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WEBER: LA IDEA DE CIENCIA SOCIAL VOLUMEN PRIMERO LA TRADICION Gornmiacen, De Hyptanmanes LUIS F. AGUILAR VILLANUEVA Sa || LUIS F. AGUILAR VILLANUEVA [| < -~s Universidad * Las ciencias sociales Fd WEBER: LA IDEA DE CIENCIA SOCIAL COLECCION Las ciencias sociales Los empresarios y el Estado (1970-1982) Cantos Anmora Woos Empresarios, banca y Estado: EL conjlicto durante el gobierno de José Lépez Portillo (1976-1982) Rocetio HerNanvez Rovricurz Grupos domésticos y reproduccién cotidiana Onanpwva ve Ouivena / Manicite Perms LEHALLEUR / VANIA-SALLES México y Estados Unidos Trente a la migracién de los indocumentados Monica Vewra/Manvet. Garcia y Grico La clase media en la era del populismo Francisco Lévez Canara Fuerza de trabajo femenina urbana en México Varios autores 4A quién le interesa la democracia en México? Crisis det intervencionismo estatal y alternativas del pacto social Manven Vitis AGUILERA La institucién presidencial: El poder de las instituciones y los espacios de la democracid Manves Vitia AcUILERA <—__________» Este volumen es una cooperacién de la Coorpinacton pe HuMANIDADES: UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO yel GRUPO EDITORIAL MIGUEL ANGEL PORRUA LUIS F. AGUILAR VILLANUEVA WEBER: LA IDEA DE CIENCIA SOCIAL Volumen 1 LA ‘TRADICION TATE Miguel Angel Pornaa Uibpeno Eaiton 02747 |yo 1a, edicién, noviembre de 1988 © 1988, por Luts F. Acuuar VistaNveva © Las caracteristicas de la presente edicién son propiedad de los editores. D 35 ocd, ISBN. 968.842-167-7 Derechos reservados conforme a la ley. Impreso en México Printed in Mexico Una ciencia empirica no puede enseiar a nadie qué debe hacer, sino tinicamente qué puede hacer ¥en Ciertas circunstancias, qué quiere El destino de una época que ha comido del arbol de la ciencia consiste en tener que saber que podemos hallar el sentido del mundo, no a partir del resultado de una investigacién, por perlecta que sea, sino siendo capaces de creario. Las “cosmovisiones” jamas pueden ser producto de un avance en el saber empirico s, por lo tania, Jos ideales supremos que nos mueven con la maxima fuerza se abren camino, en todas las épocas, sélo en la lucha con otros ideales los cuales son tan sagrados para otras persouas como para nosotros los nuestros, Sélo un sincretismo optimista puede engaiarse tedricamente acerca de Ia extrema seriedad de este estado de cosas 6 eludir en la prictica sus consecuencias. Como es obvio, en casos particulares puede ser obligaorio para el politico conciliar opiniones contrapuesias © tomar partido por una de ellas. Pero esto nada tiene que ver con la “objetividad” cientifica La “linea media” en modo alguno se acerca mis a la verdad cientifica que los ideales partidarios mas extremos, de derecha o de izquierda En definitiva, nada ha perjudicado mas el interés de la ciencia que el que no se quieran ver los hechos incémodos y las realidades de la vida en su dureza. A Marina Prefacio PEMEENHO sobre lattes de cienia hitoricay de socio: logia de Max Weber es personal, por lo que concierne a su escritura, pero también producto de interaccién con estu- diantes y colegas. La eventual validez de Ia interpretacién aqui ofrecida sobre la epistemologia weberiana no puede de ninguna manera ser dirimida por la emotividad de un recuerdo intensamente vital. Sin embargo, el impulso a su escritura tiene sus raices inolvidables en junio de 1976, cuan do ingresé a la Universidad Nacional Autonoma de México (UNAM), gracias al seminario sobre Weber en los estudios de posgrado de la Facultad de Ciencias Politicas y Sociales. En el “seminario de los stbados" (1976-1980) de la apenas “vieja” facultad, la del campus central de Ciudad Universitaria, aprendimos y comprendimos los participantes el sentido inconformista y critico de la obra de Weber, descubriendo y argumencando nuestras afinidades y también nuestros dis tanciamientos con este personaje, quiz4 culturalmente ajeno, pero vigia alerta y lucidisimo de eso que llamamos Fstado, capitalismo, socialismo, occidence, racionalidad, moderni- dad, ciencia, politica. .. No puedo més que confesar que este ensayo procede de las exposiciones y los debates que, entre todos, estudiantes y colegas, sostuvimos por cinco ailos en como al aquel enconces desconocido, heterodoxo y estigmatizado Weber. En el coraz6n de los aitos setenta de las ciencias sociales mexicanas enseilar-aprender acerca de Weber era una activi dad intelectual no sélo marginal sino también sospechosa Por cllo, este escrito es una suerte de deuda, indudablemente a 8 LUISE AGUILAR VILLANUEVA, mal pagada, con aquellos entranables estudiantes y colegas amigos. EI ensayo tiene dos partes. La primera pretende rastrear Ja wadicion de Weber, mostrando algunos de los problemas y tensiones, reclamos y criticas, enredos y excesos, que atra~ vesaron Ia formacién de la ciencia historica y social alemana del siglo x1x, agitada tanto por la empresa de dar origen y fandamento a las “ciencias de la cultura”, como por el tomar posicién ante la encontrada lucha entre revolucién y restau- racién, entre el capitalismo, la “cuestion nacional” y la “cuestién social”, cuyo enfrentamiento dibuja, ala vez que circunscribe, la figura del Estado aleman y la orientacion de la poderosisima filosofia y ciencia alemana de la historia. En esta parte del ensayo no sélo no hay nada nuevo sino, al con- trario, sobrevuelo y énfasis unilateral sobre los movimientos culturales que sacudieron y transformaron una Alemania en ‘wance de desfeudalizacién vy de modernidad protagénica. Subrayo aqui la reivindicacién alemana de Ia “historia” nacional-universal, en oportuna polémica con Ia reducci6n de los hechos y las “hazantas” al principio (llamado abstrac: to) de la “naturaleza humana”. Este es un reiterativo hilo conductor. En los tres primeros capitulos me interesa espe- cialmente reanudar el itinerario intelectual, en verdad ni lineal ni Ilano, que se ocupé de las cuestiones cruciales sobre Ja causalidad y la teleologia, lo abstracto y lo concreto, el ana- lisis y la sintesis, la naturaleza y la historia (el espiricu). Va de suyo que procedo selectivamente, pero no artificiahnente ni “ad hoc”. ¥ todo se inicia con Kant y Hegel. Si la primera parte quiere ofrecer mas un panorama inte- ectual que una fiel reconstruccién hist6rica, la segunda par- te quiere poner el acento en la innovacién epistemolégica que, a la manera potente y actual de Marx, Weber también quiere y logra llevar a cabo en Ia corriente de su tradici6n. Subrayo su biisqueda tensa de un historicismo no historicis ta, en el sentido de recepcion genuina pero también de enderezamiento y superaci6n rigurosa de las reivindicacio PREFACIO ° nes historicistas, que son atinadas y contundentes contra el proyecto racionalista de una continuidad eufdrica en- tre raz6n-hombre-mercado-Estado. He dramatizado las bipolaridades y los enfrentamientos: nacuraleza-historia, determinismo-teleologia, hechos-valores, explicacin-com: prension, andlisis-sintesis, leyes-proyecto, logica-cronolo- gia, racionalidad-“politefsmo”. . . Si algo caracteriza a la culeura alemana decimonénica, es su fatiga te6rica y practica por buscar y no encontrar ese punto de coincidencia, arqui- médico y cristiano a la par, entre ser-verdad-bien-felicidad universal: ef drama de hacerse cargo en la teorfa y en la poll- tica de la historia humana En esta segunda parte, intento mostrar la manera como Weber trata de encontrar, reforzar, enderezar y prolongar el hilo conductor de su tradicion alemana, siempre tentada por el exceso racionalista como por el exceso del “alma” y del “ethos”. Entre “ser y tiempo”, entre discurso de raz6n y cur- so real, entre vocacion y circunstancia, entre proyecto y tra- ecto. . . Aqut repaso interpretativamente el camino riguro- so pero también hererodoxo y desencantado de Weber. Pero por “desencantamiento del mundo" no se entiende ni un licido cinismo aristocratico indiferente ni un hidico “dejar que la vida pase como algo natural”. Tampoco un escapismo individualista ance el mal y la necia perversion del “mundo” ni una grandilocuente esperanza en la bondad de alguna sentimentalmente socorrida fuerza colectiva y trascendente que opera como designio y destino hist6rico. Si es capaz de tomar una critica distancia entre la dimision y la revolucién, entre la tierra y el cielo, entre el desierto y la promesa, Weber ¢s maestro 0, por lo menos, critico interlocutor de interro: gantes, inquietudes y puntos de referencia y apovo. Por ello, planteo quiz polarizadamence las cuestiones de su tiempo y el modo como Weber encuentra, configura y afianza su respuesta. Esta nada tiene que ver con un “térmi no medio” ni con un afin de “concertacion”. Su orientacion se remite mas a la tradicion alemana de la “Authebung” que 0 LUIS F AGUILAR VILLANUEVA a la del “contrato”. A una conservacion en forma de rectifi caci6n por la via de la superacion mas que por la del arreglo y la del equilibrio equidiscante. Trato, quiz insatisfactoria- mene, de mostrar céino él pretende haber logrado resolver Ja oposicién estancada ¢ improductiva entre “comprension hermenéutica” y “explicacin causal”, entre “vivencia"” y “concepto”, “conciencia” y “‘ciencia”, entre libertad y legali- dad sociohistorica (capitulo cuarto). Entre “juicios de hecho" y “juicios de valor”, “explicaciones” y “justificacio- nes”’ de situaciones, instituciones, conductas y decisiones (capitulo quinco). Reviso también la diferencia entre “légica”” y “cronologia”, “concepto” y “observacién”, “tipo ideal” y “curso empirico”, tanto en el nivel de la historia que aspira a ser ciencia y no novela, como en el de la sociologia que pre- tende localizar y probar regularidades de relaciones sociales, en vez de profetizar sociedades perfectas y felices (capitulo sexto). Por tiltimo, examino aqueéllo sin lo cual hay cualquier cosa, seguramente el “lenguaje privado” de las opiniones y conjeturas, pero no “ciencia publica”, sujeta inexorable- mence a controles Idgicos y empiricos intersubjetivos. Aqui insisto en el doble campo de las explicaciones hist6ricas (“imputaciones singulares”) y de las explicaciones sociol6gi- cas (“regularidades empiricas"), las cuales cuando menos atestiguan el desplazamiento de Weber de la investigacion historica al “programa de investigacion” que él concibe y exige para la “‘sociologta comprensivo-explicativa” (capitulo séptimo). Sociologia no es Historia, aunque de ella surja y con ella se relacione. Esta segunda parte es de trabajo en detalle, de precisic nes, probablemence prolija. Segiin los intereses informativos del lector, los cuatro capiculos pueden y deben ser leidos como unidades autosuficientes. Cada uno recoge y, en mi opinion, organiza y Meva a unidad los varios reclamos y temas de Weber. Mi intencién fue armar la idea weberiana de la ciencia historico-social en torno a ejes singulares y rele vantes de su obra. Cada capitulo de esta segunda parte aspira PREFACIO u a ofrecer una vision de conjunto del método desde la pers- pectiva particular de la comprensi6n, los valores, los concep- tos y las explicaciones. El capitulo quinto discurre en torno de la mal llamada “neuttalidad cientifica” que retraduzco y reinterpreto como “opcionalidad cientifica” con nuevos y mejores argumentos polémicos en contra de una tan canénica como desviadora interpretacién. Una idea de neutralidad termina por revolver ¥ confundir las cuidadosas observaciones que Weber formu- 16 sobre la relacion que deben cognoscitivamente guardar los conceptos y las explicaciones, por un lado, y las valoraciones ¥ entusiastas justificaciones, por el otro. En consecuencia, 1a relacion posible y genuina entre la ciencia social y la politica 0 la ética. El capttulo cuaito se arriesga a ofrecer una idea unitaria del proyecto de ciencia histérica y sociolégica webe- riana, contra los muchos intérpretes, latinoamericanos y no, que jalan a Weber hacia una “comprensién” psicologista inconrrolable 0 hacia una “explicacién” de cuito positivista. Se trata de un capitulo arido y reiterativo, debido quiza a un propésito personal que se pretende original en este t6pico epistemolégico de Weber, tan tilladamente debatido como leno de malos entendidos y de serios defectos de interpreta- cion textual y contextual. Los capitulos sexto y séptimo per- siguen el objetivo de acentuar la diferencia y la complemen- ariedad entre la ciencia histérica y la ciencia sociolégica. El olvido y la desatencién (mas regla que excepcién) sobre esta tan nitida distincion han estado al origen de confusiones, titubeos y errores sobre los tramos metodologicos funda mentales de Weber, a saber, la formacién de los conceptos (los famosisimos “tipos ideales”) y la formacion y prueba de los enunciados causales. Frecuentemente, de manera inad- vertida, se olvidan y descuidan los dos diferentes niveles logi- cos y metodologicos entre los conceptos y enunciados hist6 ricos y los que son propios de la sociologia. Ello se debe al dificil entendimiento de las razones por las cuales Weber transita de la investigacion historica a la sociolégica. Inde- 2 LUIS F. AGUILAR VILLANUENA pendientemente de la interpretacién que propongo, los dos capitulos son cuando menos una llamada de atencién a no confundir peras con manzanas. Esta confusion es frecuente y nociva tanto en la docencia estindar como en interpreta- ciones consagradas y aplaudidas. Si se me permite insistir en algo, entonces recomiendo que los capitulos de la segunda parte no sean leidos secuen- cialmente sino, segtin los intereses del lector, discretamente. Cada uno es un fragmento que refleja el todo del proyecto epistemblogico de Weber. Esta es una manera de presentar, de antemano, una excusa al lector por la prolijidad que no pude y no quise controlar, teniendo los ojos puestos en el objetivo de ofrecer una interpretacion de Weber que rompie 1a con los prejuicios y con los clichés heredados, frecuente- mente tergiversadores 0 superficiales. De todos modos, eifo no quiere decir que la exposicion no sea ordenada y acumu- Jativa, aunque esta pretension sea discutible por entero. Una ausencia y carencia en el ensayo es el énfasis sobre el rico y complejo pensamiento politico de Weber, aunque aqui y alld se escriben algunas