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Prólogo

Dicen que la prueba más grande de amor es saber renunciar a alguien


cuando sabes que ya no la haces feliz, cuando haces sus días más
pesados, cuando simplemente no la completas.

Dejar ir a Rachel fue la decisión más dura que había tomado, pero no
me arrepentía. Si se hubiera quedado hubiera terminado por hundirse
en ella misma.

Quizás en ese momento no lo entendí y por varios meses estuve


resentido por su partida. Sin embargo las cosas habían cambiado y
entendía que a pesar de mi dolor ella siempre había tenido la razón.

Al principio la idea de no estar junto a ella me consumía, me volvía


loco. Pero un tiempo después mis días fueron pasando y ya no eran
tan pesados.
Mi mente no era mi enemiga y todo tormenta parecía llegar a su
calma.

Siempre había dicho que sus ojos verdes eran mi debilidad y lo seguía
sosteniendo.

Pero...

Un nuevo color había aparecido.

Y yo debía continuar así como lo había hecho Rachel. Salir del pozo en
qué había convertido mi vida y dejar de pensar en lo que habría sido si
la mujer que amo jamás se hubiera marchado.

Quizás me estoy equivocando.

Quizás Kolt tenga razón y estoy ocultando mis sentimientos.

Quizás podía arrepentirme.


Y si, quizás podía causar desastre, un perfecto desastre.
Daniel McGregor

Desastre.
Todo lo que alguna vez había tenido para mí se había esfumado, se me
escapó por completo sin la menor advertencia.

La única persona que me hacía enteramente feliz decidió marcharse


porqué no supe cuidarla; ni siquiera de ella misma.

¿Cómo sabes que ya nada será igual?.

Me costó una mierda entenderlo. Varios meses en bares, en donde la


mayoría de las veces estaba solo y las sobrantes Rufus pedía la
siguiente botella por mi.

Pero después de meses de sentirme enojado, resentido, y con un


terrible dolor en el pecho, supe la respuesta a esa pregunta. Que si
bien antes no la entendía, ahora si.

Cuando le mientes por primera vez.

Me gustaría reconocer que no había sido así las cosas o simplemente


poder poner alguna excusa que hubiera hecho más fácil llevar todos
estos sentimientos. Sin embargo la realidad era otra, muy alejada a la
que quería convencerme de ser la auténtica, ya que efectivamente si le
había mentido a Rachel; le oculté todo un pasado y un poco de mi
presente. En lo único que no había mentido fue en mi futuro, porqué
realmente estaba dispuesto a darlo todo, a hacer lo imposible para que
ella estuviera conmigo hasta el final. Porqué sabia que la manera que
la amaba jamás podría volver a hacerlo con alguien, o al menos así se
sentía.

Pero lo que se me había pasado por alto es que yo no controlaba el


destino, ni mucho menos era capaz de manejar lo que la vida quería.
Porqué de haberlo podido hacer hubiera hecho las cosas diferentes.

Lastimosamente no existe el: " Que hubiera pasado si..." .

Mi realidad era esta;

Mi mejor amiga, me había engañado.


Mi familia, me había engañado.

Tuve una mujer a mi lado que valía la pena, y la engañé.

No obstante, no todo se resumía a Rachel. Ya que habían cuatro


personas que lograron que me hundiera en lo más hondo y no quisiera
salir, aunque si, debía reconocer que tenia dos protagonistas
fundamentales.

Mi madre.

Samantha.

Rachel.

Y ...

Mi hijo.

Cuando ella se presentó en mi oficina hace un año supe que no estaba


ahí para decirme que se quedaría, aunque una parte de mi
resguardaba esa esperanza. Por otro lado mi parte racional sabía que
Rachel cumpliría con su promesa, que ella no me defraudaría.

Desde que había sabido lo de su trastorno siempre había tenido la


duda si ella podría llegar a cuidarse de ella misma. Tenia miedo de
pensar que no lo haría y por eso nunca me atrevió si quiera a decirlo,
porqué la cosa idea de que se causara daño me hacía estrellar mi
mundo, me detenía todo.

Lo único que rescato de todo la mierda que ambos pasamos es que


por fin Rachel fue capaz de mostrarme la respuesta a esa pregunta
que parecía pecado siquiera pensarla.

¿Ella sería capaz de poner su bienestar por sobre el mío?.

Si, era muy capaz.

Me sentía un imbécil cuando recordaba cada parte de nuestro


encuentro. No había mentido esa vez que dije que procuraba que
Rachel fuera capaz de dejarme porqué yo simplemente no podía. Y eso
quedó en evidencia cuando le recordé que me amaba como mi último
recurso así se quedara.

Fue un error hacerlo porqué solo logre hacer que todo fuera más
doloroso.

Cuando la puerta de mi despacho se cerró supe que todo había


acabado.

Me costó tiempo entender.

Sabia de su dolor, pero jamás pude ver que ella todavía necesitaba
ayuda. Aunque todos la viéramos una chica totalmente decidida e
incansable, la verdad que era una fachada para ocultar lo cansada que
estaba de no poder encontrar su libertad.

Como dije, cuando la puerta de mi despacho soe cerró supe que todo
había acabado, su encierro había acabado.

Ella había sido capaz de comprender que no debía callar, que nunca
debió hacerlo. Pero tampoco era su culpa, cada quien tenia sus
tiempos, y aunque tardó, su momento había llegado.

Estaba lista para volver a confiar en si misma.

Sin secretos.

Sin rencor.

Sin miedo.

Rachel me hizo conocer su pasado y sus miedos. Se enfrentó a la peor


versión que pude mostrarle con el único objetivo de alejarla, y aún así
se mostró dispuesta a no rendirse conmigo.
No había más que dolor por lo que no pudimos ser, porqué ahora
entendía que ella nos había dado el mejor final posible.

Aún cuando fui un idiota ella no se rindió conmigo. Ahora si era capaz
de ver que no tan solo se había marchado para sanarse, sino que
también para que pudiera obtener lo que ella tenia; mi libertad, la
libertad de una vida sin secretos.

Paso un año.

Entendí todo lo que debía entender, pero estaba ahogándome. Cada


cosa que hacia parecía estar mal y ya no sabia que hacer o como
siquiera enfrentar todo.

El tiempo había hecho posible que su recuerdo no doliera como solía


hacerlo.

No debo llamarla. Aunque solo quiera oír su voz.

Debo reprimir el deseo de amarla.

Sin embargo no quería seguir jugando, seguir fingiendo. La verdad


estaba perdido, tragándome las palabras para no decirle que la
extraño, que la amó.

Se que está feliz.

Se que esta bien.

Pero yo no lo estoy.

Cada parte de mi cuerpo pedía un descanso, rogaba por poder dormir


una noche entera sin que la culpa me despertara abruptamente a la
madrugada.

Rachel había quebrado mi corazón,

Sin embargo saber que había perdido un hijo me había roto el corazón.

Me quedaba sin aire cada vez que recordaba sus palabras.

-"Ella estaba esperando un bebé- Susurró silenciosamente-.Tú bebé".

Era mío.
Era mi bebé.

¡Y estaba muerto! ¡Por mi maldita culpa!.

Pude tener una vida a su lado, ver como crecía. Yo lo amaría, lo


aseguro, porqué ahora lo amo y me duele saber que nunca tendré un
recuerdo suyo.

Pude..., pero al final no pude.

Nadie sabía lo del bebé. No había sido capaz de poder siquiera


aceptarlo yo y mucho menos poder admitírselo en voz alta a alguien
más. No podía, no quería, me negaba.

Cada día, era eso; un día más sin saber como continuar después de la
verdad.

Las puertas del ascensor se abrieron.

Y todo empezó de nuevo.

(...)

-Una contrademanda por su parte no nos favorecía, haría una imagen


poco favorable de nosotros ante el ojo popular.

William lucia frustrado. Su humor dejaba en claro que no había podido


dormir en toda la noche por estar trabajando.

Kolt maldijo mientras dejaba caer su espalda en el respaldar de la silla


de cuero.

-¿Y que es lo que haremos?.


Por primera vez de lo que llevaba frente al negocio familiar, un negocio
me había salido mal. Había tenido un error y no podía permitirme eso.

Todo conocían el gran imperio McGregor y como ganó su gran


reconocimiento con el tiempo al tener resultados totalmente
beneficiosos para sus inversionistas.

Empezó siendo un simple proyecto de administrar las empresas de


otros y decirle exactamente donde invertir sus acciones. Tiempo
después comenzamos a ganar reconocimiento y sin verlo venir
nuestras ganancias crecieron considerablemente. Sabíamos la técnica
por lo que no dudamos en hacernos acreedores de otros negocios que
no fueran la administración, nuestro trabajo era buscar lo mejor y por
eso no se nos hizo nada difícil comprar lo mejor para nosotros.

De pronto ya manejábamos la exportación textil, lo que se volvió


nuestra segunda gran inversión. Teníamos una agencia de publicidad,
y recientemente adquirimos una nueva tecnología que no solo servía
para desarrollar un mejor sistema de seguridad, sino que también un
antivirus que estaba vendido al gobierno.

Mi abuelo hizo la primera parte y cuando falleció mi padre tuvo la


iniciativa que un solo negocio no era suficiente, por eso mismo había
logrado hacer crecer cuatro veces más a las empresas McGregor.
Ahora yo estaba al mando y tenia que estar a la altura. Por un
momento creí que lo había logrado cuando supe de la nueva
tecnología que estaba en nuestro poder y el contrato con el gobierno,
pero todo se fue a la mierda por un simple error.

Los Price habían invertido una cantidad multimillonaria para que


decidiéramos dónde invertir la más importe de sus acciones. Era un
trabajo sumamente importante por lo que había puesto a los mejores a
cuidar cada estadística y crear un plan para presentárselo.

Todo parecía estar en orden, el trato se había cerrado y el dinero ya se


había invertido. Lo que no sabia es que esa cantidad estaba invertida
en una de las empresas que había perdido Gerardo Dubasso por los
negocios ilegales que cubría por medio de ellas. Y todo se complicaba
aún más porqué yo había sido él que había movido influencias para
que investigaran cada maldita cosa que él poseía, quería que se
quedara sin nada. Logre mi cometido porqué con el equipo adecuado y
con la policía de mi lado pude revelar cada sucio negocio que tenia,
por lo que se le sumó condena por lavado de dinero.

-No lo sé, Daniel- Tiró de su cabello-. Tengo las manos atadas.

-¡Jodida mierda!- Dijo Kolt golpeando la mesa con las palmas de sus
manos.

Unos toques en la puerta nos hizo a callar a todos.

Darinka entró tan elegante como siempre con su tableta en la mano y


un auricular en su oído.

Con los últimos hechos la había estado agotando con demasiadas


cosas de la empresa. Ella se estaba encargando de todo mientras yo
me dedicaba enteramente a este problema.

-Licenciado Brestop tengo en la línea al abogado de los Price- Informó.

William se levantó de inmediato y salió de la sala de juntas con mi


asistente pisándole los talones.

Agarré el vaso con Whisky mientras tomaba mi tercer vaso en el día.


Tenia los nervios de punta, de ningún modo debía permitir que esto
saliera a luz.
Automáticamente empezarían a retirar sus acciones todos los
inversionista y crearía una mala fama al negocio.

Kolt estaba serio mirando su móvil.


Vi como parecía estar mandando un mensaje y al instante el teléfono
empezó a sonar indicando que tenia una llamada entrante.

En la pantalla brillo el nombre de April.

Me dio una mirada y supo que ya me había dado cuenta que su rostro
no solo se debía a la posible futura demandó que nos podíamos
enfrentar, sino que también eran por cosas personales.

En otra ocasión hubiera querido averiguar qué diablos sucedía en su


vida, sin embargo había aprendido a esperar que me contara las cosas
por si sola. Si lo presionaba solo serviría para que me mienta o me
oculte las cosas, un claro ejemplo es el raro amorío que tuvo con
Charlotte Cowell.

Mi primo apagó su móvil ignorando la llamada.

Levante una ceja y desvíe la mirada.

-Se que quieres decir algo- Su voz rompió el silencio.

-No tengo nada que decir, Kolt- Dije-. No es mi asunto.

Una sonrisa irónica chocó en sus labios.

-Estábamos hablando de April, Daniel.


Es como tu hermana pequeña. ¿En serio quieres que me crea la mierda
que no tienes ninguna a opinión?

Lo miré con fastidio. Estaba queriendo pagar conmigo lo que le


sucedía y si no se detenía íbamos a terminar por pelear, mi humor no
era el mejor.

-Si tengo una opinión, pero como dije no es mi asunto.- Terminé por
reconocer.

Kolt se levantó de la silla y sus brazos tensos se apoyaron en la mesa.


Su espalda estaba encorvada.

-No es necesario que me la des, se que te viste ayer con ella- Dijo entre
dientes-. Seria algo extraño que no tuvieras más de una opinión.

Ahora todo tenía sentido.

Con razón se había mostrado tan molesto desde que había llegado.

-No sabía que tenía que avisarte que saldría con April. Según tengo
entendido ustedes no son nada.- Masculle amargamente.

Mis palabras fueron como una abofeteada.


Sus ojos llamearon.

-Deja tu maldita ironía.

-Mira Kolt, no se que mierda esperabas que te diga, pero si crees que
te diré si April te mencionó en nuestra cena de ayer estas muy
equivocado- Cada palabra salía con más severidad que la anterior-.Sin
embargo estoy hasta los cojones de que quieras hacer pagar a todos
por tus putas decisiones, así que si quieres que te lo diga, bien- Apreté
la mandíbula-. Ella no te mencionó, en ningún momento.

Sus hombros cayeron.

Había sido paciente con él pero ya me había superado por completo.


Era necesario que le hablara de este modo así pudiera ubicarse,
después de todo él solo se metió en entre embrollo y yo no era nadie
para decirle que hacer con su vida. Si él no sabía que quiere, yo mucho
menos.

Solté un suspiro.

-Ella te dejará de llamar cuando aceptes quedarte con la casa en el


bosque.- Añadí en un tono más calmado.

-Por eso mismo no acepto sus llamadas.

Me quedé callado, no tenia más que decir. Como dije en primer


momento no me metería en sus asuntos.

En ese momento William volvió a aparecer.

-¿Y bien?.-Indague.

-Mandaran a un representante dentro de tres días para hablar contigo-


Explicó mientras alojaba el nudo de su corbata-. Necesito que logres
llegar a un acuerdo porqué de otro modo estaremos perdidos.

Hundí mis cejas desconcertado.


-¿Tú no estarías presente?.

Negó.

-Pidieron exclusivamente una charla a solas contigo. No podía negarle


nada ya que la mínima cosa que los hiciera enfadar sería nuestro fin.

Asentí y me levanté.

-Bien.

Sin decir nada más salí de habitación.


Mi humor estaba cien veces peor que esta mañana. Odiaba no poder
tener el control y saber que ahora lo estaba perdiendo me estaba
desquiciando.

Me acerqué al escritorio de Darinka.


No me vio llegar, estaba sumida en el ordenador mientras a la vez
revisaba unos papeles.
Realmente sin ella todo estaría patas arriba.

Aclaré mi garganta llamando su atención.

-Señorita Jhons quiero que agende la cita con representante de los


Price para el jueves. Quiero que todo el día este despejado así que
cancele todo.

Ella asintió mientras lo anotaba en su tableta.

Me volteé para entrar a mi despacho y volver a enfocarme en la pila de


trabajo que tenia.

-Señor he dejado una correspondencia de su padre en su oficina- Dijo y


no me moleste en girarme-. Además el señor Montaner lo estará
esperando adentro.

Volqué los ojos al escuchar lo último.


Definitivamente Rufus no sabia lo que era hacer una cita, él tan solo
aparecía sin aviso previo.
Entré a mi despacho y lo vi sentando frente a mi escritorio. Supe que
algo no iba bien.

Él ya estaría soltando algún comentario despectivo con un whisky en


su mano. Pero era todo lo contrario ya que estaba serio, con la mirada
perdida.

Cerré la puerta y me acerqué hasta mi lugar. Ni haciendo ruido basto


para que saliera de su ensoñación.

Cuando se ponía de este modo era muy fácil de leer y saber que algo
no estaba bien. Tendría que haber pasado algo sumamente importante
para hacer que abandonara su personalidad altanera.

Me senté en mi silla y lo observé detenidamente.

Rufus conecto su mirada con la mía y luego la bajo hasta mi escritorio.


Se concentró en una objeto en específico; una carta.

Pude ver un sobre blanco con mi nombre. Lo tomé entre mis mano y lo
abrí mientras un raro presentimiento me recorrió el cuerpo.
Una tarjeta apareció ante mi y mis ojos empezaron a recorrer cada
renglón. Para cuando había terminado tenia la boca seca y no podía
creer lo que había leído.

Miré a Rufus y él simplemente negó sin atreverse a decir a decir nada.

¿Él quiere decir que...? ¡Mierda!.

Volví a leer la tarjeta una vez y sentí como un escalofrío me atravesaba


haciendo que cada fibra de mi cuerpo temblara. Mi pecho estaba
descontrolado y sentí un temblor en mis manos.

Mi padre festejará su aniversario de boda en unas semanas.

Además de eso la invitación venía con una nota adjunta en donde pude
reconocer su letra. Dejaba en claro que no sería nada en grande, sino
que solo seria para familia y amigos cercanos.

Y eso significaba una cosa:


Rachel volvería a Manhattan.

Rachel Mac Millán

El humo del café chocó con suavidad en mi rostro.

Mis manos estaban cubiertas por guantes, sin embargo todavía podía
sentir mis dedos helados. El abrigo que llevaba era de color marrón,
me llegaba hasta un poco más abajo de los muslos.
Usaba unos pantalones vaqueros y unas botas cortas negras.

Caminaba algo acelerada por las calles.


El clima de esta mañana había estado más frío que todos, por lo que
cuando sonó la alarma para levantarme se me hizo buena idea dormir
unos cinco minutos más. No obstante pasó una media hora y ahora
iba atrasada a mi primera clase.

Charlotte tampoco hubiera podido hacer mucho, ella ni siquiera había


pasado la noche en nuestro departamento. Debía decir que ya estaba
empezando a hacerme ruido que estuviera tan empeñada en disfrutar
con el primer hombre guapo que se le cruce. Supongo que al principio
me pareció algo "lógico", ya que aunque ella no lo mencionara, sabía
que algo sucedió antes de marcharnos de Manhattan.

No iba a exigirle que me lo contara, a fin de cuentas lo terminaría por


hacer solita cuando llegara el tiempo. Mientras su forma de
superación es disfrutar de la población masculina y eso por ahora le
funcionaba.

Mi estómago agradeció tanto que el café caliente llegará.

Acomode bien la correa de mi bolso. Que estuviera yendo rápido hacia


que cada dos por tres mi cartera se cayera molestándome.

Miré el reloj de mi muñeca y automáticamente bajé el ritmo de mis


pasos, no llegaría a la primera hora.
Así que una vez que termine por resignarme me limité a beber mi café
mientras caminaba tranquila. Si iba a perder mi clase por lo menos lo
haría estando calmada.

Solo espero que Charlie- Mi compañera de banco y prospecto de


amiga-Prestara atención e hiciera los apuntes suficiente para cubrir
toda la clase. Aunque eso se veía algo imposible después de ver sus
historias en Instagram en donde se ve que estuvo en un bar con
algunos compañeros hasta tarde.

El sonido de mi móvil me distrajo haciendo que quitara mi mirada de la


vidriera de una tienda.

Abrí mi bolso y me paralice. Había olvidado que eso estaba ahí desde
la semana pasada.

Mordí el interior de mi mejilla mientras me sentía impotente por no


poder correr la mirada del sobre.

Cada vez que lo veía me recordaba todo lo que había dejado atrás,
pero sobre todo a él.

Esa mañana que llegó la correspondencia jamás imaginé que adentro


de ella vendría camuflada lo que parecía ser mi perdición.

Cuando termine de leer la invitación que de mi madre supe sin


mirarme a un espejo que la expresión de tranquilidad que usualmente
llevaba había desaparecido.

Tenia que reconocerlo, en mis planes no estaba volver tan pronto.


Siempre me planteaba que volvería a Manhattan dentro de tres años.
Lo cual no parecía ser mala idea ya que mi madre no era una
preocupación. Ella venía a verme cada que podía, si alguna vez pensé
que la distancia sería un impedimento para las dos me equivoqué.

Ahora estaba atrapada.

No quería volver y al mismo tiempo si.


Estaba cagada ante la suposición de que esta invitación me había
servido como una excusa sumamente razonable para decidir volver, ya
que antes no tuve una y ahora si, eso estaba asustándome.
Charlotte sabía lo de la invitación, sin embargo no habíamos tratado el
tema de lo que significaba volver. Sabia que quería saber que era lo
que sentía, pero las cosas no funcionaban así, nosotras no nos
presionábamos, tan solo esperábamos. No obstante a veces tenia
curiosidad por saber que es lo que opinaba ella al respecto.

Si soy honesta ella puede inventar una excusa para no asistir y seguir
evitando todo lo que tiene pendiente allá. Después de todo el
compromiso más grande lo tenia yo, era su hija. No quiero decir que a
mi madre no le importe si Charlotte fuera, eso no era así, tan solo digo
que sería más doloroso que yo no fuera.

Debo tomar una decisión y pronto.

Hasta el momento solo volvería yo.


Mi mejor amiga había permanecido en un voto de silencio en este
tema, lo cual respetaba pero me fastidiaba porqué necesitaba saber si
la tendría cuando no solo tuviera que enfrentar a toda la presa, sino
que también al tormento de hombre con ojos noche que manejaba la
ciudad.

En pocas palabras;

Daniel McGregor.

Se sentía raro decir su nombre. Por mucho tiempo lo había bloqueado


de todo tipo de mención en alguna conversación, trataba de evitar
ciertos canales de televisión para no saber de él, incluso pasaba por
los puestos de revistas sin ver por miedo a que su rostro apareciera en
una portada.

Podía decir muchas cosas con respecto a él, pero eso significaba
volver a lo de antes, a las interminables noches sin poder dormir por la
culpa de haberlo dejado.

Cualquier pensaría que después de subir al avión que me traería a


Inglaterra estaría feliz. Pues la realidad era otra, no dudaba al decir que
una parte de mi corazón se había quedado en Manhattan, una parte
que no sabía si volvería a recuperarla pero había aprendido a vivir sin
ella.
Una gran parte de mi no quería volver por miedo a que cuando lo vea
de nuevo me diera cuenta que fue un error marcharse. Sin embargo la
otra parte, la más curiosa, si quería saber si había valido la pena.

No iba a mentir, extrañaba mi hogar.


Ahí estaban mi padre, Alisha, y Vanessa. Estaban las personas que
habían marcado mi vida y reconocía que extrañaba visitarla ya que
hablarles era algo que se me hacía fácil.
Si lo pensaba bien, era una extraña por preferir contarles mis
sentimientos a los muertos que a los vivos.

Cualquier pensamiento que estaba teniendo termino por interrumpirse


cuando vi que mi café ya no estaba en mi mano sino que en suelo.

¡Mi café fue desperdiciado!.

Me volteé con mi nariz ligeramente arrugada y mis cejas hundidas. El


raro buen humor que tenia hoy había desaparecido cuando vi el
prospecto de chico que tenia frente mío.

Traía un casco en su cabeza que lo hacía ver más torpe de lo que


parecía a primera vista. Su mano derecha acaricia su brazo izquierdo,
lo cual me hizo saber que esa zona había sido afectada por el golpe.

Visualice una patineta a unos pocos metros de nosotros.

Apreté mis dientes mientras mi mirada lo asesinaba. No sabia si


estaba drogado o era un inconsciente ya que solo se limitó a
sonreírme como si nada hubiese pasado.

Consumió algo, definitivamente.

-¿Acaso tú vista falla o que?-Brame-. ¿Me convertí en fantasma para


que no puedas verme? ¡Tiraste mi café!.

Su sonrisa se ensanchó y sentí el fuego arder dentro mío.

¿Se estaba burlando de mí?.


Se quitó el casco de la cabeza y recién ese instante pude notar la
presencia de los mochos que tenía.

-Créeme guapa que no eres un fantasma. Porqué si lo fueras cogería


una pistola ahora mismo para matarme, no tiene sentido estar vivo si
no podría ver esta belleza.

Pestañé abrumada y algo sorprendida.


Mi boca se había entreabierto.

Una vez que tuve bien procesado sus palabras fruncí mi nariz con
disgusto e irritación.

-¿De donde te has sacado los piropos de cuarta, eh? ¿De un callejón?.

Él dio un paso hacia adelante y por reflejo retrocedí uno.

-No lo he sacado de ningún lado, estos piropos me los inventé para


poder conquistar chicas como tú.

-¿Chicas como yo?.- Cuestione levantando una ceja.

Asintió.

-Fresitas niñas de papá que jamás han trabajado o hecho algo por si
solas.

¿Escuché bien?.

No puedo creerlo. Justo cuando pensé que nada podría ser peor.

-Eres un subnormal.- Dije y volteé mientras me alejaba lo más rápido


posible del imbécil.

Este día no podría ser mejor, realmente no puede. Definitivamente esto


no era lo que había planeado para mí, en lo absoluto, yo solo quería
días tranquilos antes de tener que volver al caos que me esperaba en
mi retorno.

Pero claramente la suerte no estaba de mi lado, el karma parecía estar


empeñado en seguir.
¿¡Hasta cuando me seguirá la desgracia!?.

Bufé molesta.

-¡Eh Barbie!- Ignoré su fastidiosa voz y aceleré mis pasos-. ¡Que te he


chocado apenas, no puedes haberte quedado sorda!.

-Si será idiota.- Susurré.

Antes que pudiera seguir evitándolo vi como se atravesaba en medio


de mi camino con su patineta en la mano.

-Te invito un café.

Hundí mis cejas.

-No.- Dije rodeándolo. Sin embargo volvió a colarse frente mío.

-¿Por qué no?.- Objetó.

Volqué los ojos.

-No salgo con chicos como tú- Crucé mis brazos-. Ya sabes, idiotas
que creen que por decir dos palabras bonitas pueden tener el mundo a
su pies.

Pasé por su lado chocando nuestros hombros. Realmente me había


hecho sentir muy satisfecha haberlo dejado callado y quizás un poco
sorprendido por mi manera cruda de contestarle.

-¿No me vas a pasar tu número?- Gritó pero aún así no me giré-. ¿Y tú


Instagram?.

Sonreí.
(...)

-Quiero morirme.

Charlie dejó caer su cabeza sobre la mesa de la cafetería. Se colocó la


capucha de su sudadera y se quejó.

-No hubieras salido.

Corrió su brazo mostrándome la mitad de su rostro solo para


dedicarme una mirada cargada de desprecio.

Como lo había dicho antes, Charlie se la había pasado durmiendo toda


la primera hora y no tenia ni un apunte anotado. Es más, cuando había
llegado no la vi por ninguna parte del campus así que me decidí volver
al salón donde estaría y la encontré durmiendo todavía.

¡Ni la campana la había levantado!.

-¿Puedes ser una persona empática y entender que me duele la


cabeza?.- Manifestó mientras se incorporaba y cruzaba sus brazos.

-Estas del asco- Dije.

-Te odio.

Sonreí.

Charlie Balotelli fue la primera persona que conocí de la universidad.


Ella había entrado por una beca gracias a un gran promedio en todos
los años de preparatoria, además de tener una gran habilidad para el
básquetbol, lo cual también ayudó para que tuviera el 80% de la beca.
A primera impresión creí que no nos llevaríamos bien. Es decir, me
atemorizó cuando la conocí.

Recuerdo claro cuando había llegado tarde el primer día de clases.


Cuando al fin pude dar con el salón ya no quedaban muchos asientos
disponibles y para mi fortuna fue él profesor quien me había
mandando a sentarme junto a una chica de cabello corto con mechas
de colores morada.

Vestía con colores pasteles y mordía un lápiz. Se notaba que estaba


enfocada solo en la clase, ni siquiera había notado que vacile al
acercarme a su lado.

De algún modo su expresión sería y su figura me habían hecho acordar


a Vanessa. Sin embargo cuando al final de la hora ella abrió su boca
supe que no eran para nada iguales.

Charlie era torpe y graciosa, aunque pareciera ser soberbia y


manipuladora, la verdad es que era ruidosa y escandalosa. Lo que más
me hacía gracia era que no poseía la más mínima vergüenza, ella
literalmente acosaba a los chicos.

Su figura era voluptuosa, estaba de más de decir que su trasero y


pechos eran el doble que el mío.

Según lo que ella había mencionado nació en Venezuela y gran parte


de su infancia la pasó allí, hasta que sus padres decidieron que lo
mejor sería mudarse a Texas porque la situación no era buena en su
país.

-¿Cuando volverás?- Preguntó.

-Todo las vacaciones lo pasaré allí. Mi madre me lo ha pedido y no


tenia modo de negarme- Suspiré-. Lo más seguro es que vuelva un
mes antes de que empiecen las clases- Exclamé dándole una mordida
a mi manzana-. ¿ Y tú qué harás en la vacaciones?.

De pronto vi como su rostro se iluminaba y una sonrisa adornaba su


expresión.
-Iré a Texas.

-¿Por que tan emocionada?.- Inquiero.

-Mi amiga de al lado de mi casa me dijo hace unos días que Jex
también estaría todas las vacaciones ahí.

Hundí mis cejas mientras pensaba.


Ella nunca había mencionado ese nombre y que la alegará de ese
modo me creaba cierta curiosidad.

-¿Quién es Jex?.

Atrapó su labio inferior con los dientes.

-El amor de mi vida.

Entorné mis ojos en ella mientras buscaba algún rastro de broma y


diversión en ellos, lo que terminó por sorprenderme es que pareció
haberlo dicho en serio.

-Quita esa cara- Masculló moviendo su mano, como si no fuera la gran


cosa-. ¿Viste cuando conoces a ese chico que no sale de tu cabeza,
que sientes que es él único que puede hacerte sentir viva con el minino
toque, ese chico que simplemente sabes que es él correcto?

Tragué saliva y traté por mucho que mi rostro no se desfigurara. De


pronto sentía un vacío en el estómago y mi pecho se empezó a apretar
de manera dolorosa.

Su rostro llegó a mi mente causando que la herida fuera abierta de


nuevo.

No me vi capaz de tener la suficiente fuerza en mi voz así que atiné a


solo asentir en silencio.

-Bueno, Jex es ese chico para mí. Fue mi novio por mucho tiempo y
aunque ahora estamos separados, en ese momento era necesario
alejarnos o nos haríamos daño.
-¿Y no lo extrañas?.

Charlie sonrió.

-Siempre. Cada segundo- Exclamó-. Pero nuestro tiempo no es ahora y


eso lo sabemos los dos.

No estaba muy segura si preguntar lo que tenia en mente. No obstante


en este momento todo lo que decía me hacía acordar a Daniel y quería
que ella me dijera lo que yo tenia miedo a responderme.

-¿ Y si aparece alguien?.

-Es una de los temores con los cuales tendré que vivir.- Dijo
encogiéndose de hombros.

-¿No te parece que eso acabaría con ustedes?.

Ella negó.

-Lo único que puede acabar con nosotros no es una nueva chica en su
vida, sino que nos hubiéramos tenido tan poco amor propio y
decidiéramos seguir nuestra relación a pesar que el último tiempo solo
nos causábamos daño- Sus ojos grises se entornaron en los míos-. Él
se lleva lo mejor de nuestra relación y yo igual. Lo que ahora pase solo
lo sabe el destino, ya sabes: "pasará lo que tenga que pasar".

-¿Si fuera al revés que me dirías?- Inquiero mientras oculto mis manos
abajo de la mesa así no se note el temblor en ellas-. ¿No tendrías
miedo de olvidarlo?.

-Rachel, jamás se olvida la persona que amaste, aunque hayas dejado


de hacerlo. Simplemente no puedes.

Apreté los labios.

(...)
-Tu madre está loca.

Esas fueron las primeras palabras que Charlotte dijo al entrar al


departamento.

Eran casi las siete de la tarde. No la había visto en todo el día y por fin
que lo hacía ella me decía eso, como si yo no lo supiera.

Despegue la mirada de los cuadernos.

Estaba estudiando mucho porqué ya se acercaba los exámenes


finales y quería culminar mi primer año con buenas notas. Por eso
mismo es que me había empezado a preparar mucho antes que mis
compañeros, mis tardes se resumían a leer libros y hacer un plan de
estudio, que hasta el momento me estaba funcionando.

-Lo sé.- Contesté para volver a concentrarme en mis cosas.

El sonido de sus tacones chocando en el piso de madera delató que se


estaba acercando. Se dejó caer en el sofá, justo a mi lado y me miró
intensamente.
Trate de ignorarla, pero al final termine por rendirme.

-¿Quieres contarme por qué mi madre esta loca?.

Ella se enderezó con una sonrisa.

-Si, por favor.

La miré en silencio así empezará a hacer su melodrama. Seguramente


no era nada de gran relevancia, sin embargo para mí mejor amiga si lo
sería. Era un tanto exagerada.

-Ella quiere festejar su aniversario...- Bufó- ¡En su casa!.

Arrugue mis nariz y me quedé sin habla.


Estaba pensando bien que le contestaría ya que no entendía que era lo
malo de que lo hiciera así.

-¿Y eso es malo?.

Charlotte me asesinó con la mirada.

-¡Por supuesto que lo es!-Bramó-. Tendría que festejarlo a lo grande,


con todos los lujos.

Se que dije que no la presionaría pero en este momento estaba


poniéndome en bandeja de plata para sacar el tema y no lo
desperdiciaría.

-No pensé que eso fuera a importarte mucho ya que no me has dicho
si asistirás o no.

Se rascó el brazo nerviosa.

-Todavía no lo he decidido.- Dijo en voz baja.

Abrí mi boca pero la volví a cerrar. Respiré hondo mientras buscaba


valor para formular la pregunta.

-¿Qué ha pasado para que no quieras a volver Manhattan? Porqué


ambas sabemos que no es normal que no quieras regresar, tú adoras
ese lugar.

Y eso nomas bastó para que se quedara callada. Toda su expresión


había decaído y ahora la incomodidad le brillaba en cada poro. Estaba
nerviosa, el movimiento de su pierna la delataba.

Se tornó algo pálida.

-No quiero hablar de eso.

Suspiré.

Estaba rara. Todo este tiempo lo había estado y no sabia como hacer
para que terminara por confesarme que era lo que le causaba
impedimento para volver. Porqué la conocía bastante para saber que
la excusa de no querer ver a Rufus o su amorío con Kolt McGregor no
eran el verdadero motivo, algo había pasado entre ellos, algo muy
grande. Se notaba demasiado, ella parecía estar atormentada por la
culpa.

-¿Quieres helado?.

-Por favor.

Daniel McGregor

La curiosidad me ahogaba y las preguntas que mi mente hacía lograba


ahuyentar al sueño.

Noches de insomnio preguntándome; ¿Cómo se vería? ¿habrá teñido


su cabello? o quizás se lo habrá cortado.

¿Volvió el brillo en sus ojos?.

¿Será una buena estudiante?. ¿Tendrá nuevos amigos?.

Sin embargo esas no eran las preguntas que realmente quería saber
las respuesta ,ni mucho menos eran las que me robaban el sueño y
hacia dar una y mil vueltas en la cama.

No iba a mentirme a mí mismo, ya suficiente tenía con fingir ante


todos.
La verdad es que quería saber más de ella, mucho más, y ese era el
problema. No podía darme el lujo de preguntarme si ella ya me había
perdonado, si no me guardaba el más mínimo rencor. No debía querer
saber si..., si ha llegado alguien nuevo en su vida para cuidar lo que yo
no pude por imbécil.

Estaba cagado hasta la manos y nadie podía culparme. El problema no


era verla porqué eso justo era lo que quería. El desastre aquí es que
cuando la tenga frente mío, cuando pueda verla directo a los ojos y
descubra que no hay nada. Nada por lo cual sostener las ilusiones que
me consolaban pensando que en algún momento será nuestro tiempo
para estar juntos.
"No es nuestro momento".

¿Pero si ése tiempo ya ha acabado?.


¿Realmente estaría dispuesto a renunciar a ella una vez más?.

Me ahogaba pensar y lo único que quería ahora mismo es un


momento libre, de paz.

Su recuerdo me carcomía la puta cabeza.


Rachel estaba en cada rincón, en cada persona. ¿Cómo esperaba que
la superara si cuando se marchó ya había se calado en cada lugar?.

Ella estaba en Inglaterra, en un nuevo departamento. Tendría nuevos


amigos y nuevos lugares por los cuales visitar, ella estaba empezando
de nuevo en un lugar donde mi recuerdo no la acechaba. Sin embargo
yo tenía ese lujo y por más que la idea de que esté presente en cada
parte, la verdad es que si quisiera podría manejar todo tranquilamente
en otra sede pero era lo suficientemente necio, masoquista para dejar
lo último que me quedaba de ella. Era absurdo pero lo único que me
queda era eso; recuerdos.

¿Cómo vas contra la marea?.

Apreté el borde de mi escritorio y mi mirada se fijó una vez en la carta


que había dictado mi sentencia.

No la mereces.

Mi móvil vibró y vi que era un mensaje de Rufus.

Esta última semana en especial se estaba completando de manera


extraña. Era la tercera vez que me cancelaba y vamos a lo que vamos,
Montaner jamás se negaría a una buena botella de whisky. Algo se
traía en manos y si había aprendido algo es a no meterme en los
asuntos de los demás. Sin embargo me hacia inquietar porqué una
parte de mi consideraba que era algo relación con Charlotte, y si es así,
Rachel está en el camino.

Tomé el móvil y borré de la pantalla el mensaje. Llamé a William.


Al cuarto tono contestó.

-¿Cómo ha salido todo?.

Suspiré con fastidio.

-Todavía no ha llegado.- Contesté.

Hoy era mi mano a mano con el representa de los Price. No podía


haber margen de error, ni el más mínimo. Sea cual sea que viniera
saldría aquí con una acuerda que no termine por despotricar mis
empresas.

No sabia quién vendría. Lo único que me había informado era que


como el problema causado grave mandarían a una persona de un nivel
alto; un Price.

Me investigue toda la puta familia y podía apostar que Ronnie Price era
el que vendría a que le besara los pies. Era él más capaz o eso es lo
que me habían detallado, estaba a cargo de una de las
vicepresidencias de la sede que tenían en Abudabí.

Un hombre correcto, de familia, y con mano de hierro ante los


negocios. Definitivamente le apostaba todo a él.

-¿Realmente estas seguro que quien crucé la puerta será Ronnie?.-


Preguntó con su voz rasposa y supe que había estado bebiendo antes
de atender mi llamada.

-Es él que entra perfecto en el perfil, William. No creo que sean los
suficientemente estúpidos para mandar a Bruno Price.- Masculle.

La oveja negra de la familia. Con un currículum muy interesante y más


la parte en la que especifica que estuvo en rehabilitación por
adiciones.
Un mujeriego y bufón, un chiste para la familia en pocas palabras.
Estaba claro que si él entraba a mi despacho- cosa que dudaba
bastante- las cosas serían demasiados fácil. Sin embargo los Price
tenían muchas cualidades y ser unos imbéciles no estaba en su
lenguaje.

-Si que lo has investigado.- Señaló.

-Kolt lo ha hecho.- Aclaré.

-No lo arruines.

Largué una risa seca.

-Gracias por tu apoyo, Brestop.

-Si logras salvarnos el trasero yo invito la copa de hoy- Dijo y luego se


calló, como si de pronto hubiera recordado algo-. Me ha llegado la
invitación.

No tuve que preguntar demasiado, ya asumí de que se trataba.

-William, no.

-¿Vas a buscarla?.

Un nudo se instaló en mi garganta. Parecía ser que una cuerda


envolvía en mi cuello y la ceñía cada vez más.

-Te seré honesto, no lo sé. Estoy tan cagado ante la idea de que pueda
volver a verla y que no haya nada que me diga que debo luchar.

Un silencio se instaló en la línea.

-¿Y si lo hay?- Murmuró-.Y si hay un motivo ¿Qué harás?.

Mi cuerpo se tensó.

-Debo colgar William.- Y antes que pudiera decirme algo colgué la


llamada.

Dejé caer mi cabeza mientras tomaba varias bocanadas de aire.

No lo sabes.
No sabes si realmente deseas volver porqué te acojona la idea de que
pueda volver a marcharse.

Tragué saliva y levanté la cabeza cuando unos toques en la puerta se


hicieron presente.

Respire hondo y tiré del nudo de mi corbata.

Murmuré en voz alta la orden para que pudiera pasar la persona que
estaba esperando. En momentos así es cuando Rachel abandonaba mi
mente y eso era lo único bueno de estar en la cuerda floja, a un paso
de caer al vacío.

Darinka abrió la puerta y se corrió dejando ver a una mujer alta y con
cabello castaño.
Lo primero que logré percatarme era de su expresión calculadora. Sus
ojos viajaban a cada rincón de mi rostro, como si estuviera tratando de
descifrarme.

Ella se adentró sin esperar una señal por mi parte. Parecía como si
fuera la dueña de todo y aunque tuve la intención de bajarle sus ínfulas
de altanería no podía, esta joven mujer me tenía en sus manos.

Un segundo después mi asistente se había marchado.

Me levanté de mi asiento y algo en mi se reconfortó al que mi altura


me hiciera mostrar más poder que ella.

-Bienvenida.- Dije observando sus facciones.

Le extendí mi mano.

-Daniel McGregor.

Una sonrisa se mostró en sus labios coloreados de rojos. Esa curva en


sus comisuras me hizo saber que estaba satisfecha de escuchar mi
nombre.

Su mano hizo contacto con la mía.


-Blake Price.- Entornó su mirada con la mía y sin separar nuestras
manos dijo:- Es un real gusto conocerte al fin. Tengo tantas ganas de
trabajar con él hombre que me hizo perder millones.

(...)

Leía con sumo cuidado el contrato. Estaba tan concentrada en el trozo


de papel que pude apreciar que sus pestañas eran largas, haciendo
que a pesar que sus ojos fueran de un color oscuro terminarán por
llamarte la atención.

Mi expresión no cambiaba, seguía igual de serio.

Tuve que tomar todo de mi para no mostrar el asombro que sentí


cuando dijo tan campante que por mi incompetencia había perdido
millones. Es como si me recordara que no solo mi equipo dejaba
mucho que desear, sino que yo también.

Era una burla amarga cargada de fastidio e irritación.

Blake Price, es eslabón más fuerte de los Price al parecer. Su


existencia había sido un secreto o un error muy absurdo por parte de
Kolt al no investigarla.

La conocía a penas y sabia que una mujer así no pasa de


desapercibida, no con tremenda presencia.

Levantó su mirada y ella dejó caer el contrato en mi escritorio.

-¿Está es tu mejor oferta, McGregor?- Soltó casi riéndose-. Espero que


esto sea una broma, soy una mujer demasiado ocupada y aún así tuve
la caridad de venir a darte una segunda oportunidad.
-Te estoy ofreciendo un contrario millonario que te traerá ganancias en
muy poco tiempo.- Dije amargamente.

Me estaba sacando de mis casillas.


Había ideado un plan para que pudiera recuperar todo en el menor
tiempo posible. Tendría todo lo perdido de vuelta con la nueva
inversión, porqué esta vez el 90% de los gastos los financiábamos
nosotros y ellos se volverían automáticamente nuestros socios
mayoristas en la empresa de seguridad.
Él balance cambiaría cuando todo terminará de pagarse y en vez de
poner solo un 10% pondría un 45%. Era lo justo y más beneficioso para
ambos.

-Vine hasta aquí para tener más de lo que perdí y conseguir aún más
prestigio para mi familia.- Dijo sin vacilar un segundo.

-Han sido demasiado claro que querían recuperar lo que perdieron y


eso le ofrezco.- Dije entre dientes. No podía creer que estaba
rechazando una propuesta que millones se morían por recibir.

-No recuerdo que hayas hablando conmigo.- Remató levantando una


ceja.

-Así no llegaremos a ningún acuerdo- Exclamé suavemente-. ¿No hay


otra persona con la podía hablar? ¿Ronnie tal vez?.

Blake sonrió de punta a punta.

-Veo que has estado investigando en vez de hacer tú trabajo- Cruzó


sus brazos-. Dime, ¿Por qué crees que hablar con Ronnie cambiará
algo?.

Bien. Ella estaba acabando con mi paciencia y si no fuera porqué la


necesito ya la hubiera echado de mi empresa.

Blake Price me está pisoteando a cada palabra que soltaba y yo


callaba.

-Tengo entiendo que es él vicepresidente de la sede en Abudabí.-


Exclamé duro.- Un cargo tan importante solo se lo da a una persona
totalmente eficiente.

-¿Estás dudando de mis capacidades?.- Insinuó.

-Estoy diciendo que puede tratar de razonar de mejor modo con


alguien que tiene más experiencia y sabe lo que puede perder por
arriesgarme.

Ella me detalló con su mirada llameante, estaba ofendida y eso me


daba exactamente igual. En unos segundos cambió su expresión de
enfado y mostró una poderosa, como si dejara en claro que es
superior a todos.

-Deja que me presente de nuevo.- Levantó su mentón y se levantó de


su asiento.- Mi nombre es Blake Price, la presidente de todas las
empresas de mi familia, no de una sola.- Se apoyó en mi escritorio y
me observó con total deleite al ver mi incredulidad.- No hay nada con
mayor experiencia que yo, la que maneja todo está delante de tus ojos
y por el bien de tus empresas espero que puedas convencerme antes
de salir por esa puerta y refundirte en los medios.

Joder.

-Ahora ya que no tienes una buena oferta que hacerme yo te haré una.-
Dijo volviendo a sentarse mientras cruzaba sus piernas por debajo de
la falda.

Me tragué todo; desde mi asombro hasta las ganas de querer llamar a


seguridad y hacer que desapareciera de mi vista. Sin embargo ser un
estúpido en los negocios es una cualidad que no puedo volver a
permitirme.

-Te escuchó.

Ella me sonrió satisfecha.

-Aceptare el contrato pero tú empresa solo financiara el 55 % y la mía


el resto-Explico apoyando su mano en el escritorio-. Como te dije estoy
buscando algo de prestigio para mi familia y se que tienes una
software para el gobierno, uno que todavía no está bien desarrollo.

Endurecí mi rostro esperando que acabará.

-Trabajaremos mano a mano con él, seremos socios hasta que ese
proyecto terminé. Tú empresa recibirá el 70% y la mía el 30%.

Hundí mis cejas.

-¿Por qué arriesgarte a recibir un mínimo porcentaje de las ganancias?-


Cuestioné-. Eso no tiene sentido. Además que el software está en sus
fases finales, solo unos cinco meses más y estará listo.

-Quizás para ti así lo sea, pero es una gran proyecto que si tiene mi
apellido impreso en el podré atraer lo que realmente busco-Dijo y supe
que todo lo había tenido planeado-. Para que lo entiendas mejor, que
tú empresa fallara fue una oportunidad única para poder llegar a hacer
un negocio que tengo entre manos y eso solo sucederá si logró que el
apellido Price esté envuelto en algo grande.

-¿Y por qué aceptaría eso? ¿Qué tienes tú para ofrecerme?.

Blake se enderezó en el asiento y supe por sus expresiones que estaba


esperando desde que entró que preguntará a eso.

-No te ofendas, tu equipo es bueno pero le falta visión y por eso yo


tengo trabajando para mi él hombre adecuado para este trabajo. Y
también está el hecho que si no aceptas él que puede salir perdiendo
serían tú y la mala reputación que perseguirá a tus empresas.

Me callé mientras analizaba todo, aunque sabía que sea como sea ella
ganaba. Me tenia entre la pared y la espada. Para tener una cara
angelical se ve que sabe como manejar sus negocios y aún más como
poner en su lugar a cualquiera que le impidiera lograr su objetivo.

Bien me desasiera de ella llamaría a Kolt para decirle que su trabajo


era una mierda porqué se le había escapado el pez más grande y todo
por tener la puta cabeza en cualquier lado.

-¿Y bien?- Insistió-. ¿Tenemos un trato?.


Mis hombros cayeron en derrota.

Observé una vez a la imponente mujer que tenía frente mío. Sus ojos
brillaban sabiendo que tenia todo el juego sobre la mesa.

-Tenemos un trato.

(...)

Miré el móvil apagado sobre la mesa del bar.

Después que había salido de la reunión con Blake Price lo primero que
hice fue ordenarle a Darinka que se fuera a casa, le había dado toda la
tarde libre.

Su expresiones, su sonrisa, el vaivén de sus caderas al caminar. Eso es


lo que ocupó mi mente todo el día; el recuerdo de esa mujer. Cada que
me acordaba de algo terminaba por amargarme un poco más.

Me enfrenté a los empresarios más duro y respetados. Los doblegue y


firme varios contratos con ellos. Ahora, con mi experiencia, ¿Cómo es
posible que esa mujer haya podido ser superior que yo en todo?.

Ella no vino porqué tuviera problema, vino porqué su cabeza ya había


planeado algo que jamás vi venir. Esa mujer tenia bien claro que
buscaba cuando puso un pie en mi empresa y no vaciló ni un segundo
en hacérmelo saber.

Todavía no lo creía.

Hace una hora llamé a Darinka para que programará una cita con
Brestop y Kolt. Les notificaría recién ahí lo que había sucedido y
conocerían a la nueva socia mayoritaria.
Estaba preparándome para ver como se cagan encima al ver lo que
esa pequeña mujer me había obligado hacer en menos de cuatro
horas.

Ellos lo sabrían mañana y por eso mismo apague el móvil. No quería


escuchar o leer absolutamente nada, la castaña me quitó todo el buen
humor que raramente estaba teniendo hoy.

Bebí un sorbo más de la bebida.

Este bar llevaba frecuentando los últimos meses. En un primer


momento me gustó porqué estaba oculto, mucha gente no venía aquí
así que eso era lo que más me atraía porqué no tendría que escuchar
los gritos de nadie.
Las personas que estaban aquí estaban conversando en voz baja o
perdidos en su mente mientras beben solo como yo lo estoy haciendo
ahora.

Miré el reloj de la pared y vi que eran las once la noche. Fue ahí,
cuando había dejado de observar a todos que una figura atravesó el
bar.

Su mirada recorrió el lugar y sus ojos se detuvieron en mi. Me miró


algo dudosa pero al final se acercó al percatarse que mis ojos ya la
habían visto.

Era inconfundible su silueta.

Se detuvo frente a mi y la noté cambiada.

-¿Puedo sentarme?.

Asentí mientras señalaba la silla que estaba a mi lado.

Ella tomó asiento y un silencio se instaló entre nosotros. Movía su


pierna un tanto nerviosa y apoyo su brazo en la mesa.

-¿Cuando has vuelto?.- Pregunté rompiendo el silencio.

Apretó sus labios.


-Hace una semana.

Levanté mis cejas sorprendido. Me parecía extraño que en todo ese


tiempo no me haya enterado de su llegada a Manhattan. No era como
si pudiera pasar de desapercibida.

-Ella no me ha mencionado nada.- Dije frunciendo el ceño.

-Ya, es que le pedí que me guardara el secreto.- Dije en un murmullo.

Otra vez el silencio reinó entre los dos. Todo este tiempo no me había
visto directo a la cara, solo se concentraba a ver la entrada del bar
como si quiera que alguien llegara a sacarla de este encuentro.

Largó un suspiro y entornó sus ojos en mi.

Sonrió a penas, pero lo hizo.

-Estas cambiado, Daniel.

Viéndola aquí me percaté que echaba de menos nuestras salidas.

-Tú también, Megan.

Rachel Mac Millán

Respiré entrecortadamente.

A pesar de llevar un año en Inglaterra todavía no me acostumbrada a


correr por sus calles. Sentía que varios me miraban mientras lo hacía y
aunque en Manhattan esto se repetía ya no llegaba a causarme
nervios porqué yo había crecido ahí y conocía lo suficiente para saber
donde tener que ir para poder estar en paz. No podía decir lo mismo en
cuanto aquí, no llevaba mucho tiempo y para mi desgracia no había
podido toparme ni con un lugar que fuero eso; mi desvío a la
tranquilidad.
No solía salir a correr ya que era muy perezosa pero había una
excepciones y cuando necesitaba tiempo a solas conmigo buscaba
tranquilidad o mantener mi mente ocupada.

Miré el reloj de mi muñeca mientras me detenía unos segundos tomar


aire.

Hoy no tenia clases en la universidad e iba a aprovechar este día para


terminar de repasar antes de que los finales llegarán en unos días.
Sabia la gran mayoría pero igual había unas cosas que no lograba
entender y por eso tuve la intención de querer aprenderlo, sin embargo
estos últimos días mi mente había estado en las nubes y supe que si
no lograba despejarme no podría continuar. Mi cerebro parecía estar
caprichoso ya que todo los recuerdos volvían a azotarme y por más
que trataba desviarlo no podía.

Mi asistencia al aniversario todavía no estaba confirmada por mi, por


mi madre quizás si. No creo que en ningún momento se le crucé la
idea que no me apeteciera ir, Emilio si lo habrá de suponer pero de ella
lo dudaba.

Saqué mi móvil mientras seleccionaba una canción y volvía a correr.

Mis noches se habían vuelto pesadas. Me la pasaba viendo ese collar


que escondía ante la mirada de todos pero que me hacía sentir
protegida. Era mi secreto que guardaba bajo mis blusas o camisas,
donde fuera que iba ahí estaba ese anillo de promesa colgando de mi
cuello.

A la hora de acostarme lo ponía sobre mi almohada y quedaba


viéndolo hasta que mis ojos se cerraban. Verlo no solo me traía dolor
por lo que no pudo ser, sino que también me hacía revivir buenos
momentos, me hacía sentir protegida.
Mis primeras noches en Inglaterra fueron difíciles, estaba asustada
por empezar de nuevo y por lo que podía pasar aquí y en Manhattan.
De alguna forma ese collar lograba hacer que todo se pausara.

Bueno, eso era así.


Había algo que ni esa joya podía hacer que dejara de pensar; Daniel.

Si llegará a volver lo haría a ciegas y sin saber más que lo


proporcionado por mi madre. Hacia lo más podía para que durante sus
visitas no me tentara y preguntará por él, aunque eso no era necesario
porqué ella me soltaba cosas pequeñas. Quizás pensaba que
necesitaba saber si estaba bien y esa era la verdad, yo quería saber
como estaba, y si no fuera por mi madre en estos momentos
seguramente estaría volviéndome loca.

Moví mi cabeza a un lado como si esa acción pudiera borrar su rostro


de mi mente.

Sería mentira si dijera que no sueño con él, no digo que sea todo el
tiempo pero si suele suceder, y en su mayoría no todos tenían un buen
final, ni siquiera había uno.

Mucha veces me cuestionaba si había tomada la mejor decisión,


espacialmente en esos momentos en donde llegaba de la nada un
brote de nostalgia y simplemente lo extrañaba. Pero al final, después
de todo, pasaba algo que me hacía saber que tomé la mejor decisión.

El viento chocó en mi rostro y suspiré.

Daniel fue mi primer gran amor y con él entendí varias cosas, cosas
que no debía olvidarme nunca.

Nadie puede completar mi felicidad si no soy yo misma. Nadie puede


volverse mi aire, y lo más importante es que mi bienestar va por sobre
todos.

Sus palabras fueran claras y hasta el día de hoy seguía cumpliendo


nuestra promesa.

Lo dejé porqué él no sería capaz de hacerlo.

Lo dejé porqué todo nos estaba superando y en vez de avanzar nos


hacíamos retroceder.

Lo dejé porqué éramos inmaduros a pesar de haber atravesado tanto


en la vida.

Lo dejé porqué hay personas que están destinados a estar en tu vida y


no todos los casos son para que se queden.

Lo dejé por mi.

Aprendí a estar sin él, puedo vivir sin él, y si, puedo ser feliz sin él.

Lo extraño, sigo sintiendo cosas por él, eso no podría negarlo porqué
sería hipócrita. Sin embargo hay una gran diferencia entre lo que uno
quiere y puede, y nos guste o no las personas son pasajeras; algunas
tienen un viaje largo y otras no, debemos vivir con eso.

Escuché decir que a veces era el tiempo y no la persona. También oí


que si están destinados volverán a encontrarse, independientemente
de las cosas que se crucen en su camino.
Podía creer esas palabras pero eso tan solo serviría para guardar una
falsa esperanza que todo podía volver a ser como antes de que la
tormenta se desatara sobre nosotros y la verdad es que jamás
encuentras lo mismo, aunque sea en la misma persona.

No podemos volver a lo que fue, tenemos que ir a lo que será.

Daniel era mi pasado.

Hasta ahora.

La música dejó de escucharse y tomé mi móvil para ver que en la


pantalla aparecía el nombre de mi mejor amigo.

Junior se casaría en tan solo un mes y eso era tierno hasta un punto, lo
otro era fastidioso porqué estaba muy paranoico y llamaba a cada rato
para quejarse o entrar en pánico. Con Charlotte nos turnábamos para
contestarle pero últimamente estoy siendo yo la que más habla con él.

-Por favor no te quejes de las flores o que el traje no era el color que
querías aunque así lo sea.- Le dije bien atendí la llamada.

-Hola para ti también querida.


Volqué los ojos al escucharlo burlarse de mí.

-Ya dime que sucede.- Dije tomando bocanadas de aire.

-Solo quería saber como estabas.- Hundí mis cejas al percibir algo raro
en su voz.

-¿A que te refieres exactamente?- Exclamé en tono serio-. ¿Sucedió


algo?.

Suspiró y balbuceo, eso hacía cada vez que dudaba en hacer algo. Se
aclaró la garganta.

Aprender a tomar las consecuencias de nuestras decisiones con la


cabeza en alto y el corazón partido.

-De todo modos lo sabrás en cuestión de tiempo- Había un deje de


resignación en su voz-. Vieron a Daniel junto a Megan saliendo de un
bar.

Yo lo dejé.

(...)

-Estas callada.

No levanté mi mirada del libro mientras continuaba garabateando en


los bordes de sus página. Se supone que estaba estudiando.

-¿Rachel?.

La miré solo porqué sabia que seguiría molestándome si no lo hacía.


-¿Qué quieres, Charlotte?.- Dije hastiada.

Me examinó y se sentó a mi lado en el sofá. Había decidido bajar a


estudiar en la sala ya que ella no estaría para hacer ruido, pero al
parecer está vez se le dio por volver temprano.

-He visto los artículos.

Mordí el interior de mi mejilla y me levanté con el libro en la mano.


Negué con mi cabeza mientras la miraba.

-No haré esto, Charlotte- Solté amarga-. Ni contigo ni con nadie.

Tragó saliva.

-Rachel...-

-¡He dicho que no!- Dije elevando la voz-. Quiero que tanto tú como
Junior entiendan que terminé con Daniel y que ninguno le pertenece al
otro- Bramé entre dientes-. Lo último que necesito en estos momentos
es que estén revoloteando sobre mi, eso no me ayuda, me asfixia.

Charlotte apretó sus labios sin saber que decir. Tenia ojeras lo que me
indicio que anoche no había dormido.

-Esta bien- Dijo después de unos segundos. Entorno sus ojos en mi y


odié que me hiciera sentir mal por haberle hablado así-. ¿Sabes que
puedes hablar conmigo, cierto?.

Asentí suavemente.

-Lo sé.

Ella me dio una minúscula.

-Solo bajé para decirte que ya es hora de ir al grupo de ayuda- Exclamó


levantándose del sofá. Me miró con severidad-. Yo te llevaré y no
quiero excusas, Rachel Mac Millán.

No dije nada sabiendo que esto era una discusión que no ganaría. Ella
insistía en llevarme pensando que no asistía aunque en verdad lo
hacía, no es que me gustara mucho pero lo hacía. Muchas veces logré
que desistiera sin embargo al parecer hoy no es uno de esos días.

-Iré a cambiarme.- Respondí mientras subía a mi habitación.

Asistía los martes de cada semana por las tardes. Era un grupo
pequeño de cinco personas, aunque si contábamos a la psicóloga
éramos seis. El lugar era algo amplio, lo demasiado para tan solo sea
un grupo reducido.

Fuera de ese lugar no me llevaba con ninguno de los que iban ahí. Solo
eran saludos cordiales, después de todos eran desconocidos;
desconocidos que sabían más de lo que gente que me conocen
podrían saber.

Me puse un buzo ya que la tarde solía ponerse fría. No me cambiaría el


pantalón ya que estaba bien, no es como si tuviera que ir muy
arreglada solo medianamente presentable.

Agarré el móvil y me eché un poco de perfume de vainilla.

Escuché como el timbre sonaba pero no me molesto en averiguar


quién era ya que Charlotte estaba ahí y lo más seguro es que hubiera
ordenado comida ya que no habíamos renovado la despensa todavía.
Llevarla a un supermercado era un reto de cada día y como mi mente
ha estado en cualquier lado se me pasó por completo avisarle.

Volví a la sala mientras me agarraba mi cabello en una coleta alta.


Rogaba internamente que la pelirroja no se pusiera a hacer
comentarios de lo "impresentable" que me veía. Sin embargo me
quedé atorada a la mitad de las escaleras cuando vi una maleta y
luego su figura.

Sus ojos chocaron con los míos y una sonrisa esplendorosa cruzo por
sus comisuras.

Abrió sus brazos.

-¿Me vas a saludar o te quedarás para ahí?.


La garganta se me secó pero aún así dejé salir una risa para luego
terminar de bajar los peldaños de las escaleras y abrazarlo.

Aspiré el olor de su colonia. Siempre olía bien y no sabia como podía


mantenerse así todo el tiempo.

-¿Por qué no me has dicho que venías?- Dije una vez nos separamos.

Asher Cowell después de meses volvía estar frente de mi. Seguía igual
de aterradoramente guapo e inalcanzable, es como si vieras a
Charlotte en versión masculina- Aunque se me hacía que Rufus era
quien le podía ganar ese título.
El último tramó de tiempo estuvimos hablando demasiado por
mensajes, siempre lograba entretenerme.

-Quería sorprenderlas- Masculló y miró a la pelirroja que tenía las


llaves del coche en su mano-. ¿Se iban a algún lado?.

-Terapia grupal.- Respondí.

-Bueno no las entretengo más- Tomó su maleta mientras nos daba la


espalda-. Voy a instalarme y las veré dentro de un rato porqué el vuelvo
estuvo agotador. Estoy cansado y solo quiero dormir, así que si, las
veré luego.

Empezó a subir por las escaleras con algo de dificultad por el equipaje.
Charlotte hundió sus cejas y ladeó su cabeza.

-Detente.- Le ordenó.

Asher se detuvo sin voltear.

Presencia la escena desconcertada.

-¿De que estás huyendo Asher Matthew Cowell?.- Exclamó ella dando
un paso hacia adelante mientras lo escrutaba con la mirada.

Él dejó caer sus hombros y volteó. Sonrió amargó.


-¿No puedo ocultarte nada, cierto?.

Charlotte se cruzó de brazos mientras levantaba una ceja.

-¿Qué esta sucediendo?.- Pregunté sintiéndome algo tonta por no


entender de qué hablaban.

Él soltó el aire que estaba reteniendo y nos dio una severa mirada. Eso
solo significa que lo que venía era algo grande y él quería que los
tomáramos en serio y no como una más de sus bromas.

-Voy a ser padre.

Mi boca se entreabrió mientras me quedaba piedra. Por su parte


Charlotte había dejado caer las llaves del carro y parecía no notarlo.

Cuando pude recuperarme apreté los labios esperando a que el caos


se desatara y solo bastó una mirada hacia él para saber que estaba
aguardando lo mismo.

-¡¿Qué tú que?!- Bramo Charlotte a punto de estallar-. Voy a matarte a ti


y a tu estúpido pene.

-Eso tendrá que esperar adorada prima porqué todavía queda más.-
Masculló con su expresión neutra.

-¿Más?.- Cuestioné levantando una ceja.

Asher apretó su mandíbula como si lo que fuera a decir le causara


enojo y fastidio.

Era el tiempo y era la persona.

-Megan Ripoleti...- Entornó sus ojos en mi- Es la madre de mi hijo.


(...)
Atravesé las puertas y vi como sillas formaban un círculo en donde
estaban sentados la gran mayoría.

Me disculpe por haber llegado tarde y tomé asiento al lado de una


chica robusta y de cabello claro. Si no me equivocaba su nombre es
Lucie.

La noticia que había soltaba Asher en la sala de mi departamento nos


había dejado piedra tanto a mi como Charlotte.
Definitivamente ella era la más afectada pro todo. Lo único que atinó a
hacer es salir de nuestro hogar y eso me lo tomé como una señal para
ir detrás suyo.

Ella condujo hasta aquí en silencio y me dijo que me esperaría en el


estacionamiento, era claro que quería pensar y por supuesto no volver
todavía a nuestro apartamento.

Meredith Pain- La psicóloga- empezó a hablar:

-Bien ya que la semana pasada no pudimos vernos quiero que


hablemos de como...- Sus palabras se vieron interrumpida cuando las
puertas volviendo a abrirse.

Pestañé más de una vez para ver si era real lo que veía y para mi
desagrado no había nada que me indicara que eso fuera así.

Su vestimenta se veía diferente a la que había visto la primera vez;


Jeans oscuros y una blusa azul. Zapatillas negras y una campera de
color gris.

Su cabello lo traía desaliñado y sus ojos estaban irritados. Pude ver


una cortada en su labio y su expresión no era nada parecida a la
juguetona y petulante que tuvo en nuestro primer encuentro, es más
parecía enojado por tener que estar aquí.

Fue imposible no recordar esa vez que lo vi por primera vez.


《 "-Acaso tú vista falla o que?-Bramé-. ¿Me convertí en fantasma para
que no puedas verme? ¡Tiraste mi café!.

Su sonrisa se ensanchó y sentí el fuego arder dentro mío.

¿Se estaba burlando de mí?.

Se quitó el casco de la cabeza y recién ese instante pude notar la


presencia de los mochos que tenía.

-Créeme guapa que no eres un fantasma. Porqué si lo fueras cogería


una pistola ahora mismo para matarme, no tiene sentido estar vivo si
no podría ver esta belleza. " 》

Se acercó hasta Meredith y le dio una nota blanca. Supongo que debía
ser la derivación que te da el psicólogo para que asistas a un grupo de
ayuda.

-Siéntate ahí.- Le señaló el lugar que estaba frente mío, al lado de Josh;
el único chico con el que intercambiaba más palabras a comparación
de otros.

Él tomó asiento y por primera vez su mirada se fijó en mi. Vi que la


curiosidad se instalaba en sus ojos.

-Bien como saben la gran mayoría cada que tenemos un nuevo


integrante nos presentamos, tanto nuestro nombre como el motivo por
el cual estamos aquí- Explicó ella y nos repasó con la mirada a todos-.
Josh, tú primero.

Pasó las manos por el pantalón y se enderezó. Frunció su labios y


sonreí al verlo fastidiado; lo entendía ya que a todos nos desagradaba
tener que presentarnos.

-Mi nombre es Josh Patrick y estoy aquí porqué mi madre me obligó


por las influencias de está preciosura.- Le guiñó un ojo a Meredith.

Apreté los labios para no largarme a reír, lo que me fue inevitable y a


todos les sucedió lo mismo.
-Josh...- Lo regañó la psicóloga con el cansancio en si voz.

Él rodo sus ojos y levantó sus manos.

-Bien. Estoy aquí porqué intenté suicidarme dos veces y me


autolesiono.- Dijo un segundo después.

A pesar de que todos lo sabíamos seguíamos algo descolocados ante


la idea que Josh haría algo así. No lo aparentaba, siempre se lo veía
dispuesto a hacer todo para que nos sintiéramos bien.

Cada sesión que teníamos él aparecía con un nuevo gorro sobre su


cabeza que cubría su cabello castaño. Cuando le pregunté por qué
siempre traía uno diferente, me respondió que así llamaba la atención
de chicas guapas por lo que seguía siendo un misterio para mí la
verdadera razón.

Meredith habló:- Demetra tu turno.

La chica apenas tenia los diecisiete y se le notaba en sus facciones.


Su look era algo gótico y era las más callada de todos, no hablaba al
menos que sea necesario.

-Mi nombre es Dementra Hoskins y sufro trastorno de bipolaridad.

Corta y sencilla.

-Tu turno, Rachel.- Me dijo.

Mordí el interior de mi mejilla cuando noté que la mirada de ese chico


estaba fija en mi.

-Mi nombre es Rachel Mac Millán, sufro de anorexia...- Tomé aire-, y


soy víctima de abuso sexual.

Bajé la mirada porqué me sentía insegura ante la presencia de él.

-Ahora es tu turno, chico nuevo.- La voz de la doctora había salido


suave.
Él se aclaró la garganta.

-Mi nombre es Jeremy Thompson y estoy en rehabilitación porqué soy


adicto a las drogas.

Rachel Mac Millán:

Miré la hora en mi móvil y suspiré.

Meredith se ajustó sus gafas.

-Hoy haremos un pequeño ejercicio- Levantó la mirada de su cuaderno-


. Quiero que recordemos ese momento en donde sin darnos cuenta
dijimos "quizás no todo está tan malo"- Entornó su mirada en
nosotros-. El momento en donde no estábamos a un paso de
ahogarnos.

Inevitablemente esa escena llegó a mi cabeza. Una sonrisa muy


pequeña se alzó entre mis comisuras por el efecto de ese recuerdo.

-Jeremy, empieza tú.

Él se rascó la nuca y luego su mano ascendió hasta sus rizos y los


despeino.
Parecía incómodo pero no lo demostró. Ladeó su cabeza y se quedó
varios segundos pensando con sus labios apretados.

-Cuando tenia doce mi padre llegó del trabajo con unos botes de
helados. Mi madre estaba en la cocina con mi hermano y yo haciendo
un pastel. Recuerdo que ese día comimos hasta hincharnos la panza.

Todos los escuchábamos en silencio esperando ver alguna mueca de


felicidad pero jamás llegó. Mientras relataba lo hacía sin cambiar esa
expresión de resignación que tenía desde que entró a la habitación.

-Teníamos una piscina. Papá nos perseguía y mamá le tiraba agua con
la pistolita. Mi hermano y yo corríamos y salpicábamos agua. Lo
hacíamos cada viernes, era una tradición de mi familia.

Me dio envidia que él tuviera una familia así porqué yo no la tenia, no


completa.
Eran muy pocas las veces que me permitía desbloquear los recuerdos
de mi padre ya que cada vez que lo hacía terminaba por hacerse la
herida más grande. Por más que pasará el tiempo no me
acostumbraba a su ausencia y jamás lo haría, viviría con eso, pero no
me acostumbraría.

Meredith lo analizó y anotó en su agenda.

-Josh.-Dijo sin levantar la mirada.

-Creo que fue esa vez que...- Apoyó su mano la barbilla- Si, esa vez que
me folle a mi profesora de...-

-¡Josh!.

La psicóloga lo miró disgustada y en sus labios estaba una mueca de


enfado.

Se encogió de hombros.

-Usted me dijo que diga la verdad.

Ella negó como si dijera que no tenía remedio.


Su relación era algo especial, todos teníamos el presentimientos que
ya se conocían de hace bastante tiempo. Era algo muy obvio si
tenemos en cuenta su trato y como él se atreve a hacerle bromas solo
para hacerla rabiar.

-Rachel.

No estaba muy segura de si ese era mi momento y sobre todo si


quería decirlo en voz alta. Pero debo admitir que es él primero que se
me vino a la mente cuando Meredith mencionó esas palabras.

-Antes mi vida estaba llena de fiestas, planes para conseguir lo que


quería, y huir de mis problemas. Nunca me detuve un momento a
apreciar las cosas que estaban frente mío; cosas simples.

Jeremy se enderezó sobre su silla y me sentí algo nerviosa cuando vi


que tenia la intención de hablar.

-¿Cosas?.

Asentí.

-Un barco.

Él pareció no entenderme y eso me avivó a seguir hablando.

-Nunca me llamaron la atención, no era algo de gran atractivo. Pero me


di cuenta que en ellos hay algo que vale la pena apreciar; un lugar
tranquilo, te da paz y te hace sentir que quizás no solo tú estás
fingiendo.

《 "-Te dije que esta noche quería ser solo Rachel y eso haré.- Dejé
caer sobre el agua el brazalete.
Él miró con asombro por donde había dejado caer esa pulsera. Cuando
pensé que se quedaría así más tiempo hizo algo que me sorprendió.

Se desabrochó el reloj que traía en su muñeca y me dijo:

-Y yo ser Daniel.

Y lo dejó caer al agua.

Largué una sorpresiva carcajada. Quizás estaba equivocada con él o


solo es el hecho que por esta noche tendríamos un tregua de nuestro
juego.

-Acabo de tirar una fortuna.- Dije corriendo mechones de mi cabello.

-Y yo el triple de la tuya.

Le sonreí y él también lo hizo.


-Después de todo, no eres tan malo.

-Ni tú tan superficial. " 》

Tragué con dificultad el nudo que se me había formado y me aclaré la


garganta al sentir que no tenia la suficiente voz.

Los buenos recuerdos siempre nos causan un mar de emociones;


desde los más suaves hasta los más fuertes. Nos desestabilizan pero
al final lo entiendes.

Eso me sucedía ahora mismo.

Había sentido nostalgia porqué todo había cambiado. Rabia porqué en


ese momento éramos los suficiente idiotas y no teníamos idea de lo
que vendría después marcaría un antes y un después. Pero sobre todo
me sentía afortunada por haber podido sentir algo tan fuerte como un
tsunami, por haber conocido a la persona que me enseñó a
evolucionar y supo cuidarme como nadie. Porqué si, Daniel me cuidó
hasta de él mismo aunque a primera impresión no lo parecía.

Sonreí recordando cada segundo de esa noche.

Daniel tenía razón cuando me dijo esa noche que estaba loca por él.
No quería admitirlo pero efectivamente si lo estaba.

Quizás las personas que estaban frente mío no entenderían mis


palabras y ese era el punto. Yo no tenia un momento que me haya
dicho que todo no es tan malo, porqué no fue uno solo ya que desde
que Daniel se cruzó en mi camino fueron varios.

Mi barco era él y por eso mismo dije que me daba paz y no tenia la
intención de fingir, no estando con él.

Sin embargo hubo un tiempo que olvidé eso y me ganaron mis


problemas internos. El efecto eclípsate que ese hombre había tenido
sobre mi lastimosamente tenia su fecha de vencimiento y ninguno
estaba listo para enfrentar lo que éramos sin un hechizo.

Mojé mis labios y me concentré en Meredith.


-Si me preguntas cuál fue mi momento te diré que fue arriba de un
barco en donde era yo, la que ven hoy.

Pudo ser idea mía o simplemente fue el hecho de todavía seguir


perdida en los recuerdo, pero creo haber percibido que de algún modo
él único que pareció entender fue Jeremy.

El resto de la terapia siguió de igual modo y no podía negar que cada


que uno hablaba terminaba por envolverme con su historia. En ese
punto le daba la razón a Meredith cuando dijo que a veces hay que
mirar hacia atrás para tener las fuerzas de seguir a un futuro.

No conocía a estas personas pero saber que no era la única que hacía
las cosas sin razón me reconfortaba.

Josh continuó con sus bromas hasta que una muy cansada Meredith
señalo que la hora ya había terminado y que todos podían marcharse.

Antes de salir le miré su gorro de color amarillo.

-¿Me dirás que significan?.- Apunté a su cabeza.

Josh me sonrió.

-Un intento desesperado de conseguir una cita contigo.- Me guiñó un


ojo.

Me tomé su respuesta como un notable "no" y un "sigue participando".


Todos en la habitación queríamos saber el por qué los usaba y
muchos ya habían hecho sus apuestas, por mi parte no entré en eso.

Reí y me alejé de él salir de la habitación y ver si Charlotte ya se había


calmado.

Resguarde mis manos en los bolsillos del buzo mientras estiraba mi


cuello. Realmente creía que las sillas deberían tener un almohadón si
vamos a permanecer sentados ahí toda una hora.

Cuando salí afuera la brisa fresca chocó en mi rostro y unos metros


más adelante vi como la pelirroja permanecía en el mismo lugar que
antes, aunque esta vez se la veía más relajada. Sin embargo su ceño
fruncido dejó en claro que ahora se encontraba molesta por otra cosa.

-Eres una trastornada.

Me sobresalte al escuchar su voz atrás mío. Había sido silencioso a la


hora de aparecerse.

-Paciente que asiste a terapias querrás decir.- Dije severa.

-Trastornada.- Dijo canturreando.

Volqué mis ojos mientras negaba.

-Si sabes que eso también te vuelve un trastornado a ti, verdad.-


Señalé.

Jeremy sonrió y se encogió de hombros.

-Lo soy, al igual que tú.

Lo ignore y empecé a bajar por los peldaños de las escaleras. Para ese
punto no me había percatado que Charlotte me observaba con una
mirada que conocía bien y supe que sería un largo viaje de vuelta a
casa.

-¡Fue un placer volver a verte, guapa!.

Abrí la puerta del coche y entré al carro.

Antes que me dijera algo la miré con advertencia. Como siempre


ignoró mi intento de intimidación y termino por reírse en mi cara.

Miré al frente y Jeremy seguía parado ahí mientras que continuaba


mirándome como si fuera un chiste andante.

-Es lindo.- Dijo en suspiró tembloroso a causa de la risa.

Me coloqué el cinturón y fruncí mi nariz.


-Es una molestia.

Charlotte levantó una ceja e inclinó su cabeza.

-No me vas a decir que no es guapo.

Apreté los labios fastidiada porqué era verdad. Pero eso no le quitaba
que tenia una personalidad que me causaba recelo, no me gustaba ese
chico.

-¿Desde cuando hablan?- Preguntó-. Nunca lo mencionaste.

-No hay nada que decir porqué no hablamos, solo me molesta-Crucé


mis brazos-. Lo crucé una vez y tiró todo mi café al suelo, pero lo peor
fue que me vaciló en mi propia cara.

-¿ Y por qué estaba aquí?.

Dudé un segundo si decírselo, no quería que después se hiciera idea


de cosas que no tenían relación alguna.

-Es parte de mi grupo te terapia.

Ella giró su cabeza y volvió a reírse.

-Esto es genial.

Lo miré una vez más y esta vez él pareció darse cuenta que estaba
siendo observado ya que agitó su mano con total chulería. Charlotte le
devolvió el saludo haciendo que la atravesara con la mirada.

-Arranca.
(...)

Giré por tercera vez sobre la cama.

Miré al techo y bufé sabiendo que no podría conciliar el sueño por más
que tratase.

Bien había llegado al departamento subí a mi habitación y me puse a


terminar de corregir los apuntes que tenia estudiar. Más que todo
quise darle espacio a Asher y a Charlotte, ellos tenían demasiado de
qué hablar. Pero sobre todo quise evitar que me preguntará por Daniel,
ya que lo conocía y tanto el como yo sabíamos que evitaba el tema
cada vez que me lo preguntaba. Nada más que ahora es más difícil
hacerlo ya que no se trata de un mensaje que puedo simplemente
ignorar y pasar de él, ahora estaba aquí y podía ver cada reacción que
tenia.

A las 1 a.m. decidí que tuve suficiente con la universidad y me acosté.


Desde ese momento no conseguí que el sueño me venciera y supe que
el insomnio no me dejaría descansar está noche.

Giré mi cabeza y vi el collar.

Cerré mis ojos y suspiré cansada.

Eran las 4 a.m.

Corrí las sábanas de mi cuerpo y me levanté de la cama totalmente


resignada. Solo bastó una mirada a mi mesa de luz para entender que
debía tomar una decisión en cuanto antes o sino me volvería loca al
ver esa invitación cada día en el mismo lugar.

Salí de la habitación y prendí la luz del pasillo. Todo estaba en silencio


por lo que supe que Charlotte no se había desvelado viendo su
programa de televisión, lo cual era raro pero no demasiado ya que
después de las noticias que recibió debió quedar más que agotada.

Asher era como su hermano, prácticamente se criaron juntos desde


los pañales. Todo lo que le afecta a él lo hace con ella y viceversa.
Ellos tienen un comunicación muy grande y se defienden con uñas y
dientes. Sin embargo ahora Charlotte dormía intranquila sabiendo que
no podía protegerlo de esto y mucho menos salvarle su trasero.

Bajé hasta la cocina y de la nevera saqué una jarra con agua. Tenia la
boca seca y odiaba cuando eso sucedía.

Dejé el vaso sobre la mesada cuando escuché un ruido. Volteé y lo vi


con su cabello desaliñado; traía sus ojos irritados y la ojeras dejaban
en evidencia que hace tiempo no descansaba bien.

Me apoyé sobre el mármol.

-¿No puedes dormir?.

Él dejó salir un suspiró y se sentó en unos se los taburete.

-Veo que tú tampoco puedes hacerlo.

Mojé mis labios y me eché hacia atrás.

-Llevo tiempo que no consigo dormir bien.

-¿Y eso desde cuando pasó?.

Algo mío dentro de mi se movió al verlo tan desorientada y por esa vez
me permití ser honesta.

-Desde que llegó la invitación del aniversario de mi madre, una


invitación para volver y...- Hice una pausa- no se si estoy preparada
para eso.

-¿Daniel?.

Sonreí amarga.
-Supe que estuvo con Megan- Noté como se tensó a la sola mención
de su nombre-. Eso me recordó un motivo más por el cual no quiero
regresar.

