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Semiótica General | Curso 2020 | Teórico 5 | Unidad 2

El nivel presemiológico (parte 2)


Fecha: 13 de mayo de 2020
Temas: Factores para caracterizar los dispositivos / Dispositivos tradicionales versus
digitales / Una definición de dispositivo / Traversa: los vínculos instaurados por los
diversos dispositivos. Dispositivos y emplazamiento.
Autor: Mariano Zelcer

Introducción
En el teórico de la semana pasada comenzamos a trabajar la problemática del nivel presemiológico. Discutimos
la importancia de identificar, en cada caso, la materialidad significante de los fenómenos que estamos
analizando. Discutimos también el estatuto semiótico de las imágenes fotográficas, a partir de un análisis de su
dispositivo, para lo cual recuperamos la segunda tricotomía de los signos propuesta por Peirce. Siguiendo a
Schaeffer (1992) observamos la importancia de describir el arché o la génesis de las imágenes fotográficas, que
es lo que finalmente explica su estatuto icónico indicial, y por tanto habilita los usos sociales que se hacen de la
fotografía. Reflexionamos acerca de cómo los saberes del arché ocupan, en la vida social, el lugar de un
interpretante que habilita que la fotografías sean leídas como tales (es decir, como fotografías) con todo lo que
ello implica. Reconocimos que la indagación acerca del arché, más allá del caso específico de la fotografía, es
un camino pertinente para la identificación de las determinaciones que los distintos dispositivos generan sobre
las materialidades que soportan o vehiculizan. Encontramos así que cada dispositivo se caracteriza por soportar
o vehiculizar ciertas materias significantes (Metz, 1974)/materias de la expresión (Verón, 1974), pero no otras.
Siguiendo a varios autores, circunscribimos finalmente el campo de pertinencia del estudio de los dispositivos
dentro de la semiótica: el concerniente a las restricciones y posibilidades de la discursividad. Dicho de otro
modo, el estudio de los dispositivos desde una perspectiva semiótica se ocupará de describir y caracterizar
cómo éstos habilitan o restringen la producción de sentido.

En esta clase continuaremos trabajando la problemática del dispositivo. Identificaremos algunos ejes que nos
permitirán organizar la observación acerca de las restricciones y posibilidades que instauran los dispositivos.
Pensaremos en qué medida las aproximaciones a los dispositivos pensadas para los medios tradicionales son
válidas para los medios digitales y nos preguntaremos por los niveles de observación pertinentes para la

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caracterización de estos últimos. Ensayaremos una definición de la noción de dispositivo y revisaremos algunas
proposiciones centrales del texto de Oscar Traversa (2009) que tienen en la bibliografía sobre este tema.

Factores para caracterizar los dispositivos


Finalizamos la clase pasada concluyendo que cuando nos preguntamos por el dispositivo lo que observamos
son las posibilidades y restricciones discursivas que provienen del arché. Nos preguntamos ahora: ¿cómo se
pueden identificar esas posibilidades y restricciones? Existen cinco factores sobre los que los dispositivos
tienen particular incidencia en la producción discursiva: las materias de la expresión, la temporalidad, la
espacialidad, el cuerpo y las estructuras del intercambio. Revisemos brevemente en qué consiste cada uno
de estos factores:

 Materias de la expresión: esta noción de Hjlemslev la presentamos el teórico pasado, y –en palabras de
Metz se refiere a la “naturaleza física del significante” (Metz, 1974:38). Nos interesará, para cada dispositivo,
examinar qué materias de la expresión soporta o vehiculiza, y cómo éste modela o determina su estatuto
semiótico.

 Temporalidad: algunos dispositivos (por ejemplo, la radio, o la televisión en directo) permiten la


comunicación sincrónica o simultánea, mientras que otros (imprenta, pintura) instauran una distancia
temporal. Asimismo, algunos dispositivos permiten la comunicación de textos con una duración intrínseca
(audio, imagen animada), mientras que otros no lo permiten; esto está íntimamente ligado con las materias
de la expresión que cada dispositivo soporta, y a su vez con la presencia o ausencia de instancias durativas
entre las instancias de generación y distribución de los textos.

 Espacialidad: cada dispositivo o conjunto de ellos permite (o no) la representación o construcción


espacial en distinto grado y de distinto modo: no son las mismas las construcciones espaciales que permite
el dispositivo fotográfico, el cinematográfico, o el dispositivo de la escritura. Al mismo tiempo, son distintas
las posibilidades de distribución de los textos en el espacio.

