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AHORA QUE SOY SALVO ¿QUE HAGO?

(Un pequeño estudio de cristianismo básico)


TEXTO: ROMANOS 10:9-10

INTRODUCCION

Muchas personas aceptan a Jesus como su Señor y Salvador personal pero no


tienen un proceso de crecimiento en la vida cristiana, son siempre niños
espirituales.

¿Qué necesito ahora que soy salvo para poder crecer espiritualmente y llegar a
ser un cristiano maduro?

I) DEBO BAUTIZARME

• En obediencia al mandato de Cristo (Mateo 28:19-20)

• Como testimonio publico de que he creído en Cristo y que tengo una


vida nueva por el (Romanos 6:1-4)

II) TENGO QUE ALIMENTARME TODOS LOS DIAS CON LA PALABRA DE DIOS

• Así como un bebe recién nacido desea la leche de su madre (1Pedro


2:2)

• Como el pan espiritual que todos los días necesitamos (Mateo 4:4)

III) TENGO QUE BUSCAR A DIOS TODOS LOS DIAS EN ORACION

• Con confianza como un hijo habla con su padre (Hebreos 4:16)

• Como una necesidad de nuestra vida (Lucas 18:1)

IV) CONGREGARME CON CONSTANCIA EN UNA IGLESIA

• Perseverantes (Hechos 2:42) Mantenerse firme y constante en una


manera de ser o de obrar.

• Aunque otros se aparten (Hebreos 10:25)

V) CONFESAR A CRISTO DELANTE DE LOS DEMAS


• Nunca negando que somos cristianos e hijos de Dios (Lucas 12:8)

• Nunca avergonzándonos para predicar el evangelio a los


incrédulos (Romanos 1:16) Muchas veces no nos avergonzamos de
ser evangélicos, pero si nos avergonzamos de predicar el evangelio,
es decir todos saben que somos cristianos evangélicos, pero de todos
ellos no le hemos predicado a nadie.
¡Soy salvo! ¿Y ahora qué?
Si alguna vez ha tenido esta pregunta, usted no ha sido el único.
Muchos de nosotros no sabíamos qué ocurría después de recibir
al Señor Jesucristo como nuestro Salvador.
Ciertamente apreciamos los pasos extraordinarios que Dios
tomó para redimirnos e impartir Su vida eterna en nosotros a fin
de que pudiéramos nacer de nuevo. Sin embargo, creer en el
Señor Jesús es sólo el principio de nuestra vida cristiana. ¡Hay
mucho más por venir! Veamos algunas de las cosas que suceden
después de haber creído en el Señor.

Ser bautizado
Que hayamos creído en Cristo Jesús es el aspecto interno de ser
salvos, y ser bautizado es la confirmación exterior de haberlo
sido. De modo que, después de haber creído, lo que sigue es el
paso del bautismo. Estos dos van de la mano.
Marcos 16:16 dice: “El que crea y sea bautizado será salvo”. El
Nuevo Testamento Versión Recobro tiene una nota muy valiosa
para este versículo la cual nos puede ayudar a entender porqué
es necesario tanto creer como ser bautizado:
“…Creer y ser bautizado así son dos partes de un paso completo que
se da para recibir la plena salvación de Dios. Ser bautizado sin creer
es simplemente un rito vacío; creer sin bautizarse es sólo ser salvo
interiormente sin dar una afirmación exterior de la salvación
interior. Estos dos deben ir a la par. Además, el bautismo en agua
debe ir acompañado del bautismo en el Espíritu, tal como los hijos de
Israel fueron bautizados en el mar (el agua) y en la nube (el
Espíritu), 1 Co. 10:2; 12:13”.
¡Ganamos mucho al creer y ser bautizados!

Consagrarse al Señor
Otro paso que debemos tomar después de ser salvos es
consagrarnos al Señor. Consagrarse al Señor significa
entregarnos a Él. En Romanos 12:1 Pablo dice:
“Así que, hermanos, os exhorto por las compasiones de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro servicio racional”.
Al consagrarnos al Señor, llegamos a ser un sacrificio vivo,
abandonándonos por completo en las manos de Dios.
Anteriormente, nuestra vida nos pertenecía; ahora le pertenece a
Él.
Consagrarnos a Dios nos permite andar en la senda de Dios,
crecer en la vida de Dios y disfrutar la salvación de Dios. También
le permite a Dios obrar en nosotros.

