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Características de la Madurez Cristiana:

Características bíblicas de un líder cristiano

Introducción

Debería enfatizarse al inicio de este estudio, que estamos tratando este tema, no porque el escritor
se ve a sí mismo como el ejemplo perfecto de un líder cristiano o de su madurez, sino porque este
es uno de los elementos que más faltan en el iglesia de hoy y porque las cualidades de una
madurez espiritual son muy determinativas en la vida de la iglesia y de la sociedad como un todo. 
Esta serie de estudios se desarrolló originalmente, porque advertí la necesidad de estas cualidades
en mi propia vida y en mi ministerio en mi posición de liderazgo como pastor o maestro y líder de
los hombres.

Estos estudios se desarrollaron en ambiente de entrenamiento de equipos para hombres para su


rol como líderes de la iglesia, como padres y como miembros efectivos de una sociedad que
necesita desesperadamente ver cómo debe ser un cristianismo bíblico auténtico.  Uno de los
motivos para este estudio fue una serie de videos que compré, llamados «Motivación / Liderazgo»,
de uno de mis maestros del Seminario de Dallas, el Dr. Howard Hendricks.  Uno de los videos lleva
por título «Características de un Líder Cristiano».  Y, como lo sugiere el nombre del video, fue muy
motivador para mí para desarrollar una serie de estudios sobre este tema.

Las cualidades que debieran caracterizar, a través del tiempo. [1]   Es el elemento bíblico /
espiritual, al menos en parte, que hace que las marcas del liderazgo cristiano sean cristianas. a los
líderes cristianos, también son las marcas de la madurez espiritual, tal como se describen en la
Biblia.  Aunque todas las cualidades que se discutirán en esta serie, no son exclusivas para el
cristianismo y también son generalmente promocionadas y enseñadas en el mundo secular,
muchas de ellas, por su naturaleza, son distintivas de la Biblia o del cristianismo bíblico.  Es así
que las características que deben marcar a un líder cristiano también son las marcas de la
madurez bíblica que en esencia son el producto de una espiritualidad verdadera.  De hecho, la
espiritualidad bíblica puede describirse por el término madurez puesto que la madurez cristiana es
el resultado del crecimiento producido por el ministerio del Espíritu a la luz de la Palabra

Sin embargo, al considerar estas marcas de madurez, nos vemos enfrentados con la realidad que
son cualidades que deberían encontrarse en la vida de todos los creyentes -  hombres o mujeres. 
Por lo que permitan enfatizar que este estudio tiene una aplicación en todos nosotros, cualquiera
sea nuestro rol específico en la iglesia o en la sociedad.  Como miembros del Cuerpo de Cristo,
todos somos líderes potenciales en algún grado, ya sea como esposo o esposa, padre o madre o
como un empleado de una oficina.  Como hombres y mujeres cristianos, tenemos un rol de
liderazgo cuando llevamos a otros a Cristo y cuando buscamos obrar como sal y luz dentro de la
sociedad.  Tanto para hombres como para mujeres, estas son cualidades que aumentarán su
capacidad como esposos o esposas, como padres o madres, o como colaboradores en el
evangelio de Cristo en ministerios como la Escuela Bíblica Dominical de AWANA, o en el estudio
bíblico del hogar.

Un Objetivo  Primario Personal y Corporativo

Una de las metas primarias y personales de Pablo y también ministeriales, era alcanzar niveles
más y más grandes de madurez espiritual y ver a todos los cristianos hacer lo mismo.  La meta del
evangelismo, no es sólo ver a la gente llegar a Cristo.  En realidad, el mandato principal de la Gran
Comisión, no es el evangelismos, sino hacer discípulos.  Naturalmente, el hace evangelismo
incluye el evangelismo; pero va más allá. [2]

La madurez espiritual fue una gran preocupación y un objetivo clave para Pablo y otros escritores
de las epístolas del Nuevo Testamento, como se ve claramente en los siguientes pasajes (ver
Efesios 4:12s; Filipenses 3:12s; Colosenses 1:28; 4:12; 1ª Corintios 2:6; 16s; Santiago 1:2;
Romanos 8:28-29; 2ª Pedro 3:18).

Una de las palabras griegas claves usadas aquí es ‘teleios’, “habiendo obtenido el fin, el propósito,
completar, perfeccionar”.  Era usado para un adulto maduro, crecido.  Al comparar Hebreos 5:13
con el versículo 14 y 1ª Corintios 2:6 con 3:1, vemos un contraste instructivo.  Teleios —‘maduro’—
se contrasta con la palabra para ‘bebé’ —ne,,pios’, en ambos pasajes.  Es así que, en un sentido
espiritual, teleios habla de alguien que está completamente desarrollado, espiritualmente maduro
de acuerdo a las cualidades espirituales detalladas en el Nuevo Testamento.