 Cuerpo: los diversos dispositivos técnicos habilitan o restringen de distinto modo la presencia de la
corporalidad en los textos. Aquí estamos pensando fundamentalmente en los componentes indiciales
(Verón, 1987[1996]) que implican no sólo el registro de la imagen del cuerpo, sino también las distintas
presencias de la voz (Fernández, 1994), los efectos de contacto con la mirada o incluso las huellas del trazo
manual del emisor. Estas presencias o ausencias se hacen visibles en los textos a través de las distintas
materias de la expresión.

 Estructura del intercambio: en este punto nos preguntamos por la direccionalidad de los flujos del
intercambio (unidireccional, bidireccional, multidireccional, en red) y por la singularidad o multiplicidad
habilitada en cada uno de los polos: algunos dispositivos técnicos permiten la comunicación uno a uno (el

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teléfono tradicional, por ejemplo), mientras que otros lo hacen de uno a varios (la radio, la televisión), o de
incluso de varios a varios (ciertos usos de las redes sociales).

Además de considerar estos cinco factores, evaluaremos también, a la hora de caracterizar los dispositivos,
las prácticas sociales conexas, que son aquellos hábitos regulares de naturaleza social vinculados con el
empleo de esos dispositivos técnicos para el intercambio comunicacional; se trata de las prácticas que
autores como Verón o el mismo Fernández señalaban como constitutivas de lo que es un medio. Señalemos
que estas prácticas están ya condicionadas por los otros factores: las diversas formas de la expectación
cinematográfica o la escucha radiofónica –por ejemplo– vienen ya habilitadas o restringidas por las materias
de la expresión, las estructuras del intercambio y los aspectos espaciales, corporales y temporales de los
dispositivos técnicos que están en juego. Son estos seis factores y su articulación los que propondremos
observar cada vez que estemos dando cuenta de un dispositivo desde un punto de vista semiótico.

Los medios y soportes digitales


En los ejemplos que vimos hasta ahora, nos referimos siempre a los medios y soportes tradicionales (radio,
televisión, cine, fotografía, etc.). ¿Qué ocurre con los medios y soportes digitales, en relación con la
problemática específica del dispositivo? Tomemos el caso de una computadora, o de un smartphone, que es
en verdad una pequeña computadora que solemos llevar con nosotros. El teléfono podemos emplearlo desde
luego como teléfono, entonces instaura unas ciertas regulaciones en relación con las materias de la
expresión, el espacio, el cuerpo, el tiempo y las estructuras del intercambio: permite el tiempo real, una
comunicación bidireccional en la que lo que se mediatiza es la voz hablada, lo que permite una cierta
presencia del cuerpo (Fernández,1994) pero ausencia de toda materialidad visual. En cuanto a la
espacialidad, permite espacios segregados (los supone; de otro modo no hablarían por teléfono), y versus el
teléfono tradicional, permite la movilidad de los usuarios que emplean estos dispositivos. Sin embargo, el
teléfono también puede servir para hacer un Instagram live o un Facebook live, y entonces lo que tenemos
es presencia de imagen móvil y de sonido transmitido en tiempo real, de uno a muchos, sin posibilidad de
retroacción con imágenes de ese tipo, aunque sí con mensajes de texto y ciertos íconos expresivos como son
los “me gusta”. En estos dos casos, se trata del mismo aparato, pero las regulaciones son totalmente
diferentes. Y lo mismo podríamos pensar para el empleo de Skype, WhatsApp, Zoom o el navegador de
Internet en el teléfono. Quiere decir que en el caso de los medios digitales, no resulta pertinente, como lo
era en el caso de los medios tradicionales como la radio o el cine, definir el dispositivo dándole el mismo
lugar a la técnica, porque según la aplicación que se esté empleando, las regulaciones serán diferentes,
aunque se emplee una misma técnica.

