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Dejar ir a Rachel fue la decisión más dura que había tomado, pero no
me arrepentía. Si se hubiera quedado hubiera terminado por hundirse
en ella misma.
Siempre había dicho que sus ojos verdes eran mi debilidad y lo seguía
sosteniendo.
Pero...
Y yo debía continuar así como lo había hecho Rachel. Salir del pozo en
qué había convertido mi vida y dejar de pensar en lo que habría sido si
la mujer que amo jamás se hubiera marchado.
Desastre.
Todo lo que alguna vez había tenido para mí se había esfumado, se me
escapó por completo sin la menor advertencia.
Mi madre.
Samantha.
Rachel.
Y ...
Mi hijo.
Fue un error hacerlo porqué solo logre hacer que todo fuera más
doloroso.
Sabia de su dolor, pero jamás pude ver que ella todavía necesitaba
ayuda. Aunque todos la viéramos una chica totalmente decidida e
incansable, la verdad que era una fachada para ocultar lo cansada que
estaba de no poder encontrar su libertad.
Como dije, cuando la puerta de mi despacho soe cerró supe que todo
había acabado, su encierro había acabado.
Ella había sido capaz de comprender que no debía callar, que nunca
debió hacerlo. Pero tampoco era su culpa, cada quien tenia sus
tiempos, y aunque tardó, su momento había llegado.
Sin secretos.
Sin rencor.
Sin miedo.
Aún cuando fui un idiota ella no se rindió conmigo. Ahora si era capaz
de ver que no tan solo se había marchado para sanarse, sino que
también para que pudiera obtener lo que ella tenia; mi libertad, la
libertad de una vida sin secretos.
Paso un año.
Pero yo no lo estoy.
Sin embargo saber que había perdido un hijo me había roto el corazón.
Era mío.
Era mi bebé.
Cada día, era eso; un día más sin saber como continuar después de la
verdad.
(...)
-¡Jodida mierda!- Dijo Kolt golpeando la mesa con las palmas de sus
manos.
Me dio una mirada y supo que ya me había dado cuenta que su rostro
no solo se debía a la posible futura demandó que nos podíamos
enfrentar, sino que también eran por cosas personales.
-Si tengo una opinión, pero como dije no es mi asunto.- Terminé por
reconocer.
-No es necesario que me la des, se que te viste ayer con ella- Dijo entre
dientes-. Seria algo extraño que no tuvieras más de una opinión.
Con razón se había mostrado tan molesto desde que había llegado.
-No sabía que tenía que avisarte que saldría con April. Según tengo
entendido ustedes no son nada.- Masculle amargamente.
-Mira Kolt, no se que mierda esperabas que te diga, pero si crees que
te diré si April te mencionó en nuestra cena de ayer estas muy
equivocado- Cada palabra salía con más severidad que la anterior-.Sin
embargo estoy hasta los cojones de que quieras hacer pagar a todos
por tus putas decisiones, así que si quieres que te lo diga, bien- Apreté
la mandíbula-. Ella no te mencionó, en ningún momento.
Solté un suspiro.
-¿Y bien?.-Indague.
Negó.
Asentí y me levanté.
-Bien.
Cuando se ponía de este modo era muy fácil de leer y saber que algo
no estaba bien. Tendría que haber pasado algo sumamente importante
para hacer que abandonara su personalidad altanera.
Pude ver un sobre blanco con mi nombre. Lo tomé entre mis mano y lo
abrí mientras un raro presentimiento me recorrió el cuerpo.
Una tarjeta apareció ante mi y mis ojos empezaron a recorrer cada
renglón. Para cuando había terminado tenia la boca seca y no podía
creer lo que había leído.
Además de eso la invitación venía con una nota adjunta en donde pude
reconocer su letra. Dejaba en claro que no sería nada en grande, sino
que solo seria para familia y amigos cercanos.
Mis manos estaban cubiertas por guantes, sin embargo todavía podía
sentir mis dedos helados. El abrigo que llevaba era de color marrón,
me llegaba hasta un poco más abajo de los muslos.
Usaba unos pantalones vaqueros y unas botas cortas negras.
Abrí mi bolso y me paralice. Había olvidado que eso estaba ahí desde
la semana pasada.
Cada vez que lo veía me recordaba todo lo que había dejado atrás,
pero sobre todo a él.
Si soy honesta ella puede inventar una excusa para no asistir y seguir
evitando todo lo que tiene pendiente allá. Después de todo el
compromiso más grande lo tenia yo, era su hija. No quiero decir que a
mi madre no le importe si Charlotte fuera, eso no era así, tan solo digo
que sería más doloroso que yo no fuera.
En pocas palabras;
Daniel McGregor.
Podía decir muchas cosas con respecto a él, pero eso significaba
volver a lo de antes, a las interminables noches sin poder dormir por la
culpa de haberlo dejado.
Una vez que tuve bien procesado sus palabras fruncí mi nariz con
disgusto e irritación.
-¿De donde te has sacado los piropos de cuarta, eh? ¿De un callejón?.
Asintió.
-Fresitas niñas de papá que jamás han trabajado o hecho algo por si
solas.
¿Escuché bien?.
No puedo creerlo. Justo cuando pensé que nada podría ser peor.
Bufé molesta.
-No salgo con chicos como tú- Crucé mis brazos-. Ya sabes, idiotas
que creen que por decir dos palabras bonitas pueden tener el mundo a
su pies.
Sonreí.
(...)
-Quiero morirme.
-Te odio.
Sonreí.
-Mi amiga de al lado de mi casa me dijo hace unos días que Jex
también estaría todas las vacaciones ahí.
-¿Quién es Jex?.
-Bueno, Jex es ese chico para mí. Fue mi novio por mucho tiempo y
aunque ahora estamos separados, en ese momento era necesario
alejarnos o nos haríamos daño.
-¿Y no lo extrañas?.
Charlie sonrió.
-¿ Y si aparece alguien?.
-Es una de los temores con los cuales tendré que vivir.- Dijo
encogiéndose de hombros.
Ella negó.
-Lo único que puede acabar con nosotros no es una nueva chica en su
vida, sino que nos hubiéramos tenido tan poco amor propio y
decidiéramos seguir nuestra relación a pesar que el último tiempo solo
nos causábamos daño- Sus ojos grises se entornaron en los míos-. Él
se lleva lo mejor de nuestra relación y yo igual. Lo que ahora pase solo
lo sabe el destino, ya sabes: "pasará lo que tenga que pasar".
-¿Si fuera al revés que me dirías?- Inquiero mientras oculto mis manos
abajo de la mesa así no se note el temblor en ellas-. ¿No tendrías
miedo de olvidarlo?.
(...)
-Tu madre está loca.
Eran casi las siete de la tarde. No la había visto en todo el día y por fin
que lo hacía ella me decía eso, como si yo no lo supiera.
-No pensé que eso fuera a importarte mucho ya que no me has dicho
si asistirás o no.
Suspiré.
Estaba rara. Todo este tiempo lo había estado y no sabia como hacer
para que terminara por confesarme que era lo que le causaba
impedimento para volver. Porqué la conocía bastante para saber que
la excusa de no querer ver a Rufus o su amorío con Kolt McGregor no
eran el verdadero motivo, algo había pasado entre ellos, algo muy
grande. Se notaba demasiado, ella parecía estar atormentada por la
culpa.
-¿Quieres helado?.
-Por favor.
Daniel McGregor
Sin embargo esas no eran las preguntas que realmente quería saber
las respuesta ,ni mucho menos eran las que me robaban el sueño y
hacia dar una y mil vueltas en la cama.
No la mereces.
Me investigue toda la puta familia y podía apostar que Ronnie Price era
el que vendría a que le besara los pies. Era él más capaz o eso es lo
que me habían detallado, estaba a cargo de una de las
vicepresidencias de la sede que tenían en Abudabí.
-Es él que entra perfecto en el perfil, William. No creo que sean los
suficientemente estúpidos para mandar a Bruno Price.- Masculle.
-No lo arruines.
-William, no.
-¿Vas a buscarla?.
-Te seré honesto, no lo sé. Estoy tan cagado ante la idea de que pueda
volver a verla y que no haya nada que me diga que debo luchar.
Mi cuerpo se tensó.
No lo sabes.
No sabes si realmente deseas volver porqué te acojona la idea de que
pueda volver a marcharse.
Murmuré en voz alta la orden para que pudiera pasar la persona que
estaba esperando. En momentos así es cuando Rachel abandonaba mi
mente y eso era lo único bueno de estar en la cuerda floja, a un paso
de caer al vacío.
Darinka abrió la puerta y se corrió dejando ver a una mujer alta y con
cabello castaño.
Lo primero que logré percatarme era de su expresión calculadora. Sus
ojos viajaban a cada rincón de mi rostro, como si estuviera tratando de
descifrarme.
Ella se adentró sin esperar una señal por mi parte. Parecía como si
fuera la dueña de todo y aunque tuve la intención de bajarle sus ínfulas
de altanería no podía, esta joven mujer me tenía en sus manos.
Le extendí mi mano.
-Daniel McGregor.
(...)
-Vine hasta aquí para tener más de lo que perdí y conseguir aún más
prestigio para mi familia.- Dijo sin vacilar un segundo.
Joder.
-Ahora ya que no tienes una buena oferta que hacerme yo te haré una.-
Dijo volviendo a sentarse mientras cruzaba sus piernas por debajo de
la falda.
-Te escuchó.
-Trabajaremos mano a mano con él, seremos socios hasta que ese
proyecto terminé. Tú empresa recibirá el 70% y la mía el 30%.
-Quizás para ti así lo sea, pero es una gran proyecto que si tiene mi
apellido impreso en el podré atraer lo que realmente busco-Dijo y supe
que todo lo había tenido planeado-. Para que lo entiendas mejor, que
tú empresa fallara fue una oportunidad única para poder llegar a hacer
un negocio que tengo entre manos y eso solo sucederá si logró que el
apellido Price esté envuelto en algo grande.
Me callé mientras analizaba todo, aunque sabía que sea como sea ella
ganaba. Me tenia entre la pared y la espada. Para tener una cara
angelical se ve que sabe como manejar sus negocios y aún más como
poner en su lugar a cualquiera que le impidiera lograr su objetivo.
Observé una vez a la imponente mujer que tenía frente mío. Sus ojos
brillaban sabiendo que tenia todo el juego sobre la mesa.
-Tenemos un trato.
(...)
Después que había salido de la reunión con Blake Price lo primero que
hice fue ordenarle a Darinka que se fuera a casa, le había dado toda la
tarde libre.
Todavía no lo creía.
Hace una hora llamé a Darinka para que programará una cita con
Brestop y Kolt. Les notificaría recién ahí lo que había sucedido y
conocerían a la nueva socia mayoritaria.
Estaba preparándome para ver como se cagan encima al ver lo que
esa pequeña mujer me había obligado hacer en menos de cuatro
horas.
Miré el reloj de la pared y vi que eran las once la noche. Fue ahí,
cuando había dejado de observar a todos que una figura atravesó el
bar.
-¿Puedo sentarme?.
Otra vez el silencio reinó entre los dos. Todo este tiempo no me había
visto directo a la cara, solo se concentraba a ver la entrada del bar
como si quiera que alguien llegara a sacarla de este encuentro.
Respiré entrecortadamente.
Sería mentira si dijera que no sueño con él, no digo que sea todo el
tiempo pero si suele suceder, y en su mayoría no todos tenían un buen
final, ni siquiera había uno.
Daniel fue mi primer gran amor y con él entendí varias cosas, cosas
que no debía olvidarme nunca.
Aprendí a estar sin él, puedo vivir sin él, y si, puedo ser feliz sin él.
Lo extraño, sigo sintiendo cosas por él, eso no podría negarlo porqué
sería hipócrita. Sin embargo hay una gran diferencia entre lo que uno
quiere y puede, y nos guste o no las personas son pasajeras; algunas
tienen un viaje largo y otras no, debemos vivir con eso.
Hasta ahora.
Junior se casaría en tan solo un mes y eso era tierno hasta un punto, lo
otro era fastidioso porqué estaba muy paranoico y llamaba a cada rato
para quejarse o entrar en pánico. Con Charlotte nos turnábamos para
contestarle pero últimamente estoy siendo yo la que más habla con él.
-Por favor no te quejes de las flores o que el traje no era el color que
querías aunque así lo sea.- Le dije bien atendí la llamada.
-Solo quería saber como estabas.- Hundí mis cejas al percibir algo raro
en su voz.
Suspiró y balbuceo, eso hacía cada vez que dudaba en hacer algo. Se
aclaró la garganta.
Yo lo dejé.
(...)
-Estas callada.
-¿Rachel?.
Tragó saliva.
-Rachel...-
-¡He dicho que no!- Dije elevando la voz-. Quiero que tanto tú como
Junior entiendan que terminé con Daniel y que ninguno le pertenece al
otro- Bramé entre dientes-. Lo último que necesito en estos momentos
es que estén revoloteando sobre mi, eso no me ayuda, me asfixia.
Charlotte apretó sus labios sin saber que decir. Tenia ojeras lo que me
indicio que anoche no había dormido.
Asentí suavemente.
-Lo sé.
No dije nada sabiendo que esto era una discusión que no ganaría. Ella
insistía en llevarme pensando que no asistía aunque en verdad lo
hacía, no es que me gustara mucho pero lo hacía. Muchas veces logré
que desistiera sin embargo al parecer hoy no es uno de esos días.
Asistía los martes de cada semana por las tardes. Era un grupo
pequeño de cinco personas, aunque si contábamos a la psicóloga
éramos seis. El lugar era algo amplio, lo demasiado para tan solo sea
un grupo reducido.
Fuera de ese lugar no me llevaba con ninguno de los que iban ahí. Solo
eran saludos cordiales, después de todos eran desconocidos;
desconocidos que sabían más de lo que gente que me conocen
podrían saber.
Sus ojos chocaron con los míos y una sonrisa esplendorosa cruzo por
sus comisuras.
-¿Por qué no me has dicho que venías?- Dije una vez nos separamos.
Asher Cowell después de meses volvía estar frente de mi. Seguía igual
de aterradoramente guapo e inalcanzable, es como si vieras a
Charlotte en versión masculina- Aunque se me hacía que Rufus era
quien le podía ganar ese título.
El último tramó de tiempo estuvimos hablando demasiado por
mensajes, siempre lograba entretenerme.
Empezó a subir por las escaleras con algo de dificultad por el equipaje.
Charlotte hundió sus cejas y ladeó su cabeza.
-Detente.- Le ordenó.
-¿De que estás huyendo Asher Matthew Cowell?.- Exclamó ella dando
un paso hacia adelante mientras lo escrutaba con la mirada.
Él soltó el aire que estaba reteniendo y nos dio una severa mirada. Eso
solo significa que lo que venía era algo grande y él quería que los
tomáramos en serio y no como una más de sus bromas.
-Eso tendrá que esperar adorada prima porqué todavía queda más.-
Masculló con su expresión neutra.
Pestañé más de una vez para ver si era real lo que veía y para mi
desagrado no había nada que me indicara que eso fuera así.
Se acercó hasta Meredith y le dio una nota blanca. Supongo que debía
ser la derivación que te da el psicólogo para que asistas a un grupo de
ayuda.
-Siéntate ahí.- Le señaló el lugar que estaba frente mío, al lado de Josh;
el único chico con el que intercambiaba más palabras a comparación
de otros.
Corta y sencilla.
-Cuando tenia doce mi padre llegó del trabajo con unos botes de
helados. Mi madre estaba en la cocina con mi hermano y yo haciendo
un pastel. Recuerdo que ese día comimos hasta hincharnos la panza.
-Teníamos una piscina. Papá nos perseguía y mamá le tiraba agua con
la pistolita. Mi hermano y yo corríamos y salpicábamos agua. Lo
hacíamos cada viernes, era una tradición de mi familia.
-Creo que fue esa vez que...- Apoyó su mano la barbilla- Si, esa vez que
me folle a mi profesora de...-
-¡Josh!.
Se encogió de hombros.
-Rachel.
-¿Cosas?.
Asentí.
-Un barco.
《 "-Te dije que esta noche quería ser solo Rachel y eso haré.- Dejé
caer sobre el agua el brazalete.
Él miró con asombro por donde había dejado caer esa pulsera. Cuando
pensé que se quedaría así más tiempo hizo algo que me sorprendió.
-Y yo ser Daniel.
-Y yo el triple de la tuya.
Daniel tenía razón cuando me dijo esa noche que estaba loca por él.
No quería admitirlo pero efectivamente si lo estaba.
Mi barco era él y por eso mismo dije que me daba paz y no tenia la
intención de fingir, no estando con él.
No conocía a estas personas pero saber que no era la única que hacía
las cosas sin razón me reconfortaba.
Josh continuó con sus bromas hasta que una muy cansada Meredith
señalo que la hora ya había terminado y que todos podían marcharse.
Josh me sonrió.
Lo ignore y empecé a bajar por los peldaños de las escaleras. Para ese
punto no me había percatado que Charlotte me observaba con una
mirada que conocía bien y supe que sería un largo viaje de vuelta a
casa.
Apreté los labios fastidiada porqué era verdad. Pero eso no le quitaba
que tenia una personalidad que me causaba recelo, no me gustaba ese
chico.
-Esto es genial.
Lo miré una vez más y esta vez él pareció darse cuenta que estaba
siendo observado ya que agitó su mano con total chulería. Charlotte le
devolvió el saludo haciendo que la atravesara con la mirada.
-Arranca.
(...)
Miré al techo y bufé sabiendo que no podría conciliar el sueño por más
que tratase.
Bajé hasta la cocina y de la nevera saqué una jarra con agua. Tenia la
boca seca y odiaba cuando eso sucedía.
Algo mío dentro de mi se movió al verlo tan desorientada y por esa vez
me permití ser honesta.
-¿Daniel?.
Sonreí amarga.
-Supe que estuvo con Megan- Noté como se tensó a la sola mención
de su nombre-. Eso me recordó un motivo más por el cual no quiero
regresar.
Asher se quedó callado como si no supiera que decir o mejor dicho por
donde empezar a hablar. Había tanto que contar que a veces las
palabras no le hacían juicio a los sentimientos.
-Ellos salieron.
Asentí.
-Él le hizo daño, Rachel- Bramó-. La hizo dudar de si misma. Lloró por
ese imbécil. ¡Ella si que lo quería!.
Tragó saliva y de todas las reacciones que esperaba ahora, como que
se enfadará aún más, no esperé que terminará por dejar caer su
cabeza y hombros.
Tenia varias cosas para decirle al chico que estaba frente mío con su
cabeza agachada, pero el problema es que seria hipócrita de mi parte
profanar algo o aconsejarle si de algún modo yo pasaba por lo mismo
y hacia lo mismo que él; esquivar el tema.
-Volveré a Manhattan.
-Lo haré porqué no voy a quedarme a pensar que fue lo pudo haber
pasado si hubiera tenido más valentía, no volveré a hacerme esa
pregunta- Me volteé y cuando llegué al umbral de la puerta lo miré por
sobre el hombro-. No seré una cobarde a mis sentimientos.
Antes que pudiera salir Asher soltó una pregunta que me dejó tiesa en
el lugar.
Mi mano tembló y por un momento pensé que el vaso terminaría
resbalándose hasta terminar en cristales rostros.
Está noche seria honesta y no solo porqué Asher necesitaba eso, sino
que yo debía escuchar una vez lo que no me atrevía a decir en voz alta.
Así y solo quizás así, empezando a decirme la verdad podría encontrar
varias respuestas a las preguntas que bloqueaba pero quería que
tuvieran una resolución.
Daniel McGregor:
-Acabo de recordar que hoy no tengo nada que hacer, supongo que si
podré quedarme a cenar.
A esta altura pensaba que podía notar que desde que Rachel se había
marchado una gran parte de mi se había tirado abajo.
Llevaba tiempo sin volver a ser el mismo y dudaba que algún día lo
fuera de nuevo.
-¿Vendrás a mi aniversario?.
Una vez que dejé todo de lado y me puse a pensar con la cabeza fría
quizás no era un buen momento para verla de nuevo, lo que menos
quería era causarle incomodidad en su hogar. Porqué si, esta casa ya
es suya tanto como mía, pero a diferencia que yo había renunciado a
ella hace tiempo. Lo que menos quería es que pensara que estoy
invadiendo su espacio y por esa misma razón es que ponía en duda mi
asistencia a la fiesta de aniversario y mis ganas de confrontarla para
ver si en verdad todo se había acabado.
Todo estaba bajo una bomba y cualquiera de los dos que tirará aunque
sea un poco el más insignificante cable; la bomba estallaría. Y justo
eso es lo que quería evitar.
Hay cientos de millones de posibilidades se lo que podía suceder;
Rachel no vendría, yo no iría, o los dos nos veríamos de nuevo. Sin
embargo cada uno conlleva a otro episodio y habré la puerta a nuevas
decisiones que nos llevarán a un futuro, un futuro del cual nada me
asegura que pueda hacerme despertar de una vez por todas.
-Papá...-
-Entiendo los motivos del por qué no querrías estar aquí ese día y no te
reprocho si decides al final no asistir- Sus ojos se entornaron en mi-.
Solo quiero que sepas que si decides venir eso me haría muy feliz y a
Juliette también.
-No quiero que ella sepa de lo que estoy por mencionarte. Está
agotada por el trabajo y no quiero sumarle una preocupación más.
Él asintió.
Tiene un doble peso las cosas cuando ya las has probado, las has
querido. Por eso es que causo un dolor tan insoportable ver que de
repente se van cuando sabes que las necesitas más que a cualquiera
Sin saber por qué una idea cruzó por mi cabeza y me acerqué hasta su
mesa de luz, a tan solo unos metros de donde estaba situada la cama.
Antes que pudiera abrir el cajón mi mano se detuvo al ver la foto de
ellas dos juntas.
Samantha y Rachel.
Me dejé caer sobre la cama con la caja pequeña entre mis ojos.
No podía quitar los ojos de ella por más que tratase. Sabia lo que tenia
en su interior y eso me quebraba el alma en dos. Estaba mal aferrarme
a la idea pero aún así no podía evitarlo.
Tomé aire y sin darle más vuelta lo abrí sabiendo que podía romperme
el corazón de nuevo.
No estaba el collar.
Era tonto, era muy imbécil de mi parte, era un total retroceso pero algo
se encendió en mi al no encontrarlo;
La esperanza de un nosotros.
(...)
Hoy era mi día libre y una vez más choqué con la realidad que lo que
hacia antes ya no más.
Megan Ripoleti era mujer llena de sorpresas y verla de nuevo fue una.
No pensé que volvería a Manhattan después de haberle confesado que
amaba a Rachel. No obstante lo que más me desconcertó es que hace
tan solo unos días atrás había salido con April y ella no había
mencionado sobre mi ex novia. Aunque en un punto lo entendía
bastante, le rompí el corazón y de algún modo la puse en la incómoda
situación de tener que poner límites en nuestras conversaciones.
-Megan...-
-Llamaré a William.
Megan negó mientras se secaba una lágrima.
-Necesitamos más que a William- Dijo con su voz ronca-. Eres la única
persona con más poder que conozco que es capaz de hacerle frente al
padre mi bebé y no hacerme perder el juicio.
Miró hacia arriba con sus lágrimas acumuladas en sus ojos y sonrió
como si lo que fuera a decirme le jodiera bastante.
-Asher Cowell.
(...)
-Reunión con los representantes del gobierno a las cuatro y una cita a
las seis con el licenciado Brestop.- Dijo con la mirada fija en el aparato.
Asentí y la miré.
-¿Eso es todo?.
La vi fruncí su nariz y hacer una mueca con sus labios. Eso hacia
cuando algo le desagradaba.
-Ella quiere...-
-Eso es absurdo.
Blake sonrió.
Una vez que quedamos solos los dos ella dio un paso hacia adelante
llamando mi atención. Tuve que respirar hondo cuando la vi disfrutar
su victoria.
Mi mano tembló aún cuando entregué las hojas, era algo que hacía
siempre que estaba nerviosa. Él profesor la tomó y me dijo que podía
marcharme.
-Fotográfica.- Corrigió.
La envidiaba por tener ese poder de absorber conocimientos como si
se tratase de aprenderte el estribillo de una canción. Hacia parecer tan
fácil la vida universitaria y joder, no era así.
Para ninguno de los presentes fue una sorpresa que Charlie fuese la
primer en terminar, así había sido desde el primer semestre. Y como si
eso no fuera suficiente, ella había salido de la habitación en tiempo
récord. Lo que más me irritó es que se marchó con total tranquilidad,
sabiendo que tendría la nota más alta.
-¿Cuándo te marchas?.
-¿Y tú?.
-Eso es genial.
Dije algo atontada. No sabía muy bien que contestarle ya que no podía
evitar compararnos; Ella se iría lo más pronto posible y yo me
marcharía sobre la hora.
Charlie se quedó mirándome con una extraña expresión en su rostro.
Quizás vio que todavía me aterrorizaba volver, seguro pensaba que era
dramática, después de todo ella solo conoce la parte de la historia que
tuve un romance con mi hermanastro. Ni más, ni menos.
-¿Qué?.
Sonreí.
Arrugue mi nariz cuando sentí caer una gota sobre mi frente. Miré
automáticamente al cielo y quise maldecir por ver que en cualquier
momento una tormenta se desataría.
Abracé los libros con fuerza queriendo que no se le mojará ni una hoja,
aunque eso se veía imposible en estos momentos. Me detuve frente a
unos departamentos y me resguarde bajo su techo.
Intente visualizar un taxi cercano pero los pocos que habían fueron
tomados antes que pudiera salir de mi refugio.
-No, no lo creo.
Note que se acercaba queriendo ver que era lo que estaba haciendo
con el móvil.
-No te han dicho que eres un tanto metido.- Le dije sin mirarlo.
-Llamar a un taxi.
-No te conozco.
-Lo prometo.
Tragué saliva cuando sentí que la mirada del chico que tenia frente
mío se volvía pesada. Se veía a simple vista que estaba tratando de
descifrar que demonios había dicho para ponerme incómoda. Un
segundo después vi como su facciones se relajaban, lo cual me dejó
en claro que ya suponía que me sucedía.
-Oye, no...-
-Hola- Le dijo a alguien por la línea de teléfono-. Si, si. Yo iré, si, joder
que patosa eres.
-Necesito un favor- Sus ojos conectaron con los míos-. Estoy a dos
cuadras de casa, cerca de la biblioteca, si. Ven, después te explico.
-Es mi hermana, así que cuando ella venga nos iremos los tres. No te
preocupes, es mayor y trabaja para la policía.
Se encogió de hombros.
-Ahí viene.
Cassy parecía no entender nada así que solo atinó a colocarse al otro
lado de su hermano mientras emprendimos el camino en silencio los
tres. Por las mirada que le echaba a su hermano supe que quería una
explicación.
Incliné mi cabeza.
-¿Cuál es tu apellido?.
-Mac Millán.
Junte mi ropa y tomé mis cosas. Ya le pediría a Jeremy una bolsa para
guardar las prendas.
-Si, gracias.
-Sigue participando.
-Llego tu limusina.
-Gracias.
Vi como sonreía.
.
Daniel McGregor:
-¿Estresado?.
-Lo normal.