Por lo tanto, el crecimiento espiritual y mayores y mayores niveles de madurez, son objetivos
claves de las Escrituras y una responsabilidad clave para los líderes de la iglesia (Efesios 4:11ss.)
y para los individuos en sus propias vidas (1ª Pedro 2:2; Santiago 1:20).

Los Agentes que Usó Dios para el  Crecimiento

El crecimiento y la madurez no se adquieren en forma natural.  El bebé en Cristo requiere estar


sano y consistente.  Existen ciertos agentes que Dios usa para desarrollar el crecimiento espiritual
y llevarnos a una madurez en Cristo más profunda:

1.      Obviamente, la Palabra es un elemento clave y necesario para el crecimiento espiritual (1ª
Pedro 1:23-2-3; 2ª Pedro 1:3-4; 3:18; Juan 17:17).  En Juan 17:17, el Señor oró por la iglesia y
dijo:  “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.  La referencia aquí de ‘santificar’ o
‘santificación’, es fundamentalmente un sinónimo de crecimiento y madurez.  Y expresa el objetivo
del Señor para todos los creyentes.

2.      Los líderes de la iglesia (Efesios 4:11ss; 1ª Tesalonicenses 5:12; Santiago 5:14). [3]

3.      El cuidado y preocupación del cuerpo de Cristo como un todo (Efesios 4:16; 1ª
Tesalonicenses 5:11ss.).

4.      Los sufrimientos o desafíos de la vida (Santiago 1:2-5; 1ª Pedro 1:6; Salmo 119:67, 71, 75,
92).

5.      Por último; pero no por ello menos importante, el ministerio de enseñanza del Espíritu Santo
(Efesios 3:16s; 1ª Corintios 2:6-3:4).

¿A qué se Parece un Cristiano Maduro?

A uno que se está pareciendo a Cristo en Carácter (Efesios 4:13)

Entonces, ¿a qué exactamente se parece un cristiano maduro?  El cristiano maduro es un creyente


cuya vida comienza a tomar el carácter de Cristo.  Pero, ¿qué es eso exactamente?  ¿Cuáles son
las cualidades específicas que señalan que una persona se asemeja a Cristo?  Este es el enfoque
y el punto de este estudio; pero antes de empezar a considerar algunas de estas cualidades,
existen varias cosas que deseamos cubrir como base antes de definir y de analizar las cualidades
de la madurez.

Definiendo las Marcas de la Madurez

En general, ¿cómo podemos definir las marcas de la madurez espiritual?  Estas marcas, de
acuerdo a cómo se usan en este estudio, involucran tres cosas:
(1)Son metas y nos entregan un objetivo el cual cada cristiano debe anhelar
profundamente.  Aquí tenemos metas por las que —si nos referimos a relaciones con Jesucristo—
lucharemos de la manera que lucha un atleta para alcanzar la banda que está al final de la carrera. 
En esencia, esto debería abarcar parte de nuestro propósito de vida, porque en la medida que
estas marcas se logren, también lograremos otras metas que Dios tiene para nuestras vidas.

Como hemos visto, el crecimiento espiritual y la madurez, son temas importantes del Nuevo
Testamento; pero hay dos pasajes que aproximan el crecimiento espiritual y la madurez desde el
punto de vista de las metas que debiéramos anhelar:

Filipenses 3:12-16

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello
para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.  Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago:  olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.  Así que,
todos los que somos perfecto, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo
revelará Dios.  Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una
misma cosa”  (Filipenses 3:12-16).

En este pasaje, el apóstol describe su lucha constante por el crecimiento hacia la perfección
espiritual (madurez espiritual) y aún cuando nunca lleguemos a la madurez completa mientras
estemos en este cuerpo terrenal, esta búsqueda está presentada como una meta (skopos, “una
meta, una marca en la cual fijar los ojos”).  El apóstol, para conseguir su anhelo en esta búsqueda,
usó dos palabras pintorescas.  La primera la vemos en Filipenses 3:12 con el término “prosigo”. En
griego ‘doiko’, que significa “correr detrás de, perseguir, ir hacia” y por lo tanto, “luchar por,
buscar”.  La otra palabra se encuentra en el versículo 13, “alcanzar”.  En griego, ‘ep-ek-teinomai’,
una palabra compuesta usada en la voz media que literalmente significa:  “extenderse hacia algo”. 
La metáfora detrás de las palabras usadas aquí es la de una carrera seguramente basada de los
juegos ístmicos de la Grecia antigua.  Los términos empleados retratan a un corredor inclinado
hacia delante con todo su cuerpo y sus manos intentando llegar a la meta con sus ojos fijos en ella.