consideraciones. Es una empresa posterior, aunque a la verdad es resolutoria y mas significativa la investigacion sobre “las éticas econémicas religiosas”, realizada por Weber. Este es asunto intelectual de mayor significacion en las sociedades latinoamericanas y atin carecemos de un buen ensayo en espaitol. Cierra el ensa- yo un epilogo que busca precisar el concepto de “teoria” en Weber, muy distinto al acostumbrado sistema terminado de “eyes de desarrollo” con un remate de sociedad perfecta, verdadera, buena, feliz y universal. Si la sociologia no debe nj puede ser una suerte de “teologia-teleologia”, con su apo- calipsis y su epifanfa resoluroria (con los probables si no fa- tidicos riesgos de “solucién final”), Weber tiene el mérito primero de reclamar “la eterna juventud” de las ciencias b t6rico: sociales. Ello no significa erivialidad escéptica o relati- vista, sino posicién epistemologica atenta contra toda clausu- za de un sistema tebrico “iilrimo”, mas emparentado con cl PREFACIO 8 dogma religioso o politico que con la ciencia social. La teoria “abierta” de Weber alude mas a la posicion critica, propia de todo crecimiento cientifico, que a la postura congénita de toda “vision del mundo” oficial, ran consoladora para algunos como opresiva para aquellos que no reniegan de su capacidad de pensar la contradiccién y la contingencia de lo que llamamos historico, social, econémico, politico, cultural, moderno y posmodermo. Dos cosas deberdn extraftar al lector. La primera tiene que ver con el uso de citas en extenso. Tan heterodexo recur- so de escritura obedece a las siguientes intenciones: facilitar directamemte al lector fos textos de Weber, oftecerle no afir- maciones sueltas sino la secuencia de su argumentacion y posibilitarle de inmediato la oportunidad de controlar y cri car las interpretaciones que formulo. Muchas de las largas citas ofrecian, cuando fueron escritas por primera vez (1980), Ja traduccién entonces desconocida de un articulo funda. mental: “Roscher y Knies y los problemas légicos de una economia politica historica.” Pensaba que ello habria sido una contribucién del ensayo. Ahora se cuenta va con una tra- duccién bajo el tirulo “El problema de la irracionalidad en las ciencias sociales” (Ed. Tecnos, Madrid, 1985). Por ello, he eliminado muchos textos, pero he mantenido mi traducci6n, citando el original aleman. También me he permitido ofre- cer mi traduccién de los parrafos citados de Etica protestante y espiritu del capitalismo, dada mi inconformidad con las equivocadas traducciones corrientes, He hecho también eventualmente algunos retoques, manteniendo el cuerpo de la traducci6n, a los buenos rextos de Ensayos de metodologia sociolégica (Ed. Amorrortu, Buenos Aires) y de Economia y sociedad (Ed. Fondo de Cultura Econémica, México). La segunda extraneza del lector tendré que ver con la carencia de fuentes bibliograficas secundarias. Debo confe- sar que no me interesé en “weberologia”, convirtiendo el ensayo en mediciones de cercania o de alejamiento respecto de las muchas posiciones e interpretaciones existentes y « LUISE AGUILAR VILLANUEVA debatidas. Preferi seguir mi camino, teniendo presente las exposiciones, criticas y aclaraciones llevadas a cabo en los seminarios de la UNAM. Ello puede ser un defecto del ensa- yo, pero preferi no basarme en autoridades de “grandes ineérpretes” cuyos desarrollos, a decir verdad, son en muchos puntos impugnables de igual manera. Cuando mi interpretaci6n se acercé a determinados autores que me eran conocidos (P. Rossi, S. Veca, R. Prewo, J. Habermas, W. Mommsen, . . .) 0 cuando me basé en sus textos, hice pun tual y explicita mencién de ellos. Las posibles coincidencias con otros intérpretes son bienvenidas pero de ninguna manera son de ellos derivadas ni interpoladas a trasmano. Las disidencias son_todas, exclusivamence, a mi cargo. Este ¢5 un trabajo sobre Weber, no sobre weberismo. Se pretende original y no imitativo. ‘No puedo dejar de manifescar mi agradecimiento a las personas que han hecho posible la escritura de este ensayo. Agradezco inestimablemente a los queridos estudiantes y colegas del “‘seminario de los stbados”. Al Dr. Carlos Sir: vent, hoy director de la Facultad de Ciencias Politicas y Socia- les de la Universidad Nacional Autonoma de México (UNAM), que en 1976 me distinguié con la invitacion de enseilar por primera vez en esta Casa de Estudios que es una posta significativa de mi vida. Al Dr. Leon Olivé, director del Instituto de Investigaciones Filosdficas de la UNAM, al que estoy adscrito, que me ha dado todas las facilidades para dedicarme a la terminaci6n de este ensayo, después de su interrupcién al comienzo de 1981 por razon de haber acep- tado actividades administrativas en la Universidad. A la seno 1a Ma. de Lourdes Letechipta de Rivas y al Lic. José German Campos, sin cuyo apoyo generosisimo en la escritura y rees- critura de muchas correcciones y reordenamientos textuales no habria podido Mevar a conclusién esta empresa. A ellos les doy mucho mas que las muchas gracias. Lo mismo debo decir del auxilio que me brindé la seitora Sonia G. Valadés de Calles. No puedo aqui olvidar a los profesores de la PREFACIO 6 UAM-Azcaporzalco por nuestro seminario sobre Weber, Ile- vado a cabo en el otono de 1980: Fernando Baza, Luis Cer- vantes, Fernando Danel, Juan Pegoraro, Nora Rabotnikof, Giovanna Valenti. Tampoco puedo olvidar al rector Javier Beristain y al Mtro. Germén Plascencia del TAM, por los ailos de docencia weberiana con ellos compartidos (1978 1980) y por el apoyo que me ofrecieron para mis primeros articulos sobre Weber; la primera parte de este ensayo fire escrita en los claustrales cubiculos de Rio Hondo. Por tilti- mo, pero no en tiltimo lugar, mi agradecimiento con todo afecto a Marina, Martino y Priscilla, quienes en la vida doméstica con generosidad y comprensién respetaron el tiempo que no dediqué a ellos a causa de Weber y que por ello, pero no sdlo a ellos, les debe resultar un personaje impertinente. Pero no lo es, ni tedrica ni politicamente. Lo que hay que demostrar. LRAY, [San Jer6nimo, México, D-F, diciembre 10, 1986] LA TRADICION I Primera parte-volumen primero 1 UL Mm. Sumario Volumen primero: La tradicién Pag La APERTURA DE LA CURSTION SOBRE: FI. CONOCIBMENTO De ia tisoma m a 1. Revolucién burguesa_y razén_ilustrada 23 2: Filosofia, revolucion, restauracién a 3. El proyecto teérico-politico de Hegel 54 4. Algunos problemas heredados por Kant y Hegel a la inteligencia alemana 67 EL RECLAMO DEL HISTORICISMO 3 1. Las dos corrientes del historicismo romantico 73 2. La teleologia y la contribucién de Schleiermacher. 98 3. Los problemas del historicismo romantico 107 4. La tarea de fundamentacién de la ciencia histériea. 121 5. La comprensién de la conexidn de la historia: Dil- they wo 130 Nwokantismo, Teoria wconOmica pe C. MENGER ¥ OTRAS. FUENTES . 165 1. El retormo a Kant ..... 165 2 La fundamentacién de la ciencia historiea por los valores; Windelband y Rickert 173 2.1. La propuesta de Windelband 173 22 La propuesta de Rickert corpoenis 182 3. El sentido del neocriticismo de Weber a4 4. Los conceptos puros de la teoria econémica de C. Menger 24 5. Los enunciados causales probabilisticos: J. Von Kries y G. Radbruch 21 LA APERTURA DE LA CUESTION SOBRE EL CONOCIMIENTO DE LA HISTORIA: KANT Y HEGEL Para aceecarse a la obra de Max Weber (1864-1920) parece conveniente y relevante, aunque no sea el camino mas corto, y llano, recorrer selectivamente la gran tradicién intelectual alemana del siglo x1x y rastrear dentro de ella el proceso de formacion de la distincién conceptual entre naturaleza e his- toria, necesidad y “espiritu”, de la que se deriva y con la que se anuda la distincién entre toria y praxis, ciencia social y politica. Todo el imponente recorrido de la inteligencia ale- mana del siglo xtxes un largo y dificil desplazamiento teérico desde la filosofia de la historia a la ciencia social, que se enla- de Al mania como conglomerado de Estados territoriales hetero- géncos a Alemania como Estado-Nacion. La fundacién de la nueva ciencia social (historia y sociologia) es paralela a la fun za con el atin mas fatigoso desplazamiento po! dacién de la nueva politica alemana. La cuestion epistemolo- gica y la cuestion politica se sobreponen y remiten reciproca- mente en la tradicién alemana del siglo Revolucion y restauraci6n, filosofia ilustrada del hombre y filosofia romantica ¢ idealista de la historia, proyecto filoso- fico de sociedad e investiga historica, “ciencias natura. 21) 2 LATRADICION, les” y “ciencias de la cultura’, “cuestién nacional” y “cues- tidn social (obrera, socialista)”, sociologia y politica social del Estado, son procesos colectivos que definen el horizome del pensar del siglo y tambien su dédalo. Revolucién Fran: cesa, Congreso de Viena, Revolucion nacional-popular de 1848, guerras austroprusiana y francoprusiana, unificacion de Alemania y Segundo Reich, la expansion imperialista ale- mana en Asia y Africa, la caida de Bismarck, la épaca guille mina, el avance del socialismo, la primera Guerra Mundial, van de la mano con fermentos y crisis de pensamiento: la exaltacion ilustrada, la fase ante contrapropuesta romanti: ca, la arquitectura y decadencia de la dialéctica espiritual hegeliana, la izquierda hegeliana, el materialismo historico con su critica a la formalidad y contradiccién de la revolu- cién burguesa y con sti utopia comunitaria, el esfuerzo histo ricista por poner orden y dar conexién a los sacudimientos y a las fracturas sociales de la modernidad capitalista y estatal, la Kulturkricik burguesa, el radicalismo desencantado y aler tador de Nietzsche, la “crisis de las ciencias europeas”, la restauracién de la axiologia La propuesta teérica y la posicion politica de Weber sélo son comprensibles si se las ubica dentro de la tunbulenta corriente de esta wadicion tan compleja. En parte, son un esfuerzo por aclarar el entonces confuso entendimiento del quehacer cientifico histérico y sociolégico y por deslindar los territories de Ia ciencia y de la politica, En parte son un esfuerzo por transformar la propensién proestatista de la filosofia alemana en sociologia critica del estado, el Reich en Repablica. En el fondo, el trabajo de Weber, recibiendo ¢ innovando los temas y las preferencias de su tradicion, se caracteriza por no ceder a la tentacién de renunciar al cono cimieme racional de la historia social y al juicio racional det mundo politico en un momento gobernado por el desencan to (“decadencia de Occidente”, “proletarizaci “politizacién del espiritu” 1 del ethos”, “olvido del ser” . . .) en las pro: mesas fundadoras del Capital y del Estado, dela APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL Ey versal” y de la “cultura nacional”, de la democracia repre- sentativa y del socialismo, de la ciencia (la tecnologia) y la iencia historica. .. con 1, REVOLUCION BURGUESA Y RAZON ILUSTRADA El idealismo aleman ha sido considerado como teoria de la Revolucién Francesa. Esto no significa que Kant, Fichte, Schelling y Hegel ofreciesen una interpretacion, tedrica de la Revolucion Francesa, sino que en gran par- te escribieron su filosofia como respuesta al reo de Francia de reorganizar el Estado y la sociedad sobre una base racional, de modo que las instituciones soci politicas concordaron con la libertad y el interés del individuo. A pesar de su agria critica al Terror, los idea- listas alemanes dieron undnimememte la bienvenida a la Revolucion, llamandola aurora de la nueva era, y todos relacionaron los principios basicos de su filosofia con Jos ideales que ella represemtaba, Por consiguiente, las ideas de la Revolucin Francesa estan presentes en el propio nticleo de los sistemas idealistas y determinan en gran medida su estructura concepuual.! Es innegable que el hecho de la Revolucion Francesa fue entendido 0 interpretado por sus protagonistas, espectadores y opositores como el punto de conjuncién entre ora y practica, razon y realidad, filosofia y tiempo. La revolucién era el acontecimiento histérico sin mas, porque por primera vez se lograba la humanizacion de la historia, su “ilustra~ cién”’. Por primera vez, en 1789, la filosofia del sujeto se ha- cia mundo. Los principios del derecho natural, racionalmen- te fundado, lograban existencia social concreta. Por y en el acto politico la sociedad se wansformaba en hecho de razén y la razon en hecho social. UHL Marcuse, Raza y revalucifn, Alianza Ealoril, 197), p. 9 % LA TRADICION Este entendimiento filosofico de la revolucién burguesa como “hecho de razon” y “fuerza de la raz6n” significaba fundamentalmente entenderla como “el hecho filosofico” y “la fuerza de la filosofia”. La revolucién burguesa era “la positivacin del derecho natural como realizacion de la filo- sofia” (J. Habermas), la sociedad legada a su concepto ve dadero (el concepto de naturaleza humana) y el concepto verdadero (filosofico) de sociedad legado a su realidad socio historica efectiva. Por esto mismo, el hecho revolucionario frances no cra s6lo algo particular y contingente, “nacional”, sino un acto universal y necesario, epocal y humano: el inicio de la sociedad verdadera y del Estado verdadero. De aqui nace la moralidad incondicional de la revolucién y el imp rativo moral de su difusién universal, sin fisuras y sin conce- siones. Por ello, también, paradéjicamente, el Terror de toda moralidad abstracta, como fustiga Hegel Esta relacién intima entre la filosofia y la revolucion bur guesa obligaba a plantearse el problema de la relacion entre filosofia y politica, teoria y praxis, razén ¢ historia. Fue por ello que las posiciones politicas asumidas ante la revohucion devinieron también posiciones de teoria del conocimiento. De igual manera, las proposiciones tedricas gnoseolégicas en torno dela relacién entre el sujeto de conciencia y la realidad historica influyeron en las posturas politicas en favor o en contra de la revolucién burguesa. Kant y Hegel, Fichte, Marx y el historicismo alemén, lo atestiguan. EL interés de Immanuel Kant (1724-1804) por la politica nace a partir de la Revolucion Francesa, cuando el cuerpo de sus dos tareas crfticas, Critica de la razén pura (1781-1787) y Gritica de la raz6n préctica (1788), estaban ya