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Sucre, 13 de septiembre del 2022

Lic. Hugo Centellas


Delegado episcopal de educación de las CIL y delegado general de las CEAS
Presente
Querido delegado, le envío mi más atento saludo. Mediante la presente carta apelo a su carácter
de honestidad. Acudo a su autoridad para hacerle conocer la situación del colegio de mi hijo.
Inicialmente, la educación de mi hijo ha sido puesta en manos de una institución que promete
formar a sus alumnos bajo el amor y enseñanza de nuestro Señor y, por ende, en valores
cristianos. He confiado que mi hijo estaba en una institución que difiere de la banalidad de lo
cotidiano y donde podía sentirse seguro y cómodo.
Pero, se han suscitado hechos que han calado profundamente en mi corazón, porque se ve
inmiscuido la integridad de mi hijo. Un día, mi hijo que forma parte de la tuna del colegio, llega
llorando porque indica que ha sido retirado por el profesor sin explicación previa y delante de sus
demás compañeros. Mi hijo se encontraba demasiado triste porque es de mi constancia su esmero
y dedicación por ser parte de la tuna, ensayando todas las noches y asistiendo a sus reuniones.
Además, recalcar que el profesor de la tuna, en esos entonces, era el hijo de la directora, lo que
me lleva a cuestionar la ética de la institución donde se supone que mi hijo va para formarse en un
ambiente diferente a los demás por su índole cristiana. Entonces mi hijo tuvo que renunciar a su
sueño de seguir tocando instrumentos, con un ir y venir.
También con mucho pesar debo señalar las varias injusticias que se han cometido dentro de la
institución, que muy a mi pesar debo señalar. Iniciando por la falta de profesionalismo de la
señora directora para tratar con adolescentes, también, la desorganización de su plantel, y un
hecho aún más lamentable, que como fieles cristianos no podemos acaparar. Con gran
indignación, un hecho de estupro, ¿con que confianza puedo mandar a mi hijo todos los días a
estudiar si sé que es una institución donde se cometen tantos hechos de injusticia y desacato?
Sin el afán de perjudicar o causar malestar, le señalo los hechos y me despido con un atento
saludo, confiando siempre en su posición de justicia y a la espera de su buena voluntad.

Atentamente

Kathryn Pino Medinaceli

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