. Puede hacerle libre de una adicción. Puede ayudarle a cerrar la
puerta al pasado para que esos recuerdos dejen de perseguirle, pero solo confía en Él.
Lucas 18:27 (DHH) dice: “Lo que es imposible para el hombre es posible para Dios”. La
Biblia dice que no hay nada difícil para Dios. Quizás usted diga: “No entiende mi situación. He
intentado cambiar, pero no puedo”. Nada es imposible con Dios. Y esa situación que parece sin
esperanza, no lo es.
He aquí el punto. Entre más posponga su dolor, más lejos está su recuperación. Entre más lo
niegue y diga: “No hay problema, no es gran cosa, puedo manejarlo”, menos días tiene en esta tierra
para ser lo que Dios quiere que sea. Algunas personas, cuando experimentan dolor intenso por algún
problema, se estancan en el pasado en lugar de tratar con el problema de ese momento. Enfocan
toda su vida en el pasado. Se adentran a lo que yo llamo “Parálisis del análisis”, siempre diciendo lo
que antes iba mal en sus vidas. Eso es como manejar un carro mirando todo el tiempo el espejo
retrovisor. Un espejo retrovisor es de ayuda, porque le da perspectiva, y mirar su pasado le da una
perspectiva, pero si solamente mira a su pasado no llega al presente.
¿Puede imaginarse manejando un carro donde el espejo retrovisor fuera más grande que el
parabrisas? Muchas personas son así. Se mantienen en el pasado y no pueden vivir en el presente.
Cualquier cosa en la que se enfocan tiende a repetirse. Si solamente vive en el pasado, tiende a
repetir cosas del pasado.
Esta serie de recuperación trata del crecimiento espiritual. Crecimiento espiritual es el proceso de
expandir ese parabrisas y encoger el espejo retrovisor. Así se puede seguir con el presente. ¿Cómo
se hace eso? Usted reconoce que Dios existe. Se da cuenta de cómo es él; de que se interesa, le
entiende, le ama y desea ayudarle.
Después, quiero amor. Verdadero amor. Quiero ser capaz de amar a las personas y que estas
me amen, de sanar las heridas para no construir esas paredes y tener un acercamiento falso con las
personas, sino un acercamiento genuino ya que no tengo miedo de amar verdaderamente y no tengo
temor de ser verdaderamente amado.
Esa es la clase de poder y amor que Dios da. Y también nos da dominio propio. Obviamente,
quiero eso. Usted quiere eso. Usted no está en verdadero control hasta que Cristo esté en control y
domine las circunstancias de su vida. Entonces entenderá lo que significa tener todo bajo control por
primera vez en su vida porque no estará tratando de detenerse por usted mismo. Poder, amor y
dominio propio.
Hay un principio en el universo. Esto debe sonar muy simple, pero es algo muy profundo. He
aprendido que las cosas funcionan mejor cuando están conectadas. Las tostadoras, licuadoras,
televisores, radios, todas las cosas, funcionan mejor cuando están conectadas. Y Dios quiere que
usted y yo estemos conectados a él.
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Esta semana escuché una historia sobre un conductor del camión de entregas de una tienda de
mascotas. En cada semáforo al que llegaba se bajaba, salía corriendo hacia la parte posterior del camión,
agarraba un palo y comenzaba a golpear el camión. Alguien le preguntó que qué hacía. Él dijo: “Lo que pasa
es que este es un camión solo para dos toneladas de carga y estoy transportando cuatro toneladas de
canarios; por eso tengo que mantener dos toneladas de ellos en el aire todo el tiempo”.
Cuando escuché la historia, pensé: “Esta es una buena imagen de la vida”. Muchas personas van por
el mundo golpeándose ellas mismas, tratando de tener todo en el aire para no irse hacia abajo. Tenemos
una tendencia a estancarnos en la vida. Nos estancamos en las relaciones. Nos estancamos con hábitos.
Nos estancamos en la congoja cuando perdemos a un ser querido. Nos estancamos en la ira. Nos estancamos
en nuestro trabajo, en una relación sexual. Y luego no podemos salir de allí y caemos en un círculo. Una
vez que uno se estanca comienza a sentirse culpable por haberse detenido. Y decimos: “Desearía poder salir
de esto pero no puedo cambiar”. Entonces aparece la ira e insistimos en que deberíamos poder cambiar y
nos molestamos con nosotros mismos. Decimos: “Debería ser capaz de salir de esto”. Pero no salimos. Y
luego nuestra ira se transforma en temor a que nunca vamos a poder salir de ese problema. El miedo nos
controla. Pensamos que vamos a terminar en un hospital. Más tarde nuestro temor se convierte en
depresión, comenzamos a sentirnos mal, a tenernos lástima y a resignarnos. Decimos: “Me doy por
vencido. No puedo cambiar”. Y comienza el ciclo de nuevo y nos estancamos mucho más.
Paso 3.
CONSCIENTEMENTE ELIJO ENTREGAR TODA MI VIDA Y VOLUNTAD AL CUIDADO Y
CONTROL DE CRISTO.
Este paso está basado en lo que Jesús dijo en Mateo 11:28-30. “Vengan a mí todos ustedes que
están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí...
Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana”. Jesús dice: “Vengan a mí”. Es la invitación de Dios.
Haré tu vida más fácil. Haré tu carga más liviana. Tendrás alivio. Tendrás liberación. Tendrás descanso.
Serás rejuvenecido. Dame el control y cuidado de tu vida y observa lo que hago. La vida será mucho más
fácil. Menos estresante.
¡Qué convenio! ¿Por qué no aceptar esa oferta? Muchos han escuchado esto antes, pero nunca
han actuado. Es como tener un regalo sin abrir. Dios dice: “Quiero darte este regalo de descanso, alivio y
recuperación y no has hecho nada para recibir- lo”. ¿Qué nos aleja de dar este tercer paso tan importante?
¿Qué causa que yo pos- ponga el entregar mis problemas a Dios y retardar la entrega de mi vida al
cuidado y control de Cristo?
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detendrán para pedir direcciones? Proverbios 10:8 dice: “El de sabio corazón acata las órdenes, pero
el necio y rezongón va camino al desastre”. Quizás usted crea que no está listo para dar este paso.
Quizás diga: “No estoy listo para darle el control y cuidado de mi vida a Cristo”. Todo lo que necesita para
hacerlo es una gran dosis de dolor. Dios permitirá que lo obtenga para llamar su atención.
2. EL SENTIDO DE CULPA ME IMPIDE DAR ESTE PASO. Quizás se avergüence de pedirle a Dios
que lo ayude. El Salmo 40:12 dice: “Muchos males me han rodeado; tantos son que no puedo
contarlos. Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son más que los cabellos de mi
cabeza, y mi corazón desfallece”. ¿Se ha sentido así alguna vez? “Me da vergüenza levantar mi mirada.
No quiero pedirle ayuda a Dios. ¿Sabe usted cuántas veces le he pedido a Dios que me ayude y he hecho
promesas y las he roto? Dios, si tan solo me sacaras de esta... Me avergüenza pedirle ayuda a Dios. No sabe
todas las cosas malas que he hecho. No podría ir ante Dios y pedirle ayuda”. Si piensa así está equivocado.
Totalmente equivocado. No hay pecado que Dios no pueda perdonar. Y él desea ayudarle. No permita que el
orgullo o la culpa lo detengan de dar este paso. Él desea perdonar su culpa.
3. EL TEMOR POR LO QUE TENGA QUE DEJAR. Un muchacho se cayó de un precipicio. A medio
camino se agarró de una rama. Se sostuvo por amor a la vida. Habían ciento cincuenta metros hacia abajo
y ciento cincuenta metros hacia arriba. El muchacho gritó: “¿Hay ahí alguien que me ayude?” Y escuchó la
voz de Dios, “Soy el Señor, confía en mí, suéltate y te agarraré”. El muchacho volvió a mirar hacia abajo, a
mirar hacia arriba. Y dijo: “¿Habrá alguien más allá arriba que me pueda ayudar?” Dios es el último recurso.
Le da miedo soltarse. Algunos se están sosteniendo de esa rama y están diciendo: “No es tan malo. No hay
problema, realmente estoy bien”.
¿Sabe lo que es libertad? Libertad es decidir quién controla nuestra vida. Cuando entregamos
nuestra vida al cuidado y control de Cristo, él nos libera. Jesús dijo: “Los que pecan son esclavos del
pecado, pero si conoces la verdad, la verdad te hará libre” (Juan 8:31-38). Cristo dice: “Yo te hago
libre”. Bob Dylan acostumbraba decir: “Vas a tener que servirle a alguien”. Puede ser a tu propio ego. La
verdadera libertad es elegir quién será su amo. Así que, ¿a qué le teme? ¿De qué se está sosteniendo que
piensa: “No puedo soltar esto para entregar mi vida a Dios”? De una relación, una ambición, un hábito, un
estilo de vida, una posesión. “¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?” ¿Hay algo que
tenga más valor que su vida? No.
Cuando dé este tercer paso, estará entregando todo y nunca se habrá sentido tan bien. Porque él
toma lo que usted le ha entregado y lo cambia, le da un nuevo significado, un nuevo sentido, una nueva
validez, y se lo devuelve en una forma completa- mente nueva.
Si ha tenido temor de abrir su vida al cuidado y control de Cristo y de convertir- se en un fanático,
en un loco, o algo así, o de tener que entregar lo que sea, no se preocupe por las cosas específicas que
tenga que entregar. Si se concentra en las cosas específicas nunca tomará la gran decisión, que es
el paso a la recuperación. Simplemente venga a Dios y dígale: “Dios, ni tan siquiera sé lo que quiero
entregar, pero sí sé que quiero que mi vida esté bajo tu control, así que Dios, aquí está mi che- que en
blanco”. Y dé a Dios un cheque en blanco. Aquí está mi vida. Permita que él cuide de lo demás. No se
preocupe por eso.
No puede resolver todos los problemas primero. En primer lugar tomo la decisión. Entrego mi vida al
cuidado y control de Cristo. Tengo dudas, preguntas, temores, preocupaciones. No sé cómo va a salir todo,
pero sé que es el paso correcto. Así que, simplemente, lo hago.
En diciembre, Kay y yo decidimos mudarnos y comprar una casa. Esa fue una decisión fácil. Pero,
¿era todo eso lo que involucraba esa transición? No. Luego de decidirnos a comprar una casa, tuvimos
que financiar la renta de un camión de mudanzas, cambiar de dirección y muchas otras cosas más. Los
problemas vienen después que se toma la decisión.
Hace unos treinta años que di este tercer paso y le dije sí a Jesucristo. “No entiendo todo pero si eres
verdaderamente real, ven a mi vida. Si puedes darme una mejor vida de la que estoy viviendo en este
momento, hazlo”. Abrí mi vida al cuidado y con- trol de Cristo. Aún hoy, treinta años después, todavía estoy
enviando mi cambio de dirección, diciendo: “No, ya no hago eso. Ese no soy yo, ese es mi viejo yo”. Todavía
estoy haciendo cambios de direcciones. No permita que la preocupación le moleste y le impida tomar la
decisión.
Esta es la cosa más importante que puedo decir. La vida cristiana es una decisión seguida de un
proceso. Lo mismo ocurre con la recuperación. Es una decisión seguida de un proceso. Hoy estoy hablando
únicamente de la decisión. Está bien, hagámoslo, apropiémonos de esto. En Saddleback, tenemos un
proceso, el Proceso del Desarrollo de la Vida. Este proceso le ayuda a llegar a ser todo lo que Dios desea
que sea. De lo que estamos hablando hoy es simplemente de llegar a la primera base.
Durante la Segunda Guerra Mundial nuestros soldados tenían una estrategia definida que usaban
cuando iban a atacar en el Pacífico, cerca de los japoneses. Utilizaban la misma estrategia en cada isla y
siempre les funcionó. Primero, iban a la isla que habían tomado cautiva y comenzaban a atacarla con
bombas, granadas y toda clase de explosivos. A eso se le llamaba el período de ablandamiento. Algunos de
ustedes están en el período de ablandamiento en este momento. Y mientras en su vida están ocurriendo
toda clase de explosiones que están enviando fragmentos a todas partes, usted dice: “Esto no está
funcionando”. Luego llega a un punto donde dice: “Sí, necesito algo más allá de mí mismo”. Está
ablandando su orgullo. “Necesito ayuda. Necesito a Dios en mi vida. Hay mucho estrés”.
En la segunda fase, los soldados llegaban a la isla y establecían una cabeza de playa, quizás
solamente doscientas yardas a lo largo y doscientas yardas a lo ancho. No querían más. Solo tener una
presencia en la isla. Cuando habían establecido la cabeza de playa, ¿habían liberado la isla completamente?
No. Solamente habían entrado a ella. Desde allí comenzaban a pelear. Algunas veces se movían cien
yardas hacia delante y algunas veces eran forzados a retroceder. Otras veces ganaban la batalla y otras
veces la perdían. Pero todos sabían que una vez que habían establecido una cabeza de playa en la isla, la
liberación era inevitable. Era solo cuestión de tiempo. Y en toda la historia de la Segunda Guerra Mundial
una vez que los soldados hubieron aterrizado y establecido una cabeza de playa nunca perdieron una isla.
Solamente fue cuestión de tiempo que la isla completa fuera liberada.
Cuando usted da este paso, lo que está sucediendo es que Dios ha establecido en su vida una cabeza
de playa. La Biblia lo llama conversión o nacer de nuevo. Eso quiere decir que Dios instala su presencia en su
vida. ¿Significa eso que todo ya es perfecto? Absolutamente no. Significa que Dios está en su vida, que ha
establecido una cabeza de playa y que el resto de su vida él lo va a estar liberando poco a poco. Es un
proceso. Así que no se preocupe. Solamente confíe en Dios.
Quizás a usted le preocupe que en esta batalla no pueda avanzar o resistir. Dios le dice: “No te
preocupes. No es tu trabajo el mantenerte en la batalla. Ese es mi trabajo”. Deposita toda tu ansiedad en
Dios porque él tiene cuidado de ti. Él dice: “Tengo cuidado de ti. Te sostengo en mi mano”.
Cuando mis hijos estaban pequeños y cruzábamos una calle muy transitada, los agarraba
fuertemente de sus manos. Y mientras cruzábamos la calle ellos deseaban, como todo niño, salir corriendo.
Pero no importaba cuánto desearan salir corriendo, yo no los dejaba soltarse de mis manos. ¿Por qué?
Porque soy un padre que ama a sus hijos. Hay momentos en su vida cuando toma decisiones: “Dios, yo no
creo que quiera ser un creyente en este momento. Es un poco difícil mantener mi ética y puede que me
resista y quiera soltarme de tu mano”. Pero una vez que se haya tomado de la mano de Dios, él también
habrá tomado la suya y no la va a soltar. Timoteo dice: “Él es fiel para cuidar lo que le ha confiado hasta
aquel día”. Dios dice: “Yo soy el que te toma. No hay por qué temer”. Lo que sea que Dios me pida que haga
lo puedo hacer porque él me capacita para hacerlo.
Filipenses 1:6 (DHH) dice: “Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra
en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”.
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5. LA DUDA. “Quiero creer pero mi fe parece ser muy pequeña”. Usted necesita conocer la
historia de un hombre en la Biblia que vino a los discípulos para que sacaran un espíritu inmundo en la vida
de sus hijo, ellos no pudieron y cuando Jesús llego, reprende a sus discípulos y dirige sus palabras al padre
del joven diciendo: “si puedes creer, al que cree, todo le es posible” (Marcos 9:23) el padre de aquel
joven le responde a Jesús: “Creo; ayuda a mi incredulidad” (Marcos 9:24) tal vez, usted debe exclamar
como el Padre de aquel Joven: “Dios, quiero creer que me ayudarás con mi vida. Ayúdame con mi
incredulidad”. Eso es suficiente. No tiene que tener una gran fe. La Biblia dice que si tiene una fe tan
pequeña como una semilla de mostaza, nada será imposible para usted. No es el tamaño de su fe lo que
importa, es el tamaño de en lo que la deposita, el tamaño de su Dios. Puede tener una fe gigante, pero
aplicarla en algo incorrecto y no obtener resultados. La fe no es el punto. El punto es en lo que la pone.
Un poco de fe en un gran Dios logra grandes resultados. No permita que alguna de estas cosas le impidan
dar este paso.
Michelle: Soy una creyente que está luchando con la codependencia. Mientras crecía, mi vida fue
bastante diferente a la de Zane. Crecí en un hogar no funcional que se volvió un hogar alcohólico. Fui
abandonada tanto emocional como físicamente por uno o por ambos de mis padres. Viví con mi mamá y mi
padrastro a quien era imposible agradar. Intenté todo para ganar su aprobación, ya fuera con buenas notas
o sien- do una buena niña, pero nunca fui capaz de hacer lo suficiente para ganar sus halagos.
Como mis padres eran alcohólicos, no estaban disponibles emocionalmente para mí. Así que me
volqué a mis amigos y novios para obtener la aprobación que tanto necesitaba. Aprendí a ser una “agrada-
personas”. Me encontré a mí misma siendo usada y abusada por la mayoría de mis novios. Y de una forma
extraña me sentí cómoda con eso; merecía ese tipo de trato. Con el tiempo, me involucré en las drogas para
adormecer mi tristeza. Todo lo que descubrí fue vacío. Estaba allí tratando de llenar mi vacío con lo que
pudiera encontrar, pero Dios tenía un plan diferente para mi vida.