Hay un autor, Lev Manovich, que trabaja desde una mirada semiótica distintos aspectos de los medios
digitales. Él escribió un libro aparecido en 2012 en el que trabajaba el fenómeno que estamos señalando: se

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llama Software takes command, es decir, “El software toma el mando”.
En ese libro, Manovich señala justamente que tenemos que observar con
qué software (nosotros recién dijimos “aplicación”) estamos trabajando
en cada momento para dar cuenta de las regulaciones que se producen
en esta instancia. Este autor retoma los estudios sobre medios
tradicionales a los que hacíamos referencia hace algunos párrafos, y
cuestiona: “Al aceptar la centralidad del software debemos cuestionar
otro concepto fundamental de la teoría estética y de medios: las
‘propiedades de un medio’. ¿Qué significa hacer referencia a un ‘medio
digital’ que tiene ‘propiedades’?” (Manovich, 2012:129), a lo que se
responde: “Lo que experimentamos como propiedades del contenido de
los medios viene del software usado para acceder, crear, editar y
presentar este contenido” (Manovich, 2012:130). Entonces, podemos
pensar que en cada aplicación de nuestros celulares se ponen en juegos dispositivos diferentes, puesto que
cada una de ellas instaura diferentes regulaciones en los factores que fuimos revisando.

Una definición de dispositivo


Podemos repensar ahora la definición del dispositivo dándole menos centralidad a la técnica, y dejando
abierta la posibilidad de contemplar otras instancias en las que se produce la regulación del contacto.
Proponemos entonces una definición:

Entenderemos (…) por dispositivo aquellas instancias pretextuales que determinan y regulan la
producción discursiva, teniendo incidencia fundamentalmente en las materias de la expresión, las
presencias y ausencias del cuerpo, las construcciones temporales y espaciales y las estructuras del
intercambio, y que incluyen un determinado conjunto de prácticas sociales vinculadas. En estas
regulaciones pueden tener distinta incidencia las técnicas empleadas en cada caso, y –cuando se
trata de medios computacionales– el software o aplicación que esté interviniendo. Como un efecto
de la regulación de estos factores, el dispositivo regula la gestión del contacto (Zelcer, 2020:25)

Fíjense que aquí es crucial el término “regulación”: en este punto coinciden una multiplicidad de autores,
entre ellos, Jacques Aumont –otro autor de la semiótica– que piensa el dispositivo como “el conjunto de (…)
factores que regulan la relación del espectador con la imagen” (Aumont, 1990[1992]:15).

El empleo del término “instancias” en la definición que proponemos deja en verdad abierta una puerta de
vinculación con otros autores que pensaron la problemática del dispositivo desde disciplinas que no son la
semiótica: pensamos en Michel Foucault (1975[2015]) y luego varios autores que lo retoman, o construyen
sobre sus ideas, como Deleuze (1990) o Agamben (2006[2016]). Cuando Foucault piensa en los dispositivos

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de la prisión, o de la vigilancia, o el disciplinamiento social, piensa en una combinación de instituciones,
establecimientos con su propia arquitectura, leyes, regulaciones, etc., es decir, una combinación de factores
que dan como resultado estas regulaciones.

Es importante tener presente que la observación sobre el software no desplaza la observación sobre la
técnica en el caso de los medios digitales, sino que se añade a ella. Por ejemplo, si se analizaran las fotografías
tipo selfie, el efecto de desproporción en las figuras humanas que en ellas aparecen, se deben al hecho de
que las lentes de las cámaras frontales de los teléfonos son del tipo gran angular: un aspecto atinente
exclusivamente a la técnica. Pero explicar las selfies implica también atender a que, en su generación, los
teléfonos móviles se comportan como cámaras fotográficas frontales (y no como dispositivos de chat,
teléfonos de línea, calculadoras, GPS ni otras tantas aplicaciones que constituyen, cada una, un dispositivo
diferente, en tanto instauran otro tipo de regulaciones del contacto): este comportamiento como cámara se
explica por un cierto software o aplicación (que, además, logra este funcionamiento manejando también los
distintos sensores y salidas del teléfono).

En el caso de los dispositivos digitales, deben contemplarse tanto las determinaciones provenientes de la
técnica como aquellas que se explican por regulaciones del software: ambos tipos de determinaciones
inciden habilitando o restringiendo la producción discursiva. El caso de las selfies tomadas con las cámaras
frontales de los teléfonos celulares es ilustrativo de ello.

Las proposiciones de Oscar Traversa


Las definiciones que maneja Traversa en el texto que tenemos en la bibliografía obligatoria (Traversa, 2009),
podría decirse, coincidirían con esta definición que estamos proponiendo. Se podría decir que allí, este autor

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da por sentado este lugar que puede ocupar el software: cuando trabaja los distintos tipos de vínculo que
pueden tener lugar en un entorno virtual / digital, recorre cuestiones como los chats o Skype, o la lectura de
textos en pantalla. Él está entonces pensando en una explicación que va más allá de la técnica: mientras que
para los medios tradicionales, sigue observándola; para el caso de los medios digitales, está mirando también
el software.

