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No podría estar más orgullosa de Josh y su esposa Olivia.

Ellos son increíbles. Desde el momento en que nos


conocimos han demostrado ser apasionados, sinceros e
intrépidos en su llamado, el cual es llevar a Jesús a los
perdidos y a los que sufren en lugares donde Su nombre
nunca se ha escuchado. Así como han elegido ir donde la
necesidad de la realidad del cielo es tan clara, con una fe
sencilla han visto cómo esa realidad irrumpe una y otra vez.
Donde sea que Dios te haya llamado, su testimonio te
edificará.
D .H G. B
Cofundadora y presidenta ejecutiva del consejo de Iris Global
Autora de Compelled by Love, Birthing the Miraculous y Always
Enough.

He conocido a muchos cristianos que creen que los


milagros de Jesús cesaron cuando se fue al Padre.
Necesitan leer el libro de Josh Muse, Llamados por el
Fuego. Está literalmente repleto de milagros: demostrando
una y otra vez la multiplicación sobrenatural de alimentos
para aquellos que literalmente se estaban muriendo de
hambre, las sanidades de todas las enfermedades
imaginables, los muertos devueltos a la vida, la liberación de
las redes demoniacas de satanás para aquellos que habían
estado atrapados e incapaces de funcionar durante años y
la restauración de un número incalculable de personas que
no habían podido caminar o hablar durante toda su vida.
Su libro mostró bellamente la verdad: no hay fuego sin
sacrificio; no hay gloria sin el proceso; y no hay manto sin el
mandato. Demasiado a menudo los cristianos modernos
disfrutan de Jesús como su Salvador y su amigo, pero el
libro de Josh pone de manifiesto tan claramente que al venir
Jesús tenemos acceso al Rey todopoderoso y hacedor de
milagros.
Si tu camino con Dios es rancio, sin vida y sin emoción,
sólo tomará unas pocas páginas de Llamados por el Fuego
para infundir la alegría y la emoción que el cristianismo
estaba destinado a traer.
P J R
Cofundadora de Better Living Ministries
Autora de Salmo 91: El paraguas de protección de Dios.

Josh Muse es un hombre en fuego y contagia. Me encanta


este libro. No sólo causará un hambre profunda dentro de ti
por el mismo fuego glorioso del Espíritu Santo en tu vida,
sino que causará un deseo de obediencia inquebrantable al
llamado de Jesús hacia una vida sobrenatural de aventura
extraordinaria con Él. Las poderosas historias de Josh,
llenas de testimonios de la vida real de los milagros de Dios,
junto con su asombrosa comprensión de las escrituras,
alimentarán un deseo ardiente en tu interior de brillar cada
vez más con la gloria de Jesús y para su gloria. La lectura
de este libro te hará arder por Dios para entonces incendiar
tu mundo.
D S
Presidente Catch The Fire World
Autor de Consumido con Fuego Santo.

Dios le habla a Zorobabel en Zacarías 4:6. «No con


fuerza, ni con poder, sino con mi Espíritu, dice el Señor de
los ejércitos». He viajado por el mundo durante los últimos
22 años y he sido testigo de un tema común entre aquellos
que Dios está utilizando. Llamados por el Fuego no es sólo
un estímulo para vivir una vida dirigida por el Espíritu, sino un
recordatorio de la simplicidad de ser dirigido por Dios. Josh
Muse comparte de primera mano cómo es una vida
obediente dedicada a Jesús y el fruto que se produce.
Agarra una taza de café y tu marcador favorito y prepárate
para que Dios te llame a ir más profundamente.
W H
Director de Operaciones Iris Global
Autor de Dios Corredor.

He conocido a Josh y Olivia Muse como una nueva raza


de misioneros apostólicos que Dios está levantando en
nuestra generación. Su compromiso y estilo de vida es un
modelo para todos nosotros y será una inspiración para
liberar a miles de personas en las regiones y más allá. Este
libro está lleno de aventura, vulnerabilidad, sinceridad y
actos de fe. Las historias me han desafiado personalmente
y sé que esta narración será un reto de valentía para todos
nosotros en el cuerpo de Cristo durante esta temporada que
el mundo está atravesando.
Gracias, Josh y Olivia, por vivir su fe en su generación.
D S
Embajador de Misiones Globales Catch The Fire Word.

Llamados por el Fuego no fue escrito por un hombre en


una silla giratoria rodeado de libros, sino por un hombre en
llamas montado en un carruaje en llamas. Josh nos habla de
sus experiencias y de las experiencias de los hombres de la
Biblia como Moisés o Pedro, y es difícil ver dónde empieza
una historia y termina la otra porque Jesús sigue
resucitando a los muertos, liberando a los endemoniados
encadenados a los postes, sanando a los ciegos, a los
sordos y multiplicando los alimentos.
Joshua también escribe sobre sus heridas y cicatrices, lo
que limpia las páginas de bombo y platillo y llena la historia
de una humildad que nos dice: "Tú también puedes vivir esta
maravillosa vida". Ojalá hubiera tenido este libro cuando
empezaba en el campo misionero, ¡pero lo tenemos ahora!
No he escuchado un llamado tan claro al campo misionero
en Estados Unidos desde los días de Keith Green.
Debes entender que este libro es una invitación a vivir en
el fuego de Dios. Puedes rechazarla, lo que puede
endurecer tu corazón, o puedes decir que sí y prepararte
para un viaje en carruaje.
A M M
Comunidad Cristiana de Fe en Medellín, Colombia.

Como pastor y plantador de iglesias por más de 30 años y


líder en redes internacionales con amplia experiencia
ministerial alrededor del mundo he llegado a conocer a
muchos avivadores y ministros. Puedo decir sinceramente
que nunca he conocido a nadie como Josh Muse. He
trabajado extensamente con él y el equipo del ministerio
Kaleo en los últimos años y he encontrado que son los más
fructíferos que he visto. En cuanto a salvaciones, vidas
transformadas, multiplicación de iglesias y trabajo misionero,
me impresionan constantemente.
Al conocerlos personalmente también he visto su
integridad y dedicación en muchos aspectos. Algunas de las
historias en este libro pueden parecer increíbles, pero
déjenme asegurarles que son reales. He visto de primera
mano algunos de los milagros que se han producido con el
equipo de Kaleo y estos son los ministros más legítimos,
ardientes, dedicados y apasionados con los que he
trabajado. Te animo a leer este libro con una mente abierta y
un corazón hambriento. El mundo y la Iglesia necesitan
desesperadamente que cada seguidor de Cristo sea tan
apasionado en la búsqueda del fuego de la impresionante
presencia de Dios como se demuestra en estas historias.
Dejemos que las palabras de este libro y el Espíritu de
Dios nos animen a vivir de tal manera que tengamos
testimonios igualmente convincentes de la milagrosa
provisión de Dios.
C W
Pastor en New Day Community Church y
Director de Harvest Alliance North America.

Josh ha sido un ejemplo sobresaliente de alguien llamado


a las naciones. Tiene un buen oído para el lenguaje y la
pasión por la construcción de la iglesia y las misiones.
Cuando nuestra cultura está tan desprovista de jóvenes que
vayan a tiempo completo a las misiones mundiales en una
hora de tan grande necesidad y posibilidad de cosecha, el
libro de Josh será un buen recurso para pasar a alguien que
usted ama.
A R S
Presidenta de los ministerios Psalm 91 y Crosslines Ministry
Autor de El Contrabandista de Dios Jr y Co-Autor: Salmo 91 Militar,
Salmo 91 Adolescente y Salmo 91, Libro de Trabajo.

Te invito con entusiasmo a adentrarte en el viaje que se


narra en este libro, Llamados por el Fuego. Estas páginas
te llevan profundamente a la historia de las vidas de los
misioneros de hoy en día que han dado un paso audaz y
completo hacia el llamado de Dios en sus vidas. Josh y
Olivia Muse han entregado con alegría sus vidas por su
amor a Jesús y su intenso deseo de que otros lo conozcan.
El Espíritu Santo los ha llevado a muchos de los lugares más
peligrosos y oscuros de la tierra para mostrar a otros el
amor de Dios y el poder del Espíritu Santo. He tenido la
bendición de formar parte de varias de las historias de este
libro y de ser testigo de primera mano de muchos de los
milagros. Puedo dar fe de su veracidad y exactitud. Al
compartir estas historias, se le anima a ver la bondad de
Dios, a dejar que su fe se fortalezca ¡y a entrar en el fuego
de Dios!
D .D R
Director (con su esposa, Jackie) de las Escuelas de Misión y
Liderazgo de Kaleo International
Autor de The Holy Spirit: a Layman's Perspective
.
Llamados por el Fuego, por Joshua Muse
© Derechos Reservados - Joshua Muse
Publicado en el idioma inglés con el nombre de: Called by the Fire.
Reservados todos los derechos. Este libro está protegido por las
leyes de derechos de autor de los Estados Unidos de América y
México. Este libro no puede copiarse ni reimprimirse con fines
comerciales o lucrativos. Prohibida la reproducción parcial o total por
cualquier sistema de impresión o digital, sin permiso escrito del autor;
a excepción de citas breves y sin fines de lucro.
A menos que se identifique de otro modo, las citas de las Escrituras
son de la Nueva Versión Internacional. Las citas bíblicas marcadas
como RVA están tomadas de la versión Reina Valera 1960. Las citas
bíblicas marcadas como NTV fueron tomadas de la versión Nueva
Traducción Viviente. Todo el énfasis dentro de las citas bíblicas
pertenecen al autor.
Tenga en cuenta que nuestro estilo de publicación capitaliza ciertos
pronombres en las Escrituras que se refieren al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo. Tenga en cuenta que el nombre satanás y los
nombres relacionados no están en mayúscula. Elegimos no
reconocerlo, incluso si es necesario violar las reglas gramaticales.
Traducción y edición: Karen Cota.
Diseño de portada e interiores: Pedro Barreto.
Para obtener más información sobre distribuidores locales y
extranjeros, escriba a orders@kaleointernational.org
O contáctenos en Internet: www.kaleointernational.org
ISBN: 979-8-9856324-1-5
Impreso por Kaleo Publishing.
Para distribución mundial, impreso en México.
Con mi más profundo amor, me gustaría dedicar este libro a
mi esposa Olivia. Ella ha caminado y sigue caminando por el
fuego conmigo. No puedo pensar en nadie que prefiera
tener a mi lado.
A mis hijos. Tienen que saber que sus vidas son un milagro
de la fidelidad de Dios. Ustedes han sido consagrados y
dedicados a Él. Estoy escribiendo este libro en gran parte
para ustedes, como testigo presencial de la fidelidad infalible
de Dios. Oro para que algún día, cuando lean este libro, les
inspire a seguir a Jesús de todo su corazón. ¡Oro para que
esto sea sólo el comienzo de los grandes milagros que Dios
hará en sus vidas!
Agradecimientos

En primer lugar, a mi maravillosa esposa, Olivia. Eres mi


mejor amiga y has sido una aliada en este ministerio.
Gracias por ser la mejor esposa para mí y la mejor madre
para nuestros hijos.
A mi hermana y mi cuñado, gracias por ser mi amigo y por
amar y orar siempre por mí, incluso cuando mis locuras no
tenían sentido.
A mi suegra, gracias por criar el maravilloso regalo que es
mi esposa y por dejarla ir a las naciones conmigo.
A mi gran familia, gracias por seguir amándonos aunque a
menudo estemos lejos.
A nuestra familia de Kaleo Internacional en todo el mundo.
¡Cada uno de ustedes me inspira! Me siento más que
honrado de servir al Señor junto a héroes de la fe tan
increíbles como ustedes.
A nuestra red de socios y simpatizantes que han orado y
dado con sacrificio a lo largo de los años. Muchas gracias
por sembrar en el reino de Dios.
A nuestra querida familia y amigos en Brownwood, Texas,
gracias por apoyarnos y ser una base para nosotros
durante muchos años. A mis pastores y amigos, Kelly y
Donna Crenshaw gracias por acompañarme en tantas
aventuras salvajes. Kelly me has enseñado mucho sobre el
reino y cómo entrar en el dominio de lo imposible. A Angie
Schum y Peggy Joyce Ruth gracias por invertir en ayudarme
realmente a discipularme durante mis años de universidad.
Peggy Joyce siempre estaré agradecida por cómo tú y tu
esposo Jack invirtieron en este terco y testarudo estudiante
universitario hace tantos años.
A nuestra familia en Iris Global gracias por el cielo abierto
que encontré durante mis tiempos con ustedes en
Mozambique. A Heidi y Rolland Baker, gracias por ser un
ejemplo para todos nosotros de lo que significa vivir una vida
entregada a Dios. A Pamela y Tony Maxwell, gracias por
creer en nosotros y llamarnos a lo más alto.
A toda la familia de Catch The Fire Partners asociada al
Avivamiento de Toronto, gracias por recibirnos y amarnos
incluso cuando estábamos rotos. A John y Carol Arnott
gracias por creer en nosotros y hacer tantos viajes a
México para ayudarnos a empujar por un avivamiento. A
Dan y Gwen Slade gracias por encontrarnos en
Mozambique y creer en el llamado de Dios en nuestras vidas
durante una de las temporadas más difíciles de nuestro
ministerio. A Duncan y Kate Smith gracias por invertir en
nosotros y en el avivamiento en México. Y a tantos otros de
esta increíble red que han orado por nosotros y apoyado
nuestro trabajo alrededor del mundo.
A nuestros queridos amigos Tineke Bouwman, Cameron
Wright, John Peña (sólo por nombrar algunos) ¡Gracias por
introducirnos a otro nivel de las manifestaciones
sobrenaturales del Espíritu Santo! ¡Estamos muy
agradecidos por el quíntuple impacto ministerial que siguen
teniendo en nuestra familia Kaleo!
A Karen Cota y su personal, ¡gracias por ayudarme en el
proceso de escribir, editar y publicar!
Índice
Prólogo por John Arnott
Introducción
Parte 1: Llamados por el Señor
1. Sorprendido por el Llamado de Dios
2. Desviando la Atención Hacia Dios
3. El Encuentro con el Fuego
4. ¿Dónde Estás?
Parte 2: Transformados por el Fuego
5. El Fuego Purificador
6. El Pacto
7. El Cumplimiento
8. El Nuevo Comienzo
9. Cara a Cara con Dios
10. Liberando a los Cautivos
Parte 3: Enviados a las Naciones
11. ¿Quién Está en el Trono?
12. Los que Arden
13. Un Hombre Muerto
14. El Fuego de la Prueba
15. El Latido del Corazón del Señor
16. Viendo y Percibiendo
17. La Nueva Normalidad
18. El Fuego, la Plaga y el Diluvio
19. Tras el Fuego
Conclusión: Portadores de la Gloria
Acerca de Kaleo Internacional
Prólogo
Conocí a Josh Muse en Toronto en una
conferencia de Partners in Harvest en 2014.
Quedé muy impresionado con este joven
misionero de 20 años que parecía tener una
experiencia ministerial más allá de sus años. Él
ya había estado en todo el mundo en varios
campos misioneros llenos de peligro en África y
Asia y América Latina, y parecía ser
poderosamente dirigido/impulsado por el fuego
del Espíritu Santo.
Venía de un trasfondo cristiano conservador con una
sólida base en la palabra de Dios, la Biblia, pero
posteriormente encontró al Espíritu Santo en varios
quebrantamientos arrolladores a través del ministerio de
Heidi y Rolland Baker en Mozambique, en una reunión de
Randy Clark en donde tembló durante una semana bajo el
poder de Dios, y posteriormente, en Catch The Fire Toronto
donde fue nuevamente tocado poderosamente por Dios.
Josh y Olivia fueron revolucionados por estos encuentros
del Espíritu Santo, y comenzaron su ministerio de misiones y
plantación de iglesias, tocando África, Asia y México.
Llamando a su ministerio Kaleo, por la palabra griega que
significa “llamado". Finalmente se establecieron en
Reynosa, México, aterrizando en medio de las guerras
territoriales de los cárteles de droga y de la pobreza y
necesidades de la gente. Como familia están construyendo
una sólida organización misionera en México, así como en
otras naciones alrededor del mundo.
Llamados por el Fuego es un título muy apropiado para
esta aventura llena de fe. Te emocionarás con las historias
de milagro tras milagro que han allanado el camino para que
estos dos jóvenes transformadores con anhelos de cambiar
el mundo ya hayan tenido un impacto global en el cuerpo de
Cristo, mientras plantan una iglesia tras otra y construyen un
increíble equipo de jóvenes líderes en México, África y más
allá. Tú mismo te sentirás animado a alcanzar un ministerio
milagroso mientras también te esfuerzas por llevar el Reino
de Dios, en poder y amor, a un mundo muy roto y herido.
Bien hecho, Josh y Olivia. La historia de su vida es un
testimonio muy convincente de lo que los jóvenes de hoy
pueden lograr para Jesús, cuando sus vidas están rendidas
a Él. Ustedes han experimentado la Gloria y continúan
haciéndolo. El fruto asombroso siempre seguirá a eso.
Este libro es uno que no puedes dejar de leer. Y para ti,
querido lector, estas páginas son una invitación para que
entres en la mayor aventura de tu vida. El escenario está
siendo preparado para un movimiento global de Dios sin
precedentes que será impulsado por señales, milagros. Dios
está buscando amantes radicales de Jesús, dispuestos a
entregar sus vidas y perseguirlo diariamente con oración y
obediencia.
Él te está llamando al fuego de su amor apasionado, para
ser un portador de su gloria.
John Arnott
Fundador, Catch The Fire Ministries
Introducción
No es casualidad que estés leyendo este libro en este
momento. Dios te está llamando. Pero, ¿a qué? El llamado y
la voluntad de Dios para tu vida no son misterios, ni están
ocultos. Dios nos está llamando a cada uno de nosotros, si
elegimos escuchar. Dios usa señales y maravillas para
llamar nuestra atención. Estas señales sirven para
despertarnos de la complacencia y sacarnos de nuestro
adormecimiento espiritual.
Una vez, mientras ministraba en una aldea remota de
Honduras, visitamos un pueblo donde se hablaba una lengua
tribal llamada garifino. Los garifinos son descendientes de
esclavos africanos que escaparon del cautiverio en el
Caribe y se establecieron en América Central. Hablan un
dialecto que es una combinación de varias lenguas de África
occidental.
Nuestro equipo caminaba por las calles de tierra de este
pequeño pueblo orando en lenguas y pidiendo a Dios que
abriera puertas en esa comunidad. De repente vimos detrás
de nosotros a dos chicas adolescentes salir corriendo de
una casa. Tímidamente nos siguieron a distancia
mirándonos atentamente. Después de un momento se
armaron de valor y se acercaron. Nos paramos y les
preguntamos en español qué querían. Una de las chicas dijo
que cuando pasamos por su casa, me oyeron hablar en
lenguas y entendieron lo que decía. Cada una me escuchó
perfectamente en su propio idioma llamándolas a salir.
Una de las chicas no era salva y estaba enferma con un
dolor crónico en el estómago. Empezó a decir que me había
oído llamarla en su idioma y decirle que viniera y se sanara.
La otra chica era creyente. Ella compartió con entusiasmo
que me había oído llamarla en su idioma diciendo que viniera
a recibir el bautismo del Espíritu Santo. Ambas sabían que
Dios las estaba llamando.
Impusimos las manos sobre la chica que necesitaba
sanidad y oración y Dios la sanó en el acto. Ella entregó su
vida a Cristo y cayó al suelo hablando en lenguas. Hicimos
lo mismo sobre la otra chica e inmediatamente el fuego de
Dios cayó sobre ella y fue bautizada en el Espíritu Santo y
comenzó a hablar en lenguas. La gente empezó a salir de
las casas para ver lo que estaba pasando. Comenzamos a
explicar que el Espíritu Santo se estaba moviendo y más
personas salieron para recibir sanidad y entregar sus vidas
a Cristo.
De la misma manera que Dios llamó a estas chicas, Él
también te está llamando a ti ahora. Rendirse al llamado de
Dios requiere que estemos dispuestos a salir de nuestra
zona de confort y entrar en la feroz tormenta que lo rodea.
Cuando Jesús caminó sobre las aguas, sus discípulos
tuvieron miedo. Lo que estaban haciendo estaba tan lejos de
su comprensión que pensaron que era un fantasma. Pedro,
sin embargo, estaba dispuesto a salir y seguir a Jesús hacia
lo desconocido. Pedro le respondió:
«Señor, si eres Tú, mándame que vaya a ti sobre el agua.
“Ven”, dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el
agua en dirección a Jesús» (Mateo 14:28-29).
De la misma manera, Dios nos invita a estar dispuestos a
salir y seguirle. Es aterrador y a la vez estimulante seguir a
Jesús hacia lo desconocido. En nuestro camino de fe,
descubrimos quiénes somos realmente. Al seguir el llamado
de Dios, también descubrimos quiénes somos y quiénes nos
hizo ser. Dentro de cada uno de nosotros hay un profundo
deseo de formar parte de algo mucho más grande que
nosotros mismos. Cada uno de nosotros desea vivir una
vida significativa. Cada uno de nosotros anhela servir a una
causa que tenga importancia en la eternidad. Cada uno de
nosotros clama por un amor que traiga significado a
nuestras vidas.
Cuando escuché por primera vez el llamado del Señor,
cambió la trayectoria y el curso de mi vida. Nunca podría
haber imaginado la aventura, el peligro, la alegría y el amor
que encontraría al seguir el fuego del Señor. Las siguientes
historias son los relatos de los milagros que he visto hacer a
Dios con mis propios ojos y las lecciones que me ha
enseñado a lo largo del camino.
Me gustaría invitarte hoy a unirte a mí en este viaje
mientras seguimos a Jesús en el Fuego.
PARTE 1
Llamados por el Señor
«Cierto día Moisés se encontraba apacentando el rebaño
de su suegro, Jetro, quien era sacerdote de Madián. Llevó el
rebaño al corazón del desierto y llegó al Sinaí, el monte de
Dios. Allí el ángel del Señor se le apareció en un fuego
ardiente, en medio de una zarza. Moisés se quedó mirando
lleno de asombro porque aunque la zarza estaba envuelta en
llamas, no se consumía. “Esto es increíble” —se dijo a sí
mismo—. “¿Por qué esa zarza no se consume? Tengo que
ir a verla de cerca”. Cuando el Señor vio que Moisés se
acercaba para observar mejor, Dios lo llamó desde el medio
de la zarza:
—¡Moisés! ¡Moisés!
—Aquí estoy —respondió él».
Éxodo 3:1-4, NTV.
CAPÍTULO 1

Sorprendido por el Llamado de


Dios
Crecí en una pequeña granja en Texas, fue una infancia
maravillosa. Me enseñaron la Biblia desde muy joven y
acepté a Jesús cuando tenía 5 años. Amaba a mi familia y
nuestra granja; jamás imaginé que dejaría este tipo de vida.
Pero un día, cuando tenía 9 años, estaba sentado en una
clase de escuela dominical en nuestra iglesia mientras los
misioneros destinados en África occidental compartían
sobre su trabajo misionero. Contaban historias del campo y
hablaban de tribus que nunca habían escuchado el
evangelio, de personas que ni siquiera habían oído el
nombre de Jesús. Al haber crecido en el cinturón bíblico, una
intensa región sur de los Estados Unidos donde el
cristianismo evangélico tiene un profundo arraigo social,
esto era algo nuevo e inimaginable para mí.
Me sorprendió y pensé: "Vaya, alguien debería ir y hacer
algo al respecto". De repente, de la nada oí una voz que
decía: "Hijo mío te voy a enviar, serás un misionero. Irás por
todo el mundo llevando el evangelio a los pueblos y tribus no
alcanzados". Me asombré de escuchar la voz de Dios de
esta manera, porque nuestra iglesia era evangélica y muy
conservadora, es decir, no abrazaba públicamente ninguno
de los dones carismáticos, ni enseñaba que Dios nos
hablaba abiertamente hoy en día.
Por esta razón, realmente no tenía una forma de entender
lo que me estaba sucediendo. Mientras estaba sentado allí
rodeado de otros niños, todo parecía callar a mi alrededor
mientras me perdía momentáneamente en este encuentro
con Jesús. Estaba asustado y asombrado de que Dios
decidiera hablarme, así que simplemente dije que sí. No
tenía forma de saber lo que ese sí significaría en mi vida,
pero puedo decir con absoluta certeza que el curso de mi
vida cambió para siempre con ese encuentro.
Hay momentos en nuestras vidas en los que buscamos
conocer la voluntad de Dios y otros momentos en los que los
propósitos soberanos de Dios nos sorprenden de las
maneras más profundas. En mis años de servicio al Señor,
la pregunta más común que recibo de la gente es "¿Cómo
sé si Dios me está llamando?". Mi respuesta es simple y
enfática: Sí, Él te está llamando.
Pero la verdadera pregunta es ¿con qué propósito? Esta
es algo que solo puedes saber si estás dispuesto a entrar
en su ardiente Presencia.
Cierto día Moisés se encontraba apacentando el
rebaño de su suegro, Jetro, quien era sacerdote de
Madián. Llevó el rebaño al corazón del desierto y llegó
al Sinaí, el monte de Dios
Éxodo 3:1 NTV
Moisés era un personaje interesante con una historia
fascinante. Nacido como esclavo hebreo en Egipto durante
una época de horrible genocidio contra su raza, fue
depositado en el río Nilo y encontrado y adoptado por la hija
del faraón. Se crio en el palacio, se le enseñó y educó como
un egipcio, pero en el fondo sabía quién era realmente. Esta
confusión interna de estar atrapado entre dos mundos, le
llevó a asesinar a un egipcio que estaba golpeando a un
esclavo hebreo. Temiendo por su vida, escapó al desierto
para vivir su vida como refugiado. Allí comenzó una nueva
vida y una nueva carrera como pastor, en el lado más lejano
del desierto. ¿Qué es lo único peor que el exilio en el
desierto? El exilio en el lado lejano del desierto. La verdad
es que Moisés había caído hasta donde podía llegar en la
vida y había tocado fondo. No sabía que todo en su vida
hasta ese momento estaba destinado a prepararlo para la
misión que tenía.
Cuando Dios llama a una persona a dar un paso hacia su
destino, su primera parada en el proceso no suele ser la
plenitud de lo que está llamada a hacer. Casi siempre, la
primera parada en el camino hacia su llamado es la parte
trasera del desierto. Las estaciones del desierto en
nuestras vidas hablan del proceso de santificación en el que
estamos llamados a caminar. Es en estas estaciones donde
experimentamos los choques más duros entre nuestro viejo
hombre y la nueva naturaleza en Cristo. El desierto es el
lugar donde debes elegir conscientemente entre las obras
de la carne y las del Espíritu. En el desierto no puedes
esconderte, ni huir, sino que te ves obligado a enfrentarte a
la realidad de ti mismo. Es en ese lugar de vulnerabilidad
donde Dios mismo desea encontrarse contigo.
Se ha dicho que la retrospectiva es 20/20, esto por
supuesto significa que cuando miramos hacia atrás en
nuestro pasado lo vemos más claramente. Creo que
muchas veces olvidamos que los héroes de la Biblia no
habían visto el guion de antemano; al igual que nosotros
tuvieron que obedecer a Dios con fe ciega, sin ver a dónde
iban. De la misma manera que nosotros, la mayoría de ellos
probablemente no tenían idea de la importancia de los
acontecimientos que ocurrían en sus vidas hasta más tarde.
A menudo no vemos las muchas maneras en que los
eventos en nuestras vidas han sido orquestados por Dios
para llevarnos a un lugar para escuchar Su voz y seguir Su
llamado.
Dios sigue llamando a la gente hoy en día, pero a menudo
no lo vemos porque nuestros sentidos espirituales se han
adormecido por falta de uso. Somos constantemente
bombardeados por el mundo que nos rodea. Sin darnos
cuenta nos adormecemos y perdemos de vista el gran
propósito para el que hemos sido creados. Es por esta
razón que Dios elige prender fuego a los arbustos.
CAPÍTULO 2

Desviando la Atención Hacia Dios


Cuando tenía 16 años, volví a escuchar al Señor hablarme
de que tenía que ir a África en un viaje con mi iglesia. Fui y
se lo conté a mis padres, que como es lógico, se mostraron
escépticos y me preguntaron por mis motivos. Finalmente
llegaron a la conclusión de que debía hablar con el pastor
que dirigía el viaje. Después de hablar con él, me informó de
que era demasiado joven para ir solo, a menos que uno de
mis padres me acompañara. Volví a mi casa decidido a
convencer a uno de ellos para que fuera. Discutimos una y
otra vez hasta que finalmente me limité a orar para que Dios
hablara. Unos días más tarde, después de volver a casa de
un viaje de acampar, mi madre me preguntó:
—¿Qué has estado orando?
—Que Dios te dé un sueño o una visión sobre África —le
contesté.
Entonces comenzó a compartir conmigo un sueño que
había recibido unas noches antes. En el sueño, vio que
nuestra granja y todo lo que poseía nuestra familia estaba
rodeado por 3 tornados. A medida que los tornados se
acercaban todo se destruía. Los tornados se acercaban
cada vez más hasta que ella gritó a Dios y dijo:
—¡¿Quieres que me vaya a África?!
Inmediatamente los tornados se detuvieron y todo se
restableció. Ambos nos sentamos en silencio y lloramos
mientras la pesadez de esta palabra se apoderaba de
nosotros en ese momento. Unas semanas más tarde nos
encontramos en un avión rumbo a Kenia, África. Llegué a
África con las historias de David Livingston en mi cabeza
sólo para descubrir que la iglesia de África era mucho más
viva y vibrante que cualquier cosa que hubiera encontrado
en el oeste.
Adoraban a Dios con pasión, oraban con fe y veían
milagros. Realmente, por primera vez vi una imagen del tipo
de cristiano en el que quería convertirme. Volví a Kenia al
año siguiente y mientras estaba allí, conocí a unos
misioneros kenianos que iban a Sudán del Sur. Nos
contaron que Sudán del Sur es un país caluroso, seco,
polvoriento y extremadamente peligroso. Nos contaron que
casi los matan en la guerra civil cuando intentaban predicar
el evangelio. Algo emergió dentro de mí y le pedí al Señor:
—¿Puedo ir a ayudar allí, por favor?
De nuevo, oí Su voz decir claramente:
—Sí, te enviaré.
«Allí el ángel del Señor se le apareció en un fuego
ardiente, en medio de una zarza. Moisés se quedó
mirando lleno de asombro porque aunque la zarza
estaba envuelta en llamas, no se consumía. “Esto es
increíble” —se dijo a sí mismo—. “¿Por qué esa zarza
no se consume? Tengo que ir a verla de cerca”»
(Éxodo 3:2-3, NTV).
Moisés estaba trabajando con el cuidado de las ovejas
cuando de repente vio una maravilla; una zarza que estaba
en llamas pero que no se destruía. La Biblia dice que pensó
para sí mismo: "Me acercaré a ver este extraño
espectáculo, por qué la zarza no se consume". Y cuando
Dios vio que se había desviado del camino que recorría,
decidió que Moisés estaba listo para su encuentro. Se ha
dicho que "el viaje de mil millas comienza con un paso", pero
la pregunta más importante que hay que hacerse es a dónde
te lleva ese paso. Moisés tuvo que decidir apartarse de su
medio de vida (sus ovejas) para acercarse al fuego. Se le
podría llamar irresponsable por descuidar sus deberes y
dejar a sus ovejas desatendidas, pero su curiosidad le
acercó al fuego. Cada uno de nosotros tiene hambre de
acercarse a Su fuego.
En la tradición cristiana en la que me crie, los milagros
eran vistos como algo que pasaba en el pasado pero no hoy.
Aunque ningún cristiano que yo conociera negaba que los
milagros ocurrieran en la Biblia, la mayoría no creía (o vivía
como si lo creyera) que fuera posible ver señales y
maravillas en la era moderna en la que vivíamos. O si
oraban por un milagro, era con el calificativo inmediato de
"hágase Tu voluntad". Lo que básicamente significaba, “sé
que esto probablemente no sucederá”. Pero estos
hermanos africanos oraban de una manera diferente,
oraban creyendo que las cosas sucederían y por primera
vez en mi vida había visto al Espíritu Santo trabajar con
poder. Sabía que necesitaba más de Él.
Poco después, tras graduarme de la escuela secundaria,
encontré un ministerio que me permitió ir con ellos al país
semiindependiente (en ese momento) no reconocido de
Sudán del Sur. Nos enviaron a evangelizar un pueblo cerca
de la frontera con Kenia para ayudar a establecer una nueva
iglesia. Cuando el equipo se dividió para ir a varias aldeas,
fui con un pequeño grupo a una aldea remota y nos
detuvieron los soldados de Sudán del Sur, que sospechaban
de nuestros propósitos allí.
Una facción rebelde llamado ERS (Ejército de Resistencia
del Señor)1 había pasado por esa zona unas semanas antes
y había matado a mucha gente. Este grupo rebelde tenía su
base original en Uganda, pero había sido expulsado hacia el
Congo y Sudán del Sur por el ejército ugandés. Eran
increíblemente brutales y estaban dirigidos por un líder de
culto con complejo de mesías llamado Joseph Kony. El grupo
rebelde de Kony secuestraba niños y les lavaba el cerebro
para convertirlos en niños soldados. Sus seguidores
cometieron muchas atrocidades en el este y centro de
África, a menudo masacrando pueblos enteros. También
mutilaron a multitud de personas cortándoles los brazos y las
piernas con machetes. Esta táctica de terror sirvió para
infundir miedo a las poblaciones locales del ERS. Utilizaba
una combinación de brujería tradicional y cristianismo
distorsionado para controlar a sus seguidores.
En ese momento, el ERS estaba siendo expulsado de
Uganda y operaba principalmente en el Congo y realizaba
incursiones en Sudán del Sur. Naturalmente, como este
grupo decía matar en nombre de Dios, los lugareños
desconfiaban y no querían tener nada que ver con el
cristianismo. Se mostraban recelosos y casi hostiles. No
tenía ni idea de qué hacer. Sólo era un miembro del equipo.
Los líderes nos dijeron que nos dividiéramos en grupos de 2
y que hiciéramos una caminata de oración por el pueblo. Salí
con un intérprete local. Sinceramente, no sabía mucho sobre
la guerra espiritual, así que simplemente empecé a orar las
palabras de la oración del Señor.
La respuesta a mi oración llegó en forma de un soldado
borracho. Dijo a través de mi intérprete: "Khawaja (hombre
blanco en árabe) ven y ora por una de mis esposas, se está
muriendo". Estaba armado y borracho, así que no vi otra
opción que ir con él. Llegamos a su casa, una pequeña
cabaña de barro y hierba. Me sorprendió lo que vi cuando
entramos; una mujer desnuda sobre una alfombra de hierba,
muriéndose de lo que nos dijeron era meningitis. Tenía los
ojos abiertos, pero vidriosos, y aunque respiraba de forma
superficial y áspera, como si estuviera cerca de la muerte.
Los brujos la habían quemado con hierros calientes para
expulsar la enfermedad.
Miré a esta mujer pensando "¿qué puedo hacer para
ayudarla?". Mi intérprete, un pastor local, me indicó que
debíamos imponerle las manos. No tenía ni idea de qué
hacer, nunca había visto una sanidad milagrosa en mi vida.
Mientras le imponía las manos, comencé a orar la palabra
de la oración del Señor, "venga Tu Reino, hágase Tu
voluntad. Así en la tierra como en el cielo". Mientras
estábamos arrodillados orando por ella con los ojos
cerrados, se sentó de repente. ¡Me sorprendió tanto que
casi me caigo! Ella estaba igualmente sorprendida de ver a
un hombre blanco en su casa. "¿Estoy muerta?", preguntó.
Me llevó un rato ordenar mis pensamientos lo suficiente
como para responder, a través del intérprete, que Jesús la
había sanado.
Compartimos el evangelio con ella y decidió entregar su
vida a Jesús. En ese momento su marido salió de su
borrachera y vio a su mujer, que creyó iba a morir, muy viva
limpiando su casa. "¡Mi mujer está viva!”, gritó e
inmediatamente salió de la casa para reunir gente que
viniera a ver lo que el Señor había hecho. Al salir de la casa
los vecinos empezaron a traer niños enfermos para que
oráramos por ellos.
Ese día se estableció una iglesia en esa comunidad.
Soldados que unos días antes no habían querido tener nada
que ver con Jesús comenzaron a entregar sus vidas a
Cristo debido a los milagros que Él estaba haciendo entre
ellos. Aquella noche me acosté en mi cama sin poder dormir.
Asombrado por lo que había visto ese día, recuerdo que le
dije al Señor: "así es como quiero vivir el resto de mi vida,
con Tu poder".

Un grupo de mujeres pokot escuchando una presentación del


evangelio..
Mujeres pokot bailando y cantando para dar la bienvenida a
nuestro equipo a su aldea.
Aterrizaje en una pista de polvo cerca de Torit, Sudán del Sur.
Tukals: casas rurales tradicionales en Sudán del Sur hechas con
techos de pasto y paredes de barro.
Comida local sudanesa favorita: termitas fritas.