1ª Timoteo 1:3-6

“Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos
que no enseñen diferentes doctrinas, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables,
que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora.  Pues
el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y
de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería”  (1ª
Timoteo 3-6).

Aquí, nuevamente vemos la idea de una meta; pero el versículo 6 la aborda desde un punto de
vista negativo, mostrando lo que sucede cuando no nos enfocamos en las metas correctas.  “Pues
el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y
de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería”  (1ª
Timoteo 5-6).

Timoteo, como un líder cristiano, estaba cargado con la responsabilidad de instruir  a los falsos
maestros que estaba enfrentando en Éfeso, por cuanto se estaban ocupando de lo concerniente a
la religión de los hombres y a especulaciones fútiles.  Se dan dos razones:

La primera razón es que tales especulaciones son inútiles y no promueven la administración de


Dios.  Esto se refiere al plan redentor de Dios que incluye crecimiento y madurez espiritual, que
son logrados por fe en la verdad del evangelio, la Palabra (versículo 4).
Pero la segunda razón es una falla enorme tanto para comprender y conseguir las metas bíblicas. 
Las metas mencionadas en este texto, tienen dos caras:  (a) las que promueven el plan redentor de
Dios o la administración de promover el mensaje de Cristo y (b) la que será el resultado de una
enseñanza bíblica fiel —amor cristiano (‘agape’) auténtico.

En relación con este objetivo, Pablo señala que estos falsos maestros se han desviado.  En el
versículo 6, ‘desviarse’ es ‘astocheo’, “no llegar a la meta cuidadosamente” y por lo tanto, “no lograr
el objetivo”.  No sólo debemos tener metas bíblicas, sino que además debemos permanecer
enfocados en ellas, al igual que el corredor enfocado e intentando alcanzar la meta final.  Uno de
los grandes peligros que todos enfrentamos es la de fracasar en nuestro estado de alerta y
enfoque en las metas bíblicas.  Es demasiado fácil desviarnos por los diferentes problemas de la
vida y por las atracciones del mundo.

(2)    Las marcas de madurez son también marcas de identificación y de confirmación. 


Identifican y confirman la realidad de Cristo en nuestras vidas.  Como tales, nos marcan con el
sello de Cristo durante nuestras vidas.  Nuevamente, debemos subrayar que nadie llega
completamente a este nivel; siempre habrá sitio para el crecimiento, por lo que estas son las cosas
que siempre debemos tener enfocadas (cf. 2ª Pedro 1:12-15).  En el día de hoy, las iglesias han,
en alto grado, perdido su identidad.  Es muy difícil por lo general, distinguir a los creyentes de los
no creyentes, basándonos en su carácter, valores, prioridades y objetivos.

(3)    Como marcas de identificación y confirmación, hacen del poseedor de estas


cualidades, un ejemplo, un modelo a seguir.  Estas cualidades demuestran la realidad de Cristo
y hacen que los creyentes sean verdaderamente influenciables en la forma correcta.  Por lo que
una de las grandes metas y productos de lograr las metas de la madurez, es que estas marcas
permiten a los cristianos llegar a ser ejemplos de la vida cristiana y del poder de cambio de vida
que hay en estas personas y en la obra de Jesucristo.  Todos los cristianos; pero especialmente
aquellos involucrados en roles de liderazgo, deben llegar a reconocer que Dios les ha llamado a
llegar a ser modelos de la semejanza de Cristo.  Diremos al respecto, más adelante.

La Naturaleza de la Madurez como Producto de la Espiritualidad

Aunque esto ya ha sido mencionado, la relación de la madurez y la espiritualidad es lo


suficientemente importante como para exigir una elaboración.  A no ser que uno reconoce los
elementos de espiritualidad y su rol en la madurez bíblica, muchas de las cualidades que detallan
más adelante, serán buscadas por gente por su propia energía o fuerza.  El resultado no será una
espiritualidad o una madurez verdaderas; sino una reformación humana (ver Lucas 11:23-26 y
Colosenses 2:20-23). [4]   Pienso que el próximo punto aclarará todo esto y muchas de estas
cualidades de la madurez, que también son cualidades del liderazgo bíblico son exclusivos debido
al elemento de la espiritualidad bíblica y su rol en la producción del cambio a la semejanza de
Cristo y en la madurez.  La espiritualidad bíblica involucra cuatro factores distintos: [5]