terminadas. El curso de la realidad francesa, en cuanto revolucién del abso- lutismo y construccion critica del Estado, apegada a exigen. cias de razon y libertad, era en verdad semejante al discurso de la raz6n kantiana como critica y revolucion de la metafisi ca y como imperativo de concrecién social para la ley moral desdoblada en derecho racional. Kant percibid ripidamente APERTURA DELA CUESTION: KANTY HEGEL as la vinewlacion histérica entre el programa de la Revolucion Francesa y el programa de su “revolucion copernicana”. Las dos revoluciones, la francesa y la suya, signi n extraviado, el hombre-sujeto n del “mundo”, como hacedor del discurso te6rico y del curso practico de la realidad social y natural. Los astros de la sociedad y la naturaleza se regulan de acuerdo con el sujeto que los trasciende y atrae, los orde- na y les da significacién, significacion te6rica por “el concep- to” y significacion practica por “el fin”: por la ley natural y por Is ley moral, Lo que el sujeto critico-trascendental de Kant y el sujeto revolucionario-politico de Francia des- cubren, entienden y valoran acerca de nuevo el principio de crea: como principio de producci mismos, lo que constituye su autoconciencia, es justamente su capacidad de producis tebrica y practicamente “mundo”: la historia y la naturaleza. Por esto, autoconciencia del sujeto (auto:te- terminacion} y revolucién del objeto socio-natural (de minacién) constituye la instancia de Kant y del movimiento del 89 En la intencién y la tentativa revolucionaria de ac. .ar politicamente de acuerdo con la teoria, de realizar el con: cepto, Kant ve el movimiento de la filosofia teédrica que deviene sociedad politica. Los hechos franceses repre- sentaban los esfuerzos del hombre por salir de su “estado culpable de minoria de edad”, de sinrazn y de patria po testad enajenamte, y por entrar en su “edad de razon” y autodireccién, audaz y fatigoso trinsito histérico en el que se realiza y expresa la sustancia de la j cipadora: stracion eman- La Hustracion ¢s la salida del hombre de su estado cul- pable de minoria de edad. La minoria de edad, la inma- durez, consiste en que el hombre es capaz. de servirse de su raz6n sin la direccién de otro. ¥ la culpabilidad consiste en que la causa de la inmadurez no est en un defecto de la razén sino en una falta de decision y osa- 6 LATRADICION dia. El lema de la Iustracion es: Sapere aude!, osa ser vinte de w propia razon2 Esta interpretacién revolucionaria de la razén y racio- nal de la revolucién, ya apuntadas por Kant en sus dos es critos de 1784, Ideas para una historia universal desde el punto de vista cosmopolita y Respuesta a la pregun fa: Qué es Ia Hustracién?, parecian encontrar por pri- mera vez su laboratorio en los acontecimientos france- ses. Pero, sobre todo, sus dos criticas de la razén caminaban irresistibles en la misma direccién de los revolucionarios constituyentes. La critica de la razén destruia desde sus cimientos la plataforma de la dominacién tradicional abso- Iutista, su fundamento teoldgico y/o su fundamento factual (contractualista), de la misma manera que la raz6n critica asumia la tarea de construir la dominacién racional republi cana, postulando existencia social para la libertad moral a tavés del intento forzosamente inacabado de taducirla juri dica y politicamente, La primera tar ea de la raz6n pensante segiin sus propios principios, la critica destructiva, fue un enjuiciamiento de si misma en su uso cognoscitivo puro. Su resultado fue negarle a la raz6n cualquier posibilidad metafisica, realista, y asi la capacidad real de constiuirse y acreditarse teéricamente como “facultad del Incondicionado” (Vermogen des Unbe- dingten), del Absoluto. De esta manera, y sobre la sola base de los resultados gnoseologicos, Kant criticaba ¢ invalidaba 'a posibilidad de demostrar racionalmente la existencia del referemte divino del absolutismo politico: la critica de la raz6n pura sacudia la teoria del monarquismo, mostrando su indemostrabilidad. La destruccién tedrica del Absoluto, Nevada a cabo por la dialéctica trascendental, dejaba sin sus condiciones necesarias de validez gnoseolégica a la metafisi ca, a la teologia, y de validez. ideologico-politica a la monar. 1. Kane “eQue es thstracion”,en Flosofa de Le hntoria, $a ed, México, FCE. APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL. 2 quia. En cam! la segunda tarea, la critica constructiva, concluyé el enjuiciamiento de la razén en su uso prictico constituyéndola en la “facultad del Incondicionado”, en la pura facultad de produccion a priori, a partir de si misma, de hormas absolutas para la accion humana (del deber-ser) y, Por tanto, en la facultad que debe postular las condiciones necesarias reales para tan pura y sublime practica incondicio- nada, a saber, la existencia de la libertad y de su causalidad propia en la historia, por ende, la existencia de un mundo puramente inteligible (inmortalidad del alma) y de Dios como Sumo Bien, La raz6n practica slo puede ordenar imperativamente, exigir incondicionalmente, la identidad entre libertad y realidad, valor y hecho, deber-ser racional y ser social y politico. Este imperativo de una necesaria iden tidad no es demostrable y es hasta contradictorio ciemi- ficamente, si se le quiere fundamentar con base en el uso cognoscitivo de la razén pura, pero, a pesar de su indemos- wacidn y hasta contradicci6n cientifica, es obligatorio absolu tamente para una practica racional (humana) que sea auténticamente tal. Lo que Kant interpreta y aprecia en el movimiento revo. lucionario francés es precisamente el imperativo de que debe haber una identidad entre el concepto puro de libertad y las instituciones sociales, entre la exigencia incondicional de li- benad y la sociedad de limites y condicionamientos, entre lo que debe ser la sociedad propia y verdadera del hombre racional y lo que la sociedad de hecho es (mera regin de las pulsiones del poder, el placer y la utilidad), entre la pura ley moral y el interesado hecho contractual. La revolucién es sustancialmente la postulacién de una necesaria y congruen- te identidad entre la moral categérica, el poder politico y la sociedad civil (empirica) de las necesidades materiales. La revolucion es el intento historico mas coherente, a pesar de sus reflujos y contradicciones, de obedecer al principio incondicionado de la moral racional pura y de traducirlo juridica y politicamente. La revolucién es la ruptura decidida * LATRADICION con las direcciones politicas de la fe eclesiastica tradicional y con las fundamentaciones contractualisticas de mera sub- ordinacién al Leviathan absoluto o de bruta finalidad utilita- rista y eudemonista Aqui se ve mejor de qué naturaleza era la adhesion de Kant al espiritu de la Revolucin Francesa. Cuando los politicos de viejo estilo acusaban a los revolucionarios por su doctrinarismo abstracto (acusacién que en los tedricos romanticos se convertira en un reproche por haber olvidado la historia), querian decir que las teorias revolucionarias, como tn instrumento de accién, adole- cian de la adaptacién necesaria a la realidad de hecho, para ser aplicables de manera ventajosa. Kant, al contra. Hio, cuando aprecia el imento revolucionatio de actuar segiin la teoria, entiende la teorfa como un conjunto de principios morales determinados a priori, cuya aplica bilidad a la experiencia no es demostrada sino postula da. . . Este tipo de planteamiento aleja definitivamente la doctrina de Kant respecto a las concepciones acos tumbradas de la politica, que ponen el objetivo de ésta en el bienestar individual o colectivo. En cambio, una politica subordinada al derecho no busca directamente la felicidad, aunque pueda favorecerla indirectamente> Desde la perspectiva kantiana, la politica cabalmente humana debe fundamentarse en la moral racional, medi da juridicamente. Pero exigir la articulacién obligatoria entre moral y politica comporta y supone haber establecido verita: tivamente la existencia de la voluntad libre y la de sus actos en la historia; significa suponer que la libertad puede y debe intervenir ¢ incidir en el mundo natural y social, para innovarlo y transfigurarlo de acuerdo con las normas racio- L. Mathiew, “Kaun Storia dl torino, UTET. i973. p78 ~ paltche, eeanoniche« social, Vl. WV, APERTURA DE LA CUESTION: KANT Y HEGEL. ey nales del derecho y la moral. Todo esto, en el fondo, implica afirmar que la raz6n libre posee una causalidad propia, que los fines de la voluntad libre pueden y deben ser las causas de la historia social (que incluye la relacién del hombre con la naturaleza), asi como reconocer que el “deber-ser” moral pucde determinar causalmente el “ser” social. Sin embargo, este presupuesto de una causalidad propia de la libertad en la historia social sélo puede ser un postulado indemostrable racionalmente y no una hipdtesis demostrable. De todos modos, la moral y Ia politica se constituyen como tales en cuanto postulan una “causalidad propia” (eigene Kausalitde) de la raz6n practica 0 voluntad libre en la histor tuyen sdlo por el reconocimiento postulatorio de que los fines del hombre son las reales causas de la historia, de que la significacion es la causalidad. Sin esta postulacién no hay sujeto trascendental por sobre la experiencia socionatural. Y sin trascendentalidad del sujeto no hay ni moral ni derecho ni politica racional estricta. No hay historia en sentido autén- tico y estricto, ni revolucién. La filosofia critica Mego al resultado de fundamentar s6lo la posibilidad de conocer racionalmente, cienti te, la naturaleza. La ciencia fisico-matematica, que no la metafisica, cae dentro del émbito del conocimiento racional posible. La contingencia historica del surgimiento de la fisi- ca moderna encuentra en la filosofia critica su validez nece saria y universal, Ahora bien, para la razon pura critica, no. hay posibilidad de ciencia sin conocimiento “extensivo”, sin juicios que, a diferencia de los juicios “‘analiticos”, pongan y afladan nuevas determinaciones al objeto de experienc’ conceptualizado, que éste de suyo no Heva incluidas en el contenido logico de su concepto: no hay posibilidad de cia sin “juicios sintéticos” sible si las nuevas determinaciones puestas no muestran que mantienen una “conexion necesatia y universal” con el ob- jeto de experiencia concepn : se consti- icamen- Mas atin/la ciencia resulta impo ‘juicios sintéticos a prior” 30 LATRADICION La ciencia debe ser una actividad de conciencia a priori, porque la validez necesaria y universal, incondicionada, de la vinculacion entre las determinaciones nuevas y el objeto de experiencia -la “ley”~ no puede derivarse de la mera expe. riencia, sumergida puntualmente en la particularidad y la contingencia (a posteriori). Si la ciencia es conocimiento de eyes, debe necesariamente tener su condicidn de posibilidad y validez en un mas alla de la pura empiria, en una dimen- sion “independiente de la experiencia” y anterior a ella. El a priories la misma estructura de accién de la raz6n, su inna- ‘a y esponténea manera de conocer (elaborar) los objetos dados por la experiencia, Sin esta fundamentacion apriorista, “urascendental”, (“formas de la intuicién”, “catego ias”. “principios”, “Yo pienso”) la dispersa y fluida variedad de las representaciones sensoriales no podria ordenarse y trans. formarse en la “unificacion y sintesis” que es propia del con cepto y del enunciado, menos atin establecer una “conexié: necesaria" entre las representaciones, es decir, no se podria obtener “conocimiento” y “conocimiento cientifico”, “con- cepto” y “ley”. No habria ni acto ni “objeto” de conocimien to en sentido propio y estricto, sino una masa indiferenciada de sensaciones sin referencia y atvibucion. Importa también destacar el resultado final al que llega la gnoscologia trascendental (“analitica de los conceptos” y “analitica de los principios"). Esta termina su recorrido, afir- mando el determinismo de.la naturaleza y de la histo! fenoménica, el determinismo de todo lo que cae dentro del mundo de la experiencia espacio-temporal conceptualizada. Nada puede ser conocido como objeto, si el entendimiento (Verstand) no realiza en torno a él un ordenamiento que uni- fique la dispersidn y multiplicidad de sus representaciones, si no llega él a ser “unificacién, sintesis de lo miltiple” (Verei- nigung, Zusammensetzung des Mannigfaltigen), punto de fusion necesaria de todo el conjunto de las varias determina ciones recogidas y expresadas por las representaciones pun. tuales y efimeras de la exper ncia sensible, De la misma APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL 31 manera, nada de lo que acontece en la dimensién del tiempo puede ser conocido en sentido propio y estricto, si la mulii- plicidad de sus varias representaciones sucesivas, referidas a la secuencia temporal de los varios estados de su proceso de acontecimiento, no es reunida en torno a una secuenca necesaria bien determinada, a una univoca relacién causal, a la unidad de [a causa: “El principio de la sucesion temporal segiin el principio de causalidad.”” La razon ligada a la expe- riencia sensible y referida a fendmenos s6lo puede conocer: los segin un esquema de determinacién causal, segtin leyes La raz6n posible, es decir, 1a inteligencia cientifica, puede inicamente afirmar que todo lo que sucede y puede suceder dentro del ambito de la experiencia es universal y necesaria- mente un “efecto”, totalmente predeterminado por hechos antecedentes que son su “causa”. Este encapsulamiento éel pensar dentro de los limites de la fenomenicidad y de Ia cau salidad, si bien pone la equivalencia enue ciemificidad, causa- lidad y empiricidad, plantea sin embargo a Kant el serio pro- blema teérico acerca de la posibilidad y la especificidad de la ciencia politica y social y el atin mas grave problema practico acerca de la posibilidad de existencia de una politica centra- da en la libertad y la emancipacion. éHasta donde su revolu cién copernicana tedrica, que termina en la proposicion del determinismo en el conocimiento de los fenémenos, contra- dice a su pasion por la Revolucion Francesa politica que da comienzo y expresa la causalidad de la libertad humana en la historia? ¢Causalidad determinista o libre? En