1 Las siglas en inglés son LRA por Lord´s Resistance Army.


CAPÍTULO 3

El Encuentro con el Fuego


Después de mi viaje a Sudán del Sur, fui a visitar a unos
amigos misioneros en el norte de Uganda. Este ministerio
era diferente a todo lo que había encontrado porque no
tenían ningún reparo sobre el movimiento del Espíritu Santo.
En aquellos días el norte de Uganda aún se estaba
recuperando de la guerra civil con el ERS. El avivamiento
había estallado entre los creyentes del norte de Uganda.
Antes del avivamiento, el gobierno ugandés había sido
incapaz de derrotar a los rebeldes a pesar de años de
brutales combates. Miles de personas huyeron a campos de
desplazados internos mientras los combates se prolongaban
en sus pueblos. En medio de ese caos, Dios levantó líderes
de avivamiento que oraron y ayunaron para ver un avance
en su país. El resultado fue una amplia victoria en el norte
contra el ERS y miles de personas nacieron de nuevo y se
plantaron muchas iglesias.
Mientras visitaba este ministerio, me quedé en el
dormitorio de los hombres y me sorprendió cómo los
cristianos se levantaban temprano y comenzaban a orar en
voz alta en otro idioma (pensé que estaban hablando un
dialecto tribal, pero descubrí después que en realidad era el
don de lenguas). Estos hombres podían orar durante horas.
Cuando lo hacían, realmente creían que Dios se movería, ¡y
Él lo hacía! Fui con ellos a las aldeas y los vi predicar el
evangelio con señales y maravillas. Los vi expulsar a los
demonios de las personas oprimidas y predicar con un
poder que nunca antes había encontrado. No entendía lo
que faltaba en mi vida, pero sabía que necesitaba lo que
ellos tenían. Así que finalmente, frustrado, les pregunté a
algunos de ellos, "¿qué tienen ustedes que yo no tenga?".
Con una sonrisa me respondieron: "Necesitas el fuego del
Espíritu Santo”.
Yo no sabía qué era ese fuego, pero en mi corazón sabía
que necesitaba el Espíritu Santo más que cualquier otra
cosa en mi vida. "¿Cómo puedo recibir el Fuego?”, pregunté.
Entonces me explicaron sobre el bautismo del Espíritu
Santo. Que Jesús envió al Espíritu Santo en Pentecostés
para bautizar a la iglesia con Su poder y darles la unción
para cumplir la comisión. Ellos explicaron que yo hablaría en
nuevas lenguas y sería bautizado en el poder de Dios.
Cuando comenzaron a orar, sentí que el fuego venía sobre
mí y comencé a hablar en otro idioma. No entendía bien lo
que significaba todo esto, pero sabía que algo había
cambiado radicalmente en mi vida. Unos días después de
ese encuentro con Dios, recuerdo que estaba sentado en un
servicio de la iglesia en Uganda cuando una mujer
endemoniada entró y comenzó a interrumpir el servicio. Me
levanté de mi silla, me acerqué a ella y con una autoridad
que nunca había experimentado antes le ordené al demonio
que se fuera. El demonio chilló y dejó a la mujer. En ese
momento supe que algo había cambiado realmente en mí.
«Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba para
observar mejor, Dios lo llamó desde el medio de la
zarza: “¡Moisés! ¡Moisés!”
Éxodo 3:4, NTV
¡Tú y yo fuimos hechos para vivir una vida llena de fuego!
¡Dios está esperando que nos desviemos de nuestras
actividades y nos centremos en Él! Cuando Moisés se volvió
para enfrentar el fuego de Dios, Él mismo le habló a Moisés
desde el fuego llamándolo por su nombre. Sólo puedo
imaginar lo poderoso que fue para Moisés que Dios lo
llamara por su nombre. La llamada de Dios a nosotros es
muy personal. Él quiere tocarnos con su fuego y hablar
directamente a nuestros corazones. Es interesante que el
fuego sea un tema recurrente tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamento. En el Antiguo Pacto el fuego suele
significar purificación y llamado. Juan el Bautista dijo:
«Yo los bautizo a ustedes con agua —les respondió
Juan a todos—. Pero está por llegar uno más poderoso
que yo, a quien ni siquiera merezco desatarle la correa
de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo
y con fuego»
Lucas 3:16
Este bautismo en fuego es una de las cosas más
transformadoras que pueden ocurrir en la vida de un
cristiano. De hecho, Jesús dijo a sus discípulos que no
salieran hasta que hubieran recibido el poder del Espíritu
Santo.
«Una vez, mientras comía con ellos les ordenó, “No se
alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del
Padre, de la cual les he hablado: Juan bautizó con
agua, pero dentro de pocos días ustedes serán
bautizados con el Espíritu Santo”»
Hechos 1:4-5
Dios sigue llamándonos a entrar en Su presencia ardiente.
El bautismo del Espíritu Santo es una experiencia poderosa
en la vida del creyente que le capacita para cumplir el
llamado de Dios en su vida. Después de esta experiencia
con el fuego de Dios, nos invita a seguirle en el desierto. Las
temporadas de desierto en nuestras vidas son cruciales en
la formación de nuestro carácter. Jesús mismo fue un
modelo cuando fue bautizado por Juan.
«En esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y
fue bautizado por Juan en el Jordán. En seguida, al
subir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el
Espíritu bajaba sobre él como una paloma. También se
oyó una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo
amado; estoy muy complacido contigo”. En seguida el
Espíritu lo impulsó a ir al desierto»
Marcos 1:9-12
En este pasaje, Jesús fue bautizado en agua y ungido por
el Espíritu de Dios (como lo indica la paloma que desciende
del cielo), pero no fue conducido por el Espíritu directamente
al púlpito o al estrado, sino que fue llevado inmediatamente
al desierto para ser probado. Muchos creyentes están
motivados por una "mentalidad de carrera" con respecto a
su ministerio. Esta mentalidad busca la promoción y el
"éxito" en el ministerio a través de la obtención de una
posición y un salario. Por esta razón, muchos jóvenes se
van a los seminarios con la esperanza de encontrar a Dios y
salen con un plan de carrera para el "éxito" en un sistema
religioso.
Es por eso que muchos pastores saltan de iglesia en
iglesia buscando ver quién les pagará más, o les
proporcionará mejores beneficios u oportunidades. Este
patrón nos deja huecos y sin una visión. No tengo nada en
contra de que los ministros se ganen la vida, creo que es
bíblico y correcto. Sin embargo, también creo que Dios
desea restaurar un celo puro en su iglesia para seguir el
llamado de Dios con gran pasión sin importar el costo. Para
poder seguirlo y ser usados por su Espíritu debemos estar
dispuestos a seguirlo a donde sea que Él nos guíe.
Debemos liberarnos de esta mentalidad de carrera
ministerial y aprender a buscar la presencia de Dios por
encima de todo y estar dispuestos a seguirlo en el desierto y
en el fuego.
Es importante reconocer el tipo de desierto en el que
podemos encontrarnos. A veces podemos encontrarnos en
un desierto creado por nosotros mismos, como Moisés, que
acabó en el desierto a causa de su propio pecado. O, como
Jesús, podemos encontrarnos sirviendo en un lugar difícil
como un acto de obediencia. La única manera de salir del
desierto causado por nuestras propias acciones es a través
del arrepentimiento, mientras que el desierto de la prueba
requiere una obediencia radical.
En 2007 estaba sentado con un grupo de líderes
misioneros en una reunión en Dallas, Tx. Estaban
discutiendo las áreas con mayor necesidad del evangelio en
Sudán del Sur. Mencionaron que había un pastor en un
estado llamado Alto Nilo que había sido entrenado en Kenia
pero que había regresado a su pueblo y nadie había ido a
visitarlo. Dijeron que la zona era muy inestable porque
estaba en la frontera entre el norte y el sur y era muy
remota. Aún así les dije que quería ir. Se miraron sin saber
si hablaba en serio. Al cabo de unos meses pudimos
ponernos en contacto con el pastor y aceptó acogerme en
un viaje de exploración. En ese momento, Sudán del Sur aún
no era un país reconocido. Habían luchado en una brutal
guerra civil contra el gobierno del norte y después de
muchos años ganaron su libertad. En ese momento estaban
en proceso de reconstruir su país. La capital, Juba, había
sido duramente golpeada por la guerra.
Cuando llegué a Juba recuerdo haber mirado desde el
avión y ver los aviones de combate derribados y los tanques
explotados de la guerra que simplemente habían sido
empujados a ambos lados de la pista. Los indicios de los
cráteres recién rellenados por los bombardeos aéreos
estaban esparcidos esporádicamente por la pista. Al bajar
del avión, vi que soldados del SPLA22 (Ejército Popular de
Liberación de Sudán) fuertemente armados hacían guardia
por todas partes con perímetros de sacos de arena
alrededor de edificios estratégicos. Tras pasar por el
caótico sistema de inmigración, me informaron de que no
había vuelos a Malakal desde Juba. En mi limitado árabe, el
personal del aeropuerto me dijo que nadie volaba allí. Me
alejé del mostrador sintiéndome completamente abrumado y
solo en un país donde no hablaba el idioma ni tenía amigos.
Mientras estaba allí, sin saber qué hacer, un hombre dinka
muy alto se acercó a mí y me preguntó en un inglés perfecto
si necesitaba ayuda. Le expliqué la situación y me llevó a la
oficina correcta; en pocos minutos tenía un vuelo a Malakal.
Le di las gracias y me explicó que había sido un refugiado en
Estados Unidos durante la guerra y que se alegraba de
poder ayudar a alguien del país que le había acogido.
Mientras caminaba por las calles de Juba para encontrar
un lugar donde alojarme. Vi todavía más cráteres de las
bombas que habían sido lanzadas no hacía mucho tiempo
en la guerra, así como tanques y vehículos militares
destruidos en medio de las carreteras. Los carteles en las
afueras de la ciudad advertían a la gente de que no
caminara por ciertas zonas que aún no habían sido barridas
en busca de minas terrestres. Era una sensación surrealista
para un chico de pueblo que caminaba por esas calles y
veía imágenes que parecían sacadas de un National
Geographic.
Unos días más tarde pude tomar el vuelo a Malakal.
Conocí al pastor local, un hombre dinka muy alto llamado
John. Viajamos durante varias horas en la parte trasera de
un camión hasta su pueblo, llamado Baliet. Su familia estaba
construyendo para mí una simple choza de barro para que
fuera mi hogar.
Los dinka son pastores nómadas muy altos cuya vida gira
en torno a su ganado. Al haber crecido en un rancho, me
sentí muy a gusto entre estas increíbles personas. Los
hombres se pasaban el día en los pastizales protegiendo a
sus vacas. Por la noche las llevaban a los pueblos y con el
estiércol seco de los días anteriores, encendían cientos de
pequeñas hogueras alrededor de las vacas para ahuyentar
a los mosquitos. Esto dejaba una espeluznante neblina
sobre la aldea y dejaba a casi todos con una tos perpetua.
Aunque muchos de los dinkas de la zona se habían
convertido al cristianismo o al islam, seguían practicando su
religión animista tradicional.
A los pocos días de llegar a la aldea me reuní con los
ancianos de la tribu dinka para explicarles mi misión y mi
propósito allí. Les hablé del Evangelio en su oscura choza
llena de humo. Después de compartirlo, los ancianos
empezaron a hablar. Se burlaron de las iglesias de las
aldeas que cantaban canciones y predicaban sobre un Dios
de poder, pero no veían a la gente sanada por sus
oraciones.
Un anciano me señaló con el dedo en la cara y dijo:
"cuando nuestras familias estaban enfermas las llevábamos
a las iglesias y no pasaba nada; cuando nuestras esposas
no podían tener hijos las llevábamos a las iglesias y oraban
pero no pasaba nada. Sin embargo, cuando las llevábamos
a los brujos y hacíamos sacrificios a los espíritus
recibíamos los milagros que necesitábamos. Cuando tu Dios
haga milagros entre nosotros optaremos por creer en Él,
pero hasta el día en que tu Dios muestre su poder
seguiremos nuestras costumbres tradicionales".
Sentí que no tenía una buena respuesta para esto, pero
respondí que había visto el poder de Dios demostrado en mi
vida y que oraría creyendo que ellos verían el poder del
evangelio y llegarían a creer en Cristo.
Pasé los siguientes años evangelizando y ayudando a
multiplicar las iglesias. Empezamos programas para cuidar a
las viudas y a los huérfanos y vimos que las iglesias
empezaban a crecer y que se plantaban nuevas iglesias,
pero aún así, había un problema. Para la gente que sigue las
religiones animistas, poder ver a Dios como poderoso es
clave para su decisión de convertirse. A menudo, los
occidentales ven a las personas que siguen estas religiones
y piensan que son primitivas o poco inteligentes; sin
embargo, nada más lejos de la realidad. Estas religiones
tribales son complejos sistemas de creencias en los que el
adepto debe ganarse el favor de los espíritus demoníacos
para obtener prestigio y poder en su comunidad. Los
animistas se ven a sí mismos como atrapados en medio de
poderosas fuerzas invisibles. Los sistemas religiosos están
controlados por chamanes y curanderos que actúan como
médiums entre los espíritus y el pueblo.
Los chamanes recurren a sacrificios humanos (en algunas
culturas) y de animales para ganarse el favor de los
espíritus. He visto que muchos de estos brujos son capaces
de hacer milagros a través del poder de los espíritus, pero
los demonios no son altruistas en sus motivaciones y
siempre requieren algo a cambio. A muchos curanderos o
chamanes poderosos se les ha exigido incluso el sacrificio
de familiares cercanos para obtener más poder. En estas
religiones no hay nada hecho por los espíritus que esté
motivado realmente por el amor, todo se basa en el miedo.
La mayoría de los animistas entienden que hay un Dios
creador supremo que está por encima de todos los demás
espíritus. Sin embargo, la mayoría de la gente cree que este
Dios es distante e incognoscible.
Para que ellos puedan creer, deben encontrar un amor
sobrenatural que tenga el poder de liberarlos de su opresión.
En el pasado, los misioneros han intentado "educar" el
animismo de los pueblos tribales o incluso prohibir (en la
época colonial) sus prácticas. Estas acciones pueden haber
provocado una conformidad externa, pero siguen dejando a
la gente atada al miedo de las fuerzas espirituales porque no
han encontrado el poder de Jesús para liberarlos. A medida
que me familiaricé con las iglesias locales, vi que en este
vacío de poder muchos "cristianos" también buscaban la
ayuda de brujas y curanderos tradicionales. Había mucha
confusión debido a la creencia de que Dios era distante,
difícil de conocer y entender. En gran parte del mundo
occidental la gente es ignorante del mundo espiritual y a
menudo no cree que los demonios existan.
A menudo, los misioneros occidentales intentan convertir a
los pueblos animistas al occidentalismo en lugar de al
verdadero cristianismo. Ya había visto esto antes y no
quería cometer ese error. Gran parte del Nuevo Testamento
fue escrito para gente ligada al animismo y al espiritismo. El
apóstol Pablo escribió a gente así.
«No les hablé ni les prediqué con palabras sabias y
elocuentes, sino con demostración del poder del
Espíritu, para que la fe de ustedes no dependiera de la
sabiduría humana, sino del poder de Dios»
1 Corintios 2:4-5
Continué sirviendo en esa región de Sudán del Sur durante
unos 5 años. Seguí viajando de un lado a otro, así como
haciendo viajes a otras naciones. Aprendí su cultura y cómo
comunicar los fundamentos del evangelio en su idioma. Oré
y ayuné por un despertar en la iglesia que impactara a la
comunidad.
Este tiempo en Sudán del Sur fue increíblemente poderoso
para mi crecimiento espiritual, fue un mejor entrenamiento
para mí que cualquier seminario al que hubiera podido
asistir. Allí aprendí a enseñar, a predicar, a ayunar y a
buscar a Dios. Empecé a orar por los enfermos, pero no vi
ningún milagro de sanidad verificable a pesar de haber
orado por cientos de personas. Este país era duro y áspero
pero al mismo tiempo, hermoso y majestuoso. Era una tierra
implacable y volátil que se tambaleaba constantemente al
borde de la guerra. Fue en este desierto donde creo que
aprendí realmente lo que significa buscar a Dios.
Una vez, mientras estaba sentado en mi cabaña, el Señor
me habló para que regresara a los Estados Unidos y
estudiara. Me dijo que venía una nueva temporada de
entrenamiento y preparación para prepararme para lo que
tenía que hacer. Lloré al escuchar estas palabras. Quería
pasar el resto de mi vida en un lugar así y sentía que el
tiempo en el oeste sería un tiempo perdido en mi vida. Pero
decidí obedecer. El Señor me abrió la puerta de par en par
para estudiar durante esta temporada y me proporcionó una
beca completa para una universidad en el centro de Texas
llamada Howard Payne. Durante ese tiempo continué
haciendo ministerio cada vez que tenía la oportunidad. Cada
receso viajaba a Sudán del Sur y a otras naciones para
ministrar y compartir el evangelio.

Durante las guerras del Ejército de Resistencia del Señor (LRA,


por sus siglas en inglés), la mayoría de los ugandeses del norte
huyeron de sus aldeas en la “selva” y se reunieron en campos
masivos de desplazados internos donde había cierto grado de
protección contra los rebeldes. Estos campamentos se convirtieron
en epicentros del avivamiento que se extendió por la parte norte
del país.
En los campamentos de desplazados internos era común que las
hijas mayores, a menudo solo niñas pequeñas, cuidaran a sus
hermanos menores mientras sus padres trabajaban sus cultivos
fuera de los campamentos.
Los dinka -que son personas muy altas- es la tribu nómada más
grande de Sudán del Sur. Antes de la guerra, los hombres
normalmente conducían sus grandes rebaños de ganado a través
de áreas remotas para pastar. Debido a la guerra, la mayoría de
las personas nómadas perdieron sus rebaños y posteriormente su
forma de vida.
En la sociedad dinka, las aldeas están dirigidas por ancianos y
jefes que son responsables de la dirección cultural y espiritual de
sus aldeas.
En muchas regiones remotas de África, los vehículos no son
fiables porque es imposible obtener piezas de repuesto, por lo que
el transporte a la antigua es a veces la mejor opción.

2 Sudan People Liberation Army (SPLA por sus siglas en inglés).


CAPÍTULO 4

¿Dónde Estás?
Después de ser bautizado en el Espíritu Santo estaba
increíblemente hambriento de ser entrenado en cómo
caminar en el Espíritu. Mientras estudiaba en Brownwood,
Texas, me sentía muy solo, no conocía a ningún
estadounidense que realmente caminara en el poder del
Espíritu Santo como lo hacían los africanos. Mientras
estudiaba para mi licenciatura conocí a un grupo de
estudiantes universitarios carismáticos que se reunían en
una cafetería en el campus de la Universidad Howard
Payne llamada Crosslines. Estaba muy emocionado por
conocer a personas que pudieran ayudarme a entender la
base bíblica de las experiencias que había tenido con el
Espíritu Santo. Nunca había tenido la oportunidad de ser
discipulado intencionalmente por creyentes que estaban
llenos del Espíritu Santo y que valoraban tanto el poder del
Espíritu como la estabilidad de la palabra de Dios.
Después de unos meses de ser parte de este ministerio,
fui invitado a ir a una reunión de avivamiento en una gran
iglesia bautista en Abilene, Tx. Un hombre llamado Randy
Clark estaba hablando esa noche. Randy ha sido
instrumental en el nacimiento de múltiples avivamientos
alrededor del mundo. Sin embargo, había leído muchas
cosas negativas en Internet que me ponían nervioso. Llegué
con un pequeño grupo de mi escuela y me senté en la parte
de atrás (por si las cosas se volvían demasiado locas).
Cuando empezó el culto, vi a la gente tirada en el suelo
temblando, otras personas se reían mientras otras cantaban
y bailaban. Luego, cuando Randy comenzó a ministrar, las
cosas empezaron a volverse aún más locas. Él dio palabras
de conocimiento y la gente estaba siendo sanada. Empezó a
hablar sobre la unción de Dios y la impartición.
Yo estaba conmovido por su mensaje, pero también
estaba asustado por lo que estaba pasando a mi alrededor.
Empecé a juzgar a la gente que se reía y temblaba. Incluso
me pregunté si lo que estaban haciendo era demoníaco o
provenía del Espíritu Santo. Sin embargo, tan pronto como
este pensamiento cruzó mi mente, sentí que algo como la
electricidad pasaba por mis manos y brazos y cuando miré
mis manos, me sorprendió verlas temblando
incontrolablemente. Me asusté, ya que empecé a sentir que
la electricidad recorría todo mi cuerpo y no podía dejar de
temblar. De repente oí al Espíritu Santo hablarme diciendo:
—Esto no es un demonio. Este soy Yo.
—¿Qué estás haciendo entonces Señor? —pregunté.
—Te has vuelto duro, seco y religioso y estoy sacudiendo
eso de ti esta noche —fue Su respuesta.
En ese momento Randy comenzó a llamar a todos los que
estaban siendo tocados por el Espíritu Santo para que
vinieran al frente para una impartición. Apenas podía
caminar, pero me dirigí al frente. No recuerdo mucho de lo
que pasó esa noche pero en ese encuentro con el Espíritu
Santo, sé que fui liberado de un espíritu religioso que me
había hecho dudar del Señor por muchos años. Esa noche
representó un punto de inflexión en mi camino con el Espíritu
Santo. Cuando mi hambre de Dios superó mi miedo a lo
desconocido. Fui radicalmente tocado por la presencia de
Dios aquella noche, y no pude dejar de temblar durante una
semana.
...Y Moisés dijo: «Aquí estoy»
Éxodo. 3:4, NTV
En Génesis 3, Adán y Eva pecaron contra Dios y la Biblia
dice que sus ojos se abrieron para comprender el mal del
pecado. Sus acciones pusieron en marcha una espiral
descendente en su relación con Dios que cada uno de
nosotros, como sus descendientes, hemos continuado a
través de las generaciones. Al ver lo que habían hecho,
huyeron y se escondieron de Dios. Cuando Dios llegó a
ellos, los llamó diciendo "Adán, ¿dónde estás?". Ahora,
obviamente Dios sabía exactamente dónde estaba Adán,
nada de lo que podamos hacer lo tomará por sorpresa. Sin
embargo, la razón por la que Dios llamó a Adán fue para que
éste tuviera que tener en cuenta a dónde le habían llevado
sus acciones.
Cuando mi hijo Caleb era un niño pequeño, no le gustaba
dejar de jugar el tiempo suficiente para que le cambiaran el
pañal, así que para evitar este horrible destino de tener que
tener un nuevo pañal se escondía debajo de la mesa. Ahora,
todos en la casa podían oler que algo andaba mal, pero él
continuaba escondiendo su suciedad. Yo sabía exactamente
dónde estaba, no se escondía de mí, sin embargo
prolongaba el proceso escondiéndose. En muchos sentidos,
así es como actuamos en nuestras relaciones con Dios. La
naturaleza humana, desde la caída de Adán, ha sido
esconder y ocultar nuestro pecado, nuestras faltas y
nuestros errores. Dios no nos persigue para arrastrarnos.
Por el contrario, nos llama, como lo hizo con Adán, como lo
hizo con Moisés y nos invita a venir a Él como un acto de
nuestra propia voluntad.
Una vez, mientras volaba por el aeropuerto de Juba, que
es la capital de Sudán del Sur, llegué sólo para descubrir que
mi vuelo de conexión había sido cancelado. Me sentí muy
frustrado, pero finalmente pude reservar otro vuelo para el
día siguiente. Al pasar por la aduana el día de mi vuelo, vi a
un chino sentado en la sala de espera. Me senté cerca de él
y le saludé en mandarín, se sorprendió y se alegró de oír un
saludo familiar. Después de explicarle que sólo sabía unas
pocas palabras, cambiamos al inglés y comencé a compartir
el evangelio. Sacudió la cabeza con incredulidad, se rio
mientras me contaba que su madre era cristiana y llevaba
años intentando que aceptara a Jesús. Salió de su casa con
la esperanza de escapar del constante bombardeo, pero se
encontró sentado al lado de pastores y misioneros en casi
todos los lugares a los que iba. Seguimos hablando unos
minutos más y le dije que prestara atención porque Dios le
estaba hablando. Unos meses más tarde estaba viajando
por el mismo aeropuerto. De nuevo estaba sentado al lado
del mismo hombre, había estado trabajando en una parte
completamente diferente del país y ahora estaba en su
camino de regreso a China. Me miró con incredulidad.
—Dios te persigue, amigo mío. Es hora de dejar de correr
—le dije. Finalmente cedió y decidió que seguiría a Cristo.
Seguir a Dios no es fácil, requiere sacrificio, pero no el
sacrificio que a menudo pensamos. Jesús ya sacrificó todo
por nosotros para que pudiéramos recibir nuestra salvación
como un regalo gratuito, no por buenas obras sino por Su
gracia. No hay realmente nada que podamos hacer para
ganar Su regalo. La mayoría de las cosas a las que Jesús
nos pide que renunciemos son las mismas que nos están
destruyendo. La belleza del evangelio es que es un gran
intercambio, Él nos da Su vida y nosotros recibimos la
salvación pero a su vez debemos entregarle nuestro
pecado, adicción, enfermedad y vergüenza. De esta manera
no perdemos nada cuando nos alejamos del pecado y
ganamos todo al seguir a Jesús. Sin embargo, una vez que
eres salvo, tomar la decisión de seguir a Cristo como su
discípulo requiere que nos alejemos y dejemos las cosas
que podemos pensar que son muy importantes. Pero en
realidad, las cosas a las que puede pedirnos que
renunciemos son cosas temporales y no durarán en la
eternidad. Cuando Jesús nos llama a acercarnos a Su fuego
puede costarnos. Acudir a su llamado puede costar tu
carrera, tus relaciones, tus planes, tu reputación económica.
Durante mi tiempo en los Estados Unidos, conocí a una
joven de mi ciudad natal y me enamoré. Ambos pensamos
que nos casaríamos y empezamos a hacer planes para
nuestro futuro juntos. Sin embargo, cada vez que le
preguntaba al Señor, escuchaba inmediatamente un sí y un
no al mismo tiempo. Esto me confundía completamente, pero
lo atribuía al estrés. Después de todo, ella parecía perfecta.
Formábamos parte del mismo ministerio. Ella decía haber
sido llamada a las misiones. Me convencí de que todo
estaba bien. Ambos fuimos a un viaje misionero con nuestro
ministerio universitario a Filipinas. Este viaje fue una intensa
introducción a las misiones. Filipinas es un país hermoso,
las iglesias con las que trabajamos estaban llenas del poder
del Espíritu Santo. Los pastores que nos acogieron tenían
una intensa vida de oración que nos humilló y una pasión por
compartir el evangelio y orar por los enfermos que nunca
había encontrado.
Todas las mañanas se reunían en la iglesia donde nos
alojábamos y empezaban a orar a las 5 o 6 de la mañana.
Nos uníamos a ellos en la oración y juntos orábamos en
lenguas durante varias horas buscando la presencia de
Dios. Después de algunas horas de este intenso tiempo de
oración, salíamos y comenzábamos el ministerio en la calle.
Generalmente terminábamos nuestros días con cruzadas al
aire libre, la mayoría de los días no nos íbamos a dormir
hasta la 1 de la mañana. Era un horario intenso de
campamento de entrenamiento para construir nuestra fe y
nuestra resistencia. Durante este tiempo, vimos a Dios
hacer muchos milagros increíbles.
Una noche nuestro equipo viajó a una isla remota.
Estábamos intercediendo y preparándonos para un evento
evangelístico por la noche en un parque local. Durante la
oración el Señor me dijo que esa noche lo imposible sería
posible. Yo estaba muy emocionado y esa noche mientras
empezábamos el evento, estaba continuamente mirando
alrededor para no perderme de la cosa imposible que Jesús
iba a hacer.
Después del mensaje comenzamos a orar por los
enfermos y una mujer se acercó llevando a un niño pequeño
y pidió oración por su espalda, pero mientras orábamos por
ella, nos dimos cuenta de que al niño le pasaba algo. Nos
contó que había nacido con parálisis cerebral y que nunca
había podido caminar. Le preguntamos si podíamos orar por
él. Nos dijo que sí y lo puso en el suelo, mientras ella se
colocaba detrás de él sosteniéndolo. Nos reunimos y
empezamos a orar. Al cabo de unos 15 minutos empezó a
llorar, sus piernitas seguían siendo muy inestables y quería
que su madre lo volviera a levantar. La madre también
quería irse a casa, pero insistimos. Después de unos 30
minutos, los pastores locales nos decían que teníamos que
irnos y que teníamos que terminar. Estábamos a punto de
dejar de orar cuando una de las chicas americanas del
equipo compartió que el Señor le preguntaba si estábamos
dispuestos a perseverar en oración. Todos dijimos que sí, y
continuamos orando por el niño y de repente, después de
casi una hora orando, su tobillo se enderezó y dio un paso,
luego el otro tobillo se enderezó y dio otro paso. Su madre,
sorprendida, lo soltó y el niño comenzó a caminar por
primera vez en su vida. Luego, tras mirar a su alrededor y
darse cuenta de que caminaba solo, empezó a correr a toda
velocidad por la cancha de baloncesto. Luego subió y bajó
las escaleras de las gradas. Su madre se sentó
completamente sorprendida por lo que estaba viendo.
Comenzó a llorar incontrolablemente y entregó su vida a
Jesús después de ver este milagro que cambió para
siempre la vida de su hijo.
Durante este tiempo llegué a comprender más que nunca
la conexión directa entre la intercesión llena del Espíritu y los
milagros. Así como la necesidad de perseverar en la oración
hasta que veamos el avance.
La intensidad del viaje también me ayudó enormemente
porque se me hizo obvio que la joven con la que me iba a
casar no era apta para una vida de misiones en el
extranjero. Ella no podía soportar la comida, la diferencia
cultural o la intensidad del ministerio. No sabía qué hacer,
estaba enamorado, pero sabía en el fondo de mi corazón
que ella no compartía mi llamado. Volví a casa, ayuné y oré.
Tenía una pregunta difícil, ¿podría casarme con ella o no?
Durante ese tiempo, escuché la voz de Dios con claridad. Él
me dijo que sí, que podía casarme con ella, pero que tenía
que saber que si lo hacía, nunca cumpliría el llamado que Él
tenía para mí. Esto fue increíblemente difícil de escuchar
porque estaba enamorado, pero el temor del Señor me
obligó a elegir Su plan para mi vida en lugar del mío. Al día
siguiente, me reuní con ella y terminé nuestra relación. Fue
muy duro, pero sabía que tenía que hacerlo para cumplir con
mi llamado.
Dios nos llama constantemente, pero muchas veces las
circunstancias de nuestras vidas nos distraen de Su voz y
nos dejan confundidos sobre Su naturaleza y propósito. Dios
no gritará más fuerte que tu propio corazón, sino que
utilizará las situaciones de la vida para llamar nuestra
atención y empujarnos hacia el encuentro con Aquel que
puede cambiarnos. Las acciones de Moisés le habían
llevado al desierto, pero la soberanía y la bondad de Dios le
llevaron al fuego. Moisés vio una señal, una zarza ardiente
que llamó su atención. La gente me pregunta a menudo:
"¿Por qué hace Dios milagros?" Mi respuesta es sencilla,
Dios quiere llamar nuestra atención para que conozcamos y
experimentemos Su presencia y Su amor y seamos
transformados. ¡Las señales nos señalan a alguien!
En 2010, mientras estaba en la Universidad, comencé a
reunirme con un pequeño grupo de hombres para orar a las
6 de la mañana. Durante una de estas mañanas alguien dijo
que necesitábamos orar por Ciudad Juárez porque la
violencia se había salido de control. Nos leyó un artículo
sobre cómo los anteriores jefes de policía en un pueblo a las
afueras de Juárez, llamado Praxedis, habían sido
ejecutados por un cártel de drogas. Después de estos
brutales asesinatos, nadie quería el puesto. Una joven de
Juárez recién graduada en la universidad se presentó y
aceptó el puesto. La persona que escribía el artículo no
esperaba que viviera mucho tiempo antes de ser asesinada
por el cártel. Después de la reunión de oración, me reuní
con uno de mis buenos amigos que también sentía que
debía ir y decidimos hacer un viaje a Praxedis para
compartir el evangelio con la jefa de policía.
Ese viernes después de la clase nos pusimos en camino a
Ciudad Juárez. Mientras conducíamos las 9 horas de
Brownwood a El Paso seguimos leyendo más sobre la
ciudad a la que íbamos. En ese momento Juárez estaba
catalogada como una de las ciudades más violentas del
mundo con un promedio de once asesinatos al día. Me puse
en contacto con una persona que conocía de un breve viaje
misionero que había hecho allí muchos años antes.
Llegamos y nos dirigimos a Praxedis donde encontramos la
comisaría de policía. Nos estacionamos delante del edificio.
Al subir, vimos las puertas atrincheradas con gruesas
planchas de hierro atornilladas a las paredes para cubrir las
ventanas. Había sacos de arena delante de las puertas y
podíamos ver el brillo de varios rifles a través de los
agujeros de las paredes.
Una mujer policía con un pesado chaleco antibalas nos
recibió en la entrada y nos preguntó qué queríamos. “Hemos
venido a orar por ustedes”, le dijimos. La mujer se
sorprendió, pero nos invitó a entrar. Comenzamos a
compartir el evangelio con ella y los demás. Varios de ellos
lloraban abiertamente. Les dimos Biblias y oramos por ellos.
Al salir, una de las policías nos paró y con lágrimas en los
ojos nos pidió que por favor no nos olvidáramos de ellos y
que no nos olvidáramos de su ciudad. Con esas palabras
resonando en nuestros oídos, supimos que Dios estaba
abriendo una puerta de oportunidades en esta región.
El ministerio del que formaba parte en Brownwood, Texas,
había publicado un poderoso libro basado en el Salmo 91.
Este libro fue una poderosa revelación para mí del pacto de
protección de Dios para el creyente. Había sido traducido al
español. Decidimos volver a Juárez y llevar varios cientos
de copias de este libro para repartirlas a la policía de Juárez
junto con las Biblias. En ese momento, Ciudad Juárez
estaba bajo la ley marcial debido a las luchas internas entre
los cárteles. La lucha era por el control de las rutas de
contrabando. Los secuestros, las extorsiones y los
asesinatos se habían convertido en la norma. Los militares
fueron enviados para tomar el control de la ciudad. Muchos
de los policías locales habían sido asesinados o
secuestrados, y los que quedaban tenían miedo de ser
asesinados o eran corruptos.
Nos detuvimos en una de las comisarías estatales y
pedimos ver a su comandante. Para nuestra sorpresa, el
policía accedió y nos hizo pasar a su despacho. Le
explicamos que queríamos dar este libro a todos los policías
federales, estatales y locales, así como a los soldados de la
ciudad, y compartir el evangelio con ellos. Parecía
asombrado y estaba muy abierto a la oración. Aceptó
trabajar en ello y unos días después nos llamó diciendo que
había hecho un plan y consultado con sus superiores.
Podríamos compartir en el cambio de turno con todas las
estaciones de la ciudad. En los años siguientes, el Señor
siguió abriendo la puerta para ministrar a la policía y al
ejército. Gracias a la generosidad de un donante, pudimos
poner libros del Salmo 91 y Biblias en las manos de cada
policía y de la mayoría de los soldados que trabajaban en la
ciudad. También comenzamos a movilizar a las iglesias del
área para hacer alcances y vimos a miles de personas venir
al Señor. Durante esa temporada pudimos poner más de
450.000 libros de salmos 91 en la región y vimos a muchos
miles de ellos aceptar a Jesús como salvador.
Durante ese tiempo, yo estaba sirviendo como pastor de
misiones para una iglesia local en Brownwood. Llevábamos
equipos de personas a Juárez. Nuestra iglesia no era una
iglesia grande o "rica" pero estaba llena de amor y del fuego
del Espíritu Santo. Todos trabajamos duro para recaudar
dinero para las misiones, podando árboles, haciendo
trabajos de jardinería y vendiendo comida y productos
horneados. En un viaje a Juárez habíamos recaudado 2.800
dólares para cubrir los gastos de nuestro equipo. El día que
salimos de Brownwood, compramos suministros, llenamos
de gasolina nuestras grandes camionetas de 15 pasajeros y
compramos la comida de nuestro equipo para la semana.
Gastamos 700 dólares en reunir todo, y al día siguiente
gastamos otros 100 dólares en combustible en la carretera.
Cuando llegamos a México, nuestro secretario de equipo,
llamado Steve, nos llamó a la oficina del edificio donde nos
alojábamos.
—Hay algo mal con el dinero —dijo—. Lo he contado 3
veces desde que llegué y no tiene sentido. Sé con certeza
que teníamos 2800 dólares antes de comprar los
suministros y tengo 800 dólares en recibos, pero ahora hay
3300 dólares. Esta bolsa no se ha perdido de vista, ¡no
tengo ni idea de dónde ha salido esto!
Volvimos a contar el dinero y efectivamente era cierto.
Durante la siguiente semana continuamos viendo a Dios
multiplicar este dinero sobrenaturalmente. Bendijimos a
varios ministerios e iglesias locales y compramos alimentos
para ayudar a los orfanatos y alimentar a los pobres. Al final
de la semana, teníamos $4,500USD en recibos y todavía
teníamos $300 USD del dinero original.
Una vez, cuando era niño, estábamos en nuestro rancho
familiar quemando basura en el campo y un fuerte viento
arrastró el fuego hacia la hierba vecina. El fuego se extendió
a pesar de nuestros esfuerzos por apagarlo y quemó varias
hectáreas de campo antes de que los bomberos pudieran
venir a apagarlo. Recuerdo que inmediatamente después del
incendio observé lo estéril y devastado que parecía el
campo. Sin embargo, en pocos meses esos campos que se
habían quemado estaban más verdes que cualquiera de los
otros campos. De la misma manera, el fuego de Dios trae
una multiplicación sobrenatural a cada área de nuestras
vidas.

Parte de nuestro equipo que oró por este niño que se curó por
completo de una parálisis cerebral. Después de recibir su milagro,
pudo caminar, correr y subir escaleras. Su madre testificó que
nunca antes había caminado solo.
Ciudad Juárez, México.
A lo largo de los años hemos podido compartir el evangelio con
miles de policías locales, estatales y federales en todo México, y
hemos visto a muchos de ellos tomar la decisión de seguir a
Jesús.

