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CANDELERO

DE HIERRO

Ficha biográfica de un bien


cultural

Diana Naranjo
Hace 29 años, bajo la presidencia de César Gaviria, Colombia se
vio obligada a hacer cortes de luz, ante la crisis energética,
derivada del crudo fenómeno de El Niño de esa época. Entre el 2
de marzo de 1992 y el 7 de febrero de 1993 el país se quedó a
oscuras.

El racionamiento de luz devolvió al país el uso de objetos que


pasaron de decorativos a utilitarios, elementos perdidos: los
candeleros y los candelabros.

Como muchos otros artículos utilizados en Europa en los siglos XIV


y XV, estos artículos llegaron a América como parte del equipaje
transportado por los colonizadores, y su uso se fue incorporado a
la práctica de la iluminación artificial convencional en las colonias
del Nuevo Mundo. A diferencia de otras obras, la función de los
candelabros que vinieron después, es similar a las funciones
realizadas por los elementos tradicionales locales (ollas, vasos,
cuencos, etc.), mientras que los candelabros crearon una colección
de objetos conocidos cuya única función es proporcionar luz
artificial.

No es lo mismo un candelero que un candelabro. ¿Dónde está la


diferencia?, candelero es aquel soporte de metal que tiene
capacidad para una sola vela mientras que el candelabro tiene dos
o más brazos.
‘’Por supuesto, las velas nunca se usaron sin un objeto que les sirviera de
base. Es así como aparecieron candelabros, candeleros, lámparas, candiles y
palmatorias cuya existencia se conoce gracias a innumerables actas
testamentarias que dan mayor razón de los propósitos con que estos
implementos se usaban, que dé su origen. Se sabe respecto de estos objetos
que cuando eran fabricados de plata o bronce los usaban, los sectores
sociales altos y cuando eran fabricados en madera y barro los usaba los
sectores populares. Las diversas versiones de candelero (candelabros,
lamparillas, arañas y demás) eran usados para la iluminación interior y para la
exterior, como se verá más adelante’’. Historia de la empresa de energía de
Bogotá Pag. 33.

‘’Si bien son escasos los estudios que abordan específicamente la


problemática de la manufactura local de este tipo de piezas, es posible
suponer que el derrotero seguido fue semejante al de otros materiales: los
ejemplares más antiguos llegaron desde la Península Ibérica durante las
primeras décadas de la conquista y algunos años después comenzó su
producción en nuestro territorio. Los productos americanos exhibieron
rasgos particulares que los distinguieron de sus pares europeos del mismo
período, pudiendo servir como elementos diagnóstico para identificar su
origen. Cabe recordar que en dicho proceso no solo se conjugaron rasgos de
las tradiciones indígenas e ibéricas, sino también moriscas y africanas –por
mencionar sólo las más estudiadas-, lo que se presenta como un ajustado
correlato material del carácter multiétnico de la sociedad colonial’’. *

* Aguerrebehere, N. y Igareta. nota sobre la presencia de candelabros en sitios coloniales de argentina.


1 Equipo de Arqueología Histórica, FCNyM, UNLP. Paseo del Bosque s/nº - 1900 – La Plata, Prov. de
Buenos Aires, Argentina.
En en la tradición judeocristiana, la biblia relata cuando
Moisés mandó a poner un candelabro ( la menorá) de oro
de siete brazos en el Tabernáculo “Haz un candelabro de
oro puro labrado a martillo. Su base, su tallo y sus copas,
cálices y flores, formarán una sola pieza”. (Éxodo 25:31),
insignia que luego se convirtió en un trofeo romano y de
alguna manera es un elemento que actualmente forma
parte ritual de la iglesia mayormente católica. Allí se
utilizan tres estilos de candeleros diferentes. El primero, los
que se ponen sobre el altar. Segundo, los que llevan los
acólitos en la misa solemne o en otras ceremonias y por
último el gran candelero sobre el que se pone sobre el
cirio pascual. Según la tradición, existen dos candeleros en
el altar para la misa rezada, cuatro en la misa cantada y seis
en la solemne. Pero si la misa la celebra el obispo se ponen
siete candeleros.

En Colombia se celebra en torno a la luz artificial el día de


velitas el 7 de Diciembre. En el año 1854, el papa Pío IX
emitió la bula Ineffabilis Deus, un tratado religioso sobre la
Inmaculada Concepción de María que “nunca estuvo en
tinieblas, sino en la luz”. Este mismo día, muchos fervientes
a lo largo del mundo encendieron una vela para celebrar
el momento y la tradición se ha perpetuado con el paso de
los años.
Este registro fotográfico da cuenta de mi relación con el
objeto en la era de el razonamiento de luz. En la era digital en
la que nos encontramos, los dispositivos electrónicos
dependen de la energía para cargar y continuar con su
normal funcionamiento. Esta situación supone una pregunta
en tanto nuestro entorno y relaciones con los demás. Un
relato de ficción sería que nuestro mundo no tuviera
electricidad y volviéramos a usar velas/luz artificial para
alumbrar.

En 1992 y los cortes de luz, advertía una serie de actividades


que compartía con mis padres y hermanas. Jugábamos al
parqués, dominó, ajedrez y hablábamos de actividades
realizadas durante el día. Nuestra cotidianidad estaba
mediada por actividades compartidas, no en la soledad de un
dispositivo electrónico como sucede en la actualidad.

Con la energía eléctrica podemos realizar actividades como


estudiar, ver la televisión, cocinar, escuchar música o jugar y
en los países con estaciones, la calefacción es determinante.
No obstante, la pobreza energética genera una espiral de
desigualdad que obliga a millones de personas a elegir entre
necesidades básicas: comer o calentarse; enfermar por el
humo o no poder estudiar haciendo uso de herramientas
tecnológicas, medio utilizado en las instituciones académicas
debido al confinamiento por la pandemia del COVID-19.
Aunque el uso actual de este objeto se relacione mayormente con rituales religiosos, no debemos olvidar que en nuestro
contexto histórico el candelabro haya sido un elemento indispensable tanto en los hogares como en los restaurantes y
más aún en esa época racionamiento de luz.

Hoy en día, existe un candelabro para todos los gustos, espacios y presupuestos. Su fabricación puede ser artesanal o la
industria ingenia distintas formas de candelabros como alternativa para decorar según las preferencias de cada persona.
Pero se destaca como elemento decorativo, ya que como objeto utilitario escasea su uso, sobre todo en las ciudades que
gozan de un servicio de electricidad óptimo.

A pesar de su permanencia en el escenario mundial el candelabro y el candelero, han perdido identidad dentro de los
escenarios decorativos. Actualmente una botella o una vasija de barro podrían reemplazar la utilidad de este elemento.

Deniz Unay, especialista digital, advirtió que el deseo de tener una vida virtual a través del uso del dispositivos de alta
tecnología puede afectar el rendimiento, los negocios y la vida social, e instó a tomar una desintoxicación de tecnología
periódica como antídoto a este problema. Así que la invitación es a rescatar este bien material, a que nos desenchufemos
de los dispositivos electrónicos y volvamos a conectar con la vida real.

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