Está en la página 1de 4

Perú, un país de todas las sangres

A lo largo del tiempo lo que caracterizó a nuestro querido Perú, es principalmente


la diversidad de cultura que posee y sobre todo las milenarias raíces incaicas. Pero,
aunque precisamente nuestra diversidad cultural es nuestra máxima riqueza, es lo
que causa la división de nuestro Perú; un país en el que las diferentes razas,
etnias, etc.; no pueden complementarse, y por lo contrario, tienen prejuicios unas
a otras.

Precisamente esta división es impulsada por el centralismo, un muro imaginario,


que separa a la capital del resto del país. La frase célebre de Valdelomar “El Perú
es Lima, Lima es el Jirón de la Unión y el Jirón de la Unión es el Palais Concert”,
refleja claramente que la centralización fue, es y será un problema latente, del cual
poco se habla, pero que anteriormente, como se ve plasmado en varios libros de
historia, este problema tuvo un mayor alcance, creando como dice Mario Vargas
Llosa, un país escindido en dos mundos, dos lenguas, dos culturas, dos
tradiciones históricas, completamente antagónicas, en el cual, como era de
esperar, uno ejercía más poder sobre el otro, tomando de referente a las
personas de la capital y los de las provincias, un tema que marco drásticamente la
vida de uno de los autores más importantes del Perú, José María Arguedas.

La centralización estatal, en el Perú, tiene un origen colonial que perduro durante


la república con algunos cambios institucionales, por otro lado, la centralización
económica se estableció después de la segunda guerra mundial, con la
implantación del modelo económico primario-exportador y semi-industrial, que
provocó la concentración de la industria en Lima. En el Perú, la unión de la
centralización económica con el centralismo político-estatal ha originado un
problema de centralismo agudo.

Arguedas, nació en Andahuaylas-Apurímac, un 18 de enero de 1911, en el seno de


una familia criolla y aristocrática por parte materna, quedó huérfano de madre a la
edad de 2 años, un hecho que marcó un antes y después en su vida, debido a que
tras la muerte de su madre su padre volvió a contraer nupcias, es así que sufrió
humillaciones constantes por parte de su madrasta y hermanastro,
quienes lo discriminaban por ser mestizo; cuando su padre viajaba, Arguedas
dormía, comía y trabajaba junto e igual que los indios; pero solo cuando su padre
(un abogado viajero y ocupado) llegaba a su casa lo vestían, comía en la mesa y
dormía en un dormitorio, sin embargo apenas su padre se iba, regresaba con los
indios; es por ello que Arguedas busco el cariño y afecto, que cualquier niño
necesita en los indios, aprendiendo de ellos su lengua, valores, costumbres y
cultura.

Que se ve reflejado en las diferentes obras que escribió a lo largo de su vida,


mostrando un estilo literario en el que predomina su amor y una manera
diferente de ver el “mundo de los indios”, brindándonos una perspectiva
inigualable y autentica; definiendo esto como su sello personal, que lo caracteriza
hasta el día de hoy, y que trasciende generaciones.

Las obras de José Mará Arguedas, como dije anteriormente, engloban distintos
puntos de vista humanitarios, en los que nos da a conocer la realidad del indio,
que muchas veces es cruel, permitiendo de este modo estudiar el indigenismo de
un diferente punto de vista social. Tocando temas como la discriminación,
corrupción, des-favorecimiento, humillación, injusticia, violaciones entre otros, que
en ese entonces ocurrían sistemáticamente, situaciones de pan llevar, que están
a la vista de todos, pero que simplemente no les importaba o eran indiferentes a
ellas. Existían prejuicios hacia las personas tanto indígenas como de provincia. La
población de la capital en ese entonces, se creían de cierta forma superiores, ellos
poseían más beneficios y mejores posibilidades, por ello era una revelación que
alguien que procedía de alguna provincia o tenía raíces indígenas, logrará ser
reconocida en cualquier rubro que se desempeñará.

En sus obras se exalta la explotación como un problema entre personas de un


mismo país, sintiéndose algunas superiores a otras como es en el caso de las
grandes haciendas en las que el patrón es el amo y señor, y este tiene a su cargo
a diversos empleados: como los pongos, esclavos, etc. Pero que en sus obras
juegan un rol muy importante y ayudan a desencadenar una serie de historias en
las que se aprecia un multiculturalismo teniendo de por medio la discriminación, el
racismo, la explotación y la marginación, como siempre del más débil.
Algunos críticos creen que en su obra “Todas las sangres”, Arguedas se interesó
únicamente por lo que se llamaría su utopía arcaica. y no tuvieron en cuenta que
en la vasta, ambigua, y contradictoria obra arguediana está contenida la utopía de
todas las sangres como ideal de respetar la multiculturalidad del Perú, como su
mejor recurso potencial para el futuro. Considero que la novela "Todas las
sangres" es el ejemplo perfecto de un ideal para el futuro del Perú, pero que
Arguedas debió de explotar y profundizar más este mensaje.

Arguedas escribió "Yo no soy un a-culturado; yo soy un peruano que


orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y
en quechua"

Arguedas con esta frase nos muestra una vez más su amor por nuestra patria y
por el mundo indígena que lo llevo a ser en el Perú de hoy, un héroe cultural, una
figura imponente, un ejemplo a seguir.

Que nos enseñó a valorar nuestras raíces y diversidad por ello correremos a todo
pulmón "Por un Perú de todas las sangres", un Perú en el que las diferencias se
valoren, un Perú unido.

Pero el interés que despierta Arguedas no es ajeno o exclusivo a sus


producciones literarias, no sólo sus libros son interesantes; también lo es su vida,
definido por Vargas Llosa como un, privilegiado y patético; privilegiado porque en
un país con dos mundos,
a él le fue dado conocer ambas realidades íntimamente, en sus miserias y
grandezas; patético porque el arraigo en esos dos mundos antagónicos hizo de él
un desarraigado. Lo que en un futuro le cobro intereses en su vida, todos sus
traumas volvieron a él,

simplemente ya no pudo más con tanto que llevaba dentro, la falta de amor y
comprensión en su niñez y juventud, la discriminación que sufrió, las crueldades
de las que fue testigo, su amor por el indigenismo y diversos problemas
emocionales, lo llevaron al suicidio. Arguedas vivía un infierno interior, reflejado
en su obra póstuma “El zorro de arriba, el zorro de abajo”, su novela que describió
su mundo infernal.
Concluyo recordando una de sus célebres frases “la tierra es de quien la trabaja”.
Como peruanos debemos defender lo nuestro, nuestras raíces, no debemos de
atacarnos entre nosotros, debemos de aprender a valorar nuestras raíces, y no
avergonzarnos de ellas, porque es la base de nuestra identidad nacional.
Debemos entender que somos un país de todas las sangres, valorar nuestras
raíces indígenas, no dejar que nuestro Perú se siga dividiendo en dos mundos,
con el compromiso de todos podemos crear un solo mundo, un mundo justo, en el
que todos seamos tratados iguales sin discriminación.

"Todo PERUANO debe saber, entender, valorar y defender a nuestros


antepasados INDIOS"

Bibliografía

• Llosa Vargas, M. (1996). La utopía arcaica: José María Arguedas y las ficciones del
indigenismo. Punto de Lectura.

• https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/arguedas.html

También podría gustarte