La noción que Traversa trabaja con centralidad en su artículo es la de vínculo. Se puede pensar, a partir de
las proposiciones que hace este autor, que dentro de lo que él contempla para trabajar los vínculos se
encuentran justamente los seis factores que estamos teniendo en consideración. Traversa escribe este
trabajo a propósito de una experiencia piloto que se realizó hace varios años, y durante varios años, en
nuestra facultad, de la que algunos de los miembros de la cátedra tuvimos la oportunidad de participar. Por
aquel entonces, apenas se estaba comenzando a dictar clases a distancia en plataformas virtuales (aún no
teníamos ni siquiera el Moodle); como un modo de estudiar comparativamente el dictado de clases con dos
conjuntos de dispositivos diferentes –el tradicional de las clases presenciales y el propio de las clases a
distancia– dictamos algunos seminarios de semiótica de posgrado en ambas modalidades en paralelo: la
cohorte de estudiantes de ese año se dividió en dos, y mientras que la mitad tomaba clases en forma
presencial, la otra mitad lo hacía a distancia. A partir de la observación de las actividades en cada uno de
estos entornos, Traversa escribió el texto que ustedes tienen para leer – verán por ello que habla acerca de
las plataformas de educación a distancia, que es causalmente el tipo de entorno en el que se desarrolla la
mayor parte de las actividades de nuestra asignatura este cuatrimestre.

Repasemos entonces los cuatro tipos de vínculos observables en los dispositivos que él propone en su
clasificación.

I. Vínculos plenos

En los dispositivos que establecen estos estos tipos de vínculos, los cuerpos están en presencia: las técnicas
son las propias del cuerpo, hay coalescencia temporal y espacial. Un ejemplo de ello es la conversación
cotidiana. Uno podría pensar que aquí no hay mediación; sin embargo, decir esto es pensar que la mediación
sólo puede darse cuando hay algún tipo de tecnología intermediando; justamente lo que dice aquí Traversa
–que coincide con las proposiciones de Verón en sus últimos textos– es que sí hay técnicas en juego. En el
caso de la conversación cara a cara, las técnicas serían, por ejemplo, el aparato fonador, la audición, la
gestualidad, etc. Por eso Verón en su último libro (La Semiosis Social 2, de 2013) señala que no hay
comunicación no mediada. Este autor formula sus proposiciones a partir de discutir la postura que proponen
la idea de una supuesta “comunicación directa”, que se opondría a la mediada:

“(…) ¿en qué puede consistir un proceso de comunicación directo, sin mediación? Lo que suele
alimentar este modo de delimitación conceptual es la imagen de comunicación oral entre dos

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individuos. Una conversación sería el ejemplo más claro de comunicación ‘no mediada’. Sin embargo,
las ondas sonoras del lenguaje hablado constituyen un soporte tan material como una pantalla de
televisión. Está claro, entonces, que no es posible imaginar un proceso de comunicación de un evento
material, sensible, diferenciado tanto de la fuente como del destino. Si toda comunicación es
mediada en el sentido de que implica necesariamente una materialización bajo una forma sonora,
visual o del tipo que fuere, está claro que no hay comunicación sin mediación” (Verón, 2013:143).

En ese punto podemos pensar que Verón coincide con la perspectiva de Traversa: no piensa que en la
conversación cotidiana no haya dispositivos en juego, sino que las técnicas que intervienen son las propias
del cuerpo. Podríamos precisar entonces: no hay mediatización (con mediatización sí pensamos algún tipo
de intervención de la tecnología de los medios), pero sí hay mediación.

II. Vínculos semirrestringidos

En este tipo de vínculos, el cuerpo tiene presencia reducida; media algún recurso técnico más allá de los del
cuerpo. Se produce entonces la coalescencia temporal (es decir, la coincidencia temporal de los
intercambios), pero no espacial. Un ejemplo de este grupo es el teléfono tradicional. Fíjense que se trata de
una mediación sincrónica, hoy diríamos, “en tiempo real”: la voz es una presencia del cuerpo del otro,
identificable en su singularidad; sin embargo, la presencia no es plena.

