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La Sección Segunda, Arts. 326 a 329 CPCM, establece unas reglas para el caso de
que la parte tema la pérdida de un medio prueba antes de su práctica. Los
preceptos son de difícil aplicación al proceso laboral que, con independencia de
cómo se lleve a la práctica, prevé un período de prueba concentrado y breve, al
establecer en el Art. 396 CT que en las causas de hecho, una vez contestada la
demanda o declarado rebelde el demandado, se abrirá el juicio a pruebas por
ocho días (tres días en los procesos laborales de única instancia, Art. 436 CT).
Con todo, no resulta imposible pensar en algún supuesto que justificase el anticipo
de prueba, sobre todo si esta petición se realiza antes de iniciarse el proceso por
existir temor a que se pudiera perder el medio probatorio, tal como permite el Art.
329 CPCM. En este caso entiendo que sería posible la solicitud del interesado en la
forma prevista en el citado artículo, realizando las adaptaciones que puedan
resultar necesarias atendiendo a la regulación del procedimiento laboral en el CT.
2.3.3.1 Documentos
Atendiendo a la escasa regulación del CT, ésta debe ser completada por la
regulación del CPCM (como antes lo era por el CPC). Por ello, resultan plenamente
aplicables al proceso laboral los preceptos del CPCM que definen que se entiende
por instrumentos públicos y privados (Arts. 331 y 332), así como el Art. 334, que
considera auténticos a los instrumentos públicos mientras no se pruebe su falsedad.
Por ello, cuando el Art. 402 CT, al tratar de la valoración probatoria de los
instrumentos, distingue entre los privados y los públicos o auténticos, habrá que
acudir a los preceptos del CPCM para identificar unos u otros, ya que ha sido
derogada la antigua regulación del CPC.
También resulta de aplicación supletoria el Art. 333 CPCM, que establece la forma
de presentar un instrumento redactado en idioma distinto al castellano. Igualmente
resultan de aplicación al proceso laboral el Art. 336 CPCM, que regula el deber de
exhibición de los instrumentos públicos o privados, ya estén en poder de las partes o
de un tercero, si bien en este caso con aplicación preferente del Art. 406 CT que
regula un supuesto específico de exhibición de las planillas o recibos de pago a que
se refiere el Art. 138 CT; el Art. 337, relativo a la reproducción de instrumentos a los
que la parte no tiene acceso o se le hubiere denegado; o el Art. 343, que amplia el
concepto de documentos a los dibujos, fotografías, planos, mapas, croquis u otros
instrumentos similares. Respecto de este último precepto cabe esbozar un problema
que puede plantearse, y es el tratamiento que debe otorgarse al denominado
“documento electrónico”, esto es, la declaración de voluntad recogida en soporte
informático. Con arreglo a las disposiciones del CPCM, si se pretende aportar en
juicio como medio probatorio, parece que su consideración deberá de ser la de los
“medios de almacenamiento de la información” a que se refiere el Art. 397 CPCM y
no la de “otros instrumentos” a que se refiere el mencionado Art. 343 CPCM.
El CPCM regula con mayor detalle el medio probatorio que denomina “declaración
de parte”, frente a la confesión regulada en el CT, limitada a las especialidades
propiamente laborales, muy limitadas. Así, éste último se limita a distinguir los
diversos tipos de confesión: judicial o extrajudicial escrita; simple, calificada o
compleja, y a definirlos (Art. 400 CT). Por su parte, el Art. 401 CT establece el valor
probatorio que cabe atribuir a la confesión según sea simple, calificada o compleja.
Por su parte, el Art. 353 CPCM, establece la sana crítica como regla general de
valoración de este medio probatorio, además de incluir la valoración de la
declaración de parte dentro de la valoración conjunta de todos los medios
probatorios. Aun cuando pudiera parecer que la norma procesal laboral, en cuanto
establece una prueba tasada, y la civil, que se ajusta a la sana crítica, resultan
contradictorias, lo cierto es que la diferente regulación tiene escasa incidencia
práctica teniendo en cuenta que la confesión, en la regulación tradicional
contenida en el CT, tan sólo hace prueba plena en cuanto perjudica al que la
efectúa, circunstancia que, en la práctica, suele otorgar un especial valor
probatorio a este medio también con arreglo a las reglas de la sana crítica, ya que
constituye una regla de raciocinio humano la de que nadie afirma falsamente
aquello que le perjudica. Por otra parte, el propio Art. 353 CPCM también modula la
valoración de la declaración de parte con arreglo a las reglas de la sana crítica, en
cuanto dispone, en primer lugar, que el Juez o tribunal, podrá considerar como
ciertos los hechos que una parte haya reconocido en la contestación al
interrogatorio, si en ellos hubiera intervenido personalmente, siempre que a tal
reconocimiento no se oponga el resultado de las otras pruebas, para disponer a
continuación que, en lo demás, el resultado de la declaración se apreciará
conforme a las reglas de la sana crítica. Por otra parte, por mucho que el CT
establezca una valoración tasada, ello no impide el razonamiento judicial (que en
definitiva es la sana crítica) para determinar si concurren los requisitos exigidos para
atribuir a la confesión su valor de prueba tasada: si versa sobre cosa cierta, si
perjudica a quien la realiza, o si no interviene fuerza o error (Art. 401 CT), y para ello
el juez no podrá sustraerse al resto de pruebas que se practiquen, con lo que, en
definitiva su valor tasado es muy relativo. En todo caso, conteniendo el CT una
regulación específica sobre valoración de la prueba de confesión, a ella habrá que
estar, sin que ello tenga una importante incidencia en la valoración de la prueba
respecto de la regulación contenida en el CPCM.
