Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La clausura femenina
en España
Págs.
TOMO II
VI. CISTERCIENSES
Págs.
Págs.
VII. CONCEPCIONISTAS
Págs.
VIII. DOMINICAS
Págs.
IX. FRANCISCANAS
Págs.
Págs.
Págs.
Págs.
Págs.
Págs.
Págs.
Págs.
Págs.
X. JERÓNIMAS
Págs.
I. Introducción.
II. Primeros apuntes topográficos: Las capillas de la Asunción, El
Salvador y Santiago.
2.1. La capilla de la Asunción.
2.2. La capilla de Santiago ¿espacio para la toma de armas regia?
2.3. La capilla del Salvador.
2.4. Las capillas de la clausura, ¿escenarios litúrgicos? Algunas
propuestas.
III. La creación del cementerio en el compás «de fuera»: Las capi-
llas de San Juan, san Martín y los Pórticos septentrionales.
I. INTRODUCCIÓN
and the Jurisdiction of Its Abbesses», Cistercian Studies, XXIII/2 (1988) 128-155; LI-
ZOAIN GARRIDO, J. M., y GARCÍA, J. J., El Monasterio de Las Huelgas. Historia de
un señorío cisterciense burgalés (siglos XII y XIII), Burgos 1988.
3. TORRES BALBÁS, L., «Las yeserías descubiertas recientemente en Las Huel-
gas de Burgos», en Al-Andalus, VIII (1943) 21-66, reed. en Obra dispersa I. Al-
Ándalus. Crónica de la España musulmana, vol. 2, pp. 184-237, en particular, pp.
222-225. J. C. Ruiz Souza retrasa toda la capilla al tercer cuarto del mismo siglo XIII.
RUIZ SOUZA, J. C., «La planta centralizada en la Castilla bajomedieval: entre la tra-
dición martirial y la qubba islámica. Un nuevo capítulo de particularismo hispano»,
en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (UAM), XIII (2001) 9-36,
en particular, p. 16.
700
EDUARDO CARRERO SANTAMARÍA
11. El esclarecido L. Torres Balbás ya se percató del asunto, sugiriendo que los
arcos continuarían hacia occidente. TORRES BALBÁS, L., «Las yeserías descubier-
tas», o.c., p. 223.
12. MUÑOZ PÁRRAGA, M. C., Monasterios de monjas cistercienses, o.c. La rela-
ción con los restos de pabellones de monjas en Vallbona de las Monjas (Tarragona)
y Ferreira de Pantón (Lugo) es desarrollada en CARRERO SANTAMARÍA, E., y GONZÁ-
LEZ GARCÍA, M. A., «Las dependencias monásticas de San Salvador y Santa María
de Ferreira de Pantón (Lugo)», en Cistercivm, 217 (1999) 1113-1160.
704 EDUARDO CARRERO SANTAMARÍA
res, pero que viera dos cosas de que le ploguiera mucho: la una,
quando estos caballeros noveles todos iban delante dél velar sus ar-
mas a la Iglesia, et la otra era, quando se asentaron a comer todos
con el rey en el su palacio» 21.
El papel de Las Huelgas en los ritos reales continuó. Enrique II fue
también a coronarse en Las Huelgas, tras ser proclamado rey en Cala-
horra 22. Juan I lo hizo de forma ostentosa, coronándose junto a su es-
posa, nombrando caballeros a cien de sus hombres y celebrando des-
pués «grandes fiestas en la cibdad de Burgos» 23. Por fin, Enrique III
adelantó su mayoría de edad declarándose Rey en Las Huelgas, antes
de los catorce años 24. Lo que resulta claro es que ninguna descripción
de la liturgia regia en el monasterio burgalés cita en momento alguno
ni la capilla de Santiago ni su autómata del espaldarazo.
esta zona del palacio real anejo al monasterio 26. Efectivamente, las
noticias sobre la residencia regia en Las Huelgas sitúan la misma en
el entorno del compás del monasterio. Fue Alfonso XI quien, según
las Crónicas, realizó obras en dicho aposento y vuelve a ser en el pa-
saje de su coronación en el que se relata cómo el Rey «...dexó la po-
sada del Obispo de Burgos, en que él avía posado fasta allí, et fue
posar en las sus casas que son en el compás de las Huelgas, que él
avía mandado facer et enderezar para honra desta fiesta» 27.
Consideramos de especial importancia el fragmento porque el
cronista habla de hacer y decorar unas casas, no habla de la simple
estancia del monarca en el recinto del monasterio, es más, especifica
el lugar de construcción: el compás, la zona exterior del edificio fue-
ra de la clausura, con lo que no tendría que perturbar la vida de las
monjas. Si bien esta noticia ya fue recogida por estudiosos del mo-
nasterio como J. Agapito y Revilla o A. Rodríguez López, ambos dan
por tales casas el torreón de entrada al compás interior del monaste-
rio, basándose en la tradición del nacimiento en éste del Rey don Pe-
dro, acontecimiento que, por otro lado, no aparece reflejado en las
Crónicas, donde se dice que nació en Burgos, pero no en el lugar
exacto 28. En la documentación, el torreón sí aparece. En una carta de
privilegio de Alfonso XI a los canónigos del monasterio, se dice:
«Tengo por bien que los clérigos e capellanes e officiales e sirvien-
tes que moran e moraren d’aquí adelant de las puertas adentro de la
Torre del Compás, cerca del monesterio, que non paguen mone-
das» 29. El diploma utiliza el torreón como límite geográfico a la vi-
vienda de los clérigos, esto es, un jalón de entrada en la estructura de
cierre de los compases monásticos. A. Rodríguez López no incluyó
el documento citado al completo, que ha sido publicado posterior-
mente, aclarándonos su función: «...e el conuento del nuestro mones-
terio de Santa Maria la Real de Las Huelgas, de çerca de Burgos,
nos enbiaron mostrar en cómmo los nuestros cogedores de la mone-
da forera que nos ouyeron a dar los de nuestra tierra este anno de la
era desta carta que demandauan monedas a los clérigos e criados et
seruientes que moran dentro de la torre del conpaso del dicho nues-
tro monesterio» 30. Entonces, parece no haber dudas para afirmar que
la torre del compás fue la vivienda de los clérigos y criados de Las
Huelgas. Por otra parte, habría sido naturalmente dudoso que Alfon-
so XI construyera o remodelara un palacio para, a los pocos años de
su coronación, entregarlo como habitaciones para clérigos. Además,
en su testamento, la monja Inés Fernández de Isla dejó ordenadas
unas cantidades para «las freyras del Conpaso, en que yo so confra-
dra» 31. Esto, unido al documento anterior y al nombre de compás
«de dentro», reflejaría la existencia de una serie de dependencias re-
sidenciales para los canónigos y hermanas del monasterio, y oficinas
laborales, como se deduce del privilegio del Rey a los clérigos don-
de se cita la existencia del molino en la misma zona: «adentro de la
torre del compaso, çerca del molino de dicho nuestro monasterio».
Las Crónicas siguen aludiendo el palacio regio en cuestión: cuan-
do terminó la coronación de Alfonso XI, las celebraciones continua-
ron en las posadas del Rey, acto que se repitió pocos días después,
tras el nombramiento de caballeros realizado en la iglesia del monas-
terio, cuando «fueron a comer con él en el su palacio de las Huel-
gas» 32. Años más tarde, Pedro I, al recibir la ayuda militar de Eduar-
do el Príncipe Negro, hizo que éste se alojara en el monasterio mien-
tras él lo hacía en el castillo de la ciudad 33.
¿En qué zona del compás se encontró el palacio real? Dadas las
posteriores remodelaciones y reconstrucciones en esta zona, no pare-
ce haber una respuesta fácil, pero en mi opinión no estuvo en las in-
mediaciones de la capilla del Salvador. Topográficamente ésta es ve-
cina del llamado Patio de Infantas, un pequeño ámbito porticado de
claras reminiscencias medievales, vecino a la quinientista portería
del monasterio. Tampoco sabemos a ciencia cierta dónde se ubicó la
portería medieval de Las Huelgas, pero los paralelos con otros mo-
nasterios donde sí hemos preservado parte de las estructuras de ser-
vicios, como San Andrés de Arroyo (Palencia) 34, nos llevan a locali-
zarla en esta zona, vecina a la cilla y al sur del compás «de dentro»,
31. Ibid.
32. Crónicas de los Reyes de Castilla, o.c., LXVII, p. 236
33. «...e luego fue apoderado en la cibdad e en el castillo, e ordenó que el Prín-
cipe posase en el Monesterio de las Huelgas, que es un Monesterio de Dueñas muy
noble cerca de la ciudad, que fundaron los Reyes de Castilla», Crónicas de los Re-
yes de Castilla, o.c., LXVII, p. 563.
34. Véase LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, M. T., «Las dependencias extraclaustra-
les», o.c., pp. 270-271.
712 EDUARDO CARRERO SANTAMARÍA
Una primera cuestión que debe subrayarse es que las tres capillas
sitas en la clausura de Las Huelgas muestran formas decorativas mu-
sulmanas, pero su significación espacial nada tiene que ver con el
mundo islámico. De hecho, casos similares ocurrieron en fechas pre-
vias como la sala capitular de la catedral vieja de Salamanca, que
adoptó una cubierta almohade sobre una solución arquitectónica y
escultórica puramente tardorrománica y espacialmente cristiana,
como es un capítulo catedralicio. El tan traído y llevado espacio de
qubba musulmán heredado de la tardoantigüedad queda aquí roto
por la adición de una nave, que altera profundamente su entidad ar-
quitectónica. Así, las capillas de la Asunción, el Salvador y Santiago
muestran el presbiterio monumentalizado con un tramo que se sobre-
elevó sobre el cuerpo de su nave única. La adopción en dichos pres-
biterios de una cubrición y una decoración muraria musulmana no
afecta a su trascendencia espacial.
En cuanto a su funcionalidad, uno de los mayores problemas de
interpretación que presentan las capillas de Las Huelgas es que fue-
ron liberadas por completo de cualquier tipo de mobiliario litúrgico,
así como de posibles sepulturas que incidieran en una más que proba-
ble significación funeraria. He repasado líneas arriba las distintas hi-
pótesis interpretativas de la capilla de la Asunción, que tradicional-
mente habría albergado los restos de los fundadores; en tanto que la
capilla de Santiago sería el lugar del espaldarazo en la investidura de
armas del Rey y, por último, la capilla del Salvador actuaría como
oratorio del palacio regio sito en el monasterio. En mi opinión, dema-
siadas capillas reales –funeraria, ceremonial y palatina– con una de-
sintegración de funciones tal y tan clara, en una época en la que la po-
lifuncionalidad arquitectónica fue una constante. Como hemos repa-
sado, un vistazo a las crónicas castellanas pone de manifiesto que,
OBSERVACIONES SOBRE LA TOPOGRAFÍA SACRA Y CEMENTERIAL... 713
35. VALLE PÉREZ, J. C., «La capilla de San Andrés en el Monasterio de Oseira y
las capillas funerarias en la arquitectura cisterciense de Galicia», en Monacato Ga-
lego. Sesquicentenario de San Bieito. Actas do Primeiro Coloquio. Ourense 1981,
Boletín Avriense, Anexo 6, Orense 1986, pp. 83-119.
714 EDUARDO CARRERO SANTAMARÍA
36. RODRÍGUEZ LÓPEZ, A., El Real Monasterio de las Huelgas, o.c., II, pp. 251-
253; BANGO TORVISO, I. G., «El ámbito de la muerte», o.c., pp. 322-323.
37. «...la capilla que se levantaba frente al vestíbulo, hoy convertida en trojes»,
RODRÍGUEZ LÓPEZ, A., El Real Monasterio de las Huelgas, o.c., II, p. 250.
38. AGAPITO Y REVILLA, J., «El Real Monasterio de las Huelgas de Burgos», en
Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones, I (1903-04) 76-82/93-98/107-
112/129-134/185-191/214-221/247-253/306-308/340-347/388-395/397-403, en
particular, p. 216.
39. LÓPEZ DE GUEREÑO SANZ, M. T., «Capilla de San Martín. Santa María la
Real de Las Huelgas (Burgos)», en Monjes y monasterios. El Císter, o.c., p. 283; e
IDEM, «Las dependencias extraclaustrales», o.c., p. 271. Publica el documento PEÑA
PÉREZ, F. J., Documentación del Monasterio de Las Huelgas de Burgos (1329-
1348), Burgos 1990, pp. 335-341.
OBSERVACIONES SOBRE LA TOPOGRAFÍA SACRA Y CEMENTERIAL... 715
40. RODRÍGUEZ LÓPEZ, A., El Real Monasterio de las Huelgas, o.c., II, pp. 250-
251; GÓMEZ-MORENO, M., El panteón real de las Huelgas de Burgos, Madrid 1946,
pp. 12-13. También, BANGO TORVISO, I. G., «El espacio para enterramientos privile-
giados en la arquitectura medieval española», Anuario del Departamento de Histo-
ria y Teoría del Arte (UAM), vol. IV (1992) 93-132, en particular, pp. 94-106, en par-
ticular, p. 108.
41. RODRÍGUEZ LÓPEZ, A., El Real Monasterio de las Huelgas, o.c., II, p. 253.
42. Poema de Alfonso Onceno, o.c., p. 122.
Las cartas de profesión del Convento del
Císter de Málaga: Un documento
entre la devoción, el derecho y el arte
I. Introducción.
II. La carta de profesión.
III. Proceso de elaboración de las cartas de profesión.
IV. Soportes, técnicas y tipos.
V. Iconografía.
VI. Fuentes de los motivos.
VII. Fuente de los motivos.
I. INTRODUCCIÓN
1. CALVI, G. (ed.), La mujer barroca, Alianza Editorial, Madrid 1995, pp. 14-17.
2. SÁNCHEZ LORA, J. L., Mujeres, conventos y formas de la religiosidad barro-
ca, Fundación Universitaria Española, Madrid 1988, p. 237.
3. SÁNCHEZ LORA, J. L., o.c., p. 149.
720 ROSARIO CAMACHO MARTÍNEZ
11. Agradezco al profesor Juan Antonio Sánchez López, director del Museo de
la Abadía Cisterciense de Santa Ana, de Málaga, su colaboración.
12. La carta de la hermana Beatriz de San Francisco es la más antigua, según
consta en fecha añadida recientemente(1605); sin embargo, el Inventario del Museo
señala la fecha de 1644. SÁNCHEZ LÓPEZ, J. A., Abadía cisterciense de Santa Ana.
Museo de arte sacro, Málaga 2000, p. 13.
13. Cartas de sor Brígida María de la Purificación (1672), sor Juana de San
Agustín (1682), sor Ana de San Antonio (1684), sor Leonor Sabina de la Concep-
ción (1738), sor María de San Miguel (1740).
LAS CARTAS DE PROFESIÓN DEL CONVENTO DEL CÍSTER… 725
14. ARGENT, C., «Tres cartas de profesión… Aquí se estudian tres cartas de las
clarisas de Palma que constituyen un modelo excepcional porque no presentan dili-
gencia y no están firmadas, y que pudiera ofrecer un carácter testimonial. Constitui-
das por ornamentos rococó que encierran los textos y con soporte de la iconografía,
son de una gran belleza, además de la complejidad de los textos y los versos que
acompañan a los oficios.
En Málaga se conserva el cuadro de oficios, y es un documento muy interesante
para conocer la organización del convento, pero es de una total austeridad.
726 ROSARIO CAMACHO MARTÍNEZ
15. MUÑOZ, T., y DE LA PUENTE, M. L., El Antiguo Toledo, Toledo 1990, pp. 21
y ss.
16. GARCÍA VALVERDE, M.ª L., Inventario de los fondos documentales monaca-
les femeninos de Granada desde la Reconquista hasta la Desamortización de Men-
dizábal (tesis doctoral inédita. Universidad de Granada, 1997). Agradezco la cola-
boración de A. Merchant.
17. GONZÁLEZ DE LA PEÑA, M.ª del V., Alfabetismo en el Monasterio de Ber-
nardas de Acalá de Henares (ss. XVIII-XIX), tesis doctoral de la Universidad Complu-
tense, 1997. «Aspectos gráficos y visuales de las cartas de profesión monásticas»,en
Signo, 4 (1997) 69.
18. RUIZ, E., Manual de Codicología, Fundación G. Sánchez Ruipérez, Madrid
1988, p. 379.
LAS CARTAS DE PROFESIÓN DEL CONVENTO DEL CÍSTER… 727
19. DÍAZ MORANTE, P., Nueva arte donde se destierran las ignorancias que
hasta oy ha havido en enseñar a escribir, Madrid 1614 (se introducen ejercicios con
dibujos de rasgueos, al igual que en la segunda entrega Segunda Parte del Arte de
Escribir, Madrid 1624).
20. PALOMINO DE CASTRO Y VELASCO, A., El Museo Pictórico y Escala Óptica
(1715), Ed. Aguilar, Madrid 1947, p. 1056; PÉREZ SÁNCHEZ, A., «Las mujeres pinto-
ras de España», en La imagen de la mujer en el arte español, Universidad Autóno-
ma, Madrid 1984, p. 73.
CAMACHO MARTÍNEZ, R., «Mujer y arte. Aproximación a otra historia del arte
español», en JIMÉNEZ TOMÉ, M.ª J., y BARRANQUERO TEXEIRA, E., Estudios sobre la
mujer. Marginación y desigualdad, Universidad de Málaga, Málaga 1994, p. 85.
21. ACCM, L. de Profesiones, f. 47. Mena dotó a sus hijas con 2.000 du. (Ar-
chivo Histórico Provicial de Málaga AHPM. Escr. G. Gómez Rentero, leg. 1.628,
pieza 6). Unzurrunzaga, al realizar el retablo del convento, le fueron concedidas
dos plazas para sus hijas (Escr. Diego Santiago González, leg. 1.240, ff. 163-168.
728 ROSARIO CAMACHO MARTÍNEZ
Escr. Alonso de Escovar, leg. 2.295, ff. 191-193. ACM, Actas, lib. 38, 2, f. 209 (11-
4-1704). LLORDÉN, A., Arquitectos y canteros malagueños, Ed. Real Monasterio de
El Escorial, Ávila 1962, pp. 124-125.
CAMACHO MARTÍNEZ, R., «El dibujo en el taller de Pedro de Mena», en Actas Simposio
Nacional Pedro de Mena y su época, Junta de Andalucía, Sevilla 1990, pp. 219-233.
22. LLORDÉN, A., Escultores y entalladores malagueños, Ed. Real Monasterio
de El Escorial, Ávila 1960, pp. 247-265. Aunque gracias al P. Llordén conocemos
bastantes datos sobre José de Ayala, éste es el único diseño conservado (carta de sor
Juliana de San Benito, al pie hay una nota cuya tinta es igual al dibujo y al texto: Jo-
seph de Ayala lo delineó el 24 de octubre de 1669 años).
23. ORUETA Y DUARTE, R., La vida y la obra de Pedro de Mena y Medrano,
1914, Col. 2 A, Col. de Arquitectos y Universidad de Málaga, ed. facsímil, Málaga
1988, pp. 204-208.
24. ACCM, Libro de Donativos y Rentas «Para la iglesia nueva nos hicieron
sus hijas (de Mena) Andrea de la Encarnación y Claudia de la Asunción, monjas de
este convento, dos echuras de nuestros Padres San Benito y San Bernardo, para las
procesiones de sus días», ORUETA Y DUARTE, R., o.c., p. 63.
25. ORUETA Y DUARTE, R., o.c., p. 205.
26. PÉREZ SÁNCHEZ, A., Historia del dibujo en España. De la Edad Media a
Goya, Ed. Cátedra, Madrid 1986, p. 308; ANDERSON, J. L., Pedro de Mena, spanish
sculptor (1628-1688), The University of Michigan, 1970, p. 183.
27. CAMACHO MARTÍNEZ, R., Las cartas de profesión de las hijas de Pedro de
Mena, Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, Conmemoración del Tercer
Centenario de la muerte del escultor, Málaga 1988, pp. 5-6; CAMACHO MARTÍNEZ,
R., «El dibujo en el taller...», p. 226.
730 ROSARIO CAMACHO MARTÍNEZ
28. ACCM, Libro de las profesiones, ff. 56-57; GÓMEZ GARCÍA, M.ª C., Mujer
y clausura..., pp. 282-285.
29. CAMACHO MARTÍNEZ, R., «Devoción popular, imagen culta. Las “Aleluias”
de la Catedral de Málaga», en Boletín de Arte, 16 (1995) 192.
732 ROSARIO CAMACHO MARTÍNEZ
V. ICONOGRAFÍA
30. Hay una carta que sin responder a esa iconografía ofrece muchos datos, es
la de sor María de la Encarnación, de 1690, presidida por San Cristóbal, que podría
ser un aprovechamiento de una carta ya hecha a la que se le añadiría el nombre, por-
que incluso la firma del representante del obispo, Matías de Murguía y Quevedo, no
tiene que ver con el que figura en el texto, Martín de Vallejo. Resulta curioso que
esta religiosa (que profesó el 4-7-1690 y con este motivo se dieron limosnas a Val-
dés para proseguir la obra del convento) tuvo que cambiar el nombre por el de Ma-
ría de Santa Ana para que no hubiera dos del mismo, cuando regresó la MM. Encar-
nación de la fundación de Granada (Libro de las Profesiones, f. 55). Esta madre era
Andrea de la Encarnación (hija de Pedro de Mena), que fundó el convento de Gra-
nada, con su hermana, regresando después a Málaga en 1695, y ella, como más
antigua y de más categoría, mantuvo su nombre en este convento, en donde murió
en 1734 (ACCM, Libro de la Fundación del Monasterio de Santa Ana del Císter,
cap. 22).
LAS CARTAS DE PROFESIÓN DEL CONVENTO DEL CÍSTER… 737
31. También los tratados de escritura presentan grecas y otros motivos de ras-
gueos de contenido diferentes. El Tratado del origen y arte de escribir bien, de fray
Luis de Olod (Gerona, 1790), es citado por SÁNCHEZ CAMARGO, M., La Muerte en la
pintura española, 1954, p. 359), indicando que «aprovechó sus gracias y adornos de
pendolista para dejar en el ánimo del que copiare su lindo tratado con el frívolo afán
de mejorar la letra, el Aviso importante de la Muerte». Realmente entre estas grecas
de rasgueos con motivos funerarios escribió un estremecedor Memento Mori.
738 ROSARIO CAMACHO MARTÍNEZ
Si fue con la llegada del obispo Juan Alonso Moscoso con la que
el convento adquirió la definitiva configuración como monasterio
cisterciense. La elección de esta Orden, y en especial que la Regla
fuera la de las Recoletas Bernardas, pudo estar influida por las rela-
ciones que tuvo el obispo con otros conventos, pues durante su es-
tancia en la ciudad de Sevilla, como visitador de conventos y provi-
sor bajo el arzobispado de Cristóbal de Rojas y Sandoval, procedió a
la reforma de los monasterios hispalenses. Y como obispo de León,
actuó en las reformas de los conventos de su Diócesis, entre los que
se encontraba el Convento Benedictino de San Pelayo 4.
La forma en que el convento malagueño se estableció definitiva-
mente se debe a la mediación de una religiosa del Monasterio de San
Bernardo, Catalina de Aguirre, a quien se designó como fundadora y
primera abadesa, esta profesó la recolección y vistió el nuevo hábito.
Las nuevas reglas, constituciones y estatutos fueron traídos del Con-
vento de Santa Ana de Valladolid, primer convento recoleto5, así co-
mo el nuevo hábito. El nuevo convento fue admitiendo a mujeres pa-
ra su entrada en religión, y progresivamente el número de las mismas
fue en aumento hasta llegar a las trece plazas de religiosas que tenía
estipulado por fundación.
La sede del convento se estableció en la casa comprada por el
obispo junto a la Iglesia de San Juan, y permanecieron en ella hasta
1610, en que se trasladaron a una casa en la calle de Almacenes, don-
de estuvieron por espacio de siete años. De ahí nuevamente se trasla-
daron a unas casas en la plazuela del Conde 6.
Parece ser que el monasterio debió estar vinculado por su funda-
ción a la casa de recogidas, aunque con el transcurso de los años esta
obra social no perduró. El monasterio se desvinculó totalmente de esta
institución, no encontrándonos más noticias referentes a ello hasta
bien entrado el obispado de fray Alonso de Santo Tomás, en que este
obispo funda una nueva institución de mujeres recogidas, con el título
de Casa de Penitencia de Santa María Magdalena, en el año de 1681 7.
San José, San Juan y San Francisco. Junto a ellos destacan las advo-
caciones de San Bernardo y San Benito, como santos principales de
la Orden.
En cuanto a la ascesis de la pobreza, no todos los conventos la vi-
vieron con la misma intensidad, los conventos recoletos o reforma-
dos tuvieron un mayor cumplimiento de esta norma. Las religiosas
no podían tener ningún tipo de posesión, a no ser que se tuviera la
aprobación de la abadesa. Así los bienes y rentas que alguna religio-
sa pudiera tener debían pasar a disposición de toda la comunidad
monástica 17.
En las situaciones en que la Málaga padecía carestías, la pobreza
era mucho más acentuada en el Convento de Recoletas Bernardas,
pues la renta de la que gozaba por fundación no era muy elevada, y
ante las continuas demoras en el pago del censo fundacional por la
Ciudad, el mismo monasterio se veía continuamente necesitado, así
en 1649 no recibieron ninguna aportación económica, viéndose en la
necesidad de buscar ayuda exterior.
Una gran mayoría de religiosas pudieron mantener un relativo de-
coro gracias a los continuos gastos que sus familiares realizaron, así
es frecuente hallar declaraciones sobre los gastos ocasionados en fa-
vor de las religiosas: «Declaro que mi hermana Ana Bernarda tomó
el hábito de religiosa en el Convento de Recoletas Bernardas del
Císter en 1688, y por propinas, ajuar conventual, ropa de vestir, há-
bitos y demás menesteres que pagué de mi propio caudal más de
1.500 ducados. Sea Dios alabado que nos dio para tan buena
obra» 18.
Respecto a la estructura interna de la comunidad de religiosas 19
destacan las monjas profesas, las legas o freilas y las novicias. Junto
a ellas hay que resaltar la presencia de miembros seculares o religio-
sos, vinculados internamente o externamente al convento por alguna
razón.
Para formar parte de la comunidad conventual e iniciar el novi-
ciado eran necesarios una serie de requisitos.
– Edad mínima de doce años cumplidos.
17. ACA, Constituciones, cap. 3, y Concilio de Trento, Sesión XXV, cap. II.
18. AHPM, leg. 2375.
19. GÓMEZ GARCÍA, M.ª C., Mujer y Clausura, o.c., p. 115.
LA ABADÍA DE SANTA ANA DEL CÍSTER DE MÁLAGA 749
20. ARCHIVO CONVENTO CÍSTER (ACC), Oficios. Licencia para tomar hábitos.
750 M.ª CARMEN GÓMEZ GARCÍA
«... mas cuesta una hija monja que una secular, como si una hija que
pasa al matrimonio de Cristo no fuera vestida de un saco, y dotada
quando más con mil ducados» 22.
«...Para vosotros es mucho mejor un caballo que una hija, que una
hermana, que una sobrina y que una tía. Quanto más gustáis de gas-
tar en mantener estos animales, que de asistir a ellas en sus necesi-
dades» 23.
21. REDER GADOW, M., «Las voces silenciosas de los claustros de clausura», en
Cuadernos de Historia Moderna, (monográfico), 25 (2000) 296.
22. CALINO, C., o.c., p. 43.
23. Ibid., pp. 240 y ss.
LA ABADÍA DE SANTA ANA DEL CÍSTER DE MÁLAGA 751
pagar dote alguna, perteneciendo a una clase social sin recursos eco-
nómicos. Estas religiosas generalmente no sabían leer y escribir, y
como es lógico tampoco se les exigía. Se distinguían de las monjas
profesa de coro en el distinto color del velo, siendo el de las freilas
blanco y el de las religiosas de coro negro. Para su acceso en comu-
nidad se fijaban mucho en su fortaleza física y en que tuviesen voca-
ción religiosa.
Este microcosmos cenobítico, como lo califica el Dr. Teofanes
Ejido, se organizaba internamente por medio de una serie de oficios
conventuales. El principal cargo era el de abadesa, responsable de la
dirección espiritual y material de la comunidad 24, era elegida me-
diante votación secreta de toda la comunidad de monjas profesas,
presidiendo el acto el obispo o su visitador.
La temporalidad del cargo era trienal. Tras la toma de posesión de
su cargo debía nombrar a las monjas profesas que debían desempe-
ñar otros oficios 25, a las cuales elegía según su preparación y aptitu-
des, consultando con ellas así como a las monjas ancianas o discretas
en caso de necesidad.
Entre los principales oficios 26 destacan los cargos relacionados
directamente con el gobierno espiritual y económico del monasterio,
como el de abadesa, priora, depositaria, secretaria, etc. Otros oficios
tienen un carácter secundario, como los que son propios de la orga-
nización y régimen interno conventual: portera, enfermera, refitole-
ra, tornera, campanera, maestra de novicias o guarda de hombres,
que era la encargada de acompañar a los médicos, sangradores, alba-
ñiles, etc., cuando tenían que acceder a la clausura para atender a las
necesidades de la comunidad.
La institución monástica estaba compuesta por religiosas, con las
distintas características que ya hemos visto anteriormente, pero jun-
to a ellas habitaban dentro de los muros conventuales una serie de
mujeres que no tenían realizados los votos, ni tan siquiera vestían el
hábito religioso, estas mujeres seglares tenían muy distinta condi-
ción social y su relación con la comunidad estaba regida por distin-
tos condicionantes, aunque en cualquier caso siempre ante la mirada
29. REDER GADOW, M., Morir en Málaga. Testamentos malagueñor del siglo
XVIII,
Málaga 1986.
LA ABADÍA DE SANTA ANA DEL CÍSTER DE MÁLAGA 755
30. Manual de los Usos de la Regular Observancia de la Orden del Císter, Ma-
drid 1706.
756 M.ª CARMEN GÓMEZ GARCÍA
33. GÓMEZ GARCÍA, M.ª C., «Trabajo y actividades de las religiosas en los con-
ventos malagueños (s. XVIII)», en El trabajo de las mujeres: siglos XVI-XX, Madrid
1987, p. 80.
758 M.ª CARMEN GÓMEZ GARCÍA
dieran realizar ellas mismas sin precisar ayuda: la limpieza del con-
vento, cortar y coser sus propios hábitos, así como los de las imáge-
nes sagradas, vestiduras sacerdotales y ropa de iglesia; y si les era
posible, encalar las paredes, pintar puertas y ventanas, etc. Pero tam-
bién realizaban tareas remuneradas para el exterior, como bordados
y costuras, elaboración de dulces y otras formas de repostería artesa-
nal, así como obleas para sagradas formas necesarias para la comu-
nión.
Por el esmero, calidad y exquisitez los productos salidos de sus
manos alcanzaron justa fama que todavía hoy perdura. Los trabajos
que realizaban para el interior les permitía un ahorro económico,
mientras que los que hacían para el exterior les proporcionaba unos
ingresos tan necesarios, con todo lo cual podían costear o al menos
aliviar considerablemente su situación económica sin depender tan
exclusivamente de sus rentas, donativos y limosnas, teniendo como
fin el dejar de representar una carga para la sociedad.
Hay que mencionar ahora a las hijas del destacado escultor Pedro
de Mena, las cuales fueron monjas profesas en el Convento del Cís-
ter, y se manifestaron como excelentes artistas de escultura religiosa,
cualidad heredada de su padre, esculpiendo imágenes, como la de
San Benito y San Bernardo, para la decoración de la iglesia de su
monasterio: «Pedro de Mena dio de limosna a este convento una
nueva hechura de Ecce Homo en su caja, para la iglesia nueva; más
hicieron sus hijas Andrea de la Encarnación y Claudia de la Asun-
ción, monjas de este convento, dos hechuras de nuestros Padres San
Benito y San Bernardo para las procesiones de sus días; más de li-
mosnas que se juntaron entre todas las religiosas los vistieron e hi-
cieron cogullas de tela.» 34
La cría de animales de granja era una cosa habitual, pues con
ellos se obtenía un abastecimiento para la comunidad y con los exce-
dentes se obtenía una nueva fuente de ingresos, pero el caso más cu-
rioso puede ser el de la M. Antonia María de San Francisco «...le hi-
zo un vestido a la Madre de Dios de la Encarnación que está en el
altar mayor, un vestido a su costa desde criar las sedas hasta poner-
lo en ser, de raso de flores blanco y primavera» 35.
34. ACC, Razón de las misas que tiene obligación de decir cada año este Con-
vento de Recoletas Bernardas, sf.
35. Ibid.
LA ABADÍA DE SANTA ANA DEL CÍSTER DE MÁLAGA 759
36. Ibid.
37. AHPM, leg. 1.159.
38. CAMACHO MARTÍNEZ, R., Málaga Barroca, Málaga 1981.
760 M.ª CARMEN GÓMEZ GARCÍA
I. Introducción.
II. Fundación, 1265.
III. Demolición, traslado a varios edificios y desamortización,
1809-1837.
IV. Reedificación en el antiguo solar de la Zaidía, 1876-1879.
V. Amenaza de ruina, venta, derribo y traslado a Benaguacil,
1960-1962.
I. INTRODUCCIÓN
2. CHABÁS, R., Adiciones a las Antigüedades del padre Teixidor, t. II, Valencia,
1895, p. 147.
3. CRUILLES, o.c., t. I, p. 391.
EL REAL MONASTERIO CISTERCIENSE DE GRATIA DEI O DE... 765
la iglesia, sacristía, refectorio, etc., del mismo (ARV, Clero, leg. 339,
caja 901 bis).
Además, las religiosas disfrutaban del privilegio de salir del mo-
nasterio hasta la orilla del mar, pero sin entrar en poblado, de cuya
gracia gozaron hasta mediados del siglo XVI, en que, a petición pro-
pia, se redujeron a completa clausura 5.
La fundadora, en su testamento, se tituló viuda del Rey D. Jaime,
por haberlo otorgado en 1280, y estableció que sus restos y los de sus
hijos y descendientes fueran enterrados en la capilla mayor de la
iglesia. Dispuso que se labrase una capilla dedicada al Salvador con-
tigua a la iglesia principal, la dotó con dos capellanías para que cele-
brasen perpetua y diariamente por el alma del Rey, la suya, la de sus
padres e hijos, asignando para todo ello mil morabetines de oro, unos
127.000 reales, suma enorme para aquella época. Su sepulcro estaba
a mano izquierda del altar y su féretro tenía un cristal por delante, ce-
rrado con dos llaves, y sobre su cubierta se leía la siguiente inscrip-
ción:
«LA VENERABLE BEATA Y SANTA REINA DOÑA TERESA GIL DE VIDAU-
RRE, DESPRECIANDO EL MUDO FUNDÓ ESTE MONASTERIO AL QUE DIO
EL TÍTULO DE BEATA MARIA DE GRATIA DEI, A QUIEN LE CONSAGRÓ, Y
EN ËL TOMÖ EL HABITO, PROFESÓ Y VIVIÓ SANTAMENTE ENTRE LAS
RELIGIOSAS CISTERCIENSES» 6
cos del Convento del Pilar a otro de su Orden, pues aquel se dio a la
comunidad del Monasterio de la Zaidía, que había cedido el suyo a
causa pública (ARV, Clero, leg. 336, caja 896, n. 47).