Ser transformados: un proceso de toda la


vida
Después de creer y ser bautizados, Cristo comienza a extenderse
desde nuestro espíritu regenerado en donde Él mora, hasta
alcanzar todo nuestro ser, llenándonos de Él mismo. Este proceso
es de toda la vida. La Biblia llama a este proceso transformación.
Efesios 3:17 dice: “para que Cristo haga Su hogar en
vuestros corazones por medio de la fe”. Cuando creímos en Él,
Cristo vino a vivir en nuestro espíritu. Sin embargo, aquí vemos
un paso adicional: Cristo desea extenderse desde nuestro espíritu
hasta nuestro corazón para hacer Su hogar en nosotros. Él desea
“establecerse”, hacer Su hogar en nuestro corazón, no como un
invitado sino como un residente.
Al hacer Cristo Su hogar en nuestros corazones, experimentamos
un cambio, somos transformados en nuestras partes internas:
nuestra mente, emoción y voluntad. Por supuesto, esto no sucede
de la noche a la mañana, sino poco a poco mientras transcurre el
tiempo.
En Romanos 12:2 el apóstol Pablo nos exhorta a “ser
transformados”.
“La transformación es el proceso interior y metabólico según el cual
Dios opera para extender Su vida y naturaleza divina a todas las
partes de nuestro ser, particularmente a nuestra alma, introduciendo
en nuestro ser a Cristo y Sus riquezas como nuestro elemento nuevo
y haciendo que sea desechado gradualmente nuestro elemento viejo
y natural. Como resultado, seremos transformados en Su imagen (2
Co. 3:18), es decir, conformados a la imagen del Hijo primogénito de
Dios como Sus muchos hermanos (8:29). Así seremos aptos para la
edificación de Su Cuerpo”.
En un pedazo precioso de madera petrificada vemos un
excelente ejemplo de la transformación. La madera
petrificada es el resultado de un proceso que toma muchos
años. Primero, la rama de un árbol cae al suelo y queda
sepultada bajo tierra recibiendo agua constantemente. Al
fluir el agua alrededor de la rama y en la rama, los minerales
en el agua reemplazan poco a poco la madera. Al pasar el
tiempo, la madera cambia, y se transforma en un objeto que
tiene el color, la textura y el peso de una piedra.
¡También somos transformados al permitir que la vida de Dios
como el agua viva nos sature y se extienda en nuestro ser! No
obstante, esta transformación maravillosa con todos los
elementos de Cristo toma lugar en nuestra alma!

Cooperar con Dios para ser transformado


Puesto que Dios nunca nos obliga sino que nos deja ejercitar el
libre albedrío, somos transformados sólo cuando damos nuestra
cooperación. ¿De qué manera cooperamos con Dios para ser
transformados? He aquí algunas maneras:

• Orar:hablar con el Señor en oración, abrir nuestro corazón a


Él y mantener nuestro corazón en una buena
condición para con Él.
• Pasartiempo con el Señor: dedicar un tiempo en la oración
y la Palabra a diario es fundamental en nuestra relación
con Él.

• Invocar
el nombre del Señor: ya sea en voz alta o baja,
podemos invocar al Señor para contactarlo y disfrutarlo
durante todo el día.

• Leerla Biblia: el hábito saludable de leer la palabra de Dios


todos los días es una de las mejores maneras de recibir el
nuevo elemento de Cristo. Uno de los beneficios
principales de leer la Biblia es que somos nutridos con el
alimento espiritual. 1 Pedro 2:2 dice: “desead, como niños
recién nacidos, la leche de la palabra dada sin engaño,
para que por ella crezcáis para salvación”. De la misma
manera en que un bebé necesita leche para crecer,
nosotros necesitamos la Palabra de Dios como
nuestro alimento espiritual para poder crecer para
salvación.

• Obedecer el sentir de nuestro espíritu el cual proviene del


Señor: tenemos un sentir acerca de las situaciones en
nuestro diario vivir el cual proviene del morar del Señor en
nosotros. Por ejemplo, quizá desea comprar un artículo de
ropa en particular, pero, tiene una sensación incómoda o
un sentir incómodo de parte del Señor en su espíritu
acerca de ello. Esa es una oportunidad para obedecerle.
Obedecer al no comprar el artículo le permite al Señor
extenderse un poco más en nuestra alma.

Reunirse con otros cristianos


La intención de Dios no consiste en que los cristianos
permanezcan solos. Después de ser salvos es necesario que nos
unamos a otros creyentes en Cristo para reunirnos, tener
comunión e ir adelante con ellos. Podemos orar: “Señor, guíame
a otros que te aman y van en pos de Ti”. Reunirnos con otros
creyentes en Cristo para tener comunión fortalece nuestra fe y
nos anima a experimentar más de Cristo.
Además, cuando nos reunimos con otros creyentes para tener
comunión y alabar al Señor, Dios puede expresarse por medio de
un grupo de personas para así cumplir Su plan.
¡Hay tantas cosas que nos esperan después de que creemos en
Cristo! Ahora hemos emprendido un viaje de toda la vida en el
cual disfrutamos la presencia rica de Cristo y experimentamos
una salvación plena y rica que continuará toda nuestra vida.

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