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¿Se puede transformar la realidad desde el estado?

Sebastian Uran Figueroa.

Universidad de Antioquia.

En el texto que desarrollaré a continuación, me propongo el abordaje comparativo de las


posturas teóricas y analíticas sobre el estado de dos autores: Mann, M (2007) y Gonzales, F
(2014), con el fin de hallar elementos que me permitan captar la influencia del estado en la
realidad social. En este ejercicio, la teoría del primero nos va a servir para entender el
debate teórico que se ha tejido alrededor del estudio de estado en la sociología hasta ese
punto (1984), llegando a definir los argumentos que permiten plantear cierta autonomía del
poder de las elites estatales frente a la sociedad civil, pero a su vez cierta dependencia de
ésta a otros poderes externos al estado, que finalmente termina siendo un aspecto
definitorio de las democracias capitalistas modernas (Mann, M. 2007, p. 8). El segundo
autor nos permite contextualizar este problema en el ámbito del estudio del estado en
Colombia, que sin duda alguna ha sido atravesado por estas teorías occidentales, pero que
particularmente se han enfrentado a una realidad social que siempre se ha construido
alrededor del conflicto armado, en la cual históricamente ha sido difícil la consolidación de
ese poder en la amplitud de los territorios Colombianos, suponiendo la existencia de otros
poderes con los cuales el estado, como poder autónomo centralmente territorializado, ha
tenido que entablar una serie de relaciones que ponen en duda su carácter de “autonomía”.
A partir de esto, me surge la pregunta de si es posible el ejercicio de la lucha política a
través de las vías democráticas que plantea el mismo estado, como una forma efectiva de
transformación de profundas cuestiones sociales, teniendo en cuenta que existen muchas
dificultades para su estudio, empezando por la realidad social violenta de nuestro país.
Primero que todo, me gustaría hacer una diferenciación de ambas posturas, tomando como
punto central el contexto en el que se desarrollan. Michael Mann (2007) realiza su análisis
sobre “el poder autónomo del estado: sus orígenes, mecanismos y resultados” en el año
1984, en este contexto se desarrollaba todavía la guerra fría, que aunado a ese pasado
reciente de las guerras mundiales, develó diversas formas en que el poder de los estados a
nivel de relaciones internacionales podía manifestarse, es por eso que a partir de allí, el
desarrolla la postura de que el estado es una “forma de organización territorialmente
centralizada”, donde el poder que detentan las elites que encabezan el estado, tiene un
doble carácter: un poder despótico y un poder infraestructural. (pp. 3 - 5). En el primero, se
hace énfasis en la capacidad del poder del estado para reprimir a través de la fuerza física y
el segundo, en la capacidad que tiene para distribuir efectivamente sus normas, sentidos e
instituciones en un territorio nacional e internacional. A partir de aquí, el autor categoriza
cuatro formas de estado que nos permitirá el abordaje de ejemplos históricos concretos, en
base a la relación a esta doble naturaleza del poder del estado: Feudal, burocrático,
autoritario e imperial.(p. 8) El estado democratico capitalista, se acerca mucho más a la
instauración de un estado burocrático, ya que prioriza la posibilidad de dirimir los
conflictos que se presentan en la vida social a través de todas esas normas y principios que
hacen parte de su infraestructura. Sin embargo, destaco ese asunto de que el estado es un
poder territorialmente centralizado, regularmente en los territorios más industrializados, ya
que nos sirve como punto de enlace para lo que problematiza el otro autor respecto al
contexto nacional.

Fernán E. Gonzales (2014) en su texto “poder y violencia en Colombia”, nos habla de una
preocupación concreta, que parte de la realidad violenta del país y el sinnúmero de
conflictos bajo los cuales se ha intentado construir contemporaneamente un estado
democratico, siendo fundamental para este, el establecimiento de una convivencia basada
en el acceso a la ciudadanía. En ese sentido, resulta interesante cuando el autor nos invita a
matizar esa concepción del estado “como una realidad homogénea independiente de la
sociedad, claramente diferenciada de esta, con pleno dominio sobre el conjunto de esta
sociedad”(p. 18), lo hace con la intención de poner de manifiesto los límites con los que se
encuentra el establecimiento de un estado democratico capitalista en un país como el
nuestro, sobre todo en el último aspecto mencionado. Es por eso que el análisis de este
autor busca problematizar el comportamiento del poder, que en cabeza el estado, se efectúa
con diferentes matices en las amplias regiones de Colombia, destacando que los ejercicios
del poder quedan supeditados a otras dinámicas de orden y convivencia que se construyen
en los territorios y que ineludiblemente conlleva a que el poder del estado negocie su
dominio y sus intereses frente a este otro tipo de poderes.