Entrega de libros del Salmo 91 a la policía de Ciudad Juárez


durante el apogeo de la violencia en Juárez.
Se nos permitió ministrar a la policía durante el cambio de turno en
las primeras horas de la mañana.
PARTE 2
Transformados por el Fuego
«“No te acerques más” —le dijo Dios—. “Quítate las
sandalias, porque estás pisando tierra santa. Yo soy el Dios
de tu padre. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”.
Al oír esto, Moisés se cubrió el rostro, pues tuvo miedo de
mirar a Dios. Pero el Señor siguió diciendo: “Ciertamente he
visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he
escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus
penurias”»
Éxodo 3:5-7
CAPÍTULO 5

El Fuego Purificador
Comencé a investigar sobre este avivamiento moderno y me
asombré al escuchar historias sobre movimientos de Dios
en Mozambique, Toronto y Asia, donde el Espíritu Santo
estaba irrumpiendo a una escala que sólo había leído en los
libros. De estos avivamientos se estaban plantando miles de
iglesias. Yo quería experimentar esto. Tuve la oportunidad de
ir a Taiwán como parte del equipo ministerial de Randy Clark
para dirigir un evento en un estadio. Estaba muy
emocionado por aprender a hacer Milagros y ministrar más
efectivamente. En la primera noche en el país antes de que
el evento comenzara, Randy llamó al equipo que había
venido de todo el mundo y pidió que oraran por una
impartición para nosotros. Todos nos pusimos en fila y él y
su equipo pastoral se acercaron a nosotros y pusieron sus
manos sobre nuestras cabezas y oraron. Sentí que la
electricidad entraba en mi cuerpo mientras caía al suelo.
Mientras estaba tumbado en el suelo, sentí un intenso calor
por todo el cuerpo. También una fuerte presencia que me
empujaba hacia abajo. Por más que lo intenté, no pude
levantarme del suelo ni abrir los ojos. Mientras permanecía
tumbado y temblando bajo esta intensa presión, tuve
verdadero miedo. No sabía cuánto más podía soportar mi
cuerpo. En aquel lugar de intensa gloria de Dios, era
intensamente consciente de mis propias fallas y pecados.
La presión, el calor y la sensación de electricidad parecían
ser demasiado. Estaba realmente aterrorizado, hasta el
punto de que empecé a preguntarme si realmente podría
estar muriendo. Le dije al Señor:
—Por favor detente. Esto es demasiado, voy a morir.
Entonces oí claramente la voz del Señor que decía:
—Bien, te necesito muerto. Porque si no te mueres, no
puedo ni quiero utilizarte.
En ese momento me di cuenta de que lo que tenía que
morir era mi viejo egoísmo. Me enfrenté a la elección de
luchar contra el Señor en la batalla de mi carne o luchar con
él matando al viejo hombre. Me rendí al Señor y le pedí a
gritos que matara lo que fuera necesario en mí para
acercarme a Su gloria. No recuerdo cuánto tiempo estuve
en el suelo, pero cuando me levanté supe que algo había
cambiado radicalmente en mi vida.
«”No te acerques más”, le dijo Dios. “Quítate las
sandalias, porque estás pisando tierra santa”»
Éxodo 3:5
Moisés había caminado mucho a lo largo de su vida. En
sentido figurado, también había llevado muchos tipos de
zapatos diferentes. Los zapatos de un esclavo, los zapatos
de un príncipe de Egipto, los zapatos de un asesino, los
zapatos andrajosos de un fugitivo y, por último, los zapatos
de un pastor. Como cada uno de nosotros, Moisés llevaba
mucho equipaje de las cosas por las que había pasado. Dios
le habla a Moisés y le dice: no te acerques hasta que te
quites los zapatos, porque el lugar donde estás parado es
tierra sagrada. En la cultura del medio oriente en los días de
Moisés la planta de los pies era considerada la parte más
impura del cuerpo. Lo que Dios le estaba diciendo a Moisés
era que para ser consagrado al Señor tenía que quitarse lo
que había caminado en las temporadas anteriores de su
vida. Tenía que dejar atrás todo su pasado para poder
acercarse a la presencia ardiente de Dios.
A medida que nos acercamos a Dios, Él comienza a
despojarnos de las cosas dejándonos con una opción, dar la
vuelta y huir o acercarnos aún más. A. W. Tozer dijo una
vez, "Si el Espíritu Santo fuera retirado de la iglesia hoy, el
95 por ciento de lo que hacemos continuaría y nadie notaría
la diferencia. Si el Espíritu Santo hubiera sido retirado de la
iglesia del Nuevo Testamento, el 95 por ciento de lo que
ellos hacían se detendría, y todo el mundo sabría la
diferencia". A menudo, nos preguntamos en la iglesia por
qué la gente no parece cambiar nunca. La respuesta a esto
es simple... se necesita fuego para que las cosas cambien.
En el punto álgido de la guerra contra el narcotráfico en
Ciudad Juárez, México, estábamos llevando a cabo una
conferencia de pastores. Asistían líderes de varias
denominaciones. Cuando la conferencia estaba
comenzando, algunas personas entraron empujando a una
mujer en silla de ruedas. Kelly Crenshaw y yo comenzamos
a orar por ella y después de unos minutos de oración ella
repentinamente saltó de su silla de ruedas y se puso de pie.
Comenzó a caminar tímidamente al principio y luego con
confianza. Entró en el santuario dejándonos a nosotros y a
su familia de pie junto a su silla de ruedas. La familia lloraba
y nosotros estábamos confundidos. Su hija recuperó la
compostura y nos explicó que su madre había perdido la
capacidad de caminar hacía tiempo debido a una
enfermedad neurológica desconocida. Sólo podía levantarse
de su silla con varias personas que la apoyaban, y de
repente, delante de todos, ¡caminaba sola!
La Iglesia sin la presencia del Espíritu Santo es como
tratar de cocinar alimentos en una estufa que no tiene llama
o como tratar de conducir un coche sin motor. Necesitamos
el fuego sagrado de Su presencia para quemar todo lo que
es impío y así poder parecernos más a él.
John (o Pop, como todo el mundo le llamaba), formaba
parte de la iglesia a la que yo asistía mientras iba a la
universidad en Brownwood, Texas. Él llevaba muchos años
sin hogar. Todo empezó cuando tuvo un grave accidente de
coche que le rompió la espalda por tres sitios y le dejó con
un dolor casi constante. Esto lo llevó a abusar de las
sustancias y finalmente lo dejó sin hogar y solo. Sin
embargo, encontró una familia y un hogar en la iglesia New
Beginnings de Brownwood. El pastor le dio un lugar para
quedarse y una oportunidad para empezar de nuevo. Yo
había regresado de México para predicar en la iglesia. John
se acercó al frente para recibir oración; el pastor Kelly y yo
le pusimos las manos en la espalda. Mientras orábamos por
él, su espalda de repente empezó a crujir y a estallar
mientras sentía que algo como el fuego subía por su
columna vertebral. El estaba asombrado porque por primera
vez desde su accidente no sentía dolor. Comenzó a
agacharse y a moverse y se sorprendió porque no
importaba cómo se moviera, no sentía ningún dolor. El dolor
desapareció por completo y su espalda se restableció.
A medida que Moisés se acercaba a Dios, se vio obligado
a dejar sus viejos zapatos. Si lo piensas, los zapatos llevan
todo lo que caminamos. En la granja donde crecí teníamos
una regla de quitarse los zapatos antes de entrar en la casa
(creo que las razones se explican por sí mismas). De la
misma manera, nuestra vida en este mundo (tanto antes
como después de Cristo) también deja su "suciedad" en
nosotros que debe ser lavada por la sangre de Jesús. Esto
sucede en nuestra salvación, pero cuanto más nos
acercamos a Él, más cosas descubrimos, en nuestras vidas
y carácter, que necesitan ser quemadas. Dios sacó a
Moisés de Egipto y lo llevó al desierto, para luego poder
sacar a Egipto del corazón de Moisés. Sin embargo, el
desierto por sí solo no tiene el poder de sacar a Egipto de
nuestro corazón... el desierto sin Su presencia es sólo
arena. Es Su presencia trabajando en nuestras vidas lo que
hace que nuestros corazones cambien mientras más nos
acercamos a Él.
Muchas veces la gente piensa que debe limpiar su vida
para poder acercarse a Dios. Esto es totalmente absurdo,
por no decir imposible. Esto sería como si una persona
enferma decidiera que debe ponerse bien antes de ir a ver
al médico. La Biblia dice que cuando todavía éramos
pecadores, Cristo murió por nosotros. Esto significa que a
pesar de nuestros pecados y fracasos, Cristo hizo un
camino para que viniéramos a Él y cuando lo hacemos,
entonces nos sana y nos limpia. Este es el proceso del
fuego.
Durante uno de nuestros viajes ministeriales a Ciudad
Juárez, México, un hombre borracho entró en nuestra
reunión. Estaba fuera de sí por las drogas y el alcohol y
entró en la reunión hablando incoherentemente. Tenía una
mirada muy malvada y todos comenzamos a orar porque no
sabíamos cuál era su motivo para estar allí. Nuestro equipo
ministró en el servicio y durante el llamado al altar se acercó
al frente para recibir oración. Mientras oraba por él, le puse
la mano en la cabeza.
—¡Ah! —gritó— tu mano está caliente.
—Bien —respondí mientras seguía orando por él.
Entonces comenzó a llorar incontrolablemente diciendo en
español:
—Ya no quiero ser un Sicario. No quiero matar más.
Luego pasó a mostrarnos sus tatuajes que representaban
la cantidad de personas que había asesinado. Lloró diciendo
que cada noche le atormentaban sus rostros en sus sueños.
Le miré y le dije:
—Jesús puede liberarte.
—¡No! —gritó con una voz demoníaca.
Le miré a los ojos y supe que en ese momento estaba
hablando con un demonio. Entonces el metió la mano en su
bolsillo probablemente para agarrar un arma. Mientras lo
hacía, yo extendí mi mano y la puse en su cabeza de nuevo
y le ordené al demonio que se callara en el nombre de
Jesús. Antes de que mi mano pudiera tocar al hombre,
repentinamente voló hacia atrás cuando el poder de Dios lo
tocó. Cayó al suelo gritando, pero por mucho que intentara
levantarse no podía. Nos golpeó con los puños, pero ni
siquiera pudo levantar los codos del suelo. Intentó
golpearnos pero no podía mover las piernas.
—¿Cómo están haciendo esto? —gritó.
Entonces expulsamos a los demonios del hombre.
Después de que el último demonio lo abandonara, pudo
sentarse. Se sentó en su sano juicio y sobrio. No tenía ni
idea de cómo había llegado al suelo. Entonces le llevé a
Jesús. Después de decidirse a seguir a Cristo, fue capaz de
ponerse de pie. Su rostro cambió completamente y mientras
la música de adoración sonaba, ¡comenzó a bailar ante el
Señor!
Cuando Dios decide manifestarse en nuestras vidas, es
imposible permanecer igual. Su fuego santo puede
cambiarnos completamente y arruinar los planes del diablo
para nuestras vidas. Jesús dijo:
«El que procure conservar su vida la perderá; y el que
la pierda la conservará»
Lucas 17:33
La realidad del cielo es que cuando buscamos nuestro
propio camino, perdemos nuestras vidas sin importar lo
mucho que trabajemos para preservarlas. No importa lo
sano y saludable que seas, la muerte es inevitable para
todos nosotros. Creo que uno de los mayores temores del
ser humano es que nuestra vida no cuente para nada. Por
eso, los hombres han conquistado, construido fortunas,
imperios y naciones sólo para descubrir al final la vida no
significaba nada si no se conoce a Dios. La gran paradoja
del reino es que cuanto más estés dispuesto a perderte a ti
mismo y a seguir a Jesús, más encontrarás tu verdadero yo
en Él. Nuestra vocación es, ante todo, conocer y ser
conocidos. Entonces, cuando nos perdemos en Él, Él hace
arder nuestras vidas con su gloria para darlo a conocer. En
ese resplandor de Su presencia y gloria encontramos
nuestro llamado y nuestras vidas nunca serán las mismas.
Cuando Dios llamó a Moisés, declaró sobre él tres aspectos
de Su naturaleza. Para que Moisés pudiera recorrer el
camino que Dios tenía para él, era crucial que entendiera
quién era realmente este Dios. Él dijo: «Yo soy el Dios de
Abraham». Para que Moisés pudiera enfrentarse al poderío
de Egipto, necesitaba que se le recordara el pacto que se
había hecho mucho antes entre Dios y Abraham.
CAPÍTULO 6

El Pacto
En 2011, formé parte de un equipo misionero de nuestro
ministerio universitario en la región de los Balcanes de
Europa del Este. Nuestro equipo pasó tres semanas
haciendo ministerio en las calles y trabajando con las
iglesias locales. Durante ese tiempo conocí a Olivia. Ella es
fisioterapeuta, a quien había conocido antes en otro viaje
misionero, pero de repente fue como si la viera por primera
vez. Me sorprendió su hambre de Dios y su voluntad de
obedecerle. Oré y le pregunté al Señor si podía invitarla a
salir, para mi sorpresa dijo que sí. Volví a preguntar, para
asegurarme de no haber escuchado mal, pero de nuevo le oí
decir que sí. Cuando regresamos a los Estados Unidos, le
pedí que saliéramos a una cita. En nuestro primer encuentro
hablamos con franqueza y le dije que estaba llamado a servir
como misionero en zonas de guerra y lugares no
alcanzados y que no quería engañarla. Si ella se sentía
llamada a ese tipo de vida, entonces deberíamos tener otra
cita. Si no, era mejor seguir como amigos. Esto la
sorprendió, pero respondió que lo había pensado bien antes
de acudir a la cita y que entendía lo que podía significar.
Unos meses más tarde se fue a Sudán del Sur y pasó un
mes con una amiga médico llamada Norma que había sido
una madre espiritual para mí durante muchos años. Durante
este tiempo en el monte, Dios confirmó el llamado de Olivia y
cuando regresó a los Estados Unidos me informó que iría al
campo misionero con o sin mí. En ese momento supe que
estaba destinada a ser mi esposa.
«Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abraham,
de Isaac y de Jacob»
Éxodo 3:6
Cuando Dios le dijo a Moisés quién era, le dijo que era el
Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Cada uno de estos
hombres representaba un paso diferente en el plan de
redención de Dios para la humanidad. Creo que Dios
también le estaba hablando a Moisés a un nivel
profundamente personal a partir de las vidas de cada uno de
estos hombres. Le estaba hablando a Moisés el esclavo, a
Moisés el príncipe de Egipto, a Moisés el asesino y a
Moisés el refugiado. El propósito de Dios en este momento
era el de ministrar a Moisés en cada uno de estos niveles
para traerle sanidad y restauración a fin de que Moisés
entrara en su verdadero llamado como el liberador de Israel.
Dios comenzó con Abraham, para recordarle a Moisés que
su verdadera identidad no era la de un esclavo. Un esclavo
no tenía derechos, ni promesa, ni pacto. Con esta frase,
Dios se llevó a Moisés para recordarle Su pacto con el
pueblo de Israel. Abraham vivió una vida de fe sencilla y
profundamente profunda. Su fe en Dios no fue complicada,
simplemente creyó y siguió a este Dios que se le reveló. El
camino de fe de Abraham lo llevó a través de algunas
temporadas oscuras y difíciles pero Abraham fue probado
en todos los sentidos. En algunas áreas falló, pero Dios
amaba profundamente a Abraham y caminó con él como un
amigo. Dios le prometió a Abraham que, aunque no tuviera
hijos, haría de él una nación poderosa.
«El ángel del Señor llamó a Abraham por segunda vez
desde el cielo, y le dijo: “Como has hecho esto, y no me
has negado a tu único hijo, juro por mí mismo —afirma
el Señor— que te bendeciré en gran manera, y que
multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo
y como la arena del mar. Además, tus descendientes
conquistarán las ciudades de sus enemigos. Puesto
que me has obedecido, todas las naciones del mundo
serán bendecidas por medio de tu descendencia”»
Génesis 22:15-18
Esperó años para que se cumpliera esta promesa y Dios
fue fiel a Su palabra. Sara, su esposa estéril, dio a luz un
hijo. ¡Nació Isaac! ¡La promesa se había cumplido! Pero
había una cosa más. A Abraham se le ordenó tomar esta
promesa y sacrificarla en el altar. Como padre que soy, no
puedo comprender lo difícil que fue para Abraham aceptar
este inimaginable sacrificio. Su relación con Dios fue puesta
a prueba como nunca antes, pero con fe Abraham creyó a
Dios y puso a su hijo sobre el altar. Cuando levantó el
cuchillo, el Señor lo detuvo y declaró un pacto con Abraham
basado no en el sacrificio de Abraham sino en Dios mismo.
Este pacto era una promesa de que un día Dios Padre daría
a su propio hijo como sacrificio, que un día Jesús se pondría
en esa brecha como Hijo de Dios e Hijo de Abraham y
moriría para hacer expiación por los pecados del mundo. El
Señor prometió a Abraham que su descendencia sería
numerosa y conquistaría a sus enemigos y también
bendeciría un día a todas las naciones de la tierra. Tan
poderosa fue esta promesa que hasta el día de hoy el
pueblo judío ha sobrevivido y prevalecido contra
persecuciones inimaginables. La palabra utilizada para
descendencia es la palabra semilla. El apóstol Pablo explica
más tarde la profundidad de esta promesa diciendo…
«Las promesas fueron habladas a Abraham y a su
semilla. La Escritura no dice "y a las semillas", es decir,
a muchas personas, sino "y a tu semilla", es decir, a
una persona, que es Cristo»
Gálatas 3:163
Esta promesa se cumplió en la cruz y durante los últimos
2000 años ha seguido dando frutos. Diariamente personas
de toda nación, tribu y lengua están entrando en pacto con el
Dios de Abraham a través del Hijo Jesús. Sin embargo, en
ese momento, cuando Dios habló a Moisés, los
descendientes de Abraham no estaban caminando en su
promesa, estaban viviendo como esclavos en Egipto.
Muchos de nosotros no nos sentimos dignos de entrar en
nuestros llamados porque hemos vivido tanto tiempo como
esclavos del mundo. Cuando eres un esclavo del pecado,
has perdido tu identidad, eres un huérfano. Por eso Dios
envió a Jesús como el cumplimiento de nuestra alianza. A lo
largo de los años, Dios continuó rescatando y redimiendo al
pueblo de Israel, no basándose en su condición, ni en su
obediencia, sino en el pacto que se había establecido. Dios
es un Dios de pacto. Cuando nos encontramos lejos de
nuestro destino y propósito en Cristo, debemos mirar hacia
atrás, hacia el pacto. En el pacto encontramos el plano de
nuestra verdadera identidad y destino en Él.
Tal vez como este hombre hoy sientas que has sido
olvidado por Dios y que tus promesas siguen sin cumplirse.
El Espíritu Santo está aquí para recordarte la promesa de
Dios hecha a través del hijo Jesucristo. En muchas partes
del mundo la gente no ha escuchado el evangelio
simplemente porque nunca han conocido a un cristiano que
hable su idioma. He tenido el privilegio a lo largo de los años
de viajar a muchas naciones compartiendo el evangelio y
ayudando a establecer iglesias.
En 2009 estaba viajando por varios países de Asia para el
ministerio. Un equipo ministerial local me invitó a
acompañarlos a una aldea no alcanzada controlada por un
partido radical de una religión distinta a la cristiana. Al llegar,
me advirtieron: "Ten cuidado de no predicar aquí. En esta
región apedrean a la gente por intentar convertir a las
personas al cristianismo". Cuando llegamos, se reunió una
multitud, curiosa por saber por qué un estadounidense alto
estaba en su pequeña y remota aldea. El plan consistía en
entablar conversaciones que pudieran dar lugar a
oportunidades para compartir el evangelio uno a uno.
Empecé a preguntarles por su pueblo y por los problemas
a los que se enfrentaban. Empezaron a hablar de la sequía y
de que no llovía lo suficiente para sus cultivos o animales. Vi
una oportunidad para que Dios hiciera un milagro, así que
empecé a hablarles de una época en la que vivía en Estados
Unidos en la que nos enfrentábamos a una sequía y
orábamos a Jesús para que trajera lluvia. Un hombre se
levantó y me reprendió, diciendo que seguramente estaba
tratando de convertir a su pueblo con ese tipo de discurso.
Los otros que lo rodeaban le gritaron que se callara porque
querían escuchar lo que yo tenía que decir. Les hablé del
Dios que tiene el poder de hacer llover y de que oraría a ese
Dios para que lloviera en su región.
Terminamos la conversación sin incidentes, pero cuando
todo el mundo comenzó a caminar de vuelta a sus casas,
otro hombre se acercó a mí y, con uno de los hermanos
locales como intérprete, comenzó a compartir lo que le había
sucedido. Él, como todos los demás miembros de su familia
y de su pueblo, era muy devoto de su religión, pero un día
casi diez años antes, se puso muy enfermo. Oró a todos los
dioses que se le ocurrieron, pero ninguno de ellos pudo
aliviarle. Gastó mucho dinero en médicos y chamanes, pero
nadie pudo averiguar qué le pasaba y mucho menos curarle.
Entonces un día pensó en un Dios al que nunca había orado.
El Dios de los cristianos, llamado Jesús. Fue a un pueblo
vecino más grande buscando a alguien que pudiera hablarle
de ese Dios. No encontró a nadie, pero pudo localizar una
imagen de Jesús en el mercado. Volvió a su casa y le oró a
la imagen de Jesús pidiéndole que sanara su cuerpo. Esa
noche se durmió y a la mañana siguiente se despertó
completamente sano. A partir de ese momento dijo a su
familia que no oraría a ningún otro dios, sólo a Jesús. Al
compartir esto con nosotros, comenzó a llorar diciendo que
había esperado muchos años para conocer a otro seguidor
de Jesús. Había pensado que tal vez él era el único. Ese día
se estableció una comunión en casa con la familia de ese
hombre y cuando empezamos a alejarnos de la aldea se
desató una enorme tormenta que duró varios días y que
puso fin a la sequía como señal del poder de Dios.
Jesús dijo en Juan 3:3 «De veras te aseguro que quien no
nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios». La
bendición de Abraham a las naciones es Cristo mismo. Él es
el cumplimiento de nuestra esperanza. En él nos
convertimos en nuevas creaciones y entramos en relación
eterna con su Padre.
La Biblia dice en Romanos 6:23 que «…la paga del
pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor». Nuestro pecado se
erigió como una barrera infranqueable que nos impedía la
promesa de conocer a Dios. La promesa de Abraham está
ante ti hoy, Jesucristo, el hijo del Dios vivo. Si nunca has
entregado tu corazón a Él, este es tu día para comenzar un
pacto con Cristo. Nunca eres demasiado viejo o demasiado
joven para recibir esta promesa y mientras respires, la
promesa de Cristo está disponible para ti.
Después de recibir este fuego de avivamiento, deseaba
desesperadamente regresar a Sudán del Sur y continuar
trabajando en la región donde había estado sirviendo
llamada Alto Nilo. Durante mi tiempo en esa región, nunca
había visto ningún milagro de sanidad significativo (a pesar
de haber orado por cientos de personas enfermas). En
otras partes de Sudán del Sur había visto milagros
increíbles, pero parecía que había un tremendo bloqueo
contra el ministerio de los milagros allí en esa región. Olivia y
yo, junto con un equipo de nuestra iglesia en Brownwood,
fuimos y realizamos varias semanas de clínicas médicas y
mostramos la película de Jesús. Muchas personas vinieron
al Señor durante este tiempo, pero todavía no vimos
milagros de sanidad.
Unos meses más tarde volví al Alto Nilo y sentí
fuertemente que tenía que ir a un grupo de pueblos donde
nuestros amigos locales me habían dicho que eran las
fortalezas de la brujería en esa región. Al principio, los
cristianos locales no querían enviarme ni acompañarme,
pero después de convencerme me enviaron con algunos
jóvenes de la iglesia y algunos ancianos. Nos subimos a una
canoa de madera y fuimos a cruzar el río. El Sobat es un
gran río africano que sale de Etiopía. Cuando llegamos al
otro lado del río, comenzamos una caminata de dos
semanas a través de las praderas y los pantanos para
visitar las aldeas de la zona. Todos llevábamos lanzas y
machetes para protegernos de los leones y los animales
salvajes de la selva.
Un día, mientras caminábamos por una zona pantanosa
cerca del río, oí la voz del enemigo diciendo que me había
metido en su territorio y que me mataría. Esta voz salió de la
nada y me sacudió, miré a mi alrededor para ver si alguien
más la había oído, me sorprendió que nadie más lo hubiera
hecho. Empecé a pensar en todas las formas de morir allí,
en el "monte" de Sudán del Sur. Basta con decir que hay
muchas formas de morir allí. Mi mente se dirigió
inmediatamente a lo que debería hacer para evitar mi
muerte. ¿Debería volver?, ¿dar la vuelta?, ¿dejar Sudán del
Sur? Sabía que ninguna de ellas era realmente una opción.
No podía quitarme de la cabeza la idea de que finalmente
había encontrado una esposa, pero que moriría en el monte
antes de tener la oportunidad de casarme. De repente, en
ese momento el Señor me trajo a la mente una escritura que
había memorizado muchas veces pero que nunca había
entendido realmente, Romanos 8. Después de salir del
pantano abrí mi Biblia y comencé a leer esta escritura y vi
algo que nunca había visto hasta ese momento.
«Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos que no
pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina
los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu,
porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme
a la voluntad de Dios»
Romanos 8:26-28
Al igual que muchos cristianos, yo había memorizado esas
reconfortantes palabras siguientes:
«Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las
cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido
llamados de acuerdo con su propósito»
Romanos 8:27
Sin embargo, nunca lo había visto en este contexto de
guerra en el Espíritu. Comencé a orar en lenguas y durante
las siguientes semanas oré casi constantemente en el
Espíritu. Comencé a orar no con una mentalidad temerosa
sino como alguien que tenía un pacto con mi Dios. Día y
noche y mientras lo hacía, sentía una paz sobrenatural.
Una noche, mientras proyectábamos la película de Jesús
en una aldea local, estaba sentado con algunos de mis
compañeros de viaje preparando comida y filtrando agua
que habíamos sacado del río. Era una noche muy oscura.
Estaba sentado y escuchaba a los lejos la proyección de la
película que resonaba en el aire nocturno fuera de la
cabaña. Me levanté del pequeño fuego para cocinar y
extendí la mano para recoger mi filtro de agua portátil que
tenía colgado del techo de paja de la oscura cabaña.
De repente, uno de los ancianos se levanta, me agarra de
la mano y me tira hacia atrás. Se agachó, cogió un machete
y lo lanzó al espacio oscuro que había sobre el filtro de
agua. Una serpiente Mamba negra cayó al suelo y
rápidamente nuestro equipo la mató. La Mamba Negra es
una de las serpientes más venenosas de África, la llaman la
serpiente de los dos pasos porque una vez que muerde a
una persona, ésta suele dar sólo dos pasos antes de caer
muerta. Miré a la serpiente estupefacto. ¿Cómo podía este
hombre haber visto una serpiente negra y oscura en un
tejado de hierba donde no había electricidad ni luz? Fue
realmente un milagro. Estando allí mirando el cuerpo de esta
serpiente mortal recordé la voz del enemigo que había
escuchado unas semanas antes y la milagrosa protección
de Dios para mí esa noche. Nosotros, como creyentes, no
estamos indefensos ante nuestro adversario. La Biblia dice
que el Espíritu nos ayuda cuando no sabemos qué orar.
Cuando oramos en lenguas el Espíritu intercede y comienza
a cambiar la realidad de nuestras circunstancias para
alinearnos con la perfecta voluntad de Dios.
Dios tiene un plan para nuestras vidas pero en medio de la
batalla debemos aprender a reclamar y caminar en el pacto
que ya hemos recibido. La Biblia dice que satanás ronda
como un león rugiente, buscando a quién devorar. Dios
desea establecernos firmemente en nuestro pacto y darnos
poder con su Espíritu para que el enemigo no pueda
sacarnos antes de tiempo.
Después del encuentro con la serpiente y de escuchar la
voz del diablo, sentí más que nunca que Dios quería
realmente hacer milagros entre la gente de estos pueblos
para que su fe se basara realmente en el poder de Dios. Sin
embargo, a pesar de orar por muchas personas enfermas,
no vi a nadie sanar. En otras partes de África y dentro de
Sudán del Sur, donde había viajado, veía a Dios hacer
muchos milagros que daban como resultado que la gente
naciera realmente de nuevo. Pero en esta región del Alto
Nilo, nunca había visto una sanidad física. Unos días
después del incidente de la serpiente, volví a la aldea
principal donde me encontraba. Decidí organizar una reunión
de pastores y líderes de otras denominaciones.
Simplemente les conté lo que los ancianos de la tribu me
habían dicho años antes, y les pregunté si alguno de ellos
había visto a Dios hacer milagros en esta región. Todos
empezaron a contar historias de los avivamientos en los que
habían recibido al Señor en los campos de refugiados de
Kenia, Uganda y Sudán del Norte. Volví a preguntar:
"¿alguno de ustedes ha visto a Dios a los milagros aquí?".
Todos respondieron que no, algunos empezaron a comentar
que se debía a las fortalezas espirituales o principados de la
región o a la falta de fe de la gente. Después de que todos
los pastores hablaron, el Señor me dio una palabra diciendo
que no era la fe de los incrédulos o las fortalezas de los
espíritus demoníacos, sino que el problema era la duda y la
incredulidad en las iglesias. El Espíritu Santo cayó y
empezamos a arrepentirnos. Muchas personas cayeron al
suelo y lloraron ante el Señor arrepintiéndose de nuestra
duda e incredulidad algunos de ellos fueron bautizados en el
Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas por
primera vez. Después de horas de oración como esta,
supimos que algo había cambiado en nuestros corazones.

Olivia y Karin Ashcraft dirigiendo clínicas médicas en el estado del


Alto Nilo, Sudán del Sur.
Mujeres banjara con sus coloridas ropas locales..

Cruzando el río Sobat en canoa.


Caminamos largas distancias por estos pantanos para visitar
pueblos inaccesibles.
Un momento de fraternidad con una congregación local en Baliet,
Alto Nilo, Sudán del Sur.

3 Nota del traductor: Este versículo se tradujo literalmente de la


versión bíblica NIV en inglés, con el objetivo de cumplir con los
fines del autor.
CAPÍTULO 7

El Cumplimiento
Después de experimentar esta pequeña muestra de
avivamiento, unos días más tarde salimos de nuevo a
evangelizar en las aldeas remotas del otro lado del río.
Pasamos varias semanas haciendo senderismo y
proyectando la película de Jesús. Mientras predicábamos el
evangelio, seguíamos orando por los enfermos, pero no
ocurría nada mientras orábamos. Todavía no había
sanidades ni milagros. Sin embargo, un día, al llegar a un
nuevo pueblo, decidí ir casa por casa para orar por la gente
y predicar el evangelio. Llegamos a una casa y vimos a una
anciana ciega sentada junto a la puerta. Ella y su hija vivían
juntas y ambas eran viudas. Vivían en una pobreza
inimaginable. Le preguntamos si podíamos orar por ella, le
impuse las manos en los ojos y empecé a orar. Estaba muy
cansado y me sentía enfermo de malaria y frustrado por
todas las veces que había orado por personas y no las
había visto sanadas. Mientras oraba por ella, salió de mi
boca una oración muy sincera en inglés.
—Dios, si no apareces, ¡renuncio! Si no estás aquí, no
quiero seguir así. No puedo hacerlo más.
Mientras estaba allí, perdido en mis oraciones de duda, la
mujer extendió su mano y tiró de mi camisa diciendo en
dinka:
—¡Te veo! ¡Te veo!
—¿Me ves? —pregunté.
—Sí —respondió ella y luego comenzó a describirnos todo
lo que ahora podía ver perfectamente.
Su hija lloró al ver la vista de su madre restaurada y las
llevamos a ambas a Cristo. Después de que se corriera la
voz de estos milagros, la gente empezó a venir a nuestras
reuniones en grandes grupos de miles de personas. Muchos
recibieron al Señor durante este tiempo. Se me acercaron
algunos de los mismos ancianos que se habían burlado del
evangelio cuando yo había llegado años antes. ¡Estos
hombres dijeron que ahora creían en Jesús y querían ser
bautizados en Su nombre!
En 2013 Olivia y yo nos casamos, no podía creer que Dios
me había bendecido de tal manera. Me ofrecieron la
oportunidad de estudiar una maestría en administración de
empresas. Continuamos yendo y viniendo a África y México
durante ese tiempo y vimos a Dios hacer muchos milagros.
Fue un cumplimiento a lo que Dios había prometido años
atrás; que traería a mi esposa a mí y que juntos
cumpliríamos el llamado de Dios en nuestras vidas.
«…el Dios de Isaac…»
Éxodo 3:6
Con estas palabras Dios le recordaba a Moisés que,
aunque su pueblo parecía olvidado y abandonado en Egipto,
Dios nunca olvidaría las promesas que había hecho. Él es el
Dios que cumple su palabra. Isaac, representó el
cumplimiento de una promesa a Abraham. Abraham eligió
llamarlo Isaac, que significa risa o alegría. En verdad, debido
a esta promesa cumplida, la alegría volvió a la casa de
Abraham. Isaac también siguió los pasos de Abraham en su
camino de fe. Dios le recordaba continuamente el pacto que
había hecho con su padre. Pero después de la muerte de
Abraham, los filisteos empezaron a venir contra él.
Discutieron con él, lo obligaron a salir y taparon sus pozos.
«Abrió nuevamente los pozos de agua que habían sido
cavados en tiempos de su padre Abraham, y que los
filisteos habían tapado después de su muerte, y les
puso los mismos nombres que su padre les había
dado«
Génesis 26:18
Tener una promesa de Dios es maravilloso, pero cumplirla,
a veces es la parte difícil. ¿Has notado que a menudo, poco
después de que Dios te da una palabra, la guerra se vuelve
más intensa que nunca? La razón por la que el enemigo
hace esto es porque quiere convencernos de que dejemos
nuestra promesa, nos rindamos y nos conformemos a su
realidad. Los filisteos temían y envidiaban a Abraham e
Isaac. Envidiaban su prosperidad y querían que fracasaran.
Temían su creciente número, por eso decidieron tapar sus
pozos. En el desierto, el agua lo es todo. Tener un buen
pozo, representa la diferencia entre la vida y la muerte para
un pueblo. En la antigüedad, los ejércitos invasores solían
envenenar o rellenar los pozos de los lugares que invadían
para derrotar a fondo a sus enemigos. Quien controlaba el
agua, tenía el poder. El objetivo de los filisteos era expulsar
a Isaac o someterlo a su voluntad. Cualquiera de los dos
compromisos habría requerido que Isaac renunciara a su
tierra prometida. Sin embargo, Isaac no quiso ser expulsado.
Así que, en lugar de rendirse, él y su familia tomaron sus
herramientas y comenzaron a cavar de nuevo los pozos de
la promesa. De la misma manera, el diablo entra en nuestras
vidas con un propósito en mente.
«El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir;
yo he venido para que tengan vida, y la tengan en
abundancia»
Juan 10:10
El diablo viene a robar nuestra promesa del padre. Sin
embargo, no puede simplemente quitárnosla. Debemos
elegir renunciar a ella. Hay serias restricciones a su
capacidad de dañarnos basadas en nuestro pacto con Dios.
Las vidas de Abraham e Isaac fueron proféticas. De la
misma manera que Isaac abrió los pozos que su padre
había cavado, Jesús entra en nuestras vidas y nos devuelve
el pozo de vida que fluye de nuestra relación con el Padre.
Nuestro enemigo está constantemente tratando de tapar
nuestro pozo de promesa.
Una vez mientras ministraba en una iglesia en México una
joven vino a mi esposa y a mí para recibir oración. Ella
formaba parte de una iglesia pentecostal muy conservadora
que amaba a Dios pero que, en muchos aspectos, parecía
atrapada en los años cincuenta. Todo el mundo se vestía de
cierta manera y en cada servicio había mucho llanto y muy
poca alegría. Mientras orábamos por ella comenzó a
confesar que fue víctima de un horrible abuso de un
miembro de su familia que formaba parte de la iglesia. Había
ocurrido muchos años atrás y no le contó a nadie más que a
sus padres (que eran pastores). Pero cuando lo hizo, le
dijeron que no volviera a hablar de ello.
Se sentía sucia, no querida y no escuchada. Durante
muchos años había estado desilusionada, huyendo de Dios
y sin confiar en la iglesia. Cuando volvió al Señor, quiso
conectarse con Él, orar, llorar, pero no pudo liberarse del
odio que llevaba dentro. Cuando nos confesó esto, la
guiamos en una sencilla oración para perdonar a su
abusador. Ella bajó la cabeza y lloró, como había hecho
muchas veces antes. Mi esposa y yo le levantamos la
cabeza, la miramos a los ojos y le dijimos que ya era
suficiente con las lágrimas, que Dios quería devolverle su
alegría en Él. De repente empezó a reírse
incontrolablemente mientras Dios la sanaba de muchos
años de trauma. Se tumbó en el suelo llena de tal alegría que
las lágrimas corrían por su cara. Después de unos minutos
se levantó y dijo "tengo que llevar esto a mi iglesia". Salió
corriendo hacia el santuario riendo y llorando, la gente
estaba sorprendida pero al mismo tiempo muchos
empezaron a ser tocados por la misma alegría que había
caído sobre ella y empezaron a caer riendo bajo el poder de
Dios. Esta alegría la sanó completamente del dolor de años
y le dio la capacidad de amar a la iglesia donde había sido
tan herida en el pasado.
El Señor desea restaurar nuestra alegría en Él. La alegría
es mucho más que una simple risa. La alegría es algo que
fluye del pozo de nuestra relación con Cristo. Es parte del
fruto del Espíritu Santo y es esencial para el creyente. Tal
vez en tu vida sientas que el enemigo ha tapado el pozo de
la presencia de Dios y necesitas reconectarte a este flujo
del Espíritu Santo. Jesús, habló de nuestra gran necesidad
de beber del río del Espíritu Santo.
«En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se
puso de pie y exclamó: “¡Si alguno tiene sed, que venga
a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la
Escritura, brotarán ríos de agua viva”»
Juan 7:37-38
Cada uno de nosotros tiene una necesidad desesperada
de tener este río de Dios fluyendo en nosotros. Si tienes a
Jesús tienes acceso al río de su Espíritu Santo. Él quiere
bautizarte en este río, y permitir que luego fluya fuera de ti.
Una vez nuestro ministerio llevó a un equipo de una iglesia
en Iowa en un viaje misionero a Reynosa. Durante un
servicio de la iglesia, el equipo estaba orando para que la
gente fuera bautizada en el Espíritu Santo. Una mujer mayor
vino al frente, ella siempre había querido hablar en lenguas.
Una joven del equipo llamada Diana estaba orando por ella.
Diana no hablaba nada de español y la mujer por la que
oraba no podía hablar nada de inglés, pero mientras el
Espíritu Santo caía sobre la mujer, Diana se sorprendió al
escuchar a la mujer profetizar en perfecto inglés. Más tarde
a través de un intérprete Diana le preguntó a la mujer si
había entendido lo que había dicho, la mujer respondió que
no lo había entendido. Diana entonces pasó a explicar la
profecía que la mujer le había dado en inglés. Ambas
estaban completamente abrumadas por la bondad de Dios.
Dios desea que el poder del Espíritu Santo fluya a través de
nosotros sobre cada creyente. Si el río está fluyendo en
nosotros hacía afuera, debería haber un fruto constante de
este poderoso río.
Una vez estaba hablando en una escuela de ministerio con
estudiantes de muchos países alrededor del mundo.
Después de una corta adoración se me dio el micrófono
para comenzar a enseñar. Sentí en mi Espíritu que el Señor
quería hacer algunas cosas. Comencé a orar en lenguas e
invité a todos a seguir adorando al Señor. De repente una
chica comenzó a gritar y a bailar. No pensé nada de eso y
continué cantando en voz alta en lenguas hasta que otra
chica vino corriendo al frente llorando y cayó al suelo. Oré
por ella y continué con mi sermón mientras ella estaba tirada
en el suelo y llorando. Ella estuvo en el piso por varias horas.
Después de terminar mi lección, ambas chicas se acercaron
a mí. La que había estado bailando me preguntó dónde
había aprendido a hablar hebreo. Respondí que nunca había
estudiado hebreo y que no sabía hablarlo. La primera chica
respondió que era una palestina de Israel y que hablaba
hebreo con fluidez y que cuando yo hablaba en lenguas,
entendía cada palabra que decía, ¡y que había estado
profetizando sobre Jesús! Ella comenzó a gritar porque
Dios estaba haciendo una obra poderosa en su corazón
para perdonar y amar a sus vecinos judíos, así que el hecho
de que Dios le diera una palabra en hebreo significaba
mucho para ella.
La otra chica comenzó a compartir su historia conmigo,
ella había sido criada en un hogar ortodoxo muy religioso
pero tuvo un encuentro con Jesús hace varios años. Su
familia estaba furiosa e intentó por todos los medios que
rechazara su nueva fe en Jesús. Por su seguridad, se vio
obligada a huir y a cambiar su nombre. Quedó muy
traumatizada por la experiencia. Durante el culto estaba
sentada en el fondo de la sala diciéndole a Dios que estaba
dispuesta a renunciar porque se sentía muy sola. Todo en su
vida era demasiado doloroso. Sin embargo, de repente, me
oyó llamarla por su nombre en hebreo, pero no por su
nombre actual, sino por su nombre original que había
cambiado años atrás. El Espíritu Santo le habló a través de
mí, hablándole por su nombre diciendo que su Padre
celestial la llamaba. Esta frase sonó tres veces. Ella se
quedó muda por un momento hasta que comprendió la
realidad de que Dios mismo le estaba hablando. Se levantó
gritando y corrió a los brazos de su Padre celestial, donde
encontró la sanidad. El bautismo del Espíritu Santo es
realmente un bautismo en el amor y el poder de nuestro
Padre celestial. Nos capacita para fluir con Su Espíritu y
revelar mejor la naturaleza de nuestro Padre a los que nos
rodean de una manera sobrenatural.
Si nunca has recibido el bautismo del Espíritu Santo el
Señor desea abrir un pozo dentro de ti. Es fácil recibir el
Espíritu Santo, simplemente tienes que decirle que sí. Jesús
dijo:
«Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y
encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque
todo el que pide recibe; el que busca encuentra; y al que
llama, se le abre»
Lucas 11:9-10
Al igual que la chica que escuchó a Dios hablándole en el
idioma de su corazón, llamándola por su nombre, Dios te
está llamando hoy. Muchos creyentes tienen miedo del don
sobrenatural de lenguas, simplemente porque no lo
entienden. He tenido personas que me preguntan "¿Cómo
puedo saber que realmente estoy recibiendo el Espíritu
Santo y no un espíritu maligno?" o "¿cómo puedo saber con
seguridad que estoy recibiendo un legítimo don de lenguas y
no simplemente haciendo ruido?” Estas son preguntas
válidas que Jesús respondió muy claramente para nosotros
en el evangelio de Lucas.
«¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le pide un
pescado, le dará en cambio una serpiente? ¿O, si le
pide un huevo, le dará un escorpión? Pues, si ustedes,
aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos,
¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a
quienes se lo pidan!»
Lucas 11:11-13
En este pasaje Jesús nos da las claves para recibir el
verdadero Espíritu Santo.

1. Primero, debemos nacer de nuevo. El Espíritu Santo


es para aquellos que han confiado en Jesús como
salvador. No importa cuánto tiempo hayas sido
cristiano, ya sea 5 minutos o 50 años, cualquier
verdadero seguidor de Jesús puede recibir el don del
Espíritu Santo.
2. En oración pídele a Dios que te dé el Espíritu Santo y
te bautice en Su presencia ardiente.
3. Confía en que tu Padre celestial te dará este don.
4. Abra su boca y comience a hablar en nuevas
lenguas. Puede que al principio te suene extraño
hablar en un idioma que no entiendes, pero mientras
oras sentirás Su poder y Su presencia fluyendo en tu
vida.
5. Después de recibir este don comienza a usarlo cada
día en la oración y la adoración. Tú puede hablar en
lenguas; ¡también puedes cantar en lenguas! ¡Este
don nos ayuda a crecer más en nuestra relación con
el Señor!

Cuando los jefes de familia y los líderes tribales comenzaron a


seguir a Jesús, abrió el camino para que muchas de sus esposas
e hijos también lo hicieran.

Vimos a muchas de estas personas preciosas tomar la decisión de


seguir a Jesús durante este tiempo.

Bautismo de los ancianos de la aldea local en el río Sobat.


A orillas del lago Victoria, en Uganda, donde le pedí a Olivia que
se casara conmigo.

Viajando y predicando el evangelio en aldeas remotas de África.