III. Vínculos restringidos

En este tipo de vínculos, uno de los cuerpos está ausente: un cuerpo se encuentra frente a un texto.
Habitualmente se piensa, junto con este tipo de dispositivos, que se haya algún tipo de acceso público pleno;
los textos que circulan en ellos suelen tener, además, carácter de mercancía (sean objetos únicos o
reproducidos). Aquí se encuentra buena parte de los fenómenos mediáticos: es el tipo de vínculo en el que
nos hemos focalizado primordialmente quienes trabajamos en el análisis de medios. El foco que tiene
Traversa cuando describe este tipo de vínculos es la ausencia de coalescencia tanto corporal como espacial.
Llama la atención que incluye aquí también las artes del espectáculo; sin embargo, lo hace ya pensando esos
cuerpos como texto, y cada performance como una actualización de esa obra que ya fue creada en otro
espacio-tiempo.

IV. Vínculos paradojales

Finalmente, Traversa señala los vínculos llamados “paradojales”. Este autor explica que se trata de aquellos
que tienen elementos de los tipos I y II, pero también del III. Por un lado, se trata de textos: es lo propio del
tipo III. Por el otro, sin embargo, presentan coalescencia temporal, lo que era propio de los conjuntos I y II.
Si la simultaneidad entre los acontecimientos y su mostración o escucha era propia de los vínculos plenos o
semirrestringidos, los medios en vivo vienen a traer aquí una paradoja: son textos, y al mismo tiempo, ocurren

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en el momento. Por eso ubicará aquí a la radio y la TV en su modalidad del vivo, pero también a los fenómenos
de la convergencia técnica, como la del teléfono con la radio, o el teléfono con la TV.

Luego el autor seguirá su reflexión sobre las pantallas informáticas situándolas en este grupo, pero
reconociendo también que dentro de las plataformas de educación a distancia hay múltiples
funcionamientos que están en II y en III. Dicho de otro modo: fuera de los vínculos plenos, se dan distintas
configuraciones en términos de los vínculos (los foros que empleamos en la plataforma, por ejemplo, son del
tipo III: textos intercambiados sin coalescencia temporal y con ausencia de uno de los cuerpos).

En la imagen que sigue vemos una suerte de “mapa” con los cuatro tipos de vínculos propuestos por Traversa;
incluimos algunos ejemplos de los dispositivos que quedan incluidos en cada uno de ellos. Fíjense, volviendo
a lo que decíamos anteriormente, cómo dentro de cada conjunto hay dispositivos que se definen en distintas
instancias. Por ejemplo, en el caso del tipo II, el teléfono se define en el nivel de la técnica, junto con ciertas
prácticas sociales vinculadas: en cambio, el Skype es uno de los casos que se enmarcan en lo que pensamos
como determinados también por el software: la regulación que tiene lugar termina de definirse en lo que
habilita, restringe y modela esa aplicación, que por otra parte, viene también con sus propias prácticas
sociales asociadas (y se vale, asimismo, de ciertas técnicas: parlantes, micrófonos, monitores, cámaras). De
algún modo, como decíamos, Traversa “da por sentado” en su clasificación de los tipos de vínculos que las
instancias en las que los dispositivos instauran sus regulaciones pueden ser de distinta naturaleza: contempla,
por lo menos, tanto las técnicas como el software.

Traversa: cuatro tipos de vínculos en los dispositivos.

Dispositivos y emplazamiento

El artículo de Oscar Traversa despliega muchas otras proposiciones, además de esta clasificación de los tipos
de vínculo, que podrán encontrar en sus páginas. Nos interesa rescatar aquí una problematización más de
este texto: el modo en el que piensa la articulación de los dispositivos con la enunciación, y la cuestión de los
emplazamientos como generadores de variaciones en las producciones de sentido. Traversa no lo trabaja
empleando este concepto: su recorrido retoma modalidades enunciativas de Culioli en la lectura que de ella
hacen Verón y Fischer. No deseamos repetir aquí todo este razonamiento, sino pensar cómo el

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emplazamiento también puede ser una de esas instancias que terminan regulando los funcionamientos
discursivos. Él lo trabaja con el ejemplo de un cartel de “Prohibido pasar”; nosotros podemos pensarlo con
una chapa patente. Considerémosla inicialmente puesta en el frente de un determinado vehículo, como en
la foto superior de esta página. El sólo emplazamiento de esta chapa allí configura su funcionamiento como
índice: genera una remisión a indicar “este vehículo sobre el cual la chapa está fijada tiene como matrícula
A74420”. Se trata de uno de los
índices que Peirce llama
“degenerados”. Como vimos la clase
pasada, los índices degenerados son
aquellos que funcionan, como todo
índice, por compartir una
experiencia empírica, pero no están
“emanados” de su objeto, como
ocurre con los “genuinos”. Un
ejemplo de estos últimos serían las
huellas que este mismo auto puede
dejar al pasar por un camino
barroso.