efecto, todas las acciones politicas, sociales, econémi cas que constituyen la historia humana son hechos y, como tales, datos de experiencia espacio-temporal. Por tanto solo rministicamente, como hechos efectos necesariamente originados por otros hechos-causas: la Historia solo puede ser conocida como Natur: La oscura y frfa conclusion es que no se puede conocer ni afir mar la posibilidad de un espacio para la libertad humana dentro del horizomtee de experiencia, dentro del mundo pueden ser conocidos det 2 LATRADICION socionatural. En el nivel del conocimiento cientifico, la cau- salidad soberana de la libertad resulta desconocida y es imposible de ser afirmada. Cognoscitivamente no hay espacio para la moral imperativa de la libertad ni para una politica centrada en la realizacién cabal de la libertad. No se puede racionalmente afirmar que la historia social sea pro- ducto, esté siendo producida y pueda ser producida por la libre iniciativa del sujeto que, de acuerdo con sus propios € incondicionales fines, intenta transformar sociedad y natu- raleza. Al contrario, los fines del sujeto podrin ser conocidos slo como efectos de causas objetivas. La nica cognoscibili- dad de los fines del sujeto, del “sentido de su accion”, es sit cognoscibilidad por causalidad y, por tanto su no poder ser conocidos como fines sino como efectos. El conocimiento implica la reduccion de los fines libres a efectos necesarios. La historia social, pues, esté engarzada y conectada por el determinismo objetivo y no por la teleologia del sujeto. El precio gnoscol6gico del método trascendental es reducir las acciones de los sujetos racionales a objetos de experiencia. Esto parece llevar paraddjicamente a la imposibilidad de de- mostrar racionalmente la posibilidad real, historica, de una revolucién politica ilustrada y moral. Pero para el parad6jico Kant esta conclusion no es la tni- ca, ni la deseada. Los hechos humanos sociohistéricos, que se nos ofrecen en la experiencia conceptualizada como efec- tos necesarios, nos muestran s6lo un aspecto de su realidad, el aspecto con el cual pueden necesariamente manifestarse a la raz6n aptiorista, ordenadora y unificadora del tiempo: su aspecto “fenoménico” precisamente. Sin duda, los hechos sociales, en cuanto objetos de experiencia, quedan condicio nados en su posibilidad de conocimiento por nuestra mane ra estructural de conocerlos causalmente. Es decir, para po der ser conocidos por la raz6n humana, los hechos humanos resultan des-humanizados, des-subjetivados. Pero, justa~ mente por esto, no se presentan (0 puede logicamente pen sarse que no se presentan) directamente en su realidad mis APERTURA DELA CUESTION: KANTY HEGEL 3 ma, en su “en si” profundo y original, en la espomtaneidad activa de su subjetividad, sino que se manifiestan y aparecen con el aspecto que pueden mostramos desde nuestra estruc tural perspectiva de conocimiento. Por tanto, los actos humanos pueden no tener esas caracteristicas deterministas que ticnen como “fenémenos”, como “objetos de conoci- miento”, y que deben tener para poder ser conocidos cienti- ficamente por el hombre. Pueden, por ende, no estar sujetos al principio de determinismo causal, que a fin de cuentas no tiene valor absoluto-ontolégico sino valor absoluto-fenomé nico o, si arriesgadamente se quiere, condicionado, valido bajo las condiciones del conocer humano. En breve: el de- terminismo causal vale s6lo para los fendmenos temporales. Emtonces es posible “pensar” (no “conocer”) que, por debajo de los actos humanos sociohistoricos que experimen- tamos y conocemos y fuera del horizonte alcanzable por nuestra mirada racional cientifica, exista un lugar y un espa cio por donde fluya la energia espontanea y la exigencia de la libertad innovadora y creadora, el espacio de la moral y de la politica, oculto a la mirada del conocimiento cientifico. Es posible “pensar” que si hay cabida en el mundo y en la histo tia para lo incondicionado, para lo no sujeto a condiciones necesarias y suficientes, a causas determinantes: para la liber- tad. Es posible “pensar” que por debajo de la historia huma- nna fatalista y carcelaria que conocemos y nos angustia, exista en contrapunto “otra” historia, la de “a hazana de la liber- tad”, la de la autodeterminacién, la de la libre inciativa, la de la voluntad que sélo se mueve por sus fines propios y que debe realizarlos, Es posible “pensar” que exista un “reino de los fines” (Reich der Zwecke), un “mundo inteligible, so. bresensible” (intelligible, verntinfiige, tibersinnliche Welt) ‘que en realidad sostiene y fundamenta por debajo, en su mis. terio racional, al “reino de los hechos naturales”, al “reino de las causas”, ala dimension y secuencia temporal de los fend. menos, al “mundo sensible”. Es posible “conocer” (Erken nen) s6lo y necesaria jente un “reino de causas” ubicado en Pn LATRADICION el nivel de los actos humanos como “objetos” (Gegenstand) de conocimiento cientifico, pero es posible “pensar” (Den- ken) postulatoria y no contradictoriamente un “reino de fines”, de valores, ubicado en el nivel de los actos humanos como “objetos” (Objekq, en su mismidad real. Es posible “conocer” s6lo y necesariamente “la causalidad condiciona- da”, “la causa natural” (Naturursache), pero también es posi- ble “pensar” “la causalidad incondicionada” de esa “‘causa ineligible” que es “el deber-ser” (Sollen). El conocimiento fenoménico cientifico s6lo puede alcanzar limitadamente la causalidad determinista del ser factico (Dasein), pero el pensa- miento racional congruente puede y debe extenderse hasta la causalidad imperativa del deber-ser moral. Y esta tihtima es la causalidad subterranea y fuiidamental de la historia autén ticamente humana, de la historia ilustrada, moral, y de una ‘oria politica genuina, centrada en el imperative moral juridico de la libertad universal y absoluta, de “la persona como fin en si”. De esta forma, lo que pierde el conocimiento de la razn pura lo recupera el postulado de la raz6n practica. Y asf como el pensamiento es necesariamente referencia a causas, la accién es la referencia a fines, la referencia al valor en si de la libertad, Esta conclusién kantiana de una doble dimensién de la historia social, la dimensién fenoménica subordinada a cau- sas y la dimension practica referida a fines, establece en ver- dad la irreductibilidad entre ser y deber-ser, entre hechos y valores, entre condiciones de accion y sentido de la accion, asi como establece la diferenciacién radical entre ciencia y politica, teoria y prictica. ¥ es a partir de esta conclusion de Kant que la tradicion filosofica y epistemologica alemana comienza a plantearse el problema de [a relacién entre cau- salidad y significaci6n, causas y fines, hechos y valores, natv- raleza ¢ historia, raz6n y accion, técnica y practica, “taba jo” y “accién comunicativa” (Habermas) en la historia social y, en conexion con esto, el problema de la posiblidad de una ciencia de la historia y de la sociedad y de su originalidad APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL 3 epistemologico-metodologica asi como el problema recapi- tulador de la relacion entre ciencia y politica. El idealismo alemén, el materialismo historico, el historicismo, el neokan- tismo y el weberianismo se plantearon este problema ¢ inten: taron resolverlo ora rompiendo con la dicotomia kantiana y poniéndola dialécticamente en movimiento como dos mo- mentos contradictorios de una unidad real, ora renovandola y tefinandola para poder dar cabida a la reivindicacion de la originalidad y peculiaridad de las ciencias sociohistoricas. Kant establece una doble causalidad en la historia. Por un lado, la ciencia procede en su ordenamiento conceptual de los fenémenos segiin un esquema de explicacién causal de- terminista, segin leyes de validez incondicional, por lo que su objeto de conocimiento posible es “el reino de las causas” sin significacién y calidad politica, la realidad es un producto efectuado necesariamente por causas y los fines de Tos acto- res humanos son efectos objetivos necesarios. Por otro lado, la politica-moral procede en su ordenamiento practico delos fendmenos segin un esquema de explicacion causal teleol6 igica, seguin fines de valor incondicional, por lo que su objeti- vo de aspiracién y accién posible es “el reino de los fines” sin posibilidad de conocimiemto racional, la realidad es un pro- ducto de fines libres y los fines de los actores humanos son las reales causas. Kant, pues, establece una doble causalidad, la determinista necesaria y la teleoldgica libre, la natural fic tica y la social axiol6gica, la que rige en los hechos del ser y la que quiere regir en los hechos desde el deber-ser del hom- bre. La primera quiere subordinar a si misma a la segunda, desacreditandola te6ricamente como un ambito cuya exis tencia de ninguna manera se basa en una argumentacion racional. La segunda quiere subordinar a si misma a la pri mera, desacreditandola practicamente como un ambito cuya existencia conocida tiene solo significado en la medida que es puesta al servicio y en funcién del imperativo moral. Estas dos causalidades que se entrelazan y cruzan en la historia no podran nunca coincidir y anudarse en la historia. Nunca po- 36 . LATRADICION dran recubrirse reciprocamente y tendran que correr parale- las como dos esquemas alternativos de explicacion teérica igualmente validos de la historia y como dos movimientos de la historia real del hombre. Pero esta conclusién de una doble causalidad dentro de la historia social afecta severa y negativamente la posibilidad de que el conocimiento de la sociedad y la historia, de la politica, se constituya y transforme en cieucia en sentido stricto. Los principios de la accion humana logran evitar caer bajo el determinismo natural, sélo porque quedan fuera de la experiencia y del concepto, fuera de la ciencia. La filo sofia critica parece no tener la capacidad de fundamentar la jencia de la historia, la politica. Se twata de una alternativa excluyente: o la politica es asunto de la libertad y entonces no puede ser cientifica o la politica es asumto de la razén cientifica y entonces no puede ser emancipadora y revolucionaria. Para Kant (y quiza para cualquier politico de vocacién) seria demasiado caro el pre- cio que la politica pagaria por ser ciencia, en la medida que la “‘cientifizacion” de la politica implicaria renunciar a la idea de que la historia y la sociedad civil sean materia dispo- nible para los fines de la voluntad racional (moral) del sujeto, abandonar la idea de que el sujeto a la luz del imperative moral como ius strictum deba y pueda incidir en la realidad, cambiando la faz. de la tierra y el curso de la historia, racionalizindolas. En suma, la politica como asunto de la voluntad telcolégica y la ciencia como asunto de la razon determinista son entre si independientes y reciprocamente posibilidad de una a ciencia de exuraiias: Existe una ruptura entre la politica como objeto de conocimiento y la politica como intencidn, es decir, entre la politica como conjunto de hechos y la politica como conjunto de fines a realizar mediante los hechos, Si estudiamos cientificamente hechos humanos, nece sariamente deberan ser concebidos como una sucesin APERTURA DE LA CUESTION: KANT Y HEGEL a de eventos en los que la libre iniciativa de los actores aparece como una ilusin subjetiva. Si en cambio nos desplazamos con el pensamiento en el nivel de “la rea- lidad en si", podemos sin duda dar sentido a la politica como expresién de intenciones, pero no tenemos a dis- posicién un “conocimiento” en sentido estricto, no te~ nemos la posiblidad de comprobar nuestra hipotesis por medio de la experiencia. La experiencia, condicio- nada por nuestra manera de pensarla, est totalmente sujeta al principio de la causalidad necesaria.* Disuelta, porque incompatible, la posibilidad de una ciencia racional de la politica segdn causas, de una ciencia empirico-explicativa, y aceptada por otro lado la fundamen tacion de la politica con base en los fines incondicionales de la voluntad humana, la unica posibilidad de “ciencia” de la politica resulta ser una ciencia normativa, una ciencia del deber ser politico y de los principios absolutos que deben determinar al Estado y a la accién politica ciudadana. La ciencia politica es, entonces, filosofia politica y filosofia poli- tica moral, cuyo objetivo es determinar a priori, desde la absolutez de la moralidad racional, la juridicidad ideal del Estado y la soberania juridica del Estado y por sobre el Esta- do. La ciencia politica significa, entonces, moralizacion v juridificacion de la accién estatal y ciudadana, descubri miento y fundamentacion de la absolutez juridica de la per: sona humana, guia ilustrada e ilustradora de la positivacion constitucional de ese nuevo y sublime jusnaturalismo aprio- ristamente fundado. Para Kant la auténtica ciencia politica no €s, ni puede, ni debe ser la que s6lo describe y explica los hechos politicos o la politica tal como sucede, sino la que atiende y destaca la causalidad propia ¢ irreductible de la accion humana, la causalidad imperativa de los fines. Esta + V. Mathieu, "Kant", en Soria delle idee pave, ecanomnchee social, Vo. TY, A Torino, UTER, 175, pp. 242-748 3 LATRADICION ciencia s6lo puede colocarse inevitablemente bajo y dentro de la ley moral racional y debe constituirse en ciencia norma tiva. Una ciencia al imperativo, no al indicativo. ¥ esta ciencia politica normativa exige que conformemos los hechos h manos, la sociedad civil y la sociedad politica, segtin princi- pios racionales puros de accién ¢ interaccidn, exige que transformemos los hechos ¢ intereses p en instituciones racionales. Pero, en el nivel de conocimien- to, no sabemos si esto puede suceder y como; al contrario, sabemos que esto no puede suceder. Kant esta tan persuadido de la validez de sus resultados que, a sus setenta aos comienza a interesarse en politica, cuando considera que la Revolucién Francesa es el primer hecho histérico y el més serio intento jamas sucedido de supeditar los hechos civiles y politicos a los principios de la razon, a la ley moral y juridica, el intento de dar carne histo- rica a las exigencias de la razon practica y de dar realidad a Ja filosofia: Ia