Asher se quedó callado como si no supiera que decir o mejor dicho por
donde empezar a hablar. Había tanto que contar que a veces las
palabras no le hacían juicio a los sentimientos.

-Ellos salieron.

Asentí.

Su mirada cambió en un segundo.

-Él le hizo daño, Rachel- Bramó-. La hizo dudar de si misma. Lloró por
ese imbécil. ¡Ella si que lo quería!.

Parecía enojado por varias cosas y en ese momento recordé que


solemos echarle la culpa a los demás de nuestros actos.

-Megan no es tonta, Asher. No puedes victimizarla, eso es tirarla abajo


porqué una chica con su calibre y su inteligencia siempre supo lo que
Daniel podía darle y no. Uno lo sabe.

Podía estar metiéndome en serios problemas pero era momento de


que alguien le hiciera entender que ella no necesita un príncipe azul o
un justiciero que busque venganza.

-Que quieras traer su pasado ahora deja en claro que no entendiste


que ella no necesita de un hombre para ser feliz. Evolucionó y créeme
que si no hubiera sido porqué él le rompió el corazón, ella no sería ni la
sombra de la mujer sumamente capaz que es hoy.

Tragó saliva y de todas las reacciones que esperaba ahora, como que
se enfadará aún más, no esperé que terminará por dejar caer su
cabeza y hombros.

Toqué su brazo con mi mano.

-¿Por qué estás aquí, Asher?.


-Tengo miedo.

Sus palabras me descolocaron pero no dejé que lo notara. No podía


flaquear ahora.

-No vas a conseguir nada huyendo de los problemas y te lo digo yo que


cada que veía que las cosas me superaban me iba a cualquier lado
mientras las cosas pasaban- Me alejé y tomé el vaso de agua-. Evitaba
mis responsabilidades y no me hacía cargo de mis acciones, espero
que tú sí seas más sensato y lo hagas.

Cuando pensé que había puesto fin a la conversación él dejó salir de


pronto lo que parecía haber estado ocultando.

-Me acojona más la idea de darme cuenta que la amo a la que


tengamos un hijo, Rachel.

Lo examiné con mis ojos entrecerrados y solo me bastó ver su


expresión para entenderlo.

-Tienes miedo que no te amé.- Murmuré.

Sonrió sin gracia.

-Una mierda, no.

Tenia varias cosas para decirle al chico que estaba frente mío con su
cabeza agachada, pero el problema es que seria hipócrita de mi parte
profanar algo o aconsejarle si de algún modo yo pasaba por lo mismo
y hacia lo mismo que él; esquivar el tema.

Había una gran parte de mi que me decía que lo reconsiderara y que


pensará todo con la cabeza fría y no con el corazón. Mi mente pedía
que armará un plan y evaluará por pro y contra. Sin embargo sabía que
no les haría caso porqué ver a Asher de ese modo me mostró como
estaba viéndome y no solo lo hacia por él sino porqué yo también me
merecía saber que podía pasar.

El arrepentimiento me puede durar mucho años. No obstante la


cobardía no sería algo que volvería a sentir.

-Volveré a Manhattan.

Esas palabras bastó para que mirará con cierto asombro.

-Lo haré porqué no voy a quedarme a pensar que fue lo pudo haber
pasado si hubiera tenido más valentía, no volveré a hacerme esa
pregunta- Me volteé y cuando llegué al umbral de la puerta lo miré por
sobre el hombro-. No seré una cobarde a mis sentimientos.

Antes que pudiera salir Asher soltó una pregunta que me dejó tiesa en
el lugar.
Mi mano tembló y por un momento pensé que el vaso terminaría
resbalándose hasta terminar en cristales rostros.

-¿Lo quieres?- Mi silencio fue todo lo que se escuchó. Él insistió:- ¿Lo


sigues queriendo?.

Está noche seria honesta y no solo porqué Asher necesitaba eso, sino
que yo debía escuchar una vez lo que no me atrevía a decir en voz alta.
Así y solo quizás así, empezando a decirme la verdad podría encontrar
varias respuestas a las preguntas que bloqueaba pero quería que
tuvieran una resolución.

Miré hacia el frente, dándole la espalda. Ese era mi única ancla en


esos momentos y creo que por eso en mi voz no hubo un balbuceó o
un titubeó.

-Lo sigo queriendo- Tomé aire-. Pero no se si eso es suficiente ahora


porqué tiempo atrás no lo fue.

Daniel McGregor:

Entré a la casa sin querer llamar demasiado la atención.

Cuando crucé por la sala vi a Juliette sentada sobre el sofá con


millones de papeles al su alrededor. Eran bocetos y muestras de telas
por lo que deducía que se debía a que pronto sacaría su nueva
colección. Quizás la más importante de su carrera, bueno, eso
mencionaban en las revistas.

Ella al verme se quitó las gafas y me sonrió.

-Emilio no me dijo que venías- Exclamó-. ¿Te quedas a cenar?.

Me acerqué y le dejé un beso en la mejilla.

-No, solo estaba de pasada. Vine a comentarle algo a mi padre.

Vi cierta desilusión en su rostro y me sentí culpable por no haber


aceptado la oferta.
Según lo que Emilio me había comentado últimamente, Juliette estaba
desanimada por la ausencia de Rachel. No había podido ir a visitarla
por el sobrecargo de trabajo que tenía y además lo que le restaba un
poco más de su tiempo era tener todo listo para la fiesta de
aniversario.

Mi padre le había ofrecido buscar a alguien más que se encargara de


hacerlo así ella pudiera concentrarse solo en su trabajo pero declinó la
oferta diciendo que podía manejarlo sola. Sin embargo creo que la
verdadera causa es que empieza a sentirse sola ante la ausencia de su
hija.

Eso teníamos en común Juliette y yo; los dos nos sentíamos


incompletos desde que Rachel se había ido de nuestras vidas.

-Está en el despacho, puedes pasar.

Le sonrió cortes y me giré. Alcance a dar a lo mucho cinco pasos y me


volvía girar conectando mis ojos en su persona.

-Acabo de recordar que hoy no tengo nada que hacer, supongo que si
podré quedarme a cenar.

Una sonrisa esplendorosa apareció en sus labios.


-Les diré a las muchachas que preparen la mesa entonces.- Dijo antes
de marcharse.

Realmente creí que cuando ella supiera la verdad de mi relación con su


hija su trato sería más distante o frío. Era algo que esperaba ver
cuando se ventiló lo nuestro, pero mi sorpresa llegó cuando Juliette no
se comportó de ese modo, sino que se mostró aún más amable y
pendiente de mi.

A esta altura pensaba que podía notar que desde que Rachel se había
marchado una gran parte de mi se había tirado abajo.
Llevaba tiempo sin volver a ser el mismo y dudaba que algún día lo
fuera de nuevo.

Quizás la usaba y le echaba la culpa de sentirme perdido por la simple


razón que no podía soportar la verdad que había estallado sobre mi
acabando con toda mi estabilidad.

Nadie sabía la verdad, ni William. No quería decirlo en voz alta porqué


eso sería admitir que mi hijo está muerta y... no estoy listo para eso,
aún no.

Toqué la madera antes de entrar y abrí la puerta.

Lo vi con su ceño fruncido mirar la pantalla de la computadora


mientras que en sus manos sostenía unos papeles. Por su expresión
podía deducir que estaba frustrado y no entendía por qué, ya que ese
era mi trabajo.
Él ya había abandonado todo para poder darle a Juliette lo mejor, sin
embargo se le hacía difícil dejar ir por completo en lo que ocupaba su
mayor tiempo; el trabajo.

Entré a la habitación y cerré la puerta haciendo que sus ojos se


concentraran en mi.

-¿Cuando vas a entender que tú ya no trabajas?- Inquiero tomando


asiento frente suyo.

Él me sonrió mientras se quitaba los anteojos.


Todavía no terminaba de acostumbrarme de la relación que
llevábamos hoy en día. Era como si no terminara por convencerme que
al final no todo estaba perdido entren nosotros.
Mi padre nunca había sido el villano en la historia, si que tuvo fallos al
momento de criarme, sin embargo yo también me sentiría perdido al
ver que ahora mismo todo lo que yo hiciera terminará en tener
recuperación en mi hijo y aún peor estando solo. No lo justifico pero lo
entiendo.

-Es algo involuntario- Se excusó.

Largué una risa mientras negaba. Parecía como a un pequeño que le


prohíben comer chocolate y aún así lo hace. Definitivamente mi padre
había cambiado, no del todo, no obstante una gran mayoría si y eso
era realmente era un gran avance.

Un silencio se instaló entre nosotros y él se quedó observándome con


demasiado empeño. Parecía estar analizándome antes de hablar y eso
me causó ruido.

-¿Vendrás a mi aniversario?.

La pregunta había salido de sus labios en balbuceos.

Suspiré y entendí el por qué de su extraña actitud bien había entrado.


Estaba inseguro ante la idea de mi presencia aquí y siendo honestos
no sabría si en verdad vendría.

Una vez que dejé todo de lado y me puse a pensar con la cabeza fría
quizás no era un buen momento para verla de nuevo, lo que menos
quería era causarle incomodidad en su hogar. Porqué si, esta casa ya
es suya tanto como mía, pero a diferencia que yo había renunciado a
ella hace tiempo. Lo que menos quería es que pensara que estoy
invadiendo su espacio y por esa misma razón es que ponía en duda mi
asistencia a la fiesta de aniversario y mis ganas de confrontarla para
ver si en verdad todo se había acabado.

Todo estaba bajo una bomba y cualquiera de los dos que tirará aunque
sea un poco el más insignificante cable; la bomba estallaría. Y justo
eso es lo que quería evitar.
Hay cientos de millones de posibilidades se lo que podía suceder;
Rachel no vendría, yo no iría, o los dos nos veríamos de nuevo. Sin
embargo cada uno conlleva a otro episodio y habré la puerta a nuevas
decisiones que nos llevarán a un futuro, un futuro del cual nada me
asegura que pueda hacerme despertar de una vez por todas.

-Papá...-

-Entiendo los motivos del por qué no querrías estar aquí ese día y no te
reprocho si decides al final no asistir- Sus ojos se entornaron en mi-.
Solo quiero que sepas que si decides venir eso me haría muy feliz y a
Juliette también.

Asentí sin atreverme a decir nada más sobre ese tema.

-¿Para que me pediste que viniera?.- Dije queriendo enfocar la atención


en otra cosa.

-¿Le has dicho a Juliette que te pedí que vinieras?- Indagó.

Negué y sus facciones se calmaron.

-Le he dicho que estaba de pasada nomás.

Emilio asintió y vi como adoptaba una posición seria. De inmediato


supe que si había buenos motivos para exigirme venir hasta su casa.

-No quiero que ella sepa de lo que estoy por mencionarte. Está
agotada por el trabajo y no quiero sumarle una preocupación más.

-No te preocupes, no diré nada.

Le dije para su tranquilidad. Entendía sus motivos y estando en su


posición haría lo mismo.

- Tú no lo sabes pero he continuado con la investigación de las


empresas y dentro de unos semanas mi equipo cree que puede hallar
a la persona que estuvo robándonos.
Fruncí mi ceño desconcertado.

Hace meses atrás él me había asegurado que no habían dejado un


rastro para rastrear al culpable por el fraude. Tanto mi equipo como el
de mi padre no pudieron conseguir nada, o bueno, eso es lo que creía
hasta ahora.

Desde que descubrí sobre las transacciones de dinero de mi empresa


a cuentas fantasmas puse medidas severas. Encontré a lo mejor de
seguridad y por esa misma obsesión de no querer volver a fallar es
que surgió el nuevo software de seguridad; para cuidar mis empresas.

Desde que adopte un mejor sistema para resguardar el dinero y las


inversiones no hubo pérdidas y eso me mantenía tranquilo.

-¿Estás seguro?- Inquiero.

Él asintió.

-Siempre hay un fallo, hijo. Era cuestión de tiempo para que lo


encontráramos.

Hubiera continuado queriendo averiguar más sobre el tema, pidiendo


detalles que sabia que omitía, de no ser porqué su esposa entró sin
más interrumpiendo todo.

-Lamento molestarlos, la cena ya está lista.

Mi padre me miró entonces.

-¿Te quedas a cenar?.

Había cierta sorpresa en su voz y entendía a qué se debía. Como dije


con anterioridad, para evitar que el recuerdo de Rachel siguiera
doliendo había bloqueado todo de ella y eso incluía la casa en donde
descubrí más de una verdad.

-Me convenció- Respondí con simpleza.

-Suelo ser muy persuasiva- Dijo ella sonriendo abiertamente.


-Por eso es que terminé casado contigo.

No me paso por desapercibido la manera en mi padre la miraba y


como ella le devolvía con la misma intensidad el sentimiento. Pero por
más que me hiciera bien saber que ahora Emilio era feliz, en ese
momento solo pude recordar lo que había perdido.

Tiene un doble peso las cosas cuando ya las has probado, las has
querido. Por eso es que causo un dolor tan insoportable ver que de
repente se van cuando sabes que las necesitas más que a cualquiera

-Los alcanzo en unos segundos, iré a refrescarme.

Me levanté de mi lugar y salí sin más de la oficina. Quizás ahora


mismo estén preguntándose "¿Qué me sucedía?" Y no quiero tener que
hablar de eso, ni con ellos ni con nadie.

Subí las escaleras y doble hacia la izquierda para ir a visitar mi antigua


habitación. El problema era que no di más de cinco pasos cuando algo
me hizo girar a la dirección contraria y terminar frente a la puerta de
madera blanca. Un mal sabor se cruzó por mi boca al ver unos fotos
pegadas sobre ella. Fue chocante verla de nuevo, aunque sea en
fotografías

Tomé el picaporte y sin hacerle caso a mi subconsciente lo giré


haciendo que la puerta se abriera dejándome una gran vista de la
habitación.

Entré algo vacilante y apreté la mandíbula cuando un olor a vainilla


llegó hasta a mi.

Sin saber por qué una idea cruzó por mi cabeza y me acerqué hasta su
mesa de luz, a tan solo unos metros de donde estaba situada la cama.
Antes que pudiera abrir el cajón mi mano se detuvo al ver la foto de
ellas dos juntas.

Samantha y Rachel.

Una combinación que jamás lograría acostumbrarme.


Siempre me había sentido culpable por no poder ir a visitar a la que fue
mi mejor amiga en su tumba. En ese momento no sabia de ella y
mucho menos que hizo su familia con el cuerpo, no pude averiguar
nada y ahora entiendo que si no llegue hasta ella fue porqué tenia el
nombre incorrecto. Sin embargo, ahora que lo sabía no tenía excusas,
no fui a verla.
Algo me retenía de hacerlo y simplemente no podía.

Dejando de lado la forma dolorosa que mi pecho me apretaba al verlas


juntas, corrí la mierda y abrí el cajón con una clara intención.

Vi el estuche y la decepción llegó a mi cuerpo. Aunque una gran parte


de mi estaba seguro que estaría ahí, la otra aguardaba que así no sea.

Me dejé caer sobre la cama con la caja pequeña entre mis ojos.

No podía quitar los ojos de ella por más que tratase. Sabia lo que tenia
en su interior y eso me quebraba el alma en dos. Estaba mal aferrarme
a la idea pero aún así no podía evitarlo.

Quizás pasaron largos ratos que no dejé de ver el estuche sin


atreverme a abrirlo, sintiéndome inseguro y derrotado a la vez.

Tomé aire y sin darle más vuelta lo abrí sabiendo que podía romperme
el corazón de nuevo.

Y fue entonces, cuando tiré del cable antes de tiempo y la bomba


estalló en mi rostro.

De pronto todo se había detenido.

No estaba el collar.

No estaba el collar que significaba que la amaba.

Me levanté de la cama aturdido y con el pulso acelerado. Empecé a


recorrer toda la habitación. Abrí cajones, revisé cajas, hasta me fije
debajo de su cama.
Lo revisé todo más de una vez mientras mi mente no paraba de
jugarme en contra al igual que mis sentimientos y por más que traté
no encontré el collar.

Era tonto, era muy imbécil de mi parte, era un total retroceso pero algo
se encendió en mi al no encontrarlo;

La esperanza de un nosotros.

Podía equivocarme y terminar con todas mis ilusiones aplastadas.


Podia volver so laberinto sin salida en el que me encontraba, pero ahí,
en medio de su habitación fue que me permití sentir esperanza de que
volvería tenerla a mi lado.

Tan solo esperanza.

(...)

Bajé hasta la cocina mientras me ponía la camiseta.

Hoy era mi día libre y una vez más choqué con la realidad que lo que
hacia antes ya no más.

Podía recordar las veces que asistía a fiestas o bares, conocía a


chicas deslumbrantes o simplemente buscaba emborracharme. A mi
lado hubieran estado Kolt y William, sin embargo todos habíamos
cambiado. No quedaba ni la sombra de aquellos chicos que pensaban
que podían comerse el mundo por tan solo tener la fortuna de haber
nacido en cuna de oro.

Cuando salí de la casa de mi padre bien pude irme a un bar, más no lo


quise y volví a mi apartamento a adelantar el trabajo.
Últimamente todo estaba más complicado y mucho más lo era ahora
que una Price nos seguía los pasos de muy cerca. También estaba el
hecho que desde mi encuentro con Megan un mal sabor se quedó en
mi boca.

Megan Ripoleti era mujer llena de sorpresas y verla de nuevo fue una.
No pensé que volvería a Manhattan después de haberle confesado que
amaba a Rachel. No obstante lo que más me desconcertó es que hace
tan solo unos días atrás había salido con April y ella no había
mencionado sobre mi ex novia. Aunque en un punto lo entendía
bastante, le rompí el corazón y de algún modo la puse en la incómoda
situación de tener que poner límites en nuestras conversaciones.

Esa noche en el bar junto a Megan solo estuvimos en silencio


haciéndonos compañía entre los dos. No sabia que decirle y de
cualquier forma mis palabras no debían valerle nada, por eso mismo
es que me callé. Si hubo veces que mencionábamos cosas del traje o
preguntas triviales que terminaban en nada, es como si fuera que
tuviéramos mucho cuidado de no soltar preguntas que ambos
teníamos en mente pero no nos atrevimos a decir.
Al final, después de cuatro tragos nos despedimos con la tensión a
pulso.

Ella me importaba demasiado porqué de alguna forma se volvió en el


reemplazo de Samantha. Lo que debí considerar es no volver a estar
con alguien que considere mi amiga más allegada, eso no terminaba
bien. Sin embargo, aunque llegue a guardarme rencor -Con justas
razones- yo siempre estaría para apoyarla.
Las cosas cambiaron pero jamás le negaría nada que me pidiera, no
cuando se que le debo demasiado por romper su corazón.

Me serví el café en la taza y me apoyé en la encimera.

Sorpresivamente hace unas horas Rufus volvió a aparecer con un


llamado. Continuaba estando extraño y cada vez se ponía más
misterioso, lo que me hacía pensar que traía algo entre manos. Sin
embargo no pregunté nada, Montaner siempre trae juegos detrás suyo
y yo no quería entrometerme.
Básicamente me llamó para cancelar nuestra reunión de mañana en
un bar, cuando fue él en mi primer momento que lo había planeado.
No pude decir más que frases cortas porqué ya había colgado.

April por su parte estuvo ignorando mis intentos de contactarme con


ella, lo que suponía que Megan ya le había contando sobre nuestro
reencuentro y pasaba de mi. Claro que había un motivo y ese no era
que me haya ocultado su regreso, sino que las conozco lo suficiente
para saber que algo están ocultando.

No debía meterme, solo mantenerme al margen. Pero parecía


imposible hacerlo cuando Megan parecía echarse a llorar en cualquier
momento.

Detuve mis cuestionamientos por el sistema de alarma diciéndome


que alguien está afuera. Me fui hasta la sala y agarré la tableta para
entrar a las cámaras de afuera.

Fruncí mi ceño al verla.

Avance hasta la puerta y me corrí dejándola pasar sin atreverme a


preguntarle que hacia aquí y a esta hora.
Cerré la puerta y la seguí hasta llegar nuevamente a mi sala.

Ella tomó asiento y revolvió sus manos nerviosas. Su pierna se movía


involuntariamente dándome a entender que era un manojo de nervios.

-Megan...-

-Estoy embarazada- Soltó sin darme tiempo de asimilar nada-, y


necesito que me ayudes a tener la custodia completa de mi bebé.

Quería bombardearla de preguntas hasta que me dijera hasta el último


detalle y el por qué de lo que me estaba pidiendo hacer. Pero al verla
con sus ojos hinchados, muestra de estuvo llorando por horas, supe
que no era el momento para pedir explicaciones sin que terminara por
lograr que decidiera hacer las cosas por si sola.

-Llamaré a William.
Megan negó mientras se secaba una lágrima.

-Necesitamos más que a William- Dijo con su voz ronca-. Eres la única
persona con más poder que conozco que es capaz de hacerle frente al
padre mi bebé y no hacerme perder el juicio.

Di un paso hacia ella, confundido.

-Megan...- Se tensó- ¿Quién es el padre?.

Miró hacia arriba con sus lágrimas acumuladas en sus ojos y sonrió
como si lo que fuera a decirme le jodiera bastante.

-Asher Cowell.

(...)

Entré a la oficina y vi a Darinka esperarme al lado de mi escritorio junto


a su tableta.

-¿Qué tenemos hoy?.

-Reunión con los representantes del gobierno a las cuatro y una cita a
las seis con el licenciado Brestop.- Dijo con la mirada fija en el aparato.

Tomé asiento mientras encendía el ordenador.

-¿Cuando llegan los informáticos que faltan?.

-Esta noche, mañana a la mañana ya estarán ocupado su lugar de


trabajos para continuar con la realización del software.

Asentí y la miré.
-¿Eso es todo?.

La vi fruncí su nariz y hacer una mueca con sus labios. Eso hacia
cuando algo le desagradaba.

-La señorita Price ya está aquí.

-¿Y cual es el problema?.- Inquiero.

Verla en los pasillos de mi empresa mostrándose superior a todos,


hasta incluso el dueño del edificio me causaba malestar y ganas de
golpearme por causar que ella tuviera ese control. Sin embargo no
podía hacerlo, estaba de manos atadas y con la soga hasta el cuello.

Debía mantenerla feliz para que no se le ocurriera soltar la lengua de


más.

-No quiere usar el despacho que le fue asignado.

Hundí mis cejas, perdido.

-¿Y eso por qué?.

-Ella quiere...-

-Tú secretaria se refiere a que compartiremos esta oficina los dos


hasta que nuestro convenio se terminé y pueda irme.

Verla entrar y entrometerse en la conversación que sostenía fue un


dolor de cabeza. Está mujer estaba desquiciándome de hace varios
días y ahora lo hacía aún más con sus exigencias idiotas.

-Eso es absurdo.

Gruñó sintiéndome molesto por su osadía al querer invadir mi espacio,


como si no le bastara ya hacerlo en mis empresas.

Blake sonrió.

-Lo bueno de esto es que no estas en posición de dar órdenes.


Apreté los puños por debajo del escritorio.
Sentía toda la presión en mi espalda, estaba tenso, molesto, y mi
humor había decaído.

No podía perder el control y gritarle que estaba actuando como una


niña maleducada porqué eso no me convenía en lo absoluto.

Darinka me observaba en silencio esperando que diera la orden y eso


me jodio aún más.

Blake me desafió con la mirada, esperando que cayera en su juego de


provocación que solo la beneficiaría a ella y a mi me hundiría.

-Señorita Jhons ayúdela a traer sus cosas hasta mi despacho.

Mi secretaria asintió y se marchó con su móvil en mano, lista para


ordenar que me quedara sin mi propio espacio por las exigencias de
una narcisista.

Una vez que quedamos solos los dos ella dio un paso hacia adelante
llamando mi atención. Tuve que respirar hondo cuando la vi disfrutar
su victoria.

-Al parecer no tendré problemas contigo.

Quise echarla, ordenar que la sacaran de aquí.

-Pero yo sí los tengo.

Mis palabras le arrancaron una sonrisa.

-Me va más hacer desastres, los problemas tienen solución y no creo


que conmigo encuentres una.

-Quedo claro que no es así.


.
Rachel Mac Millán:

Mi mano tembló aún cuando entregué las hojas, era algo que hacía
siempre que estaba nerviosa. Él profesor la tomó y me dijo que podía
marcharme.

Ajuste el cordón de mi bolso y salí de la sala en donde varios de mis


compañeros todavía estaban realizando el examen final. Debía
reconocer que estaba bastante complicado y en estos momentos
agradecía haberme preparado con bastante tiempo de por medio.

Por más que ya no estaba en el aula me sentía exaltada, con el


corazón desatado por la adrenalina. Cuando vi en un principio las
preguntas me agarró un bloqueó que me hizo olvidar todo, lo bueno es
que me duró tan solo unos segundos.

Entré a la cafetería después de leer el mensaje de Charlie avisándome


que estaba ahí.

Me acerqué hasta nuestra mesa de siempre y me dejé caer sobre la


silla como si estuviera liberándome de un gran peso.

Estábamos una pocas personas en la habitación. Hoy la mayoría


estaban siendo evaluados y por eso es que no había el mismo
movimiento de gente por la universidad. Solo estaban los que no se
habían presentado y los cerebritos.

-Has tardado menos de lo que creí.

Volqué los ojos ante sus palabras.

-No todos tenemos memoria de esponja.

-Fotográfica.- Corrigió.
La envidiaba por tener ese poder de absorber conocimientos como si
se tratase de aprenderte el estribillo de una canción. Hacia parecer tan
fácil la vida universitaria y joder, no era así.

Para ninguno de los presentes fue una sorpresa que Charlie fuese la
primer en terminar, así había sido desde el primer semestre. Y como si
eso no fuera suficiente, ella había salido de la habitación en tiempo
récord. Lo que más me irritó es que se marchó con total tranquilidad,
sabiendo que tendría la nota más alta.

-¿Cuándo te marchas?.

-En cinco días.

No había vuelta atrás, por más que me gustara reconsiderarlo. Mi


madre ya tenía un si de mi parte y no tenia tiempo para retractarme,
eso sería cortar su ilusión y no es algo que quiera hacer precisamente.

Mientras yo estaba histérica ante la idea de volver, mi amiga estaba


enloquecida saltando en una pata. Charlie en verdad se mostraba
emocionada por volver a su pueblo y ver a Jex, a su familia, y sus
amigos.
Hablaba con demasiado sentimiento de su hogar que terminé por
prometerle que visitaría el rancho de sus padres.
En verdad iría, sería un buen método de escape de la ciudad.

-¿Y tú?.

Una sonrisa adornó sus labios.

-En dos días.

Wow, eso era demasiado rápido.

-Eso es genial.

Dije algo atontada. No sabía muy bien que contestarle ya que no podía
evitar compararnos; Ella se iría lo más pronto posible y yo me
marcharía sobre la hora.
Charlie se quedó mirándome con una extraña expresión en su rostro.
Quizás vio que todavía me aterrorizaba volver, seguro pensaba que era
dramática, después de todo ella solo conoce la parte de la historia que
tuve un romance con mi hermanastro. Ni más, ni menos.

-Tengo buena resección.

-¿Qué?.

-Tengo buena cobertura en donde estaré, así que si necesitas hablar


con alguien...- Pauso- puedes llamarme.

Sonreí.

-Lo tendré en cuenta.

Nos quedamos hablando sobre trivialidades a lo sumo media hora


más, hasta que sonó la campana anunciando que la jornada para mi
terminaba. Solo había venido para hacer el examen ya que a esta
altura desocupe gran parte de mi horario.

Me despedí de Charlie y ella me apretó a su cuerpo en un abrazo


asfixiante. Hoy era la última vez que la vería - Momentáneamente- ya
que ella mañana sería su último día y yo no tenia que venir porqué no
tenia que rendir.

Me faltaban muy pocas materias para terminar primer año sin


preocupaciones y realmente esperaba que así fuera, me estaba
esforzando demasiado para que eso sucedería. Aunque también mi
afición a estar estudiando casi todo el tiempo se debe a querer evitar
el tema de Daniel y lo que trae consigo atrás suyo.

Por lo pronto solo Asher y yo nos volveríamos a Manhattan, Charlotte


se estaba inclinando más a quedarse aquí pero sabía que se moría por
entrometerse en la fiesta de aniversario de mi madre.

Tenia ganas de consultarle a la pelirroja que sabía sobre él, porqué


vamos, ella siempre fue apegada a las revistas y redes sociales. Era
casi imposible que no haya leído ni un solo artículo en donde salga el
nombre de Daniel McGregor.
Sin embargo me abstenia a hacerlo.

Al otro día que tomé la decisión de ir llamé a mi madre avisándole que


ya tenia el boleto de avión. Por poco me quedaba sorda por sus
chillidos de emoción, ahí fue cuando me quedo claro que en verdad
estaba feliz de que volvería. No pude evitar pensar que quizás algo le
estaba ocurriendo ya que estos últimos días que hablamos la escuché
un poco desganada, o eso parecía hasta que le di la noticia de mi
regreso.

Muy pronto lanzaría una de sus mejores colecciones y se podía decir


que estaba más emocionada que Charlotte y eso es decir mucho.

Arrugue mi nariz cuando sentí caer una gota sobre mi frente. Miré
automáticamente al cielo y quise maldecir por ver que en cualquier
momento una tormenta se desataría.

Hoy el día había estado brillante por lo que no guardé el paraguas en el


bolso como solía hacerlo. Menuda mierda.

Caminé a lo sumo unos cuatro calles más y la lluvia empezó a caer en


cántaros. Todo mi cabello se había mojado al igual que mi cara, era
demasiado agua, al punto de lograr irritarme los ojos.

Abracé los libros con fuerza queriendo que no se le mojará ni una hoja,
aunque eso se veía imposible en estos momentos. Me detuve frente a
unos departamentos y me resguarde bajo su techo.

Intente visualizar un taxi cercano pero los pocos que habían fueron
tomados antes que pudiera salir de mi refugio.

Tendré que llamar a uno.

Metí mi mano mojada en el bolso y saqué el móvil. Mojé su pantalla y


eso causó que anduviera mal la pantalla.

-Ahora si que pareces una vagabunda.

Pegué un sobresalto al escuchar su voz y lo miré con mis cejas


fruncidas mientras que él sonreía con diversión por haberme
asustado.

A diferencia de mi, Jeremy estaba perfectamente y solo tenia mojada


una parte de su abrigo. En sus manos traía un paraguas negro que
evitaba que la lluvia lo empapara y terminará hecho un desastre como
ahora mismo yo lo estaba.

-Tienes que dejar de seguirme.

Vi como su rostro por un segundo se tiñó de sorpresa para luego


empezar a reírse de mí.

-Qué arrogante de tu parte, muñeca- Sonrió-. ¿No crees que el destino


me quiere en tu camino?.

-No, no lo creo.

Arrugó su cara sin perder su expresión de diversión.

-Auch, eso me dolió.

Volqué los ojos y procedí a ignorarlo mientras intentaba llamar a un


taxi.

Note que se acercaba queriendo ver que era lo que estaba haciendo
con el móvil.

-No te han dicho que eres un tanto metido.- Le dije sin mirarlo.

-¿Qué estás haciendo?.

Me preguntó ignorando mi intento de fastidiarlo.

-Llamar a un taxi.

Antes que pudiera hacer algo más su mano me quito el móvil


dejándome totalmente aturdida y desconcertada.

-¡¿Qué estás haciendo?! Chille-. ¡Dámelo!.


-Te tengo una oferta que no puedes rechazar.

-La rechazó. Dame el móvil.

Jeremy suspiró cansado y negó.

-Lo corrijo; Tengo una propuesta que vas a escuchar y aceptar.

Me crucé de brazos esperando que hablara de una vez así pudiera


llamar al estúpido taxi y poder llegar al departamento, a mi hermoso
departamento con calefacción, la cual me vendría bien justo en estos
momentos ya que estoy congelándome.

-Vivo unas calles cerca de aquí, vas conmigo, te cambias y llamas a


todos los taxis que quieras.

-No te conozco.

-En lo que me concierne para mi ya somos amigos.

Apreté mi labios para no reírme de lo absurdo que eso sonaba.

-¿Así me devolverás el móvil?.- Inquiero levantando levemente las


cejas.

Puso una mano en su pecho y dijo:

-Lo prometo.

Me quedé unos minutos en silencio considerando la idea, suena


absurdo pero en serio estaba considerándolo. Por un lado podía
escuchar la voz de mi madre diciéndome que no podía marcharme con
extraños y por el otro lado estaba el hecho que tenia mojada hasta mis
lugares oscuros, lo que me causaba incomodidad.

Aunque no quisiera el recuerdo ese llego a mi mente dejándome tiesa


en el lugar y supe por la forma que miraba Jeremy que la expresión de
mi rostro había decaído notablemente.

-No puedo acompañarte.


Moví mi mano algo nerviosa y me sentí estúpida por desconfiar de
todos. Desde que empecé las terapias había descubierto que de
alguna forma la seguridad y determinación que tenia se debía a no
querer sentirme débil. Quizás por eso mismo es lo que me lleva a
cuestionarme que lo mío con Daniel no podía ir a ningún lado, porqué
la que él conoció no es la misma de ahora. No era la misma chica que
fue capaz de seducirlo y aún peor, enredarse en un juego adictivo.

Tragué saliva cuando sentí que la mirada del chico que tenia frente
mío se volvía pesada. Se veía a simple vista que estaba tratando de
descifrar que demonios había dicho para ponerme incómoda. Un
segundo después vi como su facciones se relajaban, lo cual me dejó
en claro que ya suponía que me sucedía.

-Oye, no...-

Antes que pudiera seguir hablando él levantó una mano callándome y


sacó su celular del bolsillo de su chaqueta.

Me quedé atenta su próxima acción.

-Hola- Le dijo a alguien por la línea de teléfono-. Si, si. Yo iré, si, joder
que patosa eres.

Sonreí al verlo fastidiado.

-Necesito un favor- Sus ojos conectaron con los míos-. Estoy a dos
cuadras de casa, cerca de la biblioteca, si. Ven, después te explico.

Cortó la llamada y yo esperé en silencio a que empezara a hablar de


nuevo.

-Es mi hermana, así que cuando ella venga nos iremos los tres. No te
preocupes, es mayor y trabaja para la policía.

-¿Por qué hiciste eso?.

Tenia la necesidad de preguntarle por qué se había tomado la molestia


de hacer todo eso por mi.
-¿Me crees si te digo que quiero ser tú amigo?.

-¿Por qué?.- Lo cuestioné.

Se encogió de hombros.

-Ya sabes, trastornado con trastornada deben apoyarse en un mundo


de cuerdos.

Le di una pequeña sonrisa.

Me pareció algo sorprendente como había manejado la situación. Es


más, logro que me olvidará de mi incomodidad y empezará a sentirme
un poco más tranquila.

Él volteó su mirada y me señaló con su mentón.

-Ahí viene.

Me apoyé a su lado cubriéndome con el paraguas y miré por donde él


había estado mirando hace unos segundos.

Visualice a una chica de unos veintiséis o veintiocho. Era alta y flaca,


tenía el mismo color de cabello que Jeremy, solo que ella en vez de
tener muchos tenia su cabello lacio. Se parecían mucho, hasta la nariz
delataba que eran hermanos.

Se plantó frente nosotros agitada.

-¡Pensé que te había pasado algo!- Le empujó el hombro-. ¡Mira como


estoy por tú causa, engendro!.

Estaba casi o peor de empapada que yo.

-Rachel ella es Cassidy, mi hermana.

Los ojos de la chica llegaron a mi y luego se desviaron a su hermano,


repitió la acción una vez más y abrió su boca.
-Oh hola, un gusto -Me extendió su mano y me apresuré a
corresponderle el saludo-. Puedes decirme Cassy.

Esto era raro.

-Vámonos a casa.- Intervino Jeremy cortando nuestra presentación.

Cassy parecía no entender nada así que solo atinó a colocarse al otro
lado de su hermano mientras emprendimos el camino en silencio los
tres. Por las mirada que le echaba a su hermano supe que quería una
explicación.

Quise romper el silencio.

-¿Así que eres policía?.

Ella sonrío orgullosa.

-La mejor agente de toda Inglaterra- Dijo guiñándome un ojo- ¿Y tú?

-Estoy estudiando literatura inglesa.

-Una amante de la escritura, eh.

Incliné mi cabeza.

-Se podría decir que si.

-Pensé que estarías estudiando moda o algo así, ya que tienes la


pinta.- Dijo Jeremy.

-De hecho mi madre es la que se dedica eso.

Cassy me miró y dijo:

-¿Cuál es tu apellido?.

-Mac Millán.

-¿¡Qué!?.-Chillaron ambos hermanos a la vez con la sorpresa teñida en


su voz.

-Eres multimillonaria- Dijo con un hilo de voz Jeremy-. Seremos


amigos, definitivamente.

Cassidy le dio un golpe en su nuca haciendo que esté se quejará y la


fulminara con la mirada.

-No seas idiota, Maximiliano.

Oculté mi risa al escuchar como ella lo reprendía.

El resto del camino estuvo llena de risas y bromas por parte de


Jeremy, que sacaba a relucir que ahora seríamos amigos de por mi
vida. Nunca pensé que podía reírme tanto y que la causa se debía a la
fortuna acumulada por mi familia.

Llegamos al frente de a una casa de dos pisos algo descuidada, tenia


la pintura desgastada y algunos vidrios de las ventanas estaban rotos.

Le sonreí a Cassy cuando me abrió la puerta dejándome entrar. Por


dentro todo estaba acomodado en perfecto orden y los muebles que
habían parecían llevar años ahí. Sin embargo había algo en está casa
que me causaba calidez.

-Yo iré a preparar chocolate, permiso.

Cuando despareció de nuestra vista Jeremy tomó mi mano mientras


me guiaba hasta el piso de arriba. Llegamos a una puerta que tenia
pegado un cartel que decía "Déjame dormir, molesta".

Me reí y me pareció ver como se ponía avergonzado ante eso.

Ya dentro de la habitación deje mis cosas sobre el suelo y los libros


sobre la cama.
Un segundo después él apareció ante mi con un buzo rojo y unos
vaqueros negros.

-Estos son de Cassy, espero que te queden- Dijo refiriéndose al


pantalón-. Te esperaré abajo.
Se marchó antes que pudiera decirle gracias.

Empecé a sacarme mi buzo y luego la camisa, cuando llegara tendría


que lavarlos y sacarlos para que no juntaran olor. Me saqué el
pantalón y me probé la nueva ropa.

Festeje mentalmente cuando el vaquero me quedo bien. Me pasé el


buzo por la cabeza y debía que decir que a pesar que me andaba muy
grande, me gustaba porqué me resultaba cómodo.

Junte mi ropa y tomé mis cosas. Ya le pediría a Jeremy una bolsa para
guardar las prendas.

Antes de que saliera de la habitación me volteé a observar toda la


habitación y mi lado curiosa se activó. Me acerque hasta los
portarretratos que habían sobre el escritorio y vi varias fotos de
Jeremy con Cassy, otras con unos chicos, y al último vi una fotografía
que capto más mi atención; una en donde salía con una chica, ambos
disfrazados de piratas.

Me volví hasta la puerta y salí del cuarto.


Mientras bajaba por las escaleras escuchaba las voces de ellos,
parecían estar discutiendo en buen sentido.

Cuando llegue a la sala Jeremy palmeó el sofá y me senté a su lado


mientras Cassy me pasaba una taza con chocolate caliente.

-¿Mejor?.- Inquiero él.

-Si, gracias.

-Entonces ya somos amigos.- Dijo subiendo y bajando sus cejas.

-Sigue participando.

-Si que eres difícil, Barbie.

Arrugue mi nariz al recordar que asi me había llamado la primera vez


que los cruzamos.
-Llamé a un taxi cuando estabas arriba. Apresúrate a tomar el
chocolate antes que vengan.- Me aviso él.

-¿Me podrían dar una bolsa así guarde la ropa mojada?.

-Ya te la traigo.- Me dijo Cassy.

Le di el primer sorbo al chocolate mientras el calor recorría mi


garganta relajándome. Definitivamente había sido una buena idea
venir, pero no lo diría en voz alta, no le daría esa satisfacción a Jeremy.

Cuando lo terminé dejé la taza sobre la mesa y escuché claro el sonido


de una bocina.

-Llego tu limusina.

Rodeé los ojos al escucharlo.

Cassy llegó a mi rápidamente y me pasó la bolsa. Guardé la ropa.

-Gracias por recibirme.

-Vuelve cuando quieras, cariño.- Me dijo ella haciéndome sentir


realmente bien.

Iba a ir a salida cuando vi que Jeremy se instalaba a mi lado. Lo miré


furtivamente.

-Te acompañaré hasta afuera.

No dije nada ya que eso no me molestaba. Salimos de la casa y nos


detuvimos a un paso de llegar al coche que esperaba en la calle
pacientemente.

Me acerqué y le dejé un beso en la mejilla.

-Gracias.

Me guiñó un ojo y apreté los labios para no reírme.


Me giré y tomé la puerta del carro. Antes de subir me volteé y vi como
esperaba que me subiera de una vez.

-Mañana tengo el día libre.

-¿Me estás haciendo una propuesta indecorosa?- Exclamó casi


ofendido-. Porqué de ser así la acepto.

-Si, Jeremy. Te estoy invitando a hacer cosas pecaminosas.- Ironice.

Vi como sonreía.

-Primero tienes que invitarme a una cita.

-Una cita, no. Pero un café quizás.

.
Daniel McGregor:

Bufé en cuanto entré a mi despacho y la vi sobre los sillones con unos


papeles a su alrededor. Traía la mirada fija en el ordenador.

Me quedé mirándola unos segundos. Llevaba puestas unas gafas


negras, nunca la había visto con una y tampoco tenía la intención de
querer tener que mirarla todos los días.

Es buena en su trabajo, excelente, eso no lo iba a negar porqué seria


muy cínico de mi parte. Sin embargo traía consigo un carácter de mil
infiernos, se notaba que era un mujer explosiva.

Me senté en mi escritorio y le ordené a Darinka que me enviará los


cambios que estaban haciendo el software. Dentro de unas horas
tendría que aguantar una larga reunión con todos los empleados que
estaban involucrado en esté proyecto. Y como si mi día parecía no ser
lo suficientemente pesado, debía recalcar que tenia que volver a
reunirme con William para examinar las estrategias para que Megan
pudiera tener la custodia completa de su hijo.

Quise investigar que la había llevado a no querer que su bebé se


relacionara con su padre. Sin embargo con una mirada ella me había
callado dejándome en clara que no quería que le mencionará el tema
de nuevo.

Leí el mensaje de mi secretaria diciéndome que Kolt hoy tampoco se


había presentado a trabajar.

Me acaricie la cien y suspiré cansado.

Entré Blake Price, Megan embarazada, Kolt esfumándose de la tierra y


la desaparición de Rufus, estaba volviéndome loco. No podía
concentrarme en su totalidad en el proyecto debido a ellos. Todo me
parecía tan raro y me fastidiaba pensar que todos estaban
ocultándome algo, aunque yo también lo hacía.

-¿Estresado?.

Giré mi cabeza y me sorprendió el hecho que me hablara solo por


hacerlo y no para ordenarme algo.

-Lo normal.

-Parece que has pasado una mala noche.

Y no se equivocaba.

Esa noche en especial parecía ser que el insomnio me había atacado


peor que otras veces y me obligó a mantener mis ojos abiertos hasta
la madrugada. Cuando quise hacer el intento de dormirme ya tan solo
faltaban dos horas para venir a trabajar. Así que básicamente hoy no
era mi día y lo único que quería era marcharme lo más pronto posible.

Blake se me acercó y me fije que traía un vestido corto que la hacía ver
elegante.

-Iré por un café, ¿Quieres uno?.

Realmente debo verme mal para que me esté ofreciendo por hoy
bandera blanca.
Por más que resulta fastidiosa y metida, no podía negarle esa oferta,
necesitaba un poco de fuerzas.

-Si.

La observé marcharse y volví la mirada. Hoy era de esos días que el


trabajo se me había acumulado más que otras veces, desde lo del
fraude a la empresa me encargaba personalmente de su finanza. No
había sido un problema... hasta ahora.

Ver tantos papeles, documentos, y valores me estaban causando


migraña. Eso solo significaba que mi mal humor empezaría a notarse
dentro muy poco.

Levanté la mirada del ordenador cuando alguien tocó a la puerta.

Lo vi apoyado en el marco, vestido con sus usuales trajes elegantes.


Tenia las manos resguardada en los bolsillos de su pantalón y sonreía
con petulancia.

-¿No estabas desaparecido?.

Rufus se acercó mientras reía.

-Te he hecho falta, eh.

Negué ante la seguridad y burla con la había que dicho esas palabras.

Reconocía que una parte de mi se tranquilo al verlo en perfecto todo y


lo más importante es que no estaba en problema o mucho menos en
una cárcel esperando que le paguen una fianza.

-¿Vas a decirme que estás tramando?.

Tomó asiento frente mío dejando caer su espalda, tomando una


postura despreocupada.

-No.

-Rápido y corto, eh.

Se encogió de hombros.

-Tú querías una respuesta.

Negué mientras suspiraba. Al parecer no podría averiguar qué traía


entre manos.

-Solo mantente alejado de la cárcel porqué te aseguro que no seré yo


quien vaya a rescatarte.

Mis palabras lograron que una sonrisa de autosuficiencia se


posicionará en sus labios. Él muy idiota se estaba burlando de mí,
sabía que efectivamente si salvaría su culo, como hace unos meses.

Admiraba la paciencia que tenia William con todos nosotros. Porqué si


yo estuviera en su lugar nos hubiera abandonado. Pasábamos de salir
de un problema para entrar en otro.

-Lo digo en serio, Rufus.

Eso es verdad.

Necesitaba que Brestop estuviera cien por cierto concertado en el


caso de Megan, lo familiar no era su fuerte pero sabia que podría
lograrlo. Por algo era tan reconocido, sin embargo no podía confiarme
ya que no nos enfrentábamos a cualquier persona, sino a un Cowell y
me guste o no, ellos tenían bastante influencias. Además que Asher no
solo traía consigo el poder de su familia, sino que una pelirroja que
maneja prácticamente a todos seguramente estaba de su lado.

-Sabes mi sorpresa cuando recorría las calles de Manhattan y me


detuve en un puesto de revistas al ver tú rostro y de una sexy mujer
que me pareció ser tú ex.

Así que a eso se debía su repentina visita.

-No es lo que piensas.

-¿Así?.- Cuestionó.

-Megan está embarazada.

Lo solté así nomás, sin anestesia o una charla de por medio.

Rufus se quedó piedra mientras que su expresión se desarmaba en mil


pedazos.
Disfrutaría verlo así unos segundos al muy idiota, me lo debía.

-Pero...tú- Balbuceo-. ¡¿Que rayos hiciste, McGregor?!

Levanté una ceja ante su prepotencia.

-Asher Cowell.

Él hundió sus cejas y noté que se tensaba.

-¿Qué?.

-Megan espera un bebé de Asher.

Me fijé que aunque estaba tenso y desconcertado por la noticia,


mostraba cierto alivio al saber que yo era el papá del hijo que esperaba
Megan.

Por lo poco y casi nada que sabia, Asher y Rufus no llevaban una
buena relación. Había llegado a los golpes en una instancia porqué él
Cowell le exigía que se mantuviera alejado de Charlotte. Claro está que
no le hizo caso.
-Quiere ir a juicio por la custodia total del niño.

-Joder.

Lo escuché murmurar en voz baja.

-Necesito un favor.

Había cambiado el tono de mi voz a uno más serio. Logrando que


volviera a enfocar en mi y entendiera que lo que quería decir era
bastante serio.

Rufus se quedó callado esperando que continuará.

-Es sobre Kolt.

Vi como apretaba su mandíbula.

-No.

-Rufus...- Gruñó haciéndolo callar-. Necesito que vuelva de una jodida


vez y no se por donde demonios empezarlo a buscar, estoy lo
suficientemente complicado con el trabajo para jugar al detective.

No sabia bien la historia de lo que había sucedido entre ellos dos,


aunque no me era difícil atar cabos y llegar una conclusión, una
conclusión con nombre y apellido; Charlotte Cowell. Después del
amorío entre ella y Kolt, Rufus se había mantenido alejado de él y April
también.
Aunque tenia claro que esos dos se habían aliado para hacerlo
padecer y estaba funcionando, kolt estaba perdido.

Sea lo que haya pasado entre esos dos había sido suficiente para que
April tomará la decisión de bloquear de su vida a Kolt, pero esta vez de
verdad.
Más allá todo nunca pensé que eso podría pasar, si había algo que
estaba seguro que quería era a ella. Sin embargo no sabia que pasó en
medio de todo y no tenia ganas de querer saberlo. No tomaría posición
en ningún lado.
Si no fuera porqué lleva tiempo así no le pediría esto a Montaner.

-Ambos sabemos que nunca has tenido nada con April.

-Ya, pero eso no lo sabe él.

Rufus había terminado por confesarme una noche que jamás había
tenido algo con mi amiga de tanto años. Sino que solo lo había dicho
esa noche para poder devolverle el golpe a Kolt.

No creo que se imagine que los une a ambos es la relación que existía
entre la prima de April y el chófer de Montaner.
Al principio no me creí lo de que empezaron a ser amigos, apostaba
que estaban en algo más. Pero después de un tiempo terminé por
comprobar que lo que me decían era cierto, ellos se había vuelto muy
allegados y conectaron rápidamente.
Hacían parecer como si tuvieran amistad de años.

Supongo que nadie mejor para entender un corazón roto que otro
corazón roto.

-Solo has que recapacite y yo haré que acepte la llaves de la cabaña


así April no tenga que molestarse más por eso.

-¿Por qué no se encarga de eso, William?.

- Él llevará el caso de Megan, por lo que ahora no puedo molestarlo


porqué ese idiota no se presente a trabajar- Tomé una pausa-.
Además, me lo debes.

Remarque la última palabra queriendo que recordará las veces que


tuve que ir a la comisaría a sacarlo por ser lo suficientemente tonta
para respetar el límite de velocidad.

-Esta bien, lo haré.

Sentí como si me quitaron un peso de los hombros al saber que


terminó por ceder.
No quería saber como lo lograría, solo quería que Kolt volviera de una
vez.

En ese momento vi como Blake entraba y Montaner enfocaba su


atención en ella. Se giró a mirarme queriendo saber que hacia una
mujer así trayéndome un café.

-Blake, te presento a un amigo, Rufus Montaner- Lo señalé-. Rufus, ella


es Blake Price, mi más reciente socia.

-Encantado.

Unieron su mano en un saludo.

-Igualmente.

-Los dejaré solo así continúen con su charla. Solo venía a buscar unos
papeles.- Dijo ella acercándose a donde estaban sus cosas.

Un segundo después volvió a desparecer.

Montaner mantenía su mirada quieta en la puerta por donde Blake


había salido hace un momento.

Se giró a verme y vi que se había quedado un tanto impresionado por


la mujer que entró a mi oficina. Supongo que cuando la escuchará
hablar como lo hacia usualmente se le quitaría ese efecto embriagante
que parecía tener con todos.

-Veo que me he perdido de mucho.

-No te das idea.

El teléfono sonó y vi por el intercomunicador que se trataba de


Darinka. Descolgué.

-Señorita Jhons.

-Señor han cancelado la junta debido a que a ocurrido un accidente


con él vuelo Señor Prive.
Apreté mi mandíbula enfadado.

-Reorganiza la juntan para el viernes y no quiero más demora. Avísale


a todos, que esto no se vuelva a repetir.

-Si, señor.

Colgué el teléfono colérico.

Quería avanzar de una vez con todo esto y parecía que justo cuando
estaba por hacerlo tenia que retroceder dos pasos hacia atrás. Esto
debía ponerse en marcha para llegar a la fecha estipulada con los
representarte del gobierno, sino ahí si que tendría una soga en el
cuello.

Rufus se levantó con la mirada puesta en el móvil.

-Nos vemos luego.

-¿A donde vas?.- Pregunto.

Él me miró con cierto enfado en sus ojos mientras que en su labios se


había formado una mueca.

-A cumplirte el favor.

Eso fue suficiente para que me callara y dejara que se marchará sin
decirle nada más. No quería tentar a la suerte ya que estaba seguro
que esto de por sí me estaba saliendo bastante caro.

Agarré la taza de café y la llevé a mis labios. Dude un poco pensando


que podría terminar escupiendo todo sobre el suelo de mi oficina y eso
no era conveniente ya que al parecer por un tiempo no seria solo mía.

Al final terminé por beberlo y me relajé al sentir dentro mi boca un


buen sabor. Antes pensaba que la única que podría lugar que un café
saliera tan espectacular era Darinka, creo que me había equivocado.

Blake se asomó por la puerta.


-Como veo que ya estás solo podemos empezar a trabajar. Así
ahorramos el tiempo que se perdió hoy.

Asentí sin tener ganas de decir nada.

Ella arrastró la silla hasta ponerse a mi lado causándome sorpresa en


primera instancia. Colocó sus papeles y el ordenador a mi lado y se
sacó los tacones mientras agarraba su cabello en un moño.

Levanté una ceja al verla.

-¿Estás cómoda?.

Ella se encogió de hombros.

-Te apuesto que te mueres por sacarte ese horrible saco y aflojar el
nudo de esa corbata- Manifestó-. Puedes hacerlo, después de todo hoy
no habrá ninguna junta.

Lo pensé unos segundos. Ella tenía razón.

Sin saber por qué empecé a hacerle caso y me sentí mucho menos
tenso cuando me quité la corbata.

Noté que se había quedado mirándome, como si estuviera


examinándome.

Aclaré mi garganta llamando su atención.

-¿Con que empezamos?.

Ella me sonrió.

Quizás y solo quizás la estancia de Blake Price en Manhattan no sería


tan tortuosa como me lo imaginé.
(...)

Miré el reloj de la pared y me fijé que dentro de muy poco serían las
seis.

Habíamos pasado encerrado aquí toda la mañana y gran parte de la


tarde. Ni si quiera me había fijado de la hora ya a que estábamos
concentrados en recuperar el tiempo que perdimos hoy.

La compañía de Blake no me resultó tan desagradable. Es más podría


decir que no estuvo del todo mal, solo tuvimos pequeños roces por
diferencias en cuanto al proyecto, pero debía reconocer que terminé
cediendo en varias cosas con ella, tenia muy buenos argumentos y
puntos a su favor. Eso la dejaba en evidencia que cuando se presentó
en mi empresa por primera vez estaba segura que terminaría por ceder
a sus deseos.

Ella se estiró girando su cuello y esté crujió. Llevo sus manos a esa
zona dándole un pequeño masaje.

-¿Cansada?.

Sonrió fugaz.

-Nada que no haya soportado ya.

A pesar que le quitaba importancia se notaba que estaba agotada y no


era para menos, estaba aquí de mucho más temprano que yo. Y por lo
que mencionó Darinka, cuando llegó ella ya estaba aquí.

Creo que eso era algo que si me agrada de ella; que era entregada a su
trabajo. No hacia falta investigarla para saber como hizo para llegar al
puesto que tenia siendo tan joven, sus actos hablaban por sí solos.
Me costaba reconocer pero después de todo fue un acierto hacerla mi
socia.

-Es hora que ya te vayas a descansar.

Blake dejó de mirar los documentos para concentrarse en mi. Vi algo


de sorpresa en su rostro y no la culpaba, estaba siendo amable con
ella.

-Estoy empezando a caerte bien, cierto.

Lo dijo en un tono insinuante. Era extraño ver que podía resultar ser
divertida y un tanto despreocupada.

-Supongo que una tregua no nos vendrá mal.

-Es bueno escuchar eso- Suspiró-. Temía tener que mostrarme hostil
todo el tiempo que dure el lanzamiento del software.

-Agradezco no tener que seguir viendo la otra tú, esa que me resulta
fastidiosa.

-Tú tampoco eres muy simpático que digamos. Antes de venir aquí me
advirtieron que tuviera mucho cuidado contigo.

Levanté una ceja.

-¿Me investigaste?.

Ladeó su cabeza.

-Seria muy tonto de mi parte no hacerlo. Después de todo era


necesario saber como él hombre que la mayoría de mis socios
halagan, hasta incluso mi padre, pudo cometer un error tan estúpido.

Me quedé callado. Blake no lo entendería, pero lo que hice fue por


Rachel y el enorme resentimiento que le tenia a Gerardo Dubasso por
haber quebrantado partes de ella misma. No me arrepentía de haberlo
dejado en la ruina, aunque eso me haya traído problemas, al fin de
cuentas lo valía.
Era un gran motivo que estaba seguro que la mujer de negocios que
tenia frente mío no podría entender.

-Pero creo que puedo hacerme una idea.- Añadió Blake.

Negué sonriente. Todos sus hipótesis quedarían corta. Era inteligente,


sin embargo no lo suficiente para imaginarse la historia detrás de
todo, porqué yo en su lugar tampoco se me cruzaría eso por la mente.

-¿Y esa idea es?.

Aún sabiendo que no encontraría el verdadero motivo quería


escucharla.

-Motivos personales. Eso explicaría un error así de tonto.

Asentí. Eso era verdad, en partes.

-Si quieres un consejo,- Me sostuvo la mirada-, Nunca relaciones el


trabajo con lo personal, es el mandamiento fundamental para no verte
arruinado.

-Lo tendré en cuenta.

Agarró los papeles y los ordenó en dos filas. Se puso sus zapatos y me
alcanzó la corbata que estaba en el escritorio.

-Si yo me voy a descansar, tú también.- Dijo en tono severo.

No me atreví a cuestionarla así que empecé a reunir mis cosas


mientras que ella tomaba su bolso y algunas carpetas.

-Te veré mañana.

La observé marcharse y no se por qué tuve el impulso de querer seguir


conociendo su otra personalidad, la que no era chantajista.

Podría arrepentirme, pero mis palabras la detuvieron cuando estaba un


sentimiento fuera del despacho.
-¿Quieres ir por unos tragos?.

Se quedó callada como si estuviera considerando la oferta. Al final


terminó por echar su cabello hacia atrás.

-No bebo.

Claro, no mezclar lo personal con el trabajo.

-Pero si podríamos ir a cenar. Por lo que me dijeron hay un buen


restaurante cerca de aquí.

.
Rachel Mac Millán

Guarde las llaves en mi bolso y entré al departamento.

Prendí las luces de la sala, nunca solían estar apagadas y si lo


estaban solo significaba que no había nadie. No me quise molestar
en averiguar en donde estaría Charlotte porqué tenia bien claro que
estaba evitándome desde que le dije con suma certeza que volvería
y que Asher iría conmigo.

Respiré hondo.

Estaba sola.

Una idea cruzó por mi mente en ese instante y sin detenerme a


pensar en las consecuencias fui hasta la cocina.
Me puse de cuclillas y abrí la tercera puerta de la alacena, en donde
guardábamos las botellas de licores para momentos especiales.

Agarré la botella y dudé por varios segundos si debería tomarla o


no.

"Eres la mujer de mi vida".

Apreté el cristal hasta que mis dedos se pusieron blancos. Era como
si quisiera echarle la culpa de todos mis problemas. Miré una vez
más la botella y me incorporé con ella entre mis manos.

Subí hasta mi habitación y cerré la puerta con seguro. Mis ojos


recorrieron el lugar hasta que se detuvieron en la cama. Sin
embargo lo que en realidad estaba observando era lo que había bajó
las sábanas y el colchón.

Mojé mis labios y levanté todo dejando un lío el lugar donde dormía.
Por primera vez desde que llegué a Inglaterra volví a ver esa caja de
madera y también seria la primera vez que la abriera después de un
año.

Mis manos temblaron cuando sostuve aquella caja de madera. Tan


solo con sentir el material sentía como si alguien estuviera
ahogándome en la profundidad de un mar.

Abrí la botella y dejé que alcohol quemará mi garganta, pero ni aún


así logré por un segundo que mi corazón dejará de sentirse tan
enfermo.

Apreté los labios y cerré los ojos queriendo que las lágrimas que se
habían acoplado en mis ojos no salieran.

El calor se había ido de mi cuerpo y el frío llegó para abrazarme de


nuevo. Me costaba respirar, era como si alguien tuviera una soga
sobre mi cuello y tan solo quisiera dejarme sin aliento. Todo en mi
temblaba y el nudo en mi estómago me alertó que en cualquier
momento me rompería.

Dejé salir un suspiró tembloroso cuando una vez más sentí como el
pecho se me apretaba dolorosamente.

Pestañé acostumbrándome de nuevo a la luz. Lo primero que vi es


esa caja frente mío y supe que lo haría, la abriría porqué era justo lo
que mi mente me imploraba que hiciera.

Estuve tanto tiempo queriendo callar su voz pero hoy él me ganó la


batalla. Podía parecer que estaba bien, sin embargo algo dentro mío
sufría al saber que todo había acabado.

Supongo que todo duele más cuando no puedes darle el final que
querías, el final que soñaste para ambos y terminó en una pesadilla
de la cual no pueden escapar por más que abran los ojos.

Tomé un trago largo de la botella Borbón.

Apoyé mi brazo sobre la rodilla mientras que mi mano se posaba en


mi frente y el cabello me caía por los costados.

Tomé aire y saqué de la caja en pedazo de papel. Lo reconocí al


instante y despliegue sus lados para ver a los en la portada.

《"-Daniel.

-¿Si?.

-Si te hubiera conocido de otra forma apuesto que estaría loca por
ti- Solté un bostezo.

-Sabía que no podías resistirte a mí- Dejé caer mi cabeza sobre su


hombro-. ¿Tienes sueño, princesa?. "》

Una sonrisa tanteó en mis labios al recordar el tremendo problema


que había causado esa noche por solo querer dormir un instante.

《"-¿Qué hice esta vez?- Pregunté una vez estuve a su lado.

-Ser una estúpida.- Me tiró la revista.

Mis ojos examinaron la portada y luego se abrieron con


incredulidad. Tragué saliva nerviosa y sentí mis manos temblar
sobre la revista.

Un mareo me recorrió al ver la inmensa portada con el horrible


título.
¡¿Familia o algo más?!

¿Quizás un amor prohibido?.

Abajo del encabezado de la revista estaba adjunta una foto mía


durmiendo con Daniel en su yate. Se nos veía abrazados y con
nuestras narices rozando, a primera vista se podía malinterpretar la
foto de cualquier ángulo. Parecíamos más una pareja que unos
futuros hermanastros. "》

Nunca terminé por entender por qué guardé esta foto. Quizás quería
recordarme de algún modo lo que era dormir sobre su pecho y
poder sentir sus dedos correr los mechones de cabello que cubrían
parte de mi rostro.
Poder percibir su respiración lenta cuando está bajo los efectos de
un suelo profundo.

Sin darme cuenta tenia la botella por la mitad y mi mejillas estaban


mojadas, empapadas. Mis ojos ardían y la cabeza me empezó a
doler debido al incontrolable llanto.

Miré hacia arriba y tomé varias bocanas de aire. Quería que todo
esto se detuviera.

Algo brillante llamó mi atención y mi mente quedó en blanco por


unos segundos al ver la tiara.

Mi corazón se aceleró al recordar sus palabras esa noche.

《"Se acercó y en un suave movimiento me puso la tiara con sumo


cuidado, como si tuviera cuidado de que no enredará.

Lo tenia tan cerca que podía ver cada facción de su rostro.

-Feliz cumpleaños, princesa.

Su voz había salido como un susurro pero aún así cada palabra me
hizo sentir la mujer más afortunada de la tierra.

Tomé su mano queriendo sentir su calor.

En cualquier momento me echaría a llorar.

-Te amo.

Lo dije. Así sin más, porqué justo ahora me había hecho sentir
amada.

-Tú eres el amor de mi vida.- Agarró los extremos de mi cara.- Lo


digo muy en serio Rachel, tú lo eres.

-Y tú el mío. "》

Negué odiándome por recordarlo de una manera tan bella. De una


forma que me hacia imposible odiarlo, porqué en este preciso
instante quería sentir algún tipo de sentimiento amargo por él.
Quería saber si una parte de mi podría decirle en verdad adiós , y
cada vez terminó por convencerme que estoy aferrándome a él a
pesar que lo dejé atrás.

Me aferraba a un recuerdo, el recuerdo de nosotros.

Mi mano se apoyó en el centro de mi pecho y lo sentí. Mi secreto


mejor guardado. La prueba de que todavía lo amaba más de lo que
cualquiera podía pensar.

El collar.

《"-Es un anillo de promesa.

Me volteé levantando mi cabello. Sus dedos rozaron mi cuello


mientras me colocaba el collar.

-¿Y cuál es la promesa de esté?.


Lo sostuve entre mis manos siendo totalmente incapaz de apartar
la mirada. Era hermoso.

-Qué te amo- Eso bastó para que entornara mis ojos sobre él. No
había duda alguna en su voz-. Y lo haré siempre.

Sus palabras se habían calado tan dentro mío que era consciente
que perdía el control de mi cuerpo. Solté un suspiro.

Él me abrazó por atrás y apoyó su barbilla en mi hombro.

Esté era mi lugar, a su lado.

Se acercó a mi oreja y susurró:

-Bienvenida a mi vida, princesa. "》

Presioné con fuerza el anillo entre mis manos. No quería soltarlo


porque de algún modo pensaba que si lo hacia significaba que
realmente lo mío con Daniel llegó a su fin.

Sabia vivir sin él. Lo sabía.

Sin embargo eso no quita que hubiera querido no aprender a


hacerlo. Porqué a pesar de que todo estuviera bien, que lo que hice
fue por mi bien y por el suyo, al final del día sentía que pudo haber
otro modo. Pero luego caigo en la cruda verdad que en ese
momento no había otra opción.

La botella está vacía. No obstante eso no me detuvo que mis


lágrimas sigan queriendo salir.

Sabia que no iba a poder aguantar mucho tiempo queriendo


aparentar que él nunca existió y menos cuando estaba a solo unos
días para encontrarme con la persona que amé y amó. La persona
que dejó su marca en mi y cada día es más difícil que el otro por
solo tener que estar separados.
Necesitaba llorar. Dejar salir todo de una vez por todas, dejar de
sentir que estaba mal querer admitirme a mí misma que lo
extrañaba demasiado, más de lo que me gustaría aceptar.

Era un tontera pero estás cosas me permitían no olvidarlo a pesar


que una gran parte de mi quería hacerlo. Porqué así sería todo más
fácil, sin embargo nada de esto lo era y simplemente estaba
cansada de vivir con miedo a que algún día me levanté y dejé de
amarlo.

Porqué si.

Tenia miedo de dejar de amarlo.

No había motivos, no había explicación, ni una descripción mínima.


Tan solo era así, lo sentía así y ni aún después de tanto tiempo
lograba entenderlo.

¿Cuando tarda en sanar un corazón roto?.

¿Por qué pienso que el dolor nunca se irá?.

¿Qué los días seguirán igual y que al final la única que siga aferrada
seré yo?.

Me quedé ahí en el suelo por bastante tiempo. Llorando recordando


cada momento de nuestra historia y queriendo revivirla para poder
volver a sentir ese hechizo de felicidad que te daba el amar a otra
persona.

Por esté día, antes de volver, me permitiría sentir ese dolor que me
producía saber que quizás él no era para mí, ni yo para él.

Cuando saliera de está habitación tendría que hacer como si esto


nunca hubiera pasado, como si no sintiera esté dolor cada vez que
escucho la sola mención de su nombre. Cruzaría esa puerta y
volvería a decirme que aprendí a estar sin él...
Aunque la verdad fuera que llora en silencio y sin lágrimas porqué
nunca quise tener que aprender a hacerlo.

(...)

Cerré la maleta con algo de esfuerzo. Me eché hacia tras mientras


observaba el desorden que tenía en mi habitación.

Después que me descargará me di una ducha y dormí queriendo


perderme en los sueños para no volver al presente por unos
segundos. Era muy cierto cuando decían que si quieres escapar tan
solo unos segundos el mejor método es cerrar tus ojos y caer en un
sueño profundo.

Faltaban dos días para irme. El tiempo pasaba absurdamente


rápido.

Llevaba bastante equipaje porqué en los planes de mi madre estaba


que me quedará ahí hasta que empiece de nuevo la universidad.
Aunque esa decisión no la había tomado todavía, lo decidiría
cuando estuviera ahí. Primero tenia que comprobar varias cosas y
después determinaría si era lo mejor quedarme en Manhattan, o si
lo correcto era volver a Inglaterra.

Escuché como la puerta del departamento estaba siendo abierto y


supe que era Charlotte. Asher si había tenido la decencia de
avisarme que no volvería a dormir ya que tenia una reunión con su
abogado y otros pendientes. No quise preguntarle que sucedía
porqué el tono en que me lo había dicho me dejaba en claro que en
ese momento no quería hablar de eso.

Me faltaba guardar algunas cosas en mi mochila y bolso pero la


gran mayoría ya estaba lista.

Mañana sería mi último día en la universidad y además tendría


como una especie de cita con Jeremy.
Una sonrisa tanteó en mis labios cuando recordé su mensaje de
texto.

"¿Conoces a Robert Downey Junior? Porqué ya que somos amigos


podrías conseguirme un autógrafo. "

"Por cierto, mañana tenemos una cita. No creas que me lo he


olvidado."

Lo primero que me sorprendió no fue el hecho que tuviera mi


número sin que yo se lo hubiera dado, ya que suponía que él mismo
lo consiguió cuando me quitó el móvil de las manos. Lo que si llegó
a asombrarme es que crea que conocía a un actor que es
reconocido mundialmente.

Después de unos mensajes más habíamos acordado que me


recogería que la salida de la universidad. No quiso decirme a dónde
iríamos y eso me tenía inquieta.

Jeremy no es de las personas que van a tomar un café. Es


demasiado aburrido para él.

Me encontraba guardando algunas cosas para el viaje en mi bolso


de mano cuando Charlotte entró a la habitación con su mirada
puesta en la pantalla del teléfono.

-A que no adivinas que marca me ha llamad...- Se quedó callada


cuando vio las maletas.

Soltó balbuceos sin sentido y luego tragó saliva. Una sonrisa


demasiada falsa apareció en sus labios, ni siquiera se si esa mueca
llegaba a ser una sonrisa.

-Veo que tienes todo listo.

Sus manos sujetaban el borde de su blusa blanca. Mordía su labio


inferior con nerviosismo.

-Si, solo me falta guardar unas cosas.

Otra vez el silencio incómodo se presentó entre nosotros.


Ella parpadeó lo suficiente para saber que no lo estaba haciendo
automáticamente, sino que era para que no notara que sus ojos se
habían cristalizados.

-Charlotte...- Di un paso hacia adelante.

Su labio tembló y clavó sus uñas en las palmas de su manos. Eso


hacia cuando no quería llorar, si había algo que odiara es que
alguien la viera haciéndolo.

-¿Qué es lo que está pasando contigo?


-Negué desconcertada-. Tú no eres así.
Amas Manhattan y créeme que no me creo ni un poco que no
quieras volver solo por lo que ellos están ahí.

Una lágrima salió de sus ojos pero ella fue demasiado rápida y la
apartó al instante que había salido.

Su pecho subía y bajaba.

-No-n- Dejó salir un suspiró y entornó su mirada en mi; seria y


decidida-. No puedo volver.

Me enojé porqué cuando parecía que por fin revelaría que le


sucedía, cuando por fin lograría entender que le estaba sucediendo
todo este tiempo, tan solo se echó hacía atrás.

-Si que puedes hacerlo, solo que no quieres y ahí está la diferencia.

Su expresión no era la misma que hace unos segundos. Ya no


lloraba, se mantenía fría y calculadora.

-Juro que trato de entender por qué de la nada noche a la mañana


de pronto te gusta beber hasta perder todo rastro de lucidez. De en
verdad que intento pero no logro saber por qué te haces toda esa
mierda.

-¿A que te refieres?.

Su voz había sonado enojada.


Sonreí amarga porqué no pensé que se lo diría de esté modo.

-¿Que a qué me refiero?-Negué incrédula-. ¡Me refiero a la puta


droga que guardas en tu armario!.

Lo había descubierto hace unas semanas. Tenía pensando sacarle


un vestido para salir con Charlie y como era de costumbre ella no
estaba en casa. Al final de ese día terminé por cancelar mis planes
porqué no podía creer que de ninguna manera que esa bolsita
pertenecería a Charlotte.

-¡¿Revisaste mis cosas?!.- Bramó colérica.

-¿Te estás drogando?.

Ella llevo sus manos hasta su cabello y tiró de el.

-No.

-No te creo.

Sus ojos se clavaron en mi con desespero.

-¡Joder que no me drogó!.

-¡¿Entonces por qué guardas esa cosa?! ¿Por qué actúas de está
manera?.- Algo se encendió en mi cuando la vi darme la espalda-.
¡Responde!.

-¡Perdí a mi bebé! ¡¿Lo entiendes?! ¡Perdí a mi bebé!.

Me quedé pasmada en el lugar mientras la veía llorar en un rincón


apartado. Se abrazaba con fuerza y su cuerpo sufría espasmos.

¿Charlotte estuvo embarazada?.

No sabia que decir o como hacer que detuviera su llanto. Ahora


mismo no me sentía capaz de poder consolarla, no cuando la que
estaba a punto de llorar era yo.
-Tú... ¿Cómo?.

Tomó una bocana de aire y cuando pareció que estaba más


tranquila empezó a hablar.

-Tuve en retraso de dos semanas y no pensé que fuera nada que


preocuparse que ya suelo ser irregular. A los pocos días empecé a
asustarme y compré una prueba de embarazo; salió negativa.- Se
sentó sobre la cama y yo hice lo mismo.- No me quedé tranquila así
que me hice una prueba de sangre y salió positiva. Él ginecólogo me
dijo que tenia un mes de embarazo.

-¿Por qué no me lo dijiste?.

-Lo iba a hacer. El día de tu cumpleaños te lo diría, te diría que a


pesar de que no lo había planeado estaba feliz. Aunque en un primer
momento casi me desmayo al imaginarme siendo un planeta de lo
redonda que me pondría-Eso me hizo sonreír-. Pero Daniel no llegó a
tu fiesta y me dije que no era buen momento para hacerlo. Luego
llegó lo de Alisha y yo simplemente no supe como decírtelo- Su voz
se quebró al final. Tomé su mano y ella me la presiono con fuerza-.
¿Recuerdas el día que desapareciste y pasó lo que pasó con
Vanessa?.

¿Cómo podría olvidarlo? Fue la última vez que la vi con vida. Jamás
podría borrar su mirada totalmente vacía. Nunca se me cruzó por la
mente que eso se debía a que no tenia un motivo por el cual
continuar.

-Ese día tuve una perdida. Tomé mi auto y manejé hasta el hospital.
Cuando llegue me ingresaron a una sala y una doctora apareció- Me
miró-Jamás podre olvidar el frío gel sobre mi vientre y el dolor que
sentí unos segundos después al saber que mi bebé ya no estaba.
Sufrí un aborto espontáneo.

-¿Alguien más lo sabe?.

Negó.

-Solo tú. No quise decírselo a alguien más porqué de ser así tendría
que admitir que lo había perdido y no quería hacerlo. No estoy lista.
-¿Y la droga?.

-La compré porqué pensé que así podría olvidar que hace unos días
era la fecha que debería tener mi bebé. Quise usarla, pero no me
atreví. Así que simplemente la dejé escondida.

-¿Quién es él papá?.

Una sonrisa amarga apareció en sus labios.

-No lo sé- Su cabeza se apoyó en mi hombro-. ¿Tan malo es que no


sepa quién sea?.

Negué acariciando su cabello.

-Cada que recuerdo que mi bebé pudo ser de Rufus o Kolt, me siento
enferma porqué él se merecía que yo supiera quién era su papá. Ese
fue otro motivo para no querer decirlo.

-¿Te acostaste con Kolt?.- Pregunté.

-Hubo una vez que estábamos ebrios y lo hicimos sin protección. Y


mejor ni me pregunte lo de Rufus.

Hice una mueca.

-Mejor sin detalles. No quiero quedar más trastornada de lo que ya


estoy.

Ella me sonrió y cuando pareció que diría algo su móvil sonó.


Frunció su ceño cuando miró la pantalla.

Se llevó el teléfono a la oreja.

-¿Asher?- Calló unos segundos-. ¿Qué?. ¿Y qué vas a hacer?- La


observé desconcertada-. ¡¿Qué hiciste que!? Te voy a matar.

-¿Qué sucede?- Le dije.

Ella levantó su mano mientras seguía hablando por teléfono.


-Bien, te veré allí.

Charlotte se quedó con la mirada fija sobre sus manos. Esperé


paciente a que me dijera que era lo que estaba pasando y por qué
de pronto parecía como si hubiera visto un fantasma.

-Megan quiere la custodia completa del bebé. Irán a juicio.

-¿Qué?.

-Joder. Si él no fuera mi primo no lo ayudaría porqué ella tiene


razón, sin embargo no puedo dejarlo solo.

Mi mente entendió el doble mensaje.

-¿Eso significa que...-

-Así es, Rachel. Volveré a Manhattan.

Rachel Mac Millán:

Habían pasado horas y aún así Charlotte seguía dando vueltas por la
sala hablando con distintas personas por el móvil.

El asunto se había complicado más de lo que creíamos. Megan estaba


respaldada por uno de los mejores abogados de Manhattan y no era
difícil saber que William no era el único involucrado en este asunto.

La observé una vez más.

Estaba cansada y eso se veía en las bolsas abajo de sus ojos. Su


cabello era un desastre y era la primera vez que la veía por lo menor
sin bálsamo labial, hasta su ropa era deprimente. Charlotte por más
que estuviera en su espacio no se vería desarreglada y ahora lo está.

Se volteó y colgó la llamada.


-Tendré que hablar con Megan.

Mordí la galleta que tenia en la mano.

-¿Tan malo es?.

-Mis abogados están asustados. Ella puede ganar con el apoyo de los
McGregor y con el de Brestop.

-¿Me vas a decir que le hizo Asher para que ella tomará esa decisión?.

Negó sutilmente.

-Solo puedo decirte que he discutido con él y nosotros nunca lo


hacemos- Suspiró pesadamente-. En gran parte ella tiene razón. Pero a
fin de cuentas ninguno de los dos la tiene, por lo menos no
enteramente.

La expresión que traía ahora consigo me dejaba bastante en claro que


estaba un dilema interno. Charlotte adoraba con su vida a Asher,
desde que tengo memoria los he visto defenderse hasta al cansancio,
aunque en cierta circunstancias no tuvieran razón.

-¿Ya le has dicho a tus padres que si vuelves a Manhattan?.

Lo que en verdad quería saber es que no se estuviera echando hacia


atrás con su decisión. La quería conmigo cuando regresará, después
de todo ella era mi apoyo incondicional.

-Algo así.

-¿Algo así?- Cuestioné levantando una ceja.

Se mordió el labio nerviosa.

-Solo les he dicho que a lo mejor si podía llegar, no le confirmé nada-


Se excusó-. Además todavía no compré el boleto de avión.

-No te preocupes, ya tenia uno para ti.

Quizás no debí decir eso.

Charlotte volteó a verme incrédula. Sus ojos se abrieron más de lo que


se consideraba normal.

-¿Tú sabías que iría a fin de cuentas?.

Me encogí de hombros.

Cuando compré mi boleto de avión también le pedí uno para ella. No


perdía nada con hacerlo y además nos ahorraríamos tiempos en caso
de que quisiera ir a último momento. Mi intuición no había fallado así
que no había tirado a la basura el dinero de su pasaje.

-Era solo por si acaso.

Me levanté del sillón y me empecé a subir los peldaños de la escalera.


Quería evitar un regaño de su parte, solían ser muy chillantes y justo
ahora no me apetecía. Me dolía la cabeza después de beber como una
inconsciente y solo quería irme a dormir de nuevo. No tenia que
preocuparme por nada ya que todo estaba en orden para mi partida;
tenia mis maletas y a mi mejor amiga.

-No puedes escaparte, Rachel.- Me gruñó ella desde el inicio de las


escaleras-. No puedes comprar un boleto de avión con mi nombre sin
mi consentimiento.

-Según el recibo de tu tarjeta la que compro el pasaje fuiste tú.

Solo había dicho eso para fastidiarla. La verdad es que lo había


comprado a sus espaldas por si sucedía un milagro de ultimo tiempo.
Sin embargo no desaprovecharía la oportunidad de fastidiarla.

Le sonreí altanera y me fui en dirección a mi habitación.

-¡¿Cómo te sabes mi clave bancaria?!- Gritó.

-¡Seria extraño que no lo supiera cuando tú sabes la mía!.

Me sumergí dentro de mi habitación y cerré la puerta callando la


contestación por parte de Charlotte. En estos momentos debe estar
eufórica llamando a los servidores del banco para confirmar si lo que
decía era cierto. Supongo que estará entretenida un gran rato, lo peor
vendrá cuando descubra que le mentí pero había tiempo para ello
todavía.
Tomé el móvil mientras marcaba el número de mi madre.

Junior me había convencido de hacerle creer que había suspendido un


examen y tendría que quedarme para recuperarlo o sino me llevaría la
materia a los extraordinarios.

Al tercer pitido ella me contestó.

-Cariño.

Sonreí.

-Hola mamá- Exclamé- ¿Cómo estás?.

Escuchó como soltaba un suspiro pesado.

-Estoy más estresada que nunca. En momentos así es cuando me


arrepiento de haber dejado que Charlotte subiera a un avión que la
llevara a miles de kilómetros de Manhattan.

Volqué los ojos al escucharla.

