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INTRODUCCION
¿Qué necesito ahora que soy salvo para poder crecer espiritualmente y llegar a
ser un cristiano maduro?
I) DEBO BAUTIZARME
II) TENGO QUE ALIMENTARME TODOS LOS DIAS CON LA PALABRA DE DIOS
• Como el pan espiritual que todos los días necesitamos (Mateo 4:4)
Ser bautizado
Que hayamos creído en Cristo Jesús es el aspecto interno de ser
salvos, y ser bautizado es la confirmación exterior de haberlo
sido. De modo que, después de haber creído, lo que sigue es el
paso del bautismo. Estos dos van de la mano.
Marcos 16:16 dice: “El que crea y sea bautizado será salvo”. El
Nuevo Testamento Versión Recobro tiene una nota muy valiosa
para este versículo la cual nos puede ayudar a entender porqué
es necesario tanto creer como ser bautizado:
“…Creer y ser bautizado así son dos partes de un paso completo que
se da para recibir la plena salvación de Dios. Ser bautizado sin creer
es simplemente un rito vacío; creer sin bautizarse es sólo ser salvo
interiormente sin dar una afirmación exterior de la salvación
interior. Estos dos deben ir a la par. Además, el bautismo en agua
debe ir acompañado del bautismo en el Espíritu, tal como los hijos de
Israel fueron bautizados en el mar (el agua) y en la nube (el
Espíritu), 1 Co. 10:2; 12:13”.
¡Ganamos mucho al creer y ser bautizados!
Consagrarse al Señor
Otro paso que debemos tomar después de ser salvos es
consagrarnos al Señor. Consagrarse al Señor significa
entregarnos a Él. En Romanos 12:1 Pablo dice:
“Así que, hermanos, os exhorto por las compasiones de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro servicio racional”.
Al consagrarnos al Señor, llegamos a ser un sacrificio vivo,
abandonándonos por completo en las manos de Dios.
Anteriormente, nuestra vida nos pertenecía; ahora le pertenece a
Él.
Consagrarnos a Dios nos permite andar en la senda de Dios,
crecer en la vida de Dios y disfrutar la salvación de Dios. También
le permite a Dios obrar en nosotros.
• Invocar
el nombre del Señor: ya sea en voz alta o baja,
podemos invocar al Señor para contactarlo y disfrutarlo
durante todo el día.