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1- Explique las características del español en el Uruguay en referencia al «portuñol». ¿Qué caracte-
rísticas generales presenta? ¿Qué políticas educativas se han planificado y cuáles han sido sus con-
secuencias?
Como todos los años, desde hace un tiempo, la Real Academia Española (RAE) anunció incorpora-
ciones a su Diccionario de la Lengua Española. Esta vez, son 280 nuevas palabras y más de 3.100
modificaciones, que incluyen cambios en las definiciones, correcciones y registro de acepciones re-
cientes de términos que ya estaban en uso.
La naturaleza misma del trabajo que se autoimpuso la institución madrileña con la colaboración de
la Asociación de Academias de la Lengua Española de diversos países –estandarizar un fenómeno
cambiante: el lenguaje– hace que, año a año, nos sorprendamos, discutamos y riamos con estas mo-
dificaciones anuales.
Así, ahora aparecen listadas, tal vez por influjo de las polémicas sobre el coronavirus, las palabras
“conspiranoia” (que es la “tendencia a interpretar determinados acontecimientos como producto de
una conspiración”) y el adjetivo “conspiranoico”. Por si hace falta, la RAE aclara que la palabra
viene de la fusión entre “conspiración” y “paranoia”.
Se suman también “micromachismo” y sus derivados (“forma de machismo que se manifiesta en pe-
queños actos, gestos o expresiones habitualmente inconscientes”) y aparece “mamitis” (excesivo
apego a la madre). “Papitis”, como notaron varios en un gesto de micromachismo, no está listada, y
desde la RAE lo justificaron informando que no está registrado su uso. Por su parte, “pa” y “ma”,
como “papá” y “mamá”, ahora se reconocen como de uso en casi toda América hispana.
Habemus autorización
¿Son de esas personas que les gusta parodiar discursos formales y dicen cosas como “habemus agui-
naldo” o, peor, “habemus aguinaldum”? Bueno, ahora la RAE las respalda: “habemus” está recono-
cida como una forma coloquial de “tenemos”. Además, explica el truco (“imitando la lengua lati-
na”) e incluso de dónde lo sacamos casi todos (“del latín ‘Habemus papam’, 'Tenemos papa', pala-
bras con que se anuncia la elección de un nuevo pontífice”).
Para los que creían que el secreto del “vesre” estaba a salvo, en cambio, una mala noticia: ahora lo
conoce todo el mundo. Es un “procedimiento de creación de palabras mediante la alteración inten-
cionada del orden de las sílabas o de los sonidos silábicos, como en chepo por pecho, grone o greno
por negro, zabeca por cabeza o cirunta por cintura”, y atención, que la propia palabra “vesre” es una
“voz creada mediante el cambio de orden de las sílabas de revés”.
Hermanos americanos
Como anotábamos más arriba, la RAE trabaja en consulta con diversas academias de nuestro conti-
nente. Así, podemos enterarnos de algunos usos que ni siquiera los viajeros (o los espectadores)
más atentos habrán advertido en otras partes de América.
Por ejemplo: en Nicaragua, un “abogado” es una “persona habladora, enredadora, parlanchina” y en
México, un “forro” es una “persona muy atractiva”, según acepciones aceptadas a partir de ahora.
En este plan, nos enteramos de que “grasitud” (“presencia o exceso de grasa”) lo usamos sólo en el
Cono Sur y aledaños. ¿Cómo lo dirá el resto?
Desde este sur, suponemos, también se logró el reconocimiento del término “portuñol” (por las du-
das: “Habla de base portuguesa que incorpora numerosos elementos léxicos, gramaticales y fonéti-
cos del español”).
También hay particularidades exclusivas de los habitantes de la Península ibérica: “rular” es “fun-
cionar, marchar” y se puede decir en frases como “qué bien rula este motor” o “el negocio no rula”.
En todo caso, parece que los españoles son los únicos hispanohablantes, o casi, que no usan “levan-
tar” para hablar de “entablar relaciones amorosas o sexuales pasajeras con alguien”.
Julio y el arte
Aunque en estas páginas usamos bastante la palabra “curador” para referirnos a alguien que super-
visa una actividad artística, recién a partir de ahora lo haremos dentro de la legalidad académica.
También podremos utilizar “ciberpunk” (con “i”) para referirnos al “género cinematográfico y lite-
rario de ciencia ficción que refleja una sociedad sombría y sórdida con un nivel tecnológico muy al-
to”.
Y cuando queramos decir que algo nos parece vinculado a Julio Cortázar o a Gabriel García Már-
quez, podremos emplear los términos “cortazariano” y “garciamarquiano” sin problemas.