(1)La espiritualidad bíblica que lleva a la madurez, primero involucra la regeneración, que
hace que se nazca de nuevo mediante el Espíritu de Dios, a través de la fe en la persona y en
la obra de Cristo.  Por el nuevo nacimiento, somos llevados a una relación vital con Dios.  Esta
nueva vida espiritual provee la fuente y el equipo espiritual necesarios (una nueva naturaleza, la
morada del Espíritu Santo, unión con Cristo, etc.)  para el crecimiento y el cambio espiritual (ver
Efesios 1:15-19; 3:16-19; 1ª Corintios 2:14-16; Santiago 1:18-21; 1ª Pedro 1-22-2:3).  En 1ª Pedro
deja claro que el nuevo nacimiento es básico y necesario para que se produzca el nuevo
nacimiento.  Basado en la realidad de su conversión o de su regeneración espiritual, Pedro hace un
llamado a la expresión de un ferviente amor de los unos por los otros.  Esta regeneración purificó
sus almas, trajo perdón para los pecados y una nueva naturaleza espiritual o una persona interior;
una que tenía la capacidad de conocer y tener una comunión con Dios.  Sin embargo, esta fue la
obra de la Palabra de Dios, viva y que moraba en ellos (versículo 23).  Por lo que en este pasaje,
se nos muestra la rol vital de la Palabra de Dios en ambas instancias.  Naturalmente, esto conduce
al siguiente elemento vital de la espiritualidad bíblica tan necesaria para llegar al cambio que lleva
a la semejanza de Cristo, a la que Pedro rápidamente se cambia en 1ª Pedro 2:2:  “Desead, como
niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”
(crecimiento y cambio espiritual).

(2)La espiritualidad bíblica que conduce a una madurez bíblica, también es el resultado de la
sabiduría bíblica impartida por el Espíritu Santo y por el estudio de la Palabra.  Es esta
sabiduría bíblica que da discernimiento espiritual, porque la Palabra de Dios alumbra la
comprensión del creyente con los principios espirituales y con las directrices morales de la mente
de Cristo, para guiar sus vidas (ver Colosenses 1:9, 28; 2:6-7; 1ª Pedro 2:1-2; Salmo 119:105; 129-
130).  Esto es también evidente en el comentario de Pablo sobre el hombre espiritual en 1ª
Corintios 2:15-3:3.  Allí dice: “el espiritual juzga todas las cosas”.  Mientras algunos ven la frase:  “el
que es espiritual” (‘pneumaticos’, “pertenecientes al espíritu, espiritual” o “de aquel que pertenece o
es activado por el Espíritu divino”) [6] para referirse simplemente a aquel que es salvo en contraste
con la persona no regenerada (versículo 14), el contexto apoya una comprensión diferente de la
palabra espiritual.  El apóstol está hablando acerca de una persona que a través del ministerio de
control y de enseñanza del Espíritu, ha crecido más allá del ABC básico de la leche de la Palabra
(cf. 3:1-3) y por lo tanto, es capaz de discernir todas las cosas.  El hecho de ser salvos, no da la
capacidad de tener esta clase de discernimiento.  Este discernimiento es el producto del
crecimiento espiritual en el conocimiento y en la aplicación de las Escrituras, lo que demanda
tiempo (cf. Hebreos 11:11-14).

(3)La espiritualidad bíblica que conduce a la madurez, involucra la obra del Espíritu Santo en
la vida del creyente.  En el día de hoy, escuchamos mucho en el mundo secular acerca de la
espiritualidad, usando término tales como “entrar en una comunión con su espíritu”, o “contactando
un poder superior”; pero esto es un pensamiento de la Nueva Era y en realidad es una parte de las
mentiras y doctrinas falsas de Satanás, que busca promover la reforma humana intentando
conducir al hombre a llegar a ser un dios él mismo.  Los métodos de Satanás, siempre pasan por
alto al hombre y la obra de Cristo.  La espiritualidad bíblica, es la obra del Espíritu Santo que viene
a morar en cada creyente y sólo el que cree en Jesucristo en el momento de fe en Cristo.  Por lo
tanto, el Espíritu Santo es un miembro prominente de la Divinidad quien está involucrado en la
producción de espiritualidad en cada creyente en Cristo.  Como comenta Ryrie:

