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Agnes Taubert

El pesimismo y sus adversarios


Selección de textos, introducción,
traducción y notas
Manuel Pérez Cornejo, Viator

Prólogo
Fernando Burgos

Biblioteca pesimista
sequitur
sequitur [sic: sékwitur]:
Tercera persona del presente indicativo del verbo latino sequor :
procede, prosigue, resulta, sigue.
Inferencia que se deduce de las premisas:
secuencia conforme, movimiento acorde, dinámica en cauce.

Diseño cubierta: Inda Anaiis Navarrete Durán

© de la Introducción, selección y traducción,


Manuel Pérez Cornejo

© Ediciones sequitur, Madrid, 2023

Todos los derechos reservados


w w w.s e quitur.es

ISBN: 978-84-15707-92-9

Impreso en España
ÍNDICE

AGNES TAUBERT, DEFENSORA DEL PESIMISMO


Fernando Burgos 7

INTRODUCCIÓN
Manuel Pérez Cornejo, Viator 15

TEXTOS DE AGNES TAUBERT

EL VALOR DE LA VIDA Y SU APRECIACIÓN 41


EL AMOR 54
EL PESIMISMO Y LA VIDA 75
Prólogo
AGNES TAUBERT, DEFENSORA DEL PESIMISMO

Fernando Burgos

En 1869 Eduard von Hartmann publicó su libro más


polémico, la Filosofía de lo Inconsciente. Este libro desató la
segunda controversia en torno al pesimismo [Pessimis-
musstreit] que, a grandes rasgos, se caracterizó por sustraer
al pesimismo del quietismo en el que Schopenhauer lo
había puesto, mezclándolo con tintes optimistas y evolu-
cionistas. De ahí su popularidad, que puede vislumbrarse
claramente gracias a la recepción internacional sin prece-
dentes que obtuvo la opus magnum de Hartmann, y que
prontamente se convirtió en el centro de debate en
Alemania, así como en otros países de Europa. Como supo
señalar Carl Heymons, su editor por aquella época, su casa
"parecía una sala de guerra" [glich einem Kriegszelt] de tan-
tos libros y artículos que llegaban, hasta el punto en que no
podía ni sabía cómo atender a tantas críticas. Como míni-
mo, Hartmann debía responder las más importantes. Diez
años después de la primera edición del libro, Olga Plüma-
cher realizó un conteo de las publicaciones que versaban de
1869 hasta 1880, llegando a recopilar alrededor de 750 títu-
los.
La esposa de Hartmann, Agnes Taubert,una mujer ins-
truida y con una capacidad intelectual asombrosa, en 1872
publicó La Filo-sofía contra la arrogancia de la ciencia natu-
ral, en donde defendía la metafísica del polémico filósofo
frente a la mordaz crítica realizada por Stiebeling en 1871.
En 1873, la filósofa publicó El pesimismo y sus adversarios,
libro que se convirtió en el punto de encuentro de las críti-
cas más importantes dirigidas a la obra de su esposo. Este
trabajo, como bien lo señala Héctor del Estal en su tesis
doctoral, "glosaba, matizaba y aclaraba los distintos puntos
de la filosofía hartmanniana sobre los que pivotaban las crí-
ticas de sus adversarios" (431). La claridad de sus ideas era
tal que, comenta Frederick C. Beiser en Weltschmerz: "El
libro de Taubert llegó a alcanzar semejante fama que se
convirtió en un punto de controversia en sí mismo, el tema
de muchas reseñas, artículos y libros, puesto que trató sis-
temáticamente todas las principales cuestiones filosóficas
que rodearon al pesimismo" (242).
Aunque la filósofa fue una contendiente muy importante
de la Pessimismusstreit, Hartmann no la presentó como su
esposa ni mucho menos por su nombre de pila, por lo que
la autora figuró como A. Taubert, una "A" que denotaba un

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nombre ambiguo. Incluso, en el informe de su muerte tam-
poco lo hizo, como señala Tobias Dahlkvist en Nietzsche
and the Philosophy of Pessimism:

En la obra de Hartmann Zur Geschichte und Begründung


des Pessimismus, y en varias obras del mismo autor, se cita
a menudo con aprobación un libro titulado Der Pessimis-
mus und seine Gegner, escrito por un tal A. Taubert.
Hartmann se refiere siempre al autor de ese libro como A.
Taubert; hace todo lo posible por evitar el uso de un pro-
nombre personal. Incluso cuando informa de la muerte de
Taubert a la edad de 33 años, se abstiene de utilizar el nom-
bre de pila o el pronombre personal femenino (77-78).