filosofia era revolucionaria y la revolucion era filosofica. Francia era un poco Kant y, mediante la boca y la mente del prudentisimo filésofo, Francia era también una critica desde Konigsberg a la Prusia feudal asi como era de hecho y una invitacion imperativa a lo que debia ser de a cuerdo con la razén. Sia partir de Kant la filosofia alemana comienza a intere- sarse en la fundamentaci6n racional de la politica, del Estado moderno y de su correspondiente sociedad civil burguesa, no es tampoco menos cierto que la nueva fundamentacion de la nueva politica conlleva también, a causa de él, Ja sepa- racién de la politica respecto de la ciencia empirica, causal, y su vineulacion con la filosofia moral, teleolégica, normativa: la ciencia politica como teoria juridica del Estado. Las cien cias del hombre empiezan entonces a fundarse por su “refe- rencia a valores”, por su referencia a la significacion y al “sentido de la accion” del hombre, y empieza a distanciarse de la causalidad empirica, del origen y desarrollo de los hechos sociales segtin causas. La causalidad y la significacion, APERTURA DELLA CUESTION: KANTY HEGEL 30 las causas y los fines, los hechos y los valores, la naturaleza y la historia humana, la ideologia y la utopia, se presentan como una alternativa excluyente y dicotmica para la teoria del conocimiento, para la epistemologia y la metodologia de la ciencia, En Kant se trata de dos dimensiones fijas ¢ irre- conciliables, y a partir de él (contra 0 pro Kant) empieza el imponente recorrido de la inteligencia alemana del siglo xix en su doble tarea de fundamentacién de la nueva politica y de la nueva ciencia de la historia social. La cuestion politica y la cuestién tebrica estan sin duda vinculadas, aunque pen- sar la existencia, la naturaleza y el ambito de su vinculacién fue un largo y fatigoso recorrido, atin no terminado, pero en el cual ya existen indicaciones de por donde no se llega a nin- gan lado. En resumen, la distincién que Kant pone entre razon te6- rica y raz6n practica ¢s la raiz de la distincion entre las cien- Gas de la naturaleza (Naturwissenschafien), que operan segtin un esquema causal estricto determinista, y las ciencias de la accion humana, de la cultura, del spirit (Kulturwis- senschalien, Geisteswissenschaften), que operan segin un esquema de referencia al valor, a la norma moral-juridica, al deber-ser, y que se estructuran consiguientemente segtin un esquema causal teleologico. Kant representa el punto de par- tida de la drastica distincion entre ciencias analitico-hipotéti- cas y Ciencias hermenéuticas, por causas eficientes y por cau- sas finales, explicativas y “comprensivas del sentido”. Por consiguiente, de él proviene la distincion emure ciencia y poli- tica, a condicion de que no se conceptualice la politica o el Estado como pura actividad de fuerza y violencia 0 como una realidad que es mera consecuencia o resonancia de inte- reses, pulsiones, poderes y condiciones prepoliticos; en este caso, la politica caetia obviamente bajo el “reino de las cau- sas” y seria entonces objeto de ciencia. Economicismos, con- tractualismos, vitalismos y leviathanismos pueden sin cuda construir una ciencia de la politica porque en esta perspec tiva la politica es causa o efecto de la realidad social empirica LATRADICION mente dada. Pero, entonces, la politica deja de ser una activi- dad libre y conscientemente “humana”, decae en “naturale- za” inexorable y predeterminada. Y esta idea de la politica la hemos padecido. La distincién entre la ciencia y la politica vale, en cambio, cuando la politica 0 el Estado, con sus atributos especificos de poder y coacci6n, son conceptualizados como “institucio: nes”, como produccién humana de sociedad y, por ende, invocan necesariamemte la verdad de razon acerca del hom- bre en sociedad como su fundamento y principio. Cuando la politica no es entendida como mera fuerza de afirmacion de intereses y poderes sino como afirmacién social ¢ historica de verdades y valores racionales, la ciencia se distingue y Se separa de la politica, Pues aquélla explica el ser de los hechos sociales, pero ésta los revoluciona y transforma a fondo, a la luz del deber-ser racional de la sociedad, de acuerdo con el concepto y la norma racional de humanidad. Pero, por esto mismo, también a Kant es imputable el hecho de que Ia “ciencia politica”, imperativa mas que indicativa, se haya emparentado estrechamente con el deber- ser de la politica y del Estado y, por ende, el hecho de que continuamente la ciencia social asuma como propia la ta rea de recomendar, ensefiar, amonestar, proponer y hasta predicar lo que deben set y hacer las asociaciones politicas y la gran asociacién estatal. También es inpputable al filso- fo la idea de que la verdad y el valor de la politica y del Es. tado encuentren su lugar auténtico en los intelectuales més que en los politicos, en los enunciados universales de la ciencia mas que en las decisiones particulares de la pol ca. ¥ por tltimo, la conviecion de que las ideas y los enuncia- dos cientificos estén intrinsecamente llamados a ser 0 sean efectivamente fuerzas politicas e histbricas, de que la razon sea fuerza real y que el deber-ser de las instituciones sociales sea el movin es como “vaca: nto y el motor del ser de los hechos socia y politicos. En suma: la “vocacién cientifica’ cién politica”. APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL a 2. FILOSOFIA, REVOLUCION, RESTAURACION La vida de Hegel (1770-1831) esta contrapunteada por la vida de la revolucién: la revolucién “juiciosa” del 89, los afios del Terror, el ascenso reordenador de Napoledn, la irradiacién de la revolucién en Alemania v Europa, las guerras emanci- padoras napoleénicas, la derrota, los hechos restauradores del viejo orden. La revolucion fue un largo proceso inquie- tame y bifronte que abria tanto a la esperanza como al mie- do, a la esperanza en un mundo ordenado de acuerdo a los principios de razén y libertad, al miedo ante una razén y libertad que violenta ¢ impositivamente ejecutaban su orde: namicnto del nuevo mundo: Hustracion y Terror. Es asi que alos afos apasionados y radicales del joven Hegel en Til gen y Berna siguieron los aitos reflexivos y eriticos de Jena y Berlin, E1 30 de octubre de 1819 escribe a su amigo Creuzer “Acabo de cumplir cincuenta afios y he pasado treinta de ellos en medio de estos tiempos perpetiamente intranquilos del temor y de la esperanza, aunque siempre esperé que algun dia desaparecerian, Ahora en cambio debo reconocer que todo esto seguira su marcha y en las horas tristes tiendo a pensar que cada vez, serd mas duro” (carta $59). De este mie- do y esperanza nace y crece la filosofia hegeliana. Su tarea fue entender y darse razon, en profundidad, de la raz6n revolu- cionaria, del terror revolucionario, de la contrarrevolucién restauradora. Y para Hegel la profundidad de esta tarea se alcanza solo en el nivel de la dialéctica del sujeto-objeto, del pensar-ser, de la libertad-realidad, del espiritu-naturaleza, de la filosofia-historia, Este descubrimiento fue logrado y consolidado progresivamente al calor de la revolucion, desde Tubingen hasta Jena y Berlin: El acontecimiento en el que se concentran todas las determinaciones de la relacion entre la filosofia y la his toria temporal, y en el que de manera ejemplar se dibu- jan los problemas de ataque y de res 2 : LA TRADICION pecto de la historia temporal es para Hegel la Revolu- cidn Francesa. ¥ no hay ninguna otra filosofia que hasta en sus mas recénditos impulsos sea en verdad filosofia de la revolucién como la filosofia de Hegel.® Jurgen Habermas ahade: Quisiera completar esta tesis de Joa chim River con una segunda tesis: para no sacrificar la filosofia al desafio de la revolucion, Hegel constiuyé la revolucion como principio de su filosofia. . . Hegel festeja la revolucion porque la teme. Hegel erige si la revolucién como principio de la filosofia, pero en favor de una filosofia que en cuanto tal supere la revolucién. La filosofia hegeliana de la revolucién es la filosofia de Hegel como a de la revolucion. La esperanza de Hegel en la revolucion y su compromiso inalterado con ella a lo largo de su vida radica en el hecho de ‘que por primera vez en la historia, mediante la revolucion, la raz6n y la libertad del hombre se han convertido en el princi- pio del ordenamiento sociopolitico. Lo “inaudito histérica- mente” y lo positivo de la Revolucion Francesa, pese a sus excesos descorazonadores y atemorizadores, reside en haber constituido al pensamiento en la norma del mundo social y al hombre consciente y libre en cl sujeto social y el sujeto politico, en haber elevado a derecho civil y politico la liber- tad que la filosofia racional fundamenté como la calidad intrinseca y propia del hombre, como derecho natural y por tanto universal. La revolucion es, para Hegel, la esperanza en la realizaci6n de la filosofia, es decir, la esperanza en la exis tencia de una concrecion sociopolitica para la libertad huma na como derecho y cuyo descubrimieyto y caracter de dere- cho universal ¢s producto de la razon filoséfica. En la libertad humana como principio constituyente de la sociedad civil y 1. River, Metaplysik tnd Palak, rane am Main, Edit. Subrkamp, 1964, wi. ° os J. Habermas, These tnd Pra ranklue are Main, El. Subrhanp, 146 : ? ae aceon see APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL ‘s politica, radica lo originalmente nuevo y propio de la revolu- cién, asi como en ella se basa la esperanza en la revolucin como una “nueva época”. Por esto Hegel puede entusias: marse y festejar puntualmente cada aiio la toma de La Bas. tilla A la luz del pensamiento del derecho. . . se ha erigido una constitucién y se exige que todo se base en este fun: damento. Nunca desde que el sol ha estado en el firma- mento y los planetas han dado vueltas a su alrededor se habia percibido que la existencia del hombre se cenira en su cabeza, es decir, en el pensamiento, por cuya ins piracién construye el hombre el mundo de la redi- dad. . . Hasta ahora el hombre no habia llegado a reco nocer el principio de que el pensamiento debe gobernar la realidad espiriual. Esta fue una soberbia aurora del pensamiento. Todos los seres pensantes comparten el jiibilo de esta época. Una emocién sublime se ha apo derado de estos tiempos y el entusiasmo del Espiritu ha estremecido al mundo.? Pero también la revolucion infunde miedo. El mor de Hegel nace de la incapacidad mostrada por la revolucion para construir un orden sociopolitico estable y positivo. La teorizacion hegeliana atribuye directamente esta incapacidad al “atcismo del mundo moral”, en que caen tanto los revolu- cionarios como los actores de la restauracion, por promover y ahondar, en su interpretacin de la revolucién y en su accién politica, la ruptura entre la filosofia teérica y el proce- so histérico, entre la filosofia y el tiempo. En efecto, si la esperanza se fundamentaba en la vinculacién que Ia revolu- Gon proy miedo -experimentado y padecido en los sombrios aitos del ‘aba establecer entre la filosofia y la historia, el 7G. WE Hegel, “Philosophie dee Geschichte”, en Olas cemplerss, Vol. Nk Hamburgo, Edit Hollmeiter, 1953, p. 357 “ LA TRADICION Terror~ radica en esa ruptura inmediata y drastica entre la filosofia y la historia, entre la raz6n y la revolucion, que los revolucionarios del 92 provocan y agudizan con su accion y que paradéjicamente los asemeja y acerca a los reacciona- ris. Ambos coinciden en pensar que el tiempo presente de la revolucién expresa y realiza la emancipacidn de la historia social respecto de la tradicién filoséfica, en cuanto impugna toda construccién de lo social y lo politico que pretenda lle- varse a cabo con referencia a una filosofia del ser en cuanto ser y, por tanto, alo absoluto y lo divino: “El ateismo del mundo moral”, el ateismo del mundo de la nueva histo ria social y politica. La razén y la libertad de la Tustra Gién, entronizadas como el principio de reordenamiento de Ja historia social, son en su raiz antimetafisicas y antiteologi cas. Por esto, los hombres de la Restauracién, que tratan de rescatar la dimensién de lo divino, ante el acoso de la razon revolucionaria, desplazan y ubican a Dios en la subjetividad, en la interioridad de la conciencia moral, en la conviccién y la fe, o en la vitalidgd, orden y belleza de la naturaleza. Con llo reconocen que Dios es externo y ajeno a la historia sociopolitica y que, en particular, el cristianismo ha perdido enteramente su dominio sobre Ja historia humana, que “el universo mas bien debe ser dejado al dominio de la castali dad y del capricho, debe ser abandonado por Dios; de suerte que, segiin este atcismo del mundo moral, la verdad se encuentra fuera de él y a la vez, como también debe existir en él una raz6n, la verdad es tinicamente un problema’* La ruptura entre filosofia y tiempo, ser absoluto ¢ historia, teo- ria y prictica, desencadena el monstruoso cortejo de los males y vicios del proceso revohicionario. Paradéjicamente, la reaccion romantica de Schelling, Jacobi, Novalis, es cercana a la postura jacobina de los revo lucionarios ilustrados, con la iinica pero tremenda diferencia de que si los romanticos terminan en el escapismo resignado 1G..W. F Hegel, Filosofia del dereria, México, UNAM. 1975. 