«Esto no significa que las otras personas de la Divinidad no tienen su obra particular en esto,
tampoco que el creyente mismo no tenga responsabilidad, tampoco que no existan otros medios de
gracia; pero sí afirma Su rol principal en la espiritualidad.  Los ministerios del Espíritu, involucran la
enseñanza (Juan 16:12-15); guía (Romanos 8:14); oración (Romanos 8:26); el ejercicio de los
dones espirituales (1ª Corintios 12:7); advertencia contra la carne (Gálatas 5:17) y todos estos
dependen, para la manifestación total, del llenado del Espíritu (Efesios 5:18)». [7]

      A los creyentes se les ordena “ser llenos del Espíritu” (Efesios 5:18) y a “andar en el Espíritu”
(Gálatas 5:16), lo que significa ser controlados, guiados y fortalecidos por el Espíritu Santo. [8]

(4)   La Espiritualidad bíblica que conduce a la madurez, involucra tiempo —tiempo para
crecer y para madurar en nuestro andar con el Salvador.

«Si la persona espiritual juzga, analiza o discierne todas las cosas (1ª Corintios 2:15), requiere
tiempo para obtener conocimiento y para adquirir experiencia para discernir todas las cosas… 
Esto no debe hacerse en una sola noche; es algo que es verdadero sólo en un cristiano maduro.

Pienso que en la palabra madurez, tenemos la clave del concepto de la espiritualidad, porque la
madurez cristiana es el crecimiento que produce el Espíritu Santo por un período de tiempo en el
creyente.  Para estar seguro, no todas las personas requieren la misma cantidad de tiempo; pero a
veces es necesario para todos.  No es la cantidad de tiempo en sí que determina la madurez; sino
que lo importante es el progreso que se logra y el crecimiento que se adquiere.  La tasa de
crecimiento multiplicada por el tiempo, es igual a la distancia, por lo que la distancia hacia la
madurez puede ser cubierta en un tiempo más corto si la tasa de crecimiento es acelerada.  Y será
acelerada si ninguno de los controles que se deben otorgar al Espíritu Santo, son retenidos por la
persona.

Aquí tenemos una propuesta de definición de la espiritualidad, que intenta ser concisa y que al
mismo tiempo mantenga en mente, los factores antes señalados.  La espiritualidad es una relación
madura y en proceso de serlo hacia el Espíritu Santo.  Aunque esta pudiera ser simplemente otra
forma de decir que la espiritualidad es la madurez cristiana, intenta delinear en forma más abierta
los factores que controla el Espíritu por un período de tiempo.  Ciertamente, la definición satisface
los requerimientos de la descripción del hombre espiritual que vemos en 1ª Corintios 2:15, del que
esté experimentando una relación de crecimiento en el Espíritu Santo, será capaz de discernir
todas las cosas y al mismo tiempo, no ser comprendido por los demás». [9]

Las características bíblicas que necesita un líder cristiano, sólo se encuentran en aquel que ha
alcanzado un cierto grado de madurez en Cristo.  No nos asombra que el apóstol, cuando discutía
las calificaciones de los ancianos en 1ª Timoteo 3, hizo advertencias en cuanto a elegir a un recién
converso (3:6).  Pero el hecho permanece:

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello
para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.  Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago:  olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses
3:12-14). [10]

Las Características de la Madurez Cristiana y del Liderazgo

Antes de considerar las cualidades que deben caracterizar a un cristiano maduro y a un líder
cristiano, es necesario considerar su exclusividad.  Se piensa que al hacerlo, nos permitirá
enfocarnos en el elemento sobrenatural involucrado y en cómo la madurez y el liderazgo cristiano
debe encontrar su fuente en una relación personal con el Cristo vivo, a través del Espíritu Santo y a
la luz de la revelación especial de Dios:  la Santa Biblia.  Lo que sigue es un resumen de seis
características: [11]

(1)    Tanto la madurez como el liderazgo cristiano es característico debido a la naturaleza de


la posición del líder como siervo, en contraste al punto de vista del mundo secular.  Cristo
puso mucho énfasis en esto en un para de ocasiones (ver Lucas 22:24-27; Marcos 10:35-45).  Más
aún, sin considerar la posición que uno tenga en el hogar o en la iglesia, el principio bíblico es que
sólo hay uno que es el “número uno”, y ese es Cristo.  Es Él quien debe tener la preeminencia en la
vida de la iglesia (cf. Juan 13:13; Colosenses 1:18 con 3ª Juan 9-11).  Una de las prioridades del
liderazgo, es el sometimiento total a la autoridad y al liderazgo de Cristo.