Acepté a Jesucristo en mi corazón en 1990 y el primer año recibí una gran sanidad; sin embargo,
todavía estaban operando en mí modelos destructivos antiguos. Me sentía llena de culpa y vergüenza.
Seguía buscando relaciones con el mismo tipo de hombres. Mientras menos disponibles estaban
emocionalmente más me atraían. Luego de otra ruptura comencé a pensar que debía haber algo mal en
mí que causaba esta clase de trato.
Dios usó a mis amigos de esta iglesia para traerme a la primera reunión de Celebremos la
Recuperación. Luché con la idea por mucho tiempo. Pensé: “Estoy en control de mi vida. Tengo una
carrera exitosa. Soy una mujer de los noventa y no necesito a nadie”. Relacioné la necesidad con la
debilidad. Pero eran las necesidades que no habían sido suplidas en el pasado las que daban inicio a mi
propio comportamiento destructivo. Ahora me doy cuenta de que las necesidades son el combustible para el
crecimiento, el camino hacia Dios. Conceptualmente, acepté la idea de que Dios necesitaba estar en
control de todos los aspectos de mi vida, pero tenía que aprender a estar dispuesta a soltar mi voluntad
y humildemente pedirle que tomara el control. Él ha tomado mi mano y está caminando conmigo a través de
este programa. De vez en cuando soy tentada a tomar de nuevo el control. Es en ese momento cuando me
detengo y recuerdo que debo dejar que él controle mi vida. Honestamente puedo decir que Zane y yo no
estaríamos casados hoy si no hubiéramos puesto nuestros pasados en perspectiva y si no hubiéramos
aprendido a entregar nuestra voluntad y vidas a Dios por medio de Celebremos la Recuperación.
Algunos de ustedes quizás digan: “He intentado esto antes y no funcionó. He intentado dar mi
vida a Dios y simplemente no funcionó”. Mi opinión de esto es que usted probablemente no entendió
completamente lo que todo eso implicaba. Usted estaba involucrado pero no estaba comprometido. Al igual
que el kamikaze que fue a treinta y tres misiones. Estaba involucrado pero no estaba comprometido.
2. ACEPTO LA PALABRA DE DIOS COMO MI REGLA DE VIDA. Desde ahora en adelante tengo un
manual por medio del cual voy a vivir mi vida. Graffiti: “Esta vida es una prueba, es solamente una prueba.
Si hubiera sido una verdadera vida hubiera recibido un manual de instrucción para decirle qué hacer y
adonde ir”. Afortunadamente, tenemos un manual de instrucción. Es la Biblia. Dios dice: “Este es tu modelo
por medio del cual evalúas la vida a tu alrededor”. Noticia: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y
útil para enseñar la fe, y corregir errores y para volver a iniciar la dirección en la vida de un
hombre, entrenándolo en una buena vida”. (2ª Timoteo 3:16-17)
Dios dice: “Este es tu modelo por medio del cual evalúas la vida a tu alrededor”. Noticia: “Toda la
Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar la fe, y corregir errores y para volver a iniciar la dirección
en la vida de un hombre, entrenándolo en una buena vida”. Obviamente significa que tienes otro día para
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
mí, un propósito para mi vida. ¿Qué quieres que haga con eso?” Como David dice, “Me deleito en hacer tu
voluntad”. Busco siempre la voluntad de Dios. “Dios, estoy dispuesto a hacer todo, donde sea, cuando sea.
Ni tan siquiera tengo que entenderlo pero estoy viviendo mi vida en tus términos porque tú me hiciste por
una razón. Tienes un propósito y quiero cumplir ese propósito para el cual me hiciste”. Y la voluntad de Dios
se vuelve la estrategia para mi vida, ya sea que la entienda o no.
4.- ACEPTO EL PODER DE DIOS COMO MI FUERZA. Filipenses 4:13 dice: “Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece”. Ya no tengo que confiar más en mi propia energía. Las cosas funcionan mejor
cuando están conectadas. Conéctese a Dios, no estará tan cansado todo el tiempo. Dios dice: “Te daré mi
poder para que seas todo lo que quiero que seas”.
Jesús dice: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y
cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Lo que Jesús está diciendo es: “Estoy a la puerta de tu
vida, y estoy tocando y estoy diciendo que quiero entrar en tu vida”. Sin embargo, él es un caballero. Él no
echa la puerta abajo. El Paso 3 significa abrir la puerta. La llave que abre esa puerta es la disposición. “La
fuerza de voluntad es la disposición para aceptar el poder de Dios”. Usted no necesita fuerza de voluntad;
usted necesita disposición para aceptar el poder de Dios en su vida, para vivir bajo su control, bajo su
sistema.
Los pilotos, cuando vuelan sus aviones, siempre vuelan por las Reglas de Vuelo Instrumental (RVI) o
por las Reglas de Vuelo Visual (RVV). Cada piloto está volando basándose en unas o en otras. Volar con
Reglas de Vuelo Instrumental significa que cuando usted está en una ruta de vuelo, debe ir a la torre de
control, se somete al con- trol del sistema, pone sus instrumentos bajo el control de la torre y ese es un
trato hecho. Usted es controlado por los instrumentos, y es una manera muy segura de volar. Si vuela
con las Reglas de Vuelo Visual es como un taxi en el camino. Mira, ve que todo está bien, despega y vuela
usando su vista. Esto está bien en tanto usted pueda verlo todo, si hay cielo despejado y no mucho tráfico.
Pero un día cualquiera encontrará mal clima. Se perderá en las nubes y en cierto momento tendrá que
levantar el micrófono y decir: “Necesito cambiarme a las RVI”. Y se somete a los controles de ese canal.
Todas las aerolíneas vuelan RVI. Todos los profesionales vuelan RVI. Pero muchos novatos vuelan RVV. La
Federación de Aviación dice que muchos de estos pequeños aviones que chocan no se habrían
accidentado si cuando se perdieron en las nubes, simplemente hubieran tomado el micrófono y dicho:
“Necesito ayuda”.
¿Van ellos a hacer eso? No. ¿Piensa que un piloto va a admitir que está perdido? ¿Va a admitir que
necesita ayuda? Él quiere controlarlo a su manera, ser su propio jefe, dictar su propio destino aun si eso
significa volar directo hacia una montaña o contra un árbol.
Hasta este punto en su vida, quizás usted lo ha hecho bastante bien. Ha venido volando RVV y ha
controlado todo, pero es inevitable que en algún momento de su vida va a tener un tiempo malo. Van a
llegar momentos difíciles. Van a llegar esas nubes donde se siente perdido y no sabe qué dirección seguir.
En ese momento, debe levantar el micrófono y conectarse al sistema de Dios. O me entrego al cuidado y
control de Cristo o acepto una invitación al desastre.
Es muy importante para usted que permita que alguien más sepa de su decisión y de este
compromiso.
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El primer paso de que hablamos es el de la “realidad”: Reconozco que no soy Dios; admito
que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable. Me doy
cuenta que tengo problemas que no puedo controlar.
El segundo paso es el de la “Esperanza”: Aunque soy incapaz de controlar todos los problemas
y todas las cosas en mi vida, Dios tiene el poder para controlarlos y eso quiere decir que en forma
sincera creo que Dios existe, que le intereso y que él tiene el poder para ayudarme en mi recuperación.
Finalmente hablamos del paso del “ Compromiso”: No es suficiente saber que tengo
problemas ni saber que Dios puede resolverlos, sino que, conscientemente, debo entregárselos a Él.
Debo hacer un compromiso de entregarle mi vida y voluntad y decir: “Dios, aquí está mi vida, lo
bueno, lo malo y lo feo de ella”. Y Dios comienza a tomar esos problemas y comienza a trabajar en
ellos. A eso le llamamos el paso del compromiso.
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
Un día de estos estaba escuchando un programa de esos que transmiten por las emisoras de
radio de Los Ángeles. Estaba hablando un psicólogo y de repente alguien llamó diciendo: “Estoy muy
consumido por la culpa y no sé qué hacer con eso. ¿Qué hago con mi culpa? ¿Cómo me deshago de
ella?” La respuesta del psicólogo fue: “No puede. Debe aprender a vivir con la culpa”. Cuando escuché
eso quise decir: “Denme el número de ese hombre. Tengo una mejor respuesta para la persona que
llamó. Una respuesta mucho mejor que la que le está dando él”. Racionalizar es decirme a mí
mismo que todo está bien cuando sé en mi corazón que todo está mal. Podemos racionalizar todo lo
que deseemos y decir: “Está bien, todo el mundo lo hace”. O quizás: “Qué importa, fue hace tanto
tiempo”, pero en nuestros corazones seguimos diciendo: “Sé que eso que hice estuvo mal”.
¿Cómo me deshago de la culpa? Dando el Paso 4 en el Camino a la Recuperación. La buena
noticia es que este paso es la llave que abre la puerta al descanso. Si usted da los pasos del
procedimiento que le compartiré a continuación, podrá experimentar lo que el Salmo 32:1-2 dice:
“Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus
pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu
no hay engaño”.
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
puede cambiar el pasado así como la preocupación no puede cambiar el futuro. Lo único que hace es
que el día de hoy sea un día miserable. Y además de eso, lo puede enfermar.
El otro día leí un reporte que decía que los psiquiatras opinan que probablemente el setenta por
ciento de las personas en el hospital podrían salir hoy si supieran cómo resolver sus culpas. Cuando
me trago mi culpa, mi estómago la guarda, y si no hablo con Dios y con otros sobre ella, me desquito
conmigo mismo. Este es un paso muy importante. Es un paso que atemoriza. Que separa a los
hombres de los niños. Que separa a los que quieren hablar de recuperación de los que van diciendo:
“Voy a seguir con mi vida. Quiero mejorar. Quiero crecer. Quiero soltar el pasado. Quiero ser capaz
de cerrarlo. Quiero enterrar el pasado”. Usted no puede sepultar la culpa mientras la culpa esté viva.
Y, por lo tanto, tiene que saber cómo dar estos pasos.
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
Quiere que yo participe en esta parte de su vida. Dice que paso mucho tiempo haciendo otras cosas y
no con ella. Que la oigo pero que no la escucho. Esto me pone un poco irritado, molesto, un poco
tenso. Continuamos: ¿QUÉ PARTE DE RESPONSABILIDAD TENGO EN TODO ESTO? No soy
responsable de nada. No es mi culpa que haya tenido que copiar en mi examen y sacar un ocho, mis
padres me hubieran matado. No es mi culpa cuando no atiendo mis llamadas, no soy el único que no
atiende llamadas aun sabiendo que sus padres llamarán. Soy “siempre tan culpable” cuando ella
me llama. No es mi culpa que mi pierna simplemente se extienda cuando el pequeño Timmy corre y
luego su cara aterriza contra el pavimento. Y no es mi culpa que golpeara a mis hermanos. Yo era el
menor, fue en defensa propia.
¿Qué porqué como tanto? Bueno, si usted tuviera una novia que pensara que elegirías HBO en
lugar de Alpha Beta y Cupones Dobles, comería mucho también. Finalmente: “ADMITIR A DIOS, A
NOSOTROS MISMOS Y A LOS DEMÁS LA NATURALEZA EXACTA DE NUESTRAS FALLAS. ¡Mi mamá
estaría de acuerdo en esto!
El Paso 4 es hacer un inventario moral. Me siento y escribo lo que me está molestando, y cómo
he dañado a otros. Cuáles son mis faltas, pecados y errores.
3. PEDIR PERDÓN A DIOS. En 1ª Juan 1:9 leemos: “Si confesamos nuestros pecados,
Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. Si libremente lo
admitimos, Dios nos perdonará. ¿Cuál es la forma correcta de pedirle perdón a Dios? ¿Cómo hago
esto?
CÓMO OBTENER EL PERDÓN DE DIOS
Primero, no suplique. No tiene que suplicar a Dios que le perdone. De antemano, él quiere
perdonarle. Dios quiere perdonarle más de lo que usted desea pedirle perdón. Él es un Dios
perdonador. No tiene que suplicar.
Segundo, no negocie. No diga: “Si tan solo me perdonas, nunca haré esto otra vez”. Si esa es
su área de debilidad, probablemente esté fingiendo. No tiene que negociar con Dios para obtener su
perdón. No tiene que suplicar.
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Tercero, no soborne. No diga: “Dios si me perdonas, te prometo hacer muchas cosas buenas.
Iré a la iglesia, diezmaré, haré esto o aquello...”
Cuarto, Solamente crea. Crea que él le perdonará. Cuando libremente admita que ha
pecado, descubrirá que Dios es completamente confiable. Él perdona nuestro pecado y nos limpia
completamente de toda maldad. “Admitir” proviene de una palabra griega de la que también se
deriva la palabra “confesar”. Y esta palabra está formada por homo, que quiere decir “igual” (como
la leche homogenizada), y por logo, que quiere decir “palabra”. Esto significa hablar lo mismo. Por lo
tanto, admitir o confesar significa decir sobre cada punto de tu lista lo mismo que dice Dios .
Yo digo: “Dios, estás en lo cierto, esto está mal”. Eso es lo que significa confesar. Simplemente
significa decir: “Dios, es cierto, esto está mal”. Es estar de acuerdo con Dios.
Lo fundamental para el perdón es que él es completamente confiable. Es la naturaleza de Dios.
Pero usted dice: “Si hago esa lista, ¡usted no sabe lo que va a estar en esa lista! Y nunca podré ser
perdonado por eso”. Pero está equivocado.
Como pastor, ya nada me sorprende. Lo he escuchado todo. No hay pecado en el cual pueda
pensar que no haya escuchado ya y que alguien me lo haya dicho personalmente. Y cada vez que he
conducido a las personas a este paso, he visto cambios dramáticos en sus vidas. Cada vez en
particular. No hay pecado demasiado malo, demasiado grande.
Hace poco, una mujer que no es miembro de esta iglesia vino a mi oficina y me dijo: “Estoy
deprimida, he estado en cama por semanas, y no tengo energía para salir de la cama y seguir
viviendo”. Al estar hablando con ella, le dije: “¿Hay algo de lo que verdaderamente se arrepienta en
su vida?” Ella comenzó a sacarlo todo. Sí, su esposo viaja, tuvo un romance, quedó embarazada y tuvo
un aborto, pero nunca se lo ha dicho. Le expliqué que Jesucristo dijo: “Yo puedo perdonar y puedo
limpiarte de cada pecado”. Ella dijo: “Es que simplemente no parece justo. Alguien tiene que pagar por
mi pecado”. Yo dije: “Alguien lo ha hecho. Su nombre es Jesucristo. Es por eso que él murió en la cruz.
Y murió por ese pecado y cualquier otro que haya confesado y entregado, y por los que vaya a confesar
también”.
Isaías 1:18 (DHH) dice: “Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los
dejaré blancos como la nieve”. Eso es a lo que llamo “un versículo barra de jabón”. Los detergentes
siempre están jactándose de cuál puede sacar mejor las manchas más profundas. Me reí cuando leí
este versículo, porque Amy, mi hija mayor, cuando estaba en bachillerato, hizo un proyecto de Ciencias
en el cual comparaba alrededor de treinta populares quita manchas. Si usted quiere realmente saber
cuál es el que funciona, pregúntele. Le daré una pista: no fue Tide. Dios dice: “No importa cuál sea la
mancha, yo puedo quitarla”.
4. ADMITIR MIS FALTAS A OTRA PERSONA. Dios dice que esto es absolutamente esencial
para su recuperación. Santiago 5:16 dice: “Confiésense unos a otros sus pecados, y oren
unos por otros, para que sean sanados”. ¿Cómo somos sanados? Admitiendo nuestras faltas
unos a otros. ¿Por qué tengo que involucrar a otra persona en esto?
¿Por qué no simplemente lo admito ante Dios? ¿Por qué no simplemente oro por esto, hago
una lista, hablo con Dios al respecto? ¿Por qué necesito hablar con otra persona? Porque la raíz de
nuestro problema es relacional. Nos mentimos unos a otros. Nos engañamos unos a otros. Somos
deshonestos unos con otros. Nos ponemos máscaras. Pretendemos tener todo bajo control. Pero no es
así. Negamos nuestros verdaderos sentimientos y jugamos. Eso nos aísla unos de otros e impide la
intimidad. Terminamos viviendo con vergüenza y eso nos hace inseguros. “Si los demás supieran
verdaderamente la verdad acerca de mí, no me amarían. Me rechazarían”.
Así que nos enfermamos. Estoy tan enfermo como mis secretos. Los secretos a los que me
adhiero son los secretos que me enferman. Dios dice que revelar nuestros sentimientos es el comienzo
de la sanidad. Si usted no hace eso, entre más lo esconda, más grande se vuelve. Lo estará
exagerando internamente. Pero lo sorprendente de esto es que cuando se arriesga a ser honesto con
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
una persona, de repente este sentimiento de libertad viene a su vida. Se da cuenta de que todos
tienen problemas y a menudo tienen los mismos que usted tiene. Usted lo debe admitir a una persona.
Todos necesitan a una persona. No necesita más de una, pero por lo menos necesita una
persona en la vida con la que pueda ser totalmente honesto. ¿Por qué? Hay algo terapéutico en esto.
Es la forma de Dios para liberarnos.
¿Simplemente salgo y anuncio mis pecados a todo el mundo? No. Decirlo a la persona
incorrecta puede ser un gran problema. Usted no tiene que simplemente salir e indiscriminadamente
contar sus problemas. ¡No!