Este emplazamiento duró poco o no se efectuó porque en 1815 y
1816 existe una relación de obras que se hicieron en una casa de la
Plaza del Carmen tomada en arriendo para el monasterio (ARV, Cle-
ro, leg. 334, caja 890, n. 216-217).
Continúan las cuentas de las obras realizadas en una casa de la
Plaza del Carmen, desde el 16 de abril hasta San Juan (24 de junio)
del año 1816, pagadas por Dña. Andrea Urturbia, bolsera del monas-
terio (ARV, Clero, leg. 334, caja 890, n. 90).
En 1816, el 14 de abril, se extiende un recibo de Bartolomé Arve-
llá a favor de D. Tomas Bordó, procurador del monasterio, por la su-
ma de 180 reales de vellón por pintar el altar mayor del Oratorio de
la casa de la Comunidad en la Plaza del Carmen (ARV, Clero, leg.
338, caja 901, n. 30).
El 8 de diciembre de 1816, cuenta y recibo firmado por Joaquín
Thomas y Sanz, a favor del monasterio, por jornadas y materiales de
albañilería empleados en la casa n. 1 de la Plaza del Carmen (ARV,
Clero, leg. 334, caja 892, n. 6).
De 1817 existe un curioso cuadro manuscrito de las tierras del
Monasterio sitas en Carcagente, vendidas para reconstruir el monas-
terio, en el que se especifican los datos de cada finca: la partida en
que estaba situada, la cabida o extensión, la valoración, el compra-
dor, y el precio de remate (ARV, Clero, leg. 337, caja 900, n. 113).
Memorial del 6 de mayo de 1817, firmado por M.ª Vicenta No-
guera, abadesa del monasterio, pidiendo un decreto que confirme su
privilegio de franquicia para traer los materiales necesarios para la
reconstrucción del monasterio, derruido por el Gobierno (ARV, Cle-
ro, leg. 337, caja 900, n. 117).
Entre 1817 y 1818 continúan las notas de obras en el monasterio
(ARV, Clero, leg. 336, caja 857, n. 58-60).
En 1818 aparece una relación de muebles comprados en Carca-
gente para el monasterio, con sus precios (ARV, Clero, leg. 332, ca-
ja 884, n. 6).
En esta ardua labor de obras de reedificación del monasterio y de
acondicionamiento de los distintos edificios a los que se trasladaba
770 CARMEN RODRIGO ZARZOSA
9. Sobre Damián Pastor, consultar: ALCAHALÏ, o.c.; ALDANA, o.c.; BOIX, V., No-
ticia de los artistas valencianos del siglo XIX, Valencia 1877; MARTÍNEZ ALOY, o.c.,
p. 829.
10. MARTÍNEZ ALOY, o.c., p. 829.
774 CARMEN RODRIGO ZARZOSA
11. Para noticias sobre Antonio Cortina, véase: ALCAHALÍ, oc.; ALDANA, o.c.;
BOIX, o.c.; MARTÍNEZ ALOY, o.c., p. 829; OSSORIO Y BERNARD, M., Galería Biográ-
fica de artistas españoles del siglo XIX, Madrid 1975.
EL REAL MONASTERIO CISTERCIENSE DE GRATIA DEI O DE... 775
I. Dedicaroria.
II. Consideraciones generales.
2.1. Génesis e historia del edificio conventual de San Bernardo.
2.2. El museo de las Bernardas, su origen.
III. Comentario a algunas de las piezas mas emblemáticas del mu-
seo en diferentes dependencias.
3.1. Arca del emperador Carlos V.
3.2. Sillón frailero.
3.3. Arca escritorio con tapa abatible (siglo XVII).
3.4. Inmaculada concepción, de Antonio Herrera Barnuevo.
3.5. Santísima Virgen María de los Dolores (siglo XVII).
3.6. Arquilla-relicario de Santa Columbia (siglo XVIII).
3.7. Misal Romano 1677.
3.8. Relicario de San Antonio Abad (siglo XVII).
3.9. Cáliz fundacional, dos ejemplares (siglo XVII).
3.10. Juego de 6 candeleros fundacionales (siglo XVII).
3.11. Terno de difuntos, fundacional (siglo XVII).
3.12. Paño de púlpito, fundacional.
3.13. Anónimo popular (siglo XVII-XVIII).
3.14. «Cristo arrodillado ofrece sacrificio a Díos Padre» o «La
salvación del mundo» (siglo XVIII, autor anónimo español).
3.15. «Cristo con la cruz a cuesta» (siglo XVII, anónimo).
3.16. Cuadro del fundador (siglo XVII, anónimo).
3.17. Cuadro de la imposición del hábito a San Simón (siglo XVII).
3.18. La cocina.
3.19. La celda de clausura.
IV. Biografía.
I. DEDICATORIA
1. YÁÑEZ NEIRA, P. M.ª D., «El Monasterio de San Bernardo de Alcalá de He-
nares», Alcalá de Henares 1990, p. 27. De ello es testigo y se hace eco agradecido;
así mismo, anima a otras comunidades para que la persona encargada de copiar los
documentos del monasterio lo haga con rigor y fidelidad al texto original, de esta
manera reconstruyen su historia y ayudan a los investigadores a hacerla.
782 MARÍA EVANGÉLICA MUÑOZ SANTOS
2. YÁNEZ NEIRA, fray M.ª D., El Monasterio de San Bernardo de Alcalá de He-
nares, I.EE.CC. 1990, pp. 48-58.
3. Gaceta de Madrid, 18 de noviembre de 1819. De quien lo toma LUZÓN NO-
GUÉ, J., El Museo del Prado. Los Grandes Museos Históricos, Fundación Amigos
del Museo del Prado, 1995, p. 11.
784 MARÍA EVANGÉLICA MUÑOZ SANTOS
4 «El Museo reúne, conserva y exhibe los objetos artísticos no aptos para el
culto, ya porque no son conforme a las nuevas directrices litúrgicas, ya porque no
poseen la calidad edificante que se requiere, ya porque estén deteriorados. También
van Museo las obras que nunca se usan o están guardadas más o menos decorosa-
mente pero inaccesibles, invisibles a todos. También es el lugar apto para aquellas
piezas que no pueden guardarse «in situ» con garantía de seguridad...». SANCHO
ÁNGEL, La razón de ser de un Museo de La catedral y Diocesano, Patrimonio Cul-
tural, Doc. Información, Comisión Episcopal del Patrimonio Cultural, Madrid 1994,
p. 50.
MUSEO DEL CONVENTO DE SAN BERNARDO (VULGO BERNARDAS)... 785
sus cuerpos, sino también porque, estimulado tal vez por Gómez de
Mora o por consignas de la propia orden, tan implicada en el movi-
miento artístico romano, supo desarrollar esta primera fórmula del
retablo exento español que habría de trascender a obras posteriores
de gran prestigio, como pueda ser el retablo de la Capilla de San Isi-
dro, de la Venerable Orden Tercera, Cartuja del Paular, Cartuja de
Granada, etc.
El retablo de las Bernardas conserva su significación clásica, pe-
ro con él se ha dado paso a un juego recíproco de unidades espacia-
les integradas, a un retablo-baldaquino, cuya inventiva desde el pun-
to de vista formal y conceptual constituye, como diría H. Seldmayr,
una afortunada tour de force para el creyente.
La principal característica es la de «persuadir», la de expresar con
la mayor elocuencia la idea de lo sagrado en un programa emblemá-
tico, pintado, escrito o esculpido» 12.
Finalmente, el retablo-baldaquino está realizado en madera dora-
da a fuego y en él se aprecia la síntesis de las artes: como mueble ar-
quitectónico, pinturas de Ángelo Nardi, 1620 13, y esculturas del reta-
blo del Hno. Bautista.
La fachada del templo no presenta correspondencia con el inte-
rior del mismo, se pasa al mismo por medio de un nartex o vestíbulo,
siendo notable por su severidad y sencillez de línea clásica. De ladri-
llo con dos cuerpos unidos por aletones. En el cuerpo bajo se abren
tres puertas 14, la central, de medio punto, rematada por el frontón
partido de lados avolutados y con plinto trapezoidal y bola en el cen-
tro; y las otras dos puertas adinteladas. Sobre la línea de imposta, se
sitúa el segundo cuerpo, y, sobre la puerta central, una hornacina for-
mada por pilastras que sostiene un pequeño frontón, con tres plintos
y bolas escurialenses, que cobija la imagen de San Bernardo de Cla-
12. TOVAR V., «Arquitectos madrileños de la segunda mitad de siglo XVII», Ma-
drid 1975, pp. 141-146, quien se cita en su espléndido trabajo sobre 4. Espacio y ar-
ticulación plástica en el ámbito eclesiástico. El retablo “exento” del convento de las
Bernardas, La Universidad de Alcalá II, Alcalá de Henares 1990, pp. 218-222 y ss.
13. Las pinturas también se extienden por el presbiterio y cuadros de las capi-
llas, constituyendo un todo unitario de gran valor artístico, como ha puesto de relie-
ve PÉREZ SÁNCHEZ, A., Borgiani, Cavarozzi y Nardi en España, I, Diego Velázquez,
CSIC, Madrid 1964.
14. Lo que nos hace pensar en tres naves, como los templos de planta de cruz
latina, pero la sorpresa es grande cuando nos encontramos en el interior con una
planta y cúpula ovalada.
MUSEO DEL CONVENTO DE SAN BERNARDO (VULGO BERNARDAS)... 791
Óleo/lienzo
005/008/033 «Noli me Tangere». Ppos. siglo XVII.
243 x 163 cm
Óleo/lienzo
005/008/037 «Cristo con Cruz a cuestas», siglo XVII.
200 x 110 cm
Nº DE TÉCNICAS Y
DESCRIPCIÓN
INVENTARIO MEDIDAS
Madera y vidrio
«Relicario de Santa Columba mártir»
005/008/086 de color
Anónimo. Siglo XVIII.
34x21x35 cm.
Madera de olivo
«Cristo crucificado». Principios del
005/008/056 en su color.
siglo XVII. Anónimo español.
270 x 170 cm
MUSEO DEL CONVENTO DE SAN BERNARDO (VULGO BERNARDAS)... 795
Nº DE TÉCNICAS Y
INVENTARIO
DESCRIPCIÓN
MEDIDAS
Óleo/cobre
005/008/116 «San Cayetano», siglo XVIII. Anónimo.
23x17´5 cm
22. El término bargueño (mueble con cajones de los siglos XVI-XVII), lo utilizó
por primera vez Juan Facundo Riaño en el Catálogo de Objetos Artísticos Españo-
les del Museo de Victoria y Alberto, en 1872. Fue admitido por la Real Academia en
1914. Anteriormente, los términos utilizados para designar este tipo de muebles en
inventarios, Diccionario de Autoridades y Tesoro de la Lengua Española de Cova-
rrubias eran los de arquillas, escritorio –con tapa abatible– y arquimesa o contado-
res, sin tapa, pero con cajones para conservar dinero o documentos. AGUILÓ ALON-
SO, M.ª P., Mobiliario, Capítulo 8 del Libro: VARIOS, Historia de las Artes Aplica-
das..., 1982, pp. 286-287.
800 MARÍA EVANGÉLICA MUÑOZ SANTOS
MUSEO DEL CONVENTO DE SAN BERNARDO (VULGO BERNARDAS)... 801
25. CASTILLO OREJA, M. A., Las Clausuras en Alcalá, o.c., p. 26. El estudio de
las cartas de profesión ha sido realizado por GONZÁLEZ DE LA PEÑA, M.ª V., Mujer y
cultura gráfica, Monografías, 1, I.EE.CC., 2001.
MUSEO DEL CONVENTO DE SAN BERNARDO (VULGO BERNARDAS)... 807
3.18. La cocina
BIBLIOGRAFÍA
I. Estado de la cuestión.
II. Las Reglas de las monjas de la Concepción de la
de la Bienaventurada Virgen María.
I. ESTADO DE LA CUESTIÓN
12. VIGIL M., «Conformismo y rebeldía en los conventos femeninos de los si-
glos XVI y XVII», en Religiosidad femenina: expectativas y realidades (ss. VIII-XVIII);
MUÑOZ, A., y GRAÑA, M.ª M. (ed.), Madrid 1991, pp. 165-185.
13. DINET, D., Vocation et fidélite, París 1988. CANDAU CHACON, M. L., «Vida
y vocación religiosa en los tiempos modernos», en Archivo Hispalense, 220 (1989)
151-164. RAPLEY, E., «Women and the religious vocation in Seventeenth-Century
France», en French Historical Studies, 18 (3) (1994) 613-631. MUÑOZ FERNÁNDEZ,
A., Acciones e intenciones de mujeres: vida religiosa de las madrileñas (siglos XV-
XVI), Madrid 1995. CABIBBO, S., «Una santa en familia. Modelos de santidad y ex-
periencias de vida (Italia, siglos XVII-XIX)», en Studia Histórica. Historia Moderna,
19 (1998) 37-48.
14. ALDEA VAQUERO, Q., «La guía de las Comunidades religiosas en España.
Comunidades femeninas», en Hispania Sacra, 20 (1967) 246-247.
820 MARION REDER GADOW
27. GRAÑA CID, M.ª del M., y MUÑOZ FERNÁNDEZ, A., «La Orden Concepcio-
nista: Formulación de un modelo religioso femenino y su contestación social en An-
dalucía», en Actas del II Congreso de Historia de Andalucía, Las Mujeres en la His-
toria de Andalucía, Córdoba 1994, pp. 279-299.
28. GUTIÉRREZ, E., OFM, Vida de la beata Beatriz de Silva, Valladolid 1967. GU-
TIÉRREZ, E., OFM, «La Orden de las Concepcionistas en su primera fuente histórica»,
en Archivo Iberoamericano, 29 (1969), pp. 381-398. GUTIÉRREZ, E., OFM, «Francis-
canismo en la Orden de la Concepción», en Archivo Iberamericano, 30 (1970) 129-
159. GUTIÉRREZ, E., OFM, «Tradición de una Historia o la Historia de la Orden de la
Concepción franciscano en su primer medio siglo», en Archivo Iberoamericano, 31
(1971) 309-331. OMAECHEVARRIA, I., Las monjas concepcionistas: notas históricas
sobre la Orden de la Inmaculada Concepción fundada por Santa Beatriz de Silva,
Burgos 1973. GUTIÉRREZ, E., OFM, «Espiritualidad de la Orden de la Concepción
franciscana», en Archivo Iberamericano, 4 (1974) 153-183. MESEGUER FERNÁNDEZ,
C., «María de Saavedra, sirviente de la beata Beatriz de Silva», en Archivo Iberoa-
mericano, 35 (1975) 45. CASTRO Y CASTRO, M, OFM, «El monasterio de franciscanas
de Illescas, fundación del Cardenal Cisneros», en Archivo Iberamericano, 195-196
(1989) 403-411. ÁLVAREZ ÁLVAREZ, C., «El monasterio de la Concepción de León.
Su fundación por Leonor de Quiñones», en Actas del I Congreso Internacional de la
Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 323-339. CAVERO DOMÍNGUEZ, G.,
«Fundaciones concepcionistas bercianas (s. XVI)», en Actas del I Congreso Interna-
cional de la Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp.411-426. GONZÁLEZ GAR-
CÍA, M. A., «El Convento de la Concepción de Ponferrada en 1789», en Actas del I
Congreso Internacional de la Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 427-
439. LORENZO PINAR, F. J., «El convento zamorano de Ntra. Sra. de la Concepción
en la época moderna, siglo XVII», en Actas del I Congreso Internacional de la Orden
Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 287-297. MORGADO GARCÍA, A., «Los con-
ventos de monjas concepcionistas en el Cádiz del siglo XVIII», en Actas del I Con-
greso Internacional de la Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 301. CASTRO
Y CASTRO, M., OFM, «Los monasterios de la Concepción en España», en Archivo
Iberoamericano, 41-81 (1991) 408-478. GARCÍA DE PESQUERA, E., «La Orden de la
Concepción: su identidad y novedad en los umbrales de la edad modern», en Actas I
Congreso Internacional del Monacato Femenino en España, Portugal y Améri-
ca.1492-1992, León 1993, pp. 173-180. GUTIÉRREZ, E., Santa Beatriz de Silva,
824 MARION REDER GADOW
31. BIVER, P., Abbayes, monastères, convents de femmes: a Paris des origenes
à le fin du XVIIIe siècle, París 1975. VIDAL CELMA, R., «Evolución histórica de la
institución de la clausura en el monacato femenino (I)», en Cistercium, Revista Mo-
nástica, 38 (1986) 113-124. VIDAL CELMA, R., «Evolución histórica de la institu-
ción de la clausura en el monacato femenino (y II)», en Cistercium, Revista Monás-
tica, 38 (1986) 297-338. DUFOURCQ, E., Les congrégations religieuses féminines
hors d’Europe: de Richelieu à nos jours historie naturelle d`une diaspora, París
1991. MARIANI, R., «Il Monachesimo femminile in Italia dall’ alto Medioevo al se-
colo XVIII: S. Vittoria in Mantenano», en Nuova Rivista Storica, 80 (2) (1996) 386-
392.
826 MARION REDER GADOW
37. GARCÍA LOBO, V., o.c. Por la Bula Pastoralis Officii el Pontífice Julio II con-
forma la extinción de Frailes Menores del Convento de San Francisco de Toledo y el
traslado a dicho edificio del monasterio de la Concepción, según el deseo de Cis-
neros.
38. PRIETO PRIETO, A., «Documentos en torno a la fundación de la Orden Con-
cepcionistas. Estudio Jurídico», en La Orden Concepcionista Actas del I Congreso
Internacional, vol. I, León 1990, pp. 141.
39. DOMINGUES DE SOUSA COSTA, A., «Studio crítico e documenti inediti sulla
vita del beato Amadeo da Silva nel Quinto Centenario della morte: Noscere Sanc-
ta», en Miscellanea in Memoria di Agostino Amore OFM, Roma 1985, pp. 319-323.
40. Regla y Constituciones Generales de la Orden de la Inmaculada Concep-
ción, Gráficas Lizarra, 1993; cap. I. De lo que han de prometer las que quieren en-
trar en esta Orden; cap. II. De la recepción y profesión de las novicias; cap. III. De la
forma del hábito de esta Religión; cap. IV. Del protector de esta Orden, cap. V. De la
elección de abadesa y de la sumisión que se le ha de prestar; cap. VI. De la obser-
vancia de la pobreza; cap. VII. De la clausura en general; cap. VIII. De la clausura en
particular; cap. IX. De la entrada en los monasterios de esta Orden; cap. X. Del Ofi-
cio Divino y de la oración; cap. XI. Del ayuno y de la piadosa solicitud para con las
enfermas; Cap. XII. Del modo de trabajar, del dormir y del silencio.
828 MARION REDER GADOW
41. SCHNEIDER, fray H., o.c., p. 12. El cap. II de las Constituciones se aborda la
profesión de las religiosas, ya que por ella declaran y consuman su consagración pú-
blica y solemne en un acto eclesiástico. El voto de la obediencia evangélica lleva
implícita las tres virtudes divinas: fe, esperanza y amor. La abadesa es la encargada
de dinamizar a la comunidad tendrá siempre en cuenta el bien común y el individual
para cada una de las hermanas.
42. SCHNEIDER, fray H., o.c., p. 32. Por la profesión solemne pierde la hermana
la capacidad de adquirir bienes, y cuando le corresponde una herencia pasa a depen-
der de la comunidad, que puede incorporarla a su patrimonio o dársela a los pobres.
UNA MIRADA RETROSPECTIVA A LA CLAUSURA FEMENINA... 829
43. SCHNEIDER, fray H., o.c., p. 34. Cuando se trata de la vida en clausura se re-
laciona al espíritu de la Concepción: la clausura como seno materno común y como
seno materno del alma de cada una de las hermanas. La clausura se comprende co-
mo lugar místico de encuentro con Dios; aunque también se puede interpretar como
ámbito visible del ámbito invisible, donde la religiosa se reencuentra con Cristo.
44. GÓMEZ GARCÍA, M.ª C., Instituciones religiosas malagueñas en la transi-
ción del siglo XVII al XVIII, Diputación Provincial, Málaga 1986, p. 21. Señala como
en la Guerra de Sucesión, en plena contienda y tras la pérdida de la plaza de Gibral-
tar, los conventos femeninos malagueños solicitaron del obispo permiso para trasla-
darse al interior ante la amenaza de un desembarco de la escuadra anglo-holandesa
830 MARION REDER GADOW
que había asaltado y forzado, en fechas previas, los monasterios y a las monjas de
Rota, Puerta de Santa María y Puerto Real.
45. SCHNEIDER, fray H., o.c.., p. 38 La ley de clausura obliga a todas las herma-
nas, también a las novicias y a las postulantes. También están reglamentadas las sa-
lidas de la clausura, que puede ser por estudios o por enfermedad.
46. SCHNEIDER, fray H., o.c., p. 41. La separación en el coro y en el locutorio
del espacio de clausura por medio de rejas de hierro o madera manifiesta que a este
recinto sólo pueden acceder extraños a la comunidad en circunstancias especiales.
UNA MIRADA RETROSPECTIVA A LA CLAUSURA FEMENINA... 831
47. SCHNEIDER, H. fray, o.c., p. 14. El apartado 12 del título I se hace eco de las
actitudes de María al escuchar la palabra del Hijo, está al servicio de la obra de su
Hijo y siente la maternidad bajo la cruz del Hijo. Así deben ser también las religio-
sas concepcionistas al seguir la actitud contemplativa de María: escuchar la palabra
de Jesús, meditarla en el corazón y aceptar su cumplimiento. La contemplación es el
apostolado de la monja concepcionista. La Orden Concepcionista es esencialmente
contemplativa y se fundamenta en la fe, la oración, la disponibilidad y el oculta-
miento silencioso.
48. La Liturgia de las Horas de la Iglesia romana en el coro son importantes, ya
que las concepcionistas aceptan el Directorio propio de la Orden de Frailes Meno-
res, entre las que se incluye este rezo. Como en toda familia franciscana, también re-
zan los sábados la liturgia de la Inmaculada, en especial la antífona «Tota pulcra es
María».
832 MARION REDER GADOW
51. SCHNEIDER, fray H., o.c., p. 49. Ahora bien, los objetivos esenciales de las
monjas es el de vivir el Evangelio de Cristo. Las monjas consagran su vida a Dios, y
esta unión se realiza por medio del desposorio con Cristo siguiendo su ejemplo de
pobreza, castidad y obediencia. La vida en comunidad manifiesta esa expresión de
vida por lo que viven en clausura para estar exclusivamente con Jesucristo.
834 MARION REDER GADOW
1. La hermana Fátima destaca la extrema pobreza de estas monjas que han de-
jado llegar al edificio del siglo XVI a un estado ruinoso tal que se les cae encima. El
último invierno han convivido con las vigas apuntaladas y durmiendo con plásticos
encima de la cama a causa de las goteras, pues carecían de medios para arreglar el
tejado. Las jóvenes que van a tomar el hábito y profesar carecen de medios para
comprar la túnica y el manto. Todavía no han podido concertar un trabajo que ayu-
de a sustentar a la comunidad y se apoyan en las pensiones que perciben las an-
cianas.
840 ANTONIO JESÚS JIMÉNEZ SÁNCHEZ
2. PI CORRALES, M. P.; PÉREZ BALTASAR, M.ª D.; LEÓN SANZ, V., y GARCÍA HER-
NÁN, D., «Las Órdenes religiosas en la España moderna: dimensiones de la investi-
gación histórica», en Iglesia y sociedad en el antiguo régimen. Actas de la III Reu-
nión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, Martínez Ruiz y
Suárez Grimón (eds.), vol. I, Las Palmas de Gran Canaria 1995, pp. 205-251.
3. GÓMEZ GARCÍA, M.ª C., Mujer y clausura. Conventos Cistercienses en la Má-
laga moderna, Málaga 1997; GÓMEZ GARCÍA, M.ª C., Instituciones religiosas mala-
gueñas en la transición del siglo XVII al XVIII, Diputación Provincial, Málaga 1986.
4. VILLALBA RUIZ DE TOLEDO, «La Corona de Castilla y su participación en la
reforma eclesiástica del siglo XV», en Actas del I Congreso Internacional: La Orden
Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 79-84; FERNÁNDEZ CONDE, J., «La religión
popular en León durante la Edad Media», en Actas del I Congreso Internacional: La
Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 85-108; CALVO, I., «Retiro de Santa
Beatriz de Silva en el Monasterio Cisterciense de Santo Domingo de Silos», en Ac-
tas del I Congreso Internacional: La Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp.
187-192; CEVALLOS CEPEDA, R., «El priorato de Santa Fe», en Actas del I Congreso
Internacional: La Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 193-20; ABAD, A.,
«De Escoto a Beatriz de Silva. Años 1304-1492», en Actas del I Congreso Interna-
cional: La Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp.203-215; ALONSO, S. M.ª,
«El patrimonio espiritual de un Instituto religioso. Notas sobre el carisma y la espi-
ritualidad de la Orden de la Inmaculada Concepción», en Actas del I Congreso In-
ternacional: La Orden Concepcionista, vol. II, León 1990, pp.439-456.
LAS MONJAS CONCEPCIONISTAS EN ANDALUCÍA 841
ordinadora por sor María del Mar Carballo 8. En este libro ha agrupado
en cinco grandes apartados los datos que se contemplan la biografía de
la fundadora, la historia de la causa, el trabajo de la sección histórica,
repaso de la documentación y, por último, la valoración crítica de la
documentación aportada. En esta misma línea se encuadra el estudio
de Enrique Gutiérrez desde una óptica franciscana 9.
Un acercamiento inicial para conocer las fuentes manuscritas e
impresas de las comunidades de clausura femeninas son los diccio-
narios y repertorios bibliográficos de libros publicados, muchos ela-
borados por escritores de las propias Órdenes religiosas, que aluden
a la expansión de las Órdenes y además informan al lector de su lo-
calización 10. Castro, por ejemplo, estudia pormenorizando cada uno
de los monasterios de la Concepción en España y, con mayor deteni-
19. ULLOA, fray A., Plática de la toma de hábitos de sor Paula de Santa Ger-
trudis Villamil (religiosa profesa concepcionista de Mondoñedo), 1788; GÓMEZ
GARCÍA, M.ª C., «Cofradías y Hermandades de Pasión y su relación con los conven-
tos femeninos», en La Saeta (1998).
20. ALONSO FERNÁNDEZ, F., Estigmas, levitaciones y éxtasis, Madrid 1992.
21. BALDO LACAMBA, M., «Mendizábal y la disolución del feudalismo», en Ac-
tas del VII Coloquio de Pau, De la crisis del antiguo régimen al franquismo, Madrid
1977; CUENCA TORIBIO, J. M., La Iglesia española del siglo XIX, Madrid 1973;
CUENCA TORIBIO, J. M., «Aproximación al catolicismo español de fines del XIX», en
Hispania Sacra, 1971; CUENCA TORIBIO, J. M., La Iglesia española ante la revolu-
ción liberal, Madrid 1971; MARTÍN, T. (ed.), La desamortización. Textos político-ju-
rídicos, Madrid 1973; RUEDA, G., La Desamortización de Mendizábal y Espartero
en España, Madrid 1960; TOMÁS Y VALIENTE, F., El marco político de la desamorti-
zación en España, Barcelona 1971; VOLTES, P., Historia de la economía española en
los siglos XIX y XX, Madrid 1974.
22. ÁLVAREZ SANTALÓ; L. C., «La escenografía del milagro hagiográfico y la
construcción de lo imaginario colectivo», en Religión y Cultura, S. Rodríguez Be-
cerra (coord.), Sevilla 1999, vols. 2, pp.141-172.
846 ANTONIO JESÚS JIMÉNEZ SÁNCHEZ
23. JÍMENEZ DE MADARIAGA, C., «Señales de santidad. De ser mujer a ser san-
ta», en Religión y Cultura, S. Rodríguez Becerra (coord.), Sevilla 1999, vols. 2, pp.
173-180; MOLINARI, P., Los santos y su culto, Madrid 1965; BROWN, P., The cult of
the saints, London 1965.
24. IRIMIZALDO, J., Monjas y beatas embaucadoras, Madrid 1978; GIL AMBRO-
NA, A., «Mujeres religiosas, mujeres heterodoxas», en Historia 16, 145 (1988), pp.
59-63; MIURA ANDRADES, J. M., «Milagros, beatas y fundaciones de conventos. Los
milagros en las fundaciones dominicas desde inicios del siglo XV a finales del XVI»,
en La religiosidad popular, t. II, Barcelona 1989, pp. 443-460; RAMOS MEDINA, M.,
«Monjas sumisas pero justas», en Actas I Congreso Internacional del Monacato Fe-
menino en España, Portugal y América, 1492-1992, León 1993, pp. 155-162; LO-
RENZO PINAR, F. J., Beatas y mancebas, Zamora 1995; SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, M.ª L.,
«Las variedades de la experiencia religiosa en las monjas de los siglos XVI y XVII»,
en Arenal. Revista de Historia de las mujeres, 5 (1) (1998) 69-105; NÚÑEZ BELTRÁN,
M. A., «Actitudes y comportamientos en la Andalucía barroca», en Actas del Con-
greso sobre “La Andalucía de finales del siglo XVII”. Conmemorativo del III Cen-
tenario de la Fundación del Monasterio de Agustinas Recoletas de Cabra, M. Reder
Gadow (coord.), Cabra 1999, pp. 251-274; BOHORQUEZ JIMÉNEZ, D. (ed.), Funda-
ciones femeninas andaluzas en el siglo XVII: los escritos de la recoleta M. Antonia
de Jesús, Cádiz 1995.
25. VOLTES, P., Sor Patrocinio, la monja prodigio, Ed. Planeta, Barcelona 1994;
BUSTAMANTE MADRID, E., Sor Patrocinio, testigo de lo sobrenatural, Yecla 1986;
CORDAVIAS, P. L., La monja de las llagas, Guadalajara 1917; en GOMIS, P. J. B., Sor
Patrocinio, la monja de las llagas, Madrid 1946; GONZÁLEZ, A., y DIÉGUEZ, M., Sor
Patrocinio, Madrid 1980; JARNÉS, B., Sor Patrocinio, la monja de las llagas, Ma-
drid 1930; MARÍA ISABEL DE JESÚS, S., Breve reseña de la Orden y vida de la M. sor
María de los Dolores y Patrocinio, Barcelona 1904; MARÍA ISABEL DE JESÚS, S., No-
tas de la vida de sor María de los Dolores y Patrocinio, Madrid 1899; en MARÍA
ISABEL DE JESÚS, S., Vida admirable de la M. sor María de los Dolores y Patrocinio,
Guadalajara 1991; ORTEGA RUBIO, J., «Cartas de sor Patrocinio», en Historia de Es-
paña, t. IV, Madrid 1890; RISCO, R., Vida y defensa de la M. sor María de los Dolo-
res y Patrocinio, Madrid 1915; TORMO, E., Las iglesias del antiguo Madrid, Madrid
1980.
LAS MONJAS CONCEPCIONISTAS EN ANDALUCÍA 847
pp. 391-400; SERRANO LASO, M., La custodia neogótica del Convento de la Con-
cepción de León, pp. 401-410.
35. Regla y Constituciones Generales de la Orden de la Inmaculada Concep-
ción, Navarra 1993; SCHNEIDER, fray H., Comentario a las Constituciones Genera-
les de la Orden de la Inmaculada Concepción del año 1993, Curia General de los
Frailes Menores, Roma 1995; MESEGUER FERNÁNDEZ, J., OFM, «Primeras Constitu-
ciones de las Concepcionistas Franciscanas», en A.I.A., 25 (1965) 361-389; GARCÍA
LOBO, V., «Documentos en torno a la fundación de la Orden Concepcionista. Estu-
dio diplomático», en Actas del I Congreso Internacional: La Orden Concepcionista,
vol. I, León 1990, pp. 119-140; PRIETO PRIETO, A., «Documentos en torno a la fun-
dación de la Orden Concepcionista. Estudio jurídico», en Actas del I Congreso In-
ternacional: La Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 141-146; GÓMEZ, I.
M.ª, «La vida contemplativa a la luz del Concilio Vaticano II», en Actas del I Con-
greso Internacional: La Orden Concepcionista, vol. II, León 1990, pp. 457-476;
ÁLVAREZ GÓMEZ, J., «Las Constituciones renovadas, libro de vida para las Concep-
cionistas», en Actas del I Congreso Internacional: La Orden Concepcionista, vol. II,
León 1990, pp. 477-488; BANDERA, A., «Los Institutos religiosos contemplativos a
la luz del Vaticano II», en Actas del I Congreso Internacional: La Orden Concep-
cionista, vol. II, León 1990, pp. 489-498; ROMÁN FLECHA, J., «La vida contemplati-
va como anuncio escatológico», en Actas del I Congreso Internacional: La Orden
Concepcionista, vol. II, León 1990, pp.507-516; GIL AMBRONA, A., «Entre la ora-
ción y el trabajo. Las ocupaciones de las otras esposas (siglos XVI-XVII)», en Actas
de las VI Jornadas de Investigación Interdisciplinarias sobre la Mujer, Madrid
1987; GÓMEZ GARCÍA, M.ª C., «Introducción al estudio de las religiosas del Con-
vento de la Encarnación de Málaga en el siglo XVIII», en Actas del I.er Encuentro In-
terdisciplinar de Estudios de la Mujer en Andalucía, Granada 1990, pp. 257-276;
LORENZO PINAR, F. J., «Profesiones religiosas femeninas zamoranas en el siglo
XVIII», en Actas I Congreso Internacional del Monacato Femenino en España, Por-
tugal y América, 1492-1992, t. II, León 1993, pp. 373-386.