916 APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL 6 impotente de la “buena conciencia” y del “alma bella” ante el curso de una realidad social horrenda ¢ inmoral, los jacobinos implantan violentamente en la realidad social mis ma su “libertad absoluta” mediante el Terror. En efecto, los revolucionarios se mueven por el prin limitacién, que por su calidad de principio vale universal: {pio de la libertad sin mente para todos y cada uno de los individuos libres particu lares. No puede existir realidad alguna que oponga condicio: nes y restricciones al principio. No puede haber siquiera otras libertades que, por su presencia y accion, coarten y limiten el caracter absoluto del ser libre particular, el concep to 0 proyecto que éste tenga de la realizacion y organizacién de la libertad en la sociedad. Para realizar el principio es ion de las voluntades particulares. Esta contradiccién y auto: necesatio suprimir efectiv mente la expresion y reali negacién del principio universal de la libertad absohuta par ar (libertad “formal-subj fundidad) se expresa y se realiza concretamente en el Terror tic iva", ahtade Hegel con pro colectivo y reciproco. La pluralidad de ingenierias constit cionales termina en antagonismo y muerte. El Terror es el resultado légico del principio de libertad absoluta, si ésta es entendida y ejercida como libertad formal y subjetiva, atin no sustancial y objetiva. Esta conceptualizacion absoluta y particularista del principio uni en su negacion y “sélo le resta el actuar negat la destruccion, el Terror” srsal de la libertad se revierte ro, la furia de La iinica obra y el nico acto de la libertad universal ¢s la muerte, pero una muerte que no tiene ninguna riqueza interior y ninguna replecion, pues lo que niega es ese punto incompleto de la libertad absoluta del si mismo particular; es, por tanto, la muerte mas fria y mas trivial, sin otra significacion que la de conar una cabeza de colo la de beber un sorbo de agua. En la insulsez ce 6. F Hoge, Fenomenologia del expiring, Meso, FE, 175, p. 845 “6 LA TRADICION esta frase consiste la sabiduria del gobierno, la realiza ion del emtendimiento de la voluntad universal. El gobierno slo es este punto fijo, es decir, la individuali- dad de la voluntad universal. . . Con ello, excluye por + tha parte a los demas individuos de st obrar y, por otra parte, se constituye en un gobierno dotado de una Voluntad determinada y asi contrapuesta a la voluntad universal: el gobierno, por tanto, solo puede presentarse simplemente como faccién.¥® En esta autodestruccion interminable y suicidio colectivo de la revolucion se manifiesta tragicamente el ateismo del mundo social, y en la experiencia del “terror de la muerte se imtuye la esencia negativa de la libertad”, de aquella que atin no ha llegado a su concepto verdadero y a su existencia histo- rica efectiva (lo que es lo mismo). El proyecto jacobino es la furia del concepto abstracto separado de la vida social real, la expresién de una filosofia desgajada de su tiempo y de una teoria que se pretende universal sin recoger dentro de su estructura conceptual la totalidad de lo que concretamente existe. El resultado filos6fico de la Ilustracién y de su propagan- da destructora y superadora de la fe -la cual para Hegel es una “Iustracién insatisfecha”- consistié en la afirmacion de que el mundo es sdlo pensamiemto del sujeto racional yvoluntad del sujeto libre: el mundo como concepto y como volicion de acuerdo con el concepto. Esta afirmacién tan gnoseoldgicamente radical de la subjetividad racional, tan abstracta, implica necesariamente que la realidad viva, concreta y determinada del mundo sea elaborada y reducida @ su concepto abstracto y muerto de esencia, de “esencia pura’” y, asi, vacia de la riqueza de sus determinaciones parti- culares efectivamente existentes (la instancia del historicis- mo). ¥ este resultado, al establecer la separacién entre razon y mundo, concepto y realidad, conduce necesariamente a 1 till APERTURA DE LA CUESTION: KANT HEGEL ° que “el concepto absoluto se convierta él mismo en su obj to” ya que “el puro pensamiento sea la pura cosa”. El prin pio de la raz6n no puede ir mas alla del mero concepto de mundo conceptualizado. El concepto racional esta obligado a devorar y borrar la multiplicidad y la diferencia de las cosas y a ponerse en lugar de ellas como el objeto de conocimiento. Por esto es demasiado caro el precio que pagalla flosofia dela subjetividad racional y libre de la Tlustracion en su inmediata Ja fe la conciencia todavia estaba de la totalidad del ser y wera superacion de la fe, pues intimamente vinculada al “mas all por ende al Absoluto, aunque de m: pajenada y vacia, ya que la fe huia también de la riqueza de las determinacio- nes del mundo y de la historia y estaba obligada a ignorarlas, para poder asir con confianza la totalidad y el Absoluto. El precio de la filosofia ilustraca es la ceparacién entre el pensar y el ser, la filovofia y la historia. El precio del concepto racio- nalista es la desvinculacién y el aislamiento respecto de la riqueza concreta y diferenciada del mundo, particularmente del mundo de la historia social. El mundo natural y socal queda entonces opuesto al concepto racional como un “mas alla” incognoscible ¢ indisponible en su realidad intrinseca, tan plena de determinaciones originales y vivas. Es “el mas alla absolutamente extrafio” para la razon abstracta. El mundo es cognoscible s6lo como “puro con- cepto”, “pura esencia indiferenciada”. E] mundo es dispon ble sélo para una accion que se ejecute de acuerdo con el concepto que se tiene acerca de él y, por ende, es una accion extema y extrafa, que no puede escapar a la fuerza y viow lencia. Para Hegel, en el fondo, la Ilustracién -por su critica a Ia fe- no es otra cosa que la fe levada a su verdad real. Por esto mismo, la conciencia enfrenta los mismos proble dualidad, vacuidad, extraftamiento, heterogeneidad, aunque ahora los viva y plantee en un nivel rigurosamente racional, conceputal, El resultado final de la Tustracién ha sido oponer mera ¥ was de puramente la totalidad del mundo sensible, recogida y ex “ o LATRADICION presada por el concepto iluminado de la razén humana, a la totalidad trascendente del ser, recogida y expresada por la re- presentacién de la fe ciega en Dios. La Iustracién, contra el sujeto de la fe desvinculado del mundo, ha opuesto simple- mente un sujeto vinculado al mundo, pero su vinculaci sucede s6lo por su raz6n conceptualizadora, por sus concep- tos puros, genéricos y formales. La fe y la razon conceptual no dejan de ser actividades y represemtaciones de una auto- conciencia particular que esta separada efectivamente del mundo real con toda la amplia y variada riqueza de sus determinaciones, Y dejan escapar de diversa manera en sus representaciones, en la creencia o en el concepto, la mul- tiplicidad y las diferencias concretas y vivas de la naturaleza y de la historia social: De hecho, la fe ha devenido aqui io mismo que Ia ilus- wacion, a saber, la conciencia de la relacion entre lo finito que es en si y lo absoluto carente de predicados, desconocido ¢ incognoscible. Solo que la segunda es la ilustracion satisfecha y la primera, la fe, la ilustracion insatisfecha. Sin embargo, se pondra de manifiesto en la misma ilustracion si ella puede mantenerse en su satis- faccion, pues detris de ella esta agazapado ese anhelo del Espiritu opaco que sufre por la pérdida de su mun- do espiritual. La misma ilustracin posee dentro de si esta macula del anhelo insatisfecho, ya que ella es el objeto puro en su esencia vacia, es la accién y el movi- miento para sobrepasar su ser singular a ir hacia el mas allé inacabado, es el objeto solo acabado en su total carencia de utilidad."* La fe y su objeto, la esencia absoluta, han sido liquidadas. Ahora la Hustracién reconquista y reafirma la pluralidad de hid, p. 547 ee ene TE APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL, ” la realidad, reconstituyendo la existencia de la concienca particular y de los seres y restableciendo su relacién cognos- citiva y préctica, La ilustracion retrotrae de nuevo la concien cia hacia el mundo natural y social del que se habia escapado y al que habia eludido por extraviarse en las representacio- nes de la fe. Ahora, la conciencia esta mundanizada y referi- da a las realidades particulares y diferentes del mundo. $i duda, el énfasis racionalista de la Hustracion ocasioné que la relacién entre la conciencia y el mundo pasara por la media cién del concepto y que la conciencia estuviera referida al mundo s6lo conceptualmente, slo abstracta y formalmente. Pero, a pesar de ello, el resultado positive de la Hustracion fue la reduccién del pensamiento a concepto del mundo y la reduccién del mundo a concepto del sujeto. ¥ esto desenca- dend consecuencias historicas y tebricas muy significativas para la conformacién de la modernidad. Liquidado el Absolut, todo se vuelve relativo y cam los polos de la relacién. En efecto, esta reciproca remision y reduccion de la conciencia y del mundo pone y expresa el hecho de que la conciencia y el mundo son intrinsecamente relativos y necesarios el uno para el otro, de que cada uno existe referido al otro y para la realizacién del otro: la con- ciencia, para que el mundo Hegue a su concepto y a su aper- cepeién; el mundo, para que la conciencia sea acto de cono- cimiento y amtoconocimiento. En la reconquista de la finitud mundana de la conciencia se pone y manifiesta el principio de “la Utilidad” (die Nuzlichkeir), entendido éste como el hecho universal y necesario de que “todo es tanto en si como para un otro”, es decir, todo es “iil”, todo es medio y fin En la utilidad universal, en “el utilizar a los demés y ser utili- zado”, en ser “miembro de la tropa de la utilidad comin y de la utilizacion universal” radica fundamentalmente “la sa- biduria de la Tustracién™ Ala toualidad metafisica indiferenciada de la fe se opone y su “verdad”. ahora la organicidad funcional mundana de la raz6n. La conciencia transita de la esencia, objeto de comtemplacién, al 0 ’ LATRADICION mundo, objeto de la practica, al mismo tiempo que viaja de a absolutez transmundana a las relaciones inmanentes entre hombre y mundo. Este descubrimiento de la utilidad univer: sal significa fundamentalmente que todo el mundo real es til para la conciencia y es utilizable por ella: ‘La conciencia ha encontrado en la utilidad su concepto.” La disponibilidad funcional del mundo es en un pri- mer momento sélo descubierta y pensada, solo “objeto de conocimiento” y “fin que la conciencia no posee ya de manera inmediata”. La realizacion efectiva del concep- to del mundo como utilidad para el sujeto, la utilizacion efectiva del mundo como utilidad para el sujeto, es la accion la practica. Y la practica del hombre puede ser pensada y actuada sélo como “libertad absoluta”, dada la total funcio- nalizacion del mundo social y natural para el sujeto. “Esta recuperacién de la forma de la objetividad de lo til ya ha acaecido en si. Y de esta conmocién interior surge la real conmocién de la realidad, la nueva figura de la conciencia, la libertad absoluta.” Concepto abscracto, utilizacion absolutamente libre de la naturaleza y de la sociedad y Terror se remiten inuinseca mente ¢l uno al otro y se desarrollan de manera conjunta ¢ interdependiente. La conceptualizacién de la raz6n ilustrada pierde al mundo en su verdad efectiva, pero lo gana en su wilidad: lo pierde como verdadero pero lo gana como iil. Para la conciencia hacedora de conceptos abstractos la tinica posible verdad del mundo es su wilizabilidad y utilidad, su carécter de materia totalmente subordinada y funcionalmen- te disponible para la conciencia. Y ésta fue la conclusion de Kant. Por esto la conciencia nace y se levanta como “libertad absoluta”. Su “nueva figura” es la prictica incondicional ilimitada, la reconquista egocéntrica del mundo objetivo social y natural, su posesion y dominio: economia politica y jusnaturalismo, burgués y ciudadano, liberalismo econéomi- Ibid, p. 343, | APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL, ” co y politico, Capital y Republica. Si la realidad socionatu- ral resulta definitivamente perdida desde el punto de vista conceptual abstracto de la Ilustracién, pero fundadamenie recuperable con base en el principio de su naturaleza utiliza- ble, se sigue que la recuperacién de la realidad solo puede suceder como una asimilacién violenta del objeto por parte del sujeto, como coercién ilustrada, En efecto, el acerca- miento de la conciencia al mundo con base en su utilidad es simultaneamente obstaculizado y empujado hacia atras por ser un acercamiento con base en el concepto. Y éste, a causa de su estructural extrafiamiento de la realidad y por tanto de su impotencia ante ella, termina coherentemente en el Te- rror. La utilizacién del mundo, orientada por el concepto, remata logicamente en coaccién violenta de la sociedad. La universalidad ¢ incondicionalidad del concepto, cuando se yergue como principio orientador de la accién ilustrada util zadora del mundo, s6lo puede cancelar y borrar con puntua- lidad implacable ¢ incesante las realidades concretas que necesariamente estén limitadas por su particularidad y sus condicionamientos y que, por ende, no pueden existir de acuerdo con su puro concepto. La revolucién del concepto, la revolucién ilustrada, que en la utilizacién transformadora del mundo actia sélo en nombre y con el encargo de los conceptos del sujeto racio- nal, termina congruentemente en la destruccién sistematicae inevitable de toda realidad social que no exista conforme al concepto puro de la raz6n y no sea disponible a la libertad absoluta del sujeto particular. Es asi que el deber-ser de la realidad social, establecido a la luz del purisimo concepto del hombre como sujeto racional y libre, termina por borrar violentamente realidades sociales formadas por sujetos y co- munidades libres que a través de su historia material y esp’ rial han ido configurando sus conceptos de libertad social y normando sus practicas. El concepto de libertad abso- lua y pura liquida las libertades reales comunitarias y perso nales, gestadas en el seno de la historia social 2 La TRADICION El imperativo kantiano de hacer coincidir concepto y rea. lidad, “deber-ser” y ser, valor y hecho, libertad y sociedad, pudo evitar caer en la desaforada destruccién efectiva del mundo social, porque por debajo de la ilustracion de la criti- cade la raz6n pura se cold subrepticiamente el postulado de la raz6n practica, que es justamente la manera culta y escla- recida de conservar todavia la fe religiosa en un “més alla”, en un “reino espiritual” donde ser y pensar, deber ser y ser, s6lo pueden identificarse cabalment®. La fe wansformada en postulado de una identidad metahistorica y metasocial con- leva el reconocimiento racional de la imposibilidad que en 1a historia social pueda haber identidad entre concepto y rea- lidad, libertad y sociedad. Y, por tanto, implica y advierte la inutilidad de una accion revolucionaria ilustrada que preten- da dar un paso mas y pasar de la moral racional y racionali zadora a la politica prictica, o que, reivindicando la obli