CAPÍTULO 8

El Nuevo Comienzo
Siempre me han atraído los lugares conflictivos, no porque
sea un adicto a la adrenalina ni porque me diviertan las
situaciones peligrosas. Sino porque me encanta ver cómo
Dios transforma a las personas y los lugares más
improbables para Su gloria. Fue esta pasión por ver el poder
de Dios en lugares violentos lo que nos llevó a Tamaulipas,
México. Mientras Olivia y yo vivíamos y estudiábamos en los
Estados Unidos, comencé a leer artículos de prensa sobre
la increíble violencia que había envuelto a las ciudades de
Reynosa y Nuevo Laredo. En estos artículos vi imágenes
horribles de fosas comunes, cuerpos decapitados y la
matanza de los tiroteos. Algo me tocó el corazón y me obligó
a ir.
Kelly Crenshaw, mi amigo y pastor de Brownwood y yo
decidimos hacer un viaje de oración para visitar todas las
ciudades fronterizas desde Laredo hasta el Golfo de
México. Salimos en mi pequeño coche Saturn, llegando a
Laredo, Texas. Cruzamos la frontera en Nuevo Laredo y
nos reunimos con un pequeño grupo de pastores. Mientras
orábamos juntos escuchamos lo que sonaba como lluvia
cayendo sobre el techo. Esto parecía muy extraño ya que
era un día soleado. Me levanté de mis rodillas y miré afuera.
Estaba claro y soleado, sin una sola nube en el cielo. Me
quedé perplejo porque seguía oyendo la lluvia. Miré
alrededor de la sala y otros pastores estaban mirando por
las ventanas confundidos también. Casi todos podían oír el
sonido de la lluvia. Nos asombramos ante esta señal y
maravilla.
El siguiente pueblo al que fuimos se llamaba Ciudad
Guerrero; salió en las noticias porque el cártel tiroteó a una
pareja de misioneros mientras paseaban en su moto
acuática en el lago que se encuentra en la frontera. Los
militares mexicanos también habían encontrado varias fosas
comunes de personas que habían sido asesinadas durante
la violencia. Mientras cruzábamos, los oficiales se
detuvieron y nos preguntaron el motivo de nuestra visita. Les
explicamos que estábamos allí para orar. Nos miraron
extrañados y nos dijeron "tienen que volver, esto es
demasiado peligroso". Insistimos en que estábamos
decididos a ir. Uno de los soldados se echó a reír y dijo
"están locos, pero si quieren morir vayan. Ahora nos
despediremos porque no los volveremos a ver con vida".
Nos dejaron ir, y con esas palabras reconfortantes
resonando en nuestras cabezas nos dirigimos a Ciudad
Guerrero.
Encontramos una iglesia local y llamamos a la puerta de la
casa parroquial. El párroco nos vio y pareció muy
sorprendido. Nos explicó que hacía años que no veía
misioneros blancos por la zona. Le dijimos que nuestra
misión era venir a orar a estas ciudades y derramar aceite.
Nos presentó a otro pastor y ambos hablaron de las cosas
horribles que habían sucedido ahí en los últimos años.
Mucha gente había huido de la ciudad y los que quedaban no
querían salir de sus casas más que para trabajar. El número
de sus iglesias había disminuido y se sentían totalmente
derrotados. Fuimos al lago y empezamos a orar. Mientras
derramábamos aceite de oliva en el suelo un enorme viento
sopló de la nada. Todos miramos alrededor asombrados por
este viento que de repente soplaba en un día tranquilo.
Salimos de ese pueblo más tarde, asegurándonos de
saludar a los soldados para que vieran que seguíamos
vivos.
«…y el Dios de Jacob»
Éxodo 3:6
En la cultura del Antiguo Testamento, un nombre era algo
más que la forma por lo que se te conoce. Hablaba de la
naturaleza de una persona. A veces los significados de los
nombres eran poderosos y proféticos, otras veces los
nombres podían tener un significado mucho más oscuro. El
nombre de Jacob significaba literalmente "agarrador de
talones", "suplantador" o "embaucador". Esta era la
naturaleza de Jacob; era un confabulador que engañaba a
los que le rodeaban para conseguir lo que quería. Engañó a
su hermano para que renunciara a su primogenitura y
engañó a su padre para que le diera la bendición de
primogénito. Parecía ser capaz de engañar a todos a su
alrededor hasta que conoció a su tío Labán. Fue engañado
en años en la servidumbre a su tío, pero finalmente después
de mucho tiempo viviendo en una tierra extranjera, se
marchó con su familia para volver al país que era su
derecho de nacimiento. Sin embargo había un problema.
Para recibir su herencia tuvo que enfrentarse a los errores
de su pasado. Tenía que reunirse con su hermano Esaú, al
que había defraudado, el mismo que estaba seguro de que
lo querría muerto. Sin embargo, mientras regresaba, tuvo un
encuentro con Dios en el desierto que cambiaría para
siempre su nombre, su corazón y su forma de caminar.
«Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y
llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer.
Cuando el hombre vio que no ganaría el combate, tocó
la cadera de Jacob y la dislocó. Luego el hombre le dijo:
—¡Déjame ir, pues ya amanece!
—No te dejaré ir a menos que me bendigas —le dijo
Jacob.
—¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre.
—Jacob —contestó él.
—Tu nombre ya no será Jacob —le dijo el hombre—.
De ahora en adelante, serás llamado Israel, porque has
luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
—Por favor, dime cuál es tu nombre —le dijo Jacob.
—¿Por qué quieres saber mi nombre? —respondió el
hombre. Entonces bendijo a Jacob allí.
Jacob llamó a aquel lugar Peniel (que significa `rostro
de Dios´), porque dijo: “He visto a Dios cara a cara, y
sin embargo, conservo la vida”»
Génesis 32:24-30, NTV
Si nos sometemos al proceso de Dios, la gracia de Dios
puede cambiar por completo todo lo relacionado con
nosotros y darnos un nuevo comienzo. Una vez que Dios
tuvo a Jacob a solas, luchó con él. Jacob había pasado toda
su vida hasta ese momento luchando contra Dios y el
hombre.
Una vez, mientras ministraba en un barrio de Reynosa,
México, llegué a una pequeña casa de una pareja con la que
había orado antes. Ellos eran creyentes y me invitaron a
entrar a su casa y me presentaron a su hijo. El me dio la
mano, fue muy evasivo y trató de irse pero como yo estaba
parado en la puerta no pudo escapar fácilmente. Le
pregunté si podía orar por él. Me contestó que ahora no,
porque tenía algo que hacer. El Señor me dijo que le dolían
las costillas, así que le pregunté si le dolían. "Sí", respondió
sorprendido. Le dije que Jesús quería sanarlo. Finalmente
dijo que sí, que podía orar unos minutos, pero que realmente
necesitaba irse después. Le puse las manos sobre los
hombros y empecé a orar. Observé cómo una mirada de
sorpresa aparecía en su rostro. Comenzó a llorar mientras
todo el dolor abandonaba su cuerpo. Movió los brazos y las
piernas, y con una mirada sorprendida exclamó que no tenía
dolor. Le invité a la reunión de la iglesia que tendríamos en
unos minutos. Volvió a intentar convencerme de que estaba
ocupado, pero finalmente abandonó la excusa y dijo que iría
a la iglesia conmigo.
Unos minutos más tarde estaba sentado en el servicio de
adoración con nosotros con lágrimas en su rostro. Después
del mensaje se levantó y anunció que quería entregar su
corazón a Jesús. Comenzó a llorar mientras nos contaba su
historia. Había formado parte de una pandilla local y una
semana antes se había metido en una pelea con unos
rivales. Le rompieron las costillas y le golpearon
fuertemente, estaba en casa de sus padres recuperándose.
El día que llegué fue el primer día que iba a salir de casa tras
su recuperación y se dirigía a matar a los que le habían
hecho eso. Sólo pensaba en vengarse, hasta que Jesús se
encontró con él y le sanó el cuerpo. Se arrepintió, perdonó a
sus enemigos y entregó su vida a Jesús.
Hay algo en cada uno de nosotros que, como Jacob, lucha
contra la obra del Espíritu Santo en nosotros. Tenemos que
enfrentarnos a la inutilidad de nuestra lucha contra el
todopoderoso para encontrar un lugar de rendición
completa. ¿Pero qué fue lo que impidió que Dios matara a
Jacob aquel día? Jacob era un mentiroso; era terco y
desobediente, pero a pesar de su pasado, deseaba
desesperadamente la bendición de Dios. Sabía muy bien
que podría haber muerto fácilmente a causa de su
encuentro, pero algo dentro de él le obligaba a no dejar de
lado al Señor. Esta es la clase de fe obstinada que
complace a Dios. En el Antiguo Testamento la gente sabía
que si veían el rostro de Dios morirían. Sin embargo,
aquellos santos que persistieron en la presencia de Dios,
como Abraham, Enoc, Jacob (y eventualmente el mismo
Moisés). Dios rompió sus propias reglas y les permitió verlo
y hablar con Él cara a cara. Pero estos encuentros eran
costosos, no sabían si sobrevivirían. Sin embargo, la
búsqueda de la presencia tenía más valor para estos
hombres que sus propias vidas. Este es el tipo de hambre
que complace a Dios. Esta es la clase de abandono
temerario que hace que un hombre o una mujer entre en un
lugar de encuentro que cambia para siempre la forma de
caminar con Él. En ese lugar de encuentro, Dios cambió el
nombre de Jacob a Israel. El nombre Israel significa quien
lucha con Dios y prevalece, la connotación en hebreo es
que Jacob era alguien que se aferraba obstinadamente a
Dios y no lo dejaba ir. El nombre de Jacob fue cambiado por
una palabra de Dios, sin embargo su identidad, fue
cambiada por el encuentro. Yo creo que Dios mencionó el
nombre de Jacob a Moisés en la zarza ardiendo porque Él
deseaba que Moisés supiera que Él era el único capaz de
perdonar su pasado asesino y darle un nuevo comienzo.
Mientras Kelly y yo continuábamos nuestro viaje a lo largo
de la frontera nos detuvimos y oramos en varios otros
pueblos ese día, fuimos detenidos en varias ocasiones por
el cártel y los militares pero Dios continuó dándonos Su
favor. Paramos en una ciudad llamada Reynosa. Teníamos
el contacto de un pastor americano que trabajaba allí. Él nos
recibió y nos llevó por la ciudad. Fuimos a un pequeño
parque cerca de la frontera y empezamos a orar.
Derramamos aceite en el suelo como símbolo profético de la
unción de Dios y comenzamos a orar para que Su presencia
se derramara allí en esa ciudad. Mientras orábamos el
Señor me dio una palabra profética para soltar sobre la
ciudad.
Comencé a profetizar que el Señor estaba enviando un
gran despertar a México que impactaría a las naciones y
que de ese avivamiento vendría un movimiento que enviaría
misioneros. Que el Señor deseaba levantar una escuela de
misiones. La gente vendría del norte, sur, este y oeste para
ser entrenada en Reynosa y enviada. ¡Todos estaban
emocionados por lo que Dios haría! Me fui de Reynosa,
emocionado de que habíamos jugado una pequeña parte en
lo que Dios deseaba hacer aunque creía firmemente que no
estaría allí para verlo porque me mudaría a África.
Alrededor de un año después, Olivia y yo estábamos
dirigiendo un equipo misionero en el estado de Morelos,
ubicado en la parte centro sur de México. Pasamos varias
semanas ministrando en muchas iglesias diferentes. Hacia
el final del viaje fuimos invitados a ministrar en una
conferencia de jóvenes en un pueblo llamado Jojutla. No
fuimos los oradores principales pero nos invitaron a
ministrar casi al final de la adoración. Hubo una increíble
unción de Dios llenando el salón donde estábamos, hasta el
punto de que muchos jóvenes empezaron a caer al suelo y
adorar a Jesús. Estaba a punto de hablar cuando mi esposa
se acercó y me pidió el micrófono. Olivia es típicamente muy
callada y no le gusta hablar mucho en público, así que
cuando viene a hablar, sé que ha escuchado al Señor. Ella
tomó el micrófono y comenzó a soltar una palabra profética.
Comenzó a profetizar que el Señor anhelaba a su novia
mexicana, y que estaba a punto de traer un avivamiento a
esta nación. El avivamiento que vendría a México sería un
avivamiento como nunca antes se había visto. Único en
México. Dijo que saldría de la generación joven y estaría
escrito en los libros de historia. Sería un fuerte
derramamiento del Espíritu Santo y ese avivamiento barrería
el norte, el sur, el este y el oeste. La gente fue
poderosamente tocada durante el tiempo de ministración,
muchos cayeron al suelo llorando y clamando por este
derramamiento.
Cuando terminó el servicio, fuimos al vestíbulo donde un
joven del público se acercó a nosotros. Le preguntó a Olivia:
—¿Crees en lo que has dicho?
—Por supuesto —respondió ella—, si no lo creyera no lo
habría dicho.
De nuevo, él le preguntó:
—¿Crees en lo que has dicho?
Ella salió de esa conversación algo confundida. ¿Por qué
le hizo la pregunta dos veces? Volvimos a Texas mientras yo
terminaba mi MBA, continuamos con nuestros planes de
mudarnos a África. Creíamos conocer la voluntad de Dios,
pero descubrimos que nos esperaba una sorpresa.
Mientras vivíamos en Brownwood, la mayoría de las
mañanas iba a orar a una cafetería cristiana del campus.
Una mañana mientras oraba, escuché al Señor hablarme
muy claramente. Me hizo una pregunta:
—¿Recuerdas lo que profetizaste en Reynosa?
—Sí —le respondí— ¡Avivamiento, escuela de misiones y
misioneros yendo al mundo!
—Sí —me respondió—, pero esa palabra no era para la
gente a la que se la dijiste, esa palabra es para ti. Ahora
trasládate a Reynosa y haz lo que te he dicho que hagas.
En uno de nuestros primeros viajes ministeriales a Morelos,
México. Predicando con Arturo Higuera, cofundador de Kaleo en
ese país.
¡Vimos tantos milagros poderosos durante estas sencillas
reuniones de carpa!
CAPÍTULO 9

Cara a Cara con Dios


Me senté allí pasmado y en silencio. Durante muchos años
había planeado servir en África, nunca había soñado que
alguna vez viviría a largo plazo en América Latina. Quería
estar a la vanguardia de las misiones pioneras e ir a las
zonas de guerra más oscuras para plantar iglesias entre
grupos de personas no alcanzadas. Ahora Dios me decía
que fuera a una ciudad donde había muchas iglesias, para
vivir a sólo millas de los Estados Unidos. Mi corazón se
rompió, pero respondí que sí al Señor. Pensé para mí
mismo, ¿cómo voy a decirle a mi esposa acerca de este
gran cambio de planes?
Volví a mi casa y le dije a mi esposa que teníamos que
hablar porque Dios me había hablado de cuáles eran sus
próximos pasos para nosotros. Fui con ella a una cafetería
local y le conté lo que el Señor me había dicho. Ella comenzó
a llorar, y me dijo lo que Dios le había hablado. Después de
su palabra profética en Jojutla, ella le preguntó al Señor, por
qué el joven vino y le preguntó si ella creía en la palabra o
no. Parecía una pregunta extraña.
Mientras ella oraba, el Señor le habló claramente y le dijo
que la primera vez la pregunta vino del joven pero la segunda
vez la pregunta vino del Señor. Si ella creía en esa palabra,
estaría dispuesta a mudarse a México para ayudar a ver
nacer este avivamiento. Ella respondió que lo haría pero que
Dios tendría que decírmelo claramente. Durante varias
semanas ella guardó silenciosamente esta palabra en su
corazón y esperó a que el Señor lo confirmara a través de
mí. Los dos nos sentamos en silencio ante este tremendo
cambio de planes. Mientras orábamos, ambos temblábamos
con un santo temor del Señor al reconocer la magnitud de
este nuevo plan.
«Al ver esto, Moisés escondió su rostro, porque tenía
miedo de mirar a Dios»
Éxodo 3:6
La santidad de Dios no es algo que deba tomarse a la
ligera. C.S. Lewis en su famoso libro Las Crónicas de
Narnia describió al León, que representa a Jesús, de esta
manera: "No es seguro, pero es bueno". El encuentro con un
Dios todopoderoso está destinado a sacudirnos hasta la
médula. Cuando Moisés se encontró con este Ser
todopoderoso en el fuego, él ocultó su rostro. Aunque
Moisés no lo entendía del todo, estaba siendo entrenado en
el fuego para su misión de dirigir al pueblo de Israel. Dios
también lo estaba probando, porque antes de que se le
pudiera confiar la unción para romper el poder idólatra del
faraón y sacar al pueblo de la esclavitud, el Señor
necesitaba ver que Moisés le temía. Como dicen los
proverbios.
«El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el
conocimiento del Santísimo es la inteligencia»
Proverbios 9:10, RVA1960
El temor del Señor no es lo mismo que tenerle miedo a
Dios. El temor del Señor nos llama a acercarnos. Es un
temor santo que nos lleva a dar pasos de obediencia radical.
El lenguaje del amor de Dios es la obediencia, y el encuentro
con Dios está destinado a cambiar en nosotros lo que
necesita ser cambiado para que obedezcamos Su llamado
con todo nuestro corazón. A Dios le interesa más el viaje
contigo que el simple cumplimiento de una tarea. En el viaje
aprendemos a seguirle y a confiar en Él. En el viaje
aprendemos a obedecer Su voz y Su llamado.
Inmediatamente comenzamos a hacer planes para
mudarnos a Reynosa. Se lo hicimos saber a nuestros
amigos y familiares, todos estaban realmente sorprendidos
de que diéramos un giro tan radical. Una semana antes de
nuestra partida recibimos una carta de nuestro mayor
donante. Esta organización representaba casi el 90% de
nuestro apoyo mensual. Estos queridos amigos me
conocían desde que tenía 9 años y me habían apoyado
desde el comienzo de mi ministerio. Siempre habían seguido
mi viaje con el Espíritu Santo y habían respetado mis
experiencias con Él aunque fueran diferentes a las de su
iglesia. Sin embargo, acababan de leer un libro de John
McArthur que hablaba de que los carismáticos eran herejes,
y que los dones del Espíritu Santo no eran necesarios en
nuestros días. Por esa razón sintieron que ya no podían
apoyar nuestro ministerio a menos que estuviéramos de
acuerdo en ir a un seminario aprobado y romper todos los
lazos con el movimiento carismático en general. Ambos nos
quedamos sentados leyendo esta carta, atónitos. Sin
embargo, esta carta sólo sirvió para confirmar que
estábamos en el camino correcto. Agradecimos a nuestro
amigo sus años de apoyo, pero le respondimos que no
iríamos al seminario que nos sugirieron, sino que nos
mudaríamos a México.
Poco después, otro de nuestros principales apoyos
falleció y se corrió la voz de que nos habíamos vuelto
"demasiado carismáticos", lo que hizo que otras iglesias que
nos habían ayudado se distanciaran de nosotros. Cuando
nos fuimos a México habíamos perdido el 95% de nuestro
apoyo mensual. Sin embargo, sabíamos que Dios nos
llamaba y estábamos decididos a obedecer Su voz.
Nos mudamos a Reynosa, una ciudad en guerra. Las
batallas entre los cárteles se habían salido de control hasta
el punto de que el gobierno envió al ejército. Esto dio lugar a
sangrientas batallas callejeras entre múltiples facciones
fuertemente armadas. Los convoyes de vehículos de
combate blindados se enfrentaban en la calle. A menudo
esto sucedía mientras los helicópteros de ataque
disparaban desde arriba. En varias ocasiones incendiaban
autobuses en las carreteras para impedir que el ejército
persiguiera a los sicarios del cártel que escapaba. Las
emboscadas, los secuestros, los asesinatos y las muertes
en combate eran noticias cotidianas en aquellos días.
Llegamos a este ambiente emocionados por la oportunidad
de servir a Jesús en este lugar.
No teníamos dinero, pero un amigo que era pastor y tenía
una clínica médica parcialmente terminada nos invitó a
trabajar juntos y a vivir y plantar una iglesia en su edificio.
Nos lanzamos a este trabajo con todo nuestro corazón y
empezamos a alcanzar a nuestros vecinos. La gente
empezó a venir al Señor y la iglesia empezó a crecer; en
pocos meses unas 50 personas asistían a las reuniones.
Comenzamos a realizar campañas en los basureros de la
ciudad, donde viven y trabajan los más pobres entre los
pobres. Dios hizo muchos milagros, en esos días, la gente
fue sanada de cáncer y otras enfermedades crónicas.
Teníamos muy poco pero nos entusiasmaba servir a la
gente que nos rodeaba. Vivíamos en el cuarto trasero de la
clínica médica. No teníamos dinero para reparaciones, así
que colgamos cortinas para las puertas y pusimos un techo
de lámina4 en el segundo piso para poder plantar una iglesia.
Muchas familias trabajan en los basureros clasificando la basura
antes de quemarla y enterrarla. Es un trabajo agotador y peligroso
que destruye la salud de las personas que lo hacen día tras día.
Pudimos proporcionar comida, ropa y ayuda a muchas de las
familias que vivían y trabajaban en el basurero.
El edificio donde plantamos nuestra primera iglesia en Reynosa,
México.
Mientras ministramos y discipulamos a personas en el basurero,
nos emocionó ver a muchas de las familias encontrar un mejor
trabajo en otras áreas. Mucha gente fue liberada de demonios y
maldiciones generacionales.
Instalación del techo con el pastor Kelly Crenshaw y un equipo de
Brownwood, TX.

4 Hojalata
CAPÍTULO 10

Liberando a los Cautivos


Mientras estábamos en Reynosa, empezamos a ver a Dios
hacer milagros increíbles entre algunos de los más pobres
de los pobres. Un día nuestro equipo ministerial estaba
yendo de casa en casa haciendo evangelismo en un
asentamiento humano ilegal en Reynosa. El equipo llegó a la
casa de un hombre que había sido atropellado por un
autobús y estaba paralizado desde entonces. Comenzaron
a orar por él y trataron de ayudarlo a levantarse de la cama.
Le sentaron y le pusieron las manos en la espalda y, de
repente, sintieron que los huesos empezaban a saltar y a
realinearse en la espalda y las caderas. Para sorpresa de
su familia, se levantó y empezó a caminar. Cogió las muletas
y salió corriendo a la calle. Inmediatamente se dirigió a
nuestro equipo y dijo que quería entregar su vida a Cristo y
ser bautizado. Llevamos al hombre antes paralítico, a la
orilla del río y lo bautizamos en el canal como testimonio
para su comunidad.
El Señor dijo: «He visto la miseria de mi pueblo en
Egipto. Los he oído gritar a causa de sus esclavistas, y
me preocupa su sufrimiento«
Éxodo 3:75
Una vez se me acercó un hombre en una conferencia en
la que estaba hablando pidiendo mi manto y mi unción. Le
contesté que no podía darle mi manto porque eso tenía que
venir de Dios. Sin embargo, le dije que oraría para que Dios
lo llevara a través del mismo proceso por el que me había
llevado a mí. Empecé a orar diciendo "Señor, gracias por
llevar a mi hermano a los lugares más oscuros del mundo.
Te agradezco que te tema por encima de todo y que no ame
tanto su vida como para rehuir la muerte". Supongo que esta
no era la oración que él deseaba o esperaba, porque el
hombre salió corriendo, y nunca lo volví a ver. A veces el
peligro para nosotros como creyentes es que queremos el
fuego sin el sacrificio. Queremos la gloria sin el proceso y
queremos el manto sin el mandato. A Moisés no le bastó con
tener un encuentro, sino que tuvo que aceptar la misión que
se le encomendó de liberar a los cautivos.
Nunca debemos olvidar como cristianos que Dios nos da
el poder de su espíritu para mucho más que simplemente
para bendecirnos. Él nos da poder con Su Espíritu para
asociarnos con el suyo para ver a los cautivos liberados. En
gran parte de la iglesia, hemos perdido nuestra visión para
ver a los cautivos liberados y como resultado no estamos
caminando en la plenitud del poder de Dios. Donde no hay
visión para los perdidos no habrá muchos milagros. Jesús
dijo:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha
ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me
ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar
vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a
pregonar el año del favor del Señor»
Lucas 4:18-19
Jesús reconoció plenamente que el poder del Espíritu
Santo sobre Él tenía un propósito. En el Antiguo Testamento,
los sacerdotes, profetas y reyes eran ungidos con aceite
como símbolo de que el Espíritu Santo descansaba sobre
ellos. La unción estaba destinada a empoderar y apartar a
una persona para una misión. Una vez mi pastor Kelly
Crenshaw estaba dirigiendo un equipo de nuestra iglesia en
acercamiento a Nuevo Laredo, México. Ellos sintieron que
debían ir a orar en el puente donde uno de los cárteles había
colgado cuerpos con amenazas contra los otros carteles y
el gobierno local en la ciudad. Mientras estaban allí,
ministraron a un hombre del cártel que se salvó. Nuestro
equipo estuvo regalando Biblias y libros cristianos como lo
habían hecho en muchas ocasiones en las iglesias locales.
Unas noches más tarde el pastor Kelly regresó a Nuevo
Laredo para predicar en una iglesia. Después de hablar se
le acercaron varias mujeres de una de las iglesias locales
pidiendo más del aceite que había estado saliendo de los
libros y Biblias que nuestro equipo había traído. Kelly estaba
confundido, pero a través de un intérprete las señoras le
explicaron que las Biblias habían estado goteando un aceite
perfumado y que las habían estado usando para ungir a la
gente durante los últimos días y que todos los que habían
sido ungidos habían sido sanados. Esto fue sorprendente
teniendo en cuenta que ninguno de nuestro equipo había
puesto aceite en los libros. ¡Esto fue una manifestación
sobrenatural de la unción de Dios sobre Su Palabra!
¡El evangelio es realmente una buena noticia para los
pobres! Jesús dijo: "Bienaventurados los pobres de
espíritu". Esta frase se refiere a algo más que la simple
pobreza económica, se refiere a personas que reconocen la
gran necesidad que tienen de Dios. En mi experiencia, los
pobres reciben más del Señor simplemente porque
reconocen lo grande que es su necesidad.
Una noche nuestro equipo estaba haciendo una campaña
en una comunidad construida cerca de un basurero. La
gente de la comunidad era muy pobre, pero tenía mucha
hambre de Dios. Las mujeres de la iglesia habían preparado
comida para el evento, pero se sorprendieron al ver que
acudía más gente de la que habían previsto. Prepararon
comida para unas 100 personas, pero empezaron a llegar
más personas. Oraron por la comida y siguieron
alimentando a la gente. Tenían dos ollas grandes, pero cada
vez que sacaban comida de las ollas la comida seguía
multiplicándose. Al final alimentamos a unas 200 personas
mientras Dios seguía multiplicando los alimentos. Una
anciana ciega llegó a la reunión guiada por su nieto.
Después de una operación fallida de cataratas, había
perdido la visión en ambos ojos. Nuestro equipo comenzó a
orar por ella, abrió los ojos y comenzó a llorar al darse
cuenta de que podía ver. Entonces empezó a describir lo
que veía a su alrededor mientras su familia y su comunidad
la observaban con asombro.
El Espíritu Santo viene a nosotros para darnos el poder de
predicar el evangelio. Debemos aprender, mientras
predicamos, a trabajar con el Espíritu Santo y preguntarle
constantemente lo que desea hacer. Cuando hacemos esto,
a menudo nos sorprenderá y tocará a la gente incluso
cuando no lo esperamos.
Una vez, mientras visitábamos una pequeña iglesia en un
pequeño pueblo de Uganda llamado Wobulenzie. Nos
reunimos con uno de los líderes de la aldea local, un anciano
llamado Jamil. Don y Jackie Ragland lo habían conocido el
año anterior cuando estuvieron ministrando durante un mes
en estos pueblos. Era de otra religión, pero siempre había
sido respetuoso con los cristianos de su zona. Don había
compartido el evangelio con él antes y aunque fue muy
abierto y permitió que Don orara abiertamente por su casa y
su familia, no tomó la decisión de recibir a Cristo. Este día
en particular, mientras nos reuníamos con un pequeño grupo
de personas, comenzamos a compartir el evangelio y
preguntamos si alguien necesitaba sanidad. Varias personas
se levantaron para permitirnos orar por ellas. Al principio,
Jamil se quedó sentado mientras empezábamos a orar por
los enfermos. A medida que Dios hacía milagros, la gente
comenzó a compartir lo que Dios había hecho. Jamil se
levantó y se acercó para recibir la oración. Todo el mundo
se calmó cuando Jamil se puso de pie, no le había dicho a
nadie que había sufrido un derrame cerebral que le había
dejado un brazo entumecido. Había perdido la capacidad de
agarrar con esa mano. Sin embargo, cuando empezamos a
orar sintió algo parecido a fuego en su mano y subía por el
brazo. Después de esto, se dio cuenta de que su mano y su
brazo habían sido completamente restaurados en su fuerza
y sensibilidad. Después de este milagro, entregó
públicamente su vida a Cristo. También otras 5 o 6 personas
entregaron sus vidas a Jesús. Jamil se convirtió en un
testigo muy abierto del evangelio y continuó viajando por los
pueblos predicando sobre el poder de Jesús.
¡Muchas veces hemos visto poderosos milagros que
ocurren mientras adoramos a Jesús! ¡Hay algo
increíblemente poderoso cuando los creyentes ungidos
adoran a Dios en Espíritu y verdad! Durante un evento de
avivamiento en Reynosa un hombre vino corriendo al frente
durante la adoración con su esposa diciéndome
emocionado que podía escuchar. No le entendí
completamente debido a la música fuerte. Durante la
transición de la adoración a la predicación, comenzó a
decirme que había estado completamente sordo por once
años, pero mientras estaba allí con su esposa durante el
servicio de adoración leyendo las letras de las canciones en
la pantalla, de repente sus oídos se abrieron y escuchó la
adoración, ¡por primera vez en muchos años! Estaba
completamente abrumado de emociones y él y su esposa
vinieron al frente porque no podían esperar y querían ser
salvos en ese mismo momento.
Cuando se lee el antiguo y el nuevo testamento hay un tipo
de milagro que no ocurre hasta que Jesús entra en escena y
es el milagro de la liberación de los espíritus malignos.
Muchos creyentes en los países desarrollados no creen en
el reino sobrenatural. Para muchos cristianos, su fe es
completamente intelectual y no deja espacio para un mundo
espiritual a nuestro alrededor. En la mayoría de los países
del tercer mundo, sin embargo, existe una fuerte conciencia
del mundo espiritual que les rodea. Las personas que se
acercan a Cristo procedentes de entornos animistas vienen
con una visión del mundo completamente diferente.
Después de años de servir en estos entornos altamente
espirituales, he llegado a la conclusión de que no se puede
tener un ministerio verdaderamente exitoso a menos que se
aprenda a operar a través del poder del Espíritu Santo en la
vida cotidiana. Durante mi temporada de servicio en Sudán
del Sur tuve la oportunidad de viajar por muchas partes del
país. Capacitar a los líderes, evangelizar y ayudar a plantar
iglesias. En una aldea donde estábamos ministrando en el
estado ecuatorial oriental cerca de la frontera con Uganda,
hicimos un seminario de liderazgo y reuniones al aire libre
para la iglesia con la que estábamos sirviendo. En las
comunidades rurales, donde los pastores y los líderes tienen
muy poca formación y puede que ni siquiera sepan leer la
Biblia, muchas prácticas tradicionales de brujería pueden
infiltrarse en la iglesia.
Pasamos un fin de semana con una iglesia en dificultades
trabajando con los líderes. Uno de ellos preguntó si se le
permitía ser un anciano en la iglesia ya que tenía dos
esposas. Le explicamos que no era bíblico que fuera un líder
en la iglesia. Yo, junto con un intérprete, le llevamos fuera de
la iglesia para ministrarle. Le pregunté si había nacido de
nuevo y me respondió que no porque le habían dicho que un
hombre con dos esposas no podía ser salvo. Le dije que
eso era mentira. Podía salvarse, pero no debería
convertirse en líder de la iglesia. Se sintió muy aliviado al
escuchar esto. Luego me dijo que por muchos años ha
sufrido de espíritus demoniacos que vienen a él cada noche
y le causan convulsiones y ataques. Esto comenzó hace
años cuando fue al río y un espíritu demoníaco en forma
rana saltó hacia él. Desde entonces, su vida ha sido
atormentada. Me quedé un poco sorprendido; ¡esto no es
algo que normalmente te enseñen a tratar en la iglesia
occidental! Así que le dije que empezaríamos con la entrega
de su vida al Señor. Lo cual hizo con gusto. Entonces le
impuse las manos y le ordené a los demonios que se fueran.
No hubo ninguna manifestación, simplemente se sentó allí
en silencio mientras yo oraba. Me dijo que tal vez tendría
que orar con él por la noche, cuando los demonios solían
atormentarlo.
Todos los hombres estaban acampando en un campo
abierto cerca de la iglesia. Algunos dormían en una plancha
de un gran camión de plataforma cubierta. A las tres de la
mañana me despertaron los sonidos de los golpes y los
gritos procedentes del camión. Me levanté y fui en la
oscuridad hacia el camión y encontré a un hombre sobre su
vientre teniendo un ataque. Oré por él y le ordené a este
espíritu que se fuera. El hombre convulsionó y fue liberado
del demonio. Le di la vuelta esperando ver al primer hombre,
sólo para descubrir que se trataba de una persona diferente.
Les dije a todos que volvieran a la cama, que hablaríamos
con él por la mañana.
A la mañana siguiente, el primero vino a decirme que
durante la noche oyó venir a los demonios como siempre lo
había hecho antes y temió que lo atormentaran, pero
entonces oyó otra voz, la voz de Jesús, que decía "este
hombre es mío. No lo toques". Después de escuchar esta
voz, los demonios se fueron y no volvieron. El segundo
hombre, que era de otro pueblo y no conocía al primero, se
acercó a mí agradeciéndome por haberle sacado el
demonio. Le pregunté cuando empezó esto, me dio casi la
historia exacta sobre un demonio en forma de rana que saltó
dentro de él hace años y le causó ataques desde entonces.
Este hombre también recibió a Cristo ese día y fue liberado
de años de esclavitud demoníaca. Las convulsiones
cesaron desde ese día.
Conozco a muchos cristianos que tienen miedo de los
demonios mientras que otros simplemente tratan de negar
su existencia. Pero cuando miramos el ministerio de Jesús,
vemos que Él constantemente liberó a la gente de la
esclavitud demoníaca. En nuestro mundo actual hay muchas
personas que son literalmente prisioneras de los espíritus
demoníacos que atan sus mentes y cuerpos.
Uno de los testimonios más poderosos que he visto con
respecto a la liberación ocurrió cuando un equipo de nuestro
ministerio estaba visitando Honduras. Mientras estaban en
una aldea, dos misioneros de nuestra organización
encontraron a un joven llamado Santos que había sido
literalmente encarcelado por la opresión demoníaca. Esta es
su historia. Santos, nació en una pequeña aldea en las
montañas del norte de Honduras. Era un niño normal de 8
años con una familia amorosa. Un día, cuando caminaba
por la selva, se encontró con objetos de brujería donde se
había realizado un sacrificio. Siendo un niño inocente,
recogió sus nuevos "tesoros" y regresó a su casa. Su
madre se horrorizó al ver lo que traía y le gritó que lo
devolviera a donde lo encontró. Obedientemente, corrió de
nuevo a la selva para devolver los objetos de brujería. Nadie
sabe qué le ocurrió a Santos cuando regresó, porque volvió
a su casa completamente cambiado. A pesar de que antes
había sido un buen estudiante empezó a fracasar en la
escuela. En los meses siguientes se volvió cada vez más
violento. Desaparecía en la selva durante días. Durante los
dos años siguientes perdió la capacidad de hablar y empezó
a gruñir para comunicarse. A los 10 años, se había vuelto
tan violento que su familia tuvo que tomar medidas más
drásticas. Su familia, que no era cristiana, no sabía qué
hacer con él. En muchos países del tercer mundo no hay
redes de seguridad para las personas oprimidas por un
demonio o que padecen enfermedades mentales. Por eso,
las familias suelen improvisar una solución y hacer lo mejor
que pueden.
La familia de Santos tomó la decisión de atarlo a un poste
como si fuera un animal y encerrarlo solo en una pequeña
habitación, a medida que crecía y se hacía más peligroso.
Durante 13 años, su madre le empujaba los platos de
comida con un palo para evitar que la atacara y golpeara.
Gritaba e intentaba morder a cualquiera que se acercara
demasiado. Un día, un equipo de misioneros de Kaleo
dirigido por Donald Ragland llegó a la aldea para realizar una
campaña de alcance. La gente de la zona les indicó que
fueran a orar por Santos y su familia. Cuando llegaron, la
familia se sorprendió mucho de que Don quisiera orar por su
hijo. Pidió entrar en la habitación, pero la familia le dijo que
no lo hiciera porque Santos era violento y podría atacarle.
Le explicaron que en el pasado había intentado morder,
golpear e incluso había intentado sacar los ojos a las
personas que se habían acercado demasiado. Pero
después de hablar un rato, la familia acepto de mala gana
Desbloquearon la puerta del pequeño y oscuro lugar.
Cuando Don entró, vio a Santos completamente desnudo,
excepto por una camisa vieja y mugrienta y cubierto con sus
propias heces. Estaba atado con cuerdas a un gran poste
en el centro de la habitación. Su "atadura" sólo medía 1 ½
metros. Ese había sido el mundo de Santos durante los
últimos 13 años. No había tenido contacto humano directo
durante varios años. Tenía un peso extremadamente bajo y
una mirada de animal salvaje. Se agachaba como un mono y
te gruñía. Luego orinaba en el suelo delante de ti y se reía.
Don y un pastor local comenzaron a orar en lenguas y se
acercaron al joven. Tranquilamente expulsaron los espíritus
demoníacos del hombre y fueron a sentarse junto a él. La
madre jadeó, nadie se había acercado tanto a su hijo sin ser
atacado en 13 años. Después de aproximadamente una
hora y media, Santos se paró al lado de Don, puso su
cabeza en su hombro y permitió que Don lo abrazara. Le
impusieron las manos y fue liberado.
Al día siguiente, su familia vio que su comportamiento
había mejorado tanto que le cortaron las cuerdas. Permitió
que le limpiaran y empezó a comer mejor. Poco a poco
recuperó el habla y la capacidad de relacionarse con otras
personas. Toda su familia se hizo cristiana y su hermano
empezó a leerle la Biblia a Santos a diario. En la comunidad
se corrió rápidamente la voz sobre el milagro que Dios había
hecho. Incluso la bruja local se sorprendió de esta liberación
y decidió renunciar a la brujería y entregar su vida a Jesús.
Un año después, Don y yo volvimos a ese pueblo. Nos
encontramos con Santos que era un hombre completamente
diferente. Llevaba ropa y caminaba libre por la granja de su
familia. ¡Jesús es el que libera a los cautivos!

Después de ser atropellado por un autobús, este hombre no podía


caminar sin el uso de muletas. Sufría un dolor constante. Después
de ser sanado, entregó su vida a Cristo y decidió bautizarse.
Olivia dando comida a una de las familias que manejaba el servicio
de recolección de basura en carretas con caballos en Reynosa,
México.
La mayoría de los niños que trabajan en el basurero con sus
padres no tienen la oportunidad de ir a la escuela y quedan
atrapados en ciclos generacionales de pobreza. Foto tomada en
Reynosa, México.
¡Jamil, anciano de una aldea de Uganda dedicando su vida a Cristo
públicamente!
Este hombre en Bwebajja, Uganda, había estado en un accidente
automovilístico que le rompió el fémur. La ruptura nunca se curó
correctamente y debido a esto tenía un dolor casi constante. Solo
podía caminar distancias cortas con muletas. Oramos por él en su
casa y sintió que el fuego entraba en su cuerpo. Luego, se puso de
pie y descubrió que podía caminar sin ningún dolor, ¡más tarde las
radiografías confirmaron que el hueso había sido curado!
5 Nota del traductor: Este versículo se tradujo literalmente de la
versión bíblica NIV en inglés, con el objetivo de cumplir con los
fines del autor.
PARTE 3
Enviados a las Naciones
«El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y
sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban
el templo. Por encima de él había serafines, cada uno de los
cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro,
con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y se decían
el uno al otro:
“Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la
tierra está llena de su gloria”.
Al sonido de sus voces, se estremecieron los umbrales de
las puertas y el templo se llenó de humo. Entonces grité:
—¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios
impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos,
¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor
Todopoderoso!
En ese momento voló hacia mí uno de los serafines. Traía
en la mano una brasa que, con unas tenazas, había tomado
del altar. Con ella me tocó los labios y me dijo:
—Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada,
y tu pecado, perdonado.
Entonces oí la voz del Señor que decía:
—¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?
Y respondí:
—Aquí estoy. ¡Envíame a mí!
Él dijo:
—Ve y dile a este pueblo:
“Oigan bien, pero no entiendan; miren bien, pero no
perciban”».
Isaías 6:1-9
CAPÍTULO 11

¿Quién Está en el Trono?