-Yo también te extraño, no te preocupes.

-No es eso, cielo. Seamos honesta, estos tipos de eventos son cosas
de mi pequeña y ella haría mucho más fácil las cosas. La verdad es
que la nueva colección no me da un respiro.

Mi madre no se equivocaba en nada, pero de todos modos no se lo


diría.
Si había algo que volviera loca tanto a ella como a mi mejor amiga era
la moda. A veces me ponía celosa cuando se encerraban en el taller e
intercambiaban opiniones. Además que Charlotte era la publicidad
más influyente de mi madre en cuanto se trataba del público juvenil.

-No creo que ahora quieras hablarle. Te reprochara por no festejar tu


aniversario de bodas como corresponde.

Mi madre río.

-Ya me lo ha dicho. Somos amigas por mensajes de texto- Me dijo de


forma egocéntrica, como si mandar unos cuantos mensajes fuera una
gran hazaña-. Esta de más decir que me envió un archivo de como
tendría que ser mi aniversario. Ahí estaba todo; locación, decoración,
invitados, menú, entre otras cosas.

Esté era el momento perfecto para poner en marcha la sorpresa.

-Mamá tengo que decirte algo.

Había usado un tono desganado. Aunque últimamente me sentía así,


por lo que no tuve que fingir demasiado.

-¿Ocurrió algo, cielo?.

Mordí el interior de mi mejilla sintiéndome de pronto culpable. Sin


embargo quería sorprenderla así que no dude en seguir adelante con
la mentira. Junior se había encargado de avisarle a Emilio con
antelación para que evitara que mi madre hiciera un drama muy
grande. Era capaz de traer su aniversario a Inglaterra y eso sería la
posibilidad mínima.

-He suspendido un examen. No creo poder volver hasta dentro de dos


semanas. Lo siento, mamá.

Como lo esperé, la línea quedó en silencio. Pasaron varios segundos


así, hasta en un momento dude que no me hubiese colgado.

-¿Mamá?.

Ella carraspeó.

- No te preocupes, cariño- Hizo una pausa-. Debo colgar, tengo una


reunión.
Te marcaré luego, besos.

Lo había dicho tan rápido que de no ser por el pitido no me abría dado
cuenta que me había colgado. Por más que había querido ocultarlo
noté como su humor había decaído notablemente.

Apreté la pantalla del móvil y le envié un mensaje a Junior.

"Ya se lo he dicho. Me siento terrible."

La contestación no tardó en llegar.


Junior :

"Se te pasará cuando veas su expresión al verte. Por cierto, ¿Alguna


novedad de Charlotte?. "

Cierto.

Me olvidé por completo avisarle que ya había cambiado de opinión con


lo de pasar sus vacaciones en Inglaterra.

Desde que Charlotte nos hizo saber su negativa en cuanto a volver a


Manhattan, mi mejor puso el grito en el cielo. Estuvo una semana
atormentándome con sus mensajes que solo eran planes para
chantajearla con volver. Aunque no me gustara admitirlo, la verdad es
que por un momento pensé sobornarla. En mi defensa estaba siendo
manipulada por Junior.

Le respondí el mensaje.

"Puedes relajarte. Al final si ira. "

Espere unos segundos que contestará pero al ver que esto no sucedía
estuve a punto de dejar el móvil sobre la mesa de luz para irme a
dormir de una vez. Sin embargo la notificación de un mensaje me
detuvo.

No tenia registrado el número, no obstante sabía de quién se trataba.

Abrí el mensaje.

"¿De dónde te recojo mañana?. "

"No quiero suponer que te has olvidado de nuestra cita, guapa. "

Sonreí mientras mis dedos se movían sobre el teclado. Seria mentira si


dijera que no me apetecía salir con él, después de todo era en plan
amigos y ya va siendo hora que tuviera nuevos amigos.

Bloqueé el móvil cuando vi que ya había leído el mensaje en donde le


daba la dirección de mi universidad.

Jeremy me causaba curiosidad. Había algo que me decía que era un


total acierto tenerlo en mi vida. Era como si quiera saber su historia.
Además me hacía reír.

Me recosté sobre la cama y cuando estaba por cerrar mis ojos


dejándome vencer por el sueño, un grito se escuchó.

-¡¿Por que nos falta una botella de licor?!.

Miré en dirección al rincón en donde la había dejado y sonreí.

(...)

La campana sonó y solté un suspiro de alivio al ver que había


terminado el examen justo a tiempo. Me había costado más que los
otros, tuve que borrar varias veces porqué me confundía o dudaba.
Pero creo que al final no está tan mal.

Si llego a suspenderlo le echaré la culpa a Junior por hacer que el


karma volviera a mi.

Entregue el examen y no pude evitar que mientras salía del salón un


millón de dudas se pasaran por mi cabeza. Estaba dudando de ciertas
preguntas y mucho más lo hacía en las que eran de opción múltiple.

Recorrí los pasillos y un sentimiento extraño se instaló en mi pecho.


Era extraño estar sin Charlie y sus ocurrencias. Me había
acostumbrado a que a veces terminará gritando al hablar sin darse en
cuenta y como consecuencia llamará la atención de los demás
estudiantes.

Creo que en este momento es donde me daba cuenta que era mi única
amiga en la universidad. Los demás eran algo de hola y chau, no
llegábamos a intercambiar ni la mitad de las palabras que lo hacíamos
con Charlie.

Desde el primer día que se acercó y empezó a hablar de su vida en


versión vaquera y animales de rancho supe que nos llevaríamos bien.
Nunca me gustó las personas que son estruendosas pero ella era la
excepción. Podía hablar mil palabras por segundo y al mismo tiempo
tener tres caídas por ser una distraída.

Sonreí al recordar las fotos y mensajes que había recibido de Charlie.


Nos habíamos mantenidos en contacto y nos mandábamos mensajes
a cada rato.
Me entretenía escucharla hablar de todo lo relacionado a su casa y su
regreso. Sin embargo al mismo tiempo no paraba de compararnos
entre sí, ya que aunque fuera en distinto contexto, ambas volveríamos
a nuestro hogar y nos reencontraríamos al pasado de frente. Cara a
cara con cada recuerdo.

Definitivamente de todas las fotos que me había enviado la que más


me gustan eran dos que se destacan mucho. La primera era una suya
montando un caballo con un sombrero vaquero, guardaría por siempre
esa foto. La segunda no tenía nada gracioso- Que esta de más
destacar que es el sello personal de Charlie- Sino que es una simple
fotografía en donde sale sonriendo, pero sus ojos brillaban por quien
salía a su lado; Jex, su ex novio.

Debía darle mérito. Él chico era muy guapo y se podía ver hasta en una
simple fotografía que se desmaya por la perico de mi compañera.

Por otro lado se podía decir que las consecuencias de mentirle a mi


madre habían llegado. Lo supe cuando recibí una llamada de Nana,
que por cierto no me dejó hablar hasta después de veinte minutos. Al
parecer como predije mi madre quería que festejemos su aniversario
en Inglaterra y eso complicaba los planes de mi abuela, ya que según
tengo entendido hizo venir a uno de sus más grandes inversionistas de
New York Times a Manhattan solo para poder estar en la fiesta de
mamá.

Cuando por fin pude explicarle que solo se trataba de una sorpresa y
que no se preocupara porqué mi madre se llevara su aniversario a otro
país, Nana se dedicó a hacerme preguntas camufladas. Los años que
estudió periodismo le habían servido enormemente a su carrera,
estaba claro que sabía envolverte con palabras hasta que terminaras
por darle información de lo que quería. No obstante ella me había
enseñado desde muy pequeña a como cuidar mi imagen ante la presa-
El tema de Evan no cuenta ya que él solo nos puso en primera plana- y
por eso mismo sabia que sus palabras inocentes en verdad querían
saber que había sucedido con Daniel.
La engañé diciendo que necesitaba estar sola para llevar con calma
mis tratamientos y el grupo de ayuda. No era del todo mentira, es más,
era uno de mis principales motivos por no decir el primero. Lo que si
no le dije es que estaba basado en un contexto diferente. Y además
que la distancia nos había jugado en contra, lo cual había terminado
por creerme. Aunque moría de ganas de decirle la verdad, una parte de
mí sabía que no era el momento para traer el accidente de Alisha al
presente.

El otro tema era Asher. No había sabido nada de él después de nuestra


conversación esa noche en donde dejé en claro mis sentimientos.
Tampoco lo culpaba, por lo que me comentó Charlotte estaba mañana
en el desayuno; estaba alterado por el tema del juicio y por no poder
acercarse a Megan.

Ella tenía a grandes peces o mejor dicho tiburones que le cuidan la


espalda. Empezando por los Chopra, siguiendo por tener al mejor
abogado, y como punto final tenia el apoyo de aquel que su apellido
movía mares; Daniel McGregor.

Una vez más ambos tirábamos a direcciones diferentes, pero aún así
estás nos llevaban a encontrarnos de un modo u otro.

Era jodidamente estúpido y patético saber que siempre había algo que
nos terminaba por meter a ambos en un lugar, tanto físicamente como
mentalmente. Eso de que tú madre esté casada con él padre de tu ex
es algo que lamentablemente no puedes ignorar.

Está claro que no es como si pudiera podría hacer como si nunca


hubiera estado en mi vida. Sabia que por más que retrasará el
momento las circunstancias y el destino nos podrían frente a frente.
La duda aquí es si ese encuentro podría darnos luz o simplemente nos
apagaría.

Al salir de la universidad recorrí el lugar con la mirada buscándolo.


Unos segundos después sonreí al verlo recargado sobre un árbol
mientras fumaba.

Me gustaba como le quedaba esa chaqueta negra. Lo hacia ver juvenil.

Resguarde mis manos en los bolsillos del abrigo y me encamine hacia


donde estaba. Su mirada se cruzo con la mía y sonrió con el cigarrillo
en sus labios.

-Por un momento creí que me darías una dirección falsa- Inclinó su


cabeza-. Luego lo descarte al ver que la mayoría de aquí son pijos.

Hice una mueca.

-Pensé que te agradaba la gente con dinero.- Dije recordando su


actitud al saber que era rica.

-Que me gustes tú no significa que todos los hagan- Dejo salir el humo-
. Además no tengo muchos recuerdos bonitos con gente así,- Su
mirada cruzó la mía-, o bueno, mejor dicho no los tenia.

Junte los labios para retener la iniciativa que tenia por preguntarle que
le había sucedido para que tuviera un concepto errado. Sin embargo
no quise entrometerme ya que no teníamos la suficiente confianza y
además no podía dar por hecho que todos éramos iguales, yo más que
nadie sabia hasta podía llegar la maldad de una persona al tener
demasiado poder.

Ajuste el cordón de mi mochila ansiosa.

-Podemos ir a la cafetería que está a unas calles de aquí.

Hundí mis cejas desconcertada mientras lo veía reírse. Le dio la última


calada al cigarrillo y lo tiró al suelo para luego aplastarlo con la planta
de su pie.

Él me sonrió malicioso.

-Es sorprendente que creas que te llevaré a tomar algo tan aburrido
como un café.

Di un paso hacia adelante.

-¿Entonces a dónde vamos?.

- Ya verás.
.

Daniel McGregor:

Vi como le daba un sorbo a su refresco.

Cuando me dijo que le habían recomendado un lugar pensé que


iríamos a los típicos restaurantes que solía ir en reuniones de
negocios. Lo que si no esperaba es que el lugar que me había traído la
mujer que emanaba por los poros elegancia y una increíble presencia
resultará ser uno de comida rápida y grasienta.

Ella sonreía a mí costa.

-Es una hamburguesa, creo que podrás con ella.

Se estaba burlando de mí porqué desde que el pedido llegó solo me


quedé mirando la comida con desconfianza. No me disgustaba en
nada lo que había ordenado pero prefería que me hiciera mi cocinera.
En si todo en esté "restaurante" estaba viejo, mal tratado, desprolijo, y
hasta incluso poco higiénico.

-Podría haberle dicho a la señora Dennis que nos preparé lo mismo


que estás tragando como bestia. Además te puedo asegurar que no
tendré que dudar si en algún momento puedo encontrar un pelo en la
comida.

Blake me miró como si lo que hubiera dicho resultaba ser insípido y


estúpido.

Apreté la mandíbula al ver que aunque me estuviera juzgando con la


mirada, se estaba aguantando las ganas de romper en risas en mi
cara.

-¿Me estás invitando a tu departamento?.

Dejé de observar con cierto desagrado la comida para concentrarme


en ella. En un primer instante me había parecido que su tono de voz
era ofendido y cada palabra estaba cargada de un reproche. Sin
embargo bastaba con mirarla para saber que estaba tomándome el
pelo.
-No.

Sabia que me lo había dicho en broma. No obstante no quería


malentendidos, porqué conmigo no tendría más que pláticas y
negocios. Dudaba que quisiera algo conmigo pero no me gustaban las
sorpresas y por eso mismo era dejar las cosas claras de antemano.

Yo todavía quería a una mujer y la seguiría queriendo a pesar que la


vida me diga que no es para mí. La querría, no sabría hasta cuando
pero se que no podría sacarla de mi mente en un buen tiempo.

El momento que mi cuerpo no sintiera esa emoción al verla, el


momento en que mi corazón no diera un vuelco con la mencion de su
nombre, cuando llegará ese momento podría darle la oportunidad a
alguien más.

Estar con alguien ahora sería condenarla a llenar un vacío que dudaba
que alguien pudiera hacerlo. Porqué Rachel es de esas chicas que te
marcan de por vida y te cuesta una parte de tu alma olvidarla.

Blake se limpio los bordes de sus labios con una servilleta, está quedo
mínimamente manchada por su labial.

-Nunca creí en lo que dice la gente, siempre me pareció absurdo creer


la opinión de los demás. A mi me gusta descubrir y formar mi propio
concepto- Me sostuvo la mirada-. Cuando llegue a Manhattan me
propuse no solo a hacerte mear en tus pantalones por ser mejor que tú
en una negociación.

Mi comisura se levantó. Podía a llegar a ser tan cruda con las palabras
que había veces que quería que se callará y otras que llegaba a
agradarme el veneno que puede soltar hablando lo mínimo.

-Sino que quería averiguar por mi misma si lo que dicen de ti era


verdad o había algo más.

No se por qué eso terminó por captar más mi atención de lo normal.


La verdad era que quería saberlo.

-¿Y que dices tú?.

Me examinó unos segundos. Veía como sus ojos se movían sobre mi,
era como si estuviera dando un repaso general antes de dar su
devolución.

- Todavía tengo mucho que descubrir. Te haré saber cuando tenga un


concepto de tú persona.

Apoyé mi espalda en la superficie blanda en donde me encontraba


sentado.

Pude haber zanjado el tema.

Pude hacerlo, pero quise ser partícipe también.

-Supongo que lo justo será que yo también me esmere en conocerte.

Ella negó sonriente. Derrochaba seguridad en cada expresión facial.

-Suerte con ello.

-Te sorprenderé.- Le aseguré.

Blake se enderezó sobre su asiento y levantó un poco la barbilla.

-Para conocerme deberías saber mi pasado- Exclamó directa-. Y eso


es algo imposible. ¿Sabes por qué?.

Mi silencio fue su respuesta.

-Porqué relatar mi anterioridad significaría traerla de nuevo a mi


presente y no es algo que yo haga- Dijo y tragó saliva-. Yo no vivo en el
ayer ni en fechas pasadas, vivo de las sensaciones que siento en mi
ahora. Avanzar sin mirar atrás, porqué si quedo ahí es por algo.

Dejé caer mis hombros. No me había dado cuenta que en todo esté
momento había estado tenso.

-Es una interesante teoría.

Blake me sonrió abiertamente.

-Es mi manera de vivir.

Fruncí mi ceño y eso hizo que su sonrisa se disminuyera un poco. Ella


podría pensar que le diría que era un estupidez lo que decía, podría
hacerla quedar mal y decir que sus palabras parecen ser sacadas de
un autor de poesía. Sin embargo no era eso lo que quería, sino que mi
cambio de expresión se debía a una cosa; me estaba tomando la
libertad de analizarla y verla, verla de abajo a arriba y comprobar si la
versión de ella que me mostraba justo ahora no era solo una farsa
para enredarme.

Y tenia una respuesta que estaba seguro que era cien por cierto
acertada.

- Se me hace extraño ver como eres fuera de una oficina.

Bebió de su refresco.

-Creo haberte dicho que no se mezcla lo personal con el trabajo.

-¿Y eso aplica también en tu doble personalidad?- Cuestioné.

Se encogió de hombros desinteresada.

- Es un mundo en donde un hombre se cree mejor que una mujer por


tener una cosa colgando entre medio de sus piernas, créeme que es
necesario no mostrarme como una presa fácil.

Levanté mis cejas impresionada por su brusca respuesta.

Un recuerdo de hace muchos años cruzó por mi mente. Haciéndome


recordar a una persona que tenia guardada en un rincón de mi cabeza.

-Mi abuelo decía que las mujeres eran superiores a los hombres en
demasiadas cosas- Le dije. No sabia por qué le relataba eso, ni sabía
si lo que le decía le llegaría a interesarle-. Y que solo un hombre de
verdad; uno que las respete y se esfuerce por hacerla feliz, podría estar
a su nivel.

Blake levantó sus comisuras.

- Me imagino que es buen hombre entonces, no cualquiera piensa del


mismo modo que él. Te sorprendería los pocos que lo consideran así.

Noté algo extraño en su voz. No quise hacer comentarios que lograran


ponerla incómoda. Después de todo ella mismo dijo que su pasado no
era lo importante sino que su presente.

- Lo bueno es que hay mujeres como tú que los ponga en su lugar,


¿No?.

- Somos de las mejores y las más atacadas al mismo tiempo-


Respondió-. No toda la gente evoluciona al mismo ritmo que la otra,
pero eso es algo que su cerebro no logran entender.

La observé sin creerme lo que escondía bajo una actitud prepotente y


altanera.

- Conocerte será un sorpresa cada día, ¿Cierto?.

- Solo no te encariñes de mi.

Un tiempo después tan solo nos despedimos del otro y cada uno se
montó a su coche y se fue.

Esa noche me volví a casa con una percepción diferente de Blake


Price, una que no llegaba a desagradarme del todo. Por muy irreal que
eso pudiera parecer debido a nuestro primer encuentro.

Aunque si lo miraba desde otro punto vista la verdad es que al final me


sentaba más cómodo que su personalidad no fuera tan especial. Me
quitaba un peso de encima saber que no tendría que estar en
constante ataque. Era lo suficientemente listo para saber que eso en
vez de darnos ventajas nos haría retroceder, y eso era bastante en
malo en los negocios.

Hasta que no puse un pie en mi habitación no me había percatado que


por una vez después de mucho tiempo el recuerdo de ella no me
atormentaba.
Había pasado más tiempo del que me gustaría admitir que no tenia un
respiro de los dolorosos recuerdos que llegaban a atormentarme.

¿Necesitaba ayuda?.

William me diría que si. Qué necesitaba hablar con alguien profesional
sobre como de pronto todo lo que me enorgullecía de mi, todas las
metas que había logrado, tan solo de un momento a otro habían
perdido su valor. Me lo diría si supiera la información
Estaba vivo pero no lo sentía así.

Hacia las cosas sin razón, sin tener un motivo. Estaba más perdido
que cuerdo y eso me costaba admitir.

La imagen de mi madre se había caído ante mis ojos sin


contemplaciones. Me gusta o no aceptarlo, la verdad me rompió el
alma en dos.

Nadie se daba cuenta o eso quería hacerme creer. Procuraba


bañarme, verme bien, intentar seguir la misma rutina que tenia antes
que sucediera aquel suceso que marcó un antes y un después en mi
vida.

¿Cómo algo que jamás has podido sentir, hablar, o sostenido en mis
brazos podría llegar a colarse bajo mi piel?.

He considerado más veces de lo que me gustaría admitir visitar el


lugar donde está enterrada mi mejor amiga. Sin embargo siempre
sucedía lo mismo; me quedaba en el estacionamiento del cementerio
sin tener la suficiente fuerza de entrar. Antes lo hacia por la culpa y
ahora era por el dolor que me causaba saber lo que su recuerdo traía
con ella.

Si el accidente nunca hubiese pasado, ¿Me hubiese enamorado de


Alisha?.

Me conocía y sabia que en ese tiempo la hubiera hecho parte de mi


vida aún más oficial de lo que por si ya era. Seriamos una familia y
estaba seguro que no seria infeliz, en lo absoluto. Quizás ese bebé era
lo que me hacía falta para darme cuenta que si la amaba.

Pero al final de las ilusiones estaba la realidad, una que me pesaba


mucho. Y lo único certero es que tanto Alisha como mi bebé no
estaban conmigo y no hay ni la más remota posibilidad de que puedas
recuperarlos.

Me volteé sobre la cama mirando al techo mientras que un brazo


pasaba por debajo de mi cabeza.

¿Si Alisha viviera significaba que nunca hubiera podido haber un


nosotros con Rachel ?.
¿No le hubiera desnudado el alma?.

Y si...

Nunca nos cruzábamos en el camino del otro. No nos enamoraríamos


y no sabría que abajo de toda esa forma de ser suya tan característica
había una chica con miedos e inseguridades. La misma chica que me
hacer perder la cabeza por seducirme, realmente tenia miedo que
alguien la tocase.

Y si ¿Nunca la hubiera amado?.

¿Acaso existía una dimensión en donde eso pudiera ser posible ?


Porqué lo dudaba. Y el motivo era sencillo:

La amaba de una forma que ni yo mismo lograba creer. Ella no había


buscado que lo haga, ni por un segundo. Nunca me dijo que la cuidará,
que me tomará el tiempo en querer saber por ella, pero aún así lo hice
y me enamoré.

No la elegí. Tan solo pasó. Y ahora que he desnudado cada parte de


ella me cuesta dejarla ir y no querer recuperarla. Sin embargo la
amaba lo suficiente como para saber que en estar a mi lado le
causaba sufrimiento, independientemente si ella me amaba, lo mismo
sufría junto a mi.

Era irónico como pasé de hacerla feliz a destruirla y en el proceso lo


hice conmigo también.

(...)

Días después.

Esa mañana en la oficina me sorprendí al no ver la cabecilla de los


Price merodeando por cada rincón de la empresa.
Darinka me había informado que Blake había llamado diciendo que se
iba a ausentarse por hoy. Según mi asistente sus palabras fueron
cortantes y secas. No había dado ninguna información del por qué
faltaba al trabajo. Sin embargo su paradero era lo que menos me
atormentaba hoy.

No había dormido.

No pude cerrar los ojos.

Hoy era el aniversario de mi padre y llevaba días evitando sus


llamadas. Ponía excusas de que estaba ocupado con el Software o lo
relacionado a él.
No obstante a pesar que él no decía nada yo tenia claro que sabia el
por qué de mi repentino cambio de actitud.

Todo el día estuve tenso y eufórico.

Las manos me picaban y no podía negar que me sentía un tanto


nervioso e impaciente por volver a verla.

Veía el reloj de la pared a cada segundo para darme cuenta que solo
había pasado un minuto. Era como si el tiempo estuviera jugando con
mi cordura.

Señor su padre quiere saber si asistirá a la cena de hoy.- Le dijo


Darinka por el teléfono

-Confírmale mi asistencia.- Masculló.- Dile al licenciado Brestop que


venga a mi oficina.

-Entendido, señor.- Dijo y colgó.

Las responsabilidades que tenían se había magnificado a gran escala


y más aún porqué tenia que mantener el prestigio de sus empresas. Al
final tanta precisión en si mismo logro que las ganancias aumentaran,
pero aún así no era suficiente.

Debía concentrarme en el trabajo que tanto me costó obtener. Pero


hoy parecía ser que mi mente estaba jodidamente en mi contra.

-Señor su padre quiere saber si asistirá a la cena de hoy.- Me dijo


Darinka por el teléfono
-Confírmale mi asistencia- Masculló revisando el contrato. Bufó al ver
que una de las cláusulas está mal redactada-. Dile al licenciado
Brestop que venga a mi oficina.

-Entendido, señor.- Dijo y colgó.

Estaba a punto de firmar un contrato que llevaría a las empresas


McGregor a un nivel de ganancias y por eso necesitaba a Brestop. Ya
no podía posponer más la firma, no cuando habíamos avanzado a gran
escala con el prototipo.

Las responsabilidades que tenía se había magnificado a gran escala y


más aún porqué tenía que mantener el prestigio de sus empresas. Al
final tanta precisión en si mismo logro que las ganancias aumentaran,
pero aún así no era suficiente. No importará cuando ganara,
simplemente no bastaba para llenar la insatisfacción que sentía dentro
del pecho.

Fui hasta el mini bar y saqué la botella de whisky. Me llevo a los labios
el vaso pequeño de vidrio.

Me quemó la garganta y la boca me supo amarga.

El regreso de Rachel y los recuerdos de Alisha no eran mi único


problema ahora mismo. Sino que había un recuerdo que por más que
me esforzaba no podía olvidar, por más que había tratado.

Sufría por el recuerdo de la mujer que perdí.

Y sufría por el recuerdo de aquella carta que mi madre había dejado


para mi. Una carta que no tenia contemplación alguna, una carta en
donde prefería renunciar a su hijo que a sus sueños otra vez.

No la juzgaba pero si me desilusionada que la imagen de la mujer que


creí que era mi madre cayera frente mis ojos. A veces me preguntaba
si era mejor seguir viviendo la mentira de que tenia una madre que
daba todo por mi.

La relación con mi padre había cambiado radicalmente desde el día


que lo confronte para saber la verdad. Nos pasamos horas hablando.
Por un tiempo le guarde mucho rencor a esa mujer, pero lo deje pasar
con el tiempo ya que era innecesario sentir dolor por alguien a quien
no lo había importado en lo más mínimo.

Según Emilio esa pelea que tenían era porqué ella quería conocerme y
él se lo negaba. Al final había tomado la decisión de negarme a
conocerla y se lo había hecho saber personalmente. La había pillado
en la calle y le dejé bien claro que no la necesitaba en mi vida, no podía
necesitar a alguien que nunca tuve. Ella no tuvo réplicas y volvía a
desaparecer, sin embargo esta vez ahora sabía que se iría y no me
dolía.

Rachel tuvo razón todo el tiempo; su padre no era quien creía.

La puerta de la oficina se abrió y esperé ver a William. No obstante me


lleve una gran sorpresa al ver a Rufus agitado y alborotado. La
expresión que tenia era una mezcla de incredulidad y euforia.

Después de mucho tiempo sin saber de él lo volvía a ver. Si debía


reconocer algo es que él no era el mismo. Mi amigo la había pasado
mal luego que Charlotte se haya ido a la universidad. Creo que de
algún modo él entendió que no podía obligarla a que lo recibiera de
vuelta a su vida.

Montaner se acercó y dejó una carpeta con muchos papeles sobre su


escritorio.

-¿Qué es esto?.- Inquiero.

Rufus me sostuvo la mirada serio y apretó su mandíbula.

-Ábrelo.- Me ordenó.

Abrí la carpeta y empecé a leer las hojas. A cada palabra que avanzaba
se sentía más confundido. Había fotos del accidente y mucho más.
No había duda que esto era un trabajo de un investigador privado.

-¿Por qué hiciste una investigación del accidente que tuve con Alisha?.

Él tragó saliva y me quedo mirando fijamente. Su expresión estaba


demasiado neutral.

-El coche no tenía frenos. No fue tu culpa, de todos modos hubieran


tenido el accidente.
Y la última verdad se reveló.

Mis ojos no podían creer que es lo que leía a cada página. De pronto
todo parecía encajar; las desapariciones de Rufus constante, su
actitud misteriosa. Él había estado investigando esto de hace tiempo.

Leí una vez el reporte del coche. Mis ojos se movían en esas líneas en
que decían que los frenos habían sido averiados. Parecía ilógico, ya
que recordaba bastante bien como días antes de la carrera lo llevé a
revisar con él mecánico de Samantha.

Esto no era verdad.

No iba a ilusionarme. No soportaría saber que al final todo haya sido


un vil error.

-¿Estás seguro?- Dije después de tiempo. Las palabras se enredaban


en mi boca.

Rufus asintió.

-Desde que Rachel se marchó de Manhattan estuve investigándolo


todo. Al principio fue por mera curiosidad pero luego noté que el
reporte policial tenía incongruencias, datos que no me cerraba-
Exclamó-. Lamento no haberte dicho antes, pero no podría ilusionarse
con algo antes de estar completamente seguro.

Me quedé callado.

No tenia palabras.

El corazón me iba a mil.

- Está es tu oportunidad, tú decides que quieres hacer ahora- Murmuró


y supe que no solo hablaba del accidente.

Montaner abrió la puerta de mi despacho listo para marcharse, sin


embargo su ida se vio interrumpida por aquella mujer que estaba a
unos pasos de él.

Me levanté de mi asiento al verla de ese modo.

Blake Price hizo acto presencia frente mío con su labio partido y su ojo
morado. La sangre le escurría de la nariz y lágrimas bajaban por sus
mejillas con rasguños.

Apretó sus labios.

-Necesito esconderme.

Rachel Mac Millán:

¡Mierda!.

-Baja la cabeza- Le dije a la pelirroja.

Me lleve el cabello hacia adelante cubriendo gran parte de mi rostro.


Al instante de cruzar el aeropuerto una ola de paparazis aparecieron
frente mío con sus cámaras grabándome y los micrófonos
apuntándome.

Hice oído sordo ante las preguntas que soltaban. Solté un suspiro
frustrada, quería llegar a casa en cuanto antes.

Sabia que todo esto se había formado por mi voto silencio durante el
juicio contra Gerardo Dubasso.

Entré al coche junto a Charlotte y le sonrió al hombre. Tan solo verlo


me hacía traer muy buenos recuerdos.

Sabia que bien pusiera un pie en Manhattan todo me recordaría a él,


sin embargo no me lo había tomado literal. Que Roger estuviera aquí
no me sabía a que era por pura casualidad.

-Es un gusto verla, señorita.

-Lo mismo digo, Roger.- Le respondí.

Mis dedos golpearon mi muslo. No podía dejar de mover la pierna en


un reflejo nervioso involuntario.
¿Era normal estar así de nerviosa?.

Mordí mi labio y solo basto moverme un poco para sentir el anillo de


promesa sobre mi pecho. Se que si lo había sentido fue por el
movimiento del coche, sin embargo me gusta pensar que estaba
dándome fuerzas para volver a mirarlo en la cara.

Volteé a ver a mi amiga. Me sorprendió ver su expresión demacrada.

-¿Qué sucede?.

Charlotte me miró y suspiró con pesadez.

-Es Rufus. Ya sabe que estoy de vuelta.

No importaba cuántos romances haya tenido en Inglaterra o con


cuántos chicos hayan pasado por su cama, eso no bastaba para
borrar el pasado. Ahora lo que si no sabia es que si ese brillo en los
ojos se debía a Rufus o por Kolt. Antes le hubiera apostado todo a
Montaner, pero la verdad que con lo últimos sucesos las cosas
cambiaron radicalmente.

A pesar que Charlotte pudo confesarme que era lo que le impedía


volver, jamás entró en detalle de como funcionó su relación con
aquellos dos chicos. No quería hablar de ello, evitaba el tema hasta
el último.

De pronto me tense al darme cuenta de un detalle que se me había


pasado por desapercibido.

Si Rufus ya sabia de su llegada, no dudaba que Daniel también lo


supiera.

Levanté la mirada chocando con los ojos Roger a través del espejo.
Sentí un nudo en la garganta y sonará absurdo pero ese simple gesto
me hizo saber lo que mi mente suponía era cierto.

Involuntariamente llevé la mano a mi cuello sintiendo el material de


la cadena. La había tenido puesta todo el vuelo, no quería llegar muy
cansada y por alguna extraña razón la necesitaba para dormir en
paz. Además estaba el hecho que procuré ponérmela un momento
que estuviera sola para que Charlotte no la notará.

Me daba un poco de vergüenza que supiera todo el rollo de la


cadena. No quería sintiera lástima por mi y la conocía lo suficiente
que si se enteraba era capaz de mirarme con ojos lastimosos.

Miré por la ventanilla y el corazón me aceleró al reconocer el lugar.

Ya habíamos llegado.

Cruzamos la entrada en donde los guardias nos dejaron pasar sin


impedimentos. Si antes pensaba que estaba nerviosa, ahora le hacía
total juicio a la palabra.

El coche se detuvo afuera de la residencia McGregor y la esperanza


que pudiera llegar antes que Daniel para prepararme
psicológicamente se fue a la mierda al reconocer su coche
estacionado.

La mano de Charlotte apretó la mía. Supongo que ya habrá visto mi


expresión.

Salí del coche y me detuve ahí sin soltar la puerta. Pensé que pasaría
mucho tiempo que volvería a estar frente esta casa, el lugar donde
había pasado tanto buenos como malos momentos.

Estaba por entrar a un lugar que lucia igual que antes pero se sentía
diferente.

Hay muy pocas que tengo claras, son más las que no. Sin embargo
lo que sabia es que yo no era la misma y tenía claro que Daniel
tampoco lo era.

Tomé aire y toqué la puerta de la casa. Se podía escuchar algo de


música desde fuera.

Por un segundo el corazón se me detuvo ante la suposición de que él


pudiera abrir la puerta. Pero esa idea se borró al ver notar la
cabellera rubia de mi madre.
Me miró.

La miré sonriente.

- ¡Sorpresa!

Antes que pudiera procesarlo tenia a mi madre asfixiándome con su


abrazo. Tardé unos segundos en responderle pero cuando lo hice fue
que me di cuenta de la falta que me había hecho todo este tiempo.

-¿Por qué no me has dicho así te recogiera?- Reprochó sin


convección.

Vi como Emilio se acercaba por detrás de mi madre. Le guiñe un ojo.

-Emilio se encargó de todo.

Mi madre miró la persona que tenia a mis espaldas y soltó un chillido


de emoción.

-¡Es mi niña!.

Charlotte se colgó de mi madre como si su vida dependiera de ello.


En verdad empezaba a creer que era su alma gemela.

- Ya he venido para solucionar todos tus problemas- Se separó de


ella-. Y ni creas que me he olvidado que ignoraste mi plan para tu
fiesta de aniversario.

Dejé de prestarle atención cuando estuve frente al marido de mamá.


Seguía igual que hace un año y una vez podía comprobar de donde
había sacado Daniel lo atractivo.

-Me alegro de volver a verte.

-Estoy feliz de volver.- Le dije y supe que no mentía.

Empecé a recorrer con la mirada el salón. Pude reconocer a varias


personas, algunas amigas de mi madre y una parte de mi familia.
Estaba ansiosa por ver a la abuela, aunque una parte de mi quería
evitarla para no pasar por su interrogatorio.

No voy a mentir y la verdad es que estuve viendo más tiempo del que
era normal con la sola intención de verlo a él entre los presentes. Sin
embargo por más que lo buscaba no podía encontrarlo.

Un vacío me recorrió el cuerpo y por alguna razón me sentí


desilusionada de no verle.

A lo mejor si que me he equivocado al pensar que ya estaba aquí.

- Iré a cambiarme.-Le avisé a mi madre con un sabor amargo en la


boca.

Subí los peldaños de las escalera mientras llevaba conmigo mi


pequeña maleta. Las demás la subirían después, y debía reconocer
que fue buena idea tener un cambio listo con mis accesorios en un
solo lugar. Al llegar al final me detuve y me estiré. Doble mi cuello y
esté crujió.

El viaje fue agotador y me dolía todo el cuerpo. Pasar tantas horas en


un avión en verdad que me habían quitado la mitad de la energía.
Aunque quizás no estuviera así de dolorida de no ser por él niño del
asiento de atrás que se pasó pateando mi lugar y haciendo
berrinche.

La cabeza me dolía un poco pero no era nada una pastilla y una


ducha caliente no solucionará.

Abrí la puerta de mi habitación y vi que todo seguía igual desde la


última vez que estuve aquí. Me parecía extraño que con lo curiosa
que era mi madre no se hubiera puesto a fisgonear uno de los
álbumes que guardaba en el armario.

Tomé la foto que tenia en la luz y sonreí al verla. No importaba que


hubiese pasado, Alisha siempre seria una parte de mi importante.
Dejé la fotografía en donde estaba.

Volteé para subir la maleta a la cama y prepararme para bajar de


nuevo. Sin embargo no pude dar ni un paso porqué todo lo que había
querido lo tenia justo frente mis ojos.

Parecía una ilusión. Tenia miedo que fuera una, ya que muchas
veces lo había imaginado de una forma escalofriantemente real, pero
siempre terminaba despertándome para darme cuenta que todo era
una vil mentira y solo era un juego de su cerebro.
Sin embargo por más que pellizcos que me diera la imagen suya no
desapareció y fue ahí cuando mi corazón se descontroló.

Él estaba ahí frente mío de nuevo.

Eran sus ojos,

Su cabello,

Su rostro.

No había dudas, era Daniel McGregor quien estaba ante mis ojos.
Después un largo tiempo lo volvía a ver y sentí como mis piernas
temblaban como solo sabían hacerlo cuando lo tenia cerca mío.

Entonces fue en ese momento que me percaté de algo. La mirada de


él no estaba concentrado sobre mi, sino que en una parte específica
de mi cuerpo.

Bajé la vista y fue cuando lo entendí todo.

Un botón de mi camisa se había desprendido dejando a relucir que


aquel collar estaba en su cuello.

-Princesa.

Sentí como el aire se me atacaba en los pulmones.

No podía decir cuanto tiempo quise volver a escucharle llamarme


así, ni tampoco podía decir con certeza cuantas veces soñé que esto
pasaba.

Se había dejado la barba, pero fuera de eso no tenía nada diferente.


Sin embargo su aura, algo en él me decía que como lo suponía había
cambiado.

Seria extraño que no lo hiciera.

Y fu ahí donde después de mucho tiempo me sentí bien.

-Hola.

Mi voz había salido débil. Era más un murmullo.

-Te ves bien- Agregué queriendo que hablará conmigo.

Él me sonrió a penas y casi tuve un infarto al volver a ver ese gesto


tan pelicular en Daniel.

-¿Cómo has estado?.

Parecía ser una simple pregunta pero lo conocía lo suficiente como


para saber que iba con doble intenciones.

¿Cómo has estado desde que terminamos? ¿Acaso me extrañaste un


segundo?.

Pero hay cosas que no se puede decir tan pronto, verdad.

-Bien- Apreté los labios-. ¿Y tú?.

-Bien.

No supe que más decirle y me callé. Me sentí idiota al no saber que


más decirle y mucho menos como continuar. Era como si tuviera
miedo que si le decía lo que en verdad quería decir le incomodara.
Después de todo yo le he dejado y no sabía si esa correcto decirle
que lo eché de menos.

Nos quedamos ahí sin decir nada, sosteniéndonos las miradas. Nos
quería convencer que en realidad estábamos en un mismo lugar
juntos de nuevo.
Mi mano fue hacia al collar buscando en el un refugio de los
recuerdos que estaban destrozándome el alma.

-Pensé que te habías deshecho de el.- Susurró con su voz


enronquecida.

-No podría hacer eso- Entorne mis ojos en él-. Es importante para mí.

Daniel dio un paso hacia adelante y mi respiración se entrecorto


cuando vi que no fue simplemente un paso, sino que uno tras otro.
Su aroma llegó hasta mi haciéndome sentir como si el tiempo nunca
hubiese pasado.

Su mano rozó mi mejilla.

-Te he echado de menos.

Abrí mis labios dispuesta a decirle que yo también, sin embargo las
palabras quedaron atropelladas en mi boca cuando escuche el
carraspeó de alguien.

Emilio estaba en el marco de mi puerta.

Daniel dio un paso hacia atrás y eso me volvió loca. No quería que se
aleje de nuevo.

- Tú madre quería subir pero supuse que ambos estaban aquí- Dijo en
tono duro-. No tarden demasiado porqué Charlotte ya ha bajado.

Lo vi desaparecer y no supe si tenerle cariño por cubrirnos las


espaldas o detectarlo por romper el momento que estaba teniendo
con Daniel.

-Dejaré que te alistes.

Se volteó y algo se avivó dentro de mi.

-También te eché de menos.

Sus pasos se detuvieron. La espalda la tenia tensa y podía jurar que


se estaba controlando para no volverse hacía a mi.

No volteó ni dijo nada, se fue.

Me senté sobre la cama y apoyé mis manos sobre la cabeza.

Mis piernas no han dejado de temblar ni un segundo.

(...)

Después de una ducha larga que ni la sentí pasar por estar perdida
recordando lo que había pasado hace tan solo unos segundos, me
arreglé sin molestarme en el tiempo que tardase. Necesitaba estar
en mis cincos sentidos antes de bajar a enfrentar de nuevo mi vida
pasada.

Me pinté los labios de un color rojo y me puse un poco de rímel. Por


lo menos así disimular la expresión de enferma que traía.

Oculté la cadena bajo mi vestido.

Conté hasta diez y salí de la habitación.


Mis tacones resonaban en la madera de las escaleras mientras
decencia. Podía sentir las miradas de algunos sobre mi pero no me
molesté en presentarles atención.

Mis ojos captaron su figura y tuve ganas de volver arriba al verla.

-¡Cariño!.

Sonreí tensa y terminé de bajar.

-Abuela.

Me dio un abrazo rápido y golpeó mi mejilla levemente.


-No seas tonta, querida. Por hoy te has salvado de mi así que quita
esa expresión de tu rostro- Dijo y eso bastó para que dejara caer la
presión que ejercía sobre mis hombros-. Pero mañana no te salvas
de mi.

Volqué los ojos.

- Deberías ser más distraída, como mi madre.

Eso haría las cosas mucho más fáciles.

-Para tu desgracia me gusta observar todo- Exclamó-. Por cierto noté


que ese muchacho bajo de tu habitación, se habrá perdido, ¿No?.

Estaba clara la ironía en su voz.

Empecé a titubear y mi abuela se río de mi. Para mí buena suerte


después de decirme eso se alejó sin detener su risa.

De ella había sacado lo descarada.

Me entretuve un buen rato hablando con mi madre de cómo me


había me estaba yendo en la universidad. Aunque no tenía
demasiado que decirle ya que la gran mayoría ella ya lo sabía.
Como acostumbraba a visitarme con frecuencia, prácticamente
estaba más enterada y emocionada por mi vida universitaria. Al final
después de un tiempo me alejé para que pudiera atender a sus otros
invitados.

Empecé a deambular por la casa. Se sentía raro sentirme sola en mi


propio hogar.

¿Donde estará la ingrata de mi mejor amiga a todo esto?.

Y la respuesta me llegó muy rápido.

Desde la posición en donde estaba parada podía verla hablar con


unas cuantas personas mientras traía en su mano una copa de vino.
Una sonrisa decoraba sus labios y como siempre estaba
impresionante.
Para Charlotte no hay evento chico.

Sin embargo a pesar de ser glamurosa a veces era muy distraída.


Porqué de no haber estado tan sumida en la conversación que
estaba teniendo de seguro hubiera notado que tenia dos pares de
ojos observándola de hace rato.

Rufus estaba como la última vez que lo había visto. Recuerdo que
cuando llegamos hizo reventar el móvil de Charlotte con llamadas y
mensajes. Siguió así por un tiempo hasta que comprendió que ella
no le respondería nada y terminó por dejarlo estar.

Estaba al lado de una chica que conocía bien; April Chopra.

Que pequeño es el mundo, eh.

Por otra parte Kolt a diferente de Montaner, si que estaba


cambiando. Mejor dicho se veía de la mierda. Tenia unas ojeras y
una expresión de no haber dormido lo suficiente después de una
resaca. Aunque eso no le restará punto a lo atractivo que era si que
dejaba en evidencia que algo le estaba pasando.

Una vez que confirme que Charlotte estaba bien me marché. Si de


por sí su regreso había sido difícil de conseguir, no quería que nada
la llevara a tomar un avión para volver a irse.

Me marché tranquila cuando vi que Junior se había acercado a ella.


A lo lejos chocamos mirada y con tan solo simplemente eso nos
comunicamos.
Él la cuidaría un rato para que no tengamos sorpresitas.

Me fui hasta la cocina y abrí la puerta del patio. Necesitaba


despejarme y si era honesta quería usar a mi mejor amiga para
entretenerme, pero me ha ganado por milésimas Reyes.
Cerré la puerta sin hacer demasiado ruido. No quería que nadie
interrumpiera mi momento a solas y en paz.

Caminé alrededor de la piscina. Siempre me había gustado lo bonito


de este lugar, sobre todo que era silencioso. Pero sin lugar a dudas
lo que más me agradaba era el mini jardín que tenia a unos cuantos
metros alejados de la casa.

Mi mano tocó los pétalos de los girasoles y arrugue mi nariz cuando


vi una abeja cerca de algunas flores.

Sin dudas podía decir que los tulipanes eran las flores más linda del
lugar. Me llevaban mucho la atención y no sabía por qué. Era como si
destacarán por sobre las demás.

- Creo que has irrumpido mi espacio.

Pegué un bote sobre el lugar y me voltee asustada. Me calmé al verlo


detrás mi con sus manos resguardadas en los bolsillos de mi traje.

-No hay muchas opciones en donde uno pueda estar en paz justo
ahora.- Le respondí.

- Nunca has sido fan de las fiestas.- No era una pregunta sino que
una afirmación.

Torcí mis labios al saber que era cierto.

- No creo que deba decirte algo de mi si me conoces como la palma


de tu mano.

Daniel me sonrió al ver que le tomaba el pelo.

- Te equivocas. Tienes mucho que contarme, princesa.

- Hay cosas que no cambian.- Dije refiriéndome a su afán de


llamarme por ese mote.

-Eso es lo bueno.

El silencio se instaló entre medio de nosotros. Él estaba observando


las flores y me permití observar su perfil. Si de frente era guapo no
podía explicar como se le veía de costado.

Mi estómago dio un vuelco al ver que de pronto sus ojos habían


captado que lo estaba mirando como una acosadora.

Un sentimiento extraño cruzo por mi pecho. ¿Y si había conocido


alguien más? Quizás solo estaba siendo amable conmigo en plan
amigos y yo solo estoy haciéndome ilusiones sobre lo que está
pasando entre nosotros.

Hay muy pocas veces en donde vuelvo a ser la misma antes. Como
esta, que no pude controlarme a preguntarle.

-¿Has conocido a alguien?.

La voz me había salido atropellada y ronca pero a fin de cuenta se


entendía lo que quería decir.

Una sonrisa medio amarga cruzó sus labios. Levantó sus cejas.

-He conocido a muchas personas.- Dijo vacilándome.

-No bromees conmigo.

-Tendrás que ser más precisa, princesa. No puedo entender a qué te


refieres.

Si será idiota.

¿Acaso no ve que estoy a dos pasos de desmayarme ?.

Si él quería que fuera honesta, bien. Mañana me arrepentiría de lo


que estaba haciendo ahora.

-¿Estás saliendo con alguien?.

Pasaron tan solo unos segundos que los sentí como si fueran
interminables horas. Supongo que estaba más ansiosa por querer
saber la respuesta y lo peor es que no estaba preparada para recibir
una respuesta afirmativa.

-No.
Hundí mis cejas.

-¿No?.

- No, Rachel.

No le diría el alivio que me quitaba de encima saber eso.

-¿Y tú?- Preguntó.

Negué.

Daniel aguardo paciente a lo que dijera con palabras. Parecía no


alcanzarle mi negativa con la cabeza.

-No salí con nadie.

Él volteó y se me acercó erizándome cada vello del cuerpo.

-¿Me perdonaste?.

-Desde que salí de tu oficina lo he hecho.

Daniel McGregor:

Horas antes del encuentro...

Blake hizo una mueca cuando presioné el algodón con el antiséptico


en su labio.

No había dicho palabra desde que llegó.


Era increíble como logro cambiar su expresión de miedo y temor a una
seria y dura. Su silencio parecía mortal.

Rufus se había marchado luego que se lo pidiera. Aunque sabía que


estaba demasiado curioso por la mujer que tenía en mi oficina justo en
este momento.
-¿Quieres que llamé a alguien?.

-No.

Era la primera palabra que soltaba desde que entró atemorizada


diciendo que necesitaba esconderse. Algo le estaba pasando, lo poco
que la conocía me bastaba para saber que ella no es de la que sienten
miedo sino es de las que los infunden.

Me eché hacia atrás y la observé.

-¿Qué te ha pasado?.

Blake me sostuvo la mirada de una forma gélida y fría.

- Varias cosas- Su tono era sarcástico-. Pero ninguna de ellas es de tu


incumbencia.

-Lo es- Dije para su sorpresa y la mía-. ¿Cómo pretendes que ignoré
esto cuando a penas puedes caminar por el dolor?.

-No me digas que ahora eres un moralista- Soltó con desdén-. Si lo que
te preocupa es mi imagen ante la empresa, te aseguro que nadie me
ha visto así. No tendrás problemas conmigo.

Solté un suspiro pesado y me alejé de ella. Era sorprendente como una


mujer que tiene una mente tan brillante puede decir cosas tan
estúpidas. No se con quién se relacionaba o si nunca había conocido
personas empáticas, era tremendamente absurdo que pensará que lo
más importante era el negocio cuando a penas podía moverse sin
quejarse.

- Alguien te golpea- No era una pregunta, sino una afirmación.

-¿No puedes dejarlo estar?- Bramó apretando su mandíbula.

-¿En que estás metida?- Le exigí en tono amenazante-. Como no me


digas ahora te juro que me tomará dos segundos hablarle a tú padre.
Espere paciente a que dijera algo pero si frío silencio me hizo saber
que no abriría la boca. La miré a los ojos esperando ver alguna
vacilación en sus ojos, sin embargo otra vez no había ni un indicio que
fuera a contarme como terminó en ese estado.

Blake pensaba que mi amenazas perderían su credibilidad solo porqué


estaba lastimada. Pues no podría estar más equivocada.

Saqué el móvil de mi pantalón y lo llevé a mi oreja ante su atenta


mirada.

-Darinka, quiero que me comuniques con el Señor Pri...- La llamada se


colgó.

Levanté mis cejas al ver como me había agarrado el teléfono con


violencia. No tenia descaro alguno.

-No puedes meterte en mis asientos- Reclamó entre dientes.

Solté el botón de mi saco y eché hacia atrás. Desde donde estaba


podía verla a la perfección y era bastante evidente que estaba deseosa
de enterrar mi cabeza tres metros bajo tierra.

-Claro que puedo y lo seguiré haciendo hasta que decidas decirme de


una vez que te sucedió.

Esta vez pareció ser que mi amenace si le causo algún efecto porqué
estaba considerándolo, eso se veía en el repentino cambio de
expresión.

Apretó sus labios y cuando me miró supe que había ganado.

- Supongo que sabrás que tengo un hermano que puede ser


considerado como la oveja negra de la familia.

Por supuesto que lo sabía.

-Bruno Price.

Blake asintió.
- Catriel Price no es un hombre que da cariño y tampoco un padre
devoto, los negocios están primero que la familia- Recitó ella como si
fuera un lema-. Me ha costado más de lo que crees llegar a donde
estoy y por la única la razón que me mantengo aquí es por mi
hermano.

Hundí las cejas al no entender a qué se refería exactamente.

¿Qué relación había entre su trabajo y su hermano?.

- Mi padre confía en mí porqué le traje éxito a sus compañía y elevé el


apellido Price a un nivel que de seguro no podrías creer que una niñata
podría hacerlo en ese entonces. Sin embargo, a pesar de ser su
orgullo, está no es la vida que quería para mí.

Había un tono de melancolía en su voz. Por segunda vez la veía bajar


la guardia y mostrarse como una chica simple y sencilla, una chica que
no le importa el dinero y se atreve a comer en lugares en donde la
comida tiene más grasa que él que la come.

- Yo nadaba, era muy buena y por eso conseguí una beca. Recuerdo
que mi entrenador me decía que llegaría lejos- Se calló y dejó caer sus
hombros-. Pero mi sueño era una ilusión porqué yo nací para ser parte
de los Price.

Escucharla hablar de ese modo me hizo compararnos y una vez más


entendí que mi padre no era tan malo como solía creerlo. Sin embargo
todavía no olvidaba como había terminado por convencerme en tomar
el mando de las empresas a tan cortada edad.

Hasta el día de hoy me pregunto ¿Qué hubiera sido de mi si en vez de


elegir las empresas elegía el fútbol americano?.

El recuerdo del viejo Thom -Mi entrenador- llegó a mi mente. Hace


años que no lo veía y no porqué no quisiera volver a verle, sino que no
quería que me mirará como lo hizo la última vez que dije que ya no
jugaría más. Supongo que ese día lo decepcioné más que nunca.

- Después que mi sueño se esfumará estaba listo para marcharme y


alejarme de toda mi familia de una vez por todas, pero algo me detuvo-
Apretó su mandíbula-. Bruno siempre fue rebelde, un chico que puede
llegar a los extremos para mantener su apariencia. Sin embargo él es
débil y la forma en la que quisieron que no lo fuera lo volvió aún más
temeroso. Él tiene problemas y yo no puedo abandonarlo- Mantuvo la
mirada en el suelo-. Es mi hermano, desde que éramos pequeños fue
mi favorito. Soy la única que tiene sus condiciones y no puedo dejar
que lo lastimen.

Supuse que no era un buen momento para preguntarle por qué quería
alejarse de su familia. Tampoco es como si Blake me lo diría así de por
si, sabia que no me tenia ese tipo de confianza al igual que yo no lo
tenía con ella.

- Por condiciones, ¿Te refieres a su problema con las drogas?.

Como esperaba Blake no se sorprendió ante mis palabras. Se podría


decir que la mayoría del gran Bruno Price, era noticia constantemente
por el modo de vida que lleva, y estoy seguro que más de una revista
ha sacado una foto suya bajó los efectos de ciertas sustancias.

- Que mi hermano sea un adicto es tan solo uno de sus problemas, sin
embargo en esta ocasión es responsable que tenga el rostro así- Se
mordió el labio y vi como apretaba con su fuerza sus manos-. Bruno le
debía dinero a un hombre cuyo nombre no se y ni quiero saber, pero
tampoco me cuesta imaginar de qué trabaja. Sus matones han ido a
nuestro departamento y he terminado llevándome un buen par de
golpes antes de pagar su deuda.

Eso explicaba porqué no quería que metiera a su padre en medio. Ella


se mostraba bastante decidida a defender a Bruno Price, y estaba
claro que lo importaba terminar en una cama de un hospital por tan
solo protegerlo.

-¿Por qué no los ha denunciado?- Dije manteniendo la compostura.


Tenía el impulso de gritarle y al mismo tiempo querer ayudarla.

Blake sonrió amarga.

-Ese tipo de gente no se denuncia porqué antes de que ellos estén


encerrados estoy yo tirada en un basurero con un tiró entre medio de
las cejas.

-¿Y que vas a hacer ahora?.

-¿No crees que ya te he contado lo suficiente? Lo que pase ahora no es


tu incumbencia, es asunto que solo le corresponde saber a mi familia.

Estaba actuando como una niñata inmadura. No era para nada


agradecida y eso se debía a que su orgullo no la dejaba ver nada más
que no fuera si misma.

Ni siquiera sabía por qué dejaba que sus palabras arisca me causaran
tanto malestar. Ella no era nadie y así debería seguir siendo.

-Tienes razón. No debí meterme así que para la próxima espero que
puedas irte a otro lado a que te curen las heridas, no queremos que
ande metiendo mi nariz en tus asuntos.

Me volteé y fui consciente que tenia que la espalda tensa. Ese golpe de
enojo que traía ahora me había hecho olvidar los nervios que estaba
sintiendo al saber que volvería a ver de nuevo a la única mujer que me
importaba.

-Si me disculpas, tengo una cena que no puedo faltar.

(...)

Solo una vez.

Se dice que solo una vez nos llegamos a enamorar, pero enamorarse
de verdad.
Sin embargo encontrar tal persona es tan difícil que vaciar el océano
resulta una tarea más fácil a su comparación.

Mi abuelo solía decirme que cuando estas enamorado es como si


vivieras bajo un hechizo. Puedes llorar, reír, y emocionarte por tan solo
una persona.

También escuché por ahí que tendemos a confundir el amor. Quizás la


persona que hoy consideramos que es esa persona realmente no lo es,
aunque en ese momento todo te indicará que así es.

¿Lo que yo creo?.

Fácil.

Amar solo una vez de verdad significaría que somos las personas más
conformistas y egoístas. ¿Cómo sabremos que es lo que queremos si
no tenemos experiencias?.

Es algo absurdo decir que hay tan sola una persona que nos puede
hacer sentir de verdad. Si eso fuera verdaderamente cierto sería triste
pensar que si algo le ocurre a alguno de los dos, el otro viviría en su
recuerdo.

Podemos enamorarnos, un millón y una vez. Quizás hasta nos


superemos el límite y eso no está mal. Si hay algo que debamos saber
a hacer es no a aferrarnos a una sola persona, por más que nos cueste
dejarla ir.

Creo que el actor de amor más grande es cuando lo tienes con uno
mismo. Cuando decides avanzar, dejar de sufrir, poner de ti hasta lo
último para mejorarte. Supongo que hasta que no llega ese momento
en donde nos ponemos primero como prioridad no llegamos a
entender que es el amor.

Y yo no entiendo que es el amor.

He visto de frente como la persona que amaba lo hacía y me sentí


orgulloso por ella. Sin embargo con el tiempo descubrí que sentía
envidia porqué Rachel si había podido poner primero su bienestar en
vez de nuestra relación.

Verla de nuevo me hizo considerar si que lo que estaba haciendo


realmente le haría bien o simplemente retrocedería.

Pero a pesar de mis dudas e inseguridades. A pesar que cuestionaba


cada segundo que estaba en un mismo lugar que ella, no me arrepentí.
Porqué sabia que tenía solo una vez para volver a sentirme de nuevo
como antes.

El peso de las palabras acaban y destruyen un alma, supe que eso era
cierto cuando la escuche decir que no podíamos seguir juntos.

El peso de las palabras pueden ayudarte a surgir de nuevo, lo


comprobé ahora que se que no me odia, que no tiene resentimientos o
arrepentimiento por nuestra historia juntos.

-¿Me has perdonado?.

Lo había dicho con el corazón de la mano, o bueno, lo que quedaba de


el.

-Desde que salí de tu oficina.

Escucharla decir que me había perdonado era lo que todo este tiempo
había necesitado oír. Me hacia sentir mejor conmigo mismo y por un
breve momento me hizo creer que quizás no era tan culpable como
realmente lo era.

- Perdón si te hice creer lo contrario.


Ahora entiendo que nunca recibiste una llamada o un mensaje en
donde dijera lo que en verdad pienso de ti- Sonrió melancólica-. Debí
hacerlo y no lo hice. Te dejé creer todo es tiempo que eras un mal
hombre cuando no es así.

-¿Por qué piensas que las cosas son de ese modo?.

No la había mirado porqué de pronto el pecho se me había encogido


de una forma dolorosa.
Esto quería evitar.

No se en que momento fallé al hablar o al mostrarme pero lo que


menos quería es que se culpará a sí misma por ser infeliz.

-¿Sonará arrogante si digo que te conozco demasiado bien?.

-Nunca te ha importado serlo, princesa.

Rachel río suavemente y no mentiré al decir cuanto había extrañado


escuchar ese sonido.

Soltó un suspiró pesado y se puso frente mío. Su nariz estaba roja al


igual que sus mejillas.

- Antes no pude decírtelo pero me hiciste muy feliz y por el simple


hecho que lo diste todo para lograr eso es que lo que te vuelve una
buena persona- Su mano estuvo a punto de tocar mi rostro pero se
detuvo-. No quiero que seas infeliz, debes superar tu pasado.

Desvié la mirada sintiéndome expuso por sus ojos verdes. Dentro mío
todo era un desorden y mi mente se había desconectado.

Pasé la lengua por mis labios y la confronté.

-¿También debo superarte?.

Se quedó helada ante mis palabras. La vi temblar y ponerse nerviosa.


Su expresión no era la misma que hace unos segundos y eso terminó
por evidenciar cuanto le había afectado mi pregunta.

Di un paso hacia adelante decidido.

- ¿Tengo otra oportunidad contigo o debo superarte?.

La vi cerrar sus ojos para luego volver a abrirlos. Pestañeó varias


veces y se echó hacia atrás volviendo a poner distancia entre ambos.

-No soy la misma chica que te enamoraste. Esa chica actuaba así por
ser victima de abuso sexual- Dijo después de unos segundos-. ¿Qué
pasa si lo que te gustaba de mi no es lo que soy ahora?.

-¿Crees de verdad que eso puede suceder?- Cuestione con


brusquedad-. ¿Eso es lo que te causa indecisión?.

- Si lo decís de ese modo parece estúpido.

-Porqué lo es. Si tan solo que lo pienses es algo absurdo, imagínate


que lo digas y mucho peor que me lo digas- Brame enojado más
conmigo mismo que con ella-. ¿Tan insegura te echó sentir para que
puedas considerar que hay algo de ti que no me gusta?.

Rachel se calló y no por la falta de palabras sino por la actitud que


tenia ahora mismo.

-Respóndeme- Exigí.

-Daniel...-

Tomé su mano y la puse en mi pecho. Mi corazón se movió aún más al


sentir el calor de su cálida mano sobre mi piel.

- Tan solo tú puede lograr esto. Tengo el corazón saltando desde que
te vi bajar del coche- Confesé-. Me tuve que ir al despacho de mi padre
para poder calmarme porqué sino terminaría emboscándote.

Apreté su mano y sonreí irónico.

-Supongo que no logré hacerlo- Dije al recordar de la forma tan brusca


en la que me presenté en su habitación-. ¿Sabes cuántas veces he
querido volver a verte? ¿Sabes lo que era vivir pensando que había
alguien más en tu vida y yo no podía hacer nada?.

Mi mandíbula tembló ante esa idea.

- Pensaba que volver a verte sería más fácil si no lograba nada por cual
luchar pero ver mi collar, nuestro collar cambió mi perspectiva.

Tomé su mentón así dejara de ver al suelo y me mirará.


-Así que dime ¿Cómo después de todo lo que te he dicho puedes
pensar eso?.

Los minutos que ella guardó silencio fueron eternos. Más aún cuando
estaba de por medio que tan sola una palabra podría darme
esperanzas así como podría apagarlas nuevamente.

-No.

Mi respiración se cortó.

- La respuesta es no, Daniel- Dijo sin expresión. Unos segundos


después sonrió-. Nunca me has hecho sentir insegura a tu lado.

La atropellé con la mirada. Casi me había dado un paro por un escena.

- ¿Por qué quieres una oportunidad conmigo?.

-Porqué soy una persona conformista y egoísta.

-¿Y eso es bueno?- Dudo ella.

- Depende de la perspectiva, princesa.

Rachel entornó sus ojos en mi.

-¿Estás dispuesto a empezar de nuevo?.

-Si tengo que desconocerte para encontrarte ten por seguro que lo
haré.

Rachel Mac Millán:

-Tienes la sonrisa- Me dijo Charlotte analizándome.


Junior me miró y asintió.

-Ella tiene la sonrisa- Concordó.

Voltee a verlo con el labial en las manos.

-¿Saben que puedo oírlos?- Levanté una ceja.

La pelirroja inclinó su cabeza y su entrecejo de hundió.

-Los ojos le brillan.

Junior imitó la postura de Charlotte y asintió una vez más.

-Definitivamente los ojos le brillan.

Sin poder aguantarme más me reí y lo peor es que lo mostré una


esplendorosa sonrisa. Desde que le había comentado lo de Daniel
estos dos estuvieron sobre mi como cuervos queriendo saber todo,
por un momento olvidé los adictos a los chismes que eran.

Junior se levantó de mi cama con la mirada puesta en el móvil.

- Me gustaría quedarme para seguir - Dijo mirándome-, pero tengo


reunión con él organizador de bodas.

Chasquee la lengua.

-Cierto- Voltee a ver a mi mejor amiga-.No lo olvides.

Ella me miró unos segundos sin entender a lo que me refería pero


luego de un instante sonrió malevola y disimuló.

- ¿Cómo se podría olvidarme?- dijo echando su cabello hacía atrás.

Mi mejor nos miró confundido.

-¿Qué pasa?.

-Oh nada- Dije volteándome mientras continuaba maquillándome-.


Solo estábamos recordando que Ryan nos pidió fugarse la boda.

-El pobre no está listo para aguantarte por el resto de sus días-
Charlotte hizo un puchero.

Él nos miró con desprecio y torció sus labios indignado. Era tan fácil
molestarlo y más cuando se trataba de su novio, literalmente Ryan era
su punto débil.

-Sois realmente unas zorras.

Le guiñe un ojo.

-Lo sé, cariño.

Junior volteó sus ojos pero una sonrisa adornada en las comisuras de
sus labios. Caminó hasta la puerta y nos miró por encima de su
hombro.

-Las veo luego- Estiró los costados de su boca-. Por cierto, les dejé un
regalo.

Hundí mis cejas.

-¿Regalo?- Le preguntó Charlotte sacándome las palabras de la boca.

Junior abrió la puerta y se ajustó la chaqueta de su traje.

-Entren al internet.

Se marchó dejando un silencio en la habitación. Ambas nos habíamos


quedado estupefactas en nuestro lugar, Charlotte en la cama y yo con
el labial a punto de tocar de mis labios.

Volteé lentamente conectando mi mirada con la de mi mejor amiga.

-¿Él...?

-Mierda.
Charlotte tomó mi portátil y yo me apresuré a ponerme a su lado. Los
segundos que tardó en encenderse el ordenador aparecieron eternos.
Apretó las teclas de la computadora y entró a su red social.

-¿Pero que...

La página estaba a punto de reventar. Las notificaciones no paraban


de llegarle y eso solo pasaba cuando era parte de algo muy
importante.

Y entonces leí una de las publicaciones en donde nos mencionaban;

"Charlotte Cowell y Rachel Mac Millán las nuevas debutantes de las


pasarelas"

-¿Qué?- Susurré y continué leyendo.

《"A todo el mundo le causó gran conmoción cuando él reconoció


Junior Reyes, la persona más influyente del arte, dio a conocer que las
célebres chicas de Manhattan participarían como las modelos
principales de la nueva colección de Juliette Roberts. "》

No.

No.

¡No!.

-No es tan malo- Dijo Charlotte. Volteo mi cabeza con severidad y la


escrutó con la mirada-. ¿Qué?.

-¡¿No es tan malo?!

Para ella fácil decirlo ya que ha sido participe de varias pasarelas y


además que tenia muchas ofertas para participar de ellas. Sin
embargo luego estaba yo, quien no tenia ni las más remota idea de
cómo debía caminar, sumándole el hecho que mi plan inicia era "no
llamar la atención" ¡Y es justamente lo que estoy haciendo!.
Le quité el ordenador y mis ojos se movieron por la pantalla. De pronto
solté una risa al leer la continuación de la nota.

-¿De que te ríes?.

-Velo por ti misma- Le dije con un buen humor de repente.

《"Y no solo el hecho de verlas debutar es la única primicia, sino que


también el famoso artista dio a conocer que Charlotte Cowell hará una
presentación especial en la inauguración de nueva galería."》

¿Será que volveremos escucharla cantar después de años?.

-Voy a cantar- Dijo paralizada.

-Vas a cantar- Confirme.

-¡¿Voy a cantar?!- Chilló a punto del colapso-. No, no, no- Tiró de su
cabello-.
¡Voy a matarlo!.

-No es tan malo- Dije repitiendo sus antiguas palabras.

Charlotte frunció su nariz.

-Que graciosa.

Junior realmente la había encerrado en su trampa. Para la pelirroja


cantar era tabú después de haber fallado en una nota cuando tenía
dieciséis. Recuerdo claro ese momento, Charlotte se había ofrecido en
ser el acto principal en unas de las galas benéficas que su familia.

Quizás eso no sonaba algo grave o traumático. Sin embargo había


algo que no se debía pasar por alto y esta ella no es una chica
cualquiera. Su falló fue viralizado en cuestión de minutos y las críticas
cayeron. En ese entonces no tenia la misma popularidad que hoy pero
ese acto bastó para que todos pusieran un ojo sobre ella.

No obstante faltaba el motivo del verdadero hecho del por qué falló.
Como una vez mencione los problemas tienen nombre y apellido y el
de Charlotte era Rufus Montaner.

No se que pasó exactamente esa noche pero en lo único que tenia


certeza es que toda esa velada me la pasé consolándola y podía
asegurar que ella no lloraba por haber fallado sino que había otro
motivo que yo misma desconocía. Y ahora que estaba al tanto que
esos dos tenían una extraña relación de hace tiempo, tenia la gran
sospecha que Montaner tuvo mucho que ver.

-¿Quieres hablar?- Le dije.

Ella se levantó de la cama y agarró su bolso mientras sacaba su móvil.

-Realmente no- Dijo sin dejar de teclear su teléfono.

-¿Qué haces?- Me acerque a ver que la tenia tan entretenida.

Bajó su móvil y sonrió con egocentrismo. No parecía seguir afectada y


conocía bastante bien ese brillo en sus ojos. Ella tenía un plan.

-Preparar todo para mi show.

Espera ¿Qué?.

- ¿De qué me estoy perdiendo?- Dije incrédula-. Hace unos segundos la


idea de cantar te causaba horror.

-Cambie de opinión.

Charlotte me tiró un beso y se fue mientras hablaba por el móvil. Me


dejó atrás con un millón de interrogantes, aunque si lo pensaba bien
era mejor no saber nada de lo que se traía entre manos, prefiero
sorprenderme.

Me terminé de arreglar y me puse una chaqueta antes de salir de la


casa. Mamá había salido muy temprano al taller para fijar los últimos
detalles de su colección y Emilio creo que se fue a jugar golf con uno
de sus socios.
El viaje a la empresa McGregor me pareció tan corto ya que disfruté
viendo de nuevo las calles que antes ni le prestaba atención. Supongo
que uno no se da cuenta de estas cosas hasta que ya nos las ve.
Sonaba absurdo, si, pero cierta tranquilidad se instaló en mi pecho por
solo recordar que estuve en varias de las tiendas que pasaba, las
discotecas que solía ir con mis amigas de preparatoria, los paseos con
Charlotte. Esto era lo que tenia Manhattan que no lo tenia Inglaterra ;
mis recuerdos.

Después de que mi encuentro con Daniel no lo volví a ver. Fue


exactamente hace dos días y puede sonar vergonzoso pero en un
arranque en Inglaterra había eliminado su número por lo que mi idea
de mandarle un mensaje quedó descartada. Por otro lado estaba
segura que él no le enviaría nada primero por temor a que me eché
hacia atrás.

La idea de pedirle su número a Charlotte quedó descartada luego que


considerará el hecho que con esa información ella podía tirar de un
hilo y descubrir que he tenido más de un episodio en donde he llorado
por tener que terminar con Daniel.

Al final tuve la idea de yo misma volver a verlo en su oficina. De algún


modo quería crear un nuevo recuerdo ya que el ultimo que teníamos
en ese lugar no había sido nada de agradable.

Entré al edificio y lo primero diferente que noté es que la recepcionista


que estaba antes ya no estaba sino que fue reemplaza por otra. Si me
dejaba llevar por nuestro primer encuentro hace un año podía decir
que esa mujer no hacía su trabajo como era acorde.

Subí al ascensor y una extraña sensación me cruzó por el pecho. No


se si eran nervios por como reaccionaría al verme o temor de que haya
cambiado de parecer.

Las puertas se abrieron en el último piso. Salí del ascensor y sus ojos
conectaron con los míos, mostraba un brillo de sorpresa y me sonrió
abiertamente.

-Señorita Mac Millán.


- Es bueno volver a verte, Darinka.

Era tan gracioso ver como nuestra relación había evolucionado.


Todavía podía recordar esa vez que pisé este lugar por segunda vez y
la hice sonrojar con mi "agradable" forma de expresarme.

Con el tiempo me convencí que mis celos hacia ella eran irracional. De
algún modo Darinka era importante para Daniel, era su amiga aunque
ella mantuviera ese afán de hablarle con respeto por ser su jefe. Ella
me agradaba y no solo porqué se que cuidó del hombre que amo en mi
ausencia sino porqué realmente es una buena mujer.

-¿Está Daniel?- Le dije dándole una mirada a su oficina.

-Si pero...

-Entraré- Dije interrumpiéndola.

Ignorando el hecho de que ella quería agregar algo más caminé hasta
la puerta. No iba a tocar, quería el factor sorpresa. Giré el pomo y abrí.

Lo miré a él. Luego miré a la chica que estaba a su lado. Los miré a
ambos.

Daniel estaba sentado con papeles sobre su escritorio. Esa escena ya


la vi antes, sin embargo algo había cambiado y eso era que ahora tenia
una mujer a su lado. Quizás era cosa mía pero estaban muy cerca para
revisar unos papeles, sus sillas estaban pegadas y fue extraño verlo
sonreír mientras hablaban.

Apreté los labios y tuve la intención de cerrar la puerta. No obstante él


ya había dado cuenta de mi presencia.

-Rachel.

Mierda.

-Creo que debí avisarte antes de venir- Exclamé sintiéndome incómoda


por la mirada de esa mujer sobre mi-. Yo volveré más tarde, cuando no
estés ocupado.
No lo dejé que contestara y cerré la puerta. Me apresuré a subirme al
ascensor y presioné varias veces el botón del lobby, como si eso
hiciera que las puertas se cerraran las puertas más rápido.

Lo último que vi fue a Darinka mirarme algo desconcertada.


Solté un suspiro cuando vi que estaba descendiendo y apoyé mi
espalda sobre una de las paredes de metal. Llevé mi mano hasta mi
cabello.

¿Qué había sido eso?.

Mejor dicho ¿Por qué actuaba así?.

Mi yo de antes no haría esto, es más, hubiera entrado con total


galantería mostrándose confiable e incansable. Sabría manejar la
situación y ahora me avergonzaba saber que perdí ese toque que tanto
me hacía destacar. A esto mismo me refería cuando dije que había
cambiado y no era la misma de antes. Mi actitud no era igual, no era la
misma.

¿Donde quedó mi confianza?.

Debería plantearle esté tema a mi psicóloga. Lo bueno de estar en mi


ciudad es que podía volver por el tiempo que me quedase con mi
antigua psicóloga. Le tenia un cariño especial a Giselle por ser la
primera en lograr que me abriera, aunque de todos modos debería
platicarle esto a Meredith, la psicóloga a cargo del grupo de ayuda en
Inglaterra.

Mi teléfono sonó y justo en ese momento las puertas se abrieron. Salí


del ascensor dejando entrar a dos hombres y una mujer.

Saqué el móvil de mi bolso y lo llevé a mi oreja.

-¿Hola?.

- ¿Así que además de ser escalofriantemente millonaria ahora serás


modelo?- Río-. Eres una caja de sorpresa, Barbie.
Sonreí abiertamente.

-Jeremy.

- ¿Cómo es eso que te has ido y no te despediste de tu amigo?- Dijo


usando un tono indignado-. Aunque puedo perdonarlo si me conseguís
dos entradas para el desfile de tu mamá.

-Debería pensármelo.

- Y no te lo pido porqué no tenga regalo para el cumpleaños de


Cassidy- Agregó.

Solté una carcajada y asentí a pesar de que no podía verme.

- Esta bien. Te daré dos asientos- Le dije sabiendo que de todos se lo


daría-. Solo porqué tú hermana me cae bien.

-Auch- Dijo indignado-. Y yo que pensaba que éramos amigos.

-Tú quieres mi dinero- Le refute divertida.

-De ninguna manera, preciosa. Yo solo te pedí el número de Robert


Downey Junior.

Volqué los ojos al escucharlo.

- Eres increíble.

-Lo sé- Dijo egocéntrico-. Me lo dicen demasiado.

Negué sonriente.

- Te enviaré las entradas por correo. Será bueno tenerlos en


Manhattan.

- Ya di de una vez que me extrañas.

-Adiós, Jeremy.
-Adiós, Barbie.

Colgué el teléfono con una sonrisa. Ese chico le ponía de humor, tenia
una capacidad para hacerte reír a carcajadas y eso me agradaba.

-¿Jeremy?.

Di un sobresalto en mi lugar, por poco se me cae el móvil de las


manos. Volteé a verlo con el entrecejo fruncido. Sin embargo me es
imposible mostrarme enojada por su susto cuando estaba
sonriéndome de esa manera.

-¿Estabas escuchando mi conversación?.

Daniel dio un paso hacia adelante.

-Si.

Pero será idiota, ni siquiera lo niega.

Crucé mis brazos y levanté una ceja desafiante.

-¿No te enseñaron que escuchar conversaciones ajenas es de mala


educación?.

-¿No te enseñaron que debes tocar antes de entrar?- Refutó él.

-Era la costumbre- Dije en mi defensa-. Además me he marchado


cuando vi que estabas ocupado.

- Yo no te pedí que te marcharas- Exclamó en un tono serio.

Tragué saliva sintiéndome confundida conmigo misma y aún más con


él. Hace unos segundos era yo la enojada y ahora Daniel cambió los
roles entre los dos.

-No quise molestar, estabas ocupado.

Él levantó sus cejas.


- Tú eres mi única ocupación.

Bien. Admitiré lo mucho que me agradó escuchar eso.

Su mano tiró de la mía y luego la apoyó en la parte baja de mi espalda.


Ahora que estábamos cerca podía verle a la perfección sus facciones
marcadas que tanto me gustaban, en especial la curva de su barbilla.

-¿Por que no me has buscado?- Le pregunté en voz baja.

-No quería presionarte. Estaba esperando tu mensaje.

Un rubor apareció en mis mejillas.

-Si-i creo que el móvil me esta fallando porqué no tengo tu número-


Dije con la boca pequeña y reduciendo la voz.

Daniel me sonrió divertido.

-¿No tienes mi número?.

-¿Es extraño que no lo tenga?.

Él río suavemente.

-Seria extraño que lo siguieras teniendo después de todo lo que ha


pasado.

Su actitud comprensiva no me ayuda en nada, sino que me hacia sentir


culpable por haberlo borrado de mi agenda de contactos.

-¿Quieres ir a cenar?- Le dije separándome un poco.

- ¿Me estás invitando a salir?- Exclamó y fingió pensárselo-. Supongo


que aceptaré.

-Podemos ir...

-Solo si me respondes algo- Dijo interrumpiéndome.


Hundí las cejas sin saber que podía salir de su boca.

-¿Quién es Jeremy?.

Apreté los labios para no reírme de su cambio de expresión. Hace un


instante sonreía y ahora estaba realmente serio.

-Un amigo.

-¿Un amigo?- Me examinó-. Yo puedo entender si en este tiempo tú...

-Es solo mi amigo- Le aseguré. Me acerqué y mis manos se apoyaron


en su pecho-. No he podido estar con nadie más.

La presión en sus hombros disminuyó y se notó bastante como paso


de estar tenso a relajado.

Su mano corrió un mechón de cabello y lo puso detrás de mí oreja.

- ¿Te he dicho ya lo guapa que estás?.

Las piernas me temblaron. Era sorprendente como todo mi organismo


reaccionaba de una forma explosiva con tan solo unas palabras de su
boca.

-Vamos a cenar, princesa.


.
Daniel McGregor:

Ambos nos sentamos en cada extremo de la mesa y Rachel fue la


primera en tomar la carta para revisarla.

Me quedé mirándola sin creer que la tenia justo frente mío después de
tanto, después de habernos roto el corazón ella estaba de nuevo y la
forma en la que la veía era tan natural, como si realmente el tiempo y
el destino nunca nos hubieran jugado en contra.

Cada gesto suyo me envolvía, me dejaba poco cuerdo. Quizás ella no


lo notará pero con solo verla leyendo sentí que todo en este mundo
estaba jodidamente bien.

Verla así, actuando con normalidad me hacía recordar esos momentos


en donde las cosas entre nosotros iban más que bien. Ahora tenia una
oportunidad y sabia que tanto ella como yo queríamos que saliera
bien, porqué estaba más que seguro que no podría soportar perderla
una vez más.

Ella levantó sus ojos y joder, una vez más podía decir que el color
verde era mi favorito.

Me sonrió y no tenía idea de lo que eso causaba en mi.

-¿Qué?.

-Me gusta observarte.

Bajó la carta apoyándola en la mesa.

- ¿Observarme?- Dijo atrapando su labio inferior con sus dientes-.


Bueno, eso es algo que puedo creértelo ya que siempre has estado
acosándome.

Levanté mis cejas incrédulo.

-¿Acosarte?.
-Desde siempre- Dijo.

Me lo pensé unos segundos.

- Es cierto- Vi la sorpresa en su expresión. No se esperaba que lo


reconociera-. Supongo que no puedo resistirme teniéndote cerca.

Vi como sus ojos se tensaron y un rubor aparecía en sus mejillas.


Tragó duro y empezó a balbucear.

Sonreí ante eso. Yo seguía teniendo poder sobre ella, sobre sus
sentimientos y seria un maldito mentiroso si no dijera que eso me
hacía condenadamente afortunado.

- Borra esa sonrisa del rostro- Me dijo amarga.

-¿Cuál sonrisa?- Dije solo para molestarla.

-Esa- Señaló mi boca-. No me gusta. Es como si me estuviera diciendo


"Disfruto poniéndote nerviosa".

Me eché hacia atrás y mi espalda chocó con el respaldar de la silla.

-Supongo que tendrás a acostumbrarte a ella.

Rachel frunció su nariz.

-¿Por qué?.

Fue mi turno se tragar duro.