Y no se equivocaba.
Blake se me acercó y me fije que traía un vestido corto que la hacía ver
elegante.
Realmente debo verme mal para que me esté ofreciendo por hoy
bandera blanca.
Por más que resulta fastidiosa y metida, no podía negarle esa oferta,
necesitaba un poco de fuerzas.
-Si.
Negué ante la seguridad y burla con la había que dicho esas palabras.
-No.
Se encogió de hombros.
Eso es verdad.
-¿Así?.- Cuestionó.
-Asher Cowell.
-¿Qué?.
Por lo poco y casi nada que sabia, Asher y Rufus no llevaban una
buena relación. Había llegado a los golpes en una instancia porqué él
Cowell le exigía que se mantuviera alejado de Charlotte. Claro está que
no le hizo caso.
-Quiere ir a juicio por la custodia total del niño.
-Joder.
-Necesito un favor.
-No.
Sea lo que haya pasado entre esos dos había sido suficiente para que
April tomará la decisión de bloquear de su vida a Kolt, pero esta vez de
verdad.
Más allá todo nunca pensé que eso podría pasar, si había algo que
estaba seguro que quería era a ella. Sin embargo no sabia que pasó en
medio de todo y no tenia ganas de querer saberlo. No tomaría posición
en ningún lado.
Si no fuera porqué lleva tiempo así no le pediría esto a Montaner.
Rufus había terminado por confesarme una noche que jamás había
tenido algo con mi amiga de tanto años. Sino que solo lo había dicho
esa noche para poder devolverle el golpe a Kolt.
No creo que se imagine que los une a ambos es la relación que existía
entre la prima de April y el chófer de Montaner.
Al principio no me creí lo de que empezaron a ser amigos, apostaba
que estaban en algo más. Pero después de un tiempo terminé por
comprobar que lo que me decían era cierto, ellos se había vuelto muy
allegados y conectaron rápidamente.
Hacían parecer como si tuvieran amistad de años.
Supongo que nadie mejor para entender un corazón roto que otro
corazón roto.
-Encantado.
-Igualmente.
-Los dejaré solo así continúen con su charla. Solo venía a buscar unos
papeles.- Dijo ella acercándose a donde estaban sus cosas.
-Señorita Jhons.
-Si, señor.
Quería avanzar de una vez con todo esto y parecía que justo cuando
estaba por hacerlo tenia que retroceder dos pasos hacia atrás. Esto
debía ponerse en marcha para llegar a la fecha estipulada con los
representarte del gobierno, sino ahí si que tendría una soga en el
cuello.
-A cumplirte el favor.
Eso fue suficiente para que me callara y dejara que se marchará sin
decirle nada más. No quería tentar a la suerte ya que estaba seguro
que esto de por sí me estaba saliendo bastante caro.
-¿Estás cómoda?.
-Te apuesto que te mueres por sacarte ese horrible saco y aflojar el
nudo de esa corbata- Manifestó-. Puedes hacerlo, después de todo hoy
no habrá ninguna junta.
Sin saber por qué empecé a hacerle caso y me sentí mucho menos
tenso cuando me quité la corbata.
Ella me sonrió.
Miré el reloj de la pared y me fijé que dentro de muy poco serían las
seis.
Ella se estiró girando su cuello y esté crujió. Llevo sus manos a esa
zona dándole un pequeño masaje.
-¿Cansada?.
Sonrió fugaz.
Creo que eso era algo que si me agrada de ella; que era entregada a su
trabajo. No hacia falta investigarla para saber como hizo para llegar al
puesto que tenia siendo tan joven, sus actos hablaban por sí solos.
Me costaba reconocer pero después de todo fue un acierto hacerla mi
socia.
Lo dijo en un tono insinuante. Era extraño ver que podía resultar ser
divertida y un tanto despreocupada.
-Es bueno escuchar eso- Suspiró-. Temía tener que mostrarme hostil
todo el tiempo que dure el lanzamiento del software.
-Agradezco no tener que seguir viendo la otra tú, esa que me resulta
fastidiosa.
-Tú tampoco eres muy simpático que digamos. Antes de venir aquí me
advirtieron que tuviera mucho cuidado contigo.
-¿Me investigaste?.
Ladeó su cabeza.
Agarró los papeles y los ordenó en dos filas. Se puso sus zapatos y me
alcanzó la corbata que estaba en el escritorio.
-No bebo.
.
Rachel Mac Millán
Respiré hondo.
Estaba sola.
Apreté el cristal hasta que mis dedos se pusieron blancos. Era como
si quisiera echarle la culpa de todos mis problemas. Miré una vez
más la botella y me incorporé con ella entre mis manos.
Mojé mis labios y levanté todo dejando un lío el lugar donde dormía.
Por primera vez desde que llegué a Inglaterra volví a ver esa caja de
madera y también seria la primera vez que la abriera después de un
año.
Apreté los labios y cerré los ojos queriendo que las lágrimas que se
habían acoplado en mis ojos no salieran.
Dejé salir un suspiró tembloroso cuando una vez más sentí como el
pecho se me apretaba dolorosamente.
Supongo que todo duele más cuando no puedes darle el final que
querías, el final que soñaste para ambos y terminó en una pesadilla
de la cual no pueden escapar por más que abran los ojos.
《"-Daniel.
-¿Si?.
-Si te hubiera conocido de otra forma apuesto que estaría loca por
ti- Solté un bostezo.
Nunca terminé por entender por qué guardé esta foto. Quizás quería
recordarme de algún modo lo que era dormir sobre su pecho y
poder sentir sus dedos correr los mechones de cabello que cubrían
parte de mi rostro.
Poder percibir su respiración lenta cuando está bajo los efectos de
un suelo profundo.
Miré hacia arriba y tomé varias bocanas de aire. Quería que todo
esto se detuviera.
Su voz había salido como un susurro pero aún así cada palabra me
hizo sentir la mujer más afortunada de la tierra.
-Te amo.
Lo dije. Así sin más, porqué justo ahora me había hecho sentir
amada.
-Y tú el mío. "》
El collar.
-Qué te amo- Eso bastó para que entornara mis ojos sobre él. No
había duda alguna en su voz-. Y lo haré siempre.
Sus palabras se habían calado tan dentro mío que era consciente
que perdía el control de mi cuerpo. Solté un suspiro.
Porqué si.
¿Qué los días seguirán igual y que al final la única que siga aferrada
seré yo?.
Por esté día, antes de volver, me permitiría sentir ese dolor que me
producía saber que quizás él no era para mí, ni yo para él.
(...)
Una lágrima salió de sus ojos pero ella fue demasiado rápida y la
apartó al instante que había salido.
-Si que puedes hacerlo, solo que no quieres y ahí está la diferencia.
-No.
-No te creo.
-¡¿Entonces por qué guardas esa cosa?! ¿Por qué actúas de está
manera?.- Algo se encendió en mi cuando la vi darme la espalda-.
¡Responde!.
¿Cómo podría olvidarlo? Fue la última vez que la vi con vida. Jamás
podría borrar su mirada totalmente vacía. Nunca se me cruzó por la
mente que eso se debía a que no tenia un motivo por el cual
continuar.
-Ese día tuve una perdida. Tomé mi auto y manejé hasta el hospital.
Cuando llegue me ingresaron a una sala y una doctora apareció- Me
miró-Jamás podre olvidar el frío gel sobre mi vientre y el dolor que
sentí unos segundos después al saber que mi bebé ya no estaba.
Sufrí un aborto espontáneo.
Negó.
-Solo tú. No quise decírselo a alguien más porqué de ser así tendría
que admitir que lo había perdido y no quería hacerlo. No estoy lista.
-¿Y la droga?.
-La compré porqué pensé que así podría olvidar que hace unos días
era la fecha que debería tener mi bebé. Quise usarla, pero no me
atreví. Así que simplemente la dejé escondida.
-¿Quién es él papá?.
-Cada que recuerdo que mi bebé pudo ser de Rufus o Kolt, me siento
enferma porqué él se merecía que yo supiera quién era su papá. Ese
fue otro motivo para no querer decirlo.
-¿Qué?.
Habían pasado horas y aún así Charlotte seguía dando vueltas por la
sala hablando con distintas personas por el móvil.
-Mis abogados están asustados. Ella puede ganar con el apoyo de los
McGregor y con el de Brestop.
-¿Me vas a decir que le hizo Asher para que ella tomará esa decisión?.
Negó sutilmente.
-Algo así.
Me encogí de hombros.
-Cariño.
Sonreí.
-No es eso, cielo. Seamos honesta, estos tipos de eventos son cosas
de mi pequeña y ella haría mucho más fácil las cosas. La verdad es
que la nueva colección no me da un respiro.
Mi madre río.
-¿Mamá?.
Ella carraspeó.
Lo había dicho tan rápido que de no ser por el pitido no me abría dado
cuenta que me había colgado. Por más que había querido ocultarlo
noté como su humor había decaído notablemente.
Cierto.
Le respondí el mensaje.
Espere unos segundos que contestará pero al ver que esto no sucedía
estuve a punto de dejar el móvil sobre la mesa de luz para irme a
dormir de una vez. Sin embargo la notificación de un mensaje me
detuvo.
Abrí el mensaje.
"No quiero suponer que te has olvidado de nuestra cita, guapa. "
(...)
Creo que en este momento es donde me daba cuenta que era mi única
amiga en la universidad. Los demás eran algo de hola y chau, no
llegábamos a intercambiar ni la mitad de las palabras que lo hacíamos
con Charlie.
Debía darle mérito. Él chico era muy guapo y se podía ver hasta en una
simple fotografía que se desmaya por la perico de mi compañera.
Cuando por fin pude explicarle que solo se trataba de una sorpresa y
que no se preocupara porqué mi madre se llevara su aniversario a otro
país, Nana se dedicó a hacerme preguntas camufladas. Los años que
estudió periodismo le habían servido enormemente a su carrera,
estaba claro que sabía envolverte con palabras hasta que terminaras
por darle información de lo que quería. No obstante ella me había
enseñado desde muy pequeña a como cuidar mi imagen ante la presa-
El tema de Evan no cuenta ya que él solo nos puso en primera plana- y
por eso mismo sabia que sus palabras inocentes en verdad querían
saber que había sucedido con Daniel.
La engañé diciendo que necesitaba estar sola para llevar con calma
mis tratamientos y el grupo de ayuda. No era del todo mentira, es más,
era uno de mis principales motivos por no decir el primero. Lo que si
no le dije es que estaba basado en un contexto diferente. Y además
que la distancia nos había jugado en contra, lo cual había terminado
por creerme. Aunque moría de ganas de decirle la verdad, una parte de
mí sabía que no era el momento para traer el accidente de Alisha al
presente.
Una vez más ambos tirábamos a direcciones diferentes, pero aún así
estás nos llevaban a encontrarnos de un modo u otro.
Era jodidamente estúpido y patético saber que siempre había algo que
nos terminaba por meter a ambos en un lugar, tanto físicamente como
mentalmente. Eso de que tú madre esté casada con él padre de tu ex
es algo que lamentablemente no puedes ignorar.
-Que me gustes tú no significa que todos los hagan- Dejo salir el humo-
. Además no tengo muchos recuerdos bonitos con gente así,- Su
mirada cruzó la mía-, o bueno, mejor dicho no los tenia.
Junte los labios para retener la iniciativa que tenia por preguntarle que
le había sucedido para que tuviera un concepto errado. Sin embargo
no quise entrometerme ya que no teníamos la suficiente confianza y
además no podía dar por hecho que todos éramos iguales, yo más que
nadie sabia hasta podía llegar la maldad de una persona al tener
demasiado poder.
Él me sonrió malicioso.
-Es sorprendente que creas que te llevaré a tomar algo tan aburrido
como un café.
- Ya verás.
.
Daniel McGregor:
Estar con alguien ahora sería condenarla a llenar un vacío que dudaba
que alguien pudiera hacerlo. Porqué Rachel es de esas chicas que te
marcan de por vida y te cuesta una parte de tu alma olvidarla.
Blake se limpio los bordes de sus labios con una servilleta, está quedo
mínimamente manchada por su labial.
Mi comisura se levantó. Podía a llegar a ser tan cruda con las palabras
que había veces que quería que se callará y otras que llegaba a
agradarme el veneno que puede soltar hablando lo mínimo.
Me examinó unos segundos. Veía como sus ojos se movían sobre mi,
era como si estuviera dando un repaso general antes de dar su
devolución.
Dejé caer mis hombros. No me había dado cuenta que en todo esté
momento había estado tenso.
Y tenia una respuesta que estaba seguro que era cien por cierto
acertada.
Bebió de su refresco.
-Mi abuelo decía que las mujeres eran superiores a los hombres en
demasiadas cosas- Le dije. No sabia por qué le relataba eso, ni sabía
si lo que le decía le llegaría a interesarle-. Y que solo un hombre de
verdad; uno que las respete y se esfuerce por hacerla feliz, podría estar
a su nivel.
Un tiempo después tan solo nos despedimos del otro y cada uno se
montó a su coche y se fue.
¿Necesitaba ayuda?.
William me diría que si. Qué necesitaba hablar con alguien profesional
sobre como de pronto todo lo que me enorgullecía de mi, todas las
metas que había logrado, tan solo de un momento a otro habían
perdido su valor. Me lo diría si supiera la información
Estaba vivo pero no lo sentía así.
Hacia las cosas sin razón, sin tener un motivo. Estaba más perdido
que cuerdo y eso me costaba admitir.
¿Cómo algo que jamás has podido sentir, hablar, o sostenido en mis
brazos podría llegar a colarse bajo mi piel?.
Y si...
(...)
Días después.
No había dormido.
Veía el reloj de la pared a cada segundo para darme cuenta que solo
había pasado un minuto. Era como si el tiempo estuviera jugando con
mi cordura.
Fui hasta el mini bar y saqué la botella de whisky. Me llevo a los labios
el vaso pequeño de vidrio.
Según Emilio esa pelea que tenían era porqué ella quería conocerme y
él se lo negaba. Al final había tomado la decisión de negarme a
conocerla y se lo había hecho saber personalmente. La había pillado
en la calle y le dejé bien claro que no la necesitaba en mi vida, no podía
necesitar a alguien que nunca tuve. Ella no tuvo réplicas y volvía a
desaparecer, sin embargo esta vez ahora sabía que se iría y no me
dolía.
-Ábrelo.- Me ordenó.
Abrí la carpeta y empecé a leer las hojas. A cada palabra que avanzaba
se sentía más confundido. Había fotos del accidente y mucho más.
No había duda que esto era un trabajo de un investigador privado.
-¿Por qué hiciste una investigación del accidente que tuve con Alisha?.
Mis ojos no podían creer que es lo que leía a cada página. De pronto
todo parecía encajar; las desapariciones de Rufus constante, su
actitud misteriosa. Él había estado investigando esto de hace tiempo.
Leí una vez el reporte del coche. Mis ojos se movían en esas líneas en
que decían que los frenos habían sido averiados. Parecía ilógico, ya
que recordaba bastante bien como días antes de la carrera lo llevé a
revisar con él mecánico de Samantha.
Rufus asintió.
Me quedé callado.
No tenia palabras.
Blake Price hizo acto presencia frente mío con su labio partido y su ojo
morado. La sangre le escurría de la nariz y lágrimas bajaban por sus
mejillas con rasguños.
-Necesito esconderme.
¡Mierda!.
Hice oído sordo ante las preguntas que soltaban. Solté un suspiro
frustrada, quería llegar a casa en cuanto antes.
Sabia que todo esto se había formado por mi voto silencio durante el
juicio contra Gerardo Dubasso.
-¿Qué sucede?.
Levanté la mirada chocando con los ojos Roger a través del espejo.
Sentí un nudo en la garganta y sonará absurdo pero ese simple gesto
me hizo saber lo que mi mente suponía era cierto.
Ya habíamos llegado.
Salí del coche y me detuve ahí sin soltar la puerta. Pensé que pasaría
mucho tiempo que volvería a estar frente esta casa, el lugar donde
había pasado tanto buenos como malos momentos.
Estaba por entrar a un lugar que lucia igual que antes pero se sentía
diferente.
Hay muy pocas que tengo claras, son más las que no. Sin embargo
lo que sabia es que yo no era la misma y tenía claro que Daniel
tampoco lo era.
La miré sonriente.
- ¡Sorpresa!
-¡Es mi niña!.
No voy a mentir y la verdad es que estuve viendo más tiempo del que
era normal con la sola intención de verlo a él entre los presentes. Sin
embargo por más que lo buscaba no podía encontrarlo.
Parecía una ilusión. Tenia miedo que fuera una, ya que muchas
veces lo había imaginado de una forma escalofriantemente real, pero
siempre terminaba despertándome para darme cuenta que todo era
una vil mentira y solo era un juego de su cerebro.
Sin embargo por más que pellizcos que me diera la imagen suya no
desapareció y fue ahí cuando mi corazón se descontroló.
Su cabello,
Su rostro.
No había dudas, era Daniel McGregor quien estaba ante mis ojos.
Después un largo tiempo lo volvía a ver y sentí como mis piernas
temblaban como solo sabían hacerlo cuando lo tenia cerca mío.
-Princesa.
-Hola.
-Bien.
Nos quedamos ahí sin decir nada, sosteniéndonos las miradas. Nos
quería convencer que en realidad estábamos en un mismo lugar
juntos de nuevo.
Mi mano fue hacia al collar buscando en el un refugio de los
recuerdos que estaban destrozándome el alma.
-No podría hacer eso- Entorne mis ojos en él-. Es importante para mí.
Abrí mis labios dispuesta a decirle que yo también, sin embargo las
palabras quedaron atropelladas en mi boca cuando escuche el
carraspeó de alguien.
Daniel dio un paso hacia atrás y eso me volvió loca. No quería que se
aleje de nuevo.
- Tú madre quería subir pero supuse que ambos estaban aquí- Dijo en
tono duro-. No tarden demasiado porqué Charlotte ya ha bajado.
(...)
Después de una ducha larga que ni la sentí pasar por estar perdida
recordando lo que había pasado hace tan solo unos segundos, me
arreglé sin molestarme en el tiempo que tardase. Necesitaba estar
en mis cincos sentidos antes de bajar a enfrentar de nuevo mi vida
pasada.
-¡Cariño!.
-Abuela.
Rufus estaba como la última vez que lo había visto. Recuerdo que
cuando llegamos hizo reventar el móvil de Charlotte con llamadas y
mensajes. Siguió así por un tiempo hasta que comprendió que ella
no le respondería nada y terminó por dejarlo estar.
Sin dudas podía decir que los tulipanes eran las flores más linda del
lugar. Me llevaban mucho la atención y no sabía por qué. Era como si
destacarán por sobre las demás.
-No hay muchas opciones en donde uno pueda estar en paz justo
ahora.- Le respondí.
- Nunca has sido fan de las fiestas.- No era una pregunta sino que
una afirmación.
-Eso es lo bueno.
Hay muy pocas veces en donde vuelvo a ser la misma antes. Como
esta, que no pude controlarme a preguntarle.
Una sonrisa medio amarga cruzó sus labios. Levantó sus cejas.
Si será idiota.
Pasaron tan solo unos segundos que los sentí como si fueran
interminables horas. Supongo que estaba más ansiosa por querer
saber la respuesta y lo peor es que no estaba preparada para recibir
una respuesta afirmativa.
-No.
Hundí mis cejas.
-¿No?.
- No, Rachel.
Negué.
-¿Me perdonaste?.
Daniel McGregor:
-No.
-¿Qué te ha pasado?.
-Lo es- Dije para su sorpresa y la mía-. ¿Cómo pretendes que ignoré
esto cuando a penas puedes caminar por el dolor?.
-No me digas que ahora eres un moralista- Soltó con desdén-. Si lo que
te preocupa es mi imagen ante la empresa, te aseguro que nadie me
ha visto así. No tendrás problemas conmigo.
Esta vez pareció ser que mi amenace si le causo algún efecto porqué
estaba considerándolo, eso se veía en el repentino cambio de
expresión.
-Bruno Price.
Blake asintió.
- Catriel Price no es un hombre que da cariño y tampoco un padre
devoto, los negocios están primero que la familia- Recitó ella como si
fuera un lema-. Me ha costado más de lo que crees llegar a donde
estoy y por la única la razón que me mantengo aquí es por mi
hermano.
- Yo nadaba, era muy buena y por eso conseguí una beca. Recuerdo
que mi entrenador me decía que llegaría lejos- Se calló y dejó caer sus
hombros-. Pero mi sueño era una ilusión porqué yo nací para ser parte
de los Price.
Supuse que no era un buen momento para preguntarle por qué quería
alejarse de su familia. Tampoco es como si Blake me lo diría así de por
si, sabia que no me tenia ese tipo de confianza al igual que yo no lo
tenía con ella.
- Que mi hermano sea un adicto es tan solo uno de sus problemas, sin
embargo en esta ocasión es responsable que tenga el rostro así- Se
mordió el labio y vi como apretaba con su fuerza sus manos-. Bruno le
debía dinero a un hombre cuyo nombre no se y ni quiero saber, pero
tampoco me cuesta imaginar de qué trabaja. Sus matones han ido a
nuestro departamento y he terminado llevándome un buen par de
golpes antes de pagar su deuda.
Ni siquiera sabía por qué dejaba que sus palabras arisca me causaran
tanto malestar. Ella no era nadie y así debería seguir siendo.
-Tienes razón. No debí meterme así que para la próxima espero que
puedas irte a otro lado a que te curen las heridas, no queremos que
ande metiendo mi nariz en tus asuntos.
Me volteé y fui consciente que tenia que la espalda tensa. Ese golpe de
enojo que traía ahora me había hecho olvidar los nervios que estaba
sintiendo al saber que volvería a ver de nuevo a la única mujer que me
importaba.
(...)
Se dice que solo una vez nos llegamos a enamorar, pero enamorarse
de verdad.
Sin embargo encontrar tal persona es tan difícil que vaciar el océano
resulta una tarea más fácil a su comparación.
Fácil.
Amar solo una vez de verdad significaría que somos las personas más
conformistas y egoístas. ¿Cómo sabremos que es lo que queremos si
no tenemos experiencias?.
Es algo absurdo decir que hay tan sola una persona que nos puede
hacer sentir de verdad. Si eso fuera verdaderamente cierto sería triste
pensar que si algo le ocurre a alguno de los dos, el otro viviría en su
recuerdo.
Creo que el actor de amor más grande es cuando lo tienes con uno
mismo. Cuando decides avanzar, dejar de sufrir, poner de ti hasta lo
último para mejorarte. Supongo que hasta que no llega ese momento
en donde nos ponemos primero como prioridad no llegamos a
entender que es el amor.
El peso de las palabras acaban y destruyen un alma, supe que eso era
cierto cuando la escuche decir que no podíamos seguir juntos.
Escucharla decir que me había perdonado era lo que todo este tiempo
había necesitado oír. Me hacia sentir mejor conmigo mismo y por un
breve momento me hizo creer que quizás no era tan culpable como
realmente lo era.
Desvié la mirada sintiéndome expuso por sus ojos verdes. Dentro mío
todo era un desorden y mi mente se había desconectado.
-No soy la misma chica que te enamoraste. Esa chica actuaba así por
ser victima de abuso sexual- Dijo después de unos segundos-. ¿Qué
pasa si lo que te gustaba de mi no es lo que soy ahora?.
-Respóndeme- Exigí.
-Daniel...-
- Tan solo tú puede lograr esto. Tengo el corazón saltando desde que
te vi bajar del coche- Confesé-. Me tuve que ir al despacho de mi padre
para poder calmarme porqué sino terminaría emboscándote.
- Pensaba que volver a verte sería más fácil si no lograba nada por cual
luchar pero ver mi collar, nuestro collar cambió mi perspectiva.
Los minutos que ella guardó silencio fueron eternos. Más aún cuando
estaba de por medio que tan sola una palabra podría darme
esperanzas así como podría apagarlas nuevamente.
-No.
Mi respiración se cortó.
-Si tengo que desconocerte para encontrarte ten por seguro que lo
haré.
Chasquee la lengua.
-¿Qué pasa?.
-El pobre no está listo para aguantarte por el resto de sus días-
Charlotte hizo un puchero.
Él nos miró con desprecio y torció sus labios indignado. Era tan fácil
molestarlo y más cuando se trataba de su novio, literalmente Ryan era
su punto débil.
Le guiñe un ojo.
Junior volteó sus ojos pero una sonrisa adornada en las comisuras de
sus labios. Caminó hasta la puerta y nos miró por encima de su
hombro.
-Las veo luego- Estiró los costados de su boca-. Por cierto, les dejé un
regalo.
-Entren al internet.
-¿Él...?
-Mierda.
Charlotte tomó mi portátil y yo me apresuré a ponerme a su lado. Los
segundos que tardó en encenderse el ordenador aparecieron eternos.
Apretó las teclas de la computadora y entró a su red social.
-¿Pero que...
No.
No.
¡No!.
-¡¿Voy a cantar?!- Chilló a punto del colapso-. No, no, no- Tiró de su
cabello-.
¡Voy a matarlo!.
-Que graciosa.
No obstante faltaba el motivo del verdadero hecho del por qué falló.
Como una vez mencione los problemas tienen nombre y apellido y el
de Charlotte era Rufus Montaner.
Espera ¿Qué?.
-Cambie de opinión.
Las puertas se abrieron en el último piso. Salí del ascensor y sus ojos
conectaron con los míos, mostraba un brillo de sorpresa y me sonrió
abiertamente.
Con el tiempo me convencí que mis celos hacia ella eran irracional. De
algún modo Darinka era importante para Daniel, era su amiga aunque
ella mantuviera ese afán de hablarle con respeto por ser su jefe. Ella
me agradaba y no solo porqué se que cuidó del hombre que amo en mi
ausencia sino porqué realmente es una buena mujer.
-Si pero...
Ignorando el hecho de que ella quería agregar algo más caminé hasta
la puerta. No iba a tocar, quería el factor sorpresa. Giré el pomo y abrí.
Lo miré a él. Luego miré a la chica que estaba a su lado. Los miré a
ambos.
-Rachel.
Mierda.
-¿Hola?.
-Jeremy.
-Debería pensármelo.
- Eres increíble.
Negué sonriente.
-Adiós, Jeremy.
-Adiós, Barbie.
Colgué el teléfono con una sonrisa. Ese chico le ponía de humor, tenia
una capacidad para hacerte reír a carcajadas y eso me agradaba.
-¿Jeremy?.
-Si.
Él río suavemente.
-Podemos ir...
-¿Quién es Jeremy?.
-Un amigo.
Me quedé mirándola sin creer que la tenia justo frente mío después de
tanto, después de habernos roto el corazón ella estaba de nuevo y la
forma en la que la veía era tan natural, como si realmente el tiempo y
el destino nunca nos hubieran jugado en contra.
Ella levantó sus ojos y joder, una vez más podía decir que el color
verde era mi favorito.
-¿Qué?.
-¿Acosarte?.
-Desde siempre- Dijo.
Sonreí ante eso. Yo seguía teniendo poder sobre ella, sobre sus
sentimientos y seria un maldito mentiroso si no dijera que eso me
hacía condenadamente afortunado.
-¿Por qué?.