En cambio, esa misma patente


ubicada como objeto decorativo
sobre un muro, tal como se ve en la
fotografía inferior, no tiene cambios
en su materialidad, pero pierde su
función indicial. Fijada allí, refuerza
su función poética, tiene
eventualmente algún juego de
remisión a un molde que suele
corresponderse con los índices, pero
ahora no funciona indicialmente.
Podríamos decir, funciona
eventualmente como un ícono de un
índice (es decir, se le parece a otros
textos que siempre funcionan como
índices). En suma, su estatuto
semiótico se modifica según su emplazamiento: esta es también una cuestión atinente a los dispositivos.

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Bibliografía
Textos de la bibliografía obligatoria trabajados en esta clase
 Schaeffer, Jean-Marie (1992) “El arché de la fotografía” y “El ícono indicial” en La imagen precaria,
Madrid, Cátedra.
 Traversa, Oscar (2009) “Dispositivo-enunciación: en torno a sus modos de articularse” en Revista
Figuraciones número 6, segundo semestre 2009, Buenos Aires, Instituto Universitario Nacional de Arte -
IUNA Crítica de Artes. También disponible en Traversa, Oscar (2014) Inflexiones del discurso. Cambios y
rupturas en las trayectorias del sentido, Buenos Aires, Santiago Arcos editor / SEMA.

 Verón, Eliseo (1974) "Para una semiología de las operaciones translingüísticas", en Revista Lenguajes
número 2, Buenos Aires, Nueva Visión. (También en Verón, Eliseo: Conducta, estructura y comunicación.
Escritos teóricos 1959-1973, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1996).
Otros textos citados o trabajados
 Agamben, Giorgio (2016) Qué es un dispositivo, Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora. Edición original:
(2006) Che cos’è un dispositivo?; L’amico; La Chiesa e il Regno, Milán, Nottetempo. Traducción de
Mercedes Ruvituso.
 Deleuze, Gilles “¿Qué es un dispositivo?" en AA.VV. (1990) Michel Foucault filósofo, Barcelona, Gedisa.
Traducción de Alberto Bixio.
 Fernández, José Luis (1994) Los lenguajes de la radio, Buenos Aires, Atuel.
 Foucault, Michel (2015) Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo Veintiuno
Editores. Traducción de Aurelio Garzón del Camino. Edición original (1975) Surveiller et punir, París,
Gallimard.
 Manovich, Lev (2012) El software toma el mando, traducción de Everardo Reyes-García. Disponible en
https://www.academia.edu/7425153/2014_-
_El_software_toma_el_mando_traducci%C3%B3n_a_Lev_Manovich_ [Consulta: 15/3/2016]. Título
original: Software takes command, s/d.
 Metz, Christian (1974) “El estudio semiológico del lenguaje cinematográfico”, revista
Lenguajes número 2, Buenos Aires, Nueva Visión.
 Verón, Eliseo (1996) La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad, Barcelona, Gedisa.
Edición original: 1987.
 _____________ (2013) “8. Materialidad del sentido” en La semiosis social, 2. Ideas, momentos,
interpretantes, Buenos Aires, Paidós.
 Zelcer, Mariano (2020) “Imágenes digitales en los dispositivos contemporáneos. De la fotografía en
redes a la realidad virtual”. Tesis Doctoral. Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad
Nacional de La Plata. Inédita.

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Para la próxima clase
La clase que viene comenzaremos a trabajar con la unidad 3, dedicada a la entrada retórica, situada ya
plenamente en el nivel de las operaciones discursivas. Nos ocuparemos en particular de estudiar una de las
estructuras retóricas más extendidas: el relato. Buscaremos caracterizarla, y definirla comparativamente con
la descripción. Además, discutiremos cómo a veces puede haber textos que presenten procedimientos
narrativos, sin llegar a constituirse en su totalidad como relatos.

Los textos que deben leer son los siguientes:

 Barthes, Roland (1972) “Introducción al análisis estructural de los relatos” en Barthes, Roland y otros:
Análisis estructural del relato, Buenos Aires, Tiempo Contemporáneo.

 Metz, Christian (2002) "Observaciones para una fenomenología de lo narrativo", en Ensayos sobre la
significación en el cine (1964-1968). Volumen I. Barcelona, Paidós.

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