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CONGREGACIÓN DE LOS HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS

DISTRITO LASALLISTA DE BOGOTÁ

Soy el Hermano José Camilo Ramos Díaz, tengo 27 años, me encuentro en óptimas
condiciones de salud mental y física y me dispongo a realizar mi primer año de
Escolasticado en la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. En
términos generales, mi familia se encuentra bien de salud y su trabajo les ha permitido
no carecer de lo esencial, sin embargo, hay familia lejana que se ha visto perjudicada
con esta situación, me llené de valor y con el apoyo de la comunidad he podido ayudar
en lo básico y esencial a ellos, junto con los Hermanos logramos llevar un mercado, a
lo cual estoy muy agradecido con Dios y con la congregación a la que pertenezco, por
qué realmente me preocupa significativamente el sufrimiento de mi sangre, siempre he
sido muy sensible ante la necesidad de otros y más cuando son parte de mi familia.
Llevo ya nueve años de mi vida, proyectándome hacia este camino, este estilo de vida,
cuatro de estos en la comunidad que me ha acogido, he vivido preparándome de
manera profunda para vivir este sueño de ser Hermano y tomar el dominio de mi vida.
Quiero compartir cada día con otros, llevo años obsesionado con el estudio y la
observación de nuevas estrategias, me apasiona encontrar nuevas formas de enseñar,
quiero y deseo encontrar la fórmula con las variaciones suficientes para poder mitigar
la falta de amor en el corazón de quien acompaño y con esta narrativa quiero expresar
lo que siento desde lo vivido en estos meses luego de hacer Votos y consagrar mi vida
a ese Dios que me la dio.
Yo no soy tibio, ni temeroso y tampoco conformista, alcanza que me recoja en medio
de mis inseguridades en algunos casos, pero puede más mi fuerza de voluntad y mi
entrega por los demás que mi falta de baluarte para afrontar las situaciones en estos
tiempos de pandemia que vivimos.
Sin embargo, la confianza en Dios se ha hecho clave de vida para aceptar las
circunstancias y centrarme en mi ministerio apostólico como maestro, también ha sido
el tiempo para rogar a Dios con más fuerza por mi familia, la familia de mis estudiantes
y la de mis Hermanos, administrativos y servicios esenciales de nuestros colegios, que
en este momento se ven contagiados por este virus tan cruel para la humanidad.
Aquel trece de marzo de dos mil veinte, salimos del colegio para la universidad, con
ganas de encontrarnos nuevamente, sin esperar lo que pasó. La pastoral me tenía
muy entusiasmado, disfruté los pocos encuentros de catequesis ya que soy
responsable de ello y me dejé impresionar por la capacidad de los catequistas que
Dios me confió, las clases eran excelentes, esos meses disfruté mucho el colegio y
aprendí a conocer más a fondo el que hacer pedagógico de ser Hermano, el trabajo
constante, el desgaste físico y mental, que me llevó a sentir cansancio por el nivel de
esfuerzo desde la mañana hasta la noche. Sin embargo, esto me tenía satisfecho, feliz
por el trabajo realizado y el esfuerzo rendía sus frutos.
Esa noche de marzo en el encuentro de las 7:00 pm en comunidad, donde
compartimos las noticias del día, llegó lo inesperado; la pandemia a Colombia y la
cuarentena inminente desde ese día hasta hoy. Una pandemia que amenaza con
terminar las vidas de los más vulnerables, en especial de los pobres. Sentí miedo e
incertidumbre por el mañana y recuerdo que esa noche no pude dormir tranquilo
soñando lo peor para la ciudadanía, para los míos, aquellos que poco preparados
hacían un esfuerzo grande para comenzar a cambiar su estilo de vida.
En estos momentos, en los que el encierro se hace el diario cotidiano en nuestra vida,
ministerio académico y apostólico. Me he visto en la necesidad profunda de formarme
de manera adecuada para poder acompañar mejor los grupos pastorales y escolares
de los cuales estoy encargado en el colegio Juan Luis Londoño De La Salle, una
población que necesita de nuestro apoyo y es lo más cercano que puedo tener en este
momento de mi experiencia fundante, los pobres.

Comencé rescatando lo más importante de; ¿quién es Jesús para mi vida?, utilicé un
texto inspirador de José Antonio Pagola, me inquieta su necesidad por dar a entender
a Jesús y la forma tan clara y natural de su escritura, este texto me ha ayudado a
concebir el contexto de Jesús y su vida de una manera más serena, haciendo
contraste con la empobrecida situación de nuestra actualidad.