Antes de que Olivia y yo nos casáramos, ambos habíamos
asistido como estudiantes a la Escuela Misionera The
Harvest con el Ministerio Iris en Mozambique. Dios usó este
lugar para impactar radicalmente nuestras vidas.
Encontramos a Dios de una manera profunda y poderosa
mientras estábamos allí. Después de que nos casamos y
Dios nos llamó a México, sentimos que este era el modelo
que queríamos ver nacer en México para la escuela que
Dios nos había llamado a plantar. El liderazgo de Iris nos
invitó a regresar para colaborar con el equipo de una de las
academias, para ser entrenados en cómo iniciar y dirigir una
escuela de misiones en México. En el 2014, mientras
éramos pioneros en la obra en México, fuimos a ser parte
del staff en Mozambique. Fue un tiempo poderoso y
aprendimos mucho. Durante ese tiempo tuvimos el honor de
ser ordenados oficialmente en el ministerio por Rolland y
Heidi Baker y David Hogan. Creemos firmemente en la
impartición y esto marcó un poderoso parteaguas en
nuestras vidas y ministerio.
«El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso
y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto
llenaban el templo»
Isaías 6:1
El libro de Isaías está lleno de profecías sobre Jesús el
Mesías. Pero este breve pasaje de la llamada de Isaías al
ministerio, nos ofrece una hermosa imagen de lo que
significa ser llamado por el Señor. La mayoría de los
eruditos creen que Isaías era del linaje del rey David y
posiblemente primo del rey Uzías. Isaías 6 registra el
encuentro que tuvo el profeta con el Señor y que le cambió
la vida. En la visión de Isaías vio al Señor elevado por
encima de todo. Creo que esto ilustra una lección muy
importante para nosotros hoy en día sobre la soberanía de
nuestro Rey. Uzías había sido un buen rey que había
terminado mal. Estoy seguro de que Isaías se había
desilusionado por el fracaso y posterior muerte de este rey.
Sin embargo, la visión del Señor en el trono, cambió todo
para el profeta.
En nuestras vidas puede ser fácil mirar a los pequeños
reyes sentados en tronos hechos por el hombre como si
tuvieran el verdadero poder. He visto a cristianos entrar en
pánico absoluto dependiendo de cómo vayan las elecciones
en su país. No estoy diciendo que los cristianos deban
desentenderse de estos asuntos. Lo que en realidad estoy
diciendo es que nuestro ministerio a los reyes de este
mundo, será más efectivo cuando seamos consumados con
el conocimiento de que un Rey Eterno se sienta por encima
de ellos en un trono eterno. Que Su gobierno nunca será
sacudido por las circunstancias que nos rodean. He estado
en más de 50 naciones y he visto personalmente que este
evangelio de Jesucristo es poderoso para salvar, sin
importar el tipo de gobierno que esté "en control". Somos
más efectivos cuando nuestros ojos están firmemente
fijados en el que está sentado en el trono. Esto pone todo lo
demás en enfoque e inspira a un temor santo del Señor en
nuestros corazones, que según la Biblia, es el inicio de la
sabiduría.
Este encuentro con el Señor inspiró un santo temor del
Señor en el corazón de Isaías y lo preparó para responder
afirmativamente a la comisión.
Para el creyente, el temor del Señor es mucho más que un
miedo a ser castigado por Dios. Es un temor santo por el
poder y la fuerza de nuestro Señor que nace de nuestra
gran necesidad de Él y se basa en la fuerte revelación de
que no podemos permitirnos vivir sin Él. Muchas veces
hablamos de Jesús como nuestro mejor amigo. Esto es
cierto. Sin embargo, nunca podemos olvidar que antes de
ser nuestro amigo, fue el Dios que creó todo lo que existe. Él
es quien nos formó y también el que puede destruirnos. Es
nuestro amigo, pero antes es nuestro Rey. Esta revelación
de la fe en Jesús como Señor y como Dios es la base para
nacer de nuevo realmente.
Mientras estaba en Mozambique, Dios me mostró uno de
los ejemplos más poderosos que jamás había
experimentado de su derecho soberano a cambiar nuestros
planes. Un fin de semana fuimos a una aldea en la selva
para mostrar la película de Jesús y predicar el evangelio.
Llegamos a la remota aldea y comenzamos a trabajar para
instalar el generador y el proyector para mostrar la película.
Sin embargo, a pesar de nuestros esfuerzos, el generador
no arrancaba. También nos dimos cuenta de que dos
neumáticos de uno de los grandes camiones estaban
pinchados. Todo el equipo se reunió alrededor de la máquina
para orar; muchos reprendían a los demonios, otros pedían
a Dios un milagro. Mientras oraba, oí la voz del Señor que
me decía claramente:
—Esto no es un demonio; es Mi voluntad.
Estaba completamente confundido. Le pregunté al Señor
qué debía hacer.
—Ve mañana y arregla el generador y los neumáticos —
fue la respuesta.
A la mañana siguiente fui con un chofer a un pueblo vecino
un poco más grande. Llegamos y encontramos un taller para
arreglar el generador y fuimos a otro lugar para reparar los
neumáticos. Mientras estábamos sentados bajo un árbol
observando cómo los hombres reparaban la llanta, un
hombre se acercó a mí para hacerme una pregunta en
lengua makua. Yo no hablaba makua, así que cambió al
portugués (el idioma oficial de Mozambique). Mi portugués
es limitado, así que empezó a hablar en español. Me explicó
que había estudiado en Cuba hace muchos años. Me
sorprendió encontrar a alguien en medio de la nada que
hablara español, así que entablamos conversación.
Entonces me preguntó si le daba cigarrillos. Me reí y le
contesté que no, que esas cosas le matarían, pero que
podía darle algo que le daría vida. Me miró desconcertado y
entonces le hablé del Evangelio. Se sorprendió al oír hablar
de la vida de Jesús, ya que nunca había escuchado este
mensaje. Después de un rato de compartir dijo que quería
seguir a Cristo. Lo guie en una simple oración para recibir a
Jesús. Luego me llevó a su casa porque quería que su
familia escuchara el evangelio. Reunió a su familia y tradujo
en makua mientras yo compartía el evangelio. Su madre, de
más de 80 años, estaba sentada con lágrimas en los ojos
mientras yo hablaba del Señor. Me dijo: "He vivido durante
80 años, a través de guerras y hambrunas, pero nunca he
escuchado este mensaje. Ahora puedo morir en paz porque
conozco a Jesús".
Toda la familia se comprometió a seguir a Cristo juntos.
Cuando me iba, el hombre señaló un terreno al lado de su
casa y dijo: "Quiero dar este terreno al Señor para construir
una iglesia". Unos días más tarde volví con el equipo para
ayudar a establecer una nueva congregación en el pueblo.
De la misma manera que esta mujer, quizá te has sentido
olvidado por Dios, esperando durante muchos años el
cumplimiento de una promesa. Hoy es el día de entregar tu
vida a Él.
La clave de una vida de oración exitosa es descubrir lo
que Dios está haciendo y comenzar a orar en esa línea. Sin
embargo, a veces no oramos de acuerdo a Su voluntad
porque no nos hemos acercado lo suficiente para escuchar
cuál es Su voluntad en la situación. Muchos creyentes
luchan por obedecer a Jesús porque sólo lo entienden como
su "amigo" pero no lo han encontrado verdaderamente como
su Rey. Una vez que lo conocen primero como Rey, es
mucho más fácil obedecerlo incluso cuando sus planes no
tienen sentido.
«Después de seis días, Jesús tomó consigo a Pedro, a
Santiago y a su hermano Juan, y los llevó solos a un
monte alto. Y se transfiguró ante ellos, y su rostro
resplandeció como el sol, y sus vestidos se volvieron
blancos como la luz. Y he aquí que se les aparecieron
Moisés y Elías, hablando con él. Pedro dijo a Jesús:
"Señor, es bueno que estemos aquí. Si quieres, haré
aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra
para Elías". Todavía estaba hablando cuando, he aquí,
una nube brillante los cubrió, y una voz desde la nube
dijo: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco;
escúchenlo". Al oír esto, los discípulos se postraron
sobre sus rostros y se aterrorizaron»
Mateo 17:1-66
Pedro, Santiago y Juan eran el círculo íntimo de los
discípulos de Jesús. Eran los hombres a los que se invitaba
a participar en importantes momentos íntimos de la vida y el
ministerio de Jesús que los demás no veían. En esta historia
vieron a su amigo reunirse con Elías y Moisés. El rostro de
Jesús brillaba de gloria y se transfiguraba ante sus ojos.
Pedro tuvo lo que le pareció una buena idea en el momento;
construir tabernáculos para Jesús, Moisés y Elías. Se dio
cuenta de que su amigo era un profeta importante, que
hablaba con los líderes profetas más importantes de la
historia judía. Vio su oportunidad de ganarse el favor de los
profetas ayudando a Jesús a construir un santuario para
estos tres hombres. Tan pronto como habló, fue corregido
por Dios Padre. La estruendosa voz del Rey sacudiría a los
discípulos hasta las entrañas y serviría de recordatorio
eterno a Pedro de que su amigo era más que un profeta,
más que un rey terrenal, ¡era el Dios eterno!
Para los seguidores de Jesús hay una línea muy fina entre
caminar con Jesús mi salvador y mejor amigo y caminar con
Jesús el Rey Todopoderoso. ¿Es nuestro amigo o es
nuestro rey? La respuesta es sí, Él es eternamente ambos.
Jesús realmente desea invitarnos a una profunda relación
de amistad con Él. Fuimos creados para tener intimidad y
comunión con Dios. Sin embargo, la amistad tarda en
forjarse. Jesús llamó a sus discípulos diciéndoles que
vinieran a seguirlo. Les enseñó a servir como sus
discípulos, pero antes de ser crucificado, ya no los veía
como siervos, sino verdaderamente como sus amigos.
«Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al
tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos,
porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado
a conocer a ustedes»
Juan 15:15
Este pasaje habla de la belleza de la amistad con Dios, del
hecho de que Él haya elegido invitarnos a su presencia
como sus amigos para ser parte del cumplimiento de su plan
en la tierra. Es una hermosa invitación a ser amigos de
Jesús, pero nunca podemos olvidar que Él es primero
nuestro rey.
El ministerio es desafiante y a menudo extremadamente
desordenado, pero entender la soberanía de Dios nos
fortalece cuando las circunstancias parecen ser
completamente contrarias a las palabras de promesa que
hemos recibido del Señor. Cuando salimos de México hacia
Mozambique por el verano, todo parecía ir bien, no nos
dimos cuenta de que el pastor con el que trabajábamos se
estaba sintiendo celoso de nuestro ministerio. Olivia y yo
creímos que esta temporada en Reynosa sería de unos
pocos años, lo suficiente para plantar una iglesia y una
escuela de misiones y dejarla andando para que otra
persona la dirigiera mientras nosotros nos mudábamos a
África. Nuestra intención era pasar el ministerio que
estábamos plantando a nuestro amigo. Sus celos llegaron a
su punto crítico mientras estábamos en Mozambique.
Todo empezó un día cuando nuestros vecinos en México
se pusieron en contacto con nosotros diciendo que el pastor
propietario del edificio había tirado todas nuestras cosas
personales a la calle. También nos enteramos de que se
había acercado a nuestro pequeño equipo de tres
misioneros y a la iglesia, e intentó convencerles de que
Olivia y yo no éramos buenos líderes y que debían seguirle.
Cuando todos le dijeron que no, que servían con nosotros,
se puso furioso. Esos misioneros salieron de la ciudad por
un fin de semana para visitar a la familia y cuando
regresaron a Reynosa, se sorprendieron al encontrar que
sus posesiones al igual que las nuestras también habían
sido arrojadas a la calle. Me llamaron preguntando qué
hacer. Se nos rompió el corazón al escuchar esto,
realmente pensé que este hombre era mi amigo. Por primera
vez en el ministerio, Olivia y yo sentimos el amargo aguijón
de la traición. Nos dolió profundamente. Olivia y yo nos
sentamos en nuestra habitación después de recibir esta
llamada, conmocionados y sin saber qué hacer.
Comenzamos a cuestionar honestamente si habíamos
cometido un error al ir a Reynosa y si verdaderamente
debíamos regresar. Después de todo teníamos otras
opciones dentro de México y en muchos otros lugares.
Pero mientras orábamos, el Señor nos recordó
fuertemente que necesitábamos tomar la decisión de
obedecerle sin importar si alguien quería que estuviéramos
allí o no. Ningún hombre nos había llamado, era Dios quien
nos había llevado allí. Entonces el Señor nos dijo una
palabra que no esperábamos. Nos dijo que debíamos
comprometernos a vivir en México y específicamente en
Reynosa, hasta que muriéramos o hasta que Dios nos
moviera. Una cosa es comprometerse de por vida a un lugar
donde te sientes amado, aceptado y exitoso, y otra muy
distinta es comprometerse de por vida a servir en un lugar
donde has sido herido, rechazado y traicionado. Ambos
lloramos, porque sabíamos lo duro que sería esto, pero nos
comprometimos con el Señor a obedecerle sin importar el
costo.
El apóstol Juan tuvo una visión de Jesús mientras estaba
en prisión en la Isla de Patmos. Juan, a estas alturas de su
vida, había sufrido mucho por su fe en Cristo y se acercaba
al final de su vida cuando Jesús le dio la última misión de
escribir la revelación que había recibido.
«Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba
y, al volverme, vi siete candelabros de oro. En medio de
los candelabros estaba alguien semejante al Hijo del
hombre vestido con una túnica que le llegaba hasta los
pies y ceñido con una banda de oro a la altura del
pecho. Su cabellera lucía como la lana blanca, como la
nieve; y sus ojos resplandecían como llama de fuego.
Sus pies parecían bronce al rojo vivo en un horno, y su
voz era tan fuerte como el estruendo de una catarata.
En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca
salía una aguda espada de dos filos. Su rostro era
como el sol cuando brilla en todo su esplendor. Al verlo,
caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano
derecha sobre mí, me dijo: “No tengas miedo. Yo soy el
Primero y el Último, y el que vive. Estuve muerto, pero
ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves
de la muerte y del infierno˝»
Apocalipsis1:12-18
Cuando leemos este pasaje, es fácil olvidar que Juan
había sido uno de los amigos terrenales más cercanos de
Jesús. Conoció a Jesús en carne y hueso como nadie,
estuvo presente en la transfiguración, en la crucifixión y en
el traslado de Jesús al cielo. Sin embargo, a pesar de toda
su experiencia personal como amigo de Jesús, cuando vio a
Jesús como el rey eterno, fue vencido y cayó ante el Señor
como un hombre muerto. He escuchado a creyentes decir
que cuando lleguen al cielo le harán preguntas a Jesús
generalmente relacionadas con la injusticia o con cosas que
consideran injustas. A la luz de las escrituras este tipo de
comentarios parecen ridículos. Cuando realmente nos
encontremos con Jesús resucitado, lo único que podremos
hacer es adorarle y obedecerle.
Después de dejar Mozambique regresamos a Reynosa, y
tratamos de reconciliarnos con el pastor. Él se negó, a
menos de que trabajáramos bajo su control directo. Nunca
hemos tenido problemas con la sumisión bíblica, pero
sabíamos que este hombre no era un líder saludable. Por lo
tanto, sabíamos que nunca sería posible confiar en él y
trabajar juntos, así que nos despedimos de él. Hablamos con
nuestros líderes y les ofrecimos que se quedaran con él,
pero nadie estaba dispuesto a hacerlo. Así que empezamos
a buscar un lugar para trasladar nuestra iglesia. Habíamos
estado ministrando en el basurero y decidimos simplemente
empezar a reunirnos para la iglesia en el basurero. Durante
ese tiempo un amigo nuestro, que es un empresario local en
Reynosa, se reunió con nosotros. Él había escuchado lo
que había sucedido y nos preguntó qué necesitábamos. Le
respondimos que estábamos sin hogar y sin dinero y que
necesitábamos un lugar para vivir. Nos llevó a un complejo
de apartamentos de su propiedad y le dio a nuestro equipo
misionero dos unidades para vivir gratis. Nos lanzamos al
ministerio y comenzamos a expandir nuestros esfuerzos de
plantación de iglesias en diferentes ciudades de México.
Cada semana nuestra iglesia iba al basurero y tenía
servicio con la gente que se ganaba la vida recogiendo
cosas para vender de los montones de basura. Muchos de
ellos estaban allí por adicción, otros simplemente nunca
habían conocido otra cosa. Las necesidades de la gente
eran tremendas, pero como no teníamos mucho dinero, no
sabíamos cómo podíamos ayudar. Un día el Señor nos dijo
que alimentáramos a la gente de ese lugar. No sabíamos
cómo, ya que no teníamos mucho dinero. Nos dio un plan
sencillo para comprar lo que normalmente comíamos y luego
comprar un poco más y dividir nuestra comida y compartirla
con los pobres. Empezamos con sándwiches de crema de
cacahuete y de mortadela. Vimos cómo, semana tras
semana, Dios tomaba nuestra ofrenda y la multiplicaba, de
modo que siempre había suficiente comida para la gente y
para nosotros.
Unos meses más tarde, un hombre de Estados Unidos
vino a visitarnos, vio nuestro ministerio en el basurero y
después nos preguntó si queríamos algunos frijoles. Le
dimos las gracias y le dijimos que sí. Unos días más tarde
recibí una llamada preguntando dónde podíamos descargar
un camión de frijoles y arroz para nuestro ministerio. Desde
entonces, nuestro ministerio ha distribuido millones de
comidas y sigue ayudando a alimentar a miles de familias en
México y otros países del mundo.

Predicando en la escuela bíblica Iris Global en Pemba,


Mozambique.

Con la ayuda de nuestros socios en todo el mundo, hemos podido


ayudar a proporcionar alimentos a miles de familias en México, así
como a otras naciones que se vieron afectadas por la violencia, las
inundaciones, los terremotos y la pandemia.
Muchas gracias a nuestros socios, Rick Caywood Ministries, Ed
Erwin, Power Ministries y Border Mission por ayudarnos a
alimentar a miles de familias en México.
¡Descargando víveres a mano a altas horas de la noche!
Centros de alimentación móviles.

6 Nota del traductor: Este versículo se tradujo literalmente de la


versión bíblica ESV en inglés, con el objetivo de cumplir con los
fines del autor.
CAPÍTULO 12

Los que Arden


El reino espiritual es más real que lo que podemos ver. Sin
embargo, a veces Dios nos da una visión de lo que está
ocurriendo en este reino invisible. A medida que he
caminado con el Señor a lo largo de los años, me he vuelto
muy consciente de la actividad angelical que ocurre a mi
alrededor. En 2014 recibimos un equipo médico de nuestra
iglesia en Brownwood, TX. Establecimos la clínica en la
iglesia de un amigo pastor en Reynosa. Cuando hacemos
clínicas médicas gratuitas, tenemos enfermeras que
entrevistan a la gente y averiguan lo que necesitan. Luego,
mientras esperan para ver a los médicos, nuestro equipo
ministerial se sienta con ellos y comparte el evangelio y ora
por ellos. Dejamos muy claro que esto no tiene nada que ver
con su tratamiento médico y que nunca queremos
manipularlos para que acepten a Jesús.
A primera hora de la tarde, una joven madre trajo a un niño
a nuestra clínica. Ella estaba cubierta de tatuajes y nunca
había entrado en una iglesia evangélica. Su hijo tenía un
severo problema de lenguaje y nunca había aprendido a
hablar. Podía emitir ciertos sonidos, pero eran
completamente inentendibles; básicamente era mudo.
Nuestro equipo comenzó a orar por él y mientras lo hacían,
la madre miró a su hijo con una expresión de pánico y jadeó
audiblemente, retrocedió varios pasos y cayó en una silla
gritando y sollozando. De repente, el pequeño comenzó a
hablar palabras en español con claridad y a comunicarse
con las personas que lo rodeaban. La madre abrazó a su
hijo sollozando. Después de recuperar la compostura
comenzó a compartir con nuestro equipo lo que acababa de
suceder. Todavía no era cristiana. Mientras el equipo oraba
por su hijo, vio a un gran ángel entrar en la habitación a
través de la pared. El ángel se acercó a su hijo y tocó sus
labios, en el momento en que tocó sus labios fue cuando el
niño comenzó a hablar. El niño continuó hablando y
mejorando su habla durante las siguientes horas. Durante
ese tiempo, la mujer y su hijo entregaron su corazón a
Jesús.
«Por encima de él había serafines, cada uno de los
cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el
rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban.
Y se decían el uno al otro: “Santo, santo, santo es el
Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su
gloria”»
Isaías 6:2-3
Cuando Isaías se encontró con el Señor, vio también
seres angelicales ardiendo a los que se refirió como
Serafines. La palabra hebrea para serafines es única para
describir a estos seres celestiales de la visión de Isaías.
Esta palabra se deriva de la palabra seraph que significa
ardiente o de fuego, por lo que esta palabra significa los que
arden. Esta palabra sólo se utiliza así en Isaías 6. No puedo
imaginar la lucha que enfrentó Isaías tratando de expresar lo
que estaba viendo en su visión en lenguaje humano.
Mientras miraba a estas criaturas ardientes, probablemente
luchó inmensamente para describir lo que veía. Oyó a estos
seres celestiales ardientes gritando y adorando al Señor en
el trono. Su poderosa y santa adoración literalmente sacudió
todo lo que Isaías podía ver.
Mientras adoraban al Señor, gritaban "Santo, santo, santo
es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de Su
gloria". Isaías tiene cuidado de explicar la posición que estos
poderosos seres ardientes adoptaron ante la presencia del
Señor. Con dos alas se cubrían el rostro, con dos se
cubrían los pies y con dos volaban.
Creo que la razón por la que los serafines se cubrían el
rostro era para que el joven profeta no se distrajera con la
belleza de ellos. Los serafines demostraron una hermosa
humildad en presencia del Señor. Algo que he aprendido, es
que cuanto más te acercas a Jesús, más empiezas a
desaparecer en su gloria. Juan el Bautista dijo, cuando vio a
Jesús, "Yo debo disminuir y él debe aumentar". Una
excelente prueba para saber si estás enfocado en Cristo o
en ti mismo ocurrirá cuando el Señor te diga que hagas algo
que a la gente en tu vida le disguste. El miedo al hombre
impide que muchos cristianos ardan con el fuego del Espíritu
Santo porque tienen miedo de lo que otros puedan pensar si
dan un paso en la fe.
En nuestros primeros días en México, mi esposa y yo
fuimos invitados a ministrar en el sur del país. Pasamos
varias semanas ministrando en diferentes tipos de iglesias.
Vimos a Dios hacer muchos milagros. No hablábamos
español todavía, así que la iglesia invitó a un intérprete.
Cuando me reuní con el intérprete antes del servicio se hizo
obvio que no creíamos lo mismo con respecto a los dones
del Espíritu Santo. Él estaba en el personal de una iglesia
conservadora que no enseñaba sobre los dones ni permitía
que estas cosas sucedieran en sus reuniones de
confraternidad. Yo estaba muy nervioso; no quería ofender a
este hombre y por un momento consideré cambiar mi estilo
de ministerio y mensaje para esa noche. Inmediatamente, oí
al Espíritu Santo ordenarme que no me contuviera, sino que
fuera yo mismo y Le permitiera fluir a través de mí. Me
arrepentí de haber considerado inclinarme ante el temor del
hombre y me preparé para el servicio.
Esa noche después del tiempo de alabanza me invitaron a
subir a predicar; como suelo hacer, me arrodillé e invité a la
congregación a unirse a mí en la adoración. Comencé a
cantar en lenguas y el Espíritu Santo comenzó a entrar. Mi
esposa me dijo más tarde que mi pobre intérprete se veía
increíblemente nervioso por estar asociado con este
predicador loco. Mientras adorábamos, el Señor comenzó a
darme palabras de conocimiento sobre cosas a las que Él
quería traer sanidad esa noche. El Espíritu Santo me mostró
que había alguien allí con un espíritu de depresión que había
considerado el suicidio y que Dios quería liberar a esa
persona. Una señora se acercó al frente con lágrimas en su
rostro. Mi intérprete, mi esposa y yo nos acercamos a ella y
comenzamos a ministrarle. Le pregunté si tenía que
perdonar a alguien. Ella señaló a mi intérprete. Lo miré
ligeramente confundido y vi que las lágrimas corrían por su
rostro. Era su esposa. Comenzó a confesar que estaba en
proceso de solicitar el divorcio y que pensaba presentar los
papeles a la mañana siguiente. Lloraron y se abrazaron
mientras echábamos fuera los demonios del suicidio y la
depresión con los que ella había luchado durante muchos
años. Esa noche el Señor me enseñó una lección; a no
contenerme nunca, ni un poco, sino a permitirle a Él
moverse en cada situación. La verdadera humildad nos
hace más audaces de lo que podríamos imaginar porque
está motivada por complacer a Dios en lugar de complacer
al hombre. También nos protege de la trampa del orgullo. Los
Serafines cubrieron sus rostros porque no querían distraer a
Isaías del que estaba sentado en el trono.
Los serafines también se cubrían los pies. En la cultura del
Antiguo Testamento, y en el Medio Oriente hasta hoy, es un
insulto horrible mostrar la planta de los pies o los zapatos.
Porque la planta de los pies representa la suciedad o
impureza. Los serafines se cubrían los pies en presencia de
Dios porque entendían mejor que nadie la santidad del que
estaba sentado en el trono. A menudo se predica la santidad
como una serie de reglas pero es mucho más que
restricciones religiosas.
La palabra hebrea para santidad es “qodesh” que significa
ser apartado o consagrado por un propósito santo. Fuimos
creados para vivir vidas santas, pero el pecado distorsiona y
pervierte lo que Dios quiso apartar para Él. Si queremos
saber cómo se ve la santidad, entonces debemos ver el
diseño original de cómo nos hizo Dios. Adán y Eva no fueron
creados para pecar, si no para ser apartados y caminar con
Dios. El pecado les quitó el propósito y les robó su
verdadero destino. Cuando Cristo nació en este mundo,
caminó en un cuerpo humano como tú y yo, pero sin la
contaminación del pecado. Él era la definición misma de
santidad.
Como creyentes del nuevo pacto somos hechos santos
por nuestro pacto, hecho posible por la muerte y
resurrección de Cristo. Fue su expiación en la cruz lo que
nos limpia de la mancha del pecado y nos libera para cumplir
con nuestro diseño original de caminar con Dios y adorarlo.
Su sangre nunca perderá su poder para salvarnos y
transformarnos.
Una vez un equipo de nuestro ministerio estaba haciendo
un alcance en la zona roja de Reynosa. En muchas
ciudades fronterizas hay áreas específicamente designadas
para la prostitución, donde muchos norteamericanos vienen
de fiesta. Mientras nuestro equipo caminaba en oración, nos
encontramos con una joven prostituta que nos vio y
comenzó a llorar. El cliente que estaba con ella salió
corriendo cuando nos acercamos. Me acerqué a ella y en
inglés empecé a profetizar "así dice el Señor, quiero que me
devuelvan a mi hija". Tres veces repetí estas palabras. Me
sentí muy tonto, después de todo por qué iba a hablar en un
lenguaje religioso tan antiguo y nada menos que en inglés.
Mientras orábamos por ella, cayó al suelo llorando. Cuando
recuperó la compostura, empezó a contarnos su historia.
Era una pastora de jóvenes descarrilada de la Iglesia
Pentecostal Unida, que era estadounidense.
Nos quedamos boquiabiertos y le preguntamos por qué
estaba allí. Lloró y nos dijo que había caído en pecado y que
la gente de su iglesia le había dicho que, como había caído,
iba a ir al infierno. Ella pensó: si voy a ir al infierno, también
puedo ganar dinero haciéndolo. Y a través de una serie de
malas decisiones había decidido convertirse en una
prostituta y terminó en México vendiendo su cuerpo. Le
explicamos que la gracia de Dios podía redimirla de su
pecado y su culpa y hacerla santa. Pudimos ver la
esperanza en sus ojos por primera vez, al escuchar el
verdadero evangelio de la gracia. Ese día salió del burdel
con nosotros y nos permitió ministrarle. Nadie puede
salvarse simplemente siguiendo las reglas externas.
Necesitamos un trabajo interno del Espíritu Santo para ser
transformados. Las reglas hechas por el hombre pueden
cambiar el exterior de una persona, pero sólo el Espíritu
Santo puede cambiar el corazón de una persona.
Los Serafines se comportaron de una manera muy distinta
en presencia del Rey. No se sentaban ni estaban de pie,
sino que volaban. Creo que esto habla de la gran necesidad
que tenemos cada uno de nosotros de estar listos a tiempo
y fuera de tiempo para recibir órdenes de nuestro rey. De la
misma manera, si queremos arder con Su gloria, también
debemos permanecer sensibles a la guía del Espíritu Santo.
Esta es la clave para acceder al poder milagroso de Dios en
nuestra vida diaria. Incluso Jesús modeló este tipo de
dependencia del Padre en su vida y ministerio.
Ciertamente les aseguro que el Hijo no puede hacer nada
por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre
hace, porque cualquier cosa que hace el Padre, la hace
también el Hijo» (Juan 5:19).
Jesús dejó claro a Sus seguidores que, aunque era el Hijo
de Dios, no hacía nada aparte de Su Padre. Este versículo
nos ofrece una visión única de la íntima relación de
interdependencia entre cada uno de los miembros de la
Trinidad.
Esto nos permite leer los evangelios de una manera nueva
cuando tenemos en mente el constante diálogo horizontal
entre Jesús y su Padre. Realmente añade mucha
profundidad a los métodos que Jesús eligió para sanar a la
gente. Jesús no utilizaba exactamente el mismo modelo u
oraciones para hacerlo. Algunas veces Él declaraba, otras
veces los tocaba. A un ciego lo tocó, a otro le escupió en los
ojos, a otro le escupió en el barro y le puso el barro en los
ojos. La razón por la que Él nunca hizo las cosas de la
misma manera dos veces fue porque Él estaba siendo
movido por el Espíritu Santo.
El Señor me ilustró esto de una manera poderosa en 2012
cuando estaba ministrando en una cruzada en Haití.
Habíamos sido invitados a ir a Haití para hacer una
campaña evangelística y una conferencia de pastores en la
ciudad norteña de Jacamel. Haití es un país muy inestable
en el Caribe con fuertes corrientes culturales de brujería.
Durante una semana impartimos formación a los pastores y
líderes locales por la mañana y celebramos reuniones de
evangelización en los campos de fútbol locales por la noche.
La primera noche predicamos, pero no ocurrió gran cosa.
Hubo algunos enfermos que fueron sanados y algunos
entregaron sus vidas al Señor, pero no muchos en
comparación con el número de personas que estaban allí. A
la mañana siguiente, en la reunión de pastores compartí una
palabra sobre el arrepentimiento y la santidad. Les pedimos
a los pastores que cerraran los ojos y levantaran la mano si
estaban cometiendo adulterio, robando dinero y/o
practicando brujería en sus iglesias. A medida que íbamos
pasando por la lista de estos pecados, uno por uno, casi la
mitad de los pastores de la sala levantaron la mano. El
Espíritu Santo cayó sobre el lugar y muchos pastores
lloraron abiertamente y se arrepintieron de sus pecados.
Esa noche, en la campaña, la unción de Dios entró con
fuerza en la reunión. Cinco ciegos fueron sanados
públicamente frente a la multitud. Mientras oraba por una de
las mujeres ciegas, oí que el Señor me decía:
—Escupe en sus ojos.
Me quedé un poco desconcertado y traté de ignorar esa
voz. Puse las manos sobre los ojos de la mujer y seguí
orando, pero aún no pasaba nada. De nuevo, oí al Señor
decir:
—Escupe en sus ojos.
Me estaba frustrando cada vez más y le contesté al Señor
con rabia y en voz baja:
—¡No! No haré eso.
Nuevamente, escuché al Señor decir esta vez más fuerte
y con más fuerza que antes.
—¡Escupe en sus ojos!
Finalmente obedecí y escupí en mis manos y se lo llevé a
los ojos. Inmediatamente quité mis manos de sus ojos y miré
como una gran sonrisa aparecía en su cara mientras gritaba
"¡Luz! ¡Luz! ¡Puedo ver la luz!” Su visión se restableció por
completo en unos instantes. Caí de rodillas y me arrepentí
de mi actitud y mi obstinado orgullo.
No hay una fórmula para los milagros o para caminar con
Dios, el Espíritu Santo es una persona. Nos llamó a caminar
en una relación de obediencia con Él. Continuamente nos
invita a profundizar en el encuentro con Él y a ser movidos y
guiados por su Espíritu.
Dios nos llama a arder por Su gloria, pero para sostener
este fuego debemos comprometernos a caminar en una
humildad que nunca tratará de robarle Su gloria. También
debemos caminar en la santidad, que viene de ser cubierta
por la sangre de Jesús; y la movilidad, que nos mantiene
listos para seguir la guía del Espíritu Santo sin importar el
costo.
Niño que fue sanado de la mudez y comenzó a hablar con
claridad.
Predicando el evangelio en reuniones al aire libre en Haití.
Este hombre fue sanado de un grave problema de audición.
Después de recibir oración, podía escuchar perfectamente sin sus
aparatos especiales.
CAPÍTULO 13

Un Hombre Muerto
Mudarme a México fue un reto para mí, porque mi llamado
principal es establecer iglesias. Sin embargo, en México ya
había muchas iglesias. Me sentí fuera de lugar y cuestioné a
Dios por qué me enviaba a ese lugar. Luego, al conocer
otras iglesias, empecé a entender que lo que yo había
experimentado con la traición y la subsiguiente falta de
confianza era un tema común en la mayoría de la región.
Las divisiones de las iglesias eran comunes, ya que los
líderes con espíritus huérfanos, luchaban por la importancia
y el control de los recursos. Había mucha corrupción,
inmoralidad y desconfianza entre los pastores. Con esta
revelación resonando en mi espíritu, comencé a orar con
grupos de pastores pidiendo a Dios que enviara un
avivamiento a la iglesia. Durante una de estas reuniones de
oración, Dios me habló claramente y me hizo una pregunta.
Me dijo:
—¿Estás listo para el avivamiento? Si mañana te envío
3000 personas que desean ser salvadas y discipuladas,
¿estás listo para recibirlas? ¿Conoces alguna iglesia que lo
esté?
Esta pregunta me dejó sin palabras, mientras me sentaba
en la sala llena de pastores orando y llorando, diciendo al
Señor que no, que no estamos preparados para el
avivamiento. Lloré lágrimas amargas y me di cuenta de que
estábamos pidiendo algo sin creer realmente que lo
recibiríamos. Mientras me arrodillaba allí arrepintiéndome, oí
que el Señor me decía:
—Deseo construir un odre nuevo para recibir el vino nuevo
de mi Espíritu. Este nuevo odre será de misioneros,
pastores, líderes y miembros de la iglesia con corazones
sanados que puedan llevar un movimiento de mi Espíritu.
«Al sonido de sus voces, se estremecieron los
umbrales de las puertas y el templo se llenó de humo.
Entonces grité: “¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un
hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo
de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto
al Rey, al Señor Todopoderoso!”»
Isaías 6:4-5
A veces el avivamiento no llega como esperamos.
Alrededor del mundo los creyentes están orando por un
avivamiento pero muchas veces no tienen un entendimiento
bíblico de lo que implica un verdadero avivamiento. Antes de
que Dios pueda confiarnos todo el poder crudo de su
Espíritu necesita sacudirnos hasta las entrañas. En el
encuentro celestial de Isaías, el umbral de la puerta se
estremeció y puedo imaginar que Isaías también se
estremeció. Antiguamente, cuando alguien buscaba oro en
un río, recogía arena, tierra y rocas de la orilla y las sacudía
con una sartén. Este proceso de extracción permitía a la
persona separar la basura para que el oro pudiera salir a la
superficie.
De la misma manera, la presencia de Dios nos sacude
como creyentes, para que todo lo que pueda ser sacudido
sea sacudido para que sólo lo que es de Él permanezca. A
menudo, debido a que no entendemos cómo es el verdadero
avivamiento, no sabemos cómo prepararnos para un
movimiento del Espíritu Santo.
Mientras estábamos en Mozambique tuvimos la
oportunidad de conectarnos con un misionero llamado Dan
Slade, el líder de la red de iglesias que había nacido del
Avivamiento de Toronto (La Bendición de Toronto). Mientras
hablábamos con él, sintió que el Señor lo guiaba a invitarnos
a Olivia y a mí a su conferencia anual. Pagaron por nuestros
vuelos y nos llevaron a su iglesia en Canadá. La bendición
de Toronto fue un poderoso avivamiento en los años 90 que
comenzó en una pequeña iglesia cerca del aeropuerto. El
Espíritu Santo comenzó a ser derramado de manera tan
poderosa que la gente comenzó a venir de todo el mundo
para encontrar a Dios en la iglesia. Celebraron reuniones
nocturnas durante 10 años y durante ese tiempo estiman
que alrededor de cinco millones de personas vinieron y
fueron tocadas en estos servicios. Este avivamiento se
centró en el poder manifiesto del Espíritu Santo; esta
atmósfera eléctrica, combinada con una fuerte revelación
del corazón del Padre de Dios y la sanidad interior, dio lugar
a miles de vidas transformadas. Aunque ya no tienen
reuniones nocturnas, la presencia manifiesta de Dios es
increíblemente fuerte en esta iglesia.
Cuando llegamos a Toronto se me hizo dolorosamente
obvio lo mucho que necesitaba recibir la sanidad del
corazón. Todavía estaba luchando con la falta de perdón
debido a las heridas que había experimentado. A menudo
bromeaba diciendo que amaba a las personas pero no
confiaba en ellas. Mientras me postraba en el suelo durante
el culto en la hermosa iglesia de Toronto, sentí que el Señor
me traía a la memoria a todas las personas a las que tenía
que perdonar. Gran parte de la sanidad interior que se
produce en el avivamiento tiene lugar durante los momentos
de adoración profunda. Durante esta conferencia, nos
encontramos con preciosos padres y madres espirituales
que se reunieron a nuestro alrededor y oraron por nosotros.
Nosotros pasamos muchas horas en las que no podíamos
levantarnos del suelo. La gente a menudo me pregunta...
"¿por qué la gente se cae bajo el poder de Dios?". Creo que
la respuesta es doble. Una, porque es una reacción física
tangible al encuentro con el Todopoderoso. Dos, porque la
mayoría de nosotros estamos tan ocupados corriendo de un
lado a otro que Dios necesita ponernos en el suelo para
tratar los asuntos de nuestro corazón.
Por lo que he visto, la sanidad interior no siempre es una
experiencia de una sola vez. A veces las enfermedades
físicas inexplicables son el resultado de un problema más
profundo del corazón. Una vez mientras ministraba en un
pequeño pueblo cerca de Piedras Negras, México. Una
anciana caminó lenta y dolorosamente hacia la iglesia donde
nuestro equipo estaba ministrando. Al momento de empezar,
la vi llegar cojeando hasta el primer banco de la iglesia
apoyada únicamente en su bastón. Al final del servicio,
pedimos a la gente que viniera a recibir la oración de
sanidad. Ella vino y se sentó en la primera fila. Nos reunimos
a su alrededor y empezamos a orar. Había sufrido un
derrame cerebral que le había paralizado el cuerpo en un
lado y le había dejado una mano enroscada. Ese brazo
permanecía permanentemente acunado contra su pecho. A
pesar de nuestras fervientes oraciones, nada parecía
suceder. De repente, el Señor me habló y me dijo
"pregúntale si tiene a alguien a quien deba perdonar". Así
que me arrodillé y le hice la pregunta. Empezó a llorar y a
hablar de que necesitaba perdonar a su hija. Le
preguntamos dónde estaba su hija y ella señaló a una mujer
en el fondo.
Invitamos a la mujer a pasar al frente y la madre le pidió
perdón a su hija; la hija comenzó a llorar y a su vez le pidió
perdón. Mientras lloraban y se abrazaban, de repente, la
mano de la mujer con sus dedos contorsionados y
congelados empezó a moverse. Aquella noche se sanó
porque eligió perdonar. ¡Esa noche salió cargando su
bastón!
A menudo Dios trata nuestros problemas por capas. Las
situaciones difíciles, como la traición, pueden causar nuevas
heridas. Pero una vez que has encontrado al sanador, te
resulta cada vez más fácil confiar en Él y correr hacia Él
para que te sane cuando surgen nuevas situaciones.
Cuando Isaías se encontró con Dios, gritó y dijo "estoy
arruinado". Algunas traducciones dicen "Soy un hombre
muerto". Creo que ésta es probablemente la descripción
más exacta de lo que le ocurrió a Isaías aquel día. En la
presencia de Dios, Isaías se dio cuenta de sus propios
problemas y de su profunda necesidad de Dios. Para Isaías,
el problema del que se dio cuenta fue que sus labios estaban
sucios. Tal vez, Isaías era propenso a maldecir. Tal vez sus
palabras eran sarcásticas, amargas, o de enojo.
Independientemente de los detalles, este problema salió a la
superficie cuando Isaías se encontró con Dios. La sanidad
interior es un resultado natural del encuentro con un Dios
Santo.
Una vez, mientras mi esposa y yo estábamos ministrando
en una iglesia en Quintana Roo, México, llegó a la reunión
una mujer que era muy escéptica de mi ministerio. Ella era la
hermana de uno de los pastores de la iglesia. Ella era
miembro de una iglesia muy conservadora que no creía en el
movimiento moderno del Espíritu Santo. Ella necesitaba una
sanidad en su cuerpo, así que después de una cantidad
significativa de convencimiento por parte de su hermana,
aceptó asistir a la reunión. Sin embargo, le dijo a su
hermana que si la empujaba cuando oraba por ella, se iría y
nunca más volvería a una iglesia carismática. La hermana
no me dijo esto, ni me la presentó hasta después del
servicio.
Esa noche, durante el servicio, llamé a las personas que
necesitaban sanidad en su cuerpo. Ella vino al frente y se
unió a la fila de personas. Mientras cerraba los ojos en
oración, sintió que una gran mano le agarraba la frente y la
empujaba al suelo. Nadie la sostuvo y se golpeó con fuerza
contra el suelo de cemento. Abrió los ojos furiosa conmigo
por haberla empujado al suelo, pero al hacerlo se dio cuenta
de que yo estaba en el lado opuesto de la sala orando por
otras personas. Nadie la había atrapado al caer porque
nadie había orado físicamente por ella. Intentó levantarse
pero se dio cuenta de que no podía hacerlo. En ese
momento se dio cuenta de que era Dios quien la ponía en el
suelo. Mientras ella estaba acostada en el piso, Dios mismo
le ministró y rompió toda su resistencia al Espíritu Santo y la
sanó. Esa mujer fue bautizada en el Espíritu y salió de la
iglesia completamente diferente esa noche.
«Al atardecer se le acercaron sus discípulos y le
dijeron: “Este es un lugar apartado y ya se hace tarde.
Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y se
compren algo de comer. “No tienen que irse”, contestó
Jesús. Denles ustedes mismos de comer”. Ellos
objetaron: “No tenemos aquí más que cinco panes y
dos pescados”. “Tráiganmelos acá”, les dijo Jesús. Y
mandó a la gente que se sentara sobre la hierba. Tomó
los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo,
los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los
discípulos, quienes los repartieron a la gente»
Mateo 14:15-19
Cuando Jesús vio el hambre de la multitud preguntó a los
discípulos qué tenían. A Dios no le interesa lo que no
tenemos, sino que le interesa lo que tenemos. Muchas
veces, cuando Dios nos llama a hacer algo, tenemos un
montón de excusas acerca de por qué no podemos hacer lo
que Él dijo que hiciéramos; porque no tenemos dinero,
conocimiento, experiencia, entrenamiento, etc. Usted puede
llenar el espacio en blanco. Jesús quiere multiplicar nuestras
vidas para que seamos fructíferos para Él. Los discípulos le
dieron a Jesús los panes y los peces, Él los tomó en sus
manos, dio gracias por ellos y los partió. El agradecimiento a
Dios trae una multiplicación sobrenatural a nuestras vidas.
En nuestro ministerio hemos visto a Dios traer una
multiplicación sobrenatural de nuestros recursos para
promover el Reino.
En Juárez, durante el apogeo de la guerra contra las
drogas, nuestro equipo fue invitado a venir y compartir en los
centros comunitarios de la ciudad. Son un programa del
gobierno que proporciona servicios a la comunidad. El
deseo de los funcionarios del gobierno que nos invitó era
que pudiéramos ministrar a los jóvenes en riesgo con la
esperanza de que no crecieran para unirse a las pandillas
que plagaban la ciudad. Aceptamos con la condición de que
pudiéramos predicar el evangelio y no sólo dar charlas
sobre valores morales. La administración aceptó a
regañadientes con la condición de que también regaláramos
material escolar a los niños.
Nos dijeron que esperáramos unos 1.000 niños. Cuando
nuestro equipo llegó a Juárez, compramos suficiente
material escolar para hacer 1.700 bolsas. Sin embargo, al
día siguiente nos enteramos de que la oportunidad se había
ampliado a más de 20 centros comunitarios y a miles de
niños. No teníamos idea de qué hacer, no teníamos dinero
para más suministros, así que oramos sobre las bolsas y
dimos gracias a Dios por la oportunidad. Los dos primeros
días pensamos que habíamos repartido todas las bolsas,
pero cuando volvimos al ministerio donde nos alojábamos
descubrimos que había más. Cada día pensábamos que
habíamos repartido todo, pero descubrimos que las bolsas
se multiplicaban tan rápido como las repartíamos. Tomamos
nota en cada distribución de cuántas bolsas se daban y nos
asombramos al ver que, aunque sólo habíamos traído 1.700
bolsas, habíamos repartido más de 4.000 y aún nos
sobraban. Durante ese tiempo muchos niños y padres
entregaron sus vidas a Jesús junto con muchos de los
empleados de los centros.
Jesús también tomó los panes y los peces y los partió. En
mi opinión, ser quebrado por el Señor es un prerrequisito
para la multiplicación sobrenatural. De la misma manera que
Jesús rompió los panes, también necesita rompernos a
nosotros. El quebrantamiento del Señor es diferente al
quebrantamiento del mundo. El mundo rompe y destruye
vidas, mientras que Jesús nos toma como arcilla blanda en
sus manos y aplica Su presión para liberarnos de nuestra
forma actual y rehacernos según Su voluntad e imagen. Sin
Su quebranto no podemos experimentar Su sanidad. No
creo que este quebrantamiento signifique que Dios nos
envíe la enfermedad para enseñarnos una lección. Creo que
lo que realmente necesitamos es el quebrantamiento y la
reconstrucción en Su gloriosa presencia. El rompimiento
resulta en nuestra sanidad, la sanidad entonces nos permite
ser usados por Dios para multiplicar lo que hemos recibido
en las vidas de otros.
Gran parte de la iglesia está atascada porque no ha
permitido que Jesús sane sus heridas. La Biblia dice que
toda criatura debe multiplicarse según su propia especie.
Esto significa que se multiplica lo que se es, no sólo lo que
se sabe. Dios desea usarnos, pero primero quiere sanarnos
y liberarnos para que pueda multiplicar nuestra sanidad, en
lugar de que nosotros multipliquemos nuestra disfunción.
Este es el odre que el Padre está buscando para acoger un
movimiento de su Espíritu Santo en todo el mundo.
¿Qué área de tu vida te impide responder a Su llamado?
Para Isaías era su lengua. El primer paso es ser honesto
con el Señor y permitirle traer la sanidad que necesitamos.