gacién moral de actuar solo de acuerdo al imperativo y su postulado, se transforme en la voluntad politica de realizarlo efectivamente en la sociedad, a cualquier precio. Pero en la Mustracion politica pura y radical de Robespierre ese impera- tivo-postulado, ya sin las adherencias moralistas de la fe des echada, origina y despliega la masacre Para Hegel, los restauradores y los revolucionarios estan de acuerdo, sin saberlo, en aceptar el resultado ilustrado de la separaci6n tajante entre sujeto y objeto, conciencia y totali dad efectiva, concepto ¢ historia, aunque los primeros juz- guen a la revolucién como un hecho tagico y los segundos como un hecho heroico. Los restauradores piensan que, si la realidad social revolucionada debe llevar sola y exclusiva mente en la arquitectura de su nuevo ordenamiento las mar- cas violentas del sujeto humano y de su concepto, entonces las marcas del ser total, del Absoluto, de Dios, pueden encontrarse s6lo fuera de la realidad social y politica, solo en el corazén, en la vida del alma, en la buena conciencia, en el “alma bella”, o bien en el fondo misterioso y palpitante de la naturaleza perfecamente ordenada; por ende, slo en regio APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL, ss nes de vida que son originalmente extrafias al concepto y Gnicamente revelables al sentimiento, a la fe, ala intuicién, a la vivencia. Dios habita en el corazon del hombre y en el pul- so de la naturaleza, no en el foro piblico ni en la historia politica. Para los revolucionarios, en cambio, s6lo debe haber un mundo social exclusivamente humano, estructurado de acuerdo con el concepto rigurosamente racional de hombre y, por ende, de libertad plena. Por ello con coherencia se arrasa con lo prehumano y lo servil, con lo oscuro, lo irracio nal y lo recibido pasivamente por tradicion, asf como se des- truye toda propuesta o accién que no-tenga cabida dentro del concepto que cada autoconciencia panticular con igual dere- cho tiene de la libertad y de su onganizacion y ambito de ac- cién en el mundo natural y social. Es asi que la restauracién, para salvar la realidad substancial y el Absoluto, perdidos a los ojos de la cultura esclarecida, retrotrae mundo, hombre y Dios a la interioridad de la piedad devota, abandonando la politica y la historia social a su destino de “aos y capricho” Larevoluci6n, en cambio, para recuperar la realidad perdida, invade atropelladamente el mundo con la intencién de co: quistarlo conforme a su concepto € implanta el terror en la politica y la historia social. Para rescatar las libertades confer- me al concepto racional de libertad, las homogeneiza coacii vamente 0 las liquida politica y fisicamente, como indignas de existir. La restauracion prefiere la introversion piadosa del suijeto hacia st mismo. La revolucién elige la extroversién terrorista del sujeto hacia fuera de si mismo. A su manera, ambas reco: nocen y registran el fracaso que ante la realidad histérica padece tragicamente el concepto abstracto, el “puro concep- to de esencia” de la conciencia. Ambas reconocen el fracaso politico de la revolucién basada en el concepto ilustrado y, sin embargo, quedan prisioneras en la carcel de los concep- tos de la razon pura o en la carcel de la intimidad nostalgica y agresivamente bélica de la autoconciencia particular. El pre~ st LATRADICION cio de la era del concepto, la Hustracion, es el ateismo del mundo social, la politica abandonada al caos, al capricho o al terror. Todo concepto que se ha vuelto externo a la realidad, vacio de determinaciones concretas, es decir, toda separa cién enue filosofia ¢ historia, paga el precio de un volumtaris- mo radical en politica. La Hustracion muestra y cristaliza con toda claridad la vinculacién paradéjica que existe entre el racionalismo de la autoconciencia y el irracionalismo de la accion, entre razén ilustrada y sinrazén politica, entre de recho natural abstracto y la vida social, hecha de relaciones singulares ¢ intensas. En suma, restauracion y revolucion ter- minan respectivamente en el voluntarismo del ensuetio esca~ pista o en el voluntarismo de la realizacién coactiva. Novalis en la poetizacion romantica de la Edad Media comunitaria, “en aquellos hermosos y esplendorosos tiempos, cuando Europa cra una tierra cristiana”. Robespierre cortando cabe- zas con su furia jusnaturalista de palingénesis. Ambos radi cales y voluntaristas, porque la vida social escapaba al con. cepio y la historia evadia la teoria. 3. EL PROVECTO TEORICO-PoLITICO DE HEGEL Desde esta crit a atinadisima ala Hustracion y Restauracién, Hegel comenzé su inolvidable construccién del pensamic! to (la dialéctica del “derecho” hacia el “ethos"). En el nivel teérico esto sighificé para Hegel prefiar de determinaciones historicas particulares a la concepcién abstracta universal y elevar la historia particular al rango de concepto racional, la historia que el romanticismo habia reivindicado y reconquis- tado, pero que, en su autodefensa y oposicién al orgulloso dictado del concepto genérico y formal de “naturaleza humana”, decayé en las representaciones irracionales de la fe, la vivencia (Erlebnis), el sentimiento (Einfahlung). Hegel rato de Ilenar con historia real al concepto formal y dar con cepto verdadero a la historia meramente sucedid de lograr la identidad entre lo racional y lo real, entre “logica” y APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL 35 “fenomenologia", de lograr el Concepto (Begriff) como sintesis de verdad ¢ historia, de lo universal y lo particular, de determinismo y teleologia, del ser y el deber-ser. En el nivel prictico-politico, esto significd para Hegel lenar el proyecto racional jusnaturalista de la ilustracién revolucionaria con la densidad concreta de las conciencias individuales y de las instituciones sociales y politicas radicio- nales, que habian sido producidas a lo largo de la historia por comunidades, generaciones, pueblos y naciones, tal co- mo lo exigian roménticos, restauradores y germanistas. Se wataba, en primer lugar, de dar ordenamiento institucional objetivo, comunitario y societal -y ordenamiento de acuerdo con la verdad de razén- a los intentos subjetivos que los individuos habian debido llevar a ¢abo para poder salvarse a mismos, para poder salvar su fe, su tradicion, su libertad y su autoconciencia personal, ante la embestida de un “dere cho natural” genético ¢ impersonal que habia sido erigido en la unica norma de la vida social. Estos intentos habian conducido a los individuos a refugiarse en la interioridad de la “moralidad”, en la intimidad de la autodeterminacién de lo que es la idea del Bien y del Deber y, mas atin, a consti- tir la moral en el principio verdadero ¢ irrenunciable de su conducta dentro de las instituciones sociales y_politicas (modernas) establecidas s6lo juridicamente y, por esto mis- mo, soportadas como tn mal o un peligro para la moral per- sonal. En segundo lugar, se trataba de dar ordenamiento ins: titucional objetivo, de acuerdo con la verdad de razén, a todas las instituciones sociales y politicas que regian las co: miunidades regionales y locales y a las corporaciones sociales; instituciones que habfan sido producidas a lo largo de una historia propia y viva, y que expresaban y concentraban la energia espontinea y creativa de pueblos y naciones, “el spirit del pueblo”. En la dimensién practico-politica, Hegel buscaba superar la norma abstracta jusnaturalista del “Estado de Derecho”, que s6lo recogia la expresin mas limitada, subjetiva y for 56 LATRADICION mal de la libertad, la que se despliega en la propiedad y el mercado. Y de superarla, negandola, mediante las instancias de la moralidad individual y de las instituciones sociales de comunicacion interpersonal, producidas a lo largo de la his toria social. De esta manera, Hegel Ilevaba el Estado juridico a la verdad concreta € historica, sustancial y objetiva, de la libertad individual interior y de las libertades comunitarias: al “Estado Etico”. Hegel intento de esta manera reconciliar en la identidad y en la totalidad organica del Estado, la Tus- wacién y la Restauracion, la modernidad y la tadicién, el derecho general y la moralidad personal, el derecho racional y las instituciones historicas nacionales, las libertades de la naturaleza humana y las libertades comunitarias y corporati vas, la repiblica y el Reich. Estas dos tareas, la te6rica y la historica-politica, fueron, consumadas inolvidablemente en la construccién hegeliana. Baste aqui someramente recordarlas. Su meracritica a la eriti- ca kantiana se basa en “la autorreflexion fenomenol6gica del espirita”, en una “conciencia (que) reflexivamente puede hacer transparente solo su conexién genética” y su proceso de formacién, en una “experiencia fenomenoldgica de la que resulta el punto de vista del saber absoluto de manera inmanente y necesaria”.*¥ En el movimiento espontineo y reflexivo de la conciencia se pone y se descubre con toda cla- tidad la distincién enue “entendimiemto” (Verstand) y “razon” (Vernunft), asi como la orientacién y desplazamien- to (espontineo y reflexivo) del entendimiento hacia la razon. El entendimiento es la raz6n ligada en su operacion ala “certeza sensible”, por ende, a la multiplicidad, diferencia, limitacién, separaci6n y contingencia de los datos del mundo J. Habermas. Eetenntis und Interesse, rankluet asa Main, Ai Subykamp. 1969, pp. toy 18 Y82 de G..W. Hegel, Enciclopedia dle bas Criss a disponible es Ta de Fale Pornia, $4 ed. Mexico, 1980, pp. 51-52 APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL, 37 que caen bajo la experienc’ materia. Por esto, la formac inmediata y que constituyer 1n del concepto, correspondien- te al entendimiento, termina en el concepto abstracto, en la conceptualizacion del mundo natural y social como mera masa de entidades diferemtes y separadas, como mera suma de elementos limitados 0 finitos. Aqui, “el pensamiento, como entendimiento, se cierra en la determinacién rigida yen a diferencia de una determinacién respecto de las otras; tal producto abstracto y limitado vale para el entendimien. to como existente y subsistente por si”. Pero este resulta do del concepto abstracto analitico, que s6lo. rej roduce tas e independientes entre si, do por la misma dialéctica reflexiva de la concien- cia. La segmentacion y pulverizaci ica de la realidad descubre la precariedad y comtradiccion de su representacion conceptual. Ninguno de los clementos simples, aislados ycontiene determinaciones fi es devo c independientes conceptualizados puede ser completamen te pensado y entendido sin que la conciencia salga de él ylo trascienda, sin que simulténeamente los relacione a sus opuestos ¢ incluya en su concepto la referencia al opuesto, sin negarlo en su pleza, identidad, clausura y separacién. En efecto, nada particular puede ser definido y delimitado conceptalmente de manera univoca sin extrovertirlo, sin hacer de muevo y necesariamente referencia a lo que la cerra- 76n del concepto analitico trat6 de separar y negar, exchtir y expulsar, eu el mismo acto de la definicién y del deslinde, la con ciencia advierte que la supuesta identidad exclusiva de su concepto abstracto de lo particular incluye y recupera wun: bien dentro de si todo el universo de lo excluido, de sus dife " contradictorios y opuestos. La conci cia deseubre nido logico Nevaen su interior con la mismidad de lo representado también su intimamente que la identidad de su cont diferencia y con la igualdad unitaria su oposicién. Toda de- finicion de wna determinacién finita conlleva ¢ incluye de manera intiinseca y necesatia la referencia a lo que separ, 3s LATRADICION expulsé y negé, a su negacion. De esta manera, se toma con. ciencia de la necesaria presencia de lo negative en el concepto “positivo”, asi como se advierte que la conexién y el conjunto (sintesis) total penetra al concepto analitico de manera negativa y negadora; y este descubrimiento obliga a la conciencia a autocriticarse y rehacerse, a renovarse y a reproducir sus conceptos, a superarse y desarrollar su ver- dad y realidad. En una primera instancia, en el momento “dialéctico 0 negativo racional”, la conquista del concepto “intelectual” © “accesible al encendimiento” (verstandige Seite) se mani- fiesta efimera y contradictoria consigo misma: “Es el supri mirse por s{ mismas de dichas determinaciones finitas y su paso a las opuestas.”” “La dialéctica es esta resolucién inma- nente en la cual la unilateralidad y limitacion de las determi- naciones del entendimiento se expresa como lo que ella es, es decir, como stu negacién: todo finito tiene la propiedad de suprimirse a si mismo.” Por ello, el concepto analitico y abstracto de lo finito se suprime y sabe que no puede mas que suprimirse, que no hay dentro de él algin contenido positivo idéntico, siempre igual a si mismo, fijo, resolutorio yconclusivo, de una vez por todas. El concepto analitico esta condenado a captar la contradiccién en su identidad, la opo: sicion en su igualdad, la apertura a la toualidad en su cerra z6n simple y parcial. Esto significa que la conciencia recono- ce la falsedad de su concepto producido y, por ende, se pone espontanea y reflexivamente en movimiento a la basqueda de su verdad ¢ identidad efectivas. Después, en el “momento especulativo o positive racio- nal” (verntinfiige Seite), la conciencia produce un concepto que sabe que, “aun siendo algo pensado y abstracto, es a la vez algo concreto, porque no es unidad simple ¥ formal, sino unidad de determinaciones diversas; por esto, la filosofia no tiene nada que hacer con meras abstracciones o con pensa- mientos formales, sino sélo con pensamientos concretos”. La conciencia es sacudida y puesta en crisis por la revelacin APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL 3a de todo el conjumo de negaciones que cerca y penetra al supuesto concepto cerrado de identidad de lo particular 0 elemental. Y el resultado relativamente final al que ella llega to de “totalidad determinada”, de “con-junto” 0 “sin-tesis” de determinaciones diversas. La importancia cognoscitiva del concepto analitico Hevo de la mano ala fecundidad tedrica del concepto sintético, asi como Ja contradiccién intrinseca del concepto abstracto monadista condujo