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Una de las características fundamentales de la nueva ola debe procurar contar con las
opiniones de la población porque determinan una perspectiva de comunidad para
determinar hacia dónde va la sociedad y sus preocupaciones se traducen en prioridades o
disminución del interés científico por ciertos temas donde la investigación puede ser más o
menos intensiva de acuerdo a las opiniones de los ciudadanos teniendo en cuenta que gran
parte de la investigación en el mundo proviene de dineros públicos, lo que implica priorizar
en temas prioritarios para la sociedad.
Ante esta transformación sustantiva y acelerada de la historia, los académicos, los científicos,
el sector privado, la sociedad civil y los gobiernos se han concentrado en abordar las
oportunidades, así como los retos y las amenazas que representa.
Nuestra Organización debe también ser parte activa de esta conversación que para muchos
“es la conversación más importante de nuestro tiempo”.
Es un hecho que los cambios tecnológicos tienen un impacto en cada una de los ODS que nos
hemos planteado.
Si queremos ser eficientes es indispensable evaluar cuales son los cambios tecnológicos que
nos permitirán acelerar el cumplimiento de las metas de la agenda 2030 y aquellos que
podrían amenazar su consecución.
Las contribuciones de esta sesión están en concordancia con los objetivos de esa agenda.
Si queremos lograr la meta del empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las
personas, hasta el 2030, debemos crear 600 millones de nuevos puestos de trabajo.
Debemos poner entonces en marcha estrategias y políticas adecuadas que ayuden a las
personas a adaptarse y a aprovechar los beneficios de estos nuevos mercados laborales. Las
mujeres y las niñas deben ser, por supuesto, incluidas en estos planes.
El reciente informe emitido del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático nos
recuerda que, si actuamos colectivamente y con responsabilidad, podremos alcanzar los
compromisos del Acuerdo de París; también nos alerta de los peligros a los que se expone la
humanidad de no hacerlo.
Tercero y último punto, la Organización debe seguir abordando el tema de los rápidos cambios
tecnológicos manteniendo al bienestar de las personas en el centro de sus deliberaciones.
Un claro ejemplo son las tecnologías digitales. A pesar de su rápida expansión, solo el 48% de
la población mundial accede a Internet. La brecha digital que persiste dentro y entre los países,
constituye incluso un obstáculo al desarrollo sostenible.
Otro desafío asociado a la era digital es la protección del derecho a la privacidad de las
personas.
Quiero señalar que ciertas tecnologías que aún están siendo desarrolladas, como la
inteligencia artificial o el aprendizaje automático, requieren de marcos de regulación sólidos
para hacer frente a los desafíos y riesgos que sus usos representan para el futuro de la
humanidad.