-Me llevo bien con tu mamá- Le respondí sin darle mucha importancia.
-También me dijo que de todos los novios que tuviste soy su favorito.
Si me hubieran dicho un año atrás que tendría una buena relación con
la nueva esposa de mi padre lo más seguro es que me hubiese reído.
En ese entonces la vida de Emilio era lo que menos importaba, lo único
que realmente tenía relevancia para mí es era seguir demostrando que
sin mi las empresas McGregor perderían el doble al no tenerme.
-A veces creo que si mamá hubiera tenido otro bebé no se sentiría tan
sola- Exclamó perdida en esa posibilidad-. Luego recuerdo que
Charlotte y Junior son exigentes de atención y esa idea se quita de mi
cabeza.
Rachel entrecerró sus cejas y entrelaza sus manos para luego apoyar
su barbilla sobre ellas.
- ¿Puedo preguntarte dos cosas?.
-¿No tendría que ser una?- Le cuestioné. Ella torció sus labios-. Dime.
Sonreí malicioso.
Rufus no tenia idea pero fui yo quien le envió la vida completa de ese
hombre a su oficina. De todos él lo investigaría así que solo le ahorre
algo de tiempo. Él modelo estaba limpio y no tenia nada malo, y eso
fue lo que más le molesto a mi amigo. Sin embargo él dejó en claro
más de una vez que si investigaba los chicos con que Charlotte salía
era solo para que no volviera a toparse como un hombre como él.
-No, princesa.
-Es guapa.
-Daniel...-
-Si.
Joder se que no tendría que estar hablándole de ese modo pero es que
sentía rabia, enojó. No sabia como manejar su inseguridad cuando
desde siempre era ella quien tomaba las riendas, sin embargo aunque
eso me parecía difícil no era motivo para que ella tuviera que pedirme
perdón por eso y lo que más me molestaba es que pensará que tenia
que hacerlo.
Era yo quien debía pedirle perdón hasta el último de mis días pero aquí
estoy, escuchando como se disculpa de algo que ni siquiera era su
culpa.
-Yo no estoy contigo para aferrarme a una versión de ti, sino a todas
de ellas, seas cual sea yo la querré conmigo.
Nuestro amor no es débil, podemos afrontar lo que nos ponga encima
y se que me mantendré a tu lado- Tragué duro-. Te quiero a ti y
siempre te elegiré. Por eso quiero que tú me elijas hoy y siempre.
-Lo intentaremos.
Me sonrió.
-Pero nunca por sobre ti, bien- Dije serio haciendo notar la exigencia en
mi voz-. Por mucho que tú...
Decir aquello me traía tantas recuerdos pero por más que cueste
decírselo, decirle que puede dejarme el día que se le plazca si no llega
a ser feliz a mi lado era algo que no quería imagine. Sin embargo podia
ser una realidad y siempre la cuidaría, por eso debía asegurarme una
vez más que ella se quiera más que cualquiera, incluyéndome.
-Bien, princesa- Sonreí antes de decir lo siguiente:- ¿Así que ahora eres
modelo?.
Ella abrió sus dedos dejándome ver como sus ojos verdes me
fulminaban al notar que tenia una sonrisa divertida en mis labios.
- No se como haré eso- Dijo haciendo notar que la situación era una
tortura para ella-. Juro que lo mataré a Junior.
-Nada, princesa.
Tuvo que pasar más de diez minutos para que me relajara y aunque lo
disimulaba Rachel seguía preguntándome que me sucedía y agradecí
que por un momento lo dejara pasar porqué ya me había quedado sin
excusas.
-¿Qué?.
-Vamos a bailar.
- ¿Bailar?.
.
Rachel Mac Millán:
-¿Que su...-
-¿Eh no?.
-La verdad es que estos dos se estaban peleando para tener un mejor
lugar en la ventana para espiarte.
Ryan apareció con una taza de café y una mirada que me decía que
sentía lástima por mi o eso me parecía. Apretó sus labios y negó antes
de beber.
-¿No le has dicho?- Le reprochó mi mejor amigo en voz baja a
Charlotte.
Me senté sobre el sofá y tiré mi bolso sobre el. Cruce las piernas y los
observé confundida.
-¿Decirme que?.
-Yo me negué.
Junior carraspeó.
-No exactamente.
-¿Megan?.
- Es una Cowell, no- Dijo algo amarga-. Ellos siempre consiguen lo que
quieren.
Ella lo hacía parecer tan fácil que me causaba odio. Prometo nunca
más hacer de menos el trabajo de una modela porqué la verdad es que
es malditamente complicado.
Me tomé una larga ducha dejando que mis músculos se relajaron por
la presión del agua caliente. Casi que me dormía por lo relajante que
era todo.
Al terminar de ducharme me envolví con una toalla y fui a atacar el
armario de la pelirroja. No tendría tiempo de ir a casa a buscar que
ponerme, además que seria un desperdicio cuando tenia el paraíso
justo aquí.
-¿Hola?.
- Princesa.
Por el tono de su voz supe que estaba irritado y fastidiado. Se veía que
algo iba mal en el trabajo para que se pusiera de ese modo.
- No me digas nada más porqué te juro que soy capaz de dejarlo todo
para ir hacía ti. Y te aseguro que no pisaras esa discoteca en toda la
noche.
Uff.
Colgó la llamada.
Al llegar nos ahorramos la cola solo porqué tenia dos mejores amigos
con bastante influencias. Nos subimos para el VIP y Junior se encargó
de pedir la primera ronda de chupitos.
Chupe el limón antes de vaciar el primer chupito. De pronto ya estaba
de buen humor y solo quería divertirme y supe que mi amiga estaba en
iguales condiciones que yo. El alcohol me estaba poniendo más
suelta.
-No puedes hacer esto aquí- Examiné el alrededor-. Nos pueden ver.
-Entonces vámonos.
Sonríe divertida.
- Debiste pensar que ese vestido tendría un gran efecto sobre mi- Su
mano tiró de mi cadera haciendo que lo sintiera-. Un enorme efecto.
Joder.
Me sentía tan irritada. Mm, con que así se sentía la frustración sexual.
Bueno, ya no quiero sentirla más.
Iba a voltearme para decirle que la oferta de irnos no se veía tan mal,
pero algo me llamó la atención. Yo conocía esa figura, y también a la
persona que estaba entre las sombras con su mirada gélida puesta
sobre una chica que conocía bastante bien.
Me giré a Daniel.
- Si.
-¿Él realmente se rindió?.
-¿Entonces?.
-¿Me amas?.
Asentí embobada.
-Por favor.
.
-¿No sabes lo mal que puedes terminar si haces eso?- Su voz salió
ronca.
Solté un gemido que estoy segura que lo hizo reír. El sudor caía por mi
frente y supe que estaba por correrme cuando el cuerpo entero se me
tensó y Daniel también lo notó porqué chupo con más fuerza
haciéndome dudar si seguía aquí o en el cielo. Me eché hacia adelante
tirando aún más fuerte de su cabello y exploté.
Se subió arriba mío y fue ahí que note que ya nada lo cubría. Lo tenia
sobre mi completamente desnudo y lo único que me quedaba
cubriéndome era el sostén. Tenia su aja cerca de mi estomago.
De pronto noté algo que no me había dado cuenta por estar pendiente
de su juego de seducción. Su sexo estaba tocándose con el mío. Esta
era si que era su peor tortura, nos rozaba y me estimulaba pero no se
adentraba.
- Princesa.
-¿Mm?.
Tomé sus mejillas haciendo que por fin me mirará y me sorprendí que
tuviera los ojos rojos.
Estuvimos por mucho tiempo así hasta que Daniel nos acomodó sobre
la cama y cubrió nuestros cuerpos desnudos con las sábanas. Luego
de varios minutos noté que respiración era pesada y tranquila. Voltee
un poco ya que no podía moverme mucho porqué me tenia agarrada
con fuerza.
Una sonrisa curvo en mis labios al verlo dormir con su ceño fruncido.
(...)
-¿Mamá?.
- Por suerte solo falta unos cuantos días para que se estrene y tome
una vacaciones. Emilio quiere que viajemos unas semanas- Me
comentó emocionada.
- Bastante- Río-. Solo te llamaba para ver si esta noche quieres que
salgamos a cenar las dos. Hace mucho no lo hacemos.
-Claro, mamá.
-Que bueno hij... ¡No, eso no va ahí!- La escuche gritar-. Cariño tengo
que dejarte, las cosas en el taller están por explotar. Te quiero, chao.
-Y yo a ti.
Colgué la llamada.
Daniel me sonrió.
- Iré a comer con mi madre- Dije y noté cierta decepción en sus ojos-.
Aunque podría pasar otra noche aquí, si tú quieres.
Me puse roja al recordar aquello. Ahora que lo veía bien quizás actúe
muy apresuradamente, pero en mi defensa el estaba provocándome y
seduciéndome. No iba a aguantar demasiado.
- No me he cepillado.
Golpeé su pecho.
- ¡Cállate!.
-¿Qué?.
-¡Deja de molestarme!.
- ¿No pensabas que iba a conformarme con una vez, verdad?- Negó
chasqueando la lengua-. Si no he continuado haciéndotelo anoche es
porqué se que estabas cansada.
No veía nada extraño en sus palabras hasta que caí en cuenta de algo.
Si él supiera que si había alguien que si pudo contra ella y que la dejó
totalmente destruido seguro tendría otra perspectiva. Quizás hacia
mal queriendo averiguar qué pasó con Rufus y Kolt el tiempo que no
estuvimos en Manhattan, sin embargo quería estar adelantada ante
todo. No quería que la situación me volviera a tomar por sorpresa y
mucho menos que Charlotte se perdiera en ella misma.
-¿Algo más?.
-Aja.
Me arrodillé y lo miré.
-¿Qué?.
- Te lo has ganado.
-¿Que cosa?.
Me sonrió oscuro.
- Estas diferente.
-¿Si?.
Él asintió.
- Te ves feliz.
-¿ Te afectó verla?.
Esa día que dejé a Rachel con Charlotte recibí la llamada de Rufus
citándome en un bar que frecuentábamos. Al llegar ahí me dio conocer
su decisión de alejarse definitivamente de la vida de la pelirroja, sin
embargo solo me pidió que lo ayuda en una cosa más; que la viera por
última vez.
Negué sonriente.
Tiré el móvil sobre la mesa sin importarme si podía romperse o no. Era
lo que menos me importaba.
-Están trucadas- Apreté los puños-. Las fotos deben estar trucadas.
-Yo también lo pensé, pero ya hice que las examinaran. Son reales.
No. Eso no era cierto.
Y una mierda.
Empuje la mesa atrayendo las miradas de todo en la bar pero eso era
lo que menos me importaba ahora mismo. Lo único que podía pensar
era en esas fotos y en lo feliz que se veía en ellas.
- Qué si lo que dices es verdad, hay una gran posibilidad que el bebé
que murió en el accidente no sea mi hijo.
La culpa que sentía por haber tomado esa curva, el odio a mi mismo,
todo, absolutamente todo podía no ser más que un engaño.
Montaner asintió.
- Si- No había duda de aquello-. Pero no por ahora, quiero estar seguro
de todo porqué el más mínimo error la puede afectar. Ambos sabemos
lo que significa Alisha para ella y si nuestras suposiciones son ciertas
esto será un golpe muy duro para ella.
-Lo tendré.
- Sabremos la verdad.
Apreté la mandíbula.
- Hubiera querido no tener que averiguarlo.
(...)
Me senté en mi silla.
- Infórmame.
-Mañana tiene la junta con los informáticos para tratar los últimos
detalles del software antes de empezar el periodo de prueba- Exclamó
con la mirada puesta en la pantalla-. En una semana tiene un viaje
pendiente a Londres para la inauguración de la nueva sede textil y
dentro de dos semanas estará listo el contrato con los Archibald para
firmar la extensión de su acuerdo.
Asentí.
-¿ Y la señorita Price?.
- Aquí estoy.
Darinka asintió.
Agarré los papeles de los informes de las ganancias de este año para
verificar que los cálculos y gráficas fueron los correctos. Desde lo que
había sucedido el año ahora era más cuidadoso con este tema en
especial.
- Si.
Blake tiró su cabello hacia atrás y atrapó su labio inferior entre sus
dientes. Ahora que me fijaba tenia pestañas muy largas.
-¿Eres lesbiana?.
-Ya claro.
El resto del día nos quedamos debatiendo sobre los adelantos de los
Software. También me comentó que estuvo hablando con los
representantes del gobierno para informarles sobre los adelantos y
darle una fecha estimada de cuando estaría listo al igual de cuando lo
lanzaríamos s la prensa para hacerlo conocer.
- McGregor.
-¡¿Qué mierda?!- Bramé. De todo lo que pensaba que podía ser nunca
se cruzó que fuera a ser que estuviera en la cárcel.
-¿Está William?.
-Daniel.
-¿Alma Montemayor acaba de contestar el móvil?- Dije con cierto
asombro.
-¡¿Qué?!.
Le respondí;
Minutos después salió William con Kolt; quien estaba golpeado y una
vestimenta deplorable. Lo más notario era el golpe bajo su ojo derecho
y el corte en su labio.
Le contesté al instante.
Me sentía más tranquilo de volver a casa de una vez por toda. Quería
llegar y tomarme algo para que el dolor de cabeza que me causó Kolt
se fuera.
Dejé mis cosas sobre uno de los sillones y me cambié de ropa. Apagué
la luz de la habitación y me acosté a su lado.
Ella se removió sobre la cama y se volteó para abrazarme.
-¿Que ha pasado?.
-Daniel...- Susurró.
-¿Mm?.
-¿Quieres ir a la ducha?.
Sonreí al escucharla.
- ¿Tiempo libre?.
Charlotte abrió sus ojos y una sonrisa venenosa cruzó por sus labios.
- Iré en un segundo.
Suspiré cuando por fin sentí que todas esas manos que me quitaban el
aire ya se habían esparcidos a otros lados.
- Oh, créeme que esto es solo por hoy. No volveré a una pasarela.
-Si.
-¿Seguro?- Cuestionó.
La misma chica que había aparecido hace unos minutos diciendo que
saldríamos en diez se volvió a acercarme.
- Es tú turno.
Me giré y caminé de vuelta con más firmeza en mis pasos. Ahora que
lo hacia no me parecía tan malo. Sin darme cuenta lo estaba
disfrutando, aunque eso no lo admitiría y mucho menos en presencia
de Junior.
Volteé una vez más dando una última pose y desaparecí por el pasillo
del costado mientras escuchaba el estruendo de los aplausos.
Una vez estuve bien alejada de todo los reflectores, cámaras, y las
miradas que esperaban una equivocación de mi parte, al fin respiré. De
un momento a otro empecé a reírme sin motivo sin razón.
-No lo sé.
Cualquiera que no fuera yo la vería como una villana, una chica sin
escrúpulos alguno, que no tiene nada más en mente que el dinero. Sin
embargo solo la gente que la conocía en verdad sabia como era, sabia
que era alguien que se ocultaba en capas de superioridad para no
volver a sentirse insegura. Toda esa falta de sentimientos no podía ser
de la misma persona que lloró en mi hombro por miedo a volver, a
recordar.
Quería asegurarme que ella podía con esto, porqué de no ser así seria
yo quien se volviera su soporte en tierra. Aunque Charlotte jamás lo
necesito, siempre fue ella su salvación y estaba orgullosa por eso.
- Lo sé.
- Hasta que entendí que cuando una persona no es para ti, no lo es.
Por mucho que te esfuerces, que lo anheles...- Negó con su cabeza-
Simplemente debes dejarlo ir. Y cuando comprendas eso volverás a
encontrarte, a la parte de ti que pensabas que habías perdido.
- ¿Y Cassy?.
Sonreí negando.
- Así que está en la vida de una heredera- Dijo volteando a ver el amplio
camerino.
- Escuché que había una fiesta después del desfile- Inquirió él-. Me
pregunto si tu madre conoce...
- ¿Especial?- Le cuestioné.
Él apretó su mandíbula.
-No creas que me comprarás con unas palabras. Se que quieres los
beneficios de ser mi amigo.
- Eres insufrible.
Quería dejar de mirarlo, sin embargo como dije antes era casi
imposible ignorar las sensaciones que te transmiten sus ojos.
Antes que dijera algo él mismo se detuvo dando un paso hacía atrás
como si de pronto hubiera recordado algo y me sonrió algo tenso.
Su boca se abrió para decir algo y fue entonces que la puerta del
camerino volvió a abrirse y Daniel entró a la habitación.
Extendió su mano.
- Daniel McGregor.
Él apretó su mano.
- Jeremy Thompson.
.
Daniel McGregor:
- Iré a buscar a Cassy, no quiero que me deje solo aquí por irse a follar-
Le dijo a Rachel y ambos rieron.
Así fue como aquel chico de cabello rizado se fue dejándonos a los
dos completamente solos. Lo cual agradecí, no podía hacerle nada de
lo que cruzaba por mi mente estando él presente.
Me sonrió y se abrazó a mi, con fuerza. Como aquella vez que fuimos
a bailar.
No estaba entendiendo pero eso no impidió que la estrechara entre
mis brazos.
-Princesa...-
Su tono de voz era medio agudo. Dos segundos me tomó descifrar que
estaba mintiendo.
-Mentirá.
- ¿Qué si...-
Rachel me interrumpió.
- Trataré de no hacerlo.
- Claro.
- ¿Solo dormir?.
Solté una risa logrando que me clavara sus verdes ojos sobre mi de
una forma en la que me dejaba claro que no le hacía ni una gracia que
le dijera estás cosas estando otras personas.
Al volver a mi lugar noté que Kolt estaba más tenso que al principio y
estaba seguro que no se debía al hecho que frente nuestro estaban
Rufus Montaner con April Chopra. No, eso no era lo que le ocurría sino
que otra cosa, la misma cosa que también tenía del mismo modo a
Rufus; Charlotte Cowell.
- ¿Agotada?.
Megan sonrió.
- Ellos tampoco están bien con esto- Le dije echándole una mirada
ambos.
La sonrisa que les plantó a ambos los dejó descolocados y eso se vio
en la expresión de sus rostros. Ninguno se lo esperaba ya que desde
que la pelirroja volvió solo los ignoró y ellos a ella... O bueno hasta
ahora.
Ella se volvió de vuelta por donde había salido hace unos minutos. Los
aplausos estallaron cuando desapareció y vi como tanto Kolt como
Rufus se levantaron de sus lugares y se marcharon.
- Era una de las opciones. La otra era que se congelara ante ellos y
saliera corriendo haciendo el ridículo más grande de su vida- Dijo
mirando su móvil-. Y creo que ambos sabemos a la perfección que
Charlotte Cowell no se pone en vergüenza ante nadie- Me miró-. Creo
que deberías llamar a tus guardaespaldas si no quieres que esos dos
mañana sean portada del New York Times por crear disturbios en el
desfile más importante del momento.
Mierda.
(...)
-¿En qué mierda estaban pensando?- Bramé colérico-. ¡Si les dicen que
no pueden entrar es porqué no pueden entrar!.
Desde que los traje hasta un lugar apartado ninguno ha dicho nada. Se
mantenían callados y sabia que no le hacia ni puta gracia tener que
estar los dos juntos en el mismo lugar pero eso no podía importarme
menos.
Le sonreí a la pantalla.
Solo ella puede seguir pidiéndome permiso para hacer la mínima cosa
en mi suite. No importaba lo mucho que le repitiera que podía hacer lo
que quiera y no me molestaría, Rachel seguía avergonzándose hasta
para entrar al baño.
Al verme sonrió.
Soltó el humo.
- ¿Qué sucede?.
- ¿Me excedí?.
Negué.
- Se lo merecían.
No conocía tanto a Kolt McGregor como para decir qué haría él, no
obstante si que conocía bastante bien a Rufus Montaner. Los años de
amistad que tenemos juntos me permiten poner la mano al fuego y dar
certeza que en cualquiera momento entraría por esa puerta a exigirle
explicaciones a Charlotte, aunque ella no tuviera que dárselas.
- No sé.
- Llamar a seguridad.
- Lo sé- Dijo Megan neutra-. Por eso es que antes de que salieras es
que di órdenes específicas que Kolt McGregor y Rufus Montaner no
pueden entrar aquí.
- Gracias.
Ella río.
- Que chistosa.
- Que des fortunio más grande ser dueña de la marca de ropa más
prestigiosa de Estados Unidos- Ironice-. Si algún día te cansas puedes
dejarme Polka's. No me molestaría en lo absoluto ser una empresaria
solicitada.
- Por supuesto que no, cariño. Soy tu madre, no te dejaría ganar una
discusión aunque tuvieras razón.
(...)
Había disfrutado ver como los aplausos inundaban el salón y más aún
ver el brillo de mamá en los ojos al saber que todo había sido
espectacular. Por lo que había oído ya más de la mitad de la colección
había sido vendida a compradores exclusivos y el resto se distribuirían
en las marcas de ropa que están asociada a Polka's.
¿Donde estás?.
Por lo que había oído de Megan fue él quien se encargó de hacer que
Kolt y Rufus se marcharan. Supongo que eso mismo es lo que lo tenia
tan ocupado y por eso no volvía, aunque estaba tardando un poco más
de lo necesario. Por otro lado comprendía que esos dos no eran algo
fácil de manejar y menos estando uno tan cerca del otro.
No había que ser un genio como Charlie para saber que Kolt y Rufus
no se toleraban en lo más mínimo. Los motivos eran claro: Charlotte
Cowell y April Chopra.
- Gracias.
Escribí el mensaje.
Suspiré pesadamente.
Sabia que se refería al beso que Daniel me había dado hace tan solo
unas horas atrás.
Un mozo cruzó por nuestro camino y Jeremy tomó uno de las copas
que llevaba en la charola de plata.
-¿ Qué?.
- Charlotte...-
Yo no fumaba, no me gustaba.
- ¿Interrumpo?.
- En lo absoluto, princesa.
- Blake Price.
Mis cejas se alzaron un poco al escuchar su apellido. Ya entendía por
qué Daniel la conocía, ella no era una chica cualquiera. Tiene un gran
imperio atrás suyo y era comprensible que ambos se hayan asociado,
después de todo sus empresas lideraban los negocios de todo
Estados Unidos y otros países.
Basto unos segundos para que ella desapareciera por completo. Volvi
mi mirada hasta Daniel quien traía su rostro contraído y sus ojos
parecían querer fusilarme.
- ¿Qué?.
Él negó lentamente.
- No lo hice.
Daniel sonrió.
Lo había de una forma que daba entender que estaba celosa y puede,
no digo que si, sino que puede ser que así sea. Y de estarlo no lo
aceptaría porqué sabia que Daniel se burlaría a mí costa por ello y no
era muy buen aguantando las bromas, siempre se me han dado fatal.
En ese momento quise golpearme por ser todo menos disimulada ante
él. Aunque tenia bien claro que podía ser una puta actriz de primera y
Daniel sabría cuando mentía y cuando no lo hacía. Eso lo había podido
comprobar desde que nos reencontramos. También debía reconocer
que ese descubrimiento muchas veces me hizo cuestionar si cuando
le mentía el pasado él tan solo fingía que me creía.
Por fin me había dado un tiempo para poder hablar con ella
tranquilamente. Antes no pude hacerlo debido a que estaba estresada
por modelar por primera vez y es que Megan me dejaba rendida y sin
ánimos de hacer nada más que dormir por ocho horas o un poco más
de eso.
Extrañaba esa cosa de ella; que hiciera una cosa totalmente graciosa
sin que la avergüence o sintiese la más mínima pena por ello.
Enviar.
-Rachel...-
"En cuanto a lo otro... ¡Pues que hemos follado, tía!. Aunque las cosas
entre nosotras están algo tensas. Me ha hecho ilusión verle pero lo he
notado raro y todo acabo en una pelea que ni te cuento".
"Antes que preguntes cómo lo supe, pues deberías ser más atenta a lo
que pasa a tu alrededor porqué de lo único que se habla en los páginas
de internet y revistas es de vuestra relación. No disimuláis ni un poco y
joder que me encanta verte feliz".
- ¿Te he dicho ya que te ves muy guapo?- Intenté disuadirlo para que
dejara atrás el tema.
Esperó.
Esperó.
Y esperó.
-Eres increíble- Susurró sonriendo amargamente.
- Dormiré en el sofá.
¿No que muy valiente? Bueno ahora no lo parecía porqué mis piernas
no se atrevían ni a hacer el más mínimo movimiento.
Silencio.
- Se que te hice daño al marcharme siempre que las cosas iban mal.
Lo se porqué lo has expresado así, con enojo y rabia- Podía sentir que
en cualquier momento el corazón se me saldría-. Como se también
que jamás me dirás que eso te causó daño y miedo a que pueda volver
a desaparecer por tu más mínimo error y eso, Daniel, es mi culpa.
En una relación siempre habrá errores y yo no necesito un novio
perfecto, sino uno que sea real.
No se en que instante pasó pero de pronto Daniel estaba sobre mi. Sus
manos se sostenían del apoyabrazos del sofá manteniendo el
equilibrio para no dejar caer todo su peso sobre mi.
- Quiero en verdad decir que es absurdo que pienses así pero ¿Con qué
cara te lo diría? Te mentí muchas veces y quizás vuelva a hacerlo- Dijo
a un palmo de mis labios-. Tengo bien claro que no fui la única
persona que te hizo daño pero tengo parte de la culpa, y me molesta
que dejes que todo el peso recaiga sobre ti. Tú no buscaste nada de lo
que te sucedió- Sentí sus dedos apretarme el costado de mi cadera-.
Te dije que te quería en todas tus facetas y eso hago.
Vas a volver a creer en ti, te lo prometo. Y yo estaré ahí para verte
porqué te aseguro que no te soltaré.
- Gracias.
- Te quiero- Le susurré.
- Y yo a ti, princesa.
Daniel me sonrió.
- Me gusta más el término esposo pero creo que todavía queda tiempo
para ello.
Daniel McGregor:
No para mí.
Hui.
Y por eso mismo es que seguía siendo igual de culpable que antes.
Debí hacerlo... Pero era un idiota que lo único que le interesaba era
llamar la atención de padre por medio de arrestos y libertad bajo
fianzas.
-¿Qué haces?.
- Pensando.
-¿En que?.
- Mira que me gustan muchos los juegos y más aún si tú estas incluida
en ellos. Pero esté tema en particular no es juego, es un hecho
-¿No?.
-¡Basta!.
Levanté mis cejas ante eso. Conocía el brillo en sus ojos, por supuesto
que lo hacía. La Rachel de hace un año lo ponía siempre que quería
algo y veo que eso no ha cambiado.
Rachel jugueteó con sus dedos algo nerviosa. Parecía estar dudando
de pedírmelo y eso era absurdo, ella me podía pedir una puta estrella y
se la conseguiría.
- Tú coche.
-¿Mi coche?.
-Tengo una junta temprano, princesa- Dije tirando de ella para que se
acueste sobre mi-. No tienes que preocuparte por nada, mi personal
sabrá como atenderte.
- No lo creo, princesa.
-Mmm.
(...)
"Si me estas hablando a cada hora por tu coche déjame decirte que
soy buena conductora y tengo dinero. Así que si lo rayó o algo te lo
pago."
Le asentí.