¿A quién se lo digo?
1. A alguien en quien confíe. Alguien que pueda mantenerlo en secreto, que no sea un delator
y que tenga reputación de ser confiable. No necesita decirlo a alguien para que a la semana siguiente
lo sepa todo el mundo.
2. A alguien que entienda el valor de lo que está haciendo.
3. A alguien que sea suficientemente maduro y que no se vaya a escandalizar.
4. A alguien que conozca al Señor lo suficientemente bien como para reflejar ante
usted su perdón. Puede ser a un pastor, a un amigo cercano en quien confíe o a un consejero
cristiano. La mayoría de los cristianos genuinos que conozco se honrarían en escucharle dar su cuarto
paso.
¿Qué tengo que decir?
Encuentre un lugar seguro, haga la lista de su inventario moral y diga: “Solamente necesito a
alguien que me escuche dar el cuarto paso en mi recuperación. Aquí hay unas cosas que sé que están
mal en mi vida, esto es lo que he hecho, esto es lo que he sentido. Estos son los hábitos, las heridas,
los complejos”.
Me emociona cada vez que alguien me dice: “Lo que estoy a punto de contarle nunca se lo he
dicho a nadie en mi vida”, porque sé que en el momento en que comparta eso, va a experimentar
descanso como nunca antes lo ha experimentado.
No se lo tiene que contar a todos, solamente a alguien. Y de repente, el secreto que le ha estado
enfermando, deja de enfermarle, porque ha comenzado a compartirlo. Recuerde, sea específico. El
secreto que más quiera ocultar, ese es el que más necesita revelar, porque es el que le sanará para que
pueda así experimentar la gracia de Dios.
¿Cuándo tengo que hacerlo?
Tan pronto como sea posible. No postergue. Quizás todavía no esté listo para dar este paso.
Está bien. Usted solamente necesita un poco más de dolor. Luego Dios lo tendrá dispuesto, y una vez
que esté preparado, dará este paso. Pero hágalo tan pronto como pueda.
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
problemas, solo que en áreas diferentes. “Todos hemos pecado, pero Dios nos declara sin culpa si
confiamos en Jesucristo quien libremente quita nuestro pecado”.
¿Qué sucede cuando doy este paso? ¿Cómo perdona Dios?
1. Dios perdona instantáneamente. No espera. En el momento en que usted da este paso,
es perdonado. Él nunca nos hace esperar, ni hace que suframos por un momento. Los humanos
hacemos eso, pero Dios no hace eso.
2. Dios perdona libremente. Él quita libremente nuestros pecados. Usted no se lo merece,
no se lo ganó, no puede trabajar por obtenerlo. Es gratis.
3. Dios perdona completamente. Él lo cancela. “No hay ninguna condenación para los que
están unidos a Cristo Jesús”. Por experiencia personal, quiero contarle lo especial que se siente
uno al vivir sin condenación. Siempre rindo cuentas a Dios.
TESTIMONIO
Eddie: Debo decir que es más sencillo para mí hacer un drama que ser yo mismo, porque
no me es fácil ser vulnerable. Soy un creyente que lucha con la codependencia. Tengo veintidós años
ahora pero la mayor parte de mi niñez, mis años de adolescencia, y aun hoy en día, me he escondido
tras máscaras de apariencia. Es mucho más fácil. Más cómodo. Mis padres se divorciaron cuando yo
tenía siete años, lo que significó que recayeron más responsabilidades sobre mí. Básicamente me volví
un tercer padre.
Mi madre no era una mamá muy vulnerable, emocional, afectiva o cariñosa.
Sentía que necesitaba trabajar más para que ella mostrara que me amaba. “Haciendo
más cosas ella me amará”, me decía. Luego de un tiempo, mi papá se fue de la casa y ambos se
casaron otra vez. Pasé la mayor parte de mi vida casi sin ver a mi papá. Después que mi mamá se
volvió a casar, mi padrastro abusaba emocional y físicamente de mí. Esto trajo un sentimiento de
soledad todavía mayor. Sentía que estaba solo, y que lo que tenía que hacer lo tenía que hacer solo, sin
la ayuda de nadie.
Pese a que no había amor en casa, no me desvié completamente por otros rumbos haciéndome
un rebelde sin causa, ni me hice adicto a ciertas cosas, pero siempre estaba ese sentir de querer que
las personas me amaran. Deseaba ser agradable a todas las personas.
Así que terminé utilizando máscaras de apariencia. Siendo un buen trabajador, usando lo que
tenía para hacer reír a las personas, haciendo que la gente me amara, siempre estaba rodeado de
gente.
No quería mostrar que la vida de mi familia era caótica. Estaba tan mal que no quería que nadie
se diera cuenta de eso. Tenía un gran secreto pero yo les demostraba que estaba bien, que era el hijo
perfecto, que iba a ser algo, aunque mi familia seguía diciéndome que no éramos nada.
Triunfé en mis años de bachillerato. Era un rey y todo a mi alrededor era mi corte. Fui el rey de
la promoción, también presidente, estuve a cargo de muchas cosas, era parte de un grupo de rescate.
No quería que nadie sufriera daño, así que estaba allí para ayudar. Mi exterior se veía maravilloso, era
alguien y tenía gente a mi alrededor. Tan pronto como me gradué y entré al “mundo real” las cosas
cambiaron. Era simplemente otro número, otro alumno de universidad. No era nadie. Por primera vez
en mi vida esto descubrió la esencia de que no era feliz, que estaba completamente solo, que
realmente no me agradaba a mí mismo. Un corto tiempo después de eso, decidí que quería estar en
el ministerio juvenil. Conseguí un empleo y una invitación a trabajar aquí hace cuatro años, y he
estado aquí desde entonces. Siempre pensé que Dios estaba en control. Siempre pensé que lo estaba
entregando todo a Dios. Pero realmente no era así, lo creía porque era en lo único que me podía
afirmar. Lo único que realmente podía controlar en mi vida era yo mismo y esa parte nunca se la di a
Dios. Entonces Dios tomó la tabla bajo mis pies. En el término de casi un año y medio, mi padre murió
un poco antes de Navidad, estaba comprometido en matrimonio y este se canceló, mi abuelo murió, mi
mejor amigo de bachillerato murió en un accidente automovilístico. Háblenme a mí de estrés, de
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
pérdida total. De no saber qué hacer. De sentirse solo. Las pérdidas en mi vida me mostraron algo.
Dios tiene que estar en control. La ruptura de mi compro- miso matrimonial solamente me mostró
cuan atado estaba a esta persona, cómo mi vida no giraría si ella no era el centro. Quería controlarla a
ella también. Básicamente, la desesperé hasta que decidió irse.
Creo que gran parte de mi vida he seguido el patrón de que si ayudo a otros me puedo
demostrar que valgo algo, que soy alguien. Pero no fue sino hasta hace apenas unos ocho meses que,
estudiando el programa de los Doce Pasos, entregué completamente todo a Dios. Se lo entregué
todo. Es muy liberador. Todavía tengo muchas cosas sobre las que necesito trabajar en mi vida,
pero es totalmente liberador. La semana pasada di este cuarto paso con John Baker, y todo ese pasado
que ya no podía soportar, ni alimentar y que me hacía comprobar una y otra vez mi falta de valor,
quedó atrás. Por primera vez en mi vida me siento valioso. Por primera vez en mi vida mi interior se
siente bien, bien para amarme a mí mismo, bien para ser amado por alguien, bien para afrontar a mi
familia y tratar con ellos en una forma diferente, bien para ser valorado por mis amistades actuales y
por futuras amistades. No hay un tiempo mejor para comenzar Celebremos la Recuperación.
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¿Por qué toma tanto tiempo deshacerse de estas cosas? ¿Por qué es tan difícil?
II. ¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL CAMBIAR LOS DEFECTOS DE CARÁCTER?
1. Porque los ha tenido con usted por mucho tiempo.
No los obtuvo de la noche a la mañana. Tomó años para que se formaran, por lo que tampoco los
va a perder de la noche a la mañana. Muchos de los hábitos y modelos se han desarrollado en la niñez
y puede que no sean nada cómodos y que sean contraproducentes, pero al menos son familiares. Es
como un viejo par de zapatos. Quizás no sean los mejores para correr, pero son cómodos. Así que de
muchos de sus defectos usted simplemente dice: “Así es como soy” porque los ha tenido por mucho
tiempo. Es difícil deshacerse de ellos.
2. Porque se identifica con ellos.
No sé por qué, pero a menudo confundimos nuestra identidad con nuestros defectos. Decimos:
“Así es como soy”. Usted no tiene que ser de esa forma. Puede cambiar. Cuando usted dice: “Así es
como soy”, está identificando su identidad con sus derrotas. Complete esta oración en su mente:
“Es que simplemente soy : ”, (adicto al trabajo, obeso, ansioso, pasivo, temeroso,
de temperamento fuerte). Cuando hace esto, está estableciendo algo sobre usted mismo e
identificándose con ese defecto, y esto se vuelve una profecía que llega a cumplirse. Usted dice:
“Siempre me pongo nervioso cuando subo a los aviones”. ¿Qué va a suceder la próxima vez que suba a
un avión? Se va a poner nervioso. Usted se predispone diciendo: “Eso es lo que soy”. Lo que sucede es
que inconscientemente, una de las razones por las que no puede cambiar es porque tiene miedo. Dice:
“Si realmente me deshago de este defecto, ¿seguiré siendo yo? Esto ha sido parte de mí. Siempre he
sido así. Si lo dejo, ¿seguiré siendo yo?”
3. Porque son una compensación.
Cada defecto es una compensación. Es posible que disfrace nuestro dolor. Puede que sea una
excusa para fallar. Puede permitir compensar la culpa en nuestra vida. Quizás intentemos atraer la
atención de los demás. A lo mejor nuestro defecto puede permitirnos controlar a otras personas.
Siempre que un comportamiento negativo se repite en usted, en sus hijos, en cual- quiera, aunque
sea auto destructivo, siempre hay una recompensa. No hacemos cosas que no tengan recompensas.
Quizás nunca haya pensado en esto de esta forma pero hay una compensación. Quizás esté
consiguiendo atención por su defecto. Quizás esté controlando a alguien por su defecto. Como
obtiene una recompensa, inconscientemente no quiere deshacerse de ese defecto. Una madre le dice
a sus hijos: “Niños, vengan a cenar”. Ellos no lo hacen. Entonces ella les grita. Piensa que gritándoles
conseguirá que le obedezcan. Hay una compensación. Usted tiene que estar consciente de eso.
4. Porque Satanás lo desanima.
Satanás está constantemente sugiriendo pensamientos negativos. Él es el acusador. Dice: “Eso
nunca funcionará, no puedes hacerlo, no puedes cambiar”. Algunos de los que han participado en esta
serie de recuperación piensan: “Esto es bueno. Realmente me gustaría deshacerme de este hábito,
me gustaría dejar de odiar a esta persona, me gustaría dejar de causar daño por esa experiencia
pasada. Es cierto que sucedió hace años, en el patio del colegio, me gustaría cambiar”. Luego usted
sale y Satanás comienza: “¿Quién crees que eres? ¿Piensas que vas a cambiar? ¡Olvídalo! Otros
pueden cambiar, pero tú no. Estás arruinado. No hay esperanza. Ni siquiera pienses en cambiar”. Él
siempre estará poniendo en su mente esos pensamientos negativos. Peor que eso, le dice: “Si intentas
deshacerte de eso, te volverás loco. Si intentas deshacerte de eso, te destruirás, algo malo te va a
pasar”. La Biblia dice que Satanás es un mentiroso. Y también dice que la verdad nos hace libres.
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automático de su vida. Si usted desea cambiar su vida tiene que cambiar su forma de pensar. La Biblia
dice que sus pensamientos determinan sus sentimientos y sus sentimientos determinan sus acciones.
Si está en un barco y va hacia el este, el piloto automático dice este. Lo puede forzar a ir hacia
el oeste, pero pronto se cansará y soltará el barco, porque él quiere regresar hacia el este. Está
adaptado. Usted adapta el piloto automático para ir hacia el este. Lo puede cambiar, forzar el timón, y
estar todo el tiempo bajo tensión porque por fuerza de voluntad va hacia el lado opuesto al que
naturalmente está inclinado a ir. Pero pronto se cansará, soltará el timón y automáticamente el barco
volverá hacia el lado original. Así que tomo una decisión, voy a hacer , hago una
resolución. Por fuerza de voluntad, me obligo a mí mismo. Pero muy pronto me canso y suelto, y
abandono la dieta, vuelvo a fumar, o actúo de la manera que siempre lo he hecho.
Si desea cambiar, tiene que cambiar su piloto automático.
¿Cuál es su piloto automático? “Es que simplemente soy ”. Ese es su piloto automático.
He aquí siete formas de cambiar su mente para que pueda cooperar con la manera en
que Dios quiere cambiarle y hacer de usted lo que siempre ha querido ser. Cosas que pensó
que nunca podría cambiar son realmente simples. Estas son siete maneras para readecuar el enfoque
ganador, para que pueda cambiar esos hábitos, complejos y heridas que nunca pensó que fuera
posible cambiar.
1. Enfóquese en cambiar un defecto a la vez. Proverbios 17:24 (DHH) dice: “La sabiduría es la
meta del inteligente, pero el necio no tiene meta fija”. Algunos participan de las series de recuperación
y piensan: “Esto es fantástico; tengo treinta cosas que debo cambiar”. Ni lo intente. Quedará
abrumado. Se desanimará y no cambiará nada.
Debe ser específico. Tiene que ser muy específico. “Dios, esto es lo que quiero cambiar: mi ira,
mi ansiedad, mi tendencia a controlar a la gente, mi adicción al trabajo, o mi falta de honestidad”.
Regrese al Paso 4 y vuelva a tomar el inventario moral que hizo allí. Lea la lista y dígale a Dios cuál
de esas cosas está dañando más su vida. Déjele obrar en esa área. Debe trabajar en un defecto a la
vez. De otra forma no funciona.
2. Enfóquese en la victoria un día a la vez. Mateo 6:11 no dice: “Danos este mes nuestro
pan cotidiano”. No, dice: “Danos hoy nuestro pan cotidiano”. ¿Por qué? Porque Dios quiere darle
suficiente fuerza para cambiar por un día, no para una semana, un mes, el resto de su vida, la
eternidad. Quiere que sea un día a la vez para que confíe en él. Es como el antiguo dicho: “¿Cómo te
comes un elefante? De a una mordida a la vez”. La vida por kilómetros es difícil, pero por metros es
fácil. Usted toma un problema de toda la vida (esa herida, ese complejo, o ese hábito no lo obtuvo de la
noche a la mañana) y lo rompe en pedazos que pueda morder y sobre los que pueda trabajar un día a
la vez y obtiene la fuerza de Dios un día a la vez. Ora al despertarse por la mañana: “Señor,
solamente por este día, quiero ser paciente; solamente por este día quiero ser positivo y no
negativo”. Le pide a Dios que le ayude por una, o aun mejor, por las tres siguientes horas, a pensar en
cosas buenas, a no tener miedo. Y tómelo poco a poco. Esto lo protege de hacer promesas a la ligera.
Pídale un día a la vez. Si dice: “Prometo nunca volverlo a hacer”, está condenado a fallar. Un día a la
vez. Hágalo poco a poco.
Si tiene un jefe que es un verdadero terco y trata de sacar lo malo en usted, tiende a sentir
resentimiento. Levántese por la mañana y diga: “Señor, solamente por las primeras tres horas, ¿puedo
responder a ese jefe como tú me harías responder, sin ponerme tenso, preocupado o resentido, sino
sonriéndole?” Mateo 6:34 dice: “No se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes.
Cada día tiene ya sus problemas”. No se preocupe por mañana, por la victoria de mañana. Preocúpese
solo de hoy. Roma no se construyó en un día. El carácter no se construye en un día. Los defectos de
carácter no se desarraigan en un día.
Queremos todo instantáneo: puré de papa, café, palomitas de maíz. Queremos madurez
instantánea. Un día soy un completo desastre y al siguiente día soy Billy Graham. No sucede de
esa forma. Debe crecer poco a poco. Debe crecer día a día. Un día a la vez. No se ponga un plazo:
“Voy a vencer esto en este plazo”. No. Solamente trabaje en eso un día a la vez. Usted trabajará
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
este paso y todos los demás pasos de la serie recuperación por el resto de su vida. Por las noches,
deténgase y agradezca a Dios por cualquier cambio o victoria, no importa cuán pequeño sea: “Gracias
por darme tu ayuda hoy”. Cualquier victoria, no importa cuán pequeña sea, agradézcasela a Dios, y
trate con un defecto a la vez y obtenga la victoria un día a la vez.
3. Enfóquese en el poder de Dios, no en su poder ni en su fuerza de voluntad. Ya sabe que la
fuerza de voluntad no es suficiente. Si la fuerza de voluntad funcionara, usted ya habría cambiado.
Pero no es así; por eso, no puede hacerlo de esa forma. Y no podrá porque no tiene el poder para
hacerlo. Así que ya sabe que la fuerza de voluntad no funciona. Por cierto, depender de su propia
fuerza bloquea la recuperación en su vida. Cuando usted dice: “Puedo con esto, puedo manejarlo,
puedo hacerlo todo por mí mismo, realmente estoy bien, no es un gran problema”, esto sí es un gran
problema, porque todavía lo tiene. Y sabemos que las resoluciones no funcionan. Las resoluciones
están simplemente forzando al barco a ir hacia una dirección cuando todo lo demás en él quiere ir en
otra dirección. Muy pronto usted se cansa y suelta. Las resoluciones no funcionan. “¿Puede un leopardo
quitarse sus manchas? Pues tampoco ustedes, acostumbrados al mal, pueden hacer lo bueno”. Dios
dice: “Olvídenlo, nunca cambiarán por su propia fuerza de voluntad”.