-Porqué no creo que se borré mientras te tenga junto a mi.

Rachel se quedó quieta unos segundos, perdida en si misma y un alivio


me recorrió el cuerpo cuando vi sus comisuras alzarse.

No tenia ni la menor duda que si pudiera verme estaría ahí esa


expresión boba que ponía cada vez que se trataba de ella. Y no me
importaba tener que repetirlo y que pueda quedar como un
empalagoso. Después de haberla perdido quería recordarle a cada
instante que me hacia feliz, no quería errores ni mucho cometer
errores del pasado.

Luego de que ordenáramos lo que íbamos a comer y que nos los


trajeran, nos envolvimos en una larga conversación. No quedaban
espacios vacíos entre los dos y aunque Rachel fuera la que estuviera
hablando más me gustaba escucharla y ver como contaba con tanta
ilusión de lo que era su vida como universitaria.

-Charlie es la que me ayuda cuando no entiendo un tema- Exclamó


para luego llevar un trozo de carne a su boca-. Es muy inteligente y
además tiene memoria fotográfica.

Me reí al ver como lo decía, era como si fuera un superpoder o algo


así.

-Mi vida de alumna regular sería más fácil si tuviera memoria


fotográfica- Divago.

- ¿Alumna regular? Según tengo entendido saliste con varios


sobresalientes en los semestres.

Ella carraspeó y bebió un poco de agua.

-¿Cómo sabes eso?.

-Me llevo bien con tu mamá- Le respondí sin darle mucha importancia.

- ¿Quieres ganarte a mí mamá?- Me escrutó con la mirada.

-Princesa, eso ya lo hice.

-Tampoco te creas mucho, eh. Mi madre quiere a todos- Exclamó


altanera.

-De hecho mencionó que nunca le cayó bien tu ex novio. ¿Cómo se


llamaba?- Fingí pensármelo. Por supuesto que lo sabía-. Ah sí, Evan
Valverde.
- Él es la excepción.

Me causaba gracia como quería defender y minimizar el hecho que


tuviera a Juliette encantada conmigo.

-También me dijo que de todos los novios que tuviste soy su favorito.

-¡¿Qué?!- Empezó a toser por haberse ahogado. Cuando se calmó se


limpió la boca con una servilleta-. ¿Ella te dijo eso?.

- Entre otras cosas.

- Tampoco es que estuviste mucha competencia- Dijo fingiendo


desinterés-
El único novio que conoció fue a Evan y él no cuenta por ser un idiota.

-¿Ella no sabe de Jaziel?- Le pregunté sorprendido.

-Técnicamente no fue mi novio ya que nunca formalizamos- Explicó-.


Aunque si lo hubiéramos hecho tendrías competencia.

Me reí por su forma de querer desacreditar mi acercamiento con mi


Juliette. Aunque debía reconocer que no lo había hecho por que lo
hubiese planeado, sino que hubo un tiempo en que se sintió sola al no
tener a su hija consigo y yo sabia como eso podía llegar a afectarle. De
todos modos extrañábamos a la misma persona y a pesar que nunca
me dijo nada que me lo afirmará sabia que ella tenia claro que
extrañaba a Rachel. Supongo que por eso es que empezamos a
congeniar más.

Si me hubieran dicho un año atrás que tendría una buena relación con
la nueva esposa de mi padre lo más seguro es que me hubiese reído.
En ese entonces la vida de Emilio era lo que menos importaba, lo único
que realmente tenía relevancia para mí es era seguir demostrando que
sin mi las empresas McGregor perderían el doble al no tenerme.

Rachel apoyó sus codos sobre la mesa y puso una expresión


pensativa mientras no dejaba de mirarme.

-Ahora la que me acosa eres tú.


-¿Cómo es que pudiste llevarte tan bien con mi madre así de repente?-
Preguntó mostrándome que en verdad estaba curiosa por ello.

Le di un trago al vino y volví a dejar la copa sobre su lugar.

- La respuesta es más sencilla de lo que crees.

Me callé un momento para ver si su mente podía deducir la respuesta


por sí sola. Sin embargo al cabo de poco tiempo ella seguía en
silencio. En verdad que no se hacía ni una idea, es increíble como
puede olvidarse que su persona afecta a cualquiera que la conozca de
una forma inexplicable.

- Extrañábamos a la misma persona.

Mis palabras le arrancaron una sonrisa.

- De ti puedo entenderlo, pero mi madre iba casi todo el tiempo a


Inglaterra a verme.

-No es lo mismo, princesa- Le dije-. Ella pasó de tenerte los días,


escucharte, a no tener que verte solo unas veces por meses. Juliette te
ama y créeme que el cambio le costó demasiado.

-A veces creo que si mamá hubiera tenido otro bebé no se sentiría tan
sola- Exclamó perdida en esa posibilidad-. Luego recuerdo que
Charlotte y Junior son exigentes de atención y esa idea se quita de mi
cabeza.

-Charlotte se ve bien- Dije atrayendo su atención.

-¿Cuando no lo ha hecho?- Bromeó algo tensa-. Vi a Kolt, estaba algo


extraño.

-¿Cuando no lo ha sido?- Dije imitando su forma de evadir el tema.

Rachel entrecerró sus cejas y entrelaza sus manos para luego apoyar
su barbilla sobre ellas.
- ¿Puedo preguntarte dos cosas?.

-¿No tendría que ser una?- Le cuestioné. Ella torció sus labios-. Dime.

-¿Cómo es que Rufus se volvió tan íntimo con April Chopra?.

Bueno, ahora si que no disimulaba ni un poco su forma de querer


sacarme información. Sin embargo aunque se la respuesta no podría
decirle ya que no es un asunto donde deba meterme y ella tampoco.
Aunque debía reconocer que yo también quería preguntarle varias
cosas sobre la pelirroja solo para decírselo a Montaner y pagar de
alguna forma lo que estaba haciendo por mi.

Sonreí malicioso.

-¿Cómo es que Charlotte estuvo saliendo con el modelo canadiense


Cameron Leighton?.

Vi la sorpresa aparecer en su rostro y supe que no se esperaba que


supiera esa información. Yo no leía revistas de chismes pero que ese
día Darinka estuviera leyendo una justo cuando llegaba a mi despacho
me ayudó bastante. En su momento fue un fastidio porqué al cabo de
unas horas tenia a Montaner ebrio maldiciendo a las mujeres, ahora
veía que después de todo no había sido tan malo saberlo.

Rufus no tenia idea pero fui yo quien le envió la vida completa de ese
hombre a su oficina. De todos él lo investigaría así que solo le ahorre
algo de tiempo. Él modelo estaba limpio y no tenia nada malo, y eso
fue lo que más le molesto a mi amigo. Sin embargo él dejó en claro
más de una vez que si investigaba los chicos con que Charlotte salía
era solo para que no volviera a toparse como un hombre como él.

A este punto no tenía bien definido si se rindió con ella o no.

-¿No vas a decirme nada, verdad?- Dijo dándose por vencida.

-No, princesa.

-Entonces si no me responderás nada relacionado a ellos...- Asentí


para que lo terminará de entender-. Me puedes decir ¿Quién era esa
mujer que estaba en tu oficina?.

La examiné y era extraño verla ponerse seria de repente. Parecía estar


buscando algo en mi pero fallaba por completo en el intento. No fue
hasta unos segundos después que las piezas se acomodaron a mi
favor.

-¿Estás celosa?- Inquiero.

Rachel mordió su labio.

-Es guapa.

-¿Y acaso tú no lo eres?- Contraatacó serio.

-Daniel...-

-Es mi nueva socia, Blake Price- La interrumpí-. Al igual que tú no pude


estar con nadie más. Eres difícil de olvidar, princesa.

-¿Price? Tengo entendido que su familia es muy poderosa y con un


gran estatus. Tiene grandes ingresos cada año-Me quede mirándola-.
¿Qué? ¿Olvidas quién es mi mejor amiga?.

-No quieras desviar el tema, princesa-


Sonreí antes de decirlo-. Estás celosa. Por eso te marchaste de esa
forma.

No se lo estaba preguntando ni insinuando sino que lo estaba


afirmando sin dudar ni un poco.
Eso explicaba el comportamiento extraño que tuvo horas atrás.

-¿Es absurdo, verdad?- Dijo casi en un murmullo.

-Si.

Rachel bajó su mirada y se concentró en el plato de comida como si


este fuera más interesante, aunque era su forma de evitar mi mirada y
ocultar su incomodidad.
- A esto me refería.

Me quedé mirándola sin comprender a que se refería.

Mantuvo su vista en la comida pero su voz se oía fuerte y clara.

- Yo no me hubiera ido, me hubiera quedado y me presentaría sin


titubeos. No me acobardaría- Su voz salió en murmullo quebrado-. No
se en que momento perdí la confianza que tenia en mi.

Levantó la mirada y ver esa expresión en su rostro fue como si me


dieran una golpe en el estómago. Me dolió la forma en la que sus ojos
se disculpaban por algo.

- No soy la misma- Suspiró-. Perdón.

Me dejó pasmado y lo único que atiné a hacer es a soltar el botón del


traje de mi traje. En cuestión de segundos pase de estar sorprendido a
sentirme enojado con ella y conmigo.

Apreté mi mandíbula mientras veía como las manos me temblaban.

-¿Y por qué exactamente me pides perdón? ¿Por cambiar?- Bramé


entre dientes-. ¿Sabes lo patético que es disculparte por algo así?.

Joder se que no tendría que estar hablándole de ese modo pero es que
sentía rabia, enojó. No sabia como manejar su inseguridad cuando
desde siempre era ella quien tomaba las riendas, sin embargo aunque
eso me parecía difícil no era motivo para que ella tuviera que pedirme
perdón por eso y lo que más me molestaba es que pensará que tenia
que hacerlo.

Era yo quien debía pedirle perdón hasta el último de mis días pero aquí
estoy, escuchando como se disculpa de algo que ni siquiera era su
culpa.

Tomé una bocanada de aire y me relajé. No quería asustarla y darle


motivos para que vuelva a dejarme, pero es que me lo ponía tan difícil.

-¿Recuerdas lo que te dije en el aniversario de nuestros padres?.


Ella asintió lentamente.

-Yo no estoy contigo para aferrarme a una versión de ti, sino a todas
de ellas, seas cual sea yo la querré conmigo.
Nuestro amor no es débil, podemos afrontar lo que nos ponga encima
y se que me mantendré a tu lado- Tragué duro-. Te quiero a ti y
siempre te elegiré. Por eso quiero que tú me elijas hoy y siempre.

-¿De en verdad crees que podemos hacerlo?.

-Lo intentaremos.

Me sonrió.

- Yo te elijo a ti, hoy y siempre.

Dejé salir el aire que estaba reteniendo.


Sentía tanta tranquilidad dentro mío y al mismo tiempo estaba
exaltado, feliz. Sin embargo había algo que ella debía recordar.

-Pero nunca por sobre ti, bien- Dije serio haciendo notar la exigencia en
mi voz-. Por mucho que tú...

Rachel terminó por mi.

-Por mucho que te amé.

Asentí y afloje el nudo de la corbata.

Decir aquello me traía tantas recuerdos pero por más que cueste
decírselo, decirle que puede dejarme el día que se le plazca si no llega
a ser feliz a mi lado era algo que no quería imagine. Sin embargo podia
ser una realidad y siempre la cuidaría, por eso debía asegurarme una
vez más que ella se quiera más que cualquiera, incluyéndome.

-Bien, princesa- Sonreí antes de decir lo siguiente:- ¿Así que ahora eres
modelo?.

Se cubrió el rostro con sus manos escondiendo el sonrojo e sus


mejillas. Cuando leí ese artículo me causó gran sorpresa ya que
Rachel no era fanática de las pasarelas y ver su expresión ahora me
decía que eso no era cosa suya. También reconocía que el único
motivo por el cual leí ese artículo fue porqué la nombraban.

-No te burles de mí- Dijo aún escondida entre sus manos.

-¿Cómo podría hacerlo?.

Ella abrió sus dedos dejándome ver como sus ojos verdes me
fulminaban al notar que tenia una sonrisa divertida en mis labios.

- No se como haré eso- Dijo haciendo notar que la situación era una
tortura para ella-. Juro que lo mataré a Junior.

Sin importarme poder recibir un golpe de su parte dejé salir una


carcajada. Era una descarada.

-¿De que te reís?- Exclamó enfadada con sus brazos cruzados.

-De tu cinismo- Dijo dejándole confundida-. A veces me sorprende lo


que mente puede maquinar.

-¿A que te refieres?.

- Que eres una hipócrita al decir que no sabes ni caminar cuando la


primera vez que te vi me sedujiste haciéndolo lo mismo. Es más, ese
día atrajiste más de una mirada.

Una sonrisa pícara cruzó sus labios y levantó sus cejas.

- Lo hice bien ese día, cierto.

Llevé la copa de vino a mis labios. De solo recordarlo... mierda.

Me removí sobre la silla para aliviar la incomodidad que sentía ahora


mismo. No era bueno para mí juicio recordar eso, no cuando me ponía
al cien.

-Más que bien diría yo, princesa.


-¿Te pasa algo?- Dijo notando que estaba tenso.

Solo ella podía preguntar eso y no ser consciente de lo que me


sucedía.

-Nada, princesa.

Tuvo que pasar más de diez minutos para que me relajara y aunque lo
disimulaba Rachel seguía preguntándome que me sucedía y agradecí
que por un momento lo dejara pasar porqué ya me había quedado sin
excusas.

Terminamos de cenar y subimos a mi coche. Rachel iba entretenida


con el móvil y siendo que me pidió que la dejara en la casa de
Charlotte supe que estaba hablando con ella.

Detuve el coche en un semáforo en rojo y cuando voltea verla vi que


ella ya estaba observándome.

-¿Qué?.

-Vamos a bailar.

Levanté mis cejas.

- ¿Bailar?.

Tomó mi mano y jugó con mis dedos. Su dedo recorría mi palma


trazando las líneas que estaban ahí.

-Charlotte y Junior quieren ir a una discoteca que le mencionaron. La


verdad si me apetecería ir pero Ryan estará con Junior y lo más seguro
es que Charlotte esté de conquista esa noche.

-¿Así que soy tu plan B?- Dije molestándola.

Rachel negó rápidamente.

-No. Solo quería pasar más tiempo contigo-Dijo disminuyendo el tono


de su voz.

El semáforo cambió de color y ella soltó mi mano. Avancé unas calles


y puse mi mano sobre sus muslo y lo apreté suavemente.

-Entonces iremos a bailar.

.
Rachel Mac Millán:

-Entonces iremos a bailar.

Sonreí por haber logrado mi cometido.

Cuando Charlotte y Junior me plantearon la idea de salir tengo que


reconocer que me apetecía mucho ir. Hace bastante tiempo que no
salía a divertirme y no es como si hubiera tenido muchos ánimos de
hacerlo. Sin embargo ahora que estaba de vuelta en mi ciudad quería
darme una buena bienvenida. También tenia claro que mis dos
mejores amigos se concentrarían en sus planes personales aunque
dijeran que no, ahí es donde entra Daniel.

De alguna forma quería recompensarle el tiempo que habíamos


estado separado y si era honesta quería verlo bailar, juro que no podía
imaginármelo ya que vamos a lo que vamos él es bastante serio y
centrado. Mi otro motivo oculto era hacer que nos olvidáramos de la
conversación que tuvimos hoy. No obstante me sentía feliz y aliviada
por lo que me dijo.

Estacionó el coche y el guardia al verme adentro nos dejó entrar a la


residencia Cowell. El auto avanzó unos metros y se detuvo frente a la
casa.

- ¿Quieres que te busque?.

- Si. A las ocho.

Tomé el cordón de mi bolso y abrí la puerta. Antes de salirme vacilé


demasiado pero al final agarré coraje y lo enfrenté.

Daniel me miraba con su entrecejo fruncido sin comprender por qué


me tardaba tanto en irme. Si supiera como estaba por dentro no me
pondría esa expresión tan neutra.

Tomé una bocanada de aire.

-¿Que su...-

Choqué mis labios con los suyos interrumpiéndolo. Mi mano estaba


apoyada en su mejilla mientras él seguía sorprendido por mi repentino
impulso. Luego de unos segundos pareció reacción y fue ahí cuando
su boca se movió junto a la mía.

¿Era normal que me hiciera suspirar con un simple beso?.

Su mano tomó mi nuca con fuerza haciendo que el beso se


intensificará. Pero no de una manera sexual o erótica, sino una que me
supo a "un te extrañe". Y siendo honesta yo también lo había hecho,
como nunca, y por eso es que quería recuperarnos a ambos y lo que
teníamos.

Él junto su frente con la mía. Ambos con nuestras respiraciones


desiguales.

-No sabes cuánto tiempo esperé por esto.

-Es bueno que ya no tengas que hacerlo.

Él me sonrió y me soltó. Salí del coche y me despedí con la mano


antes que encendiera el auto y se marchara.

No se cuanto tiempo me quede quieta en mi lugar con una expresión


boba en la cara. Puedo sonar muy idiota pero no podía borrar la
sonrisa del rostro. Cuando pude reaccionar ya me encontraba tocando
el timbre de la puerta entrada. Charlotte no tardó ni u segundo en
abrirme.

-¡Se han besado!- Chilló.

-¿Estabas espiando?- Le reproche de brazos cruzados.

Su expresión de entusiasmo decayó al verse descubierta.

-¿Eh no?.

-¡Si estaba espiando!- Gritó Junior asomándose.

-¡Cállate que tú también lo estabas haciendo!.

-¿Qué esta haciendo él aquí?- Pregunté mientras entraba.

-La verdad es que estos dos se estaban peleando para tener un mejor
lugar en la ventana para espiarte.

Ryan apareció con una taza de café y una mirada que me decía que
sentía lástima por mi o eso me parecía. Apretó sus labios y negó antes
de beber.
-¿No le has dicho?- Le reprochó mi mejor amigo en voz baja a
Charlotte.

Me senté sobre el sofá y tiré mi bolso sobre el. Cruce las piernas y los
observé confundida.

-¿Decirme que?.

Ryan puso una mano sobre mi hombro.

-Yo me negué.

- Bueno ya que serás una de las modelos principales para la colección


de Juliette- Dijo Charlotte con la boca pequeña. Se señaló para luego
hacerlo con Junior-, Hemos pensado que a lo mejor necesitas algunas
asesorías.

-¿Asesorías?- No tenia ni idea por donde iba esto pero ya no me estaba


gustando.

Junior carraspeó.

-Ya sabes, para modelar.

Recosté mi espalda sobre la suavidad del sofá y mi mano se apoyó en


mi cabeza. Me esperaba una larga tarde con estos dos.

-Me enseñarás tú, supongo- Dije mirándola.

Charlotte evitó mi mirada y jugó con sus dedos nerviosa.

-No exactamente.

Me incorporé un poco mientras los examinaba a todos. Estaba de más


decir que evitaban mirarme para no exponerse.

-¿A que te refieres con "no exactamente"?.

Y en el momento indicado fue que ella entró en la habitación para


dispersar toda mis dudas. De todas las personas que esperaba ver ella
no estaba en mis planes.

- Se refiere a que seré yo quien te enseñe a modelar.

-¿Megan?.

Me sonrió abiertamente divertida.

-Es bueno verte, Rachel.

Noté que tenia un poco de panza pero casi ni se le notaba. El


embarazo le sentaba genial, hasta sus ojos tenían un brillo diferente
que la hacía atraer la atención.

Ahora inquietud que me causaba es que no sabia como hacía para


mantenerse perfecta. Hasta su manicura lo era y ni hablemos de su
cabello. Pero sin duda lo que más le envidiaba era sus piernas largas.

-¿Cómo es que te convenció?.

- Es una Cowell, no- Dijo algo amarga-. Ellos siempre consiguen lo que
quieren.

Asentí sabiendo que era verdad.

-Bien, levántate- Me ordenó-. Empezamos esto de una vez.

El resto de mi tarde estuve paseando con tacones de punta por la sala


de Charlotte. Caminaba y volvía, daba una vuelta y posaba.
Megan me corregía la postura, las expresiones, hasta como debía
levantar la barbilla. Me mostró la sincronización de los pies y como era
la forma correcta de mover las caderas de una manera que no se viera
forzoso sino que natural. Los brazos fue lo que más me costó, hiciera
lo que hiciera con ellos me salía mal.

Ella lo hacía parecer tan fácil que me causaba odio. Prometo nunca
más hacer de menos el trabajo de una modela porqué la verdad es que
es malditamente complicado.

Por otro los que se hacían llamar mis amigos se mantuvieron


observando todo e incluso si algo se le pasaba a Megan ellos se los
decían. Ryan era el único que me daba apoyo emocional.
Charlotte solo práctico unas cincos veces ya que como dije antes ella
tenia experiencia y solo le tuvieron que corregirle unas mínimas cosas.

A eso de las seis Megan se despidió diciendo que esto se repetiría


toda la semana para mi mal fortuna. Vi que Charlotte la seguía hasta la
salida y no me pareció que fuera por cortesía, es más, estaba segura
que ya las dos habían hablado de Asher y el bebé.

Me tomé un descanso pero eso no duró demasiado ya que tenia que


empezar a arreglarme. Después del entrenamiento de hoy me había
quedado sin ganas de querer salir y usar tacones, pero ya se me hacía
algo descortés cancelarle a Daniel cuando en un primero momento fui
yo la quien le pidió que fuera.

Me tomé una larga ducha dejando que mis músculos se relajaron por
la presión del agua caliente. Casi que me dormía por lo relajante que
era todo.
Al terminar de ducharme me envolví con una toalla y fui a atacar el
armario de la pelirroja. No tendría tiempo de ir a casa a buscar que
ponerme, además que seria un desperdicio cuando tenia el paraíso
justo aquí.

Las compras compulsivas tenían sus ventajas.

Una hora y media después ya estaba arreglada o bueno la gran


mayoría. Los chicos esperaban en la sala y Charlotte recién estaba por
empezar a maquillarse y eso le llevaba bastante tiempo.

Me pinté los labios de un color marrón oscuro y acomodé mi cabello.

Traía puesto un vestido negro con mangas largas. La espalda era


descubierta y la tela tenía algunos brillos. En si era corto, muy corto,
pero tenia puntos extras por hacer que mis piernas se noten más
esterilizadas.

Tomé el móvil de la cómoda cuando sonó.

-¿Hola?.
- Princesa.

Antes que yo misma lo notara ya estaba sonriendo.

- Me surgió un problema en la empresa.


¿Crees que puedes adelantarte y te alcanzo allá?.

Por el tono de su voz supe que estaba irritado y fastidiado. Se veía que
algo iba mal en el trabajo para que se pusiera de ese modo.

- Claro, no te preocupes- Dije para que se tranquilizará-. No te estreses,


vale.

-Creo que es un poco tarde para eso- Soltó un suspiro pesado.

-Quizás yo pueda ayudarte a que se te pase- Me mordí el labio con una


sonrisa.

- No me digas nada más porqué te juro que soy capaz de dejarlo todo
para ir hacía ti. Y te aseguro que no pisaras esa discoteca en toda la
noche.

Uff.

- Te esperaré ahí- Dije siendo consciente del temblor de mis piernas.

-Nos vemos luego, princesa.

Colgó la llamada.

Después de mucho esperar que Charlotte estuviera lista al fin nos


pudimos marchar. Ryan fue designado el conductor ya que a él no le
gustaba beber desde que tuvo un accidente y atrás por ello se había
estrellado con un árbol al quedarse dormido.

Al llegar nos ahorramos la cola solo porqué tenia dos mejores amigos
con bastante influencias. Nos subimos para el VIP y Junior se encargó
de pedir la primera ronda de chupitos.
Chupe el limón antes de vaciar el primer chupito. De pronto ya estaba
de buen humor y solo quería divertirme y supe que mi amiga estaba en
iguales condiciones que yo. El alcohol me estaba poniendo más
suelta.

Nos reíamos mientras recordábamos cosas del pasado. La panza me


dolía por haberme reído tanto de esa vez que Charlotte quiso ligarse a
Ryan sin saber que él era el novio de Junior. Juro por Dios que escena
es imposible de borrar de mi cabeza. Aunque no me pareció tan
gracioso cuando la pelirrojo volvió a sacar la luz la foto en donde fui un
pizarrón.

La estaba pasando bien. Todavía no tenia señales de Daniel pero sabía


que en cualquier llegaría y lo más seguro es que no me avisará así que
no le presté atención al móvil, solo me concentré en bailar junto a
Charlotte mientras Junior y Ryan nos hacían porras.

La segunda ronda de chupitos llegó y ya empezaba a sentirme


acalorada pero todavía no me hacía efecto el alcohol. Se podía decir
que tenia una buena resistencia.

Vacíe el vaso de un golpe.

-Desconocía esta faceta tuya.

Volteé a verlo y podía caerme muerta. Nunca me cansaría de decir que


los trajes le quedaban espectaculares.

- Esta es la más agradable que tengo- Le guiñe un ojo.

Daniel saludó al resto y luego se volvía hasta a mi. Me sentó sobre su


regazo mientras que su mano se movía sobre mi muslo.

Charlotte a esta altura estaba bailando con un chico y Junior estaba


ocupado con Ryan así que simplemente pasaban de mi.

Se acercó hasta mi oído y sentí un apretón en mi cadera izquierda.

-¿Te he dicho ya lo bien que te queda el vestido?.


- Es lindo, no.

Su mano subió por mi muslo.

-Accesible diría yo.

Lo detuve antes que me diera un infarto.

-No puedes hacer esto aquí- Examiné el alrededor-. Nos pueden ver.

Él me miró con intensidad.

-Entonces vámonos.

Sonríe divertida.

- Pero si acabas de llegar.

- Debiste pensar que ese vestido tendría un gran efecto sobre mi- Su
mano tiró de mi cadera haciendo que lo sintiera-. Un enorme efecto.

Joder.

Podía sentir el cuerpo tenso y la piel erizándome. Una ola de calor me


recorrió y podía jurar que estaba ruborizada. Las palabras se habían
juntado en mi boca y tenia un nudo en la garganta.

No podía concentrarme cuando estaba sobre su... sobre su... sobre su


aja.

Nadie puede culparme ya que llevaba un año entero de celibato puro.


Había pasado mucho tiempo y tenia necesidades. Una vez que lo
pruebas ya no puedes dejarlo así como si nada. Y no es como si Daniel
lo hiciera mal, dejaba la vara muy alto.

Dejó un beso en mi hombro.

- Supongo que podré aguantar un rato más.

¿Lo decía en serio?.


¿Me sedujo y ahora dice que puede esperar?.

Me sentía tan irritada. Mm, con que así se sentía la frustración sexual.
Bueno, ya no quiero sentirla más.

Iba a voltearme para decirle que la oferta de irnos no se veía tan mal,
pero algo me llamó la atención. Yo conocía esa figura, y también a la
persona que estaba entre las sombras con su mirada gélida puesta
sobre una chica que conocía bastante bien.

Me giré a Daniel.

-¿Qué haces Rufus aquí?.

-Quería ver a Charlotte.

Intente levantarme para ir a advertirle a mi amiga de la presencia de


Montaner. Sin embargo Daniel no me permitió que me moviera.

-¿Qué haces?- Dije enojada.

- Déjalo estar . Él no hará nada, solo quiere verla un segundo y se irá.


Charlotte no sabrá que estuvo aquí.

-¿Por qué haría eso?.

- Porqué ya entendió que debe renunciar a ella. Así que déjalo


despedirse.

Eso me tomó por sorpresa lo suficiente para quedarme callada. No lo


vi venir, nunca pensé que algún día podría escuchar eso y no sabía
como sentirme.
Tan solo me quede mirándolo hasta que él se separó de la pared que
estaba apoyado y se volteó alejándose. Miré a Charlotte y ella bailaba
con un grupo de chicas y chicos mientras reía.

-¿Tú lo trajiste?- Le dije unos segundos después.

- Si.
-¿Él realmente se rindió?.

Daniel se puso serio. No le gustaba hablar de estos temas ya que no


eran sus asuntos y sabia que pedirle que me contara más seria una
perdida de tiempo. Él no me contaría nada de lo que haya salido de la
boca de Rufus.

- A veces cuando apuestas todo y no es suficiente, sabes que tienes


que invertir en otro lado.

Me quede callada sin saber que decirle.


Ahora me había dejado intrigada y con más de una pregunta en mente,
preguntas que no tendría respuesta por el momento.

-¿Quieres bailar?- Me Preguntó distrayéndome.

Voltee a verlo algo asombrada ya que pensé que no le gustaba


hacerlo.

-¿Lo dices en serio?.

Él suspiró con cierta derrota.

-Tienes 5 segundos antes que arrepienta- Exclamó sin mirarme-. 1, 2,


3...

Me levanté de un salto y por poco pierdo el equilibrio por los tacones.


Si Megan viera esto me haría repetir diez sesiones más.

Daniel me sonrió divertido.

- No te rías de mí- Le advertí.

- Como podría- Ironizó.

Tiré de su mano haciendo que se levantará y lo lleve hasta la pista en


un lugar en donde no nos asfixiáramos con el tumulto de gente que
había.
Sus manos tomaron mi cadera y mis manos se envolvieron en su
cuello. Me lo quedé mirando sin poder creerme que realmente estaba
volviendo a vivir ese sentimiento que solo él sabe provocarme.

Me volteé sintiendo su respiración sobre mi oreja, sus labios me la


rozaban. El cambio de música fue notable, mis caderas se empezaron
a rozar con las suyas de una manera más notable. Sus dedos hicieron
presión sobre mis costados sincronizando nuestros movimientos.

En un momento el beso mi nuca haciéndome suspirar.

Me giré y lo abracé con demasiada fuerza. Daniel no esperaba que


hiciera eso y lo supe porqué se quedó tieso en su lugar con el cuerpo
tenso. Apoyé mi cabeza en su pecho y comprobé una vez más que
solo él lograba hacer que me sienta en paz.

Sus brazos me presionaron a su cuerpo y enredó sus dedos en mi


cabello. Me acariciaba suavemente y su pulgar tocó mi mejilla cuando
levanté la mirada.
Por alguna extraña razón sentía mis ojos poner acuosos y mi labio
inferior temblar.

-¿Hice algo mal, princesa?.

Negué sintiendo un nudo en la garganta.

-¿Entonces?.

-Solo que estoy feliz de tenerte de nuevo- Suspiré temblorosa-. Pensé


que te perdería para siempre.

- Yo siempre te voy a esperar, hasta que tú estés lista y decidas volver-


Su dedo corrió una lágrima que había soltado-.
Ese día quizás no lo dijiste porqué así eres tú, no querías que
sufriéramos más y pedirme que te esperé hubiera sido una promesa
vacía que ninguno de los dos sabíamos si podríamos cumplir.
No tienes que sentirme culpable por haber vuelto porqué era lo que
queríamos y si no te hubieras ido lo más seguro es que en este
entonces serías infeliz. No dudes ni por un segundo que no estoy
orgulloso de ti por haberte elegido ante que a mi, porqué de no hacerlo
creo que ya no estaría convencido de que eres la mujer que amó.

Sonreí con melancolía.

-¿Me amas?.

-Es una pregunta estúpida, princesa- Sus ojos se entornaron en mi-.


¿Tú me amas?.

Me perdí en él recordando como toda en mi vida había cambiado


desde que llegó. Desde nuestro inicio hasta nuestro final, pero era
absurdo decir que en verdad tuvimos un final porqué ahora estábamos
volviendo a comenzar y a diferencia de antes lo quería hacer sin
miedo.

-Es una pregunta idiota- Me sonrió al ver que lo imitaba-. Te amo.

La presión de su hombro se fue y antes que fuera consciente Daniel ya


tenia sus labios sobre los míos besándome como nunca antes lo había
hecho. La explosión dentro mío no tardó en aparecer y ese calor en mi
pecho volvió a aparecer después de tanto tiempo.

Mi mano bajó hasta su pecho y la dejé ahí queriendo sentir si su


corazón estaba igual de desenfrenado que el mío. Él puso su mano en
la parte baja de mi espalda y de ahí bajó y bajó.

Mordió mi labio inferior y mantuvo su frente pegada con la mía.

-¿Ahora si quieres que nos marchemos?.

Asentí embobada.

-Por favor.
.

Rachel Mac Millán:

Me empujó sobre el elevador y me sonrió pícaro antes de volver a


atacar a mis labios. No podía verme pero lo más acertado es que no
quedara rastro alguno de mi labial.

Su mano tanteó el borde de mi escote y mi piel se erizó al sentir el


contacto de sus dedos fríos sobre ella.

Le mordí el labio con fuerza haciendo que se separará y me mirará con


sus cejas alzadas.

-¿No sabes lo mal que puedes terminar si haces eso?- Su voz salió
ronca.

- Lo sé- Sonreí y mi mano tiró de su corbata-. Por eso lo hago.

Lo escuché maldecir a lo bajo y luego volvió a atacarme sin darme un


respiro y tampoco lo necesitaba.

Escuche el sonido de las puertas del elevador abrirse sin embargo a


ninguno de los dos nos importó ya que estábamos bastante ocupados.
Daniel tomó mis piernas y me impulsó haciendo que las enrollara en
su torso. De esta pose era más accesible que nuestros sexos se
tocarán.

Salimos del elevador y entramos a su departamento. Intente bajarme


pero él no me dejó y estaba algo nerviosa porqué nos podíamos caer,
además que ejem, bueno, había pasado bastante tiempo de que tenia
intimidad y lo que sabía ya quedó en la prehistoria.

Me dio un beso cortó y subió conmigo arriba suyo las escaleras


mientras yo escondía mi rostro en la curva de su cuello. Lo deteste por
oler tan bien.
Abrió la puerta de su habitación y la cerró con su pie. Me dejó sobre la
cama.

-¿Quieres hacerlo?- Volvió a preguntarme.

Asentí sintiendo que no tenía voz.

Me acerque a él sintiendo que todo el cuerpo me temblaba y bajó su


atenta mirada empecé a sacarle la corbata que ya estaba floja y la
camisa. Tragué saliva cuando tiré de su cinto y lo saqué.

Levanté la mirada y lo vi apretar su mandíbula.

Su pantalón cayó al suelo.

Antes que pudiera sacarle la última prenda restante él tiró de mi


haciendo que volviera a estar de pie frente suyo.
Su mano acarició mi cuello y fue bajando hasta llegar a la tela del
vestido. La corrió un poco descubriendo me un hombro y beso esa
zona. Repitió la acción y un segundo después el vestido cayó
dejándome en ropa interior.

Si con ropa su mirada me hacía sentir desnuda ahora en estas


condiciones era algo que no podía explicar. Solo sentía calor.

Me empujó sobre la cama y me eché hacia atrás mientras me


acomodaba sobre ella. Apoye mis codos y algunos mechones de mi
cabello cayeron en mi rostro cubriéndolo un poco.

La respiración se me atascó cuando vi como se deshacía de mi prenda


inferior dejando expuesta mi sexo ante él.

Me agarré del cabecero y mis ojos se cerraron por si solos. Mi piel se


erizó cuando sus labios rozaron esa parte.

Mi pecho subió al sentir el primer contacto haciendo suspirar. Nunca


habíamos hecho esto y joder no entiendo por qué lo hicimos antes.

Mordí mi labio queriendo que los jadeos no salieron de mi boca. Pero


todo se fue a la mierda cuando él ya no se contenía como al principio y
ahora chupaba sin ningún impedimento.
Mi mano agarró su cabello y tiré de el con fuerza mientras que mis
caderas se levantaban a causa de las descargas eléctricas que sentía
recorrerme lugares imaginables.

Solté un gemido que estoy segura que lo hizo reír. El sudor caía por mi
frente y supe que estaba por correrme cuando el cuerpo entero se me
tensó y Daniel también lo notó porqué chupo con más fuerza
haciéndome dudar si seguía aquí o en el cielo. Me eché hacia adelante
tirando aún más fuerte de su cabello y exploté.

Intente tranquilizarme pero me era imposible. El pecho me subía y


bajaba.
Me puse colorada cuando lo vi regalándome una sonrisa llena de
satisfacción y egocentrismo.

Él muy descarado lo había disfrazado y ni hablar de mi.

-Eso fue nuevo- Dije entrecortada.

Se subió arriba mío y fue ahí que note que ya nada lo cubría. Lo tenia
sobre mi completamente desnudo y lo único que me quedaba
cubriéndome era el sostén. Tenia su aja cerca de mi estomago.

Se agachó y besó mis labios dejándome en claro lo excitado que


estaba. La tensión sexual en estos momentos nos estaba envolviendo.
En cualquier segundo sucumbiríamos al deseo del otro.
Su boca bajo hasta mi cuello dejando un camino de besos húmedos
que me robaban el aliento. Beso mis pechos y bajó uno de los tirantes
del sostén.

De pronto noté algo que no me había dado cuenta por estar pendiente
de su juego de seducción. Su sexo estaba tocándose con el mío. Esta
era si que era su peor tortura, nos rozaba y me estimulaba pero no se
adentraba.

Daniel me sonrió con superioridad disfrutando mi impaciencia.

- No hagas eso- Le dije ahogada por la excitación.

-¿Hacer que?- Se pegó y se movió- ¿Esto?.

Asentí apretando los dientes.

Ignorando mi pedido siguió haciéndolo y a esta altura ya no quería


seguir dando vueltas. No se como hice pero lo alejé de mi, me subí
arriba suyo y fui yo quien tomé la iniciativa y me penetre con su
virilidad.

Ambos soltamos un gemido y empecé a moverme arriba suyo


mientras que él me sacaba el sostén para luego hundir su cara en mis
pechos.

Él tomó mis caderas guiando mis movimientos logrando que las


penetraciones fueran más profundas haciéndome gemir sin pudor. En
un momento fue Daniel quien empezó a moverse dentro mío con
fuerza y rapidez.

Mordió mi hombro y eché la cabeza hacia atrás sin contenerme. Me


agarré de sus hombros cuando las embestidas aumentaron y supe que
ambos estábamos por llegar.

Supe que estaba a punto de correrse e intentó salirse pero lo detuve.

-Sigo tomando las píldoras- Le dije sin aliento.


Solo bastaron unas embestidas más y Daniel se corrió en mi interior al
igual que yo.

Lo abracé y él también lo hizo. Su cabeza estaba apoyada en mi


pecho.

- Princesa.

-¿Mm?.

-Seré un buen hombre.

Me separé un poco y por más que intenté que me mirará él no lo


permitía.

-Seré un hombre, te lo juro. Seré el mejor si quieres para que no te


vuelvas a marchar- Susurró silenciosamente-. Se que cometeré errores
pero no te rindas conmigo.

Tomé sus mejillas haciendo que por fin me mirará y me sorprendí que
tuviera los ojos rojos.

- No te vayas de nuevo, lo resolveremos todo si estamos juntos- Me


miró-. No me rompas de nuevo el corazón, princesa.

Lo abracé de nuevo porqué no confiaba en mí voz. No tenia palabras y


siendo muy honesta si hablaba seguro me pondría a llorar.

Estuvimos por mucho tiempo así hasta que Daniel nos acomodó sobre
la cama y cubrió nuestros cuerpos desnudos con las sábanas. Luego
de varios minutos noté que respiración era pesada y tranquila. Voltee
un poco ya que no podía moverme mucho porqué me tenia agarrada
con fuerza.

Una sonrisa curvo en mis labios al verlo dormir con su ceño fruncido.

Me acomodé de nuevo dándole la espalda y me pegué más a su


cuerpo.
Cerré mis ojos y me dormí con unos sentimientos que hace mucho
tiempo no sentía;
Amor y felicidad.

(...)

Me estiré sobre la cama y algo somnolienta volteé a buscar a Daniel.


Fruncí el entrecejo cuando noté que él no estaba a mi lado

Me levanté y bufé cuando mi cabello se interpuso en mi vista. Lo corrí


y gruñí por el impacto del sol entrando por el gran ventanal.

Salí de la cama y no tardé demasiado en encontrar mis bragas, me las


puse y agarré la camisa de Daniel para cubrir mi desnudez.

Agarré mi bolso y saqué mi móvil.


Tenia algunos mensajes de Charlotte pero ninguno era alarmante. No
estaba preocupada porqué ya sabia con quién me había ido. Lo único
interesante que tenían sus mensajes era para recordarme el
entrenamiento y que después me interrogaría sobre que tal me fue en
mi noche.

La pantalla cambió mostrando una llamada entrante. Descolgué el


teléfono.

-¿Mamá?.

-Hola cariño, ¿Cómo estás?.

Me moví por la habitación con una sonrisa plasmada en el rostro. Me


entretuve viendo la agradable vista de Manhattan que tenia frente mío.

- Bien, algo estresada. Ya sabes, esto de modelar es algo nuevo.

- Junior me convenció- Dijo temiendo que me enojará con ella-. Sabes


que no puedo decirle que no.

Volqué los ojos. Él muy maldito tenia hechizado a mi madre.

- Lo sé, mamá. No te preocupes- Le dije para que se tranquilizara-.


Después de todo no es tan malo.

- Por suerte solo falta unos cuantos días para que se estrene y tome
una vacaciones. Emilio quiere que viajemos unas semanas- Me
comentó emocionada.

- Te tiene muy consentida, eh.

A pesar que en un primer instante Emilio no era de todo mi agrado ya


que todo era muy reciente para mí, con el tiempo me fui convenciendo
que ese hombre realmente quería a mamá y ella a él. La trataba como
una reina y eso se notaba en cada acción. La hace feliz.

- Bastante- Río-. Solo te llamaba para ver si esta noche quieres que
salgamos a cenar las dos. Hace mucho no lo hacemos.

Entonces las palabras de Daniel aparecieron en mi mente: "Los dos


extrañábamos a la misma persona".

-Claro, mamá.

-Que bueno hij... ¡No, eso no va ahí!- La escuche gritar-. Cariño tengo
que dejarte, las cosas en el taller están por explotar. Te quiero, chao.

-Y yo a ti.

Colgué la llamada.

Unos brazos me abrazaron por atrás y su mentón se apoyó en mi


hombro.

-¿Donde estabas?- Le Pregunté volteándome y enrollando mis brazos


en su cuello-. Me levanté y no estabas.

Daniel me sonrió.

- Tenia que atender una llamada de la empresa y no quería


despertarte- Me besó cortamente-. Te queda bien mi ropa.

- ¿En serio lo crees? Yo la veo algo grande- Dije juguetonamente.


-Te queda perfecto- Exclamó-. ¿Tienes planes para esta noche?.

- Iré a comer con mi madre- Dije y noté cierta decepción en sus ojos-.
Aunque podría pasar otra noche aquí, si tú quieres.

- ¿Que si quiero?- Apretó mi cintura-. Por supuesto que lo quiero. Si por


mi fuera te tendría aquí siempre y más aún ahora que descubrí que te
gusta tener el control.

Me puse roja al recordar aquello. Ahora que lo veía bien quizás actúe
muy apresuradamente, pero en mi defensa el estaba provocándome y
seduciéndome. No iba a aguantar demasiado.

Lo empujé cuando se río al notar que estaba sonrojada. Le puse mala


cara e intenté ir al tocador, sin embargo su mano tiró de mi brazo y me
plantó un beso.

Me quejé por encima de sus labios.

- No me he cepillado.

- ¿Y piensas que eso me importa?- Dijo-. Después de lo anoche no


puedo mantenerme quieto, princesa.

Golpeé su pecho.

- ¡Cállate!.

Volví a voltearme y entré al tocador. Él me siguió observando lo que


hacia.
Tomé su enjuague vocal e hice gárgaras con el. Escupí sobre la pileta
e hice gárgaras.

Lo miré a través del reflejo del espejo y noté que me miraba


directamente.

-¿Qué?.

- La ducha es grande. ¿No quieres dominarme ahí también?.


Daniel levantó sus cejas y una sombra de sonrisa tanteó sus labios.
Sin embargo no la dejo salir debido a que estaba escrutándolo con la
mirada.

-¡Deja de molestarme!.

-¿Molestarte? Pero si me ha encantado- Se acercó pegándose a mi


espalda y noté que estaba empalmado-. ¿Lo sientes?.

-Daniel...- Dije poniéndome aún más roja posible.

- ¿No pensabas que iba a conformarme con una vez, verdad?- Negó
chasqueando la lengua-. Si no he continuado haciéndotelo anoche es
porqué se que estabas cansada.

- Daniel...- Dije con la voz ahogada.

-Te dejaré ir por ahora- Me susurró dándome un beso corto en los


labios-. Después de todo necesitas tener fuerzas ahora que te entrena
alguien más que no soy yo.

No veía nada extraño en sus palabras hasta que caí en cuenta de algo.

-¿¡Tú sabes lo de Megan!?- Chillé.

- ¿Como piensas que Charlotte consiguió atraerla?- Abrí mi boca lista a


preguntarle de por qué la ayudaba y él me cortó.- Y antes que me
preguntes, le debía otro favor.

Sonreí al escuchar eso.

- Es buena extorsionando, cierto.

-Charlotte es Charlotte- Me abrazó-. Nadie puede contra ella.

Si él supiera que si había alguien que si pudo contra ella y que la dejó
totalmente destruido seguro tendría otra perspectiva. Quizás hacia
mal queriendo averiguar qué pasó con Rufus y Kolt el tiempo que no
estuvimos en Manhattan, sin embargo quería estar adelantada ante
todo. No quería que la situación me volviera a tomar por sorpresa y
mucho menos que Charlotte se perdiera en ella misma.

Daniel se quedó observándome.

-¿Qué sucede, princesa?.

Forcé una sonrisa y negué.

-Nada, cosas sin importancia.

Él asintió no muy seguro y en ese momento odié que supiera cuando


mentía. No obstante este tema no podía contárselo, era algo que me
confió mi mejor amiga a mi y solo se sabría cuando ella quisiera
hacerlo saber.

- Entonces...- Levantó una ceja- ¿La ducha?.

Solté una carcajada negando.

-No- Su expresión se decayó-. Pero puedo intentar algo más.

-¿Algo más?.

-Aja.

Agarré mi cabello en un moño despeinado bajo su atenta mirada. Lo


empujé hasta que su espalda se pegó a la pared del tocador.

Me agaché y vi como se ponía serio y tenso al entender que era lo que


quería hacer.

Bajé su pantalón de dormir y me sorprendí del hecho que no tuviera


ropa interior.

Levanté una ceja y él me sonrió pícaro.

- No estás obligada a hacerlo- Me dijo pero noté que estaba


conteniéndose.
- Tengo que devolverte el favor, no.

Él sabía a lo que me refería porqué su virilidad se levantó aún más al


recordar lo de anoche.

Me arrodillé y lo miré.

- Joder no me mires- Protestó frustrado.

-¿Por qué?- Inquiero divertida.

-Porqué no te sentarás en un mes como sigas así- Dijo con su voz


rasposa.

Tragué saliva sintiéndome no muy valiente ya. Su declaración había


sido tan certera que no tenia duda que aquello fueron solo palabrería.
Él podría cumplirlo.

Tomé una bocana de aire y mi mano se cerró en su virilidad. El cuerpo


se le tensó cuando empecé a mover con suavidad la piel. Toqué la
punta y tragué duro cuando acerque mi boca.

Escuché el suspiro entrecortado de Daniel al sentir el primer contacto


de mi boca en su pene.

Cerré los ojos sintiéndome algo avergonzada y empecé a chuparlo


como si de un caramelo se tratara.
Estiré la piel y abrí mi boca aún más queriendo que me entrará un poco
más en la boca.

Su mano tomó mi cabello pegándome más. A ese punto debido al


toque desarmó el moño improvisado que me había hecho.

Daniel gruñó cuando le mordí suavemente la punta.

Bajé mis brazos y él pareció entender ya que tomó mi cabello en una


coleta y empezó a penetrarme la boca. Apreté mis piernas por el calor
que estaba creciendo en medio de ellas.

Me agarré de sus piernas para aguantar los movimientos que hacia. A


pesar de estar tirando mi cabello no lo hacía con fuerza y era porqué
se estaba conteniendo.

Separó mi boca de su pene y tomé una gran bocanada de aire. Abrí


mis ojos y lo apretar la mandíbula marcándola por completo.

Le vi cierta vacilación en su mirada y antes que siguiera dudando volví


a apoderarse de su virilidad logrando que soltara un jadeo.

Chupe unos segundos más con fuerza y se corrió en mi boca soltando


un gruñido.

Me limpié las comisuras con un dedo y lo vi mirarme fijamente. El


sudor bajaba por su frente y su manzana de adán subía y bajaba al
verme todavía de rodillas.

-¿Qué?.

Tiró de mi brazo levantándome y me subió sobre encimera del baño.


Abrió mis piernas y debido al movimiento brusco de su parte algunos
botones de la camisa se desprendieron dejando ver uno de mi pechos.

Se coló entre medio de mi piernas y me tocó suavemente.

- Te lo has ganado.

Hundí mis cejas.

-¿Que cosa?.

Me sonrió oscuro.

- No sentarte en una semana.


.
Daniel McGregor:

Rufus balanceo el vaso con borbón y dio un sorbo sin dejar de


mirarme.

- Estas diferente.

Hundí las cejas.

-¿Si?.

Él asintió.

- Te ves feliz.

Esa declaración quizás no sonaba tan importante. Sin embargo


Montaner me había visto durante todo ese año que estuve sin Rachel.
Me vio los primeros meses en donde me perdía en el alcohol y
pensaba que los problemas se resolverían si no recordaba nada.

- Lo estoy- Le dije y supe que no mentía-. Ella me hace feliz.

- Es bueno saberlo, hermano.

Noté que al decir aquello su voz salía medio apagada y desganada. A


pesar que mis ojos estaban puesto en él los suyos no estaban en mi
sino que un cuento perdido.

Me eché hacia atrás sobre la silla del bar.

-¿ Te afectó verla?.

Sonrió amargo y con tristeza.


- Todo en ella me afecta. Sin embargo ya le hice suficiente daño. No
puedo obligarla a que me elija- Tragó saliva duramente-. Ya me rendí,
Daniel.

-¿Estás seguro?- Le pregunté una vez más.

Esa día que dejé a Rachel con Charlotte recibí la llamada de Rufus
citándome en un bar que frecuentábamos. Al llegar ahí me dio conocer
su decisión de alejarse definitivamente de la vida de la pelirroja, sin
embargo solo me pidió que lo ayuda en una cosa más; que la viera por
última vez.

Lo que no contaba es que mi princesa se diera cuenta de su presencia


en aquella discoteca. Tuve que persuadirla para que no lo enfrentara y
lo dejara estar. Además sabia que se moría por preguntarme que
pasaba con Rufus y Kolt, pero de mi no tendría esas respuesta así
como yo no las tendrías por su parte las respuestas con respecto a
Charlotte.

- No quiero hacerlo, lo hago por ella- Exclamó serio-. Solo volveré


cuando ella me dé un motivo para hacerlo, mientras no me
entrometeré más en su vida.

Solté una carcajada y levanté una ceja.

-Rufus, vamos- Le dije así dejara su descaro.

Él me sonrió y negó mientras me insultaba por lo bajo.

-Vale, si me entrometeré de vez en cuando. Pero ella no sabe que fui


yo- Exclamó-. Que no esté conmigo no significa que dejaré que le
hagan daño.

-Te tiene cogido de los huevos- Me burlé.

-¿Y que me dices tú, idiota?.

Negué sonriente.

- Pues a mí me tiene bien cogido mi princesa.


No me cortaba al decirlo, es más, me daba cierto orgullo decir que
estaba al lado de la mujer que quería y que ella era feliz conmigo. No
todos corrían con la misma suerte que yo y eso lo comprueba
Montaner y Kolt.

- ¿Qué sabes del coche?- Dije cambiando drásticamente de tema.

Después que Rachel se marchará de mi departamento, me puse en


contacto con Rufus ya que había amanecido con una llamada suya
diciéndome que tenía una pista en cuanto al accidente.

- Investigue a Alisha- Dijo poniéndose serio-. Tú no eras lo único que


ocultaba.
Lamento decirte esto pero estuvo enredada con un hombre bastante
peligroso.

-¿ A qué te refieres con peligroso?- Dije tenso.

- Un narcotraficante, Daniel- Exclamó él sin más-. Todavía no tengo


mucho sobre este hombre ya que es casi una sombra y tengo que ser
cuidadoso para no exponerme. Pero...- Sacó su móvil y lo dejó en la
mesa- Míralo por ti mismo.

Agarré el teléfono y en el aparecieron unas cincos fotos en donde


estaba Samantha- Alisha junto a un chico de cabellera negra y mirada
sombría.
En las fotos se los veía besándose, en otra a ella riendo mientras que
él se mantenía serio. Hubo una en donde más llamó mi atención ya
que era una de ambos en la cama con la apariencia de recién haberse
levantado.

Tiré el móvil sobre la mesa sin importarme si podía romperse o no. Era
lo que menos me importaba.

-Están trucadas- Apreté los puños-. Las fotos deben estar trucadas.

Montaner me contemplo con precaución y soltó un suspiró.

-Yo también lo pensé, pero ya hice que las examinaran. Son reales.
No. Eso no era cierto.

Samantha no pudo haber estado con otro hombre al mismo tiempo


que conmigo. Ella no me haría eso, no me lo ocultaría. Debía ser
mentira porqué de ser verdad había una enorme posibilidad que... ¡No,
joder!.

Me levante con brusquedad de la silla haciendo que es estrellara con


do suelo.
El cuerpo lo tenía tenso y mis manos estaban apretada.

Rufus mantuvo su distancia precaviendo que no estaba sobre mis


papales. Y no se equivocaba, estaba sintiendo la rabia dentro mío y
aún más sentía un idiota.

-Cálmate- Me dijo él levantando sus manos-. Daniel, cálmate.

Y una mierda.

-¡Tú no lo entiendes!- Brame enojado-. ¡No lo entiendes!.

Empuje la mesa atrayendo las miradas de todo en la bar pero eso era
lo que menos me importaba ahora mismo. Lo único que podía pensar
era en esas fotos y en lo feliz que se veía en ellas.

-¿Entender que?- Dijo él tranquilo.

Llevé las manos hasta mi cabello y tiré de el frustrado e irritado.

- Samantha estaba embarazada- Dije revelando lo que guarde para mi


todo este tiempo-. El bebé murió con ella en el impacto.

Rufus se quedó callado analizando mis palabras hasta que pareció


caer en cuenta a lo que me refería. Sus ojos se abrieron y dio un paso
hacia mí.

-Me estas diciendo que...

- Qué si lo que dices es verdad, hay una gran posibilidad que el bebé
que murió en el accidente no sea mi hijo.

Pasé las manos por mi rostro.

Estaba enojado que esto estuviera pasando. Todo venía a la


perfección y esto tenía que suceder para arruinarlo.
No puede ser cierto, no puede porqué eso significaba que mi dolor por
aquel bebé fue una ilusión.

La culpa que sentía por haber tomado esa curva, el odio a mi mismo,
todo, absolutamente todo podía no ser más que un engaño.

¿Qué demonios sucedió, Alisha?.

Necesito respuestas. No puedo dejar que las emociones me ganen,


debía pensar con la cabeza fría y mantener la compostura porqué
perder la razón no me llevaría a nada.

-Quiero que lo investigues todo, hasta el último detalle- Le dije con


exigencia en la voz.

Montaner asintió.

-¿Se lo dirás a Rachel?.

- Si- No había duda de aquello-. Pero no por ahora, quiero estar seguro
de todo porqué el más mínimo error la puede afectar. Ambos sabemos
lo que significa Alisha para ella y si nuestras suposiciones son ciertas
esto será un golpe muy duro para ella.

- Llamaré a mi equipo y ten el tuyo disponible por si acaso.

-Lo tendré.

Nos quedamos en silencio. Montaner apoyó su mano en mi hombro y


dio un apretón.

- Sabremos la verdad.

Apreté la mandíbula.
- Hubiera querido no tener que averiguarlo.

(...)

Entré a la empresa en donde Darinka me esperaba junto a su


escritorio.

Le hice una seña así me siguiera. Había llegado tarde y estaba


atrasado con los últimos informes. Tendría que ponerme al corriente
pero eso me parecía difícil después de todo lo que había pasado hoy.
Tenia la mente en cualquier lado y eso no era bueno para la empresa.

Me senté en mi silla.

- Infórmame.

Darinka asintió y se ajustó las gafas. Sus dedos se movieron por su


tableta.

-Mañana tiene la junta con los informáticos para tratar los últimos
detalles del software antes de empezar el periodo de prueba- Exclamó
con la mirada puesta en la pantalla-. En una semana tiene un viaje
pendiente a Londres para la inauguración de la nueva sede textil y
dentro de dos semanas estará listo el contrato con los Archibald para
firmar la extensión de su acuerdo.

Asentí.

-¿ Y la señorita Price?.

- Aquí estoy.

Blake entró a la habitación y noté que sus golpes estaban mucho


mejor que la última vez. Además que el maquillaje y las gafas oscuras
que se ponían lo hacían pasar por desapercibido.

- Te puedes marchar, señorita Jhons.

Darinka asintió.

- Con permiso- Dijo y se marchó.

Agarré los papeles de los informes de las ganancias de este año para
verificar que los cálculos y gráficas fueron los correctos. Desde lo que
había sucedido el año ahora era más cuidadoso con este tema en
especial.

-¿Cómo estas?- Le dije a Blake sin levantar la mirada-. Los golpes se


ven mejor.

Ella tomó asiento en la silla que siempre suele ocupar y encendió su


portátil .

-Lo están- Tecleó en la computadora-. ¿La chica de la otra vez es tu


asunto personal, verdad?.

-¿Asunto personal?- Le cuestioné.

- Te dije que cuando uno comete una equivocación como la que


cometiste tú en la empresa solo se debía por un asunto personal- Dijo
recordándomelo-. ¿Entonces ella es tú asunto personal?.

- Si.

Blake me miró sonriente.

- Es guapa, mucho. Lo suficiente como para salir contigo.

Dejé los papeles a un lado.

-¿Qué hay de malo conmigo?.

- Eres amargado y estirado- Contestó sin pensarlo ni un segundo.


- Tú tampoco eres muy simpática- Le contraataque.

Blake tiró su cabello hacia atrás y atrapó su labio inferior entre sus
dientes. Ahora que me fijaba tenia pestañas muy largas.

- Pues créeme que si me conociera te cambiaría por mi.

Parpadeé asombrado. De todo lo que esperaba escuchar hoy eso no


estaba en mi mente ni de por casualidad.

-¿Eres lesbiana?.

Ella río y me guiñó un ojo.

- Bisexual- Me miró con una sonrisa-. Pareces sorprendido.

Carraspeó queriéndome librarme de la situación. Hice como si mirase


los papeles pero la verdad es que estaba queriendo zafarme de la
situación incómoda que solo me había metido.

- Para nada- Le respondí.

-Ya claro.

El resto del día nos quedamos debatiendo sobre los adelantos de los
Software. También me comentó que estuvo hablando con los
representantes del gobierno para informarles sobre los adelantos y
darle una fecha estimada de cuando estaría listo al igual de cuando lo
lanzaríamos s la prensa para hacerlo conocer.

Tenia mucho trabajo atrasado y necesitaba que Kolt volviera a ser mi


vicepresidente para que no tuviera el doble de trabajo. No podía
confiarle las finanzas a cualquiera.

A eso de las diez de la noche Blake se despidió diciéndome que al


igual que ella debería irme a descansar.
Me quedé alrededor de medio hora más pero eso se vio interrumpido
cuando el móvil sonó.
Lo tomé y vi que era un número que no tenia registrado.

- McGregor.

- Daniel, soy Kolt- Se escuchaba voces atrás suyo-. Necesito tu ayuda.

Me acaricié la cien más estresado que antes.

-¿Qué hiciste?- Dije sin darle más vuelta al asunto.

- Llama a William. Me detuvieron.

-¡¿Qué mierda?!- Bramé. De todo lo que pensaba que podía ser nunca
se cruzó que fuera a ser que estuviera en la cárcel.

-No tengo mucho tiempo- Dijo apresurado-. Estoy en la comisaría de...

Colgué la llamada rápidamente mientras tomaba mi abrigo y salía de


la empresa.

Alaric me esperaba abajo con el coche.


Me abrió la puerta y le indiqué la dirección de la comisaría en donde
estaba el idiota de Kolt. Él no hizo preguntaba de por qué me dirigía a
ese lugar.

Marqué el número de Brestop.

-¿Hola?- Dijo la voz de una mujer.

Miré la pantalla para ver si no me había equivocado de número.

-¿Está William?.

-Oh si- Respondió ella y luego se escuchó como lo llamaba en un grito.

Intercambiaron unas cuantas palabras hasta que Brestop tomó el


móvil.

-Daniel.
-¿Alma Montemayor acaba de contestar el móvil?- Dije con cierto
asombro.

En primera instancia me pareció que la voz de la mujer se me hacía


bastante conocida, hasta que mi cerebro hizo clic y entendió a quien le
pertenecía la voz.

-¿Qué quieres?- Gruño evadiendo mi pregunta.

- Kolt está detenido.

-¡¿Qué?!.

-Necesito que lo saques de ahí antes que prensa se enteré y seamos


primicia en las revistas- Le dije serio-. Roger fue a recogerte a tu
departamento.

-Vale, te veré ahí- Dijo y me colgó.

Una vez que llegamos al destino me bajé del coche y entré a la


comisaría.
Me acerqué hasta el oficial que estaba para preguntarle si tenían a
Kolt aquí por las dudas me haya dado mal la dirección. Sentí un
mínimo alivio cuando me dijo que estaba aquí, pero la calma se fue
cuando mencionó que lo habían traído por disturbios y daños a la
propiedad de un bar.

Lo que me faltaba, además de ser un delincuente ahora también era un


borracho.

Más le valía estar sobrio.

Luego de veinte minutos Brestop llegó y se fue directamente al oficial.


Intercambiaron unas palabras y se fueron para donde supuse que
tenían a los detenidos.

Me senté mientras mi pierna se movía.


Estaba impaciente porqué Kolt saliera de ahí de una buena vez,
mientras tiempo pasara allí adentro corríamos el riesgo de que la
noticia saliera a la luz.
Mi móvil sonó. Tenia un mensaje de Rachel.

"Estoy yendo a tu departamento. "

"Tengo algo que mostrarte. Por cierto, Charlotte se ha reído porqué


camino extraño. Me las cobraré. "

Sonreí imaginándome más de un escenario.

Le respondí;

"Tengo un asunto pendiente, tardaré un poco en llegar. "

Minutos después salió William con Kolt; quien estaba golpeado y una
vestimenta deplorable. Lo más notario era el golpe bajo su ojo derecho
y el corte en su labio.

-¿En serio? ¿Una pelea en un bar?- Bramé.

Él me ignoro y se subió al coche azotando la puerta.

-¿Te dijo algo?- Le pregunté a Brestop.

-No, pero lo investigaré.

Le asentí y nos despedimos.

El camino de vuelta fue silencioso. Kolt no decía nada pero estaba


tenso y quería ahorrarme la pelea que tendríamos si le decía algo.

El coche se detuvo frente a la entrada de su departamento. Antes que


me bajara mi voz lo detuvo.

- Necesito que vuelvas a trabajar. No puedo manejar todo solo.

Salió azotando la puerta.

Respiré hondo para no llamarlo y decirle las cosas que me había


callado para no crear conflictos.
Un mensaje nuevo llegó al teléfono.

"¿Ya vienes?. "

Le contesté al instante.

"Voy en camino, princesa."

Mi humor mejoró al recordar que Rachel me estaba esperando en mi


departamento para quedarse conmigo toda la noche. No me
importaba estar agotado por todo lo de hoy, era lo que menos se me
cruzaba por la mente.

Tenia otros planes para esta noche, Unos planes en donde no


involucra dormirnos hasta la madrugada.

Media hora después ya estaba en el elevador. Me afloje el nudo de la


corbata y me saque el saco.

Me sentía más tranquilo de volver a casa de una vez por toda. Quería
llegar y tomarme algo para que el dolor de cabeza que me causó Kolt
se fuera.

Entré a mi departamento y me fijé que Rachel no estaba por la sala,


pero si que había estado por ahí, los cojines desordenados la
delataban.

Subí hasta mi habitación y abrí la puerta.

Me quedé recargado sobre la puerta ante la vista que tenia ahora


mismo.

Rachel estaba dormida abrazando una de mis almohadas. Estaba


usando un camisón negro que me hacía debatirme si dejarla dormir o
despertarla para llevar a cabo los planes que tenia en mente desde
que me dijo que se quedaría otra noche conmigo.

Nunca me cansaría de decir que era preciosa. No era capaz de verle


nada malo, es más, dudaba que tuviera algo como eso. Todo en ella
me parecía perfecto.

Dejé mis cosas sobre uno de los sillones y me cambié de ropa. Apagué
la luz de la habitación y me acosté a su lado.
Ella se removió sobre la cama y se volteó para abrazarme.

Su cabeza se apoyó en mi pecho.

- Has tardado- Dijo con voz somnolienta.

- Hubiera llegado más temprano de no ser porqué Kolt se ha metido en


un lío.

Levantó su cabeza y me miró con sus ojos entrecerrados.

-¿Que ha pasado?.

Negué restándole importancia.

- Nada importante, princesa.

Volvió a acostarse en mi pecho. Mi mano acarició su cabello y mis


ojos se cerraron vencidos por el cansancio.

-Daniel...- Susurró.

-¿Mm?.

-¿Quieres ir a la ducha?.

Abrí los ojos.

Rachel Mac Millán:

Las manos me sudaron.

Me miré una vez más en el espejo y por un segundo me entretuve


viendo el conjunto que traía puesto. Era uno de los destacados de la
colección de mi madre y sabia que lo había elegido esencialmente
para mi.

El corte era largo, de color rojo. Deslumbraba a penas lo veía. El escote


era recto y tenía una abertura entre una de las piernas, por lo que debía
tener cuidado porqué la ropa interior que llevaba puesta no cumplía la
función de cubrir en totalidad mi intimidad.

No iba a ser modesta y reconocería que este vestido me queda de


maravilla, es más, lo podría admitir un millón de veces y no me
cansaría. Me hacia una figura espectacular, resaltaba mis pechos y
cadera de una manera elegante y cuidadosa.

Charlotte estaba siendo maquillada a unos metros de donde estaba.


Parecía tan tranquila que me daban una ganas de golpearla por no
sentir los nervios que sentía yo.

Suspiré y tomé el móvil. Casi al instante sonreí al ver un mensaje de


Jeremy.

Jeremy:" Me gusta ser tu amigo, mucho más cuando tengo asientos en


primera fila. "

"Muero por verte, Barbie. "

Él y su hermana habían llegado por la mañana y supe que se habían


dedicado a conocer los lugares más destacados de Manhattan. Se
alojaron en un hotel que estaba alejado del centro de la ciudad, y por lo
que vi ese lugar estaba algo descuidó. Quise pagarles su estadía en
unos de los hoteles del padre Charlotte que estaba en una zona más
accesible para que exploren la ciudad. Sin embargo como lo veía venir
Jeremy me cortó el teléfono cuando se lo ofrecí.

Definitivamente Jeremy era un gran chico.

La puerta del camerino fue abierta y Megan entró tan deslumbrante


como siempre. Dudaba que en algún momento se pudiera ver mal.

No se lo diría pero me causaba tanto alivio verla.

Los entrenamientos durante todas estos días me habían ayudado


enormemente y en gran parte es porqué ella es muy buena enseñando.
Ya podía darme cuenta porqué es una de las modelos más codiciadas
del mundo.

- Bien, repasemos- Caminó a mi alrededor-. La barbilla arriba y cuida la


línea de tus hombros. No titubees al caminar- Ordenó ajustando la
altura de mi mentón-. No importa lo que pase, no pierdas la gracia. Así
se te salga un zapato debes continuar con seguridad. No. Muestres.
Miedo.

Asentí memorizándome cada indicación.

- Vas a abrir el desfile y Charlotte lo cerrará- Me informó ella-. Tú parte


es importante y más te vale no hacerme quedarme mal. Yo te entrené
para que lo hagas bien.

Sonreí al escucharla.

Ya veo porqué Asher se fijo en ella. Es explosiva.

- Lo haré bien- Dije sin vacilación en la voz. No iba a mostrarme tensa


ante Megan.

Mi respuesta pareció convérsela ya que sus facciones se suavizaron y


vi cierta tranquilidad en ella. La sombra de una sonrisa apareció en sus
comisuras pero la retuvo.

Se volteó. Sin embargo se detuvo en la mitad de la habitación y nos


miró por sobre su hombro.

- No dejes que las emociones te paralicen- Exclamó en un tono alto-.


Tienes una reputación que mantener. No quiero que muestres ningún
sentimientos, sin importar que veas allí afuera.

Supe que eso no era para mí sino para la pelirroja.

Charlotte detuvo a la maquilladora y volteó a ver a Megan algo


desconcertada. La confusión brilla en sus ojos.

-¿Por qué me lo dices?.


-Porqué en primera fila estarán Kolt McGregor y Rufus Montaner-
Sentenció-. Y quiero que demuestres que no te mueven ni un solo
cabello.

Megan salió azotando la puerta y me giré hasta Charlotte, quién traía


su cabeza agachada y sus ojos cerrados. Conocía ese movimiento, lo
conocía, porqué hace varios años lo hizo cuando dio un cambio radical
a todo en ella.

Significaba que estaba tomando un tiempo libre y cuando esté se


acabe ella volvería aún más decida que antes, con un nuevo muro que
le permitía no venirse abajo.

- ¿Tiempo libre?.

Charlotte abrió sus ojos y una sonrisa venenosa cruzó por sus labios.

- Fin del tiempo libre.

Un instante después toda la calma se volvió caos. Todos estaban


enloquecidos yendo de un lado a otro con los conjuntos de la
colección. Se veía a las maquilladoras algo alteradas porqué algunas
no terminaban los maquillajes y era cuestión de segundos que el
desfile empezara.

Tenia mil manos sobre mi cuerpo que me correrían hasta errores


inexistentes. Tuve que guardar el desagrado que sentí por un
momento cuando la persona que me echaba Spray se le iba la mano y
por poco logra asfixiarme.

Una mujer con un comunicador en su oreja apareció con una tableta


entre sus manos.

- ¡Empezamos en 10!- Gritó así todos la escucharan. Se acercó y me


sonrió con tranquilidad-. Te necesito al frente.

- Iré en un segundo.

Suspiré cuando por fin sentí que todas esas manos que me quitaban el
aire ya se habían esparcidos a otros lados.

Un hombre con un pañuelo azul reluciente en su cuello se acercó hasta


a mi. Me examino rápidamente y asintió como si estuviera conforme.

-Bien, cariño. Tengo entendido que es tu primera vez así que no te


espantes y si sale todo bien esta noche te aseguro que tendrás a un
millón de agencias queriéndote contactar.

Le sonreí al ver que me daba ánimos.

- Oh, créeme que esto es solo por hoy. No volveré a una pasarela.

Algo en su expresión me dijo que ya había escuchado eso y por eso


ponía esa expresión que no me creía nada.

- Eres muy hermosa para ocultar esa belleza de los reflectores-


Exclamó con su voz un poco aguda-. ¿Estás lista?.

-Si.

-¿Seguro?- Cuestionó.

Hundí mis cejas y me repasé con la mirada buscando algún accesorio


faltante. Estaba empezando a sentirme idiota por no notar que es lo
que me estaba faltando.

-¿No tienes idea de lo que te falta, verdad lindura?.

Apreté los labios.

Él hombre chasqueó sus dedos y fue ahí cuando dos personas


entraron sujetando una almohadilla y en el centro de ella había una
corona reluciente.

¿Cómo puede olvidar el sello de mi madre?.

A las debutantes se le otorga una tiara exclusiva mostrando que son lo


mejor de mejor. También se las otorga cuando una modela esta por
retirarse y elegí la firma de mi madre como su último momento en la
pasarela. Sin embargo hay muy pocas ocasiones en donde estas
tiaras se las da a otras modelos que no sean por estos motivos y en
caso que sea así solo significa una cosa; Que es la mejor.

Me pusieron la tiara con cuidado para que no arruinarme el cabello.

La misma chica que había aparecido hace unos minutos diciendo que
saldríamos en diez se volvió a acercarme.

- Es tú turno.

Me guio hasta la parte de donde saldría.


Desde donde estaba podía escuchar los murmullos de la gente y una
suave música que contrataba con el ambiente. Un segundo después
se instaló el silencio y el cambio de música fue notorio.

Tomé una bocanada de aire.

- Ahora- Ordenó la mujer.

Mi expresión cambió a una neutra, sería. No hubo aspice de duda en


mi caminar y en menos de lo que pensé los reflectores se apagaron
dejando a oscuras el lugar y cuando se volvieron a encender se
concentraron en mi, solamente en mi.

Podía sentir las miradas sobre mi pero tenia la voz de Megan en mi


cabeza diciéndome que no volteara a ver, que mantuviera mi vista la
frente.

Dejando atrás el miedo y la sensación de que podía equivocarme


empecé a desfilar sobre la gran pasarela. Me sentía poderosa y una
gran confianza en mi, no me sentía así hace meses y realmente era
bueno volver a sentir que podía hacer lo que quisiera sin ninguna
restricción.

Hice una pose al llegar al final de la pasarela y un flash impacto en mi


rostro, lo más seguro es que fuera la portada de una revista mañana.

Volteé la cabeza hacia un costado y mi corazón dio un vuelco al verlo a


él en primera fila, sonriendo con un brillo diferente en la mirada. Verlo
a Daniel de eso modo, mirándome como si fuera lo única mujer en la
habitación, me hizo sentirme aún más segura.

Me giré y caminé de vuelta con más firmeza en mis pasos. Ahora que
lo hacia no me parecía tan malo. Sin darme cuenta lo estaba
disfrutando, aunque eso no lo admitiría y mucho menos en presencia
de Junior.

Volteé una vez más dando una última pose y desaparecí por el pasillo
del costado mientras escuchaba el estruendo de los aplausos.

Una vez estuve bien alejada de todo los reflectores, cámaras, y las
miradas que esperaban una equivocación de mi parte, al fin respiré. De
un momento a otro empecé a reírme sin motivo sin razón.

Charlotte apareció y me sonrió mientras levantaba una ceja al notar


que estaba teniendo un ataque de risa.

- ¿De qué nos reímos?.

Solté un suspiro tembloroso y negué.

-No lo sé.

Se acercó y me abrazó fuertemente. Mis brazos las estrecharon con


firmeza. Sabia que tanto ella como yo necesitábamos este
acercamiento. No éramos de abrazarnos y que lo hiciéramos
significaba que de una manera indirecta nos decíamos que aquí
estábamos una para la otra.

Charlotte era mi ancla para volver y siempre lo sería.

-Brillaste. Esta noche brillaste, una vez más.

Me separé y la examiné. A pesar que no parecía tener nada malo por


fuera, la conocía perfectamente para saber que estaba luchando con
todo lo que tenia para no desmoronarse.

Cualquiera que no fuera yo la vería como una villana, una chica sin
escrúpulos alguno, que no tiene nada más en mente que el dinero. Sin
embargo solo la gente que la conocía en verdad sabia como era, sabia
que era alguien que se ocultaba en capas de superioridad para no
volver a sentirse insegura. Toda esa falta de sentimientos no podía ser
de la misma persona que lloró en mi hombro por miedo a volver, a
recordar.

Era consciente que había personas que la odiaban y otras que la


admiraban y quería ser como ella. Pero nadie sabia lo mucho que le
costó llegar a ser como es y las cosas que dejó atrás para serlo.

- ¿Podrás manejarlo?- Le pregunté en voz baja-. No tienes que salir si


no deseas hacerlo.

Yo había salido afuera y aunque no vi demasiado por estar


concentrada en no equivocarme, me bastó unos segundos al final para
reconocer que Rufus estaba al lado de April Chopra en la fila de la
izquierda y en la fila derecha estaba Kolt junto a Daniel.

Quería asegurarme que ella podía con esto, porqué de no ser así seria
yo quien se volviera su soporte en tierra. Aunque Charlotte jamás lo
necesito, siempre fue ella su salvación y estaba orgullosa por eso.

- Ningún hombre, sea McGregor o Montaner podrá derrumbarme. Soy


Charlotte Cowell, la puta reina de aquí y solo yo cortó cabezas, no al
revés.

La figura de Megan apareció en nuestro campo visual por lo que


ambas dejamos de lado esa conversación para después. Ella se cruzó
de brazos esperando y Charlotte me sonrió antes de marcharse.

- No me has puesto en vergüenza.

- Lo sé.

- Me caes bien- Dijo de pronto-. Puedes pensar que no pero lo haces.


Intente que no lo hicieras, no quería acercarme a ti porqué tenia miedo
de compararme contigo y no quería volver a hacerlo- Apretó sus
labios-. Amé a Daniel a pesar que él nunca lo hizo y que me dijera que
te ama a ti, fue duro.
No podía entender como lograste aquello por lo que me esforcé
durante mucho tiempo.

Su mirada se concentró al frente y vi a Asher con las manos metidas


en los bolsillos de su pantalón. Tenia la mirada fija en Megan,
aguardando por ella.

- Hasta que entendí que cuando una persona no es para ti, no lo es.
Por mucho que te esfuerces, que lo anheles...- Negó con su cabeza-
Simplemente debes dejarlo ir. Y cuando comprendas eso volverás a
encontrarte, a la parte de ti que pensabas que habías perdido.

Avanzo unos pasos y antes que continuará alejándose la detuve.

-Megan- Ella me miró-. Gracias.

Asintió con su cabeza y me sonrió.

- Recuerda lo que te dije.

La observé marcharse y pasar por el lado de Asher fingiendo que su


existencia le era irrelevante, aunque tenía claro que eso no era así y
ella ya me lo había dejado de ver.

Mi amigo me guiñó un ojo antes de seguirla.

Las cosas entre ellos no estaban bien, Megan no lo había perdonado


pero sabia que terminaría por hacerlo. Asher estaba esforzándose por
conseguirlo y es tan cabezota que no se detendrá hasta conseguirlo.

Él en verdad la quiere y ella a él.

-Aquí estás- Me dijo una de mis estilistas-. Necesito arreglarte para el


final.

Volteé un poco los ojos ya que a penas habíamos comenzado y ya


querían volver a someterme a horas de arreglo solo para el cierre del
desfile, ya que a diferencia de otras modelos yo solo tenia una
participación. Supongo que está era la parte que menos me gustaba
del modelaje.
De nuevo estaba siendo maquillada en mi camerino mientras veía por
la pantalla como iban saliendo las modelos. Según lo que comentaban
ya estaban casi vendidas todos los juntos de colección a grandes
marcas y ni siquiera habían sido distribuidos a las sedes de mi madre.

Me preguntaba si podría llevarme la bata que tenía que puesta.


Realmente era cómoda y no creo que noten la ausencia de una.

Estaban arreglando mi cabello cuando unos toques en la parte


detuvieron al estilista. Le hice una seña para que abriera y sonreí al
verlo.

- ¿Cómo te han dejado entrar?.

Jeremy se acercó y mi estilista se marchó diciendo que volvería dentro


de unos minutos. De todas formas había bastante tiempo todavía.

- Supongo que decir que soy tu amigo tiene muchos beneficios-


Exclamó-. Conseguí el número de una modelo y creo que está
empezando a gustarme Manhattan.

- ¿Y Cassy?.

-Ligando con un empresario.

Sonreí negando.

Ella si que era única. Se llevaría bien con Charlotte.

- Así que está en la vida de una heredera- Dijo volteando a ver el amplio
camerino.

- Sencilla como verás.

- Escuché que había una fiesta después del desfile- Inquirió él-. Me
pregunto si tu madre conoce...

-Mi madre no conoce a Robert Downey Junior- Le interrumpí riendo.

Jeremy se apoyó sobre el tocador y se cruzo de brazos. Estaba tan


acostumbrado a verlo con ropa casual que era extraño que llevara
puesto un traje, aunque esté en verdad le favorecía.

Noté su mirada intensa sobre mi y sentí nervios. Desde que lo conocí


tiene esa manía de quedarse viéndome con profundidad.

Debía reconocer que su mirada podía hacer sonrojar a cualquiera.

- ¿Por qué te quedas mirándome?.

- Porqué eres especial.

- ¿Especial?- Le cuestioné.

Él apretó su mandíbula.

- Si, eres especial y eso me gusta.

-No creas que me comprarás con unas palabras. Se que quieres los
beneficios de ser mi amigo.

Dejó caer su cabeza y río negando.

- Escuché que puedo entrar gratis a las discotecas. No es algo que


pueda desaprovechar.

- Eres insufrible.

Jeremy me sonrió con descaro logrando que le torciera los labios


fingiendo molestia.

- Estuviste muy bien allá fuera. La mejor de todas.

- Gracias- Le respondí-. Aunque no creo que sea la mejor de todas. Por


si no te has dado cuenta estás en un lugar lleno de modelos
profesionales, hasta mi mejor amiga tiene experiencia. Yo solo lo hice
por mi madre y porqué mi mejor amigo me puso esta treta.

- Pues para no tener experiencias has dejado a todos encantados.


- Eso me dices porqué soy tu boleto gratis a todos lados.

Jeremy negó de pronto serio.

- Te lo digo porqué no he dejado de mirarte ni un segundo mientras


estabas ahí.

La boca se me secó y quizás eran cosas mías pero el ambiente entre


los dos había cambiado y se sentía más personal.

