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Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de prados y árboles altos, vivía una

gatita llamada Mia. Mia tenía un pelaje suave y esponjoso de color blanco como la
nieve y unos ojos verdes brillantes que parecían dos esmeraldas.

Un día, Mia descubrió una caja misteriosa abandonada en el porche de su casa.


Con mucha curiosidad, la gatita se acercó y, para su sorpresa, encontró dentro tres
pequeños gatitos. Eran tan tiernos y juguetones que Mia no pudo resistirse a cuidar
de ellos.

Decidió llamarlos Pelusa, Ronroneo y Saltarín, y los tres se convirtieron en los


mejores amigos. Juntos, exploraron cada rincón del pueblo, desde los jardines
coloridos hasta los tejados altos. Siempre estaban dispuestos a ayudarse
mutuamente y a compartir aventuras emocionantes.

Pelusa era el más tranquilo de los tres. Tenía un pelaje gris suave como una nube y
le encantaba pasar las tardes durmiendo al sol. Ronroneo, en cambio, era el más
cariñoso. Su pelaje tenía manchas negras y siempre estaba dispuesto a recibir
caricias y ronronearle a Mia. Por último, Saltarín era el más travieso. Tenía un pelaje
atigrado y siempre saltaba y jugaba sin parar.

Una tarde, mientras exploraban el bosque cercano, los gatitos escucharon un débil
maullido proveniente de un arbusto. Rápidamente corrieron hacia allí y
encontraron a un pequeño ratoncito atrapado entre las ramas. Sin pensarlo dos
veces, Pelusa, Ronroneo y Saltarín se unieron para liberar al ratoncito y llevarlo de
regreso a su hogar.

El ratoncito, llamado Lucas, estaba muy agradecido por la valentía y amabilidad de


los gatitos. A partir de ese día, los cinco se volvieron amigos inseparables. Juntos,
exploraban el pueblo y aprendían sobre la importancia de la amistad y la
solidaridad.

Los meses pasaron y los gatitos crecieron felices y saludables. Mia se aseguró de
que Pelusa, Ronroneo y Saltarín tuvieran todo el amor y cuidado que necesitaban.
Y con la ayuda de Lucas, aprendieron a no juzgar a los demás por su apariencia y a
valorar la amistad en todas sus formas.

Desde entonces, Mia, Pelusa, Ronroneo, Saltarín y Lucas siguieron viviendo


aventuras emocionantes y compartiendo risas y juegos. Siempre recordaron que la
verdadera magia se encontraba en la amistad y el amor desinteresado.
Y así, queridos niños, termina la historia de los gatitos Mia, Pelusa, Ronroneo,
Saltarín y su amigo Lucas. Recuerden que en cualquier lugar del mundo, siempre
hay amistad y bondad esperando ser descubiertas, al igual que estos adorables
gatitos encontraron la suya.

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