Pero estas son las buenas nuevas: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
(Filipenses 4:13) Así que ore: “Señor, sé que no puedo cambiar por mi propio poder, pero confío en ti
para eliminar este defecto”. Imagine literalmente a Dios quitando su defecto. ¿En qué está obrando
primero? ¿En su temperamento?” Imagínese tomando su temperamento, quitando la tapa de un
basurero y poniéndolo adentro, luego pone la tapa encima y traslada el basurero fuera de su alcance.
El camión de la basura viene y tiene un rótulo que dice: “Dios e Hijo, trabajando con personas como
usted por 2000 años”. Jesús envía a uno de sus amigos, recogen el basurero, lo vacían en el camión, lo
sacuden, usted ve el camión doblar hacia otra calle y se apresura para ir al cielo. Eso es lo que significa
pensar visual- mente acerca de entregar el problema a Dios. “Dios, estoy tirando mi ira en el bote de la
basura otra vez”. Estoy tirando mi en el bote de la basura. El único problema es que tengo
que tener servicio de recolección de basura cada hora, no semanalmente. Eche su defecto a la basura y
luego permita que Dios se lo lleve. La fuerza de voluntad no funciona. Confíe en el poder de Dios, no en
el suyo propio. Él puede ayudarle a dominarlo.
4. Enfóquese en lo que quiere, no en lo que no quiere. Filipenses 4:8 dice: “Consideren bien todo
lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de
admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio”.
Enfóquese en las cosas buenas, no en las malas. Usted tiende a moverse hacia cualquier cosa en
la que se enfoca. Su vida está dominada por aquello en lo que se enfoca. Si se concentra en lo malo,
esto seguirá dominando su vida. Si se concentra en lo que ha sido, esto seguirá dominando su vida. Si
se concentra en lo que puede ser y en lo que Dios quiere que sea en su vida, entonces se moverá en
esa dirección. Lo que tenga su atención, le tiene a usted. Si dice: “No voy a pensar en el sexo, no voy a
pensar en el sexo...” ¿En qué está pensando? En el sexo. Usted no resiste a la tentación. Ni una sola
vez en la Biblia Dios nos manda a que resistamos a la tentación. Ni una vez. Él dice que resistamos al
tentador, al diablo, pero no a la tentación. ¿Por qué? Porque cualquier cosa a la que se resiste,
persiste. Mientras más presione sobre algo (“No voy a hacer esto”), con más presión retornará.
En lugar de resistir, la Biblia nos enseña a cambiar el enfoque. Solamente cambie el canal
mental. Si está viendo un mal espectáculo por televisión no dice: “No voy a ver esto, no voy a ver
esto...” No, usted simplemente cambia de canal. Cambie el enfoque de lo que ha sido a lo que quiere
ser y a lo que Dios quiere que haga en la vida. Este es el poder de afirmar la Palabra de Dios. Hay
más de siete mil promesas en la Biblia. Probablemente la disciplina más útil que podría desarrollar
es aprender a memorizar la Escritura. Memorice un versículo a la semana; para el final de año tendrá
cincuenta y dos versículos memorizados. Ellos están en su mente así que puede usarlos para
contraatacar esos pensamientos negativos que el diablo y otras personas le dan. Llene su mente con
la Palabra de Dios. Cada vez que tenga un pensamiento positivo, cada vez que recuerde una verdad de
la Escritura, cada vez que tenga cualquier pensamiento, esto es un impulso eléctrico que va a su
cerebro. Cada vez que tiene el mismo pensamiento, este se hace más profundo, refuerza ese modelo
cerebral. Algunos de ustedes tienen pensamientos negativos en su mente porque han estado pensando
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
en eso una y otra vez. La única forma de deshacerse de los pensamientos negativos es pensar en la
Palabra de Dios una y otra y otra vez.
Algunos de los que estaban aquí en 1981, al año siguiente de haberse construido la iglesia,
saben que atravesé un período de mucha depresión. Tuve algunos problemas físicos al principio del
año que me dejaron decaído. No tenía energía y había tanto que hacer que simplemente me deprimía.
Estuve bajo una nube la mayoría de la primera parte del año. Estaba muy desanimado y deprimido.
Entonces tomé esas pequeñas tarjetitas de 3x5. A un lado de la tarjeta escribía un versículo de la
Escritura, un versículo positivo, y al reverso escribía una aplicación práctica del versículo para mí en la
forma de una afirmación personal. Por ejemplo: “No hay ninguna condenación para los que están
unidos a Cristo Jesús”. Y al reverso escribía: “Dios no me condena por mi depresión, él me ama tanto
en mis días malos como en los buenos”. O algo así como: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Y
en la parte de atrás escribía: “Puedo lograrlo. Por cierto, este día será mejor que ayer. Me
fortalezco”. Escribí esas cosas. Tenía muchas de esas tarjetas. Cada noche en 1981 al ir a mi cama, lo
último que hacía antes de dormir era leer esos versículos, esas afirmaciones, y pensaba en ellas.
Cuando me levantaba por la mañana, antes de salir de mi cama, las volvía a leer. Las ponía en mi
bolsillo, las llevaba conmigo y comenzaba a reprogramar mi mente, teniendo pensamientos positivos
y creando nuevas rutinas en ella. En casi cuatro o cinco semanas la depresión masiva desapareció.
Quiero decirle, por experiencia personal, que ya no me deprimo. Todo el mundo se desanima, pero yo
ya no tengo batallas con la depresión masiva. ¿Por qué? Porque volví a programar mi mente. La gente
dice: “¿Por qué eres una persona tan positiva?” Porque me entreno a mí mismo. Memoricé la verdad
de la Biblia en lugar de creer en las mentiras acerca de la vida que cuentan las noticias de la televisión
y en lo que otras personas estaban diciendo.
En su mente usted tiene dos escalas. En un lado están todos los pensamientos negativos
que el diablo le dice, que los novios y novias anteriores, o quizás sus padres o un profesor del colegio
que no lo quería le dijeron (“Nunca lograrás nada”). Del otro lado están las cosas buenas que Dios
quiere decir con respecto a usted las cuales están en su Palabra. Si vamos a ser honestos, es posible
que tenga más pensamientos negativos que positivos porque no ha pasado mucho tiempo en la
Palabra. Cada vez que tiene un pensamiento positivo basado en la Biblia y declara un versículo, usted
sustituye algo negativo. Cuando el diablo le dice: “No puedes cambiar”, usted dice: “Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece”. Si le dicen: “¿Quién te crees que eres? ¡No vales nada!”, usted contesta:
“No hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús”. Si escucha: “Nunca podrás
romper con esto y debes tener miedo de lo que va a suceder en tu vida”, diga: “En el amor no hay
temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor”. Siga repitiendo lo positivo una y otra y otra
vez hasta que finalmente sea como si cada vez pusiera una roca de este lado e hiciera que se volviera
más y más pesado. Y un día la balanza cambiará y tendrá muchas más cosas positivas que negativas y
será libre. Libre. Dios quiere hacer eso en su vida, si se enfoca no en lo que no quiere sino en lo que
realmente quiere.
Si dio el Paso 3: Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuida- do y control
de Cristo, e invitó a Cristo a su vida, entonces sabe lo que la Biblia dice: Usted es una nueva persona.
Lo viejo ha pasado. Dios dice: “Todo tu pasado lo he olvidado, tú puedes olvidarlo también”. Es una
nueva persona en Cristo. Con una nueva identidad. Una vez que es cristiano, su identidad primaria
está basada en su relación con Cristo y no en su defecto. Ya no es más: “Es que simplemente soy
, sino: “Soy un creyente”. Enfóquese en lo que quiere y no en lo que no quiere.
5. Enfóquese en hacer lo bueno, no en sentirse bien. Gálatas 5:16 dice: “Vivan por el Espíritu, y
no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa”. Si hace lo correcto, sus sentimientos con el
tiempo coincidirán con usted. Si espera hasta tener ganas de cambiar, nunca va a cambiar. El diablo
se asegurará de que nunca tenga deseos de cambiar. Siempre es más fácil actuar de acuerdo a un
sentimiento que tener que sentir debido a una acción. Si no me siento cariñoso hacia mi esposa,
comienzo a amarla, y los sentimientos vendrán. Si usted espera hasta sentirse cariñoso, esto puede
ser algo que tome mucho tiempo. Así que dice: “No siento que me guste”. No se preocupe por sentir
lo correcto, sino haga lo correcto. Alcohólicos Anónimos usa la frase: “Disimúlelo hasta que lo logre”.
Haga lo correcto aunque no sienta ganas de hacerlo, sepa que es lo correcto a hacer y hágalo de
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todas maneras. A la larga sus sentimientos concordarán. Cada vez que intente cambiar una parte
importante en su vida, un gran defecto de carácter, una imperfección, una debilidad en su personalidad,
cada vez que comience a intentar hacer gran- des cambios, no se va a sentir muy bien al principio.
Por cierto, se va a sentir bastante torpe. Se sentirá mal por un momento. ¿Por qué? Porque no se
sentirá normal. Está tan acostumbrado a sentirse anormal, que lo normal es que no se sienta bien. Así
que no se sentirá muy bien cuando comience a hacer cambios. Si usted es un adicto al trabajo y dice:
“Voy a permitir que Dios obre en mi adicción al trabajo”, y al otro día a las cinco de la tarde decide ir a
casa cuando suena el timbre y no se lleva trabajo en su maletín, la primera vez que lo haga dirá: “Me
siento realmente extraño”. Y es lógico, porque ha trabajado arduamente por mucho tiempo. Si usted
come en extremo, bebe o fuma, la primera vez que intente romper con ese hábito se sentirá extraño:
“No hay nada en mi boca. Qué extraño me siento”. Será divertido por un momento y quizás no se
sienta bien. Pero si hace lo correcto una y otra vez, sus sentimientos al final coincidirán con su
comporta- miento. Y usted no puede controlar sus sentimientos, pero sí puede controlar sus músculos.
Así que haga lo correcto ya sea que sienta hacerlo o no y los sentimientos se pondrán de acuerdo con
usted.
6. Enfóquese en las personas que le ayudan, no en las que le obstaculizan a hacer esos
cambios positivos que quiere hacer en su vida. La gente correcta le ayudará. Las personas no
apropiadas serán un obstáculo y evitarán su recuperación. La Biblia dice: “Las malas compañías
corrompen el buen carácter”. En otras palabras, si no desea ser picado, aléjese de las abejas. Si usted
sabe qué tipo de personas son una tentación, simplemente aléjese de ellas. Si está luchando con el
alcoholismo, no dirá: “Creo que iré al bar a comer unas semillas de maní”. Mala idea. Si está
luchando con la pornografía, no tiene que ir a las tiendas donde esta se promueve. No tiene que estar
cerca de las cosas que le afectan. Por otro lado, la Biblia dice: “Dos son mejor que uno y una cuerda de
tres dobleces no es fácil de romper”. Con la ayuda de otra persona, cuando una cae, la otra puede
ayudarle a levantarse.
Dije esto en la primera lección de esta serie, pero me temo que muchos no me creyeron: No
puede recuperarse por usted mismo. Debe estar en un grupo, en una relación. La recuperación
siempre sucede cuando hay amistades, nunca por uno mismo. Nunca se recuperará solamente
con escuchar una serie de seis u ocho mensajes. Sucede cuando usted está con otras personas. No
creyó eso, pero permítame darle un ejemplo.
Anteriormente hablamos de hacer una lista en nuestro inventario moral. Usted va a casa y dice:
“Señor, ¿de qué cosas me siento culpable y de cuáles me arrepiento? Haré una limpieza esta
semana”. Hace una lista de esas cosas y las reconoce, las confiesa ante Dios y otra persona en quien
confía. Muchos de ustedes seguramente tuvieron la intención de hacer eso. Pero no fue así. Las
personas que lo hicieron son las que tienen una relación con alguien más que les preguntó: “¿Lo
hiciste? ¿No? Bueno, dispongámonos y hagámoslo”. Participan en Celebremos la Recuperación o en un
grupo pequeño. Los que no lo hicieron fue porque no tienen ninguna relación con alguien que les
ayude en este camino. Es por eso que contamos con Celebremos la Recuperación, uno de nuestros
ministerios que se reúne cada viernes por la noche para animar a las personas, porque usted no lo
hará por usted mismo. Proverbios 27:17 dice: “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato
con el hombre”. Usted necesita relacionarse con alguien.
TESTIMONIOS:
Le he pedido a Jerry, uno de los líderes en Celebremos la Recuperación, que comparta su
testimonio sobre cómo Jesucristo y otras personas le han ayudado en este camino hacia la
recuperación.
Jerry: Hace algunas semanas fui a un seminario con el pastor John y otros muchachos. Cada uno
tuvimos que hacer por separado lo que estoy a punto de hacer con ustedes. Había casi cien de
nosotros y un hombre habló mirándonos a todos y con sus rodillas temblando dijo: “Estoy seguro de
que todos ustedes de vez en cuando son realmente maravillosos, pero todos juntos simplemente
están un poco abrumados”.
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Soy un creyente de la iglesia de Saddleback. También soy un hombre que por treinta años elegí vivir
una vida de pecado usando el alcohol para acallar mi conciencia. Los frutos de esta vida fueron
hospitales, instituciones mentales, cárceles, salones en la corte, divorcio, cirrosis en el hígado,
momentos de delirio, y diecisiete años de intentos sin éxito de recuperación estorbados por mi
complejo de rectitud, voluntad y arrogancia. Lo peor de todo era un corazón endurecido contra Dios y
los que le buscaran. Hace ocho años y medio mi Señor y Salvador Jesucristo quitó de mi vida, de una
sola vez, mi obsesión por el alcohol. Tres años y cuatro meses después, me quitó el hábito de fumar
que había mantenido por cuarenta y tres años. ¿Por qué? Porque luego de décadas de negación,
finalmente me humillé y le pedí que por favor lo hiciera por mí. Fue por medio de su gracia amorosa
que finalmente llegué al punto donde voluntariamente me sometí a cualquier cambio que él deseara
hacer en mi vida.
Según su voluntad me ha dado cuatro años de estudio bíblico y responsabilidades aquí en
Celebremos la Recuperación, guiando un grupo de estudio bíblico para hombres que el pastor John me
encomendó hace seis semanas. Hoy, en su infinita sabiduría, el Señor ha tomado ese pasado
pecaminoso y lo ha cambiado en una herramienta útil para ayudar a los que todavía sufren de
adicciones. Efesios 2:10 dice: “Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios dispuso de ante- mano a fin de que las pongamos en práctica”. Mi corazón me dice que él
nos ha dado el haber sido liberados de nuestras dolencias para tener un camino a seguir.
Específicamente, que humilde y voluntariamente estemos al servicio de los que luchan con sus
desesperanzas. Por favor, si su vida está siendo corrompida por defectos de carácter, venga y
acompáñenos en Celebremos la Recuperación y deles a sus seres queridos descanso del dolor que está
imponiendo en sus vidas antes que sea demasiado tarde. El apóstol Pablo escribió: “Dios, que comenzó
a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”. Le
digo que con- fíe en él con todo su corazón porque sé que le ama y perdona, así como me ha amado y
perdonado a mí.
Toda la fuerza de voluntad en el mundo no puede hacer esa clase de cambio en un hombre.
Toda la terapia, seminarios, casetes, y otras novedades, no pueden hacer esa clase de cambio.
Solamente Jesucristo puede hacer esa transformación en una persona.
Me gustaría concluir comentando el versículo a que se ha hecho alusión anterior- mente: “Dios,
que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo
regrese” Filipenses 1:6 (DHH). Y Dios lo va a hacer.
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¿Por qué? Porque siempre se daña uno mismo más que nadie más. Cuando uno se enoja y
se resiente por alguien, no le hace daño a esa persona. Usted se preocupa, se desespera, dice cosas
inconvenientes que le afectan más a usted que a los demás. Quizás alguien le dañó hace diez,
veinte, o treinta años y todavía está resentido por eso. Aquello todavía lo hace sentirse miserable; sin
embargo, la persona que le causó el daño ya lo ha olvidado. El resentimiento no puede cambiar el
pasado, no puede corregir el problema, no cambia a la persona, ni tan siquiera daña a la persona,
sola- mente le afecta a usted. Lo hace miserable. ¿Lo hace sentir mejor de alguna manera? Nunca he
hablado con alguien que haya estado resentido y que dijera: “Me siento mucho mejor al sentir
resentimiento”. La amargura solamente le hace ser molesto e infeliz. Las personas más infelices que
conozco son las que tienen resentimiento. Es irrazonable y no ayuda en nada.
Job 21:23-25 (DHH) dice: “Hay quienes llegan a la muerte llenos de vigor, feli- ces y
tranquilos, llenos de prosperidad y de salud. Otros, en cambio, viven amarga- dos y mueren sin
haber probado la felicidad”. Es algo enfermizo. Las investigaciones han demostrado que la emoción
más enfermiza que las personas han tenido es el resentimiento. Porque es como el cáncer que se lo
come vivo, es veneno. Tiene con- secuencias físicas. ¿Alguna vez ha dicho: “Ese muchacho es una
verdadera molestia?” Puede que sí lo sea. Él quizás sea la causa de su molestia.