Busqué algún rastro en su rostro que me dijera que lo que me decía


era solo por adularme como siempre hace. No obstante estaba
demasiado serio y sumando el hecho que lo había dicho lo dijo con
total firmeza..., Si, creo que esto iba más allá de su chistes.

Quería dejar de mirarlo, sin embargo como dije antes era casi
imposible ignorar las sensaciones que te transmiten sus ojos.

Tragué saliva cuando vi que se estaba por acercarme y al mismo me


sentía estúpida por ponerme nerviosa.

Por Dios, es Jeremy. No debería ponerme así.

Antes que dijera algo él mismo se detuvo dando un paso hacía atrás
como si de pronto hubiera recordado algo y me sonrió algo tenso.

Su boca se abrió para decir algo y fue entonces que la puerta del
camerino volvió a abrirse y Daniel entró a la habitación.

Sus ojos mieles miraron primero a mi acompañante y luego a mi,


volvió a mirar a Jeremy.

Daniel se acercó y dejó un beso cortó en mis labios. Su mano acarició


mi mejilla con delicadeza y me sonrió tranquilo.

- Lo has hecho fenomenal, princesa- Me susurró.

Se enderezó y volteó hasta el chico que teníamos a unos metros.

Extendió su mano.
- Daniel McGregor.

Él apretó su mano.

- Jeremy Thompson.

.
Daniel McGregor:

No podía despegar mis ojos de ella.

Cuando le he visto allá afuera arrasando con todo y callando bocas,


me he sentido orgulloso de mi chica. Los ha dejado a todos con la
boca abierta y me incluyo en ellos.

Simplemente la imagen de Rachel desfilando no se quitaba de mi


mente ni por un segundo y dudo que algún día después de verlo pueda
olvidarlo. No sabia que necesitaba verlo haciéndolo para que me
gustara más de lo que ya lo hace. Definitivamente me uniría con Junior
Reyes para que esto vuelva a pasar. Aunque también gran parte del
mérito lo tiene Megan, si con unas semanas logró esto no podía
imaginar a donde llegaría su alcance si hubiera tenido un mes entero
para prepararla.

No me quede para ver el resto del desfile porqué bien se marchó me


escabullí entre la gente. No necesitaba una membresía para pasar,
todos aquí sabían quiera era y lo más primordial; quién era mi
madrastra.

Lo que si no esperaba es ver a Rachel acompañada.


Jeremy Thompson.

No muy nombrado por la pelinegra que tenia a unos metros. Sin


embargo según el vago recuerdo de hace unos días, él era un amigo
que tenia en Inglaterra y vino hasta Manhattan por el desfile de la
madre de Rachel.

Y lo más importante; Él era su amigo.

Y yo no tenia problema alguno con ello.


Si ella me dijo que Jeremy es tan solo un amigo, no debería desconfiar
de su palabra. Ese era un error que no volvería a cometer ni estando
loco. Por eso es que estoy tranquilo, porqué él hasta el momento no es
amenaza alguna.

Jeremy se aclaró la garganta y rascó su nuca.

- Iré a buscar a Cassy, no quiero que me deje solo aquí por irse a follar-
Le dijo a Rachel y ambos rieron.

- Será mejor que te apures. Ella no dudara al dejarte.

Así fue como aquel chico de cabello rizado se fue dejándonos a los
dos completamente solos. Lo cual agradecí, no podía hacerle nada de
lo que cruzaba por mi mente estando él presente.

Sin embargo algo merodeaba por la mente de mi princesa. La conocía


muy bien para saber cuando había algo que estaba inquietándola y eso
mismo noté bien entre a la habitación. Aunque supuse que no era el
momento estando ese chico, ahora él no estaba.

Me apoyé sobre el tocador procurando no voltear ningún cosmético.


Cruce mis brazos sobre mi pecho y por alguna razón sentía que estar
alerta pero ¿De qué?.

- ¿Qué cruza por esa cabecita tuya?.

Rachel salió de sus pensamientos al escucharme hablar. Me sonrió


como si le estuviera restando importancia.
- Boberías.

-Mm- acaricié mi mandíbula-. ¿Boberías?.

- Te podría sorprender las cosas que alberga mi mente.

- En eso te doy la razón- Ya había sido testigo de aquello, sobre todo


de sus planes para fastidiarme en el pasado-.
Puedo recordar a la perfección como te la ingeniabas para hacerme
caer ante tus deseos.

Rachel se levantó de la silla y se me acercó con una sonrisa. Clavó una


de sus uñas en el centro de mi pecho.

- Te recuerdo que fuiste tú quien me manipuló para tener una cita, a la


cual por cierto no llegaste.

La agarré de la cintura pegándola a mi cuerpo en un movimiento


rápido. Su nariz chocó con la mía y algunos mechones de cabello
cubrieron parte de su rostro.

Una sonrisa divertida tanteaba sus labios. Estábamos jugando, hace


mucho no lo hacíamos y Dios, es bueno volver a hacerlo.

- No sabia que tenías buena memoria, princesa- Dije enmarcando la


última palabra.

Rachel río suavemente. No se cómo lo hacia pero el mínimo gesto de


su parte me descontrolaba. Hace tiempo me asustaba el hecho que
lograra que mi corazón se acelera pero ahora, después de ver en lo
que me convertía cuando no estábamos juntos, me alegrará que
produjera esos sentimientos en mi.

Su mano acarició mi nuca y algo cambió en su expresión. Me tense


temiendo haber hecho algo mal, quizás me había equivocado y apuré
las cosas, quizás se estaba arrepintiendo de lo que sucedió hace unos
días.

Dicen que toda decisión trae daños colaterales y aunque entendía el


por qué nos habíamos separado, no paraba de pensar que en el
cualquier momento iba a marcharse de nuevo. Estaba jodido ante la
idea que se vaya, de solo imaginármelo... No, no es algo que pasará.
No está vez.

- ¿Qué ocurre?- Dije ignorando el nudo que se me formó en el


estómago.

Me sonrió y se abrazó a mi, con fuerza. Como aquella vez que fuimos
a bailar.
No estaba entendiendo pero eso no impidió que la estrechara entre
mis brazos.

Apoyó su frente en mi pecho y eso me molesto. No por el toque sino


porqué no podía verle los ojos y eso me estaba inquietando.

-Princesa...-

- Solo me he puesto sentimental- Masculló-. A lo mejor me está por


venir la regla.

Su tono de voz era medio agudo. Dos segundos me tomó descifrar que
estaba mintiendo.

-Mentirá.

Levantó la mirada dejándome ver para mi alivio esos imponentes ojos


verdes suyos. Tenia el entrecejo hundido y la boca fruncida.

Su expresión de desconcierto me causó gracia. Quién diría que una


simple palabra bastaba para sorprenderla.

-¿Cómo es que... ¿Cómo?- Balbuceó.

- ¿Cómo se que mientes?- Dije formulando correctamente lo que


quería decirme-. Es muy patético de tu parte pensar que no te presto la
suficiente atención como para notar pequeñas cosas que te delatan
cuando mientes.

-¿Pequeñas cosas?- Cuestionó confundida.


Asentí.

- Entonces- Le corrí el cabello del rostro-, ¿Qué te ocurre?.

Rachel se puso nerviosa. Soltó un suspiro como si estuviera dándose


ánimos así misma.

- Me gusta como me miras y no quiero que dejes de hacerlo.

- ¿Qué si...-

Rachel me interrumpió.

- Lo que quiero decir es que me gusta como me miras, me gusta estar


a tú lado y no quiero dejar estarlo- Entornó su mirada en mi-. Por favor,
no quiero irme, no está vez.

- Y yo no quiero que te vayas.

Ella cerró sus ojos como si no soportará seguir viéndome mientras


hablaba. Mojó sus labios y tomó una gran bocana de aire.

- No quiero irme, quiero quedarme conmigo- Dijo silenciosamente-. No


me des motivos para marcharme, no de nuevo.

Asentí porqué no confiaba en mí voz ahora y mucho menos en mi


mismo. Estaba más que seguro que la expresión de mi rostro dejaba el
evidencia que de todo lo que esperaba escuchar cuando crucé por esa
puerta, que me pida que no le fallé, es lo último que cruzo por mi
cabeza.

No podía culparla y mucho menos enojarme por pedirme algo así,


como tampoco podía criticar la elección de palabras que eligió para
decírmelo. No podía quejarme porqué en un pasado no tan lejano fui
yo quién le falló rompiendo promesas, dejando que los fantasmas del
pasados se antepusieran.

La lastimé, si. Es algo que no podía borrar porqué lo hecho, hecho


está. Pero si que podía agregar más capítulos a nuestra historia y dejar
atrás los momentos oscuros.

Ahora que la tenia conmigo no la dejaría marcharse. Y no me


importaba que esa mierda sonará egoísta porqué Rachel es parte de
mi, no porqué sea mi motivo para vivir, sino porqué soy mejor persona,
soy más feliz con ella a mi lado. Así que si, seria él egoísta más grande
del mundo, pero feliz.

- Trataré de no hacerlo.

La presión de sus hombros se relajó y en menos de un segundo volvió


a ser la mujer que me gustaba, la que tenía ese brillo de picardía en la
mirada y una sonrisa que a cualquiera haría sentir inferior.

La puerta del camerino se abrió mostrando a unas dos chicas y un


chico. Los tres parecían estar agitados y cansados.

- Señorita Mac Millán, tenemos que prepararla- Le dijo él hombre.

- Claro.

Antes que se volviera a sentar la besé sin importarme que hubiera


otras personas en la habitación. Antes quizás guardábamos en
secreto nuestra relación pero ahora no me apetecía hacerlo, no quería
hacerlo. No tenia motivos para ocultarme ante nadie y mucho menos a
la mujer que quiero.

- Te buscaré para irnos juntos.

- ¿Puedo quedarme a dormir en tu departamento?- Dijo distraída.

Levanté las cejas y mis comisuras se alzaron.

- ¿Solo dormir?.

Rachel se ahogó con su saliva mientras que sus mejillas se ponían


coloradas y balbuceaba sin poder armar una oración coherente.

Solté una risa logrando que me clavara sus verdes ojos sobre mi de
una forma en la que me dejaba claro que no le hacía ni una gracia que
le dijera estás cosas estando otras personas.

Le di un beso cortó y ella frunció su nariz fingiendo molestia.

- Tú te puedes quedar en mi departamento cuando quieras- Murmuré


para que solo ella pudiera escucharme- No importa la hora o si yo no
estoy, ¿Bien?.

- No puedo enojarme si me dices esté tipo de cosas- Protestó.

-Ese es el punto, princesa.

Al volver a mi lugar noté que Kolt estaba más tenso que al principio y
estaba seguro que no se debía al hecho que frente nuestro estaban
Rufus Montaner con April Chopra. No, eso no era lo que le ocurría sino
que otra cosa, la misma cosa que también tenía del mismo modo a
Rufus; Charlotte Cowell.

El desfile había avanzando rápidamente y como Rachel tuvo su gran


momento al inicio, Charlotte lo tendrá al final. Después de tantos
tiempos estos dos podrán verla directamente sin tener que estas
escondiéndose para hacerlo y no tenia bien asimilado si eso les
agradaba o los desquiciaba.

Me fijé como alguien se sentaba a mi lado y sonreí al verla. Se veía


bien, hasta los ojos tenían un brillo especial.
Su mano se apoyó en su barriga y soltó un suspiro cansado.

- ¿Agotada?.

Megan sonrió.

- Esas dos no son algo fácil de llevar.

- Pues no se ha notado- Dije refiriéndome al trabajo que había hecho


con Rachel. Creo que todos aquí podían opinar lo mismo, ella parecía
una profesional.

- No era tu novia lo que me preocupaba- Exclamó sorprendiéndome-.


Quizás Charlotte tenga más experiencia que ella, pero por lo menos
Rachel no tiene que enfrentarse a sus emociones en medio de una
pista en donde cientos de ojos estarán sobre ella esperando ver que
fracasé.

- Ellos tampoco están bien con esto- Le dije echándole una mirada
ambos.

Megan río irónica.

- Tanto tú como yo sabemos que ninguno de estos dos tiene la


obligación de asistir - Iba a hablar pero ella me cortó- Y no te atrevas a
decir que es por sus empresas ya que bien sabemos que pueden
enviar a un representante como hicieron muchas otras veces.

No podía objetarle nada porqué estaba en lo cierto, aunque yo quisiese


pensar que no era así. Al final de cuentas Megan tenia razón y sus
presencias aquí, por más que quisieran negarlo, eran por sus propios
deseos.

De pronto las luces se apagaron y un reflector se encendió haciendo


notar la aparición de la pelirroja. Los cuchicheos que se escuchaban
antes ya no se oían. El silencio reinó y solo se escuchaba el sonido de
la música.
Charlotte estaba vestida de un vestido blanco con degradados de
color carmín en la parte baja.

Miré a Kolt y la línea de su mandíbula se marcó al verla. Me fijé en


Rufus que estaba del mismo modo mientras que April trataba de no
mirarla, sin embargo eso no parecía ser posible.

Megan levantó su barbilla y sus ojos se entrecerraron. Todos los años


que la conocía me permitían saber que estaba nerviosa y preocupada,
lo que me hacía preguntarme ¿Por qué se preocupaba por Charlotte?.
Algo me decía que me estaba desentendiendo de lo que sucedía a mi
alrededor.

Entonces Charlotte empezó.

Los flashes empezaron a captar todos sus ángulos. Su expresión era


neutra, aunque cuando llegó casi al final de la pasarela en donde
estábamos vi cierta tensión en su mirada. De pronto pasó lo que
menos pensaba que haría;

Ella miró a Kolt y sonrió.

Ella miró a Rufus y sonrió.

Megan río disfrutando.

La sonrisa que les plantó a ambos los dejó descolocados y eso se vio
en la expresión de sus rostros. Ninguno se lo esperaba ya que desde
que la pelirroja volvió solo los ignoró y ellos a ella... O bueno hasta
ahora.

Charlotte posó para el fotógrafo principal y la satisfacción se hacía


notar en cada poro.

Ella se volvió de vuelta por donde había salido hace unos minutos. Los
aplausos estallaron cuando desapareció y vi como tanto Kolt como
Rufus se levantaron de sus lugares y se marcharon.

- ¿No los vas a detener?- Le pregunté a Megan.

- ¿Yo? No, claro que no- Exclamó recargando su espalda en la silla. Se


miró las uñas con desinterés-. Los de seguridad lo harán por mí.
Tienen prohibida la entrada al camerino de Charlotte.

-¿Sabias que esto pasaría?.

- Era una de las opciones. La otra era que se congelara ante ellos y
saliera corriendo haciendo el ridículo más grande de su vida- Dijo
mirando su móvil-. Y creo que ambos sabemos a la perfección que
Charlotte Cowell no se pone en vergüenza ante nadie- Me miró-. Creo
que deberías llamar a tus guardaespaldas si no quieres que esos dos
mañana sean portada del New York Times por crear disturbios en el
desfile más importante del momento.

Mierda.

Me levanté de mi lugar mientras sacaba de mi saco el móvil. Lo llevé a


mi oreja mientras trataba de llegar hasta los camerinos.

- Daniel- Respondió Alaric.

(...)

Kolt hizo una mueca y Rufus fumó su quinto cigarro

-¿En qué mierda estaban pensando?- Bramé colérico-. ¡Si les dicen que
no pueden entrar es porqué no pueden entrar!.

Estos imbéciles por poco logran ser fotografiados y eso parecía no


importarles. Había tenido que llamar a más de mi equipo de seguridad
para que logren sacarlos del evento sin llamar la atención de nadie. Me
tuve que perder el final en donde salía Rachel de nuevo por estos
idiotas que consideraron que era buena idea liarse a golpes con los de
seguridad.

Kolt tenia sangre en la nariz y Rufus cortado el labio.

Desde que los traje hasta un lugar apartado ninguno ha dicho nada. Se
mantenían callados y sabia que no le hacia ni puta gracia tener que
estar los dos juntos en el mismo lugar pero eso no podía importarme
menos.

- Alaric te llevará a casa- Ordené mirando a Kolt- Y a ti te llevará Roger-


Le dije a Rufus. Vi que tenían intención de hablar y los interrumpí antes
que lo hicieran:- No quiero que hablen. No se van a quedar a arruinar el
evento de Juliette y menos a acosar a Charlotte porqué ahora si se les
da la puta gana.
Mañana cuando tengan la cabeza fría hagan lo que quieran, hoy no.
No protestaron para mí fortuna y se dejaron llevar por mis
guardaespaldas.
Mientras observaba como se marchaban encendí un cigarro para
quitarme un poco los nervios que había sentido. Un poco más y la cara
de Kolt seria primicia y justamente eso era lo que quería evitar. No
necesitaba más problemas o escándalos, no cuando muy pronto se
conocerá el primer prototipo del producto más costoso de las
empresas McGregor. También quería ahorrarme disgustos con los
Price.

Mi móvil vibró y me fijé que era un mensaje de Rachel.

"¿Donde estás? Estoy aburrida de esta gente. "

Un segundo mensaje entró.

"¿Podemos irnos a tu departamento?. "

Le sonreí a la pantalla.

Solo ella puede seguir pidiéndome permiso para hacer la mínima cosa
en mi suite. No importaba lo mucho que le repitiera que podía hacer lo
que quiera y no me molestaría, Rachel seguía avergonzándose hasta
para entrar al baño.

Me la podía imaginar sonriéndole a todos los que se acercaban a


felicitarla mientras que por dentro ya está fastidiada de recibir tanta
atención. Los eventos no eran lo suyo, no le gustaban. Sin embargo
era casi imposible que no llamará la atención, no solo por ser guapa
sino que también tiene un apellido fuerte y parientes que los son aún
más.

Solté el humo y vi como la puerta que daba al callejón en donde estaba


se abrió.

Me quedé quieto observándola. Lucía bien ese vestido negro que se


acentuaba a la perfección en sus caderas, las resaltaba demasiado
haciendo que a cualquiera le quedara claro que tenia buenas curvas.

No notó mi presencia porqué estaba concentrada discutiendo con


alguien por el móvil.

Mis comisuras de alzaron al verla adoptar una pose desafiante para


luego mandar a la mismísima mierda a la persona con la que estaba
hablando.
Era entretenida cuando se cabreaba.

Hasta este momento no la había visto en el evento. Supongo que ella


estaba junto a sus representaste asientos atrás del mío, después de
todo los más grandes inversionistas y la familia eran lo que estaban en
primera fila.

Al verme sonrió.

- No sabía que fumaras.

- No hay muchas cosas que sepas de mi, Blake.

Sacó un cigarro de su bolso diminuto y lo encendió. Negué sonriente y


ella se acercó.

Soltó el humo.

- Creo que tendré tiempo para


conocerte, Daniel.

Rachel Mac Millán:

Escuché un portazo y dejé de mirar la televisión para observarla.

Charlotte le puso pestillo a la puerta y se apoyó en ella mientras su


expresión mostraba lo que casi nunca sentía; nervios.

- ¿Qué sucede?.

- Creo que me he pasado- Balbuceó-. No se ni como he podido hacerlo-


Se pasó las manos por el rostro frustrada- ¿Lo has visto?.
Levantó su mirada chocándola con la mía. De alguna forma con sus
ojos me decía que esperaba que le dijera que el show que había
montado haya afuera para mostrarse superior no había pasado.

- Apuesto que todo el mundo lo vio.

- ¿Me excedí?.

Negué.

- Se lo merecían.

No había dudo de aquello.

-Bien, bien- Se apoyó en el tocador de maquillaje-. Todo está bien.


Todo salió bien.

-Cálmate, si- La agarré de los hombros y le di un apretón-. Has estado


fenomenal, tus redes seguro están explotando, y apuesto todo el
dinero de mi cuenta bancaria que ahora mismo están llamando a Zhel
para contratarte.

Zhel Jacker es él representante de Charlotte que habíamos contratado


hace poco al ver que ella ya no podía manejar sus trabajos y a la
universidad sin perder la cabeza. Al principio la pelirroja no quería otra
persona encargándose de hacer sus cosas, sin embargo ahora puedo
decir con certeza que sin Zhel, estaría muerta.

- ¿En serio lo crees?- Murmuró bajo.

Tragué saliva y le sonreí algo tensa.

La vi desde sus inicios como formó un autoestima y actitud


inquebrantable, empezando desde cero, como recaídas y mucho otros
problema. Ella logró volverse poderosa y dejar una marca en cualquier
lugar que pise. No podías estar en algún sitio sin que la mencionen.
Por esos motivos y mucho más es que me causa un extraño
sentimiento amargo ver que volver al lugar donde se volvió fuerte,
ahora la ponía vulnerable. Aunque no lo mostrará ante todos, a solas si
podías notar como su autoestima no era el mismo.

- Estoy segura de ello.

- ¿Crees que me buscarán después de esto?.

Charlotte sabía la respuesta.

No conocía tanto a Kolt McGregor como para decir qué haría él, no
obstante si que conocía bastante bien a Rufus Montaner. Los años de
amistad que tenemos juntos me permiten poner la mano al fuego y dar
certeza que en cualquiera momento entraría por esa puerta a exigirle
explicaciones a Charlotte, aunque ella no tuviera que dárselas.

Tampoco me era difícil deducir que ella pensaba lo mismo que yo y


por eso era el real motivo por el cual estaba tan nerviosa cuando entró.
Porqué vamos, ¿Charlotte poniéndose nerviosa por montar un show?
Eso no se lo cree nadie. Lo ha disfrutado, cada segundo. Ha disfrutado
ver como un simple acto sigue afectándoles a los dos. Pero claro está
que la confrontación con ellos, si eso no le gustaba y lo más seguro es
que evitara aquello hasta que le sea imposible.

Si voy a reconocer que ella los provocó.

Cruce mis brazos sobre mi pecho y ladee la cabeza.

- Tú sabes la respuesta- Levanté ambas cejas-. Los conoces mejor que


yo ¿Qué crees que harán?.

Pasaron varios segundos en los que Charlotte se quedó tiesa en el


lugar totalmente desconcertada. Su expresión perdida cambió
radicalmente y sus ojos se clavaron en mi.

- Tengo que llamar a seguridad- Tomó el móvil con sus manos


temblorosas-. ¡Joder!.

Y entonces el primer golpe se escuchó.

Se quedó blanca con su cuerpo tenso. El móvil se había resbalado de


su mano y ahora me miraba alarmada.
Otro golpe.

-¡Se que estás ahí!.

Ese era Rufus.

-¡¿Y tú que mierda haces aquí?!- Escuché como Montaner le bramaba a


alguien más.

- Podría responderte pero no creo que la respuesta te guste.

Ok, ese era Kolt. Un muy valiente Kolt.

-¿Qué hago?- Susurró retorciendo sus dedos.

¿Era idiota de mi parte decir que estaba igual nerviosa?.

- No sé.

- ¡¿Cómo que no sabes?!- Chillo en voz baja.

-¡ No lo sé!- Respondí perdiendo los papeles. Agarré el puente de mi


nariz y me calmé-. Todo estará bien mientras no tiren la puerta.

Charlotte pareció relajarme un momento pero al minuto volvió a


ponerse igual de exaltada que antes.

Se agachó tomando el móvil del suelo y se lo llevó a la oreja.

-¿Qué haces?- Mis cejas se fruncieron con incredulidad.

- Llamar a seguridad.

Lo siguiente que supe es que en la puerta de camerino se estaba


montando un gran espectáculo. También pude escuchar como los de
hombre de Daniel intervenían y por un momento consideré abrir la
puerta solo para ver si podía con los idiotas que buscaban ser los
protagonistas de la noche y de los periódicos de mañana.
Una vez que pudieron dispersarlos el equipo de maquillaje y peinado
volvió a abordarnos. Si antes parecían alterados ahora lo estaban más
y es que tanto Rufus como Kolt hicieron que perdiéramos mucho
tiempo.

Era bueno que no pudiera ver a mi madre en estos momentos. Me


haría volver los nervios al verla tan desatada y enojada.

No tardaron mucho en arreglarme ya que gran parte la habían hecho


pero el caso de Charlotte era totalmente diferente. Al ser la última
corrida con la gran desventaja de tener menos tiempo y era bastante
obvio que ya había perdido la mitad de los minutos que le quedaban
para salir en escena.

Megan cruzó por la puerta con un comunicador en su oreja.

- ¡Qué prepares todo! ¡No me importa! ¡Y más te vale conseguir esa


cámara idiota!- Bramó enfurecida y apretó el botón colgando.

- Siempre tan simpática- Le dijo Charlotte con una mini-sonrisa.

- Tú - La señaló y río-. No me agradas, en lo más mínimo, pero soy tú


fan.

La expresión de la pelirroja decayó visiblemente. Entonces, recién en


ese momento fue que entendí que realmente no había disfrutado
confrontándolos, aunque ella lo hiciera ver así.

- No iba a esconder o correr- Dijo sin mirarnos-. No me humillaría de tal


modo.

- Lo sé- Dijo Megan neutra-. Por eso es que antes de que salieras es
que di órdenes específicas que Kolt McGregor y Rufus Montaner no
pueden entrar aquí.

- Gracias.

- Tengo que devolverte el favor de algún modo, no.

Intercambiaron unas sonrisas sinceras y después Megan se marchó


de la habitación dejándome confundida por su extraño acercamiento.

Arrugue mi nariz algo disgustada. Estaba acostumbrada a que siempre


seamos Charlotte y yo contra todo el mundo y por eso mismo es que
me sabia tan amargo percibir que mi mejor amiga estaba
compartiendo un secreto con alguien que no sea yo.

- ¿Debo ponerme celosa?.

Ella río.

- Resulta ser que soy irresistible hasta para quienes me odian- Se


encogió de hombros-. Pero quédate tranquila que siempre te elegiré a
ti.

Si quería molestarme, yo también lo haría.

- No lo digas tan fuerte o tus novios vendrán a sacarme la cabeza.

- Que chistosa.

Luego de que nos terminaran de poner los nuevos vestuarios y


acomodaran las tiaras sobre nuestras cabezas salimos de los
camerinos para luego ponernos al final de la fila.

Sonreí cuando vi a mi madre acercarse mientras que una mujer la


seguía poniéndole algo de polvo. Esa chica era algo torpe y lo hacía
notar porqué más de dos veces casi se cae bruces al suelo por no
poder seguirle el paso a mi madre.

- Voy a matar a todos- Gruñó colocándose en medio de Charlotte y yo.

- No creo que quieras ir a la cárcel, Juliette- Le respondió.

- Que des fortunio más grande ser dueña de la marca de ropa más
prestigiosa de Estados Unidos- Ironice-. Si algún día te cansas puedes
dejarme Polka's. No me molestaría en lo absoluto ser una empresaria
solicitada.

- Seamos honestas, es más probable que Charlotte lo heredé antes


que tú, mi niña- Iba a hablar pero ella me interrumpió-. Y no porqué la
prefiera a ella o a Junior antes que a tu, sino porqué la moda no es
algo que te guste.

Apreté los labios sabiendo que estaba en lo cierto.

Cuando era más pequeña mi madre había querido que me interesara


en hacer ropa, coser, o ver desfiles. Si embargo a pesar de sus
esfuerzos eso nunca me llamó la atención.
Recuerdo que tiempo atrás me llevaba al taller buscando tener algún
efecto en mi, pero la que logró que amara todo esto de la moda y
glamour fue Charlotte.

- Como si no fuera suficiente que no tengas ni el blanco de los ojos de


mi parte, también debías compartir los mismos gustos que tú padre-
Chasqueó la lengua fingiendo molestia. Aunque trataba ocultarlo tenia
una sonrisa pequeña al recordar a papá-. No me parece justo.

- No puedo discutir eso.

- Por supuesto que no, cariño. Soy tu madre, no te dejaría ganar una
discusión aunque tuvieras razón.

-¡Salimos en 5!- Gritó un hombre del equipo técnico.

(...)

El cierre del desfile había sido fenomenal. A pesar de haber tenido


pequeños conflictos pudimos cubrir todo y nadie supo de los
percances que casi hacen que mi mejor amiga se desmaye de los
nervios y que mi madre sacara su instinto asesino a la luz.

Había disfrutado ver como los aplausos inundaban el salón y más aún
ver el brillo de mamá en los ojos al saber que todo había sido
espectacular. Por lo que había oído ya más de la mitad de la colección
había sido vendida a compradores exclusivos y el resto se distribuirían
en las marcas de ropa que están asociada a Polka's.

Lo malo de terminar el desfile era la fiesta que seguía como


celebración para los invitados y los que trabajadores. Si había algo que
no me gustaba era tener que estar con muchas personas al mismo
tiempo y que encima todos hablen al mismo tiempo.

Podía sonar desagradable pero estaba harta de escuchar que debía


seguir formándome para las grandes pasarelas. Definitivamente ser
modelo fue una cosa de una vez, no era algo que me gustara para
hacer el resto de mi vida. Francamente no era lo mío.

Levanté mi mentón y una vez más fallé al intentar encontrar a Daniel


en el tumulto de gente que habían en el lugar.

¿Donde estás?.

Por lo que había oído de Megan fue él quien se encargó de hacer que
Kolt y Rufus se marcharan. Supongo que eso mismo es lo que lo tenia
tan ocupado y por eso no volvía, aunque estaba tardando un poco más
de lo necesario. Por otro lado comprendía que esos dos no eran algo
fácil de manejar y menos estando uno tan cerca del otro.

No había que ser un genio como Charlie para saber que Kolt y Rufus
no se toleraban en lo más mínimo. Los motivos eran claro: Charlotte
Cowell y April Chopra.

A veces me entraba bastante curiosidad por querer que sucedió


exactamente entre esos cuatro y aún más saber que estaba
sucediendo ahora. Sin embargo había límites y la privacidad de
Charlotte era uno de los motivos por los cuales no investigaba a
profundidad sobre la historia que se cargan todos ellos.

- Señorita Mac Millán- Me volteé al escuchar la voz de una mujer-. Aquí


está su móvil.

- Gracias.

Agarré el teléfono y sin más que agregar le di la espalda para buscarlo


entre mis contactos. Lo hubiera llamado pero a lo mejor estaba
deteniendo una pelea entre Montaner y su primo. Lo mejor era no
interrumpir.

Escribí el mensaje.

" ¿Donde estás? Estoy aburrida de esta gente. "

Lo envié y mi dedo quedó suspendido en la pantalla considerando la


idea que había cruzado de pronto por mi mente.

"¿Podemos irnos a tu departamento?. "

Envié el otro mensaje.

Me quedé esperando unos minutos a que llegará su contestación pero


esta no llegó y eso me desanimó. Estaba cansada y con hambre, me
había levantado muy temprano y lo único que quería era irme a dormir
con él a mi lado luego de haberme comido cualquier comida chatarra.

Suspiré pesadamente.

- ¿Cansada de la vida tan agitada que tienes?.

Volqué los ojos con una sonrisa.

- ¿Cuando dejarás de meterte conmigo, eh? Estoy empezando a


considerar si en verdad quiero ser tú amiga.

Jeremy me sonrió abiertamente.

- Si, bueno. Ya es tardé para eso ¿No lo crees?.

Miré a su alrededor y no la noté cerca suyo.

- ¿Cassy sigue ligando?.

- Lo más probable que así sea.

- Quería saludarla antes de marcharme


-Mascullé ladeando la cabeza.
Jeremy resguardo sus manos en los bolsillos de traje. Era algo
diferente verlo tan formal, podía jurar que estaba odiando tener que
llevarlo puesto.
No era su estilo pero le quedaba bien.

- No sabia que tuvieras novio.

Sabia que se refería al beso que Daniel me había dado hace tan solo
unas horas atrás.

- Es...-Dejé caer mis hombros- complicado.

Sus cejas se alzaron y dio un paso cerca mío.

- ¿No es tú novio? ¿Eso me quieres decir?.

- No es mi novio- Mi declaración atrajo su atención- Pero antes lo fue y


quizás lo vuelva a ser.

- Yo más bien diría que es algo seguro.

- ¿Por qué lo dices?.

Un mozo cruzó por nuestro camino y Jeremy tomó uno de las copas
que llevaba en la charola de plata.

Su mandíbula se marcó mientras bebía.

- Te lo planteo de este modo- Su mirada estaba en la copa de cristal- Si


yo encontrara una persona que no solo me hace bien estando a su
lado sino que también está dispuesta a ir contra todo por estar
conmigo; Si yo en verdad encontrara un persona que me vuelva
estúpidamente cursi hasta el punto de que yo mismo reconociera que
mis ojos brillan cuando ella está cerca y que se me hace imposible
sacarla de mi mente...- Suspiró y me miró con intensidad- No la dejaría
ir.

Curve una sonrisa en mis labios algo nerviosa. Estaba volviendo a


sentir las misma sensaciones que hace horas atrás cuando entró a mi
camerino.

- Suena a que ya tienes a alguien.

Evito mi mirada como si supiera que estaba buscándole alguna señal


en su rostro que se me pasó por alto.

- Si... Creo que si.

Mis cejas se hundieron al percibir un deje de decepción en su voz. La


expresión divertida que había tenido cuando nos reencontramos ya no
estaba más y si había algo que aprendí de Jeremy es que nunca
estaba serio, solo en casos especiales.

- Tengo que irme- Tomó toda el contenido de la copa de un trago-. Te


veré luego, Barbie.

No me dejó despedirme por completo ya que había se marchado


haciendo que me tragara mis palabras.

Parpadeé algo abrumada por su comportamiento. Me había quedado


un sabor amargo en la boca.

Jeremy no me trataba así. No me evadía sino que me molestaba para


que le prestara atención.

Ella se detuvo a mi lado y no me sorprendió el hecho que llevar un


vaso lleno de Ginebra.

- ¿Hice algo mal?.

- Hacer que viniera a Manhattan.

-¿ Qué?.

Charlotte movió su vaso haciendo que los hielos chocaran con el


vidrio.

- Te diría que te cuidaras de él pero eso tendría que decírselo a él.


- ¿Qué estás diciendo?- Dije empezando a sentir molestia por sus
palabras.

- No juegues con dos, Rachel- Miró al frente-. Porqué cuando menos te


des cuenta lo divertido se acabará y terminaras en un bar
preguntándote con cuál debes quedarte.

- Eso no me sucederá- Dije con firmeza-. Yo se que quiero y a quién.

Una sonrisa triste apareció en sus comisuras.

- Si, yo decía lo mismo- Sus hombros cayeron y me sostuvo la mirada-


Y creo que ambas sabemos como termino aquello.

- Charlotte...-

- Me voy antes que Junior venga a molestarme por la inauguración de


su galería- Me cortó dándome la espalda-. Por cierto, creo que
encontrarás a Daniel en la puerta trasera que da un callejón.

- ¿Cómo sabes que está ahí?.

- Los de seguridad junto a los guardaespaldas llevaron ahí a Kolt y a


Rufus por órdenes de Daniel.

Charlotte no agregó nada más y yo no volví a preguntarle.

Su figura se perdió entre las personas de lugar, no sin antes apreciar


como le quitaba una botella de alcohol a uno de los mozos que
pasaban.

Encendí el móvil mientras caminaba hasta la puerta trasera. Escribí un


mensaje explicándole a Junior que me iba y que debía tener un ojo
puesto en nuestra amiga. Conociendo a Charlotte lo más seguro que
es bebiera hasta perder cualquier rastro de lucidez y lo que menos
quería es que saliera en portadas de revistas de ese modo o que
acostará con algún desconocido para luego arrepentirse.

Cruce el pasillo y desde este lugar la música a penas se escuchaba, lo


cual fue un descanso para mis oídos.
Empuje la puerta y me quede congelada al escuchar el sonido de su
risa mezclada con la de una mujer. El ruido que había hecho fue
suficiente para que ambos dejaran de reírse y me mirarán.

Mi nariz se arrugó al percibir el humo de cigarrillos.

Yo no fumaba, no me gustaba.

Fue entonces que los vi a ambos apoyados, rozando sus brazos


mientras que fumaban. Mi cuerpo se tenso por completo al ver la
mano de ella en su brazo y aún más cuando Daniel parecía
extrañamente cómodo con eso.

Yo la había visto antes, era la mujer con la que lo había visto en su


oficina. Si antes consideraba que con simple ropa de oficina era guapa
ahora que la veía con un elegante vestido podía decir que era
hermosa.

Daniel al verme apagó su cigarro y se alejó unos pasos de la mujer que


estaba a su lado.

Una vez había huido, no habrá segunda vez.

- ¿Interrumpo?.

Cerré la puerta y caminé hasta hacia él sintiendo la mirada de ambos


sobre mi.

- En lo absoluto, princesa.

Me sentí bastante bien cuando su brazo aprisiono mi cintura e hizo


que me apegara su cuerpo. Mi mano se apoyó en su pecho y le sonreí
a la mujer que tenia frente mío.

- Rachel Mac Millán.

Extendí mi mano y ella la tomó.

- Blake Price.
Mis cejas se alzaron un poco al escuchar su apellido. Ya entendía por
qué Daniel la conocía, ella no era una chica cualquiera. Tiene un gran
imperio atrás suyo y era comprensible que ambos se hayan asociado,
después de todo sus empresas lideraban los negocios de todo
Estados Unidos y otros países.

- Creo que es momento de volver- Dijo ella desprendiéndose de la


pared-. ¿Vienen?.

Daniel dio un pequeño paso con intenciones de volver a la fiesta pero


mis uñas se clavaron en su pecho impidiendo que siguiera avanzando.

Tomé su corbata y me puse de puntillas acercándome a su oreja y


susurré;

- Podríamos volver a esa aburrida fiesta o irnos a tu departamento


para que pueda seguir practicando con mi boca lo que hicimos la vez
pasada.

Le solté la corbata y me alejé mientras observaba como mis palabras


lo había dejado estático y totalmente sorprendido. Su mirada se posó
en mi y vi como su cuerpo entero se había tensado.

- Lamento que no podemos acompañarte de vuelta, Blake. Tenemos


asuntos que resolver.

- Oh si, claro- Nos sonrió-. Nos veremos en otra ocasión.

Basto unos segundos para que ella desapareciera por completo. Volvi
mi mirada hasta Daniel quien traía su rostro contraído y sus ojos
parecían querer fusilarme.

- ¿Qué?.

Él negó lentamente.

- Vámonos a mi departamento de una vez, a menos que te guste la


idea de hacerlo en un sitio público.
Rachel Mac Millán:

- No lo hice.

Daniel sonrió.

- Vamos, princesa, lo hiciste- Me besó el hombro-. Y no es que me


disgustará- Sonrió- Todo lo contrario, me gustó que marcaras
territorio.

Arrugue mi nariz mientras mantenía la mirada en la portátil.

Era de madrugada. Hace tiempo que había llegado al departamento y


desde que entramos había querido mantenerme algo distante de él y
no sabia cuál era el motivo real de aquello.

Había objetado que tan solo tenia un dolor de cabeza y Daniel lo


aceptó como si nada para mí tranquilidad.
Le había pedido que me dejara coger el portátil unas horas. Realmente
no quería hacer nada con el pero así me mantendría ocupada.

Tenia un mal sabor en la boca y un raro presentimiento en el pecho.

Por más que tratase de dejarlo estar no podía hacerlo. Prácticamente


lo había arrastrado a su departamento con indicaciones falsas y ahora
lo ignoraba o solo contestaba lo justo y necesario.
Aunque estuviéramos compartiendo cama en estos momentos lo
sentía lejos. Algo estaba diferente y me enojaba ser la única que se
estaba dando cuenta de ello.

¿Y si solo soy yo?.

¿Y si solo es mi mente con sus simulaciones absurdas?.

¿El problema era mío?.

Lo miré despegando mis ojos de la pantalla del portátil. Quería acabar


con esto de una vez y sabia que si por lo menos no lo miraba mientras
lo hacía él no se quedaría tranquilo por lo cual no se dormiría y yo no
tendría un tiempo a solas para reflexionar sin sentir su penetrante
mirada sobre mi.

- Blake Price es solo tú socia, tú compañera de trabajo- Enfatice cada


palabra-. No tengo que marcar territorio porqué entre ustedes no
sucede ni sucederá nada.

Lo había de una forma que daba entender que estaba celosa y puede,
no digo que si, sino que puede ser que así sea. Y de estarlo no lo
aceptaría porqué sabia que Daniel se burlaría a mí costa por ello y no
era muy buen aguantando las bromas, siempre se me han dado fatal.

Entonces noté que había fallado al querer ocultar mi descontento con


Blake Price.

En ese momento quise golpearme por ser todo menos disimulada ante
él. Aunque tenia bien claro que podía ser una puta actriz de primera y
Daniel sabría cuando mentía y cuando no lo hacía. Eso lo había podido
comprobar desde que nos reencontramos. También debía reconocer
que ese descubrimiento muchas veces me hizo cuestionar si cuando
le mentía el pasado él tan solo fingía que me creía.

- ¿Y por qué me da la sensación que todavía no te has terminando de


convencerte que Blake es solamente mi nueva socia?- Había reproche
en su voz.

Me tense con mis manos puesta en el teclado.

Si quería probarme que me conocía ya definitivamente lo estaba


logrando.

- Tú lo dijiste, es solo una de tus sensaciones-Murmuré a lo bajo.

No me atrevía ni a mirarlo esta vez porqué sabía que estaba


esperando que lo hiciera para confirmarse a si mismo que lo que
acaba de decir era cierto y siendo sincera no me apetecía.

Me fijé en la pantalla y mi comisura se levantó al ver que era un


mensaje de Charlie.

Por fin me había dado un tiempo para poder hablar con ella
tranquilamente. Antes no pude hacerlo debido a que estaba estresada
por modelar por primera vez y es que Megan me dejaba rendida y sin
ánimos de hacer nada más que dormir por ocho horas o un poco más
de eso.

Al abrir el mensaje de mi nueva amiga saltó una foto de ella montada


en un caballo mientras hacia una mueca graciosa.

Extrañaba esa cosa de ella; que hiciera una cosa totalmente graciosa
sin que la avergüence o sintiese la más mínima pena por ello.

"¿Tú no cambias cierto?".

"¿Cómo te va con tú chico? Quiero saber todo de ese reencuentro".

Enviar.

Daniel se aclaró la garganta al ver que lo ignoraba olímpicamente.

-Rachel...-

La contestación de Charlie llegó.

"No pienses que se me ha olvidado que prometiste venir, eh. Dentro de


dos meses habrá un festival, algo tradicional de aquí. Deberías venir,
me muero por verte".

La verdad si me apetecía ir. A Charlotte le iría bien un respiro de


Manhattan y seria una buena oportunidad para que ambas se
conocieran del todo bien y compartieran tiempo juntas.

Anteriormente solo se han saludo ya que mi mejor amiga no estaba


casi en los tiempos que estaba con Charlie. Normalmente se iba a
fiestas, no dormía en casa, tenia trabajo, o tenia que ir a estudiar junto
a su grupo.

"En cuanto a lo otro... ¡Pues que hemos follado, tía!. Aunque las cosas
entre nosotras están algo tensas. Me ha hecho ilusión verle pero lo he
notado raro y todo acabo en una pelea que ni te cuento".

Mi entrecejo se hundió al terminar de leer el mensaje. Eran muy pocas


veces que se podría decir que Charlie estaba triste o decaída por algo,
siempre está activa y sonriente, no se podía quedar quieta en lugar y
menos aún callada.

Todavía recordaba la emoción que tenia al volver a su hogar y como le


brillaban los ojos solo por saber que vería a su ex novio. De pronto me
sentía culpable por no haberme contactado más antes con ella,
después de todo aunque no lo parezca le había tomado un gran cariño
a Charlie y no dudaba que en poco tiempo terminará por conquistarme
logrando que la considerara una de mis mejores amigas.

Un nuevo mensaje suyo apareció en pantalla.

" ¿Y tú qué me dirás, zorra? Mira que venir a enterarme a millones de


kilómetros que tú chico misterioso es tú hermanastro. Desde ya te
advierto que cuando te vea no te librarás de mí interrogatorio".

"Antes que preguntes cómo lo supe, pues deberías ser más atenta a lo
que pasa a tu alrededor porqué de lo único que se habla en los páginas
de internet y revistas es de vuestra relación. No disimuláis ni un poco y
joder que me encanta verte feliz".

-Rachel- Gruñó en mi oreja con molestia.

Resignada volteé a verlo y me causó diversión ver la expresión de


fastidio que traía en su rostro solo por no haber estado prestándole
atención.

- ¿Te he dicho ya que te ves muy guapo?- Intenté disuadirlo para que
dejara atrás el tema.

Mi comentario no le hizo gracia alguna.

-Rachel, en verdad no quiero enojarme contigo pero lo hago. Porqué


estás haciendo lo mismo que antes; callar y minimizar- Sus manos ya
no me tocaban y supe que nada bueno vendría-. ¿Qué vas a hacer
cuando ya no puedas soportar todo tú sola ¿Te irás? ¿De nuevo? No
seria la primera vez que te subes a un avión esperando que las cosas
se soluciones por si solas.

Se levantó de la cama y sus manos tiraron de su cabello con


exasperación.

Se volvió hasta mi con enojo y brusquedad.

- Intento entenderte, hablar contigo de todas las formas para saber


cómo te sientes, si hago algo mal, o si hay algo que no te gusta de mí-
Declaró tenso y con la voz ronca-. Estoy intentando ser lo
suficientemente bueno para ti, porqué se que no te merezco y mucho
menos la segunda oportunidad que me estás dando. Y se que no
puedo pedirte nada, no tengo ese derecho. Sin embargo me gustaría
que por una vez hablarás de que lo que te sucede porqué quizás yo la
habré cagado antes, hasta el fondo, pero tú también jugaste tu papel.

Me había quedado muda, tiesa.

No lo esperaba, de verdad que no. No sabia como reaccionar ya que


estaba desconectada de todo.
Podía sentir sus palabras resonando una y otra vez.

Mi mirada no se había separado de la suya y me sentía mal, realmente


mal.
Porqué tenia a dos metros a Daniel, con sus ojos algo irritados y
cristalizados. Todo en el temblaba de enojo. Se contenía para arrasar
conmigo y poder controlar sus emociones.

Mi pecho ardía, dolía. Conocía ese sentimiento y no me gustaba que


estuviera de vuelta.

Se quedó esperando que hablara.

Esperó.

Esperó.

Y esperó.
-Eres increíble- Susurró sonriendo amargamente.

Rodeó la cama y agarró una de las almohadas. Fue hasta el armario y


sacó una frazada de color oscuro.

Reaccioné cuando vi que abría la puerta para salir de la habitación.

-¿A donde vas?- Le pregunté.

- Dormiré en el sofá.

Y lo siguiente que se escucho fue el portazo que dio al salir.

Quité las sábanas de mi cuerpo y caminé con rapidez hasta la puerta.


La abrí y salir por ella.

Él estaba muy mal de su cabeza si pensaba que nos iríamos a dormir


enfadados.

Las cosas ya no eran así.

Mis pasos se quedaron trabados cuando lo vi echarse sobre el sofá y


luego taparse con una manta. Cerró sus ojos por varios minutos sin
notar mi presencia todavía. Vi como gruñía mientras se pasaba las
manos por el rostro frustrado por no poder conciliar el sueño
fácilmente.

Mordí mi labio nerviosa.

¿No que muy valiente? Bueno ahora no lo parecía porqué mis piernas
no se atrevían ni a hacer el más mínimo movimiento.

Daniel apoyó su brazo sobre su rostro y me sentí realmente mal. Sabia


que venía de días pesados de la oficina y que llegaba cansado, pero
aún así tenia tiempo para recogerme y procurar que me sentía bien.
Realmente me estaba demostrando que las cosas no eran iguales que
antes, sino que mejores. Pero la que ahora era un desastre era yo, solo
yo.
No me entendía. No entendía por qué me ponía tan nerviosa esa
mujer.
He conocido mujeres más imponente que ella, que te podrían hacer
temblar de pies a cabeza. Sin embargo había algo en Blake Price que
me hacía sentir insegura conmigo y no se si era el hecho de que mi
personalidad de antes había cambiado y eran sola cosas en mi cabeza
o de alguna forma inconscientemente me estuviera avisando que a
ella le atrae de alguna forma Daniel.

Él ha conocido todo tipo de mujeres hermosas e inteligentes ¿Qué


tenia ella me causaba inseguridad?.

Tragué saliva antes de acercarme. Le quité el brazo de su rostro


logrando que me mirará, primero con desconcierto y luego con
frialdad. Mi estómago se apretó al ver el cambio de su mirada.

Lo empujé suavemente así me hiciera lugar y por un momento creí que


me rechazaría, pero para mi tranquilidad emocional eso no sucedió. Se
corrió levantando la frazada y me acosté a su lado mientras que él nos
cubría con el calor del edredón.

Enterré mi cara en su cuello y aspiré su aroma.

Su mano jugó con mi cabello. Levante la mirada y vi como tenia la


mandíbula tensa con la vista en el techo.

Solté un suspiró y apreté mis labios antes de empezar.

- Tú no eres el problema, ya no- Mi voz era débil-. Lo soy yo- Él iba


replicar pero lo callé-. Quiero pensar que nada ha cambiado de mi y se
que me has dicho que la persona que soy ahora no cambia nada, pero
lo hace, Daniel. Cambia las cosas y es tan asfixiante sentir que puedo
equivocarme y hacerte daño. Me ahogó, sintió que el aire se me va al
pensar que te puedo perder una vez más y no quiero hacerlo. Te
cambié, me cambié, y no se si eso nos hará feliz o terminará por
rompernos.

Silencio.

No quise seguir mirándole y por eso es que me apoyé en su pecho. Un


segundo sentí como apoyaba su mentón sobre mi cabeza.

- El tiempo que me fui a Inglaterra volví a mis tratamientos. El día que


volví a ver a Gerardo Dubasso en la gala esa... yo me induje el vómito y
Charlotte me vio mientras lo hacía. Le prometí que las cosas
cambiarían- Era la primera vez que tocaba este tema-. Cuando
llegamos a nuestro departamento ella ya había organizado todo con
mis doctores de aquí y sabia que hacer y con quien contactar para
volver a retomar mis tratamientos físicos y psicológicos.

Sus caricias se habían detenido.

- Entré a un grupo de ayuda. No quise asistir el primer día y luego ya no


quise dejar de ir, aunque solía decir lo contrario. Me gustaba sentir que
estaba en una habitación en donde mi pasado era común ante los ojos
de esas personas que estaban sentadas escuchándome decir que era
víctima de abuso sexual- Tragué saliva y mojé mis labios sintiéndolo
secos-. Ahí conoce a Jeremy, él chico que viste en mi camerino- Hice
una pausa y una sonrisa se formó en mis labios al recordar como se
había empeñado en que seamos amigos-. Jeremy ha sido él primer
amigo que tengo que supo mi pasado de entrada y yo el suyo, quizás
no con muchos detalles pero si con lo primordial. Es bueno. Me agrada
que sea es mi amigo.

Levanté la mirada logrando una conexión entre nuestros ojos y me


sentí realmente bien al ver que ya no estaba esa indiferencia de antes.

- Se que te hice daño al marcharme siempre que las cosas iban mal.
Lo se porqué lo has expresado así, con enojo y rabia- Podía sentir que
en cualquier momento el corazón se me saldría-. Como se también
que jamás me dirás que eso te causó daño y miedo a que pueda volver
a desaparecer por tu más mínimo error y eso, Daniel, es mi culpa.
En una relación siempre habrá errores y yo no necesito un novio
perfecto, sino uno que sea real.

Le sostuve los extremos de sus mejillas.


Me estaba preparando para soltar lo que había causado esto.

- Tengo miedo de que te enamores de alguien más- Respiré-. Y no se


por qué siento que Blake tiene algo, algo que me hace pensar que ella
pueda ayudarte a manejar lo que sientes mejor que yo- Me dolía
decirlo-. No confío en mí, no tengo la seguridad de nada y no se si
podría manejar el darme cuenta que un día ya no produzco nada en ti.
Porqué al final del día las cosas son así, no podemos contar nada ni
con nadie.

Su entrecejo se había hundido un poco.


Por un momento pensé que se iría contra mi porqué en verdad parecía
enojado. No fue hasta unos segundos después que comprendí que su
enojó no era contra mí, sino con si mismo.

No se en que instante pasó pero de pronto Daniel estaba sobre mi. Sus
manos se sostenían del apoyabrazos del sofá manteniendo el
equilibrio para no dejar caer todo su peso sobre mi.

- Quiero en verdad decir que es absurdo que pienses así pero ¿Con qué
cara te lo diría? Te mentí muchas veces y quizás vuelva a hacerlo- Dijo
a un palmo de mis labios-. Tengo bien claro que no fui la única
persona que te hizo daño pero tengo parte de la culpa, y me molesta
que dejes que todo el peso recaiga sobre ti. Tú no buscaste nada de lo
que te sucedió- Sentí sus dedos apretarme el costado de mi cadera-.
Te dije que te quería en todas tus facetas y eso hago.
Vas a volver a creer en ti, te lo prometo. Y yo estaré ahí para verte
porqué te aseguro que no te soltaré.

Pegó su frente a la mía.

- Me conozco, Rachel, y se que te voy a querer siempre.

- Gracias.

Clavó su mirada en mi.

- No me des la gracias por quererte. Nunca lo vuelvas a hacer.

- Te quiero- Le susurré.

- Y yo a ti, princesa.

Daniel se corrió a un lado y le hice un lugar para que volviera a


acostarse a mi lado. Nos sonreímos cuando nuestras narices se
chocaron mientras se acomodaba.

-Entonces...- Dijo él- ¿Soy tú novio?.

- ¿Te gustaría que te llamará así?.

Daniel me sonrió.

- Me gusta más el término esposo pero creo que todavía queda tiempo
para ello.

Su declaración me dejó tiesa. Mi boca se había adormecido o eso


creía, ya que no encontraba otra respuesta que explicará por qué la
tenia abierta o bueno, si la había; la sorpresa causada por su
declaración.

Sentí algo cálido en el pecho. Antes me aterraba cuando mencionaba


el matrimonio y esas cosas. Pero ahora- como todo- había cambiado.
Ya no me causaba nervios ni deseos de huir, sino que aunque sonara
descabellado si nos veía así en un futuro. Me agradaba esa imagen,
más de lo que podía dimensionar.

- ¿En verdad te casarías conmigo?.

- Eres mi prometida desde hace tiempo, princesa. Solo estoy


esperando que termines la universidad.

Daniel McGregor:

La miré dormir. Verla a mi lado sin nada más que la sábana


cubriéndola me hacia sentir jodidamente completo.

Había intentado conciliar el sueño pero no lo logré en lo absoluto. El


recuerdo de nuestra conversación me perseguía y aunque no me
gustara aceptarlo por un momento sentí miedo. Realmente pensar que
ella podría de nuevo tomar la decisión de dejarme me hacía enojar y al
mismo tiempo me causaba decepción.
Estaba en un punto en donde sentía que hiciera lo que hiciera por
Rachel nada llegaba a ser suficiente. Y lo que era un peor es que no
sabia qué estaba haciendo mal.

Me sostuve el puente de la nariz y sonreí con amargura. Era frustrante


y aún más cuando no podía decirlo en voz alta por miedo a crear una
pelea entre los dos.

Amo Rachel, la amo de verdad. Sin embargo había veces que no la


entendía y me costaba hacerlo. Después de todo lo que hemos
enfrentado ¿Cómo es capaz de pensar que alguien más podrá ocupar
su lugar?.

Eso no pasaría, ni aunque estuviéramos separados.

La quería a ella, como mi mujer. Era egoísta y realmente me valía una


mierda. Porqué sabiendo el daño que le hice no solo a ella sino que
también a su familia, no tendría que haber vuelto a su vida, pero
renunciar a Rachel no era una opción.

No para mí.

Tampoco podía ser indiferente a mi pasado porqué por más que


quisiera disminuir mi protagónico en el accidente de Samantha
aludiendo que los frenos del coche estaban cortados, la realidad era
que seguía siendo culpable. En ese momento que creí que ella murió
por mi culpa aproveché mi posición social y el poder que maneja mi
apellido para no sufrir las consecuencias.

Hui.

Y por eso mismo es que seguía siendo igual de culpable que antes.

Ni siquiera cambiaban las cosas que ella me hubiera engañado con


alguien más o que me haya ocultado su embarazo.

En vez de darme cierto alivio ante la posibilidad de que no había sido


enteramente mi culpa su muerte, me daba enojo y rabia. No solo por el
hecho que Samantha me ocultó cosas sino porqué esos secretos que
guardaba la pusieron en peligro y yo debí darme cuenta de lo que le
pasaba.

Debí hacerlo... Pero era un idiota que lo único que le interesaba era
llamar la atención de padre por medio de arrestos y libertad bajo
fianzas.

Estiré mi mano y le roce con la yema de los dedos la mejilla. Su nariz


se frunció y luego se removió sobre su lugar.

Sonreí al ver como su mano me buscaba en la cama pero no podía dar


con ninguna parte de mi cuerpo. Abrió un ojo y me observó perdida en
el sueño. Pasaron unos segundos cuando Rachel al fin me miró
directamente algo adormilada.

-¿Qué haces?.

- Pensando.

-¿En que?.

- En ti- Una sonrisa apareció en sus labios-. Y en lo bien que te ves


desnuda en mi cama.

- Estoy empezando a creer que eres un pervertido. Antes eras más


centrado.

- Porqué no teníamos sexo, cariño- Exclamé-. Ahora que ya lo probé


contigo quiero hacerlo todo el día, a toda hora.

Rachel soltó una carcajada y se arrastró hasta mi. Fue un micro


segundo que vi su cuerpo cuando levantó la sábana para correrse en la
cama y estaba empezando a creer que realmente tenia una obsesión
con ella.

¿Era normal que cada parte suya me causara un infierno en el


corazón?.

- ¿Estás bien?- Habló en voz baja.


- ¿Por qué no lo estaría, princesa?- dije evadiéndola un poco.

Se incorporó un poco sobre mi sosteniendo la sábana a su pecho así


la cubriera. No tendría que hacer eso, si por mi fuera podía andar
desnuda por toda mi departamento.

- ¿Qué es lo que no te deja dormir, Daniel?.

- Que no seas mi esposa.

Volcó sus ojos y me dio un golpe en el pecho.

-No juegues así conmigo- Dijo con un tono avergonzado.

- Mira que me gustan muchos los juegos y más aún si tú estas incluida
en ellos. Pero esté tema en particular no es juego, es un hecho

- Suenas convencido a que aceptaré eso- Dijo revoloteando sus


pestañas mientras sonreía divertida.

- Te dejé marchar todo un año y no hice nada para retenerte; no hubo


tretas ni engaños. Te dejé ir por completo sabiendo que había una
gran posibilidad que no volvieras- Me callé queriendo darle tiempo de
que procesará mis palabras-. Pero lo hiciste, Rachel. Volviste a mi aún
cuando me hice a un costado para que te enamoraras de alguien más.

Rachel suspiró y puso sus manos en mi pecho.

- No había nadie que me interesará, tampoco lo buscaba. Me era difícil


fijarme en alguien más cuando te pensaba en todo momento.

- Es bueno saberlo, princesa. Porqué ya no te daré más tiempo.

Sus manos me sujetaron los extremos del rostro. Aún cuando


estábamos en la oscuridad podía verla tenuemente como sonreía.

- No quiero que lo hagas.

Se agachó y me plantó un beso suave en los labios. Le sujeté la nuca


para que
el beso se volviera más profundo de lo que ella pretendía.

- No vamos a hacerlo de nuevo-Me susurró alejándose mientras que


corría su cabello a un lado.

-¿No?.

Rachel me miró despectivamente y solté una risa cuando vi su


intención de mandarme a dormir en el sofá.

- Tu ganas, princesa. Pero mañana no habrá nada que me detenga.

- Estoy empezando a creer que tienes una obsesión conmigo,


McGregor.

Rachel se volteó sobre la cama para volver a su lugar pero tome su


brazo así volviera a estar sobre mi pecho.

Sonreí abiertamente:- ¿Me llamaste McGregor?.

Se encogió de hombros volteando su cara.

-Quiero que me digas así cuando tengamos sexo en la ducha.

- ¿Es en serio, Daniel?- Trató de ocultar su sonrisa divertida.

Bajé mis manos hasta su trasero y lo apreté haciendo que diera un


pequeño sobresalto.

-¡Basta!.

Mi mirada cayó sobre la curva de su cuello. Mis ojos recorrieron el


material de aquella cadena hasta detenerse en el anillo; el mismo que
ocuparía su dedo en un futuro próximo.

Me gustaba que lo llevara en todo momento, me hacía recordar que yo


era el único hombre que amaba. No quería que se lo sacara nunca
porqué ahí en su pecho es el lugar donde pertenece.

- ¿Admirando tú marca, McGregor?.


- Me gusta más la modelo.

Rachel volteó sus ojos divertida.

- Amor- La miré confuso, era la primera vez que me llamaba así-.


¿Sabes qué eres el mejor novio que tuve?.

Levanté mis cejas ante eso. Conocía el brillo en sus ojos, por supuesto
que lo hacía. La Rachel de hace un año lo ponía siempre que quería
algo y veo que eso no ha cambiado.

-¿Así?- Le cuestioné-. Me considero alguien normal.

-¿No puedo hacerte cumplido sin que lo arruines?.

- No cuando quieres comprarme con eso- Le dije-. Dime princesa ¿Qué


es lo que quieres?.

Rachel jugueteó con sus dedos algo nerviosa. Parecía estar dudando
de pedírmelo y eso era absurdo, ella me podía pedir una puta estrella y
se la conseguiría.

- Tú coche.

-¿Mi coche?.

-Tú coche- Afirmó.

-¿Quieres robármelo de nuevo cambiando de estrategia?- Exclamé


inclinando mi cabeza-. Porqué el sexo funciona para mí, soy más
complaciente.

-¿Me estás dando tu coche a cambio de sexo?- Dijo torciendo los


labios-. Te diría que me sorprende pero no es así.

- Prefiero eso antes que te vuelvan los viejos hábitos de chantajearme.

Ella curvo sus comisuras hacia arriba con maldad.


-¿Era buena, cierto?.

- Bastante. Eres un problema.

- Si lo decís así suena feo- Exclamó apretando sus labios.

- Yo no lo creo- Corrí un mechón de su cabello-. Porqué eres un


perfecto problema, uno del cual no me quiero librar nunca.

- Eso significa que... ¿Me prestarás tu coche?.

- ¿Habrá sexo?- Pregunté.

Rachel asintió lentamente.

- Toma el que quieras entonces, princesa.

- ¿El qué quiera?-Asentí-. No te puedes arrepentir.

- Mañana le diré a Roger que te lleve a la cochera. No estaré para


cuando despiertes.

-¿A donde irás?.

-Tengo una junta temprano, princesa- Dije tirando de ella para que se
acueste sobre mi-. No tienes que preocuparte por nada, mi personal
sabrá como atenderte.

-¿Estarás libre para que almuerces conmigo?- La escuche preguntar


mientras se acomodaba para estar mas cómoda. Su voz salió algo
adormilada.

- No lo creo, princesa.

-Mmm.

Sonreí ante su contestación. Antes que cayera dormida del todo


recordé algo que se me había pasado por alto.

-¿Qué le pasó a tu coche?.


Mi mano recorrió su espalda desnuda. Su piel me volvió loco.

- Mmm... Charlotte se lo llevo después del desfile. Al parecer hay una


falla con los frenos.

Mi mano se detuvo abruptamente.

(...)

- Eso es todo, señores- Blake sonrió abiertamente.

Los ejecutivos empezaron a salir de la sala de juntas. Algunos iban


hablando entre sí de sus vidas y otros seguían discutiendo alguno
puntos de la reunión que había tenido.

Con el pronóstico de los técnicos y el departamento de publicidad se


creía que el lanzamiento del software se podría adelantar y eso nos
daría varios puntos de popularidad entre el público.
Eso creaba una buena imagen que no solo nos dejaba bien parados
ante el gobierno sino que también para futuros socios y clientes.

Me fijé en Blake, quien estaba reclinada sobre la mesa mientras usaba


el portátil. Debía admitir que había dejado en claro lo profesional que
era después de hoy. Definitivamente era un acierto tenerla de mi lado.

Me tiré sobre la silla y miré la pantalla del móvil. En lo que me había


ido del penhouse dejando a Rachel le había mandando en total seis
mensajes.
Después de su declaración de ayer el sueño terminó por irse y a pesar
que no dormí no me encontraba cansado, solo nervioso.

El mal sabor de mi boca no desaparecía.

Mi pierna se movió con nerviosismo pero eso se detuvo cuando la


notificación de su mensaje al fin llegó.

"Si me estas hablando a cada hora por tu coche déjame decirte que
soy buena conductora y tengo dinero. Así que si lo rayó o algo te lo
pago."

"Deja de ser tan pesado. "

-¿Estás bien? Estuviste muy perdido hoy.

Levanté la mirada y me encontré con Blake a unos pasos de mi. Traía


sus cejas hundidas, como si tratara de averiguar qué me estaba
sucediendo.

- Si, solo que no he dormido bien. Discúlpame.

- No pasa nada- Se quedó callada examinándome-. ¿Seguro que eso es


todo lo te sucede?.

Le asentí.

- Espérame un segundo- Dijo de pronto antes de marcharse de la sala.

Blake volvió unos minutos después con dos vasos pequeños de vidrio
y una botella de whisky en sus manos. Los puso en la mesa, más
precisamente frente mío y sirvió el alcohol.

Agarró una silla y la acercó a mi para luego sentarse cruzada de


piernas. Tomó un vaso y le dio un pequeño sorbo.

- Bébelo- Señaló-. No borrará lo que no te deja dormir pero todo se ve


mejor cuando bebes.

Sonreí de costado y agarré el vaso. Mi mirada se posó en Blake y llevé


el trago a mis labios sin dejar de verla.

- Sabes- Me serví más whisky- Cuando te conocí jamás me imaginé


que podrías llegar a agradarme.

- Y míranos ahora- Nos señalo-. Estoy tomando un trago con él hombre


que me hizo perder millones. Mi padre en verdad me mataría si pudiera
verme.

- Para nuestra suerte nadie más está aquí.

Blake me sostuvo la mirada. Su semblante cambió a uno que no supe


interpretar. La sonrisa que tenia era mas pequeña.

- Empezare a creer que te gusta pasar conmigo- Dijo cortando el


contacto de nuestras miradas.

- Lo disfruto- Exclamé y eso bastó para que su atención volviera a mi-.


No creo que nos falte mucho para que seamos buenos amigos.

Ella me sonrió y bebió de su trago.


Carraspeó su garganta y se levantó acomodándose la falda.

- Espero que puedas solucionar lo que te tiene así.

- Gracias por esto, Blake.

Asintió y se giró caminando hasta la salida. Observé como se quedó


estática con el pomo de la puerta entre sus manos.

-¿Estás bien?- Le inquirí.

Blake tragó saliva nerviosa viéndome y abrió su boca mientras que


daba un paso hacia adelante. Su voz no salía.
Se mordió el labio inferior con fuerza y luego soltó un suspiró.

- Si, todo está bien.

La dejé marcharse no muy convencido de que me estuviera diciendo la


verdad. Desde la gala del desfile la he notado algo más extraña
cuando está a mi alrededor, sin embargo eso lo dejaría para después
porque ahora tenia bastante cosas que me ocupaban la mente.

- ¿Estás bebiendo sin mí?.

Le serví un vaso y se lo pase por la mesa.

- Se supone que vendrías más temprano, Rufus.

Se desprendió el botón del saco y se dejó caer sobre la silla de cuero.

- Lo bueno es que ya estoy aquí ¿No?


- Dijo y bebió.

- ¿Y bien?- Lo presioné a que hablara-. ¿Qué descubriste?.

- No te va a gustar- Anticipo.

-Dímelo de una vez- Dije entre dientes.

- Nada- Apretó su mandíbula-. No hay nada de ese chico. Lo único que


se conoce de él es su apodo-Me miró-. Keller.

- No tenemos su nombre, ni su apellido, ¡Solo unas putas fotos y son


de hace años!- Brame levantándome furioso-. ¡Eso es imposible!.

- Las cosas son así, Daniel. He intentado con sobornos pero esa gente
sabe que no les conviene y si nos seguimos involucrando nos
podemos meter en serios problemas.

- No me importa, Rufus. Necesito hablar con él.

-¡¿Para que?!- Me gritó.

-¡Necesito saber si los bebes que esperaba Samantha son míos o de


él!- Mis ojos picaron y mis manos temblaban-. Necesito saber si todo
este tiempo no me estuve destruyendo por una mentira.

-Y lo sabrás, Daniel. Te lo prometo- Su mano apretó mi hombro-. Dame


más tiempo, me encargaré de todo.
Estaba a punto de responderle pero Kolt entró a la oficina agitado.
Parecía alterado porqué de no ser así jamás hubiera entrado estando
Montaner aquí.

- Daniel debes venir ahora.

-¿Qué sucede?.

- La policía está buscando a Darinka.

-¡¿Qué?!.

Salí de la oficina dejando atrás a los dos. Debía haber un error, por
supuesto que lo había. Darinka no podía ser arrestada, ni siquiera es
capaz de ir más allá del límite de velocidad.

Llegue hasta mi despacho y había gente acumulada ahí. Al verme se


corrieron dejándome ver como unos oficiales estaban poniéndoles
esposas a Darinka, quién no hacía nada para defenderse, tan solo
bajaba su mirada sin atreverse a mirar a ninguno de los presentes.

Me detuve en medio al ver a mi padre. Estaba serio y de brazos


cruzados.

-¿Qué está sucediendo aquí, padre?- Me giré hasta mi asistente y miré


a Emilio serio-. Explícame por qué la tienen así.

- La persona que ha estado robando a la empresa millones, la persona


que violó tu confianza y se río a tu espaldas es ella- La señalo-. Darinka
Jhons es quién ha cometido el fraude.

Esperé y esperé ante que ella saltara en su defensa diciendo que lo


que estaba diciendo era equivocación, una acusación falsa. Solo
bastaba que lo dijera y le creería aunque hubiera pruebas que dijeran
que no es así. Sin embargo los segundos seguían corriendo y Darinka
no decía nada.

Di un paso hacia ella.


-¿Es cierto?- Se mantuvo callada-. ¡Respóndeme!.

No dijo nada solo corrió su mirada y sentí como si me acabaran de dar


una gran bofetada. Sentía enojo, molestia, y quería que desmintiera
todo de una vez pero sabia que de ser mentira ya lo hubiera hecho.

Ellos decían la verdad.

Darinka me había traicionado.

- Pueden llevársela- Ordenó Emilio mordaz.

Me quedé rígido en mi lugar y cuando ella pasó por mi lado escuché


que me decía en voz baja:

- Perdóname.

Rachel Mac Millán:

El evento de Junior se acercaba cada vez más. Había tenido que


aguantarlo estando estresado por varios días y lo único que quería era
que Ryan vuelva y se lo llevara. Porqué eso también lo tenia tan
intranquilo, después de todo su prometido estaba en la otra parte del
mundo mientras que él tenía que terminar de fijar los detalles de su
boda.

Ya tenia visto que ponerme para esa noche. Charlotte no estuvo para
ayudarme como siempre, pero creo que había acertado a la hora de
elegir.

Bueno, Charlotte, si que era otro problema. Este tema en especial me


tenía los pelos de punta porqué después del desfile se escondió de
todos y no la culpo, yo lo haría si tuviera dos huracanes pisándome los
talones.
Lo poco que hablamos fue por mensajes de texto. Solo alcancé a
preguntarle si estaba bien y si iría al evento. Aunque era más que obvio
que iría, después de todo era el show principal y con la carrera
profesional que estaba empezando no podía fallar ante la prensa.

Sin embargo lo que me tenía realmente preocupada no era que


estuviera jugando a las escondidas, sino no saber cual será su
siguiente movimiento. La conozco como la palma de mi mano y algo
paso para que de pronto estuviera arremetiendo contra Montaner y
Kolt McGregor.

Charlotte llegó fija con la idea de pasar por desapercibida ante los ojos
de ellos y no creo que provocarlo en una pasarela ante el ojo popular
sea pasar por desapercibida. Y eso trajo un revuelo.

Miré los titulares de los sitios web.

《Charlotte Cowell debuta en Polka's》

《¿Una reconciliación? Charlotte Cowell y Rufus Montaner》.

《¿Un nuevo romance? Charlotte Cowell y Kolt McGregor》.

Bebí un sorbo más de mi café con una sonrisa puesta en los labios al
recordar como esta mañana había logrado que el Audi R8 siguiera
siendo mío.

Tengo un nuevo amor y es ese coche.

Después de todo me lo merezco. Complacer a alguien como Daniel


McGregor era todo menos sencillo y eso me lo demostró durante dos
horas. Y luego lo dejo aún más claro cuando me obligó a hacerle
masajes.

Volteé la mirada hacia la derecha deleitándome con la vista que me


brindaba Manhattan. Por muy absurdo que suene había extrañado más
que nunca mi ciudad y haberme marchado de la forma que me fui solo
hizo que la echara de menos mucho más.

Me gustaba pasar tiempo conmigo a solas. Era como darme un


tiempo conmigo mismo para examinar mis aciertos y en lo que había
fallado, para recordar y volver a sentir.
¿Estaba feliz?.

Si, lo estoy.

Estoy teniendo la relación que quería con él hombre que aunque lo


niegue elegí inconscientemente del momento uno.

Las cosas iban bien y suena loco, pero eso me aterraba. Estoy tan
acostumbrada a estar en mi mejor momento y de un segundo a otro
terminar cayéndome de las nubes para caer otra vez en un bosque en
llamas.

La pantalla del móvil volvió a iluminarse. Estos días estuve en


constante contacto con Charlie. Las conversaciones son tan
llevaderas que sin darme cuenta podría estar cuatro horas enteras
hablando con ella y aún así no nos quedaríamos sin tema de
conversación.

Las cosas entre ella y ese chico no iban nada bien. Ayer hablamos por
video llamada. Todo estaba normal, ella me mostraba como era su
familia y hablábamos de mi relación con Daniel cuando algo le llegó al
móvil, al instante la expresión le cambió e inventó una excusa para
colgar. Horas después supe de que se trataba y no me gustó para
nada.

Charlie era mi nueva amiga y me era extraño ver a la chica extrovertida


y divertida que conocía a punto de llorar solo porqué siente culpa por
acostarse con un chico con novia.

¿Lo peor? Ella no lo sabía. Él no se molesto en decirlo.

Leí su mensaje;

"¿Sigue en pie lo de visitarte? Necesito un tiempo alejada y


sinceramente no se me ocurrió a donde más ir".

Escribí mi respuesta al instante;

"Por supuesto. No te preocupes por nada y ni pienses alojarte en un


hotel".

Después de diez minutos habíamos sellado el asunto que se quedaría


en mi casa y seria una buena oportunidad para que se conociera con
Charlotte en persona. Según lo que mencionó ya tenia el billete pero no
llegaría hasta dentro dos días, lo compró en un impulso y se iba a venir
lo mismo si hubiera dicho que no- Cosa no era para nada probable ya
que se lo estuve pidiendo hace una semana-.

Mis ojos pararon en la pantalla del gran televisor de la cafetería. La


taza de té la bajé lentamente y apreté mis labios al ver esa rostro
conocido.

Cuando dije que las cosas iban bien entre nosotros no mentía. Sin
embargo siempre hay un pero.

Daniel había sido una gran novedad este año. No solo por ser alguien
que para ser relativamente joven tiene mucho éxito en los negocios, ni
tampoco por ser un empresario apuesto (Como lo habían llamado
muchas revistas) Sino que desde que salió la noticia que el software
únicamente exclusivo para las entidades más importantes del
gobierno estaría listo antes de lo previsto su nombre despegó aún más
y ni hablemos cuando hizo la rueda de prensa haciendo pública su
alianza con los Price.

Blake Price fue denominada como "la candidata perfecta".

Al igual que Daniel, Blake a su corta edad es la cabecilla de su familia y


logró sacarle provecho a todo el patrimonio triplicando las ganancias.
Además de hermosa y terriblemente sexy es un tiburón para los
negocios. La combinación entre inteligencia y hermosura en una
misma persona.

Todas esas cualidades que posee y muchas más que no mencione la


posicionaron como el perfecto partido para Daniel. Después de todo si
hubiera una relación entre ellos el poder que tendrían en sus manos al
juntar ambas familias sería inimaginable. Eso pondría una gran
distancia de estatus entre las familia elitistas.

Las revistas hablaban de ella. La televisión también. Los sitios web


están estallados de comentarios admirándola.

Los he visto en televisión a ambos desde eso, más veces de la que me


hubiera gustado siendo sincera. Eran la noticia del momento y lo
entendía. Sin embargo estaba comenzando a cansarme que no
pudiera ir a un lugar sin escuchar cosas insinuantes de ellos. Ya
comenzaba a ser incómodo para mi.

Bajé la mirada del televisor cuando Daniel puso su mano en la cintura


de Blake mientras los paparazis tomaban cientos fotos de ellos.

De solo pensar que mañana tendría que ver esas fotos en portadas de
revistas a penas saliera a la calle me daban unas increíbles ganas de
quedarme encerrada.

No me gustaba verlos juntos y no sabia por qué. Ella no me hizo nada


pero aún así me inquietaba.

Ayer fue el primer día que pude ver a Daniel. El proyecto estaba
avanzado a pasos gigantescos y eso significa que tenia más
disposición de su tiempo por que lo llevaba varios días sin poder verlo
o hablar con él, solo recibía cada cierta hora un mensaje suyo
preguntándome cómo estaba, que cuando podía responder él ya no lo
hacía.

Me busco de mi casa casi a las dos y media de la mañana. Cuando


llegamos a su departamento caímos rendidos en la cama, él ya venía
cansado y yo simplemente tenía sueño porqué realmente habíamos
quedado que me buscaría a las once de la noche y me tocó esperarlo
despierta.

A la mañana todo fue normal. Me levanté con él preguntándome si su


coche seguiría secuestrado. Tuve que convencerlo para que me lo
dejará y supongo que hasta no sentí que algo estuviera mal o extraño.
No obstante después de hacerlo se tuvo que ir porqué su móvil no
había dejado de sonar ni un momento mientras que yo me quedé en la
cama con un raro sentimiento en el pecho.

Relaje la presión de mis hombros y moví mi cuello un poco. Volví a


centrarme en el té, en Charlie, y en Junior que continuaba acosándome
para saber donde demonios estaba Charlotte. Entendía que estuviera
así, ella era la gran estrella de la inauguración de su nueva galería
aparte de él y necesitaba saber que no habría más provocaciones
durante el evento.

Pero sabemos que Charlotte no es algo que podamos controlar.

Cuando volví a subir la mirada a la televisión de la cafetería vi que el


canal se había cambiado. Estuve a nada de ahogarme en el té cuando
la vi ahí tan campamente como si no hubiera estado escondiendo sus
cabellos pelirrojos.

- ¿Puedo subir el volumen, por favor?- Le dije a la moza que pasaba por
mi lado-. Gracias.

-Después de su paso por una de las pasarelas más importantes para el


mundo de la moda Charlotte Cowell no ha dejado de ser noticia. Su
carrera se ha impulsado en Inglaterra al obtener varios contratos de
modelaje y oportunidades. La niña que empezó teniendo algo fama
esta empezando a llevar una carrera profesional en la farándula. Sin
embargo hay algo que no ha cambiado en nuestra célebre favorita y es
que siempre nos da de que hablar.
Los últimos acontecimientos nos daban a suponer que había vuelto
con su ex novio, Rufus Montaner, él heredero de Montaner Co.
Tampoco nos olvidemos de aquellos que la emparejaban con otro
prestigio empresario y muy conocido por sus exuberantes conquistas;
Kolt McGregor.

El teléfono empezó a vibrar sobre la mesa. Junior había tardado 0.5


segundos en estallarme el móvil y la verdad que aunque me
preguntará que significaba la nota de Charlotte ni yo misma lo sabía.
Pero al ver la siguiente imagen en la pantalla supe que tendría la
respuesta dentro de nada.

- No obstante una vez Charlotte Cowell nos ha engañado ya que él


hombre que tiene su corazón no es Rufus Montaner o Kolt McGregor
sino que se trataba de nada menos que Niccolo Rivera; él modelo
mejor pagado del último tiempo.
En instantes las imágenes y el testimonio que nuestros reporteros
obtuvieron de la misma Charlotte.
Entré al chat que tenia con ella y le escribí;

¿Qué estás tramando, Charlotte? Junior te matará si te atreves a hacer


algo en la inauguración.

La pantalla mostró como iban tomados de la mano y entraban en un


restaurante. Después cada foto que pasaban era más insinuante para
la imaginación que la otra. Si los veías desde afuera si te podías crear
ese cuento de que estaban saliendo y por lo que veía muchos
seguidores de Charlotte le parecía una buena idea su relación con
Niccolo.

Contuve la respiración cuando vi salir en vivo. Por una vez quería que
mantuviera la boca cerrada, lo que menos me apetecía después de ver
a mi novio en televisión con una mujer era ser acosada no solo por
Junior sino que también por Montaner y McGregor.

-¡Charlotte! ¡Charlotte!.

Ella se detuvo y se sacó las gafas de sol con una sonrisa


esplendorosa.

- ¿Estás manteniendo una relación con Niccolo Rivera?.

Río echando su cabello hacia atrás. No me creía el falso brillo de


ilusión en sus ojos.

-No... aún- Los flashes despegaron en su rostro al igual que las


preguntas-. No diré más declaraciones pero no tiene sentido esconder
esto cuando lo sabrán-Se calló un momento para atraer aún más la
atención- Como saben seré parte de la inauguración de mi íntimo
amigo Junior Reyes, con él cual estoy muy agradecida de ser parte.
Pero noches así de importante me gusta tener una compañía a la
altura.

