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CUENTO

LA RISA DE JUANITO
Érase una vez en una pequeña casita vivía una zarigüeya con su hijo Juanito. Ellos eran
muy felices pues mamá zarigüeya siempre cuidaba mucho de él, jugaban juntos a las
escondidas e inclusive a ambos les gustaba cocinar mucho, especialmente los postres.
Juanito era muy cariñoso con su mamá, pero una característica de él, era el ser muy
inquieto y que todo le daba risa.
Conforme paso el tiempo mamá zarigüeya se dio cuenta que su hijo Juanito ya estaba
creciendo y ella dentro de poco ya no podría cuidarlo como antes, por lo que debía
enseñarle como defenderse antes los demás animales, pues se daba cuenta que un
problema de Juanito era el siempre reírse o ser un poco distraído. Así, un día mientras se
encontraban en el patio de su casa, mamá zarigüeya mandó a hablarle a Juanito y le dijo
que le enseñaría una lección muy importante para su vida.
-Juanito, el día de hoy aprenderán a hacerte el muerto - mencionó mamá zarigüeya.
-Soltando una risa, Juanito respondió - pero mamá, como voy a poder hacerme el muerto,
eso es ilógico.
-Porque las zarigüeyas es lo que hacemos para defendernos de los enemigos - le explicó
mamá zarigüeya. Cuando aprendas, jugaremos a las escondidas todo el tiempo que
quieras y haremos muchos postres.
-Esta bien mamá- respondió Juanito aún con la risa.
De esa manera comenzaron los ejercicios de práctica, mamá zarigüeya le mencionó que
para eso no debía reírse y Juanito le decía que no se preocupara que él podría
aguantarse la risa.
Así, Juanito comenzó haciéndose el muerto y mamá simulando ser un gran oso lo olfateó,
pero Juanito no aguantó la risa, se rio tanto que terminó llorando y con dolor de panza.
Mamá zarigüeya se encontraba muy preocupada pues se daba cuenta de que su hijo no
era capaz de controlar la risa.
Juanito volvió a hacerse el muerto y estaba vez mamá zarigüeya simuló ser un gran
coyote apunto de comérselo, pero Juanito gritaba y seguía sin aguantarse la risa.
Mamá zarigüeya cansada de que su hijo no pudiera hacerse el muerto, decidió proseguir
al día siguiente y ese día ir a descansar. A la mañana siguiente comenzaron las prácticas,
pero mamá le dijo que saldrían al bosque pidiéndole que por favor tratara de aguantarse
su risa, pues algún día podría enfrentar un verdadero peligro. Justo en este momento que
comenzarían a prácticar, se escuchó el rugido de un oso que se aproximaba hacía ellos y
mamá zarigüeya y Juanito se titaron al suelo haciéndose los muertos.
Así, el gigante oso se aproximó a mamá zarigüeya, la olfateo y se retiró, después olió a
Juanito, pero con él se quedo un poco más, lo olfateó, movió y sacudió, pero Juanito
nunca se movió. Cuando oso se dio cuenta de eso, soltó una gran carcajada por Juanito,
mencionándole que todo era una broma pues se habían puesto de acuerdo para que el
aprendiera una lección y entendiera que no siempre era bueno reírse. De esa forma
mamá zarigüeya abrazo a su hijo orgullosa de él y Juanito entendió la verdadera
importancia de hacerse el muerto para las zarigüeyas, pues, aunque esa haya sido una
broma podría volver a sucederle y no correr con la misma suerte.
Ambos le dieron las gracias al señor oso y regresaron a sus casas listos para preparar
muchos postres y jugar a las escondidas pasando momentos felices entre mamá e hijo.
Desde entonces Juanito nunca más volvió a reírse por cualquier cosa.
Fin.

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