(2)    Tanto la madurez como el liderazgo cristiano es característico por la naturaleza de los
requerimientos de su carácter.  Mientras que el mundo secular y corporativo podría hablar de la
necesidad de un carácter moral, carecerá de ciertas cualidades de carácter que son estrictamente
cristianas en naturaleza, como el sometimiento al Señorío de Cristo, a la fe completa a la doctrina
de la Escritura y aquellas características citadas en 1ª Timoteo 3:2-7 y en Tito 1:7-9.

(3)    Tanto la madurez como el liderazgo cristiano es característico por su fuente.  En las
Escrituras, se citan explícitamente las habilidades especiales para ser un líder cristiano, como el
producto del don del Espíritu.  Mientras que todos los cristianos tienen la responsabilidad de liderar
ciertas capacidades —como padres, maestros de la Escuela Dominical y como miembros de la
sociedad— el Espíritu Santo, el dador de los dones espirituales (1ª Corintios 12:7), otorga un don
especial de liderazgo tal como se describe en Romanos 12:6-8:
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía,
úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el
que hace misericordia, con alegría”  (Romanos 12:6-8; énfasis del autor).

      El liderazgo es un don soberanamente otorgado por el Espíritu Santo, al igual que todos los
dones espirituales, al punto de la salvación cuando una persona es unida al cuerpo de Cristo
mediante la obra del bautizo por parte del Espíritu (1ª Corintios 12:12-13).  Esta entrega del
Espíritu, capacita a cada creyente para el servicio en el cuerpo.  Para algunos, esto involucra el
don del liderazgo:

Los seres humanos no pueden elegir sus dones, ni recibir crédito por ellos y tampoco asumir que
sus dones les hacen seres superiores.  «Los dones son compartidos entre los cristianos; no todos
reciben los mismos; pero todos los dones provienen del Espíritu, por lo que no hay lugar para
rivalidades, descontento o sentimiento de superioridad.» [12]   El hecho que el Espíritu Santo sea la
fuente de la capacidad de liderazgo y de la elección soberana, origina una libertad de orgullo y
arrogancia entre quienes son responsables ante Él.

El don de liderazgo no es un asunto de un tipo de cierta personalidad.  Pedro fue un líder en virtud
de su fuerza personal (Hechos 4:8-12); Santiago en virtud de su sabiduría práctica (Hechos 15:12-
21); Pablo en virtud de su capacidad intelectual (como se observa en sus sermones y epístolas);
Timoteo en virtud de su servicio de sacrificio (Filipenses 2:19-21) y Juan en virtud de su corazón
dispuesto hacia Dios y hacia el hombre (según se observa en sus escritos).  Todos estos líderes
compartieron estas virtudes; pero cada uno de ellos tenía una personalidad diferente que los
marcaba en forma exclusiva.  Esto demuestra el hecho que el liderazgo no es un asunto de la
personalidad humana, sino de la soberanía divina.  De la misma manera que los dones del Espíritu
no están reservados para algunas personas sobresalientes [13] el don espiritual de liderazgo no
está reservado para un tipo especial de personalidad.

El don de liderazgo es descubierto y desarrollado de la misma manera que otros dones


espirituales; es decir, a través de la experiencia en la vida, entrenamiento y proceso de
maduración.  Aún cuando es el producto de la presencia del Espíritu y de la gracia de Dios, este
don requiere diligencia, fidelidad, trabajo arduo y compromiso si se desea ejercitarlo en forma
efectiva. [14]

(4)    Tanto la madurez como el liderazgo cristiano se caracterizan por factibilidad.  El


carácter cristiano requirió ser un líder divino, bíblicamente hablando, teniendo su fuente en una
relación personal con Jesucristo.  Debe ser el producto de una vida llena de la Palabra y del
Espíritu (vida controlada) (Colosenses 3:16; Efesios 5:18), que resulta en una vida cambiada a la
semejanza de Cristo.  Pablo, dirigiéndose a quienes buscaban la santificación a través de la ley o
del legalismo, escribió:

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 
No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” 
(Gálatas 2:20-21).

      El liderazgo requiere una gran sabiduría, fuerza y resistencia; pero el líder cristiano siempre
puede contar con la presencia y la provisión del Espíritu de Dios, junto con la presencia del
Salvador que mora en él.