-¡¿Niccolo?!

-¡¿Niccolo Rivera?!
- Si, Niccolo Rivera será mi acompañante.

El mensaje de Junior llegó al instante;

"Ella, tú, y yo iremos por unos tragos esta noche. Y más le vale ir
porqué mi paciencia en poca".

Al final decidí volverme a casa ya que mi día dedicado a mi


tranquilidad fue estropeado y lo que me apetecía era dormir unas
horas antes de escuchar los gritos de Reyes mientras que Charlotte se
embriagaba sin prestarle la menor atención.

Mi madre estuvo más tranquila luego que su nueva colección terminó


por presentarse. Según lo que escuché las ventas de ahora superaban
a todas de las colecciones anteriores, supongo que por eso mismo se
debía el buen humor que venía teniendo. No era normal de ella verla
relajada y sin estar gritándole a alguien.

El asunto de tener que decirle que estaba volviéndome a ver con Daniel
todavía no lo concrete pero ella no era ninguna despistada y yo
ninguna disimulada. Mi madre lo sabía solo que estaba esperando que
se lo dijera, pero todavía no quería hacerlo, no al menos hasta que
lleváramos más tiempo.

- Hola.

Entré a la sala y Emilio me sonrió sacándose sus gafas.

Estos días estuvo algo enfermo y eso nos tenía preocupada tanto a mi
madre como a mi. Ya me acostumbré a que Emilio formara parte de mi
vida y la de mi madre, a la larga le terminé teniendo aprecio.

-¿Cómo te sientes?.

- Tú madre volverá a enfermarme si sigue acosándome como si tuviera


un doctorado- Dijo volviendo a leer el periódico.

- Si, ella es algo… exagerada.

Juliette resultaba ser la persona más asfixiante cuando enfermabas.


Desde que era pequeña tuve que soportar que por una pequeña gripe
mi madre le exigiera al médico que me hiciera todo tipo de exámenes
para estar seguros que el diagnóstico era el correcto.

- ¿Hablaste con Daniel?.

- Si, un poco. Pero no ha querido mencionar nada de ella.

Para todos había sido una sorpresa cuando se reveló que la mano
derecha, la persona que llevaba cada paso de Daniel era la misma
quien lo estuvo estafando todo este tiempo.

Darinka estaba retenida hasta que el juicio se llevara a cabo. Tenia una
defensa que le asignó el estado ya que ella no podía costear uno
porqué todas sus cuentas fueron congeladas por la investigación.

Según el abogado de Emilio ella no ha declarado nada hasta el


momento. Lo único que dijo que se declararía culpable ante la fiscal de
ser necesario para que todo el proceso se acelerará y se supiera cuál
sería su sentencia. Y vaya que fue una sorpresa para todos nosotros
que Darinka dijera que se declararía culpable de fraude y lavado de
dinero sin recomendación de su abogado. Porqué a penas fue
interrogada admitió su culpa.

Daniel los primeros días estuvo encerrado en su oficina buscando algo


que le dijera que Darinka Jhons no era la persona responsable, sin
embargo todo el informe detallado que le dio su padre le quitaba
cualquier inseguridad.
Todas las pruebas apuntaban a ella.

Intente hablar de ella con él pero fue inútil, no quería mencionarla.


Entonces supe que fue un golpe duro para su confianza y seguridad
que la persona por la cual ponía la mano al fuego sea quien lo haya
traicionado.

Darinka siempre fue la protegida de Daniel. Él la admiraba por haberla


visto crecer y convertir en una de las mejores profesional cuando a
penas era una chiquilla que solo quería dinero para sustentar los
tratamientos de su madre, darle de comer a su hermana, y además
hacerse cargo de todos los gastos de su casa.
Independientemente de la relación que habían tenido nunca dejaron
que eso afectará su amistad. No lo mostraban pero eran grandes
amigos y eso era lo que más le dolió a Daniel.

- ¿Hay nuevas noticias con respecto a ella?- Le pregunté.

- No. El abogado de Darinka solo ha solicitado que el citatorio con la


fiscal se adelantará ya que ella asumiría la culpa sin querer una
defensa.

Apreté los labios en una fina línea.

- ¿Lo sabe, Daniel?.

Emilio asintió:- Si, pero sigue sin decir nada al respecto- Dijo
haciéndome sentir aún más impotente e inútil por no saber como
ayudarlo-. Me pidió que me encargará del proceso judicial.

-¿Cuando te pidió eso?.

- Hace cuatro días. Vino a verme- Exclamó con su entrecejo hundido-.


¿No lo sabías?.

Tragué saliva y bajé la mirada queriendo recordar si me había


mencionado esto anoche que nos vimos. Y por más que me quisiera
convencer que capaz no lo escuché o algo parecido, la verdad es que
él nunca me lo contó.

Hace cuatro días él me dijo que estuvo todo el día en la oficina y que
no podía salir. Tuve la idea de que fuéramos a cenar pero eso no fue
posible.

- No…Supongo que el trabajo lo tiene algo distraído- Le sonreí tensa y


agarré mi bolso-. Iré a recostarme.

Antes de marcharme su voz me detuvo:

-Rachel.
-¿Si?.

- Creo que será una buena idea que le ofrezcas a tu madre una tarde
chicas- Elevó una ceja.

- Veré que puedo hacer.

Las pocas horas que pude dormir me dejaron aún más cansada. Me
gustaría decir que no era de esas personas que pensaban demasiado
en una misma pero estaría mintiendo. Gran parte de la tarde me pasé
cuestionándome las actitudes de Daniel.

Quizás solo era paranoia mía.

Además que las cosas no estaban siendo sencillas para él y lo que


menos necesitaba es que empezara a dudar, tan solo lo complicaría
más. Darinka lo traicionó, su confianza en todos está débil y el trabajo
lo esta consumiendo.

Si, definitivamente eran ideas mías. Después de todo Daniel me amaba


y yo a él. Nada podría cambiarlo.

Tenia unas enormes ganas de cancelar los planes de hoy pero prefería
que Junior le gritará a Charlotte antes que a mi.

Tomé el móvil y entré a mi conversación con Daniel. Quizás toda la


noche no sea fatídica y pueda mejorarla un poco. Después de todo es
viernes y faltaban solo horas para que sea sábado. Se merecía
descansar el fin de semana.

“Saldré con Charlotte y Junior por unos tragos. ¿Quieres que vaya al
departamento cuando salga?”.

La respuesta no fue inmediata. Pasaron treinta minutos para que el


móvil vuelva a sonar.

Dejé de lado el rubor y me fijé en la pantalla del móvil lo que decía el


mensaje.

“No llegaré a dormir”.


.
Daniel McGregor:

Mi mano chocó en la puerta. Se escucharon unos ruidos de adentro y


luego ella abrió.

Sus ojos pararon en mi. Una sonrisa grande apareció al instante.

-¡Daniel!.

Me abrazo las piernas y mi mandíbula se tenso. El estómago se me


revolvió, se parecía mucho a Darinka.

Fue entonces que la segunda persona apareció, ella era mucho más
grande que la pequeña que me abrió en primer momento. Destiney
tenia cinco años y Molly diecisiete.

- Ya te dije que no debes abrir la puerta a extraños, Des- La regañó en


un susurro. Luego se fijó en mi y su expresión cambió a una más agria.

- Él no es un extraño, tía Molly. Es Daniel, él amigo de mamá.

Molly apretó sus labios y forzó una sonrisa. Le acarició el cabello a la


niña con amor y ternura.

- Ve a jugar arriba, si. Te dejaré sacar tu juego de porcelana de té.

- ¿Lo harás? ¡Gracias tía!- Dio un brinco feliz. Antes de marcharse me


miró:- Daniel ¿Puedes traer a mami a casa? Ya la extraño.

- Destiney, ve-La interrumpió con más convicción.


Un segundo después la niña de grandes ojos y piel morena se marchó
dando pequeños brincos al mismo tiempo que tarareaba una canción.

Molly Jhons es una chica difícil de conocer. No se abre a cualquiera y


después de lo que ha pasado no la culpaba, es más, ella me recordaba
a como era cuando era un adolecente.

La conozco de hace tiempo y ella junto a Destiney son el mayor orgullo


de ella, de Darinka. Prácticamente tomó el lugar de su madre para criar
a Molly y ponerla en primer lugar, como su prioridad. Luego a sus vidas
llegó Destiney, la pequeña era un secreto bien guardado, muy personal.

Eran muy pocas las personas que sabíamos de la pequeña y a pesar


que Darinka nunca la escondió, de todos modos ella prefería que solo
algunos supiéramos de la existencia de su hija.

-¿Qué es lo que quieres, Daniel?.

- Hablar con tu madre.

-No.

- Molly....- Di un paso hacia adelante.

- No tienes nada que hacer aquí. Marcha...

-Déjalo entrar- Habló la señora Jhons interrumpiendo a la adolecente-.


Molly, déjalo entrar.

Ella me miró duramente antes de alejarse a grandes zancadas. No


suavizó su expresión ni un segundo y a cada momento que pasaba
sabia que me quería afuera de aquí, pero no podía hacerlo hasta que
hablar con Leonora Jhons.

Entré a la casa y caminé hasta el salón siguiendo a Leonora. Estaba


mucho mejor desde la última vez que la había visto, hace año y medio
para ser exacto.
No tenia mucho que decir sobre ella, solo que era una excepcional
madre.
- Siéntate, muchacho- Me ordenó-. ¿Qué es lo que quieres saber?.

- ¿Fue ella?- No había vueltas, no las quería.

El silencio no duró.

-Daniel, no encontrarás conmigo una respuesta diferente. Pero si


necesitas que lo diga, bien- Entornó su mirada en mi-. Darinka si es
culpable. Ella te robó. Mientras más rápido lo asumas será mejor para
todos.

Cuando lo dijo supe que aquella palabras no eran lo que vine buscar, ni
muchos lo que realmente quería oír.

Leonora tenía razón; Solo quería que me dijera que Darinka no es


culpable.

- Te diría que te quedes a cenar pero ambos sabemos que en este


momento no es lo mejor- Se levantó. Sus ojos estaban apagados-.
Perdón, Daniel.

-Tú no tienes que pedirme perdón, Leonora.

- Lo se- Sonrió sin gracia. Se tomó un segundo para recomponerse-.


Márchate cuando quieras. Subiré arriba, estoy cansada.

Me sostuve el puente de la nariz y apreté los ojos. El nudo en la


garganta volvía a aparecer. Ese sentimiento de decepción se volvió a
instalar dentro de mi.

Una vez más había caído en la realidad sin contemplación alguna. Una
vez más alguien que consideraba intocable volvía a fallarme. Y una vez
más no sabia como manejarlo.

Me levanté para irme de una vez. Sin embargo cuando tomé el pomo
de la puerta escuché un ruido en la cocina.
Me acerqué y vi a Molly lavando unos platos. Lo hacia nerviosamente y
desde donde estaba la escuchaba sollozar.

- ¡Mierda!.
El vaso se le había resbalado de las manos dejándolo en mil pedazos.
Se agachó para alzarlos y fue ahí cuando notó que la observaba.

- Déjame ayudarte.

-Yo puedo sola- Exclamo dura.

-Molly...

Ella levantó su mirada con brusquedad. Sus dientes estaban apretados


y su labios inferior empezaba a temblar.

- Vete, Daniel. No quiero escucharte, ni a mamá. Sois unos mentirosos.

No sabia que decirle.

- Tú madre lo confirmo, Molly. Ella lo hizo. Sabes muy bien que si tú


hermana me dijera que no es culpable yo le ayudaría, no se... le
pagaría un mej...

-¡La dejaste sola! ¡Tú la dejaste sola!- Vociferó-. Si estas aquí es porqué
no te lo crees, porqué dentro tuyo sabes que ella no es culpable
aunque así se declare.

- Hay pruebas que lo apoyan.

-¿Y que?- Sus mejillas estaban empapadas-. La conoces Daniel, por


favor- Tiró de su cabello-. Sabes qué, márchate, no hablaré contigo- No
me moví-. ¡Te estoy diciendo que te vayas!.

Tragué saliva conmocionado.

- Si no eres capaz de creerle a las personas que son tus amigos aún
cuando tienen el mundo en contra, no eres capaz de nada.

Molly salió de la habitación y yo me fui de esa casa. Ni aún estando en


la calle sentía que podía respirar mejor, seguía estando hundido.

Roger se me acercó.
- Señor, la señorita Blake llamó. Dice que lo necesita con urgencia en la
empresa.

-Bien. Vámonos.

Tomé la puerta del coche en mi mano. Voltee a ver al hombre que era
como un padre para mí.

-Roger, ni una palabra de esto a mi padre. Lo digo en serio.

-Como usted ordené.

-Bien.

El viaje hasta la empresa no fue largo o al menos así me pareció.


Después de haber tenido esa conversación con Molly mis
pensamientos no se han detenido ni por un segundo. No quería
admitirlo, realmente no, pero estaba en medio de una encrucijada.
Todo y nada.

Las pruebas decían una cosa, sin embargo mis años siendo amigo de
Darinka Jhons mostraban algo totalmente diferente.

Me negaba a creer que ella podía haberme engañado, mentido, casi de


la misma forma que aquella persona.

Samantha.

Siempre será Samantha, por más que un papel diga que su verdadero
nombre es Alisha.

Samantha era su verdadera esencia. La persona que creo para poder


llevar la carga que su familia se estaba desmoronando y ella no sabia
como manejarlo. Era esa chica divertida y peligro, la misma que era
testaruda a veces y tímida en pocas ocasiones.

Me dolía decir que mi mejor amiga me mintió sobre absolutamente


toda mi vida.
Nadie, absolutamente nadie podía juzgarme por perderme en
emociones. Ellos no sabían todo lo que viví al lado de Darinka y
Samantha. Ellas eran mis mejores amigas. No se comparaban con
April, pues ella era como mi hermana, y si la quería. No obstante no
había punto de comparación.

Podían criticar mi relación con ambas y hasta el punto que llegó


aquello. A fin de cuentas nadie es capaz de ver lo importante; los
momentos, los recuerdos. Porqué esos mismos eran los que las
volvían tan especiales para mí.

Darinka era un niña sin noción alguna de la vida cuando llegó ante mi.
Una chica con mucho perdido pero con ganas de luchar para recuperar
el doble.

Samantha era un rosa hermosa resguardado por espinas. Una chica la


cual tuvo que comprender cosas a una edad que no debería.

Ellas estaban perdidas, como yo. Y a pesar que no tenían ni la menor


idea de a donde ir, fueron ellas la que me encontraron.

Su amistad era valiosa. Lo era.

No sabia como siendo tan espectaculares, tan transparentes, pudieron


engañarme.

Nunca enfrenté a Samantha, a pesar que sabia que me ocultaba


cosas.

No enfrente a Darinka, a pesar que ahora se que esta ocultándome


cosas.

No enfrente a mi madre, a pesar que una parte de mi quería oírla.

Y por sobre todo no me enfrente a mismo, a pesar que se que estoy


sumido en una oscuridad que ni yo logro entender.

Si no podía con eso ¿Realmente estoy feliz?.

El coche entró al estacionamiento y paró en mi parking reservado. El


motor se apagó y Roger salió sin decir nada, sabiendo que necesitaba
un momento para volver a ser Daniel McGregor; Él hombre que nadie
puede derrotar.

Suspiré y abrí la puerta. Me abroche el saco.

Era hora de ser la persona que todos conocen.

Blake junto a Kolt aparecieron frente de mi a penas puse un pie en el


despacho. Uno lucia peor que el otro.
A ella la podía percibir más intranquila mientras que mi primo
mostraba sin reparos que estaba cabreado.

- Tenemos una reunión de último momento- Me aviso Kolt. Miró su


teléfono y maldijo a lo bajo.

Mis ojos fueron hasta Blake.

-¿Qué esta sucediendo?.

Vacilo unos segundos antes de contestar:- Al parecer la competencia


le ha presentado al gobierno un borrador de un proyecto que
aparentemente es mucho más desarrollado que nuestro software-
Apretó los labios-. Algunos inversionistas quieren retirarse para
apostar al nuevo proyecto. Convocaron a una junta para dentro de dos
semanas.

- No pueden hacer eso.

- Eso pensábamos nosotros- Movió su cabeza en una negativa-. El


equipo esta esperándonos. Brestop y Kolt están con ellos.

- Necesitaré todos los reportes sobre el software, desde el primer día


hasta el último. Tenemos que examinarlo con cuidado y también los
manuscritos de...

-Ya me encargué de eso. Todo está allá- Me interrumpió Blake.

Asentí apretando la mandíbula. Para esté punto estaba bastante


enojado h nervioso. Hoy precisamente no era el día para joderme, mi
humor no era el mejor desde que había tomado la iniciativa de ir a esa
casa.

Darinka ocultaba algo. Lo sabía o quizás me negaba- A pesar que todo


lo indicaba- a aceptar que ella pudo engañarme.

-Adelántate, voy en un segundo.

Blake me observó un instante y luego se marchó.

Revise el móvil y vi que tenía un mensaje de Rachel. No entré a verlo,


eso lo haría después.

Entré al chat con Rufus.

"Necesito que investigues algo para mi".

Apagué la pantalla.

(...)

"No llegaré a dormir".

No hubo respuesta después de eso, pero sabia que había llegado con
sus amigos.
La red social de Charlotte no escatima algún detalle.

Volví a fijarme en el informe que me había dado mi padre. Todo estaba


ahí.
Me costaba creer que Darinka lo hizo sin embargo esta información no
lo investigo cualquiera. Emilio tiene a gente de alto rango,
especialistas.
¿Cómo podría burlar ella eso?.

La respuesta era lo que me más me jodia.

No había forma.

¿Por eso no se defendía? ¿Por eso pedía que su audiencia se


adelantará?.

Darinka desde el momento en la que la esposaron se declaró


públicamente culpable, para sorpresa de algunos.

No quería una defensa. Recuerdo que cuando lo supe estuve a nada de


ir y gritarle que no sea una idiota. No obstante eso duró unos
segundos, no tenia que involucrarme, eso se lo había dejado a mi
padre días atrás. Emilio llevaría el proceso legal, aunque la prensa
afirme que seré yo quién hundiré.

Luego que Darinka fuera arrestada por fraude, lavada de dinero, y


transacciones ilegales ya no pudimos mantener todo en secreto. La
foto de oficiales saliendo con mi secretaria de mi empresa fue la
portada de varias revistas y la primicia en canales de televisión.

Lo que llevaba ocultando un poco más de un año salió a luz. La prensa


estaba enloquecida, reporteros me esperaban en todos lados para que
diera declaraciones.

Brestop fue quien armó la estrategia de armar una nueva fuente de


ingresos para ellos. Así fue como en medio de una rueda de prensa se
anuncio que el software estaría completado antes de la fecha prevista,
sin embargo lo que más causó conmoción fue la decisión pública de
mi asociamiento con Price.

Blake había sido gran ayuda manteniendo a las cámaras fuera de mi


todo lo que podía. Desde que vio como Darinka fue llevada,
prácticamente tomó su lugar sin decir ningún comentario y se lo
agradecí. Eso me gustaba de ella, que sabia cuando hablar y cuando
no era conveniente.

Tenia la cabeza una mierda. No sabia por donde empezar a resolver


todo.

Unos toques en la puerta llamaron mi atención.

Blake me sonrió suavemente. Sus ojos estaban algo irritados por lo


que podía suponer que estaba cansada.

Se acercó y dejó un café sobre mi escritorio.

-No te acostumbres- Exclamó dura-. Solo lo hago porqué presiento que


hoy no fue un buen día para ti.

- Tienes razón, no lo fue.

Bebí un sorbo y hasta que no lo probé no me di cuenta que realmente


estaba cansado. El calor del liquido había liberado la tensión de mi
cuerpo y tenía enormes ganas de caerme desfallecido sobre la cama.

Blake se apoyó en mi escritorio de brazos cruzados.

- Te estas exigiendo demasiado. Deberías descansar, Daniel

Le sonreí altanero:- No me digas que ahora te preocupas por mí.

- De hecho, si. Me preocupo por ti- Dijo severa y mis ojos repasaron
sus facciones-. Y por eso mismo es que necesito que vayas a dormir.
¿Cuánto dinero más me quieres hacer perder?.

- Terminaré el café y me iré.

Asintió satisfecha de haber logrado lo que quería.

- Yo me adelantaré. Buenas noches.

Antes que pudiera avanzar más mi mano tomó su muñeca obligándola


a retroceder un paso. Ella abrió sus ojos un poco más de lo normal, así
se podría apreciar el color gris en ellos que muchas veces pasa de
desapercibido.

- Gracias por esto, Blake. Se que estoy dándote más trabajo de lo que
te corresponde y no te has quejado, así que simplemente gracias.

Su mirada bajo hasta mi agarre. La solté lentamente.

- No me agradezcas, me gusta ayudarte.

-¿Puedo preguntarte algo?.

Hubo un silencio hasta que ella contestó.

- Si.

Sabia hace tiempo que estaba empezando a hacer las cosas mal y
quería remediarlo. No volver a cometer los errores del pasado que
habían logrado alejarme. Ella se merecía que cambiará y que lo diera
todo después de lo que vivimos.

Prometí darle la mejor versión de mi y este último tiempo no lo he


hecho. Quiero que eso cambie.

- ¿Qué podría hacer para que mi novia me perdone?- Blake corrió su


rostro un segundo-. No me lo ha dicho pero se que este tiempo estuve
siendo un imbécil con ella.

- Búscala- Dijo después de un tiempo-. No necesitas regalos, solo


atención. Después de todo con los últimos sucesos que no creo que
hayan podido hablar.

Me fijé la hora en el móvil. Era casi las doce de la noche. Si, tenia
tiempo de ir a verla.

- Tienes razón. De nuevo gracias.

Agarré mi maletín junto al saco del traje. Guardes los papeles para
luego terminar de revisarlos.
Estaba concentrado en dejar todo en orden rápidamente para irme que
no me di cuenta que Blake seguía aquí.

La miré y ella negó restándole importancia.


- Rachel tiene suerte de tenerte.

- Yo tengo suerte de tenerla, créeme.

Rachel Mac Millán:

Mordí mi labio inferior.

Una de las pocas cosas que no me gustaban de mis dos mejores


amigos era que hasta el día de hoy siguen teniendo la capacidad de
ser impuntuales. Antes no me molestaba aquello pero después de tan
solo recibir una respuesta fría por parte de Daniel parecía que
cualquier tercero tenia la culpa. Y si, sabía que estaba mal querer
desquitarme con alguien más.

Probablemente si las cosas entre nosotros no estuvieran así no le


enfadaría que no lleguen a tiempo. Siendo sincera ellos muchas veces
me han esperado cuando era yo lo atrasada y seguramente no se les
cruzaba por la mente irse, como en estos momentos lo estaba
considerando.

Estaba bebiendo un Martini cuando Charlotte llegó a la mesa.

Venia con su cabello pelirrojo alborotado, lo más seguro es por haber


venido a las apuradas. Lo extraño es que no de había maquillado, no
tenia casi ni una gota de maquillaje y eso era extraño en ella ya que
siempre le gusto usarlo. Lo segundo raro de ella es que estaba vestida
de una forma....mmm ¿Cómo decirlo? ¿No glamurosa?.

Dejó su bolso y levanto la mano llamando al camarero. Él muchacho


llegó al instante.

- Un whisky con hielos- Hundió su entrecejo-. No, mejor una botella de


ron.

- ¿Algo más, señorita?.

-No.
El camarero se volteó para ir a traer lo que ella le pidió. Sin embargo
no dio dos pasos hasta que lo detuvo con un grito.

-¿Sabes que? Mejor tráeme el whisky.

-¿Algo que tengas que contarme?- Le dije levantando mis cejas.

- Varias cosas- Su mirada se enfocó en lo que había atrás de mi. El


rostro se le contrajo y se levantó furiosa de su lugar golpeando la
mesa-. ¡Lo voy a matar!.

Giré mi cabeza conmocionada por el repentino cambio de actitud y


comportamiento de Charlotte. La vi acercarse a una mesa en donde
estaba un hombre, le quitó el celular y parecía ser que estaba
amenazando.

Esta noche no será nada tranquila.

Charlotte volvió agitada, sus fosas nasales estaban más abierta de lo


común. Se sentó con brusquedad y antes que hablara levantó un dedo
callándome para luego tomar el móvil del desconocido y llevárselo a la
oreja.

Me costó unos segundos interpretar que estaba llamando a alguien.

- Te juro que como que vuelva a encontrar a otro de tus estúpidos


espías ¡Te denuncio para que no puedas acercarte a mi!- Bramo con
los dientes apretados-. No, no tenemos nada de que hablar. ¡Déjame
en paz!.

Colgó y golpeó el móvil con la mesa en un golpe seco. Al instante el


aparato empezó a sonar y sonar y sonar hasta que lo apago.

Bufó y me miró por primera vez.

-No estoy loca.

- Por supuesto.

- Se que se ve mal pero Rufus no ha dejado de enviar a hombres para


espiarme- Explicó removiendo su cabello con frustración.

- ¿Por qué haría eso?- Cuestione confundida.

Hasta donde sabía Montaner había renunciado a todo lo que estuviera


relacionado con Charlotte. Me lo dejo en claro cuando se despidió
silenciosamente de ella en aquella discoteca que arrastré a Daniel
conmigo. En verdad esa noche pensé que él la había dejado ir, lo creí,
supongo que me equivoqué.

- Creo que sabe que oculto algo- Su voz había cambiado


drásticamente. Lucia temerosa y nerviosa-. No, no creo. Me retracto, él
lo sabe.

-¿Cómo estás tan segura?.

- Él me lo dijo; "Averiguaré que escondes y después me iré para


siempre. Pero ahora no me pides que lo haga porqué no me
persuadirás".

Hubo un momento de silencio en el cual su comportamiento ya no me


pareció de cierto modo gracioso. Las cosas habían cambiado,
Charlotte ya no estaba jugando para provocar que la cordura de
Montaner estallara, sino que lo hacía para ocultar algo que tiene la
fuerza de un huracán, algo que pude destruir a todos los implicados. Si
Rufus llegaba a saber de su embarazo y el aborto espontáneo que
había tenido, él no dudaría en arremeter contra ella.

No soy tan allegada a Kolt para opinar con certeza de lo que haría él al
momento que supiera esa verdad. Aquí se marcaba la diferencia en
muchos aspectos, porqué los años de amistad que mantuve con Rufus
me permiten anticipar los contratiempos que podría formar, eso me
daba Montaner que Kolt no.

- No quiero preguntártelo pero tengo que asegurarme- Tragué saliva


sintiendo como se me cerraba la garganta-. ¿Hay algún expediente
médico que...

- No hay nada. Pagué mucho dinero para que ese día no exista más
que en mi memoria.
Asentí sabiendo que no quería que continuara hablando de esté tema
en particular. Le tomó un poco de tiempo volver a recuperarse del
todo, antes parecía perdida en si misma, vagando en los recuerdos. No
me gustaba que volviera a ese día, sin embargo tenía la certeza que
desde Rufus empezó a investigarla ella volvía a cada momento a ese
día.

Charlotte me miró y sonrió como si realmente no estuviera afectada.


Supe al instante que necesitaba que cambiara el rumbo de la
conversación.

-¿Y a ti que tiene así?- Me preguntó dándole un sorbo a su trago-.


Mmm, déjame adivinar ¿Estuviste viendo mucho la televisión?.

Volqué los ojos sintiendo de nuevo ese amargo sentimiento.

- Me hice fanática de la rumoreada pareja. Sobre todo de ella; la


candidata perfecta- El tono de ironía no abandonó ni un momento mi
voz.

Ella apretó sus labios disgustada.

- No le hagas caso a la prensa, solo buscan crear polémicas. Daniel te


ama, ya lo dejo claro.

- Yo se- Mis hombros cayeron-. Pero estos días estuvo muy distante.

- No es para menos. ¿Acaso no dijiste que Darinka era una gran amiga
suya?

Asentí mordiéndome el labio inferior.

- Ahí lo tienes. No está en un buen momento, entre lo de Darinka y la


presión que está teniendo con el trabajo es normal que esté
comportándose extraño- Mi expresión no mejoro en lo absoluto y ella
lo notó-. Mira, no te hagas ideas. Tú lo amas y él a ti.

- Si, supongo que así es.


-Rachel...-

- No quiero hablar de eso- La corté. Mi mirada se desvió al momento


que Junior cruzó dentro del bar-. Aquí viene nuestro anfitrión.

Charlotte se encogió escondiendo su cabeza. Se revolvió nerviosa en


el lugar.

- Ay no, va matarme.

- Lo más seguro que si- Coincidí.

- ¡Charlotte Elizabeth Cowell!.

Solté una carcajada al escuchar su segundo nombre. Ella odiaba que


le dijeran así.

Junior se plantó frente nosotras con su rostro contraído y sus cejas


alzadas. Traia los labios torcidos y la mirada que le dedicaba a mi
amiga me recordaba a cuando mi madre me regañaba.

- Junior...- Balbuceo ella.

- No vas a engatusarme- Dijo serio-. Ya hablaremos tú y yo, pero


primero ¡Quiero un trago!.

Después de mucho beber y tratar de no reírme de Junior por estar


regañando a Charlotte nos pudimos enfocar en los temas más
importante como lo era la boda de mi mejor amigo, la inauguración de
la galería del mismo, y los nuevos beneficios que consiguió la pelirroja
desde su debut en el desfile.

Para las 3 a.m. la tolerancia que teníamos del alcohol ya no quedaba ni


el más mínimo rastro. Parecía ser que cada uno de nosotros tenía un
motivo secreto para emborracharse sin importarnos que ninguno
estaría lucido para cuidar a los otros dos.

Junior había quedado dormir sobre la mesa del bar mientras que Ryan
le explotaba el móvil de llamadas. Por lo que mencionó habían peleado
porqué él lo había dejado solo con todo el tema de la boda y al final
acabaron a los gritos.

Charlotte estaba vomitando, fue la primera en caer totalmente ebria.


Su teléfono lo tenía Junior, se lo quitamos cuando vimos que estaba
por llamar a Rufus y en su estado no era bueno ya que sin darse
cuenta podría dar detalles que lucida no diría. Y por otro lado estaba
yo, era la más rescatada de los tres. Me sentía mareada pero todavía
podía contestar con claridad la mayoría de las veces.

Mi mirada quedó perdida en el reflejo del espejo. Hice una mueca al


ver que tenia el cabello un completo desorden.

Guardé mi teléfono en el bolso. Hace rato que se descargo y recién


ahora lo descubría. Tendría que llamar al chófer del teléfono de Junior.

Charlotte salió del cubículo y se enjuago la boca. Sus manos se


apoyaron el mármol del lavamanos y me sonrió.

- Holaaaa.

Mi ceño se frunció.

- ¿Soy sexi?- Le pregunté.

- Ardiente- Dijo tirándome un beso.

- ¿Soy buena?.

- La mejor que conozco.

- ¿Crees que Blake Price esté interesada en Daniel?- La pregunta había


salido por si sola de mi boca. Sabia que en su estado Charlotte no
trataría de cuidarme.

-Si, a ella le gusta y mucho- Soltó una risa y puso en dedo en su boca-.
Pero no le digas a Rachel, no quiero que se sienta mal.

Tragué saliva sintiéndome menos mareada. Era un mar de emociones


y aunque todo no fuera borroso sentía como el poder que tenia mis
sentimientos sobre mi se había magnificado a una gran escala. Sin
saber por qué mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas y mi
garganta ardía.

Nunca he tenido esté miedo, ni siquiera con Jaziel y mucho menos


hace un año atrás. Me desespera, me pone nerviosa sentir inseguridad
cuando siempre me he convencido que era una mujer de hierro.

Mi psicóloga lo denomino como "mi muro de salvación" y que por eso


mismo a veces podía parecer desinteresada en cuanta a una persona.
No dejaba salir mis emociones, todo lo revisaba más de una vez. Pero
todo eso quedó atrás después que conocí a Daniel.

No quiero perder control. No quiero perder la cabeza. Sin embargo por


más advertencias que mi mente me haga mi corazón no las toma ni
remotamente en cuenta.

- Vamos, Charlotte. Es hora de ir a casa.

A pesar de sus protestas pudo salir del baño, no obstante un segundo


después tuvo que volver corriendo a vomitar. Realmente odiaba tener
que verla haciéndolo, el sonido que hacía me era tan familiar que me
ponía la piel de punta.

Piensa en otra cosa, Rachel. Piensa en otra cosa.

Empezaba a sentir como el aire me faltaba. Quizás era el alcohol que


me estaba haciendo una mala pasada pero tuve que meterme y
sostenerme de la pared más cercana cuando millones de escenas
empezaron a retorcer mi alma.

No, no. Está mal.

Mi mano derecha tembló, también los dedos. Mi mandíbula estaba


apretada con fuerza al punto que empezaba a dolerme pero no hacia
nada para librar la presión.

Mi mente se desconectó de mi cuerpo. Estaba perdida, como si


hubiera salido mi espíritu. Escuchaba los ruidos lejanos y lo único que
tenia mi atención era versión de mi mucho más joven que se hallaba
frente mío.
Esa expresión la conocía. El desorden de su cabello también y
tampoco pude pasar por alto la expresión demacrada.

Está mal, Rachel. Está mal.

Está jodidamente mal. No lo necesitas. Tranquilízate.

Me abracé a mi cuerpo poniendo mis manos sobre mis hombros.


Empecé a cantar una canción y poco a poco sentí como iba
recuperándome. Lo estaba haciendo bien, oh bueno, eso fue antes que
la puerta del tocador se abriera.

Otra vez pensé que mi mente combinada con el alcohol me jugaba una
mala pasada. Pero no era así.

Daniel observó la escena; A mi totalmente tensa y con la respiración


irregular, luego a Charlotte que había quedado inmóvil sobre el retrete.
Todo el cuerpo me temblaba y no fue hasta ese entonces que noté que
me había rascado los brazos en algún momento hasta ponérmelos
rojos.

Me sentí avergonzada. Bajé los brazos lentamente. Era como si me


hubiera encontrado asesinando a alguien, así se sentía.

Di un paso hacia atrás. Quería llorar, pero no en frente de él.

-Ven, princesa.

No muy segura me fui acercando lentamente. Él estaba


considerablemente tenso y podia entender que no quería hacer un
movimiento brusco por miedo a que le tema, pero eso no pasaría, yo
jamás le tendría miedo; le confiaría mi vida.

Sus brazos me tomaron y mi cara quedó apoyada en su pecho, podía


escuchar el frenesí de sus latidos. Me apretó fuerte a él mientras que
dedos reposaban en mi cabello.

- ¿Estás bien?- Preguntó suavemente.


- Ahora si.

- ¿Cuanto has bebido, Rachel?-Dijo entre dientes.

- No hubiera bebido si no estuvieras comportándote como un imbécil


conmigo- Solté bruscamente-. Hay veces que no logro entenderte, en
verdad no lo hago y eso me frustra.

- Estuviste a punto de tener un ataque, Rachel. ¿Y si no lo podías


manejar por el alcohol en tu sistema? ¿Acaso lo pensaste?- Bramó
volteándose. Se paso las manos por el rostro nervioso.

Mi labio inferior tembló. Las lágrimas no tardaron en volver a aparecer.

Para esté punto me sentía realmente culpable porqué sabía que tenia
razón y el único motivo por el cual explotó fue el miedo de que volviera
a ponerme mal. Las recaídas eran algo con lo que viviría siempre, la
duda y la ansiedad estaban ahí , seguían ahí.

- ¿Seguimos saliendo?.

La pregunta salió de mi boca sin darme tiempo de arrepentirme,


aunque aún diciéndolo no me hizo sentir extraña. Después de todo era
algo que quería saber.

Daniel me miró incrédulo.

- Has estado comportándote extraño y si tú-u ya no quieres estar


conmigo yo lo entendería... Solo dímelo- Susurré silenciosamente.

Hubo silencio puro hasta que lo rompí de nuevo.

- No me gusta verte con ella. Nunca me gustará.

No se por qué estaba llorando, solo lo hacía.

Sus manos tomaron los extremos de mi rostro. La caricia de sus


dedos sobre mis mejillas me tranquilizaron.

- El día que yo te dejé ir será cuando esté muerto. No hay después de ti,
Rachel. Solo eres tú.

Mi corazón dio un vuelco.

- Bésame.

- No olvidaré esto, Rachel- Advirtió de antemano.

- No pretendo que lo hagas.

- Mañana tendremos una conversación de la cual no puedes escapar.


Ya no más.

Daniel se agachó dejando un beso corto en mis labios. Apoyó su frente


con la mía y tomó una pesada bocana de aire.
Tomé el cuello de su camisa y lo obligué a que me besara por unos
segundos más. Quería sentir de nuevo esa electricidad, ese
magnetismo que nos unía solo a él y a mi.

- Tengo que llevarte a casa.

Me solté al instante de él:- No quiero.

Él levantó sus cejas divertido por mi reacción.

- ¿Y por qué no?.

- Porqué quiero dormir contigo.

- A eso me refería cuando te dije que te llevaría a casa, princesa-


Explicó con una sonrisa.

Me acerque de nuevo:- Ah, entonces si quiero irme.

- Bien, solo déjame hacer una llamada.

- ¿A quién vas a llamar?- Mi nariz se frunció.

Daniel sonrió abiertamente.


- No puedo dejar a Charlotte y Junior tirados aquí, la versión de mi
novia lúcida me mataría si lo hiciera.

Asentí varias veces y volví a enterrar mi cara en su pecho. Me gustaba


su perfume.

- Tienes razón- Bostece-. Pero no llames a Rufus, ni Kolt.

- ¿Por qué?.

Mis ojos se entrecerraron por el cansancio.

- No los llames, por favor.

Daniel notó que aquello lo dije en un tono serio, no había balbuceado


como las otras veces. Mi única parte cuerda se activó para prevenir
que el secreto de Charlotte siga siendo pura y exclusivamente de ella.

- Bien, llamaré a mis guardaespaldas.

- Gracias.

Me soltó un momento y se llevó el móvil a la oreja. Lo observé


sintiéndome muy feliz de haber regresado a su lado. Todo pasaría, lo
malo pasaría, al igual que Blake Price.

Siempre seré yo. Él lo dijo.

- Daniel...- Volteó a verme y yo le sonreí-. ¿Seguimos saliendo?.

.
Daniel McGregor:

Rachel estaba profundamente dormida, a penas había podido quitarle


los zapatos y el vestido para que no estuviera incómoda. Le había
puesto una de mis remeras y la arrope.
Ya pasó dos horas desde que llegamos y no consigo olvidar.

Estaba sobre el sillón, sintiendo que la habitación quedaba reducida


por las imágenes que proyectaba mi mente de esta noche. Intentaba
no recordarlas pero me era imposible esa tarea, volvían y me
atemorizaba porqué no sabia como encabezar la charla que
tendríamos cuando ella abriera sus ojos.

Mi mirada se fue hasta sus brazos, no había nada en ellos pero aún así
se me hacía ver las marcas rojas en ellos.

Me sentía frustrado y temeroso. El año pasado no pude darme cuenta


que poco a poco Rachel estaba llegando a su límite hasta que me lo
confesó ese día que puso fin a nuestra relación. Ahora, lo vi, de cerca y
sin testimonios de terceros.

No me asustaba ella, lo que en verdad lo hacía era el hecho de que no


ser porqué la fui a buscar sin aviso está noche jamás hubiese notado
que estuvo por tener un ataque, no me hubiera dado cuenta de que
todavía seguía frágil. Después de todo solo llevaba un año de
recuperación y meses con el alta. Las recaídas podían pasar y me
ponía furioso que a esta altura no sepa detectar cuando Rachel esta
cerca de su límite.

Se que lo que pasó fue por las mezclas de tragos y alcohol, también
por el hecho de que estos días estuve siendo un imbécil con ella, no
seré indiferente a eso. Sin embargo todavía podía sentir el temblor de
mi manos y el miedo que sentí al ver la ansiedad en su mirada cuando
observaba con demasiado detalle a Charlotte, que estaba vomitando
totalmente inconsciente de lo que sucedía a su alrededor.

El alivio que sentí al tenerla en mi brazos... Es algo que jamás podré


describir.

No tenia experiencia. No tenia una guía. No había tenido que


enfrentarme a esto porqué ella jamás me puso en una situación así, no
tocamos el tema de su trastorno porqué así lo prefería Rachel. Quizás
ese fue mi error. Ese siempre será mi error.

Me acosté a su lado y la abracé. Ella se volteó y reposó su cabeza en


mi pecho.

- ¿Donde estabas?- Susurró medio dormida.

Negué aunque sabia que no podía verme.

- Resolviendo unos asuntos. Vuelve a dormir.

4:30 a.m.

Fruncí el ceño al percibir unos movimientos toscos.

Su mano se aferró a mi brazo incrustándome sus uñas en la piel


despertándose por completo.

Se removió sobre la cama de una forma violenta, brusca. Parecía ser


que le faltaba el aire y los sollozos salían de su boca de una manera en
la que dejaba en claro que estaba sufriendo.

Me enderece y por un segundo me quede pasmado al ver las lágrimas


bajando por sus mejillas.

Pero que... ¡Joder!.

-¡Rachel- No quería tocarla, no así-. ¡Rachel!.

Maldije nervioso. Mi cabeza estaba por estallar.

La tomé de los hombros, la sacudí sintiendo el estómago revuelto y la


garganta cerrada. Mis ojos viajaban a cada rincón de sus facciones. Lo
que veía era una imagen que no podría borrar de mi memoria, jamás.

-¡Rachel!.

Abrió sus ojos espantada quedándose quieta entre mi agarre. Su


pecho subía y baja irregularmente. El cabello lo tenia un desastre y el
sudor recorría su frente. En su mirada se notó el miedo, ya no a lo que
había estado soñando sino al darse cuenta de lo que estaba
sucediendo.
La solté poco a poco, como si estuviera asegurándome que no volviera
a explotar.

- ¿Estás bien?.

Asintió sin decir nada.

- ¿Esto te ha pasado antes?- Pregunté con la mandíbula tensa.

Volvió a asentir.

Me senté en la orilla de la cama. Mis manos sujetaron mi cabeza


queriendo de alguna forma disminuir el dolor insoportable que estaba
sufriendo.
No quería verla, no quería que notara que estuve a punto de perder los
papeles. Ella no me podía ver débil, yo tenía que ser su hombro y si
quería que eso pasara debía aparentar que estas cosas no me
asustaban cuando realmente me aterrorizaban por completo.

- ¿Hace cuánto?- Hubo silencio. No me gustara que se quedara


callada, no era bueno-. ¿Hace cuánto, Rachel?- Brame con los dientes
apretados.

Silencio. Más silencio.

- ¡Rachel!- Por fin me miró. Se había desconectado-. Respóndeme.

- Hace cuatro meses- Susurró con la voz ronca.

Me tocó callar. No tenia nada más que decir, no en este momento. En


su estado y después de todo lo que pasó esta noche realmente no era
bueno que tengamos esta conversación. Rachel tenía que descansar y
cuando se sintiera mejor hablaríamos.

Me volví a mi lugar y levanté las sábanas. Ella seguía inmóvil en donde


estaba, parecía avergonzada y consternada.

- Tienes que descansar, princesa.

Eso pareció hacerla reaccionar ya que sin decir nada se acostó


dándome la espalda.

Miré al techo tenso. No quería que durmiera así, la quería junto a mí,
eso sería algo que siempre querría.
Tire de su cintura y escondi mi rostro en su cabellera negra.

- Te amo.

No esperé su respuesta porqué no la necesitaba, sabia que ella me


amaba y que en estos momentos no estaba en su mejor estado.
Quería que supiera que podría tener su espacio, su lugar, pero siempre
que lo necesitará yo estaría justo detrás de ella para darle lo que
pidiera.

Cerré los ojos.

Rachel volteó y dejó un beso en mis labios.

- Te amo.

-Lo sé.

- No quiero que hablemos de esto, Daniel- Expresó abruptamente con


voz temblorosa.

Apreté mi mandíbula:-No pienses en eso ahora. Descansa.

-Pero...

-Duermete, Rachel.

Y así lo hizo. No se a que hora exactamente yo pude hacerlo pero al


final terminé por caer rendido con un mal sabor en la boca.

(...)

Tomé el móvil y ella respondió a los segundos.

- ¿Donde está, Charlotte?.


Oí un quejido por su parte.

- Unos buenos días no vendrían mal- Refunfuñó-. Joder que dolor de


cabeza.

- Charlotte...- dije entre dientes.

- No se de que me estás hablando, Daniel. Tengo una resaca del


infierno y lo que menos me apetece es adivinar de qué estás hablando-
Vocifero de mal humor-. Así que explícate de una vez para que pueda
colgarte y volver a dormir.

- No encuentro a Rachel.

- ¿Y por qué supones que está conmigo?- Su tono de voz era amargo-.
Mira, si se algo te aviso.

- Charlotte...- Muy tarde, ya había colgado.

Por muy estúpido que sonara, así era.

Cuando abrí los ojos y estiré mi brazo sobre la cama para dar con su
cuerpo me costó dos segundos caer en la realidad; Se había ido. Y
justamente por eso es que estaba furioso, había revisado las cámaras
de seguridad y la vi salir del edificio totalmente nerviosa de que yo
pudiera aparecerle de frente en cualquier momento.

Esto me recordaba tanto a como era el año pasado, cuando las cosas
se les escapaban de las manos siempre encontraba una modo de huir.

Sabia porqué lo había hecho pero eso no disminuía ni un poco mis


ganas de querer explotar contra ella y decirle cosas que podría
arrepentirme.

Ya eran pasadas las una de la tarde y todavía no tenia ninguna noticia


de Rachel. Alaric y Roger armaron grupos para buscarla pero hasta el
momento no habían dado con ella.

Tenia los nervios de punta, no podía quedarme quieto en un mismo


lugar.
Había rechazado cada llamada de la empresa a pesar que tenia
presente que aunque sea fin de semana tendría que rayar disponible
debido a los últimos conflictos que hemos tenido con el prestigio y
publicidad del software.

Rachel llegó al departamento a esos de las cuatro de la tarde. Todavía


tenia puesto el vestido de la noche anterior, su cabello desordenado, y
los tacones sobre sus manos.

Tenia ojeras bajos sus ojos, el verde en su mirada no relucía como


siempre.

Ella entró y me examinó. Mientras yo agarré con más fuerza el mármol


de la mesada del mini bar. Estaba a punto de abrir una botella para
sobrellevar que mi novia despareció por horas sin dejarme ni un puto
mensaje.

- Daniel yo...

Negué chocando el vaso contra la mesada.

- Cállate, no hables. Porqué cuando tenias que hacerlo tomaste tus


cosas y te fuiste a quien sabe donde sin molestarte en avisar que te
irías- Ella dio un paso hacía mi-. Guarda tu distancia Rachel. No es el
mejor momento.

- Se que estás enojado pero tienes que entender esto no es fácil, no


para mí. Tienes que ponerte en mi lug...

- ¡Siempre te entiendo! ¡Lo hago todo el tiempo y parece que eso no es


suficiente para que te quedes conmigo!- Brame enardecido-. ¡Dime de
una puta vez que tengo que hacer para que no te marches! ¡Dime qué
estoy haciendo mal! Porqué nada parece ser suficiente- Tragué saliva
sintiéndome impotente-, así que dime cuál es mi error y lo corregiré.
Pero no te vayas.

Eran muy pocas las veces que me sentí perdido, con miedo a que todo
pueda derrumbarse. La idea de perderla en serio me asustaba, más
que otra cosa. Estaba mal sentir esta dependencia pero no importaba
porqué al final del día las veces que sonreí eran todas por Rachel.

Debía gritarle, decirle lo idiota que era. Sin embargo solo le exigía que
me dijera que es lo que no estaba funcionando, que era en lo que
estaba fallando sin darme cuenta.

- Si te vas a marchar hazlo ahora, enteramente, no en fragmentos


porqué eso duele.

Ella se quedó callada.

- Se que me lo merezco pero lo mismo estoy luchando para merecerlo


y es frustrante que te vayas sin pensar en mi- Me dolía el pecho-. ¿Por
qué debo siempre comprenderte y tú no puedes hacer lo mismo?.

- No pretendo que lo hagas, Daniel. Yo tan solo...

Solté una risa sarcástica.

- ¿Te estás escuchando, Rachel?- La miré-. Eres increíble- Me sostuve


el puente de la nariz-. Tú nunca pretendes nada, cierto.

- ¡Yo no te pedí que lo hicieras! ¡No te pedí nada de esto!- Bramó con
sus mejillas rojas.

- ¿¡Y entonces qué es lo quieres!?.

- ¡No lo sé!.

Avancé hasta ella con grandes zancadas. Ya no tenia el autocontrol de


mi mismo, a esta altura se había esfumado y no me importaba ni un
poco que lo hiciera.

- ¡¿Y qué mierda sabes?!- Grité colérico sobre su cara.

Rachel me empujó con su dedo.

- ¡Qué no puedo confiar en ti!. ¿¡Cómo lo haría después de lo que


hiciste!?.
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, marcando un silencio
atroz entre los dos. Es como si algo hubiese explotado dejándonos en
distintas partes del mundo.

Di un paso hacía atrás mientras veía como su rostro se desmoronaba


poco a poco al percatarse lo que significaba lo que dijo.

Así que era eso.

Ella no me ha perdonado. No de verdad.

- No quise decir eso- Dijo tragando duramente.

- Por supuesto que no- Mis hombros cayeron-. ¿Siempre será así,
verdad?.

Rachel negó con las lágrimas acumuladas en sus ojos.

- Daniel, no. Las cosas no son así... Yo no pienso eso. Solo que he me
sentido presionada y... Esto no es fácil para mi.

- ¿Para mí si?- Arremetí contra ella-. ¿Crees que estoy bien con el
hecho de que Samantha murió por mi culpa? Si piensas eso déjame
decirte que estás loca porqué no hay un día en el que no me sienta una
basura.

- Lo sé. Se que para ti no es fácil y...- Se calló cuando me reí


despectivamente.

- Tú no tienes ni puta idea de cómo me siento, lo sabrías si te


estuvieras quedado. Pero veo que hay cosas que no cambian- Dije
entre dientes-. Así que dime, Rachel ¿Por qué sigues con alguien en
quién no puedes confiar?.

Esperé que respondiera más eso no sucedió. Se había quedado tiesa


en su lugar y evitaba mi mirada. Sus labios estaban apretados y
realmente no quería seguir viéndola porqué sabia que si lo hacia me
rendiría ante Rachel y terminaría aceptando lo que ella en verdad
quería; Hacer como si todo jamás hubiera pasado.
Pasé por su lado y subí las escaleras. Su voz me detuvo por un
segundo.

- ¿A dónde vas?- Lo dijo en voz baja sin embargo la escuché


perfectamente.

- A la ducha. Porqué a diferencia de ti a mi no me apetece fingir que las


cosas están bien cuando no es así.

- Daniel...

- Ahora no, Rachel. Ahora no.

Mis músculos se contrajeron al recibir el primer chorro de agua de fría.


Las gotas caían por mi cabello hasta la punta de mi nariz.

Corrí los mechones de pelo hacia atrás y mis manos quedaron


agarradas en mi cuello. La cabeza me estaba por explotar, era un dolor
punzante sobre el centro que no daba un segundo de paz.

Salí del la ducha después de un tiempo.


Al llegar a la habitación me cambié la ropa. No me quedaría ni un
minuto más aquí.

Agarré el móvil para avisarles a mis guardaespaldas que Rachel ya


había aparecido. Ordené que Alaric se hiciera cargo de ella por si
llegaba salir del penhouse.

Bajé las escaleras y la vi en el sofá dándome la espalda. Tenia su


cabeza atrapada entre las manos y su espalda se movía suavemente
haciéndome saber que estaba sollozando.

- Me voy.

Rachel se levantó del sillón y se secó con el dorso de su mano las


lágrimas.

- No es necesario que lo hagas, me iré yo. Esté es tu departamento.

- Quédate hasta que te sientas mejor, de todos modos llegare tarde-


Dije frío-. Alaric te llevará a donde necesites ir.

Rachel se me acercó tomándome el rostro con las manos.

- ¿Podemos hablar?- Dijo suplicante.

Me solté de su agarre.

-No es un buen momento- Apreté la mandíbula frustrado.

- Daniel, siento lo que dij...

-Me iré del país por unos días. Tengo asuntos en el extranjero que
atender.

Rachel me recorrió con sus ojos hasta que su entrecejo se hundió y


podía ver cierto desagrado en su expresión.

- ¿Ella irá?.

- ¿Qué?.

- No te hagas el idiota conmigo. ¿Blake Price irá contigo?.

- Es mi socia después de todo- Dije tajante.

Rachel me sonrió con amargura.

-Tienes razón, no es un buen momento.

Pasó por mi lado casi chocando nuestros hombros.

- ¿A dónde vas?- Inquiero siguiéndola.

- A mi casa, Daniel- Respondió y me miró furtivamente-. Que tengas un


buen viaje.

- Estás siendo infantil, Rachel.

- Si, supongo que lo soy.


Apretó reiteradas veces el botón del ascensor, como si de ese modo
hiciera que pudiera llegar más rápido de lo habitual.

La tomé del brazo para que no se subiera.

- ¿Me puedes explicar qué te sucede ahora?.

Rachel se soltó con violencia.

- Que me harte de tener que fingir que lo que veo no es real, ya no


puedo hacerlo más.

- ¿De qué estás hablando?.

- Tú le gustas, Daniel- Bramó sin borrar la sonrisa cínica de sus labios-.


No entiendo como todavía no te has dado cuenta. Y yo sinceramente
me he hartado de tener que verlos por televisión escuchando la
increíble pareja que harían. Me he hartado.

- ¿Y acaso piensas que lo que insinúas me importa?- Negué y tiré de su


brazo acercándola-. Lo único que me importa es que mi novia no
confía en mí. Eso si es una mierda, Rachel.

La solté y ella retrocedió hasta entrar al ascensor. Antes que las


puertas se cerraran volví a hablar.

- Yo que tú me preocuparía más por lo nuestro que por Blake Price.

Rachel Mac Millán:

Mis pies se hundieron sobre la tierra húmeda. Todo el día estuvo


lloviendo a cántaros y cuando por fin la tormenta pareció detenerse
fue que tuve el impulso de venir hasta aquí. No había vuelto hace un
año y era extraño que esté lugar que solía ser mi calma ahora me
recordará tantos escenarios.

Daniel no respondía mis llamadas ni mis mensajes. Me había excedido


con lo que le dije y lo sabía. Cruce una línea que no debí hacerlo.
Algo dentro mío me dijo que no era bueno marcharme esa mañana
cuando abrí mis ojos y lo vi a mi lado. Sin embargo como de
costumbre no lo pensé dos veces y me fui de tan solo recordar que
debía enfrentar algo que no quería. Decirle que lo que vio si es real
sería admitir que retrocedí, que por todo lo que me he estado
esforzando no ha servido de nada.

Quiero convencerme que solo fue un momento. Sin embargo las dudas
crecían dentro de mi y no quería admitirlo, me rehusaba.

No sigo enferma.

No sigo enferma.

No lo estoy.

Realmente solo quería que lo olvidáramos, que hiciéramos como si


nada hubiera pasado. Quizás esa noche no iba hacerlo solo estaba
entrando en pánico. No iba a vomitar.

Lo destroce con mis palabras, lo vi en sus ojos. Cuando quise


retractarme me di cuenta que había quebrado algo entre los dos que
no tenía ni la menor idea si podría solucionar.
Él estaba hablando fuerte, decías cosas y exploté.

Escucharlo decir que se iría con Blake Price me heló el cuerpo. En ese
instante el recuerdo de Charlotte me azotó en la mente, más
específicamente sus palabras.

-"Si, a ella le gusta y mucho."

No quería que se fuera, no estando en la situación que estábamos.

Desde ese día no supe más de él. Lo poco que sabia era por la
televisión y los chismes de internet y revistas. No los leía porqué
hacerlo me hacía doler el pecho y no quería pensar en esa posibilidad,
pero lo hacía.

Blake Price es perfecta para él y cuando se diera cuenta me rompería.


Mis pasos se detuvieron automáticamente. Tantas veces que he
venido me han dado la costumbre de saber cuando detenerme, aún
cuando estuviera perdida en mi mente.

Ahí estaba, frente mío.

El pecho se me apretó, como si de pronto el aire se hubiera quedado


atascado en mis pulmones.

Mis dedos tocaron su nombre.

Mis hombros cayeron al igual que mi cabeza. Nunca pensé estar en


una situación así y mucho menos con ella.
No se sentía igual ni un por un segundo, todo era diferente.

- Hola, Alisha. Ha pasado tiempo.

Quise seguir hablando pero las palabras quedaron estancadas en mi


garganta, como si me negara a continuar. Sin embargo sabía que
debía hacerlo, de alguna forma se lo debía a ella.

Mi vista se nubló y tuve que tragar duramente para mantener la


compostura.

- ¿Cómo has estado?- Mojé mis labios-. Espero que puedas


perdonarme por dejarte tanto tiempo sola.

Corrí el cabello de mi rostro.

- Inglaterra es como recordábamos, aún mejor. Pero sin duda siempre


preferiré Manhattan, aunque Charlotte podría decirte algo diferente-
Sonreí tensa-.
Sabes, pensaba que estaba muy bien, creo que me equivoqué.
Supongo que la anorexia es algo para siempre, algo con lo que tienes
que aprender a vivir. Si me preguntaran diría que no lo entiendo, aún
teniéndolo no lo hago.
¿Por qué caigo una y otra vez cuando pienso que estoy bien? No es
justo. Estoy harta de esto, de todo- Mi voz se hizo un susurro-. Solo
quiero que se detenga.
Parpadeé dejando que las lágrimas cayeron por mis mejillas. Las había
soportado dos días enteros y quería, no, necesitaba llorar.

- Se que esperas algo más pero siendo honesta no se cómo empezar a


hacerlo, cómo disculparme contigo por amar al hombre que tú
amabas. No quiero disculparme por eso, no por quererlo.
Fue inevitable. Las cosas resultaron así- Dije un susurro quebrado. Me
sequé las lagrimas con el dorso de la mano y tomé aire calmándome-.
Hace un año cuando vine aquí te dije que tú me lo enviaste, que
conocer a Daniel fue obra tuya. Ahora veo que eso no tiene sentido-
Me dolía el pecho, no podía aguantar tantos sentimientos removidos-.
Estuve mucho tiempo enojada contigo. Me ocultaste una parte de tu
vida y aunque quisiera juzgarte no podría hacerlo. Querías escapar de
todo. Tú padre las había dejado, él mío murió, y yo parecía que estaba
a punto de hacerlo. No podías ayudarme y eso te mataba, Alisha. Por
eso creaste a Samantha.

Todavía recordaba como Nastia, su mejor amiga y la única que


conoció la verdad, me contó la historia de Samantha. Ahora que lo
pensaba ese nombre tenía sentido y si me hubiera parado aunque sea
por un segundo a meditarlo hubiera recordado que asi se llamaba una
protagonista de un libro el cual ella amaba. Lo leía diez veces al mes
sin falta. Buscaba las páginas marcadas en donde detallaban los
mejores momentos para leerlos una y otra vez.

Samantha era un personaje con poder, que no tenía miedo. Una mujer
muy avanzada para su época. Era de roble y nada podía detenerla de
soñar.

Alisha quería ser Samantha. Y lo fue.

- Quise venir a despedirme de ti pero no pude. No se si lo sabrás,


realmente no se en donde estás o si puedes verme u oírme- Mi labio
inferior tembló-. Al final pude contarlo y me sentí más libre que nunca.
No llevo esa pesada cadena arrastrando y ellos... ellos me creyeron,
Alisha. Lo hicieron.

Cubrí mi boca callando los sollozos. Estaba reconociendo la verdad, el


verdadero motivo que me causaba terror. Lo estaba diciendo en voz
alta y hacerlo me rompía en dos, sin embargo era algo que me lo debia
a mí misma.

- Quisiera que tú o Vanessa pudieran verme que lo logré, que estoy


esforzándome por ser feliz. Quiero vivir y no huir.

Me levanté del césped y me abracé.


Mis jeans estaban mojados por la tenue lluvia que estuvo cayendo
sobre mi todo este momento. Debía sentir frío, sin embargo no lo
hacía.

- Adiós, Alisha. Volveré.

Me alejé sin darme cuenta que cada vez lo hacía más y más. Las
lágrimas hacían que todo se viera nublado y no podía pensar en nada
más que en ella y en lo que fue, en lo que pude hacer y no lo hice por
solo pensar en rendirme, en dejar de vivir. De no ser porqué toda
atención estuvo en mi quizás alguien pudo e incluso yo, nos
hubiéramos dado cuenta que Alisha estaba sufriendo. Ella necesitaba
ayuda y no la tuvo.

Antes de salir del cementerio me acerco al hombre de mediana edad


que se encargaba de cuidar las tumbas. Me conocía de hace tiempo.
Carl, así se llamaba.

Él tomó este trabajo cuando su hija murió de cáncer y una en las


tantas visitas a la tumba se topó con que alguien había quitado las
rosas blancas que había dejado. Carl dejó su trabajo para cuidar el
lugar donde descansaba su hija y seguía haciéndolo a pesar que los
años empezaban a pasarle factura.

-Señorita Rachel ¿Cómo ha estado?- Habló dejando de barrer-. Hace


tiempo no la veía por aquí.

- Muy bien Carl. Feliz de verte- Le sonreí-. Me fui a estudiar a Inglaterra.


Por eso es que no has visto por aquí.

- Lo bueno es que Alisha no le ha faltado compañía en su ausencia.

- ¿Qué?.
- Un hombre. Viene casi todos los días durante los últimos cuatros
meses.
Siempre deja una rosa roja y se queda por horas en la tumba de Alisha.

¿Acaso Daniel ha estado aquí?.

Abrí mi bolso y tomé mi móvil. Encendí la pantalla y empecé a buscar


entre mis fotos hasta que encontré una en donde él estaba solo.

- ¿Él es el hombre que has visto?.

Carl miró y luego negó haciendo que un escalofrío me recorría la piel.

-No, señorita.

Alisha...

Rachel Mac Millán:


Todavía seguía enfadada y no ayudaba el hecho que no respondiera
mis mensajes ni llamadas. Daniel había estado pasando de mi, y vale,
sabia que me pase pero necesitaba hablar con él.
Hoy era el evento de Junior y sentía un vacío enorme al saber que él no
estaría para acompañarme. Había comprado un vestido para la
ocasión y lo único que quería es que estuviera a mi lado mientras veía
a una de las personas que más quería seguir cumpliendo sus sueños.
Pero Daniel no había cogido la llamada, y aun asi aguardaba que
llegará.
Me acomodé sobre el asiento y lo vi.
Rufus se sentó frente mío asomando una sonrisa egocéntrica.
Desde que habia vuelto a Manhattan no tuvimos la oportunidad de
sentarnos a hablar ni reunirnos. A pesar que mi vínculo con Charlotte
era más fuerte y siempre la pondría primero, Montener era un gran
amigo que había ayudado bastante a mi personalidad adolecente y a la
posterior de ella.
- Me sorprendió tu llamado- Sus dedos chocaron en la mesa del
restaurante-. No creí que siguiera siendo de tu agrado.
- ¿Cómo has estado, Rufus?- Ignoré su comentario.
- ¿Yo?- Sonrió con algo de amargura-. Bastante jodido. ¿Y tú?.
- Sobrevivo- Me encogí de hombros.
Rufus se soltó el botón de su saco y levantó su mano haciendo que un
mesero llegará. Bastó unos segundos para que él muchacho volviera
con una botella de vino que mi amigo le había pedido.
Le sirvió extendiendole la copa y se marchó.
Montaner llevo el vino a sus labios dándole un trago profundo, como si
buscara reconfortarse en la bebida.
- ¿Por qué me has llamado, Rachel?- Dijo yendo directo al punto. Apoyó
sus brazos sobre la mesa-. Si esto se trata de Charlotte...
-No es de Charlotte- Lo interrumpí-. Necesito un favor, como amigo.
La cabeza no había parado de darme vueltas desde ese día que
abandoné el cementerio. No podía ignorar ese suceso ya que no solo
Daniel conoció a "Samantha", sino que había alguien más que lo hacía
y aún más intigrante era que descubrió la verdad identidad de Alisha...
O quizás siempre la supo.
No tenía ni idea de que pensar al respecto, sin embargo una cosa tenia
bastante clara; Tenia que averiguarlo.
Alisha y Samantha son una sola y necesitaba conocer más de la
segunda, de aquella que fue formado por el dolor y que terminó siendo
su vía de escape de esos problemas que tanto la sumergían en la
oscuridad.
Había alguien más y algo me decía que tenia que encontrarlo. Podía
sonar loco pero creo que hay más historia por contar, me faltan
capítulos por leer y en verdad quiero terminar de conocer a Samantha.
-¿Amigo?- Me cuestionó con una sonrisa en sus labios-. Supuse que
había dejado de serlo.
- ¿Y por qué dejarías de serlo?.
- Me tienes resentimiento, Rachel. Sabes demasiadas cosas, hasta
algunas que yo no- Su mirada se quedó sobre mi-. ¿En serio sigo
siendo tu amigo después de haberle roto el corazón a tú alma
gemela?.
Asentí agarrándome por un segundo el puente de la nariz. Él no se
había equivocado al decir que le guardar cierta molestia a su persona.
- Si te tengo resentimiento, después de todo tú lo dijiste; Charlotte es
mi alma gemela y odio realmente que hayas sido tú quien le haya
causado daño- Mi voz era neutra, distante-.Pero tampoco seria capaz
de olvidar tus visitas al hospital, los momentos que me hiciste reír, y
que siempre que lo he necesito has estado ahí para ayudarme. Eres mi
amigo, Rufus, y créeme que al final de todo tú también me guardarás
resentimiento.
Él hundió su entrecejo ante lo último pero no atribuyo nada más para
mí fortuna. El secreto de Charlotte era uno que tenia un cronómetro
que aunque no se lo dijera a ella, sabía que estaba corriendo y muy
pronto llegaría su final.
No sería yo quién revelará la verdad de mi mejor amiga, sin embargo
hay algo que no se puede ignorar y es que la verdad siempre sale a la
luz. Eso lo aprendí a la fuerza y muy pronto seria el turno de ella para
entenderlo.
También tenia presente las consecuencias de todo y es que cuando el
secreto se supiera tenía más que presente que no solo enfrentaría a
Kolt McGregor, sino que también a Rufus Montaner. Y realmente
esperaba que pasará mucho tiempo para tener que hacerlo.
- Rufus- Tragué saliva-. Alguien ha estado visitando a Alisha.
Por alguna extraña razón sentí un ardor en la garganta y mis ojos
empezaron a ponerse irritados, últimamente no podía controlar el
llanto y la sensación de vacío que me atacaba.
- En primer momento supuse que era Daniel pero al mostrarle la foto al
guardia ha dicho que no era él. Alguien más la ha conocido y necesito
saber quién es y qué representó en su vida.
Rufus se había quedado tieso, con la mirada perdida. Parecía estar
pensando y analizando todo lo que le había soltado. Vi como
cambiaba su expresión a una alarmada o algo parecido.
- ¿Estás segura de lo que dices?.
- Puedes preguntárselo al guardia. Alisha está siendo visitada por esté
hombre de hace varios meses.
Lo vi tensarse y apretar la mandíbula.
Parecía estar ansioso y a la vez temeroso.
-¿Te sientes bien, Rufus?- Le pregunté al ver su estado.
- ¿Le has dicho a alguien más de esto?.
-No, solo lo sabemos tú y yo hasta el momento.
- ¿Daniel?- Insistió.
Negué:- No hablamos.
- ¿Vas a decirle?.
Apreté mis labios sin saber que contestar. Las cosas no estaban bien
entre los dos y sabia que en gran parte fue mi culpa por haber
explotado contra él en vez de sentarme a su lado y decirle que estoy
teniendo una recaída después de haber estado todo un año limpia.
-No lo sé.
Rufus debió notar que no quería seguir por ese lado así que se aclaró
su garganta y me miró fijamente, de una manera severa.
- Esto se queda entre los dos, Rachel. Trataré de averiguar quién es
ese hombre pero no creo que sea algo fácil- Exclamó él y sentí que
había algo que se me estaba pasando-. No sabemos la clase de
personas con las que Alisha solía frecuentar así que seria mejor si te
limitaras a salir acompañada y en lo posible salgas a lugares donde
estés rodeada de gente.
Mis labios se fruncieron con algo de disgusto. No creí que fuera una
situación de peligro hasta que lo mencionó.
- ¿Crees que todo eso sea necesario? ¿No estás exagerando?.
- Rachel, hazme caso- Exclamó-. ¿Lo has entendido?.
No le respondí al instante y eso pareció molestarlo.
- Si, lo he comprendido.
Fue entonces que en mi móvil entraron llamadas una y otra vez, a la
misma vez que llegaban mensajes que terminaban acumulándose.
¿Qué demonios sucedía?.
Cuando el teléfono se calmó lo tomé bajo la atenta mirada de Rufus
Montaner, quién había presenciado esa escena con la misma
expresión de confusión que yo.
No se por qué sentí algo helado recorrerme el cuerpo.
Mi corazón se detuvo.
《"Se filtran fotos del magnate Daniel McGregor con su socia Blake
Price"》
De pronto sentía un revoltijo en el estómago. No continúe leyendo sino
que agarre mi cartera sintiéndome asfixiada y dejé unos billetes sobre
la mesa.
-Necesito irme. Hablamos luego.
- Rachel ¿Estás bien?- Me detuvo agarrando mi muñeca.
- Si.
Me apresuré a deshacerme de agarre y alejarme antes que viniera a
preguntarte sin tipejos lo que me estaba sucediendo. Y en este preciso
momento no quería explicar por qué me sentía agitada.
Me subí al coche y avancé varias cuadras para asegurarme que Rufus
me diera mi espacio y no lo invadiera.
Mi frente se apoyó en el volante.
Solo ha sido un título.
Apagué el móvil al ver que Charlotte llamaba. No lo encendería hasta
llegar a la casa.
Puse en marchar el coche sintiendo que le corazón latía con una
fuerza que llegaba a hacer que me dieran puntadas en el pecho. Los
labios me temblaban y por un momento me sentí tonta por haberme
puesto así con tan solo leer un título.
Blake y Daniel.
No. Me negaba.
Era injusto que ella llegara a su vida al mismo tiempo que yo. No
tendría que sentirse atraída por él, ni mucho menos gustarle. Joder, yo
más que nadie entendía el efecto que tenia Daniel cuando llegabas a
conocerle y no me sorprendía que estuviera colada por él. Pero de
ningún modo me atrevía a aceptar que ella era lo mejor para él, lo era
yo. Estaba esforzándome demasiado para poder lidiar conmigo y darle
todo lo mejor de mi.
Quizás ella no tuviera un trastorno que la encadena así misma, quizás
ella lo entenderá mejor y pudiera ser la candidata perfecta, pero yo
estaba esforzándome para ser feliz con él.
Daniel lo ha dicho, si no es conmigo, no es con nadie. ¿No hará lo
contrario, cierto? No lo haría.
Entré a la casa sin molestarme de meter el carro en la cochera. Lo
único que tenía en mi mente era llegar a mi habitación para poder
enfrentarme a lo que tanto había alarmado a Charlotte y Junior.
Al cruzar el umbral mi madre se detuvo al verme. Su expresión me dejó
en claro que ella ya había leído la nota de Daniel.
-Rachel...
- Ahora no, mamá- La evadí.
Emilio estaba en el inicio de las escaleras. No me dijo nada y solo se
corrió permitiéndome pasar sin agregar alguna cosa con respecto al
tema.
Su mirada me transmitió algo que no pude interpretar.
Subí las escaleras de una vez y me adentre a mi habitación. Cerré la
puerta con seguro apoyando mi espalda mientras que una mano se
posaba en mi pecho queriendo calmar los nervios que sentía.
Me senté sobre la cama con el móvil en las manos. Lo encendí y vi que
tenía una llamada de Daniel perdida. Lo ignoré y entré a la nota para
continuar leyendo.
《Hace un tiempo que él multimillonaria Daniel McGregor se volvió el
foco de las cámaras por si prestigioso proyecto de millones de dólares.
Sin embargo su nombre ha sonado el último tiempo cuando anunció su
asociación con la cabecilla de los Price, Blake Price.
Lo que ha empezado con una suposición y más que especulaciones,
ahora podía llegar a ser algo casi totalmente confirmado. Ya que las
fotos que se han filtrado del magnate con la empresaria dan a entender
que su relación no solo se limita a lo profesional.
¿Será que al final de todo Blake Price si era la candidata perfecta? 》
Eran 3 fotos.
La primera se los mostraba sonriendo en la calle mientras parecían
intercambiar palabras. El lugar era de noche por lo que suponía que
había salido solos.
La segunda foto muestra como ella tiene un agarré en el brazo de
Daniel, y él la mira con cierto desconcierto.
Y la última es una de ellos, besándose.
De pronto sentí mis ojos picar y mi garganta revolverse. Antes que
pudiera asumirlo me había levantando de la cama y estaba arrodillada
sobre el retrete.
Una arcada vino a mi a consecuencia de mis dedos. Y no fue hasta
que había expulsado una pequeña parte que me paralice totalmente
espantada.
No. No, estaba bien.
No estaba bien.
Me alejé del inodoro nerviosamente mientras las lágrimas caían por mi
mejillas. Abracé mis piernas sintiéndome una cobarde, no era más que
patética inútil.
No pude haberlo hecho.
Cubrí mis oídos y rogué porqué esa sombra del pasado se fuera.
No se cuanto tiempo estuve así solo se que al final, cuando tuve
fuerzas, me levanté del suelo y me metí dentro de la regadera
queriendo limpiar el peso de la gravedad de lo que había hecho.
El agua escurría por todo mi cuerpo calmando la presión de mis
hombros. Sin embargo mi mente no dejaba de reproducir lo que había
hecho y aquella foto que fue el detonante de ese ataque.
Debí suponer que algo así pasaría.
Al salir de la ducha seguía sintiéndome extraña pero por lo menos ya
no lloraba. Es como si supiera que hacerlo ya no tendría ningún
sentido, después de todo al final lo peor ya lo había hecho.
Me senté en el tocador y miré el móvil, apreté los labios disgustada.
Sentía un fuerte dolor en el pecho que me causaba una gran tristeza.

Dejé el teléfono sobre el tocador y agarré el cepillo mientras lo pasaba


por mi cabello mojado deshaciendo los nudos. Me miré en el espejo y
odié tener los ojos hinchados e irritados, pero aún más repulsión me
causó todavía sentir el ardor en mi garganta.

No lo has hecho.
No lo has hecho.
No lo has hecho.

Mi comisura tembló en un movimiento involuntario y nervioso. El


rostro lo tenía pálido y demacrado.

Volví mi mirada al aparato. Todo había sido su culpa. Me agarró en un


mal momento y yo de verdad no quería hacerlo, solo estaba cansada y
estresada. No había sido culpa mía.
Las cosas se habían juntado; nuestra pelea, la desconfianza, Alisha, y
ahora esto.

Me sostuve la cabeza sintiendo mi cuerpo temblar. No quería


retroceder, no quería abandonarme. El silencio no era bueno pero en
este caso no quería decir lo que había hecho hace una hora en voz
alta, porqué de hacerlo lo volvería real y me negaba.

Su nombre brilló en la pantalla y una rabia se apoderó de mi cuerpo


con esa sola aparición.
Apreté mis manos y apagué el móvil. No quería escucharlo, no ahora.

No iba a dejar que me afectara, ya lo había dejado una vez y las cosas
terminaron mal.

Había sido un error. Todo lo fue.

Suspiré y agarré el ordenador para enviarle por ahí un mensaje a


Charlotte. No quería encender el móvil porqué sabia que Daniel no se
detendría hasta dar conmigo.

《 Llegaré por mi cuenta. Confirma mi asistencia y no te preocupes. 》

Independientemente de todo esta noche no la pasaría mal, ya


sinceramente todo estaba empezando que darme igual. Supongo que
las cosas a veces simplemente salen mal y más rápido lo asuma
dejaré de sentir que mi mundo ha vuelto caer sobre mi pies.

Estaba cansada de subir para luego estrellarme. Ya no quería eso.

Daniel dejaría de ser mi acompañante porqué ahora tenia uno nuevo,


uno que no iba a causarme el dolor que él acaba de hacerlo.

Jeremy no era Daniel, por suerte.

Y yo no me autodestruirá por él.

Tomé el teléfono segura de lo que iba a hacer. No me echaría para


atrás porqué eso era para los débiles y yo ya no lo sería.
Daniel me había perdido y yo no me mortificaría por ello.

Espere unos segundos que se encendiera y luego lo llamé, me


contestó al segundo pitido.
- Te habías tardado en llamarme, Barbie. ¿A donde quieres llevarme?.

- Un evento.

- Uh, eso suena que es prestigioso- Dijo divertido-. ¿Tengo que


ponerme traje?.

-Te quedará bien.

-Para tu fortuna he lavado el que usé en la gala de tu madre- Exclamó y


me lo imaginé sonriendo de costado.

-Necesito una pareja ¿Serás la mía hoy?.

- ¿Podría decirle que no a una chica hermosa?- Hubiera sonreído de no


ser porqué todavía tenía mis sentimientos un revoltijo-. ¿Hay algo que
más deba saber?.

-Si, tienes que hacérmelo pasar en grande.

-De eso no hay duda, bonita. Te haré pasar la mejor noche de tu vida.

Hubo un silencio entre la línea ya que no sabia que responderle y a


pesar que Jeremy parecía estar actuando como siempre lo sentía algo
tenso.
Tomé aire atreviéndome a preguntarle.

- ¿Lo has visto, verdad?.

Soltó un suspiro pesado:- Lo he visto en la televisión. Está por todos


lados.

Mordí mi labio inferior sintiendo humillada. Odiaba tener que soportar


esto una vez más, ya lo había pasado con Evan Valverde y a pesar que
no lo quería me había dolido en mi orgullo. En cambio ahora no solo
era eso lo que me dolía, sino que todo y sobre todo el corazón.

-Jeremy...-

- No tienes que decirme nada. Lo que menos quiero es hablar del


imbécil ése, ahora solo importamos tú y yo. Y te aseguro que esta
noche siempre prevalecerá en tu memoria, bonita. Porqué haré que
sea la mejor de todas.
Escuchar aquello me hizo levantar un poco el ánimo.

- Te lo prometo, Rachel. Seré mejor pareja de lo que él pudo serlo. Yo


no desaprovechó las oportunidades.