Blake volvió unos minutos después con dos vasos pequeños de vidrio
y una botella de whisky en sus manos. Los puso en la mesa, más
precisamente frente mío y sirvió el alcohol.
- No te va a gustar- Anticipo.
- Las cosas son así, Daniel. He intentado con sobornos pero esa gente
sabe que no les conviene y si nos seguimos involucrando nos
podemos meter en serios problemas.
-¿Qué sucede?.
-¡¿Qué?!.
Salí de la oficina dejando atrás a los dos. Debía haber un error, por
supuesto que lo había. Darinka no podía ser arrestada, ni siquiera es
capaz de ir más allá del límite de velocidad.
- Perdóname.
Ya tenia visto que ponerme para esa noche. Charlotte no estuvo para
ayudarme como siempre, pero creo que había acertado a la hora de
elegir.
Charlotte llegó fija con la idea de pasar por desapercibida ante los ojos
de ellos y no creo que provocarlo en una pasarela ante el ojo popular
sea pasar por desapercibida. Y eso trajo un revuelo.
Bebí un sorbo más de mi café con una sonrisa puesta en los labios al
recordar como esta mañana había logrado que el Audi R8 siguiera
siendo mío.
Si, lo estoy.
Las cosas iban bien y suena loco, pero eso me aterraba. Estoy tan
acostumbrada a estar en mi mejor momento y de un segundo a otro
terminar cayéndome de las nubes para caer otra vez en un bosque en
llamas.
Las cosas entre ella y ese chico no iban nada bien. Ayer hablamos por
video llamada. Todo estaba normal, ella me mostraba como era su
familia y hablábamos de mi relación con Daniel cuando algo le llegó al
móvil, al instante la expresión le cambió e inventó una excusa para
colgar. Horas después supe de que se trataba y no me gustó para
nada.
Leí su mensaje;
Cuando dije que las cosas iban bien entre nosotros no mentía. Sin
embargo siempre hay un pero.
Daniel había sido una gran novedad este año. No solo por ser alguien
que para ser relativamente joven tiene mucho éxito en los negocios, ni
tampoco por ser un empresario apuesto (Como lo habían llamado
muchas revistas) Sino que desde que salió la noticia que el software
únicamente exclusivo para las entidades más importantes del
gobierno estaría listo antes de lo previsto su nombre despegó aún más
y ni hablemos cuando hizo la rueda de prensa haciendo pública su
alianza con los Price.
De solo pensar que mañana tendría que ver esas fotos en portadas de
revistas a penas saliera a la calle me daban unas increíbles ganas de
quedarme encerrada.
Ayer fue el primer día que pude ver a Daniel. El proyecto estaba
avanzado a pasos gigantescos y eso significa que tenia más
disposición de su tiempo por que lo llevaba varios días sin poder verlo
o hablar con él, solo recibía cada cierta hora un mensaje suyo
preguntándome cómo estaba, que cuando podía responder él ya no lo
hacía.
- ¿Puedo subir el volumen, por favor?- Le dije a la moza que pasaba por
mi lado-. Gracias.
Contuve la respiración cuando vi salir en vivo. Por una vez quería que
mantuviera la boca cerrada, lo que menos me apetecía después de ver
a mi novio en televisión con una mujer era ser acosada no solo por
Junior sino que también por Montaner y McGregor.
-¡Charlotte! ¡Charlotte!.
-¡¿Niccolo?!
-¡¿Niccolo Rivera?!
- Si, Niccolo Rivera será mi acompañante.
"Ella, tú, y yo iremos por unos tragos esta noche. Y más le vale ir
porqué mi paciencia en poca".
El asunto de tener que decirle que estaba volviéndome a ver con Daniel
todavía no lo concrete pero ella no era ninguna despistada y yo
ninguna disimulada. Mi madre lo sabía solo que estaba esperando que
se lo dijera, pero todavía no quería hacerlo, no al menos hasta que
lleváramos más tiempo.
- Hola.
Estos días estuvo algo enfermo y eso nos tenía preocupada tanto a mi
madre como a mi. Ya me acostumbré a que Emilio formara parte de mi
vida y la de mi madre, a la larga le terminé teniendo aprecio.
-¿Cómo te sientes?.
Para todos había sido una sorpresa cuando se reveló que la mano
derecha, la persona que llevaba cada paso de Daniel era la misma
quien lo estuvo estafando todo este tiempo.
Darinka estaba retenida hasta que el juicio se llevara a cabo. Tenia una
defensa que le asignó el estado ya que ella no podía costear uno
porqué todas sus cuentas fueron congeladas por la investigación.
Emilio asintió:- Si, pero sigue sin decir nada al respecto- Dijo
haciéndome sentir aún más impotente e inútil por no saber como
ayudarlo-. Me pidió que me encargará del proceso judicial.
Hace cuatro días él me dijo que estuvo todo el día en la oficina y que
no podía salir. Tuve la idea de que fuéramos a cenar pero eso no fue
posible.
-Rachel.
-¿Si?.
- Creo que será una buena idea que le ofrezcas a tu madre una tarde
chicas- Elevó una ceja.
Las pocas horas que pude dormir me dejaron aún más cansada. Me
gustaría decir que no era de esas personas que pensaban demasiado
en una misma pero estaría mintiendo. Gran parte de la tarde me pasé
cuestionándome las actitudes de Daniel.
Tenia unas enormes ganas de cancelar los planes de hoy pero prefería
que Junior le gritará a Charlotte antes que a mi.
“Saldré con Charlotte y Junior por unos tragos. ¿Quieres que vaya al
departamento cuando salga?”.
-¡Daniel!.
Fue entonces que la segunda persona apareció, ella era mucho más
grande que la pequeña que me abrió en primer momento. Destiney
tenia cinco años y Molly diecisiete.
-No.
El silencio no duró.
Cuando lo dijo supe que aquella palabras no eran lo que vine buscar, ni
muchos lo que realmente quería oír.
Una vez más había caído en la realidad sin contemplación alguna. Una
vez más alguien que consideraba intocable volvía a fallarme. Y una vez
más no sabia como manejarlo.
Me levanté para irme de una vez. Sin embargo cuando tomé el pomo
de la puerta escuché un ruido en la cocina.
Me acerqué y vi a Molly lavando unos platos. Lo hacia nerviosamente y
desde donde estaba la escuchaba sollozar.
- ¡Mierda!.
El vaso se le había resbalado de las manos dejándolo en mil pedazos.
Se agachó para alzarlos y fue ahí cuando notó que la observaba.
- Déjame ayudarte.
-Molly...
-¡La dejaste sola! ¡Tú la dejaste sola!- Vociferó-. Si estas aquí es porqué
no te lo crees, porqué dentro tuyo sabes que ella no es culpable
aunque así se declare.
- Si no eres capaz de creerle a las personas que son tus amigos aún
cuando tienen el mundo en contra, no eres capaz de nada.
Roger se me acercó.
- Señor, la señorita Blake llamó. Dice que lo necesita con urgencia en la
empresa.
-Bien. Vámonos.
Tomé la puerta del coche en mi mano. Voltee a ver al hombre que era
como un padre para mí.
-Bien.
Las pruebas decían una cosa, sin embargo mis años siendo amigo de
Darinka Jhons mostraban algo totalmente diferente.
Samantha.
Siempre será Samantha, por más que un papel diga que su verdadero
nombre es Alisha.
Darinka era un niña sin noción alguna de la vida cuando llegó ante mi.
Una chica con mucho perdido pero con ganas de luchar para recuperar
el doble.
Apagué la pantalla.
(...)
No hubo respuesta después de eso, pero sabia que había llegado con
sus amigos.
La red social de Charlotte no escatima algún detalle.
No había forma.
- De hecho, si. Me preocupo por ti- Dijo severa y mis ojos repasaron
sus facciones-. Y por eso mismo es que necesito que vayas a dormir.
¿Cuánto dinero más me quieres hacer perder?.
- Gracias por esto, Blake. Se que estoy dándote más trabajo de lo que
te corresponde y no te has quejado, así que simplemente gracias.
- Si.
Sabia hace tiempo que estaba empezando a hacer las cosas mal y
quería remediarlo. No volver a cometer los errores del pasado que
habían logrado alejarme. Ella se merecía que cambiará y que lo diera
todo después de lo que vivimos.
Me fijé la hora en el móvil. Era casi las doce de la noche. Si, tenia
tiempo de ir a verla.
Agarré mi maletín junto al saco del traje. Guardes los papeles para
luego terminar de revisarlos.
Estaba concentrado en dejar todo en orden rápidamente para irme que
no me di cuenta que Blake seguía aquí.
-No.
El camarero se volteó para ir a traer lo que ella le pidió. Sin embargo
no dio dos pasos hasta que lo detuvo con un grito.
- Por supuesto.
No soy tan allegada a Kolt para opinar con certeza de lo que haría él al
momento que supiera esa verdad. Aquí se marcaba la diferencia en
muchos aspectos, porqué los años de amistad que mantuve con Rufus
me permiten anticipar los contratiempos que podría formar, eso me
daba Montaner que Kolt no.
- No hay nada. Pagué mucho dinero para que ese día no exista más
que en mi memoria.
Asentí sabiendo que no quería que continuara hablando de esté tema
en particular. Le tomó un poco de tiempo volver a recuperarse del
todo, antes parecía perdida en si misma, vagando en los recuerdos. No
me gustaba que volviera a ese día, sin embargo tenía la certeza que
desde Rufus empezó a investigarla ella volvía a cada momento a ese
día.
- Yo se- Mis hombros cayeron-. Pero estos días estuvo muy distante.
- No es para menos. ¿Acaso no dijiste que Darinka era una gran amiga
suya?
- Ay no, va matarme.
Junior había quedado dormir sobre la mesa del bar mientras que Ryan
le explotaba el móvil de llamadas. Por lo que mencionó habían peleado
porqué él lo había dejado solo con todo el tema de la boda y al final
acabaron a los gritos.
- Holaaaa.
Mi ceño se frunció.
- ¿Soy buena?.
-Si, a ella le gusta y mucho- Soltó una risa y puso en dedo en su boca-.
Pero no le digas a Rachel, no quiero que se sienta mal.
Otra vez pensé que mi mente combinada con el alcohol me jugaba una
mala pasada. Pero no era así.
-Ven, princesa.
Para esté punto me sentía realmente culpable porqué sabía que tenia
razón y el único motivo por el cual explotó fue el miedo de que volviera
a ponerme mal. Las recaídas eran algo con lo que viviría siempre, la
duda y la ansiedad estaban ahí , seguían ahí.
- ¿Seguimos saliendo?.
- El día que yo te dejé ir será cuando esté muerto. No hay después de ti,
Rachel. Solo eres tú.
- Bésame.
- ¿Por qué?.
- Gracias.
.
Daniel McGregor:
Mi mirada se fue hasta sus brazos, no había nada en ellos pero aún así
se me hacía ver las marcas rojas en ellos.
Se que lo que pasó fue por las mezclas de tragos y alcohol, también
por el hecho de que estos días estuve siendo un imbécil con ella, no
seré indiferente a eso. Sin embargo todavía podía sentir el temblor de
mi manos y el miedo que sentí al ver la ansiedad en su mirada cuando
observaba con demasiado detalle a Charlotte, que estaba vomitando
totalmente inconsciente de lo que sucedía a su alrededor.
4:30 a.m.
-¡Rachel!.
- ¿Estás bien?.
Volvió a asentir.
Miré al techo tenso. No quería que durmiera así, la quería junto a mí,
eso sería algo que siempre querría.
Tire de su cintura y escondi mi rostro en su cabellera negra.
- Te amo.
- Te amo.
-Lo sé.
-Pero...
-Duermete, Rachel.
(...)
- No encuentro a Rachel.
- ¿Y por qué supones que está conmigo?- Su tono de voz era amargo-.
Mira, si se algo te aviso.
Cuando abrí los ojos y estiré mi brazo sobre la cama para dar con su
cuerpo me costó dos segundos caer en la realidad; Se había ido. Y
justamente por eso es que estaba furioso, había revisado las cámaras
de seguridad y la vi salir del edificio totalmente nerviosa de que yo
pudiera aparecerle de frente en cualquier momento.
Esto me recordaba tanto a como era el año pasado, cuando las cosas
se les escapaban de las manos siempre encontraba una modo de huir.
- Daniel yo...
Eran muy pocas las veces que me sentí perdido, con miedo a que todo
pueda derrumbarse. La idea de perderla en serio me asustaba, más
que otra cosa. Estaba mal sentir esta dependencia pero no importaba
porqué al final del día las veces que sonreí eran todas por Rachel.
Debía gritarle, decirle lo idiota que era. Sin embargo solo le exigía que
me dijera que es lo que no estaba funcionando, que era en lo que
estaba fallando sin darme cuenta.
- ¡Yo no te pedí que lo hicieras! ¡No te pedí nada de esto!- Bramó con
sus mejillas rojas.
- ¡No lo sé!.
- Por supuesto que no- Mis hombros cayeron-. ¿Siempre será así,
verdad?.
- Daniel, no. Las cosas no son así... Yo no pienso eso. Solo que he me
sentido presionada y... Esto no es fácil para mi.
- ¿Para mí si?- Arremetí contra ella-. ¿Crees que estoy bien con el
hecho de que Samantha murió por mi culpa? Si piensas eso déjame
decirte que estás loca porqué no hay un día en el que no me sienta una
basura.
- Daniel...
- Me voy.
Me solté de su agarre.
-Me iré del país por unos días. Tengo asuntos en el extranjero que
atender.
- ¿Ella irá?.
- ¿Qué?.
Quiero convencerme que solo fue un momento. Sin embargo las dudas
crecían dentro de mi y no quería admitirlo, me rehusaba.
No sigo enferma.
No sigo enferma.
No lo estoy.
Escucharlo decir que se iría con Blake Price me heló el cuerpo. En ese
instante el recuerdo de Charlotte me azotó en la mente, más
específicamente sus palabras.
Desde ese día no supe más de él. Lo poco que sabia era por la
televisión y los chismes de internet y revistas. No los leía porqué
hacerlo me hacía doler el pecho y no quería pensar en esa posibilidad,
pero lo hacía.
Samantha era un personaje con poder, que no tenía miedo. Una mujer
muy avanzada para su época. Era de roble y nada podía detenerla de
soñar.
Me alejé sin darme cuenta que cada vez lo hacía más y más. Las
lágrimas hacían que todo se viera nublado y no podía pensar en nada
más que en ella y en lo que fue, en lo que pude hacer y no lo hice por
solo pensar en rendirme, en dejar de vivir. De no ser porqué toda
atención estuvo en mi quizás alguien pudo e incluso yo, nos
hubiéramos dado cuenta que Alisha estaba sufriendo. Ella necesitaba
ayuda y no la tuvo.
- ¿Qué?.
- Un hombre. Viene casi todos los días durante los últimos cuatros
meses.
Siempre deja una rosa roja y se queda por horas en la tumba de Alisha.
-No, señorita.
Alisha...
No lo has hecho.
No lo has hecho.
No lo has hecho.
No iba a dejar que me afectara, ya lo había dejado una vez y las cosas
terminaron mal.
- Un evento.
-De eso no hay duda, bonita. Te haré pasar la mejor noche de tu vida.
-Jeremy...-
Daniel McGregor:
Para pelear, para una discusión se necesitaban dos y yo no quería
seguir haciéndolo. No quería seguir tentando la rabia y que llegáramos
a un punto en donde dijéramos cosas nublados por el enojo. Suficiente
había escuchado y no quería seguir haciéndolo, no más.
“No puedo confiar en ti. ¡¿Cómo lo haría después de todo?! “.
Cerré mis ojos queriendo que sus palabras tan solo se fueran. Pensé
que la única vez que me diría aquello solo sería en mis pesadillas, debí
suponer que era algo tonto de mi parte creer que ella realmente me
había perdonado. Siendo franco siempre habrá una parte suya que me
culpa por lo de Samantha y no la juzgaba, solo que no podía tolerarlo.
Ella necesitaba tiempo a solas y yo también. Y sabía que aunque
tuviera unas terribles ganas de quedarme tenía obligaciones y como
dije, necesitaba un tiempo a solas para no seguir enojado y dolido.
Singapur, ese era mi destino. El vuelo había salido hace horas pero
todavía me faltaba para llegar.
Hace tiempo que me había sentido un poco más relajado al recibir el
mensaje de Alaric diciéndome que ella estaba en casa perfectamente
bien. Había ordenado que la siguiera y no la perdiera de vista mientras
no estaba.
No quería pensar que un ataque pudiera volver a agarrarla
desprevenida. Tampoco ayudaba el hecho que estuviera investigando
a ese hombre con el cual Alisha estuvo involucrada.
Montaner me había aconsejado que no me alarmara pero tampoco
estuviera muy tranquilo. Después de todo es él hijo de un mafioso de
quién hablamos.
Tenia que reconocer que mi ida a Singapur tenía mucho más que ver
que con el fraude a mis empresas que con querer saber la parte final
de la verdad de Samantha.
Rufus me había dicho que sus investigaciones lo llevaron hasta aquí y
solo aproveché que tenía una sucursal en este lugar para venir sin
llamar la atención. También era una muy buena oportunidad para
hacer una campaña publicitaria sacando a la luz nuestra expansión
como fabricantes textiles. Además que Blake mencionó que aquí
residía el mejor programador y por eso he venido a buscarlo, porqué de
serlo lo quería en mi equipo.
El proyecto estaba a unos meses de culminar y necesitaba que él más
experto de todo revisara que todo estuviera perfecto, tal cual. Si Blake
dijo que su conocido era él más brillante yo le creí, no ponía en duda
su objetividad, confió en ella.
No debía tomarlo a la ligera porqué lo que iba a vender no era algo
para cualquier empresario, sino que esto iría para el gobierno. Era un
terreno peligroso porqué si había un fallo se sabría en segundos y
terminaría perdiendo la calidad de excelencia que tanto presumían mis
empresas. No podía permitirme eso, no perdería el prestigio.
Esté proyecto llevaba años planeándolo y cuando pude ponerlo en
marcha se sintió tan bien. Esto definiría mi carrera y no solo sería visto
como un heredero más que se hizo cargo de las propiedades de su
padre. Estaba a punto de mostrar mi valor y todo el trabajo que me
costó llegar hasta donde estoy. Podía hacerlo y lo haría.
Me ajuste el nudo de la corbata y fue entonces que mis ojos se
desviaron a la televisión pequeña que había en el Jet.
-En los momentos más controversiales de estas semanas ponemos a
pie una de las chica que ha sido foco de atención por su gran debut-
Dijo la mujer sonriente-. Muchas agencias tienen un ojo sobre ella pero
se dice que ha rechazado toda las ofertas propuestas ya que solo
quiere concentrarse en la universidad y posteriormente ejercer su
carrera.
Tragué saliva sin poder correr la mirada. Antes que la nombrarán sabía
de quién estaban hablando.
-Y para lo que no sabéis de quién hablamos es nada menos que la
heredera de la prestigiada diseñadora Juliette Roberts, Rachel Mac
Millán.
La imagen de la pantalla cambio mostrando un primer plano de lo que
fue aquella noche que Rachel deslumbró con su caminar. Mi
mandíbula se tensó al instante cuando mostraron esa parte en donde
ella me había mirado con intensidad, esa mirada que me dejó claro
que solo yo era él hombre que amaba.
Un frío helado me recorrió al recordar nuestros gritos y mis últimas
palabras.
- Yo que tú me preocuparía más por lo nuestro que por Blake Price.
- Recordemos que años atrás está chica nos dio bastante que hablar
luego de su desaparición después de haber descubierto la infidelidad
por parte de su ex novio Evan Valverde, y tampoco podemos olvidar
cuando por un tiempo fue emparejada con uno de los hombres más
influyentes del país, Daniel McGregor. Aunque al día de hoy podemos
descartar lo último ya que todos sabemos que esté joven millonaria ya
tiene a su candidata perfecta; Blake Price.
A mi mente llegaron sus palabras y odié que los medios aumentaran
argumentos absurdos a sus suposiciones ridículas.
- Tú le gustas, Daniel- Bramó sin borrar la sonrisa cínica de sus labios-.
No entiendo como todavía no te has dado cuenta. Y yo sinceramente
me he hartado de tener que verlos por televisión escuchando la
increíble pareja que harían. Me he hartado.
-Apágala- Le ordené a una de las aeromoza.
Respira, tan solo respira.
La pantalla de mi móvil se encendió mostrando la llegada de un nuevo
mensaje.
Princesa:
“Háblame cuando puedas hacerlo, se que estarás ocupado pero quiero
que hablemos. En verdad no quise decir aquello y montar un drama. Lo
siento. “
Llámame y cuídate.
-Tráeme un trago.
Tendría que beber para no ordenar que dieran la vuelta y regresar a
Manhattan después de haber leído su mensaje. Estaba a nada de
mandar a la mierda todo pero me detuve, porqué si volvía ahora
volveríamos a lo mismo.
Rachel me estaba ocultando algo y eso me preocupaba. La había
notado más cansada de lo usual y se veía agotada, gran parte de ello
suponía que se debía a pesadillas. Porqué no era imbécil, no olvidé el
por qué surgió toda la discusión. Ella no quería decirme que
estaba sucediéndole y se marchó. Y yo no podía aguantar eso. No
después de haber tenido ese miedo al verla temblar en el baño de ese
bar mientras se abrazaba queriendo no escuchar como Charlotte
vomitaba.
Estaba enojado, no había duda de aquello. Me molestaba que hiciera
acusaciones irracionales. ¿Tan difícil es para ella comprender que si
no ella no es nadie?.
Para mí solo existe esa mujer de ojos verdes y sonrisa coqueta. No
hay otra. Solo la quiero a ella y esperaba que terminara por entenderlo.
Rachel es la única que quiero como mi mujer.
La azafata se acercó con mi vaso y lo extendió hacia mí.
-Aquí tiene, señor.
(…)
Blake llegó un día después que yo. Casi de inmediato nos pusimos a
trabajar y a fijar los detalles con los jefes de edición y prensa para la
nueva campaña publicitaria.
Llevaba días sin descansar del todo bien, en donde me podía dormir en
cualquier lado y recién sentía las consecuencias al otro día cuando me
levantaba con malestares en mi cuerpo.
Era poco tiempo para hacer todo lo que teníamos previsto.
Al tercer día de estar aquí fue que conocí al conocido de Blake, Paul
Signoret.
Todo lo que escuche de él fue cierto y como dije, lo mejor tenia que
estar a mi disposición y por eso es que después de comprobar todos
sus datos lo añadí a mi equipo. Debía reconocer que quedé más que
satisfecho con él, podía entender porqué era tan recomendado. A
pesar de ser joven tenía un conocimiento amplio que me recordó a mi
años pasados.
El trabajo me sirvió para distraerme pero no del todo ya que Rachel
llegaba a mi mente a cada segundo. Ignorar todo de ella me había
costado más de lo que cualquiera podía creer. Pero era necesario, no
hablaríamos por una pantalla, lo muestro era de frente.
Tenia la mente fría ha esta altura, ya había tomado mi tiempo y lo
único que quería es que estuviéramos bien de una vez por toda.
Actué mal y apresurado, quizás me desespere ante la idea de que algo
podría pasarle y reconocería mi error ante ella. Le haría saber que
hablaríamos cuando quisiera y cuando no, no lo haríamos. Pero
siempre juntos, sin huir. Ya no más, me había cansado de eso.
Solo una noche más y pronto la vería de nuevo.
Mañana tomaría un vuelo temprano para llegar a la inauguración de la
nueva galería de Junior Reyes. Sabia que para Rachel era importante
ya que él era como su hermano y no quería defraudarla. De alguna
forma quería recompensarla por haberme ido.
Me puse en contacto con él para que confirmara mi asistencia y
pudiera entrar sin inconvenientes. También le había pedido que no
dijera nada, después de todo era un sorpresa.
Si tenia algo bien claro es que podía perder cualquier cosa menos a
Rachel. Era lo que quería y sabia que si la dejaba ir de nuevo por mis
actitudes seria un error que me persiguiera de por vida. No cometería
esa equivocación una segunda vez.
Eran un poco más de las ocho de la noche cuando recibí un mensaje
de él.
Rufus:
“No ha querido el abogado. Es él segundo que rechaza.”
No le conteste y lo único que pude hacer es tirar los papeles sobre el
escritorio mientras desordena mi cabello frustrado.
Acaricie mi mandíbula sintiendo el enojo hacerse presente.
¿Por qué no lo aceptaba?.
¿Qué estás haciendo, Darinka?.
Después de ese día que visité a su familia no pude borrar de mi mente
la palabras de Molly y la mirada de Destiney.
Mi padre decía que era cierto, las pruebas lo decían, y su madre
también. ¿Cómo iba en contra de ello si ella misma lo acepta?.
Quizás ese era el problema; Él que no podía aceptarlo era yo.
Le había pedido a Rufus que buscara a los mejores abogados e
hicieran audiencias con ella, sin embargo se ha negado ante la
posibilidad de tener uno. Darinka ha dicho que se declara culpable y
me daba rabia que ni siquiera hiciera el intento por defenderse.
Según lo poca información que Montaner consiguió fue que las
primeras transacciones con sumas de dineros exuberantes salieron de
aquí.
He revisado casa papel y debo decir que si hay errores en la
contabilidad por más que quisieron encubrirlo. Sin embargo cada
detalle te llevaba a una cuenta fantasma en donde el dinero ya no
estaba.
Si Darinka realmente hubiese tomado esa cantidad de dinero pudo
fácilmente no trabajar tiempo completo para mi para cubrir fondos
extras. Todos mis argumentos se basaban en lo que sabia de ella y
suposiciones, pero nada estaba sobre una base contundente. Seguía
sin tener nada y empezaba a hartarme.
Unos toques en la puerta llamaron mi atención. Levante la mirada y la
vi apoyada en el marco de la entrada. Sonreí con sus brazos cruzados
al pecho.
Hoy llevaba puesto un vestido negro con un blazzer blanco.
Sus ojos estaban medios entrecerrados y podía jurar que se debía por
haber estado tanto tiempo con la mirada puesta en el ordenador. Al
igual que yo Blake tampoco pudo descansar bien estos días.
-¿Estás bien?.
Su mirada grisácea me recorrió por completo. Suponía que mi
expresión no era la mejor de todas en estos momentos y estaba
cansado para molestarme en disimularlo.
-Lo estoy- Le dije-. Pensé que te habías ido, ya es tarde.
-Supuse lo mismo- Me respondió-. En cuanto a lo otro créeme que solo
estaba concentrada en acabar de una vez que no me fijé del tiempo.
La vi soltar un bostezo.
-Creo que es hora que me marche. ¿Vienes?.
Le asentí. Ya había tenido suficiente de esté día.
-Te alcanzó en un segundo.
Acomodé los papeles para que mañana no tuviera mucho que hacer y
pudiera concentrarme el fijar bien el horario de salida de mi vuelo. No
quería tener retrasos ya que tenia bien claro que el único propósito que
tenía era volver a Manhattan con mi novia.
Cuando termine bajé al lobby y Blake estaba ahí esperándome.
-¿Te molesta si caminamos? La verdad me vendría muy bien- Dijo
acercándose.