Ahora bien, ahondando un poco más en los argumentos que quiero desarrollar con el
propósito de entender un posible ejercicio político en Colombia desde el estado para la
transformación de algunas cuestiones de la realidad social, me remito a plantear algunas de
las dificultades, que basado en los planteamientos de ambos autores, pude encontrar.

Desde la perspectiva política que he formado a lo largo de mi paso por la academia y la


vida en este país, todo ejercicio político que considere la transformación de cualquier
cuestión de la realidad, debería partir de comprensiones que tengan de referencia una base
científica e histórica, en ese sentido me parece que el aporte de Mann (2007) sobre ese
doble carácter del poder es valioso, en términos de seguir la apuesta que en principio
propone Gonzales (2014), que es la de matizar el análisis según las formas en que el estado
opera en los diversos territorios. Cuando lo vemos más de cerca, podemos ver que
Colombia efectivamente ha centralizado su poder infraestructural en aquellos territorios
más cercanos al centro del país y que regularmente están atravesados por los andes, esto
concuerda a su vez con que estas regiones sean las más industrializadas, denotando la
existencia una racionalidad que facilita la interiorización de los principios bajo los cuales se
cimienta el estado moderno. Ahora bien, esto en principio pone de manifiesto el
matrimonio existente entre estado y capitalismo, por lo que de plano nos puede llevar a
preguntarnos hasta qué punto el estado responde desde su aparente autonomía, a unos
intereses de clase. Sin embargo el asunto se reviste un poco más complejo, cuando esta
fuerza infraestructural del estado no es suficiente para superar el alcance de otros poderes
localmente desarrollados.
En nuestro país estos poderes locales han sido de diferentes características, siendo notables
protagonistas los actores armados, quienes en muchas regiones, son los encargados de
mantener “la convivencia” y la “seguridad”, papel que en principio es responsabilidad del
estado. Como resultado de la inoperancia de este como actor esencial del mantenimiento de
un orden, el poder estatal ha tratado de imponer su carácter despótico con el fin de retomar
el poder en muchas de estas zonas, sin embargo, lo que ha hecho ese sumarse como otro
actor armado que ejerce violencia contra la sociedad civil, por lo que en muchas ocasiones,
su postura ha sido la de negociar con estos poderes territorios e intereses, desencadenando
un montón de relaciones ilegales que se manifiestan en ese poder central despótico.

Recientemente, los esfuerzos políticos de muchas organizaciones y líderes a lo largo del


territorio nacional, están centradas en retomar los instrumentos que la democracia ofrece
para la participación en el poder que detenta el estado, sin embargo, la forma en que el
ejercicio pleno de la democracia sigue suponiendo un riesgo para aquellos que tienen
intereses diferentes a los de las elites del estado, sigue estando relacionado con ese nivel de
incidencia que tienen otros poderes sobre el mismo estado y la violencia que puede ejercer.

A modo de conclusión:

Es estudio de la relación estado y sociedad en un país como Colombia para el sustento de


un ejercicio político que busque la participación en el estado como una forma de incidencia
en la realidad social, debe partir del contexto y los actores que desarrollan las relaciones de
poder localmente y a mi modo de ver, debe rastrear un poco más la relación entre la
consolidación de una élite en el poder del estado a través de lazos corruptos con otros
poderes y la forma en que esta misma se reproduce a nivel cultural en la realidad social.

Bibliografía
González, F. (2014). Poder y violencia en Colombia. Bogotá: Odecofi-Cinep. Lectura: Cap.
1. Aproximaciones al estudio del Estado en Colombia: conflicto armado, ilegalidad
y narcotráfico”, pp. 39-81.
Mann, Michael. (2007) [1984] El poder autónomo del Estado: sus orígenes, mecanismos y
resultados. Sociología histórica y relaciones internacionales, (5), pp. 1-43.
Recuperado de https://revistas.uam.es/relacionesinternacionales/article/view/4863.

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