Daniel McGregor:
Para pelear, para una discusión se necesitaban dos y yo no quería
seguir haciéndolo. No quería seguir tentando la rabia y que llegáramos
a un punto en donde dijéramos cosas nublados por el enojo. Suficiente
había escuchado y no quería seguir haciéndolo, no más.
“No puedo confiar en ti. ¡¿Cómo lo haría después de todo?! “.
Cerré mis ojos queriendo que sus palabras tan solo se fueran. Pensé
que la única vez que me diría aquello solo sería en mis pesadillas, debí
suponer que era algo tonto de mi parte creer que ella realmente me
había perdonado. Siendo franco siempre habrá una parte suya que me
culpa por lo de Samantha y no la juzgaba, solo que no podía tolerarlo.
Ella necesitaba tiempo a solas y yo también. Y sabía que aunque
tuviera unas terribles ganas de quedarme tenía obligaciones y como
dije, necesitaba un tiempo a solas para no seguir enojado y dolido.
Singapur, ese era mi destino. El vuelo había salido hace horas pero
todavía me faltaba para llegar.
Hace tiempo que me había sentido un poco más relajado al recibir el
mensaje de Alaric diciéndome que ella estaba en casa perfectamente
bien. Había ordenado que la siguiera y no la perdiera de vista mientras
no estaba.
No quería pensar que un ataque pudiera volver a agarrarla
desprevenida. Tampoco ayudaba el hecho que estuviera investigando
a ese hombre con el cual Alisha estuvo involucrada.
Montaner me había aconsejado que no me alarmara pero tampoco
estuviera muy tranquilo. Después de todo es él hijo de un mafioso de
quién hablamos.
Tenia que reconocer que mi ida a Singapur tenía mucho más que ver
que con el fraude a mis empresas que con querer saber la parte final
de la verdad de Samantha.
Rufus me había dicho que sus investigaciones lo llevaron hasta aquí y
solo aproveché que tenía una sucursal en este lugar para venir sin
llamar la atención. También era una muy buena oportunidad para
hacer una campaña publicitaria sacando a la luz nuestra expansión
como fabricantes textiles. Además que Blake mencionó que aquí
residía el mejor programador y por eso he venido a buscarlo, porqué de
serlo lo quería en mi equipo.
El proyecto estaba a unos meses de culminar y necesitaba que él más
experto de todo revisara que todo estuviera perfecto, tal cual. Si Blake
dijo que su conocido era él más brillante yo le creí, no ponía en duda
su objetividad, confió en ella.
No debía tomarlo a la ligera porqué lo que iba a vender no era algo
para cualquier empresario, sino que esto iría para el gobierno. Era un
terreno peligroso porqué si había un fallo se sabría en segundos y
terminaría perdiendo la calidad de excelencia que tanto presumían mis
empresas. No podía permitirme eso, no perdería el prestigio.
Esté proyecto llevaba años planeándolo y cuando pude ponerlo en
marcha se sintió tan bien. Esto definiría mi carrera y no solo sería visto
como un heredero más que se hizo cargo de las propiedades de su
padre. Estaba a punto de mostrar mi valor y todo el trabajo que me
costó llegar hasta donde estoy. Podía hacerlo y lo haría.
Me ajuste el nudo de la corbata y fue entonces que mis ojos se
desviaron a la televisión pequeña que había en el Jet.
-En los momentos más controversiales de estas semanas ponemos a
pie una de las chica que ha sido foco de atención por su gran debut-
Dijo la mujer sonriente-. Muchas agencias tienen un ojo sobre ella pero
se dice que ha rechazado toda las ofertas propuestas ya que solo
quiere concentrarse en la universidad y posteriormente ejercer su
carrera.
Tragué saliva sin poder correr la mirada. Antes que la nombrarán sabía
de quién estaban hablando.
-Y para lo que no sabéis de quién hablamos es nada menos que la
heredera de la prestigiada diseñadora Juliette Roberts, Rachel Mac
Millán.
La imagen de la pantalla cambio mostrando un primer plano de lo que
fue aquella noche que Rachel deslumbró con su caminar. Mi
mandíbula se tensó al instante cuando mostraron esa parte en donde
ella me había mirado con intensidad, esa mirada que me dejó claro
que solo yo era él hombre que amaba.
Un frío helado me recorrió al recordar nuestros gritos y mis últimas
palabras.
- Yo que tú me preocuparía más por lo nuestro que por Blake Price.
- Recordemos que años atrás está chica nos dio bastante que hablar
luego de su desaparición después de haber descubierto la infidelidad
por parte de su ex novio Evan Valverde, y tampoco podemos olvidar
cuando por un tiempo fue emparejada con uno de los hombres más
influyentes del país, Daniel McGregor. Aunque al día de hoy podemos
descartar lo último ya que todos sabemos que esté joven millonaria ya
tiene a su candidata perfecta; Blake Price.
A mi mente llegaron sus palabras y odié que los medios aumentaran
argumentos absurdos a sus suposiciones ridículas.
- Tú le gustas, Daniel- Bramó sin borrar la sonrisa cínica de sus labios-.
No entiendo como todavía no te has dado cuenta. Y yo sinceramente
me he hartado de tener que verlos por televisión escuchando la
increíble pareja que harían. Me he hartado.
-Apágala- Le ordené a una de las aeromoza.
Respira, tan solo respira.
La pantalla de mi móvil se encendió mostrando la llegada de un nuevo
mensaje.
Princesa:
“Háblame cuando puedas hacerlo, se que estarás ocupado pero quiero
que hablemos. En verdad no quise decir aquello y montar un drama. Lo
siento. “
Llámame y cuídate.
-Tráeme un trago.
Tendría que beber para no ordenar que dieran la vuelta y regresar a
Manhattan después de haber leído su mensaje. Estaba a nada de
mandar a la mierda todo pero me detuve, porqué si volvía ahora
volveríamos a lo mismo.
Rachel me estaba ocultando algo y eso me preocupaba. La había
notado más cansada de lo usual y se veía agotada, gran parte de ello
suponía que se debía a pesadillas. Porqué no era imbécil, no olvidé el
por qué surgió toda la discusión. Ella no quería decirme que
estaba sucediéndole y se marchó. Y yo no podía aguantar eso. No
después de haber tenido ese miedo al verla temblar en el baño de ese
bar mientras se abrazaba queriendo no escuchar como Charlotte
vomitaba.
Estaba enojado, no había duda de aquello. Me molestaba que hiciera
acusaciones irracionales. ¿Tan difícil es para ella comprender que si
no ella no es nadie?.
Para mí solo existe esa mujer de ojos verdes y sonrisa coqueta. No
hay otra. Solo la quiero a ella y esperaba que terminara por entenderlo.
Rachel es la única que quiero como mi mujer.
La azafata se acercó con mi vaso y lo extendió hacia mí.
-Aquí tiene, señor.
(…)
Blake llegó un día después que yo. Casi de inmediato nos pusimos a
trabajar y a fijar los detalles con los jefes de edición y prensa para la
nueva campaña publicitaria.
Llevaba días sin descansar del todo bien, en donde me podía dormir en
cualquier lado y recién sentía las consecuencias al otro día cuando me
levantaba con malestares en mi cuerpo.
Era poco tiempo para hacer todo lo que teníamos previsto.
Al tercer día de estar aquí fue que conocí al conocido de Blake, Paul
Signoret.
Todo lo que escuche de él fue cierto y como dije, lo mejor tenia que
estar a mi disposición y por eso es que después de comprobar todos
sus datos lo añadí a mi equipo. Debía reconocer que quedé más que
satisfecho con él, podía entender porqué era tan recomendado. A
pesar de ser joven tenía un conocimiento amplio que me recordó a mi
años pasados.
El trabajo me sirvió para distraerme pero no del todo ya que Rachel
llegaba a mi mente a cada segundo. Ignorar todo de ella me había
costado más de lo que cualquiera podía creer. Pero era necesario, no
hablaríamos por una pantalla, lo muestro era de frente.
Tenia la mente fría ha esta altura, ya había tomado mi tiempo y lo
único que quería es que estuviéramos bien de una vez por toda.
Actué mal y apresurado, quizás me desespere ante la idea de que algo
podría pasarle y reconocería mi error ante ella. Le haría saber que
hablaríamos cuando quisiera y cuando no, no lo haríamos. Pero
siempre juntos, sin huir. Ya no más, me había cansado de eso.
Solo una noche más y pronto la vería de nuevo.
Mañana tomaría un vuelo temprano para llegar a la inauguración de la
nueva galería de Junior Reyes. Sabia que para Rachel era importante
ya que él era como su hermano y no quería defraudarla. De alguna
forma quería recompensarla por haberme ido.
Me puse en contacto con él para que confirmara mi asistencia y
pudiera entrar sin inconvenientes. También le había pedido que no
dijera nada, después de todo era un sorpresa.
Si tenia algo bien claro es que podía perder cualquier cosa menos a
Rachel. Era lo que quería y sabia que si la dejaba ir de nuevo por mis
actitudes seria un error que me persiguiera de por vida. No cometería
esa equivocación una segunda vez.
Eran un poco más de las ocho de la noche cuando recibí un mensaje
de él.
Rufus:
“No ha querido el abogado. Es él segundo que rechaza.”
No le conteste y lo único que pude hacer es tirar los papeles sobre el
escritorio mientras desordena mi cabello frustrado.
Acaricie mi mandíbula sintiendo el enojo hacerse presente.
¿Por qué no lo aceptaba?.
¿Qué estás haciendo, Darinka?.
Después de ese día que visité a su familia no pude borrar de mi mente
la palabras de Molly y la mirada de Destiney.
Mi padre decía que era cierto, las pruebas lo decían, y su madre
también. ¿Cómo iba en contra de ello si ella misma lo acepta?.
Quizás ese era el problema; Él que no podía aceptarlo era yo.
Le había pedido a Rufus que buscara a los mejores abogados e
hicieran audiencias con ella, sin embargo se ha negado ante la
posibilidad de tener uno. Darinka ha dicho que se declara culpable y
me daba rabia que ni siquiera hiciera el intento por defenderse.
Según lo poca información que Montaner consiguió fue que las
primeras transacciones con sumas de dineros exuberantes salieron de
aquí.
He revisado casa papel y debo decir que si hay errores en la
contabilidad por más que quisieron encubrirlo. Sin embargo cada
detalle te llevaba a una cuenta fantasma en donde el dinero ya no
estaba.
Si Darinka realmente hubiese tomado esa cantidad de dinero pudo
fácilmente no trabajar tiempo completo para mi para cubrir fondos
extras. Todos mis argumentos se basaban en lo que sabia de ella y
suposiciones, pero nada estaba sobre una base contundente. Seguía
sin tener nada y empezaba a hartarme.
Unos toques en la puerta llamaron mi atención. Levante la mirada y la
vi apoyada en el marco de la entrada. Sonreí con sus brazos cruzados
al pecho.
Hoy llevaba puesto un vestido negro con un blazzer blanco.
Sus ojos estaban medios entrecerrados y podía jurar que se debía por
haber estado tanto tiempo con la mirada puesta en el ordenador. Al
igual que yo Blake tampoco pudo descansar bien estos días.
-¿Estás bien?.
Su mirada grisácea me recorrió por completo. Suponía que mi
expresión no era la mejor de todas en estos momentos y estaba
cansado para molestarme en disimularlo.
-Lo estoy- Le dije-. Pensé que te habías ido, ya es tarde.
-Supuse lo mismo- Me respondió-. En cuanto a lo otro créeme que solo
estaba concentrada en acabar de una vez que no me fijé del tiempo.
La vi soltar un bostezo.
-Creo que es hora que me marche. ¿Vienes?.
Le asentí. Ya había tenido suficiente de esté día.
-Te alcanzó en un segundo.
Acomodé los papeles para que mañana no tuviera mucho que hacer y
pudiera concentrarme el fijar bien el horario de salida de mi vuelo. No
quería tener retrasos ya que tenia bien claro que el único propósito que
tenía era volver a Manhattan con mi novia.
Cuando termine bajé al lobby y Blake estaba ahí esperándome.
-¿Te molesta si caminamos? La verdad me vendría muy bien- Dijo
acercándose.
- No, creo que yo también lo necesito- Exclamé mirando el móvil, en
cualquier momento se me apagaría.
Realmente no era algo pesado caminar hasta el hotel. En donde nos
alojamos estaba moderadamente cerca de la empresa y además que
la vista de Singapur de noche era algo que valía la pena ver. Me
relajaba y me gustaba.
Era uno de mis lugares favoritos.
El camino fue algo silencioso. Estaba acostumbrado a que ella me
atacará con sus bromas o se pusiera hablar de trabajo, sin embargo
hoy estaba extrañamente rara. La pude notar tensa.
A solo dos cuadras de llegar fue que hablé;
-¿Por qué estás tan callada?.
Blake sonrió corriendo su cabello hacía atrás.
-Pensé que te estaba haciendo un favor al no molestarte- Se encogió
de hombros-. Aunque ahora podría confirmar que te agrada que lo
haga.
-Me he acostumbrado.
Me volví a fijar en Blake y aunque quisiera aparentar normalidad le era
imposible, era muy evidente.
Reduje mis pasos y ella también. Rehuía de mi mirada que la
examinaba.
-¿Te sucede algo?- Le pregunté hundiendo mis cejas-. ¿Qué te tiene tan
nerviosa?.
-No es nada.
La miré fijamente y di un paso hacia ella.
- Si alguien está molestándote o si tienes problemas con tu hermano
puedes decírmelo. No tienes que cargar con todo eso tu sola, bien.
Blake me dio una pequeña sonrisa. Ahora si me miraba y de una forma
intensa.
Asumí al final que no quería halar de ello. Por lo menos ya le había
dicho que si necesitaba que la ayudara solo tenia que pedírmelo. No
quería que de nuevo se presentara golpeada en la puerta de mi oficina.
El poco tiempo que la conocía me bastaba para saber que la imagen
de familia perfecta que daban los Price tan solo era eso, una imagen. Y
estaba más que seguro que ser la que lleve todo en su familia y
hacerse cargo de la oveja negra de los Price no era nada fácil para ella.
-Vámonos- Le dije retomando la caminata.
Antes que pudiera avanzar más su mano tomó mi brazo con firmeza
pero noté como sus dedos temblaban.
-Daniel.
-¿Si?.
Ella me besó antes que pudiera procesarlo.
Me quede estático en el lugar. Parecía que mis pies y mis manos no
podían reaccionar, mi mente no salía del asombro.
En ese instante fue que no pensé nada ni recordaba quién era. Es
como si todo de mí se hubiera bloqueado y no lo entendía. Fue
entonces que las imágenes de aquella mujer llegaron a mi mente
despertándome.
La tomé de los hombros y la empujé hacía atrás. Ella se encogió un
poco al ver la frialdad en mi mirada.
-¿Qué estás haciendo?- Gruñí a lo bajo.
Bajó su mirada avergonzada y no me respondió. No quería que ni me
hablara.
La solté como si quemara. Mis labios se apretaron en un fina línea y
me sentí enojado.
-No lo vuelvas a hacer. Jamás.
Me marché dejándola atrás.

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Está es la primera de dos partes de Perfect Disaster,
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Rachel Mac Millán
Me miré al espejo sabiendo que todo estaba mal. Pero no me importó, ya no lo
haría más.

Si para mantenerme de pie tendría que volver a ser la misma perra sin corazón
que fui año atrás, lo sería de nuevo.

Volvería a jugar. Puedo hacerlo, ya no le tengo que rendir cuentas a nadie. Así
que haría lo que me plazca, aunque eso me partiera el alma a la mitad y me
destruyera caóticamente.

Contorne mis labios con el labial carmín.

Ese vacío apretó mi estómago pero no dejé que afectara. Ya había rendido luto
horas atrás, en donde lloraba en silencio, ya no tenía que hacerlo. No quería
seguir viendo esa patética imagen mía en el espejo. Yo no soy así, no lloró por
un hombre que no me supo valorar y mucho menos dejo que me humillen
públicamente.

Él único que había sido capaz de aquello fue Evan Valverde y he hecho que se
arrepienta de perderme desde entonces. Lo he demostrado, no soy alguien que
se olvida fácilmente.

He enterrado a la Rachel sumisa en inseguridades. Sentía tanta rabia y dolor


que por si sola apareció esta versión de mi, la prepotente y coqueta, la que no le
tiene miedo a nadie que no sea a mi misma.

Una sonrisa triste flaquea en mis labios.

Estoy jodida, lo supe bien me miré y reconocí esa mirada letal.

Quizás está no es mi mejor versión, ni la que todos le gustaría que sea, pero es
la que me mantiene de pie sin sentirme idiota por alguien, está yo es la que me
impide explotar en nervios.

Está Rachel me eleva. Y no me importa sus contradictorias mientras lo siga


haciendo.

Mi madre entró precavida de todo. Primero se fijó en el desastre de ropa que


dejé regado por toda la habitación y luego sus ojos se concentraron en mi.

Tenía sus brazos cruzados sobre su pecho. Ese suéter verde que llevaba
puesto la hacia ver casual y maternal.

Se me acercó, aunque mantuvo una distancia.


- Si piensas que me rompere a llorar, no lo haré- Le informé bajando el labial-.
No voy a caerme, por nadie.

Ella asintió en silencio.

- ¿Has hablado con él?.

Mi mano apretó con fuerza la brocha de maquillaje. Todo mi cuerpo se tenso,


en especial mi mandíbula. Escucharlo aunque sea sin ser nombrado
despertada sentimientos que no quería tener esta noche. Porqué de quererlos
me sumergeria en la cama a llorar por horas y eso ya lo había hecho. Ahora
solo me apetecía ser la misma mierda que siempre fui.

Después de todo una jugadora, siempre será una jugadora.

- No hay mucho que hablar. Las fotos son concisas y detallas. ¿No la has
visto?.

Claro que lo había hecho.

- No tienes que ponerte de ese modo, Rachel- Dijo marcando su entrecejo-. Se


que estás mal y dolida por todo lo que pasó, también que lo vuestro es algo que
te hace feliz y que...

- Era- La interrumpí-. Ya no me hace feliz. Si hubiera querido un novio que se


enrollara con otras ¿No te parece que seguiría con Evan?.

- Rachel, creo que deberías hablar con él. Daniel no es esa clase de chico, ahora
estás cegada por el enojo.

Mis ojos picaron. Ardieron. Quería gritar y explotar, sin embargo no le daría el
lujo a nadie de verme perder el control de nuevo. Me había cansado de todo, de
siempre intentarlo y terminar en donde empiezo. ¿Donde me ha llevado eso? A
ningún lugar..

- No voy a hablar mi relación contigo, ni con nadie- Me volteé enardecida-.


Porqué hacerlo tendría que decir en voz alta que esto me lo venía venir, que
últimamente estaba seco conmigo e iba a lugares que pensaba que no estaba
enterada. Tendría que admitir que se que me está ocultando algo y solo lo
ignoro porqué lo amo. Y si, tendría que admitir que mientras él se besaba con
Blake Price yo le mandaba un estúpido mensaje diciéndole que me perdonará y
que me llamase porqué lo extrañaba.

Mi pecho subía y bajaba con violencia. Sentía como si tuvieran un cable de


metal enredado en la garganta y a cada palabra que decía se hundía más y más
provocándome dolor.
Hace tiempo no sentía las palpitaciones dolorosas. Mi pecho dolía y tuve que
apretar los labios para no romperme a llorar.

- Así por eso y más, no tendré está conversación contigo.

Tomé mi abrigo y guardé dentro de un cajón mi móvil apagado.

Estaba por llegar a la puerta cuando me detuve en seco. Mi madre me miró


esperando que hiciera algo.

Lleve las manos a mi cuello y desprenderme de ese collar fue como si aceptara
que estaba renunciado a una parte de mi que jamás pensé hacerlo.

El anillo en el significaba una promesa, una que no cumplió.

Lo dejé sobre mi tocador y me giré. Antes de salir miré a Juliette por sobre mi
hombro, se veía preocupada y no podía culparla. En estos momentos ni yo era
capaz de reconocerme.

- Va a venir y cuando lo haga, se lo das.

Le dirás que ya no me pertenece, no después de haber visto esas fotos.

Salí de mi habitación azotando la puerta. Mientras bajaba las escaleras una de


las mucamas me interceptó en el camino.

- Señorita Rachel, un joven la está esperando.

- Gracias.

Termine de bajar los peldaños y me convencí a misma que estaba haciendo lo


correcto, aunque todos pensaran que no.

Una sonrisa apareció en mis labios al ver a Jeremy luchando con su corbata
desaliñada.

Sus labios estaban fruncidos mostrando que estaba molesto por no poder
hacer el nudo correctamente.

- Creo que puede ayudarte con eso.

Jeremy dejó de luchar con la prenda y se enfocó en mi. Lo vi tragar y


recorrerme con sus ojos de una forma que no había hecho antes. Tampoco se
tomaba el atrevimiento de disimularlo, es más, lo hacía con fervor y confianza.

- Estás hermosa.

Bajé el último escalón.


- ¿Cuando no lo he estado?.

Él me sonrió divertido sabiendo que estaba imitando sus respuestas


arrogantes.

- Creo que dijiste que puede ayudarte con esto- Señaló la corbata.

Me acerqué y mis manos tomaron la tela. Recuerdo que antes no sabía saberla
y era mi padre quien me las hacía ya que uniforme del colegio lo precisaba.
Luego que se murió, mamá estaba ocupada y tuve que aprenderlo sola.

Anude perfectamente y ceñí.

Mis manos quedaron trabadas ahí cuando noté que lo tenía más cerca de lo
común. ¿En qué momento se acercó? No lo sabía.

- ¿Sabes cuáles son mis intenciones, verdad?.

No era idiota. Charlotte había tirado la primera pista en el desfile de Mi madre y


solo tuve que juntar las piezas del rompecabezas para saber que él no solo me
tomaba como una amiga millonaria. Lo terminé por confirmar con nuestra
conversación de hoy y también lo hacía el hecho que me viera con ese brillo de
lujuria en los ojos.

Jeremy siempre fue directo. Sin vueltas.

Desde el momento uno en que lo conocí puede darme cuenta de aquello. Por
eso es que no me sorprendió del todo que me encarará.

Toqué su pecho y retrocedí un paso hacía atrás. Él tomó mi mano sonriente


atrayéndome de nuevo hacia su cuerpo.

- Jeremy...-

- Al final de esta noche te besare, porqué me cansé de fingir que soy él chico
bueno. Ellos nunca ganan y yo no quiero perderte. Se que es loco pero si fueras
más observadora te darías cuenta el efecto que tienes en los hombres. Me
incluyo.

Sus palabras me habían dejado muda. Él lo notó y por mi bien retrocedió


dejando que pudiera respirar con normalidad.

- Es hora de irnos, Barbie. Tengo una noche para mostrarte lo que valgo.

Me extendió su mano. Entonces lo recordé, a él y sus palabras.

Quise echarme hacía atrás por un segundo, sin embargo todo aquello se
esfumó al recordar esa maldita foto que estaba en todos labios.
Tomé su mano segura.

-Vámonos.

(...)

Junior se había lucido con todo la decoración. El lugar superaba cualquier lujo
que antes hubiera visto y por ese momento me sentí orgullosa de él ya que
sabía todo lo que le costó armar su inauguración tal y como la quería.

Jeremy observaba el lugar algo incómodo. No tuve que pensar el por qué ya
que él antes había mencionado que no se llevaba con los lujos, ni la gente de
clase alta. No quise entrar a profundidad en el tema ya que parecía ser algo
personal y lo que menos quería es ponerlo en una situación complicada.

Me fijé en Ryan, él prometido de Junior.

Me bastó con verle la expresión de su rostro para saber que las cosas entre
ellos no había mejorada ni un poco. Realmente Reyes estaba ignorándolo y
aunque siempre estaba lado de su novio, por primera vez admitía que en esta
disputa mi mejor amigo era quién tenía la razón.

Charlotte apareció ante mi con un vestido n***o de una sola manga que tenía
una abertura en su cintura resaltando sus prominentes caderas.

- Necesito hablar contigo- Anunció y miró a Jeremy-. ¿Te molesta?.

- Para nada. Iré a pedir un trago.

Quise detenerlo ya que no quería pasar por el interrogatorio que sabía que
estaba planeando hacérmelo desde que entré por esa puerta.

Ella se quedó mirándome con una ceja alzada.

- ¿No hablaremos de esto, cierto?.

- No, no lo haremos.

Asintió sabiendo que no me haría cambiar de opinión. Y es que a veces


Charlotte suele ser muy insistente en algunas cosas para lograr su cometido,
pero en este caso su poder no regía.

- He pedido que no lo dejen entrar. Radica en ti lo que hagas está noche-


Intente hablar pero me calló-. No intentes decirme nada, yo no me meto en tu
vida. Pero yo que tú me pensaría bien si fue buena idea ilusionar al chico.

- No lo hago.
- Si claro, Rachel. Piensa en frío, no cometas mis errores porqué te juro que lo
lamentaras por siempre- Su mirada se desvió-. Como lo estoy padeciendo yo.

No entendí su referencia hasta que vi como Kolt McGregor se plantaba ante


nosotras. Estaba cabreado, se notaba en sus facciones.

- Si me disculpas, tengo asuntos que atender.

Charlotte volteó pero no llegó a dar más de dos pasos cuando él la interceptó
tomándola del antebrazo y tirando de ella hasta que chocara con su cuerpo.

- Tenemos que hablar. Ahora- Demando.

Ella sonrió con desdén.

- ¿Te has olvidado que a mi nadie me manda?.

- Charlotte...- Gruñó amenazador.

- Es mejor que me sueltes, no quieres armar un espectáculo.

Mi pulso de disparo cuando Rufus se presentó ante los dos con total
despreocupación. Parecía no estar afectado sin embargo lo conocía tan bien
que sabía que estaba muriéndose por dentro.

Sus manos estaban guardadas en los bolsillos de su traje.

- Suéltala.

Kolt sonrió amargo.

- ¿Celos, Montaner?.

- Así es. Suéltala. Ahora.

- Rufus por favor- Le pidió suavemente Charlotte. Ella tanto como yo sabíamos
que no podíamos dejar que ninguno de los dos arruinará el evento de Junior.

- Charlotte- La llamé-. Vámonos.

Ella se soltó del agarre de Kolt y se puso detrás mío tontamente afectada por la
mirada dominante de esos hombres que parecen tener una obsesión hacia su
persona.

- Se van a quedar aquí. Quietos. Porqué os juro que como hagan un escándalo
por su orgullo y necesidad de demostrar quién es mejor, los hundo- Amenace
duramente-. No se olviden que basta un llamado para que sus rostro salgan en
el New Yort Times y no creo que a ninguna les convenga estar envueltos en una
polémica.
- No lo harías- Aseveró Kolt seguro.

- Se le está haciendo costumbre a los McGregor subestimarme- Planteé con


una sonrisa recelosa-. No te olvides que soy Rachel Mac Millán, la hija de
Juliette Roberts, la hijastra de Emilio McGregor, la nieta de Blanca Roberts, y la
mejor amiga de Charlotte Cowell. ¿Ya ves cuánta influencia tengo?.

No dejé que me contestará y arrastre a Charlotte lejos de ambos. Ella temblaba


de los nervios.

-¿Estás bien?.

- Es tarde- Dijo perdida en sus palabras-. Es tarde, Rachel.

- Para cambiar la canción- Agregó.

Hundí mi entrecejo desconcertada.

- ¿Por qué querrías cambiar la canción?.

La respuesta llegó a mi mente bien termien de decir esas palabras.

- ¿Es una provocación, verdad?- Dije con los dientes apretados-. Joder,
Charlotte. Te he salvado y tú pareces estar dispuesta en hundirte en el infierno
de todos modos.

-Ya no puedo cambiarla.

Y eso lo sabía. Hacerlo sería correr el riesgo de que algo saliera mal y si eso
pasara la repercusión que tendría seria enorme. Ella no podría volver a fallar
estando en el puesto que está, ya no es una chiquilla ahora es una profesional
que se esta abriendo camino en el mundo del espectáculo a pasos
gigantescos.

- Cántala- Dije después de un tiempo-. Prefiero eso antes que verte humillada.

- Llamaré a Megan. Necesito salir bien termine de cantar y créeme que hasta
ahora esa mujer en la mejor en desaparecer.

-Bien, hazlo.

Charlotte se fue con el móvil puesto en la oreja.

Sentí una mano apoyarse en mi espalda. Lo miré y él me sonrió.

-Estás tensa.

- Me preocupa que vaya a armarse un caos.


- Que bueno que esté aquí conmigo.

- Si, es bueno que lo estés.

Jeremy y yo nos sentamos en nuestra mesa junto a otras personas que eran
reconocidos en el mundo del arte.

Me sorprendí bastante que mi acompañante supiera tanto de esté mundo. Eso


lo dejo ver cuando mantuvo una conversación con un hombre de la mesa, que
si no me equivocaba era uno de los hombres más influyentes debido a que todo
artista que ha promocionado se volvió estrella.

Isaac Broncarde es un hombre que hay recordar. Su legado es leyenda.

Me quedé blanca cuando llego el momento de la presentación inicial.

Tú puedes hacerlo, Charlotte.

- Bienvenidos damas y caballeros a está noche tan importante para mi.

Con esta galería estoy mostrando ante todos que ya no solo me limitaré a mi
arte sino que también lo promocionare, abriendo un nuevo camino para mi-
Junior hizo una pausa-. En noches así de especiales siempre uno busco lo
mejor, por eso es que yo he traído la joya más preciosa.

Solté el aire.

- Con ustedes, Charlotte Cowell.

Los aplausos resonaron en el salón.

La figura de ella apareció bajo los reflectores del granero escenario. La conocía
bien para saber que estaba nerviosa y sobre todo tenía miedo de fallar.

Tomó entre sus manos el micrófono y la melodía empezó a sonar.

- “Te encontré cuando tu corazón estaba roto,


llené tu copa hasta que rebosó.
Hizo falta tanto para mantenerte cerca de mí
-mantenerte cerca-.
Tenía miedo de dejarte solo.

Dije que te levantaría si te caes


-caes-.
Y si se ríen, pues que les jodan a todos
-a todos-.”

Vi claro como el brillo de las lagrimas aparecían en su mirada. Sus manos


temblaban pero aún así no perdió la fuerza de su voz.
Ella repasó el público con la mirada y se detuvo en Kolt.

“Y entonces hice que dejaras de estar arrodillado,


te volví a poner de pies,
solo para que pudieras aprovecharte de mí.”

Su mirada se clavó en Rufus, dolida y herida.

Sus labios parecían arremeter de una manera melódica contra él. Estaba tan
perdida en la música que no parecía notar que una lágrima descendía por su
mejilla.

“Dime, ¿cómo sienta estar sentado ahí arriba?


Sintiéndote tan alto,
pero demasiado lejos como para abrazarme.
Sabes que soy yo la
que te puso ahí arriba,
un nombre en el cielo.”

Dejo de mirarlo y se enfoco en punto fijo del público, como si hubiera recordado
en donde estaba, quién era, y cual era su realidad.

Entonces entendí que esto no era una venganza. Esto iba más allá, ella estaba
abriéndose de una forma indirecta. Estaba bajando la mascara por un momento
y juro que tanto como Rufus y Kolt también lo notaron.

“¿Te sientes solo alguna vez?


Pensando que podrías vivir sin mí.
Pensando que podrías vivir sin mí.
Cariño, soy yo la
que te puso ahí arriba.”

Su voz se calló y los aplausos se desataron. Los reflectores se apagaron y para


cuando volvieron a encender ella se había marchado.

Y no tuve que preocuparme por Rufus o Kolt, ya que los parecieron entender
que ella necesitaba un momento a solas.

Jeremy tomó mi mano al notar que mi humor no era el mejor. Había quedado
mal por Charlotte, por no poder ir tras ella y abrazarla ya que sabía que la única
consolación que necesitaba era por parte de ella misma.

La canción me había pegado el doble al recordarlo. La había cantado con tanto


dolor que me puso los pelos de punto y me hizo golpearme con la realidad que
no podía evitar lo que había sucedido era real. Porqué eso era lo que estaba
haciendo ; Fingir que lo de Daniel no ha pasado.
Solté un suspiro tembloroso y miré a Jeremy.

- ¿Podemos ir afuera?.

- Claro.

Él me acompañó hasta los jardines en donde había faroles alumbrando. Las


flores resaltaban en la noche pero aún así con solo mirar al cielo notaba que
estaba a nada de desatarse una tormenta.

Me apoyé en un árbol y toqué mi pecho.

-No se si pueda pasar la noche entera sin llorarle. Pensé que podría pero…- Mi
voz se cortó.

-¿Sabes cual es la contradictorio de tener un corazón como el tuyo?- Dijo


lentamente. Negué:- Que al ser tan único y especial, siente el doble

Puedes llorar lo que quieras, Rachel. Pero siempre vuelve a sonreír.

Unas lagrimas cayeron sin poder detenerlo. Él me abrazó dejando que sintiera
el embriagador olor de su perfume. Lo sentí acariciarme la parte desnuda de mi
cintura.

Cuando nos separamos fue inevitable preguntar:

-¿Por qué haces esto por mi?- Exclamé-. No lo vale, no soy lo que mereces.
Estoy llorando por un hombre en vez de pasarla bien contigo.

- Recuerda que te dije que cuando encontrara la chica para mí no la dejaría


marcharse de mi lado- Dijo a lo que yo asentí-. Creo que eres tú.

Mi respiración se detuvo, el corazón se me paró. Ya no se escuchaba las


palpitaciones furiosas en mi pecho, tan solo veía sus ojos brillando y como los
rizos de su cabello contrastaban a la perfección con él.

- No puedo esperar que lo dejes de querer de la noche a la mañana, Rachel.


Pero si puedo facilitarlo.

Se acercó hasta que su nariz rozó la mía. Nuestras frentes estaban juntas y
nuestras respiraciones se mezclaban una con la otra.

Su brazo pasó por mi cintura causándome escalofríos placenteros.

-¿Me dejas hacerlo?.

Y no fue él, fui yo quien lo besé con fervor dejando que me besara como
quisiera en ese jardín, escondidos detrás de un árbol.
Dejé que me tocara y me robara suspiros. Me dejó que recorría su cuerpo sin
despegar sus labios de mi boca. Y ni aún cuando tiro de mi labio inferior
encendiéndome dejo de tocarme.

Ni la lluvia cayendo sobre nosotros nos detuvo.

Solo el carraspeó de su voz.

Me separé de su boca y lo vi, a escasos centímetros. Me sentí sucia al ver


como su mirada destilaba sentimientos que no eran buenos y aún más cuando
vio el agarre de Jeremy que tenía en mi.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí?.

Me separé de Jeremy y él se quedo mirándome esperando que dijera algo.

-Déjanos a solas, por favor.

Él no me cuestiono, se marcho entendiendo que tenia una conversación


pendiente con él, Daniel.

-¿Te ha gustado, cierto?- Dijo enfurecido. Sus manos subieron a su cabello y


luego bajaron hasta su rostro con frustración- Lo has dejado.

-Daniel…

Él se me acercó enardecido y algo en mi odio que se fijara en mis labios


hinchados.

-¡Has dejado que te toque! ¡Que te bese! ¡Y te ha gustado, joder!- Bramó.

-No eres él mejor para juzgarme. Ella te tocó y te gustó.

Daniel río sin gracia, parecía vacío.

-He venido hasta aquí para disculparme contigo, para decirte que tenías razón y
que Blake si sentía algo por mi. Venia a arrodillarme como un idiota por ti. Pero
no lo vale.

-¿De que mierdas hablas? ¡Tú me engañaste!.

-¡Yo no te engañe! ¡Lo sabrías si me hubieras cogido el móvil o hubieras visto


los mensajes!- Gritó alterado-. ¡He delegado mi responsabilidad a Kolt para no
tener que toparme con Blake! ¡He renunciado al proyecto que he trabajado toda
mi vida por ti!.

-¿No me engañaste?- Susurre ahogada de miedo.

-No, Rachel. La que lo jodio todo eres tú.


.

Daniel McGregor
No podía mirarla. De solo hacerlo la rabia entraba en mi cuerpo y quería destruir
todo.

Ella me había fallado, se burló de mi. Y yo como un idiota he venido a ponerme


de rodillas por su perdón, para decirle que tenía razón. Estaba dispuesto a
hacer lo que me pidiera porqué Rachel lo valía, pero ahora no.

No lo valía.

No valía que renunciará al proyecto que planee desde la universidad y era mi


más grande sueño concretarlo. Una de mis mejores ambiciones que estuve a
nada de desecharla solo por ella.

No podía verla igual. Me dolía el pecho y juro que jamás se me había pasado
por la cabeza que en algún momento vería en primera fila besando a otro
hombre que no sea yo.

- No...No puede ser- Murmuró nerviosamente. Sus manos temblaban-. ¡Yo vi las
fotos! ¡Se besaron!.

-¡Ella me besó maldita sea! ¡Yo no!- Brame acercándome tenso-. ¿No lo
entiendes, Rachel? Jamás la besé, Blake lo hizo. Y cuando eso pasó me alejé y
la amanece con tomar represalias si lo volvía a hacer.

Rachel se quedó callada con las lágrimas bajando por sus mejillas, pero esa
imagen no podía afectarme, no después de haber presenciado lo de hace a
penas unos minutos. Me enerva la sangre de solo recordar sus manos sobre
ella y aún peor lo hacia saber que lo disfruto.

¿Desde cuando ella se sentía atraída por él?.

¿Cuando se ha acercado tanto a Rachel?.

¿En qué momento? No lo vi venir y aunque me lo hubieran advertido, no lo


creería.

La miré sabiendo que todo se había acabado. Que a pesar de todo si hay un
final para nosotros y era esté. Porqué yo no olvidaría, no sería capaz de hacerlo.
Rachel esperaba que dijera algo. Sus ojos verdes que tanto me gustaban se
había apagado y cubierto de lágrimas.

Sus labios estaban apretados en una fina línea callando los sollozos que
querían salir de ella.

-Daniel...- Su voz salió rota-. No. Mírame, bien. No... Lo solucionaremos.

Sus manos tomaron mi rostro y se que a pesar de que se lo negará, Rachel


sabía que no cambiaría de opinión. Sabia lo que iba a pasar, sabia que me iba a
romper el corazón en dos una vez que pusiera fin.

Di un paso atrás.

- No.

-Daniel, por favor. Lo arreglare, yo lo haré. Solo no me dejes- Suplicó quebrando


mi alma.

Ella quiso tocarme y eso desprendió mi furia. No la deje hacerlo, no con esas
manos que han recorrido el cuerpo de otro hombre.

- ¡No puedes arreglarlo! ¡No hay una solución!.

La lluvia caía sobre nosotros empapandonos. Hasta el cielo sabía cuán


devastado estaba y cuánto dolor sentía cada parte de mi cuerpo. Un vacío
eterno me recorría y una vez más sentí como todo la felicidad se me había
escapado de la manos. Había perdido de nuevo.

Rachel sollozo abrazándose.

-Éramos un problema, nuestra relación lo era. Nos arriesgamos dejándonos


caer con los ojos cerrados y... Nos perdimos.

Un nudo se instaló en mi garganta, pero aún sonreí.

- Es un desastre ¿No lo crees?- Mi voz había salido enojada, con resentimiento-.


Un perfecto desastre, Rachel.

Estaba llorando y no me importaba en lo absoluto que me viera hacerlo. Era lo


menos que se cruzaba por mi cabeza.

Ya no quedaba nada. Mis planes, mi vida con ella, todo se había estropeado.

Me dejó a la deriva, en la nada. Porqué después de esto, de todo, no creo que


jamás sea capaz de entregarle mi corazón a alguien como lo hice con Rachel.

Acabarnos.
Terminar.

Algo tan irreal. Y entonces tuve que tener presente que a veces lo imposible era
posible.

- Hemos acabado. No puedo pretender que lo que has hecho hoy no fue nada.

Lo fastidiaste todo, Rachel. Tú acabaste con nosotros y por primera vez no


quiero seguirte. Ya no.

Mis manos hicieron presente la presencia del collar. Ese mismo que había
buscado y lo recibí con sus amargas palabras que aguardaban por mi. Entendí
que el sentimiento que experimenté al recibirlo, ese temor que me abandonará,
no era nada comparado con lo que sentía ahora.

Yo la estaba abandonado. Por mi.

- No lo necesitas, eso habías dicho. Ahora lo comprendo y créeme que no lo


volverás a ver en tu vida. No después de haber fallado a la promesa que nos
hicimos.

- Tú dijiste que sí no era conmigo, no era con nadie- Expresó con desespero.

- Creo que ambos estamos fallando a nuestras promesas.

Ya no tenía nada que hacer aquí. No había nada que me mantuviera a seguir en
esté asqueroso lugar, ya no tengo que soportarlo más. Estar aquí era un
recordatorio constante que la vida una vez más me dejaba como un idiota.

- No quiero volver a verte más. Tenias razón, no somos buenos el uno para el
otro. Eres libre, Rachel. Está noche lo demostraste.

Ya había dejado llorar. Cambié las lágrimas por una fría máscara de
indiferencia.

- Vuelve a Inglaterra lo más pronto posible. Desde hoy tú y yo no somos nada.


Jamás ha existido y nunca lo volverá a hacer.

Me volteé y antes de marcharme la miré por sobre el hombro:

- No quiero nada tuyo. Alaric te llevará tus cosas a la casa de mi padre.

-Daniel...- Intentó.

- Hasta nunca, Rachel.

Me marché dejándola sola en ese jardín, escuchando sus sollozos y sus gritos
pidiéndome que volviera. Pero eso no sucedería, porqué si volteaba tendría que
pretender que la había perdonado, que nos había perdonado. Y no estaba listo
para eso.

El rencor estaba ahí y me sentí humillado. Podía entender su enojo hacía mi, yo
también me odié cuando vi aquellas fotografías. Recuerdo haberme vuelto loco
de solo pensar que ella estaría llorando por algo que no era más que un
movimiento periodístico tomado en el momento exacto.

A penas aterrizó el avión fui a casa de Emilio. Allí me recibió Juliette, no


hablamos demasiado, como estaban las cosas podía imaginar que pensaba lo
peor de mi. Solo me dio ese collar, y juro que al verlo entre sus manos sentí que
el alma se me salía del cuerpo. Sin embargo aquel sentimiento parecía una
inferioridad a las sensaciones que experimentaba ahora. No se me había salido
el alma del cuerpo, no, me la arrancaron junto al corazón sin un aspice de
consideración.

-¿Todo está bien, Daniel?- Preguntó Roger al verme llegar.

No le conteste y abrí la puerta del coche. Sin embargo en ese momento me


paralice sin ningún motivo, tan solo lo hice.

-Daniel ¿Qué sucede?.

No se que me impulso a hacerlo pero solo me bastó dos zancadas para


acercarme y abrazarlo. Roger que se quedó tieso hasta que logró
recomponerse y me dio un palmada en la espalda.

- Todo estará bien, muchacho.

Él había sido mis compañero en todo, quién me cuidaba y festejaba mis logros.
Quería a mi padre, sin embargo no podía olvidar que todos esto años fue Roger
quién se hizo cargo de mí.

Estuvo ahí, era como mi figura paterna y se que no podía ocultarle nada a esté
hombre que me ha visto crecer.

Me alejé de él tomando distancia entre nosotros. Roger me observo sin agregar


nada. Siempre respeto mi espacio y eso es algo agradecí.

Todavía no quería decir en voz alta lo que pasó está noche. No quería y se que
era una mierda, pero tan solo quería poder esa imagen ante todos, aunque
fuera por unos segundo más.

- Dile a Alaric que se encargue de Rachel.

Él asintió y se alejó con el móvil en la mano.


Entré al auto y en unos cuantos minutos volvió a aparecer Roger. Se posicionó
en el lado del conductor y se quedó ahí esperando que le dijera cuál sería mi
destino.

- Llama a William. Iremos a verla.

(...)

Se sentó en la silla del otro lado. Su expresión me hacía saber que no esperaba
verme y que hacerlo parecía una mentira. Supongo que yo tampoco tenía bien
asumido que hacía aquí, pero algo dentro mío me dijo que ella es la persona
ideal. Siempre ha sido quién me escuchaba y que no lo siguiera haciendo solo
hacia que mi enfado aumentará más.

Ojeras bajo sus ojos y estaba pálida. Parecía que no comía bien y eso notaba a
penas la veías, perdió peso, más del cuál me gustaría admitir.

Sus manos se apoyaron en la mesa y odié ver el hierro en sus manos.

Ella no aparentaba ser quién era. Su imagen era diferente a la de hace unas
semanas atrás. Jamás pensé que podía verla sin arreglarse ya que nunca le
gustó mostrarse de una forma descuidada.

-¿Cómo lo has logrado?- Cuestionó rompiendo la tensión-. Son casi las doce de
la noche. No hay forma que te dejarán pasar.

- ¿Te has olvidado la influencia y el peso de mi apellido, Darinka?.

Pareció afectada por mi tono mordaz y seco.

- No, no lo hecho.

- Me ha costado casi una fortuna entrar aquí. Pudo ser manos de no ser porqué
has prohibido que te visité.

Darinka apretó sus labios nerviosa y rehuyó de mi mirada.

Las cosas pudieron ser más fácil, mi apellido me permitía hacer demasiadas
cosas y yo no desaprovechaba aquellos beneficios. Aunque la sorpresa llegó a
mi cuando supe que me costaría un poco más verla ya que lo único que ha
pedido para hablar ante la fiscal es prohibirle la entrada a su pabellón.

Cuando volvió a fijarme en mi fue que sus cejas se hundieron levemente. Se


inclinó concentrada en mi y la noté preocupada.

- ¿Por qué lloraste?- Soltó intranquila-. Tú no lloras, casi nunca.

-Lo sé- Sonreí mínimamente-. Supongo que la fuerza del amor puede todo ¿No
te parece?.
- ¿Ocurrió algo con Rachel?- Indagó-. ¿Se han enfadado?.

Dejé que una carcajada carente de gracia saliera de mi. Odiaba tener que estar
actuando como un idiota frente a ella pero está noche una parte de mi se perdió
y con ella el remordimiento.

- Me ha engañado. Se acabó.

Sorpresa.

Confusión.

Decepción.

Esas tres emociones que mostraba Darinka eran las misma que sentí, aunque
lo mío se podía multiplicar mil veces más su valor. Ya que todo parecía ser
arrasado por un maldito huracán.

Me dejo saber que no esperaba que se lo dijera y mucho menos a ella. Porqué
vamos, ¿Por qué lo haría? Después de todo Darinka Jhons también había
traicionado a mi confianza de una manera cruel. Se burló de mi y de mi
amistad. Tiró a la basura todo.

- Una parte de mi se puso alerta cuando vi a ese chico mirarla de una forma
conocida la noche que Rachel modeló para la marca de Juliette. Luego
desplace esa idea, estaba seguro que no tenía que preocuparme por eso. No
sería capaz de engañarme... Bueno, me equivoqué.

Darinka se quedó muda. Escuchando todo en silencio con temor a que si dijera
lo incorrecto explotará, me conocía demasiado bien para saber que estaba al
límite.

- Lo hubiera dejado pasar, sabes. Me pongo en su lugar y podría perdonar que


se besara con otro solo porqué estaba cegada por la rabia- Mis manos
chocaron con la mesa de la sala-. Pero, aquí viene lo complicado. Ella es tan
ingenua que todavía no asumió que ese chico Jeremy le atrae. Rachel no se
deja tocar de aquel modo de no ser porqué sienta una conexión, créeme que lo
sé ya que conmigo pasó exactamente lo mismo.

Mi mandíbula se apretó.

- La posiciones han cambiado. Ahora tomó el papel de Jaziel y otro está


tomando el mío. Una real ironía- Reí al mismo que encendía un cigarrillo-. ¿No
te parece que todo esto es una mierda? La he perdido sin tenerla. Joder.

-Daniel...- Me llamó suavemente-. Estás fumando.

Sonreí con el cigarrillo en mis labios.


- Lo sé.

-Tú no fumas.

-Error. Yo no fumaba. Se lo había prometido a otra mujer que me rompió el


corazón. Una mentirosa.

-Creo que será mejor que vayas a tu casa. Ya es tardé- Intento levantarse pero
mi mirada severa la detuvo.

- ¿Ya te quieres ir?- Solté el humo y tire la colilla-. Todavía no he llegado a ti.

- Por favor.

- Rachel me traicionó. Samantha me traicionó. Mi madre es una arpía y tú eres


una mentirosa.

Darinka apretó sus ojos dolida.

- No solo me mentiste todo este tiempo, sino que te atreviste a burlarte de mi


capacidad en mi cara. Involucraste a tú familia y te burlaste de la mía al hacer
semejante desfachatez- Sus ojos se cristalizaron-. Podía hundirte, aunque eso
lo haces tú solita al no aceptar un abogado. Acaso dime ¿Quieres que Destiney
viva sin su madre?.

- Basta. Márchate.

- Te extraña, y Molly también.

- Daniel termina de una vez por todas con esto.

Asentí y me apoyé en el respaldar de la silla en un pose despreocupada. Sus


ojos me escrutaban cargados de sentimientos, pero aún así, después de todo lo
que dije no dejaba de preocuparse por mi.

- Bien, Darinka será a tu modo- Exclame cediendo. Vi la tensión irse de sus


hombros-. Terminaré con esto.

Me levanté yendo hasta la salida. No obstante me detuve a mitad del camino.


Me giré y la apunté con mi dedo, sonriendo.

- Vas a decirme por qué has dejado que te inculpan de un delito que no
cometiste. También vas a hablar ahora del por qué él padre de Destiney es el
autor de todo esto y de cómo has convencido a tu madre para que te siguiera la
corriente.

La vi palidecer. Sus piernas temblaron de tal modo que cayo sobre la silla. Sus
ojos estaban más abiertos de lo común y todo en ella se tensó, cada fibra de su
cuerpo. El miedo curso por sus facciones y vi como unas lágrimas silenciosas
bajaban por su rostro.

- ¿Cómo...- Su voz se hizo un hilo.

- ¿En serio crees por un segundo que podrías engañarme?- Brame entre dientes-
. Me costó descubrirlo, me volví loco pensando que mi mano derecha me
traicionó. Revise cada maldita información y ahí no había nada de valor, nada
que te delatara. Todo apuntaba a ti como la autora. Hasta que investigue que
las irregularidades y pasos en falso no estaban en la sede principal, sino en una
más pequeña, una que estaba algo lejos. Singapur.

Darinka rompió en llanto como nunca antes la vi hacerlo. Apretaba su labio


inferior dejando que sollozos salieran y su cuerpo sufriera espasmos por la
intensidad de su tristeza. Sin embargo el alivio en sus facciones ahí estaba.

No me había equivocado. Molly no se había equivocado.

Ella entorno sus ojos irritados en mi.

- Afuera hay un agente escuchando toda la conversación. Tú familia esta en un


hotel con un cuerpo de seguridad y la fiscal junto a tu nuevo abogado están
esperando que declares la verdad de todo el fraude de las empresas McGregor.

Al llegar a Manhattan tenía claro que lo primero que tenía que hacer era
asegurar a la familia Jhons y por eso es que me encargue de moverlos. Mi
ausencia con Darinka ya estaba programada por la intermediación de Brestop y
unos cuantos sobornos. Rufus no había errado en nada al decir que investigara
una de mis empresas en el extranjero, una de perfil bajo. Ahí estaban los
errores y recién lo descubrí al llegar a mi habitación luego de haber dejado a
Blake Price en unas de las calle de Singapur.

Mi equipo lo había encontrado. El informe estaba ahí y había un historial tras


todo lo que había sucedido.

Mi plan era buscar Rachel y traerla conmigo. Necesitaba su apoyo para que
todo saliera como debía, ya que era claro que tenía que hacer que Darinka
bajara la guardia y se quebrara frente a las cámaras de vigilancia e insinuara
que lo que dije fue verdad. Pero como dije, las cosas se me había salido de las
manos.

Quizás no recuperaría a Samantha.

Jamás tendría una madre como Juliette.

Y no volvería a amar como lo hice con Rachel.

Pero... Volvería a tener a quién siempre me siguió entre las sombras.


- Nos veremos pronto, Darinka.

Rachel Mac Millán


Nunca imaginé que el aire que respiraba día a día ahora me ahogada y las
palpitaciones desencadenas hacían un eco llenando el vacío de aquella noche,
en aquel jardín donde había jodido prácticamente toda mi relación.

El pecho lo tenía embriaga de un fuego ardiente que me quemaba y mi mente


idiota todavía no dimensiona lo que había pasado y el peso de lo que sucedió.
Solo estaba desconectada, anclándome a la idea de que Daniel no me había
dejado atrás, que no lo decepcione, y que no me había pedido que
desapareciera de su vida.

La piel la sentí helada y no por el clima frío y húmedo de la noche de lluvia.

Mis labios se sentían como si los hubiera abordado el pecado y me sentí sucia,
cada fibra de mi cuerpo lo hizo. Hasta la parte más pequeña de mi se encogía
al recordar como la mirada de él se apagaba poco a poco y luego se
ensombrecía.

Daniel nunca me había mirado de ese modo. Cuando me escapaba por temor a
lo nuestro, cuando debía odiarme por ser una cobarde, ni aún así llego a fijarse
en mi de esa manera tan despectiva y fría; Como si olvidara lo que yo significó
para él y quizás ese era el problema, que yo ya no era nada y solo prolongaba
que las consecuencias de mis acciones no terminaran por encerrarme en la
oscuridad.

Hace un año atrás recuerdo no querer empezar una relación por miedo a que
pudiera lastimarlo. Y al final no me he equivocado al suponer que lo haría. Creer
que ese no sería el caso era algo egoísta de mi parte después de tener los
antecedentes que tengo. Cualquiera con dos ojos pudiera asumir de un
principio que un problema como lo era yo arrasaría con todo, dejando solo
caos y desastre.

Sentí como la lluvia ya no me envolvía y algo cálido se ponía sobre mis


hombros. Estaba tan rígida, perdida, que no notaba diferencia entre el frío y el
calor.

Mis ojos pesaban y no entendía cómo había dejado de llorar si sentía un dolor
agonizante en cada parte de mi interior.

- Señorita Rachel, es hora que la lleve a casa.

Escuchar la voz de Alaric hizo que mis ojos volvieran a arder. Quería gritar,
quería irme donde estaba él y rogarle que me perdonara. Sin embargo sus
palabras no salían de mi cabeza.

- ¿Él ya se ha ido?-Le susurre.

Me abracé por debajo de la chaqueta que yacía en mis hombros cubriendo del
frío, logrando así que hubiera una mínima posibilidad que no pescara una
resfriado.

- Alaric- Insistí mirándolo.

Su respuesta fue clara y seca. Un leve asentimiento hizo que me tragará las
palabras.

¿Con qué derecho podía cuestionarlo?.

Daniel había sido claro, había tomado la decisión de dejarme. Hemos roto y
está vez si que sentía para siempre.

- Vamos, Rachel.

Alaric caminó conmigo cubriéndonos con el paraguas n***o. Su mano se


apoyaba en mi espalda para guiarme y que no me detuviera. Supongo que
estaba precaviendo por si en cualquier momento llorará, que me quebrará en
dos.

Pero así no era el dolor. Por lo menos el mío no. Lo mío era algo más complejo.
No sentía la necesidad de quebrarme y llorar frente a alguien, supongo que en
ese aspecto también había cambiado. Estaba destruida pero todavía no podía
terminar de asumir, de entender cómo es que los dos habíamos llegado a este
punto, cómo yo había llegado a buscar una venganza sin escucharlo. Lo había
herido y había ilusionado a Jeremy, pero por sobre todo me fallé confundido a
mi misma.

Me subí al coche dejando que el guardaespaldas me guiara a mi casa. Si fuera


en otra ocasión haría que se detuviera para buscar a mi acompañante, no
obstante justo ahora había algo en mi que no me dejaba hacerlo. Y tenia
presente que Jeremy no tenía ni un gramo de culpa de lo que sucedió, todo
radicaba en mi. Pero aún sabiéndolo no podía, más bien no quería verlo por
ahora.

¿Será posible que Daniel tuviera razón?.

¿Yo en verdad ...? No, no.

No podía, no después de haber vivido todo con él. Es que sencillamente no me


parecía coherente, no era justo para lo nuestro. No lo era. No podía un día para
el otro sentirme bien con Jeremy y disfrutar de él y de su envolvente
personalidad.

Daniel era fuego, uno que te desencadena deseo y pasión. Te hace temblar y tu
corazón palpitar con una simple mirada de aquellos ojos mieles.

Con él se paraba el tiempo y sin darte cuenta todo a tu alrededor corría


demasiado rápido.

Siempre lo he comparado con tsunami. Tenia su fuerza y la esencia, tal cual.

Daniel McGregor revoluciona tu mundo de pies a cabeza.

Y...

Jeremy Thompson era un aire fresco, un respiró de paz en medio de la


tempestad. Un chico que podía pasar de ser un ángel a un auténtico demonio si
es necesario, porqué él es así.

Su historia es como la mía y lucha para que su pasado no lo encadene.

Estar a su lado es sentirse bien, comprendida.

Era tierno y gentil. Podía asegurar que te protegería de necesitarlo.

Jeremy Thompson es el chico bueno con un aspice de maldad y gracia.

Uno moriría por ti y él otro haría arder el mundo si llegaran a dañarte.


Si había claro, algo que tenía su testamento de moral; Es que no podías
quedarte con los dos. Era todo o nada.

Y yo no quería ser nada pero a la vez me paseaba la palabra todo.

Porqué sin saberlo ahora estaba en medio del caos, plantada en el medio. Y me
negaba a creer que una simple corazonada podía destruir una historia ya vivida
y sentida.

Si hubiese sido más inteligente le hubiera prestado atención a la advertencia de


Charlotte. Pero no podía volver a atrás para remediarlo, porqué de poder
hacerlo no estaba segura si lo haría. Si me privaría de sentir un nuevo
cosquilleo o de sentir de nuevo sus caricias plasmadas hace un año atrás.

Y ése, ése era el verdadero desastre.

Mi frente se apoyó en el vidrio de la ventana. Las calles corrían pero no me


detuve a apreciarlas, ya que Manhattan de noche era un espectáculo que
merecía ser detallado y disfrutado.

Por inercia mi mano subió hasta mi pecho y un nudo se hizo en mi garganta al


no sentir aquel anillo que había sido mi sostén desde que me lo puse por
primera vez. Otra vez sentí ese vacío arrasador. Algo me faltaba y yo sola había
buscado que lo le arrebataran. No podía culpar ya que después de hoy, no lo
merecía. Sin embargo aún así dolía, su ausencia estaba ahí, como si me
hubieran arrancado un órgano vital.

Había roto la promesa.

El no tener ese anillo significa que ya no hay un futuro para nosotros. Que todo
lo que soñé y que me planteé para nosotros ya no estaba más. Y esta vez se
sentía peor porqué no había una posibilidad, ya no albergaba la esperanza de
un nosotros y eso me estaba matando.

Tiré a la basura todo.

Y todo esto fue por mí y por ella.

(...)

- Rachel tenemos que hablar.

- No, no tenemos.

Lo rodeé alejándome de él mientras me colocaba mis gafas de sol.

Me subí al coche rápidamente y sin decir nada Charlotte arrancó causándome


un gran alivio. Lo miré por el espejo retrovisor y apreté mis labios sintiéndome
culpable por haber estado tratándolo así estas dos semanas.
Si, dos semanas.

Había intentado comunicarme con Daniel pero todo mis esfuerzos habían sido
en vano. Mi desespero llegó a tal forma que intente entrar a su empresa a la
fuerza, ya que me había prohibido el paso dentro de ellas. Él realmente no
quería verme y eso me lo dejo en claro.

Mi madre se mantenía callada al igual que Emilio, a pesar que ya estaban


enterados que mi relación con Daniel había llegado a su fin. Después de todo
mi padrastro sigue siendo informando de lo que pasa en sus empresas y mi
escarmiento no creo que sea algo irrelevante.

Estaba cansada. Agotada.

No quería que donde fuera su rostro estuviera acompañado con el de ella y que
solo se hablara del gran paso que es para su imperio el proyecto. A medida que
avanzaba se hacía más famoso y no quería imaginar que sucedería cuando
llegara el momento de su lanzamiento.

No usaba el móvil por temor a ver algo de ellos en el. La televisión de mi


habitación la mantenía apagada, evitaba a toda costa entrar al internet y leer
revistas porqué ya sabía que había en su primicia.

Jeremy ha estado intentado hablar conmigo. Se que debería haberse marchado


de nuevo a Inglaterra el martes pasado pero ha cancelado su vuelo y se ha
quedado. Cassy me lo mencionó en un breve mensaje diciéndome que no me
juzgaba pero que tampoco quería que su hermano estuviera mal.

Y realmente una parte de mi quería hablar con él. Sin embargo era mucho más
fuerte el otro lado que me decía que no estaba lista para enfrentarlo.

Una parte de mi tenia miedo que si lo seguía conociendo terminaría


gustándome o quizás más, y me negaba, porqué mi corazón seguía
aferrándose a Daniel.

Recosté mi cabeza en el respaldo del asiento. La cabeza me dolía y los pies


también a pesar de que había sacado los tacones que me habían torturado
toda la noche.

- ¿Qué estás haciendo con tu vida?.

Joder ahora no. No quería escucharla.

- Charlotte no es un buen momento- Me limité a contestarle.

- ¡¿Y cuando lo es?! - Se exaltó mirándome por un segundo-. ¡Pasas más tiempo
ebria que sobria! ¡Te vas a fiestas días seguidos y casi no comes!- Soltó un
suspiró disminuyendo su voz:- Así que dime ¿Qué estás haciendo de tu vida?
Porqué te juro que no lo entiendo y me he estoy cansado de intentar hacerlo.

Mi sangre hervía y mi mandíbula se tenso. Llevaba demasiado tiempo,


demasiados días aguantándome las cosas para mi, callándolas. Y juro, en
verdad, que lo que menos quiero es escucharla a ella.

Me bajé las gafas escrutándola con la mirada. Ella notó que lo hacía y se fijo en
mi por breves segundo antes de volver a mirar al frente concentrada en el
tráfico que nos impedía avanzar y solo hacia que el ambiente se pusiera cada
vez más tenso.

- ¿Te estás cansado? Pues no trates de hacerlo, Charlotte. No lo entiendas. Te


resultará mucho más fácil así ya que cuando tú hacías lo mismo me quedé
callada apoyándote en los momentos que lo exigías. ¿Te cuestioné? No. Así
que mejor dime tú ¿Con qué puto derecho vienes a reclamarme si estoy
haciendo casi prácticamente lo mismo que tú hacías?.

Me sujete la cabeza después de hablar soltando esas palabras envenenadas de


enojo. Sabía que de algún modo buscaba en ella pagar mis frustraciones y si
me arrepentiría cuando no estuviera gritándome sabiendo que tengo una
maldita resaca y que solo he dormido dos horas.

-No puedes seguir así.

- Veme haciéndolo.

- Rachel.

- Creo que será mejor para las dos que la próxima vez que quiera volverme a
casa lo haga en taxi. No eres mi niñera, así que ya puedes dejar de pretenderlo.

Hubo un momento de silencio en donde solo aguanté el terrible dolor que


sentía mi cabeza. Tenia el estómago revuelto y juraría que vomitaría todo el
alcohol que tomé anoche en cualquier instante.

- Tú madre me llamó- Dijo seria.

Me mordí el interior de la mejilla.

- Lo más seguro es que esté desvelada. Toda la noche estuvo preocupada por
ti. Dice que no sabia que saldrías.

- Se me ha pasado. Y aún así creo que estoy bastante grande para manejar mis
salidas yo misma.

Charlotte pasó saliva enfadada.

- Como digas, Rachel.


El resto del viaje no intento volver a hablarme y se lo agradecí. Mi humor no era
el mejor y para soportar a alguien como Charlotte se necesitaba que estuviera
en todas mis capacidades, cosa que en estos momentos no estaba.

Supongo que entendió que no importaba lo que me dijera para hacerme


sentirme culpable, no cambiaría el hecho de que esta noche lo más seguro que
es volviera a tomar hasta perder el juicio en la primera discoteca que se me
cruzará.

Cuando se detuvo frente a mi casa se quedó quieta en su lugar dejándome en


claro que no se quedaría y yo no le pediría hacerlo.

- Gracias por traerme.

Me solté del cinturón y bajé del coche sin volver a verla. Subí los peldaños de la
corta escalera y cuando pretendía abrir la puerta está se abrió haciendo que
retrocederá un paso.

Me quedé rígida en mi lugar. Mi garganta se secó al instante.

Él también se encontraba en las mismas condiciones. Por su expresión suponía


que no esperaba verme, ya que no acostumbraba a volver antes de la una tarde.
Daniel lo sabía, no iba a creerme que cuando yo salía de la casa él llegaba a
hablar con Emilio.

Su mirada cambió en cuestión de segundo y le obligue a no sentirme mal por


ver como me miraba de ese modo que empezaba a odiar. No quería que
continuara mirándome así, quería que lo haga como antes y que no pudiera
hacerlo solo me hacía sentir patética.

Me recorrió de la cabeza hasta los pies poniéndome incómoda. La impresión


que daba no era la mejor; Llevaba un vestido corto arrugado y seguramente
sucio, mi maquillaje estaba corrido y me maldije por haberme quitado las gafas
de sol que podrían haberme cubierto. Mi cabello estaba recogido en una coleta
alta despeinada y olía a alcohol. Y lo peor era que iba descalza.

Enarco su ceja molesto.

- ¿Ahora eres una irresponsable que deja a su madre preocupada mientras sale
sin avisar a donde irá?.

El primer disparo llegó contra mí.

Se me acercó buscando algo que no supe decir que era.

- Hueles a alcohol- Gruñó y tomó mi barbilla-. Tienes el labial corrido.

Podía aguantarme que dijera de mi lo que quiera pero no que insinuara que he
hecho algo más que beber y no llegar a horario.
-¿Ahora me hablas?.

Me solté de su agarre y su expresión cambió. Apretó su mandíbula e inclinó un


poco su cabeza.

- Ve adentro, Rachel.

- No.

Él negó y se giró. Un sentimiento desbordante arrasó contra mi al solo


imaginármelo de nuevo yéndose y dejándome. Me apresuré y lo tomé del brazo.
Era una manojo de nervios, enojo, y rabia.

- ¿Cuál es tu problema conmigo?- Arremetí con violencia-. ¿Qué es lo que tengo


que hacer para dejes de verme así?.

- No te miró.

- ¡Si lo haces y lo haces parecer como si me odiaras! ¡Y no quiero eso!.

Hubo un silencio en donde se fijo en mi agarre y se soltó con cuidado de no


lastimarme. Su semblante era oscuro y frío, haciéndome saber que aunque
estuviéramos tan cerca nos separaban cosas aún mayores.

- No te odio, Rachel. No lo hago. He suprimido cada sentimiento que producías


en mi porqué ya no quiero nada de ti, ni guardarte rencor.

El brillo de las lágrimas aparecieron en mis ojos. Eran de impotencia.

- ¿Qué tengo que hacer para que hables conmigo?. No puedes condenarme por
algo así, si me equivoqué y lo siento- Tentando a mi suerte toque sus mejillas-.
Mírame y dime que tengo que hacer. Porqué olvidarte no es una opción.

Y por un momento ahí estaba. Lo vi.

Fue tonto y absurdo pensar que aquella declaración borraría y sanaría de pronto
lo que yo había roto entre los dos. Pero me gusto creer que aunque fuese un
segundo él lo pensó, lo considero, cuando claramente eso no sucedió.

- Te veo y lo veo a él. A ti permitiéndolo.

¿Cómo crees que puedas borrar algo así?.

Se alejó mientras luchaba con mantener de pie y que las lagrimas no salieran.
Mi respiración se acelero de tal modo que llegue a dudar si el aire realmente
llegaba a mis pulmones.
Rachel Mac Millán
Después de varios días una sonrisa creció en mis labios.

Me fije entre el tumulto de gente que había en el aeropuerto a ver si la


encontraba. Moví mi cabeza a los lados buscándola y después de unos
segundo fue que me tope con ella, que por cierto traía la misma expresión
desorientada que yo.

- ¡Charlie!.

Sus ojos dieron conmigo y una risa escapó de sus labios. Se acercó corriendo y
a unos pasos de llegar las dejó bruscamente haciendo que una de ellas cayera
al suelo. Lo siguiente que sentí fue sus brazos rodeándome.

-¡Eres tú!- Se separó para mirarme-. ¡Dios, si eres tú!. No se si el acostumbrarme


a verte todos los días me afectó que cuando no lo hice te extrañe, mujer.

- Yo también te extrañé, Charlie.

Ella regresó por sus maletas y yo le agarré una mientras emprendimos camino
hasta mi coche. Realmente se le notaba emocionada por estar aquí, sus ojos
veían todo con fascinación.

-No he visto ni la mitad de Manhattan y ya estoy deslumbrado- Me dijo


sonriente-. No puedo creer que estoy aquí, contigo.

- Por suerte has llegado. Te necesitaba para distraerme.

Y era cierto. Charlie debería haber llegado unas semanas atrás como lo
habíamos acordado, sin embargo unos problemas que hasta el momento
desconocía hicieron que cambiara la fecha de su vuelo retrasando su llegada.
Supongo que prefería que viniera ahora cuando necesitaba olvidarme de todo,
porqué si continuaba pensando muy pronto iba a volverme loca.

Además que una parte de mi se sentía bien en estos momentos con ella ya que
sabía que su vida también estaba patas para arriba. De alguna forma era como
estar acompañada en medio de la tormenta.

- Créeme que quería venir en cuanto antes. No soportaba estar más tiempo en
mi hogar, y no me malinterpretes amo a mis padres y hermanos pero nunca he
sido buena para fingir y no me sentía estando ahí y tener que topármelo a él
siempre- Su semblante cambio a uno agotado-. No quiero verlo y mi familia lo
entendió, buen mamá convenció a mi papá y hermanos.

- Es sorprendente como dan vueltas las situaciones ¿No te parece?- Apreté mis
labios-. El plan era ir a Texas y al final hemos quedado en Manhattan.
-A veces las cosas que salen de último momento son las mejores.

Salimos del aeropuerto luego de Charlie dejara de comoeqe llaveros en la


tienda de recuerdos. Segun decía ella que si no le llevaba algún recuerdo a sus
abuelas ellas se enojarian.

- ¿Puedo conducirlo? ¡Di que sí!- Pidió con sus manos juntas y su labio inferior
sobresaliendo.

Me fijé en el Audi R8 estacionado y la verdad es que había cientos de coches


mejores que el modelo que tenía pero esté tenia algo que me gustaba. A pesar
de no ser uno de los nuevos de la marca para mi era mi favorito.

- No es mío.

No le mentía porqué después de todo aquel extravagante coche no era mío sino
que Daniel. Y no tenia una explicación para decir el por qué no le había devuelto
su auto, quizás era el hecho que cuando lo necesitaba tendría una excusa para
verlo y mientras eso sucedía me aferraba a esa esperanza.

- Si no es tuyo ¿De quién es, tontita?- Volcó sus ojos.

Me quedé callada y eso bastó para que Charlie me analizara unos segundos.
Sus ojos se abrieron alarmados entendiendo quién era el propietario.

- Perdón, lo siento. No quise...

- No importa, Charlie- Le abrí la puerta del copiloto-. Sube, no he esperado tanto


tiempo que llegaras solo para amargarme en un aeropuerto.

- ¡Esa es mi chica!- Antes de entrar se detuvo-. ¿Qué haremos primero? Quiero


emborracharme pero quítame el móvil porqué soy un peligro.

Me reí:- Lo haré.

Charlie entró al auto parloteando de cómo había presenciado el parto de una de


sus yeguas, hasta me mostró unas fotos del potrillo. En ese instante pensé que
si yo no la conociera no se me cruzaría por la cabeza en ningún momento que
era una chica familiarizada con la vida del campo.

Ella no lo aparentaba, es más, antes de que me dijera de donde era aseguraba


que era proveniente de una gran ciudad.

- Y él es Molt.

Mis ojos se pararon en la pantalla viendo la imagen de un perro alemán.


- Es muy lindo- Le dije fijándome en los ojos y el pelaje. Realmente era
impresionante, parecía un perro de comercial de televisión-. ¿Cuantos animales
dices que tienes?.

- Uff- Hizo una seña con su mano- Demasiados.

-Yo no he tenido jamás una mascota- Divague-. Creo que hasta ahora no le
había percatado de ello.

-Yo tampoco me acordaría si viviera en una mansión con personas que me


atiendan y me cocinen.

- Exagerada.

-Querida tú no entiendes que Charlie de Texas no está aquí. Sino la versión de


ella que aspiraba un día meterse a un jacuzzi y subirse a coches como el que
estoy ahora. Así que cállate, soy millonaria.

- Pero...

- ¡Millonaria dije!.

- Millonaria- Acepté.

-Ves, suena lindo.

Giré el volante con una gran sonrisa mientras negaba.

-Si, realmente te extrañaba.

-Lo sé, soy un encanto. No entiendo como mi familia no me aguanta, lo bueno


es que tú me soportas.

- Yo tampoco lo entiendo- Ironice haciéndola reír.

-¿Puedo poner música?- Me preguntó a lo que asentí.

Estuvo cambiando unos segundos causándome algo de molestia ya que


cuando paraba en una canción luego la cambiaba porqué decía que no iba con
el ambiente.

- ¡Deja uno!.

-¡Pero no suena como las de las películas!- Apretó un botón sacando la lista de
canciones-. ¿Qué apreté?.

Me detuve en un semáforo en rojo y me fije que era lo que estaba mal.

-Pusiste la radio- Expliqué.


- En otras noticias él renombrado empresario Daniel McGregor fue visto con
Blake Price anoche cenando en uno de los res...- Charlie cambio de inmediato
apretando todo el tablero nerviosa.

Tragué saliva desviando la mirada mientras trataba de concentrarme al frente.


Cuando el semáforo cambió de color arranque el coche.

Había un silencio mortal entre las dos.

-Creo que mejor la apago.

- Déjalo.

La detuve y le sonreí así se tranquilizará. No quería que pensara que fue culpa
suya ya que en verdad no lo era, era mía y la de él por ser tan malditamente
conocido.

Mis oídos se concertaron en algo de la radio que a penas se escuchaba pues


Charlie había bajado el volumen.

-Súbelo.

- ¿Qué?.

- Sube el volumen. ¡Rápido!.

Ella lo hizo sin cuestionar mirándome desconcertada.

- Hoy a las 11 a.m. Darinka Jhons, la joven mujer acusada por fraude a las
empresas McGregor's fue liberada luego de dos semanas desde que se
presentaron las pruebas de su inocencia.

Pudimos ver como él magnate Daniel McGregor espero afuera de la comisaría


mientras se llevaba a cabo todo. Hasta él momento ningún referente a dado
declaraciones públicas.

- ¿Rachel estás bien?.

No pude contestarle ya que me había quedado perdida entre lo que había oído.

¿Darinka salía en libertad? ¿Ella era inocente?.

¿Acaso Daniel siempre lo ha sabido?. No había nadie más quién pudiera creer
en la inocencia de Darinka, solo él. Nadie más hubiera buscado pruebas.

Tomé mi móvil sin pensarlo y cuando estaba a punto de llamarlo recordé de


golpe que ya no podía hacerlo. Ya no tenia el derecho para hablarle y alegrarme
porqué tuviera a su mejor amiga de vuelta.
Ya no podía.

Solté un suspiró y continué conduciendo. Si seguía entreteniéndome solo


causaría un accidente y eso era lo que menos quería. Mi madre había tenido
suficiente de mi como para seguir preocupándola.

- Tengo el presentimiento que beberemos hasta que se nos olvide el apellido de


esos dos.

- El apellido McGregor maneja el mundo y a eso no puedo ganarle.

Charlie no dijo nada y se lo agradecí. Me había quedado si ánimos luego de


haber escuchado lo que escuché por la radio.

Blake Price al final si parecía la candidata perfecta.

Por un segundo me sentí idiota y lo dudé. Daniel me había dicho que la había
alejado por mi, pero ahora que no me tenía, que ya no era nada para él ¿La
alejaría?.

Una idea cruzo por mi mente poniéndome nerviosa. No. Ahora no.

Me fijé en la chica que tenía al lado mío y me tranquilizo saber que no había
notado nada extraño en mi. Charlie era mi amiga pero todavía no estaba lista
para hablarle de todo lo que pasó en mi vida antes de conocerla y sabía que
tenía que hacerlo porque en cualquier momento se puede topar con una noticia
vieja del juicio contra Gerardo Dubasso. Pero todavía no era el momento.

- Y entonces...- Jugó con sus dedos- ¿Falta mucho para llegar?.

-De hecho, ya lo hicimos.

Sus ojos fueron de inmediato a donde le señalaba.

- ¡¿Vives aquí?!- Saco la cabeza por la ventana-. Recuérdame mandarle fotos de


estos a mi prima Jodi, quiero que muera de envidia.

Solté una carcajada.

- ¡¿Tienes guardias afuera?!- Me miró sorprendida-. ¡Tengo que hacer una


videollamada con la abuela Paty!.

Detuve el coche en la entrada y Charlie aprovecho para saludar a los guardias


que estaban afuera. Ellos al verme abrieron el portón dejándome pasar sin
problemas y algunos le devolvieron el saludo a mi amiga.

- ¿Puedo venir siempre contigo aquí?- Chillo emocionada.

- Solo si me llevas a Texas.


-Trato hecho.

Después que estacioné el coche y bajaremos sus cosas, el mayordomo con un


ama de llaves llegó tomando las maletas pero dejando el bolso de mano de
Charlie. Está de más decir que estuvo filmando como llevaban sus cosas a la
habitación que pedí que acondicionaran.

Mi madre nos recibió en el comedor co una sonrisa esplendorosa.

- Hola, tú debes ser Charlie.

-La amo.

Apreté los labios para no reírme de mi amiga.

- Digo, amo su trabajo- Agregó nerviosa.

- Supongo que uno de estos días Rachel puede llevarte a mi taller y ver unos
adelantos de mi próxima colección. Creo que tengo que puede lucirte genial-
Dijo examinándola-. ¿No has pensando en ser modelo?.

- Oh no, no creo ser buena en ello.

- Mm- Mi madre divago. Al ver que nos habíamos quedado viéndola volvió a
sonreír-. Arriba está tu habitación, Rachel te la mostrará. Espero que te sientas
en casa, cariño.

-Mucha gracias señora... eh...- Charlie dudo.

Desde que mi madre había contraído matrimonio con Emilio McGregor ha sido
un gran dilema si referirse a ella como señora McGregor o continuar con su
emblemático apellido; Roberts. Por supuesto está que Juliette prefiere ser
llamada por el segundo en eventos importantes, después de todo es su firma
personal.

- Mejor dime Juliette.

- Entonces muchas gracias, Juliette.

Guie a Charlie hasta las escaleras. Ella se detuvo mirándome de una forma
extraña.

- ¡¿Tengo una habitación sola?!.

- Eh si - Me rasque el brazo-. ¿Por qué?.

- ¿Tú si comprendes que traje sabanas por si tenia que dormir un sillón o en
suelo?- Se llevo la mano a la cabeza-. Por un momento se me olvida que eres
asquerosamente rica.
- Sube de una vez.

Dejé a Charlie en su habitación así descansará. Le había dicho que cuando se


levantara planearíamos que haría esta noche pero mientras que se fuera a
dormir ya que ella había mencionado que no puedo hacerlo en el avión porqué
estaba nerviosa y ansiosa por llegar, se despertaba a cada treinta minutos.

Una vez cerré la puerta de mi habitación con seguro apoyé mi cabeza en la


puerta soltando el aire. Poco a poc sentí como empezaba a recordar y por más
que había intentado mantener la calma en el auto, la verdad es que la ansiedad
me estaba consumiendo.

No quería pero se sentía como si debiera hacerlo.

Me acerqué hasta el tocador buscando una pastilla para el repentino dolor de


cabeza que me hacía cerrar los ojos.

Entorné mis ojos en mi reflejo y un escalofrío me recorrió en cuerpo. Mis manos


se aferraron a la madera de una manera brusca que por un momento sentí que
me hacía daño. Los músculos se me habían tensado y mis ojos se mantenían
en mi reflejo.

Hasta parecía que me sonreía con burla.

-Mierda.

Fui hasta el baño y me agaché quedando de rodillas. Dos dedos entraron a mi


garganta haciendo presión y que pronto una fuerte arcada apareciera haciendo
que en poco tiempo terminará vomitando.

Mi pecho subía y baja como si hubiera corrido un maratón.

Me limpié con el dorso de la mano.

(...)

- ¡Voy por un trago!.

Le asentí haciéndole señas que le esperaría en nuestro apartado.

Al final no había podido quitarle la idea a Charlie de irnos a otro lado que no
sea una discoteca. Tenía pensando algo más tranquilo después de venir varios
días haciendo lo que ella quería hacer hoy y la verdad es que estaba
empezando a dudar si mi cuerpo soportaría otra resaca más.

Me senté en uno de los sillones morados y saqué mi móvil. Tenía un mensaje


de Charlotte.

" ¿Hablamos?".
" Si no quieres te exhibiré en mis redes sociales".

Sonreí. Realmente no me gustaba que estuviéramos enfadadas y podía


entender que se preocupara por mí.

En ese momento noté por el rabillo del ojo como alguien se plantaba frente
mío. Dejé de mirar al móvil y lo vi a él a unos escasos metros.

- Hola, Jeremy.

- Hola Rachel- Sonrió tenso-. Hasta que puedo dar contigo sin que puedas
marcharte corriendo o huir en un coche.

Me quedé muda sin saber que decirle.

La alarma se encendió cuando se sentó a mi lado. Inmediatamente busqué a


Charlie con la mirada pero no había rastros de ella.

- Tenemos que hablar de lo que pasó.

- No.

- Rachel, tú me gust...

- No quiero oírlo, Jeremy. Basta.

Él me miró cabreado. Sus fosas nasales se abrieron con frustración y podía ver
como su semblante se iba oscureciendo.

Sabia que tenía razón pero como había dicho antes; Sigo sin estar lista.

- Acéptalo de una vez, Rachel, nos besamos y te gustó. Lo sentí porqué tú


también me gustas, desde que te vi.

-Eso no es verdad- Dije queriendo que lo negará.

Empezaba a sentirme intimidada por su presencia. Se que no era malo y que


merecía explicaciones, sin embargo verlo hacía que una sensación extraña
cruzara por mi cuerpo.

-Por favor, si desde que te hable por primera vez que estoy tratando de llamar tú
atención. Pensé que cuando viniera a Manhattan podría tener una verdadera
oportunidad pero cuando vi que estabas enamorada de otro hombre iba a
echarme para atrás. Sin embargo tú me llamaste y fuiste tú la que me besó.

-Jeremy estaba enojada, dolida. No debí haberte besado. Yo en verdad lamento


haberte confundido, es un error que no planeo cometer de nuevo.
Él se quedó callado mirando al frente con su mandíbula apretada. Sentí como si
me hubieran golpeado el estómago al ver que lo había lastimado.

- Tomemos distancia por un tiempo -Le dije antes de levantarme.

Mi respiración se cortó y todo en mi estuvo a punto de desvanecerse cuando


noté que no había alcanzado ni a dar más de seis pasos cuando él me había
agarrado del antebrazo volteándome.

Su mirada era retadora y firme.

- Tienes que dejar de huir. No me marchare porqué se que tanto tú como yo


sentimos lo mismo con ese beso. Así que enojaste, maldice, pero no estoy loco
Rachel. Se lo que sentí.

- No, Jeremy.

Mi voz no había salido con la fuerza que había querido. Estaba queriendo
precaver que se me acercará más de la cuenta, ya que cuando lo hizo las cosas
no había acabado bien.

Se me acercó hasta a estar a un palmo de mis labios.

- No suenas segura.

Su mano tomó mi mentón y la otra se ciñó en mi cintura pegandome a su


cuerpo. Bajó un poco la cabeza para verme detalladamente haciendo que unos
rizos cayeran en su frente.