Los cristianos que poseen este don, lo pueden ejercitar en ambientes seculares, tales como
negocios, política o educación; pero los líderes no cristianos de aquellas áreas no pueden pedir el
poder del Espíritu.  Esta verdad es uno de los elementos más exclusivos del liderazgo cristiano. 
Los líderes cristianos tienen muchas cosas en común con líderes que no son cristianos:  ambos
deben comunicarse con quienes les siguen; ambos deben emplear sus habilidades en forma
efectiva al ejercer su liderazgo. [15]   Pero sólo los líderes cristianos pueden contar con el Espíritu
Santo para cumplir su propósito de afligir y cambiar a los demás en su área espiritual.  El poder del
Espíritu no hará que su liderazgo sea perfecto; [16] pero les guiará en un modelo de crecimiento de
la madurez cristiana como también permitiéndoles tener un impacto espiritual que no lo tendrían de
ningún otro modo o por ningún otro tipo de líder. [17]

(5)    Tanto la madurez como el liderazgo cristiano son exclusivas en cuanto a su ambición y
a su motivación.  La ambición es un fuerte deseo de cumplir algo o alcanzar una meta específica. 
La diferencia entre una ambición del mundo o cristiana, es la naturaleza de la ambición (fama,
poder, prestigio, posición, servicio efectivo, gloria de Dios, etc.) y los motivos detrás de esa
ambición.  En 1ª Timoteo 3:1, el apóstol escribió:  “Palabra fiel:  Si alguno anhela obispado, buena
[kalos:  ‘bello, útil, noble, ventajoso, etc.’]  obra desea [epithumeo...:  ‘pone su corazón en, desea’”
(énfasis del autor).  Esta aspiración (ambición) de ser un anciano, posición de liderazgo y
responsabilidad en la iglesia, es un deseo de hacer una obra fina, noble o divina.  Pero el apóstol lo
define como una “obra buena”.  Esto elimina el enfoque de la idea de posición y lo ubica en la
función o responsabilidad que va junto a la obra.  Pero por noble que sea, si los motivos están
errados (ej.:  por prestigio, para construir un ego, por poder y controlar a los demás, más que por
servir sacrificialmente, etc.), entonces la ambición se contamina.  Para una ilustración clásica de
una buena ambición que se contamina con motivos egoístas, compare Marcos 10:35-45 con Lucas
22:24-30.

«Nada puede ser más feo que las actitudes que aquí vemos.  Pero nada puede ser más
sorprendente que la respuesta que Cristo da a estas actitudes.  Él no las atacó por ser ambiciosas
y tampoco las rechazó por ser ofensivas y ambiciosas.  En vez de ello, redefinió la ambición y la
transformó en servicio hacia los demás, sin restarle el deseo imperioso de lograr los objetivos.  La
ambición es transformada en humildad dirigida hacia el servicio a los demás más que en un
orgulloso servirse a sí mismo.  La ambición es redefinida desde ser un servicio para sí mismo a un
servicio hacia los demás (Marcos 10:43-45) y se incluye la instrucción de cómo ser primero.  Se
cumple a través de la ambición santa de esclavitud de acuerdo con el modelo del Señor
Jesucristo.  Él demostró la ambición en el mejor sentido de la palabra, como Aquel que
voluntariamente se sacrificó a Sí mismo para salvar a otros». [18]

(6)    Tanto la madurez como el liderazgo cristiano son exclusivas en cuanto a su autoridad. 
La autoridad de un líder cristiano, viene de Cristo; pero en su responsabilidad como líder, es un
siervo en dos aspectos:  (a) Es un siervo de Cristo y opera bajo la autoridad y liderazgo de Cristo. 
Cristo es la cabeza de la iglesia, el Pastor Jefe y Aquel que siempre tiene la preeminencia y el
cargo.  Los líderes cristianos no tienen autoridad en ellos mismos.  (b)  El líder cristiano debe
actuar como siervo de aquellos a quienes lidera.  Esto está hermosamente expresado por Pablo,
en 2ª Corintios 4:5:  “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor,
y a nosotros como vuestros siervos [doulos:  ‘esclavos’] por amor de Jesús”

En el contexto de la naturaleza de la madurez cristiana y de la exclusividad del liderazgo cristiano,


ciertas cualidades han sido tocadas brevemente en cuanto a que el líder es un modelo, la fuente de
la capacitación y del concepto de siervo.  Seguiremos con una discusión más detallada con
relación a las características de la madurez espiritual que naturalmente, también son las
características del liderazgo cristiano.

[1]   Ver el artículo de Charles C. Ryrie, Biblioteca Sacra, Vol. 126-503, Julio ’69.