36. BARREIRO MALLÓN, B., «El monacato femenino en la Edad Moderna: Demo-
grafía y estructura social», en Actas I Congreso Internacional del Monacato Femeni-
no en España, Portugal y América, 1492-1992, t. II, León 1993, pp. 57-74; BARRIO
GOZALO, M., «Sociedad, Iglesia y vida religiosa en la España del siglo XVIII. Notas
850 ANTONIO JESÚS JIMÉNEZ SÁNCHEZ
Queda una gran tarea por delante para ver plasmado mi proyecto
en una Tesis Doctoral, en la que difunda el quehacer y la impronta
que los monasterios de la Orden concepcionista tuvieron en Andalu-
cía desde su fundación hasta nuestros días. Muchos son los docu-
mentos que tengo que localizar, analizar y comparar para poder apre-
ciar la labor espiritual que las hermanas concepcionistas en el deve-
nir histórico.
federaciones. Cada federación tiene una presidenta, elegida por seis años por to-
das las abadesas reunidas y un consejo elegido de la misma forma. La presidenta
carece de cualquier autoridad jurídica sobre los monasterios, y tan sólo puede ac-
tuar en la medida que se lo solicite cada convento. En España hay siete federacio-
nes concepcionistas coordinadas entre sí por una coordinadora de las presidentas
elegida por las demás presidentas; y como ellas, puede ser reelegida pero sólo por
tres años más.
El Convento de Madre de Dios de las
Concepcionistas Franciscanas de Logroño
I. Introducción.
II. La Fundación.
III. El siglo XX.
IV. El Patrimonio Artístico.
V. Vida comunitaria.
VI. Bibliografía.
I. INTRODUCCIÓN
II. LA FUNDACIÓN
cendio provocado durante la guerra civil, que dio al traste con las es-
casas pertenencias y obras artísticas que fueron mermando el ya de-
valuado patrimonio acumulado.
La participación en los actos religiosos celebrados en honor de la
Inmaculada con la presencia de munícipes y corporación además del
acompañamiento del pueblo fiel se mantuvo hasta bien entrado el si-
glo XVIII, si bien no perduró en el tiempo, habiéndose perdido defini-
tivamente su culto externo, y la procesión bien concurrida en su fes-
tividad, cada ocho de diciembre.
Las recientes consecuencias y desastrosas secuelas bélicas restan
pormenorizadas gracias a los escritos y aclaraciones memorizadas en
el relato de las más ancianas religiosas, como el cuidado y cura de
heridos como consecuencia de las guerras carlistas.
III. EL SIGLO XX
V. VIDA COMUNITARIA
12. SAINZ RIPA, E., Historia del Convento de Madre de Dios, Notas Históricas.
EL CONVENTO DE MADRE DE DIOS DE CONCEPCIONISTAS... 869
VI. BIBLIOGRAFÍA
VI. BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ SEGURA, F., El Obispado de Guadix-Baza durante el se-
xenio revolucionario y el reinado de Alfonso XII (1868-1885), Ed.
Caja Sur e I. E. «Pedro Suárez», Guadix (Granada) 1998.
– Nueva guía de Guadix. Encrucijada de culturas, Ed. I. E. «Pedro
Suárez», Guadix (Granada) 2000.
– El cardenal Gaspar de Ávalos y el Monasterio de Santiago de
Guadix. Clarisas franciscanas, Ed. I. E. «Pedro Suárez», Guadix
(Granada) 2002.
GONZÁLEZ-CREMONA, J. M., y GONZÁLEZ-CREMONA NOGALES, P. D.,
Diccionario de los Papas, Ed. Mitre, Barcelona 1989.
SUÁREZ, P., Historia del Obispado de Guadix y Baza, Ed. Imprenta
Antonio Román, Madrid 1696.
TORRES, A. de, Crónica de la provincia franciscana de Granada, ed.
facsímil, Ed. Cisneros, Madrid 1984.
VII. DOCUMENTACIÓN
ARCHIVO CATEDRAL DE GUADIX:
Estante: 5.
Tabla: 6.
Conventos: Concepción (Guadix)
Carpeta: 3.358.
Años: 1560-1738.
ARCHIVO CATEDRAL DE GUADIX:
Estante: 5.
Tabla: 6.
Conventos: Concepción (Guadix).
Carpeta: 3.357.
Años: 1738-1892.
ARCHIVO CATEDRAL DE GUADIX:
Estante: 5.
Tabla: 6.
Conventos: Concepción (Guadix).
Carpeta: 3.356.
Años: 1892-1949.
VIII. Dominicas
Aproximación al Convento de Santa Ana
de Murcia, de monjas dominicas
1. BUENO ESPINAR, Fr. A., OP, El Monasterio de Santa Ana. Las monjas domi-
nicas de Murcia, Ed. Cajamurcia-Obra cultural, Familia dominicana de Murcia,
Universidad de Murcia, 1990.
894 MARÍA TRINIDAD LÓPEZ GARCÍA
años para abonar la cantidad estipulada. Sin embargo, los plazos es-
tipulados y las cantidades establecidas no se abonaron en su totali-
dad, sólo la cantidad que permitió reconstruir la iglesia, pero no la
capilla mayor, por lo que hacia 1625 se inicia el pleito contra D. Pe-
dro de Zayas y Zúñiga. El motivo es privarles del patronato por in-
cumplimiento de las condiciones pactadas.
La ayuda les va a venir a estas monjas por personas influyentes
relacionadas con el Concejo murciano, muchos de cuyos familiares
profesan en el convento. En esta ocasión, es el jurado Miguel Pérez
el que entrega al convento unos contratos de censo «como parte de la
dote de sor Francisca de Torres Villanueva, hija de Juan Bautista Vi-
llanueva, que fue jurado de la ciudad, al que dice estar muy agrade-
cido por unos importantes favores recibidos». En uno de dichos con-
tratos se dice:
«Los ciento y treinta mil y novecientos cincuenta maravedís restantes los
pague el dicho Jurado Miguel Pérez para el día y fiesta de San Juan de junio
de este año de 1613 a la priora y religiosa del Convento de Sra. Santa Ana de
esta Ciudad en lugar de los setenta y cuatro mil ochocientos ms. que están li-
brados de limosna en 13 de octubre de 1612. De la cual dicha cantidad de
nuevo se hace limosna quedando rota y cancelada la dicha primera libranza
y a esta conformidad se hace censo de la dicha cantidad a dicho señor Jura-
do Miguel Pérez.» 11
13. LÓPEZ GARCÍA, M.ª T., La Gestión de Gobierno de los Regidores en el Con-
cejo de Murcia en el último tercio del siglo XVII, ed. propia y Ayuntamiento de Mur-
cia, 1999, pp. 381 y ss.
902 MARÍA TRINIDAD LÓPEZ GARCÍA
A lo largo del XVIII aún continúan las obras; cuando no son las ta-
pias del monasterio que se desmoronan haciendo peligrar el recogi-
miento del régimen de clausura, hay que arreglar las casas, barracas
y palacios dispersos por la población y la Huerta, heredados por di-
ferentes monjas o comprados, de cuya renta subsistía su economía
doméstica, o cuando tienen que arreglar la enfermería 16.
Pero junto a estos arreglos de mantenimiento, las monjas domini-
cas no pierden de vista su monasterio. Aparte de su oración, quieren
que el templo de Dios sea lo más hermoso posible, y abordan la ins-
talación de un órgano, el tercero y definitivo. En principio, se contra-
tó en 1.100 reales, pagado en tres plazos, hasta 1765, que sería en-
tregado y colocado en su lugar, pero que es concluido en 1776. En
el XIX aún continúan las remodelaciones.
Las obras realizadas a lo largo del XVII, XVIII y XIX terminan de re-
modelar el Monasterio Dominico de Santa Ana. Han costado mu-
chos desvelos, sinsabores, estrecheces y pleitos. Su consecución ha
sido una labor ardua, pero las MM. prioras que las llevaron a cabo,
respaldadas por toda la comunidad monacal y eclesiástica, conside-
ramos que tuvieron que dejar este mundo con la satisfacción espiri-
tual de haber continuado con las inquietudes de las otras MM. prio-
ras que las precedieron, y haber dejado a sus sucesoras un legado
cuajado de sacrificios y superaciones. A la sociedad murciana, una
herencia monumental digna de elogio.
Ahora bien, las monjas de la Orden de predicadores no sólo re-
modelaron su convento, sino que paralelamente iban remodelando
su espíritu. A lo largo de cinco siglos hubieron algunas de ellas que
destacaron un poco más en su comportamiento y santidad: sor Gra-
cia Romero, sor Gerónima Santís, sor Lucrecia Franquiz, así hasta
un total de veinte, que abarcan los siglos XVI, XVII y XVIII. Todas
ellas tienen un denominador común: su santidad, así en las fuentes
archivísticas del monasterio se les reconoce «murió con opinión de
santa». Sus virtudes, dotes sobrenaturales, como el de profetizar la
venida a Murcia en 1706 de los soldados ingleses y holandeses en
la guerra de secesión; o sanar con su oración la incurable enferme-
dad de otra monja; o la de ser sanada milagrosamente por la inter-
16. PEÑAFIEL RAMÓN, A., «Con los pies en la tierra (vida material de un con-
vento en la Murcia del siglo XVIII)», en Littera Scripta. In homorem Prof. Lope Pas-
cual Martínez, vol. 2, Universidad de Murcia, 2002, pp. 837-851.
APROXIMACIÓN AL CONVENTO DE SANTA ANA DE MURCIA... 905
19. SÁNCHEZ PÉREZ, J., Sor Rosario de Fátima, OP, Una sonrisa de Dios, 2.ª
ed., imprime: Pictografía, S.L., Murcia 2000.
912 MARÍA TRINIDAD LÓPEZ GARCÍA
BIBLIOGRAFÍA
BUENO ESPINAR, Fr. A., OP, El Monasterio de Santa Ana. Las monjas
dominicas de Murcia, Ed. Cajamurcia-Obra cultural, Familia do-
minicana de Murcia, Universidad de Murcia, 1990.
CANDEL CRESPO, F., Historia de un convento murciano. El de Justi-
nianas de Madre de Dios (1490-1975), Imprime: Sucesores de
Nogués, Murcia 1977.
CASCALES, F., Discursos Históricos de la ciudad de Murcia y su rei-
no. Ed. Academia Alfonso X el Sabio, 4.ª ed., reproducción en
offset de la edición de 1775.
GUTIÉRREZ-CORTINES DEL CORRAL, C., Renacimiento y arquitectura
religiosa en la antigua Diócesis de Cartagena (reino de Murcia,
Gobernación de Orihuela y Sierra del Segura), Murcia 1987.
LEMEUNIER, G., «Murcia y la cultura barroca», en Historia de la Re-
gión de Murcia, t. VI, pp. 120-176.
LÓPEZ GARCÍA, M.ª T., El oficio de regidor y su ejercicio en Murcia
en el último tercio del siglo XVII (1665-1700), tesis doctoral publi-
cada en CD-ROM, Servicio de Publicaciones de la Universidad
de Murcia, 1999.
– La Gestión de Gobierno de los Regidores en el Concejo de Mur-
cia en el último tercio del siglo XVII, ed. propia y Ayuntamiento de
Murcia, 1999.
– «Consideraciones sobre los inventarios de los bienes de la Ilustre
Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Murcia», en Las Ad-
vocaciones Marianas de Gloria. Actas del I Congreso Nacional,
ed. por Cajasur, Córdoba 2003, pp. 431-440.
– «Gastos en el ceremonial en Murcia en las exequias a la muerte
de la Reina Margarita de Austria (1611)». Comunicación presen-
tada a la VIII Reunión Científica. Fundación Española de Historia
Moderna. Madrid, 1-4 de junio de 2004.
PEÑAFIEL RAMÓN, A., Mentalidad y Religiosidad Popular Murciana
en la primera mitad del siglo XVIII, Ed. Secretariado de Publica-
ciones de la Universidad de Murcia 1988.
– «Monjas, visiones y portentos en la España Moderna. Los relatos
de confesores», en Contrastes, 11. Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Murcia 1998-2000, pp. 127-143.
– Mujer, mentalidad e identidad en la España Moderna (siglo
XVIII), Universidad de Murcia 2001.
916 MARÍA TRINIDAD LÓPEZ GARCÍA
I. Introducción.
II. Fundación del Convento de Santa Inés en la Baja Edad Media.
2.1. Córdoba a finales del Cuatrocientos.
2.2. Fundación del convento.
III. Decadencia y desaparición.
3.1. Donaciones.
3.2. Compra-venta.
3.3. Arriendos, permutas e inversiones.
IV. Decadencia y desaparición.
I. INTRODUCCIÓN
3.1. Donaciones
15. ROMANO, R., Y TENENTI, A., Los fundamentos del mundo moderno, Madrid
1972, p. 205.
16. PCSI, ff. 71r.-73r.; 260r. y v.
17. Ibid., f. 261r.
EL REAL CONVENTO DE SANTA INÉS DE CÓRDOBA... 929
Santa Inés. A estas mandas se unía una misa todos los viernes del año
y en varias festividades. Además dos monjas deberían estar rezando
continuamente en el altar del Stmo. Sacramento el Jueves y Viernes
Santo. En 1791, el convento, amparándose en una bula de Pío VI,
pudo reducir notablemente esta prolongada memoria 18.
En el mismo sentido, el 30 de noviembre de 1702, sor Leonor de
Paniagua y Rico, viuda y religiosa que fue del convento, donó unas
casas en la calle Ancha de Santiago de Córdoba con el cargo de una
memoria de cincuenta misas rezadas y dos cantadas anuales. Tam-
bién en 1728, por orden del provincial, la memoria quedó reducida a
treinta misas rezadas, una cantada el día de Santa Rosalía y una fies-
ta al Stmo. Sacramento 19.
También contribuyeron estas mandas testamentarias a que el con-
vento fuera gozando de numerosas propiedades agrarias.
Aunque no aparece la fecha, el convento heredó un lagar en el
término de Montoro con cargo de cuatro misas rezadas por el alma
de D. Manuel Arroyo. Estas misas se pagaban en 16 rs. al Convento
de San Francisco 20. El hecho de que algunas misas de memorias se
celebrasen en el Convento de San Francisco sería frecuente. El moti-
vo creemos que podría ser debido a la cantidad de memorias que ha-
bían de cumplir, resultando más cómodo para los oficiantes celebrar-
las en el principal convento franciscano.
Otro modo de aumentar su patrimonio consistía en la compra de
tierras, suponemos que a precios asequibles, sobre las que estaban
cargadas determinadas memorias. Así en 1787 el convento compró
133 fanegas de tierras en el término de Porcuna, con cargo de doce
misas rezadas en la parroquia de Cañete por el alma de Catalina
Ruiz, pagándose a dos rs. cada misa en la colecturía general de la
ciudad. También, aunque desconocemos la fecha, esta comunidad
compró un olivar de 88 pies en el término de Bujalance, sobre el que
estaba cargado una memoria de una fiesta que se pagaba a cuatro rs.
anuales a los curas de dicha ciudad 21.
Algunas veces estos beneficios se limitaban a realizar mejoras en
las propiedades ya existentes. En este sentido, en la fecha tardía de
Con igual fin Dña. Ana Escribano, madre de la novicia Dña. Inés
González, vendió en 1719 un olivar en el término de Montemayor
para el pago de su dote en el precio de 12.960 rs. libre de censos.
En 1706 fueron D. Felipe del Valle y su mujer quienes se obliga-
ron a pagar al convento 8.800 rs. con réditos anuales de 264 rs. por la
dote de su hija Dña. Casilda de San Antonio, religiosa del convento,
y a su seguridad hipotecaron varias fanegas de tierra y un olivar en el
término de Lopera.
Por último, desde Torremilano, en 1774, D. Eugenio de Alfaro
hizo donación de un censo de 4.400 rs. de principal sobre unas here-
dades que poseía en dicho término a favor de Dña. Rosalía Benítez
para ayudar a su dote como religiosa del convento. El censo rentaba
132 rs. anuales 25.
Dentro de este apartado de donaciones merecen especial mención
las recibidas por imposición de censos.
Entre los siglos XVII y XVIII el convento fue receptor de más de
una treintena. Utilizando cifras absolutas, tales censos originaron
unas rentas de más de 5.600 rs. anuales, lo cual no significa que
coincidieran todos para su cobro, ya que muchos de ellos fueron re-
dimiéndose en el transcurso de estos años. Pero bastantes de estas
rentas siguió percibiéndolas la comunidad hasta los últimos años de
su existencia, aunque hemos de tener en cuenta la continua deprecia-
ción de la moneda. Felisa Cerrato, en su estudio citado, tomando
como fuente principal el Catastro de Ensenada, presenta que a me-
diados del siglo XVIII el Convento de Santa Inés sólo poseía siete
censos redimibles y uno perpetuo 26.
Tales censos estaban impuestos sobre distintos tipos de propieda-
des, tanto urbanas como rústicas. Entre las primeras son frecuentes
las casas destinadas a viviendas o las denominadas casas-tiendas por
tener un pequeño comercio anejo. Y entre las posesiones rústicas los
censos suelen estar cargados sobre olivares, viñas y tierras de labor,
además de muchas edificaciones rurales, que incluían huertas, po-
zos, pilas, bodegas, molinos, hornos, caleras, etc.
Mención especial merece el censo de doscientos ducados que im-
pusieron a favor de este monasterio, en 1667, Dña. María de Varo y
3.2. Compra-venta
37. RAMÍREZ DE ARELLANO GUTIÉRREZ, T., Paseos por Córdoba, Córdoba 1973,
pp. 31-32. Sin embargo, tres décadas más tarde la nómina de este convento estaba
integrada por sólo veintiuna monjas. Véase CERRATO MATEOS, F., o.c., p. 178.
38. PCSI, f. 43r.
EL REAL CONVENTO DE SANTA INÉS DE CÓRDOBA... 937
I. Introducción.
II. Panorámica económica de los conventos femeninos
en la época moderna.
III. El Convento de San José y Santa Clara de Bujalance.
IV. El pleito de las clarisas bujalanceñas con el vizconde
de Villanueva de Cárdenas.
4.1. Los litigantes.
4.2. Causa y objeto del litigio.
4.3. Desarrollo del contencioso.
4.4. Resolución final.
V. Conclusión.
I. INTRODUCCIÓN
Este es, por tanto, el caso de las clarisas de Bujalance, uno de los
pueblos conformadores de la campiña cordobesa.
Nos dice Ramírez de las Casas Deza que su fundador fue el vene-
rable Francisco López de Belorado, presbítero, quien murió en dicha
fecha, siendo sepultado en el mismo convento, al igual que su sobri-
na Dña. Francisca de Belorado, y del marido de ésta, D. Gabriel de
Oblanca, gobernador y juez de apelaciones del estado de Aguilar y
oidor de la Real Chancillería de Granada 10.
Extraña sobremanera la falta de respuesta en el interrogatorio del
Catastro de Ensenada sobre el número de monjas que habitaban por
entonces el monasterio. El único dato referencial y personal de ellas
lo hemos encontrado en un acto de apoderamiento hecho en la fecha
de 1739, en la que se nombran algunas de sus componentes 11.
Mediante las referencias proporcionadas por el Libro de Hacien-
da de Eclesiásticos, se ha podido recomponer el patrimonio del ce-
nobio a mediados de la centuria del XVIII, casi coincidente en las fe-
chas en las cuales se desarrolla el final del litigio que más adelante
planteamos, a la par que vincula los datos obtenidos con el conteni-
do del mismo.
Pocos cambios habrían de experimentar las propiedades de dicho
convento entre el tiempo que transcurre nuestra exposición y el de la
redacción del Catastro de Ensenada, y, por tanto, las referencias pro-
porcionadas por éste para el conocimiento de sus bienes podemos
considerarlas perfectamente válidas.
La primera característica a destacar de entre los bienes inmuebles
registrados a favor del Convento de Santa Clara es la de no poseer
tierras que en su totalidad llegaran ni siquiera a aproximarse a las
cien hectáreas en propiedad. Se podría añadir algo más, se clasifica-
ba, junto con otros cinco cenobios entre los cuarenta y dos existentes
en la Diócesis, como de los menos favorecidos en este orden. Al me-
nos tenemos la certeza de la posesión de 57,18 has. de olivar, planta-
ción predominante dentro de la zona, rentabilizando un producto
equivalente a más de 8.000 reales y constituyendo éste su único
aprovechamiento agrario. Por otro lado, no cuentan con ninguna pro-
piedad de viñas ni huertas, cultivo harto escaso en aquellos predios.
Empero, sí tienen semovientes –seis caballos, un mulo y tres asnos–,
sin que podamos aseverar deriven de un aprovechamiento pecuario
de sus tierras y, quizá, se dedicasen a otra clase de menesteres distin-
tos a la labranza.
En la relación de bienes inmuebles urbanos registrados en el Li-
bro de Hacienda de Eclesiásticos figuran como propiedad de las cla-
risas diecisiete casas, cuyas rentas le producen anualmente más de
dos mil reales, y con una característica muy singular, pues dos de
ellas estaban arrendadas por poseer bodega y una como casa-tienda12.
A ello habría que añadirle un solar que proporciona una renta insig-
nificante.
En el capítulo de inmuebles industriales, las monjas clarisas se en-
cuentran en posesión de un molino de aceite para molturar la aceituna
procedente de sus propiedades olivareras, así como un horno de teja,
situado este último en la calle Ancha de San Bartolomé, ambos lleva-
dos en explotación directa por el propio convento y que en total le su-
ponen unas rentas de unos 750 reales. Como nota distintiva a destacar,
decir que el Convento de San José de Bujalance también poseía un pa-
lomar zuritero, proporcionándole unos ingresos anuales de 399 reales.
En cuanto a los bienes de capital se constata la posesión de 71
censos redimibles, con un beneficio anual de 3.251 reales, cifra sus-
tanciosa a ingresar en las rentas del convento. No existe, por contra
constatación de censos perpetuos, ni de memorias, cosa harto extra-
ña, debido, quizá, a la fecha avanzada de su fundación. Otro tanto
ocurre con los juros.
14. El pleito estudiado en este caso corresponde al leg. n. 2.176, pieza n. 6, del
Archivo de la Real Chancillería de Granada, conteniendo todos los documentos re-
dactados hasta llevar a buen fin el litigio.
LA CLAUSURA TAMBIÉN PLEITEA. CLARISAS DE BUJALANCE... 949
19. Un esquema en donde se contemplan los diferentes pasos de uno a otro pro-
pietario se contempla en ACG, leg. 2.176, pieza 6, f. 3v.
952 RAFAEL VÁZQUEZ LESMES
20. Ibid., f. 13 v.
21. Ibid., f. r y v.
22. Ibid., f. 20 r. Se significa que dicha real provisión sea «leída y notificada en
su persona (...) y concediéndole un plazo de quince días para alegar.
LA CLAUSURA TAMBIÉN PLEITEA. CLARISAS DE BUJALANCE... 953
V. CONCLUSIONES
Nada menos que cuarenta y dos años se han consumido en un li-
tigio resuelto, en su fase final, confirmando la sentencia dictada en
primera vista. ¡Bastante tiempo perdido y mucho dinero malgastado!
Como punto final se puede plantear el siguiente interrogante: ¿Valie-
ron la pena los esfuerzos hechos por una y otra parte? El espíritu
pleitista predomina en la época imponiéndose, a veces, a posturas
más pragmáticas.
No podemos dejar de llamar la atención sobre el lento caminar de
la máquina burocrática jurídica en esta fase del antiguo régimen y la
persistencia de ambas partes en una defensa a ultranza de sus respec-
tivas posiciones. ¿Se planteaba abiertamente el enfrentamiento como
una lucha en defensa de sus privilegios?
La Iglesia, en este caso representada por el clero regular femeni-
no de clausura, pleitea y no se arredra ante su oponente, miembro
cualificado de la nobleza local. El choque de los dos estamentos pri-
vilegiados del antiguo régimen nos inclina, también, a deducir que
los intereses económicos se anteponen a cualquier otra manifesta-
ción de apoyo tan usual entre los dos poderes más fuertes y favoreci-
dos de la sociedad estamental, de lo que encontramos muestras a to-
do lo largo del período.
nobleza, así como una estrecha relación con ella, algunos pueblos y
zonas rurales de difícil acceso estuvieron desasistidos totalmente.
Las Órdenes religiosas formaron parte del estamento eclesiástico,
y todas ellas tenían reglas afines en cuanto a sus votos religiosos,
conducta y creencias; la mayoría de ellas elaboraron sus propias re-
glas y sus estatutos internos, acordes todos con la normativa de Tren-
to; nos referimos tanto a las Órdenes masculinas como a las femeni-
nas. Las que más proliferaron en nuestro país fueron las Órdenes
masculinas, ya que las donaciones para sus conventos fueron más
abundantes 1.
Los conventos que se fundan en esta Villa durante el siglo XVII,
acogieron a las principales hermandades de penitencia, conformando
hitos renovadores del urbanismo prieguense. La inexistencia de in-
tervenciones importantes en la ciudad los convirtió en puntos aisla-
dos de intervención que conformaron referentes visuales en una eta-
pa de acusada crisis constructiva.
Todos los conventos, masculinos o femeninos, siguiendo las normas
de Trento, decidieron que la mayor parte de sus religiosos se desplaza-
ra hacia las grandes ciudades y conseguir en éstas una casa grande y
apropiada para las necesidades de la Orden. De los pequeños conventos
de la Edad Media en los que la comunidad vivía en caserones laberínti-
cos, destartalados y aislados, los de la Edad Moderna experimentaron
un atractivo cambio, ya que estaban mejor organizados y estructurados;
generalmente tenían una o dos plantas, una iglesia con una función an-
tagónica; aislar a la comunidad del exterior al mismo tiempo que la re-
lacionaba con el pueblo a través de los cultos. La mayoría de ellos se
ubicaron en el centro de la población y no en los campos y escarpados
montes como los antiguos cenobios de la Edad Media.
En Andalucía los conventos femeninos fueron los que mejor re-
flejaron la grandeza social, económica y religiosa de una ciudad. Bo-
net Correa los consideró «vivero de virtudes y de recato femenino» 2.
La vida religiosa iba paralela al transcurso de la vida social, la orde-
nación de sus integrantes era de forma estratificada, lo mismo que en
la vida civil; estaba condicionada por la posición económica de la re-
ligiosa: a mayor dote, mayor cargo; nada tenían que ver estas distin-
renta que pagó fue la misma que la anterior, pero en este contrato no
se especifica la donación que hizo, solamente el cargo que desempe-
ñó, lo cual nos demuestra, como dijimos al principio, la funcionali-
dad de estos recintos sacros, ocupando cada cual su puesto, no en
función de su religiosidad, sino del modo más conveniente para su
buen funcionamiento 6.
9. Ibid., f. 426
10. La sociedad española, o.c., p. 69.
968 CANDELARIA ALFÉREZ MOLINA
11. APP, leg. de Manuel A. del Águila. Año 1695. Libro 239, t. I, f. 65. Cfr. AL-
FÉREZMOLINA, C., Tesis Doctoral, inédita.
FINANCIACIÓN Y LITIGIO EN LOS CONVENTOS DEL PRIEGO… 969
12. APP, leg. de Manuel A. del Águila. Año 1693, t. I, Libro 239, f. 130. Cfr.
ALFÉREZ MOLINA, C., Tesis Doctoral, inédita.
13. ARCHG, Sala 3, leg. 1.321, Pieza 8, Pleito de Dña. Catalina de Molina,
viuda de Martín de Tienda, vecina de la Villa de Priego, contra el convento y mon-
jas de Santa Clara «de esta dicha ciudad»; llevado por A. de Grájera, escribano pú-
blico de Priego y ejecutado después de varias alegaciones por el presidente de la
Real Chancillería de Granada, D. Juan de Bargas. Al. Cfr. ALFÉREZ MOLINA, C., Te-
sis Doctoral, inédita.
970 CANDELARIA ALFÉREZ MOLINA
V. CONCLUSIÓN
VII. FUENTES
VII. Bibliografía
I. Introducción.
II. Motivos de la fundación.
III. Primeros pasos de la fundación.
IV. La Regla profesada por las bernardas de Jaén.
V. Distintos aspectos de la vida en comunidad.
5.1. Misas y sufragios.
5.2. Música y fiestas.
5.3. Electores y elegidas.
5.4. Vicario y capellán.
I. INTRODUCCION
4. Sita en uno de los barrios más populares de Jaén, llamado también barrio de
San Ildefonso. Alberga en ella la imagen de Ntra. Sra. de la Capilla, Patrona de la
ciudad.
LAS BERNARDAS DE JAÉN: FUNDACIÓN Y VIDA RELIGIOSA... 981
8. PRADA CAMÍN, M. F., OSC, y MARCOS SÁNCHEZ, M., Historia, Vida y Palabra
del Monasterio de la Purísima Concepción (Franciscas Descalzas) de Salamanca,
Pontificia Universidad, Salamanca 2001, p. 17.
984 MARÍA ANTONIA BEL BRAVO
gio inmaculista del cual era tan devoto el prelado jiennense. Obser-
vemos que ambos fundadores coinciden en muchas cuestiones, pero
sobre todo en su devoción a la Virgen, y no sólo en la dedicación de
sus respectivos conventos, sino también cuando, por ejemplo, se ha-
bla de la celebración principal del monasterio: «La fiesta principal
(será la) de la limpia Concepción de nuestra Señora, en su día, vo-
cación honorífica de la dicha Iglesia y Monasterio» 9. Y es que el
pueblo cristiano, de forma espontánea, veneraba a María como «Pu-
ra y Limpia y Llena de Gracia» desde el primer momento de su exis-
tencia. Más tarde, el Papa Pío IX, con autoridad dogmática, procla-
maría solemnemente la doctrina de la Inmaculada Concepción de
María, por singular privilegio y en virtud de los méritos redentores
de su Hijo Jesucristo.
La historia de la devoción a la Inmaculada Concepción de María
es una historia de fe inamovible, muy vinculada, por otra parte, a An-
dalucía. Las tallas de Martínez Montañés, Alonso Cano, Pedro de
Mena, Luis Roldán, Alonso Martínez o Pedro Duque de Cornejo, y
las pinturas de El Greco, Cristóbal Gómez, Pedro Villegas Marmole-
jo, Francisco Pacheco, Juan de Roelas, Murillo y Zurbarán, entre
otros muchos, son la mejor muestra de la fe inmaculista del pueblo.
11. También lo narran las Actas Capitulares del Cabildo Catedralicio y el Mu-
nicipal, en los días que siguieron al evento.
12. Crónicas, pp. 891 y ss.
13. Cit. por MOLINA PRIETO, o.c.., p. 36.
986 MARÍA ANTONIA BEL BRAVO
14. Ibid.
15. Llama la atención que en las Constituciones se diga: «Y ordenamos que en
este monasterio no puedan ser recebidas más que dos hermanas, o tía y sobrina o dos
primas hermanas o por caso madre e hija, de modo que dentro de segundo grado de
consaguinidad de una familia pueda aver solamente dos sujetos….», p. 17, y que de
su familia hayamos encontrado al menos cuatro personas al mismo tiempo en el
convento. Quizás el parentesco no coincidía exactamente con el estipulado como
prohibitivo por el obispo Soria.
LAS BERNARDAS DE JAÉN: FUNDACIÓN Y VIDA RELIGIOSA... 987
30. Ibid.
31. Como señala GÓMEZ GARCÍA, M. C., en Mujer y clausura, Diputación,
Málaga 1997, p. 189.
32. Ibid.
996 MARÍA ANTONIA BEL BRAVO
solo las nuestras, como de unico fundador que somos de él» 33. Cues-
tión que sitúa a nuestro protagonista como un típico hombre de su
época: dejar patente la propia obra habría sido algo inconcebible en
otros momentos no muy lejanos de la historia.
33. Escritura ante Juan de la Vella, escribano público de Jaén, el año 1628.
AHPJ, leg. 1292, f. 320.
34. Constituciones, p. 17.
35. Ibid.
LAS BERNARDAS DE JAÉN: FUNDACIÓN Y VIDA RELIGIOSA... 997
I. Introducción.
II. Religiosas del siglo XVII.
III. Algunas dotes del siglo XVIII.
IV. A modo de conclusión.
I. INTRODUCCIÓN
1. Constituciones, p. 17.
1002 BEATRIZ OSSORIO DÍAZ
«…la una para sí, la otra para sor Catalina de la Encarnación, y para
su maestra la tercera; y fue así» 4.
4. O.c., en nota n. 2, p. 1.
5. Constituciones, p. 16.
6. Según el Diccionario de la Lengua Española: ataque, convulsión; cáncer de
mama.
7. O.c., en nota n. 3, p. 2.
1004 BEATRIZ OSSORIO DÍAZ
tentó los cargos de tornera, previsora, vicaria, y fue por dos veces
abadesa.
Sor Antonia de los Reyes y Vera. Natural de Jaén y sobrina del
fundador. Se crió desde la tierna edad de tres años en el Monasterio
de Santa Clara de Jaén, por su tía sor Francisca de Santa Clara y Ve-
ra. Es de suponer que, y según costumbre muy extendida durante la
Edad Moderna, se educase en el monasterio desde pequeña con el fin
de, cumplida la edad mínima, profesase en el mismo siguiendo la
tradición familiar. Fue corista. Corista no era un cargo, era la distin-
ción habitual en otros monasterios entre hermanas con dote (coris-
tas) y hermanas legas, que se ocupaban de las labores domésticas de
la comunidad. En este caso no había tal diferencia económica entre
unas y otras, por las razones que ya conocemos; así, las coristas se
encargaban de entonar los rezos corales durante la celebración de los
oficios. Realizaba con gran perfección su labor, que «si tal vez falta-
va, se ponía en cuydado la Comunidad, de si le avría sucedido algún
accidente» 8. Murió el Sábado Santo de 1677 9.
Sor Isabel Ana de la Concepción Vera. Ingresó como postulante,
junto a las demás fundadoras, el día 5 de enero de 1627; dos días más
tarde le sería dado el hábito de novicia por su tío, el obispo fundador
del Monasterio de «Las Bernardas», D. Melchor de Soria y Vera. Se
le consideró la primera profesa del monasterio, falleciendo el 30 de
marzo del año 1676.
Sor Isabel de la Cruz Gutiérrez Godoy. Hija del Dr. D. Juan Gu-
tiérrez Godoy, médico del deán y cabildo de la Santa Iglesia Cate-
dral. Ingresó en el convento el día 20 de mayo de 1634. Murió en
1684. A ella son atribuidas unas «coplas» de gran expresividad.
Madre sor Isabel de San José. Junto con la M. sor María del Es-
píritu Santo, puede considerarse una de las dos primeras religiosas
fundadoras del monasterio. Provenía del Convento de Santa Ana,
perteneciente también a la Regla de Santa Clara, donde ostentaba el
cargo de abadesa. Aquí sería nombrada superiora, mientras que sor
María del Espíritu Santo lo sería como portera y vicaria. Ambas in-
gresarían el 5 de enero de 1627. A su vez, las dos volverían al Con-
vento de Santa Ana el 19 de marzo de 1629. Sor Isabel falleció en
1649, mientras que sor María expiró en 1639.