¡Clamando por más!


Nuestro equipo ministrando a los niños en campañas infantiles al
aire libre.
¡El verdadero corazón de la adoración!
CAPÍTULO 14

El Fuego de la Prueba
Al salir de Toronto, Olivia y yo habíamos sido invitados a una
Conferencia de la Escuela Internacional de Ministerio en
California. Llegamos emocionados por ser parte de este
increíble evento con líderes de todo el mundo. Sin embargo,
la primera noche comencé a sentirme mal y sentí un dolor
agudo en el costado. Continué orando hasta que el dolor se
hizo insoportable. Me he sentido muy cerca de la muerte
muchas veces en mi vida, pero esta vez me sentí realmente
como si estuviera caminando en valle de las sombras. Mi
esposa me llevó al hospital donde los médicos confirmaron
que tenía apendicitis aguda. No teníamos seguro y yo sabía
lo que costaba el tratamiento médico en Estados Unidos.
Les rogué a los médicos que me dejaran salir y volver a
México para poder pagar el tratamiento, pero como mi
apéndice estaba a punto de romperse, se negaron. Me
hicieron una operación de urgencia. Mientras me
preparaban para la cirugía, yo predicaba a todo el mundo,
después de todo si estos iban a ser mis últimos momentos,
quería que me encontraran fiel. Me dediqué a orar por las
enfermeras y los médicos y a compartir el Evangelio con
ellos.
«En ese momento voló hacia mí uno de los serafines.
Traía en la mano una brasa que, con unas tenazas,
había tomado del altar. Con ella me tocó los labios y me
dijo: “Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido
borrada, y tu pecado, perdonado”».
Isaías 6:6-7
A menudo, cuando nos encontramos poderosamente con
el Señor, el enemigo viene contra nosotros para poner a
prueba nuestra determinación y compromiso de servir al
Señor. Creo firmemente en la bondad de Dios. Él es tan
bueno que es totalmente incapaz de hacer el mal. Nuestro
enemigo, el diablo, por otro lado, es completamente incapaz
de sentir amor verdadero o bondad. Constantemente busca
la oportunidad de destruir al pueblo de Dios. No tiene poder
para apartarnos de la voluntad de Dios, su poder es limitado
y sus días están contados. Su única posibilidad de éxito es
convencernos de que nos apartemos por decisión propia de
la voluntad y el plan de Dios para nuestras vidas.
Mientras estaba en la cama esperando la cirugía, podía
escuchar los susurros mentirosos del enemigo. "Eres un
fracaso, ríndete y muere. ¿A qué clase de Dios sirves que
sana a las multitudes pero se niega a sanarte a ti?". Estaba
en tal dolor; todo lo que podía hacer era adorar y orar en
lenguas.
Salí de la operación y comencé el proceso de
recuperación. Después de dos semanas los médicos me
autorizaron a viajar. Sin embargo, todavía teníamos el
problema de cómo íbamos a pagar esta cirugía. La factura
del hospital ascendía a 32.000 dólares. El cirujano al que
había atendido en la sala de preparación se sintió tan
conmovido que decidió hacer su parte de la cirugía de forma
gratuita. El anestesista, al que también ministré redujo su
factura a la mitad. Esto todavía nos dejó con una enorme
factura del propio hospital. No teníamos idea de qué hacer y
pensamos que tal vez tendríamos que salir de México para
encontrar trabajo y pagar nuestra deuda.
Hay momentos en nuestra vida en los que nuestra fe es
fuerte y el camino por delante parece claro. Sin embargo,
hay otros momentos en nuestras vidas en los que
simplemente parece que no hay un buen camino hacia
adelante. Cuando nos sentimos como completos
fracasados. Así me sentía yo durante este tiempo. Trataba
de recordarme las palabras que había recibido del Señor y
las cosas poderosas que había hecho y hablado, pero no
podía quitarme el pensamiento de que no tenía nada que
mostrar de mi primer año en México. Después de que me
autorizaron a volar regresé a la granja de mi familia en
Waxahachie, Texas para recuperarme. Nunca me había
sentido tan cansado y desanimado en mi vida. Me esforcé
por poner buena cara mientras mi padre y yo hablábamos de
cosas normales de un pueblo pequeño, como la ganadería,
el ganado y la última vez que llovió. Fue un descanso
refrescante del caos que había sido el último año de mi vida.
Tenía miedo de compartir lo difícil que habían sido las cosas
para Olivia y para mí, después de todo, todo hijo que se va
de casa quiere que su padre vea que es un "éxito". Sabía
que mi padre me quería incondicionalmente, pero en el fondo
temía que llegara a verme como un fracasado.
Así que ahí estaba yo, con miles de dólares de deuda y
con poco apoyo económico. Había dado un paso de fe y me
mudé a México, y allí estaba casi un año después con muy
poco para mostrar que valió la pena el esfuerzo. No podía
concentrarme en lo que mi padre estaba diciendo, todo lo
que podía escuchar era una molesta voz del diablo
bombardeando mis pensamientos diciendo "Eres un
fracaso; siempre serás un fracaso. Sólo tienes que
rendirte”.
Era un pensamiento demoníaco; lo había escuchado
muchas veces antes, pero allí, en el hogar de mi infancia,
parecía más fuerte que nunca. Mientras estaba sentado
bajo esta intensa avalancha de pensamientos
desalentadores llegué a mi punto de quebrantamiento. De
repente no pude soportarlo más y empecé a llorar. Mi padre
no es un hombre muy emocional, es típicamente muy
callado. Nunca ha servido en el ministerio, aunque ama al
Señor con una fe profunda y humilde que siempre me ha
inspirado. Mientras lágrimas corrían por mi cara traté de
ocultar el hecho de que estaba llorando, después de todo
esto no era un comportamiento varonil.
Mientras escondía mi cara entre las manos, oí a mi padre
saltar de su silla y correr hacia mí despejando el corto
espacio entre nuestras sillas en pocos segundos. Se
agachó y me rodeó con sus brazos. Pude oír su voz
temblando de emoción mientras decía, "hijo, no entiendo lo
que haces o lo que estás pasando ahora, pero eres mi hijo y
te quiero y estoy muy orgulloso de ti". Luego comenzó a orar
por mí pidiendo a Dios que me consolara y ayudara.
Mientras oraba por mí, de repente oí la voz del Señor
diciendo "hijo mío, no eres un fracaso. Lo que sientes en
este momento no es más que una fracción del amor que te
tengo".
Para que el conocimiento se convierta en revelación, debe
hacer el viaje de la cabeza al corazón. Yo sabía que Dios
era un buen padre que me amaba, pero en el fondo sentía
que cualquier debilidad mía constituía un fracaso que le
desagradaba. Pero mientras mi padre me abrazaba, podía
sentir los brazos del Padre celestial fortaleciéndome y
dándome valor para no abandonar la carrera.
Ese día, Dios me mostró cómo es realmente el amor del
Padre a través de mi padre. A veces necesitamos más que
nada en nuestras vidas experimentar el abrazo de nuestro
Padre celestial. En la Biblia la diferencia entre el hijo pródigo
y el hermano mayor fue la actitud con la que se acercaron al
padre. El hermano menor sabía que había metido la pata sin
merecer nada. Recibió con gratitud el abrazo de su padre y
fue sanado y restaurado.
El hermano mayor, sin embargo, se resistió al abrazo de
su padre a causa de su propia justicia. Estaba tan atado a la
mentalidad de las obras y a la autosuficiencia que no podía
admitir, ni a sí mismo, ni a su padre, que él también tenía un
problema. Esta frustración reprimida se convirtió en ira por
la gracia de su padre dada a su hermano. El amor de
nuestro Padre celestial es incondicional, nos restaura y nos
levanta. Unos días después, mientras mi esposa y yo
hacíamos planes para regresar a México, recibimos una
llamada del departamento de facturación del hospital. Nos
dijeron que habían revisado nuestro caso y que mi factura
había sido cubierta en su totalidad por una fundación
donante.
Jesús nunca prometió que lo tendríamos fácil cuando le
siguiéramos. De hecho, Él prometió en Juan 16:33 que:
«Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz.
En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense!
Yo he vencido al mundo».
La frase, “¡anímense!”, significa tener una esperanza
valiente en Cristo y creer por fe en lo que Jesús ya ha
hecho, mientras esperamos que la victoria de Jesús se
manifieste y cambie la realidad de nuestras circunstancias.
La fe es la esperanza que ha sido probada y refinada en el
fuego de la adversidad. Es mucho más que simplemente
buenos pensamientos o sentimientos. La Biblia dice que:
«Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la
certeza de lo que no se ve»
Hebreos 11:19.
El fuego toma nuestro conocimiento de la Palabra de Dios
y sus promesas y prueba esa esperanza, para ver si
realmente creemos lo que decimos que creemos. Este
proceso convierte nuestro conocimiento en revelación a
medida que nuestra fe en Dios se convierte en algo probado
y comprobado que nos permite soportar futuras tormentas
mientras miramos hacia atrás a la fidelidad de Dios en
nuestro pasado.
CAPÍTULO 15

El Latido del Corazón del Señor


Volvimos a México y continuamos viendo el poder de Dios
derramado de manera asombrosa. Comenzamos a plantar
iglesias y a servir a los pobres. Olivia y yo sabíamos que
para poder ayudar a preparar a la iglesia en México para
una nueva ola de Su Espíritu necesitábamos más
entrenamiento en sanidad interior. Volvimos de nuevo a la
iglesia Catch The Fire en Toronto al año siguiente y durante
el culto fui llevado por el Señor a una visión abierta que
cambiaría para siempre mi vida y mi ministerio. En esta
visión me vi de pie en un campo de trigo con una hermosa y
abundante cosecha en todas las direcciones hasta donde el
ojo podía ver. Me vi de pie con una hoz anticuada en medio
del trigo trabajando tan duro como podía pero con muy poco
éxito. Me vi tirando la hoz y cayendo al suelo llorando y
diciendo, "¡es demasiado! ¡es demasiado!”. De repente,
estaba en la visión, no sólo viéndola como un observador,
sino viviéndola como si estuviera allí. De repente, vi que el
cielo se abría y una bola de fuego caía del cielo y me
golpeaba en el pecho. Estaba completamente envuelto en
este fuego. Fuera de éste, el Señor me habló y me hizo una
pregunta.
—¿Quieres construir tu ministerio o quieres dar a luz un
movimiento?
En ese momento me di cuenta de que mi ministerio era
todo lo que había podido hacer hasta ese momento, pero me
estaba preguntando si estaba dispuesto a formar parte de
algo nuevo.
—¡Sí! —grité— ¡Lo que haga falta!
Mientras esas palabras salían de mis labios, vi
gigantescos tractores segadores cayendo del cielo y
aterrizando en diferentes partes del campo, primero
docenas de tractores, luego cientos y finalmente miles.
Empezaron a trabajar juntos y a recoger la cosecha a un
ritmo increíble. El Señor me dijo entonces:
—Dedícate a la oración y al ayuno, y permanece en Mi
fuego.
«Entonces oí la voz del Señor que decía: ¿A quién
enviaré? ¿Quién irá por nosotros?" Y respondí: "Aquí
estoy. ¡Envíame a mí”»
Isaías 6:8
En su visión, Isaías había visto y oído cosas increíbles;
ángeles, gloria e incluso al propio Señor sentado en un
trono. Pero no fue hasta que fue tocado por el fuego, en la
visión, que realmente comenzó a escuchar la voz tranquila
de Dios. A menudo esperamos que una voz estruendosa
nos informe la voluntad de Dios, mientras que Dios nos
invita constantemente a acercarnos y a escuchar el latido de
su corazón.
El profeta Elías también encontró la voz tranquila del Señor
durante un tiempo de gran desánimo en su vida.
«El Señor le ordenó: “Sal y preséntate ante mí en la
montaña, porque estoy a punto de pasar por allí”. Como
heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que
partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el
Señor no estaba en el viento. Después del viento hubo
un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el
terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el
Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del
fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo oyó, se
cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la
entrada de la cueva. Entonces oyó una voz que le dijo:
“¿Qué haces aquí, Elías?”»
1 Reyes 19:11-13
Tendemos a juzgar nuestra experiencia espiritual por lo
sensacional que fue la experiencia. He tenido el privilegio de
viajar y hablar en reuniones de avivamiento alrededor del
mundo y he conocido a personas que tienden a saltar de
conferencia en conferencia buscando experiencias
espirituales. Atesoro todas y cada una de las formas que
Dios me ha tocado. Amo las manifestaciones de Su Espíritu,
el fuego, el estremecimiento que viene cuando Su gloria
manifiesta entra en la habitación. Sin embargo, a medida
que he caminado con Él a lo largo de los años, he llegado a
ver que el propósito de estas manifestaciones es
simplemente llamar nuestra atención para que podamos
escuchar su pequeña voz. Creo que lo que sucedió en la
visión de Isaías fue que después de ser tocado por el fuego
sus oídos se abrieron para escuchar una conversación
entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo haciendo la
pregunta "¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?". Oír
este llamado proporcionó a Isaías una visión única del
deseo del corazón del Señor con respecto al pueblo de
Israel, que estaba espiritualmente ciego y sordo, como lo
había estado Isaías antes de ser tocado por el fuego.
Vivimos en un mundo de personas que son sordas para oír
a Dios y necesitan el poder del Espíritu Santo para abrir sus
oídos y escuchar Su amor. Una vez, mientras ministraba en
una remota aldea de Sudán del Sur, cerca de la frontera con
el Congo, el Señor me ilustró este punto a través de un
poderoso milagro. Fui con un equipo de pastores locales del
instituto bíblico para ministrar a la gente en el mercado.
Reunimos a una pequeña multitud en el mercado, en su
mayoría hombres borrachos, y comenzamos a predicarles.
Preguntamos si alguien quería entregar su vida a Jesús y
nadie respondió. Entonces pregunté si alguien necesitaba
sanidad. Uno de ellos respondió que sí, que había luchado
contra la malaria y que le dolía mucho el cuerpo. Le
impusimos las manos y oramos, vimos su rostro lleno de
sorpresa cuando el dolor y la fiebre abandonaron su cuerpo.
Pero aún así tenía miedo de comprometerse con Cristo
delante de sus compañeros de copas.
Un hombre muy mayor se acercó en ese momento y nos
pidió oración. Llevaba casi un año sufriendo un fuerte dolor
en el pecho. Le impusimos las manos y comenzamos a orar.
El dolor le abandonó casi inmediatamente. Nos dio las
gracias y nos pidió que, por favor, fuéramos a orar por la
anciana ciega del pueblo que llevaba muchos años enferma.
Le prometimos que lo haríamos, y algunos lugareños
accedieron a mostrarnos el camino hasta su casa.
Llegamos a su hogar y descubrimos que probablemente
había sufrido una apoplejía o una embolia durante la guerra
que le había hecho perder parte de sus funciones
cerebrales. Era ciega, sorda y no podía hablar con claridad
desde hacía años. Sólo podía estar acostada en su
pequeña cama de hierba tejida, incapaz de cuidar de sí
misma. Era algo increíblemente triste de ver.
Los estudiantes de la escuela bíblica trataron de llevarla a
Cristo, pero rápidamente se dieron cuenta de que no podía
oír ni entenderlos. Uno de ellos dijo:
—Oremos para que Dios la consuele a ella y a su familia.
—No —respondí—, tenemos que orar para que Dios la
sane.
Incluso yo me quedé un poco sorprendido por la
contundencia y la seguridad de las palabras que salieron de
mi boca. Los creyentes del lugar se apartaron y observaron
cómo comencé a orar por sanidad. Cuando le impuse las
manos y comencé a orar, ella empezó a hablar. Primero en
voz baja, luego con más fuerza. En idioma kakwa dijo que
algo tronó dentro de su cabeza. Los creyentes locales se
acercaron y empezaron a orar por ella también. Le pedimos
que se sentara, pero ella respondió que no podía. Sus
músculos se habían debilitado y atrofiado. La ayudamos a
sentarse de todos modos. Mientras oraba por sus piernas
sentí que sus músculos se fortalecían. Le pedimos que se
pusiera de pie, pero respondió que no podía. Así que la
ayudamos a levantarse de todos modos. Se levantó
temblorosamente con varios de nosotros sosteniéndola. Le
preguntamos si podía caminar. Respondió que sí. Así que,
apoyada en nuestros brazos, empezó a dar algunos pasos,
primero débilmente y luego con más y más fuerza.
En ese momento me di cuenta de que era ciega. Le
pregunté si podía orar por sus ojos. Le puse las manos
sobre los párpados, oré y Dios la hizo ver. Me miró y
exclamó en árabe: "¡eres un hombre blanco!". Después de
unos minutos, se soltó de las manos de los que la habían
sostenido y salió al sol por primera vez en muchos años.
Entonces comenzamos a explicar el evangelio de Jesús a
su familia que aún estaba atónita. Toda la familia entregó su
vida al Señor. Esa noche en la iglesia se armó un alboroto
cuando los mismos borrachos del mercado vinieron a
entregar sus vidas a Jesús por el milagro que Dios había
hecho.
Muchas personas piensan que encontrar la voluntad de
Dios para sus vidas es ilusorio o misterioso. La realidad es
que no es complicado conocer Su voluntad si se está
dispuesto a dedicar el tiempo necesario para conocer Su
corazón. El apóstol Juan escribió de forma diferente a los
demás escritores de los evangelios. Los teólogos sitúan los
evangelios de Mateo, Marcos y Lucas en una categoría de
evangelios sinópticos, lo que significa que resumen de forma
ordenada y la vida y el ministerio de Jesús. Mientras que el
evangelio de Juan está completamente en una categoría
propia. Aunque cuenta claramente la misma historia y no
contradice a los otros evangelios, su tono general difiere
mucho y revela otro aspecto de la naturaleza de Cristo, no
sólo como salvador de los judíos, sino como salvador de
toda la humanidad.
Personalmente creo que la razón por la que el evangelio
de Juan difiere de los otros es por la estrecha relación
personal que Juan tenía con Jesús. Juan se refería a
menudo a sí mismo como el discípulo al que Jesús amaba y
formaba parte del círculo íntimo de amigos de Jesús. Su
cercanía era como la de un padre y su hijo. En la última
cena, Juan se apoyó en el pecho de Jesús para preguntarle
quién le traicionaría, en ese momento Jesús le reveló quién
sería (Ver Juan 13). Simbólica y literalmente, Juan había
escuchado el corazón de Jesús, y mientras los otros
escribieron los tres primeros evangelios, el Espíritu les
inspiró lo que habían visto hacer a Jesús. El evangelio de
Juan es único porque lo escribió como un mensaje de amor
al mundo escrito desde la perspectiva de alguien que había
escuchado el corazón de Dios. Los tres primeros evangelios
revelan la naturaleza de Cristo como Mesías, salvador y
redentor. El libro de Juan revela el corazón amoroso de
Jesús a un mundo que muere en el pecado.
De la misma manera, creo que el llamado de Isaías no era
simplemente una orden emitida por la voz del Padre, sino
una invitación directamente del corazón de Dios. Dios no
está buscando más siervos que cumplan sus órdenes, sino
que busca a los que le aman de verdad para que se
acerquen y escuchen Su corazón por los perdidos y los
quebrantados. Como Elías, Juan e Isaías, Dios está
invitando a la gente a acercarse tanto a Él que podamos
escuchar Su voz tranquila y conocer los deseos de su
corazón. Una vez que sepamos lo que Él quiere para
nuestras vidas, será más fácil que nunca decir como Isaías,
"aquí estoy Señor. Envíame".
Muchos creyentes cometen el error de tratar de manipular
a Dios para que bendiga sus planes. Esto es un grave error
porque los planes de Dios son siempre mejores que los
nuestros. La verdadera manera de encontrar la plenitud en
tu llamado es acercarte tanto a Jesús que escuches lo que
Él desea hacer y luego ofrecerte como voluntario para ser
parte de ello.
La gente a menudo pregunta, "¿qué es el avivamiento?”.
Hay muchos libros escritos por hombres y mujeres mucho
más sabios que yo sobre este tema. Mi definición simple es
esta, el avivamiento es un movimiento soberano del Espíritu
Santo que vuelve los corazones de la gente hacia el Padre.
El Espíritu Santo viene a las personas que están
hambrientas y posicionadas para recibirlo de esta manera.
Su presencia manifiesta conduce al arrepentimiento, a la
alegría sobrenatural, a la sanidad y al crecimiento
sobrenatural, tanto en número como en madurez. El
resultado final de este avivamiento debería ser el envío de
oleadas de personas que lleven el mensaje que nació del
corazón del Padre. El avivamiento acelera rápidamente el
crecimiento de nuevos creyentes.
Una vez Olivia y yo estábamos ministrando en la nación
africana occidental de Sierra Leona. Mientras íbamos de
puerta en puerta en el barrio marginal de la capital, Free
Town, nos encontramos con un grupo de tres hombres que
bebían y fumaban. Me invitaron a entrar en su patio y me
preguntaron qué estábamos haciendo en su barrio.
Comencé a compartir el evangelio con ellos. El mensaje de
Cristo los conmovió. Estuvieron de acuerdo en que querían
seguir a Jesús. Los guie en una oración y justo cuando
terminamos un hombre ciego se acerca. Me había oído
hablar en inglés, sabía que debía ser un extranjero y pensó
que podría conseguir algo de dinero. Le pregunté si podía
orar por él y me respondió que sí. Entonces me dirigí a los
nuevos conversos que llevaban pocos minutos en la fe y les
expliqué que Jesús hizo muchos milagros. Y que él enviaría
su Espíritu a descansar sobre nosotros para hacer los
mismos milagros que él hizo. Dejaron sus botellas de
cerveza y pusieron las manos sobre el hombre. Entonces le
preguntamos al hombre, que había estado completamente
ciego durante muchos años, si podía ver. Tenía una mirada
de asombro y dijo que ahora podía ver la luz. Volvimos a orar
por el hombre. Abrió los ojos, esta vez podía ver formas
pero todo estaba borroso. De nuevo oramos y esta vez
pudo ver perfectamente. Los hombres estaban asombrados.
El que unos minutos antes era ciego también entregó su vida
al Señor. Dios quiere cambiar nuestro paradigma de lo que
es un cristianismo normal y eligió asociarse con estos
nuevos creyentes para que el Espíritu Santo fluyera sobre
ellos para sanar al hombre ciego. ¡El evangelio fue ilustrado
hermosamente a esos hombres en unos pocos minutos!
Cuando tuve esta visión de la cosecha, sentí que estaba
entrando en algo que estaba más allá de mis capacidades.
Nunca imaginé que estaría liderando un movimiento de
iglesias y dando a luz una organización misionera. No
teníamos un nombre para nuestro ministerio, pero después
de esta visión en Toronto supe que Dios estaba a punto de
hacer algo nuevo y que debíamos prepararnos para un
crecimiento sobrenatural. Así que supe que necesitábamos
un nombre. Habíamos usado un par diferentes para las
iglesias que habíamos plantado, pero ninguno de ellos se
sentía bien en esta nueva temporada. Oré y le pedí al Señor
que nos mostrara qué nombre ponerle a este nuevo
movimiento que estaba naciendo. Sin embargo, a pesar de
semanas de oración y sesiones de lluvia de ideas, no
pudimos encontrar nada que pareciera correcto. Durante
este tiempo, nuestro pequeño equipo continuó haciendo
rondas por las diferentes ciudades de México donde
trabajábamos entrenando a los líderes de las iglesias y
sentando las bases para la plantación de iglesias. Un día,
mientras visitaba Laredo, el Señor me despertó en medio de
la noche y escuché Su voz claramente desde la oscuridad.
Busqué la palabra para llamado en griego bíblico. Me levanté
de la cama y busqué en Google. La palabra era Kaleo. Tan
pronto como vi este nombre sentí emoción en mi espíritu al
escuchar al Espíritu Santo decir, así es como te estoy
llamando.
Después de esa visión comenzamos a experimentar un
crecimiento exponencial. A los pocos meses de regresar a
México nuestro pequeño equipo creció de un puñado de
misioneros en Reynosa, a un equipo de misioneros y
plantadores de iglesias de rápido crecimiento en todo
México, Texas y África. La gente comenzó a venir de
diferentes naciones para servir como misioneros en México.
Los milagros comenzaron a surgir como nunca antes había
visto.
Una vez mientras nuestro equipo estaba haciendo una
reunión al aire libre en un pueblo de pescadores en México
llamado Playa Bagdad, una mujer vino al frente para que
oráramos por ella. Tenía un tumor que sobresalía de su
estómago del tamaño de una pelota de sóftbol. Cuando le
impusimos las manos, el poder de Dios la tocó y de repente
cayó hacia atrás.
El hombre que la sostuvo formaba parte del equipo
visitante de Texas. No nos lo había contado a ninguno de
nosotros, pero hacía muchos años se había lesionado la
mano en un accidente con una sierra eléctrica. Había
sufrido daños en los nervios y ya no podía mover dos de sus
dedos. Cuando cogió a la mujer y la bajó al suelo, sintió que
el fuego entraba en su mano dañada. Se dio cuenta de que
volvía a tener sensibilidad en los dedos y que podía
moverlos de nuevo. Mientras la mujer yacía en el suelo,
varias mujeres de nuestro equipo se reunieron a su
alrededor para orar. Una de las mujeres, una enfermera
llamada Hannah de Texas, tenía su mano sobre el tumor y
de repente sintió que éste desaparecía de debajo de su
mano. Se sorprendió y empezó a presionar alrededor en
busca del tumor, pero no pudo encontrarlo. Había
desaparecido por completo. Como resultado de estos
milagros, plantamos una nueva iglesia en este pueblo.
En una de nuestras conferencias asistió un pastor llamado
Juan Carlos con su familia. Él y su esposa Verónica tenían
dos adolescentes llamados Jair y Anita que asistieron con
sus padres. Toda la familia fue tocada por el Señor y durante
el primer día, Anita y Jair pasaron varias horas en el suelo
bajo el poder del Espíritu Santo. Al día siguiente, los vi
traduciendo para el equipo que estaba de visita desde los
Estados Unidos y que sólo hablaba inglés. Me sorprendió
porque no creía que Jair o Anita supieran hablar inglés. Más
tarde ese día me acerqué a ellos y les pregunté dónde
habían aprendido inglés y me contestaron que el día anterior
sólo podían hablar unas pocas palabras de inglés que
habían aprendido en la escuela. Pero después de ser
tocados por el Señor se levantaron del suelo y pudieron
entender todo lo que los americanos decían. Después de
recibir esta descarga sobrenatural del idioma inglés podían
incluso traducir. Todavía pueden hacerlo hasta el día de hoy.
Este tipo de movimiento sobrenatural del Espíritu Santo
también atrae la atención de personas que operan bajo
influencia demoníaca y que vienen con la intención de
interrumpir y detener la predicación del evangelio. Una vez,
mientras nuestro equipo ministraba en una reunión al aire
libre en Reynosa, México, un hombre se acercó a la
plataforma, parecía normal, pero al caminar hacia el frente,
pareció chocar con una pared y cayó de rodillas gritando. El
equipo comenzó a orar por él y a expulsar los demonios.
Una vez liberado, se quedó en el suelo, aparentemente en
estado de shock por lo que acababa de ocurrir. Poco
después, otro hombre de la multitud cayó y comenzó a gritar.
El equipo ministerial comenzó a orar por él y a expulsar los
demonios también. Después de la reunión los dos hombres
confesaron que ambos eran brujos y que habían venido a la
reunión para lanzar hechizos y perturbar la reunión. En la
adoración ambos encontraron el poder de Dios y fueron
poderosamente liberados y entregaron sus vidas a Jesús.
En 2018 tuvimos la oportunidad de recibir en Reynosa a
John Arnott, el pastor de la iglesia que recibió el avivamiento
de Toronto. Durante el servicio una joven se acercó al
escenario queriendo dar un testimonio. Le preguntamos qué
había pasado. Ella respondió que había sido sanada de
cáncer. A veces a la gente le gusta dar un testimonio "por fe"
con la esperanza de que lo que están testificando se hará
realidad. Comprendo el corazón que hay detrás de esto; sin
embargo, hemos aprendido a ser cautelosos para examinar
a las personas que dan testimonios y asegurarnos de que
ha habido un cambio verificable en su condición.
A menudo enviamos a la gente a sus médicos para
comprobar que algo ha cambiado. Le preguntamos cómo
sabía que se había sanado y señaló una silla de ruedas con
una mujer de pie detrás sollozando y dijo "esa es mi silla de
ruedas. Mi madre me empujó a esta reunión porque no podía
estar de pie". Continuó declarando que tenía una forma muy
agresiva de cáncer de ovario que había hecho metástasis
en todo el abdomen, dejándola con un dolor constante. Los
médicos no le dieron ninguna esperanza, pero mientras
estaba sentada en el servicio sintió que el fuego entraba en
su cuerpo y de repente sintió como si algo la empujara con
fuerza fuera de su silla de ruedas y se pusiera de pie. Se
sorprendió al mirar a su alrededor y ver que nadie la había
tocado. Cuando se levantó, supo que había sido sanada de
forma sobrenatural porque todo el dolor había abandonado
su cuerpo. Se palpó el abdomen donde habían estado los
tumores poco antes y no los encontró.
Mientras las señales de avivamiento empezaban a
explotar a nuestro alrededor, nos quedamos asombrados de
la magnitud de los milagros que estábamos viendo a nuestro
alrededor. Mi esposa y yo no podíamos creer el crecimiento
sobrenatural. En 2018 comenzamos nuestra primera
escuela de misiones en Reynosa para entrenar misioneros
y un poco después ese mismo año comenzamos una
escuela de plantación de iglesias para entrenar a nuevos
pastores que se sintieran llamados a plantar iglesias. A partir
de 2021 hemos visto cientos de personas de más de 30
naciones diferentes que vienen a servir pero también a
encontrar a Dios aquí en nuestra base en Reynosa y
muchos han sido enviados a plantar iglesias Kaleo en otras
naciones alrededor del mundo.

Esta mujer fue sanada de un gran tumor en su estómago, en Playa


Bagdad, México.
Unos meses después de que la mujer fue sanada del tumor en
Playa Bagdad, otra mujer vino a una de nuestras reuniones con un
tumor en el mismo lugar. ¡Hicimos que la mujer que había sido
sanada orara por ella y el tumor de la mujer más joven
desapareció instantáneamente!
¡Reuniones de avivamiento en las montañas del sur de México!

Reuniones Noche de Fuego en Reynosa, México, con John Arnott.


Reuniones de avivamiento en Jojutla, México, con Heidi Baker.