En este versículo, hay un verbo principal:  “hacer discípulos” (mathe,,teusate,  imperativo de
mathe,,teruoser o llegar a ser un discípulo” , “hacer un discípulo, enseñar”.  “Id..., bauticen...,
enseñen” son todos participios.  El primero tiene todas las características de un principio de
atención circunstancial que obtiene el modo del verbo principal que le sigue.  Tiene un énfasis 
imperativo; pero el hecho que Jesús empleara este participio, demuestra el énfasis que Él pusiera
en hacer discípulos.  Los participios siguientes, “bautizar..., enseñar”, son participios de adverbios
de medios y nos dicen cómo hacer discípulos por medio del bautizo (incluye el evangelismo) y por
medio de la enseñanza.  Para una mejor explicación, ver L Gramática más allá de la Base Una
Sintaxis Exegética del Nuevo Testamento«, de Daniel Wallace, Zondervan, Grand Rapids, 1996,
pp. 640-645.

[3]   Se usa aquí Santiago 5:14, porque en este pasajee existe una buena evidencia que aquí no se
refiere a una enfermedad física, sino que a aquellos que están débiles espiritualmente y necesitan
que se les dé ánimo, edificación y ayuda de parte de los líderes de la iglesia para su crecimiento y
victoria sobre el pecado.  Para una explicación más detallada de este punto de vista, ver el artículo
de Daniel R. Hayden en Biblioteca Sacra, Vol. 138, # 551, Julio 1981, pp. 258s.

[4] El punto de esta historia es que el cambio que se produce por medios humanos (como el
exorcismo judío o la reforma humana) fallarán.  El único cambio verdaderamente efectivo, es el que
se produce por medio de la fe en Cristo y el que crece en Su vida.  La clave está en que allí no ha
existido fe en Cristo, lo significa que el Espíritu Santo  no ha venido a morar en el individuo.  Si
ocurre un exorcismo u otra clase de reforma humana y no hay respuesta de Dios a través de
Jesucristo, el camino estará libre para el demonio para que regrese al mundo; son patrones para
que él domine nuevamente.

[5]   Este material está adaptado del libro “¿Qué es la Espiritualidad?”, de Charles Ryrie, Biblioteca
Sacara, Vol. 126:503, Julio 69, Theological Journal Library CD, Galaxie Software.

[6]   Walter Bauer, F. Wilbur Gingrich, Frederick W. Danker.  A Greek English Lexicon of the New
Testament and Other Early Christian Literature, University of Chicago Press, Chicago, 1979, medio
electrónico y G. Abbot-Smith, A Manual Greek Lexicon of the New Testamente, T. & T. Clark, 1973,
p. 368.

[7] Ryrie, Librería Teológica Electrónica, Galaxie Software.

[8] Para más detalles en este tema, ver Parte 2, Lecciones 4 y 5 del Los ABC del Crecimiento
Cristiano:  Estableciendo lasBases en nuestro sitio web: 
http://www.bible.org/docs/splife/abc/toc.htm.

[9] Ryrie, Librería Teológica Electrónica, Galaxie Software.

[10] Stanley D. Toussaint, “El Hombre Espiritual”, Bibliotheca Sacra, Vol. 125:498, Abril-Junio 1968,
Librería Teológica Electrónica, Galaxie Software.

[11] Para un análisis completo de cada una de estas características, ver el artículo de William D.
Lawrence en la Biblioteca Sacra, Vol. 144-575, Julio 1987, pp. 318s.  Lawrence cita siete
características; pero he combinado dos de ellas, porque están muy relacionadas entre sí.  Además,
aunque él enfoca sólo el liderazgo cristiano, en estas características he incluido el concepto de la
madurez.

[12] Lawrence, citando a Warren Bennis y a Burt Namus, Líderes (Nueva York: Harper & Row,
1985), p. 5.
[13] Lawrence, tomado de la obra de León Morris, La Primera Epístola de Pablo a los Corintios,
Grand Rapids:  Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1958, p. 170.

[14] William D. Lawrence, Bibliotheca Sacra, Vol. 144-575, Julio 1987, pp. 320-321.

[15] Lawrence, para una discusión secular de estos elementos, ver Bennis y Nanus, Lideres, pp.
19-86; para un pensamiento de esta naturaleza desde un punto de vista cristiano, ver la obra de
Fred Smith, Aprendiendo a Liderar (Waco, TX: Word Books, 1986), pp. 32-44.

[16] Lawrence, tomado de la obra de Sanders, Pablo el Líder, p. 41.

[17] Lawrence, pp. 321-322.

[18] Lawrence, pp. 323-324-

http://www.siguiendosuspisadas.com.ar/serie2-1.htm

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