8. O.c., en nota n. 2, p. 1.
9. O.c., en nota n. 2, p.1.
ALGUNOS ASPECTOS SOCIOLÓGICOS DE LA VIDA EN EL... 1005
11. P. 18.
ALGUNOS ASPECTOS SOCIOLÓGICOS DE LA VIDA EN EL... 1007
15. BEL BRAVO, M.ª A., «La historia de las mujeres desde los textos», Ed. Ariel
Practicum, Barcelona 2000; o «La mujer en la Historia», Ed. Encuentro, Madrid
1998. Importantes tanto para el estudio de la honra como para el papel de la labor
asistencial en la Edad Moderna.
Fundamentos para la creación de un
monasterio femenino: El caso de la
Concepción Franciscana de Jaén,
«Las Bernardas»
I. Introducción.
II. Contextualización: el Jaén Conventual.
III. Fundador y fundación.
IV. Instituciones religiosas: deán y cabildo catedral.
V. Instituciones civiles: Cabildo municipal y Consejo de Castilla.
5.1. Cabildo municipal.
5.2. Consejo de Castilla.
VI. Conclusión.
I. INTRODUCCIÓN
En el primer tercio del siglo XVII tiene lugar la fundación del últi-
mo gran convento 1 femenino de la Edad Moderna en Jaén, bajo la
advocación de la Inmaculada Concepción y de monjas franciscanas
recoletas. La idea de su creación parte de D. Melchor de Soria y Ve-
ra, obispo de Troya y auxiliar de Toledo, que siendo natural de Jaén
quiso premiar a su ciudad con esta magnífica obra.
El esplendor de esta fundación contrasta con la severa decadencia
que vivía la ciudad desde finales del siglo XVI, crisis que quedaba
manifiesta en el campo artístico en la paralización de las obras de la
catedral. En cambio, la arquitectura conventual sí tiene en estas fe-
chas un mayor desarrollo puesto que la mayoría de fundaciones se
llevan a cabo a fines del siglo XVI y primera mitad del XVII, además
de frecuentes traslados, lo que obliga a la creación y remodelación
de los edificios.
Y como toda fundación monacal, la obra de D. Melchor de Soria
tiene una fase previa hasta convertirse en realidad, son estos prime-
ros pasos los que nosotros vamos a estudiar en esta comunicación,
basándonos en documentos guardados en el archivo del propio con-
vento, que presentan las licencias dadas para la fundación por parte
de las instituciones religiosas y civiles.
2. CORONAS TEJADA, L., Jaén, siglo XVII. Biografía de una ciudad en la deca-
dencia de España, Jaén 1994, p. 170.
3. CORONAS TEJADA, L., Jaén, Siglo XVII. Biografía de una ciudad en la deca-
dencia de España, Jaén 1995, p. 168.
FUNDAMENTOS PARA LA CREACIÓN DE UN MONASTERIO FEMENINO... 1015
V. INSTITUCIONES CIVILES
Jaén que donaban las casas de su morada para que en ellas se erigie-
se el convento, caso que se dio incluso en la fundación del convento
inmediatamente anterior, el de las carmelitas descalzas de Jaén en
1615. Pero D. Melchor va más allá y, en lugar de convertir en con-
vento alguna de sus casas, que luego le donará y de la que por lo me-
nos de una tenemos constancia de su gran tamaño, aunque muy pró-
xima a otro convento, el de Santa María de los Ángeles, que, por
cierto, también se hallaba sobre las casas de unos benefactores, aun-
que no fundadores, él pide los terrenos que considera apropiados al
Ayuntamiento, además de requerirle algo tan importante como el
agua que debe ser en abundancia para que no falte a «las que perpe-
tuamente han de estar encerradas», lo que explica que se haga do-
nación de agua procedente de tres vías distintas, tal y como ocurría
en los lugares donde el agua era vital para ejercer sus funciones. El
tema del agua estará siempre muy presente, ya que existirán proble-
mas; por ejemplo, veremos que unos días antes de la llegada de las
primeras monjas, el cabildo municipal no había canalizado el agua
potable (sí la de riego).
Ante esta carta, el cabildo reconoce el bien que para la ciudad su-
pone tal fundación y, sobre todo, porque no supone ninguna carga pa-
ra él, ya que don Melchor «adjudica al convento y ministros renta per-
petua, sin obligarse a que lleven los doctes que acostumbran los de-
mas Conventos de Monjas de esta Ciudad (…) mostrando su santo ce-
lo y piedad» 15. Además, el cabildo sale ganando porque D. Melchor le
concede un patronato sobre la nueva fundación (el cual tendrá unas
condiciones como ahora veremos), patronato que le supone al Ayunta-
miento un cierto papel y control de la nueva instución religiosa y que
le permite elegir algunas plazas de monjas, con lo cual llevará a los
miembros del cabildo a tener que optar entre llevar a su féminas a San-
ta Clara (convento que por tradición acogía a las familiares de los
miembros del cabildo municipal) y las Bernardas «mostrando su san-
to celo y piedad y a la Ciudad amor y voluntad, pues la nombra por
Patrona, con facultad de elegir algunas (plazas), como fueren bacan-
do, con lo cual se hallan reconocidos y de nuevo obligados a su Seño-
ría para desear verlo en la dignidad que merece(…)» 16.
La idea ha gustado al cabildo, pues no olvidemos también el peso
ejercido por D. Juan de Soria, el hermano de D. Melchor; por ello di-
rá «para desear verlo en la dignidad que merece, para que logre tan
santos yntentos y servirlo y a estos Cavalleros, sus hermanos y deu-
dos y ansí de una conformidad la dicha Ciudad hizo gracia y dona-
ción irrevocable al dicho Sr. Obispo y monjas del sitio de la Puerta
Nueva, que sale a la Alameda de Nuestra Señora de la Caveza hasta
el postigo de san Jerónimo y bajando hasta el camino que va a la di-
cha Alameda, para que en él se funde la yglesia, casas y guerta para
las dichas Religiosas, dándolo con gran voluntad y por vien emplea-
do y por ser para el servicio de nuestro Sr» 17. Además, D. Luis Co-
ronas 18 nos dice que el propio D. Melchor llega a insinuar que de no
hacerse la donación de los terrenos que el requería en 1625 (cuando
pide los del Convento de los Capuchinos), desiste de su fundación y
bien aumenta el número de plazas de Santa Clara o bien lleva a cabo
la fundación en otra ciudad, lo que explicaría las continuas adverten-
cias que hace de «lo hago si no me conceden lo que pido».
Por tanto, D. Melchor veía cumplido el primer paso a dar como
era el favor de la ciudad a la hora de la entrega del lugar para la fun-
dación. Este espacio estaba destinado para la realización de un cole-
gio, aunque gana la petición hecha por el obispo de Troya, además se
configura un nuevo espacio urbano, que, como ha estudiado Coronas
Tejada 19, venía preocupando desde 1595 al Ayuntamiento su planifi-
cación como lugar de esparcimiento de carácter festivo y espacio pú-
blico, extramuros de la ciudad y se realza la zona que en palabras del
propio cabildo: «hasta aora no servía este sitio a cosa alguna, antes
era causa de muladar y hacerse ofensas por gentes de mal vivir, con
lo qual conviene que aviendo sido frecuentada esta salida, adelante
lo será muncho más acompañada de esta casa de Religión» 20, y es
que, tras la celebraciones religiosas que allí se desarrollaban, seguí-
an las fiestas carnales que tanto preocupaban a la Iglesia y, sobre to-
do, al cardenal Moscoso, de ahí su fomento del establecimiento de
franciscanas y capuchinos junto a los cuales levanta una casa para su
descanso. El lugar se revaloriza con la edificación conventual, la
misma Puerta Nueva se engrandece como una buena fábrica barroca
que corona San Miguel y lleva a la denominación de Puerta del
Ángel, además del Convento de las Bernardas, la zona había tenido
tradición monástica, puesto que hasta 1575 estuvieron allí los frailes
jerónimos en la ermita de Santa Quiteria, en la que en 1621 se esta-
blecieron los capuchinos que, por pleito con doD. Melchor, la tuvie-
ron que dejar y marcharse a la también cercana ermita de San Cristó-
bal o de Santa María de la Cabeza. El terreno de la ermita de Santa
Quiteria es donado por el Ayuntamiento a D. Melchor, que lo dejará
como espacio para el uso y disfrute de los jiennenses, aunque man-
tiene la propiedad sobre él.
Pero las donaciones de la ciudad no sólo se limitan al solar donde
se edificará el convento, sino que también conceden el preciado agua;
primero le da un cañón de agua de la fuente de la Alameda y da licen-
cia para hacer la cañería; en segundo lugar, le concede el remanente
para regar la huerta y para las tareas de limpieza, pidiendo que el
agua vuelva a la acequia como entra para que así puedan seguir re-
gando los dueños de las tierras a quien pertenece este remanente, evi-
tando daño (en otra escritura de donación les dan agua del raudal más
importante de Jaén, el de Santa María). El cabildo hace esta gracia y
donación al convento, pero ponen como condición que si el señor
obispo fundare en otra parte esta donación quedará invalidada 21.
El Ayuntamiento además da muestras del interés que tiene para
que se lleve a cabo tal empresa y suplica al Rey y a los señores del
Consejo de Castilla aprueben esta fundación que tanto bien hace a
Jaén, y que el deán y su cabildo ya han aprobado. Además, nombran
los comisarios encargados de amojonar y señalar el sitio, de arreglar
el cañón de agua y de escribir al obispo de Troya en agradecimiento
por su idea: D. Cristóbal de Messía de la Cerda, D. Pedro Ponce de
León y D. Mendo de Contreras Benavides 22.
El siguiente paso que dan las autoridades civiles se presenta en
otra carta de 20 de agosto de 1618 en la que se explica cómo se mide
el solar donde se había pensado primero erigir un colegio y ahora se
va a hacer el convento de D. Melchor, al que por primera vez llama
de monjas Bernardas, lo que nos muestra como la primera idea de su
fundador de hacer un monasterio para monjas cistercienses, ya era
conocida por el poder civil e incluso el pueblo tuvo noticia de ella,
de ahí que se denominara con este nombre a la calle que desemboca-
ba en el citado convento.
VI. CONCLUSIÓN
I. Introducción.
II. Patrimonio.
2.1. Propiedades urbanas.
2.2. Propiedades rústicas.
2.3. Hazas.
2.4. Olivares.
2.5. Huertas.
2.6. Bienes de capital.
2.7. Juros que gozaba dicha Fábrica.
2.8. Censos.
2.9. Las dotes.
2.10. Gastos del convento, según el Catastro del Marqués de la
Ensenada.
I. INTRODUCCIÓN
II. PATRIMONIO
2.3. Hazas
2.4. Olivares
12. En esta haza había una casa, de 7 varas de frente por 3 de fondo,
con un portal, cocina, tinado con sus cubiertos de cámaras.
1038 GLORIA MARÍA TORRES VÍLCHEZ
2.5. Huertas
Estas tierras, tanto las hazas como los olivares o las huertas, no
estaban alejadas de la ciudad.
Los arrendamientos eran habitualmente por períodos de 3 ó 4
años, aunque podían ser de más o menos tiempo. Se podían hacer en
dinero o en especie. Este es el caso que se recoge a continuación:
«... Diego Sanz síndico del convento recibió a renta y en arrenda-
miento de ella cinco pedazos de olivar en esta villa (de Pegalajar) y
tiene a medias con Don Antonio Ruiz por tiempo de 6 años con
obligación de pagar en cada un año de ellos 200 arrobas de aceite
bueno claro y de toda satisfaccion sin esterilidad y libres de diez-
mos y demás gastos que se ofrecen de condución a esta ciudad y
convenio, asimismo 1 fanega de higos, 6 fanegas de orujo y 8 de ce-
niza todo de buena calidad y bajo de ciertas condiciones ...» 14.
En la formulación de los contratos los monasterios podían poner
una serie de cláusulas por los que se obligaba al arrendador a deter-
minadas condiciones:
«... si tiene algo de aceite en el molino o en su casa ha de avisar el
otorgante al administrador para que envíe un arriero poniendo un
mozo de su satisfacción de su quenta para que lo custodie y conduz-
ca al convento ...» 15
Los gastos de mantenimiento de las propiedades rústicas eran es-
casas, pues recaían en los arrendadores.
En algunos casos surgen dificultades en el cumplimiento del con-
trato establecido entre las partes. Ello provocó numerosos pleitos.
Un ejemplo claro es lo que sucedió en Pegalajar. El arrendador Gas-
par de Valenzuela estaba debiendo 123 arrobas de aceite de la renta.
Así el administrador de los bienes del convento, con plenos poderes
para llevar a cabo cuantas ejecuciones contra morosos fueran nece-
sarias,
pidió mandamiento de ejecución contra todos los bienes del Gaspar
sobre todo contra las hipotecas con más los salarios y cartas hasta
que se verificará el integro pago en la forma especificada en la es-
critura. Al sumar a la deuda inicial 165 arrobas de aceite claro más
le embargaron «... 12 sillas de enea finas, 12 bastas, 1 tarima de pi-
no, 1 escaño de lo mismo, 2 mesas medianas de nogal (...) 4 sartenes
grandes, 1 caldera grande tiznadas y 1 estacar de olivas nuevas en
«... se han sacado del arca de capitales y rentas del dicho convento
por el vicario de dicho convento... 20.
16. Ibid.
17. AHPJ, leg. 8471, doc. 32. Escritura de entrega hecha al Convento
de Ntra. Sra. de la Concepción Franciscanas Descalzas de dos hazas la
una en el sitio de Baldeparaíso el bajo de 12 celemis y la otra en el sitio de
la Vestida de 10 celemis que se entregaron por la dote de la madre soror
Theresa de Jesús contra D. Francisco Nicolás de Baena y Dña. Anna Fran-
cisca Covo de Romera su muger.
18. AHPJ, leg. 8471, doc. 44. Título de un olivar y tierra calma en el si-
tio de la Cañada Valverde que compró el convento de D.ª Francisca Gabrie-
la de Mirez Merida y Cubillo, viuda de Josefh de Moya de 18 de noviembre
de 1708.
19. AHPJ, leg. 8471, doc. 33. Escritura de venta real de una haza de tie-
rra calma en el sitio de la Vega, Calzadilla y Coronada Viexa en favor del
convento contra Theresa Muñoz en precio de 202 reales, libre de toda car-
ga, y ante Juan Gabriel de Bonilla en 15 de diciembre de 1750.
20. AHPJ, leg. 8471, doc. 33.
EL CONVENTO DE MONJAS DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN… 1041
CUADRO 1: Disposición interior de las casas pertenecientes al Convento de «Las Bernardas» según el Catastro de Ensenada.33
CASA Nº CORRAL CABALLERIZA PATIO PORTAL POZO CUARTOS COCINA COMEDOR BODEGA CÁMARA GRANERO TERRADO DESPENSA CUBIERTOS DE
CÁMARA
1 1 1 1/2 1 1 1 2 1 1
2 1 1 1/1 1 1 1 1
3 1 2 1 2/2 1 2 1
4 1 1 1 1 2/2 2 2 1 2
5 1 1 3 1 1 1 1
6 1 1 /1 1 1
7 1 1 1 1 /2 1 1
8 1 1 1 /1 1 1
9 1 1 1 2 1 1
10 1 1 1 1 1 1
11 1 1 1 1/5 1
12 1 1 1 2 1 1
GLORIA MARÍA TORRES VÍLCHEZ
1. MESA XINETE, F., Historia Sagrada y Política de la muy leal ciudad de Tar-
teso, Turdeto, Asta Regia, Asido Cesariana, Asidonia, Gera, Xerez Sidonia, hoy Xe-
rez de la Frontera, Jerez 1888, p. 469.
2. JÁCOME GONZÁLEZ, J., y ANTÓN PORTILLO, J., «Apuntes histórico-artísticos
de Jerez de la Frontera en los siglos XVI-XVIII», en Revista de Historia de Jerez, n. 8,
(2000) 113.
3. CENTENO CARNERO, G., Monasterio de Santa María de Jesús, Sevilla 2002,
p. 113.
4. Para más información sobre la historia del monasterio véase ROMERO BEJA-
RANO, M., Fuera del mundo. Patrimonio artístico del Convento de las Descalzas de
San José, Jerez 2004, pp. 12 y ss.
TRES COPIAS EN BARRO DESCONOCIDAS DE NUESTRA... 1053
COPIA 1.
TRES COPIAS EN BARRO DESCONOCIDAS DE NUESTRA... 1055
13. ESTEVE GUERRERO, M., Jerez de la Frontera. Guía Oficial de Arte, Jerez
1933, p. 91. El autor, al describir la talla, no indica que se trate de una copia de la
Virgen de la Consolación, sino que le da el nombre de Virgen de Belén.
14. CLAVIJO PROVENCIO, R., Manuel Esteve Guerrero, Jerez 1996, p. 32.
15. SANCHO DE SOPRANIS, H., «Las copias en barro de Santa María de la Con-
solación», en El Guadalete, Jerez, 2 de noviembre de 1933.
1058 MANUEL ROMERO BEJARANO
COPIA 2.
TRES COPIAS EN BARRO DESCONOCIDAS DE NUESTRA... 1059
16. Ibid.
17. Tenemos noticia de que la copia existente en la Sacristía de San Juan de los
Caballeros permaneció en ese lugar hasta 1981, cuando los daños causados por la
caída de un rayo obligaron al cierre del edificio. Los objetos de valor de la iglesia
fueron llevados al Obispado, y traídos de nuevo cuando se restituyó el culto en el
templo. Sin embargo, la réplica de Ntra. Sra. de la Consolación nunca volvió. El
año pasado intentamos seguir la pista de este objeto en el Obispado, pero nadie allí
conocía su paradero.
1060 MANUEL ROMERO BEJARANO
COPIA 3.
TRES COPIAS EN BARRO DESCONOCIDAS DE NUESTRA... 1061
I. Definición de oratorio.
II. Normativa sobre oratorios privados.
III. Trámites para conseguir una licencia de oratorio.
IV. Tipología.
V. La capilla del beaterio de las MM. de la Orden
de San Francisco.
I. DEFINICIÓN DE ORATORIO
12. AGAS, Visitas Pastorales, leg. 2.923, Instrucciones a Visitadores del Arzo-
bispado, 1705. [Transcritas por CALDERÓN BERROCAL, M. C., «Los expedientes de
oratorios en el Archivo del Arzobispado de Sevilla. Siglos XVII al XIX. Qalat Chá-
bir», en Revista de Humanidades, 3 (1995) 79.]
ORATORIOS Y CAPILLAS PRIVADAS: LA CAPILLA DEL BEATERIO... 1069
dida la licencia y por las razones expuestas en ella, esto es, decir mi-
sa ante la existencia de algún impedimento para acudir a la parroquia
más cercana, ya que en ellos no se podían celebrar las funciones
eclesiásticas reservadas a las iglesias, pero sí los llamados «ejerci-
cios piadosos», como el rezo del rosario en familia, los triduos y no-
venas en honor de algún santo, etc.13 Estaba prohibida la celebración
de matrimonios o bautizos, el uso de túmulos funerarios y la utiliza-
ción de los oratorios, como columbario. Sin embargo, podemos
constatar alguna excepción, como fue el caso del oratorio de la casa
del marqués de Alcalá de la Alameda, que sirvió de capilla a las
monjas del Convento de Santa Rosalía mientras permanecieron aco-
gidas en dicha casa durante tres años, tras el incendio que sufrió el
convento en 1763, como nos cuenta el cronista sevillano Ortiz de
Zúñiga.
En las Constituciones Sinodales de 1604, redactadas durante el
mandato del arzobispo D. Fernando Niño de Guevara, en su Libro III,
Título: «De celebratione Missarum, de divinis officiis et Processioni-
bus», Capítulo XV, se manda que «ningún sacerdote secular, ni regular,
diga Missa fuera de la Iglesia en casa, Oratorio i Capillas particula-
res, no le constando ser dichos Oratorios i Capillas dedicadas sola-
mente para el culto divino, i visitado por nos, o con nuestra autoridad,
i aver licencia nuestra para celebrarse en ellos», el incumplimiento
de esto podía llevar al sacerdote a la suspensión a divinis por dos me-
ses cada vez que lo hiciere. En este sentido, también en la bula papal se
advierte que de ninguna manera puede servir para otros usos ya que, a
pesar de no ser una iglesia, sí era un lugar sagrado destinado al culto
divino, como consta en la propia definición de oratorio.
No se puede decir misa en los oratorios privados en determinados
días, considerados fiestas solemnes, como son los de Pascua de Re-
surrección, Pentecostés y Navidad, ni en las festividades de la Asun-
ción de la Virgen, Epifanía, Anunciación de Ntra. Sra., Ascensión de
Cristo a los cielos, Inmaculada Concepción, San José, San Pedro y
San Pablo, en el día de Todos los Santos, así como en la del patrono
de la ciudad correspondiente, ya que en estos casos no se cumpliría
con el precepto. Sólo con la autorización del ordinario se podría ha-
cer una excepción a esta prohibición 14.
13. O.c., 11. Comentario al canon 1.195 sobre el Indulto de oratorio doméstico
(625), pp. 776-777.
14. O.c., 5, Título X – De los oratorios. Canon 1.195,2.
1070 ROSALÍA MARÍA VINUESA HERRERA
que los sacerdotes no digan misa si los presentes «no estuvieran con
hávito decente, conviene saber, las mujeres con mantos, i los hom-
bres con capas, i no con ropa de levantar» 18. Con referencia a este
último punto hay que comentar que se tenía muy en cuenta a la hora
de inspeccionar el oratorio que no se pudiese oír misa desde la cama
por estar éste situado junto a un dormitorio, aunque podemos consta-
tar la existencia de alguna excepción.
En cuanto al sacerdote que ha de celebrar en los oratorios priva-
dos cualquiera, ya fuese secular o regular, podía hacerlo siempre y
cuando hubiese alguno disponible, no perjudicase al resto de los fie-
les y no tuviese que decir dos misas el mismo día. El sacerdote tenía
que ser designado por el ordinario del lugar o, si pertenecía a una Or-
den religiosa, por el superior de la misma. Actualmente se le otorgan
mayores atribuciones a los ordinarios a la hora de designar a los sa-
cerdotes 19.
A pesar de toda la normativa existente se van a cometer muchos
abusos, éstos van a venir del excesivo número de licencias y la ex-
tremada facilidad para conseguirlas, así como de la escasez de sacer-
dotes para celebrar la misa, de los lugares destinados para la coloca-
ción de los oratorios, que no siempre cumplen las normas de decen-
cia y decoro, o de la excesiva extensión de los indultos a otras perso-
nas que no están recogidas en ellos.
18. O.c., 15. Libro III, De celebratione Missarum, de divinis officiis et Proces-
sionibus, cap. XV.
19. O.c., 11.
1072 ROSALÍA MARÍA VINUESA HERRERA
causa pía señalada por el ordinario según las posibilidades de los pe-
ticionarios. 20
El primer paso que había que dar para solicitar una licencia de
oratorio era elevar la petición a Roma, y ésta contestaba con el envío
de la bula, breve o letras apostólicas, concediendo el privilegio, co-
mo ya se ha dicho anteriormente, al solicitante y a todas las personas
contenidas en ellas. En este breve constaban las razones por las cua-
les se concedía el privilegio, así como las condiciones que el oratorio
debía cumplir.
Una vez recibida la bula se procede a presentar la solicitud en el
Arzobispado junto al traslado del breve. En ella debe figurar además
del nombre, título de nobleza si lo tuviere y residencia de los solici-
tantes, el Pontífice que concede el privilegio, la tipología de la vi-
vienda (casas de morada, hacienda, cortijo, molinos de pan...), la lo-
calización (esto no siempre aparece), el motivo por el que se solicita
la licencia y un breve cuestionario que será el que luego se formule a
los testigos para corroborar que todo lo expuesto es verdadero. Unas
veces la solicitud va destinada no sólo a una casa en concreto, sino
que se hace extensiva a todos aquellos lugares del Arzobispado don-
de los solicitantes posean casas, y otras se solicita licencia para un
número determinado de casas, como en el caso de los condes de Le-
brija, D. Luis José de Garaio y Dña. Elena de Ochoa, que la solicitan
para su casa de Sevilla y la hacienda que poseen en Lebrija 21.
Una vez que, mediante el «auto de recepción», se daba por recibi-
da la solicitud en el provisorato, comenzaba todo el proceso en el Ar-
zobispado 22, que se iniciaba con la comisión al notario receptor de
los Tribunales Eclesiásticos para que llevase a cabo el interrogatorio
a los testigos. En algunos expedientes nos hemos encontrado con la
ausencia del interrogatorio, posiblemente debido a dos causas. Pri-
mera, que el/los solicitante/s sean tan reconocidos en cuanto a su no-
bleza que no necesiten la acreditación de unos testigos, y segunda,
que sea una revisión de esa primera licencia concedida debido a una
modificación en las condiciones de la misma, como puede ser un
IV. TIPOLOGÍA
24. AGAS, Sección III, Serie Ordinarios, leg. 1.339, exp. 107.
25. Habitación utilizada para uso exclusivo de este fin, ya que la legislación
prohibía su dedicación para otros usos.
26. La casa poseía un oratorio privado en la planta superior para uso exclusivo
de la familia.
ORATORIOS Y CAPILLAS PRIVADAS: LA CAPILLA DEL BEATERIO... 1075
nos dan noticia de los elementos que formaban parte de ellos y de las
imágenes de devoción y otros objetos artísticos que poseían. Sin em-
bargo, esta descripción no es completa, ya que esta información pro-
viene de las visitas de los párrocos o delegados del arzobispado, don-
de interesaba más el decoro y la decencia del mismo, describiéndose
con mayor detalle los elementos litúrgicos del ceremonial.
Las imágenes solían ser de pequeño tamaño y ligadas a la devo-
ción de los habitantes de la casa, siendo San José y San Antonio los
más frecuentes. También nos podemos encontrar temas como el Na-
cimiento, San Pedro, San Juan Bautista y la Magdalena, y que han
llegado a nosotros gracias a su reiterada aparición en los inventarios
de bienes post-mortem, tanto de las personas acaudaladas como de
aquellos más modestos 30. El altar solía estar presidido por un Cruci-
fijo, a veces tapado con una cortina que se descorría a la hora de ce-
lebrar, o una representación de la Virgen, normalmente la Inmacula-
da Concepción, bien en lienzo, bien de bulto redondo.
El oratorio o altar en sí podía ser de madera o edificado de muro,
embutido en la pared, ornado con pinturas y esculturas, y su techo
abovedado. A su vez el oratorio se cerraba con unas puertas ricamen-
te decoradas, con pinturas o relieves, que lo mantenían clausurado
durante el tiempo que no fuese utilizado. Los motivos decorativos de
éstas solían ser variados dentro del repertorio religioso, entre ellos
las letanías lauretanas o temas bíblicos. Además, a la entrada de la
capilla, sobre la puerta, se solía colocar algún motivo que indicase el
acceso a un lugar sagrado, que bien podía ser una cruz, un azulejo,
una pintura o cualquier otro elemento religioso. Las puertas, a su
vez, se decoraban con pinturas o relieves, aunque, a diferencia de las
puertas del altar, los motivos no tenían por qué ser de carácter reli-
gioso. También se podía cerrar el oratorio o capilla con una reja de
madera torneada.
30. AGUADO DE LOS REYES, J., Fortuna y Miseria en la Sevilla del XVII, Biblio-
teca de Temas Sevillanos, Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla,
Sevilla 1996, p. 90.
ORATORIOS Y CAPILLAS PRIVADAS: LA CAPILLA DEL BEATERIO... 1077
I. El convento y su fundación.
II. El conjunto decorativo de la Iglesia de Nuestra Señora de los
Ángeles de Ruzafa, Valencia.
III. El artista.
IV. La iconografía mariana, modelos y composiciones de López y
Giordano.
bre la que descansa una cúpula sobre pechinas. Tanto los brazos del
crucero como del presbiterio se cubren con bóvedas de cañón, sien-
do el tramo restante y el coro alto de cañón con lunetos. Destacan las
capillas de San Antonio de Padua y la Dormición de la Virgen, en la
que se conserva una pequeña imagen de estilo rococó, y en los extre-
mos del crucero se venera a la Virgen de los Desamparados y a San
José. Pero suerte corrió el altar mayor de la iglesia, actualmente de-
saparecido. Se trataba de un altar de madera dorada de dos cuerpos
de orden corintio y decoración churrigueresca, que fue sustituido,
tras la guerra civil, por las pinturas de Cardells.
De gran riqueza artística el convento destaca por sus decoracio-
nes en las bóvedas de la iglesia, en las que son patentes los modelos
compositivos tomados de Vicente López y el eco de la belleza y el
colorido de las figuras de Luca Giordano. Sin embargo, no podemos
dejar de resaltar el retrato de la madre sor María Tomás de Villanue-
va, obra de Vicente López, en el que aparece representada ya entrada
en años, con la pluma en la mano, suspendida en el aire, al modo de
la iconografía de Teresa de Ávila. Igualmente destaca la colección de
escritos y oraciones fúnebres por las exequias de las venerables
monjas, especialmente los de las exequias de sor María de Santa Cla-
ra, pronunciado por Fr. Joaquín Llansol y el tratado ascético moral
escrito por sor María de Santo Tomás de Villanueva, que fueron gra-
bados según dibujos de Vicente López 3.
III. EL ARTISTA
6. Los estudios que se han realizado sobre este artista son exiguos y, a menudo,
parciales. ALBA PAGÁN, E., La pintura y los pintores en la prensa valenciana en los
reinados de Fernando VII e Isabel II, Universitat de Valencia, Tesis de licenciatura
inédita, Valencia 1999, p. 775; ALCAHALÍ, o.c., 1897, p. 188; ALDANA FERNÁNDEZ,
S., Guía abreviada de artistas valencianos, Valencia 1970, p. 208; ARNÁIZ, J. M.
(coord.), Cien años de pintura en España y Portugal (1830-1930), vol. V, Madrid
1988, p. 15; BOIX, V., Noticia de los artistas valencianos del siglo XIX, Valencia
1877, p. 42; DÍEZ, o.c., vol. II, 1999, p. 225; ESPÍ VALDÉS, A., «Neoclasicismo, Aca-
demicismo, Romanticismo. La Pintura (Alicante)», en V. Aguilera Cerni (dir.), His-
toria del Arte Valenciano, vol. IV, Valencia 1986, pp. 326-339; ESPINÓS DÍAZ, A.,
Museo de Bellas Artes de Valencia. Catálogo de Dibujos, siglo XVIII, 3 vols., Madrid
LA ICONOGRAFÍA MARIANA EN EL CONVENTO DE CLARISAS... 1085
1984, pp. 116-118; GARÍN ORTIZ DE TARANCO, F. M., Cátologo-Guía del Museo Pro-
vincial de Bellas Artes de San Carlos, Valencia 1955, p. 204; GAYA NUÑO, J. A., Ars
Hispaniae. Arte del siglo XIX, Madrid 1966, p. 105; GIL SALINAS, R., El Món de Go-
ya i López en el Museu Sant Pius, Valencia 1992, p. 117; HERNÁNDEZ GUARDIOLA,
L., «La obra de Vicente López y su escuela en la provincia de Alicante», en Cat.
Exp. Neoclásico y Academicismo en tierras alicantinas: 1770-1850, Alicante 1997,
p. 168; OSSORIO Y BERNARD, M., Galería biográfica de artistas españoles del siglo
XIX, Madrid 1883-1884 (2.ª ed.), p. 374; VILAPLANA, o.c., vol. IV, 1986, pp. 320-321.
7. Se presentaron a dicho concurso Pedro Antonio Villar, Julián Verdú, José Altarri-
ba; Mariano de la Lastra, Antonio Barrios, José Robles, Luis Sempere, Antonio Poza y
Muños, Evaristo Rubián y Esteban García. VARIOS, Historia y alegoría: Los concursos
de pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid 1994, p. 234.
1086
ESTER ALBA PAGÁN
lo nombra como maestro de este importantísimo artista junto a Vicente López, José
Zapata, Antonio Rodríguez y Francisco Grau. En el discurso del Conde de Ripalda en
la distribución de premios de la Academia en 1853, con la apertura al público de la
Academia, tras las mejoras en el convento del Carmen, se cita a los más insignes pin-
tores valencianos «contemporáneos», entre los que se haya Francisco Llácer junto a
Vicente, Bernardo y Luis López, Antonio Gómez Cros, Rafael Montesinos, José Ca-
marón, Vicente Castelló, etc. ALBA, o.c., 1999, p. 775.
23. En el discurso del Conde de Ripalda, con ocasión de la apertura al público
de la Academia tras las mejoras del antiguo convento del Carmen, y la distribución
de premios académicos, publicado en el Diario Mercantil de Valencia, el 4 de octu-
bre de 1853, se pondera el desarrollo de las artes en Valencia, remontándose al ori-
gen de la Escuela valenciana y finalizando con la mención honorífica de los artistas
más destacados de su momento, entre los que ocupa un lugar destacado Francisco
Llácer, junto a Vicente, Bernardo y Luis López, Antonio Gómez Cros, Rafael Mon-
tesinos, Vicente Castelló, Camarón y Esteve. ALBA, o.c., 1999, p. 775.
24. En diciembre de 1842 aparece en el Diario Mercantil de Valencia reseñada
la exposición del Liceo Valenciano, en la que participaron los artistas que son men-
cionados como discípulos de Francisco Llácer, Vicente Castelló y José de Llano
White. ALBA, o.c., 1999, p. 775.
25. VILAPLANA, vol. IV, 1986, p. 320-321.
1094 ESTER ALBA PAGÁN
26. En la Galería de Ossorio, repetido por Boix, su segundo apellido figura co-
mo Bolderman. OSSORIO, o.c., 1883-4, p. 374; BOIX, o.c., 1877, p. 42.
LA ICONOGRAFÍA MARIANA EN EL CONVENTO DE CLARISAS... 1095
27. DÍEZ, o.c., vol. II, 1999, pp. 23 y 43, en esa misma colección se conserva
otro boceto, que representa a Ruth, y que se trata de un boceto preparatorio para la
1096
ESTER ALBA PAGÁN
«El sueño de Jacob». Iglesia conventual de Nuestra Señora de los Ángeles de Ruzafa.
LA ICONOGRAFÍA MARIANA EN EL CONVENTO DE CLARISAS... 1097
iglesia del Grao. DÍEZ, o.c., vol. II, 1999, pp. 25 y 52; esto le hizo pensar que se tra-
ta de una pareja de bocetos para esta misma iglesia, rechazando después López la
escena de Jael Matando a Sísara por la de la heroína bíblica mostrando el cadáver,
que es la que se encuentra representada en la pechina del Grao. Díez recoge la in-
formación del propietario de que ambas pinturas proceden de los herederos del pin-
tor catalán Ramón Martí Alsina. Sin embargo, el hecho de que esta composición sea
repetida por Llácer en la iglesia del convento de Nuestra Señora de los Ángeles de
Ruzafa, crea la evidencia de que conocía dicha composición, por lo que es posible
que no se tratase de un boceto preparatorio para la iglesia del Grao, como plantea
Díez, sino que en realidad se trate de un estudio para la decoración de alguna otra
iglesia valenciana, hoy no conservada, pero que Llácer conocía.