En estas reuniones de avivamiento, la gloria caía y la gente


continuaba adorando durante la noche, a veces incluso acampando
en los campos abiertos.
Llamada al altar para que los jóvenes entreguen su vida a Cristo.
Nuestra primera reunión de misioneros de Kaleo en 2016,
buscando juntos el rostro del Señor.
Encuentro familiar de Kaleo 2019.
Encuentro familiar de Kaleo 2020.
CAPÍTULO 16

Viendo y Percibiendo
En el año 2020 el mundo fue golpeado por una horrible
pandemia que se llevó la vida de muchas personas. El año
comenzó con muchas promesas, muchas personas
profetizaron que el 2020 sería un año de visión y
avivamiento. Al comienzo del año, sentí del Señor que
experimentaríamos una nueva ola de su Espíritu y que Dios
abriría nuestros ojos para ver con mayor claridad. Pensé
que tenía una idea de cómo podría ser eso, sólo para
descubrir después que no tenía idea de lo que significaría
toda esa palabra en los días siguientes. Cuando nos llegó la
noticia de la pandemia, nos enfrentamos a la decisión de
qué hacer. Vi a muchos amigos pastores responder en
extremos opuestos, algunos con miedo que cerraron sus
iglesias sin que siquiera se les pidiera, mientras que otros
con arrogancia afirmando que se trataba de una falsa
pandemia.
En ese momento, teníamos nuestra escuela de misiones
en marcha con estudiantes de todo México y múltiples
países en nuestra base en Reynosa. Muchos de nuestros
estudiantes estaban recibiendo llamadas y correos
electrónicos de sus familias diciendo que necesitaban
regresar a casa. Estados Unidos anunció durante ese
tiempo que su frontera con México se cerraría y que
cualquier estadounidense en ese país necesitaba regresar o
arriesgarse a no poder hacerlo por un tiempo indefinido.
Nuestro equipo estaba dividido en cuanto a cuál debía ser
nuestra respuesta. Sentí que el peso de estas decisiones
acechaban mi mente. No veía ninguna respuesta perfecta
sobre qué hacer. En situaciones como éstas, he aprendido
la importancia de desarrollar un estilo de vida de oración y
ayuno. El ayuno nos ayuda a centrarnos en Jesús y le
permite hablarnos y darnos dirección y claridad para las
decisiones que necesitamos tomar.
Así que nuestro equipo decidió ayunar durante 8 días y
buscar la guía y la estrategia del Señor para saber qué
hacer. A veces lo más difícil en el camino de la fe es
aprender a mirar más allá de las circunstancias de nuestra
vida diaria y ver lo que Jesús está haciendo realmente.
Queríamos presionar y escuchar realmente cuál era Su
voluntad para nosotros y cómo ser victoriosos.
Durante este tiempo de ayuno un hombre que ha sido un
padre espiritual para mí por muchos años llamado Kelly
Crenshaw me llamó y me dio una palabra del Señor. Nos dijo
que Dios estaba a punto de darnos una oportunidad única
en la vida en medio de esta pandemia y que no podíamos
permitirnos perder lo que Dios haría en este tiempo. Esta
palabra fue la respuesta que había estado esperando, y
pareció sacudir la confusión y el miedo que habían
bombardeado mi mente y me habían hecho sentir paralizado.
El Señor dio una estrategia a nuestro equipo sobre cómo
crecer durante este tiempo y ser un conducto de bendición
para la gente que nos rodeaba y que no sabía de dónde
vendría su próxima comida. Durante el tiempo de la
pandemia un espíritu maligno de miedo operaba libremente
en la tierra. Personas que siempre había conocido como
gente de fe, de repente empezaron a hablar como si no
tuvieran ninguna. Otros trataron de convencerse a sí
mismos y a los demás de que no tenían miedo.
Realmente el espíritu del miedo nos ciega a la realidad del
cielo y nos convence de tomar decisiones que son lo
contrario de la fe. Estas decisiones arraigadas en el miedo
pueden incluso parecer virtuosas en el momento, pero
pueden llevarnos por un camino muy oscuro. La clave para
la victoria durante los tiempos de crisis en nuestras vidas es
presionar la presencia de Jesús y pedirle visión y dirección
espiritual. Esto nos da la capacidad de caminar
resueltamente con confianza humilde porque conocemos al
que nos está guiando.
«Él dijo: “Ve y dile a este pueblo: ´Oigan bien, pero no
entiendan; miren bien, pero no perciban´”»
Isaías 6:9
Cuando el Señor vio que Isaías estaba dispuesto a ser
enviado, le dio un mensaje incómodo para compartir. Dígale
al pueblo que está ciego y sordo. La ceguera en la
antigüedad era una de las peores cosas que le podían pasar
a una persona. Si una persona se quedaba ciega, a menos
que tuviera una buena familia, la única manera de
mantenerse sería mendigando. La ceguera le quita a una
persona la capacidad de experimentar la belleza del mundo
que le rodea. Este mensaje no le valdría a Isaías el favor de
los círculos reales ni de sus críticos. De hecho, Isaías sería
martirizado un día porque incomodaba a los que estaban en
el poder. El Señor le dijo a Isaías en hebreo "shama,
shama" o sea “oyes, oyes”. Esta palabra significa oír
físicamente y se usa dos veces para enfatizar, "pero no
biyn” que significa entender. Esta palabra hebrea significa
entender más allá de los sentidos físicos. Continúa diciendo
"ra'ah, ra'ah", "ves, ves" (También se usa dos veces para
enfatizar), pero no así con la palabra yadah. El hebreo
yadah significa conocer o percibir. Esta palabra es la misma
que se utiliza para hablar de la relación entre un marido y
una mujer que da lugar a la concepción de un hijo. Es el tipo
más profundo de intimidad humana y habla de un
conocimiento profundo entre dos personas que hace que los
dos se conviertan en uno. Para decirlo claramente, el Señor
dijo que no hay nada malo físicamente en tus ojos u oídos,
sino que son tu corazón y tu alma los que se han vuelto
ciegos y sordos.
Una vez mientras estábamos ministrando en un pueblo
remoto en las montañas del sur de México, fuimos invitados
por un pastor local a ministrar a una familia que vivía en lo
alto de la montaña. Mientras subíamos a la montaña un
pastor que me acompañaba en el viaje comenzó a confesar
que aunque enseñaba que Dios sanaba en la iglesia,
dudaba secretamente de que la sanidad divina fuera real.
Sabía que esto estaba mal, pero sentía que su duda e
incredulidad controlaban sus pensamientos. Le hice una
simple pregunta, "¿estás dispuesto a permitir que el Señor te
revele el momento en que empezaste a dudar?" Oramos
juntos en mi camioneta mientras llegábamos al final del
camino. Nos bajamos de la camioneta y nos reunimos con el
pastor local y comenzamos la larga caminata hacia la
montaña para ministrar a las familias. Cuando llegamos
descubrimos que nadie de la familia entendía realmente el
español.
En muchas regiones rurales del estado mexicano de
Oaxaca hay pequeños grupos de personas en las montañas
que viven aisladas y hablan sus propias lenguas tribales,
anteriores al español en México. Una mujer nos llevó a la
habitación para orar por su esposo. Era un indígena bajito y
frágil que, según la familia, tenía más de 90 años. Estaba
acostado en su cama, en un rincón, con la mirada perdida.
Debido a la barrera del idioma, no sabíamos su estado ni
por qué necesitaba que se orara por él. Tenía un aspecto
muy enfermo y casi no respondía a nuestra presencia en la
habitación. De repente, mientras orábamos por él, se
incorporó y empezó a mirar alrededor de la habitación.
Luego se levantó de la cama y comenzó a vestirse. Su mujer
gritó y empezó a llorar mientras su marido nos saludaba a
todos y salía de su casa. La familia charlaba animadamente
en el dialecto local mientras la abuela y algunas de las otras
mujeres lloraban. Sabíamos que algo importante acababa de
ocurrir, pero no lo entendíamos.
Finalmente, entró en la habitación alguien que podía
interpretar en español. Nos explicó que el hombre se había
quedado ciego hace 30 años y que hacía 6 meses que
estaba muy enfermo y postrado en la cama. La familia
pensaba que no se recuperaría y se estaban preparando
para que falleciera. Sin embargo, mientras orábamos por él,
Dios sanó su visión y su cuerpo al mismo tiempo. Por esa
razón se levantó de la cama y salió a ver sus queridas
montañas que no había visto en 30 años. El pastor que me
acompañaba comenzó a llorar mientras el Señor sanaba las
heridas que habían provocado que la duda y la incredulidad
se convirtieran en un baluarte en su vida. Allí en la montaña
dos pares de ojos ciegos fueron abiertos por Jesús ese día,
uno era físicamente ciego, mientras que el otro era
espiritualmente ciego.
A veces no vemos lo que Jesús está haciendo porque
nuestros corazones se han cegado por la religión. En Lucas
4:16-30 Jesús inauguró su ministerio en su ciudad natal
citando al profeta Isaías. Jesús leyó esta profecía
mesiánica como una audaz declaración de su propósito y
misión entre ellos, llegando incluso a decir que esta escritura
se había cumplido delante de ellos. Ellos se asombraron de
Sus palabras y pudieron discernir la unción sobre Él, pero de
repente se salieron de la realidad y empezaron a centrarse
en lo que tenían delante de sus ojos. El problema era que
conocían bien a Jesús pero no podían discernir quien era Él
realmente. El rio del Espíritu fluye a los humildes. El poder
sanador de Jesús fluye a aquellos que reconocen cuan
grande es su necesidad de Él. La gente a menudo me
pregunta por qué he visto más milagros hechos en países
del tercer mundo donde pocas personas eran cristianas.
En mi humilde opinión, la razón es que la gente no ha sido
inoculada por la religión. Cuando alguien recibe una
inyección, normalmente está recibiendo una versión muerta
o debilitada del virus real. Muchas personas hoy en día
están ciegas y sordas como la gente de Nazaret a la
presencia de Jesús. Esto se debe a que sólo han
encontrado la religión, que es una forma de piedad
desprovista de poder. Esto los ensordeció y les impidió
conocer verdaderamente quién era Jesús; no sólo según lo
físico sino por el Espíritu. Ellos no pudieron discernir la
unción o la misión de Jesús. Aunque Él se les reveló
claramente, no pudieron escuchar lo que el deseaba hacer
entre ellos.
En nuestras vidas a veces puede ser muy fácil perder lo
que Jesús está haciendo porque no podemos ver más allá
de lo que nuestros ojos ven y nuestros oídos pueden oír. En
el libro de Lucas 24:15-18 encontramos a Jesús caminando
por el camino de Emaús con sus seguidores después de
haber resucitado. Se les acercó y comenzó a caminar con
ellos entablando una conversación:
«Pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban
velados. “¿Qué vienen discutiendo por el camino?”, les
preguntó
Lucas 24:16-17
A veces, al igual que aquellos discípulos, no percibimos lo
que Él está obrando. Necesitamos que Jesús nos abra los
ojos y nos permita ver realmente lo que está haciendo a
nuestro alrededor. El Señor me ilustró la necesidad de
sanidad de la ceguera espiritual a través de un milagro que
le vi hacer en 2015 mientras hacía una cruzada en un pueblo
llamado Miguel Alemán en México. Tuve una palabra de
conocimiento de que el Señor quería sanar a alguien con un
problema con sus ojos. Un hombre mayor vino al frente. Me
dijo que quería la sanidad porque estaba ciego de un ojo y
no tenía buena visión en el otro ojo. Miré su ojo, era blanco
con una gran cicatriz en la parte delantera. Le impuse las
manos en los ojos y comencé a orar. Mientras oraba, oí que
el Señor me hablaba. Me preguntó:
—¿Qué es más fácil para mí, sanar el ojo de un ciego o
abrir los ojos de una nación ciega? —Esto me sorprendió y
no estaba seguro de cómo responder.
—Supongo que para ti es lo mismo —respondí.
—Verás ambas cosas —me dijo.
Quité mis manos de sus ojos y vi como una gran sonrisa
se extendía por su cara. "¡Ya veo!" dijo el anciano. Todos
estallaron dando gloria a Dios. El anciano extendió la mano y
me pidió que orara por su esposa, que era sorda. Él regresó
a su asiento para traerla al frente. Estaba completamente
sorda de un oído y parcialmente sorda del otro. Puse las
manos sobre sus oídos y de nuevo oí hablar al Señor. Me
preguntó:
—¿Qué es más fácil para mí, abrir el oído de una mujer
sorda o abrir los oídos de una nación sorda?
—Es lo mismo para ti —respondí de nuevo.
—Sí —dijo el Señor—. Verás ambas cosas en esta
nación.
Quité las manos de sus orejas y chasqueé el dedo junto a
su oreja sorda mientras ella se tapaba la mejor. Una mirada
de sorpresa apareció en su rostro mientras decía
claramente "puedo escuchar". Continuamos probando su
oído y vimos que Dios había restaurado su audición.
A veces pensamos que un tipo de milagro es más difícil
que otro. Yo solía pensar en el pasado que para Dios sanar
el cáncer era mucho más difícil que sanar un dolor de
cabeza. Era más difícil para el Señor sanar los ojos ciegos
que una rodilla adolorida. Y que para Él, hacer cualquier
milagro físico, era mucho más fácil que traer un avivamiento
arrollador que resultara en la salvación de miles de
personas. En ese momento me di cuenta de que tenía que
cambiar mi forma de pensar. Ningún milagro es demasiado
difícil para Dios. Él realmente no tiene limitaciones. La mayor
limitación a nuestra capacidad de creer verdaderamente, se
encuentra en nuestra capacidad de discernir lo que Él está
haciendo.
Después de compartir con nuestro equipo la estrategia
que el Señor nos había dado, ofrecimos a todos la
oportunidad de regresar a sus hogares si sentían que
debían irse. Todos nuestros estudiantes decidieron
quedarse. Comenzamos a presionar en la presencia del
Señor y Dios comenzó a hacer milagros como nunca antes
habíamos visto.
Uno de nuestros estudiantes era un hombre llamado
Howard. Él fue muy abierto con nosotros al decirnos que
estaba aquí en la escuela como último recurso. Después de
una larga carrera en el ejército y en la policía, estaba
destruido tanto física como emocionalmente. El dolor físico
de su cuerpo y el tormento emocional del estrés
postraumático le habían hecho caer en una adicción al
alcohol. Se puso en contacto con nuestra escuela para
solicitar su ingreso, y nosotros creímos que debíamos
aceptarlo. Llegó y enseguida estuvo dispuesto a marcharse.
La atmósfera cargada espiritualmente de la adoración, la
oración y el movimiento del Espíritu Santo era más de lo que
él pensaba que podía manejar.
Cierto día, unos estudiantes que compartían la habitación
con Howard, trataron de despertarlo pero no pudieron. El
personal de la escuela estaba muy preocupado por si
estaba enfermo o muerto. Una enfermera de nuestro
personal vino y comprobó que sus signos vitales eran
normales, excepto la presión arterial elevada, para la que
había estado tomando medicamento. Por un momento se
despertó y dijo la palabra "Jesús". Don intentó despertar
también a Howard, pero no pudo hacerlo. Él y el personal
tenían que tomar una decisión sobre si llevar a Howard al
hospital o no. Don sintió la paz de que todo estaría bien así
que decidió dejar a Howard y empezar las clases esa
mañana. Norma, la enfermera, se quedó con él durante
unos 45 minutos hasta que recuperó la conciencia. Luego
vino a la sala de clases para compartir lo que le había
sucedido; tenía una enorme sonrisa en su rostro.
Cuando se acostó la noche anterior, Jesús salió a su
encuentro. Dejó su cuerpo y durante al menos 9 horas
caminó con Jesús en el cielo. Dijo que podía ver su cuerpo
acostado en la cama pero sabía que estaba con Jesús.
Jesús lo llevó de vuelta a cada recuerdo doloroso y
traumático que había experimentado y lo sanó
completamente. Cuando Jesús le devolvió a su cuerpo, se
despertó como un hombre completamente diferente, sano y
lleno de alegría. La noche siguiente durmió sin terrores
nocturnos por primera vez en décadas. Al volver a su casa,
su relación con su esposa y su familia (de la que había
estado alejado durante varios años) se restableció por
completo. Esta pareja está ahora sirviendo a Jesús como
parte de nuestro equipo de liderazgo de la escuela
misionera.
En la misma escuela de misiones, una joven llamada
Joanna se unió a nosotros como estudiante de Ciudad
Juárez, México. Su iglesia no creía que todos los dones del
Espíritu Santo eran para el día de hoy, y los que había para
el día de hoy, eran solo para un grupo elite de ministros y no
estaban disponibles para todos. Le dejaron claro que no
querían que viniera a nuestra escuela. En su iglesia todo
estaba muy controlado y no se animaba a la gente a
profundizar con el Señor. Sus pastores trataron de disuadirla
de venir a nuestra escuela, pero ella seguía sintiendo que
tenía que venir. Desde el primer día ella sospechaba mucho
de todo lo que estaba sucediendo. El movimiento del Espíritu
Santo era diferente a todo lo que ella había visto. Pero tenía
tanto miedo de ser engañada que se distanció de todos.
Cuando el Señor se movía en los tiempos de clase o
durante los servicios ella se hacía a un lado y observaba de
cerca todo lo que sucedía. Dejaba claro que no confiaba en
nadie y se negaba a permitir que alguien la ministrara. Sin
embargo, la raíz de su miedo se basaba en el dolor y el
rechazo que había experimentado a lo largo de su vida. Ella
deseaba desesperadamente que su corazón fuera sanado,
pero no sabía cómo recibir la sanidad del Señor. Con todo lo
que había en ella, deseaba verdaderamente encontrarse
con Dios y fluir en Su Espíritu. Su deseo era encontrar a
Dios de una manera real y tangible, sin dudas a que fuera Él.
Un día, alguien de nuestro equipo estaba enseñando
sobre el amor del Padre. Esta simple palabra la impactó
profundamente. Salió de la clase dándose cuenta de que,
debido a su corazón herido, no sabía cómo amar. Tampoco
sabía cómo recibir el amor de los demás o recibir el amor de
Dios. Estaba sorprendida, había sido cristiana durante
mucho tiempo pero se dio cuenta en ese momento de que
no sentía amor por nadie más. Mientras estaba la terraza de
nuestra escuela, sintió el impulso de pedir a los demás que
oraran por ella, algo que no había hecho desde que llegó.
Bajó justo cuando empezaba la adoración. Reunió a algunos
miembros del personal y estudiantes a su alrededor y
comenzó a confesarles que no sabía cómo amar o ser
amada y que necesitaba que oraran por ella.
Cuando empezaron a orar por ella, lloró y sintió que le
entraba fuego en el cuerpo. De repente empezó a sentir el
amor de las personas que oraban por ella y sintió por
primera vez el amor del Padre Celestial. Cuando empezaron
a ministrarla, sus manos, que estaban delante de ella, se
llenaron de repente de un aceite perfumado. Las mujeres de
alrededor no sabían lo que era, así que fueron por toallas y
empezaron a limpiarlo, pero tan pronto como lo limpiaron
empezó a fluir más aceite, hasta que goteaba por sus
brazos y caía en el suelo. Ella miró asombrada esta
manifestación soberana de la unción del Espíritu Santo.
Extendió sus manos y comenzó a ungir a los otros
estudiantes con este mismo aceite. Su vida cambió a partir
de esa noche.
Estos poderosos milagros que el Señor hizo dieron
energía a nuestras iglesias e inspiraron a nuestros equipos
a difundir el evangelio con audacia. Nuestras iglesias
cooperaron con otros ministerios para empezar a ayudar a
las familias que habían perdido sus ingresos debido a las
fábricas que habían cerrado por causa del COVID. Fue
increíble ver al cuerpo de Cristo en acción, incluso a los
creyentes más recientes llevando comida y una biblia a sus
vecinos no salvos. Fue un tiempo increíble de movilización
para la cosecha. No sabíamos que todo esto era
simplemente una preparación para lo que iba a suceder en
pocos meses.
¿Hay algún área en tu vida que te haya hecho quedar
espiritualmente ciego o sordo? ¿Has sido cegado por el
miedo o las dudas? ¿Quizá te has ensordecido debido a la
incredulidad? ¿Hay algo en tu vida que te impide escuchar
claramente la voluntad de Dios para ti o para las personas
que te rodean? Si la respuesta es afirmativa, me gustaría
invitarte a orar conmigo y pedirle al Señor que sane los ojos
y los oídos de tu espíritu y te permita discernir y conocer lo
que Él está haciendo a tu alrededor.
Te invito a imponer las manos sobre tus ojos y
simplemente decir: "Señor Jesús, perdóname por estar
ciego a lo que deseas hacer en mi vida. Perdóname por mi
pecado, que ha contrariado tu Espíritu y mi incredulidad que
ha apagado el movimiento del Espíritu Santo en mi vida.
Abre mis ojos, Señor, para que pueda empezar a verte
moviéndote en cada situación de mi existencia. Muéstrame
cómo ver lo que estás haciendo y obedecer con todo mi
corazón.
Ahora pon las manos sobre tus oídos y di: Señor Jesús
tócame con tu fuego, para que realmente pueda empezar a
escuchar el deseo de tu corazón. Perdóname por estar tan
ocupado y distraído que no he podido presionar y escuchar
el latido de tu corazón. Señor, dame tu corazón para los
perdidos y los rotos. Dame el corazón de un adorador. Abre
mis oídos para escuchar lo que dices, y dame el valor para
obedecer todo lo que me pidas.
En el nombre de Jesús, Amén.

Mientras orábamos por este anciano ciego muy enfermo, de


repente se sentó y miró a su alrededor. Luego se puso de pie y
comenzó a caminar mientras orábamos por él.
Después de recibir sanidad, el anciano se quedó en su puerta
durante mucho tiempo mirando con lágrimas en los ojos la belleza
de la cordillera fuera de su puerta.
Al día siguiente, el anciano que apenas un día antes había estado
demasiado enfermo para levantarse de la cama, bajó la montaña y
se unió a nosotros para ir a la iglesia.
Misioneros de Kaleo, Pablo y Alana, ministrando en uno de
nuestros centros de alimentación móviles.
Durante la pandemia, estimamos que pudimos proporcionar
alimentos a unas 15.000 familias en riesgo.
CAPÍTULO 17

La Nueva Normalidad
Una vez Olivia y yo estuvimos en la nación africana
occidental de Sierra Leona con un equipo. Habíamos visto a
Dios hacer muchos milagros poderosos durante ese tiempo.
Al final del viaje, estábamos esperando un ferry a la isla
donde el aeropuerto estaba justo fuera de la capital de Free
Town. Mientras esperábamos el barco en un pequeño
restaurante, una mujer se acercó a nuestra mesa pidiendo
dinero. Nos entregó una tarjeta en inglés que decía que era
muda y sorda de nacimiento. Le indicamos con las manos
que queríamos orar por ella, asintió con la cabeza y cerró
los ojos mientras le poníamos las manos en las orejas.
Empezamos a orar y de repente, sus ojos se abrieron de
golpe. Comenzó a agitar las manos con entusiasmo hacia
otro hombre que estaba al otro lado de la habitación. Se
acercó y él explicó que era su hermano. Comenzó a
comunicarse con ella utilizando el lenguaje de signos y a
interpretar lo que había sucedido para nosotros. Ella nunca
había oído antes, pero mientras orábamos por ella, de
pronto empezó a oír lo que decíamos, aunque no nos
entendía. Podía oírnos hablar con claridad, algo que nunca
había experimentado en toda su vida. Con su hermano como
intérprete dijo que ahora creía en Jesús. Incluso fue capaz
de repetir después de nosotros y decir el nombre de Jesús
en voz alta, ¡algo que nunca había podido hacer! ¡Las
lágrimas corrían por su rostro cuando escuchó por primera
vez el sonido de su bebé balbuceando! Su hermano nos dijo
que estaba asombrado porque ella nunca había escuchado
antes y que se comprometía a enseñarle a hablar su idioma.
Para mí, ésta fue una de las ilustraciones más poderosas
que jamás había visto de cómo es la nueva vida en el Reino
para cada uno de nosotros cuando nos encontramos con el
Señor. Al igual que esta mujer, que nunca había
experimentado lo que era oír físicamente, tú y yo estábamos
separados de Él y éramos incapaces de comprender la
realidad de Su reino. Ella estaba sorda físicamente pero
nosotros estábamos sordos y ciegos espiritualmente. Pero
cuando nacemos de nuevo y somos tocados por Su fuego
en el bautismo del Espíritu Santo nuestro mundo cambia
cuando nuestros ojos y oídos se abren a la realidad del
cielo. Pero al igual que esta mujer sorda no sabemos cómo
operar en esta nueva realidad y necesitamos que alguien
nos lleve de la mano y nos guíe.
Me encanta pensar en los relatos de los milagros
ocurridos en la Biblia y ponerme en los zapatos de las
personas que tuvieron encuentros con Jesús. Por ejemplo,
el hombre que Jesús sanó y que había nacido ciego. ¿Te
imaginas la conmoción que sufrió su mente y su cuerpo
cuando, de repente, ese sentido que había estado muerto
toda su vida sanó y pudo ver? Ese momento cambió todo lo
que creía saber sobre el mundo en el que vivía. Ese toque
de Jesús le abrió una nueva palabra que sólo conocía por
las descripciones de otros.
O el hombre endemoniado, que probablemente había
vivido la mayor parte de su vida en un remolino de locura
demoníaca. Había perdido tanto de quien era en realidad,
que era completamente incapaz de funcionar. ¿Puedes
imaginar lo que fue para él cuando Jesús expulsó a la legión
de espíritus atormentadores? El repentino retorno a la
cordura debió dejarle sin aliento. ¿Te imaginas lo que debió
ser para él la transición para empezar a vivir de nuevo como
un hombre cuerdo entre su gente?
De la misma manera, tú y yo debemos aprender lo que
significa vivir en la nueva realidad del reino cuando Dios
abre nuestros ojos y oídos a lo que realmente está haciendo
a nuestro alrededor. El camino de la fe implica entrar en una
dimensión completamente diferente, lejos de los confines
limitados de nuestra realidad terrenal. Jesús dijo a sus
discípulos:
«Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.
Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador
para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad,
a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo
conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con
ustedes y estará en ustedes. No los voy a dejar
huérfanos; volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo
ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y porque
yo vivo, también ustedes vivirán. En aquel día ustedes
se darán cuenta de que yo estoy en mi Padre, y
ustedes en mí, y yo en ustedes»
Juan 14:15-20
Parte de aprender a caminar en la realidad del reino
implica aprender a obedecer lo que Jesús manda. Muchas
personas piensan erróneamente que Jesús eliminó la ley,
eso simplemente no es cierto. Jesús dijo:
«No piensen que he venido a anular la ley o los
profetas; no he venido a anularlos, sino a darles
cumplimiento»
Mateo 5:17
Lejos de que su muerte anule los mandamientos del Señor,
en nuestro favor, su muerte en realidad abrió un camino
para que se cumpliera la ley. Él sabía que no tendríamos el
poder de obedecer sus mandamientos por nosotros mismos,
por lo que prometió enviarnos al Ayudante, que es el Espíritu
Santo. Quien viene a guiarnos y ayudarnos a vivir por fe en
esta nueva realidad y a ser victoriosos en nuestra batalla
contra el pecado, el yo y satanás, debido a Su sangre
derramada a nuestro favor. Al igual que la mujer sorda
necesitaba que su hermano le enseñara un nuevo idioma,
nosotros necesitamos que el Espíritu Santo de Dios nos
enseñe a escuchar y obedecer los mandatos de Jesús y a
vivir por fe. El Espíritu Santo dentro de nosotros nos
capacita de una manera tal, que el motivador externo de la
Ley nunca podría. La motivación de la ley es el castigo
mientras que la motivación de la gracia es el amor. El
Espíritu Santo que mora en nosotros nos da la capacidad de
tener un contacto constante con nuestro Padre celestial a
través de Su Espíritu que mora en nosotros.
Por eso, Jesús dijo que no nos dejaría como huérfanos
sino que enviaría Su Espíritu. Y que aunque el mundo no
viera a Jesús, sus discípulos lo verían y lo conocerían. El
mundo no puede comprender lo que significa seguir a un
Dios que no puede ver, por esa razón es más fácil para la
mayoría de la gente adorar a los ídolos.
La fe en Jesús, sin embargo, no es ciega, ni ignorante,
sino que es la mayor forma de visión disponible para
nosotros. Es un conocimiento del Padre por el Espíritu que
sobrepasa cualquier forma terrenal de oído o vista. La fe
significa mucho más que simplemente pedirle a Jesús que
entre en tu corazón. Implica desaparecer verdaderamente
en Cristo mismo, hasta el punto de que nuestra propia vida
se entremezcla completamente con la vida de nuestro
Salvador. Sin embargo, a pesar de esta realidad celestial,
nuestra fe es imperfecta; no siempre vemos como
deberíamos. Como un bebé que aprende a caminar,
tropezamos y caemos muchas veces. Pero a pesar de
nuestras imperfecciones, el Espíritu Santo nos toma de la
mano y nos lleva a profundizar en Cristo mismo. El apóstol
Pablo dijo:
«Con Cristo estoy crucificado; sin embargo, vivo, pero
no yo, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora
vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que
me amó y se entregó a sí mismo por mí»
Gálatas 2:20, KJV7
Creo que la versión bíblica en inglés, King James (KJV),
capta con mayor precisión la intención de las palabras de
Pablo cuando dice que esta vida que vive ahora en la carne
la vive "por la fe del Hijo de Dios". Creo que lo que Pablo
estaba diciendo era que la vida sobrenatural que vivía en la
tierra no se basaba en su propia fe o capacidad de creer,
sino que era una obra soberana de la gracia del Señor. Y
era de hecho la fe de Cristo mismo trabajando a través de
Pablo para completar la misión que se le había asignado.
Pero esta fe sobrenatural todavía requiere que nos
posicionemos para que Su gracia sobrenatural que hace
milagros se manifieste en nuestras vidas.
Después de que mi esposa y yo habíamos estado
casados por algunos años nosotros sabíamos y creíamos
que íbamos a tener un bebé pero estábamos muy
preocupados porque no quedábamos embarazados. Por
varios años estuvimos orando y creyendo pero, no
habíamos recibido la respuesta a nuestras oraciones. Un
día mientras mi esposa y yo estábamos orando, sentí que la
fe se levantaba en mi corazón y de repente de mi boca me
escuché decir que me comprometería a ayunar todos los
días hasta que tuviéramos un bebé. Sinceramente me
sorprendieron mis propias palabras. No podía creer que me
hubiera comprometido a hacerlo. Pensamientos pasaron por
mi mente, qué pasa si esto toma años, cómo puedo cumplir
mi compromiso con el Señor. Escuché al Espíritu Santo
hablarme en ese momento diciendo "mi fuerza se
perfecciona en tu debilidad". Para poder cumplir con las
promesas de Jesús es necesario dar un paso adelante con
una fe sobrenatural. Este don sobrenatural de la fe nos
empuja a un nivel de compromiso mucho más allá de
nuestras habilidades naturales.
Comencé a ayunar dos comidas al día sin saber cuánto
tiempo me llevaría. Declaramos la palabra diariamente sobre
nuestra familia. Poco menos de un mes después, mi esposa
y yo descubrimos que estábamos embarazados de nuestro
primer hijo al que llamamos Caleb. Este precioso bebé fue el
cumplimiento de la promesa del Señor para nosotros.
Vivimos en un mundo de microondas y a menudo esperamos
un resultado instantáneo. La fe requiere un compromiso de
nuestra parte para permanecer en sus promesas aún en
medio de la batalla. El Apóstol Pablo dijo:
«…pónganse toda la armadura de Dios, para que
cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin
con firmeza. Manténganse firmes…»
Efesios 6:13-14
¿Qué significa estar firmes? Simplemente significa que
debemos hacer todo lo que Él nos dice y dejar los resultados
en Sus manos. En este sentido, caminar por fe a menudo
significa que hacemos una cosa natural (imponer las manos
sobre los enfermos, declarar la palabra, orar, adorar, etc.)
guiados y capacitados sobrenaturalmente por Su Espíritu
Santo. Esta es la intersección entre nuestra fe y nuestras
obras. Como dice el libro de Santiago:
«Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está
muerta»
Santiago 2:17
La palabra de Dios nos obliga a poner en acción lo que
creemos por fe, mediante actos de obediencia a su Espíritu
y a Su palabra. Esta es la sustancia de nuestra fe, creerle a
Dios lo suficiente como para salir y estar dispuestos a
parecer un tonto a los ojos del mundo. Es esta clase de fe
radical la que nos permite estar de pie cuando todo a
nuestro alrededor parece contradecir las promesas del
Señor. Este es el tipo de fe que agrada a Dios y nos permite
crecer en el favor del Señor. El favor es algo en lo que
debemos crecer a medida que elegimos consistentemente
caminar por fe. La Biblia dice que el mismo Jesús, mientras
se preparaba para su ministerio público, también caminó a
través de este proceso.
«Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia
para con Dios y los hombres»
Lucas 2:52, RVA1960
Nacer de nuevo puede suceder en un instante, pero
crecer en Cristo requiere constancia y compromiso para
caminar como Su discípulo. El favor del Señor es algo en lo
que debemos crecer a través de la búsqueda consistente de
obedecer Su voluntad. De manera similar, el favor del
hombre se construye a través de permitir consistentemente
que el carácter de Cristo sea vivido a través de nosotros en
nuestras comunidades. Así es como podemos realmente
brillar como una luz para Jesús en lugares oscuros. Una vez
que conocemos a Jesús, nuestras vidas son diferentes para
siempre, literalmente nos convertimos en algo nuevo que no
es de este mundo. Esto naturalmente hace que otras
personas se den cuenta de lo que ha sucedido en nuestras
vidas. No solo comenzamos a ver las cosas de manera
diferente, sino que la gente, incluso los no creyentes,
también comienzan a ver algo diferente en nosotros.
Una vez estaba llevando a un grupo de estadounidenses
que nos visitaban en Reynosa a la oficina de inmigración
para obtener sus visas. Mientras esperaba a que llenaran
sus papeles, salí de la oficina para atender una llamada
telefónica. Cuando terminé la llamada, un hombre se acercó
a mí y comenzó la conversación diciendo que me había
estado observando. Di un paso atrás y me preparé para lo
que pudiera decir. Él vio mi postura defensiva e
inmediatamente comenzó a aclarar que trabajaba en la
oficina y que me había visto entrar en esa oficina muchas
veces antes. Dijo que la primera vez que me vio se
sorprendió porque había una luz brillante alrededor de mi
cara. Luego, cuando volví con un equipo, vio la misma luz
alrededor de todos nosotros. Estaba perplejo y nunca antes
había visto algo así.
Varias veces a lo largo de los años intentó entablar una
conversación conmigo, pero la oficina siempre estaba
demasiado ocupada para que pudiera venir a preguntarme
por qué estaba brillando. Finalmente, esa noche vio su
oportunidad y vino a hablar conmigo mientras yo estaba solo
fuera de la oficina. Comencé a compartir el evangelio con él
y le dije que la razón por la que mi rostro brillaba era por la
presencia de Jesús en mi vida. A medida que desapareces
en Jesús, la gente que te rodea debería empezar a vernos
cada vez menos y verle a Él brillando más que nunca.
Una vez, mientras estaba en un alcance con los
Ministerios Iris en Mozambique, mi esposa y yo, junto con un
equipo de la Escuela de la Cosecha, estábamos en una
aldea remota. Nuestro equipo llegó a la aldea y montó las
tiendas donde dormiríamos. Después de instalarnos, la
mayoría del equipo se fue a compartir el evangelio y a
ministrar casa por casa. Olivia y yo nos quedamos con
algunos de los pastores mozambiqueños para vigilar las
tiendas y asegurarnos de que no robaban nada. Al cabo de
unas horas llegó un hombre vestido de otra religión y quiso
hablar con nosotros. Nos explicó que su hermana se había
quemado gravemente la pierna, que se había infectado.
Estaba en su casa con mucha fiebre. La familia estaba muy
preocupada por ella y temía que muriera. Intentaron
encontrar una solución, pero los centros médicos estaban
muy lejos y no tenían dinero.
Esa noche, sin embargo, mientras todos dormían, el
hermano tuvo un sueño sobre un hombre vestido de blanco.
Este hombre se presentó como Jesús y le dijo que no
tuviera miedo. Jesús le dijo al hombre en el sueño, que sus
siervos iban a llegar al pueblo al día siguiente y que sanarían
a su hermana y le dirían cómo seguir a Dios. El hombre se
despertó del sueño asombrado por lo que acababa de oír. A
la mañana siguiente, salió a buscarnos. Nos encontró
montando nuestras tiendas. Acordamos, junto con algunos
pastores mozambiqueños, ir a orar por su hermana. Cuando
llegamos, encontramos a la mujer en la cama ardiendo por
una fiebre alta. Su herida estaba mal vendada con trapos
sucios. Nos pusimos a orar mientras Olivia empezaba a
desinfectar y a vendar la herida con una venda nueva.
Mientras orábamos, le bajó la fiebre.
Compartimos el evangelio con toda la familia. El hermano
que había tenido el sueño de Jesús habló por la familia y
como jefe de la casa, dijo que elegirían seguir a Jesús.
Sacaron sus objetos de brujería y los quemamos frente a la
casa como una declaración pública a sus vecinos de que
ahora seguirían a Jesús. Después de hacer esta decisión y
quemar sus artículos de brujería, la mujer fue sanada
sobrenaturalmente y comenzó a caminar completamente
sana.
Todo en la vida cristiana es milagroso. Sin el Espíritu
Santo, el camino de la fe es imposible. Para poder caminar
el camino de la fe debemos reconocer que nuestras vidas
ya no son nuestras, ahora estamos en Cristo. Esta clase de
entrega diaria nos permite seguir a Jesús y obedecer lo que
Él nos dice que hagamos cada día. Al seguirlo, los mismos
milagros que siguieron a Jesús por todas partes también
nos seguirán a nosotros.
¡Olivia y yo dando la bienvenida a nuestro hijo Caleb al mundo!
Predicando en una campaña al aire libre en el oeste de Kenia.

7 Nota del traductor: Este versículo se tradujo literalmente de la


versión bíblica KJV en inglés, con el objetivo de cumplir con los
fines del autor.
CAPÍTULO 18