- No, creo que yo también lo necesito- Exclamé mirando el móvil, en
cualquier momento se me apagaría.
Realmente no era algo pesado caminar hasta el hotel. En donde nos
alojamos estaba moderadamente cerca de la empresa y además que
la vista de Singapur de noche era algo que valía la pena ver. Me
relajaba y me gustaba.
Era uno de mis lugares favoritos.
El camino fue algo silencioso. Estaba acostumbrado a que ella me
atacará con sus bromas o se pusiera hablar de trabajo, sin embargo
hoy estaba extrañamente rara. La pude notar tensa.
A solo dos cuadras de llegar fue que hablé;
-¿Por qué estás tan callada?.
Blake sonrió corriendo su cabello hacía atrás.
-Pensé que te estaba haciendo un favor al no molestarte- Se encogió
de hombros-. Aunque ahora podría confirmar que te agrada que lo
haga.
-Me he acostumbrado.
Me volví a fijar en Blake y aunque quisiera aparentar normalidad le era
imposible, era muy evidente.
Reduje mis pasos y ella también. Rehuía de mi mirada que la
examinaba.
-¿Te sucede algo?- Le pregunté hundiendo mis cejas-. ¿Qué te tiene tan
nerviosa?.
-No es nada.
La miré fijamente y di un paso hacia ella.
- Si alguien está molestándote o si tienes problemas con tu hermano
puedes decírmelo. No tienes que cargar con todo eso tu sola, bien.
Blake me dio una pequeña sonrisa. Ahora si me miraba y de una forma
intensa.
Asumí al final que no quería halar de ello. Por lo menos ya le había
dicho que si necesitaba que la ayudara solo tenia que pedírmelo. No
quería que de nuevo se presentara golpeada en la puerta de mi oficina.
El poco tiempo que la conocía me bastaba para saber que la imagen
de familia perfecta que daban los Price tan solo era eso, una imagen. Y
estaba más que seguro que ser la que lleve todo en su familia y
hacerse cargo de la oveja negra de los Price no era nada fácil para ella.
-Vámonos- Le dije retomando la caminata.
Antes que pudiera avanzar más su mano tomó mi brazo con firmeza
pero noté como sus dedos temblaban.
-Daniel.
-¿Si?.
Ella me besó antes que pudiera procesarlo.
Me quede estático en el lugar. Parecía que mis pies y mis manos no
podían reaccionar, mi mente no salía del asombro.
En ese instante fue que no pensé nada ni recordaba quién era. Es
como si todo de mí se hubiera bloqueado y no lo entendía. Fue
entonces que las imágenes de aquella mujer llegaron a mi mente
despertándome.
La tomé de los hombros y la empujé hacía atrás. Ella se encogió un
poco al ver la frialdad en mi mirada.
-¿Qué estás haciendo?- Gruñí a lo bajo.
Bajó su mirada avergonzada y no me respondió. No quería que ni me
hablara.
La solté como si quemara. Mis labios se apretaron en un fina línea y
me sentí enojado.
-No lo vuelvas a hacer. Jamás.
Me marché dejándola atrás.
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Está es la primera de dos partes de Perfect Disaster,
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Rachel Mac Millán
Me miré al espejo sabiendo que todo estaba mal. Pero no me importó, ya no lo
haría más.
Si para mantenerme de pie tendría que volver a ser la misma perra sin corazón
que fui año atrás, lo sería de nuevo.
Volvería a jugar. Puedo hacerlo, ya no le tengo que rendir cuentas a nadie. Así
que haría lo que me plazca, aunque eso me partiera el alma a la mitad y me
destruyera caóticamente.
Ese vacío apretó mi estómago pero no dejé que afectara. Ya había rendido luto
horas atrás, en donde lloraba en silencio, ya no tenía que hacerlo. No quería
seguir viendo esa patética imagen mía en el espejo. Yo no soy así, no lloró por
un hombre que no me supo valorar y mucho menos dejo que me humillen
públicamente.
Él único que había sido capaz de aquello fue Evan Valverde y he hecho que se
arrepienta de perderme desde entonces. Lo he demostrado, no soy alguien que
se olvida fácilmente.
Quizás está no es mi mejor versión, ni la que todos le gustaría que sea, pero es
la que me mantiene de pie sin sentirme idiota por alguien, está yo es la que me
impide explotar en nervios.
Tenía sus brazos cruzados sobre su pecho. Ese suéter verde que llevaba
puesto la hacia ver casual y maternal.
- No hay mucho que hablar. Las fotos son concisas y detallas. ¿No la has
visto?.
- Rachel, creo que deberías hablar con él. Daniel no es esa clase de chico, ahora
estás cegada por el enojo.
Mis ojos picaron. Ardieron. Quería gritar y explotar, sin embargo no le daría el
lujo a nadie de verme perder el control de nuevo. Me había cansado de todo, de
siempre intentarlo y terminar en donde empiezo. ¿Donde me ha llevado eso? A
ningún lugar..
Lleve las manos a mi cuello y desprenderme de ese collar fue como si aceptara
que estaba renunciado a una parte de mi que jamás pensé hacerlo.
Lo dejé sobre mi tocador y me giré. Antes de salir miré a Juliette por sobre mi
hombro, se veía preocupada y no podía culparla. En estos momentos ni yo era
capaz de reconocerme.
- Gracias.
Una sonrisa apareció en mis labios al ver a Jeremy luchando con su corbata
desaliñada.
Sus labios estaban fruncidos mostrando que estaba molesto por no poder
hacer el nudo correctamente.
- Estás hermosa.
- Creo que dijiste que puede ayudarte con esto- Señaló la corbata.
Me acerqué y mis manos tomaron la tela. Recuerdo que antes no sabía saberla
y era mi padre quien me las hacía ya que uniforme del colegio lo precisaba.
Luego que se murió, mamá estaba ocupada y tuve que aprenderlo sola.
Mis manos quedaron trabadas ahí cuando noté que lo tenía más cerca de lo
común. ¿En qué momento se acercó? No lo sabía.
Desde el momento uno en que lo conocí puede darme cuenta de aquello. Por
eso es que no me sorprendió del todo que me encarará.
- Jeremy...-
- Al final de esta noche te besare, porqué me cansé de fingir que soy él chico
bueno. Ellos nunca ganan y yo no quiero perderte. Se que es loco pero si fueras
más observadora te darías cuenta el efecto que tienes en los hombres. Me
incluyo.
- Es hora de irnos, Barbie. Tengo una noche para mostrarte lo que valgo.
Quise echarme hacía atrás por un segundo, sin embargo todo aquello se
esfumó al recordar esa maldita foto que estaba en todos labios.
Tomé su mano segura.
-Vámonos.
(...)
Junior se había lucido con todo la decoración. El lugar superaba cualquier lujo
que antes hubiera visto y por ese momento me sentí orgullosa de él ya que
sabía todo lo que le costó armar su inauguración tal y como la quería.
Jeremy observaba el lugar algo incómodo. No tuve que pensar el por qué ya
que él antes había mencionado que no se llevaba con los lujos, ni la gente de
clase alta. No quise entrar a profundidad en el tema ya que parecía ser algo
personal y lo que menos quería es ponerlo en una situación complicada.
Me bastó con verle la expresión de su rostro para saber que las cosas entre
ellos no había mejorada ni un poco. Realmente Reyes estaba ignorándolo y
aunque siempre estaba lado de su novio, por primera vez admitía que en esta
disputa mi mejor amigo era quién tenía la razón.
Charlotte apareció ante mi con un vestido n***o de una sola manga que tenía
una abertura en su cintura resaltando sus prominentes caderas.
Quise detenerlo ya que no quería pasar por el interrogatorio que sabía que
estaba planeando hacérmelo desde que entré por esa puerta.
- No, no lo haremos.
- No lo hago.
- Si claro, Rachel. Piensa en frío, no cometas mis errores porqué te juro que lo
lamentaras por siempre- Su mirada se desvió-. Como lo estoy padeciendo yo.
Charlotte volteó pero no llegó a dar más de dos pasos cuando él la interceptó
tomándola del antebrazo y tirando de ella hasta que chocara con su cuerpo.
Mi pulso de disparo cuando Rufus se presentó ante los dos con total
despreocupación. Parecía no estar afectado sin embargo lo conocía tan bien
que sabía que estaba muriéndose por dentro.
- Suéltala.
- ¿Celos, Montaner?.
- Rufus por favor- Le pidió suavemente Charlotte. Ella tanto como yo sabíamos
que no podíamos dejar que ninguno de los dos arruinará el evento de Junior.
Ella se soltó del agarre de Kolt y se puso detrás mío tontamente afectada por la
mirada dominante de esos hombres que parecen tener una obsesión hacia su
persona.
- Se van a quedar aquí. Quietos. Porqué os juro que como hagan un escándalo
por su orgullo y necesidad de demostrar quién es mejor, los hundo- Amenace
duramente-. No se olviden que basta un llamado para que sus rostro salgan en
el New Yort Times y no creo que a ninguna les convenga estar envueltos en una
polémica.
- No lo harías- Aseveró Kolt seguro.
-¿Estás bien?.
- ¿Es una provocación, verdad?- Dije con los dientes apretados-. Joder,
Charlotte. Te he salvado y tú pareces estar dispuesta en hundirte en el infierno
de todos modos.
Y eso lo sabía. Hacerlo sería correr el riesgo de que algo saliera mal y si eso
pasara la repercusión que tendría seria enorme. Ella no podría volver a fallar
estando en el puesto que está, ya no es una chiquilla ahora es una profesional
que se esta abriendo camino en el mundo del espectáculo a pasos
gigantescos.
- Cántala- Dije después de un tiempo-. Prefiero eso antes que verte humillada.
- Llamaré a Megan. Necesito salir bien termine de cantar y créeme que hasta
ahora esa mujer en la mejor en desaparecer.
-Bien, hazlo.
-Estás tensa.
Jeremy y yo nos sentamos en nuestra mesa junto a otras personas que eran
reconocidos en el mundo del arte.
Con esta galería estoy mostrando ante todos que ya no solo me limitaré a mi
arte sino que también lo promocionare, abriendo un nuevo camino para mi-
Junior hizo una pausa-. En noches así de especiales siempre uno busco lo
mejor, por eso es que yo he traído la joya más preciosa.
Solté el aire.
La figura de ella apareció bajo los reflectores del granero escenario. La conocía
bien para saber que estaba nerviosa y sobre todo tenía miedo de fallar.
Sus labios parecían arremeter de una manera melódica contra él. Estaba tan
perdida en la música que no parecía notar que una lágrima descendía por su
mejilla.
Dejo de mirarlo y se enfoco en punto fijo del público, como si hubiera recordado
en donde estaba, quién era, y cual era su realidad.
Entonces entendí que esto no era una venganza. Esto iba más allá, ella estaba
abriéndose de una forma indirecta. Estaba bajando la mascara por un momento
y juro que tanto como Rufus y Kolt también lo notaron.
Y no tuve que preocuparme por Rufus o Kolt, ya que los parecieron entender
que ella necesitaba un momento a solas.
Jeremy tomó mi mano al notar que mi humor no era el mejor. Había quedado
mal por Charlotte, por no poder ir tras ella y abrazarla ya que sabía que la única
consolación que necesitaba era por parte de ella misma.
- ¿Podemos ir afuera?.
- Claro.
-No se si pueda pasar la noche entera sin llorarle. Pensé que podría pero…- Mi
voz se cortó.
Unas lagrimas cayeron sin poder detenerlo. Él me abrazó dejando que sintiera
el embriagador olor de su perfume. Lo sentí acariciarme la parte desnuda de mi
cintura.
-¿Por qué haces esto por mi?- Exclamé-. No lo vale, no soy lo que mereces.
Estoy llorando por un hombre en vez de pasarla bien contigo.
Se acercó hasta que su nariz rozó la mía. Nuestras frentes estaban juntas y
nuestras respiraciones se mezclaban una con la otra.
Y no fue él, fui yo quien lo besé con fervor dejando que me besara como
quisiera en ese jardín, escondidos detrás de un árbol.
Dejé que me tocara y me robara suspiros. Me dejó que recorría su cuerpo sin
despegar sus labios de mi boca. Y ni aún cuando tiro de mi labio inferior
encendiéndome dejo de tocarme.
-Daniel…
-He venido hasta aquí para disculparme contigo, para decirte que tenías razón y
que Blake si sentía algo por mi. Venia a arrodillarme como un idiota por ti. Pero
no lo vale.
Daniel McGregor
No podía mirarla. De solo hacerlo la rabia entraba en mi cuerpo y quería destruir
todo.
No lo valía.
No podía verla igual. Me dolía el pecho y juro que jamás se me había pasado
por la cabeza que en algún momento vería en primera fila besando a otro
hombre que no sea yo.
- No...No puede ser- Murmuró nerviosamente. Sus manos temblaban-. ¡Yo vi las
fotos! ¡Se besaron!.
-¡Ella me besó maldita sea! ¡Yo no!- Brame acercándome tenso-. ¿No lo
entiendes, Rachel? Jamás la besé, Blake lo hizo. Y cuando eso pasó me alejé y
la amanece con tomar represalias si lo volvía a hacer.
Rachel se quedó callada con las lágrimas bajando por sus mejillas, pero esa
imagen no podía afectarme, no después de haber presenciado lo de hace a
penas unos minutos. Me enerva la sangre de solo recordar sus manos sobre
ella y aún peor lo hacia saber que lo disfruto.
La miré sabiendo que todo se había acabado. Que a pesar de todo si hay un
final para nosotros y era esté. Porqué yo no olvidaría, no sería capaz de hacerlo.
Rachel esperaba que dijera algo. Sus ojos verdes que tanto me gustaban se
había apagado y cubierto de lágrimas.
Sus labios estaban apretados en una fina línea callando los sollozos que
querían salir de ella.
Di un paso atrás.
- No.
Ella quiso tocarme y eso desprendió mi furia. No la deje hacerlo, no con esas
manos que han recorrido el cuerpo de otro hombre.
Ya no quedaba nada. Mis planes, mi vida con ella, todo se había estropeado.
Acabarnos.
Terminar.
Algo tan irreal. Y entonces tuve que tener presente que a veces lo imposible era
posible.
- Hemos acabado. No puedo pretender que lo que has hecho hoy no fue nada.
Mis manos hicieron presente la presencia del collar. Ese mismo que había
buscado y lo recibí con sus amargas palabras que aguardaban por mi. Entendí
que el sentimiento que experimenté al recibirlo, ese temor que me abandonará,
no era nada comparado con lo que sentía ahora.
- Tú dijiste que sí no era conmigo, no era con nadie- Expresó con desespero.
Ya no tenía nada que hacer aquí. No había nada que me mantuviera a seguir en
esté asqueroso lugar, ya no tengo que soportarlo más. Estar aquí era un
recordatorio constante que la vida una vez más me dejaba como un idiota.
- No quiero volver a verte más. Tenias razón, no somos buenos el uno para el
otro. Eres libre, Rachel. Está noche lo demostraste.
Ya había dejado llorar. Cambié las lágrimas por una fría máscara de
indiferencia.
-Daniel...- Intentó.
Me marché dejándola sola en ese jardín, escuchando sus sollozos y sus gritos
pidiéndome que volviera. Pero eso no sucedería, porqué si volteaba tendría que
pretender que la había perdonado, que nos había perdonado. Y no estaba listo
para eso.
El rencor estaba ahí y me sentí humillado. Podía entender su enojo hacía mi, yo
también me odié cuando vi aquellas fotografías. Recuerdo haberme vuelto loco
de solo pensar que ella estaría llorando por algo que no era más que un
movimiento periodístico tomado en el momento exacto.
Él había sido mis compañero en todo, quién me cuidaba y festejaba mis logros.
Quería a mi padre, sin embargo no podía olvidar que todos esto años fue Roger
quién se hizo cargo de mí.
Estuvo ahí, era como mi figura paterna y se que no podía ocultarle nada a esté
hombre que me ha visto crecer.
Todavía no quería decir en voz alta lo que pasó está noche. No quería y se que
era una mierda, pero tan solo quería poder esa imagen ante todos, aunque
fuera por unos segundo más.
(...)
Se sentó en la silla del otro lado. Su expresión me hacía saber que no esperaba
verme y que hacerlo parecía una mentira. Supongo que yo tampoco tenía bien
asumido que hacía aquí, pero algo dentro mío me dijo que ella es la persona
ideal. Siempre ha sido quién me escuchaba y que no lo siguiera haciendo solo
hacia que mi enfado aumentará más.
Ojeras bajo sus ojos y estaba pálida. Parecía que no comía bien y eso notaba a
penas la veías, perdió peso, más del cuál me gustaría admitir.
Ella no aparentaba ser quién era. Su imagen era diferente a la de hace unas
semanas atrás. Jamás pensé que podía verla sin arreglarse ya que nunca le
gustó mostrarse de una forma descuidada.
-¿Cómo lo has logrado?- Cuestionó rompiendo la tensión-. Son casi las doce de
la noche. No hay forma que te dejarán pasar.
- No, no lo hecho.
- Me ha costado casi una fortuna entrar aquí. Pudo ser manos de no ser porqué
has prohibido que te visité.
Las cosas pudieron ser más fácil, mi apellido me permitía hacer demasiadas
cosas y yo no desaprovechaba aquellos beneficios. Aunque la sorpresa llegó a
mi cuando supe que me costaría un poco más verla ya que lo único que ha
pedido para hablar ante la fiscal es prohibirle la entrada a su pabellón.
-Lo sé- Sonreí mínimamente-. Supongo que la fuerza del amor puede todo ¿No
te parece?.
- ¿Ocurrió algo con Rachel?- Indagó-. ¿Se han enfadado?.
Dejé que una carcajada carente de gracia saliera de mi. Odiaba tener que estar
actuando como un idiota frente a ella pero está noche una parte de mi se perdió
y con ella el remordimiento.
- Me ha engañado. Se acabó.
Sorpresa.
Confusión.
Decepción.
Esas tres emociones que mostraba Darinka eran las misma que sentí, aunque
lo mío se podía multiplicar mil veces más su valor. Ya que todo parecía ser
arrasado por un maldito huracán.
Me dejo saber que no esperaba que se lo dijera y mucho menos a ella. Porqué
vamos, ¿Por qué lo haría? Después de todo Darinka Jhons también había
traicionado a mi confianza de una manera cruel. Se burló de mi y de mi
amistad. Tiró a la basura todo.
- Una parte de mi se puso alerta cuando vi a ese chico mirarla de una forma
conocida la noche que Rachel modeló para la marca de Juliette. Luego
desplace esa idea, estaba seguro que no tenía que preocuparme por eso. No
sería capaz de engañarme... Bueno, me equivoqué.
Darinka se quedó muda. Escuchando todo en silencio con temor a que si dijera
lo incorrecto explotará, me conocía demasiado bien para saber que estaba al
límite.
Mi mandíbula se apretó.
-Tú no fumas.
-Creo que será mejor que vayas a tu casa. Ya es tardé- Intento levantarse pero
mi mirada severa la detuvo.
- ¿Ya te quieres ir?- Solté el humo y tire la colilla-. Todavía no he llegado a ti.
- Por favor.
- Basta. Márchate.
- Vas a decirme por qué has dejado que te inculpan de un delito que no
cometiste. También vas a hablar ahora del por qué él padre de Destiney es el
autor de todo esto y de cómo has convencido a tu madre para que te siguiera la
corriente.
La vi palidecer. Sus piernas temblaron de tal modo que cayo sobre la silla. Sus
ojos estaban más abiertos de lo común y todo en ella se tensó, cada fibra de su
cuerpo. El miedo curso por sus facciones y vi como unas lágrimas silenciosas
bajaban por su rostro.
- ¿En serio crees por un segundo que podrías engañarme?- Brame entre dientes-
. Me costó descubrirlo, me volví loco pensando que mi mano derecha me
traicionó. Revise cada maldita información y ahí no había nada de valor, nada
que te delatara. Todo apuntaba a ti como la autora. Hasta que investigue que
las irregularidades y pasos en falso no estaban en la sede principal, sino en una
más pequeña, una que estaba algo lejos. Singapur.
Al llegar a Manhattan tenía claro que lo primero que tenía que hacer era
asegurar a la familia Jhons y por eso es que me encargue de moverlos. Mi
ausencia con Darinka ya estaba programada por la intermediación de Brestop y
unos cuantos sobornos. Rufus no había errado en nada al decir que investigara
una de mis empresas en el extranjero, una de perfil bajo. Ahí estaban los
errores y recién lo descubrí al llegar a mi habitación luego de haber dejado a
Blake Price en unas de las calle de Singapur.
Mi plan era buscar Rachel y traerla conmigo. Necesitaba su apoyo para que
todo saliera como debía, ya que era claro que tenía que hacer que Darinka
bajara la guardia y se quebrara frente a las cámaras de vigilancia e insinuara
que lo que dije fue verdad. Pero como dije, las cosas se me había salido de las
manos.
Mis labios se sentían como si los hubiera abordado el pecado y me sentí sucia,
cada fibra de mi cuerpo lo hizo. Hasta la parte más pequeña de mi se encogía
al recordar como la mirada de él se apagaba poco a poco y luego se
ensombrecía.
Daniel nunca me había mirado de ese modo. Cuando me escapaba por temor a
lo nuestro, cuando debía odiarme por ser una cobarde, ni aún así llego a fijarse
en mi de esa manera tan despectiva y fría; Como si olvidara lo que yo significó
para él y quizás ese era el problema, que yo ya no era nada y solo prolongaba
que las consecuencias de mis acciones no terminaran por encerrarme en la
oscuridad.
Hace un año atrás recuerdo no querer empezar una relación por miedo a que
pudiera lastimarlo. Y al final no me he equivocado al suponer que lo haría. Creer
que ese no sería el caso era algo egoísta de mi parte después de tener los
antecedentes que tengo. Cualquiera con dos ojos pudiera asumir de un
principio que un problema como lo era yo arrasaría con todo, dejando solo
caos y desastre.
Mis ojos pesaban y no entendía cómo había dejado de llorar si sentía un dolor
agonizante en cada parte de mi interior.
Escuchar la voz de Alaric hizo que mis ojos volvieran a arder. Quería gritar,
quería irme donde estaba él y rogarle que me perdonara. Sin embargo sus
palabras no salían de mi cabeza.
Me abracé por debajo de la chaqueta que yacía en mis hombros cubriendo del
frío, logrando así que hubiera una mínima posibilidad que no pescara una
resfriado.
Su respuesta fue clara y seca. Un leve asentimiento hizo que me tragará las
palabras.
Daniel había sido claro, había tomado la decisión de dejarme. Hemos roto y
está vez si que sentía para siempre.
- Vamos, Rachel.
Pero así no era el dolor. Por lo menos el mío no. Lo mío era algo más complejo.
No sentía la necesidad de quebrarme y llorar frente a alguien, supongo que en
ese aspecto también había cambiado. Estaba destruida pero todavía no podía
terminar de asumir, de entender cómo es que los dos habíamos llegado a este
punto, cómo yo había llegado a buscar una venganza sin escucharlo. Lo había
herido y había ilusionado a Jeremy, pero por sobre todo me fallé confundido a
mi misma.
Daniel era fuego, uno que te desencadena deseo y pasión. Te hace temblar y tu
corazón palpitar con una simple mirada de aquellos ojos mieles.
Y...
Porqué sin saberlo ahora estaba en medio del caos, plantada en el medio. Y me
negaba a creer que una simple corazonada podía destruir una historia ya vivida
y sentida.
El no tener ese anillo significa que ya no hay un futuro para nosotros. Que todo
lo que soñé y que me planteé para nosotros ya no estaba más. Y esta vez se
sentía peor porqué no había una posibilidad, ya no albergaba la esperanza de
un nosotros y eso me estaba matando.
(...)
- No, no tenemos.
Había intentado comunicarme con Daniel pero todo mis esfuerzos habían sido
en vano. Mi desespero llegó a tal forma que intente entrar a su empresa a la
fuerza, ya que me había prohibido el paso dentro de ellas. Él realmente no
quería verme y eso me lo dejo en claro.
No quería que donde fuera su rostro estuviera acompañado con el de ella y que
solo se hablara del gran paso que es para su imperio el proyecto. A medida que
avanzaba se hacía más famoso y no quería imaginar que sucedería cuando
llegara el momento de su lanzamiento.
Y realmente una parte de mi quería hablar con él. Sin embargo era mucho más
fuerte el otro lado que me decía que no estaba lista para enfrentarlo.
- ¡¿Y cuando lo es?! - Se exaltó mirándome por un segundo-. ¡Pasas más tiempo
ebria que sobria! ¡Te vas a fiestas días seguidos y casi no comes!- Soltó un
suspiró disminuyendo su voz:- Así que dime ¿Qué estás haciendo de tu vida?
Porqué te juro que no lo entiendo y me he estoy cansado de intentar hacerlo.
Me bajé las gafas escrutándola con la mirada. Ella notó que lo hacía y se fijo en
mi por breves segundo antes de volver a mirar al frente concentrada en el
tráfico que nos impedía avanzar y solo hacia que el ambiente se pusiera cada
vez más tenso.
- Veme haciéndolo.
- Rachel.
- Creo que será mejor para las dos que la próxima vez que quiera volverme a
casa lo haga en taxi. No eres mi niñera, así que ya puedes dejar de pretenderlo.
- Lo más seguro es que esté desvelada. Toda la noche estuvo preocupada por
ti. Dice que no sabia que saldrías.
- Se me ha pasado. Y aún así creo que estoy bastante grande para manejar mis
salidas yo misma.
Me solté del cinturón y bajé del coche sin volver a verla. Subí los peldaños de la
corta escalera y cuando pretendía abrir la puerta está se abrió haciendo que
retrocederá un paso.
- ¿Ahora eres una irresponsable que deja a su madre preocupada mientras sale
sin avisar a donde irá?.
Podía aguantarme que dijera de mi lo que quiera pero no que insinuara que he
hecho algo más que beber y no llegar a horario.
-¿Ahora me hablas?.
- Ve adentro, Rachel.
- No.
- No te miró.
- ¿Qué tengo que hacer para que hables conmigo?. No puedes condenarme por
algo así, si me equivoqué y lo siento- Tentando a mi suerte toque sus mejillas-.
Mírame y dime que tengo que hacer. Porqué olvidarte no es una opción.
Fue tonto y absurdo pensar que aquella declaración borraría y sanaría de pronto
lo que yo había roto entre los dos. Pero me gusto creer que aunque fuese un
segundo él lo pensó, lo considero, cuando claramente eso no sucedió.
Se alejó mientras luchaba con mantener de pie y que las lagrimas no salieran.
Mi respiración se acelero de tal modo que llegue a dudar si el aire realmente
llegaba a mis pulmones.
Rachel Mac Millán
Después de varios días una sonrisa creció en mis labios.
- ¡Charlie!.
Sus ojos dieron conmigo y una risa escapó de sus labios. Se acercó corriendo y
a unos pasos de llegar las dejó bruscamente haciendo que una de ellas cayera
al suelo. Lo siguiente que sentí fue sus brazos rodeándome.
Ella regresó por sus maletas y yo le agarré una mientras emprendimos camino
hasta mi coche. Realmente se le notaba emocionada por estar aquí, sus ojos
veían todo con fascinación.