28. DÍEZ, o.c., vol. II, 1999, pp. 23 y 46; considerado hasta ese momento como
obra de anónimo en dicho museo. Indicando además que recientemente ha apareci-
do en una colección vasca el boceto definitivo para la iglesia del Grao, actualmente
inédito.
1098 ESTER ALBA PAGÁN
29. DÍEZ, o.c., vol. II, 1999, pp. 22-23 y 40, Madrid 1998, pp. 69-70, n.º 13-B.
Díez lo considera compañero de un estudio preparatorio, también al óleo sobre lien-
zo, para alguna iglesia valenciana, cuya decoración no nos ha llegado, que represen-
ta a Noé mostrando el arca a su familia, del que además se conoce su dibujo prepa-
ratorio. DÍEZ, o.c., vol. II, 1999, pp. 24 y 49.
LA ICONOGRAFÍA MARIANA EN EL CONVENTO DE CLARISAS... 1099
30. DÍEZ, o.c., vol. II, 1999, pp. 24 y 47. Considerado por PÉREZ SÁNCHEZ, A. E.,
«Novedades sobre Vicente López», Actas del II Congreso Español de Historia del
1100 ESTER ALBA PAGÁN
Arte, t. II, siglo XIX, Valladolid 1978, p. 44, como primera idea para uno de los re-
cuadros de Silla, donde López representó a Moisés, convierte en sierpe su bastón,
parece tratarse de un boceto preparatorio para un techo no conocido, emparejándolo
Díez con un boceto que se conserva en una colección sevillana del Sacrificio de
Noé, de idéntico formato.
31. DÍEZ, o.c., vol. II, 1999, pp. 23, 41 y 42; SANZ PASTOR, C., Museo Cerralbo,
Madrid 1981, p. 58. Díez lo considera obra coetánea a los frescos de la iglesia de Si-
lla, y a las pinturas de la Catedral de Valencia de López. Lo considera compañero
LA ICONOGRAFÍA MARIANA EN EL CONVENTO DE CLARISAS... 1101
2.1. La abadesa
2.3. Reglas
Fig. 1. Período 1238-1356. Conventos: 14, Santo Domingo. 15, San Francisco. 16, San Agustín. 17, El Carmen.18, La Merced.
ÁNGELA ALDEA HERNÁNDEZ
19, Santa María Magdalena. 20, San Juan del Hospital. 21, El Temple. 22, La Puridad. 23, Palacio Arzobispal. 24, CSJ de Uclés.
EL REAL MONASTERIO DE LAS MONJAS CLARISAS DE LA ... 1111
Fig. 2. José Fortea, «Convento de la Puridad», n.º 38. (Plano de Valencia 1745).
EL REAL MONASTERIO DE LAS MONJAS CLARISAS DE LA ... 1117
«Excmo. Sr.
La M.R. Madre Abadesa del Real Convento de la Puridad, querien-
do reconstruya un Retablo para la colocacion de Nª Sª de los Desam-
parados en una de las Capillas de la Iglesia del Convento, tuvo a
bien el nombrar al arquitecto D. Juan Marzo para la formacion del
Plan el que adjunto presenta para poder obtener la aprobacion de esa
Real Academia de San Carlos. Dios G, a V.. m. Años.
Valencia y agosto 1 de 1815
Excmo. Sr
Sor M.ª Carmela Axloulo. Abadesa (Firma y rúbrica)» 13
«Excmo. Sr.
Juan Marzo Arquitecto, con el mayor respeto hace presente a S.C.
como la M.R. Comunidad de Religiosas de la Puridad de esta ciudad
le ha comisionado para la formacion de un Retablo en el que se ha de
colocar Nª Sª de los Desamparados en una de las Capillas de la Igle-
sia del Convento. Con este motivo hace manifiesto a S.C que la
construcción de dicho Retablo será toda a yeso sujeta enteramente a
lo que manifiesto en el plan manchado a tinta, pues lo que se indica
de color es de obra antigua.
«Con esta fecha y con arreglo a lo dispuesto por este gobierno poli-
tico superior en 30 de abril de 1836, doy las ordenes correspondien-
tes a los S.S. de la Comision cientifica y Artistica de esta provincia a
fin de que se entreguen a esa Academia las obras de pintura y escul-
tura que hayan recogido de los conventos suprimidos, esperando se
servirán Vds. Aceptar este encargo y nombrar una comision que al
efecto se ponga de acuerdo con aquella corporación y que me notifi-
carán el resultado a fin de en su vista, acordar lo conveniente para
que el publico pueda utilizarle del merito de dichas obras.
Dios gua. aVss. M.a.
Valencia, 16 de enero 1838
Miguel Dorda (Firma y rúbrica)» 15
Asi pues
Suplico a V.M. rendidamente se digne mandar la devolucion del al-
tar y pinturas de la nota para su colocacion en la nueva Iglesia habi-
litada, y así sera gracia que no dudan merecer a la alta proteccion de
V.M cuya interesante vida guarde Dios m.a. Convento de la Puridad
de Valencia y Octubre 29 de 1853.
Señora
A.L.R.P. de V.M.
Sor Josefa Luesa Cervero Abadesa (Firma y Rubrica)» 17
16. GALLEGO, R., «La Orden de las Clarisas decide abandonar Xátiva llevándose
piezas de incalculable valor», en Diario LEVANTE-El Mercantil Valenciano, Valencia,
miércoles, 21 de marzo de 2001, p. 68; GALLEGO, R., «El Arzobispado iniciará acciones
legales contra las clarisas para que devuelvan su patrimonio a Xàtiva», en Diario LE-
VATE-El Mercantil Valenciano, Valencia, jueves, 22 de marzo de 2001, p. 76.
17. AIMEUR, C., «Cultura advierte a las monjas clarisas de Xátiva de que no
pueden vender obras de arte», Diario El Mundo (ed. Valencia), Madrid, miércoles, 2
de junio de 2004, p. 12.
1140 FRANCISCO JAVIER DELICADO MARTÍNEZ
18. AIMEUR, C., «Xátiva pide al Consell que compre el convento de las monjas
clarisas para evitar su pérdida», Diario El Mundo (ed. Valencia), Madrid, jueves, 3
de junio de 2004, p. 13.
Las porterías de los conventos como lugares
de acceso y capillas de depósito de cadáveres.
El ejemplo del Real Monasterio de Santa
Clara la Real de Murcia
I. Introducción.
II. El cadáver durante las exequias.
III. Real Monasterio de Santa Clara la Real de Murcia.
IV. La Portería.
I. INTRODUCCIÓN
A finales del siglo XVIII se había arbitrado para enterrar a los di-
funtos unos sencillos recintos relativamente cercanos al núcleo urba-
no. Fue el primer paso tras prohibir los enterramientos en las
iglesias.
Según el Ritual Romano el acto central de las exequias era y si-
gue siendo la misa celebrada estando el cuerpo del difunto en medio
de la iglesia. Sin embargo, una serie de disposiciones civiles fueron
prohibiendo, por razones de higiene, el que los cadáveres pudieran
ser introducidos en las iglesias para la celebración de las exequias
llamadas de cuerpo presente. Fue Carlos III quien restableció en
1787, por Real Cédula, la antigua costumbre de enterrar a los difun-
tos en los cementerios, prohibiendo la inhumación en los templos.
Esta prohibición no significaba que la iglesia quedara al margen de
los actos funerarios. El cadáver ya no sería enterrado en la iglesia;
pero ésta, único lugar sagrado para los muertos, se resistía a dejar
morir a sus feligreses sin que recibieran el cobijo de las imágenes 3.
El cumplimiento de estas normas civiles originó ciertas alteracio-
nes en el modo de celebrar las exequias. La redacción de nuevas nor-
mas para establecer el depósito de cadáveres y su posterior conduc-
ción al cementerio originó reglas, según las cuales una vez que se
producía el fallecimiento de una persona, sin excepción, sería condu-
cido el cadáver a la iglesia parroquial o conventual, a una pieza se-
parada de la iglesia y preparada para tal fin, hasta que fuera conduci-
do al cementerio.
La ubicación de los nuevos cementerios (su distancia) no permi-
tía hacer de una sola tirada el levantamiento del cuerpo de la casa, el
servicio de la iglesia y la inhumación en el cementerio. Había que
cortar la ceremonia. Por eso se designó un lugar de depósito organi-
zado en las iglesias.
En muchas localidades el féretro era depositado en el pórtico,
ante la puerta de la iglesia, al tiempo que el cortejo fúnebre entraba
al interior del templo. En el caso de la Diócesis de Cartagena la falta
de pórticos en las iglesias, debido a la climatología local, hizo que se
construyeran unas arquitecturas específicas que simulaban las vi-
viendas urbanas, lo que motivó que se las denominase con el térmi-
no genérico de «casicas». Y así, mientras que en otras provincias
eran los pórticos, adosados a los muros de las iglesias, los que de-
sempeñaron esta función, en Murcia fueron las Casicas de Ánimas
los lugares levantados de nueva creación o reaprovechados, en cuya
estancia eran velados los cadáveres que después del toque de oración
(hora en que ya no se daba sepultura) no habían sido enterrados.
Las Cofradías de Ánimas conducían el cadáver a la iglesia y lo
depositaban en la Casica de Ánimas. En ella se disponía el féretro,
mientras que en el interior del templo tenían lugar los oficios religio-
sos. Estos oficios consistían en el Oficio de Difuntos y la Misa de
Funeral, si el entierro tenía lugar por la mañana, o simplemente el
Oficio de Difuntos si era por la tarde. Una vez finalizado, los sacer-
dotes y los asistentes salían a la Casica de Ánimas portando la cruz
parroquial y rezaban ante el féretro la absolución final, asperjando
4. RIQUELME GÓMEZ, E. A., «La Casica de las Ánimas. Una dependencia del
culto funerario en la Catedral de Murcia», en El Comportamiento de las Catedrales
españolas, del Barroco a los Historicismos, Universidad de Murcia, Murcia 2003,
pp. 23-30.
5. En el caso de Murcia, la Relación de 1886, cap. V, Relativo a las monjas, p.
656 de la obra Visita AD LIMINA de D. Tomás Bryan y Livermore, numera los abusos
propios de la época que se cometían en los conventos. Entre ellos destacamos el se-
gundo, que consiste en: «erigir cofradías de laicos en las iglesias de monjas». Con-
secuencia: las Cofradías de Ánimas a finales del siglo XIX fueron eliminadas de las
iglesias conventuales, ya que alteraban el orden vital de las comunidades.
6. RIQUELME OLIVA, P., «Las Órdenes religiosas en la diócesis de Cartagena»,
en Huellas, Caja de Ahorros de Murcia, Murcia 2002, p. 497.
LAS PORTERÍAS DE LOS CONVENTOS COMO LUGARES… 1147
IV. LA PORTERÍA
7. GARCÍA DÍAZ, I., Documentos del Monasterio de Santa Clara. Real Acade-
mia Alfonso X el Sabio, Murcia 1997, p. XV.
8. GONZÁLEZ SIMANCAS, M., Catálogo Monumental de España. Tomo II. Edad
Media y Moderna, Colegio Oficial de Arquitectos de Murcia, Murcia 1997, p. 14.
9. NAVARRO PALAZÓN, J., «Un palacio protonazarí en la Murcia del siglo XIII:
Al-Qaçr Al-Sagir», en Casas y Palacios de Al-Andalus. Siglos XII y XIII. El legado
Andalusí. Barcelona 1995, p. 177.
1148 EMILIO ANTONIO RIQUELME GÓMEZ
10. FUENTES Y PONTE, J., España Mariana. Provincia de Murcia. Parte Quin-
ta, Lérida 1881, pp. 40-41.
1150 EMILIO ANTONIO RIQUELME GÓMEZ
V. EL CUADRO DE LA MUERTE
Estamos ante una obra realizada a finales del siglo XIX por el pin-
tor murciano Manuel Arroyo (1854-1902) para la Portería del Real
Monasterio de Santa Clara la Real de Murcia. Se trata de un óleo so-
bre lienzo de 140 x 80 cm., aproximadamente, encontrándose actual-
mente en dependencias interiores del monasterio, ocupando un lugar
distinto al de su origen.
Obra de carácter excepcional por constituir el único ejemplo co-
nocido en el territorio de la actual Diócesis de Cartagena. Son muy
pocas las expresiones artísticas relacionadas con la muerte, y las que
se conservan están vinculadas con la emblemática en el arte efímero.
No obstante, decir que sí existen importantes obras, aunque raras en
la pintura española, relacionadas con «la muerte y las vanidades hu-
1152 EMILIO ANTONIO RIQUELME GÓMEZ
•
Este estudio se inscribe dentro del proyecto de tesis doctoral titulado «Devo-
ciones, poderes y regocijos. El Valladolid festivo de los siglos XVII y XVIII». Ha con-
tado con el apoyo de una Beca de la Fundación Caja Madrid 2004-2005.
«Martes, onze de dicho mes de abril [de 1775], siendo como a las
diez de la mañana, se xuntaron los señores ministros en las Casas
Reales de Chanzillería; y haviendo salido su señoría, el señor Presi-
dente, tomaron las capas y sombreros y, en forma de Acuerdo, con
porteros y alguaciles delante, a pie, fueron a la yglesia de Franziscas
Descalzas Reales, a la misa de rogatiba por el feliz preñado de la
princesa (...). Y haviendo entrado en la capilla maior, salió la misa
que celebró el padre vicario de dicho convento y dos relixiosos y ofi-
ció la música de la santa yglesia cathedral, con S.M. expuesto; y
concluida se cantó la letanía de Ntra. Sra. y ocultó S.M. A cuia fun-
ción concurrieron varios subalternos de la Audiencia, para quienes,
y de barandilla afuera, estaban puestos unos vancos» 1.
3. Vid. BONET CORREA, A., Monasterios Reales del Patrimonio Nacional, Bar-
celona 1984, pp. 11-59.
LAS DEVOCIONES DEL PODER REGIO. EL PATRONATO DE LA CORONA... 1159
7. AMIGO VÁZQUEZ, L., «Una plenitud efímera. La fiesta del Corpus en el Va-
lladolid de la primera mitad del siglo XVII», en Religiosidad y ceremonias en torno a
la Eucaristía, Actas del Simposium, t. II, San Lorenzo del Escorial 2003, pp. 779-
802.
8. URREA FERNÁNDEZ, J (dir.), Valladolid capital..., p. 108; PALOMARES IBÁÑEZ,
J. M., El patronato del duque de Lerma sobre el Convento de San Pablo de Vallado-
lid, Valladolid 1970.
9. AMIGO VÁZQUEZ, L., «Una patrona para Valladolid. Devoción y poder en tor-
no a Ntra. Sra. de San Lorenzo durante el Setecientos», en Investigaciones Históri-
cas, 22 (2002) 23-46.
10. Visitaba también con frecuencia a las carmelitas descalzas y se hizo cons-
truir un pasadizo que comunicaba el palacio con el convento, ALONSO CORTÉS, N.,
La Corte..., p. 36. Llegó a tener una gran amistad con Mariana de San José, agusti-
na recoleta que se convertiría en la fundadora del Convento de la Encarnación de
Madrid, PÉREZ MARTÍN, M. J., Margarita de Austria, Reina de España, Madrid
1961, p. 130.
11. MARTÍN GONZÁLEZ, J. J., y PLAZA SANTIAGO, F. J. de la, Monumentos reli-
giosos..., p. 92.
LAS DEVOCIONES DEL PODER REGIO. EL PATRONATO DE LA CORONA... 1161
se refieren a los distintos gastos del convento, que se tratan de moderar: la alimenta-
ción diaria y extraordinarios (cap. 3.º, 4.º, 5.º, 7.º y 11.º), el vestuario (6.º), el culto li-
túrgico (10.º), asistentes y dependientes (8.º, 9.º, 12.º, 14.º, 15.º, 16.º y 17.º) y gasto
anual del convento (13.º). La puesta en práctica de este Reglamento lo desconoce-
mos, aunque al menos en 1779 las monjas señalan que no se había puesto todavía en
práctica y dieron entonces la Cédula original al presidente para que se hicieran dos
copias, para el acuerdo y el arovincial, para que se iniciase su aplicación.
26. AHPV, Protocolos Notariales, caja 1.001, ff. 749-750.
LAS DEVOCIONES DEL PODER REGIO. EL PATRONATO DE LA CORONA... 1165
pasas, higos etc. y nunca se les darán dulzes secos, ni a los reli-
giosos» 30.
A las enfermas (cap. 5.º) se les asistiría «con el posible regalo de
abes, vizcochos y otras cosas convenientes para su alivio y consuelo
(...). Y por quanto muchas religiosas se ven prezisadas por sus acha-
ques a tomar un poco de tavaco la madre abadesa dará a las tales (...)
un quarterón cada tres meses».
En los conventos era habitual que a la alimentación diaria se aña-
dieran una serie de extraordinarios y otros agasajos, entre los que no
podía faltar el chocolate, poco adecuados a las normas de pobreza y
austeridad impuestas por las distintas Reglas y muy difíciles de man-
tener en épocas de crisis económica. En las Descalzas Reales eran
muy numerosos. En 1769 no se trata de acabar con esta costumbre
pero sí de limitarla. Se reduce el número de fiestas en que se daban
«extraordinarios» (cap. 4.º), que consistían en media libra de carne o
pescado fresco 31. Los agasajos (cap. 7.º) quedan limitados a una libra
de chocolate cada mes y cada dos meses una libra de azúcar a cada
religiosa, además de turrón y fruta en Navidad y fruta fresca cuatro o
cinco días al año, «quitándose las cajas de jalea, vasos de conserva y
dulzes secos en todo el año». A su vez, se trata de moderar los gastos
en las tomas de hábito (cap. 11.º) 32.
33. Gastos anuales del convento según el Reglamento de 1769 (en reales de ve-
llón): Al agente de Madrid por la cobranza de los juros al cinco por ciento: 2.141 rs.
17 mrs.; de la carta de pago: 160 rs.; a los dos capellanes: 3.300 rs.; gastos de igle-
sia y sacristía: 2.200 rs.; botica: 900 rs.; carneros y vaca: 9.500 rs.; trigo, 60 cargas
a 80 rs.: 4.800 rs.; tocino, 50 arrobas a 33 rs.: 1.650 rs.; manteca, adobado y salchi-
chas: 1.900 rs.; huevos, 400 cada semana, a 15 rs. el ciento: 2.880 rs.; pescados de
Bilbao, 60 arrobas a 37 rs.: 2.220; media barrica de sal, canela, clavillo y otros gé-
neros: 2.800; pescados salados de Rioseco y frescos, y de Valladolid para algunos
extraordinarios: 1.600; vino, 400 cántaras a 10 rs. con portes, y vinagre, diez cánta-
ras a 12 rs.: 4.120; aceite, 60 arrobas a 35 rs., y jabón, 14 a 14 rs.: 2.660; cacao, 6
quintales a 625 rs. cada uno: 3.750; azúcar, 24 arrobas para chocolate y agasajo a las
religiosas a 70 rs.: 1.680; frutas frescas y secas para colaciones y días que se han de
dar a la comunidad: 800 rs.; legumbres, garbanzos, arroz, alubias y especias: 1.800;
carbón, 1.500 arrobas a 2 rs.: 3.000; leña, 40 carros a 18 rs. cada uno: 720; extraor-
dinarios de carne para la comunidad: 2.800; bizcochos, aves y otras cosas para las
enfermas: 1.800; vestuario para las religiosas: 4.600; vestuario y socorro para los re-
ligiosos: 400; vestuario y socorro para los donados: 300; portes de cartas para los re-
ligiosos y las religiosas: 600; dos lavanderas: 640; demandadera, 10 rs. cada mes:
120; pastor, 20 rs. cada mes y media carga de trigo al año: 240; aguador para traer
agua todo el año: 300; rasos, sedas y otros materiales para las labores de la comuni-
dad con que se agasajan a los bienhechores y algunos cumplidos: 500; para renovar
la ropa de camas así dentro como fuera, a la familia y refectorio: 600; para otros va-
rios gastos como tabaco, oficiales y menudencias: 3.000; al cirujano: 300; el médi-
co asiste de limosna y sólo se le da un corto agasajo.
1168 LOURDES AMIGO VÁZQUEZ
46. AHN, Clero, leg. 7.900. Podemos citar otros ejemplos: en 1636, las monjas
se quejan al juez conservador de Obras y Bosques porque todavía no se había libra-
do el dinero para la construcción de la tapia para la que se tenía Cédula Real desde
1628 (Ibid., leg. 7.899). En 1694 se quejan al superintendente del Arbitrio de la Nie-
ve de Valladolid, porque aquel año sólo se les estaba dando una arroba de nieve; és-
te ordena al behedor de obras y alcázares reales de esta ciudad que se lo pague
(Ibid., leg. 7.900). En el Reglamento de 1769 se señala que del pago de medicinas,
médico y cirujano establecido por Felipe III, en esos momentos sólo se daban 900
reales para la botica (ARCHV, Cédulas y Pragmáticas, caja 14, exp. 45).
47. Había grandes dificultades y atrasos en el cobro de esta renta, que a veces se
tenía que consignar en otras rentas reales (ARCHV, Cédulas y Pragmáticas, caja 7,
exp. 64; ibid., caja 7, exp. 65). Los atrasos provocarían que el convento acudiese al
Rey, quien dio una nueva Cédula en 1690 para que la Chancillería pagase dichos
1.000 ducados con puntualidad (ibid., caja 8, exp. 38).
48. ARCHV, Libros del Acuerdo, n.º 16, 26-II-1703, ff. 90r-91r, y 11-IV-1704,
f. 105v.
49. El primer lugar por antonomasia lo ocupaban los conventos franciscanos,
después se situaban, entre otros, el de las Descalzas Reales. GARCÍA FERNÁNDEZ, M.,
Los castellanos y la muerte, Valladolid 1996, p. 219.
50. Vid. BARRIO GOZALO, M., «El clero regular...», pp. 211-214.
LAS DEVOCIONES DEL PODER REGIO. EL PATRONATO DE LA CORONA... 1171
las religiosas. Por otra parte, fue la monarquía de los Austrias la que
principalmente mostró su interés por este convento, ya que entonces se
le concedieron la mayoría de sus rentas. No obstante, la principal repre-
sentante de la Corona en Valladolid, la Chancillería, constantemente re-
validaría esta protección real, muy especialmente en el siglo XVIII.
52. ARCHV, Libros del Acuerdo, n.º 17, 19-XI-1716, ff. 260r-261r; Ibid., n.º 21,
22-IX-1721, ff. 508r-508v.
53. Ibid., n.º 20, 13-IX-1760, ff. 244v-245v; Ibid., 9-IX-1770, f. 639v.
54. En el siglo XVIII la reducción de las muestras de fervor del Tribunal hacia
esta Virgen serían en parte compensadas por la devoción particular del presidente.
Tras hacer su entrada en la ciudad iba a visitarla. También acudía a su templo los
días de San Juan, San Pedro y la Magdalena, antes de ir a la parroquia respectiva, y
el 4 de octubre, cuando salía al paseo de la feria de San Miguel.
LAS DEVOCIONES DEL PODER REGIO. EL PATRONATO DE LA CORONA... 1173
55. Vid. MARAVALL, J. A, La cultura del Barroco, Barcelona 1986 (4.ª ed.). Su
interpretación de dicha cultura, como medio de difusión ideológica y de adhesión
extrarracional, ha sido aplicada a la fiesta, incluida la religiosa, sobre todo desde la
historia del arte, CUESTA GARCÍA DE LEONARDO, M. J., Fiesta y arquitectura efímera
en la Granada del siglo XVIII, Granada 1995. Otros autores, si bien rechazando o elu-
diendo el estudio de la fiesta desde una perspectiva únicamente psicológica, sí acep-
tan el ser un medio de representación del poder: LÓPEZ, R. J., Ceremonia y poder a
finales del antiguo régimen, Santiago de Compostela 1995; RÍO BARREDO, M. J. del,
Madrid, Urbs Regia. La capital ceremonial de la Monarquía Católica, Madrid
2000.
56. MUIR, E., Fiesta y rito en la Europa Moderna, Madrid 2001.
1174 LOURDES AMIGO VÁZQUEZ
63. ARCHV, Libros del Acuerdo, 31-XII-1637, f. 169v.; Ibid., n.º 9, 3-V-1640,
f. 36r; Ibid., n.º 14, 2-VIII, f. 459r.
64. Vid. nota 46. De la misma forma, en 1745, las monjas necesitan arreglar los
tejados del convento y acuden al juez de Obras y Bosques, también oidor, para que
un maestro de obras evaluase los reparos necesarios y acudir al Rey (AHN, Clero,
leg. 7.899).
65. Se señala en la presentación del Reglamento al presidente por parte de la
abadesa. De esta forma, ese mismo año, al presidente acudirían los capellanes, tra-
tando de atrasar las horas de la misa rezada que tocaba en semanas alternativas al
que no decía la misa mayor, que era la de prima (a las seis de la mañana). El presi-
dente pediría su parecer al otro responsable, el provincial de la Orden, quien no es-
taría conforme. ARCH, Cédulas y Pragmáticas, caja 14, exp. 45.
66. Historia de Valladolid..., p. 286.
67. ARCH, Libros del Acuerdo, n.º 9, 1644, f. 267r.
1176 LOURDES AMIGO VÁZQUEZ
73. CANESI ACEBEDO, M., Historia de Valladolid..., pp. 449-450. Señala como
la vinculación con este convento fue sobre todo debida a la devoción mostrada por
el entonces presidente, don Juan Valcárcel Dato.
74. Destacaban el Convento de San Benito el Real (fundado por Juan I) y el de
las Huelgas Reales (por Dña. María de Molina).
75. ARCHV, Libros del Acuerdo, 3-IV-1705, ff. 160r-160v.
1178 LOURDES AMIGO VÁZQUEZ
letos Agustinos sólo iba el oidor decano, sin ningún tipo de acompa-
ñamiento, y la limosna era de 300 rs.
En octubre de 1700 los ministros de justicia asistían por primera
vez, durante nueve días, a misa de rogativa en las Descalzas Reales.
El motivo era la agonía de Carlos II. Se trataba de una novedad en el
comportamiento ceremonial de la Chancillería, que pocas veces cele-
braba funciones particulares y siempre habían sido en San Lorenzo.
La disputa entre la Chancillería y el Cabildo en el marco de las
procesiones generales a San Lorenzo fue el motivo. Las acciones de
gracias y rogativas principalmente se celebraban con procesión ge-
neral a Ntra. Sra. de San Lorenzo, en que asistía la Audiencia, tanto
en aquellas por motivos locales como por cuestiones políticas. El
conflicto estará motivado porque en estas procesiones la Audiencia
no acompañaba a la comitiva de vuelta desde la parroquia a la cate-
dral, salvo cuando a ésta se llevaba la Virgen –en las procesiones de
rogativa por agua–, sintiéndose el Cabildo ofendido en su autoridad
y prestigio. El enfrentamiento, que venía de décadas atrás, estalló de-
finitivamente en 1694, al decidir el Cabildo no volver a convidar a la
Audiencia mientras se mantuviese este desagravio. Desde entonces,
la Chancillería tendería a no participar en las procesiones de rogati-
va, ni en las misas de gracias, que ya únicamente tenían lugar en la
catedral 76.
El Tribunal debía buscar un nuevo templo donde tener las fun-
ciones reales que no podía dejar de celebrar. En 1700, pese a ir a la
procesión general de rogativa, ya asiste a un novenario en las Des-
calzas Reales. A su vez, tenía dispuesta una función en San Loren-
zo, pero no la celebra. Necesitaba disponer de un lugar propio, y
parecía más acertado el de las Descalzas Reales, ya que la Parro-
quia de San Lorenzo estaba monopolizada fundamentalmente por
el Regimiento 77.
76. Sólo concurrirá a las rogativas regias dispuestas en los momentos más críti-
cos, la enfermedad de los monarcas, al dejarse patente el Santísimo en la catedral
que le obligaba a regresar. A finales del XVIII, el Tribunal retoma a las rogativas pú-
blicas, pero los canónigos de nuevo habrán tenido que ceder: la procesión no se de-
tiene en San Lorenzo y vuelve a la catedral, a celebrar la misa de rogativa. Vid., so-
bre este conflicto de protocolo, AMIGO VÁZQUEZ, L., «Una patrona...», pp. 38-39, y
«Justicia y piedad...», p. 106.
77. AMIGO VÁZQUEZ, L., «Una patrona...», pp. 23-46.
LAS DEVOCIONES DEL PODER REGIO. EL PATRONATO DE LA CORONA... 1179
78. ARCHV, Libros del Acuerdo, n.º 17, 27-VII-1719, f. 293v. Hasta entonces,
sólo había celebrado en las Descalzas Reales la rogativa por el parto de Maria Luisa
de Saboya en 1707 (ARCHV, Libros del Acuerdo, n.º 16, 4-II-1707, ff. 273r-273v).
79. Funciones reales en las Descalzas Reales: 1720: Nacimiento de infante (ac-
ción de gracias); 1720: Peste en Marsella (rogativa); 1720: Expedición a Ceuta (ro-
gativa); 1720: Victoria en Ceuta (acción de gracias); 1721: Victoria en Ceuta (acción
de gracias). En San Benito: 1724: Salud de Luis I (rogativa); 1725: Paces con el Im-
perio (gracias); 1726: Nacimiento de infante (gracias); 1727: Nacimiento de infante
(gracias); 1729: Nacimiento de infanta (gracias); 1732: Expedición a Orán (rogati-
va); 1732: Victoria en Orán (gracias). ARCHV, Libros del Acuerdo.
80. Celebraciones en las Descalzas Reales desde entonces: 1758: Salud de
Fernando VI (rogativa); 1771: Preñado de la princesa de Asturias (rogativa); 1771:
Preñado de la princesa (segunda rogativa); 1771: Nacimiento de infante (gracias);
1775: Preñado de la princesa (rogativa); 1775: Nacimiento de infanta (gracias);
1791: Preñado de la Reina (rogativa); 1791: Nacimiento de infanta (gracias); 1792:
Preñado de la Reina (rogativa); 1792: Nacimiento de infante (gracias); 1793: Gue-
rra con Francia (rogativa); 1794: Preñado de la Reina (rogativa); 1794: Nacimien-
to de infante (acción de gracias); 1794: Guerra con Francia (rogativa); 1804: Cala-
midades y guerra con Francia (rogativa); 1807: Salud de los Reyes y felicidad del
reino (gracias); 1807: Salud de los Reyes y felicidad del reino (segunda acción de
gracias); 1808: Comienzo del reinado de Fernando VII (gracias). ARCHV, Libros
del Acuerdo.
1180 LOURDES AMIGO VÁZQUEZ
81. ARCHV, Libros del Acuerdo, n.º 20, 10-V-1772, ff. 717r-718v.
LAS DEVOCIONES DEL PODER REGIO. EL PATRONATO DE LA CORONA... 1181
Fig. 3. Fachada del Palacio de los Vivero. Antigua Chancillería de Valladolid. 1962.
AMVA. Serie Expedientes del Archivo. Caja 2.577-14 (04).
1182 LOURDES AMIGO VÁZQUEZ
ANEXO N.º 1
Escritura de Patronato Real sobre el Convento de Franciscas
Descalzas. 1616
AHPV, Protocolos Notariales, caja 1.001, ff. 794-805.
«Notorio sea a los que bieren esta pública escritura de patronadgo,
cómo en la ciudad de Valladolid, a veinte y seis días del mes de junio
de mil y seiscientos y quince años, estando a la red y locutorio del
Monesterio de Ntra. Sra. de la Asumpcion, que antes se llamaba de
Ntra. Sra. de la Piedad, de Descalzas Franciscas desta dicha ciudad,
presentes los señores D. Diego de Guzmán, Capellán Mayor y Li-
mosnero Mayor del Rey D. Felipe Tercero (...) y en nombre de su
magestad, y el reberendo P. Frai Francisco Ramírez, Ministro Pro-
vincial de la Horden del Seráfico Padre San Francisco en la Provin-
cia de la Concepción, juntos. Las señoras abadesa monjas y conven-
to del dicho monesterio (...) dixeron, que por quanto su magestad y
la serenísima reyna doña Margarita de Austria, Ntra. Sra., que santa
gloria aya, con santo celo an sido servidos de hacer la yglesia y mo-
nesterio donde al presente biben, frontero de la Casa Real de Chan-
zillería, y adornádole de todo lo necesario para el culto divino y to-
mado para sí y para sus suscesores el patronazgo; y a sido su mages-
tad servido que el dicho convento se aya de obligar que la misa con-
bentual cantada de cada día se diga, como se dize, por el ánima de la
reyna, nuestra señora, y bida de su magestad y sus sucesores, con
responso cantando acavada la misa, si no fuere los primeros días de
Pasqua que a de ser recado; y que todos los días, perpetuamente, se
haga comemoración a vísperas y maytines por sus magestades; y
que el nombramiento de todas las relijiosas que an de entrar en el di-
cho convento aya de quedar y quede reserbado a su magestad y a sus
suscesores, ynsolidun, para que las puedan nombrar y meter sin dote
ninguno; y que no pueda pasar el numero de las monjas que a de
aver en el dicho monesterio de treynta y tres y seis o siete niñas; y
que no se pueda enterrar ninguna persona en la yglesia del dicho mo-
nesterio sin horden de su magestad; y que la dicha misa cantada con-
bentual la ayan de descir y oigan los relijiosos que estubieren en el
dicho monesterio, porque nunca falte ni se dexe de decir; y que la li-
mosna que su magestad hiciere al dicho conbento sea enderecada en
horden al sustento de los relijiosos, beatas y demás criados que asis-
ten y asistieren para el servicio del dicho monesterio, y para los gas-
tos de la custodia y conservación de los hornamentos, porque la bo-
luntad de su magestad es que se conserve la pobreza de la Primera
Regla de la gloriosa Santa Clara y que las relijiososas que están y es-
tubieren en el dicho monesterio se sustenten de las limosnas. Y por-
que es justo que de parte de la dicha relijión y relijiosas aya el reco-
LAS DEVOCIONES DEL PODER REGIO. EL PATRONATO DE LA CORONA... 1183
I. Introducción.
II. Tipología documental.
2.1. Las fuentes de ingreso.
2.1.1. Los censos.
2.1.2. Arrendamientos.
2.1.3. Compras y permutas.
2.1.4. Dotes.
2.1.5. Otros ingresos.
2.2. Los gastos
III. Conclusiones.
IV. Bibliografía.
I. INTRODUCCIÓN
12. A este respecto pueden verse obras como las de GÓMEZ GARCÍA, M. C., Ins-
tituciones religiosas femeninas malagueñas en la transición del siglo XVII al XVIII,
Málaga 1986, también de la misma autora: Mujer y clausura: conventos cistercien-
ses en la Málaga Moderna, Málaga 1997; y obras como las de LÓPEZ MARTÍNEZ, A.