Un hombre entró al consultorio médico y dijo: “Necesito más pastillas para mi colitis”. El
doctor le dijo: “Y hoy ¿con quién está enojado?” El doctor S. I. McMillin escribió un libro que muestra
que las dos causas más grandes de los problemas físicos en la vida son la culpa y el resentimiento. Él
dice: “No es tanto lo que come, es lo que le come lo que le afecta”. Cuando está resentido eso
simplemente le enferma. Tiene consecuencias físicas. Tiene consecuencias emocionales. Puede llevarle
a la depresión. Pensar en esa persona, esa novia o novio anterior, ese esposo o esposa anterior, ese
maestro que le avergonzó en la escuela, ese padre que nunca le dijo que lo amaba, esa persona con la
que estaba saliendo y de repente le dejó sin decirle nada, le quita energía a su cuerpo. Solamente
prolonga la herida. Es algo así como un suicidio emocional. Por amor a usted mismo, necesita perdonar
a los que le han dañado.
¿CÓMO?
¿Cómo efectúo esta primera parte del Paso 6? ¿Cómo perdono a los que me dañaron?
1. Revelo mi herida. Lo admito. Lo expreso. Lo afronto. Soy honesto. No puede vencer
esto hasta que lo admita... y eso daña. No sé por qué pero no queremos admitir las veces que las
personas que amamos nos han dañado. Quizás se deba a que tenemos una mala concepción de que no
se puede amar a una persona y molestarse con ella al mismo tiempo. Usted puede.
En cierta ocasión estaba atendiendo a alguien en consejería y esa persona me dijo: “Perdono a
mis padres; hicieron lo mejor que pudieron”. Entre más hablaba sobre eso más me daba cuenta de que
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realmente no los había perdonado. Interiormente estaba molesta, pero insistía en que los había
perdonado. Eso es negación. Ellos no hicieron lo mejor que pudieron. Si usted es padre, no está
haciendo lo mejor que puede. Somos imperfectos. Nadie hace lo mejor que puede. Esa es una forma
de negación. Hasta que ella fue capaz de admitir: “No, no hicieron lo mejor que pudieron; me
trataban de algunas maneras que eran incorrectas”, solo entonces pudo aprender a perdonar- los.
No puede perdonar lo que no quiere confesar. Admítalo y escríbalo en un papel.
Tiene algunas opciones cuando lo hieren. Puede reprimirlo, simplemente pre- tender que no
existe. Puede ignorarlo, sacándolo de su camino, lo que en realidad nunca funciona porque siempre
sale a flote de una manera u otra en su vida. Lo puede desvalorizar diciendo: “No es nada; al fin y al
cabo, hicieron lo mejor que pudieron”. No, no lo hicieron. Dolió. O lo puede confesar. Simplemente
admitirlo. He tratado con personas que dicen: “Realmente me gustaría cerrar la puerta de mi
pasado. Encerrarme para que esa persona no me siga causando daño”. A tales personas les digo:
“Fantástico, pero no hay un cierre sin una apertura”. Primero debe admitirlo. Confesar y decir: “Eso
duele. Fue incorrecto y me causó daño”.
Entonces ¿qué hacer? Haga una lista de los que le han dañado, lo que dijeron, lo que hicieron,
lo que pensaron, y escríbalo, hágalo en blanco y negro para que pueda verlo. Entonces no estará
resentido sobre algo confuso, sino sobre algo específico. Piense en ese maestro que lo avergonzó o
en su padre que dijo: “Nunca lograrás nada; eres un fracaso”. Esa relación anterior que le fue infiel.
Escríbalo y abra su corazón.
otros se daña ella misma. Así que comience a entender su herida. Será entonces cuando sabrá que lo
ha liberado. Siga perdonándole, siga perdonándole, hasta que finalmente pueda pensar en él y ya no le
duela. ¿Cómo perdonar en un divorcio? No puede, pero sí se puede deshacer del dolor. Librarse
de él.
Cuando libere a un ofensor no siempre es posible, ni tan siquiera aconsejable, que usted regrese
a esa persona que le dañó. Las circunstancias de ellos puede que hayan cambiado. Quizás fueron sus
padres los que le hicieron el daño. Quizás ellos nunca se dieron cuenta de lo que habían hecho como
para que ahora usted regrese después de cuarenta años y les diga: “Ustedes hicieron esto conmigo”.
Eso solamente les sor- prendería. Nunca se dieron cuenta de lo que habían hecho. Algunas
personas han cambiado. Otras se han vuelto a casar. Algunos se han ido a vivir a otro lugar y usted ni
sabe donde están. Otros han muerto. ¿Qué hacer en ese tipo de situaciones? Haga uso de lo que yo
llamo la técnica de “la silla vacía”. Consiga una silla y póngala en un cuarto, e imagine que esa persona
está en esa silla y diga: “Necesito decirte algo. Así es como me dañaste” y expréselo. “De esta forma
me dañaste, de esta otra y de esta otra. Pero quiero que sepas que te perdono porque Dios me ha
perdonado y porque el resentimiento no funciona y porque quiero obtener perdón en el futuro. Te
libero”. Otra forma de hacerlo es escribir una carta que nunca va a poner en el correo. “Así es como me
dañaste”. Y pone toda esa carga en la carta. Al final dice: “Pero comenzando desde hoy, te perdono,
porque Dios me ha perdonado, porque el resentimiento no funciona y porque necesitaré del perdón en
el futuro”. Y usted lo hace por su propio bien. Libere a su ofensor para que pueda experimentar
libertad.
3. Reemplazo mi herida con la paz de Dios. “Que gobierne en sus corazones la paz de
Cristo”. ¿Cómo? “Esto es algo injusto. Si lo perdono quedará sin castigo”. No, no es así. Deje que Dios
tome en sus manos la situación. Él puede hacer un trabajo mejor que el suyo. La Biblia dice que un día
Dios va a aclarar todo y va a pedir cuentas y a balancear las cosas, un día él tendrá la última palabra.
Así que permita que Dios tenga la última palabra en esto también. ¿De acuerdo? Él cuidará de eso.
Él es el juez. Solamente él. Es por eso que creo en el infierno. Jesús habló más del infierno que del
cielo. Si no hay infierno, entonces las personas como Hitler saldrán impunes y eso no es justo, y Dios
es un Dios justo. La Biblia dice que habrá un juicio. Así que solamente libérelo y el resto del tiempo
enfóquese en la paz de Dios en lugar de en tratar de arreglar las cosas. Permita que la paz reine en su
corazón. El hecho es que las malas relaciones pueden romper su corazón en pedazos. Simplemente lo
pueden destrozar. Pero Dios puede unir esas partes de nuevo y rodearlo y cubrirlo con su paz.
Debe liberar a los que lo hirieron para que Dios pueda reparar su corazón.
¿POR QUÉ?
Porque las relaciones sin resolver son la raíz de su problema y ellas impiden que suceda la
recuperación. Así que tiene que proceder a la segunda parte de este paso. Hacer enmiendas a las
personas que usted ha dañado es tan importante y necesario como liberar a la persona que le ha
dañado. ¿Por qué? Hebreos 12:15 dice: “Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de
Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos”. Lo que se está
diciendo aquí es: “La razón por la que no puedes vencer ese hábito, ese complejo, ni librarte de esa
herida es porque todavía tienes relaciones no resueltas”. Y esas relaciones no resueltas deben ser
tratadas si realmente quiere seguir con su recuperación, ser la persona que Dios quiere que sea y
disfrutar la clase de felicidad que él suplió para que usted la tuviera en primer lugar en su vida.
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
¿CÓMO?
¿Cómo hago enmiendas a las personas que he dañado?
1. Haga una lista de las personas a las que ha dañado y lo que les hizo. Quizás usted diga: “No
puedo recordar a nadie”. Si es que lo dijo, le voy a poner un par de ejemplos. ¿Hay alguien a quien le
deba algo que no le ha pagado? ¿Hay alguien a quien no le ha cumplido una promesa? ¿Hay alguien al
que trata de controlar? ¿Su cónyuge? ¿Un hijo? ¿Un hermano? ¿Un empleado? ¿Un amigo? ¿Hay
alguien con quien es extremadamente posesivo? ¿Alguien con quien es extremadamente crítico? ¿Ha
abusado verbalmente de alguien? ¿O físicamente? ¿O emocionalmente? ¿Hay alguien a quien no ha
apreciado o no le ha puesto atención o a quien no le ha recordado un aniversario? ¿Hay alguien a quien
le ha sido infiel? ¿Le ha mentido a alguien? ¿Es esto suficiente para comenzar o necesito continuar?
Haga una lista de aquellas personas a quienes ha dañado y lo que les hizo.
2. Piense cómo le gustaría que alguien hiciera enmiendas con usted. Lucas 6:31 dice: “Traten a
los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes”. Así que deténgase y piense: “Si alguien
llegara y me pidiera disculpas ¿cómo me gustaría que lo hiciera?” Y hágalo de esa manera. Hay tres
asuntos que necesita observar:
1. Tiempo. Eclesiastés 8:6 dice: “Hay un tiempo correcto y una forma correcta para hacer
todo”. Usted no va y simplemente le suelta una bomba a alguien. No se acerca a alguien cuando va
saliendo de prisa de su casa o cuando está durmiendo y le dice: “Por cierto tengo algo que arreglar con
usted”. Lo hace de acuerdo con el tiempo de esa persona. No cuando sea el mejor tiempo para usted
sino cuando sea el mejor tiempo para ella.
2. Actitud. Tiene que tener la actitud correcta. Efesios 4:15 dice: “Profesando la verdad en el
amor”. ¿Cómo le gustaría que alguien le pidiera disculpas? En privado, con humildad, con sinceridad,
simplemente diciendo que lo que hicieron fue incorrecto, sin presentar ninguna justificación por lo
ocurrido, sin excusas ni hablar de lo que usted hizo, solamente asumiendo la responsabilidad. Puede
que la otra persona haya sido parte del problema, pero usted solamente está tratando de aclarar la
parte que le corresponde de la situación. No trate de justificar sus acciones. Enfóquese en lo que le
corresponde de la situación y no espere nada a cambio por parte de la persona con quien está tratando
de hacer enmiendas.
Restituya cuando sea posible. Si le han prestado algo y no lo ha devuelto, devuélvalo. Si le debe
a alguien, páguele. La primera vez que di este paso, tenía diecisiete años. Una de las cosas de mi lista
era regresarle dinero a mi hermana, el cual yo había robado para comprar un álbum de Jimmy
Hendrix. No quería hacerlo, pero lo hice. Tenía una lista y fui a hacer enmiendas para que no hubiera
secretos vergonzosos sin confesar. Así que pude llegar a un punto en mi vida donde me puedo parar
hoy y decir: “Amigos, no tengo nada que esconder. No soy perfecto, pero todas las cosas que he
hecho las he reparado, he hecho enmiendas por eso”. Eso le da libertad y confianza.
Hay en la Biblia un hombre llamado Zaqueo. Jesús vino a su casa. Él era un recaudador de
impuestos para el Imperio Romano. En esos días los recaudadores de impuestos cobraban una
determinada cantidad, le entregaban menos a Roma, y ellos se que- daban con lo restante. Así le
robaban al pueblo, por lo que el pueblo los odiaba. Jesús escogió a Zaqueo para ir a su casa y la vida
de este cambió cuando conoció a Cristo. Dijo: “Señor, voy a devolver cuadruplicado todo lo que he
robado”. Jesús lo miró y dijo: “La salvación ha llegado a este hombre”. Él era un verdadero cristiano.
Él estaba dispuesto a poner su dinero donde estaba su boca. Él restituyó donde fue necesario.
Nota: Entre más seria es su ofensa, menos probable es que pueda restituirla. Hay algunas
cosas que ha quitado a otros que no podrá restaurar. Pero no subestime el pedir una disculpa
sincera. Lo que tiene que hacer es ir a esa persona en el tiempo correcto, con la actitud correcta, y
decirle: “Lo siento, estaba equivocado, no merezco su perdón, pero ¿hay alguna forma en que pueda
enmendar mi error?” Y lo deja así.
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
3. ¿Es apropiado? Proverbios dice: “Hay quienes hieren con sus palabras, pero hablan los
sabios y dan el alivio”. Otra vez, hay algunas situaciones donde no sería sabio contactarse con la
persona que usted ha dañado. Recuerde que lo que caracteriza este paso es “excepto cuando al hacerlo
pueda dañar a dichas personas o a otras”. En algunas situaciones no va a desear volver a estas
personas porque eso solamente abriría un gran pote de gusanos y probablemente haría de la situación
algo peor. Se podría dañar a alguien inocente. Por ejemplo, no sería buena idea ir donde una anti- gua
novia que ahora está casada. O donde un novio. Usted no querrá hacer eso. Hay personas inocentes a
las que se podría causar algún daño innecesariamente. En casos como estos, se recomienda el uso de
la técnica de la silla vacía. O escribir una carta que nunca va a mandar. Romanos 12:18 dice: “Si es
posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos”.
4. Reenfocar su vida. Reenfoque su vida haciendo la voluntad de Dios y comenzando hoy en
sus relaciones. De eso se trata la recuperación. Una persona de nuestra familia en Saddleback que ha
estado comenzando este proceso de recuperación es Rebecca Hanson. He aquí su testimonio.
Rebecca:
Crecí en una casa donde no fui deseada. Mis padres tenían dos niños de uno y dos años, y mi
mamá no estaba esperando ni a mi hermana gemela ni a mí. No fui deseada y me lo decían. Mientras
crecía escuchaba cosas como: “No eres buena, nunca lograrás nada, nunca serás una buena esposa,
ojalá nunca hubieras nacido”. Mis padres eran alcohólicos. Mi mamá también tenía un problema de
desorden alimenticio. Mi papá era un hombre de mal genio que siempre me estaba pegando. Cuando
niña, mi primera emoción fue el temor. Lo que más deseaba era amor y aceptación. Luego desarrollé
un desorden alimenticio. A los veintitrés años pesaba ochenta y nueve libras.
Fue en ese tiempo que invité al Señor para que tomara el control de cada área de mi vida. Una
de sus primeras amorosas respuestas fue que trajo a mi vida a mi esposo Glen, quien literalmente me
amaba. Se me ha dicho que soy una “niña milagro” y mi respuesta a las personas que dicen eso es: “El
milagro en mi vida es Jesucristo”. Él me ha traído un gozo enorme, y eso sucedió hace once años.
Un par de años de consejería y Dios me condujo por un largo camino de sanidad en diferentes
áreas de mi vida. Me bendijo con gran gozo al darme dos hijos bellísimos y estoy feliz de decir que
tengo un matrimonio fuerte y saludable, por lo que estoy muy agradecida. Dios es mi fuente de
fortaleza y su Palabra es la fuente de descanso para mi vida. Sé que Dios aún no ha terminado
conmigo. He tenido recuerdos dolorosos que he ocultado por mucho tiempo y pensaba que eran
demasiado horribles como para compartirlos, hasta que llegué a este momento de mi vida. Hace dos
años vine a Saddleback y leí acerca de Celebremos la Recuperación, supe que quería ir pero estaba
verdaderamente asustada de que al quitarme la máscara y revelar mi vida, la gente no me aceptaría y
no me amaría. Lo que encontré cuando di ese primer paso no fue rechazo sino personas que estaban
llenas de amor, gente muy valiente, llenas de ánimo y expectativa. Celebremos la recuperación es un
lugar donde puedo ir y no solamente compartir mi dolor sino que puedo dar a otros escuchando su
dolor también. Es un lugar donde compartimos nuestras cargas y nos ayudamos para hacerlas menos
pesadas. Es un acto para obtener fortaleza y poder afrontar un día a la vez. También es un tiempo
para unirnos el viernes por la noche y celebrar nuestras victorias. Le animo a dar ese primer paso.
He aquí el punto: En tanto usted se enfoque en alguien contra quien tiene algún tipo de
resentimiento le está permitiendo a esa persona controlarlo. Algunos de ustedes todavía están
permitiendo que personas del pasado les controlen el presente. En tanto sienta resentimiento, ellos le
controlarán. Si sigue con ese resentimiento terminará pareciéndose a la persona contra la cual guarda
rencor. Sí, así es como funciona esto. Se dice: “Nunca seré como mi papá”, pero en lo que usted se
enfoca es lo que llegará a ser.
La buena noticia es esta: Dios quiere tratar con todo ese lío de relaciones en su vida pero él
sabe cuándo usted podrá manejar la situación, de modo que va quitando una capa a la vez. Cuando
usted se vuelve un creyente y da el Paso 3, se quita una capa. Y mientras pasa el tiempo, Dios quiere
seguir tratando con usted, obrando en usted, liberándole de sus heridas, hábitos y complejos. Hoy es
otro día, otro paso. Perdono a los que me han dañado y hago enmiendas con los que yo he dañado.
Dios comienza a reciclar toda la basura del problema de relaciones en mi vida y a usarla para bien. Así
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
ocurre con el reciclaje de basura. Dios quiere reciclar la basura emocional en su vida y sacar algo
bueno de eso.