El Fuego, la Plaga
y el Diluvio
En 2019 mi esposa y yo descubrimos que estábamos
embarazados de nuestro segundo hijo. Ambos estábamos
emocionados y extasiados por esta preciosa bendición del
Señor. Acabábamos de decírselo a nuestras familias y nos
preparábamos para anunciarlo a todo el mundo, cuando de
repente mi esposa empezó a sangrar. La llevé rápidamente
al médico y éste nos informó de que habíamos perdido el
embarazo. Fue un shock brutal pues habíamos hecho todo lo
posible; habíamos orado, yo había ayunado. Sin embargo,
lamentablemente perdimos al bebé. Ninguno de los dos
había experimentado una tristeza tan intensa. Esto fue un
sábado y yo tenía programado predicar el domingo en
nuestra iglesia en Reynosa. Hice arreglos para que alguien
ayudara a Olivia y salí de la casa para predicar. Llegué a la
iglesia y durante el culto me tiré al suelo llorando.
—No tengo nada que dar hoy, ni siquiera puedo organizar
mis pensamientos, ¿cómo voy a predicar? —le dije al Señor.
De repente oí que el Señor me hacía una pregunta:
—¿Qué quieres de mí, hijo mío?
En ese momento me llené de una intensa mezcla de ira y
alegría. Ira contra el enemigo por lo que nos habían robado y
alegría porque sabía que el Señor estaba a punto de dar la
vuelta a toda esta situación para Su gloria.
—¡Quiero un avivamiento! —le dije— ¡Nuestra gente
necesita que Tu presencia sea derramada!
—Levántate y libera ese avivamiento —El Señor
respondió.
Me levanté y tomé el micrófono para la transición de la
adoración a la predicación. Traté de hablar pero las palabras
no salían, así que comencé a hablar en lenguas. Nadie en la
iglesia, excepto nuestros misioneros y pastores, sabía lo
que había sucedido el día anterior. Pero para mi sorpresa,
cuando empecé a cantar en lenguas, la gente empezó a
llorar bajo el poder de Dios. Incluso algunas de las personas
más reservadas de nuestra iglesia comenzaron a acercarse
espontáneamente al altar y a clamar a Dios. Un grupo de
niños de nuestra iglesia vinieron a recibir oración. Cuando
empecé a imponerles las manos, de repente tuve una visión.
En la visión vi a un pequeño niño de pelo rubio bailando y
riendo con Jesús. El niño me saludó y luego desapareció.
Supe que se trataba de mi hijo. Después de salir de la visión,
vi que el mismo grupo de niños que me rodeaban estaban
ahora tirados en el suelo llorando y hablando en lenguas.
Este servicio se prolongó durante muchas horas más, ya
que tanto los niños como los adultos lloraban, reían y
adoraban juntos a Jesús.
Sigo firmemente convencido de que Dios es bueno porque
conozco Su carácter. También conozco la astucia de
nuestro enemigo y sé que a veces suceden cosas en
nuestras vidas que no podemos comprender. Es en esos
momentos, más que nunca, es cuando debemos apoyarnos
en la bondad de nuestro Padre celestial. Esto debe poner
una ira santa dentro de nosotros para venir contra el
enemigo con más fuerza que nunca y por la fe empezar a
pedir cosas más grandes de Dios que hemos tenido el valor
de pedir antes. Jesús dijo:
«Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el
reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo
arrebatan»
Mateo 11:12
La vida cristiana no está destinada a ser un asunto pasivo.
Dios no desea una obediencia religiosa, robótica y sin
emociones. Busca personas que persigan apasionadamente
a Dios con todo lo que tienen, que enfrenten los violentos
ataques del enemigo con la espada del Espíritu, el poder de
Su palabra y una fe sobrenatural. Este es el tipo de fe que
Dios nos llama a tener en medio de la adversidad, que no se
regodea en la derrota sino que lleva la lucha al enemigo. En
los meses siguientes el Señor continuó sanándonos y
restaurándonos mientras la presencia del Señor continuaba
irrumpiendo en nuestras reuniones de la iglesia en mayor
medida.
Unos meses más tarde, mi esposa y yo descubrimos que
de nuevo estábamos embarazados. Nuestra emoción se
mezcló con la tristeza y la preocupación. Seguimos
apoyándonos en la Palabra y creyendo que todo saldría
bien. Durante ese tiempo hice un viaje para visitar nuestro
Instituto Bíblico Kaleo y las iglesias de Kenia. Una noche,
mientras estaba en la iglesia, recibí una llamada de mi
esposa. Estaba sollozando mientras me explicaba que había
ido al médico y que éste le había dicho que había un
problema grave y que lo más probable es que también
perdería a este bebé. Sentí que el miedo intentaba
apoderarse de mi corazón. Me quedé sin palabras durante
unos minutos, pero después de un rato hablé y le dije a mi
esposa que intentaría tomar otro vuelo y volver a casa.
—No —respondió ella—. Tienes que terminar tu misión allí
en Kenia.
—No, necesito estar allí contigo. Así podré orar y ayunar
—le contesté.
—Puedes hacerlo allí. No hay nada que puedas hacer aquí
que no puedas hacer allá —dijo ella.
Mientras orábamos y nos despedíamos, sentí un miedo
horrible, tan tangible y real que parecía una mano fría
agarrando mi corazón. Comencé a orar en lenguas y
durante la siguiente semana me dediqué a la oración y al
ayuno. Nuestra preciosa familia de la iglesia y el equipo en
Reynosa cuidaron de Olivia y de nuestro hijo mayor mientras
yo estaba fuera. Durante ese tiempo, cuando no estaba
enseñando o predicando, oraba por videollamada con
amigos que habían acordado interceder por la vida de este
bebé. Siempre estaré agradecido por estos queridos amigos
como Angie, Tineke, Peter, Victor, Pepe, Kelly, Don y Jackie,
sólo por nombrar algunos. Estuvieron disponibles para orar
conmigo tanto en persona como por teléfono durante horas
mientras orábamos en el Espíritu. Una semana más tarde
estaba sentado en un aeropuerto en Ruanda, cuando recibí
una llamada de mi esposa diciendo que acababa de salir del
consultorio médico y que el doctor estaba sorprendido al
descubrir que todo era completamente normal. Nuestra hija,
Sarah, nació unos meses después, a principios del 2020.
Cuando ese año iniciaba, nuestro ministerio hizo un ayuno
de 40 días en el que participaron nuestros misioneros e
iglesias de todo el mundo. ¡Sentí que el Señor nos decía que
necesitábamos prepararnos para la siguiente ola del Espíritu
Santo que el Señor quería traer! Mientras disfrutábamos en
la presencia del Señor, escuché a Dios decir: "Prepárense
para un movimiento de mi Espíritu, pero estén atentos
porque se verá diferente de lo que piensan". A veces el
avivamiento no viene en el paquete bonito y ordenado que
esperamos. A veces el escenario preparado para un
movimiento de Dios es uno de caos y destrucción mundana.
Las mayores oportunidades para brillar ocurren durante los
tiempos en que el mundo que nos rodea está en crisis. La
iglesia siempre ha crecido más durante los tiempos
caóticos, pero sólo cuando la gente ve realmente la "crisis"
a su alrededor con los ojos del Espíritu Santo. No estoy
abogando por una forma de predicación religiosa que lance
juicios y condenas cada vez que hay una catástrofe ni estoy
diciendo que cada catástrofe es un "acto de Dios".
La realidad es que vivimos en un mundo caído y
estropeado por los efectos del pecado. He servido gran
parte de mi vida en países desgarrados por la guerra y he
visto de primera mano las cosas horribles que la humanidad
es capaz de hacerse entre sí. También he visto la
devastación causada por las catástrofes naturales que
sacuden a la gente hasta las entrañas. A pesar de ello, he
aprendido que la clave para seguir siendo alegre y optimista
es pedir constantemente a Dios que me permita ver a través
de Sus ojos. Caminar por la fe significa permitir que Dios
nos abra los ojos para ver las oportunidades de mostrar el
amor de Dios a las personas que están pasando por una
crisis. Lo que el mundo ve como una tormenta caótica, un
hombre o una mujer llenos de fe lo ven como una
oportunidad para un milagro.
En julio del 2020, en plena pandemia, el huracán Hanna
azotó la región de México donde vivimos. El fenómeno
natural permaneció sobre nuestra ciudad durante horas y
derramó inundaciones de agua de lluvia. Los canales y ríos
se desbordaron y gran parte de la ciudad se vio envuelta en
inundaciones repentinas. Las casas de miles de personas
quedaron completamente bajo el agua; la devastación fue
tremenda. Cuando el huracán pasó por encima de nosotros,
le dije a mi esposa que tenía que ir a ver cómo estaba
nuestra comunidad. La recepción de los teléfonos móviles
no funcionaba, así que salí en mi camioneta para ver cómo
estaba la gente de nuestras iglesias. Después de varias
horas navegando por las calles inundadas, llegué a nuestra
base en Reynosa. El nivel inferior estaba inundado. Nuestro
sistema de sonido y las sillas estaban flotando. Me
sorprendió. Este lugar era mucho más alto que cualquier
otra zona del barrio y nunca pensamos que las aguas
entrarían. Empezamos a limpiar el edificio e intentamos ver
qué podíamos salvar. En ese momento estaba un poco
perdido en la autocompasión, pensando en la cantidad de
dinero que habíamos perdido con nuestro sistema de sonido
y otras cosas que habían quedado destruidas. De repente,
una de nuestras vecinas vino a pedirnos que fuéramos a
ayudar a su suegro que estaba luchando por salir. Oí que el
Espíritu Santo me hablaba y decía:
—Ama a tus vecinos y no te pierdas lo que voy a hacer en
medio de esto.
Esto me devolvió a la realidad. Me arrepentí en silencio de
mi actitud egoísta y salí con algunos de nuestros misioneros
a ayudar a la gente que vivía alrededor de nuestra base y
me di cuenta de que sus casas estaban mucho más
inundadas que las nuestras. Abrimos nuestras iglesias como
refugios de emergencia y empezamos a ayudar a sacar a
las familias. A medida que nuestras iglesias y el equipo se
pusieron en acción para empezar a ayudar a nuestra
comunidad, se hizo evidente la gravedad de la situación.
Muchas iglesias se unieron para hacer comida y
proporcionar agua fresca a las personas afectadas. Se
podían ver equipos de creyentes de muchas iglesias
llevando comida a las personas que habían sido afectadas.
Nuestro equipo fue a llevar alimento a una comunidad
cercana al lago, que había sido inundada con aguas de entre
dos y tres metros. Nos pararon unos soldados que nos
informaron de que no podíamos entrar sin una barca. Nos
ofrecimos a ayudarles si tenían una barca y nos informaron
de que tampoco tenían las barcas necesarias para ayudar a
la gente.
—Si puedo encontrar un barco, ¿me ayudarían a llevar
esta comida a la gente? —pregunté.
Parecían un poco desconcertados e intrigados, pero
respondieron que nos ayudarían si podía encontrar una
barca. Llamé a un amigo que era un hombre de negocios en
la comunidad y le pregunté si nos podía prestar una barca.
Me respondió que sí, pero que la suya era muy vieja y no
sabía si funcionaría o no. Decidimos arriesgarnos y
sacamos la barca. Sin embargo, después de unos 40
minutos, nos dimos cuenta de que tenía una gran fuga.
Desafortunadamente, tuvimos que salir y empujar la
embarcación hasta aguas poco profundas. Pasamos horas
luchando contra las rápidas corrientes, metidos hasta los
hombros en las sucias aguas de la inundación. Aquella
noche volví a mi casa agotado y sintiéndome complejamente
derrotado. No podía deshacerme de la sensación de que
necesitábamos una barca para poder ayudar mejor a la
gente.
A la mañana siguiente, hablé con mi esposa y le dije que
creía que teníamos que conseguir una barca para ayudar en
la catástrofe. Empezamos a buscar y encontramos una en
Texas; negociamos un buen precio pero no teníamos el
dinero para comprarla. Así que me fui a comprar la barca
por fe y antes de llegar a casa de los propietarios alguien
nos había enviado el dinero que necesitábamos para hacer
la compra. Llevamos la embarcación al agua y empezamos
a ayudar a la gente a salir de sus casas y a llevar comida a
las personas que habían decidido quedarse en sus tejados.
Nos enteramos de un pueblo en las afueras de Reynosa
que se había inundado y del que nadie había entrado ni
salido en los últimos tres días. Sentí inmediatamente del
Espíritu Santo que debíamos ir allí. Este pequeño pueblo
tenía una población de alrededor de 200 personas, pero no
pudimos encontrarlo en ningún mapa. Fuimos al pueblo más
cercano que pudimos encontrar en el mapa y allí
encontramos cientos de personas de los pueblos de los
alrededores que habían venido a escapar de las
inundaciones. Estaban muy enojados y casi al punto de
amotinarse porque nadie del gobierno había ido a verlos o
ayudarlos todavía. Llegamos jalando nuestra barca, me
acerqué a la multitud y pregunté si alguien sabía dónde
estaba el pueblo de Los Altos.
Una mujer se acercó diciendo que su hija era de allí y que
podía ayudarnos. Llamó a una señora que se llamaba
Sandra. Ella aceptó llevarnos hasta allí. Llegamos a las
afueras de la aldea y nos dimos cuenta de que el río había
cubierto completamente la carretera, por lo que pusimos
nuestra barca en el agua. Por la gracia de Dios pudimos
navegar por las fuertes y rápidas aguas. La gente nos oyó
llegar y salió de sus casas para venir a recibir la comida y
los suministros. Comenzamos a predicar el evangelio a la
gente, muchas de las personas oraron con nosotros para
aceptar a Jesús como su salvador, una de ellas era Sandra
la señora que nos había llevado allí.
Unos días después de que las aguas de la inundación se
habían retirado, volvimos a hacer un seguimiento de las
personas que habían recibido al Señor y a plantar grupos en
las casas. En uno de los grupos Sandra se levantó para
testificar. Les dijo: "Todos ustedes me conocen y saben que
toda mi vida he adorado a la santa muerte. Después de
recibir a Jesús en el puente, escuché la voz de Dios que me
hablaba y me decía que volviera a mi casa y destruyera
todos los altares e ídolos que tenía. Anoche destruí muchos
ídolos que valían mucho dinero. Quiero decirles que hoy
declaro que confío sólo en Jesucristo". La gente estaba
asombrada, Sandra se había dedicado a la santa muerte
desde que era una niña. Se corrió la voz por los pueblos
sobre el poder de Jesús sobre el espíritu de la muerte.
Durante este tiempo plantamos múltiples grupos de casas e
iglesias nuevas.
Durante las inundaciones repartimos toda la comida que
pudimos dar, pero no importaba que tan rápido la
repartiéramos siempre había suficiente. Durante la época de
las inundaciones y en los meses siguientes, nuestro equipo
pudo distribuir once remolques llenos de alimentos en las
comunidades más afectadas por las inundaciones y los
cierres debido la pandemia de la covid. Por la gracia de Dios
alimentamos a aproximadamente 10.000 familias durante
ese tiempo.
Unos meses después, en noviembre de 2020,
organizamos una reunión de nuestros líderes e iglesias.
Este tiempo de gran dificultad había dado a luz un hambre en
nuestro ministerio para una mayor medida de la presencia
del Señor entre nosotros. Un pastor de Tulsa, Oklahoma
llamado John Peña vino a ministrar. Hubo asombrosas
manifestaciones sobrenaturales del Espíritu Santo durante
este tiempo. En uno de los tiempos de ministración, el llamo
a cualquiera en nuestra iglesia que tuviera problemas con
sus dientes. Varias personas se acercaron. Oramos por
todos ellos. Dos mujeres sintieron que algo sucedía en sus
bocas. Corrieron al baño para revisar sus dientes en el
espejo. Ambas salieron asombradas porque sus dientes que
antes eran caries abiertas ahora estaban llenos de una
sustancia metálica dura. Una de las mujeres era una pastora
de nuestra iglesia tenía dos cavidades rellenas con un metal
de color dorado. La otra señora que era miembro de nuestra
iglesia tenía dos dientes empastados con un metal de color
plateado. Ambas testificaron que no habían recibido ningún
trabajo dental en esos dientes y que estos empastes de
metal no habían estado allí antes, sino que habían sido
colocados allí por el Espíritu Santo. Otra señora que había
sido diagnosticada con un tumor canceroso regresó al día
siguiente con un reporte del doctor de que su tumor había
desaparecido.
Mientras me sentaba allí, viendo estos asombrosos
milagros con lágrimas en los ojos, pensando en lo que había
sucedido durante este año. El Señor me habló y me recordó
la palabra que había recibido al principio del año. Realmente
fue un año de restauración de nuestra visión.
Nuestro Instituto Bíblico Internacional Kaleo en el oeste de Kenia.
Aquí se muestran algunos de nuestros líderes y pastores de la
iglesia Kaleo de Kenia, Uganda y Sudán del Sur.
Los maasai son una tribu nómada de pastoreo de ganado en
Kenia.
¡Dando la bienvenida al mundo a nuestra bebé milagrosa, Sarah!

Devastación por el huracán Hanna.

Accesando en lancha a zonas afectadas por inundaciones.


Predicando el evangelio mientras las personas reciben alimentos y
provisiones.
Nuestros vecinos, que perdieron muchos de sus suministros de
alimentos y posesiones en la inundación, recibiendo alimentos.
Nuestro equipo llevó suministros de emergencia en lancha a una
aldea que había estado varada durante 3 días, porque los canales
se habían desbordado e inundaron las únicas carreteras.
Una de nuestras líderes recibió 2 rellenos dentales de plata cuando
el pastor John Peña oró por ella.
«¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados
para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para
participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos
sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo
resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una
vida nueva» Romanos 6: 3-4.
CAPÍTULO 19

Tras el Fuego
Jaime había sido traficante y drogadicto durante la mayor
parte de su vida. Su adicción estaba destruyendo su salud,
su tranquilidad y su familia. En el pequeño pueblo donde vivía
en México, Jaime era bien conocido como la persona que
podía mantener abastecido de drogas a quien lo solicitara.
Un día, sin embargo, Jaime observó algo extraño. Vio lo que
parecía ser un hombre alegre, literalmente ardiendo en
fuego bailando y saltando por la calle principal de su
pequeño pueblo. Miró a su alrededor y se asombró de que
nadie pareciera ver a este hombre en llamas saltando, casi
flotando por la calle. Debido a su curiosidad, empezó a
correr por la calle siguiendo a este alegre ser ardiente. El
hombre en llamas condujo a Jaime hasta lo que era un gran
centro de eventos, y tan repentinamente como había
aparecido desapareció en el interior.
Jaime, estaba realmente perplejo. ¿Quién era este
hombre? ¿Por qué le condujo a este edificio? A los pocos
días se enteró de que el edificio donde había entrado el
hombre era una de nuestras iglesias de Kaleo, que era
nueva, así que ni siquiera tenía un cartel con el nombre. El
hombre vino unos días después mientras hacíamos una
reunión en la iglesia. Entregó su corazón a Jesús y el Señor
lo liberó de muchos demonios. Al día siguiente nos dijo que
quería reconocer públicamente su fe en Cristo y ser
bautizado. Creo que el hombre en llamas que Jaime vio ese
día era el propio Espíritu Santo guiándolo a un lugar de
liberación y encuentro.
Lo que el Espíritu Santo hace en nosotros en privado, es lo
que luego desea manifestar a través de nosotros
públicamente para tocar las vidas de otros. Comenzamos
este libro hablando del encuentro de Moisés con la zarza
ardiente en el desierto. Cuando Moisés regresó a Egipto, no
todo el mundo creía lo que le había sucedido en el desierto,
pero cuando los milagros comenzaron a suceder, incluso
sus enemigos tuvieron que tomar nota. La diferencia en su
vida era inconfundible, el fuego le había cambiado de
esclavo a liberador. Después de sacarlos de Egipto los llevó
al desierto y el mismo fuego que Moisés había visto en la
zarza ardiente se manifestaba ahora ante toda una nación
mientras una columna de nube y fuego los guiaba.
«De día, el Señor iba al frente de ellos en una columna
de nube para indicarles el camino; de noche, los
alumbraba con una columna de fuego. De ese modo
podían viajar de día y de noche. Jamás la columna de
nube dejaba de guiar al pueblo durante el día, ni la
columna de fuego durante la noche»
Éxodo 13:21-22
Muchas personas nunca cumplen el llamado del Señor a
sus vidas porque tienen miedo a lo desconocido. La realidad
es que Dios en Su misericordia, no nos muestra cuál será
cada paso del camino; normalmente sólo ilumina el siguiente
paso que debemos dar. Esto es bueno, porque si Él nos
mostrara todo, la mayoría de nosotros probablemente nunca
daríamos un paso al principio. Muchos creyentes tienen
grandes sueños de hacer grandes cosas para Dios, pero se
quedan estancados porque se niegan a dar los pasos
simples, y no glamorosos, que se requieren para seguir al
Señor. La verdadera fe radical sólo puede ser cultivada a
través de la obediencia diaria y la búsqueda de Su
presencia.
Una vez, un joven vino a pedirme consejo en una escuela
de ministerio en la que estaba hablando. Parecía muy
preocupado porque quería escuchar al Señor diciéndole qué
hacer a continuación, pero no había escuchado ninguna
palabra de dirección. Simplemente le pregunté, ¿cuál fue la
última dirección que el Señor le había dado? Pensó en ello y
me dijo algo que el Señor le había dicho hace varios meses.
Trató de cambiar el tema de nuevo a sus grandes planes
que quería hacer para el Señor.
—¿Obedeciste la última palabra que te dio el Señor? —le
pregunté.
Él pensó por un momento en cómo algo tan insignificante
tenía que ver con sus grandes planes. Le hice una simple
pregunta:
—¿Cómo puede Dios confiar en ti para hacer grandes
cosas, si no estás dispuesto a obedecerle en las cosas
pequeñas?
Seguir el fuego significa que debemos obedecer incluso
cuando es inconveniente. Debemos presionar por más y
cultivar un hambre por el Señor que sea tan apasionada que
no pueda ser satisfecha por otra cosa que no sea la
presencia del Señor.
Siempre me ha sorprendido como el Señor ordena
nuestros pasos si se lo permitimos. Cuando estaba en la
escuela secundaria tuve la oportunidad de estudiar chino
durante algunos semestres con un misionero retirado que
había pasado muchos años en Taiwán. Sabía que Dios me
llamaba como misionero pero no sentía que ese llamado
fuera para China. Sin embargo sentí fuertemente que tomar
este curso era una oportunidad importante del Señor.
Cuando terminó la clase y me gradué y pensé que tal vez
había perdido mi tiempo. Sin embargo, unos meses más
tarde, escuché al Señor decirme que tenía que ir a China
durante los Juegos Olímpicos de Pekín. Encontré un equipo
misionero que iba a ir allí y me permitió ir con ellos. Terminé
con un pequeño equipo en una gran ciudad en el noreste del
país. Intentaba desesperadamente recordar lo poco que
había aprendido de chino durante mis clases. Pero un día,
mientras estaba en un centro comercial buscando pilas para
mi cámara, entablé conversación con unas universitarias
que hablaban un inglés excelente. Me preguntaron mi
nombre. Les contesté en chino presentándome con un
nombre que mi profesor de chino me había dado años atrás
(ellos no sabían que esa era la única frase que yo podía
recordar en ese momento). El nombre significaba la gracia
prevaleciente de Dios. Era un nombre común para los
cristianos en Taiwán, pero nada común en el continente
comunista. Se miraron y preguntaron si podíamos volver a
vernos. Les respondí que sí.
Unos días después nos quedamos de ver en un
restaurante. Como es costumbre allá, intercambiamos
algunos pequeños regalos. Una de las jóvenes nos dio una
foto de ella misma; sorprendentemente en el fondo había
una gran imagen de una cruz. Le pregunté si sabía lo que
significaba la cruz. Me contestó que Jesús había muerto en
la cruz. Luego continuó diciendo que había escuchado la
historia de Jesús muriendo en la cruz de una amiga en la
escuela secundaria, pero un día su amiga desapareció y
nunca se enteró del resto de la historia de Jesús. Cuando
escuchó mi nombre, supo que probablemente yo era
cristiano y esperaba que tal vez pudiera contar el resto de la
historia de Jesús. Estaba asombrado de cómo el Señor
había ordenado cada uno de estos pequeños pasos para
llevarme alrededor del mundo para este momento en el que
pude compartir el evangelio con alguien que estaba
buscando encontrar a Jesús. Después de compartir el
evangelio, las dos jóvenes entregaron sus vidas al Señor.
A veces cuando seguimos al Señor, Él pone a prueba
nuestros corazones dándonos la oportunidad de asentarnos.
El tener que hacer una elección de nuevo para seguir donde
Jesús nos lleva, nos permite demostrar nuestro amor por
Dios eligiendo ponerlo a Él en primer lugar. En el libro de 2
Reyes, encontramos la historia de Dios pasando el manto a
Eliseo. Eliseo fue llamado por el Señor en 1 Reyes 19. Elías,
que es una sombra del Espíritu Santo en nuestras vidas, se
acercó a Eliseo, en ese momento un exitoso propietario de
tierras y agricultor, y simplemente le echó el manto sobre los
hombros. A Elías le había dicho el Señor que Eliseo sería su
sucesor, pero sabía que debía ser probado antes de recibir
el gran peso de una comisión del Señor. Eliseo sacrificó sus
bueyes, quemó sus implementos de granja, se despidió de
su familia y siguió al profeta. Sacrificar sus bueyes y quemar
su arado fue una poderosa expresión de su compromiso de
seguir al Señor eliminando su "plan B". Fue un movimiento
audaz teniendo en cuenta que Elías no le dio ningún detalle
de lo que implicaría su nuevo trabajo. Aunque había un
llamado en su vida, no fue comisionado instantáneamente
como profeta.
En cambio, pasó una cantidad significativa de tiempo
sirviendo humildemente a su maestro. En el Reino, la
verdadera grandeza nunca llega a través de la
autopromoción, sino que viene a través del servicio humilde
y fiel. Estoy seguro de que Elías no era una persona fácil de
servir. Probablemente era un poco gruñón y cascarrabias,
pero esto era parte del proceso de preparación.
Sin embargo, en 2 Reyes 2, finalmente llegó el momento
de que Eliseo fuera comisionado y recibiera el manto. Pero
el Señor llevó a Eliseo a una prueba final para ver si tenía lo
necesario para seguir el fuego sin importar qué.
«Cuando se acercaba la hora en que el Señor se
llevaría a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo
salieron de Guilgal. Entonces Elías le dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado a Betel.
Pero Eliseo le respondió:
—Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que
no te dejaré solo.
Así que fueron juntos a Betel. Allí los miembros de la
comunidad de profetas de Betel salieron a recibirlos y le
preguntaron a Eliseo:
—¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro,
y a dejarte sin guía?
—Lo sé muy bien; ¡cállense!
Elías, por su parte, volvió a decirle:
—Quédate aquí, Eliseo, pues el Señor me ha enviado a
Jericó.
Pero Eliseo le repitió:
—Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que
no te dejaré solo.
Así que fueron juntos a Jericó. También allí los
miembros de la comunidad de profetas de la ciudad se
acercaron a Eliseo y le preguntaron:
—¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro y
a dejarte sin guía?
—Lo sé muy bien; ¡cállense!
Una vez más Elías le dijo:
—Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado al
Jordán.
Pero Eliseo insistió:
—Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que
no te dejaré solo.
Así que los dos siguieron caminando y se detuvieron
junto al río Jordán. Cincuenta miembros de la
comunidad de profetas fueron también hasta ese lugar,
pero se mantuvieron a cierta distancia, frente a ellos.
Elías tomó su manto y, enrollándolo, golpeó el agua. El
río se partió en dos, de modo que ambos lo cruzaron en
seco. Al cruzar, Elías le preguntó a Eliseo:
—¿Qué quieres que haga por ti antes de que me
separen de tu lado?
—Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por
partida doble —respondió Eliseo.
—Has pedido algo difícil —le dijo Elías—, pero si logras
verme cuando me separen de tu lado, te será
concedido; de lo contrario, no.
Iban caminando y conversando cuando, de pronto, los
separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías
subió al cielo en medio de un torbellino. Eliseo, viendo lo
que pasaba, se puso a gritar:
—¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de
Israel! —Pero no volvió a verlo.
Entonces agarró su ropa y la rasgó en dos. Luego
recogió el manto que se le había caído a Elías y,
regresando a la orilla del Jordán, golpeó el agua con el
manto y exclamó:
—¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías? —En cuanto
golpeó el agua, el río se partió en dos, y Eliseo cruzó»
2 Reyes 2:1-14
Cada uno de los lugares por los que Elías condujo a Eliseo
tiene un significado profético. El primer lugar fue Gilgal. En el
libro de Josué, capítulo cinco, Dios llevó al pueblo de Israel
que había nacido en el desierto a renovar su pacto con el
Señor mediante la circuncisión. Bajo el nuevo pacto de
Cristo, la circuncisión cambió de algo físico a algo espiritual.
El Apóstol Pablo dijo:
«…y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el
Espíritu, no el mandamiento escrito»
Romanos 2:29
Dios desea llevarnos a través de un proceso en nuestros
corazones mediante el cual reafirma nuestro pacto con Él y
quita de nosotros las actitudes de nuestros corazones que le
desagradan. Sin embargo, muchos creyentes se niegan a ir
más allá de ese punto en su caminar con el Señor y
permiten que el Señor los lleve a la madurez. Elías le ofreció
a Eliseo que se quedara en Gilgal, pero Eliseo sabía que si
dejaba ir a Elías, tal vez nunca podría volver a encontrarlo.
Respondió: "Vive el Señor y vives tú, no te dejaré".
Elías lo condujo entonces a Betel que en hebreo significa
"la casa de Dios". Es algo maravilloso estar en la casa de
Dios rodeado de otros creyentes. Tristemente sin embargo,
muchos creyentes se han vuelto adictos a la comodidad y
buscan hacer la casa más agradable mientras ignoran el
llamado del Espíritu Santo a salir de su zona de confort y
servir en el campo misionero.
Una vez, mientras predicaba en una pequeña iglesia en
Texas, un hombre mayor se acercó durante el tiempo de
oración. Yo había estado predicando acerca de escuchar al
Señor y decir sí a su llamado para ir a predicar el evangelio
a las naciones. El hombre se acercó a mí con lágrimas en
los ojos diciendo que Dios le había hablado de una nación.
Me dijo la nación. Era un país muy cerrado donde el
cristianismo es ilegal. Puse mi mano en su hombro y
comencé a orar para que el Señor abriera una puerta para
que este hombre fuera a esa nación. De repente se puso
muy nervioso y casi gritó sorprendido:
—No. Yo no. Creo que Dios quiere enviarte a ti —dijo—
¡Yo no quiero ir allí!
No pude evitar reírme. En algún momento de nuestras
vidas todos hemos sido culpables del mismo error. Orar para
que Dios haga algo y envíe a alguien cuando nosotros
mismos no estamos dispuestos a ir. Una vez más, Eliseo se
negó a quedarse atrás y continuó siguiendo a Elías.
La siguiente ciudad a la que llegaron fue Jericó. En la
historia de Israel en la tierra prometida, Jericó ocupaba un
lugar especial por ser la primera victoria milagrosa que Dios
les había dado sobre sus enemigos. Era un lugar donde
Dios había demostrado su poder y había abierto la puerta
para que Israel comenzara su conquista de la tierra que
Dios les había dado. Fue la primera gran prueba para el
sucesor de Moisés, Josué. Cuando las murallas de Jericó
cayeron ante toda la nación, surgió la fe entre la nueva
generación que había nacido en el desierto, de que su Dios
podía realmente hacer cualquier cosa. Sin embargo, Jericó
no representaba la acumulación de la promesa, sino
simplemente el comienzo de la conquista.
Una vez me invitaron a predicar en una gran iglesia de
México. Llegué el sábado preparado para compartir el
domingo. Cuando me reuní con el pastor, se sintió muy
avergonzado al compartir que me habían reservado por
error con otro orador invitado. No tuve ningún problema con
esto ya que había oído hablar de este conocido evangelista
de sanidades antes y esperaba oírle ministrar. El Señor me
habló el domingo por la mañana y me dijo que prestara
atención porque quería que aprendiera algo de este hombre.
El ministro visitante se levantó para hablar, predicó durante
un rato y contó muchas historias. Casi todas sus historias
comenzaban con “hace veinte años vimos a Dios sanar…" o
“hace 15 años Dios hizo este milagro”. Pude sentir que la fe
se elevaba en la sala y supe que Dios quería sanar a la
gente. Luego preguntó si alguien necesitaba sanidad, la
gente levantó las manos, hizo una oración general y terminó
el servicio sin imponer las manos ni orar por ninguno de
ellos.
Me sorprendió un poco, pero me di cuenta de que el
hombre parecía cansado. Mientras estaba sentado
observando esto, escuché al Señor decir:
—Hijo mío, no te permitas estar satisfecho simplemente
con los milagros del pasado. No te permitas estar contento
simplemente memorizando un movimiento pasado de mi
Espíritu. Te estoy llamando a permanecer en la vanguardia.
No quiero juzgar de ninguna manera a este hombre, pero
nunca olvidaré lo que el Señor me dijo aquel día. Desde ese
momento, he continuado pidiéndole al Señor que no me
permita volverme complaciente en mi búsqueda de Su
presencia y que me mantenga hambriento para presionar
por mayores milagros.
De nuevo en Jericó, Eliseo tuvo la oportunidad de
quedarse. Pero eligió seguir adelante. Tenemos mucho que
aprender de la tenacidad de Eliseo. En cada ciudad le
salieron al encuentro grupos de hombres a los que la Biblia
se refiere como los hijos de los profetas. En cada lugar
trataron de convencerlo de que se quedara allí con ellos. De
la misma manera, al seguir al Espíritu Santo, también nos
encontraremos con personas que han elegido establecerse.
A veces no estarán contentos con tu elección de servir
radicalmente a Dios y tratarán de convencerte de que te
establezcas también. Cuando fui al campo misionero,
muchos creyentes bien intencionados en mi vida pensaron
que era sólo una fase. Cuando me casé, escuché
comentarios como: "Nos alegramos mucho por ti, ahora
puedes establecerte y conseguir un trabajo real". Yo
simplemente sonreía y decía que me quedaría donde Dios
me había plantado. Luego, después de tener hijos, mi
esposa y yo escuchamos las mismas preguntas. La gente
nos preguntaba: "¿No van a volver a Estados Unidos por
sus hijos?". Simplemente sonreímos y contestamos que
seguiríamos a Jesús y nos quedaríamos donde Él nos
plantara. Muchas veces he visto a personas que tienen un
llamado del Señor, ser descarriladas por los bien
intencionados "hijos de los profetas" y como resultado no
dan el paso de ser llamados a ser comisionados.
Vemos la comisión de Eliseo en el río Jordán, cuando
Elías le ofrece de nuevo la oportunidad de quedarse atrás.
Nuevamente Eliseo se niega como lo había hecho antes.
Elías se dirigió de nuevo a Eliseo, y me gusta imaginar que
en este momento, el normalmente serio Elías probablemente
estaba sonriendo de orgullo porque su hijo espiritual había
pasado esta serie de pruebas. Y le hace una pregunta:
"¿Qué puedo hacer por ti?". Eliseo responde: "Por favor,
que haya una doble porción de tu espíritu sobre mí". Me
gusta pensar que esta petición agradó profundamente a
Elías, que su hijo espiritual tuviera el valor de pedir tal cosa.
Muchas veces he oído predicar que Eliseo quería el doble
de poder para hacer el doble de milagros que Elías. Y
aunque es cierto que hizo el doble de los milagros que había
hecho Elías, creo que en realidad había algo más profundo
que estaba pidiendo. La doble porción de una herencia era
la cantidad que se daba al primogénito de la casa. El
primogénito en la cultura judía llevaba la carga adicional de
convertirse en el jefe de su familia y cuidar de su madre y
hermanos menores. Creo que lo que Eliseo quería decir era
esto. Había servido a Elías como siervo durante bastante
tiempo, pero su verdadero deseo era continuar con la misión
y el manto de Elías no como siervo, sino como verdadero
hijo. Nunca debemos olvidar al seguir a Jesús, que nuestro
verdadero destino no es simplemente un mayor poder,
mayores milagros o una mayor autoridad. Nuestra
verdadera meta debe ser llevar la naturaleza, la imagen y el
manto de nuestro Padre Celestial como verdaderos hijos.
Muchas veces el enemigo trata de enterrar nuestra
verdadera identidad debajo de la vergüenza y el rechazo,
pero cuando tenemos un encuentro con nuestro Padre como
realmente es, restaura nuestra identidad y el propósito en
nuestras vidas y nos da poder para seguirlo al Reino
sobrenatural.
Elías tomó su manto y golpeó el río. Cuando las aguas se
separaron ante ellos las atravesaron. Mientras Elías y Eliseo
hablaban vinieron carros de fuego y se llevaron a Elías, pero
al salir, el manto cayó de nuevo a la tierra. La transferencia
de este manto no era algo que creo que Elías tenía la
capacidad de hacer por sí mismo. Ese manto tuvo que bajar
del cielo. Creo en la impartición a través de la imposición de
manos para la activación de los dones espirituales. Sin
embargo, la comisión de alguien que ha sido llamado por el
Señor tiene que venir de Jesús mismo. Después de recibir
el manto, Eliseo volvió al río Jordán. Puedo imaginarlo,
mirando este manto con una pregunta crucial, ¿realmente
Dios lo respaldaría de la manera en que siempre había
respaldado a Elías? Entonces gritó: "¿Dónde está el Señor,
el Dios de Elías?" y golpeó el agua. Estoy seguro de que,
para su asombro, el agua se separó ante él y lo atravesó en
seco. Eliseo había cruzado el río aquel día como un siervo
con un llamado de Dios, pero volvió a cruzar el río como un
hijo que llevaba el manto de su padre al ser enviado a una
misión.
Hace algunos años, mientras estaba en Pemba,
Mozambique, estaba postrado en el suelo durante un
poderoso tiempo de adoración. De repente, vi a Jesús de
pie ante mí y todo lo demás pareció desaparecer. Iba
vestido con una túnica marrón lisa, como la de un carpintero.
Su barba y su pelo eran de color marrón oscuro y sus ojos
brillaban de alegría. Me tendió la mano y al tomarla me
transformé de repente en un niño pequeño vestido con una
túnica blanca. Jesús echó la cabeza hacia atrás y comenzó
a reír. Jesús comenzó a correr y fue todo lo que pude hacer
para seguirle el paso mientras corría riendo y bailando entre
de las naciones del mundo. Vi muchos grupos de figuras
oscuras envueltas en trapos mientras corríamos. Cuando
Jesús se acercó a ellos, los tocó y de repente cobraron
vida. Los trapos negros desaparecieron y de repente se
vistieron de blanco. Continuamos haciendo esto durante
bastante tiempo, tocando a los que estaban en la oscuridad
y vi que eran liberados hasta que pude ver a miles de niños
vestidos con túnicas blancas corriendo con Jesús. De
repente fui llevado a otro lugar en la visión. Este lugar era
muy diferente del primero. Me encontré en el campo del
enemigo. Pude ver filas de demonios vestidos con
armaduras de batalla alineados en formación. Oí sus voces
aterrorizadas mientras se llamaban unos a otros diciendo
una y otra vez:
—¡Viene el Rey! Vienen los hijos de Dios.
Cuando miré más allá de las filas de demonios sobre la
colina, vi a Jesús. Su aspecto era muy diferente al que había
visto en otras ocasiones. Yo había visto el lado paternal de
Jesús rodeado de sus hijos. Esta vez lo vi como un rey
guerrero montado en un caballo blanco. Su pelo era blanco
como la lana, su manto estaba bañado en sangre y llevaba
una gloriosa corona en la cabeza. Tenía una espada en la
mano y sus ojos ardían con un fuego sagrado. A cada lado
de Él había innumerables guerreros también montados en
caballos blancos, que parecían versiones más pequeñas de
Él mismo. Los reconocí como los niños que había
rescatado. El sonido de su adoración, su alegría y su risa
eran como un grito de guerra que hacía temblar el suelo del
enemigo. Y tan repentinamente como había sido llevado a la
visión, fui sacado de ella mientras me quedaba sin aliento.
Oí al Señor hablar diciendo:
—Este es el ejército que estoy enviando. Un ejército de
hijos e hijas vestidos con mi santidad, llevando mi fuego,
predicando Mi evangelio comisionados en Mi nombre.
Cada uno de nosotros tiene un tiempo tan corto en esta
tierra y cada uno tiene que decidir cómo va a utilizar el
tiempo que le queda. Me gustaría invitarte hoy a unirte a este
humilde Rey carpintero. A unirte a Su plan para la redención
de las naciones. Si estás dispuesto a ser comisionado me
gustaría invitarte a realizar esta oración conmigo.
"Señor, estoy escuchando tu voz. Te pido hoy que me
muestres el siguiente paso y cómo obedecerte. Señor, aquí
estoy, envíame a mí. Donde me guíes, te seguiré, donde
digas que vaya, iré. Me comprometo desde hoy a dar mi vida
para seguirte. Aquí estoy Señor, envíame. En el nombre de
Jesús, Amén.

¡Jaime es bautizado pocos días después de haber sido guiado por


el Espíritu Santo hacia nuestra iglesia!
¡Clamando por Jesús!
Olivia y yo vamos en bote a predicar a pequeñas comunidades en
islas remotas frente a las costas de Tamaulipas, México.

Baliet, Sudán del Sur.


«Jesús dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan,
porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos” »
Mateo 19:14.
CONCLUSIÓN

Portadores de la Gloria
No se puede experimentar la gloria del Señor y seguir
siendo el mismo. El encuentro con el Señor siempre trae
cambios a nuestros corazones. A menudo no nos damos
cuenta de cuánto hemos cambiado hasta que otros lo
señalan. Una vez, cuando estaba predicando en una
pequeña iglesia en El Paso, Texas, me di cuenta de que una
joven de la congregación me miraba atentamente. Estaba
vestida con ropa de estilo gótico muy oscuro, con maquillaje
negro y múltiples piercings. Durante el tiempo de oración
invité a la gente a venir a recibir oración. Ella se acercó y me
dijo que no era cristiana y que estaba más interesada en la
wicca y la nueva era. Ella había venido esta noche porque un
amigo cristiano la había invitado pero cuando llegó, se
sorprendió al ver esta luz blanca brillando en mi cara. Dijo
que nunca había visto nada parecido y por eso decidió
quedarse. El mundo está buscando encontrarse con la gloria
del Señor a través de ti. Cuando Moisés se encontró con
Dios cara a cara en el monte Sinaí su rostro cambió
literalmente a causa de la gloria.
«Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en
sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que,
por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz
de luz»
Éxodo 34:29
La gloria lo cambió. Parecía de otro mundo con su rostro
brillante y resplandeciente, ya no "encajaba" entre su pueblo.
Moisés tuvo que cubrirse el rostro, porque el mundo no
estaba preparado para la gloria que llevaba. Muchos años
después, Jesús vendría y cumpliría la norma de la ley de
Moisés. A través de Su muerte y resurrección, los que
creyeran en Él tendrían la capacidad de encontrar el mismo
fuego y la misma gloria que Moisés había experimentado y
llevarla al mundo. Sin embargo, a veces como Moisés,
tenemos la tentación de velar nuestro rostro para encajar
mejor con los que nos rodean. Moisés tuvo que ocultar su
rostro, pero tú y yo ya no necesitamos escondernos de la
gloria. El apóstol Pablo dijo:
«Y todos nosotros, con el rostro descubierto,
contemplando la gloria del Señor, nos vamos
transformando en la misma imagen, de un grado de
gloria a otro. Porque esto proviene del Señor, que es el
Espíritu»
2 Corintios 3:18, ESV8
Al igual que Moisés, reflejamos esa misma gloria. La
impartición de la gloria ocurre cuando miramos al Señor
cara a cara mientras lo adoramos. La expresión en griego
para contemplar la gloria significa mirar y reflejar como si
fuera a través de un espejo. Esto significa que cuando
miramos al Señor, Él ve su reflejo en nosotros. Nada trae
mayor placer al corazón de un padre o una madre que verse
en sus hijos e hijas. De la misma manera, a Dios el Padre le
encanta ver Su reflejo en nosotros. La palabra gloria aquí en
este pasaje es la palabra "doxa" es la palabra raíz de donde
sacamos la palabra doxología. Doxa significa esplendor o
brillo que pertenece a Dios y también significa la majestad
del Mesías. Se refiere a la supremacía de Cristo en todas
las cosas, como el rey gobernante de quien fluyen todas las
bendiciones.
Piensa por un momento en la increíble realidad de que al
adorar al Rey estamos siendo cambiados por Su gloria. Este
verso nos muestra que hay niveles de la gloria y que cuanto
más tiempo pasamos en la presencia de Jesús, más
profundamente nos sumergimos en niveles más profundos
de Su presencia. También dice que mientras contemplamos
continuamente Su gloria, estamos siendo continuamente
cambiados mientras crecemos en madurez en Cristo. Dios
puede cambiarnos milagrosamente en un momento cuando
encontramos Su gloria, pero para que crezcamos en
madurez en Cristo debemos elegir seguir regresando a
contemplar la fuente de la gloria. Al contemplar a Jesús
mismo somos continuamente transformados para
parecernos más y más a Él. Al salir al mundo reflejamos esa
misma gloria. La gloria que brilla en la vida de un creyente
tiene el poder de iluminar la oscuridad que nos rodea. Es
imposible esconderse cuando uno ha sido verdaderamente
transformado por Su gloria.
Al salir al mundo debemos reconocer que nuestro primer
llamado no es a una misión, sino a Jesús mismo, para
contemplar Su gloria y adorarle, en Espíritu y en verdad. Ser
transformados por Su Palabra y refinados por el fuego del
Espíritu Santo hasta que todo en nosotros brille con Su
gloria. Esta es la llamada del Señor para cada uno de
nosotros. Escuchar y responder a Su llamado para seguirle
dondequiera que Él nos guíe. Ser transformados por Su
Santo Fuego, fortalecidos, refinados y santificados por su
sangre hasta que lo reflejemos en todo lo que hacemos.
Entonces seremos enviados, como portadores de Su
amor, fuego y gloria, a predicar el evangelio en un mundo
atado por las tinieblas. Dios te está invitando a la mayor
aventura de tu vida. Te está invitando a entrar en el Fuego.
Este es el llamado; ¿cuál será tu respuesta?
«Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan
como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que
se humilla como este niño será el más grande en el reino de los
cielos» Mateo 18: 3-4.
En una cruzada predicando el evangelio en un estadio de Reynosa,
México.

¡Avivamientos en carpas en Reynosa, México!


«He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo
vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el
Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí» Gálatas 2:20.

8 Nota del traductor: Este versículo se tradujo literalmente de la


versión bíblica ESV en inglés, con el objetivo de cumplir con los
fines del autor.
Acerca de Kaleo Internacional

Kaleo es una palabra tomada del griego bíblico que


significa “el llamado”. Kaleo Internacional es una
organización de envío de misioneros dedicada a la
capacitación de trabajadores para la cosecha. Cada año se
ofrecen las escuelas de misiones y liderazgo.
La Escuela de Misiones está diseñada para equipar a los
misioneros a través de la sanidad interior, la teología y las
oportunidades prácticas de alcance. La Escuela de
Liderazgo es para que los líderes y pastores adquieran
conocimientos sobre plantación de iglesias y liderazgo.
Kaleo se dedica a la visión de plantar iglesias locales con el
ADN del avivamiento. Somos una familia relacional que
conecta a nuestras iglesias locales y misioneros en todo el
mundo.
Puedes encontrar más información sobre nuestro trabajo
en:
www.kaleointernational.org
Kaleo International
@kaleointernational
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