En cuanto a la forma de realizar la confesión, existe una ausencia total de
regulación en el CT, por lo que deberá completarse acudiendo a lo dispuesto en el
CPCM como norma supletoria (Art. 20 CPCM), que establece la práctica oral de la
prueba en sus Arts. 348 y 350, preceptos aplicables al proceso laboral por cuanto,
con independencia de la forma en que venga practicándose la prueba en la
actualidad, nada impide en la regulación contenida en el CT que la prueba se
practique con inmediación judicial y oralmente, como venía exigiendo el derogado
Art. 386 CPC, al disponer que “La confesión debe recibirse por el Juez a presencia
del Secretario. Puede la parte que solicita la confesión asistir al acto de prestarla y
hacer al confesante preguntas y repreguntas relativas a la materia disputada”. Al
respecto cabe indicar que la práctica de la confesión a través del pliego de
posiciones venía desarrollada en el CPC hoy derogado, sin ninguna referencia en el
CT, salvo la mención meramente accesoria que al pliego de posiciones contienen
los Arts. 462 y 463 (y el Art. 436 para los juicios en única instancia). Es por ello que,
como se ha indicado, parece que tras la promulgación del CPCM, la confesión
deberá practicarse en la forma que para la declaración de parte establece el
nuevo código procesal civil y mercantil.
En definitiva, salvo el Art. 353 CPCM, en cuanto pueda oponerse a las reglas
específicas establecidas en el Art. 401 CT para la valoración de la confesión, los
demás preceptos que el CPCM dedica a la declaración de parte resultan
plenamente aplicables al proceso laboral, ante la ausencia de regulación
específica, en aplicación del principio general de supletoriedad previsto en el Art.
20 CPCM.
Al igual que sucedía en el anterior medio probatorio, el CT tan sólo dedica cuatro
artículos a la prueba testifical, a diferencia del CPCM, que le dedica veinte. Esta
diferencia es lógica si se parte de que el primero tan sólo establece las
especialidades de la prueba testifical en el proceso laboral, remitiéndose en el resto
a la regulación general que venía contenida en el derogado CPC y, en la
actualidad, en el CPCM.
Otro tanto sucede con la forma en que debe practicarse el interrogatorio, regulada
en el Art. 410 CT, frente al procedimiento previsto en los Arts. 366 y 367 CPCM. En lo
que no existe discrepancia es en la necesidad de practicar con inmediación
judicial y oralmente la prueba, tal como prevé el propio Art. 410 CT, que
expresamente regula una práctica oral de la prueba, si bien con una mayor
intervención del juez que la prevista en el proceso civil, al atribuirle la dirección del
interrogatorio, con la posibilidad de realizar todas las preguntas que estime
pertinentes, frente a la intervención de las partes, a las que se limita a tres las
preguntas que puede realizar a cada testigo sobre cada punto de su deposición.
Por el contrario, el proceso civil atribuye al juez un papel secundario, limitándose
éste a formular preguntas aclaratorias que podrán ser objetadas por las partes (Art.
369 CPCM). La especialidad de la regulación del CT debe prevalecer, no siendo
posible aplicar supletoriamente el CPCM dado que no existe laguna que integrar.
Por otra parte, la mayor intervención del juez en el interrogatorio de los testigos no
suele ser extraña a los procesos laborales, y se justifica en la desigualdad de una de
las partes, el trabajador, respecto del patrono, que aconseja atribuir una mayor
intervención judicial en la búsqueda de la verdad material que, si bien no desvirtúa
ni elimina el principio de aportación de parte, lo modula en el ámbito laboral. Por
otra parte, la necesidad de presentación del cuestionario al que se refiere el Art. 410
CT resulta poco relevante, ya que el propio precepto prohíbe expresamente
interrogar a los testigos leyéndoles las preguntas formuladas en él, que sólo puede
servir de guía al juez para recibir las declaraciones testificales, de manera que su
ausencia no perjudica la prueba, ni su aportación dispensa al juez de la
inmediación y oralidad en su práctica.
