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El pregón de los pregones

El 2021 será recordado por los cofrades por muchísimas razones. Y una de las más
indelebles se titula «La Semana Santa en la palabra», acto de homenaje al Pregón
que reunió en un mismo escenario a José María Rubio, Joaquín Caro Romero,
Carlos Herrera, Lutgardo García, Alberto García Reyes y Charo Padilla

Ochenta y cuatro años han transcurrido desde que Federico García Sanchiz diese su
«charla» en el desaparecido Teatro San Fernando, la cual supondría el germen del
Pregón de la Semana Santa de Sevilla. Casi ocho décadas y media, en las que hemos
asistido a todo tipo de declaraciones de amor a la ciudad y a su celebración más popular,
y con las que nos hemos emocionado, aprendido e incluso divertido (porque no solo de
ruán vive el cofrade).

En la historia del PREGÓN —escrito así, con mayúsculas—, ha habido de todo y para
todos; desde algún año incierto en el que se hubo de abandonar el mítico recinto de la
calle Tetuán para trasladarse a la capilla del Museo (por entonces se llamaba Proemio
cofradiero), a ediciones brillantes, simplemente correctas e incluso soporíferas. Pero
aun así, dicho acto ha contado con el respaldo de la mayoría de los cofrades durante sus
respectivas etapas, primero en el mencionado Teatro San Fernando, y más tarde en el
Lope de Vega y el Maestranza. De este modo, lo que comenzó siendo un ejercicio
intimista oficiado durante el primer tercio del siglo XX, dio el salto al nuevo milenio
como el genuino «pórtico» de la Semana Santa.

Si al igual que ocurre con el fútbol, tuviésemos que seleccionar a los mejores
pregoneros de la historia —aquellos que podrían integrar el equipo ideal de rapsodas de
lo efímero y lo inefable— seguramente deberíamos comenzar por Antonio Rodríguez
Buzón, que sin ser inventor de nada, ha pasado a la historia como el creador de un
modelo mil veces imitado y que no nos cansamos de escuchar y admirar. Él sería —
valga el símil deportivo— el entrenador de una selección en la que no deberían faltar
figuras como José María Pemán, Luis Ortiz Muñoz, Joaquín Romero Murube, Antonio
Filpo Rojas, Antonio Montero Galvache, José Sánchez Dubé, Manuel Toro, Juan Moya
Sanabria, José Luis Garrido Bustamante, Carlos Colón y Antonio García Barbeito.

Por Ellos y para Ellos

Ninguno de ellos ha formado parte del acto organizado por el Consejo de Cofradías para
dar lustre al Domingo de Pasión de 2021 —la mayoría ya no se encuentran entre
nosotros, y el resto no han integrado la lista por decisión propia o de los responsables de
la institución—, pero no obstante su espíritu ha estado presente a través de los nombres
que les antecedieron o les sucedieron, al igual que el resto de escritores, médicos,
abogados, clérigos, periodistas, pero sobre todo cofrades, que nos hicieron soñar con las
puertas de la Gloria, el sonido de las cornetas o el aroma del incienso.

Si el primer pregonero de la historia se colocó tras el atril un 20 de marzo, el penúltimo


hasta la fecha lo ha hecho un día después, el 21, y en unas condiciones
sorprendentemente similares a las de entonces: en medio de una guerra. Porque a pocos
escapa que lo que estamos viviendo (o mejor dicho, sufriendo) es una suerte de
enfrentamiento bélico contra un enemigo invisible que, prácticamente a diario, y como
ocurriese en la contienda de 1936, provoca bajas entre la población civil. Una lucha sin
cuartel en la que, para sobrevivir, habremos de seguir encomendándonos a Cristo y su
bendita Madre, los cuales, en el sentir sevillano, llevan advocaciones y rostros
cincelados en nuestros corazones y nuestra memoria. Por Ellos y para Ellos hemos visto
desfilar por las tablas del Maestranza a pregoneros míticos de los últimos treinta años —
no están todos los que son pero sí son todos los que están—; nos hemos vuelto a deleitar
con las marchas interpretadas por la Banda Sinfónica Municipal —la más antigua de la
que se tiene constancia—; e incluso hemos evocado momentos irrepetibles de la historia
de este acto. Por Ellos y para Ellos, pues sin Jesús y María no tendrían sentido los
pasos, ni los nazarenos… y mucho menos los pregones.