L., La economía de las Ódenes religiosas en el antiguo régimen: sus propiedades y
rentas en el Reino de Sevilla, Sevilla 1992, o MORGADO GARCÍA, A., Iglesia y socie-
dad en el Cádiz del siglo XVIII, Cádiz 1989.
13. SORIANO TRIGUERO, C., «Los modos de subsistencia clarianos: las fuentes
de ingresos del Convento de Santa Clara de Madrid (siglos XVII y XVIII)», en Con-
greso Internacional «Las clarisas en España y Portugal», Madrid 1994, Actas II,
vol. I, pp. 545-565; de la misma autora: La clausura femenina en Madrid, los con-
ventos mendicantes del Barroco a la Ilustración, en prensa; SÁNCHEZ HERNÁNDEZ,
L., El Monasterio de la Encarnación de Madrid. Un modelo de vida religiosa en el
siglo XVII, El Escorial 1986, este autor dedica un capítulo a la economía de las agus-
tinas descalzas, y lo mismo hizo en su Tesis Doctoral sobre los conventos de patro-
nato regio; SANZ SANCHO, I., «Monasterio de la Concepción Jerónima de Madrid.
Notas económicas (1504-1535)», Hispania Sacra, XXXV (1983) 703-721, por poner
algunos ejemplos.
14. Estudios sobre las economías monásticas de estas zonas las podemos en-
contrar, por ejemplo, en los trabajos de REY CASTELAO, O., «La crisis de la econo-
mía de las Instituciones Eclesiásticas de Galicia», en Señores y campesinos en la
Península Ibérica, siglos XVIII-XX, Madrid 1999, vol. I, o «Las economías monásticas
femeninas ante la crisis del antiguo régimen», en Congreso Internacional «El Mo-
nacato femenino en España, Portugal y América (1492-1998)», León 1992; MURU-
GARREN ZAMORA, L., «Introducción a las Ódenes religiosas en Guipúzcoa», en Bo-
letín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, XXXVIII (1982) 117-156,
o la Semana de Historia del monacato Cántabro-Astur-Leonés, Oviedo 1982, en la
que se pueden destacar como especialmente interesantes los artículos de Álvarez
Vázquez y Gómez Álvarez sobre las propiedades, rentas, y evolución económica de
los monasterios de San Pelayo y San Miguel de las Dueñas, respectivamente.
APROXIMACIÓN DOCUMENTAL A LA ECONOMÍA CLARIANA… 1193
narios del mismo; la otra parte servía para pagar los gastos de abas-
tecimiento, tributos, impuestos, cargas, salarios, etc. 18.
El dinero en metálico de la comunidad se guardaba en un arca de
tres llaves que custodiaban la prelada, el vicario y alguna discreta o
depositaria. En el arca se depositaban los «principales»: capitales
procedentes de dotes, censos y deuda redimida, también se ingresaba
el resultado de la venta de propiedades inmuebles, limosnas y otros
conceptos que no entraban en la contabilidad general. Este dinero no
podía gastarse sin licencia y tampoco podía usarse en el gasto ordi-
nario de la comunidad, sino que debía utilizarse en inversiones. Por
ejemplo, el Convento de la Purísima Concepción de Alagón señalaba
en 1805 que todas sus compras se habían realizado:
«con los caudales y adotes que han llevado a este convento ciento y
diez y seis Monjas de Coro y catorce de Obediencia que han entrado
y profesado en él, al respecto de Quinientas libras jaquesas por cada
una de las primeras y de doscientas y cinquenta por cada una de las
segundas; y con lo que han ido produciendo las mismas fincas com-
pradas... » 19.
2.1.2. Arrendamientos
El arrendamiento, ya fuera rural o urbano, constituyó el medio
más generalizado y más comúnmente utilizado por las Ódenes re-
ligiosas para generar ingresos fijos, sobre todo a lo largo de los si-
glos XVIII y XIX. Según Ángela Atienza, el Convento de la Purísima
Concepción de Alagón tenía, en el año 1805, todo su patrimonio
arrendado, a excepción de once fincas de olivar que explotaba direc-
tamente 29. También las religiosas del Convento de Jerusalén eran
propietarias de muchas casas en la ciudad de Zaragoza que tenían
arrendadas, como comprobamos al revisar los recibos que por alum-
brado y otros conceptos se pasan a los arrendatarios 30. Los arrenda-
mientos fueron más abundantes a finales de la Edad Moderna y ca-
racterísticos de los conventos de nueva creación, sobre todo de los
fundados en el siglo XVII, constituyendo otra forma de explotación
Las permutas, como medio para mejorar las tierras o las posesio-
nes urbanas, también fueron frecuentes durante los siglos de la Mo-
dernidad. Este tipo de operaciones podían llevarse a cabo entre dos
propiedades rústicas –con frecuencia para conseguir alguna tierra
contigua a otra ya perteneciente al convento–; entre dos propiedades
urbanas, y de esta manera conseguir aumentar la propiedad en un de-
terminado barrio o calle, o entre una propiedad urbana y una rústica:
«Escritura de permuta de una casa con sus corral, sita en esta ciudad
de Tarazona, en la calle llamada de San Francisco, por dos campos
APROXIMACIÓN DOCUMENTAL A LA ECONOMÍA CLARIANA… 1203
2.1.4. Dotes
De todos es sabido que las dotes constituían uno de los modos de
ingreso más importantes en las Órdenes religiosas femeninas, sobre
todo a partir del concilio de Trento, que las obligó a recluirse en sus
casas y guardar estricta clausura.
La entrada en la vida conventual iba acompañada de la entrega de
unos bienes a la comunidad, bienes que servirían para sustentar a la
religiosa durante su vida conventual. Estos bienes se añadían a lo
bienes propios del monasterio, y no podían ser utilizados en las gas-
tos corrientes, sino que eran usados para invertir en propiedades u
otro tipo de bienes que reportasen ganancias a la comunidad. Nor-
malmente eran los padres los que realizaban el pago al convento,
aunque en algunos casos lo hacían otros familiares. Según López
Martínez, los contemporáneos se quejaban de las elevadas cuantías
de las dotes, que en muchos de los casos ascendían a cifras muy su-
periores a las necesidades de manutención de la religiosa 41.
El Concilio de Trento permitía que cada instituto regulara sus
normas sobre este tema, aunque apostaba por el pago en metálico de
las mismas. En el caso de las clarisas la normativa de 1639 recorda-
ba que Trento prohibía el pago de la dote antes de la profesión:
41. Lo más normal era que se aumentasen las dotes a consecuencia de las nece-
sidades económicas de la comunidad. Tras el Concilio de Trento las religiosas te-
nían restringido el número de novicias que podían admitir y estaban obligadas a
guardar estricta clausura, lo que les restringía los modos de obtener ingresos, que in-
tentaban conseguir por otro medio: las dotes. LÓPEZ MARTÍNEZ, A. L., La economía
de las Ódenes religiosas..., o.c., p. 167.
42. Cfr. fasc. 57v. También publicado por SORIANO TRIGUERO, C., La clausura
femenina en Madrid..., o.c., p. 272.
43. Sobre este tema tendremos ocasión de ver cómo en el AHN se conservan
varios testamentos de monjas que testan a favor del convento en el que profesaron,
e incluso en algunos casos se especifica que se hace como parte de la dote de la re-
ligiosa.
APROXIMACIÓN DOCUMENTAL A LA ECONOMÍA CLARIANA… 1205
III. CONCLUSIONES
IV. BIBLIOGRAFÍA
Santa o Navidad, ingreso de novicia sin dote, novenas, etc. Las canti-
dades que se dan suelen ser de 300 a 600 reales, alguna vez por obras,
ascienden a 4.000 reales. Esta etapa de concesión llega hasta 1836, en
que comienzan las medidas desamortizadoras. Nota curiosa es la peti-
ción que hace la abadesa, Manuela María de la Purísima Concepción,
en 1865, de 4.000 reales para edificar nuevo convento. El anterior sito
en la c/Mayor fue derribado y las monjas llevadas al de la Concepción
Francisca de la c/Toledo. La frecuencia en la concesión de estas ayu-
das es anual, motivado entiendo yo por las penurias que todas las
Órdenes religiosas experimentan después de los avatares de la guerra
contra Napoleón. Dato a resaltar es la petición que el 29 de marzo de
1815 hace la religiosa sor María Ana de Jesús María. Ésta escribía di-
ciendo que «sólo hay un órgano en el coro y un clave muy antiguo, que
por más que se haga se desafina muy fácilmente». Pide al rey el forte-
piano que haga menos falta en la Real Cámara. La petición se hizo con
motivo de la visita que Fernando VII efectuó al convento. El 19 de ma-
yo del mismo año el Palacio Real contestó, a través de D. Lorenzo Bo-
navía, concediendo uno de los dos que había sin uso en la Real Cáma-
ra, el cual se ubicó en el coro del convento. Este dato nos reafirma en
el máximo interés que por la música tenían estas religiosas. (Véase el
capítulo «Música y Literatura» en el libro citado.)
históricas. El paso de sólo cuatro años desde nuestra edición del libro
sobre las clarisas, pone de manifiesto que toda obra humana es in-
completa, imperfecta y necesita de perfeccionamiento. Esto es lo que
ha pretendido la comunicación que tenemos el gusto de presentar.
Por lo demás, insistir en las constantes que caracterizan la vida reli-
giosa de las Órdenes religiosas femeninas, una de las pocas vías pa-
ra la promoción y culturización de la mujer que deseaba dedicarse a
la oración y el culto divino.
I. Introducción.
1.1. Cubas (de la Sagra, desde comienzos del siglo XX) en 1449.
1.2. Las fuentes escritas que certifican la autenticidad
de las apariciones marianas.
II. Los hechos esenciales antes de la llegada de Juana Vázquez
Gutiérrez al beaterio. Las apariciones de Santa María
de la Cruz en Cubas a Inés los días 3, 4, 7, 9 (dos veces)
y el miércoles 19 (al regreso de Guadalupe) de marzo de 1449.
2.1. Documentos y personas.
2.2. Cronología breve de las seis apariciones a Inés en 17 días
de marzo de 1449.
2.3. 10-19 marzo 1449. El rápido viaje a Guadalupe pedido por
Santa María de la Cruz.
2.4. Las diversas actas notariales de las apariciones y las diversas
declaraciones de Inés y 21 testigos, ante 4-5 notarios y varios
actuantes sacerdotes.
III. Juana Vázquez Gutiérrez (3 de mayo de 1481 a 3 de mayo).
«La Santa Juana».
3.1. Infancia y juventud en Azaña 1534), Numancia de la Sagra.
3.2. Tres (?) mayo 1496, ingreso en el beaterio de Santa María de
la Cruz: Toma de hábito el 3 de mayo y comienza el noviciado.
3.3. Profesión solemne el 3 de mayo de 1597 con el nombre de
(sor) Juana de la Cruz.
3.4. 3 de mayo de 1509. Sor Juana de la Cruz, abadesa excepcio-
nalmente elegida a sus 28 años.
3.5. 1510. El cardenal Cisneros y el notable beneficio de la parro-
quia de Cubas.
3.6. Año 1510, Rescriptos de Cisneros y Letras Apostólicas del Pa-
pa Julio II.
3.7. Abadesa constructora.
3.8. Predicadora carismática traicionada por la vicaria que la
sustituye, por poco tiempo. «Trompeta y vihuela de Dios». Fa-
ma de santidad.
3.9. El domingo 3 de mayo de 1534: «¡Murió “La Santa”!».
3.10. Obras autobiográficas y espirituales dictadas por «La Santa
Juana» y escritas por sor Evangelista.
IV. Su fama de santidad y su causa de beatificación
en Toledo y Roma.
4.1. La fama de santidad de Juana Vázquez Gutiérrez después de
muerta, ante el pueblo, la iglesia y en el teatro.
4.2. Fama de santidad en su iconografía y en el teatro español.
4.3. Modelo y maestra de venerables y santas monjas posteriores.
V. La causa de beatificación de Juana Vázquez Gutiérrez,
«La Santa Juana»
5.1. Antecedentes modernos de una búsqueda documental.
5.2. Etapas de la historia de «La Causa».
5.3. Etapas modernas (1980-1995 y 1996-2004).
I. INTRODUCCIÓN GENERAL
cluyen que esa forma de la mano con los dedos unidos y el pulgar en
forma de cruz es de nacimiento. No obstante, mandan que Inés y sus
acompañantes que se queden a dormir en unas dependencias del mo-
nasterio para examinarle mejor la mano a la mañana siguiente. Pero
¡por la mañana la mano estaba totalmente curada y no salen de su
asombro! Preguntan a Inés, que no lo sabe. La llevan ante el retablo
mayor para que entre las dos imágenes de Ntra. Sra. de Guadalupe
identifique a la Señora que se le había aparecido 2. Era la más antigua.
Inician el regreso a Cubas el mismo domingo por la tarde o el lunes
17 muy temprano. Pasando por el puerto de Arrebatacapas llegan a
Cubas el día 19 de marzo por la tarde. De inmediato Inés se va a don-
de Santa María había clavado la Cruz. Se arrodilla y enseguida se le
aparece la Virgen, a la que le pregunta por qué se le curó la mano en
Guadalupe y no en Cubas, y Santa María de la Cruz le responde que
«eso la enviara a Guadalupe» y que Inés no la entendiera bien...
1.ª El lunes 10 marzo 1449, por la tarde, antes de salir para Gua-
dalupe. Se las envían al arzobispo de Toledo, D. Alonso Carrillo, que
estaba en Benavente. Desde allí ordena hacer las informaciones a los
arciprestes de Illescas y de Madrid.
2.ª El día 21 marzo, a los dos días del regreso de Guadalupe.
3.ª En las informaciones oficiales hechas el 23 abril por orden es-
crita de 7 abril 1449 del arzobispo de Toledo por los arciprestes de
Illescas y de Madrid. En estas informaciones declaran también otros
21 testigos.
5.ª En la orden arzobispal de 7 abril 1449 se autorizaba la cons-
trucción de la iglesia primitiva. La misa diaria se estaba celebrando
junto a la Cruz. Se comienza la construcción de la iglesia o ermita
primitiva de inmediato. Para el 9 de marzo 1450 ya estaba termina-
da con mano de obra voluntaria y las aportaciones de los muchos de-
votos milagrosamente curados visitando o sólo invocando a Santa
María de la Cruz. Terminada la construcción de la ermita del santua-
rio crece la afluencia de peregrinos al lugar de las apariciones de
Santa María e la Cruz. Haciendo excavaciones bajo la actual iglesia
superior en busca de los restos del confesor de «La Santa Juana»,
fray Pedro de Santiago, el 13 mazo 2002, apareció una puerta sur de
la iglesia de 1449; el 18 agosto el altar (1´60 x 085 x 1´15 alto) so-
bre el presbiterio original cuadrado (3´20 x 2´33 x 2´53 m) colocado
sobre la arena en la que clavó la Cruz Santa María de la Cruz el día
9 marzo 1449. Todo el presbiterio se conserva aún recubierto de pie-
dra de Colmenar de Oreja. La ermita medía por el interior de las
paredes exactamente 17´35 m. de largo norte sur por 7´65 m. de an-
cho, parte de las paredes son testigos; y su puerta principal norte con
tres escalones interiores de bajada, 2´76 metros. El altar adosado a la
pared sur.
6.ª Más de 20 milagros espectaculares en los primeros meses de
las apariciones y 76 en los siguientes 50 años fue un conjunto de sig-
nos que dieron respuesta a los pedidos por Inés y el pueblo a Santa
María de la Cruz. De estos 76 milagros se conservan las correspon-
dientes actas notariales manuscritas que para abreviar ni enumero.
Las apariciones de Santa María de la Cruz, sus 76 milagros conoci-
JUANA DE LA CRUZ (1481-1534). «LA SANTA JUANA»: VIDA, OBRA... 1233
«La Santa» era el nombre popular por el que era conocida siendo
abadesa (1509-1534). El de «La Santa Juana» procede de las obras
teatrales de Tirso de Molina. «Santa Juana» es la misma persona po-
pularmente reconocida como Santa, antes y después del reconoci-
miento oficial de santidad en el Proceso diocesano de Toledo (1615-
1619). Y desde entonces hasta ahora es conocida como «Santa Jua-
na» por consenso popular. El nombre popular del monasterio es el de
Santa Juana. Más de una docena de sus imágenes permanecen en al-
tares de España, Méjico, Santo Domingo, Filipinas, etc., y sus cua-
dros están extendidos por casi todo el mundo. «La Santa Juana» es
producto especial de la Prerreforma española predilecta del cardenal
Cisneros, y a la vez fruto de una ascesis que con los siglos ha gene-
rado abundantes y famosos místicos de ambos sexos. Cisneros como
principal reformador se complacía y fomentaba la intervención de la
mujer en la mística. Y a la vez sabía que la espiritualidad se enrique-
cía con los escritos y experiencia testimoniales de numerosas Santas.
Por eso fomentaba la lectura de libros apropiados en los conventos.
La entusiasta M. Juana de la Cruz estuvo entre las primeras lectoras,
colaboradoras y favorecidas de Cisneros desde los primeros años de
abadesa. El beneficio de Cubas, además de facilitar medios econó-
micos para la subsistencia de la comunidad, podría ser una recom-
pensa por la aceptación incondicional de la Reforma, viendo en sor
Juana de la Cruz una eficaz colaboradora en quien resplandecía el
buen ejemplo y la popular santidad de vida. El martirologio francis-
cano resume sus virtudes: «Floreció al máximo en la oración, la pa-
ciencia, la pobreza y la austeridad de vida. El Señor la adornó abun-
dantísimamente con el don de lenguas y la gracia de los milagros,
tanto en vida como después de su muerte.» Su fama de santidad en
vida era popularmente reconocida en su Convento de la Cruz y en
gran parte del mundo. Además de su vida mística y predicación, co-
nocía las conciencias, sufrió los «estigmas» de la Pasión; hizo nume-
rosas conversiones y milagros. No faltaron la reviviscencia, la bilo-
cación y otros dones extraordinarios. A pesar de todo, esta maestra y
modelo, después de la muerte de Cisneros en 1517, es falsamente ca-
lumniada por su clero y personas interesadas que especulaban sobre
el curato de Cubas, y divulgando sospechas. Dentro del monasterio
lo hacía especialmente su envidiosa vicaria, sor Eufrasia, que quería
1240 JESÚS GÓMEZ LÓPEZ
ciales sobre Dios como Padre verdadero y Madre muy piadosa, Dios
Esposo de las almas, Dios de Todo Bien… y sor Juana de la Cruz nos
muestra su verdadera fe en la Trinidad, en Jesucristo, Encarnación y
Pasión, y en la Iglesia como llamada a la santidad en relación perso-
nal 3 dentro de una mística esponsal, y ella como maestra mística de
predicadores y místicos, impulsora de misioneras franciscanas a
América y Filipinas 4.
Otra de sus devociones favoritas y mundialmente extendidas fue
la del Rosario y sus Cuentas especialmente bendecidas por Cristo
desde el cielo y que como consecuencia servían de instrumento para
muchas curaciones milagrosas, algunas de ellas presentadas como
milagros en el Procesos toledano y apostólicos de beatificación. Re-
cuerdo en este momento dos curaciones en la M. Jerónima de la
Asunción durante el viaje en barco a Méjico y Filipinas para fundar
con sus 9 compañeras el convento de clarisas en Manila en 1621.
Dos monjas del monasterio de Cubas le acompañaban en el viaje. Su
fama de santidad fue recocida por sus biógrafos,y en más de 300 li-
bros hay un centenar de cuadros esparcidos por el mundo, y muchos
exvotos y limosnas dan y dieron testimonio de su fama de santidad.
Los diversos Procesos de beatificación son testigos notariales oficia-
les de su fama de santidad y concesión de favores fervorosamente
solicitados y concedidos por su intercesión.
I. Semblanza biográfica.
1.1. Beata en Santa María de la Cruz.
1.2. La Reforma Cisneriana.
1.3. Trompeta y vihuela de Dios.
II. El arte de la palabra en el Conhorte.
2.1. Coplas y poemas del Conhorte.
2.2. Poemas del Conhorte-Vaticano.
2.3. Auto Sacramental de la Asunción.
III. Conclusión.
«¡Oh venturosa mujer!
Si tus divinas hazañas
se hubieran de reducir
a poemas, no bastaran
cuantos ingenios celebra
con tanta razón España;
quédese a la devoción,
pues que las lenguas no bastan» 1.
1. MOLINA, T. de, La Santa Juana, Mss. Toledo 1613. BN Mss 1-203. Trilogía
hagiográfica editado en Biblioteca de Autores Españoles, T-CCXXXVII. Obras de Tir-
so de Molina III. Atlas. Madrid 1907, p 345.
2. CAÑIZARES, J., El prodigio de La Sagra, Santa Juana de la Cruz. Mss 1723,
61 pp s/n Enc. holandesa. Comedia en verso y tres jornadas. Col. La Barrera. BN
Ms. 15967; QUIRÓS Y HERRERA, B. de, La Luna de La Sagra, y vida de Santa Juana
de la Cruz. Año 1652. Mss, 44 hojas s/n., a 2 columnas. Enc. holandesa. Col. Duque
de Osuna, BN T/20781. Comedia en verso y tres jornadas.
3. SALAS BARBADILLO, A. J., Triunfos de la Beata sor Juana de la Cruz. 1621.
Verso heroico; LOPE DE VEGA, Sonetos: Al Niño Jesús, que habló a Santa Juana, Ed.
Sancha, p. 292; en Códice autógrafo del marqués de Pidal: ¿Cómo dejáis vuestra
madre?, f. 27; A buscar esposo viene…, f. 50.
1254 M.ª VICTORIA TRIVIÑO
I. SEMBLANZA BIOGRÁFICA
Al año siguiente viendo las beatas el grande fruto que sor Juana
hacía con su virtud y sus hablas, la eligieron para regir el Beaterio.
Aunque no tenía la edad canónica hubo señales, y fray Juan de Mar-
quina la confirmó en el cargo el 3 de mayo de 1509, a los 28 años de
edad. La fama de los sermones, que pronunciaba extática, había tras-
cendido hasta la Corte y la Curia. Por escucharla pequeños y grandes
venían de cerca y de lejos.
10. GARCÍA ORO, J., El cardenal Cisneros. Vida y empresas, vol. I, Madrid
1993. BAC, pp. 253-254.
11. Los Hospitales fundados por Cisneros son regentados por laicos. Las Ter-
ciarias no se ocupaban del gobierno, únicamente estaba a su cargo el cuidado de la
mujer, especialmente la asistencia de la mujer viuda y abandonada.
12. El manuscrito original Constituciones de Ntro. P., D. fray Francisco Ximé-
nez, arzobispo de Toledo y primado de las Españas, Ms. Año 1508, aprobadas por el
Papa Julio II a 11 de octubre de 1508, se conserva en el Archivo del Convento de San
Juan de la Penitencia. Alcalá de Henares. Actualmente clarisas.
1258 M.ª VICTORIA TRIVIÑO
dios para edificar, proveer lo necesario y crear dotes para las educan-
das. Recibieron rentas, haciendo posible la vida coral, la formación y
la dedicación de algunas hermanas a la tarea docente. Quedaba supe-
rada la pobreza radical, la dependencia del trabajo y la limosna como
medio insuficiente de vida. En suma, con la nueva profesión queda-
ba garantizada la estabilidad canónica, económica y apostólica.
No se limitó la actividad de la nueva abadesa a la reforma de su
convento. Participó en la fundación cisneriana de Illescas; más ade-
lante en las de Griñón y Fuensalida.
rosa que nos alcanza. Quien se acerca a los arrabales del cielo hace
experiencia de tanta dicha y belleza.
El Sermón 26, que trata de las Figuras y declaraciones de la San-
tísima Trinidad, nos presenta el dinamismo trinitario como una dan-
za:
III. CONCLUSIÓN
23. JULIÁ MARTÍNEZ, E.., «La Asunción de la Virgen y el teatro primitivo espa-
ñol», en Boletín de la Real Academia Española, 41 (1961) 242-244.
24. La recuperación de la documentación fue mérito, y tarea de años, de Jesús
Gómes, archivero del Obispado de Toledo y capellán del Santuario de Santa María
de la Cruz.
EL ARTE AL SERVICIO DE LA PREDICACIÓN. LA SANTA... 1269
BIBLIOGRAFÍA
25. FABER, F. G., «Oratorio de S. Felipe Neri», en Todo por Jesús, Vías fáciles
del divino amor, Madrid 1878, p. 232.
26. San Alfonso María de LIGORIO, Visitas al Santísimo Sacramento y a María
Santísima, Madrid 1912, 8.ª ed., Madrid 1925, pp 19-20.
1270 M.ª VICTORIA TRIVIÑO
I. Introducción.
II. Francisco y Clara de Asís, fundadores de la Orden
de Hermanas Pobres.
2.1. Situación de la mujer medieval en la vida familiar,
social, cultural y religiosa.
2.2. Datos biográficos y personalidad de Clara.
2.3. Expansión de la obra de Clara de Asís:
La Orden de Santa Clara en España.
3.3.1. La limosna
Casa de los Dávila, a su vez dividida en dos grandes linajes que for-
maron dos cuadrillas opuestas durante bastante tiempo:
LINAJE DE BLASCO JIMENO. Su escudo tenía seis roeles. Creían
descender de Nuño Rasura, uno de los jueces de Castilla.
LINAJE DE ESTEBAN DOMINGO: Se distinguía porque en su escudo
llevaba trece roeles. El origen de esta casa parece estar en Esteban
Domingo, el viejo.
A esta casa perteneció Dña. María Dávila, según dice ella misma
en su testamento y en el Libro de la Fundación del Convento de
Santa María de Jesús, de la ciudad de Ávila: «Esta señora Doña
María Dávila fue hija de Gil Dávila y Doña Inés de Zabarcos veci-
nos de la ciudad. El abuelo, padre de Gil Dávila, se llamó Diego
Dávila y era hermano de Pero Dávila, señor de la Casa de Villa-
franca y de las Navas cuyos descendientes y sucesores son los mar-
queses que ahora son».
Dña. María Dávila contrajo matrimonio en primeras nupcias con
D. Fernán Núñez Arnalte, tesorero y secretario de los Reyes Católi-
cos, a quienes compró en Madrid, el 18 de abril de 1478, el señorío y
heredad de Las Gordillas, situado a unos 20 kilómetros de Ávila, por
80.000 maravedís de juro, 40.000 maravedís de juro, sus derechos de
escribanía en la tierra de esa ciudad, y unas casas en Toledo 13, llama-
das de la Reina de Aragón.
En el mes de octubre, el tesorero real se sintió enfermo de mane-
ra que el día 7 de octubre de 1478, hallándose seguramente en Tole-
12. Historia de las grandezas de la ciudad de Ávila, por el P. Fray Luys Ariz
Monge Benito. Dirigida a la ciudad de Ávila, y sus dos Quadrillas. Con Privilegio.
En Alcalá de Henares, Por Luys Martínez Grande. Año de 1607.
13. Ávila, Las Gordillas, Ajo, n.º 21, con firmas autógrafas. LUIS LÓPEZ, C., Un
linaje abulense en el siglo XV: Doña María Dávila (Doc. medieval del Monasterio
de Las Gordillas), Ed. Institución «Gran Duque de Alba».
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1287
21. Libro de la Fundación del Convento de Santa María de Jesús. Archivo del
Convento de Santa María de Jesús.
22. Testamento de Dña. María Dávila. Archivo del Convento de Santa María de
Jesús. Ávila.
1290 MARINA BEATRIZ MONTESINOS GARCÍA
23. Libro de la Fundación del Convento de Santa María de Jesús. Archivo del
Convento de Santa María de Jesús.
24. Ibid.
25. Archivo del Convento de Santa María de Jesús, de Ávila,. Pergamino 290 x
465 mm. Sello de papel sobre cera al dorso.
26. Testamento de Doña María Dávila, f. 3.
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1291
30. Libro de la Fundación del Convento de Santa María de Jesús. Archivo del
Convento de Santa María de Jesús.
31. Ibid.
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1293
Mateo, versículo 16, que dice: «el que quisiere ser perfecto dé lo su-
yo a los pobres y sígame».
¿Quiénes entiende Dña. María que son los pobres? En primer lu-
gar, «aquellos que por su amor votan pobreza», es decir las herma-
nas que comparten con ella la misma vocación en el Monasterio de
Santa María de Jesús, por ella fundado. De ahí, que una vez pagadas
las mandas que establece en su testamento haga y constituya herede-
ro universal de todos sus bienes al dicho Monasterio de Santa María
de Jesús «para que lo aya y posea por suyo propio de juro y de here-
dat perpetuamente, para siempre jamás, para sustentaçción y
proueimiento de las monjas y fábrica del dicho monesterio de Santa
María de Jesús» 32.
De la caridad de Dña. María queda constancia en su testamento.
Su gran humanidad para con las necesidades existentes en aquel
tiempo la llevaron a dar libertad a los esclavos que ella tenía traba-
jando en «Villa Dei». Respecto a esto da instrucciones a la abadesa
del Monasterio de Santa María de Jesús para que en el plazo máximo
de diez años dé libertad a todos los esclavos que ella transfería al
convento así como a sus hijos. Quedaba también obligada la abadesa
a tratar con gran caridad y prodigar cuidados espirituales y corpora-
les a todos los criados que habían estado hasta entonces al servicio
de Dña. María. Ya en Sicilia había dado carta de manumisión a su es-
clava María.
La buena disposición de la nobleza española hacia sus esclavos se
pone de manifiesto en distintas ocasiones. Dice Santa Teresa que
nunca se pudo hacer con su padre que tuviera esclavos porque les te-
nía mucha compasión 33.
Su religiosidad y su caridad la llevan también a hacer lo que ella
llama un «pequeñito prinçipio de caridad» para que de sus bienes,
dados por Dios y multiplicados por su bondad, «Dios sea servido y
los pobres ayudados». Determina, pues, que se construya una capilla
en la ciudad de Ávila que se llame «La Caridat de Santa María de
Jhesús», en parte de las casas donde ella había vivido, situada en lo
que después fue la calle de Andrín o del Comercio, hoy llamada de
los Reyes Católicos 34. Dña. María manda en su testamento que de la
32. Testamento de Dña. María Dávila.
33. Cfr. Vida, I, 2. Obras I. Madrid, BAC.
34. MARTÍN CARRAMOLINO, J., Historia de Ávila, I, 553. IDEM, Guía del foraste-
ro en Ávila, 137. Núm. 36, Reyes Católicos-Capilla Ntra. Sra. de las Nieves.
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1295
VI. CONCLUSIÓN
VII. ANEXO
cuenta mjll maravedís de juro que las dichos qujnjentas mjll maravedís. De
los quales dichos cincuenta mjll maravedís de juro que el dicho señor con-
de de Buendía es obligado a me dar, yo dexo y mando trejnta mjll marave-
dís de juro y lo que más valan los otros dichos çinçuenta mjll maravedís de
juro que las dichas qujnjentas mjll maravedís. De los quales dichos cin-
cuenta mjll maravedís de juro que el dicho señor conde de Buendía es obli-
gado a me dar, yo dexo y mando trejinta mjll maravedís y juro dellos al se-
ñor D. Luis Dacuña, hermano del dicho D. Hernando Dacuña, mi señor, que
santa gloria aya.
Los quales dichos trejnta mjll maravedís de juro mando que aya el dicho
señor D. Luis Dacuña desta menra: que los aya y tenga por suyos y lleue la
renta déllos cada año por toda la vida, y casándose y aujendo hijos legíti-
mos perpetuamente, para sienpre jamás. Y si el dicho, señor D. Luis Dacu-
ña no dexare hijos legítimos de legítimo matrimonio, que después de los dí-
as del dicho señor D. Luis Dacuña, los aya y herede el dicho monesterio de
Santa María de Jesús que yo mando haser por este mj testamento. Y vejnte
mjll maravedís de juro restantes, a complimiento de los dichos çincuenta
mjll maravedís de juro que el dicho señor conde de Buendía es obligado a
me dar y lo que más valen los otros dichos çincuenta mjll maravedís que he
reçebido, dexo y mando al dicho monesterio de Santa María de Jesús por
que tengan más cargo de rogar a Dios en él por el ánima de D. Hernando
Dacuña, mj señor, que santa gloria aya.
Yten mando, que de los cargos que mj primo, Rodrigo de Zauarcos, ha
tenido por D. Hernando Dacuña, mj señor, que santa gloria aya, y por mj
que de todo aquello que touiese fin y quito o carta cuenta o carta de pago
firmada por D. Hernando Dacuña, mj señor, que santa gloria aya, o de mj,
no sea pedida cuenta nj rasón alguna por ninguan manera en ningún tienpo
al dicho Rodrigo de Zauarcos, nj a sus herederos de todo lo contenido en el
fin y quito o carta cuenta o carta de pago que touiese firmado del dicho D.
Hernando Dacuña, mi señor, o de mj; ni contra ello, nj contra parte dello le
sea puesta alteraçión alguna nj damandada rasón de cosa alguna dello.
Yten mando, que de todo lo que ouire de dar cuenta el dicho Rodrigo de
Zauarcos de los cargos que por mi ouiere tenido le dé el abadesa del dicho
monesterio de Santa María de Jesús y a Aluaro de Castro, mi pariente y ca-
pellán. Y de la dicha abadesa y del dicho Aluaro de Castro tome carta de pa-
go y fin y quito de todo lo que la ouiere de auer, con la qual dicha carta de
pago y fin y quito de la dicha abadesa y del dicho Aluaro de Castro, mando
que sea libre y quito el dicho Rodrigo de Zauarcos y sus bienes y herederos,
y que no le pueda ser demandada cuenta nj rasón ni puesta altercaçión algu-
na por njnguna persona nj por alguna manera de todo aquello que touiere
carta de pago o fin y quito de la dicha abadese y del dicho Aluaro de Castro.