Otros preceptos del CPCM, como los referentes a la capacidad del testigo (Art.
355), razón de conocimiento (Art. 357), testigo con conocimiento especializado (Art.
358), obligaciones del testigo (Art. 362), exención del deber de responder del
abogado o del médico o de otros (Arts. 370 a 372), negativa a responder o
respuestas evasivas (Art. 351) resultan plenamente aplicables al proceso laboral,
que nada establece al respecto, por lo que deberá aplicarse la regulación general
del CPCM, de acuerdo con el Art. 20 de referido Cuerpo Legal. En este sentido, el
Art. 358 CPCM, al regular la figura del testigo con conocimiento especializado
introduce un medio probatorio intermedio entre la prueba testifical y la pericial.
Algún otro precepto, como el Art. 363 CPCM, que regula los derechos del testigo,
estableciendo que tiene derecho a recuperar los gastos que la comparecencia en
el proceso les hubiera ocasionado, a costa de la parte que lo propuso o a costa de
todas ellas, conjuntamente, si ha sido propuesto por varias partes, encuentra difícil
inserción en el proceso laboral, dada la gratuidad que lo informa y la ausencia de
costas que establece el Art. 601 CT.
2.3.3.4 Prueba pericial.
El CT tan sólo dedica un precepto a la prueba pericial, el Art. 408, disponiendo que
cuando sea necesario dictamen pericial, el juez, a petición de parte o de oficio,
nombrará dos peritos, fijando los puntos sobre los cuales debe versar el peritaje. La
regulación del CT es tan escasa que necesariamente debe ser completada con la
prevista en el CPCM, que se aplicará supletoriamente salvo en aquello que se
aparte del mencionado Art. 408 CT, si bien ajustando los preceptos del CPCM a los
trámites y términos del procedimiento laboral.
Tampoco resulta contrario a la regulación del CT el Art. 382 CPCM, que permite a la
parte que propone la prueba pericial y el nombramiento de perito judicial (que
conforme al Art. 408 CT deberá ser dos), indicar la especialización que han de tener
los peritos y proponer los puntos de la pericia, pronunciándose también sobre estos
extremos la parte contraria, resolviendo el tribunal.
El CPCM regula en sus Arts. 396 a 401 dos nuevos medios probatorios, los de
reproducción del sonido, voz o imagen, y el almacenamiento de información, que
no vienen previstos en el CT. Estos nuevos medios probatorios podrán hacerse valer
en el proceso laboral con arreglo a las reglas que los regulan en el CPCM, aplicable
supletoriamente ante la falta de regulación específica en el ámbito procesal
laboral, sin perjuicio de adaptar su proposición y práctica a los trámites y términos
propios de este último.
Estos nuevos medios de prueba tienen cada vez mayor importancia en una
sociedad técnicamente más compleja, en el que el tradicional soporte en papel va
siendo sustituido por los sistemas de almacenamiento informático y por el
documento electrónico. Dada la complejidad de éstos, reviste una gran
importancia el auxilio pericial al que se refiere específicamente el Art. 400 CPCM. En
este caso puede ser discutible si la designación de un perito para la práctica de
estos medios probatorios se debe ajustar al Art. 400 CPCM, que otorga al juez la
facultad de designar a un perito para esos efectos, o habrá que estar al Art. 408 CT
que regula la prueba pericial en el ámbito del proceso laboral, que permite al juez
designar de oficio a dos peritos. Entiendo que, dada función tan específica para la
que tiene lugar la designación del perito, exclusivamente dedicado a facilitar la
práctica de este medio probatorio, debe acudirse al Art. 400 CPCM que lo regula, y
no al Art. 408 CT, pensado para los supuestos generales de apreciación de hechos
controvertidos en el proceso que requieran de conocimientos científicos, artísticos o
técnicos.
Este trabajo ha pretendido dar una visión general sobre las posibilidades de
aplicación supletoria del CPCM al proceso laboral, en el ámbito limitado de la
prueba, aportando algunas ideas al respecto. La labor, por las razones ya
explicadas, no es fácil, y requerirá de un estudio más pormenorizado y profundo,
que tenga en cuenta las cuestiones y problemas que vayan planteándose en la
práctica de los tribunales una vez en vigor el nuevo proceso civil; así como del
esfuerzo y voluntad de los jueces y demás operadores jurídicos, que deberán
aportar unas buenas dosis de flexibilidad, respetando siempre los principios básicos
que deber regir el debido proceso, para garantizar los derechos de los litigantes83.
83
BELLIDO ASPAS, Manuel; Op. Cit. 2010.