¿Cómo lo hace? Job 11:13-16 dice: “Ponga su corazón en orden, diríjase a Dios
... luego enfrente al mundo otra vez, firme y con valor. Entonces todos sus problemas desaparecerán
de su memoria, como aguas que pasaron y que no son más recordadas”. Note que hay tres pasos
para reenfocar su vida:
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
En las últimas semanas hemos venido hablando de salir de la oscuridad, exponer nuestros
problemas a la luz del amor de Dios y ver cómo él sana esos hábitos, esas heridas y esos complejos
que arruinan nuestras vidas. Hemos participado en esta serie del Camino a la Recuperación por siete
semanas y muchos de ustedes están viendo gran- des cambios en sus vidas. He recibido cientos de
cartas, notas, tarjetas de personas contándonos de los cambios que están haciendo en sus vidas por
medio de esta serie.
¡Eso es tremendo!
Pero hoy quiero hablar acerca de cómo mantener su recuperación. Cómo no per- der el
progreso que está haciendo en su vida cristiana.
El hecho es este: el crecimiento no es algo fácil. El Camino a la Recuperación es irregular. Es
algo así como dos pasos adelante y uno atrás. No es fácil. Usted tiene problemas y retrocede a
modelos auto-destructivos. A eso se le llama recaída. El alcohólico regresa a la bebida. El que come
mucho vuelve a aumentar de peso. El apostador regresa al casino. El adicto al trabajo vuelve a
saturar su horario. Tendemos a repetir los modelos de nuestro pasado. Es bien fácil resbalarse en
esas antiguas heridas, antiguos hábitos y viejos complejos.
Hoy quiero que veamos lo que causa una recaída, cómo mantenerse (que es el Paso 7 en El
Camino a la Recuperación) y cómo evitarla.
En primer lugar, quiero que entienda que las recaídas suceden en un patrón muy predecible.
El primero es la complacencia. Usted comienza a sentirse cómodo con pequeñas victorias.
Comienza a decir: “No necesito más ayuda, mi dolor se ha reducido. No se ha eliminado, pero se ha
reducido y puedo vivir con él. Así que ya no necesito ir a los grupos. Ya no necesito trabajar los pasos.
No necesito un consejero o un mentor”. Y comienza a ser complaciente.
El segundo es la confusión. Es cuando comienza a racionalizar, diciendo: “Quizás no fue tan
mal después de todo. El problema realmente no era tan grande, lo puedo manejar por mí mismo”. Y
así, comienza a olvidar cuán malo era.
El tercero es el compromiso. Regresa al lugar de la tentación, a la situación de riesgo que lo
metió en problemas: el bar, el centro comercial, la discoteca o lo que sea. Regresa a ese lugar.
Como el apostador que dice: “Vamos a Las Vegas, solamente veremos el espectáculo”. Comienza a
comprometerse.
La catástrofe se produce cuando usted cede al hábito anterior. Se abre la antigua herida y el
odio, el resentimiento o el antiguo complejo vuelven. Usted necesita entender que el colapso no es
la recaída. La catástrofe no se produce cuando ocurre la recaída; esta comenzó mucho antes. La
catástrofe es simplemente el resultado de un patrón determinado.
¿Por qué retrocedemos? ¿Por qué, aun sabiendo qué camino seguir y qué es lo correcto que
tenemos que hacer, tendemos a retroceder de lo que sabemos que está bien?
señora le con- testó: “Sí, dígale a Sheldon que su mamá está aquí”. Todos necesitamos de alguien que
nos recuerde que somos Sheldon. Todos necesitamos de alguien que nos diga: “¿A quien engañas?
Tú eres tú”. Y Dios dejará que recaiga y recaiga y recaiga hasta que sé dé cuenta que no puede
hacerlo por usted mismo. Él simplemente lo dejará caer cien, doscientas, trescientas veces hasta que
diga: “Dios, no puedo hacerlo”. Zacarías 4:6 dice: “No será por la fuerza ni por ningún poder, sino
por mi Espíritu —dice el Señor Todopoderoso”. Solamente Dios tiene el poder para quitar esos
defectos. Si usted regresa a la fuerza de voluntad, va a recaer. Si está pensando: “Solo voy a intentarlo
más arduamente”, olvídelo.
2. Ignorar uno de los pasos. Nos apresuramos. Tratamos de avanzar rápidamente en los
pasos, quizás desee saltarse uno difícil, diciendo: “No creo que necesite la parte de hacer enmiendas;
podría tener una recuperación parcial”, y nos saltamos ese día que dice: “Vuelva a la gente que ha
dañado”. No, usted necesita dar todos los pasos o el proceso no funciona. Y necesita seguir lo que la
Biblia ha dicho que son los principios para la vida. No hay atajos en la recuperación. No se metió en
este lío de la noche a la mañana; tampoco va a salir de eso en un solo paso. Necesita dar todos los
pasos. “¡Estaban yendo tan bien! ¿Quién les obstaculizó de obedecer la verdad?”, dice el Señor. Así
es que, sigan trabajando en los pasos, mantenga su impulso, permanezcan en los fundamentos.
3. Tratar de recuperarse sin ayuda. “Voy a mejorar por mí mismo. No necesito la ayuda de
nadie más”. Con eso, usted está propiciando una recaída. “Voy a escuchar estas predicaciones, no
voy a ir a consejería, no voy a ir a Celebremos la Recuperación, no voy a asistir a un grupo pequeño;
escucharé estos mensajes y mejoraré por mí mismo”. Está equivocado. No funciona de esa forma.
“Más valen dos que uno, por- que obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro.
¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!” No puede vencer este problema solo. Si pudiera, ya lo
hubiera hecho. Pero no puede, así que no lo hará. Cuando sea tentado y las cosas vayan mal, ¿a
quién va a llamar? El gran teólogo Bill Withers dijo: “Todos necesitamos a alguien en quien apoyarnos”.
Efectivamente. Todos necesitamos a alguien que nos dé su apoyo y necesitamos ayuda. Y usted no lo
va a lograr si no tiene esas relaciones. Hebreos 10:25 dice: “No nos demos por vencidos de ese hábito
de reunirnos”. Puede ver algunos resultados en su vida sin involucrarse con otros y dar estos pasos;
puede dar estos pasos por usted mismo y también verá algunos pocos resultados, pero no puede lograr
una recuperación duradera sin relaciones. La raíz de su problema es relacional. Puede salir y practicar
estas cosas por usted mismo y no involucrarse con nadie más. Funcionará por un tiempo pero no
funcionará a largo plazo, y recaerá. Lo garantizo. Es como manejar un carro a cincuenta y cinco millas
por hora y quitar las manos del timón. No va a chocar inmediatamente pero inevitablemente sucederá.
Y si no tiene ayuda cuando la tentación viene y luego no sabe cómo hacer lo correcto, ¿quién le va a
ayudar a hacer lo correcto? Si cae, ¿quién estará allí para ayudarle?
Para evitar una recaída, necesita obtener ayuda en su vida. Porque por la negación
frecuentemente no puede ver sus propios problemas. Así que unos a otros tenemos que servirnos como
espejos. Ese es el valor de los testimonios y las historias que hemos estado teniendo. Cuando usted
comparte su historia, veo algo de mí mismo reflejado en ella. Nunca me hubiera visto a mí mismo en su
historia si usted no la hubiese compartido. Y cuando yo la comparto, veo parte de usted en mí.
Cuando alguien comparte un testimonio trae sanidad a sí mismo y esperanza para otras personas.
4. Volverse orgulloso. Muchas veces somos orgullosos, demasiado confiados. Decimos:
“Soy fuerte. Ya supere esta herida. Ya vencí este hábito. Los he perdonado, he cerrado la puerta”.
Proverbios 16:18 dice: “Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso”. Usted necesita
ser humilde o se tambaleará. El hombre arrogante eventualmente quedará expuesto. Recuerde la
lección de la ballena: Cuando llega a la cumbre y está lista para soplar, allí es cuando es arponeada. El
orgullo nos lleva a toda clase de problemas. El orgullo siempre nos prepara para una caída. Nos ciega y
no vemos nuestras debilidades. Nos impide buscar ayuda. No nos deja hacer enmiendas a otras
personas. Nos aleja de dar todos los pasos completamente. El mayor problema con el orgullo es
que nos hace culpar a otros por nuestros propios problemas. Decimos: “No es mi problema”. Y es el
orgullo el que habla. Le echa la culpa a alguien más. Como el muchacho que fue al psiquiatra y dijo:
“Creo que tengo un problema”. El siquiatra le contestó: “Voy a mostrarle algunos dibujos, dígame lo
que son y luego le diré cuál es el problema”. Le mostró un cuadrado. El muchacho dijo: “Veo la
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ventana de un apartamento y adentro hay una pareja teniendo intimidad”. Luego el siquiatra le
mostró un círculo. El muchacho dijo: “Veo una playa blanca maravillosa, y el círculo es una sombrilla
de playa, y bajo esa sombrilla hay una pareja teniendo intimidad”. Luego, le mostró un triángulo. El
muchacho dijo: “Veo una hermosa reservación y esa es una tienda india y adentro hay una pareja
teniendo intimidad”. El siquiatra entonces le dijo: “No tenemos que ir más allá, usted está
obsesionado con el sexo”. El muchacho replicó: “¿Yo obsesionado con el sexo? Usted es el que está
mostrando esos dibujos obscenos”. No es mi problema, es el problema de alguien más. El orgullo nos
provoca culpar a otros. En 1 Corintios 10:12 leemos: “Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado
de no caer”. El secreto de una recuperación que perdura es vivir con humildad. Es la mejor protección
para una recaída. No ser orgulloso, ni pensar que lo tiene todo bajo control. “Estoy tratando de que
todo salga bien pero no puedo tenerlo todo bajo control. Estoy tratando de que todo salga bien”. Y así
vive en un constante estado de humildad en su vida. Esa es la mejor protección.
¿Recuerda hace algunos años, antes de que la Unión Soviética se desintegrara, cuando un
joven alemán violó en su avioneta el espacio aéreo soviético y aterrizó en la Plaza Roja en Moscú? El
espacio aéreo más resguardado del mudo y un simple muchacho vuela justo dentro de él. Esa es
una parábola de la vida. Significa que su debilidad más grande es frecuentemente una fortaleza sin
defensa. Usted dice: “Tengo todo bajo control”. “Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no
caer”. “No, mi matrimonio nunca se va a desintegrar”. Cuidado. “Nunca me haré adicto a nada”.
Cuidado. “Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer”. Porque a menudo el área
en que usted piensa que es más fuerte está sin defensa y es allí donde va a llegar el avión y aterrizará
exactamente en medio de ella.
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
H ¿Estoy herido? Si se siente herido y no lo admite y trata con eso, se volverá un problema y
afectará todo lo que realiza.
E ¿Estoy exhausto?
A ¿Estoy afectado por el enojo?
R ¿Estoy resentido con alguien?
T ¿Estoy tenso? ¿Ansioso? ¿Temeroso?
c) El inventario relacional. ¿Estoy en paz con todos? Si no lo está, ese conflicto interno va a
hacerle atrasarse, lo mantendrá lejos de su recuperación. Hay algunas personas a su alrededor con
las cuales usted obviamente sabe cuándo está teniendo conflicto. Pero hay otras personas que se
encuentran a muchos kilómetros de distancia. ¿Se había dado cuenta de que ha venido permitiendo que
algunas personas vivan en su mente sin pagar la renta? Tía Berta le causó un daño hace quince años y
ella vive a miles de kilómetros de distancia. Usted se levanta pensando en ella. Le está permitiendo
vivir en su mente gratis. Sigue preocupado por lo que ella le hizo hace quince años. Tía Berta lo está
controlando. Tiene que librarse de eso. Pregúntese: “¿Hay alguien que esté ocupando mi mente?
¿Estoy aferrándome a alguna herida?”
d) El inventario espiritual. ¿Estoy confiando en Dios momento a momento? Cuando usted
hace un inventario en su trabajo, como en una tienda, no solamente mira las frutas que están malas,
también mira las cosas que están bien. Cuando hace un inventario usted querrá decir: “¿Qué hay de
bueno en mi vida?” Celebre cualquier logro, por pequeño que sea. “Dije la verdad por lo menos una
vez hoy”. “Estropeé algo dos veces, pero una vez lo hice bien”. “Al fin no quise ser egoísta en esa
situación”. Celebre, no importa cuán pequeño sea el progreso. Lo importante es que está
progresando.
Usted hace una evaluación. Celebra sus éxitos y confiesa sus fracasos, pero debe estar
agradecido por lo que ha hecho. “Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué
presumir, que no se compare con nadie”. Al hacer este inventario se sentirá honestamente orgulloso:
“Me siento orgulloso de lo que Dios está haciendo en mi vida. Estoy agradecido de que Dios esté
actuando y estoy viendo progresos en mi vida”.
¿Cuándo debo hacer mi evaluación? La evaluación es como una limpieza de la casa. Hay tres
formas en las que puede limpiar una casa.
Algunos son extremadamente ordenados. Son limpiadores instantáneos, viven con la
aspiradora de polvo en la mano. Caminan tras sus hijos limpiando todo tras ellos. Como esos
camareros en los restaurantes que se llevan su plato antes de que usted haya terminado de comer.
Otros limpian la casa al final del día. Miran por toda la casa, recogen todo, hacen una limpieza
diaria, y tratan que todo esté en su lugar.
Otros, limpian todo una vez al año, ya sea que la casa lo necesite o no lo necesite. Algo así como una
limpieza de primavera.
Estas son las mismas formas en que puede hacer un inventario.
Primero. Haga un inventario “punto de chequeo”. A cualquiera hora del día, cuan- do
comience a sentir que la presión crece, pregúntese: “¿Qué me está diciendo mi cuerpo? ¿Qué dicen
mis emociones? ¿Estoy a tono con Dios en este momento?
¿Tengo algún conflicto relacional?” Trate con eso inmediatamente, porque entre más postergue
un problema, peor se vuelve. Necesita aprender a hacer lo que yo llamo un “respiro espiritual”. Así
como el respirar es natural, es necesario también un respiro espiritual. Este tiene lugar cuando se ha
hecho algo mal, pero inmediatamente confiesa su pecado, lo exhala y respira el amor de Dios: “Recibo
tu perdón”. Eso es un respiro espiritual. Necesita aprender a hacer eso momento a momento todos los
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
días. Usted puede tener respiros espirituales las veces que sea necesario. Rinda siempre cuentas a
Dios. No permita que esos pecados se acumulen. Si rinde siempre cuentas a Dios, cuando tenga que
hacer en el Paso 4 su inventario moral, este no será tan extenso, porque ha estado rindiendo
cuentas. ¿Con qué frecuencia saca la basura de su casa? Si deja que se acumule, muy pronto su casa
comenzará a oler mal. Usted tiene que sacarla. Su vida comienza a tener mal olor si usted no trata con
la basura que hay en ella momento a momento. Así que el tiempo para un inventario de “punto de
chequeo” es cuando usted lo necesite.
Segundo. Revisión diaria. Al final del día encuentre un lugar quieto y revise su día, confiese
sus fracasos, celebre sus victorias, observe su día.
Tercero. Chequeo anual. Así como una limpieza de primavera. Salga por un día, haga un
inventario moral, tome un tiempo a solas para analizar su vida. Vea si todo está en orden, priorice las
cosas en su vida.
2. MEDITACIÓN. Meditar es una muy buena palabra bíblica que ha sido adoptada por mucha
gente. Significa simplemente detenerse lo suficiente para escuchar a Dios. Eso es todo. Las
ocupaciones ahogan la recuperación y el crecimiento. Este es el secreto de la fortaleza espiritual, y me
he dado cuenta de que Satanás no lucha con nada tan fuerte como con este asunto en mi vida. Él trata
que no tenga tiempo a solas con Dios, que no tenga un tiempo en silencio. Satanás tiene tres
herramientas que utiliza: el ruido, las multitudes y la prisa. Esas tres cosas lo alejan de escuchar a
Dios diaria- mente.
El Salmo 1:1-3: “Dichoso el hombre... que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita
en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que... da fruto y sus hojas jamás se marchitan.
¡Todo cuanto hace prospera! La llave para el crecimiento es tener raíces bien profundas en la Palabra
de Dios, y la forma en que puede tener estas raíces es meditando en la Biblia con seriedad, pensando
acerca de lo que lee en ella por unos minutos y luego pensando en lo que eso significa en su vida.
Eso es meditar, decir: “¿Cómo puedo aplicar su Palabra a mi vida?” Cuando hace eso, él dice: “Es como
el árbol plantado a la orilla de un río que... da fruto y sus hojas jamás se marchitan”. Usted no tiene
una recaída.
Nos necesitamos unos a otros y necesitamos la Palabra de Dios para ayudarnos a mantenernos
en el Camino a la Recuperación. Vea el beneficio. Él dice: “Si meditas, tendrás éxito en todo lo que
hagas”. Éxito. ¿Le gustaría tener éxito en todo lo que hace? Dios dice: “Simple, solo medita en la
Palabra”. Ese hábito le ayudará a conocer lo correcto que debe hacer y entonces todo le saldrá bien.
Como el pastor que vio a un miembro de su iglesia terriblemente preocupado y le preguntó:
“¿Qué ha pasado?” El hombre le respondió: “No lo va a creer, pero mi vida está hecha pedazos”. Y le
contó que había perdido todos sus ingresos; que por eso mismo su esposa lo estaba dejando; sus hijos
andaban en drogas; lo habían despedido del trabajo. Su vida era un verdadero desastre. El pastor le
dijo: “Si usted consigue una Biblia y medita en ella, Dios dice que le hará tener éxito”. Este hombre
creyó en esas palabras. El pastor añadió: “Vaya y abra su Biblia, ponga su dedo en cualquiera parte de
ella y haga lo que dice”. Seis meses después, el pastor y el hombre se volvieron a encontrar. “¿Cómo
le fue?”, le preguntó. El hombre respondió: “Hice lo que usted me dijo. Abrí la Biblia, puse mi dedo en
ella y decía Capítulo 11”.