Estos tópicos que me hice de Él, me llevaron a pensar de una manera herrada y
muchas veces me he dejado llevar por los “Clichés” académicos, dejando a un lado
ese hombre libre, del cual me he saciado en indagar y conocer a profundidad. Ésta
investigación histórica vista desde la fe, me ha servido para interiorizar y centrarme
más en esa persona Divina, en ese Cristo sufriente que veo no muy frecuentemente
en las calles del San Bernardo ya que me encuentro muy alejado de esa realidad, son
luces pequeñas que se van apagando mientras paso en el vehículo de la comunidad
por las cuadras de pobreza, drogas y alcohol aledañas a nuestra residencia cosa que
me inquieta y me entristece, he visto peleas y algunas veces mueren mujeres
(Prostitutas) por las cuadras de nuestro barrio que está lejos de tener conciencia de
cuidado frente al virus.

No obstante, también me he formado y alimentado mi misión, he asistido a encuentros


interreligiosos, he participado en diferentes conferencias académicas y he hecho lo
que está en mis manos para no apagar el fuego que siento al ayudar al que lo
necesita, lo confirman las evidencias de mi trabajo en diferentes redes sociales, el
trabajo en catequesis, el apoyo al distrito y la disponibilidad, los proyectos con
maestros y padres de familia, entre otros.

Ha servido todo esto, para acercarme más a la gente en esta situación donde
acercarse es peligroso, pero lo hago con amor porque para eso soy Hermano y si
tuviera que perder la vida a causa de mi ministerio, lo aceptaría con gusto, sin
embargo, tengo precaución en mis acercamientos, guardando los protocolos de
bioseguridad y asepsia necesarios y no tengo miedo, me siento mucho más seguro de
mí y de lo que soy.

No es una queja ni más faltaba, estoy agradecido porque tenemos lo necesario para
vivir y esto me llena de fuerzas para luchar por los que no pueden tener este privilegio
que muchos quisieran y es sentarse a la mesa y compartir un plato lleno de comida,
tener una cama caliente y un techo seguro, estoy agradecido con Dios por brindarme
lo necesario para vivir de una manera austera y digna.

Jesús no se codeaba solamente con los ricos y adinerados, esto se puede constatar
en (Lc 9, 3-5/Mt 10,9- 14) en estos pasajes, Él da indicaciones a sus discípulos de lo
que tienen que hacer, ser y tener, no podemos construir el reino de Dios y su justicia
olvidando a estas gentes, se les debe hacer un sitio para hacer ver que tienen lugar
privilegiado y yo estoy dispuesto a eso. Mi dimensión espiritual está basada en el
seguimiento al Jesús de los pobres, creo que la consagración toma sentido cuando me
encuentro estable en medio de las dificultades, que fácil es ser Herman cuando todo
está bien, pero el reto del consagrado, mi reto es parecerme a Jesús en un mundo que
no se parece a él, por ello me siento exitoso, pleno voy por el camino correcto.

Para terminar, a nivel comunitario, me siento bien, estoy feliz y orgullos de mis
compañeros de comunidad, de mis Hermanos, Los momentos comunitarios son muy
interesantes, no hay apariencias y se viven desde la autenticidad de cada uno y
disfruto cada instante de ese espacio en comunidad, es algo refrescante después de
tanto esfuerzo en la semana y me ayuda a recargar energías.

No me gusta generar grupos excluyentes, ni dependencias a los Hermanos, tengo mis


afines eso sí, amigos en la comunidad y esos vínculos no me parecen perjudiciales, ya
que no me gusta la exclusión y suelo ayudar en todo lo que necesitan trato de ser muy
responsable, estoy muy pendiente de nuestros Hermanos mayores y trato de
colaborarles en lo que más se puede, ahora con esta situación del hermano Félix, es
triste ver su situación pero todos los días se pone una vela en la capilla, por él y mis
oraciones y admiración a todos los Hermanos mayores ya que se entregaron con amor
y eso es admirable, a pesar de las dificultades este año he aprendido a disfrutar y
adquirir aun más el espíritu de fe y el valor de ser Hermano con todas las
responsabilidades que eso implica.

Notas primer semestre 2020

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