Y mando que para tomar las dichas cuentas y dar la dicha carta o cartas de
pago y fin y quito, que la dicha abadese no aya menester liçençia de perla-
1302 MARINA BEATRIZ MONTESINOS GARCÍA
yo mando haser por este mj testamento para que los aya y herede por suyos
propios sin cantradiçión de persona alguna que diga perteneçerle. Que yo
por este mj testamento digo y mando que conplido todo este mj testamente
y pagadas todas las mandas en él contenidas y en la dicha Relaçión que
arriba mando que se cunpla y pague primeramente y ante todas cosas. Que
en todo el remanente de mjs bienes, así bienes como raíses, y qualquier de-
recho y açión que a mj pertenezca en qualquier manera, hago y constituyo
por mj legítimo heredero vniuersal al dicho monesterio de Santa María de
Jesús que yo mando haser por este mi testamento para que sean suyos pro-
pios, y le do todo poder conplido y bastante para entrar en ellos y los aver y
tener y poseer por suyos de juro y de heredat perpetuamente, para sienpre
jamás. Los quales dichos bienes raizes que yo mando y dexo al dicho mo-
nesterio de Santa María de Jesús son los sigujentes:
Primeramente las casas principales que yo tengo en la dicha çibdat de
Aujla, que son en las que biuíamos.
Yten, la dicha casa y dehesas y montes y huertas y molino de Las Gor-
dillas, con todos sus términos, todo término redondo y jurediçión.
Yten, la dehesa y montes de Mongo Pélaz, con todos sus términos, todo
término redondo.
Yten, la dehesa de Boltoyuela, con todos sus términos, todo término re-
dondo.
Yten, los trezientos florines de juro, tasados a sesenta maravedís cada
florín, que son veinte y un mjll maravedís, que yo tengo situados en çiertas
rentas de alcaualas, en la dicha çibdat de Aujla.
Yten, los dichos veinte mjll maravedís de juro que ha de dar el dicho se-
ñor conde de Buendía.
Yten, el lugar de Mediana y Ribilla, con todos sus térmjnos, todo térmi-
no redondo. Y Parabad, con todos sus términos.
Yten, el lugar de Paxarilla del Berrocal, y Berrocalejo, y Santa Coloma,
con todos sus térmjnos, todo término redondo. Y el minero de plomo o de
otra qualquier metal que ouiere en el dicho lugar.
Yten, el lugar de la Pelmaza y Tejadillo, con todos sus términos, todo
término redondo.
Yten, el lugar del Cerezo, con todos sus térmjnos, todo térmjno redon-
do, y lo que le perteneçe del Sotillo.
Yten, toda la heredat que yo tengo en Muñogrande.
Yten, todo la heredat y el molino en Herites.
Yten, toda la heredat que yo tengo en Lauajos, tierra de Segouia.
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1305
Y el dicho lugar del Çereso, con todos sus térmjnos, y lo que le perte-
neçe del Sotillo.
Y toda la heredat que yo tengo en Muño Grande.
Y toda la dicha heredat y el molino que yo tento en Herites.
Y toda la dicha heredat que yo tengo en Lauajos, tierra de Segouia.
Y toda la dicha heredat que yo tengo en Maello, tierra de Segouia.
Y toda la dicha heredat que yo tengo en Cortos.
Y las dichas viñas que yo tengo en térmjno de Zebreros.
Para que lo aya y tenga y possea por suyo propio de juro y de heredat
perpetuamente, para siempre jamás, para sustentaçión y proueimjento de
las monjas y fábrica del dicho monesterio de Santa María de Jesús, y para
todo lo que yo mando por este mj testamento, y para las otras cosas neçesa-
rias. Con la condiçión y vínculo que el dicho monesterio de Santa María de
Jesús, nj los superiores dél, nj el abadesa, nj monjas del dicho monesterio
de Santa María de Jesús, nj ninguna otra persona de ningún estado y con-
diçión que sea, pueda vender, nj trocar, ni canbiar, ni enagenar, ni enpeñar
cosa alguna de los dichos bienes raízes que yo dexo al dicho monesterio de
Santa María de Jesús por njnguna cosa, ni causa voluntaria ni neçesaria, es-
criptas o nos escriptas, en derecho nj por ninguna vtilidat que sea nj ser pue-
da. Y si en qualquier manera fuese vendido o trocado o canbiado o enage-
nado o enpeñado qualquier cosa de los dichos bienes raízes que yo dexo al
dicho monesterio de Santa María de Jesús para que los aya y tenga perpe-
tuamente, para sienpre jamás, mando que en njngund tienpo vala la venta,
nj compra, nj troque, nj cambio, nj enagenamiento, nj enpeño que fuese he-
cho, y que sienpre lo pueda tornar a sacar y cobrar como cosa suya propia el
dicho monesterio de Santa María de Jesús.
Que njngund auto nj escriptura ni dispensaçión que fuese hecha no pare
perjuizio al dicho monesterio de Santa María de Jesús para sacar y cobrar
cualquier cosa que fuese vendida o trocada o canbiada o enagenada o em-
peñada, ni njngund tienpo nj prescripción no proueche nj pueda aprouechar
a la persona o personas en quien fuesen enagenados los dichos bienes o
qualquier parte de ellos, ni la posesión de los tales bienes pueda ser traspa-
sada en persona alguna por título nj causa que sea nj pueda ser, y que siem-
pre quede y finque en el dicho monesterio de SAnta María de Jesús, como
si no fuese traspasado nj enegenado, porque con tal condiçión y vínculo
mando y dexo los dichos bienes al dicho monesterio de Santa María de Je-
sús que ninguna cosa dellos, en njngund tienpo, nj por ninguna razón, nj
causa, nj neçesidat, nj vtilidat que sea, nj ser pueda, no puedan ser vendi-
dos, nj trocados, nj canbiados, nj enagenados, nj enpeñados, sj no que per-
petuamente, para sienpre jamás, los aya y tenga el dicho monesterio de San-
ta María de Jesús.
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1307
Yten, por quanto Aldea el Gordo está junto con el término de las dichas
Gordillas, que yo dexo por este mj testamento al dicho monesterio de Santa
María de Jesús. Y asimismo la dicha Paxarilla, que yo dexo al dicho mo-
nesterio de Santa María de Jesús, está junto con el te´rmjno de Miruña, don-
de es heredado el señor del dicho Aldea el Gordo, y muchas veces se ha pla-
ticado de trocarse el dicho Aldea el Gordo por la dicha Paxarilla, dando lo
que más valiese lo uno que lo otro la vna parte a la otra, mando que si el di-
cho monesterio de Santa María de Jesús se conçentrase con el dicho señor
de Aldea el Gordo, pueda haser y haga el dicho troque del dicho Aldea el
Gordo por la dicha Paxarilla, dando la una parte a la otra lo que más valiere
lo uno que lo otro, no enbargante el capítulo en que arriba digo y mando que
ninguan cosa de los dichos bienes que yo dexo al dicho monesterio de Ssn-
ta María de Jesús para que los aya y tenga perpetuamente, para siempre ja-
más, pueda ser vendido, nj trocado, nj canbiado, ni enagenado, ni enpeña-
do.
Yten mando, que haziéndose el dicho troque del dicho Aldea el Gordo
por la dicha Paxarilla, el dicho monesterio de Santa María de Jesús tenga el
dicho Aldea el Gordo perpetuamente, para sienpre jamás, con las condiçio-
nes y vínculo que arriba digo y mando en los otros bienes raízes que yo de-
xo por este mj testamento al dicho monesterio de Santa María de Jesús, de
no pderlos vender nj trocar, nj canbiar, ni enagenar, nj enpeñar en ningún
tienpo, nj por ninguna manera como en la claúsula de arriba se contiene.
Yten mando, que en el dicho térmjno de Las Gordillas, que yo dexo al
dicho monesterio de Santa María de Jesús, se haga alguna poblaçión y lugar
cercano al dicho monasterio de Santa María de Jesús, para aconpamjento y
seruiçio del dicho monesterio. Y mando que el dicho lugar se llame Villa
Dei.
Yten mando, que el dicho monesterio de Santa María de Jesús y el aba-
desa y monjas dél sean obligadas de haser desir en la iglesia del dicho mo-
nasterio de Santa María de Jesús, cada día perpetuamente, para sienpre ja-
más, quatro misas resada, la vna por las ánjmas de Gil Dáuila y de doña
Ynés de Zauarcos, mj s señores y padres, que santa gloria ayan. Y la otra
por el ánjma del thesorero Henand Núñez Arnalte, mi señor, que santa glo-
ria aya. Y la otra por el ánjma de D. Hernando Dacuña, mi señor, que santa
gloria aya. Y la otra por mj ánjma, con una colecta pro defuntis en cada vna
por las ánjmas de aquellos de quien suçedieron en mj los dichos bienes que
yo dexo por este mj testamento al dicho monesterio de Santa María de Je-
sús, que no pueda faltar de se dezir cada día perpetuamente, para sienpre ja-
más.
Yten mando, que el dicho monesterio de Santa María de Jesús y el aba-
desa y monjas del sean obligadas de haser desir en la dicha iglesia del dicho
monesterio de Santa María de Jesús, el lunes de cada semana perpetuamen-
te, para sienpre jamás, vna misa rezada con un responso por las ánjmas del
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1309
Yten mando, que sea patron del dicho monesterios de Santa María de
Jhesús, el señor de la casa de Villafranca y las Nauas, de cuya suçesión yo
suçedo. El qual dicho patrón mando que lo sea para haser conplir perpetua-
mente, para sienpre jamás, todo lo contenido en este mj testamento, quando
alguna cosa faltase, y para que, como cosa de su linaje y de donde es patrón,
no consienta que se le haga agrauio ni syn rasón en cosa alguna.
Yten mando, que en el dicho monesterio de Santa María de Jhesús se
haga memoria perpetuamente, para sienpre jamás, en la octaua de la Nitiui-
dat de nuestra Señora, de vnas bísperas y vna misa el día sigujente, cantado
y ofiçiado con solenidat, por el dicho patrón señor de la casa de Villafranca
y las Nauas.
Yten mando, que tomada la dicha casa y fortaleza de Las Gordillas para
monesterio, por la bula del sancto padre que para ello tengo, por mj parte o
de los testamentarios deste mj testamento, se pidan el prouincial de la dicha
prouinçia de Santoyo las cuatro monjas que en la dicha bula dize que vayan
al dicno monesterio de Santa María de Jhesús para poner en orden y
conçierto el dicho monesterio.Y por que en la dicha bula manda que sean
del monesterio que yo señalare, las que nonbrare digo y señalo que sean del
dicho monesterio de Calabaçanos, las que yo o el dicho Aluaro de Castro,
mj capellán, nonbrare, porque con él he hablado mj voluntad çerca desto.
Yten mando, que todas las hijas de mis primos, hijos de hermanos, que
quisieren ser monjas en el dicho monesterios de Sancta María de Jhesús, se-
an reçebidas sin ninguna cosa, si no lo que de su propia voluntad traxeren.
Yten, por quanto en la dicha mj casa está vn arca en que están las es-
cripturas de toda mj hazienda, y vn libro en que está la Relaçión de las es-
cripturas que son, mando que el dicho Rodrigo de Zauarcos tenga en su po-
der la dicha arca con las dichas escripturas de los dichos bienes que yo de-
xo al dicho monesterio de Sancta María de Jhesús y el dicho libro, hasta que
en el dicho monesterios de Sancta María de Jhesús aya abadesa y monjas. Y
auiendo abadesa y monjas en el dicho monesterios de Sancta María de Jhe-
sús, de la dicha arca con las dichas escripturas de los dichos bienes que yo
dexo al dichos monesterios de Sancta María de Jhesús, y el dicho libro por
donde verá la Relaçión de las escripturas que son a la dicha abadesa y mon-
jas de dicho monesterios de Santa María de Jhesús. Y la dicha abadesa y
monjas guarden las dichas escripturas para saneamjiento de los dichos bie-
nes, y el dicho libro por donde verán qué escripturas son.
Yten mando, por quanto en la dicha Relaçión que arriba digo, y mando
que se cunpla y pague primeramente y ante todas cosas que yo dexo, y man-
do a algunas personas algunos biens raízes que son de más y allende de los
nombrados en este mj testamento, como por la dicha Relaçión parecerá,
mando que las escripturas que estouieren en la dicha arca tocantes a los bie-
nes que yo dexo a las dichas personas por la dicha Relaçión, que la dicha
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1311
sia mayor y çerrado en igual de la delantera de la dicha casa con vna res de
varas de hierro, de manera que este çerrado y desde fuera se vea lo que está
dentro por la dicha red. En la dicha capilla, frontero de la dicha red, se haga
un altar, y en la pared sobre el altar vn arco donde se ponga vna ymagen de
bulto de nuestra Señora con su precioso Hijo en los braços, y la delantera de
la dicha casa se aforre del mismo cal y canto por que se muestre todo se
vno. Y en la pared por defuera sobre la dicha red del dicho portal se ponga
vna salutación de nuestra Señora de bulto de alabastro, sobre la puerta de la
dicha csas nuestra Señora con su Hijo en braços, y debaxo de la salutación
y de nuestra Señora con su Hijo en braços tres escudos de armas en cada
parte: el vno de las armas del thesorero Hernand Núñez Arnalte, mj señor,
que santa gloria aya; y el otro de las armas de D. Hernando Dacuña, mj se-
ñor, que santa gloria aya; y el otro el de las mías.
Y mando, que de la renta de los bienes que yo dexo al dicho monesterio
de Santa María de Jhesús, se repartan cada año, perpetuamente, para sien-
pre jamás, el día de la Anunçiaçión de nuestra Señora, doscientas hanegas
de trigo a personas neçesitadas y menesterosas. Las quales dozientas hane-
gas de trigo mando que repartan el abadesa del dicho monesterio de Sancta
María de Jhesús y el vicario del dicho monesterio y otro qujen nonbraren de
su cabildo para ello los señores deén y cabildo de la iglesia mayor de Auila.
Y para haser el dicho repartimiento se ponga vn arca en la dicha Capilla de
la caridat de Santa María de Jhesús, junto con la dicha red de la dicha capi-
lla, que arriba dise abierta por ençima quanto quepa vn memorial, y cerrado
con dos llaues. Y la vna tengan los señores deán y cabildo de la dicha igle-
sia mayor, y la otra el abadese del dicho monesterio de Santa María de Jhe-
sús. Y quien touiere neçesidad y quisiere de la limosna del dicho reparti-
miento, eche por la dicha red en la dicha arca vn memorial en que diga
quién es y la neçesidat que tiene.
Y ocho (días) antes de la fiesta de nuestra Señora, por parte del abadesa
y vicario del dicho monesterio de Sancta María de Jhesús, se pida por cari-
dat y por que en el bien ayan parte a los señores deán y cabildo de la dicha
iglesia mayor, que nonbren vno de su cabildo quien les pareçerá, segund
Dios, para hazer el dicho repartimiento y otro día de los sigujentes el dicho
vicario del dicho monesterios de Santa María de Jhesús venga a la dicha
Capilla de la Caridat, y el que ouieren nonbrado los dichos señores deán y
cabildo, para hazer el dicho repartimiento; lleuen la dicha arca en que esta-
rán los memoriales de los que piden de dicha limosna del dicho reparti-
miento, al locutorio del dicho monesterio de Santa María de Jhesús. Y el di-
cho nonbrado lleuará la llaue de la dicha arca que ternán los dichos señores
deán y cabildo, y el abadesa del dicho monesterio dará la suya, y allí abrirán
la dicha arca. Y el abadesa y las discretas del dicho monesterio de Santa
María de Jhesús, y el vicario y el nonbrado por los dichos señores deán y
cabildo juntamente verán los dichos memoriales que estarán en la dicha ar-
ca de los que piden de la dicha limonsa, y verán quién son y la neçesidat que
1314 MARINA BEATRIZ MONTESINOS GARCÍA
cada vno tiene. Y harán el dicho repartimiento del dicho pan, segúnd Dios
les diere a enternder, como será más seruido, no dándolo ni quitándolo por
amistad nj enemistad, sy no con caridat y amor de Dios, repartiéndolo don-
de vieren más neçesidat y les pareçerá que a Dios sea más acepto. Y hecho
el dicho repatimiento, fírmenlo de sus nonbres, la dicha abadesa, y el dicho
vicario, y el dicho nonbrado bueluan con la dicha arca a la dicha Capilla de
la Caridat, y lleuen el dicho repartimiento, y el dicho día de la Anunçiaçión
de nuestra Señora, el dicho vicario diga missa en la dicha Capilla de la Ca-
ridat; y acabada la missa él, y el dicho nonbrado, den el dicho repartimien-
to ante escriuano al mayordomo del dicho monesterio de Santa María de
Jhesús para que le cunpla luego. Y dé a las personas en él contenidas lo que
por él le mandaren dar, y tome cartas de pago de las personas a qujen lo die-
re. Y el año sigujente el dicho mayordomo lleue el dicho repartimiento del
año pasado, y las cartas de pago de las personas que ouieren de auer a la di-
cha abadesa y vicario y nonbrado del año presente al tiempo que hisieren el
repartimjento de quel año y visto por la dicha abadesa y vicario y nonbrado
como el dicho mayordomo ha conplido el dicho repartimiento y an reçebi-
do lo que por ouieron de aver las personas en él contenidas, darle en carta
de pago dello firmada de sus nonbres: con la qual dicha carta de pago de la
dicha abadesa y vicario y nombrado del año presente, mando que sea libre y
quito el dicho mayordomo del repartimiento del año pasado; y así cada año
para sienpre jamás.
Yten mando, que en la dicha Capilla de la Caridat de Santa María de
Jhesús, de la otra parte de la red que arriba dice, se ponga otra arca con otras
dos llaues, que tengan la vna los dichos señores deán y cabildo, y la otra la
dicha abadesa, como la que arriba dize, donde puedan echar los deuotos que
quisieren sus limosnas para el dicho repartimiento. Y quando el dicho vica-
rio y el nombrado lleuaren la dicha arca que arriba dise, donde estén los me-
moriales para haser el dicho repartimiento, lleuen así mesmo esta otra arca
donde esté la limosna que se ouiere dado; y el dicho nonbrado lleue así
mesmo la llaue que della ternán los dichos señores deán y cabildo y la dicha
abadesa de la suya, y juntamente con la otra se abra allí en el locutorio, y lo
que en ella se hallase, se reparta más se guarde poco o mucho lo que fuere y
se junte con lo de otro año o de más años, segund fuere la quantía, y se con-
pre, dello renta de pan o dineros, y lo que dello se conprare esté so la admi-
nistración del dicho monesterio de Santa María de Jhesús, como las dichas
dozientas hanegas de trigo que yo mando repartir, y lo que rentare todo lo
que se conprare de las dichas limosnas que se hallaren el la dicha arca, se
reparta cada año perpetuamente, para sienpre jamás, juntamente con lo que
yo mando repartir, y de la manera que mando que se reparta.
Yten mando, que de las dichas dozientas hanegas de trigo que yo mando
que se repartan cada año, se haga la dicha Capilla de la Caridat y todo que
en ella mando haser, y que los años que fuere menester para hazer la dicha
Capilla y lo que en ella mando hazer, no aya obligaçión de haser el dicho re-
MARÍA DÁVILA. LA «CARIDAD DE SANTA MARÍA DE JESÚS» 1315
Y el otro mando que tenga la dicha abadesa con las escripturas del dicho
monesterio para saneamiento de los bienes que yo dexo por él al dicho mo-
nesterio de Santa María de Jhesús. Y el otro mando que tenga el dicho Alua-
ro de Castro, mi capellán y testamentario, hasta que sea conplido este mi
testamento y las mandas en él contenidas. Y cunplido, mande que lo pongan
en la dicha Capilla de la Caridat de Santa María de Jhesús, en el arca donde
arriba mando que ponga el traslado de lo que toca al repartimiento, el qual
mando que ponga en la dicha arca de la manera y como arriba mando que se
ponga el traslado de lo que toca al dicho repartimiento para que allí esté
perpetuamente, para sienpre jamás. Y el otro mando que tenga el dicho pa-
trón de la casa de Villafranca y las Nauas.
Yten mando, que en la delantera de la dicha caxa en que mando poner
este mi testamento, se pongan tres escudos de armas como las que mando
pones sobre el arco de mi sepoltura: el vno de las armas del thesorero Her-
nand Núñez Arnalte, mj señor, que santa gloria aya; y el otro de las armas
de D. Hernando Dacuña, mj señor, que santa gloria aya; y el otro de las mí-
as. Y desta manera mando que se pongan en todos los lugares que se pusie-
ren escudos de armas en el dicho monesterio de Santa María de Jhesús.
Yten, asy mismo de la dicha Relaçión que arriba digo y mando que se
cunpla y pague primeramente y ante todas cosas, dexo dos en vn tenor,
mando que la vna tenga la dicha abadesa del dicho monesterio de Santa Ma-
ría de Jhesús por donde cunpla y haga lo que por el mando, y por do parez-
ca como lo ha conplido; y la otra tenga el dicho Aluaro de Castro, mi testa-
mentario, para cunplir y hazer conplir lo que por ella mando y conplido, o
quando a él le plazerá, mando que dé la dicha Relaçión al dicho Rodrigo de
Sauarcos, mi primo, para que la tenga para saneamiento de lo que por ella
mando a las personas y cosas en ella contenidas.
Y para hazer y conplir y pagar y esecutar todo lo contenido en este mi
testamento, y traer en efeto todas las cosas y mandas en él contenidas y en
la dicha Relaçión que arriba mando que se cunpla y pague primeramente y
ante todas cosas, dexo y constituyo por mis testamentarios y executores
desde mj testamento y de todo lo en él contenido y declarado y mandado, al
dicho señor D. Luis Dacuña, hermno del dicho D. Hernando Dacuña, mj se-
ñor, que santa gloria aya. Y al abadesa del dicho monesterio de Santa María
de Jhesús que yo mando hazer por este mi testamento. Y al dicho Rodrigo
de Sauarcos, y a Pedro de Castro, mis primos; y al dicho Aluaro de Castro,
mi pariente y capellán, vecinos de la dicha cibdat de Aujla, a todos cinco
juntamente, y a cada vno de ellos por si en solidum. De manera que cada
uno déllos tenga tanto poder como todos juntos, y todos juntos y cada uno
déllos por si como yo misma, con tanto que habiendo abadesa en el dicho
monesterio de Santa María de Jhesús no se pueda hazer, ni haga cosa nin-
guna sin la dicha abadesa, y hasta que aya abadesa en el dicho monesterio
de Santa María de Jhesús, hayan y tengan los dichos mis testamentarios el
dicho poder juntamente y no en solidum; y habiendo abadesa en el dicho
1318 MARINA BEATRIZ MONTESINOS GARCÍA
I. Introducción.
II. El medioevo sevillano como marco histórico.
III. Dña. María Coronel y Pedro de Castilla.
IV. La fundación del Monasterio de Santa Inés.
V. El Monasterio de Santa Inés.
VI. La vida en el Monasterio de Santa Inés.
VII. Un lugar para la leyenda.
VIII. Bibliografía.
I. INTRODUCCIÓN
Santa Inés. Francisco Pacheco. Fechable en torno a 1610. Tabla (0,69 x 0,54).
Paradero desconocido.
tilo de los casetones que la cubren, y de los azulejos que forran sus
paredes así lo demuestran.
La sillería del coro es una fabulosa obra renacentista de mediados
del siglo XVI.
Próximo a la reja del coro se dispone una sencilla urna que con-
tiene el cuerpo incorrupto de Dña. María Coronel, vestido con el há-
bito de la Orden franciscana. Frente a él se encuentra el órgano ba-
rroco que Bécquer hizo famoso en la leyenda de Maese Pérez el or-
ganista.
Hasta aquí lo que los ojos permiten ver. La clausura no permite
observar el resto de las dependencias. Gracias al testimonio gráfico y
escrito de la obra Sevilla oculta, para cuya realización se obtuvo un
permiso especial y que se cita en la bibliografía, podemos conocer
parte de las dependencias de clausura.
La clausura se distribuye en torno a una serie de claustros que van
desde el íntimo y familiar del noviciado hasta el principal, diáfano y
esplendoroso.
La sala del capítulo o también llamada sala de profundis, por ser
enterradas en ella las monjas, es el único resto en el Monasterio de
Santa Inés del antiguo palacio musulmán, antes de convertirse en
época cristiana en el palacio de los Fernández Coronel.
VIII. BIBLIOGRAFÍA
I. Introducción.
II. Las comunidades femeninas en la Córdoba
de los siglos XVII Y XVIII.
III. La presencia de religiosas en las cofradías cordobesas.
IV. El nacimiento de la Hermandad del Rosario
en la Clausura de Santa Marta.
I. INTRODUCCIÓN
7. ARANDA DONCEL, J., «Trayectoria histórica del Monasterio del Corpus Chris-
ti», en El Convento de Dominicas del Corpus Christi de Córdoba (1609-1992), Cór-
doba 1997, pp. 18-78.
8. La actividad fundacional en el siglo XVIII prácticamente se paraliza, ya que
solamente se constata en 1707 el nacimiento de la Congregación Hospitalaria de
San Jacinto, cuyos hermanos y hermanas atienden a los enfermos incurables acogi-
dos en el establecimiento asistencial del mismo título.
9. En la relación no aparece el Monasterio de San Martín.
1346 JUAN ARANDA DONCEL
Conventos Religiosas
Santa Isabel 62
Santa Marta 91
Santa María de Gracia 96
Regina Coeli 72
Piedad 42
Nieves 70
Dueñas 130
Santa Inés 69
Santa Cruz 58
Encarnación Agustina 43
10. Hemos utilizado el ejemplar del catastro que se conserva en el Archivo Mu-
nicipal de Córdoba, ya que las respuestas generales, publicadas en 1990 en la colec-
ción Alcabala del Viento con introducción de Antonio López Ontiveros, contienen
errores de bulto. Uno de los más llamativos es la exclusión de las agustinas de las
Nieves en la relación de conventos femeninos.
CLAUSURA FEMENINA Y MOVIMIENTO COFRADE EN LA... 1347
Santa Isabel 21
Santa Cruz 30
Santa Inés 25
Santa Clara 30
Jesús María 25
Capuchinas 27
Santa Ana 21
Encarnación 36
San Martín 20
Císter 32
Dueñas 48
Concepción 22
Nieves 22
Encarnación Agustina 30
Espíritu Santo 24
Regina Coeli 63
Jesús Crucificado 33
Corpus Christi 26
Santa María de Gracia 36
Santa Marta 25
de pasar dicha bulla que todos son ciento y doce reales y veinte y
dos maravedís» 12.
El 16 de febrero de 1664 Alejandro VII expide en Roma un breve
por el que concede perpetuamente a los miembros de uno y otro se-
xo de la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias numerosos benefi-
cios espirituales. Sin duda, estas indulgencias son las que motivan
las solicitudes de ingreso de numerosas religiosas pertenecientes a
diferentes monasterios de la ciudad.
Tenemos constancia de la presencia de las jerónimas de Santa
Marta y de las franciscanas de Santa Isabel de los Ángeles a título
personal en los lustros siguientes a la expedición del breve papal.
Ambos conventos se localizan en las proximidades de la Iglesia de
San Agustín, donde la hermandad tiene su sede canónica.
En los años finales de la centuria del seiscientos forman parte de
la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias las monjas agustinas del
Convento de las Nieves, cuyas aportaciones aparecen reflejadas en
las cuentas dadas el 24 de abril de 1698 por el hermano mayor Nico-
lás de Cañete:
«El dicho hermano maior declara que en el tiempo de esta quenta las
Relijiosas del Comuento de las Dueñas, hermanas desta cofadría, no
an pagado cosa alguna de la limosna que debían satisfazer.»
14. Ibid.
15. Ibid.
1352 JUAN ARANDA DONCEL
«El dicho Hermano mayor declara que en el tiempo desta quenta las
Religiosas de los conventos de Santa Clara y las Dueñas no an paga-
do cosa alguna y assí se advierte para que conste.»
«[...] propuso el zelo, afecto y devozión que tenían las Relixiosas del
Monasterio y Combento de Santa Martha en esta dicha Ciudad Or-
den del señor san Gerónimo, sobre querer ser hermanas de dicha Co-
fradía toda la Communidad o la maior parte de ella, por lo mucho
que beneraban a dicha santa Ymajen y que querían ponerlo por exe-
cuzión» 16.
• Id. han produzido quinze reales las limosnas que han pagado las
Monjas del Convento de Santa Clara de la Ziudad.
• Id. han produzido las limosnas que pagan las Monjas del convento
de Santa Marta doszientos y diez reales.
• Id. han prozedido de la limosna que pagan las Monjas de Santa
María de Grazia quarenta y zinco reales.
• Id. han prozedido de las limosnas que pagan las Monjas del Con-
vento de Regina zinquenta reales.
• Id. han prozedido de las limosnas que pagan las Monjas del Con-
vento del Espíritu Santo sesenta y seis reales» 17.
«Se leió por dicho señor marqués un papel de la señora Doña María
Manuel, relijiosa de las Dueñas, en que pretendía que la cofradía
fuesse a dicho combento y entrase por una parte y saliese por otra y,
oído lo referido por los señores hermanos presentes, dijeron que se
llamase a cauildo jeneral para su determinazión» 20.
«[...] dicho señor Don Juan Manuel propuso a dicha cofradía cómo
se hallaua su señoría con tres papeles, los dos de las señoras Prioras
de Santa Marta y Santa María de Grazia y otro de la señora Doña
María de Hozes y Cabrera, Religiosa en dicho conuento de Santa
María de Grazia, en los quales pedían el que la cofradía de Jesús Na-
zareno no ygnouase en su estazión antigua, como se hizo el año pas-
sado, por la mucha deuozión que ambas comunidades tienen con la
ymagen de Jesús Nazareno, que siempre la dicha cofradía auía lleua-
do su estazión por dichos conuentos, que suplicauan a dicho señor
hermano maior les conzediese a dichas communidades este
aliuio» 21.
«Se adbirtió cómo por las Relijiosas del combento de santa Marta se
suplicó a la cofradía diese por bien de no pribarles de la presenzia de
Nuestro amado Jesús y de su madre Santíssima y en atenzión ha ella
se determinó por dicha cofradía que, no siendo yncombeniente y
dando lugar y tiempo, los señores que gobiernan podrán no priuarles
deste benefizio» 22.
«[...] las quales el Viernes Santo por la noche, al pasar por allí la pro-
cessión del entierro de Christo N. Redemptor, le cantan desde los
miradores el Miserere, con armonía tan funesta que acude allí gran
parte de la Ciudad a quebrantarse de dolor los coraçones» 25.
24. RAMÍREZ DE ARELLANO Y GUTIÉRREZ, T., Paseos por Córdoba, ó sean Apun-
tes para su historia, 3.ª ed., Córdoba-León 1976, p. 71.
25. TORRES, A. de, Crónica de la provincia franciscana de Granada, ed. facsí-
mil de la de 1683, Madrid 1984, p. 423.
26. ARANDA DONCEL, J., Córdoba y la devoción a la Virgen de los Dolores. Tres
siglos de historia, Córdoba 2000, pp. 166-173.
CLAUSURA FEMENINA Y MOVIMIENTO COFRADE EN LA... 1359
27. ARANDA DONCEL, J., La devoción a la Virgen del Socorro en Córdoba du-
rante los siglos XVII al XX. Córdoba, 1998, p. 144.
28. Vid. LÓPEZ, F., Sumario y diario de las indulgencias de la Cofradía de Ma-
ría Santísima concedidas por los Sumos Pontífices, extractadas de sus mismas bu-
las, Córdoba, s.a.
1360 JUAN ARANDA DONCEL
cesis aparecen los de Doña Mencía y Palma del Río. A lo largo del si-
glo XVI se fundan los de Baena, Cabra y Lucena 29.
El Convento de San Pablo tiene una indudable primacía sobre las
otras dos comunidades existentes en Córdoba, la de los Santos Már-
tires y la de Scala Coeli en los alcores de la sierra y cuna de la refor-
ma dominicana.
El aristocrático cenobio goza de un reconocido prestigio y ejerce
una notoria influencia en la vida local. En el espacioso templo de la
calle Capitulares se erige la cofradía matriz de Ntra. Sra. del Rosario
que protagoniza una de sus etapas más brillantes en las últimas déca-
das del siglo XVI y primeras de la centuria siguiente. La edición en
1592 de la obra de fray Juan de Montoya Libro del Rosario de Ntra.
Sra. y la de fray Francisco de Messía en 1612 titulada Tratado de los
milagros de Ntra. Sra. del Rosario contribuyen a la intensificación
de la devoción a esta advocación mariana.
Los hijos espirituales de Santo Domingo de Guzmán desarrollan
una activa labor de propagación de la mencionada advocación ma-
riana en el conjunto de la Diócesis cordobesa durante el último cuar-
to del siglo XVI y la centuria del seiscientos 30. El fenómeno alcanza
bastante notoriedad en la etapa de gobierno del obispo fray Martín
de Córdoba y Mendoza (1578-1581), quien como religioso de la Or-
den de predicadores favorece la implantación de las hermandades de
ese título.
Uno de los instrumentos más eficaces va a ser la autorización
concedida el 13 de agosto de 1580 al dominico fray Diego Núñez de
Toledo, conventual en San Pedro Mártir de la villa de Marchena, pa-
ra que erija cofradías dedicadas a Ntra. Sra. del Rosario en las loca-
lidades del Obispado de Córdoba. Esta labor se complementa con la
que llevan a cabo en 1589 y 1590 fray Juan de Criado y fray Pedro
Messía, respectivamente, ambos integrantes de la comunidad de San
Pablo de Córdoba.
31. Archivo Monasterio Santa Marta. «Libro de la cofradía del santísimo Rosa-
rio aora nuebamente establecida en el Convento de Santa Martha por el Reuerendo
Padre Fray Benito de la Assumpción, lector de Sagrada Scriptura de el Real Con-
vento de S. Pablo de esta Ciudad de Córdoba, hecha con authoridad que para ello te-
nía de su Prelado, día 25 del mes de Março de 1688 años».
1362 JUAN ARANDA DONCEL
«Item declaro que por quanto dicha Imajen que está señalada en la
dicha Capilla es de talla y no es apropósito ni está tan a mano para
sacarla en las processiones que an de hazer los primeros Domingos
del mes, por tanto declaro y señalo para dicho effecto otra imajen
más pequeña que está en un nicho dentro del choro de dichas Reli-
giosas, junto a la puerta o a la entrada de dicho choro al lado diestro,
la qual destino y señalo para que sea sacada en processión todos los
primeros Domingos del mes a la qual acudirán todas las Religiosas,
como no estén lejítimamente impedidas, lleuando belas enzendidas
y rosarios en las manos para que ganen las indulgenzias conzedidas
a dichas processiones.»