No sugiero que use esa técnica. El punto es que Dios dice: “Mi Palabra es la fórmula para que
triunfan en la vida”. Este es el manual para la vida y la vida se vuelve más fácil cuando se siguen sus
instrucciones.
¿Cómo meditamos en la Palabra de Dios? El Salmo 119:11 dice: “He guardado tus palabras en
mi corazón para no pecar contra ti”. Él salmista dice: “Creo en tu Palabra, y guardo tus palabras en
mi corazón”. ¿Cómo? Memorizándola. Si piensa en la Palabra y memoriza los principios y los pasajes
claves, esto le guardará de pecar. Le alejará de una recaída. ¿Quiere evitar la tentación? Piense en
la Palabra de Dios. Medite en ella.
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Si sabe cómo preocuparse, también sabrá cómo meditar. Preocuparse es simple- mente una
meditación negativa. Es tomar un pensamiento negativo y pensar en él una y otra y otra vez. Mejor
tome un versículo de la Biblia y piense en eso una y otra y otra vez. A eso se le llama meditación. Así
que si usted sabe cómo preocuparse, sabrá cómo meditar.
3. ORACIÓN. Hay una tercera herramienta que Dios dice que será de ayuda para que usted
mantenga su recuperación. Es la oración. La oración puede hacer lo que Dios puede hacer. Por cierto,
es la forma en que la persona se conecta al poder de Dios. Usted dirá que no puede hacerlo, pero
Dios sí puede. ¿Cómo obtengo el poder de Dios? Por medio de la oración. No mucha gente se da
cuenta de que puede orar por cualquier necesidad en su vida. Dios es un Padre de amor, quizás el
Padre que usted nunca tuvo. Puede orar por una necesidad financiera, por una necesidad física, por
una necesidad relacional, por una necesidad espiritual, por una necesidad emocional. Él oirá cualquiera
necesidad.
una par de semanas, Chuck Swindoll y yo impartíamos un seminario juntos, y mientras
hablábamos, él contó que había recibido una carta de una señora que le decía que tenía doce hijos
pero que no se había casado sino hasta que tuvo treinta y un años. Que nunca se había preocupado
por casarse, que todo lo había dejado en las manos de Dios y que había confiado su futuro a él. Pero
también decía en su carta que cada noche colgaba un par de pantalones de hombre al final de su
cama, se arrodillaba y hacía esta oración: “Padre celestial, escucha mi oración y contéstala si puedes.
He colgado un par de pantalones aquí, por favor llénalos con un hombre”. Chuck dijo que contó esa
historia en su iglesia y que vio a un hombre reír, pero su hijo adolescente sentado a su lado no se reía
para nada. Casi cuatro semanas después, recibió una carta de la mamá de ese muchacho, diciendo:
“Pastor Chuck, no sé si esto es serio o no, solamente me pregunto qué pensará usted al respecto,
porque cada noche cuando mi hijo va a su cama, pone un bikini al final de esta. La oración puede
hacer lo que Dios puede hacer.
Ahora, ¿cómo orar? Vea lo que Jesús dice en Mateo 68:13 (DHH): “Así es como deben orar:
Padre nuestro que estás en el cielo; que tu santo nombre sea honrado; que venga tu reino; que tu
voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo. Danos hoy el alimento que necesitamos. Perdona
nuestros pecados, como nosotros perdonamos lo que otros nos han hecho. No nos lleves a ser
tentados, sino guárdanos a salvo del enemigo”.
Quiero que vean un par de cosas acerca de la oración del Señor.
Primero, quiero que hagan un círculo en la palabra como. Noten que dice como deben orar.
No dice lo que deben orar. Dice como. Es decir, este un modelo. No es un ritual. La gente
frecuentemente pregunta por qué no hacemos esta oración todos los domingos. Porque un par de
versículos antes de esta oración, Jesús dice que no repitamos una oración ritual; es decir, que no
hagamos vanas repeticiones.
Segundo, Esta no fue una oración para ser usada como ritual, sino es un modelo. Así es como
deben orar. Ahora si se fijan bien, verán que esta oración cubre todos los pasos de la recuperación.
Padre nuestro que estás en el cielo; que tu santo nombre sea honrado, está diciendo: “Reconozco que
no soy Dios sino tú”. Esos son los Pasos 1 y 2. Que venga tu reino; que tu voluntad sea hecha en la
tierra como en el cielo es el Paso 5. Danos hoy el alimento que necesitamos es el Paso 3. Perdona
nuestros pecados es el Paso 4. Como nosotros perdonamos lo que otros nos han hecho es el Paso 6.
No nos lleves a ser tentados, sino guárdanos a salvo del enemigo se refiere a la recaída, es decir, al
Paso 7, que estamos viendo en este capítulo. Usted puede ver que la recuperación es tan antigua como
la oración del Señor. Jesucristo nos dio los principios por los cuales encontrar una completa
recuperación.
John McLaughlin nos comparte un ejemplo de cómo Dios le ha ayudado a mantener su recuperación.
John: Mi nombre es John McLaughlin y soy un creyente. También soy un alcohólico en
recuperación que ha identificado a Jesucristo como su único poder superior. Esto no siempre fue así,
porque no hace mucho tiempo que aprendí que si crees en Dios, crees en milagros, pero si confías en
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CELEBREMOS LA RECUPERACIÓN RICK WARREN
Su Hijo Jesucristo, experimentarás un milagro. Déjame decirte cómo sucedió. No te aburriré con todos
los detalles de mis veintinueve años como bebedor compulsivo y obsesivo, excepto para decir que el
alcoholismo es una enfermedad progresiva, y que yo y mi enfermedad progresamos hasta llegar a lo
más bajo. Una contabilidad del daño de esos veintinueve años les mostrarían absolutamente cero auto
estima, una familia completamente desecha y abandonada, dos divorcios, tres multas graves, cuatro
visitas al Hotel Calle Flor (eso está en Santa Ana, California y es administrado por el departamento del
alguacil del condado de Orange), cinco años sin llenar ninguna declaración de impuestos, seis viajes
de emergencia al hospital para ser tratado y un sin número de intentos por controlar mi problema
con la bebida. Presión sanguínea de 190 sobre 165 y un peso de 265 libras cuando dejé de tomar,
pero descubrí que la mayoría de eso fue vodka barato y Valium, los cuales fueron mis químicos
elegidos al final. Ahora, ninguna de estas cosas son importantes. Lo que realmente es importante
para este testimonio es que puedo recordar que oré solamente cuatro veces durante esos
veintinueve años y dos de esas oraciones fueron a punta de pistola. Puedo decirles, para completar esta
lista que estaba espiritual y moralmente en bancarrota. Fue durante la temporada de navidad de
1975, luego de una confrontación emocional con mi mamá, que recibí un poco de claridad y me di
cuenta de que había perdido el juego de la vida, que ya no podía continuar así. Eso fue el 17 de enero
de 1976, el día de mi último trago y el último de con- sumo de droga. Desde el principio supe de
alguna manera que quería lo que los Alcohólicos Anónimos tenían para ofrecer. Exactamente
desde el principio me di cuenta de que la mayoría de ellos se veían muy bien y parecía que se
bañaban a diario. Se veían saludables. Conseguían comida en algún lugar, y si eran completamente
como yo y no habían pagado sus impuestos en cinco años parecían felices. No parecía que les
importara. Y eso es lo que yo quería. Sin darme cuenta, había comenzado mi viaje espiritual. En ese
tiempo no conocía ni tenía la más mínima idea de lo que quería decir Efesios 2:10: “Porque somos
hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a
fin de que las pongamos en práctica. Así que por los próximos quince años crecí y prosperé financiera
y físicamente. El compañerismo de Alcohólicos Anónimos era mi poder superior.
Pero no podía aceptar a Dios o ir a la iglesia porque había algo más que no les he contado.
Durante mis años de alcoholismo pertenecía a la CIA. Era parte de la CIA.
a lo que pueden pensar, eso significa Católicos, Irlandeses y Alcohólicos. Por quince años no
acepté a Dios en mi vida por todas esas cosas, por todo eso a lo cual estaba aferrado. Pensaba que el
catolicismo era rígido e imperdonable, y esto no es verdad, la iglesia ha cambiado. Sentía que todos
los irlandeses eran testarudos y muy habladores. Y finalmente que todos los alcohólicos vivían en
negación.
Muy pronto de estar en recuperación me di cuenta de que el alcoholismo no tenía nada que ver
con la bebida. El enemigo es la propia voluntad y la negación. Y todavía no había conquistado esa parte
de mi recuperación. Había un vacío en mi vida que me atormentaba. Seguía diciendo: ¿Esto es todo lo
que hay? Debe haber algo más para vivir y estar sobrio que esto.
Alguna pieza desconocida y grande hacía falta. Finalmente y luego de quince años, un día
llegué a la conclusión de que tenía que encontrar una iglesia. Y ahora estamos en la mejor parte. ¿No
adivina? Esa semana había un volante en mi puerta de la iglesia de la Comunidad del Valle de
Saddleback en el que anunciaban una reunión de domingo de Pascua y el inicio de una serie de
desarrollo de la vida en diez partes. Esto no sonaba como una iglesia, ni nada amenazante, así que
pensé que lo intenta- ría. Fui a la reunión de Pascua en 1991 y escuché este mensaje: “Confía en Dios
y el pasado es perdonado; confía en Dios y el presente es manejable; confía en Dios y el futuro es
seguro”. Me conmoví y lloré durante casi todo el sermón. Sentí la presencia del Espíritu Santo
dándome finalmente la bienvenida a casa. En casa finalmente, el vacío se había ido. Regresé a mi
casa tan rápido como pude y le conté a mi esposa acerca de esta iglesia con la banda de rock y el
pastor con una camisa hawaiana. Creo que ella pudo ver sin que yo lo mencionara el gozo, la paz, la
calma y la presencia del Espíritu Santo que recién había caído sobre mí. Y el resto es historia. En la
clase 101 en junio de 1991, Rick siguió contándonos que necesitábamos a Jesucristo en nuestra vida.
En la clase 202 en agosto de 1991, el pastor Tom nos enseñó cómo orar y nos mostró las formas de
tener esa meditación y ese tiempo a solas con Dios. Me bauticé el 22 de septiembre de 1991. Y,
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finalmente, en la clase 301 en noviembre de 1991, el pastor Steve no tuvo ningún problema en
identificar mi ministerio y me envió a Celebremos la Recuperación.
El pastor John me pidió que comenzara un nuevo grupo para las nuevas personas que estaban
llegando al grupo de recuperación para alcohólicos y comencé un programa llamado “Los primeros
90 días”, que era para los nuevos, para aquellos que habían tenido una recaída. Disfruto mucho
trabajar con las personas nuevas. Trato de que comiencen en un programa de recuperación centrado
en Cristo y espero que no les tome cuarenta y cuatro años de su vida adulta para obtener lo que yo
obtuve.
Además, obtenemos premios por varios días y noches de sobriedad en el programa, y desde
que Rick ha comenzado esta serie de recuperación, hemos tenido personas asistiendo a la primera
reunión. La última semana en Celebremos la Recuperación les damos a muchas personas su placa
honorífica y eso es algo bien especial. Nuestro Padre celestial tiene un plan para mi vida y él ha sido
perdonador, protector, paciente y gratificante. Ya no tengo que preguntar si eso es todo lo que hay.
Con Jesucristo en mi vida como mi poder superior no hay más vacío. Tengo una idea del conocimiento
de su voluntad para mi vida. Y diariamente oro y leo mi Biblia de Recuperación para obtener
el poder para seguir haciendo su voluntad. Este tiempo diario de oración y meditación es el paso
del que estamos hablando hoy, es como podemos mantener sobriedad y guardia contra el peligro de
una recaída. Así que, gracias por permitirme compartir este pequeño milagro con ustedes esta
mañana. Si esta historia se parece a la historia de su vida, si han podido identificar algo de lo que está
pasando en sus vidas, denle una oportunidad a Celebremos la Recuperación. Aquí aprendemos a
disfrutar la vida, a divertirnos, reímos, tratamos de abandonar nuestra propia manera de arreglar las
cosas y permitimos que Dios obre en nuestras vidas. Y, perdón por la expresión, pero estamos
hablando realmente en serio con respecto a este negocio de la recuperación. Gracias.
Quizás usted no tenga un problema de hábito como lo tenía John. Pero si tiene una herida a la
que se ha estado aferrando, o si tiene un complejo; si hay algo en su vida sobre lo que dice: “No
importa lo que haga, no puedo vencerlo”, la buena noticia es esta que hemos venido diciendo: usted es
importante para Jesucristo y él tiene el poder para ayudarle. Usted puede hacer los cambios que quiere
hacer con su ayuda, y él también desea hacerlos si solamente cruza la línea y se lo permite. La
elección es suya.
RECICLE SU DOLOR
Mateo 5:3-12 y pasajes selectos de las Escrituras
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Hace dos mil años Jesús subió a un monte, se sentó y predicó el más grande sermón que se
hubiera predicado. Se le llamó el Sermón del Monte. Comenzó ese famoso sermón nunca antes dicho
diciendo: “Quiero darles ocho pasos para la felicidad, ocho principios que traerán felicidad a sus
vidas”. Hoy, a esos ocho principios les llamamos las Bienaventuranzas.
Hemos participado en una serie de ocho semanas que he llamado El Camino a la Recuperación,
en la que hemos estudiado el proceso de vencer esas heridas, esos hábitos y esos complejos que han
arruinado su vida. Al preparar esta serie me sorprendió la similitud entre los pasos para la
recuperación y las bienaventuranzas. Por cierto, cuando las observo, descubro que las
bienaventuranzas que Jesús dio hace dos mil años son simplemente un resumen de los pasos hacia la
recuperación, y al cerrar esta serie deseo que vean lo que ha sido la base bíblica para todo lo que he
estado compartiendo en las últimas ocho semanas.
“Dichosos los pobres en espíritu”. Ese es el Paso 1: “Reconozco que no soy Dios; admito
que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable”.
Dichosos los que saben que son espiritualmente pobres, los que saben que no tienen el poder para
hacer los cambios que Dios desea hacer en sus vidas.
“Dichosos los que lloran, porque serán consolados”. Usted no tiene el poder para cambiar
pero no se preocupe por eso, Dios le va a consolar. Él le dará el poder. Paso 2 : “En forma sincera
creo que Dios existe, que le importo, y que él tiene el poder para ayudarme en mi
recuperación”.
“Dichosos los humildes”. La humildad o mansedumbre significan control; no quieren decir
ser débil. Significa fortaleza bajo control. Un semental al que se ha amansado y domado sigue
teniendo la misma fuerza, pero una vez que se ha suavizado y domesticado se dice que es un caballo
manso. Es una fuerza bajo control. Paso 3: “Conscientemente elijo entregar toda mi vida y
voluntad al cuidado y control de Cristo”. De eso trata la humildad. Si da ese paso usted es una
persona humilde.
“Dichosos los de corazón limpio”. Paso 4: “Un autoexamen y confesión de mis faltas a
mí mismo, a Dios, y a alguien en quien confío”. Para tener una conciencia limpia, para tener un
corazón limpio, debo quitar la basura
“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia”. Esto es lo que significa el Paso 5:
“Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto voluntariamente a
él y le pido humildemente que remueva mis defectos de carácter”.
Luego vemos dos bienaventuranzas que se refieren a las relaciones: “Dichosos los
compasivos”, que se refiere a la actitud que debo tener con la gente que me ha dañado, y “Dichosos
los que trabajan por la paz”, que es la actitud que debo tener con la gente que he dañado. Paso 6:
Evalúo todas mis relaciones; ofrezco perdón a los que me han dañado y hago enmiendas por
el daño que he causado a otros excepto cuando al hacerlo pueda dañarlos a ellos o a otros.
Finalmente vimos el Paso 7, al cual llamo el paso del “mantenimiento”. Este es el que lo
mantiene en los demás pasos. Para hacer eso: Reservo un tiempo diario con Dios para una auto
evaluación, lectura de la Biblia y oración, para conocer a Dios y su voluntad para mi vida y
obtener el poder para hacerlo.
Ahora, al concluir esta serie, deseo que veamos el último paso, la última letra de la palabra
R.E.C.U.P.E.R.A. Este significa rendición, entrega. Rindo mi vida a Dios para que sea usada para llevar
las buenas nuevas a otros tanto con mi ejemplo como con mis palabras. Dios desea usar sus
experiencias para ayudar a otras personas. Él desea usarle. Desea reciclar el dolor en su vida para el
beneficio de otras personas. Usualmente pensamos que Dios solamente usa a la gente realmente
dotada y talentosa. Eso no es verdad. Dios usa gente ordinaria. Usualmente pensamos: “Dios usa mi
fuerza”. Pero Dios dice: “No, no quiero usar tu fuerza; quiero usar tu debilidad”. Esto es así porque las
personas no son ayudadas por su fuerza; son ayudadas cuando usted es honesto con respecto a sus
debilidades. Cuando usted comparte su fuerza, los demás dicen: “Gran cosa, nunca tendré eso”.
