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BOGOTA

Había una vez en la hermosa ciudad de Bogotá, la capital de Colombia, un lugar


lleno de magia y encanto. Sus calles estaban rodeadas de imponentes montañas,
que protegían y enmarcaban la ciudad con su majestuosidad.

En esta historia, conoceremos a Martina, una niña curiosa y aventurera que vivía en
uno de los barrios tradicionales de la ciudad. Martina siempre soñaba con
descubrir los secretos ocultos de Bogotá y explorar cada rincón de su querida
ciudad.

Un día, mientras paseaba por la famosa Candelaria, el corazón histórico de Bogotá,


Martina encontró un mapa antiguo en una librería. El mapa mostraba un tesoro
escondido en algún lugar de la ciudad. Emocionada por la aventura que se
avecinaba, Martina decidió embarcarse en la búsqueda del tesoro.

Siguiendo las pistas del mapa, Martina comenzó su travesía por las coloridas calles
de la Candelaria. Pasó por el imponente Capitolio Nacional y la hermosa Plaza de
Bolívar, donde se encontraban la Catedral Primada y el Palacio de Justicia. Martina
sabía que el tesoro no sería fácil de encontrar, pero estaba decidida a descubrirlo.

Caminó por las calles empedradas hasta llegar al Museo del Oro, donde se
maravilló con la gran cantidad de tesoros y artefactos de la cultura precolombina
que se exhibían. Martina se inspiró aún más y siguió su camino hacia el cerro de
Monserrate, una montaña sagrada que ofrecía una vista impresionante de la
ciudad.

En la cima de Monserrate, Martina se detuvo para admirar el panorama. Desde allí,


podía ver los techos rojos de las casas coloniales, los rascacielos modernos y el
extenso verde del Parque Nacional Natural Chingaza, que rodeaba la ciudad. La
belleza de Bogotá la llenaba de alegría y le daba fuerzas para continuar su
búsqueda.

La última pista del mapa la llevó al famoso Museo Nacional de Colombia, ubicado
en un majestuoso edificio que alguna vez fue una prisión. Mientras exploraba las
salas llenas de arte e historia, Martina notó una pintura especial. En ella, se veía a
un niño sonriente señalando hacia el cerro de Guadalupe.
Martina siguió la indicación de la pintura y llegó al cerro de Guadalupe, un lugar
sagrado donde se encontraba la iglesia del Señor Caído de Monserrate. Allí, en
medio de la tranquilidad del lugar, Martina encontró una antigua caja de madera.

Con cuidado, abrió la caja y descubrió un libro lleno de historias y leyendas sobre
Bogotá. El tesoro que Martina había encontrado no era oro ni joyas, sino el
conocimiento y la riqueza cultural de su ciudad. Martina se sintió agradecida por la
experiencia y prometió compartir las historias y leyendas con todos los que
conociera.

Desde ese día, Martina se convirtió en la narradora de las historias de Bogotá.


Recorrió los barrios

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