33. «Assí mismo ordeno a la dicha Mayordoma o a la que en adelante fuere que
en la prinzipal fiesta que e señalado del primero Domingo de Octubre no haga gas-
to excessivo ni superabundante, aunque tenga caudal para ello, porque de esa suerte
vendrá a ponerse la Cofradía de calidad que no aurá quien se atreua a ser Mayordo-
ma, y assí hará una fiesta mediana, honrrada y dezente que sea más indizio de virtud
y deuozión que no de presumzión y vanidad y si tubiere possible y deuozión gáste-
lo en dezir missas en el discurso de el año y prinzipalmente en los primeros Domin-
gos de el mes y festiuidades de nuestra señora en reuerenzia de María santísima y
por las almas de dichas Cofradas que deste gasto assí distribuido resultará mayor
fruto y de lo otro solo suele resultar mayor aplauso, todo lo qual dispongo con este
orden y tasa para que dicha sancta cofradía tenga maior subsistenzia y permanenzia
más firme.»
CLAUSURA FEMENINA Y MOVIMIENTO COFRADE EN LA... 1365
I. Introducción.
II. Desarrollo histórico.
III. Otras noticias artísticas.
IV. Aspectos históricos.
V. Las religiosas.
VI. Vida cotidiana.
VII. Anexos.
I. INTRODUCCIÓN
11. Ibid., f. 95 v.
12. Ibid., f. 96.
13. WETHEY, H. E., Alonso Cano. Pintor, escultor y arquitecto, Madrid 1983,
pp. 41-44.
EL MONASTERIO SEVILLANO DE SANTA PAULA EN EL PRIMER... 1373
14. BATICLE, J., «Deux tableaux d´Alonso Cano au musée du Louvre», en Re-
vue du Louvre, 29 (1979) 123-124.
1374 ÁLVARO PASTOR TORRES
Las pinturas del retablo de la Virgen del Rosario –que fue tallado
en 1641 por Gaspar de Ribas 15– estuvieron casi dos siglos atribuidas
a un inexistente Francisco de Cubrián 16. Los temas representados en
los lienzos, «pintados con fuerza de claro obscuro y con figuras es-
beltas y agraciadas» hacían alusión como señalamos antes a «los
misterios de la Virgen» y eran los siguientes: la Concepción, los Des-
posorios de la Virgen, la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento
de Jesús y la adoración de los Reyes. Por los seis lienzos el autor re-
cibió en julio de 1642 la cantidad de 1.000 reales. En 1990 la sagaz
investigadora María de los Ángeles Toajas Roger subsanó el error
paleográfico de Juan Agustín Ceán Bermúdez –que debió ser el pri-
mero que consultó a fines del siglo XVIII el Libro de Cuentas de ma-
yordomía de Santa Paula (1641-1643), creando así en su diccionario
una entrada al inexistente Francisco de Cubrián, «pintor y discípulo
de Zurbarán en Sevilla»–, y colocó, la citada investigadora, las pin-
turas de Santa Paula en el haber de Francisco de Zurbarán 17. Ningu-
no de estos lienzos de Santa Paula está identificado en la actualidad.
Una nota al pie de la narración del expolio artístico nos informa
que «Dentro de 5 días pusieron otras pinturas en su lugar de ningún
mérito, que son las que existen». Los catorce lienzos de Cano y Zurba-
rán fueron sustituidos por otros de diversa procedencia y cronología,
rompiendo así, además de los programas iconográficos, la calidad de
los conjuntos. En el retablo del Evangelista se colocaron pinturas de
Santa Inés, San Antonio de Padua, Santa Catalina de Siena, Santa Ca-
talina de Alejandría, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, y dos
santos mártires, uno carmelita y otro dominico. Y en el de la Virgen
del Rosario encontramos hoy a Santo Tomás de Aquino, San Buena-
ventura, San Juan Nepomuceno y cuatro lienzos con motivos de ánge-
les, dos solos y otros tantos en pareja, claramente recortados todos de
un cuadro mayor.
15. LÓPEZ MARTÍNEZ, C., Desde Martínez Montañés a Pedro Roldán, Sevilla
1932, p. 131. DABRIO GONZÁLEZ, M. T., Los Ribas. Un taller andaluz de escultura
del siglo XVII, Córdoba 1985, pp. 383-387.
16. CEÁN BERMÚDEZ, J. A., Diccionario histórico de los más ilustres profesores
de las Bellas Artes en España, t. I, Madrid 1800, p. 380. A finales de los años ochen-
ta del siglo XX seguían siendo citadas como obra de Cubrián. VARIOS, Sevilla oculta,
o.c., p. 122.
17. TOAJAS ROGER, M. Á., «Zurbarán y el retablo del Rosario de Santa Paula, o
Francisco de Cubrián, pintor inexistente», en Atrio, 2 (1990) 9-23.
EL MONASTERIO SEVILLANO DE SANTA PAULA EN EL PRIMER... 1375
28. AMSPS, Cuentas de clavería del convento de Santa Paula, 1806-1815, s.f.
29. La onza equivale a 28,7 g y está dividida en 16 adarmes, cada uno de 1,79 g,
aproximadamente. El marco por su parte son 230 g de oro o plata.
EL MONASTERIO SEVILLANO DE SANTA PAULA EN EL PRIMER... 1379
primera mitad del siglo XIX. Intervino –bien creando ex-novo, o bien
reparándolos profundamente– en los órganos de las parroquias his-
palenses de Santa Cruz, San Benito, San Vicente y la O, en los de los
conventos y monasterios de Santa Paula, Santa María del Socorro,
San Clemente, Santa Clara, San Antonio de Padua y la Encarnación,
o en la capilla Real catedralicia. El órgano de Santa Paula tiene 56 te-
clas de pasta, que sustituyeron a las originales de marfil y hueso.
Además del lleno de flautados, tiene también «el tapadillo», flauta
travesera y trompeta real 30. La cajonería, de corte neoclásico, está re-
matada por una imagen de San Antonio en alusión al nombre de la
donante.
30. AYARRA, J. E., El órgano en Sevilla y su provincia, Sevilla 1978, pp. 129-
144.
EL MONASTERIO SEVILLANO DE SANTA PAULA EN EL PRIMER... 1381
31. Para los cambios del nomenclátor callejero nos guiamos por la obra VARIOS,
Diccionario histórico de las calles de Sevilla, Sevilla 1993.
32. AMSPS, Cuentas de Clavería del Monasterio de Santa Paula, 1806-1815,
s.f.
1382 ÁLVARO PASTOR TORRES
33. Ibid.
34. AMSPS, Protocolo del Monasterio de Santa Paula de Sevilla, 1742.
EL MONASTERIO SEVILLANO DE SANTA PAULA EN EL PRIMER... 1383
35. Especie de pensión perpetua que se concedía sobre las rentas públicas, ya
por merced graciosa, ya por recompensa de servicios o bien por vía de réditos o in-
tereses de un capital recibido.
36. A principios del siglo XIX este concepto ascendía a 9.036 rs.
1384 ÁLVARO PASTOR TORRES
V. LAS RELIGIOSAS
44. PASTOR TORRES, Á., «La Hermandad Sacramental de San Juan de Acre», en
II Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su provincia, Sevilla 2001, p. 71.
45. F. 76. Mandato del visitador D. Joaquín María de Torres comunicado en
reunión capitular del 18 de junio.
1388 ÁLVARO PASTOR TORRES
47. Esta asignación subía las semanas que había vigilia, la de carnestolendas y
en cuaresma.
48. Todos estos datos están sacados del antes citado Libro de cosas curiosas,
1809.
1390 ÁLVARO PASTOR TORRES
VII. ANEXOS
casi toda la tabla central se dispone una arqueta barroca para la re-
serva eucarística, adornada con multitud de flores, como las monjas
saben muy bien hacer.
Entre septiembre de 1993 y febrero de 1994 la Real Fundación
Toledo restauró el retablo. Se encomendó a Canto González, Paloma
Hernández, Deli IlIán, Rita Regojo y Rocío Bruquetas, siendo las
dos últimas las encargadas de la dirección de los trabajos. También
colaboró Marta Presa, que hizo los análisis químicos de materiales y
técnicas 14.
El retablo se compone de seis tablas, dispuestas en dos cuerpos y
tres calles, más otras tres de menor tamaño a modo de remate. Las
escenas representadas forman un ciclo iconográfico básicamente
neotestamentario, con pasajes de la vida de Cristo; cuatro del ciclo
del nacimiento, y otras dos referentes a su muerte y resurrección.
También hay referencias al Antiguo Testamento, con profetas que
rematan las tablas laterales del segundo cuerpo, y a la iglesia, en los
santos encima de la tabla del Calvario y los de la tabla del remate
superior.
La escena principal, la «Adoración de los Magos» o Epifanía, que
da nombre al retablo, está en la calle central del primer piso o cuer-
po, de mayor tamaño que el resto. En la calle de la izquierda aparece
el tema de la «Presentación del Niño en el Templo» 15. En la de la de-
recha está la escena de la «Natividad» fundida con el «Anuncio a los
pastores». En el segundo cuerpo aparecen «La Anunciación» (iz-
quierda), «el Calvario» (calle central) y la «aparición de Cristo resu-
citado a María Magdalena» o NoIi me tangere (derecha). Estas esce-
nas están cobijadas en un arco conopial y las tablas rematan con fi-
guras de profetas y santos. Las escenas aparecen distribuidas sin un
orden lógico a priori. Para una lectura ordenada cronológicamente
16. Lc 2, 26-38. Para las citas bíblicas he manejado la Biblia del Peregrino (ed.
de L. A. Schökel), Bilbao 1993.
17. Pseudo Mateo, IX. 2; Nativitate Mariae IX. 3. Para las citas de los apócrifos
he manejado la edición de SANTOS, A., Los evangelios apócrifos, Madrid 1996.
18. «Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo, bendita
entre las mujeres».
1400 DAVID RODRÍGUEZ LUNA
19. Lc 2, 1-7.
20. Jn 1, 4-5.
21. Infantia Salvatoris 73.
22. Lc 2, 8-14.
EL RETABLO DE LA EPIFANIA DEL MONASTERIO DE SAN PABLO DE... 1401
23. Mt 2, 1-12.
24. GARCÍA-MURGA, J. R., Jesucristo. Hijo de María. mujer en Misión. Figura
de la Iglesia, Madrid 2000, p. 68.
25. Aunque en las Escrituras no se especifica el número (Mt 2,11), ya desde
época temprana se fija el número de Magos en tres, por los presentes que ofrecen al
Niño (oro, incienso y mirra). Eso no quita que en la historia del primer arte cristiano
puedan encontrarse representaciones desde un único mago hasta quince (Armenia).
1402 DAVID RODRÍGUEZ LUNA
33. Jn 1, 5.
34. PONS, G., o.c., pp. 113-114.
35. Pseudo Mateo, XIII, 2.
36. Hasta finales de la Edad Media, pero sobre todo a partir de la Edad Moder-
na, José no empieza a tener un papel destacado en las representaciones, a partir de la
publicación de libros piadosos, que revalorizaron su figura, señalando cómo el Niño
no podría haber crecido correctamente sin la presencia de su padre putativo (ayuda
a la Virgen en el parto, salva al Niño de morir, llevándoselo a Egipto, lo educa y en-
seña...). Una de las figuras que influyeron en la difusión y revalorización de la figu-
ra de San José fue Sta. Teresa de Jesús (siglo XVI), quien pone 12 de las 17 funda-
ciones que hace del Carmelo, bajo su protección. Pero no será hasta 1621, en el pon-
tificado de Gregorio XV, cuando la Iglesia proclame la fiesta de San José como Pa-
trono de la Iglesia.
1406 DAVID RODRÍGUEZ LUNA
gelios canónicos, sino en los apócrifos 37, que se refieren a José como
hombre viejo (pasaje desposorios). En la mano izquierda lleva una
especie de collar con cuentas, a modo de rosario, pero no lo es, pues
sería un anacronismo. Es más acertado pensar que se trate de un
komboloi, instrumento de origen oriental, usado desde la Antigüe-
dad, no tanto para rezar, sino para relajarse pasando las cuentas una
y otra vez 38.
Finalmente, hay que hablar de la figura de pequeño tamaño del
extremo inferior izquierdo, en actitud orante, contemplando la esce-
na. Es una monja, con hábito crema, escapulario pardo y toca negra,
con una inscripción a su lado en letra romana mayúscula en la que
pone «SANTA PAVLA», lo cual hace identificarla con Santa Paula Ro-
mana, fiel discípula de San Jerónimo y madre espiritual de las mon-
jas jerónimas. La presencia de este personaje está justificada por el
lugar en el que se encuentra la obra, un monasterio de jerónimas,
pero, si nos fijamos bien, se pueden observar varias cosas. En primer
lugar, la cara tiene marcados rasgos de hombre, con un discreto, pe-
ro a la vez llamativo, bigote. Además, las letras de la inscripción no
son del mismo tipo que las góticas del resto del retablo. Teniendo en
cuenta también que el velo y los labios parecen repintes posteriores,
hace pensar que originariamente esta figura era de un monje jeróni-
mo, que luego es convertido en Santa Paula. Pero de eso hablaremos
más adelante.
La siguiente escena, siguiendo el orden de los evangelios, sería
«La Presentación del Niño en el Templo» (calle izquierda del primer
cuerpo), que narran los canónicos 39. Este rito servía, según la tradi-
ción judía, para presentar a Dios al primogénito de la familia y puri-
ficar a la madre. Los personajes se recortan sobre un fondo de pan de
oro. En el centro está el Niño sobre un ara, sostenido por el sacerdo-
te judío Simeón, que se lo entrega a la Virgen. A los lados están San
José y una criada (izquierda) y la profetisa Ana y otra criada con las
tórtolas para la ofrenda en una cesta y la candela para el rito de la pu-
rificación (derecha). Tanto José como la profetisa son de avanzada
37. Varios apócrifos hacen hincapié en la ancianidad de José. Entre ellos, Pro-
toevangelio de Santiago, IX, 2; Pseudo Mateo, VIII, 3.
38. Será posteriormente cuando este elemento derive en instrumento de ora-
ción, usado por cristianos (seguir las Ave Marías del rosario) y musulmanes (recitar
suras del Corán). Estos instrumentos para la relajación tendrán diversas formas. Un
ejemplo lo encontramos en El Matrimonio Arnolfini (1434), de Van Eyck.
39. Lc 2, 21-40.
EL RETABLO DE LA EPIFANIA DEL MONASTERIO DE SAN PABLO DE... 1407
40. Este pasaje lo cuentan los cuatro evangelistas: Mt 27, 33-56; Mc 15, 23-41;
Lc 23, 26-49; Jn 19, 18-37.
41. Mt 27,54; Mc 15, 39; Lc 23, 46-47.
42. «Verdaderamente este hombre era inocente». Lc 23, 47.
43. Jn 19, 36-37.
1408 DAVID RODRÍGUEZ LUNA
49. MORENO, F., San Jerónimo. La espiritualidad del desierto. Madrid 1994.
pp. 138-143.
50. REVUELTA, M. (coord.), Inventario artístico de Toledo capital I, Madrid
1982, p. 190.
EL RETABLO DE LA EPIFANIA DEL MONASTERIO DE SAN PABLO DE... 1411
62. «Artífex Philipus ora pro eo», que quiere decir «Ruega por el maestro Feli-
pe (que hizo la obra)».
63. PRESA, M.; BRUQUETAS, R., y CONNOR, M., o.c., pp.77-81.
EL RETABLO DE LA EPIFANIA DEL MONASTERIO DE SAN PABLO DE... 1413
toca parece pintada después, al igual que el retoque de los labios con
color rojo. Esto lleva a pensar que originariamente era un monje je-
rónimo que luego se «transforma» en la santa romana, discípula de
San Jerónimo, fundadora o inspiradora de la orden en su rama feme-
nina 66. Cabe la posibilidad de que fuera San Jerónimo, pero es poco
probable, porque ya está representado en una tabla del coronamiento
(antigua predela) y porque no hay rastro alguno de un posible nimbo.
Más bien pudiera tratarse del retrato de un prior jerónimo, posible-
mente fray Pedro Fernández Pecha (fray Pedro de Guadalajara) o al-
guno de sus sucesores más cercanos en el tiempo. Con fray Pedro co-
menzó la orden masculina en 1373, siendo el prior del primer mo-
nasterio (Lupiana, Guadalajara), y más tarde prior de Santa María de
la Sisla, extramuros de Toledo, teniendo mucha relación con el bea-
terio de San Pablo, siendo el alma de la floración de la rama femeni-
na de la orden jerónima. Recordemos que el Monasterio de San Pa-
blo es admitido en la orden en 1464, aunque hasta 1510 no es incor-
porado jurídicamente a ella mediante la aprobación por el capítulo
general, dándole unas constituciones. Teniendo en cuenta esto, no
quiero terminar sin apuntar que la procedencia de este retablo pueda
ser el propio Monasterio de la Sisla, para donde pudo encargarse la
obra. Esto justificaría la presencia del monje como donante, el prior,
en representación de la comunidad. Por eso apuntaba que podría tra-
tarse de fray Pedro de Guadalajara, ya muerto, o alguno de sus suce-
sores más cercanos. Posiblemente con motivo de la admisión de San
Pablo en la orden (1464), como gesto de gratitud y fraternidad, pudo
entregarse el retablo a la comunidad femenina toledana, modifican-
do el donante por la representación de Santa Paula, en recuerdo de la
que desde entonces y hasta hoy es modelo de vida cristiana y monás-
tica para las mujeres que han consagrado su vida a Dios en ese mo-
nasterio. Si esto fuera cierto, nos permitiría acotar el arco cronológi-
co de la obra (1440-1464). Soy consciente de la necesidad de pro-
fundizar más en la investigación para verificar esta hipótesis. No
puedo más que apuntarla, dejando la línea de investigación abierta
para un futuro.
I. Introducción.
II. Introducción histórica de la Orden de San Jerónimo.
III. Las Jerónimas.
IV. Pervivencia arquitectónica: Conventos de Jerónimas.
4.1. Guadalajara. Iglesia de Ntra. Sra. de los Remedios.
4.2. Brihuega. Iglesia del Convento de San Ildefonso.
V. Fusión de los dos conventos.
VI. Bibliografía consultada y de referencia.
I. INTRODUCCIÓN
dos. Derramaba tantas lágrimas por faltas desuyo leves, que yo tuve que intervenir
varias veces diciéndole que no llorara de aquella manera, porque iba a perder la
vista, y traté de hacerle ver que debería cuidar sus ojos para poder seguir leyendo
las Sagradas Escrituras, pero a esto ella me contestaba: “Durante una época larga
procuré agradar al mundo y a mi marido; hora es ya de que trate de agradar a Je-
sucristo”.»
7. SIGÜENZA, fray J. de, «Tercera parte de la Historia de San Jerónimo», en Vida
de Dña. María Gracia, virgen de gran santidad fundadora de San Pablo de Tole-
do», libro II, cap. XLVI, Madrid 1600, p. 757.
8. REVUELTA SOMALO, J. M.ª, Los Jerónimos. Una Orden religiosa nacida en
Guadalajara, Guadalajara 1982, pp. 300-305, recoge los orígenes beatos del mo-
nasterio de monjas jerónimas de San Pablo.
9. MUÑOZ, A., Beatas y santas neocastellanas: ambivalencia de la religión co-
rrectoras del poder (ss. XIV-XVII), Madrid 1994, p. 23.
PERVIVENCIA ARQUITECTÓNICA DE LOS CONVENTOS… 1421
13. LAYNA SERRANO, F., Los conventos antiguos de Guadalajara, Madrid 1943,
p. 342: incluye el testamento de D. Pedro González de Mendoza y las cláusulas fun-
daciones de la casa y colegio para doncellas bajo la advocación de nuestra Señora de
los Remedios.
14. Murió en Salamanca, pero según disponía en su testamento fue trasladado a
Guadalajara. Documento recogido por MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: «Repertorio docu-
mental de la arquitectura del manierismo en la ciudad de Guadalajara (1540-1635)»,
en Wad-al-Hayara, 14 (Guadalajara 1987) 88.
15. Durante la excavación arqueológica llevada a cabo en la última restauración
de la Iglesia, en 1993, encuentran una sepultura en el centro del crucero, con una lá-
pida donde reza la siguiente leyenda: «Aquí yace D. Pedro González de Mendoza,
PERVIVENCIA ARQUITECTÓNICA DE LOS CONVENTOS… 1423
muerto a diez días de septiembre de 1574. Marzo de 1973», que parece correspon-
der a una recomposición de una lápida antigua. En cuanto a la identidad del cadáver
no existen dudas para los arqueólogos de que se trata de D. Pedro.
16. Muchos otros curiosos detalles de esta fundación pueden consultarse en el li-
bro de SERRANO, L., Los conventos antiguos de Guadalajara, Madrid 1943, p. 344.
17. AHP, Const. de las monjas de la Orden de la misma doctrina de la Iglesia de
Ntro. P. San Gerónimo dispuestas y arregladas por nuestra Sagrada religión y ajus-
tadas y confirmadas por su Capítulo privado, celebrado en nuestro Colegio de San
Jerónimo de Jesús de Ávila, en el mes de octubre de 1769, Madrid 1774.
«Primeramente, arreglándonos a lo dispuesto en nuestras sagradas Leyes y
Constituciones de nuestra Orden, establecemos y ordenamos, sin revocación algu-
na, que el prior que es, o fuere del Real Monasterior de San Bartholomé de Lupia-
na, tenga cuidado de las monjas del Convento de Nuestra Señora de los Remedios
de la Ciudad de Guadalajara: el prior del Monasterio de Nuestra Señora de la Sis-
la, de las del Convento de San Pablo de la ciudad de Toledo: el prior del Real Mo-
nasterio de San Jerónimo de Madrid, de las del Convento de la Concepción Geró-
nima de la misma villa: y el prior del Real Monasterio de San Gerónimo de Grana-
da, de las del Convento de Santa Paula de dicha ciudad. Los quales priores exerzan
en dichas monjas la misma jurisdicción en el fuero interno, y externo contencioso,
que tienen en los monjes de sus monasterio, para doctrinarlas, dirigirlas, corregir-
las y castigarlas, atendiendo por sí mismas a todo lo que conviene y les cumple pa-
ra la observanza y guarda del buen estado de la religión...»
18. AHP, Libro Quarto de las Actas de Capitulaciones Generales, f. 250.
1424 TERESA DÍAZ DÍAZ
En los primeros años del siglo XVI fueron adquiridas unas pequeñas
casas, por algunas señoras de Guadalajara, en los alrededores de la
Iglesia de San Miguel de Brihuega, con el ánimo de retirarse a ellas
para llevar una vida monástica-contemplativa. Mantuvieron la pose-
sión, aunque parece que no fueron ocupadas hasta muy avanzado el si-
glo, ya en el año 1564, por cuatro señoras de la nobleza alcarreña lle-
gadas de Guadalajara: Beatriz de Zúñiga, María de Mendoza, Ana de
Medrano y Antonia de Salazar; a ellas se unieron las briocenses: Juana
Ruiz, María de Angulo e Isabel Garcés. Fueron en total diecisiete las
31. En el AHN, Sección clero, leg. 1986, queda gran cantidad de documentos
censuales que dan a conocer las propiedades del convento desde los siglos XVI a XIX,
así como nombres de superiores, y monjas que en ciertos momentos la poblaron. Es-
pecialmente curioso es un testimonio de ingreso de una novicia en 1630, llamada
Mari-Roxo de Soria, que ha de aportar a su entrada 950 ducados, lo cual supone pa-
ra aquella época una cantidad respetablemente elevada.
32. Según se puede consultar en el Libro de Corporaciones Eclesiásticas del
Catastro de Ensenada de 1753, depositado en AMB, leg. núm. 23.
33. AHN, Hacienda, libro 7501, Relación de Poblaciones, Edificios e Indivi-
duos de que se compone esta provincia, con toda distinción.
34. NIÑO RODRÍGUEZ, A., Organización Social y Actividades Productivas en una
villa del Antiguo Régimen, Brihuega Caja de Ahorros Provincial de Guadalajara,
1985, p. 63. El Catastro del marqués de la Ensenada es un censo de habitantes de la
Corona de Castilla de 1752 que se encuentra en el Archivo de Simancas (AGS, Di-
rección General de Rentas, 1.ª remesa, leg. 1980).
1430 TERESA DÍAZ DÍAZ
37. RUIZ HERNANDO, J. A., Los Monasterios Jerónimos Españoles, Caja Sego-
via, Segovia 1997, p. 29.
1432 TERESA DÍAZ DÍAZ
38. AHP, Venite Adoremus, núm. 6, Brihuega, mayo de 1942, revista casera de
la Comunidad de Religiosas Jerónimas de Guadalajara.
PERVIVENCIA ARQUITECTÓNICA DE LOS CONVENTOS… 1433
biterial, otro que hacía pareja con éste, también tallado en mármol,
representando la Visitación de Nuestra Señora y al lado, otro con un
cuadro (en lienzo) de no despreciable valor, donde se representa a
Ntro. P. San Jerónimo en penitencia; entre la sacristía y el coro bajo
se hallaba otro altar que figuraba a San Francisco Javier, era más
moderno y de peor factura….»
Aunque tuvieron que hacer algunos arreglos: «Hubo que hacer
casi todo nuevo, y algunas paredes hasta los cimientos. La puerta
principal se ha abierto a la carretera; hay que subir 14 peldaños
amplios, después viene una candela de cristales que teníamos en el
coro de Guadalajara. A los lados el locutorio, torno, portería. Puer-
ta reglar al fondo y claustro bajo (que está pidiendo albañiles), lue-
go la escalera amplia y hermosa de mosaico blanco que llega a lo
que fue claustro alto que ahora es una hermosa terraza, falta toda-
vía de barandilla. Se han hecho 22 celdas, todas seguidas con un pa-
sillo central, hace precioso. Sala Capitular, otras habitaciones para
enfermería y puertas y cinco grandes ventanas es todo un lado del
claustro, dándole todo el día el sol. Lindando al claustro se halla el
refectorio, cocina y despensa. La huerta la tenemos en lo más alto,
así que esto es un sanatorio. Ahora es muchísimo mayor. Hemos
plantado parras y árboles frutales, teniendo abundantes hortalizas.
Y para ser esta la tierra de la buena miel nos faltan las colmenas que
se quedarán para más adelante….», se mantuvieron hasta 1969, que
llegó a una situación ruinosa que no se podía habitar.
El Convento de San Ildefonso se encuentra situado al este del
casco antiguo de Brihuega; abre su fachada principal a la Avenida de
la Constitución. Su iglesia es de planta rectangular de una sola nave,
dividida en tres tramos: el primero corresponde a la capilla mayor, el
segundo a la nave propiamente dicha y el último al coro alto y bajo
del convento, sin crucero marcado en planta. En el lado opuesto, la
cabecera poligonal de tradición gótica 39, mientras que la capilla ma-
yor es de media naranja sobre pechinas 40.
Todos los elementos estructurales del templo están construidos en
fábrica de mampostería, si exceptuamos la portada y el tramo englo-
39. MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M., La Arquitectura…, p. 54: al igual que las iglesias
platerescas de la Piedad y de la Concepción de Guadalajara.
40. MUÑOZ JIMÉNEZ, J. M., La Arquitectura..., p. 54: como las de San Bernardo
y San Francisco de Brihuega, San Francisco y Ntra. Sra. de Belén de Cifuentes y las
iglesias parroquiales de Iniéstola y Valderrebollo.
1434 TERESA DÍAZ DÍAZ
bado por los contrafuertes adjunto, los refuerzos esquineros, los mar-
cos de las ventanas y la cornisa, que son de piedra sillar, y el cimbo-
rrio que está labrado en muro de ladrillo de tejar. Interiormente se
encuentran cubiertos por pilastras, molduras y bóvedas de yeso.
Lo más destacable del convento es la única portada de la iglesia,
que data de la primera mitad del siglo XVII 41, formando un ejemplo
de portada manierista bien proporcionada que mantiene los esque-
mas y modelos serlianos 42. Se encuentra situada en el lado del Evan-
gelio, levantada en piedra caliza, entre dos contrafuertes de orden
dórico-toscano, con arco de molduras planas de medio punto, con pi-
lastras acanaladas, friso con triglifos, frontoncillo con hornacina de
concha y remates de bolas.
En 1995, con motivo de un congreso que se celebró en Brihuega,
Monje y Campos 43 presenta un trabajo sobre la iglesia, la cual en-
contraron, a grandes rasgos, en buen estado de conservación. Según
este análisis «la fachada principal presenta una grieta en la unión
del primer contrafuerte con el muro. Ésta, aunque exteriormente pa-
rece grave, no se muestra en el interior, por lo que cabe deducir que
es simplemente un defecto de unión entre los dos elementos. Otra de
las patologías que acusa ésta es un cierto desplome hacia la avenida
de la Constitución. Esto se solucionaría colocando tensores en los
arcos que son de prolongación de las pilastras y que exteriormente
se muestran como contrafuertes. También se podría colocar otro
contrafuerte a la terminación de lo que es la iglesia, justo antes del
antiguo campanario, marcando de este modo lo que sería el comien-
zo del convento. Las ventanas que hay en la parte inferior del tercer
tramo deberían de ser eliminadas, o al menos colocar una en línea y
de la misma tipología de la que se muestra en la parte superior.
La portada muestra algunos elementos sueltos, como trozos de
escalones…, además de las molduras rotas y elementos vegetales
que las destruyen. Por ello deben ser eliminados todos los cuerpos
extraños que tiene, así como recolocados los elementos que no están
en su sitio.
La fachada posterior se encuentra en buenas condiciones, aunque
muy desfigurada, por tener algunas de las ventanas originales tapa-
das y presentar otras abiertas con posterioridad. Por otro lado, hay
gran cantidad de señales y restos de enfoscados…, de las edificacio-
nes que estaban adosadas a este muro. El desplome, al igual de lo
que ocurre en la fachada de la Avenida de la Constitución, empieza a
ser acusado. Por ello deberían de restituirse los huecos primitivos,
colocados de forma secuencial y ordenada dando al conjunto una
cierta movilidad y belleza dentro de la sencillez y de la sobriedad ge-
neral en la que se encuentran enmarcados. Los enfoscados y restos
de construcciones deben de ser también eliminados, procediéndose al
rejuntado de toda la fábrica de mampostería. Por otro lado, y para
contrarrestar los empujes oblicuos que el desplome del muro está
produciendo, se podrían añadir unos contrafuertes idénticos a los
existentes en la fachada principal, con lo que se conseguiría dinami-
zar la estructura de la fachada y dar cierta unidad al conjunto.
Mención aparte merece el cuerpo cúbico del cimborrio, realiza-
do a diferencia del resto del edificio, en ladrillo de tejar. En todos
sus lados presenta importantes grietas debidas principalmente al
desplome de los muros y, por consiguiente, a la apertura de los arcos
torales que sostienen la cúpula y sobre los que también se apoyan
éstos. Por ello debería de procederse a la eliminación de las mis-
mas. Sin embargo, si sólo se realizara esto, sería una simple opera-
ción de maquillaje que no eliminaría el problema que está dando lu-
gar a esa patología. Para atajarlo de raíz habría que realizar un ati-
rantado de los arcos torales mediante tensores anclados en los con-
trafuertes exteriores, con lo que también se eliminaría el problema
de unión de éstos con los muros, como hemos visto anteriormente.
La parte de la cubierta correspondiente a los cuerpos segundo y
tercero de la nave del templo se encuentra en buen estado, ya que re-
cientemente se ha hecho totalmente nueva, a base de cerchas de ace-
ro, tablero de rasillones y teja curva. Es una pena que la inclinación
dada a ésta haya sido tan solo de 18,5º, cuando la original tenía ca-
si 45º. Sin embargo, la correspondiente al cimborrio y al cuerpo que
sale a modo de cabecera que conserva la estructura de madera y la
teja árabe primitivas se encuentra en pésimo estado, con goteras y
humedades, muy perjudiciales para la cúpula y la bóveda de yeso
que hay aquí. Por eso habría que levantar el tejado en toda su tota-
1436 TERESA DÍAZ DÍAZ
ARTEAGA, C. de, Beatriz Galindo «La Latina», Madrid 1975, pp. 115-129.
AZCÁRATE RISTORI, J. M., Inventario artístico de Guadalajara y su provin-
cia, Madrid 1983.
– Inventario de los Monumentos Históricos de España. Madrid 1967.
BANGO TORVISO, I., El monasterio medieval, Madrid 1990.
CAMPOS Y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, F. J., «Quinta parte de la Historia de la
Orden de San Jerónimo (1676-1777)», en La Orden de San Jerónimo y
sus monasterios. Actas del Simposium del Instituto Escurialense de In-
vestigaciones Históricas y Artísticas, t. I, Madrid 1999, pp. 87-124.
COLOMBÁS, B., «San Jerónimo y la vida monástica», en Studia Hieronymia-
na, Madrid (1973).
HERRERA CASADO, A., Monasterios y conventos en la provincia de Guada-
lajara, Guadalajara 1974.
– Guadalajara entera, Guadalajara 1999.
– Guadalajara, una ciudad que despierta, Guadalajara 1997.
HERNÁNDEZ-DÍAZ TAPIA, M.ª C., Los Monasterios de Jerónimas en Andalu-
cía, Sevilla 1976.
HERRANZ PALAZUELOS, E., Rutas marianas, Guadalajara 1984.
GARCÍA VILLADA, Z., Historia Eclesiástica de España, Madrid 1956.
LAMPÉREZ ROMEA, V., Los grandes Monasterios Españoles, Madrid1920.
LAYNA SERRANO, F., Los conventos antiguos de Guadalajara, Madrid 1943,
pp. 335-393.
– «Compendio descriptivo e histórico de Guadalajara», folleto editado
por la Casa de Guadalajara, Madrid 1934.
LÓPEZ PUERTA, L., La Desamortización en la provincia de Guadalajara
(1836-1851), Guadalajara 1989.
LÓPEZ, T. M., Geografía histórica moderna, Madrid 1796, t. II, p. 103-104.
MADOZ, P., Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus
posesiones de Ultramar (18445-1850), Madrid 1983, vol. XV.
MADRAZO, P., España, sus monumentos, naturaleza e historia, Madrid
1930.
MADRID, I. de, OSH,«La Orden de San Jerónimo y sus Monasterios», en
Actas del Simposium del Instituto Escurialense de Investigaciones His-
tóricas y Artísticas, Madrid 1999.
– «Los Monasterios de la Orden de San Jerónimo en España», en Yermo,
núm. 5 Madrid 1967.
– «Las monjas jerónimas en España, Portugal y América», en Actas del I
Congreso Internacional del Monacato Femenino en España, Portugal y
América, León 1993.
MOLINA PIÑEDO, fray R., «Historia de Yunquera», en Cuadernos de Arte Es-
pañol, núm. 65, Guadalajara 1983.
MORENO F., San Jerónimo. La espiritualidad del desierto, Madrid 1994.
MONJE GÓMEZ, F., y CAMPO MARTÍNEZ, J. R., «Análisis técnico-patológico
de los principales monumentos históricos y artísticos de Brihuega. Con-
PERVIVENCIA ARQUITECTÓNICA DE LOS CONVENTOS… 1441