Dice Beiser en el mismo libro que los contendientes de El


pesimismo y sus adversarios pensaban que dirigían sus crí-
ticas hacia un hombre y no una mujer: "Sin excepción, los
críticos de Taubert, usaban el pronombre masculino 'er'
para referirse a ella, la asumieron como masculino" (nota
28, 429).
Otra mujer que apoyó las trincheras de Hartmann fue la
ya mencionada Olga Plümacher. Al igual que con Agnes
Taubert, sus escritos aparecerán bajo la abreviación de su
nombre de pila, "O. Plümacher". La razón de Hartmann del
ocultamiento de Agnes probablemente se debió a que

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Hartmann no quería que se supiera que su esposa era quien
defendía su filosofía; pero de Olga no sabemos el motivo de
indicar tan solo la inicial de su nombre, aunque podría
inferirse que, dado que en la mentalidad de la época tras-
lucía cierto dejo de machismo, difícilmente hubieran acep-
tado que una mujer bien dotada intelectualmente, y sin una
formación universitaria, estuviera presente en la contienda.
Tal y como señala Gleichauf, en Mujeres filósofas en la his-
toria, en el siglo XIX "Una mujer intelectual estaba mal
considerada e infundía más temor que confianza" (97).
Como hemos visto, Taubert ocupó un lugar central en el
debate sobre el pesimismo, y, aunque esta siguiera y defen-
diera a Eduard von Hartmann, ella también se hacía valer
bajo sus propios criterios. Por ello, habría que preguntarse
si Taubert fue una filósofa que realmente aportó algo o si
sólo fue un epígono de la obra de Hartmann. En este senti-
do, es menester revisar lo que piensan sus comentaristas.
Manuel Pérez Cornejo nos dice que "es evidente que la filó-
sofa se propuso, ante todo, ayudar a su marido en la batalla
en la que estaba empeñado, pero sus escritos muestran, sin
duda, una personalidad propia, que le condujo a enmendar
algunos de los puntos de vista de Hartmann, dándoles un
especial 'toque femenino'". De igual forma, Beiser señala en
After Hegel: "Aunque durante la controversia sobre el pesi-
mismo Taubert defendió los puntos de vista de su marido,

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tenía un temible talento polémico propio y no dudó en
exponer sus propios puntos de vista o criticar a su marido
por escrito" (217). En cambio, para Dahlkvist, Agnes tiene
una originalidad limitada, es sólo una glosa; y para Del
Estal, "Agnes Taubert (…) no es una pensadora especial-
mente original. Su libro es una apología de su marido (…)
La originalidad de Taubert es claramente limitada. Es una
hartmanniana, una epígona" (79).
Aunque Dahlkvist y Del Estal asumen una posición poco
original que minimiza a la autora, habría que profundizar y
sacar de las obras de Taubert esas diferencias, y pensar si
hay, o no, un nuevo aporte al pesimismo, pues en sus inda-
gaciones ellos no tuvieron el propósito de examinar la obra
de la filósofa a detalle. Cabe también preguntarse (¿por qué
no?) si el mismo Hartmann no absorbió ideas e incluso el
estilo de escritura de su esposa, y acopló estos elementos en
sus escritos posteriores, así como hizo también con Julius
Bahnsen. Pérez Cornejo da cuenta de pequeñas diferencias
que hay entre Hartmann y Taubert, y con acierto titula "El
pensamiento de Taubert" a la introducción de este libro.
Taubert tenía un criterio propio, agudo, que no podemos
considerar como si fuera "solamente una glosa" a Hart-
mann. En esos pequeños detalles deberíamos pensar si hay
algún tipo de aporte, una diferencia. Quizá un destello de
brillantez no sea mucho, pero sí es algo valioso, aunque sea