Y era cierto. Charlie debería haber llegado unas semanas atrás como lo
habíamos acordado, sin embargo unos problemas que hasta el momento
desconocía hicieron que cambiara la fecha de su vuelo retrasando su llegada.
Supongo que prefería que viniera ahora cuando necesitaba olvidarme de todo,
porqué si continuaba pensando muy pronto iba a volverme loca.
Además que una parte de mi se sentía bien en estos momentos con ella ya que
sabía que su vida también estaba patas para arriba. De alguna forma era como
estar acompañada en medio de la tormenta.
- Créeme que quería venir en cuanto antes. No soportaba estar más tiempo en
mi hogar, y no me malinterpretes amo a mis padres y hermanos pero nunca he
sido buena para fingir y no me sentía estando ahí y tener que topármelo a él
siempre- Su semblante cambio a uno agotado-. No quiero verlo y mi familia lo
entendió, buen mamá convenció a mi papá y hermanos.
- Es sorprendente como dan vueltas las situaciones ¿No te parece?- Apreté mis
labios-. El plan era ir a Texas y al final hemos quedado en Manhattan.
-A veces las cosas que salen de último momento son las mejores.
- ¿Puedo conducirlo? ¡Di que sí!- Pidió con sus manos juntas y su labio inferior
sobresaliendo.
- No es mío.
No le mentía porqué después de todo aquel extravagante coche no era mío sino
que Daniel. Y no tenia una explicación para decir el por qué no le había devuelto
su auto, quizás era el hecho que cuando lo necesitaba tendría una excusa para
verlo y mientras eso sucedía me aferraba a esa esperanza.
Me quedé callada y eso bastó para que Charlie me analizara unos segundos.
Sus ojos se abrieron alarmados entendiendo quién era el propietario.
Me reí:- Lo haré.
- Y él es Molt.
-Yo no he tenido jamás una mascota- Divague-. Creo que hasta ahora no le
había percatado de ello.
- Exagerada.
- Pero...
- ¡Millonaria dije!.
- Millonaria- Acepté.
- ¡Deja uno!.
-¡Pero no suena como las de las películas!- Apretó un botón sacando la lista de
canciones-. ¿Qué apreté?.
- Déjalo.
La detuve y le sonreí así se tranquilizará. No quería que pensara que fue culpa
suya ya que en verdad no lo era, era mía y la de él por ser tan malditamente
conocido.
-Súbelo.
- ¿Qué?.
- Hoy a las 11 a.m. Darinka Jhons, la joven mujer acusada por fraude a las
empresas McGregor's fue liberada luego de dos semanas desde que se
presentaron las pruebas de su inocencia.
No pude contestarle ya que me había quedado perdida entre lo que había oído.
¿Acaso Daniel siempre lo ha sabido?. No había nadie más quién pudiera creer
en la inocencia de Darinka, solo él. Nadie más hubiera buscado pruebas.
Por un segundo me sentí idiota y lo dudé. Daniel me había dicho que la había
alejado por mi, pero ahora que no me tenía, que ya no era nada para él ¿La
alejaría?.
Una idea cruzo por mi mente poniéndome nerviosa. No. Ahora no.
Me fijé en la chica que tenía al lado mío y me tranquilizo saber que no había
notado nada extraño en mi. Charlie era mi amiga pero todavía no estaba lista
para hablarle de todo lo que pasó en mi vida antes de conocerla y sabía que
tenía que hacerlo porque en cualquier momento se puede topar con una noticia
vieja del juicio contra Gerardo Dubasso. Pero todavía no era el momento.
-La amo.
- Supongo que uno de estos días Rachel puede llevarte a mi taller y ver unos
adelantos de mi próxima colección. Creo que tengo que puede lucirte genial-
Dijo examinándola-. ¿No has pensando en ser modelo?.
- Mm- Mi madre divago. Al ver que nos habíamos quedado viéndola volvió a
sonreír-. Arriba está tu habitación, Rachel te la mostrará. Espero que te sientas
en casa, cariño.
Desde que mi madre había contraído matrimonio con Emilio McGregor ha sido
un gran dilema si referirse a ella como señora McGregor o continuar con su
emblemático apellido; Roberts. Por supuesto está que Juliette prefiere ser
llamada por el segundo en eventos importantes, después de todo es su firma
personal.
Guie a Charlie hasta las escaleras. Ella se detuvo mirándome de una forma
extraña.
- ¿Tú si comprendes que traje sabanas por si tenia que dormir un sillón o en
suelo?- Se llevo la mano a la cabeza-. Por un momento se me olvida que eres
asquerosamente rica.
- Sube de una vez.
-Mierda.
(...)
Al final no había podido quitarle la idea a Charlie de irnos a otro lado que no
sea una discoteca. Tenía pensando algo más tranquilo después de venir varios
días haciendo lo que ella quería hacer hoy y la verdad es que estaba
empezando a dudar si mi cuerpo soportaría otra resaca más.
" ¿Hablamos?".
" Si no quieres te exhibiré en mis redes sociales".
En ese momento noté por el rabillo del ojo como alguien se plantaba frente
mío. Dejé de mirar al móvil y lo vi a él a unos escasos metros.
- Hola, Jeremy.
- Hola Rachel- Sonrió tenso-. Hasta que puedo dar contigo sin que puedas
marcharte corriendo o huir en un coche.
- No.
- Rachel, tú me gust...
Él me miró cabreado. Sus fosas nasales se abrieron con frustración y podía ver
como su semblante se iba oscureciendo.
Sabia que tenía razón pero como había dicho antes; Sigo sin estar lista.
-Por favor, si desde que te hable por primera vez que estoy tratando de llamar tú
atención. Pensé que cuando viniera a Manhattan podría tener una verdadera
oportunidad pero cuando vi que estabas enamorada de otro hombre iba a
echarme para atrás. Sin embargo tú me llamaste y fuiste tú la que me besó.
- No, Jeremy.
Mi voz no había salido con la fuerza que había querido. Estaba queriendo
precaver que se me acercará más de la cuenta, ya que cuando lo hizo las cosas
no había acabado bien.
- No suenas segura.
- No puedo hacerlo.
.
Daniel McGregor
Me apoyé en la puerta de mi coche mientras me ponía las gafas de sol oscuras.
Los brazos los tenía cruzados sobre mi pecho y mis ojos no la dejaban de ver,
expectante a lo que pudiera suceder.
Los flashes impactaban en mi rostro y sabía que estaba siendo grabado para
múltiples canales de televisión. Mi nombre estaría en cada encabezado de las
revistas con mas relevancia en Manhattan. Todos ya estaban al tanto que había
sido quién mostro la inocencia de Darinka Jhons y por eso me volví más
interesante para la prensa.
Darinka salía acompañada por dos oficiales que le hacían camino entre medio
de los paparazzis. La vi cerrar sus ojos un tanto fastidiada ya que yo más que
nadie tenía bien claro que no le gustaba estar en el radar de la prensa.
Lucía demacrada, las ojeras bajos sus ojos eran profundas y oscuras. Pero aún
así, a pesar de tener una expresión cansada en su rostro, pude notar como su
mirada volvía a iluminarse. Lo más seguro que sea al recordar que estaba libre
de cargos y eso aseguraba que podía volver con su familia.
Cuando notó que la estaba esperando tragó saliva y me sonrió sin ocultarlo.
Mi pecho se infló con alivio porqué por fin ella estaba libre y ya nada podía
arruinarlo, ni siquiera ella misma.
Me acerqué y si, era ella. Porqué por muy absurdo que suene todavía tenía
miedo que algo estropeara su salida. Después de haber descubierto lo que todo
esté tiempo me estuvo escondido tenía claro que no podía confiarme y dar por
sentado nada.
- Quiero irme. No aguanto estar de esté modo- Sus labios se torcieron con
disgusto al ver su atuendo desaliñado.
Roger le abrió la puerta de la camioneta negra blindada y ella entró sin decirme
nada. Se que todavía le costaba hablar del tema pero mientras más rápido
asumiera que tendría que rendirme explicaciones más rápido avanzarian las
cosas. No podía quedar estancado, no cuando todo parecía estar a punto de
explotar en mi cara.
Roger y Alaric me miraron por el espejo retrovisor pero rehuí de ellos. Todo se
debía a que con los últimos sucesos y hallazgos han tomado precauciones de
seguridad más firmes. Los tenía preocupado y no los culpaba, estaba
guardando silencio en un momento en donde debería hablar.
- Ahora no.
No quería ser brusco con él otro hombre que consideraba como mi padre. Sin
embargo quería que entendieran que necesitaba mi espacio y se que era algo
muy estúpido de mi parte pedirle esos después de haber llorado en su
presencia por Rachel, por mi madre, por Samantha y el bebé.
Todo había comenzado cuando empecé a hablar de lo que sucedió con aquella
mujer que tan solo mencionarla hacía que cada parte de mi sistema se
quebrará, y sin saber cómo terminé por revelar la verdad que solo estaban al
tanto William y Rufus. En un primer momento ambos se quedaron anonadados
y luego recibí como siempre un regaño por haberles ocultado la verdad.
Pero si era honesto conmigo mismo la verdad era que no quería nadie lo
superiora. Si Rufus lo sabía era porqué necesitaba de su ayuda y porqué fue él
primero en descubrir que sabía la verdad de Samantha. Y William, bueno
William estaba al tanto porqué no confiaba que siempre estaría cuerdo y
necesitaba que mi mejor amigo me mantuviera con los pies en la tierra.
- ¿Mi padre llamó?- Dije a pesar que la respuesta era más que obvia.
- Treinta veces.
- Bien.
- ¿Quiere que lo comunique con él?- Preguntó Roger.
-No.
Ese hombre, desde que conozco a Darinka ha sido su pesadilla. Hace bastante
tiempo pensé que logré librarme de él luego de poner una orden de alejamiento
y hacer que un intermediario le pagara una considerable suma de dinero para
que la dejara en paz a ella y a su familia.
No por cosa mía sino por divagues de Darinka. Siempre me decía que mientras
conozca de ese canalla, mi vida sería mejor. El problema aquí es que eso no me
estaba resultando para nada ya que él seguía extorsionándola y jodiendo en su
vida.
¿Qué demonios hizo con los diez millones de dólares que le di?. Era más que
suficiente para que se estableciera lejos de Manhattan y viviera cómodo por un
tiempo sin pensar que tiene buscar trabajo. Aunque debí suponer que un
drogadicto adicto al juego como lo era Silas, no sería capaz de hacer buen uso
del dinero. Lo más seguro es que todo se lo hubiera gastado en fiestas y
drogas.
Se podía decir que su obsesión con Darinka rozaba lo enfermo. Él creía que era
de su posesión y que por serlo podría hacer lo que quiera con ella, sin importar
su opinión. Por eso es que cuando supo que nos acostábamos sin
compromisos estalló enardecido y me declaró una muerte segura. Pero para su
mala fortuna seguía vivo y saber que eso lo aniquilaba por dentro era una gran
motivo para seguir haciéndolo.
Fue muy estúpido de mi parte pensar que no volvería saber de él. Después de
todo, como dije; Su obsesión con Darinka Jhons era enfermiza.
Debió haber amenazado a alguien o haberse aliado con otra persona dentro de
la sede principal en Manhattan para hacer que los informes salieron limpios y
sin irregularidad mientras pasaba mi dinero a sus cuentas fantasmas.
Tampoco debía confiarme ya que sabía que esté tipo se codeaba con gente de
mala vida y muy peligrosa. Tantos trabajos sucios que hizo siendo el perro de
algún mafioso le trajo buenas conexiones y no dudaba que muy pronto quisiera
arrancar no solo mi cabeza, sino que también de la familia de Darinka.
Hace un poco más de cinco meses fue que descubrió la verdad de quién estaba
cometiendo fraudulencia en mis empresas. Siempre he dicho que era brillante y
eso solo logro ver un error en los informes de la sede en Singapur.
Silas se presentó ante ella cuando pretendía hablar y dar aviso a las
autoridades, por los que supe que lleva vigilándola bastante tiempo y por eso
que debía tener mucho cuidado cuando saliera. La amenazó con su familia
mostrándole fotos de Molly saliendo de su instituto, de su madre asistiendo a
consultas médicas, y de Destiney.
Estaba tan enfermo que no le importaba lastimar a su propia hija si con eso
aseguraba que Darinka continuará con él.
Solté un suspiró pesado y relaje la presión en mis hombros. Por unos días
podía calmarme o eso esperaba.
Mi móvil sonó como venía haciéndolo hace días y no tenia que ser un gran
adivinador para saber que era ella quién rompía mi estabilidad, la poca que
había podido establecer.
Rachel debería parar porqué solo estaba acarreando sentimientos amargos por
mi parte.
Desplace la llamada al buzón de voz pero aún así el recuerdo de nuestro último
intercambio de palabras me persiguió como venía haciéndola todas las noche
al llegar a mi penhouse.
¿Saben lo jodido que es querer olvidarla y no poder hacerlo porqué todo me
recuerda a ella? Cada rincón de ese departamento, de mi oficina, de mi auto, de
mi vida había algo ligado a Rachel.
(...)
Luego de que todo lo que había pasado entre nosotros se logró calmar
pudimos, más bien pude hablar con ella sin sentirme enojado por su arrebato
infantil.
Era consciente que nos vieron la noche de ayer cenando juntos sin embargo
ningún artículo ponía pie que también llegaron a la zona privada unos
inversionistas rusos. Porqué hasta ahora es que recién tuve las ganas de querer
escuchar sus explicaciones.
Solo había sucedido. Quedábamos los dos en la empresa como venía pasando
hace varias semanas y el silencio se prolongó hasta que rompí el silencio con
una broma sobre lo horrible que lucía.
- ¿Y bien?- Presione.
Ella mordió su labio inferior y al final terminó por soltar un suspiro cargado de
frustración.
- Cuando vine a Manhattan estaba bien informado de ti que pensé que serías
algo fácil. Como te describían parecía que tú padre te había puesto todo en
bandeja de oro y por es que te subestime. Y el hacerlo es algo que me
arrepiento porqué de haber tenido aunque sea una mínima expectativa de ti no
habría quedado deslumbrada al conocer la versión tuya que aunque te joda y a
mi también, me agrada, no, más bien me gusta y mucho.
》Y se que hice mal al besarte pero créeme que durante varias semanas vine
impidiendo que los impulsos me ganarán. Lamento como se dieron las cosas y
lamento haberte besado porqué se que tú corazón estaba ocupado y no soy yo
la dueña de el, es Rachel.
Quería que está conversación terminará de una vez y para esté entonces ya
estaba arrepentido de haberla iniciado yo. Esperaba que se disculpara sin
agregaciones algunas pero me equivoqué ya que Blake no le tembló ni un poco
la voz para darme una cachetada de verdad diciéndome que ninguna mujer me
hará sentir lo que Rachel hace conmigo.
- ¿Es cierto lo que dicen?- Levanté mi ceja incrédulo- Que ustedes terminaron-
Aclaró.
- Es cierto. Terminamos.
Antes que saliera tomé su mano tirando de ella y al mismo impidiendo que se
marchará. Me asombre al ver que estaba a punto de quebrarse y llorar.
- Hey- Ella me miró al escuchar el tono suave que usaba-. ¿Qué sucede?.
Limpie con mis pulgares las lágrimas que habían saltado de sus ojos.
Y eso hice. La guie hasta la salida y maneje hasta llegar al hospital en donde
había ingresado Bruno Price.
Sabía que en su estado no podía manejar y se veía que su hermano era una
parte de su alma y lo amaba más que nada. Con solo decir que temblaba y no
dejaba de mirar el móvil por si entraba alguna noticia.
Tuve que ir por la parte trasera ya que mis guardaespaldas me avisaron que la
entrada principal estaba llena de reporteros con sus cámaras.
Se acercó hasta la recepción en donde del otro lado estaba una enfermera.
- Gracias- Susurró.
Paso alrededor de treinta minutos en los cuales logre que se calmará y bebiera
un jugo, no pude hacer que comiera ya que ponía la excusa de estar muy
nerviosa para hacerlo.
La observe dormir y como parecía estar en paz. Estaba agitada todavía por el
susto que había pasado y sigue pensando, pues en todo este tiempo que paso
nadie ha venido a hablar con nosotros.
No fue hasta después de una hora media más que un hombre el cual parecía
ser el doctor se nos acercó.
Moví a Blake con cuidado y ella abrió sus ojos espantada. Apretó mi mano con
fuerza por el desconcierto al ser recién levantada.
Eso pareció recordarle que era lo que hacíamos en el hospital. Se incorporó del
asiento al instante.
Ella me miró unos segundos y terminó por asentir para luego alejarse con el
médico hasta donde suponía que tenía internado a Bruno.
Me estiré ya que tenia algunos nudos en el cuerpo pro haber estado tiempo
sentado en una silla totalmente firme.
Mi móvil sonó y hundí mis cejas al ver que estaba vez no se trataba de Rachel,
sino que de Kolt.
Lo siguiente que vi fue la foto de ella recargada sobre la barra, totalmente ajena
a la acción de mi primo.
Esperé que llegará algo más pero cuando no lo hizo mis dedos se movieron
solos por la pantalla llamándolo. Me atendio al segundo tono y al fondo se
podia escuchar la música.
- ¿Donde estás?.
- La verdad es que si luce ebria y su amiga también. Unos cuantos hombres han
querido sacarla bailar pero a todos lo ha rechazado, incluso a tú ya sabes
quien.
- Si, lo vi hace una hora por aquí. Hablaron y luego intentó besarla pero Rachel
se echó para atrás- Me informó-. Creo que lo de declarar sus sentimientos no
ha salido nada bien.
- ¿Dónde estás?- Volví a preguntar pero esta vez me colgó dejándome tenso.
- Te veré mañana.
Asentí.
- Adiós, Blake.
-Adiós, Daniel.
Daniel McGregor
Imbécil.
No debería estar en esté lugar invadiendo su espacio personal, era egoísta por
mi parte que lo hiciera cuando había sido yo quién la eché de mi vida sin que
me temblará el pulso.
- Te pedí uno para ti- Me extendió un vaso de Whisky-. Sabía que vendrías.
Agarre el trago sin reproches. Él parecía realmente divertido por haber logrado
que viniera hasta aquí en plena noche.
- Cabron.
Aguardé a que me dijera dónde estaba la mujer que había venido buscarla pero
Kolt tenia un propósito esta noche: fastidiarme. Esperé, hasta me aclaré la
garganta sin embargo me ignoró como si no estuviera frente suyo.
- ¿Donde está?.
- ¿Quién?.
-Ella.
- Su nombre, Daniel.
Kolt abrió su boca y luego río. Soltó un suspiro mientras inclinaba su cabeza a
un costado.
- Se fue.
- ¿Qué?.
-¡¿La dejaste irse con él en ese estado?!- Apreté la mandíbula-. ¡Está ebria, Kolt!
¡Quién sabe que puede hacerle!.
- No entiendo tú drama querido primo. Permíteme recordarte que ella ya no es
tu asunto ¿O no dijiste eso?.
Me quedé callado dejando que disfrutara usar mis palabras contra mí.
El karma era una mierda y ahora estaba pagando por hacerle lo mismo cuando
el tema de Charlotte salía en nuestra conversación.
- Eres un idiota cuando estás enamorado- Gruño-. Segunda planta, zona VIP.
Debí suponer de un principio que ella no había abandonado el lugar y que con
Kolt solo buscaba divertirse a mi costa.
- Me la cobraré- Amenace.
- Y Daniel- Volteó ante su llamado- Quizás consideres que lo que ella hizo no lo
puedes perdonar pero te aseguro que si. Y espero realmente que no te des
cuenta de ello cuando Rachel tomé la decisión de dejarte ir para siempre.
- Kolt...
- No pretendo usarla.
- Te estás equivocando.
Me fui hasta la segunda planta y al llegar ahí había un hombre con una lista de
los que podían ingresar a la zona reservada.
-Daniel McGregor.
Era más que obvio que mi nombre no estaba en esa lista. Sin embargo tendría
que vivir bajo una piedra para no saber que mi apellido podía hacer que lo
despidieran y él debería abstenerse si no quiere salir perdiendo.
Al instante de entrar mis ojos fueron a los suyos. Había sido una suerte que
estuviera tan cerca de la entrada.
Se quedó con el trago en sus labios y totalmente tiesa en su lugar. Estaba claro
que no esperaba verme y no la culpaba, yo tampoco no tenía pensado venir
pero aquí estoy.
- Vámonos.
El brillo en sus ojos me hizo saber que efectivamente iba tomada y eso
ayudaba que la versión suya que era una auténtica perra apareciera.
Y maldita sea, me gustaba cuando era así. Algunas veces, claro está. Pero
ahora me hacia recordar que aquella Rachel que me desafiaba a la mínima
oportunidad seguía ahí.
- Nos vamos.
- Jodete, imbécil.
Mordí el interior de mi mejilla afectado por su claro ataque contra mí. Ella sabía
como volverme loco de buena y mala manera. Nunca nadie había acabado con
mi paciencia como lo hacía Rachel. Y darme cuenta que eso no había cambiado
era como recibir una cachetada de realidad.
- Pero... ¡Bájame!.
- Dile que venga y me vigile de cerca porqué hasta que esto no cierre, no me iré.
Cuando logre que se rindiera y aceptara que no había otro opción más que irse
conmigo, Rachel se acomodó en el asiento y en menos de lo que pensaba ella
cerró sus ojos sumiéndose en un sueño profundo.
Parecía que todo estaba en mi contra porqué la única noche libre que le había
dado la mis guardaespaldas, yo tenía que enterarme en donde estaba y como
era su estado.
Me senté a su lado y solo por ver que su sueño era profundo fue que me animé
a correrle los mechones de cabello de su rostro. Delinee con mi dedo la curva
de sus labios y la forma de sus pómulos.
Me quedé en silencio.
-Rachel n...-
Sus ojos se cerraron mientras que ahora su mano la juntaba con la mía. Su
agarre era firme y no parecía que iba soltarme.
La miré hasta que salió el sol, sentado en el sillón que estaba a unos metros de
la cama.
No lo sabía.
O mejor dicho si que lo sabía pero en este momento no quería admitirlo. Porqué
me pesaba más que nada que Rachel hubiera dudado de mí, que fuera capaz de
pensar que después de todo lo que me costó recuperarla echaría todo a la
basura. Era ilógico y por más que intentaba no entraba en mi cabeza cómo ella
podía pensar eso.
Quería olvidarlo, de en verdad quería hacerlo. Después de todo si ella fue capaz
de perdonarme ¿Por qué no lo haría yo? Y ahí estaba el verdadero dilema.
Porqué estaba actuando de manera egoísta y lo sabía, así me acentuaba
cuando me ponía de su perspectiva. Sin embargo cuando me ponía en la mía
me parecía correcto cortar todo y darnos un tiempo.
Dejó que ese hombre la tocará y aunque me jodia admitirlo se que había algo
que estaba confundiéndola con respecto a él. Y yo no podía permitirme eso.
Prefería dejarla antes que ella lo hiciera y sea porqué se dio cuenta que siempre
ha merecido algo mejor que yo.
- Daniel.
Se quedó recargado en el umbral de la puerta observando la chica que yacía
sobre mi cama totalmente dormida.
- Dile a la mucama que no la deje ir sin que haya comido algo- Hablé sin dejar
de mirarla-. Alaric la llevará a casa y nada más ha pasado aquí.
(...)
21:00 p.m.
Rufus estaba de la mierda. Nunca lo había visto de ese modo tan deplorable.
Era extraño ya que jamás lo he visto verse incorrecto, es más, dudaba que su
traje alguna vez hiciera arrugas.
-Porqué eres lo más cercano a un mejor amigo que tengo. Así que te jodes y
bebes conmigo.
Tomó el trago de golpe y luego su expresión se frunció por lo que suponía era el
ardor de su garganta a causa del alcohol puro.
Mis planes de hoy no se resumían a estar aquí con Rufus Montaner. Tampoco
esperaba que fuera capaz de aparecer en mi apartamento con más de cinco
botellas de whisky y Borbón.
No quería preguntarle la razón por la cual sus ojos estaban irritados, como si
hubiese estado llorando.
El giró en círculo su vaso con movimientos suave. Tragó saliva antes que
hablar, parecía estar preparándose.
Lo detalle unos segundos. Por más que había dicho que lo dejara ir todavía
seguía inquieto.
-Dime.
Si me hubiera gustado ser padre, saber que alguien está condenado a amarme
y sentir admiración por mi solo por hacer lo que cualquier hombre tendría que
hacer. Pero no lo soy Rufus y eso no cambiará.
- ¿Crees?.
-Lo estoy por hacer y espero realmente ser como tú y no rendirme. Porqué
jamás tuve el corazón roto como ahora.
Sus palabras parecían cargar un significado más jodido, algo profundo que lo
estaba atormentado por no poder ser contado y escuchado. Esa parte la
entendía más que nadie, ya que tuve que callarme el dolor de saber que pude
ser papá y tiempo después tuve que callarme el hecho de que quizás nunca iba
a serlo porqué había alguien más en la vida de Samantha.
Se acomodo sobre el sillón. Una sonrisa amarga creció entre sus labios.
No podía borrar sus palabras de mi mente. Así que mientras intenta hacerlo
dejé que el alcohol y Rufus fueran mí compañía.
- Blake Price. Ella es agradable y es de esas chicas que morirían por amor y
arrasaría con todo aquel que amanece con dañarlo. Es parecida a ti.
Un zumbido era lo único que escuchaba. Mi mano fue hasta el bolsillo interno
de la chaqueta del traje y sin importarme que Rufus me viera, saque el collar
con el anillo que había planeado que estuviera en su dedo en un futuro
demasiado cercano.
- Se inteligente, Daniel.
Rachel Mac Millán
Entré a su habitación y no tuve que pensar demasiado en el paradero de Charlie
ya que oí el agua de la lluvia.
Me dejé sobre la cama exhausta, sople el mechón de cabello que había caído
sobre el medio de mi rostro. La cabeza me estaba por explotar aún después de
haber tomado la pastilla que me dio el ama de llaves de Daniel.
No había mentido y eso lo sabía tanto él como yo. Daniel era sin duda el amor
de mi vida y yo realmente entendía que me había no solo equivocado, sino que
también confundido y por eso es que era paciente.
Pero me conozco.
No detendré mi vida por él. Puedo esperar y enmendar mi error, sin embargo no
seguiré siempre en el mismo lado y cuando él voltee a ver y no me encuentre,
ahí habrá acabado todo.
Charlie salió con una bata de baño mientras que con una toalla se secaba las
gotas de agua que salían de la punta de su cabello.
- Por tú rostro debo deducir que las cosas no han ido del todo bien.
Una sonrisa se curvo en mis labios cuando los recuerdos de anoche salieron
con soltura dentro de mi cabeza.
- Kolt McGregor.
- ¿McGregor?- Cuestionó.
- Ya lo sabe.
- Tú dirás.
-Trato. 》
Por esto me gustaba que Charlie estuviera en Manhattan conmigo, hacía que en
medio de los momentos que parecía oscuros hubiera momentos esporádicos
que me hacía sonreír.
- Te lo dije.
A pesar que había dicho aquello de manera divertida sabía que indirectamente
lo estaba diciendo para no mencionar que se queda más tiempo porqué las
cosas en su casa se han complicado más de lo ya estaban.