a la fuerza representativa del concepto concreio, Este concepto presenta a la conciencia el “algo” como punto de concrecién 0 con-juncién de muchas realidades y relacio. nes y, al mismo tiempo, como momento y elemento panticu- lar de una totalidad estructural mas amplia y en movimiento, en la que esta incorporado, subsumido, in-tegrado. En cada “algo” se expresa una totalidad superior que lo contiene como una de sus determinaciones y cada “algo” es, a su vez, un todo que recoge en si otras determinaciones y relaciones, La derrota cognoscitiva del elemento simple y separado lev a concebir el todo complejo, asi como el fracaso del “enten- dimiento”, que reproduce al mundo como acervo 0 suma de entidades aisladas, dio paso a la formacién del concepto ver- dadero de la * que representa al mundo como un universo organico dotado de una “conexién inmanente”. Es sabido por todos que la totalidad concreta altima y verdade- ra, la que concentra dentro de si todas las determinaciones existidas, existentes y posibles, es la sustancia absoluta y entera que se sabe sujeto absoluto: el espiritu Pero la dialéctica de la produccién de la conciencia no s6lo lleva del analisis a la sintesis, del elemento abstracto ala totalidad concreta. La dialéctica de la conciencia nos hace pasar también del dererminismo (mecanicista) ala teleologia, de una concepcién del mundo como “naturaleza” a un mundo como “espiritu”: es, entonces, un conce El espiritu tiene para nosotros la naturaleza como su presupuesto, de la que él es su verdad y, por tanto, 2 La TRADICiON su primer absoluro. En esta verdad, la naturaleza ha desaparecido y el espirins resulta como la idea que ha llegado a ser para si, cuyo objeto y sujeto a la vez es el concepto.'5 En el nivel del entendimiento, el mundo es solo “naw ral”, un conjunto plural y diferenciado de esencias o natra lezas, dentro del cual se ubica la “naturaleza humana”. Si este conjuno diferenciado se constituye y transfigura en un universo, en “la naturaleza”, esto se debe de nuevo a que la dinamica de la logica formal y su conejo de conceptos abstractos llega en ella a su maxima y universal abstraccin “la naturaleza”” es el concepto super abstracto que en su comprension légica, totalmente vacia y formalizada, recoge toda la extension légica de las naturalezas, nto la humana como las especies animales, vegetales y los cuerpos fisicos Mas ain, si este conjunto diferenciado se constituye y transfi- gura en el universo de la naturaleza, esto se debe no sdlo a las conexiones taxonémicas que establece rigurosamente la catalogacion légica del entendimiento, sino sobre todo a las conexiones causales, a las “leyes” que pone desde su estructural y limitada perspectiva de conocimiemo, ligada a la experiencia y al experimento sensible. Para el entendi miento la Gnica manera de dar “conexion” a un mundo, que representa analitica y abstractamente como conjunto de entidades entre si separadas y diferentes, puede suceder sélo mediante leyes de causalidad, leyes de descomposicion y composicion, de origen y cambio. La perspectiva del concep- to universal abstracto de género y especie v la del concepto analitico de elemento prescinden de la riqueza cualitativa y de a toralidad de determinaciones de los individuos concreta mente existentes y actuantes. Por ello sit tinica pos ra de pensar la unidad y “cone: leza sucede median Je mane }6n Inmanente” de la manna leyes generales y genéricas, nmmésicas id § 381 APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL, a de un universo natural es nn de un “mecanismo univer- y parcializamtes. La constituci sélo posible por la instaurac sal”. Sin embargo, a la luz del con supera este esquema causal determi del encendimiento cientitico que deposita y expresa en ellas Ja estructura y el ordenamiento fundamental de la realidad y de su movimiento. En el concepto de la raz6n, el esquema causal determinista se leva a su verdad profunda, a la verdad del esquema causal tcleologico, por el que se descubre y pone en la historia la autoconciencia y la libertad sustancial y objetiva del espiritu humano y, con él, la del Espiritu Abso- luto (no la vacia conciencia y libertad formal y subjetiva del jusnaturalismo ilustrado). El esquema causal determinista reconoce que es solo la representacion y explicacién de la naturaleza y de la historia social en cuanto “aparecen” al entendimiento y a su concepto abstracto, Aqui la causalidad ;pto de la razén se niega y sta de leyes universales sabe que es solo el ordenamiento de la realidad en cuanto “objeto de conocimiento” (no como objeto real y conoci miento real), en cuanto “Gegen-stand”, “Dasein”, “Erschei nung”, es decir, en cuanto realidad que esté y aparece abi delante y se pone enfrente de los sentidos en la obviedad de la pluralidad y contingencia de sus determinaciones y que constituye la materia experiencial sobre la que, desde afuera, se elabora el contenido logico del concepto analitico y del enunciado de la ley, que son indudablemente el primer esfuerzo de la conciencia intelectual por dar unidad y necesi dad alas determinaciones sueltas y contingentes de los fend- menos. Pero, la reflexion de la conciencia sobre el entendimiento Jentifico hace que éste sepa su determinacién y contradic y se des pla saber que no sea abstracto y separado del mundo natural ¥ 11, que reconozca su saber limitado, su no sabe © asi en busqueda de un nuevo saber resoluorio, Un de la historia social, sino interiorizado y entrahado en ellos, un saber idéntico con la realidad y en el que la realidad se a LATRADICION ste en st mismidad como idéx Ja autoconciencia absohuta: como espiritu. Aqui, en este pun- to de Ilegada del recorrido fenomenologico (que es en si el punto de partida de la logica-ontologia), en el concepto dela raz6n, la naturaleza y la historia se muestran intimamente penetradas por la intencionalidad y por el “sentido” del Espiritu Absoluto que las pone en ser, las mucve, encamina y dirige en funcidn de si mismo, para su fin de autorrealiza- cién y autoconocimiento completo. Al ojo de la con-ciencia, que no de la ciencia, la realidad natural ¢ histérica se ma- nifiesta movida y agitada por una causalidad teleolégica necesaria y se desvela como una pancdsmica “conexién de sentido” (Sinnzusammenhang), dotada de estructura y orde- namiento teleoldgico, en tanto que producto libre de un Su- 0 Absoluto. Las leyes causales del entendimiento cientifico, en la me- dida que cancelaban y superaban la multiplicidad y la con- tingencia de las determinaciones de la experiencia sensible (naturaleza ¢ historia), Hevandolas asi a su unidad universal y necesaria, fueron sélo el primer y provisional barrunto de la verdadera unidad universal y necesaria que funda, sosticne y estructura naturaleza € historia, a saber, la intencionalidad teleologica del Espiritu Absoluto. La realidad cntera se reve- la, entonces, como una estructura lena de sentido, como “significacién”. Por la dinamica espontinea y reflexiva de la conciencia, sucede el transito de la causalidad universal y nece- saria, propia del entendimiemto analitico-hipotético y separado de la realidad, a la teleologia universal y necesaria, sok ble a la razon y en la que se sabe que sucede la identidad entre ser y pensar, que el ser ¢s autoconciencia y, por ende, intencio: nalidad y finalidad. Hay, pues, un desplazamicnto de la expli: 1 por causas a la comprension por fines, a “la compren- sion del sentido” (el “Sinnverstindis" weberiano). Dicho de otra manera, la “ex-plicacion”, que ctimoldgica y ligi camente denota “desplegar algo desde afuera” (el conoci miento del despliegne 0 desarrollo de li realidad desde cl ‘a con la conciencia y APERTURA DE LA CUESTION: KANTY HEGEL. 6 afuera del concepto abstracto y de sus leyes causales), s¢ des plaza a la “com-prensién” que etimologica y légicamente denota “tomar algo por estar ya con o junto con’él”, es decir, el conocimiento del despliegue o desarrollo de la realidad gue de la autoconciencia, del espiritu. A este punto, la causalidad se rebasa en teleologia y en ella llega a su verdad, asi como la ciencia natural e historica asciende llega a su verdad en filosofia de la historia: la ciencia se supera en sabiduria (Wissenschaft), Si volvemos un momento la mirada a Kant, se recordar que en é quedaban separadas ciencia causal y libre concien: cia teleolégica moral. La teleologia de la conciencia humana en el mundo natural ¢ historico no podia demostrarse te6ti camente en su verdad, sino solo postularse necesaria y uni versalmente. En este sentido, fluian dentro de la historia humana dos historias gobernadas por dos causalidades: la del “reino de las causas”, por un lado, y la del “reino de los fines”, autodeterminamte e indemostrada racionalmente, propia del “mundo inteligible”, por el otro. Se recordara tambié teleologismo prictico Hevd a una tajante separacion entre como desp que esta dualidad entre determinismo tedrico y ciencia y politica, razon por la cual el tinico conocimiento posible de la politca era el de una ciencia normativa, de una philosophia practica. Este resultado kantiano queda ahora rebasado por la metacritica dialéctica de Hegel a la critica ascedental, Causalidad y teleologia, teoria cientifica y com ciencia moral, ser y deber-ser, razon pura y razén practica, son removidos de su dura dualidad y de su irreconciliable oposicién y son tematizados como momentos necesarios de la formacién real de la conciencia, de la formacién de la ver- dad tedrica y de la historia humana libre. £1 postulado encuentra, entonces, su fundacion y verdad tedrica mas all’ de Ja ciencia, asi como la ciencia encuentra su verdad mis alla de ella misma, en la autoconciencia del Absoluto, y de la misma manera que el determinismo causal se vuelea y se wransforma en teleologia necesaria. No hay dos historias dela ot LATRADICION raz6n o de la conciencia que en este mundo queden paralelas ¢ irredentas, por lo que su unidad deba postularse fideista- mente, a Ja manera de Kant, en una vida trascendemte y feliz de las almas inmortales. Hay una sola historia de la concien Gia, pero que necesita transitar y elevarse de la ley a la auto- conciencia, de la necesidad mundana a la autodeterminacion de la libertad, de la naturaleza a la historia, del mundo condi cionado al Absoluto que esta en accién dentro del mundo. 0 y reflexivo, que acontece al compas de negaciones inesperadas pero incontenibles, es justamente el descubrimiento y la inauguracion de la histo ria, la comprensién de que la realidad no es naturaleza, sino profunda y fundamentalmente historia, historia de la auto conciencia, por ende autodeterminacién de la libertad y, en consecuencia, realizacion de sus fines, teleologia, ética, ethos. Bl jusnavuralismo y la economia politica, cuyo progra. ma tcérico y politico se basa en el concepto de “naturaleza humana”, se cimbran y derrumban por la fuerza de la histo- ria de la conciencia y de la libertad, que proyecta sus fines y valores y los persigue con el afin de la accién y la dura elec- cién entre alternativas y opciones. En este sentido, tampoco la ciencia esté reftida con la politica y separada de ella. Tal distanciamiento es sélo posi ble pata la ilustracion, para una teoria separada de la vida y dela accidn de la conciencia y de su autodeterminacién. Esto ¢s slo posible para una teoria que con enunciados y postula. dos abstractos quiere domenar con terror el ritmo de la sociedad y quiere determinar, desde el afuera del concepto filoséfico o cientifico, el deber-ser de los hechos sociales pro- ducidos y en proceso. Para una teoria que, asida al vacio con- cepto de “naturaleza humana” y de sus libertades connavura: les formales y subjetivas, quiere marcar y parar la historia social civil y politica efectiva, la que en su movini nto ha producido y produce las libertades reales, las reconocidas socialmente de manera espontanea y sentida, y las institucio nes civiles y politicas que definen el ejercicio de las libertades. ———————————EE APERTURA DE LA CUESTION: KANT Y HEGEL, 65 Pero, tal distanciamiento es impensable ¢ invalido para un conocimiento que sabe y reconoce que sélo por dentro y a través de los hechos sociales en movimiento, mediante ¢l desgarramiento asumido de las negaciones y de los conflic- tos, se forma el conocimiento verdadero y la verdadera reali- dad, la teoria real y la realidad de acuerdo con la woria, la razon teérica y la prictica racional. Para este nivel de conoci- miento, el Estado y Ia politica son, en cambio, la consuma- cién de la verdad racional, sustancial y objetiva de aquellas libertades universales que el jusnaturalismo y la economia politica habian conceptualizado y realizado de manera meramente formal y subjetiva, contradictoria, asi como la consumacién de las libertades instituciones particulares, que la wadicion historica de sociedades y asociaciones inter- personales ha producido y desarrollado. En este sentido, la politica y el Estado son la consumacién de la autoconciencia y de la autodeterminacién, legadas a su verdad racional y a su realidad verdadera: “Lo racional en si y para si.” Sila ciencia empirica se rebasa y transforma en fenomenologia y logica del espiritu, en “ciencia de la logica”, vera en el Estado yen la politica el lugar donde el Logos (la autoconciencia y la libertad) se encarna en la historia temporal, el lugar donde la verdad “racional”’ (sustancial y objetiva) de la autoconcien- cia y de la amodeterminacién tiene cuerpo y suelo historico y donde la historia sociopolitica alcanza la forma del espirin verdadero, pues “el Estado es espiritu objetivo”, “Espiti tu ético en cuanto voluntad patente, clara para si misma, sts- tancial, que se piensa y se sabe, y que cumple lo que sabe y como lo sabe”, y porque en el Estado el individuo “tiene sit libertad sustancial, como su esencia, fin y producto de su ac tividad”’. Bastaria, cuando menos, releer desprejuiciadamer te el famoso “Prefacio":de su Filosofia del Derecho para en tender en toda su riqueza la identidad entre saber y politica Sin embargo, el inolvidable esfuerzo hegeliano se logré solo por medio y en el nivel de la filosofia, de la ontologia. Si Hegel logra englobar el concepto abstracto en el “universal

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