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ver un haz de luz. A fin de cuentas, podemos suponer que
la filósofa no maduró demasiado sus ideas por su repenti-
na muerte, por lo que nos quedamos a medias con ella; es
como si Picasso hubiera muerto joven y con la concreción
de sus "obras tempranas", esto es, quedó ensayando las
ideas de otros, las técnicas de otros, sin hacer su propio
Guernica, aunque ese Guernica ya estaba germinando en
sus primeras obras. Aún estamos frente a un terreno inex-
plorado, que vale la penar examinar. Esos destellos pueden
abstraerse y apreciarse por sí mismos. Por ejemplo, en el
último apartado de este libro, titulado: "El pesimismo y la
vida", la filósofa muestra sus dotes ensayísticos y nos rega-
la las mejores páginas escritas para una sabiduría de la vida
de corte pesimista. Queda como apunte para quien quiera
profundizar en la obra de esta apasionante filósofa.
Taubert murió a los 33 años, según Heymons, de "ataques
violentos de artritis reumatoide" (Anfällen eines Gelenk-
rheumatismus). Murió en medio de la polémica del pesi-
mismo, en 1877. No sabemos mucho acerca de su vida, ni
si planeaba seguir escribiendo más libros.
Al igual que las demás mujeres implicadas en el pesimis-
mo, sobre su vida y obra, lamentablemente, se conserva casi
nada. De Olga Plümacher, por ejemplo, se perdió toda su
biblioteca y sus documentos personales. La misma mala
suerte ha corrido la vida y obra de Helene von Druskowitz,

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Amalie J. Hathaway o Susanna Rubinstein. No todas se pre-
sentaron como epígonos de, al contrario, filósofas como
Druskowitz crearon una concepción muy particular del
pesimismo, a la que a día de hoy no se le ha prestado ni la
más mínima atención. Por ello, es necesario que se las res-
cate y se señale la importancia de estas filósofas, que se las
sitúe, se las estudie y se les den los créditos correspondien-
tes, sobre todo, porque no fue fácil para ellas ocupar un
lugar en dichos debates. Hoy, sí o sí, debemos señalar con
sus nombres de pila que dos mujeres fueron las principales
defensoras de la obra de Hartmann: Agnes Taubert y Olga
Plümacher.
Agnes Taubert no ha sido traducida al español ni en nin-
guna otra lengua. La traducción que presentamos por pri-
mera vez al español es una selección de su segundo libro, El
pesimismo y sus adversarios, y está hecha por Manuel Pérez
Cornejo. El escrito originalmente consta de 12 capítulos y
un apéndice. Para esta edición solo se seleccionaron tres: el
capítulo II. "El valor de la vida y su apreciación" (extracto),
el IV. "El amor" y el XI. "El pesimismo y la vida".
Esta biblioteca nace para consolidar una maduración de
la Sociedad Iberoamericana de Estudios sobre Pesimismo
(SIEP). Dicha sociedad nace a fines del 2019, y desde
entonces ha ofrecido conferencias, presentaciones de
libros, entre otros eventos de carácter académico y divulga-

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tivo. El proyecto se ha ido fortaleciendo, y ha tenido a bien
apoyar este magno empeño de una serie de libros dirigidos
para un público no especializado, así como sus miembros
se han visto implicados en traducir dichas obras esenciales
del pesimismo.
Los primeros cinco libros de esta colección están enfoca-
dos en los filósofos alemanes: Hartmann, Bahnsen,
Mainländer, Taubert y Plümacher, y el contenido que se
presenta es inédito y es realizado por especialistas en el
tema: Sandra Baquedano, Manuel Pérez Cornejo, Carlos
Javier González Serrano, Adrián Gámez, José Ibarra
Cuchillo.

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AGNES TAUBERT
(Stralsund, 1844 - Berlín 1877)
Biblioteca pesimista
primeros títulos

1. Eduard von Hartmann - José Ibarra Cuchillo


Pesimismo, ética y felicidad

2. Julius Bahnsen - Manuel Pérez Cornejo


Breviario de un pesimista (Extractos)

3. Philipp Mainländer - Sandra Baquedano


Fragmentos pesimistas

4. Agnes Taubert - Manuel Pérez Cornejo


El pesimismo y sus adversarios

5. Olga Plümacher - H. W. Gámez


El pesimismo en el budismo y otras religiones

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