- Así que supongo que tendrás que aguantarme más tiempo- Exclamó mirando
su móvil.
Ella me sonrió pero luego empezó a decaer poco a poco hasta que los junto en
una fina línea. De pronto se había puesto nerviosa y sus ojos miraban al techo
de la habitación como si esté fuera de más entretenido.
-¿Qué te pasa?.
- No se, estaba borracha y sola. Mi amiga se había ido con un hombre que
parecía sacado de mis sueños y estaba enojada, resentida y él apareció- Soltó
un suspiro-. Además que estar un poco ebria me pone algo excitada y...
- Charlie al punto- La corté queriendo que me dijera quién era de una vez.
-Bruno Price.
Podía entender que alguien como ella se pudiera haber quedado encandilada
por el efecto que tiene un hombre como Bruno Price. Era algo que comprendía
ya que siempre he tratado con los de sus tipos pero ella no, está acostumbrado
al chico tierno que bajaría la luna si se lo pide y esto es Manhattan; Un lugar
donde eres cazador o eres cazado.
- No creo que vuelva a verlo de todos modos. Una lástima porqué me ha dejado
muy satisfecha.
- Aquí no existe tal cosa como el destino, si él quiere volver a verte lo hará y por
eso es que te advierto de antemano.
-Si bueno, yo también pensé lo mismo hasta que Daniel me manipuló para salir
con él.
(...)
No tenía planes para está noche, después de varios días era la primera vez que
no salía y me quedaba en casa.
Charlie no era una opción ya que quedo con una prima suya que estudiaba en
una de las universidades de aquí. No quería molestarla y mucho menos
interrumpirla.
Me entretuve un rato viendo una película peor luego me empezó a aburrir así
que la saqué y me gusto no encontrar otra que me llamará la atención. Parecía
que no había nada interesante que ver, como si estuviera la defensiva.
-No, solo que tengo problemas con los bocetos de la próxima colección-
Explicó-. ¿Tú no ibas a salir?.
- Oh ¿Y Charlotte?.
Mi entrecejo se hundió por la insistencia en su voz y no era solo eso sino que
estaba nerviosa, se notaba por como miraba a la entrada y jugaba con sus
dedos.
- Rachel...-
Mi madre me llamó, sin embargo era muy tarde para que ella hablara pues ellos
cruzaron el umbral dejándome entumecida sobre el sofá. Fue entonces que
comprendí por qué Juliette actuaba de ese modo y no la culpaba por la forma
de querer manejarlo, después de todo quienes pusimos en una situación
incómoda a Emilio y a ella, éramos Daniel y yo.
Emilio me sonrió de esa manera extraña que lo hizo mamá hace tan solo unos
minutos.
-Yo tampoco.
Daniel mantuvo su mirada severa sobre mi. Me sentí tan intimidada por él que
tragué saliva y me arrope con un almohadón, de pronto quería hundirme en el
sofá y desaparecer de su vista.
Y no, no era el hecho de tenerlo cerca porqué eso lo que quería. Sino que no
aguantaba ver cada parte suya y saber que le desagradaba, que me guardaba
rencor y eso no lo podía aguantar. Era una tortura a la cual no pensaba
someterme hoy, sencillamente no me apetecía.
Noté como tanto como mi madre y Emilio miraban a Daniel algo incómodos.
Era lo suficientemente impulsivo para armar una excusa y marcharse, lo sabía
de sobra. No quería fastidiarles los planes y por eso es que no iba a quedarme.
Él me asintió.
Odiaba ser una persona que pensaba en todo, que sentía el doble y demostraba
menos de lo que parecía.
Busqué sobre los estantes un libro que llamará mi atención y rogué porqué
hubiera uno ya que estaría encerrada aquí por un buen tiempo. No iba a salir o
sino ellos me verían pasar y realmente no quería que las cosas se pusieran más
incómodas de lo que ya lo eran, tampoco había traído el móvil como para
entretenerme.
Tomé uno de los libros y supe al instante que era de mi madre. Recuerdo que
siempre me hablaba de esta novela y que debía leerla, supongo que era un buen
momento para hacerlo.
Mis ojos se movían por cada renglón y aunque parecía que había leído
demasiado la verdad es que iba diez hojas y no podía dejar de hacerlo. Aunque
al principio me pareció algo aburrido al poco tiempo se puso entretenido. La
trama era de un militar que volvía de la guerra y veía que la mujer que juró
esperarlo estaba comprometida a otro hombre.
Bien, eso me había dolido y supongo que era el hecho que estaba muy sensible
estos días que me hacían entrar en una conexión especial con el dolor de los
protagonistas.
Tenía miedo que si lo hacía podía espantarlo y hacer que la expresión que tuvo
antes al verme volviera.
Él había venido. Sabía que estaba aquí y vino por su propia cuenta.
¿Por qué?.
-¿Estás bien?.
Quería que lo confirmará porqué por fuera aparentaba que no era así.
-¿Si?.
- Acércate.
Sentí mis piernas temblar cuando me levanté. Estaba insegura y eso se notaba.
Me planté frente suyo esperando que me dijera de una vez a que vino, pues
ante todo sabía que tenía que estar preparada por si abría su boca y salía de
ella cosas que no me gustaban.
-Daniel...- Me callé cuando sus manos tomaron mi brazo y tiraron de mi
haciendo que cayera sobre su regazo con las piernas flexionadas al lado de sus
caderas.
Mis manos tomaron sus mejillas haciendo que me mirará, al instante de verlo
supe que algo no estaba bien en él.
Su mirada quedó prendida a la mía y fue entonces que miré por un segundo el
reloj eléctrico que estaba en el despacho, marcaba las doce de la noche.
Entonces entendí el por qué de la cena, el por qué había venido hasta aquí.
Apretó mi cuerpo con el suyo como si le molestará la distancia que hay entre
nosotros. Sus dedos rozaron la parte baja de mi espalda y un escalofrío me
recorrió cuando sentí como su mano se colaba bajo mi remera. Apretó mi
cintura al mismo tiempo que acercaba su rostro.
- Quiero oírlo. Quiero que me lo digas hoy, Rachel- Pidió casi en un ruego-. Por
hoy quiero pensar que no te estoy perdiéndonos.
- Te amo.
- Lo haré.
Daniel McGregor
Veinticinco años.
Mi padre, como dije muchas veces no estuvo presente gran parte de mi niñez y
cuando quiso volver a mi en mi adolescencia le guardé un gran recelo. Quizás
ahora podría entenderlo, no apoyarlo pero si darme de una idea de lo que había
querido hacer todos estos años. Después de todo, en algún momento debí
saber que las fotos que me sacaba Roger y Alaric en cada instante de mi vida
no era solo compartirlos entre ellos. A su manera silenciosa Emilio McGregor
estuvo ahí.
Mi cumpleaños, todos los que recuerdo lo paso rodeado de gente que no llegan
a llenar esa sensación de vacío. Todo parece una ilusión montada para no
hacerme sentirme mal con realidad y hoy no quería aquello, quería algo
verdadero. Algo que pensé que podría tener antes que ella y yo tuviéramos ese
final el año pasado. Ese cumpleaños, en ese año que Rachel no estuvo se sintió
más decepcionante que otros.
¿Por qué?.
Porqué ya había idealizado uno en donde por primera vez me sentía bien.
Junior Reyes:
Todo había sido por ella y por su incapacidad de notar el efecto que tiene una
palabra suya, lo que desencadena con mirarme y aún peor con decir esa
palabra que logra que pierda la cordura.
Si hay algo que mi padre me enseñó y que valoro es a ser inteligente, a no dejar
que nadie me hunda y me engañe. Jeremy Thompson no me robaría lo que más
quiero, en verdad lamentaba que sus ojos se hayan fijado en Rachel porqué yo
no iba a soltarla y mucho menos dejarla de amarla y para su mala suerte yo
nunca perdía.
No era idiota y sabía que tanto él como Juliette estaban intranquilos por
nuestra relación. Las fotos de mi beso con Blake la vieron todos, hasta incluso
ellos y supongo que se encontrarán algo mareados de cómo terminaron las
cosas ya que al final era yo quién evitaba venir a su casa y no es precisamente
que Rachel desprecie mi presencia o mi sola mención. Él que demostraba
recelo era yo y por eso es que entendía el cuestionamiento de ellos ya que no
entendían o más no estaban al tanto de lo que sucedió en medio del caos.
Entramos a la casa que solía ser mi hogar y Emilio dio aviso de nuestra llegada:
- ¡Cariño, llegamos!.
Reyes me lo había facilitado pero aún más fue su prometido quién también
interceptó a mis planes. Por lo que sabía las cosas entre ellos no estaban nada
bien y solo porqué se trataba de mi es que Junior me dio vía libre con Rachel
porqué de otro no lo hubiese hecho debido a que no quiere dejar tiempo para
que Ryan lo buscara. Aunque para estás horas ya debe estar con él.
- Que tengan una linda velada- Su voz salió rasposa. No nos miró y eso me dejó
intranquilo.
Rachel se marchó dejando a Juliette inquieta y por lo que se podía apreciar algo
preocupada. Sin embargo no le costó demasiado disimularlo ya que al final en
sus labios se curvaron en una sonrisa amable, se concentró en mi como si
quisiera hacerme sentir mejor cuando realmente había sido mi obra todo esto.
El postre llegó y solo pude comer una cuarta parte del el ya que en verdad me
había llenado.
- McGregor.
Hubo un silencio hasta que ella habló logrando que todo mi mundo se volviera
a desestabilizar.
- No eres mi madre.
Hace unos días mi padre venía comentándome lo que Aurora le exigía; Verme y
hablar conmigo. Desde primer momento me negué casi al inmediato y por un
momento creí que ella realmente estaba arrepentida y quería arreglar las cosas.
Supongo que me equivoqué.
- Eres increíble- Sonreí irónico-. ¿A eso se debía tú insistencia por verme? ¿Por
qué no tienes dinero? Emilio tiene razón, solo eres una trepadora.
- Daniel, por favor.
- No vuelvas a llamar.
Y colgué.
Me gustaría decir que no, que lo que ella pueda decirme no me afecta pero la
verdad era otro. Sino de otro modo no me sentiría de este modo solo por su
llamada. Era una mezcla de enojo y desprecio, pero por sobre todo decepción.
Abrí la puerta y la vi sentada sobre la alfombra con un libro entre sus piernas. Al
entrar de ese modo la sorprendí y lo supe por la forma en la que se sobresaltó,
su mirada cayó en mi y sentí una presión en mi pecho al ver que tenía las
mejillas algo sonrojadas.
Sus ojos quedaron en mi rostro y torció sus labios. Tenía presente que mi
semblante no era lo mejor y eso mismo es lo que la puso intranquila, aunque
también preocupada y saber que aún seguía preocupándose por mi me hizo
sentir por un segundo bien.
Esa mujer sin saberlo había arruinado mi plan inicial y mi idea de empezar mi
cumpleaños de otra forma.
- ¿Estás bien?.
No, no lo estaba. Pero iba a estarlo porqué siempre era así. Yo podía con todo
mientras la tuviera.
- Rachel- La llamé en voz baja.
-¿Si?.
- Acércate.
- Daniel...- Dijo pero antes que pudiera continuar la tomé de los brazos
poniéndola sobre mi. Una de mis manos se colocó en la parte baza de su
espalda y la otra en su muslo derecho.
Me tomó las mejillas con delicadeza acariciando aquella zona. Para ese
entonces sabía que ella había notado que algo me estaba sucediendo y por un
segundo me desagradó el hecho que ella fuera capaz de ver más allá de lo que
mostraba.
Sus ojos dejaron de observarme para mirar a algo que tenía a mis espaldas.
Las yemas de mis dedos recorrieron el largo de brazo hasta que subieron al
centro de su pecho, ahí mi mano se acentuó. Mi corazón recibió un pinchazo al
poder sentir como sus palpitaciones se aceleraban y aún más satisfactorio fue
saber que era por mi causa.
- Te amo.
- Elígeme, siempre.
Y sin pensar en nada más que en nosotros fue la que besé porqué así lo quería,
porqué tenia la necesidad de hacerlo después que el caos entre nosotros me
impidió seguir haciéndolo.
Mordí su labio inferior y oírla jadear me despertó esa hambre insaciable por
ella.
- No se si está bien pero te amo de tal manera que quiero que por las mañanas
me recibas con una sonrisa, que en mis problemas seas tú mi calma- Le subí la
barbilla-. Es un insulto que llegues a pensar que cualquiera podrá sacarte de mi
mente porqué después de ti no hay nada más y si lo hubiera no quisiera saberlo
porqué tú no estás ahí.
-No. Puedo ayudarla como lo haría por cualquiera, pero a tu lado Blake Price no
es nada.
- ¿Estamos bien?.
- Lo estaremos.
- Daniel...- Dejé observar sus labios para fijarme en ella nuevamente. Me sonrió-
¿Eso significa que puedo quedarme con el Audi?.
Quité las sábanas blancas que cubrían mi cuerpo desnudo. Sentí el frío al
momento que mis pies se acentuaron en el suelo frío. Mi mente todavía no
terminaba de procesar como habíamos llegados hasta aquí, todo ocurrió
demasiado rápido y en menos de lo que pude procesar estaba en el coche de
Daniel dirigiendonos directo a su departamento.
Las palabras habían sobrado y tampoco es que pudiéramos tener algo más en
el despecho cuando nuestros padres estaban a unos metros. La decisión de
irnos había sido suya, impulsivamente pero de igual fue la mía al querer
seguirlo.
No fue sorpresa para Emilio y mi madre, después de todo Daniel jamás había
disimulado al levantarse a la mesa y venir a buscarme. De igual modo una parte
de ellos parecía estar más tranquilos que nuestro conflicto se hubiera arreglado
ya que siendo honesta al estar peleados creábamos un ambiente incómodo
que los ponía en distintos lugares. Mi madre estaba pendiente de mi y Emilio de
su hijo, siempre iba a ser así y por eso mismo es que lo mejor para ellos era que
mantuviéramos la paz ya que la otro opción seria que jamás nos hubiéramos
involucrado, aunque para eso era demasiado tarde.
Lagrimas amenazaban con salir de mis ojos. Me eché hacia atrás mientras mi
mano cubría mi boca, las arcadas venían por si sola y sabia que solo era eso ya
que la necesidad estaba ahí pero no era lo suficientemente tonta como para
hacerlo aquí, teniendo a Daniel justo afuera, no iba a hacerlo porqué eso
amenazaba con acabar la estabilidad de mi vida y no podía dejar que eso
sucediera.
Solo tenía que calmarme, esto iba a pasar. Me di la vuelta para no volver a
observarme. Noté como mis piernas temblaban y me sostuve del cabello.
Me toqué las mejillas sin ser capaz de explicar en qué momento había
comenzado a llorar.
Me sobresalte cuando unos toques fuertes se escucharon. Miré al instante la
puerta sintiéndome aún más nerviosa que antes.
-¿Rachel?- Insistió tocando cada vez más fuerte-. Responde o te juro que tiro la
puerta.
-¡Rachel!.
- ¿Por qué pusiste seguro?- Su voz delataba que no me estaba creyendo nada.
- ¿Por eso estás actuando así?- Mi silencio lo tomó como una afirmación-. No
tienes que preocuparte por nada, princesa. Puedo llamar a alguien para que se
ocupe de eso ¿o prefieres a Charlotte?.
-No- Respondí al instante- Déjamelo a mi. Saldré en un segundo, todo esta bien-
No me respondió nada-. Te lo prometo.
-Todo estará bien- Me dije sin saber si aquello sería cierto-. Todo. Estará. Bien.
Al salir del cuarto de baño Daniel estaba sentando en la cama con su
ordenador. Tenía levante el ceño fruncido, parecía concentrado y eso me
arrancó una sonrisa enorme. La escena era tan familiar, como si estuviera
realmente acostumbrada a que eso fuera diario.
Me miró inspeccionándome.
(...)
- No es necesario.
Antes teníamos cuidado de quién nos viera y de lo que la prensa pudiera captar
de nosotros. Nunca me escondió ni yo mucho menos a él pero si que era
verdad que preferimos mantenernos fuera del foco de todos... o eso era hasta
ahora.
En cuestión de horas Blanca Roberts, mi abuela y dueña del New York Times
me llamaría para interrogarle por las nuevas fotos que llegarían a su poder en
nada. Solo era cuestión de tiempo para que el mundo supiera que Daniel
McGregor tiene una mujer y esa soy yo.
Le volqué los ojos fingiendo molestia y fue ahí cuando tiró de mi envolviendo mi
cintura con su brazo. Mi mano se apoyó en su pecho y lo miré con un
semblante duro, uno que era totalmente falso y él lo sabía a la perfección.
- Daniel estoy hablando en...- Las palabras murieron en mi boca cuando sentí su
mano adentrarse por debajo de la falda de mi vestido. Sus dedos tocaban mi
zona íntima con total seguridad.
Mis manos tomaron con fuerza su camisa y mi frente apoyo en su pecho. Tenía
las mejillas sonrojadas y estaba empezando a sudar.
- Bueno princesa- Empezó diciendo con su voz ronca- Creo que tenemos un
problema.
Sabia que todo ese interrogatorio se debía que temía que de alguna forma
explotara en el caso que me topará de frente con Blake Price. La verdad es que
si mi madre me ha enseñado algo es que la presencia de espectáculos así solo
se dan en personas que toleran ser rebajadas y yo no pertenecía a ese montón.
Prefería hablar con tranquilidad y causar un daño letal que ningún grito podría
compararse.
Aunque si era realmente honesta no quería verla, ni cruzar palabra porqué ella
tenía ese algo que me hacía sentir insegura de mi misma. No lo soportaba, no
soportaba que me pusiera en posición. Ella no tenía la culpa por fijarse en
Daniel, después de todo un hombre así es uno en un millón. Sin embargo lo que
si no le aguantaba era que aún sabiendo que tenía novia se había atrevido a
besarle, ignorándome totalmente y eso para mi era una falta de respeto a mi
relación.
- Depende.
Hacerlo ceder para que me entregara el Audi fue más fácil de lo que había
creído. Prácticamente me regaló las llaves sin mostrar importancia alguna, no
me sorprendió porqué tenia coches mejores del que me había dado y además
estaba el hecho que si así lo quería podría comprarse el mismo modelo sin
problema.
-Siempre lo he tenido, que te haya hecho creer que tú lo tenías es otro tema
aparte.
- Esa boca descarada que tienes es lo que me atrajo de ti- Su mano tomó la mía
bajándola hasta que llegue a tocar su palpitante erección-. El tiempo sigue
pasando y nadie más que tú logra empalmarme de esté modo.
- Satisfacer a mi mujer.
(...)
Charlotte detuvo el auto frente al cementerio. La noté inquieta y no solo era el
hecho de que vería a Alisha después de mucho tiempo, algo me decía que
había estallado una bomba entre ella y Rufus.
Era cobarde y por eso no le había cogido ninguna de las llamadas que me hizo
Montaner. No quería darle la cara porqué no tendría que decirle, le oculte una
parte que podría bien haber sido importante en su vida y eso bastaba que me
sintiera culpable. Sin embargo a estar alturas él debería saber que por Charlotte
era capaz de quemarme viva sin importarme las consecuencias.
Nos quedamos dentro del vehículo, el silencio reinaba entre las dos. Vi como
jugaba con sus dedos y tragaba saliva, murmuraba una canción en voz baja
como si aquello podría distraerla de las ganas de querer romper en llanto.
-Charlotte...-
- No.
- ¿Por qué?.
No lo había pero aún así él parecía querer resolver todos los misterios de su
muerte que yo creía que estaban más que explicados.
- ¿Suena tonto?.
- No- Miró al frente-. Sería tonto que no lo estuvieras después de todo. Es lo que
tú haces.
- ¿Qué?.
Y mi corazón lo supo.
Mi boca se abrió pero la volví a cerrar cuando vi como un auto n***o con vidrios
polarizados acompañado por dos camionetas se detuvieron un poco más
adelante de donde estábamos nosotras.
.
Daniel McGregor
Rufus balanceo su vaso y asintió, como si se estuviera preparándome para
lidiar conmigo.
- No creo que sea buena idea seguir escarbando, Daniel. Esté tipo no es alguien
con el cual nos debamos meter.
Montaner puso sobre la mesa el vaso con brusquedad haciendo que se volcara
un poco de su contenido. Su mirada me traspasaba, casi podía decir que me
aniquilaba. Me señaló.
- ¿Acaso no tienes algo que perder, Daniel? Más bien a alguien- El rostro de ella
me atormento-. Piensa muy bien qué es lo que quieres. Después de que tomes
una decisión no hay vueltas atrás y te puedes joder, la puedes joder a ella y aún
peor poneros a ambos en peligro.
- Rufus.
-No, no quiero que me des explicaciones que me importan una mierda. Todo
radica en ti, pero piénsalo bien- Bramo amargo, su voz destila enojó-. Si por
ponerte encima de todos logras que le toquen un solo cabello a Rachel te
odiaras, yo lo haré, y ella ten por seguro que lo hará.
- Dímelo- Moje mis labios nervioso-. Dime que es lo que has estando callando.
- ¿Estás seguro?.
- Lo estoy.
No podía creerlo. Después de tanto tiempo sin nada ahora teníamos todo.
-Podemos atraparlo, saber de él. Debe haber un patrón- Mis manos sudaban
mientras hablaba más rápido de lo normal-. ¿No lo entiendes? Lo tenemos.
Rufus tenía un punto. Rachel era envolvente, una arma de seducción que te
condenaba a penas pusiera sus ojos en ella. También era esa mujer frágil y tan
estúpidamente inocente de lo que logra su presencia que hacía desearla más.
Por eso y aún más es que él tenía un punto.
- Cuida lo tuyo, Daniel. Aprende y avanza porqué si sigues con está mierda de
estar atado a tu pasado vas a perderla- Se detuvo antes de salir-. Se que te
mereces explicaciones, que te lo deben pero a veces no obtenemos todo lo que
queremos. Recuerda que la verdad siempre pesa y sale a relucir, solo dale
tiempo.
Su tono de voz me hacía entender que aquellas palabras que soltó venían de
una parte suya que estaba desconociendo. De hecho Rufus venía hace varios
días actuando extraño, como si pareciera un muerto en vida.
-Y Daniel.
Lo miré.
- Dile la verdad, de todo- Curvo una sonrisa en sus comisuras-. No dejes que los
destruya de nuevo porqué no quiero soportar otro año siendo un marica llorón.
- Vete a la mierda, Rufus.
Hace un año atrás no haber revelado mi pasado cuando ella me confió el suyo
terminó con nosotros. Si de un principio hubiera actuado diferente, tragado mi
orgullo seguramente la hubiese puesto por encima de mi, de cualquiera porqué
había una realidad y Rachel se merecía que estuviera con ella mientras soplaba
las velas en su cumpleaños.
Se que cause dolor con mi ausencia y que quizás abrí una inseguridad con ese
día que ella por ser tan buena jamás lo admitiría. No hacía falta que lo hiciera,
era una hombre suficientemente capaz para no engañarme.
Ella y yo hemos pasado por mucho. Desde siempre. Nuestro inicio no fue el
mejor y llegar hasta donde llegamos nos costó dos corazones rotos, lágrimas, y
dudas al respecto. Y cada que la veía me daba cuenta que todo había valido la
pena, porqué lo valió todo. No dejaría que el mismo error vuelva a cometerse,
que la historia se repita, si no he dejado que un beso patético con un idiota nos
terminará mucho menos dejaré que un recuerdo lo haga.
Alcé el móvil cerrando los ojos. Me sostuve el puente de la nariz y fue al cuarto
tono que escuché su voz.
- ¿Que quieres?.
- Hecho.
" Lo haré".
Y lo que le respondí fue bastante para mandar a la mierda ese lema que tenía
de no intervenir en la vida de los demás. Estaba por desatar la furia de Rufus
Montaner.
¿Cómo lo sabía?.
Charlotte debió de haberla jodido demasiado para qué él, estando muerto por
ella, no quería verla.
- Señor, es hora.
(...)
Había entendido. Lo entendí y por eso mismo es que estaba plantado en esté
lugar al que siempre que trataba de venir me echaba para atrás porqué los
demonios me perseguían y la culpa me asfixiaba.
Fue exactamente en ese momento que vi las luces del coche que se acercaba
alumbrándome directamente que mi corazón se detuvo, que el mundo se paró
por milésimas de segundos y que las ganas de querer tirar todo esté plan
desaparecieron. Era el momento y no tenía que retrasarlo más, ya había tenido
una advertencia y después de eso sabía que no quería tener un ultimátum
porqué ella no los daba, ella actuaba.
Caminó hasta mi con incredulidad, solo basto un segundo para que reconociera
el lugar. Me observaba con precaución como si estuviera precaviendo que no
me fuera a romper. Eso me sonreír porqué aún sabiendo que lo que se venía era
fuerte estaba más preocupada por mi que por la situación en la que nos puse.
- ¿Hola?.
- Hola, princesa.
Sus cejas de alzaron un instante y luego las bajo. Trataba de buscar alguna
anormalidad en mis facciones.
Me fijé una vez más en la mujer que tenía adelante y fue suficiente
confirmación.
Me gustaría decir que el camino fue largo, que tuve tiempo de calmarme
aunque sea un poco. Sin embargo la realidad era otra, no habíamos tardado
casi nada al llegar y mientras ninguno rompió el silencio.
Nunca fui capaz de entrar pero sabía muy bien en donde su tumba estaba, lo he
sabido siempre.
Tuve que parpadear más de una vez cuando vi su nombre tallada en esa piedra.
El mismo sentimiento de dolor golpeó mi pecho, era la tercera vez que sentía
este sentimiento así; El primero fue cuando descubrí que murió, el segundo
cuando tuve que esconderme para asistir a su funeral, y el tercero era justo
ahora.
Sabía que tenía varios problemas, que su familia se estaba rompiendo y ella
tenía que ser la que mostrara fuerza aunque realmente no la tuviera.
La podía ver bailando en medio de las luces de colores con algunos de sus
cabellos mojados por el sudar. Si había algo que le gustara más que a nada era
bailar.
Recuerdo que un día había discutido muy fuerte con Emilio y ella se coló en mi
casa con ayuda de Alaric. Verla fue un golpe de alegría y risas, pues al minuto
de entrar levantó una botella de alcohol de un vino que parecía ser caro.
Sus palabras fueron: " Se la robé a mamá así que espero que lo hagas valer".
Es algo para lo cual jamás tendré una respuesta válida. Podría decir alguna
pero la verdad es que a está altura sabía que era algo que sencillamente no
sabría como explicarlo.
- Me gustaría decirte que saber que mi coche fue alterado la noche del
accidente cambió algo en mi, pero te estaría mintiendo. Sigo culpándome
porqué todavía tengo esa imagen de mi acelerando a fondo ignorando sus
gritos que me decían que eso no era una buena idea- Tragué saliva y sentí
como mi mandíbula se tensaba-. Si te confieso algo después de observar como
era enterrada desde las sombras escondiéndome por vergüenza y culpa, jamás
volví. Nunca tuve el coraje y sigo sin tenerlo.