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Cuando usted comparte sus debilidades, los demás dicen: “Me identifico con eso”. Al compartir sus
heridas, hábitos y complejos, de los cuales se está recuperando, Dios desea usarle.
dicen que hay algo más que es en verdad su problema. Son sencillamente un síntoma del mismo. El
dolor no hace otra cosa que decir que algo está mal en su vida. El dolor es el megáfono de Dios. Dios
nos susurra durante nuestro gozo pero nos grita en nuestro dolor. ¡Despierta! Algo está mal.
Proverbios 20:30 dice: “Algunas veces tiene que suceder algo doloroso para cambiar
nuestros caminos”. No cambiamos cuando vemos la luz pero sí cuando sentimos el calor.
Hace unos años tuve un par de zapatos que me encantaban. Eran de gamuza y eran realmente
suaves y finos. Me encantaban. Siempre me los ponía por lo cómodos que eran. Pero luego de un
tiempo, la suela se llenó de huecos. Todavía se veían bien por la parte de arriba, así que de todas
formas me los ponía, solo tenía que asegurar- me de tener mis pies sobre el piso cuando me sentaba
en la plataforma en la iglesia. No quería comprar zapatos nuevos hasta que hubo siete días seguidos
de lluvia y tuve que andar con los calcetines empapados por varios días. Así es que decidí: “Debo
cambiar de zapatos”. Algunas veces tiene que ser el dolor el que nos lleve adelante. Pablo dice en 2
Corintios 7:9: “Me alegro; no por la tristeza que les causó, sino porque esa tristeza los hizo
volverse a Dios”. El dolor obtuvo su atención.
Tengo un primo que en el bachillerato era considerado como la persona con mayores
oportunidades de tener éxito. Era un muchacho brillante en el colegio, vivía en Texas, y su papá era
millonario. Tenía todo al alcance de su mano, era el muchacho más popular en la ciudad. Creció y llegó
a ser un golfista semiprofesional, un gran hombre de negocios. Lo llamaban el señor Carisma. Pero
cayó en la cocaína. Luego comenzó a traficar cocaína. Fue enviado a la Penitenciaría Federal. Mientras
estaba allí le entregó su vida a Cristo, y después que salió de esa prisión, comenzó un ministerio
llamado Ministerio Éxodo, el cual se dedica a ayudar a los ex convictos a reinsertarse por sí mismos en
la sociedad. Él dijo: “Lo más grande que me ha sucedido fue haber estado en prisión”. Dios usa los
problemas y usa el dolor para atraer nuestra atención.
¿Recuerda la historia de Jonás? Jonás iba por un camino y Dios dijo: “Quiero que vayas por este
otro”. Así que él proveyó un peculiar crucero del Mar Mediterráneo para Jonás. Y en el fondo del
océano Jonás dijo: “Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor” (Jonás 12:7). ¿No es ese
un gran versículo? Dios usa el dolor para atraer nuestra atención.
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heridas, hábitos, complejos. Nadie es perfecto. ¿Quién mejor que alguien que ha luchado con el
alcoholismo para ayudar a un alcohólico? ¿Quién puede ayudar mejor a alguien que está tratando con
el dolor del abuso que alguien que fue abusado? ¿Quién mejor que alguien que ha perdido su trabajo y
ha tenido que declararse en bancarrota para ayudar a alguien que también está pasando por esto?
¿Quién mejor que una pareja que tuvo un hijo adolescente que llegó a hundirse hasta el fondo para
ayudar a unos padres que tienen un hijo adolescente que está pasando por la misma situación? Dios
puede usar y reciclar el dolor en su vida para ayudar a otros, pero tiene que estar abierto a eso y ser
honesto. Si guarda esa herida que tiene para usted mismo, estará desperdiciando la oportunidad que
Dios le ofrece.
Dios nos dio, a Kay y a mí, un ministerio para ayudar a las personas con problemas matrimoniales.
Los primeros tres años de nuestro matrimonio fueron un problema grande. Malo, realmente malo.
Cuando las personas llegan a mí y me dicen: “Odio a mi esposa”, puedo decirles: “Entiendo eso.
Recuerdo cómo me sentía. Yo no me quería divorciar, quería matarla. Así que entiendo eso”. Si un
muchacho me cuenta: “Cada hueso en mi cuerpo me dice: ‘No te mereces esto. Levántate, salta, hay
algo mejor afuera’”, puedo decirle: “Sí, entiendo eso. Porque esa fue la forma cómo me sentí yo
también”. Kay y yo trabajamos en esos problemas y usted ha escuchado la historia anteriormente de
cómo Dios nos ayudó por medio de un consejero cristiano, y cambió nuestro matrimonio y lo hizo lo
que es hoy. Aprendemos por medio de las heridas de otros.
Hace unos años impartí una serie acerca del matrimonio. Cada semana hablé de un problema
diferente en el que habíamos trabajado y con el que aprendimos de una manera difícil. Fue una serie
de doce semanas. Pudieron haber sido cincuenta semanas. Dios usa sus heridas, sus complejos y sus
problemas para ayudar a otros.
Hay una bella historia en la Biblia, en Génesis, la historia de José, quien fue terriblemente
maltratado. La gente hizo cosas increíbles contra este muchacho. José era un buen muchacho que no
se merecía el dolor que tuvo que soportar. Un día, todos sus once hermanos decidieron deshacerse
de él y lo vendieron como esclavo; luego regresaron a su casa y le dijeron a su padre que el joven
había sido devorado por un león. Eso es a lo que yo llamo una familia disfuncional. En calidad de
esclavo fue llevado de Israel a Egipto. Allí, los mercaderes que lo habían comprado lo volvieron a
vender. Mientras procuraba guardar su vida pura, la esposa de su amo trató de seducirle. Él se negó,
diciendo: “No, eso no sería correcto”. Así que ella lo acusó, falsamente de intento de violación. Fue
enviado a prisión. Hasta aquí, su vida había ido cuesta abajo. Pero Dios sabía exactamente lo que
hacía al ponerlo en una posición que llegó a transformarlo en el segundo en poder en Egipto. Dios lo
usó no solamente para salvar a una, sino a dos naciones de la destrucción y la hambruna. Más tarde,
sus hermanos llegaron a él para obtener alimento. Génesis 50:20 cuenta que José dijo: “Pensaron
hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien”. Dios es mucho más grande que esas personas
que le causan daño. No importa lo que otras personas le hayan hecho, Dios puede cambiar la
situación y usarla para bien.
Dios nunca desperdicia una herida. Pero usted puede desperdiciarla si no aprende de ella y no la
comparte con otros. ¿Cómo podrían otros ser bendecidos si usted no comparte con ellos los
problemas por los que ha atravesado para animarlos al decirles cómo lo hizo?
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1- Necesita hacer una lista de todas las experiencias que ha tenido en la vida hasta este día,
hayan sido buenas o malas, las haya causado usted o no.
2- Una vez hecha la lista, pregúntese: “¿Qué aprendí de esa experiencia? ¿En qué forma me
ayudó Dios a pasar por ese tiempo difícil?” Pregúntele a Dios: “¿Cómo me ayudaste durante
ese tiempo difícil?” Luego escriba esa historia. ¿Por qué? Porque los pensamientos se
ordenan cuando pasan a través de los labios y los dedos. Escríbalo.
3- Luego, pregúntese: “¿Quién se podría beneficiar más al escuchar mi testimonio?” La
respuesta es: Las personas que están pasando en este momento por lo que usted ya pasó,
las personas que están un poco atrás de usted en el proceso. Y usted le dice a Dios: “Estoy
disponible”. Entonces esté listo. Porque si usted está listo a compartir las buenas nuevas
de Dios acerca de cómo él ha trabajado en su vida, Dios lo va a usar. Hay personas por todo
este mundo que necesitan escuchar su historia, que están atravesando lo que usted ya
experimentó.
Algunas veces Dios quiere que usted tome la iniciativa. Esto se llama intervención. Gálatas 6:1-
2 dice: “Si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una
actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado. Ayúdense unos a otros a
llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo”. Esto no es una sugerencia, sino un mandato. Dios
no dice, “Sería una buena idea restaurar otros”, sino dice: “Hazlo”. Si usted es un creyente, debe
compartir los problemas y dificultades con otras personas. Repito, es un mandato. Si no lo está
haciendo, no está obedeciendo a Dios.
Pero siempre estaba presente ese problema que ya mencioné acerca de mi autoestima. Nunca me
sentí lo suficientemente bueno para mis padres, para mis amigos, para mis novias, para mis
compañeros de equipo, así que ¿cómo podía ser lo suficientemente bueno para servir a Dios? Debí
haberme perdido los sermones que hablaban acerca de la misericordia de Dios, del amor
incondicional de Cristo y de la gracia dada gratuitamente. Luché con el llamado de Dios y me juzgué a
mí mismo como sin valor.
Al empacar para ir a la Universidad de Missouri me llevé mi baja autoestima conmigo. Me uní a
la fraternidad y al poco tiempo después de eso descubrí lo que yo pensaba que sería la solución a los
problemas de mi vida.
Era el alcohol. Funcionó. Era la primera vez en mi vida que sentía que pertenecía a algo. En mi
último año en la universidad me casé con Cerril. Hemos estado juntos veinticuatro años y ella siempre
ha estado ahí para soportar otra de mis hazañas. Fui piloto en la fuerza aérea. En noventa días me
enseñaron a actuar como un oficial y a beber como un caballero. Aprendí rápidamente el uso
apropiado del oxígeno puro para curar resacas. Seguí abusando del alcohol, viéndolo como una cura a
mis problemas, no como un pecado.
Luego de la guerra, Dios nos bendijo con dos hermosos hijos, Laura y Johnny. Obtuve mi
maestría en Administración de Empresas y comencé una carrera de mucho éxito en los negocios. Fui
ascendido ocho veces en los primeros once años en la compañía. Nos cambiábamos de local cada dos
años, por lo que era muy difícil encontrar una iglesia permanente debido a todo este movimiento y
reacomodo. Eso me parecía bien porque debido a mi estilo de vida y a mis prácticas en los negocios
me empezaba a sentir incómodo en la iglesia. Cristo no tenía nada que ver con mis prioridades.
Era conocido como un alcohólico funcional. Nunca perdí un empleo por el alcohol. Nunca recibí
una multa grave, no fui arrestado mientras tomaba ni estando embriagado. Las únicas cosas
que perdí por mi alcoholismo fue mi relación con Cristo, mi familia (Cerril y yo estuvimos
separados por trece meses), y finalmente todo propósito en la vida. Estaba muriendo física, mental,
emocional y, lo más importante, espiritualmente.
Finalmente estaba listo para el Paso 1: “Reconozco que no soy Dios; admito que soy incapaz de
controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable”. Dios nunca me ha estorbado
para que no cometa un error. Él es un caballero. No se entromete donde no le piden que lo haga. Él
me amaba tanto como para permitirme hacer cosas, protegerme, dejar que tomara mis propias
decisiones y cometer mis propios errores, sabiendo que cuando finalmente usara todos mis recursos
volvería al hogar, a él, a donde realmente pertenecía. Todo era su plan.
Estaba listo para el Paso 2: “En forma sincera creo que Dios existe, que le importo, y que él
tiene el poder para ayudarme en mi recuperación”. Fue aquí donde comencé a encontrar
esperanza. Finalmente entendí el amor incondicional de Dios. Hoy, mi vida con Cristo es una
esperanza sin fin. Ayer, mi vida sin él era un fin sin esperanza.
Esto me llevó al Paso 3: “Conscientemente elijo entregar toda mi vida y voluntad al cuidado y
control de Cristo”. Tenía que cambiar mi definición de fuerza de voluntad porque la mía me dejaba
vacío y desesperanzado. Cambié esta por la disposición a aceptar el poder de Dios para mi vida.
Trabajé los primeros tres pasos y dije: “Yo no puedo, pero Dios sí puede”, y tomé la decisión de
permitir que él trabajara en mí un día a la vez.
Pensaba que los primeros tres pasos eran difíciles. Ahora venía el Paso 4: “Un autoexamen y
confesión de mis faltas a mí mismo, a Dios, y a alguien en quien confío”. Encontré un mentor en la
recuperación, un mentor que amablemente me guió a través de los pasos y en el camino a la
recuperación. Fue luego de dar este paso, luego de confesar que era capaz de afrontar la verdad y
aceptar el perdón de Cristo para mi vida, que salí de la oscuridad de mis pecados y mis secretos hacia
su maravillosa vida. Ahora estaba finalmente dispuesto a permitir que Dios me cambiara.
Paso 5: “Para que Dios haga todo cambio que quiera hacer en mi vida, me someto
voluntariamente a él y le pido humildemente que remueva mis defectos de carácter”. Tuve que soltarla
y permitir que Dios obrara. Lo que cambió en mi vida no fue mucho, sino todo. Tuve que permitir que
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4. Pídale a Dios que le dé a alguien para compartir su historia, alguien a quien pueda
contar las buenas nuevas de cómo Dios puede hacer la diferencia en la vida de una persona. El mundo
está lleno de gente que necesita su historia, y si no la cuenta, ¿dónde la van a escuchar? Usted es la
única Biblia que algunas personas van a poder leer. Quizás no podrán ser alcanzados por esta iglesia,
ni nunca me escucharán a mí, pero usted tiene una historia que puede alcanzarles, con la que ellos se
pueden identificar. Dios desea usarle. No necesitamos más evangelistas en la televisión, ya tenemos
muchos. Es por eso que la iglesia nunca va a estar en la televisión. Lo que deseamos es que comparta
su historia con gente normal, porque usted puede alcanzar lo que yo nunca alcanzaría, porque su
experiencia es diferente a la mía. ¿Por qué Dios no se lo lleva inmediatamente que usted haya cruzado
la línea y se haya transformado en un creyente? Hay dos cosas que no puede hacer en el cielo. Usted
puede orar en el cielo, cantar, dormir, comer, descansar, divertirse, tener compañerismo con otros
cristianos, leer su Biblia. Pero hay solamente dos cosas que no puede hacer. Una de ellas es pecar. Es
un lugar perfecto. La otra es compartir las buenas nuevas con personas que nunca las hayan
escuchado. ¿Por cuál de esas dos razones cree usted que Dios le deja en la tierra? En el momento en
que usted cruza la línea, se vuelve un mensajero, un misionero. Es llamado a cumplir la Gran Comisión.
Es parte de su trabajo. Si dice ser un creyente debe compartir las buenas nuevas con otros. El mundo
está mucho más listo para recibir que lo que nosotros estamos para compartir, y hay personas que
necesitan escuchar su historia. Para contarla, no tiene que ser un experto bíblico. Solo tiene que
decir: “Esto es lo que me pasó a mí”. Esa es la historia más poderosa. Si no sabe dónde se encuentran
todos los versículos que quiere utilizar, no se preocupe. No importa dónde están todos los versículos.
Esto es lo que me pasó a mí. Nadie puede refutar nuestra experiencia personal. Hechos 20:24 dice:
“Considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a
cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la
gracia de Dios”. ¿Cuál es ese servicio? Es contarles a otros las buenas nuevas con respecto al poderoso
amor y la bondad de Dios. No hay mayor logro en la vida que ayudar a que alguien encuentre
seguridad en el cielo. Porque cuando usted hace eso, ha hecho un amigo para la eternidad. Cuando
llegue al cielo, Dios le va a decir: “Es fabuloso que estés aquí. ¿Trajiste a alguien contigo?” Usted hace
un amigo para la eternidad cuando comparte a Cristo. No hay mayor logro que asegurar la eternidad
de alguien. No hay gozo más grande, no hay mayor satisfacción que ayudar a alguien a encontrar las
buenas nuevas. Dios quiere usarle. Comparta su historia. Él le hizo con un propósito. ¿Puede
imaginarse lo que sería llegar al cielo dentro de muchos años y que alguien se dirija a usted allí y le
diga: “Solo quiero agradecerle”? “¿Agradecerme? Ni siquiera le conozco”. “No, pero usted fue uno de
los pioneros en la iglesia Saddleback, antes que ellos tuvieran el edificio. Usted llegaba y oraba, y se
unió a la iglesia y les ayudó con sus dones, su tiempo y sus ofrendas. Usted se sentó en esa carpa
cuando estaba haciendo mucho frío en el invierno y calor en el verano, y trabajó y se sacrificó para
construir un faro en el sur de California que pudiera compartir esas buenas nuevas. Y cincuenta años
después que usted murió, esa iglesia me alcanzó para Jesucristo. Yo estoy en el cielo por usted y
solamente quiero agradecer- le”. ¿Cree que eso valga la pena? No me disculpo de ninguna manera por
decir que quizás la cosa más significativa que usted puede hacer con su vida es en primer lugar dársela
a Cristo, llegar a ser parte de la familia de Saddleback, involucrarse en un ministerio y comenzar a
compartir su historia. Eso sobrevivirá más que cualquier cosa que haga en su carrera, perdurará más
que cualquier cosa que haga en su tiempo libre, porque lo que estamos hablando aquí tiene
implicaciones eternas, se trata de llevar a la gente de la oscuridad a la luz, del infierno al cielo, de una
eternidad sin Dios a una eternidad con Dios, y las personas se lo agradecerán el resto de la eternidad.
No hay una causa con más significado en la vida.
Le desafío a dar este octavo paso conmigo y a que entregue su vida para que sea usada por
Dios para llevar las buenas nuevas a otras personas, con su ejemplo y con sus palabras.
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