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Una sombra de mi pasado

Erase como una y como ninguna

El viento me golpeaba cruelmente y peor aun sabiendo la muerte de mi madre la estabilidad


económica de mi padre decayendo casi ni teniendo para la comida, pues yo me encontraba
bajando una quebrada angosta y estrecha con piedras gigantes a mi alrededor. Mi dirección y
mi rumbo era caer en las profundas aguas y ahí mismo sumergirme en el valle del Mantaro y
llegar a una choza donde se encontraba mi padre.

Pasando por una calle destruida maloliente, la repugnancia del pueblo, aquella calle me hacia
recordar los pasajes turbios de Lima, pero este, sin delincuentes en las esquinas. Llegue a
aquella choza muy descuidada y a la ves a punto de caerse, niños a mi alrededor jugando, pues
como no, ya era 20 de julio, ya se asomaba ese día, que tanto me recordaba a mi padre en mi
niñez, el “Santiago”. Recuerdo esos tiempos hermosos cuando mi padre y mi madre, también
mis hermanos; Juan, Enrique y Ernesto celebramos esos días poniéndole cinta a nuestros
animales….

En ese preciso momento apareció un carro reluciente, elegante y muy sofisticado y yo al


asomarme vi que era mi hermano, ¿mi hermano?, ¡mi hermano!, pues era mi sorpresa pues el
se marcho de casa cuando yo tenia apenas 5 años, recuerdo que él era muy engreído por mi
madre que en paz descansé. Pues yo con mucha curiosidad toque el parabrisa de aquel auto, y
en ese momento salió aquél engreído por mi madre, él bajo y dijo: -Hola cholo, sabes si por acá
hay un tipo de alojamiento pues yo soy de Lima, de mi hermosa Lima. Me quedé sorprendido
pues pensé que me había confundido por alguno de los habitantes de aquel lugar, entonces le
dije: -¿Hermano? ¿Me recuerdas? Soy Francisco

-Disculpa? Mi hermano murió hace tres años mis hermanos murieron en un accidente
automovilístico.

Mi cuerpo se sumergió en un calvario de pena y escalofríos pues esta noticia me afecto


rotundamente, pues pensé que era una broma, así que decidí entrar y ver a mi padre, que ya
hace años que lo no veía, aun recuerdo su cara rosadita, sus manos tan ásperas como la tierra
y su vos grave como un tambor u otra cosa que no podía describir bien.

Al entrar por una puerta estrecha e inclinada pues era una puerta de calamina pase por un
pasadizo con un camino de pedregal blanco, pase por un lugar con poca vegetación pues esta
casa no le pertenecía a mi padre, el era un ayudante, no dueño de aquella hacienda, donde
duermen todos los indios y sirvientes. Tal cual mi padre servía a Don Silirio una persona buena,
buena lo digo porque él fue quien me enseñó a leer y a escribir. Llegue y pregunte a una chica
que andaba barriendo por el patio

-Disculpa, ¿no habrás Don Julio Romí, el campesino que se hospedaba en cuarto del fondo?

-Oh, disculpa joven hace ya tres meses que Don Julio ya no asiste a su trabajo.

Sentí como un malestar en el vientre, tal, así como escalofríos, pues en ese momento recordé
que fue el 14 de mayo la última carta que recibí de mi padre, y me pregunté que le habrá
pasado. Sali sin dar comentario alguno y camine por un largo camino de arboles gigantes y
campos con cultivos tan saludables para una cosecha. Entre a un lugar tipo campo-plaza, así
como la plaza de los héroes en chilca, pero para mi sorpresa fui llamado por una vos tan suave
y cariñosa que provenía del interior del bosque:

- Marco? Jaja Marco ven aquí!!

Fui, pero desconfiado porque he de recordar que me marché del pueblo hace 12 años y
anduve por las calles de lima y muchos senderos de Piura. Cada ves mas me entregaba a la
naturaleza escuchando esa melodiosa voz, que me quede cautivado.

Después de adentrarme mucho en el bosque conseguí divisar a una linda muchacha, con pelos
lacios, unos labios, tan rosaditos y su estatura mediada. En cuanto me vio corrió a mis brazos
ella abrazándome con tanta ternura y ella me dijo:

- Pensé que no regresarías Mak´ta Marco

Y entonces recordé a de aquella chica era una muchacha que yo consideraba mi hermana, por
su dulzura y ternura

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