》 No es justo para ti y mucho menos para ella porqué jamás me ha dado nada
malo sino lo mejor. No es justo que me vuelva la peor versión de mi y la ponga
por delante sin pensar en el daño que puedo causar, que puedo causarme.
Selle mis labios unos breves segundos buscando la suficiente valentía para
continuar, para decir lo que antes me convencí que no le dije por miedo a
lastimarla.
-Te mentí, Rachel. Te oculte una parte de Samantha que no sabes y tontamente
quise resguardarme que no te lo decía por tu bien- Aparté la mirada a pesar
que ella la mantenía fija en si-.
Durante nuestra relación, casi al final ella estuvo engañándome con alguien que
no le convenía, un chico con una vida bastante jodida. Era hijo de un mafioso
y... Yo vi las fotos de ambos y jamás la vi sonreírme de ese modo y mostrarse
tan en paz. Se veía feliz pero él no es bueno, Rachel. Su fama lo precede y es
peligroso.
Tuve que tomar todo mi autocontrol cuando vi como sus dedo soltaban los
míos. El frío llegó como una daga hiriéndome.
Tenía miedo de lo que pueda decirme, de que lo haya dicho tarde. No iba a
culparla si me dejaba, no había motivos porqué si bien se dice que de los
errores se aprenden, yo sabía que estaba cometiendo uno al callar y aún así lo
hice.
Fue de un instante a otro que sus brazos me abrazaron por la cintura y hundió
el rostro en mi pecho soltándose a llorar mostrándome lo mucho que le dolía.
Mis manos le tocaban el cabello con delicadeza y la mantenía pegada a mi en
un agarre fuerte para que supiera que no iba de dejarla caer.
Mis manos temblaban y aunque quisiera romperme y hacer ver que estaba más
que preocupado, muerto en miedo, mantuve la compostura. Si aprendí algo es a
estar, a no temer, y a avanzar.
- Rachel.
Su labio temblaba.
- La vez pasada no lo hicimos del todo bien, ignoramos el hecho que nos
necesitamos. Esto hacen las parejas; Se apoyan. Lo haremos juntos.
- ¿Juntos?.
- Si, juntos.
Dos semanas desde que varias verdades fueron reveladas entre los dos, dos
semanas desde que había aceptado todos los indicios que indicaban una
recaída.
El enojó estaba ahí, no iba a mentir al decir que ya no lo sentía. Sin embargo el
alivio era más grande, porqué algo en mi pecho me decía que iba por el camino
correcto. Y si veía por el lado bueno, prefería sentir estás emociones a las que
había sentido el día que volví a inducirme el vomito.
Una de las partes más difícil no solo era reconocer que el problema había
vuelto, sino que también tener que dar la cara y romper las ilusiones de las
personas que están feliz por tu recuperación.
Estos últimos días he estado irritable y con un mal humor que estoy haciéndole
pagar a Daniel. Hasta esté punto no podía entender como todavía no se ha
marchado y lavado por completo las manos, porqué él tenía esa opción de
marcharse y estar con alguien que no acarreará tanto problemas. Algo más
fácil y llevadero.
No iba a decirle tal cosa porqué seguro me mataría. Solo que todavía tengo
miedo que al ver está versión de mi misma terminará por darse cuenta que yo
no soy lo que necesita en su vida. Y estoy más que segura que no podría
soportar eso.
La diferencia del año pasado con el de ahora es que antes por más que me lo
negará sabía que independientemente de todo, encontraríamos el modo de
volver el uno al otro. En cambio, si terminábamos ahora, juntos en esté
momento se que no podría volver con él.
Sentí un beso en mi hombro y supe que era tarde para cerrar mis ojos y
aparentar que seguía dormida.
- Buenos días, Princesa- Apreté mis labios algo cansada, hace días no dormía
bien-. Es hora que te levantes, hoy tenemos un día muy ocupado.
- Por supuesto.
- No quiero que te preocupes por nada que no sea por ti misma, bien- Sus
manos acunaron mi rostro-. Y no estoy descuidando el proyecto, prácticamente
está casi terminado y créeme que ha quién dejó a cargo de los preparativos de
la gala tiene mucho más sentido de la noción que yo.
Eso me dejó pensando unos segundos hasta una sonrisa empezó a crecer en
mis labios.
- ¿Charlotte?.
- ¿Quién más sino? Es la mejor para esté tipo de cosas por lo que no tengo que
preocuparme.
Mi estómago se hizo un nudo pero no como algo malo, sino que escuchar de
manera indirecta decir que ha dejado de lado sus cosas para estar a mi lado
me ha dejado aún más claro que no me equivoque ni un segundo en
enamorarme de él.
- Ten por seguro que tendremos sexo- Mascullo-. Pero una vez que regresemos
de tu cita.
- ¿Que cosa?.
Mi boca se abrió estúpidamente sin poder creer que aquellas palabras habían
salido de su boca. Hasta por un segundo me cuestioné si había sido mi
imaginación pero efectivamente no era así.
¿En serio iba a darme las llaves de semejante coche solo por poner buena cara
y asistir sin peros a la cita con la doctora?.
- Es broma.
- No lo es.
- Es todo tuyo.
- ¿A dónde?.
(...)
Le respondí el ultimo mensaje a Charlotte y a Junior. Extrañamente estaban
tranquilos y no alterados revoloteando a mi alrededor controlando si aún
respiró. Gran parte de está tranquilidad se la debía a Daniel. Mis amigos
confían lo suficiente en él para saber que no va a descuidarme.
Hace quince minutos que había salido de mi sesión y unos diez desde que
llegamos a la empresa de los McGregor para que Daniel pudiera firmas unas
cosas y llevarse el último borrador del proyecto para ya pasarlo en limpio.
El ambiente estaba tenso desde que hace dos días Daniel dio una conferencia
de prensa en donde dejaba en claro que aquella foto había sido un
malentendido, desmintiendo al instante un romance entre Blake y él.
Pero las cosas no habían acabado ahí, pues una vez aclaró que la relación que
mantiene con la heredera de los Price solo era laboral, sacó a la luz que todo
esté tiempo ha estado en una relación formal. Conmigo. Con nombre y todo.
Cada revista tenía nuestro rostro y también estaba al tanto del acoso que
estaba sufriendo nuestros padres por parte de los reportes que acampan fuera
de la mansión esperando que alguno hiciera una declaración, cosa que
obviamente no pasaría.
Y por más revuelo que se haya armado debía admitir que se sentía bien que
todo el mundo ya estuviera al tanto que su novia era yo. La única.
-¿Segura?.
- Si, Daniel- Me encogí de hombros-. Aparte será divertido poder tener tiempo a
solas en tu oficina, a lo mejor te robó unos millones.
- ¿A si?- Mordí mi labio, insegura-. ¿Y qué tendría que hacer para tenerlos?.
- Cambiarte el apellido.
- ¿Qué?.
Me quedé helada ante las palabra que había soltado con total desinterés, como
si hubiera querido restarle la importancia al asunto cuando claramente algo así
no puede ser minimizado.
Me había quedado sin palabras y sabía que tenía hablar, pues así su mirada me
lo exigía. Parecía ansioso y desesperado, mientras que a mi me empezaba a
dar vuelta el mundo.
El corazón me iba a mil por hora, el pulso no había forma que lo pudiera
controlar. Un largo cosquilleo me atacó el estómago y no supe que hacer, que
decir.
Solté el aire que sin darme cuenta estuve reteniendo y me dejé caer sobre su
silla giratoria. Me toque el pecho queriendo calmar el frenesí que tenia dentro.
Mis ojos pararon al segundo en el brillo de la piedra del anillo que dejaba en
claro que Daniel no había estado bromeando en ningún momento.
Lo sujete como si fuera a romperse admirando lo hermoso que era. Había visto
anillos de compromiso pero jamás como esté, ninguno podría compararse a su
lado. Era sencillamente perfecto, cada porción de el lo era.
Ya había hablado con Daniel. Se como se dieron las cosas y por eso mismo no
tenía cabeza para aguantar lo que quiera decirme. No quería y menos ahora
cuando estaba teniendo un jodido momento decisivo.
Los ojos de Blake cayeron en el anillo que mis manos sujetaban y al darme
cuenta lo escondí.
-¿Que se te ofrece?.
- Está en un reunión o algo asi- Volteé la silla para distraerme con la hermosa
vista que me proporcionaba el gran ventanal.
Cerré mis ojos queriendo aguantar las punzadas dolorosas que sentía en mi
cabeza. Por muy extraño que sonara me dolía verla porqué ella era algo en lo
que siempre quise convertirme cuando era una niña.
Quería ser exitosa, una empresaria respetada. ¿Pero quién iba a tomarme en
serio con el pasado que arrastraba?.
En gran parte pude haber quedado bien parada cuando se supo lo que Gerardo
Dubasso me hizo. Aunque eso no quitaba que había otro parte en la cual no era
así, en las que muchos cuestionaban aún estando pruebas irrefutables.
El miedo de muchos estaba ahí porqué yo, una cria de veinte años había
acabado con el imperio enorme de uno de los hombres que se consideraban
más importante en Estados Unidos.
Y la verdad es que yo solo había sido portadora de voz. Vanessa me dio las
pruebas, Emilio movió sus contactos, Charlotte lo hundió en redes y Daniel en
los negocios.
Blake, por muy mal que me cayera ahora, era algo que yo quise ser y sabía que
no podría serlo porqué siempre sería señalada.
Lo estaba.
Solo hacía falta que todo de mi terminará por creérselo y tenía más que
presente que estaba en camino de lograrlo. Por mucho que me costara y por
mucho que mis planes se hayan trucado, iba a tener un camino mejor de lo que
había planeado en primer momento.
Darinka había entrado más de una vez a ver si se me ofrecía algo y todas esas
veces le aseguré que no. Lo más seguro que ya le hubiera reportado a Daniel
que hace un largo tiempo que solo me mantenía con la vista fija en Manhattan.
Siempre he pertenecido aquí por mucho que siempre huía de él. Aunque fuera
millones de veces, terminaba volviendo al final porqué sabía que aquí era donde
pertenecía. Y eso me gustaba.
Mi padre estaba aquí.
Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando la mayor incógnita parecía no ser tan
complicado como me había parecido en primer momento. Me empecé a reír y
seguramente quién me mirará podría pensar que estaba loca.
No se atrevió a decir nada cuando vio que el anillo que estaba en mis manos
ahora estaba en el dedo que lo cambiaba todo.
Parpadeo, sorprendido.
- Es un si.
Agarró mi cabeza y me besó por toda la cara causándome una gran alegría el
pecho. Las lágrimas saltaron de mis ojos, hace un año todo parecía perdido y
ahora, ahora aquel desastre tenía sentido.
Pegó nuestras frentes y su mano bajo hasta la mía solo para tocar el anillo que
ahora era parte de mi.
- A mi nadie me ha hecho feliz como lo haces tú. Eres todo lo que quiero y no
me he equivocado al decir que eres la mujer de mi vida.
- Te quiero, Daniel.
Daniel McGregor
Rufus se había quedado endurecido, el vaso de whisky no ha llegado a tocar
sus labios. Me miraba desconcertante y realmente lo entendía, era una locura.
Una jodida locura.
-Mierda, Daniel- Dejó el vaso sobre la encimera-. ¿En qué momentos has
comprado un jodido anillo de compromiso?.
- Ella me ha dicho que sí, así que supongo que eso lo hace oficial, Rufus.
- Sus padres...
Le sonreí. Podía ser un capullo cuando lo quería pero realmente disfrutaba que
estos días estuviera más animado que antes. Aunque todavía había un brillo
ensombrecido en su mirada que me dejaba saber que las cosas no estaban tan
bien como él lo muestra.
Empezó a reír con soltura pero la diversión estaba mezclada con cierto pesar y
tristeza.
- Tú, que la conoces hace un año y medio decidiste casarte con ella- Se
carcajeo- Y yo, que la conozco de más tiempo no he tenido los huevos de
ponerle un anillo. ¿No te parece irónico eso?.
Me solté el nudo de la corbata. A pesar de estar tan estresado sabía que al final
cada cosa lo valdría, haría el mejor éxito de mi carrera y lo mejor es que mi
mujer estaría a mi lado.
Antes que Rachel fuera mi esposa había demasiadas cosas que hacer, que
hablar. Pues lo que menos me apetecía es que dudara de su decisión cuando
ya había obtenido el "Si".
Y si era muy honesta estaba seguro que al final ese anillo volvería a guardarse
en un cajón por muchos años, hasta que ella quisiera tomarlo. Al entrar y verla
con lágrimas en los ojos sentí un gran dolor, un vacío en el estómago y me
cuestionaba si había hecho bien, en ese momento creí que la presione y me
estaba odiando. Sin embargo cuando ella soltó esa indirecta afirmativa no
podía creerlo, ni aún en estos instantes terminaba de convencerme que estaba
siendo un bastardo con suerte.
No quería una baratija, quería un anillo que le hiciera honor a lo que es, que
cuando lo vieran en su dedo supieran que no la esposa de cualquiera, sino la de
Daniel McGregor.
Hice sonar mi cuello y me senté a esperar. El aviso ya lo di, Darinka tenía las
instrucciones y no quería cabos sueltos.
Si tenía que ser egoísta para obtener la felicidad de Rachel, lo sería. Sin dudas.
Blake me miró, torció sus labios pero al final volvió a sonreír con cierta
diversión que hacía dolerme la cabeza.
- ¿No?- Sabía que esa pregunta era para mí con una clara intención.
- No.
- ¿Crees que causare conflicto entre su relación? Por favor, Daniel. No creí que
fuera así se insegura.
- Prometida.
-¿Qué?.
Alcé mis cejas sin mostrar nada más que un rostro neutro.
- No vayas por ese camino, sabes que vas a perder porqué has sido tú quién ha
visto cosas donde no las había- Empecé a levantar la voz sin darme cuenta-. No
te equivoques conmigo, no soy alguien que da muchas vueltas en un tema. Las
cosas son así; Voy a casarme y no te quiero aquí porqué has roto mi confianza-
Apoyé las manos sobre el escritorio-. No se donde has sacado ese sentimiento
que tienes por mi, porqué lo tienes y no intentes negarlo. Sin embargo no puedo
corresponderte y te estoy ahorrando el dolor de ver a mi mujer andando por
aquí. No le voy a prohibir nada y mucho menos me fijare en el resto cuando la
tengo a ella. Así que por muy crudo que sea, vete, solo vas a lastimarme a ti
misma quedándote.
Le volví acercar los papeles con una expresión carente de empatía.
- Lamento que tú padre sea un jodido abusador contigo y que te creas que
tienes que ser la madre de tú hermano para estar salvándole el trasero hasta el
punto que te dejes golpear por sus proveedores de droga. Puedo ofrecerte unos
buenos contactos para que mejores tu vida y dejas de estar atada tú padre- Ella
me miró afectada-. No soy un héroe, no desarrollé un sentimiento por ti en
ningún momento porqué siempre he tenido en mente una mujer y no eres tú.
- Mientras esté ella nadie podrá hacerle igual. No albergues ilusiones estúpidas
porqué el nombre de la mujer que amo es Rachel Mac Millán, y eso no va a
cambiar.
Volvió la vista hacía mi y asintió. No hubo palabras, ninguno las requería pues
no había dejado lugar a la confusión. Hablé claro y tendido, no quería ningún
tipo de relación con ella si eso lograba lastimar a Rachel.
Me acerqué y dejé un beso en sus labios. Mis dedos buscaron su mano para
sentir el anillo que portaba ahora, es como si necesitaba asegurarme que
todavía estuviera ahí, que era real.
Vi como sus ojos dejaban de tensarse y sonrió un poco más animada. Mientras
que yo por mucho que fingía estaba cagado, decírselo sería difícil y podía
arrasar con nosotros.
Había propuesto esperar para dar la noticia sin embargo Rachel se negó al
instante aludiendo que sería peor si hacíamos aquello. Y tenía razón.
(...)
Se echó el cabello pelirrojo hacía atrás y chasqueó los dedos, él camarero llegó
al instante:
Su atención volvió a nosotros y cruzó sus manos para luego apoyar su mentón
sobre ellas. Entrecerró sus ojos y se concentro más en mi.
- ¿Y bien? ¿Cuál de los dos hablará primero?- Apretó los labios, asintió-. Vamos,
no tengo todo el día. Tengo una agenda muy apretada.
- Bien lo que sucede..., lo que esta pasando entre nosotros- Rachel balbuceo sin
formar una oración. Al final se acobardo y me dio un empujón:- Daniel, dile tú.
Me giré a verla al instante, ella se disculpaba con sus ojos y eso me bastó para
saber que tendría que ser yo quién tendría que darle la noticia a la excéntrica
mujer que tenía en frente que le estaba a punto de arrebatar a su siamesa, su
otra mitad, o como quiera llamarlo.
-Charlotte...- Tragué duro- Rachel y yo hemos decidido dar otro paso en nuestra
relación y por eso es que hemos tomado la decisión de-
-¿Adoptar un perro?.
- ¡Por supuesto que lo sabía! Ha estado llorando y riendo por días, me repite lo
mucho que me quiere, y se la pasa viendo películas de bodas- Exclamó-.
Aunque no hubiera visto el anillo me daría cuenta.
El resto de la velada fue risas y bromas por partes de ellas mientras que
disfrutaba ver a mi princesa más deslumbrante que nunca. Me enorgullecía el
brillo en sus ojos, que llevara ese anillo me aceleraba el pecho como jamás me
había pasado.
Le estaba gritando a todo el mundo que tenía lo que quería, que era mi mujer y
ya no solo para nosotros, sino que también para todos que se atreviera a
mirarla. La noticia iba a correr y no tardará en salir la foto de ella con un jugoso
encabezado.
Eso la hizo reír:- No es algo nuevo que esté un paso más adelante tuyo.
La atraje hacía mi sonriendo y ella envolvió mi cuello son sus brazos. Apreté su
cintura y la acaricié controlando las ganas que tenía de arrancarle el vestido
que llevaba, aunque no tuviera nada llamativo tan solo que lo llevara puesto
lograba encenderme.
Volteó a ver si ninguno de los presentes que nos rodeaban se habían dado
cuenta de mi descarado acercamiento. Mientras que por mi parte deslizaba las
manos por su cuerpo, no podía controlarlas ya que con Rachel nunca he sido
capaz de mantener mi autocontrol. Ni cuando había sido prohibida me he
detenido ¿cómo iba a hacerlo ahora que es mi prometida?.
-Daniel...- Suspiró- Basta- Detuvo mi mano.
Pero ya era tarde para eso. Le agarré la muñeca y la jale de ella haciendo que
siguiera mis pasos apresurados hasta llegar al estacionamiento. Nos subí al
coche subiendo los vidrios, no había nadie.
Volteé a verla y eso bastó para que me descontrolara aún más. En sus se
notaba la excitación, el deseo, no era tonta para no sospechar mis intenciones
al arrastrarla hasta aquí.
Se mojó los labios y se subió arriba mío. Se rozó con su entrada con la cabeza
de mi pene y cuando el estímulo estuvo, se hundió sobre mi dejándome
atravesar sus carnes.
Mis manos le bajaron el escote del vestido dejado sus pechos afuera y le subí
el vestido sujetando sus nalgas. Mientras la embestía comía pechos con deseo
de más.
Se agarró del cabecero del asiento y echó su cabeza hacia atrás. Alcé la cadera
tomando fuertemente su cintura y arremetía contra ella de forma violenta.
Apretó mi pene haciendo que las venas del cuello se me marcaran y el sudor
bajara por mi frente.
La embestía a golpes y vi como ponía una mano en su boca para callar el grito
que quería salirse cuando se corrió. Continué empujando hasta que mis dedos
afianzaron el agarre y me empape dentro suyo.
Me sonrió y le sonreí.
Ella recobró su sonrisa y me abrazó haciéndome reír. Una de las cosas que más
iba a extrañar de Inglaterra era a Charlie, mi energética amiga.
Hace poco había vuelto, me sorprendió cuando de pronto tenía un mensaje de
texto suyo diciéndome que se marcharía hasta no se de donde a ver a su mejor
amiga. Lo único que pude hacer es preguntarle si había llegado bien, pues
aunque ella quisiera ocultarlo todavía estaba muy lastimada luego que ése
chico que le rompiera el corazón.
Ahora que había vuelto podía decir con gran alivio que la percibía mucho mejor
que antes. Su mirada brillante volvía a aparecer y me gustaba que su
carismática personalidad no se haya esfumado. Sea lo que sea paso en su viaje
le hizo bien y eso me alegraba.
-¡Sucia! ¡Perra sucia!- Agarró mi mano viendo el diamante-. ¡Me voy un tiempo y
te comprometes!.
Charlie de pronto cambió su expresión abriendo sus ojos y cubrió mi mano con
la servilleta. Me la quedé mirando desconcertada, no entendía que estaba
haciendo.
- ¿En serio crees que salgo sin protección?- Me eché hacía atrás-. Mi prometido
es un maldito controlador.
Cruce mis manos enderezando los hombros. Levanté las comisuras con una
amarga sensación.
- Llámalo.
- Señor, si- Habló y le hice una seña para que me lo pasará. Me extendió el
teléfono.
- Estás siguiéndome.
- ¿En serio crees que no iba a darme cuenta?- Reproche-. No es como si Alaric
pueda pasar de desapercibido.
Y era cierto. No lo decía de una mala forma porque negar que él hombre que
tenía a mi lado no era guapo, sería un crimen. Si se le notaba que tenía sus
años pero eso parecía jugarle más aún a favor. Además que su contextura es
grande e imponente, no se como Daniel pensó que semejante hombre podría no
ser notado.
-Si, nos dijeron que mañana estaría bien- Exclamó y luego agregó:- Sospechan
algo.
- Si, Emilio ha estado más atento ahora que me pongo a pensar- Hubo un
silencio corto-. Pero todo estará bien, princesa.
- Lo sé- Mentí. No tenía idea cómo iban a reaccionar-. Tengo que dejarte, te veré
en casa.
- Te amo.
- Y yo.
- Entendido, señorita.
- ¡Charlie!- Reí negando-. Aunque debo admitir que tienes razón. Tiene lo suyo.
-Y ya sabes lo que dicen...- Dejó la frase al aire.
-¿Qué?.
- ¡Basta!.
Al final nos despedimos entre risas. Llevaba el rostro rojo de tanto reírme ya
que en ningún momento Charlie se había detenido con sus bromas subidas de
tono con respecto a Alaric. Soltaba cada cosa que me hacía doler el estómago
y en un instante estuve cerca de hacerme encima ya que no podía controlarme.
Había terminado con los ojos llorosos por sus ocurrencias.
Verlo fue un choque de emociones, pero por sobre todo estaba sorprendida ya
que para está altura creía que ha ia vuelto a Inglaterra.
Sabía que había sido un total perra con él y que no tenía la culpa de nada. Sin
embargo desde lo que sucedió no podía evitar tenerle esa sensación de recelo
que era involuntario.
Su mirada cayó en mi, el ceño lo tenía fruncido y la boca torcida. No estaba feliz
y motivos tenía.
- Jeremy.
Había supuesto que este tema estaría zanjado y aunque sonaba totalmente
egoísta por mi parte, en verdad había creído que las cosas estaban tomando el
camino fácil. Debí suponer que no era así, que lo correcto era hablarlo con él
porqué de algún modo lo había lastimado y lo tenía bien claro.
- ¿No vas a decir nada?.
- Yo... Lo siento.
- ¿Lo siento? ¿Es lo que único que quieres decir? - Se sujetó el puente de la nariz
y me aniquiló con sus ojos-. Si quisiera que te disculparas conmigo créeme que
ni siquiera me hubiera molestado en buscarte.
- Jeremy, no.
Quería acabar con esto cuanto antes. No era ninguna ilusa y sabía que a pesar
de que Alaric luciera tan tranquilo realmente ya le había dado aviso a Daniel de
mi encuentro con Jeremy. No podía enojarme porqué para eso estaba él,
tampoco conocía al chico que tenía frente mío y por eso era su trabajo
preguntar y corroborar su identidad.
No iba a ir con mentiras. Me había cansado de ellas y por eso estaba más que
lista para empezar a soltar la verdad, aunque lastimara a muchos.
- Me equivoqué y lamento que mis actitudes te hayan hecho pensar que estaba
interesada en algo más que una amistad- Hice notar el anillo que portó
haciendo que su expresión cayera por completo.
- Voy a casarme y será con él hombre que amo. Lo que creas que hay entre
nosotros te puedo asegurar que no es así- Continué. A cada palabra que
soltaba veía como mataba el poco cariño que había tomado por mí.
Jeremy me sonrió sin gracia, era de ironía. Asintió sin más y retrocedió
dándome mi espacio.
-Jeremy.
- Señorita.
Cada tanto Alaric me miraba por el espejo del coche. Jugaba con mis dedos
nerviosamente y estaba empezando a estresarme, a desconfiar porqué esa
mirada de ironía pura por parte de Jeremy me había traído viejos recuerdos.
Pero ¿Cómo lo han averiguado?. Me cuidé demasiado estos días para evitar
esto, para que la bomba explotará antes de asegurar a mis seres queridos.
- Lo que antes era un rumor al azar hoy se termina de confirmar, la relación del
excéntrico empresario con la joven promesa de los Mac Milán es realidad. Pero
en esté caso no es algo ligero, no, ya que oficialmente estos dos se han
comprometido. Una vez más el poderío McGregor vuelve a elegir a una Roberts,
pero está vez también es una Mac Millán. Feliz compromiso. - Mis ojos picaron
a medida que seguia escuchando la nota. Mi cara estaba ahí junto a la de
Daniel, fotos viejas adornaban la pantalla.
Mi respiración se cortó cuando las imágenes cambiaron y apareció una mía
dentro de la empresa, ahí se veía claramente mi anillo y como jugaba con el
admirándolo.
Yo tenía planeada una gran cena, decirle a los ojos que al final si podía reírse de
mí porqué a pesar que le juré nunca pisar el altar, ahora estaba por hacerlo.
No sabía que estaba apretando mis muslos con fuerza hasta que el retiro mis
manos de ellos. Apreté los labios, casi formaba un puchero.
Mi actitud era de una idiota pero en esté momento no tenía cabeza para
recriminármelo. Me sentía devastada porqué mis planes se truncaron y tenía
miedo que Juliette me mirará con decepción cuando nos viéramos.
- ¿Cómo?.
- No lo sé- Respondió-. Pero ten por seguro que lo averiguare. Nadie va a salir
impune después de esto.
Sus dedos quitaron una de las lágrimas que rodó por mi mejilla. No quería que
siguieran saliendo pero parecía que mientras más las contenía, peor era.
- No te llames así.
Me fijé como se tomaba el puente de la nariz y desfilaba con rudeza por la sala
de la suite. Despeino su cabello y me sentí terriblemente mal por ver el brillo
acuoso en sus ojos totalmente irritados.
- ¡No! No voy a escucharte, no voy a permitir que digas esas cosas porqué
suena como si te estuviera rindiendo- Su voz tembló-. ¡Y no voy a dejar que te
rindas! No estando yo con vida, que te quede claro.
- Yo lo sé.
- Las cosas van a estar bien- Me aseguró-. Ellos lo entenderán, ella lo entenderá.