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ESPIRITUALIDAD

¿La cremación es la mejor forma de enterrar a los


muertos?
Rachel Lu - publicado el 12/11/14 - actualizado el 05/06/23

Los católicos pueden cremar a sus parientes fallecidos. ¿Pero es la


mejor opción?

E ntre las preguntas sobre los fallecidos, surge con cierta frecuencia: ¿cómo deben
los católicos encarar la posibilidad de la cremación?

Para mí, hay dos cuestiones que deben considerarse a este respecto:

En primer lugar, ¿la Iglesia permite la cremación?

En segundo lugar, ¿es una alternativa adecuada para que los católicos rindan
homenaje a sus seres queridos que ya partieron?

La Iglesia pide enterrar las cenizas

La respuesta a la primera pregunta es que la Iglesia sí permite la cremación, siempre y


cuando las cenizas sean debidamente enterradas.

Una autorización de 1963, incluida en el Código de Derecho Canónico de 1983,


especificó que la cremación es permitida siempre que no se escoja «por razones
contrarias a la doctrina cristiana».

Por lo tanto, los católicos fallecidos pueden ser cremados sin que sea violada la ley de la
Iglesia.

No obstante, en vez de que sus cenizas sean lanzadas al mar o metidas en una
urna para colocar en algún lugar de la casa, los restos deben ser
almacenados en un recipiente respetuoso y enseguida enterrados, como en
la sepultura tradicional.
Cremación para excepciones

¿Pero será que la cremación, incluso siendo permitida, es realmente la mejor opción
para un católico? ¿Será que esta es recomendable en el contexto de nuestra fe?

Con base en una tradición católica más amplia, parece quedar claro que la cremación
está reservada para casos excepcionales, en que existen fuertes razones prácticas
para que el cuerpo sea cremado (en la mayoría de estos casos para evitar la propagación
de enfermedades infecciosas).

Como ni la cremación ni el entierro constituyen un sacramento, la importancia de la


elección es principalmente simbólica.

El mejor homenaje, la sepultura

New Africa | Shutterstock

Pero la sepultura es la manera más adecuada de rendir homenaje a nuestros


seres queridos en armonía con la fe cristiana.
Para empezar, el propio Jesucristo, nuestro Señor, fue sepultado antes de resucitar.
Nosotros también resucitaremos.

Está claro que Dios puede, en su omnipotencia, resucitar a una persona cuyos restos
fueron destruidos por el fuego.

Pero el entierro expresa mejor nuestra esperanza en la gracia redentora de


Dios y nuestra expectativa de vida nueva en la eternidad.

También los cuerpos tienen un futuro


Cuando yo voy a un cementerio, me imagino que, debajo de la tierra, las personas
fallecidas y sepultadas están esperando a ser llamadas.

Sus cuerpos, creados a imagen de Dios y cuya forma Él mismo se dignó asumir al
encarnarse, no son simplemente desechados.

Los cuerpos de los fieles difuntos serán retomados de una forma más
gloriosa al ser resucitados.

El entierro nos ayuda a apreciar mejor estas verdades de nuestra fe y a sensibilizarnos


con la muerte de un modo más católico.

Es por eso que los primeros cristianos insistieron en escoger el entierro de sus muertos,
aunque ese no fuera la costumbre de su tiempo.

La tradición más católica para despedir a los fallecidos


Es por eso que el entierro fue consistentemente preferido a lo largo de toda la historia
de la cristiandad, llegando a ser hasta obligatorio por ley, tanto a nivel religioso como
civil.

Antes de 1963, el funeral católico no estaba permitido para los católicos que pedían la
cremación.

E incluso después de que fuera modificada esta ley, continua siendo


«fervorosamente recomendado« elegir el entierro en vez de la cremación.

Porque la sepultura es una costumbre más adecuada a nuestra fe en la


resurrección de los muertos.
Así mismo, la cremación tiene fuertes asociaciones con el panteísmo, con el nihilismo y
con el rechazo puro y simple de la materia.

Algunas religiones orientales enseñan que los muertos simplemente dejan de existir
como personas individuales; la cremación simboliza, de esta manera, la desintegración
del individuo como tal.

Otros pueblos, como los antiguos griegos y romanos, veían el cuerpo básicamente como
una envoltura descartable.

Y otros grupos, sectarios o herméticos, llegaron a recomendar la cremación


explícitamente como forma de negar la creencia cristiana en la resurrección.

¿Por qué la tendencia hoy a la cremación?

¿Por qué la cremación es escogida con creciente frecuencia en las sociedades


occidentales de hoy?

Algunas personas la buscan sólo por ser un modo más rápido de librarse de un cuerpo
(y, en algunos casos o países, más barato, considerando el dinero que se gastaría en los
funerales, en la compra de un terreno en el cementerio y en la construcción y
mantenimiento de una tumba o nicho).

Además de esto, se economiza espacio de tierra.

Ya oí a personas ancianas usar estos argumentos para explicar su deseo de ser


cremadas: con el afán de aliviar a los familiares de la carga económica del funeral, ellas
terminan dejando de tener en cuenta otras necesidades, emocionales y
espirituales, de las personas que van a dejar atrás.

Buscar gestos de honra y de fe

Yo personalmente pienso que es desolador que las personas tengan los ojos puestos
más en las facilidades y comodidades prácticas que en el aprecio de los
gestos de honra a la memoria de los fallecidos y de fe en su resurrección.

Tal vez las personas que dan ese tipo de instrucción a la familia no siempre piensan que
la propia familia preferiría ofrecerles un ritual que, en su corazón, les rinda un mejor
homenaje.
Además de eso, la «carga» unida a los ritos de sepultura que, en realidad, es una
«carga» bendecida, podría traer más consuelo a los enlutados.

Más allá del desarraigo y el desprecio del cuerpo


La cremación también nos dice algo sobre el «desarraigo» de las personas de hoy en
día.

Los cristianos que mantuvieron un fuerte vínculo con algún lugar especial del mundo
normalmente quieren ser enterrados en ese lugar.

Hoy, no obstante, las personas cambian de dirección con mucha más frecuencia y
pueden sentir el deseo de ser literalmente «esparcidas por el viento» después de su
muerte.

También es probable que las personas de hoy, que tienen dificultad en disciplinar los
apetitos de la carne, se sientan especialmente atraídas por la idea del «descarte»
simbólico del propio cuerpo, que sería considerado más como un peso que
como una bendición para el alma; por eso, parecería mejor librarse de él finalmente.

Alimentar la esperanza

Como cristianos, sabemos que esas perspectivas son equivocadas, ya que somos
criaturas psicosomáticas, creadas por Dios como unidades de cuerpo y alma.

Aunque afectados por el pecado original, nuestros cuerpos aún conservan su


bondad: son creados por Dios.

Nuestros cuerpos nos van a acompañar, de una forma perfeccionada, a lo


largo de toda la eternidad.

Y, como dijo san Pablo a los corintios, el último enemigo en ser destruido será la
muerte.

En la expectativa de ese día, sería más recomendable enterrar a nuestros difuntos y


alimentar la esperanza en los bienes que llegarán en la eternidad.
Tags: CRISTIANISMO FAMILIA FUNERAL MUERTE RESURRECCIÓN TRADICIONES

1 Comentario
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Escribe un comentario

Javier Ordovàs

2022-11-02 17:44

Mis felicitaciones por esta publicación

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