La Semana Santa en la palabra

Resulta difícil quedarse con un momento de este ‘pregón de los pregones’ llamado por
sus impulsores «La Semana Santa en la palabra» y celebrado el Día Mundial de la
Poesía de un año que está siendo de todo menos lírico. No obstante, es de justicia
destacar la habilidad que han tenido sus organizadores para recoger la esencia de un
acto grabado a fuego en el calendario del cofrade y darle unas cuantas vueltas hasta
obrar este hermoso experimento. Y decimos ‘experimento’ porque quién sabe si en un
futuro el Pregón tradicional podrá tomar ciertas fórmulas utilizadas en 2021 —según
señaló el presidente del Consejo Francisco Vélez en la posterior rueda de prensa, «a lo
mejor alguna viene para quedarse»—. Comenzando por el escenario, el cual ha
experimentado un cambio sustancial con la ausencia de las autoridades, y culminando
con la proyección de imágenes —bellísimo el recuerdo a Rodríguez Buzón y a todos los
pregoneros de la historia— o una mayor presencia de la música —la introducción del
violín y el piano fueron un completo acierto—. A todas estas novedades hemos de
otorgarle un sobresaliente, así como a la valentía de organizar un evento que pretendía
ocupar un vacío prácticamente insalvable y que, de no haberse dado estas
circunstancias, tal vez no hubiésemos presenciado nunca.

En cuanto a los protagonistas en sí, poco podemos decir que no se dijera ya el año que
regalaron a Sevilla la magia de su escritura y la fuerza de su verbo. Si acaso reseñar que
han sabido confirmar en sus breves intervenciones —entre diez y catorce minutos cada
uno— el por qué sus alocuciones no han caído en el olvido y hoy son el espejo para
muchos aspirantes. Desde José María Rubio, cuyos versos a la Esperanza de Triana
inundaron de brisa marinera todos los rincones del auditorio («Porque Triana se llama el
corazón de Sevilla»), a Charo Padilla, fresca, radiante y cercana en su eterno Martes
Santo en El Cerro («Hoy, Domingo de Pasión, he procurado ser la de siempre»).
Tampoco defraudaron Lutgardo García, con un texto inédito que precedió a sus
poderosos versos al Cachorro y Sevilla («¿Conocéis el lugar?»); ni Joaquín Caro
Romero, con su romance dedicado a todas las hermandades —uno de los monumentos
de la Semana Santa escrita— y su maravillosa «décima de doce versos» dedicada a la
Macarena en 1969, y recuperada en su pregón de 2000: «…que dicen que por abril
cumple diecinueve años». Y por supuesto volvió a brillar Carlos Herrera, cuya puesta en
escena puede considerarse el epítome de lo que el acto debería ser y aspirar: la
excelencia en la comunicación («A la Gloria, sevillanos»). Aunque fue la voz de
Alberto García Reyes —la voz rota más íntima— la que nos llegó al alma con el
testamento lírico de Rafa González-Serna (Poesías desde el hospital). Gracias a su
generosidad pudimos escuchar el texto «No hay mañana sin ti», y evocarlo en el espacio
donde el artista se convirtió en leyenda. Un momento de lo más emotivo que el adjunto
a la dirección de ABC remató con lágrimas en los ojos: «Mis dos palabras postreras /
serán Sevilla y amén».

Y ya que hablamos de nombres propios no podemos evitar nombrar a Julio Cuesta, el


pertinaz pregonero sin atril que recibió el testigo de manos de Charo Padilla y nos dejó
unas palabras llenas de hondura («Lo de hoy aquí ha sido volver a soñar»); Carlos
Valera —responsable de las estampas que ilustraron la cita—; Francisco Javier
Gutiérrez Juan —capitán de los ‘Armaos’ de «Amarguras»—; y Fran López de Paz —
maestro de ceremonias de un acto que quedará en el recuerdo para siempre—.

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