Soltó un suspiro cerca de mi boca.

《- Bienvenida a mi vida, Princesa.》

Su recuerdo abordó mi mente y cuando iba a besarme mis manos tocaron su


pecho impidiéndolo. Tragué saliva sintiendo un nudo en la garganta.

- No puedo hacerlo.
.

Daniel McGregor
Me apoyé en la puerta de mi coche mientras me ponía las gafas de sol oscuras.
Los brazos los tenía cruzados sobre mi pecho y mis ojos no la dejaban de ver,
expectante a lo que pudiera suceder.

Los flashes impactaban en mi rostro y sabía que estaba siendo grabado para
múltiples canales de televisión. Mi nombre estaría en cada encabezado de las
revistas con mas relevancia en Manhattan. Todos ya estaban al tanto que había
sido quién mostro la inocencia de Darinka Jhons y por eso me volví más
interesante para la prensa.

Mi mirada por fin la encontró después de haber estado esperándola por un


poco mas de veinticinco minutos.

Darinka salía acompañada por dos oficiales que le hacían camino entre medio
de los paparazzis. La vi cerrar sus ojos un tanto fastidiada ya que yo más que
nadie tenía bien claro que no le gustaba estar en el radar de la prensa.

Lucía demacrada, las ojeras bajos sus ojos eran profundas y oscuras. Pero aún
así, a pesar de tener una expresión cansada en su rostro, pude notar como su
mirada volvía a iluminarse. Lo más seguro que sea al recordar que estaba libre
de cargos y eso aseguraba que podía volver con su familia.

Porqué si. Destiney la esperaba. Molly la esperaba. Su madre la esperaba... Y yo


también.

Cuando notó que la estaba esperando tragó saliva y me sonrió sin ocultarlo.

Mi pecho se infló con alivio porqué por fin ella estaba libre y ya nada podía
arruinarlo, ni siquiera ella misma.

- ¿Has venido por mí?.

- ¿Por quién sino?.

Me acerqué y si, era ella. Porqué por muy absurdo que suene todavía tenía
miedo que algo estropeara su salida. Después de haber descubierto lo que todo
esté tiempo me estuvo escondido tenía claro que no podía confiarme y dar por
sentado nada.
- Quiero irme. No aguanto estar de esté modo- Sus labios se torcieron con
disgusto al ver su atuendo desaliñado.

Sonreí al escucharla. En definitiva Darinka estaba de vuelta y me aseguraría que


así se quedara.

- Sube al coche. Todavía tenemos mucho que hablar.

Roger le abrió la puerta de la camioneta negra blindada y ella entró sin decirme
nada. Se que todavía le costaba hablar del tema pero mientras más rápido
asumiera que tendría que rendirme explicaciones más rápido avanzarian las
cosas. No podía quedar estancado, no cuando todo parecía estar a punto de
explotar en mi cara.

A los diez minutos cayó rendida en un profundo sueño.

Roger y Alaric me miraron por el espejo retrovisor pero rehuí de ellos. Todo se
debía a que con los últimos sucesos y hallazgos han tomado precauciones de
seguridad más firmes. Los tenía preocupado y no los culpaba, estaba
guardando silencio en un momento en donde debería hablar.

- Daniel...- Intento Alaric.

- Ahora no.

No quería ser brusco con él otro hombre que consideraba como mi padre. Sin
embargo quería que entendieran que necesitaba mi espacio y se que era algo
muy estúpido de mi parte pedirle esos después de haber llorado en su
presencia por Rachel, por mi madre, por Samantha y el bebé.

Todo había comenzado cuando empecé a hablar de lo que sucedió con aquella
mujer que tan solo mencionarla hacía que cada parte de mi sistema se
quebrará, y sin saber cómo terminé por revelar la verdad que solo estaban al
tanto William y Rufus. En un primer momento ambos se quedaron anonadados
y luego recibí como siempre un regaño por haberles ocultado la verdad.

Pero si era honesto conmigo mismo la verdad era que no quería nadie lo
superiora. Si Rufus lo sabía era porqué necesitaba de su ayuda y porqué fue él
primero en descubrir que sabía la verdad de Samantha. Y William, bueno
William estaba al tanto porqué no confiaba que siempre estaría cuerdo y
necesitaba que mi mejor amigo me mantuviera con los pies en la tierra.

Un hombre sin juicio siempre sería un perdedor.

- ¿Mi padre llamó?- Dije a pesar que la respuesta era más que obvia.

- Treinta veces.

- Bien.
- ¿Quiere que lo comunique con él?- Preguntó Roger.

-No.

- Como usted diga, señor.

No me pasó por desapercibido el tono despectivo con el que me respondió. Así


como ellos me conocían a la perfección yo también podía presumir de lo
mismo y se que no aprobaban para nada que estuviera evitando a mi padre. Sin
embargo yo tan solo podía pensar en una persona;

"Silas Luther Bert"

Ese hombre, desde que conozco a Darinka ha sido su pesadilla. Hace bastante
tiempo pensé que logré librarme de él luego de poner una orden de alejamiento
y hacer que un intermediario le pagara una considerable suma de dinero para
que la dejara en paz a ella y a su familia.

Jamás había estado cara a cara con él.

No por cosa mía sino por divagues de Darinka. Siempre me decía que mientras
conozca de ese canalla, mi vida sería mejor. El problema aquí es que eso no me
estaba resultando para nada ya que él seguía extorsionándola y jodiendo en su
vida.

¿Qué demonios hizo con los diez millones de dólares que le di?. Era más que
suficiente para que se estableciera lejos de Manhattan y viviera cómodo por un
tiempo sin pensar que tiene buscar trabajo. Aunque debí suponer que un
drogadicto adicto al juego como lo era Silas, no sería capaz de hacer buen uso
del dinero. Lo más seguro es que todo se lo hubiera gastado en fiestas y
drogas.

Se podía decir que su obsesión con Darinka rozaba lo enfermo. Él creía que era
de su posesión y que por serlo podría hacer lo que quiera con ella, sin importar
su opinión. Por eso es que cuando supo que nos acostábamos sin
compromisos estalló enardecido y me declaró una muerte segura. Pero para su
mala fortuna seguía vivo y saber que eso lo aniquilaba por dentro era una gran
motivo para seguir haciéndolo.

Yo lo conocía por fotos y por lo que Darinka mencionaba. Él lo más seguro es


que supiera todo de mí, ya que no soy para nada irrelevante.

Fue muy estúpido de mi parte pensar que no volvería saber de él. Después de
todo, como dije; Su obsesión con Darinka Jhons era enfermiza.

Mi cuerpo de investigación todavía no termina de determinar con exactitud


cómo es que había sido capaz de burlar a todos y poder robarme exuberantes
sumas de dinero. Aunque aquello no era lo que realmente me importaba, ya que
las pruebas de había sido él eran contundentes y solo era cuestión de tiempo
para que estuviera en manos de la policía y empezará a hablar.

Debió haber amenazado a alguien o haberse aliado con otra persona dentro de
la sede principal en Manhattan para hacer que los informes salieron limpios y
sin irregularidad mientras pasaba mi dinero a sus cuentas fantasmas.

Y eso, eso era lo que faltaba por descubrir.

Tampoco debía confiarme ya que sabía que esté tipo se codeaba con gente de
mala vida y muy peligrosa. Tantos trabajos sucios que hizo siendo el perro de
algún mafioso le trajo buenas conexiones y no dudaba que muy pronto quisiera
arrancar no solo mi cabeza, sino que también de la familia de Darinka.

Y ahí está el motivo por el cual ella lo había encubierto en todo.

Hace un poco más de cinco meses fue que descubrió la verdad de quién estaba
cometiendo fraudulencia en mis empresas. Siempre he dicho que era brillante y
eso solo logro ver un error en los informes de la sede en Singapur.

Unas cuantas investigaciones más y ya tenía la respuesta. Sin embargo eso no


era nada bueno.

Silas se presentó ante ella cuando pretendía hablar y dar aviso a las
autoridades, por los que supe que lleva vigilándola bastante tiempo y por eso
que debía tener mucho cuidado cuando saliera. La amenazó con su familia
mostrándole fotos de Molly saliendo de su instituto, de su madre asistiendo a
consultas médicas, y de Destiney.

Estaba tan enfermo que no le importaba lastimar a su propia hija si con eso
aseguraba que Darinka continuará con él.

Solté un suspiró pesado y relaje la presión en mis hombros. Por unos días
podía calmarme o eso esperaba.

Mi móvil sonó como venía haciéndolo hace días y no tenia que ser un gran
adivinador para saber que era ella quién rompía mi estabilidad, la poca que
había podido establecer.

Rachel debería parar porqué solo estaba acarreando sentimientos amargos por
mi parte.

Desplace la llamada al buzón de voz pero aún así el recuerdo de nuestro último
intercambio de palabras me persiguió como venía haciéndola todas las noche
al llegar a mi penhouse.
¿Saben lo jodido que es querer olvidarla y no poder hacerlo porqué todo me
recuerda a ella? Cada rincón de ese departamento, de mi oficina, de mi auto, de
mi vida había algo ligado a Rachel.

Y ya no podía aguantarlo más.

(...)

- Eres un idiota a veces.

Blake reprimió la sonrisa en sus labios.

Luego de que todo lo que había pasado entre nosotros se logró calmar
pudimos, más bien pude hablar con ella sin sentirme enojado por su arrebato
infantil.

Era consciente que nos vieron la noche de ayer cenando juntos sin embargo
ningún artículo ponía pie que también llegaron a la zona privada unos
inversionistas rusos. Porqué hasta ahora es que recién tuve las ganas de querer
escuchar sus explicaciones.

Solo había sucedido. Quedábamos los dos en la empresa como venía pasando
hace varias semanas y el silencio se prolongó hasta que rompí el silencio con
una broma sobre lo horrible que lucía.

Mi mirada quedó puesto en la suya.

- ¿Y bien?- Presione.

Ella mordió su labio inferior y al final terminó por soltar un suspiro cargado de
frustración.

- Cuando vine a Manhattan estaba bien informado de ti que pensé que serías
algo fácil. Como te describían parecía que tú padre te había puesto todo en
bandeja de oro y por es que te subestime. Y el hacerlo es algo que me
arrepiento porqué de haber tenido aunque sea una mínima expectativa de ti no
habría quedado deslumbrada al conocer la versión tuya que aunque te joda y a
mi también, me agrada, no, más bien me gusta y mucho.

》Y se que hice mal al besarte pero créeme que durante varias semanas vine
impidiendo que los impulsos me ganarán. Lamento como se dieron las cosas y
lamento haberte besado porqué se que tú corazón estaba ocupado y no soy yo
la dueña de el, es Rachel.

- Puedes olvidarlo, Blake.

Quería que está conversación terminará de una vez y para esté entonces ya
estaba arrepentido de haberla iniciado yo. Esperaba que se disculpara sin
agregaciones algunas pero me equivoqué ya que Blake no le tembló ni un poco
la voz para darme una cachetada de verdad diciéndome que ninguna mujer me
hará sentir lo que Rachel hace conmigo.

Y eso me jodia. No quería oírlo porqué sería hundirme en un pozo de


resignación.

- ¿Es cierto lo que dicen?- Levanté mi ceja incrédulo- Que ustedes terminaron-
Aclaró.

Vacile unos segundos antes de responder;

- Es cierto. Terminamos.

Hubo un silencio entre los dos en la que la vi perdiste en sus pensamientos.


Jamás pensé ver a Blake en modo tímido y nervioso, ya que eso no contrastaba
para nada con su personalidad explosiva. Eso me hizo razonar que aquella
chica me enfrentó sin miedo tenía mucho más dentro suyo.

Su móvil sonó y su expresión se desmoronó.

-Tengo que irme- Se colgó su bolso. Parecía asustada-. ¿Podemos continuar


con esto luego?.

Antes que saliera tomé su mano tirando de ella y al mismo impidiendo que se
marchará. Me asombre al ver que estaba a punto de quebrarse y llorar.

- Hey- Ella me miró al escuchar el tono suave que usaba-. ¿Qué sucede?.

-Bruno, mi hermano ha tenido una sobredosis y está solo. Es la cuarta en cinco


meses y aunque mi familia se limpie las manos con respecto a él, yo no lo
hago. Él me tiene a mi, soy su única familia.

Limpie con mis pulgares las lágrimas que habían saltado de sus ojos.

- ¿Sabes en qué clínica está?.

Asintió sin más.

-Bien. Vamos juntos.

Y eso hice. La guie hasta la salida y maneje hasta llegar al hospital en donde
había ingresado Bruno Price.

Sabía que en su estado no podía manejar y se veía que su hermano era una
parte de su alma y lo amaba más que nada. Con solo decir que temblaba y no
dejaba de mirar el móvil por si entraba alguna noticia.
Tuve que ir por la parte trasera ya que mis guardaespaldas me avisaron que la
entrada principal estaba llena de reporteros con sus cámaras.

Bien estaciones Blake bajo y me apresuré a hacerlo yo también. Al verme llegar


a su lado un poco temerosa tomó mi mano buscando apoyo y dejé que
mantuviera el contacto entre ambos aún cuando ingresamos dentro de la
clínica.

Se acercó hasta la recepción en donde del otro lado estaba una enfermera.

- Quiero información de Bruno Price.

La mujer miró la pantalla del ordenador unos segundos y luego volvió su


atención a Blake.

- Lograron estabilizarlo. Esta pasando por un lavado estomacal. No hay mucha


información así que le ruego que vaya a la sala de esperas mientras él doctor
llega a hablar con usted.

- Gracias- Susurró.

Paso alrededor de treinta minutos en los cuales logre que se calmará y bebiera
un jugo, no pude hacer que comiera ya que ponía la excusa de estar muy
nerviosa para hacerlo.

Estaba su lado sentado mientras nuestras manos estaban entrelazadas y su


cabeza estaba apoyada en mi hombro. Noté como con el correr del tiempo
poco a poco sus ojos se fueron cerrando por el cansancio, era más que obvio
que no duraría mucho tiempo despierta ya que esté ultimo tiempo llevamos
madrugando mucho por el trabajo.

La observe dormir y como parecía estar en paz. Estaba agitada todavía por el
susto que había pasado y sigue pensando, pues en todo este tiempo que paso
nadie ha venido a hablar con nosotros.

No fue hasta después de una hora media más que un hombre el cual parecía
ser el doctor se nos acercó.

Moví a Blake con cuidado y ella abrió sus ojos espantada. Apretó mi mano con
fuerza por el desconcierto al ser recién levantada.

- Calma, el doctor vino a hablar contigo.

Eso pareció recordarle que era lo que hacíamos en el hospital. Se incorporó del
asiento al instante.

- ¿Usted es familiar del señor Bruno Price?.

- Así es. Soy su hermana.


- Acompáñame- Le dijo él hombre.

-Ve, te esperaré aquí- Le dije a lo bajo.

Ella me miró unos segundos y terminó por asentir para luego alejarse con el
médico hasta donde suponía que tenía internado a Bruno.

Me estiré ya que tenia algunos nudos en el cuerpo pro haber estado tiempo
sentado en una silla totalmente firme.

Mi móvil sonó y hundí mis cejas al ver que estaba vez no se trataba de Rachel,
sino que de Kolt.

" Creo que en donde estoy hay algo de tu interés".

Lo siguiente que vi fue la foto de ella recargada sobre la barra, totalmente ajena
a la acción de mi primo.

Esperé que llegará algo más pero cuando no lo hizo mis dedos se movieron
solos por la pantalla llamándolo. Me atendio al segundo tono y al fondo se
podia escuchar la música.

- ¿Donde estás?.

- Un "hola querido primo" seria la forma correcta de saludar- Exclamó


divirtiéndose a mi costa.

- ¿Donde estás, Kolt?- Brame al teléfono.

- La verdad es que si luce ebria y su amiga también. Unos cuantos hombres han
querido sacarla bailar pero a todos lo ha rechazado, incluso a tú ya sabes
quien.

Eso atrajo mi atención.

- ¿Él fue a buscarla?.

- Si, lo vi hace una hora por aquí. Hablaron y luego intentó besarla pero Rachel
se echó para atrás- Me informó-. Creo que lo de declarar sus sentimientos no
ha salido nada bien.

- ¿Cómo sabes eso?.

-Le pagué a un mozo así los escuchara discretamente.

- ¿Dónde estás?- Volví a preguntar pero esta vez me colgó dejándome tenso.

El tercer mensaje entró con la ubicación de lugar.


Cuando levante la mirada del móvil vi como Blake se me acercaba. Parecía más
tranquila y eso se notó porque me dio una sonrisa de boca cerrada, a penas
logró hacerla pero ahí estaba mostrándome que las cosas parecieron salir bien.

- Él está bien pero me quedaré a cuidarlo. Gracias por venir conmigo.

Antes que pudiera asumirlo sus brazos envolvieron mi cuello y su rostro se


escondió en mi cuello. Estaba abrazándome y yo la dejaba hacerlo.

Mis manos que había quedado colgada se afianzaron en su cintura


devolviéndole el gesto.

Se separó unos segundos más tarde y tragó saliva.

- Te veré mañana.

Asentí.

- Adiós, Blake.

-Adiós, Daniel.

Daniel McGregor
Imbécil.

No debería estar en esté lugar invadiendo su espacio personal, era egoísta por
mi parte que lo hiciera cuando había sido yo quién la eché de mi vida sin que
me temblará el pulso.

Mierda. Mierda. Y más mierda.

Kolt alzó la mano y me acerqué a él sin dejar de mirar a los alrededores


buscando el n***o intenso de su cabello, su excepcional figura, y el verde
brillante de sus ojos.

- Te pedí uno para ti- Me extendió un vaso de Whisky-. Sabía que vendrías.

Agarre el trago sin reproches. Él parecía realmente divertido por haber logrado
que viniera hasta aquí en plena noche.

- Cabron.
Aguardé a que me dijera dónde estaba la mujer que había venido buscarla pero
Kolt tenia un propósito esta noche: fastidiarme. Esperé, hasta me aclaré la
garganta sin embargo me ignoró como si no estuviera frente suyo.

- ¿Donde está?.

Una sonrisa socarrona se formó en sus labios.

- ¿Quién?.

-Ella.

- Ella tiene nombre- Sus cejas se alzaron.

- Kolt dime de una maldita vez dónde está.

Su espalda se recargo en el respaldar del sofá. Me observó como si fuera su


inferior, aunque eso era lo que menos me importaba. Podía mirarme de la
forma que quisiera y creerse lo que sea mientras hablará. Pero el problema era
que no lo hacía.

- Me gustaría ser de esas personas que son capaces de entenderte,


lastimosamente no lo soy- Sus comisuras se alzaron con egocentrismo-. Dime
su nombre.

- ¿Es una puta broma?- Brame a punto de perder la paciencia.

- Su nombre, Daniel.

- ¡Bien, mierda! ¡¿Dónde está, Rachel?!.

Kolt abrió su boca y luego río. Soltó un suspiro mientras inclinaba su cabeza a
un costado.

- Se fue.

- ¿Qué?.

-Se fue con él.

Me tomé unos breves segundos para procesar que aquella información


realmente era cierta. De pronto sentía como la furia corría por mis venas y mis
manos empezaban a temblar por si solas. Estaba más que furioso con Kolt por
ser un idiota que no ve el peligro y aún peor porqué si hubiese llegado un poco
más antes sería yo quien la llevara a casa.

-¡¿La dejaste irse con él en ese estado?!- Apreté la mandíbula-. ¡Está ebria, Kolt!
¡Quién sabe que puede hacerle!.
- No entiendo tú drama querido primo. Permíteme recordarte que ella ya no es
tu asunto ¿O no dijiste eso?.

Me quedé callado dejando que disfrutara usar mis palabras contra mí.

El karma era una mierda y ahora estaba pagando por hacerle lo mismo cuando
el tema de Charlotte salía en nuestra conversación.

- Llama a Charlotte- Dije sorprendiéndolo a él y a mí- Ahora.

- ¡No voy a llamarla!.

- Lo harás si no quieres que Emilio sepa cuántas veces te saque de la cárcel en


estos últimos tres meses.

Mi padre adoptó la figura paterna para Kolt. No había distinciones en nuestra


crianza y se que tanto a él como a mi nos pone los pelos de punta la idea de
decepcionarlo ya que siempre nos impuso que nuestra apellido era muy
importante y por eso debíamos estar a la altura.

- Eres un idiota cuando estás enamorado- Gruño-. Segunda planta, zona VIP.

Debí suponer de un principio que ella no había abandonado el lugar y que con
Kolt solo buscaba divertirse a mi costa.

- Me la cobraré- Amenace.

- Mientras más hablas pierdes tiempo y déjame decirte que Rachel es


demasiado ardiente para pasar un segundo sin que las propuestas indecorosas
lluevan a su alrededor.

Lo escrute con los ojos mientras él no se inmutaba ni un poco. Aunque tenía


bastante razón y es que ella era demasiado hermosa como para acaparar toda
la atención de los hombres de esté lugar.

- Y Daniel- Volteó ante su llamado- Quizás consideres que lo que ella hizo no lo
puedes perdonar pero te aseguro que si. Y espero realmente que no te des
cuenta de ello cuando Rachel tomé la decisión de dejarte ir para siempre.

Las mujeres siempre ganan y tienen la capacidad de sanar de verdad, aunque


les tome bastante tiempo. Por eso es que él hombre siempre vuelve y ellas
nunca regresan.

- Kolt...

- Deja de pretender que es la única culpable porqué me harte de que te


victimices. Asume de una vez que tú también has sido partícipe de la disputa y
lo que estás haciendo después de ella lo haces por rabia. Te estás equivocando
y no creas que te lo diré siempre, solo será esta vez; Pretendes usarla y olvidas
que no son iguales.

- No pretendo usarla.

- Te estás equivocando.

Y no tuve las pelotas de contradecirlo. Es como si mi mente me hubiera


obligado a callar y tan solo marcharme.

Porqué al final él que calla, otorga.

Me fui hasta la segunda planta y al llegar ahí había un hombre con una lista de
los que podían ingresar a la zona reservada.

- Nombre y apellido, señor.

Tiene que ser una broma.

-Daniel McGregor.

Era más que obvio que mi nombre no estaba en esa lista. Sin embargo tendría
que vivir bajo una piedra para no saber que mi apellido podía hacer que lo
despidieran y él debería abstenerse si no quiere salir perdiendo.

- ¿McGregor?- Me miró y su expresión se desarmó-. Eh, si. Adelante, señor.

Al instante de entrar mis ojos fueron a los suyos. Había sido una suerte que
estuviera tan cerca de la entrada.

Se quedó con el trago en sus labios y totalmente tiesa en su lugar. Estaba claro
que no esperaba verme y no la culpaba, yo tampoco no tenía pensado venir
pero aquí estoy.

Me acerqué sin pensar en las consecuencias. Noté que estaba acompañada


por una chica y me tomó un rato recordar que se trataba de una amiga suya
que hizo en la universidad.

Rachel hablaba a menudo de ella.

- Vámonos.

- ¿Me hablas a mí?- Su voz salió ahogada.

- ¿A quién más?- Solté amargo.

Se enderezó y su expresión cambió a una dura, no quedó rastro de la nerviosa


que vi hace un instante.
- Te pregunto de nuevo ¿Me hablas a mí?- Sus labios se apretaron-. Espero que
no porqué yo que recuerde has acabado conmigo. No eres nadie para darme
órdenes, no lo hacías antes y no lo harás ahora. Así que puedes irte a la mierda
de tú apartamento o mejor al de Blake. Después de todo ¿Sois amigo, no es
así?.

El brillo en sus ojos me hizo saber que efectivamente iba tomada y eso
ayudaba que la versión suya que era una auténtica perra apareciera.

Y maldita sea, me gustaba cuando era así. Algunas veces, claro está. Pero
ahora me hacia recordar que aquella Rachel que me desafiaba a la mínima
oportunidad seguía ahí.

- Nos vamos.

Levantó una ceja y sonrió con descaro.

- Jodete, imbécil.

Y bebió todo su trago.

Mordí el interior de mi mejilla afectado por su claro ataque contra mí. Ella sabía
como volverme loco de buena y mala manera. Nunca nadie había acabado con
mi paciencia como lo hacía Rachel. Y darme cuenta que eso no había cambiado
era como recibir una cachetada de realidad.

No dejé que tuviera la oportunidad de huir y la agarré en mis brazos. La


acomode en mi hombro de tal forma que estaba cabeza para abajo.

- Pero... ¡Bájame!.

- Le diré a mi guardaespaldas que te lleve- Le dije a la chica que estaba con


Rachel.

- Dile que venga y me vigile de cerca porqué hasta que esto no cierre, no me iré.

Asentí ante su demanda.

- ¡Daniel! ¡ Espera!- Se revolvió entre mis brazos- ¡¿Donde me llevas?!.

- A la mierda de departamento que tengo.

Cuando logre que se rindiera y aceptara que no había otro opción más que irse
conmigo, Rachel se acomodó en el asiento y en menos de lo que pensaba ella
cerró sus ojos sumiéndose en un sueño profundo.

Me tuve que detener a la presencia de un semáforo rojo. En esos segundos sin


ningún motivo aparente me quedé prendido observándolo. Tanto así que si no
fuera porqué un coche atrás mío toco la bocina así avanzara hubiera
continuando haciéndolo por quien sabe cuanto tiempo.

Llegue al estacionamiento del edificio y luego de aparcar el coche apoyé mi


cabeza en el volante. No importa cuanto lo retrasara ella seguiría al lado mío.

La tomé entre mis brazos y subí a mi suite.

La acosté sobre la cama con cuidado.

Se movió sobre esta y abrazó una almohada.

Suspiré pesadamente y le quite los tacones.

No me había parecido correcto cambiarla. Si hubiese sido en otra ocasión


quizás lo haría porqué teníamos esa confianza pero las cosas ya no eran así, y
eso me estaba matando.

Yo no debería seguir tomando atribuciones con ella. No debí ir a buscarla y


llevarmela, no debí hacer que Alaric la vigilara en todo momento e hiciera que
llegara bien a su casa luego de haber tenido varias noches llenas de fiesta y
alcohol.

Parecía que todo estaba en mi contra porqué la única noche libre que le había
dado la mis guardaespaldas, yo tenía que enterarme en donde estaba y como
era su estado.

Me senté a su lado y solo por ver que su sueño era profundo fue que me animé
a correrle los mechones de cabello de su rostro. Delinee con mi dedo la curva
de sus labios y la forma de sus pómulos.

El cosquilleo inquietante estaba ahí. Los latidos desenfrenados estaban ahí. Mi


amor por ella estaba ahí, intacto.

Sorprendiéndome abrió sus ojos adormilada.

- ¿De en verdad ya no me amas?.

Me quedé en silencio.

- Porqué yo continúo haciéndolo, cada día al despertar estas aquí- Agarró mi


mano y la puso en su pecho-. Puedo sentirlo y se que independientemente de
nuestro futuro, de que terminemos separados, seguirás aquí.

-Rachel n...-

- Porqué siempre serás tú. Porqué si no es contigo no es con nadie.


Trague saliva al escucharla recitar exactamente las mismas palabras que le
dije un tiempo atrás. La seguridad en su voz me revolucionó algo dentro mío, lo
sentí.

- Te amo y no quiero que eso cambie.

Sus ojos se cerraron mientras que ahora su mano la juntaba con la mía. Su
agarre era firme y no parecía que iba soltarme.

Me tomé bastante tiempo en procesar sus palabras y en admirarla como


dormía en paz. Siempre me había gustado verla en estas circunstancias ya que
tenia vía libre para sacar todo los sentimientos que le tenía y que parecería que
nunca desaparecerían.

La miré hasta que salió el sol, sentado en el sillón que estaba a unos metros de
la cama.

¿Por qué había pasado toda la noche atento a ella?.

No lo sabía.

O mejor dicho si que lo sabía pero en este momento no quería admitirlo. Porqué
me pesaba más que nada que Rachel hubiera dudado de mí, que fuera capaz de
pensar que después de todo lo que me costó recuperarla echaría todo a la
basura. Era ilógico y por más que intentaba no entraba en mi cabeza cómo ella
podía pensar eso.

No mentía cuando aseguraba que Rachel era la única mujer a la que di mi


corazón. La única por la cual armé lo imposible para hacerla sonreír. Era ella y
siempre había sido ella, aunque esté último tiempo pareciera que no era así.

Quería olvidarlo, de en verdad quería hacerlo. Después de todo si ella fue capaz
de perdonarme ¿Por qué no lo haría yo? Y ahí estaba el verdadero dilema.
Porqué estaba actuando de manera egoísta y lo sabía, así me acentuaba
cuando me ponía de su perspectiva. Sin embargo cuando me ponía en la mía
me parecía correcto cortar todo y darnos un tiempo.

Ella dudo de mi.

Dejó que ese hombre la tocará y aunque me jodia admitirlo se que había algo
que estaba confundiéndola con respecto a él. Y yo no podía permitirme eso.
Prefería dejarla antes que ella lo hiciera y sea porqué se dio cuenta que siempre
ha merecido algo mejor que yo.

Roger apareció en mi puerta a las 08:00 a.m.

- Daniel.
Se quedó recargado en el umbral de la puerta observando la chica que yacía
sobre mi cama totalmente dormida.

- Dile a la mucama que no la deje ir sin que haya comido algo- Hablé sin dejar
de mirarla-. Alaric la llevará a casa y nada más ha pasado aquí.

-¿Y si ella pregunta algo?.

Me levanté y tomé el saco. Necesitaba pensar.

- Que mejor no lo haga.

(...)

21:00 p.m.

Rufus estaba de la mierda. Nunca lo había visto de ese modo tan deplorable.
Era extraño ya que jamás lo he visto verse incorrecto, es más, dudaba que su
traje alguna vez hiciera arrugas.

- ¿Me dices por qué estoy aquí contigo?.

-Porqué eres lo más cercano a un mejor amigo que tengo. Así que te jodes y
bebes conmigo.

Tomó el trago de golpe y luego su expresión se frunció por lo que suponía era el
ardor de su garganta a causa del alcohol puro.

Mis planes de hoy no se resumían a estar aquí con Rufus Montaner. Tampoco
esperaba que fuera capaz de aparecer en mi apartamento con más de cinco
botellas de whisky y Borbón.

No quería preguntarle la razón por la cual sus ojos estaban irritados, como si
hubiese estado llorando.

El giró en círculo su vaso con movimientos suave. Tragó saliva antes que
hablar, parecía estar preparándose.

- Tú...- Negó-. Olvídalo.

Lo detalle unos segundos. Por más que había dicho que lo dejara ir todavía
seguía inquieto.

-Dime.

- ¿Te hubiera gustado ser padre?.

Esa pregunta me congelo.


¿Me hubiera gustado?.

En aquel entonces era un niñato, un adolecente que no tenía ni la menor idea


del sentido de la vida y de lo que cuesta llevarla. Mi única preocupación era
meterme en problemas para hacer que mi padre se fijará en mi.

Y lo pensé, me tomé mi tiempo.

- Si, me hubiera gustado serlo. Pero no se vive a bases de lo que" hubiera


pasado si..."- Junté mis labios sintiéndome afectado por tocar este tema-.
Después de meses de culparme por la muerta de Samantha y la del bebé,
entendí que continuar haciéndolo solo terminaría por hundirme. No puedo
cambiar mi pasado, ni lo que suceda en mi presenta, pero si se que mi futuro
depende mi y si yo realmente hubiera seguido ese camino te aseguro que a lo
mejor no verías hoy.

》 Sin embargo es algo que siempre va a dolerme, algo que será un


recordatorio constante de uno de mis grandes errores.

Me costó tiempo entender que aquel accidente estaba destinado a suceder y


que las cosas se dan de un modo, que aunque a veces no nos guste, no
podemos modificarlas.

Si me hubiera gustado ser padre, saber que alguien está condenado a amarme
y sentir admiración por mi solo por hacer lo que cualquier hombre tendría que
hacer. Pero no lo soy Rufus y eso no cambiará.

- Daniel creo que estoy por hundirme.

- ¿Crees?.

-Lo estoy por hacer y espero realmente ser como tú y no rendirme. Porqué
jamás tuve el corazón roto como ahora.

Sus palabras parecían cargar un significado más jodido, algo profundo que lo
estaba atormentado por no poder ser contado y escuchado. Esa parte la
entendía más que nadie, ya que tuve que callarme el dolor de saber que pude
ser papá y tiempo después tuve que callarme el hecho de que quizás nunca iba
a serlo porqué había alguien más en la vida de Samantha.

- Rufus- Él no me miró-. ¿Qué ha pasado?.

Se acomodo sobre el sillón. Una sonrisa amarga creció entre sus labios.

- Solo que a veces desearía no conocerla como lo hago, eso me hubiera


ahorrado bastante dolor.
Hay momentos en donde uno debe saber cuando callar y apoyar, y esté era uno
de sus momentos. Porqué si, como toda persona tengo curiosidad de saber
que era lo que estaba destruyendo a Rufus a pasos gigantesco, pero insistir en
saberlo solo lo pondría nervioso y siendo honesto yo tampoco era la mejor
opción porqué quizás y solo quizás yo también estuviera sumergido en una
tristeza que amenaza con jamás marcharse.

No podía borrar sus palabras de mi mente. Así que mientras intenta hacerlo
dejé que el alcohol y Rufus fueran mí compañía.

Y quién sabe cuánto durare sobrio o si ya no lo estoy y solo estoy divagando en


un dilema.

- Ella es agradable- Dijo rompiendo el ambiente de silencio.

Lo miré desconcertado, esperando que me aclarará el significado.

- Blake Price. Ella es agradable y es de esas chicas que morirían por amor y
arrasaría con todo aquel que amanece con dañarlo. Es parecida a ti.

- Rufus no quiero hablar de ella- Me levanté queriendo poner distancia.

- Déjame terminar- Pidió exasperado-. Ella es agradable y lo sé, tú lo sabes y


cualquiera que la conozca lo sabe. Pero ella no es Rachel, no lo es y no lo será
jamás. Porqué solo hay una- Me señaló-. Tú y yo somos de esos hombres que
nos enamoramos una sola vez y es para siempre. ¿Lo puedo negar? Si. Sin
embargo al final del día caeré en cuenta que solo estoy mintiendome y espero
que eso no te suceda a ti, espero que no tengas que decirle adiós a la mujer que
amas y verla como esta mucho mejor sin ti.

Mi boca se había secado y todo se detuvo para mi. No quería ni acabarme la


botella recién abierta de borbón, de solo pensarlo el estómago se me revolvía
de peor manera.

Un zumbido era lo único que escuchaba. Mi mano fue hasta el bolsillo interno
de la chaqueta del traje y sin importarme que Rufus me viera, saque el collar
con el anillo que había planeado que estuviera en su dedo en un futuro
demasiado cercano.

Quizás me estoy equivocando.

Quizás Kolt tenga razón y estoy ocultando mis sentimientos.

Quizás podía arrepentirme.

Y si, quizás podía causar desastre, un perfecto desastre.

- Se inteligente, Daniel.
Rachel Mac Millán
Entré a su habitación y no tuve que pensar demasiado en el paradero de Charlie
ya que oí el agua de la lluvia.

Me dejé sobre la cama exhausta, sople el mechón de cabello que había caído
sobre el medio de mi rostro. La cabeza me estaba por explotar aún después de
haber tomado la pastilla que me dio el ama de llaves de Daniel.

Estaba ebria cuando él llegó, lo reconozco, pero no lo estaba lo suficiente para


olvidarme de los sucesos que sucedieron en toda la noche. Tampoco lo
admitiría porqué una parte de mi sabia que si él estaba al tanto levantaría más
de una muralla y no puedo dejar que eso suceda, no después de haber visto
como bajaba sus armas al verme inofensiva.

Mordí mi labio inferior con fuerza al recordar mis palabras.

No había mentido y eso lo sabía tanto él como yo. Daniel era sin duda el amor
de mi vida y yo realmente entendía que me había no solo equivocado, sino que
también confundido y por eso es que era paciente.

Pero me conozco.

No detendré mi vida por él. Puedo esperar y enmendar mi error, sin embargo no
seguiré siempre en el mismo lado y cuando él voltee a ver y no me encuentre,
ahí habrá acabado todo.

Y yo no quería que eso suceda. Era su decisión y yo lo aceptaría así como él


había respetado la mía hace un año atrás.

No quiero algo a medias, a pesar que es culpa mía su inseguridad. Se que si no


me perdona realmente y continuamos nos envolveremos en un círculo vicioso
en donde las cosas a medida que pasa el tiempo se vuelvan aún más
complicadas, las palabras más hirientes, y los sentimientos inexistentes.

Llegue a ese punto en donde aceptaba mi error, mi rol en el juego. No obstante


también dimensionaba como había resultado las cosas y sin miedo de decirlo
se que Daniel también se equivocó y mucho. Yo la jodi, hasta lo más profundo,
eso es cierto. Pero él también era parte de nuestro desastre, por más que se
negara a verlo.

Charlie salió con una bata de baño mientras que con una toalla se secaba las
gotas de agua que salían de la punta de su cabello.

- Por tú rostro debo deducir que las cosas no han ido del todo bien.

- No, no han salido nada bien.


- Creo que te debo doscientos dólares. Tú has ganado la apuesta.

Una sonrisa se curvo en mis labios cuando los recuerdos de anoche salieron
con soltura dentro de mi cabeza.

》 -¿Y ése es?- Dijo volviendo a fijarse en él.

- Kolt McGregor.

- ¿McGregor?- Cuestionó.

Asentí llevando las copas a mis labios.

- ¿Deberíamos irnos antes que sepa que estás aquí?.

Mi lengua mojó mi labio inferior saboreando el sabor del Martini.

- Ya lo sabe.

Mi afirmación causó la atención de Charlie, que me miró furtivamente y luego


volvió su atención a Kolt.

- ¿Y qué se supone que hará con esa información?.

- Decírselo a él. Por eso he dejado que me tomé una foto.

Dejó salir una risa al mismo tiempo que negaba fascinada.

-Joder, cariño. ¡Te amo!.

El alcohol tenía sus efectos en mi al volverme más suelta y directa. Es como si


hubiera salido de mi una antigua parte que me gustaba tener pero por algún
motivo no la dejaba salir.

- ¿Quieres hacerlo divertido?- Le dije sin pensar en las consecuencias-.


Apostemos.

- Tú dirás.

-Doscientos dólares a que viene por mi.

Charlie asintió y luego agregó.

- Te pagaré si te lleva con él. ¿Trato?.

-Trato. 》
Por esto me gustaba que Charlie estuviera en Manhattan conmigo, hacía que en
medio de los momentos que parecía oscuros hubiera momentos esporádicos
que me hacía sonreír.

- Te lo dije.

- Me gustan los chicos de Manhattan. Creo que me quedaré más tiempo de lo


planeado.

A pesar que había dicho aquello de manera divertida sabía que indirectamente
lo estaba diciendo para no mencionar que se queda más tiempo porqué las
cosas en su casa se han complicado más de lo ya estaban.

- Así que supongo que tendrás que aguantarme más tiempo- Exclamó mirando
su móvil.

-Eso no es problema, me gusta tenerte aquí.

Ella me sonrió pero luego empezó a decaer poco a poco hasta que los junto en
una fina línea. De pronto se había puesto nerviosa y sus ojos miraban al techo
de la habitación como si esté fuera de más entretenido.

Mis cejas se hundieron.

-¿Qué te pasa?.

Mordió su labio dudando.

- Cuando te dije que los chicos de Manhattan me gustaban lo decía


literalmente- Tragó saliva-. Me acosté con uno.

-¡¿Qué?!- Me enderece bruscamente- ¿Con quién? ¿Cómo?.

- No se, estaba borracha y sola. Mi amiga se había ido con un hombre que
parecía sacado de mis sueños y estaba enojada, resentida y él apareció- Soltó
un suspiro-. Además que estar un poco ebria me pone algo excitada y...

- Charlie al punto- La corté queriendo que me dijera quién era de una vez.

-Bruno Price.

Aquel nombre me dejó entumecida y no es porqué lo conociera bien al hombre


con quien ella tuvo un desliz, sino que su apellido era lo que causaba gran
interés en mi.

Su nombre ha sido el encabezado de cientos de revistas y no eran


precisamente buenos. Siempre se caracterizó por ser polémico y sus
controversias, muchos lo llaman como la oveja negra de los Price.
Solo he cruzado palabras con él unas cuantas veces hace tiempo atrás cuando
Charlotte me obligaba a asistir galas para lucirse y ser nombrada por la prensa.
Debo decir que me resulta alguien divertido y eso me gustaba, su egocentrismo
y la soltura descarada que tenía para decir lo que piensa sin importarle nada.
Pero también sabía que no era del todo una buena compañía, por lo que tenía
entendido tenía problemas con drogas y se relacionaba con personas que no
eran precisamente agradables.

Es un chico que no le convenía a Charlie y esperaba que se quedara en una


noche.

- Tú expresión no me gusta- Señaló.

- Deberías buscar su nombre en New York Times- Le respondí algo sería-.


Espero que tan solo sea cosa de una vez, no te aconsejo buscarlo.

- Lo dices como si fuera alguien terrible.

- Él me agrada y entiendo lo que puede llegar a parecerte atractivo, pero


también soy consciente con que gente se lleva y que hace con ellos.

Charlie se quedó callada, analizando todo lo que le había soltado.

Podía entender que alguien como ella se pudiera haber quedado encandilada
por el efecto que tiene un hombre como Bruno Price. Era algo que comprendía
ya que siempre he tratado con los de sus tipos pero ella no, está acostumbrado
al chico tierno que bajaría la luna si se lo pide y esto es Manhattan; Un lugar
donde eres cazador o eres cazado.

- No creo que vuelva a verlo de todos modos. Una lástima porqué me ha dejado
muy satisfecha.

Una sonrisa irónica surco de mis labios.

- Aquí no existe tal cosa como el destino, si él quiere volver a verte lo hará y por
eso es que te advierto de antemano.

- No lo creo. Solo fue una noche- Río.

-Si bueno, yo también pensé lo mismo hasta que Daniel me manipuló para salir
con él.

(...)

Apague la pantalla del móvil y volqué los ojos.

Me miré al espejo y tuve más ganas de asesinar a Junior por haberme


cancelado a último momento. Me había dejado vestida y maquillada. Quería
asesinarlo ya que él mismo ha sido quién me insistió para que saliéramos y
ponía las manos al fuego que todo se debía a que Ryan había llegado a
Manhattan hace unas horas.

No tenía planes para está noche, después de varios días era la primera vez que
no salía y me quedaba en casa.

Charlie no era una opción ya que quedo con una prima suya que estudiaba en
una de las universidades de aquí. No quería molestarla y mucho menos
interrumpirla.

Resignada me fui hasta mi armario para cambiarme el vestido corto azul y


ponerme algo más informal; Una remera rojo y unos jeans.

No pensaba desmaquillarme ahora, no después de haberme tardado tiempo en


que me saliera bien y siendo honesta me quedo mejor de lo que pensaba por lo
que quería lucirlo aunque sea en mi casa.

Me entretuve un rato viendo una película peor luego me empezó a aburrir así
que la saqué y me gusto no encontrar otra que me llamará la atención. Parecía
que no había nada interesante que ver, como si estuviera la defensiva.

Sabiendo que no encontraría nada apagué la televisión y me levanté de la


cama. Salí de mi habitación, pensaba decirle a una de las mucamas si podían
avisarle al chef que quería comer algo especial, después de todo podía tener
una cita conmigo misma.

Al bajar a la sala encontré a mi madre hablando por teléfono. Su mirada se paró


en mi y su sonrisa se tensó en sus labios.

- Si, llámame si hay cambios- Dijo y colgó la llamada.

- ¿Sucede algo?- Le pregunté al notarla intranquila.

-No, solo que tengo problemas con los bocetos de la próxima colección-
Explicó-. ¿Tú no ibas a salir?.

- Junior me dejó plantada.

- Oh ¿Y Charlotte?.

Mi entrecejo se hundió por la insistencia en su voz y no era solo eso sino que
estaba nerviosa, se notaba por como miraba a la entrada y jugaba con sus
dedos.

- ¿Por qué quieres que me marché?.

Sus ojos se entornaron en mi, como si estuviera avisándome previamente lo


que quería decirme. Pero yo no la comprendía.
- No es eso, solo que no quiero que...

- ¡Cariño, llegamos!- Esa era la voz de Emilio.

- Rachel...-

Mi madre me llamó, sin embargo era muy tarde para que ella hablara pues ellos
cruzaron el umbral dejándome entumecida sobre el sofá. Fue entonces que
comprendí por qué Juliette actuaba de ese modo y no la culpaba por la forma
de querer manejarlo, después de todo quienes pusimos en una situación
incómoda a Emilio y a ella, éramos Daniel y yo.

Me sujete el puente de la nariz al ver la expresión de su rostro, se le notaba que


no le agradaba ni un poco que estuviera presente y prefería no verlo porqué
aquello dolía.

Emilio me sonrió de esa manera extraña que lo hizo mamá hace tan solo unos
minutos.

- Rachel, no sabía que te quedarías en casa.

-Yo tampoco.

Daniel mantuvo su mirada severa sobre mi. Me sentí tan intimidada por él que
tragué saliva y me arrope con un almohadón, de pronto quería hundirme en el
sofá y desaparecer de su vista.

Y no, no era el hecho de tenerlo cerca porqué eso lo que quería. Sino que no
aguantaba ver cada parte suya y saber que le desagradaba, que me guardaba
rencor y eso no lo podía aguantar. Era una tortura a la cual no pensaba
someterme hoy, sencillamente no me apetecía.

Noté como tanto como mi madre y Emilio miraban a Daniel algo incómodos.
Era lo suficientemente impulsivo para armar una excusa y marcharse, lo sabía
de sobra. No quería fastidiarles los planes y por eso es que no iba a quedarme.

Me levanté acaparando de nuevo la atención de los tres.

- Que tengan una linda velada.

- ¿A donde vas?- Me pregunto mi madre interceptándome.

Volteé a ver a mi padrastro, pidiéndole que me ayudará a librarme de está


situación.

-¿Puedo ir a tu despacho? Quiero leerme unos libros.

-¿No quieres cenar con nosotros?- Emilio agregó.


- No tengo hambre- Respondí-. ¿Puedo?.

Él me asintió.

Antes que pudieran seguir hablándome me marché queriendo dejar de sentirme


mal por sentirme tan sola. No entendía por qué tenía un nudo en la garganta y
mis ojos ardían, supongo que no me acostumbraba a que las cosas cambiaron.
Tenía que admitirlo, caer en la realidad pero hacerlo dolía aún más.

No me habían hecho nada, ellos ni siquiera sabían que me quedaría y no podía


sentirme molesta por ello. Era entendible que Emilio quisiera compartir con su
hijo y yo no debería sentirme excluida por eso.

Cerré la puerta del despacho y mi cabeza chocó con ella.

Odiaba ser una persona que pensaba en todo, que sentía el doble y demostraba
menos de lo que parecía.

Busqué sobre los estantes un libro que llamará mi atención y rogué porqué
hubiera uno ya que estaría encerrada aquí por un buen tiempo. No iba a salir o
sino ellos me verían pasar y realmente no quería que las cosas se pusieran más
incómodas de lo que ya lo eran, tampoco había traído el móvil como para
entretenerme.

Tomé uno de los libros y supe al instante que era de mi madre. Recuerdo que
siempre me hablaba de esta novela y que debía leerla, supongo que era un buen
momento para hacerlo.

Me senté sobre la alfombra de piernas cruzadas y abrí el libro. Esperaba que


me atrapará lo suficiente para hacerme olvidar la persona que estaba afuera de
la habitación.

Mis ojos se movían por cada renglón y aunque parecía que había leído
demasiado la verdad es que iba diez hojas y no podía dejar de hacerlo. Aunque
al principio me pareció algo aburrido al poco tiempo se puso entretenido. La
trama era de un militar que volvía de la guerra y veía que la mujer que juró
esperarlo estaba comprometida a otro hombre.

Cerré el libro un segundo cuando llegue a la parte en donde él protagonista se


entera que su amada muy pronto llevará el apellido de otro hombre.

Bien, eso me había dolido y supongo que era el hecho que estaba muy sensible
estos días que me hacían entrar en una conexión especial con el dolor de los
protagonistas.

Me encontraba ansiosa por llegar al reencuentro de ambos que hasta me


saltaba partes pero luego volvía para leerlas bien ya que no sencillamente no
podía perderme un detalle sino consideraba que arruinaría la imagen que había
creado mi imaginación.

Podia entender porqué le gustaba tanto a mi madre, la novela era atrapanate y


te hacía sentir traicionada por ambos.

Ya que mientras él decía que ella rompió su promesa, la protagonista le


recriminaba que todo esté tiempo nunca ha sabido de él y que si las cosas se
habían dado de ese modo era por la ambición de él de conseguir un cargo más
alto.

Me sobresalte cuando escuché la puerta abrirse. Volteé y lo encontré viéndome


fijamente, su expresión caída y sus ojos apagados hicieron que me sintiera
preocupada por él.

Ambos nos mantuvimos en silencio.

No quería moverme, realmente que no.

Tenía miedo que si lo hacía podía espantarlo y hacer que la expresión que tuvo
antes al verme volviera.

Él había venido. Sabía que estaba aquí y vino por su propia cuenta.

¿Por qué?.

Me tense cuando cerró la puerta con seguro y empezó a caminar a mi


dirección. Sentía que el pecho se me iba a salir por mis rápidas y
descontroladas palpitaciones, podía sentir un frío helado recorrerme la espalda
y como me costaba respirar.

Se sentó sobre el sofá, yo estaba en el suelo observándolo. No sabía que hacer.

Tragué saliva animándome a hablar.

-¿Estás bien?.

Quería que lo confirmará porqué por fuera aparentaba que no era así.

-Rachel- Me llamó en un murmullo.

-¿Si?.

- Acércate.

Sentí mis piernas temblar cuando me levanté. Estaba insegura y eso se notaba.
Me planté frente suyo esperando que me dijera de una vez a que vino, pues
ante todo sabía que tenía que estar preparada por si abría su boca y salía de
ella cosas que no me gustaban.
-Daniel...- Me callé cuando sus manos tomaron mi brazo y tiraron de mi
haciendo que cayera sobre su regazo con las piernas flexionadas al lado de sus
caderas.

Su nariz se hundió en la curva de mi cuello y su mano apretó mi muslo.

Mis manos tomaron sus mejillas haciendo que me mirará, al instante de verlo
supe que algo no estaba bien en él.

Acaricié sus pómulos suavemente y le sonreí débilmente.

Su mirada quedó prendida a la mía y fue entonces que miré por un segundo el
reloj eléctrico que estaba en el despacho, marcaba las doce de la noche.

Entonces entendí el por qué de la cena, el por qué había venido hasta aquí.

-Feliz cumpleaños, Daniel.

El alivio en sus facciones se hizo presente.

Apretó mi cuerpo con el suyo como si le molestará la distancia que hay entre
nosotros. Sus dedos rozaron la parte baja de mi espalda y un escalofrío me
recorrió cuando sentí como su mano se colaba bajo mi remera. Apretó mi
cintura al mismo tiempo que acercaba su rostro.

- Quiero oírlo. Quiero que me lo digas hoy, Rachel- Pidió casi en un ruego-. Por
hoy quiero pensar que no te estoy perdiéndonos.

Su mano subió hasta mi pecho dejándola reposar en la altura de mi corazón.


Ahora él podía ser testigo de cuanto lograba afectarme.

Junto nuestras frentes mezclando nuestras respiraciones al mismo tiempo que


nuestras narices se rozaban. Estaba un palmo de sus labios.

- Dilo, por favor.

- Te amo.

Su pecho se infló y vi como su manzana se Adán se movía. Me recorría cada


facción y me desarmaba con cada roce, me hacía sentir que volaba y no había
hombre en la tierra que fuera capaz de igualarlo.

- Elígeme, siempre- Ordenó en un susurro firme.

- Lo haré.

- Porqué no importa cuánto te destete, cuánto llegues a hacerme sufrir o


cuantas veces rompas mi corazón... Yo siempre te elegiré.
Su boca impactó con la mía haciendo que la piel se me erizara y mi cuerpo
cayera ante él en cada acariciaba que me proporcionaba. Su dedo tanteó la
curva de mi cuello y descendió cada vez más hasta llegar a la curva de mis
pechos. Me dejaba caer en sus brazos abrazando el deseo y fuego ardiente que
solo lograba él producirme. Era mi perdición, la única persona capaz de
volverme loca y hacerme sentir deseo y amor al mismo tiempo.

Tiró de mi labio inferior y solté un jadeo.

- Siempre, princesa. Siempre.

Daniel McGregor
Veinticinco años.

Muy pronto sería oficial. Lo sería y la situación en la que se montaría solo me


hacía cuestionarme una vez más si realmente mi existencia es algo tan
irrelevante hasta para mi mismo.

Desde que tengo memoria tuve grandes fiestas y ostentosos regalos,


demasiados en realidad. La decoración era sorprendente y la cantidad de
juegos e invitados era alucinante, sin embargo había algo que hasta el día hoy
no cambiaba; Ese sentimiento de insatisfacción.

Mi padre, como dije muchas veces no estuvo presente gran parte de mi niñez y
cuando quiso volver a mi en mi adolescencia le guardé un gran recelo. Quizás
ahora podría entenderlo, no apoyarlo pero si darme de una idea de lo que había
querido hacer todos estos años. Después de todo, en algún momento debí
saber que las fotos que me sacaba Roger y Alaric en cada instante de mi vida
no era solo compartirlos entre ellos. A su manera silenciosa Emilio McGregor
estuvo ahí.

Si hubiera querido cambiar su forma de haberlo estado porqué cuando tenía


diez años solo quería a mi padre, que se sentará a jugar conmigo o me leyera
un cuento. Le guardaba un lugar en cada acto escolar que participaba o cuando
tenía un partido, aunque ese hábito lo dejé de hacer al ver él no llego, ni una vez.

Mi cumpleaños, todos los que recuerdo lo paso rodeado de gente que no llegan
a llenar esa sensación de vacío. Todo parece una ilusión montada para no
hacerme sentirme mal con realidad y hoy no quería aquello, quería algo
verdadero. Algo que pensé que podría tener antes que ella y yo tuviéramos ese
final el año pasado. Ese cumpleaños, en ese año que Rachel no estuvo se sintió
más decepcionante que otros.

¿Por qué?.

Porqué ya había idealizado uno en donde por primera vez me sentía bien.

No muy seguro de estar haciendo lo correcto miré el móvil cuando su pantalla


se iluminó mostrando un mensaje de él.

Junior Reyes:

"No quiero arrepentirme. Mucho cuidado, McGregor".

¿Cómo habíamos llegado a esto?.

Todo había sido por ella y por su incapacidad de notar el efecto que tiene una
palabra suya, lo que desencadena con mirarme y aún peor con decir esa
palabra que logra que pierda la cordura.

Cerré los ojos y me sostuve el puente de la nariz. Estaba tenso de como se


desenvolverían las cosas, de como seria la resolución de todo esto y en verdad
sentía esa picazón en mis manos por la ansiedad. Nunca había aguantado
estar sin ella y no empezaría a hacerlo ahora.

No puedo seguir así, no puedo entregarle todo en bandeja de oro y sentarme a


esperar que la conquiste solo porqué mi puto orgullo es más grande que el
deseo de tenerla a mi lado.

Si hay algo que mi padre me enseñó y que valoro es a ser inteligente, a no dejar
que nadie me hunda y me engañe. Jeremy Thompson no me robaría lo que más
quiero, en verdad lamentaba que sus ojos se hayan fijado en Rachel porqué yo
no iba a soltarla y mucho menos dejarla de amarla y para su mala suerte yo
nunca perdía.

Unos toques en la ventana del coche me sacaron de la ensoñación. Levantó


ambas cejas, cuestionando que hacía que no salía de una vez.

Me bajé del vehículo y me posicione a su lado. Emilio me detalló unos


segundos y se que desde que salimos de la empresa ha querido preguntarme
con respecto a Rachel.

No era idiota y sabía que tanto él como Juliette estaban intranquilos por
nuestra relación. Las fotos de mi beso con Blake la vieron todos, hasta incluso
ellos y supongo que se encontrarán algo mareados de cómo terminaron las
cosas ya que al final era yo quién evitaba venir a su casa y no es precisamente
que Rachel desprecie mi presencia o mi sola mención. Él que demostraba
recelo era yo y por eso es que entendía el cuestionamiento de ellos ya que no
entendían o más no estaban al tanto de lo que sucedió en medio del caos.

- Ella no estará, saldrá con Junior- Avisó con antelación.

No le respondí porqué aquello no era verdad. Reyes ya me había confirmado su


cancelación a su cita y tenía más que presente que bien cruzara esas puertas
Rachel estaría esperándome.

Entramos a la casa que solía ser mi hogar y Emilio dio aviso de nuestra llegada:

- ¡Cariño, llegamos!.

No tarde en tenerla en mi campo de visión y por su expresión, la forma en la


que apretó sus labios y su mirada se tensó fue que supe que no esperaba
verme hoy. Y quizás yo por fuera estuviera mostrándome del mismo modo, sin
embargo yo si que esperaba verla porqué así lo planeada a mi favor.

Reyes me lo había facilitado pero aún más fue su prometido quién también
interceptó a mis planes. Por lo que sabía las cosas entre ellos no estaban nada
bien y solo porqué se trataba de mi es que Junior me dio vía libre con Rachel
porqué de otro no lo hubiese hecho debido a que no quiere dejar tiempo para
que Ryan lo buscara. Aunque para estás horas ya debe estar con él.

La vi tomarse el puente la nariz y ver como su mirada caía poco a poco. La


tranquilidad se había ido de sus ojos y se que había estado mirándome, más
bien juzgando mi comportamiento hacía ella.

Emilio se aclaró la garganta y rompió el tenso silencio:

- Rachel, no sabia que te quedarías en casa.

- Yo tampoco- Respondió despectiva.

Mi mirada se quedó fija en ella y noté que la afectaba ya que se hundió en el


sillón mientras abrazada un almohadón. Me gustaría saber que estaba pasando
por su cabeza en estos momentos porqué si bien mi expresión no era la mejor y
no por ella, sino porqué estaba esperando el momento adecuado para
acercarme.

Emilio y Juliette me miraron mostrándose incómodos por como podría


reaccionar al tenerla en la misma habitación.

Rachel se levantó de su lugar llamando nuestra atención.

- Que tengan una linda velada- Su voz salió rasposa. No nos miró y eso me dejó
intranquilo.

-¿A donde vas?- Le dijo Juliette interceptándola.


Miró a mi padre con súplica en los ojos.

- ¿Puedo ir a tu despacho? Quiero leerme uno libros.

- ¿No quiero cenar con nosotros?- Le preguntó esté.

-No tengo hambre- Se excusó y supe que realmente la estaba poniendo


incómoda-. ¿Puedo?.

Emilio le asintió sin decirle nada más.

Rachel se marchó dejando a Juliette inquieta y por lo que se podía apreciar algo
preocupada. Sin embargo no le costó demasiado disimularlo ya que al final en
sus labios se curvaron en una sonrisa amable, se concentró en mi como si
quisiera hacerme sentir mejor cuando realmente había sido mi obra todo esto.

Quería manejarlo en silencio y esperar el momento para enfrentarla. Por muy


mal que sonará quería estar con ella solamente, si apreciaba que mi padre y su
mujer hicieran una cena por mi cumpleaños pero mi objetivo siempre ha sido
Rachel y el gran motivo por el cual me he decidido a venir en vez de hundirme
en botellas de alcohol y orgullo amargo.

- Pasemos al comedor- Dijo Juliette-. La cena ya está lista.

La velada fue tranquila y algo callada, mayormente era la esposa de mi padre


quién se esforzaba en entablar una conversación que fluyera pero era algo que
resultaba imposible ya que estaba totalmente desconcentrados mirando el reloj
eléctrico de mi muñeca, no se si de ese modo esperaba que el tiempo corriera
más rápido.

En un momento me llegué a sentir un poco culpable ya que Juliette si que se


había esforzado en la cena y merecía que la disfrutara de ese modo. Sin
embargo no podía y no solo era por la impaciencia por ir a buscarla sino porqué
también tenía presente que con Emilio teníamos una conversación pendiente
después de lo que sucedió con el caso de fraude en el que estuvo involucrada
Darinka.

Él se había equivocado por creer la primera impresión y yo por un momento


también lo hice pero fue Molly quién me recordó la clase de persona que es
Darinka Jhons y después de eso no tuve dudas.

El postre llegó y solo pude comer una cuarta parte del el ya que en verdad me
había llenado.

Me limpié los bordes de mi boca con una servilleta y me levanté de mi lugar.

- Discúlpenme un segundo, hay algo que debo hacer.


Emilio se llevó la copa de vino a los labios y Juliette quedó con la cuchara en su
boca. Era inútil esconderme y encontraba que era mucho mejor que lo supieron
así no me interrumpiera.

Al final mi madrastra me sonrió con cierto alivio al escucharme.

Mientras me acercaba al despecho de mi padre podía sentir como mis manos


picaban y toda la espalda se me tensaba. Ya era común para mi sentir como
mis palpitaciones aumentaban cada que la tenía cerca y aún siquiera si la
mencionaban ponía todo mi juicio a alerta. Porqué era ella, Rachel siempre
lograba descolocarme.

A unos pasos de llegar mi móvil sonó, me debatí unos segundos si responder o


no. Al final terminé por sacar el teléfono y atender la llamada.

- McGregor.

Se escucha una respiración y luego un carraspeó femenino.

-Hola - Dijo una voz cálida.

- ¿Con quién estoy hablando?- Mi tono se volvió duro.

¿Cómo está mujer desconocida había dado con mi número?.

- Yo... Por favor no cuelgues- Pidió en un susurro.

-Lo haré si no me dice quién es.

Hubo un silencio hasta que ella habló logrando que todo mi mundo se volviera
a desestabilizar.

-Soy Aurora, tú madre.

El aire se atasco en mi pulmones y mi mano libre se volvió un puño. La ira me


recorrió sin poder evitarlo y lo que menos quería era perder los estribos por la
mujer que me había abandonado siendo un niño.

- No eres mi madre.

- Daniel, yo...- Dijo dudando- Necesito dinero. Estoy en quiebra y puede...-

Hace unos días mi padre venía comentándome lo que Aurora le exigía; Verme y
hablar conmigo. Desde primer momento me negué casi al inmediato y por un
momento creí que ella realmente estaba arrepentida y quería arreglar las cosas.
Supongo que me equivoqué.

- Eres increíble- Sonreí irónico-. ¿A eso se debía tú insistencia por verme? ¿Por
qué no tienes dinero? Emilio tiene razón, solo eres una trepadora.
- Daniel, por favor.

Su voz fue un golpe directo. Tragué saliva al sentir como el estómago se me


cerraba, como si tuviera un nudo ahí.

- No vuelvas a llamar.

Y colgué.

Me apoyé sobre una de las paredes intentando calmarme. Me enerva la sangre


su cinismo, su carencia de ubicación y que solo se dejé llevar por su avaricia.
No me hacía falta conocerla para saber lo que haría por conseguir dinero para
vivir cómoda, una prueba claro es su falta de descaro al atreverse a llamarme.

Me gustaría decir que no, que lo que ella pueda decirme no me afecta pero la
verdad era otro. Sino de otro modo no me sentiría de este modo solo por su
llamada. Era una mezcla de enojo y desprecio, pero por sobre todo decepción.

Me desconcertaba como esa mujer podía desequilibrar mi estabilidad y lo poco


que ella era consciente de eso. Aunque estaba seguro que aquel detalle era lo
que menos le importaba.

Abrí la puerta y la vi sentada sobre la alfombra con un libro entre sus piernas. Al
entrar de ese modo la sorprendí y lo supe por la forma en la que se sobresaltó,
su mirada cayó en mi y sentí una presión en mi pecho al ver que tenía las
mejillas algo sonrojadas.

Sus ojos quedaron en mi rostro y torció sus labios. Tenía presente que mi
semblante no era lo mejor y eso mismo es lo que la puso intranquila, aunque
también preocupada y saber que aún seguía preocupándose por mi me hizo
sentir por un segundo bien.

Esa mujer sin saberlo había arruinado mi plan inicial y mi idea de empezar mi
cumpleaños de otra forma.

Apreté la mandíbula y sin darle más vueltas cerré la puerta y la aseguré.

No quería prolongarlo más porqué no importaba si el mundo estaba ardiendo


afuera, yo venía exclusivamente por ella y con ella me iría.

Me senté en el sofá mientras ella seguía sentada en el suelo. Estaba tensa, lo


sabía por la forma que se aferraba al libro que tenían entre las manos.

Hubo silencio hasta que su voz de una manera suave lo rompió;

- ¿Estás bien?.

No, no lo estaba. Pero iba a estarlo porqué siempre era así. Yo podía con todo
mientras la tuviera.
- Rachel- La llamé en voz baja.

-¿Si?.

Tragué saliva, ansioso.

- Acércate.

Rachel se plantó frente mío, enfocándose en cualquier parte menos en menos


en mi. La vi tragar saliva y como sus dedos se movían nerviosos.

Me quedé más tiempo de lo que planee en silencio admirándola. No mentía


cuando decía que Rachel Mac Millán era la mujer más hermosa que conocí, era
fascinante y no se si alguna palabra le hacía juego a exuberante belleza.

- Daniel...- Dijo pero antes que pudiera continuar la tomé de los brazos
poniéndola sobre mi. Una de mis manos se colocó en la parte baza de su
espalda y la otra en su muslo derecho.

Recorrí la curva de su cuello con mi nariz. Su fragancia era algo a lo que me


volví adicto.

Me tomó las mejillas con delicadeza acariciando aquella zona. Para ese
entonces sabía que ella había notado que algo me estaba sucediendo y por un
segundo me desagradó el hecho que ella fuera capaz de ver más allá de lo que
mostraba.

Toqué su piel como si nunca lo hubiese hecho. Había extrañado sentir la


suavidad y lo fácil que se desplazaba mis dedos por sus muslos. Me gustaba
ver como se ponía por mi, por mis roces y deseos.

Yo no iba a decírselo, quería que lo recordara por si sola. No entiendo el por


qué me importaba que lo supiera cuando yo mismo decía que está fecha es
algo sin importancia. Pero a fin de cuentas la realidad es quería que Rachel me
lo dijera.

Sus ojos dejaron de observarme para mirar a algo que tenía a mis espaldas.

Los nervios me comían por dentro.

Y no fue hasta que lo dijo cuando sentí el verdadero alivio.

-"Feliz cumpleaños, Daniel".

La apreté a mi cuerpo queriendo sentirla por completo, solo yo se cuanto me


había hecho falta y la agonía que era no poder estar a su lado. No se ni como lo
aguante o pensé que podría hacerlo cuando eso era absurdo, Rachel sería la
que me trajera de vuelta.
- Quiero oírlo. Quiero que me lo digas hoy, Rachel- No importaba que ella notara
mi ruego-. Por hoy quiero pensar que no te estoy perdiéndonos.

Las yemas de mis dedos recorrieron el largo de brazo hasta que subieron al
centro de su pecho, ahí mi mano se acentuó. Mi corazón recibió un pinchazo al
poder sentir como sus palpitaciones se aceleraban y aún más satisfactorio fue
saber que era por mi causa.

Junté nuestras frentes. Tenía un nudo en la garganta y eso se debía al miedo de


que en todo este tiempo ella hubiera podido racionar y llegar a la conclusión
que yo no era lo que merecía o... que ya no me quería con la misma intensidad
que antes.

- Dilo, por favor.

Esperé expectante con el corazón en la mano.

Ella lo dijo mirándome a los ojos:

- Te amo.

- Elígeme, siempre.

- Lo haré- Respondió casi de inmediato.

- Porqué no importa cuánto te destete, cuánto llegues a hacerme sufrir o


cuantas veces rompas mi corazón... Yo siempre te elegiré.

Y sin pensar en nada más que en nosotros fue la que besé porqué así lo quería,
porqué tenia la necesidad de hacerlo después que el caos entre nosotros me
impidió seguir haciéndolo.

La toqué para cerciorarme que era real y no un producto de imaginación porqué


estuviera lo suficientemente ebrio en un bar.

Mordí su labio inferior y oírla jadear me despertó esa hambre insaciable por
ella.

- Siempre, princesa. Siempre.

Sorprendiéndome me tomó por los extremos de mi cara, sus ojos se entornaron


en mi de una forma decidida.

- Tú no me lo has dicho- Su voz salió asustada-. Yo también necesito oírlo


porqué todo esté tiempo, escuchando de ustedes y viéndolos solo hacían que
mi mente maquinara y...- Tragó saliva- Por favor, quiero saberlo.

- ¿Me estás preguntando si te amo?- Le pregunté y cada palabra me pareció


absurda.
Rachel asintió mirando a mi pecho.

- No se si está bien pero te amo de tal manera que quiero que por las mañanas
me recibas con una sonrisa, que en mis problemas seas tú mi calma- Le subí la
barbilla-. Es un insulto que llegues a pensar que cualquiera podrá sacarte de mi
mente porqué después de ti no hay nada más y si lo hubiera no quisiera saberlo
porqué tú no estás ahí.

-¿Ella no significa nada?- Su voz salió un susurro.

-No. Puedo ayudarla como lo haría por cualquiera, pero a tu lado Blake Price no
es nada.

Rachel recorrió los bordes mi boca.

- ¿Estamos bien?.

- Lo estaremos.

- Daniel...- Dejé observar sus labios para fijarme en ella nuevamente. Me sonrió-
¿Eso significa que puedo quedarme con el Audi?.

Rachel Mac Millán


Abrí mis ojos mientras una gran sonrisa se expandía por mis comisuras al ver
su pecho desnudo y la expresión adormilada que tenía.

Mi mano recorrió el borde de su mandíbula sintiéndome totalmente


embelesada por cada porción de él.

Quité las sábanas blancas que cubrían mi cuerpo desnudo. Sentí el frío al
momento que mis pies se acentuaron en el suelo frío. Mi mente todavía no
terminaba de procesar como habíamos llegados hasta aquí, todo ocurrió
demasiado rápido y en menos de lo que pude procesar estaba en el coche de
Daniel dirigiendonos directo a su departamento.
Las palabras habían sobrado y tampoco es que pudiéramos tener algo más en
el despecho cuando nuestros padres estaban a unos metros. La decisión de
irnos había sido suya, impulsivamente pero de igual fue la mía al querer
seguirlo.

No fue sorpresa para Emilio y mi madre, después de todo Daniel jamás había
disimulado al levantarse a la mesa y venir a buscarme. De igual modo una parte
de ellos parecía estar más tranquilos que nuestro conflicto se hubiera arreglado
ya que siendo honesta al estar peleados creábamos un ambiente incómodo
que los ponía en distintos lugares. Mi madre estaba pendiente de mi y Emilio de
su hijo, siempre iba a ser así y por eso mismo es que lo mejor para ellos era que
mantuviéramos la paz ya que la otro opción seria que jamás nos hubiéramos
involucrado, aunque para eso era demasiado tarde.

Me acomodé la ropa interior y saque la bata de mi bolso. Solo tuve unos


minutos para meter lo que pudiera para quedarme dormir con él. Le urgía venir
y no tenía idea de que había arrojado dentro la cartera por sus apuros.

Entré al baño ajustando el nudo de la bata. Me miré al espejo y abrí el grifo


dejando caer el agua tibia, me fije que todavía estaban aquí mis artículos de
higiene que dejaba de repuesto cuando me quedaba con Daniel. Ese hecho me
causó cierto alivio que no podría admitir en voz alta, a pesar del tiempo que
habíamos pasado separados se consideraba corto me pareció eterno y
doloroso, sus palabras siempre tuvieron efecto en mi tanto bueno como malo.
Y por eso es que había supuesto que no se, que se había desecho de mis cosas
y al darme cuenta que no era así me sentí tranquila como jamás lo había
estado.

Enjuague mi boca y cuando me enderece me quede rígida, totalmente pálida e


incapaz de hablar. Mi respiración se aceleró al punto que sentía que por más
que me intentara calmar no lo conseguiría. Inconscientemente mi mano bajo el
nudo de mi bata y la fui corriendo mostrando mi abdomen.

Lagrimas amenazaban con salir de mis ojos. Me eché hacia atrás mientras mi
mano cubría mi boca, las arcadas venían por si sola y sabia que solo era eso ya
que la necesidad estaba ahí pero no era lo suficientemente tonta como para
hacerlo aquí, teniendo a Daniel justo afuera, no iba a hacerlo porqué eso
amenazaba con acabar la estabilidad de mi vida y no podía dejar que eso
sucediera.

Solo tenía que calmarme, esto iba a pasar. Me di la vuelta para no volver a
observarme. Noté como mis piernas temblaban y me sostuve del cabello.

Solo tienes que respirar, Rachel. Solo tienes que suprimirlo.

Me toqué las mejillas sin ser capaz de explicar en qué momento había
comenzado a llorar.
Me sobresalte cuando unos toques fuertes se escucharon. Miré al instante la
puerta sintiéndome aún más nerviosa que antes.

- ¿Rachel? ¿Está todo bien?.

¿Cómo iba a controlarme?.

¿Cómo iba a disimularlo?.

Daniel no podía saberlo, no ahora cuando nuestra relación parecía volver a


estabilizarse. Él no debía saberlo porqué no lo condenaría a verme de ese modo
y mucho menos al dolor que conllevaba, suficientemente lo hice con mi madre
y mis mejores amigos como para ahora darle ese enorme peso.

-¿Rachel?- Insistió tocando cada vez más fuerte-. Responde o te juro que tiro la
puerta.

Su proyecto estaba por ser develado ante el mundo. Si lo decía se concentraría


más en mi que en su sueño, no debía darle tal distracción.

-¡Rachel!.

Y me alarme cuando sentí como su cuerpo chocaba con la puerta.

- Estoy bien- Alce la voz-. Estaba cepillándome los dientes.

- ¿Por qué pusiste seguro?- Su voz delataba que no me estaba creyendo nada.

- Me vino el periodo, Daniel. No quería que vieras el desastre que cause- Me


excuse apoyando mi frente en la pared.

- ¿Por eso estás actuando así?- Mi silencio lo tomó como una afirmación-. No
tienes que preocuparte por nada, princesa. Puedo llamar a alguien para que se
ocupe de eso ¿o prefieres a Charlotte?.

-No- Respondí al instante- Déjamelo a mi. Saldré en un segundo, todo esta bien-
No me respondió nada-. Te lo prometo.

-Esta bien, princesa. Te estaré esperando, avísame si necesitas algo.

Recién entonces fue que me permití calmarme, respirar con paciencia al


escuchar sus pasos alejándose.

No me volvían mirar el espejo.

Pero si empecé a sentir que estaba regresando, de verdad.

-Todo estará bien- Me dije sin saber si aquello sería cierto-. Todo. Estará. Bien.
Al salir del cuarto de baño Daniel estaba sentando en la cama con su
ordenador. Tenía levante el ceño fruncido, parecía concentrado y eso me
arrancó una sonrisa enorme. La escena era tan familiar, como si estuviera
realmente acostumbrada a que eso fuera diario.

Me miró inspeccionándome.

- ¿Todo en orden, amor?.

Me subí a la cama y me senté encima de él al mismo tiempo que le quitaba el


computador del regazo. Su mano fue hasta mis muslos tocándome mi piel con
sus dedos cálidos.

Me incliné a besarlo y antes de hacerlo le mentí;

- Todo está bien.

(...)

- No es necesario.

Como por quinta vez él me ignoró y se adentró conmigo al edificio tomando mi


mano con posesión. Su semblante duro no cambiaba en ningún momento,
parecía que no le importaba tener la mirada puesta de todos sus empleados
sobre nosotros. Por muy al contrario a mi me resultaba algo incomodo ya que
prácticamente y sin vueltas Daniel McGregor estaba anunciando que salía
conmigo, Rachel Mac Millán.

Antes teníamos cuidado de quién nos viera y de lo que la prensa pudiera captar
de nosotros. Nunca me escondió ni yo mucho menos a él pero si que era
verdad que preferimos mantenernos fuera del foco de todos... o eso era hasta
ahora.

En cuestión de horas Blanca Roberts, mi abuela y dueña del New York Times
me llamaría para interrogarle por las nuevas fotos que llegarían a su poder en
nada. Solo era cuestión de tiempo para que el mundo supiera que Daniel
McGregor tiene una mujer y esa soy yo.

Entramos al ascensor y vi como sonreía socarrón, le estaba divirtiendo ser el


centro de espectáculo y aún más haviendome pasar vergüenza por ello.

Le volqué los ojos fingiendo molestia y fue ahí cuando tiró de mi envolviendo mi
cintura con su brazo. Mi mano se apoyó en su pecho y lo miré con un
semblante duro, uno que era totalmente falso y él lo sabía a la perfección.

- Te dije que no era necesario.

-Para mi si era necesario mostrarle a todos quien es la única en mi vida, mi


mujer.
Mordí mi labio queriendo mantenerme fuerte. Desde hoy había empezado a
decirme así y no podían dimensionar el sentimiento de orgullo que se instalaba
en mi pecho cada vez que se refería a mi de ese modo. El adjetivo "novia"
sonaba muy poco a la par del nuevo.

- Causaremos revuelo. Daremos de qué hablar.

- Los McGregor siempre los hemos hecho.

- Daniel estoy hablando en...- Las palabras murieron en mi boca cuando sentí su
mano adentrarse por debajo de la falda de mi vestido. Sus dedos tocaban mi
zona íntima con total seguridad.

Sujete su brazo con fuerza cuando corrió mi ropa interior y su agarre en mi


cintura bajo hasta presionar mi trasero con rudeza. Nuestros cuerpos estaban
pegados tanto así que la erección me rozó.

- Daniel...¡Mm!- Jadee al sentir como introducía sus dedos dentro de mi.

Mis manos tomaron con fuerza su camisa y mi frente apoyo en su pecho. Tenía
las mejillas sonrojadas y estaba empezando a sudar.

No estaba bien hacerlo aquí pero no tenía juicio para detenerlo.

- Bueno princesa- Empezó diciendo con su voz ronca- Creo que tenemos un
problema.

- Daniel...- Susurré débilmente.

De pronto el sonido que anunciaba el último piso me sobresaltó y me obligó a


empujarlo muy a pesar de lo que mi cuerpo quería. Me sostuve recuperando el
aliento mientras que él salía pareciendo no afectado en lo absoluto.

Darinka me miró con sus cejas alzadas.

- Es un placer verla señorita Mac Millán.

Verla fue un choque de realidad y también lo fue cuando me di cuenta que no


había tocado su tema con Daniel , tampoco es como si mi mente la hubiera
recordado pues él hombre que tenía al lado supo como entretenerme. Pero por
otro lado me ponía feliz verla bien y saber que era inocente, era importante para
mi porqué para mi novio lo era, saber que su mejor amiga nunca lo ha
traicionado.

-Darinka- Le sonreí-. Es bueno verte.

Daniel me empujó bajando su mano por mi espalda guiándome directo a su


despacho.
- Que nadie me moleste, Señorita Jhons.

- Pero si la señorita P...-

Lo miré cuando ella estuvo por mencionarla.

- Le dije que nadie me moleste. Nadie- Le dejó en claro con violencia.

- Está bien, señor.

Entramos a la oficina y él le puso seguro a la puerta. Esté sitio me parecía tan


familiar que sin darme cuenta me encontraba sonriendo al recordar aquella vez
que había venido hasta aquí solo para que me enseñara algo de finanzas antes
de entrar a la universidad, lo cual fue una pérdida de tiempo porqué al final
terminé estudiando literatura inglesa.

Sus brazos me rodearon por atrás y dejó un beso en mi cuello.

- ¿Estás bien?- Me preguntó una vez más.

Sabia que todo ese interrogatorio se debía que temía que de alguna forma
explotara en el caso que me topará de frente con Blake Price. La verdad es que
si mi madre me ha enseñado algo es que la presencia de espectáculos así solo
se dan en personas que toleran ser rebajadas y yo no pertenecía a ese montón.
Prefería hablar con tranquilidad y causar un daño letal que ningún grito podría
compararse.

Aunque si era realmente honesta no quería verla, ni cruzar palabra porqué ella
tenía ese algo que me hacía sentir insegura de mi misma. No lo soportaba, no
soportaba que me pusiera en posición. Ella no tenía la culpa por fijarse en
Daniel, después de todo un hombre así es uno en un millón. Sin embargo lo que
si no le aguantaba era que aún sabiendo que tenía novia se había atrevido a
besarle, ignorándome totalmente y eso para mi era una falta de respeto a mi
relación.

- Depende.

- ¿Depende?- Me cuestionó-. Ya me has quitado el coche ¿Ahora que vas a


pedirme?.

Hacerlo ceder para que me entregara el Audi fue más fácil de lo que había
creído. Prácticamente me regaló las llaves sin mostrar importancia alguna, no
me sorprendió porqué tenia coches mejores del que me había dado y además
estaba el hecho que si así lo quería podría comprarse el mismo modelo sin
problema.

- Quiero una noche- Roce nuestro labios- Contigo.

- Eso no es problema. Solo tengo que...


Pegué mis labios a los suyos impidiendo que siguiera hablando. Sus manos se
enredaron en mi cabello y lo sentí suspirar en medio de nuestra necesidad. Me
separé estando a un palmo de su boca.

- No te equivoques, la noche la planeare yo. Es mi noche y yo tengo el poder de


ella.

Besé sus labios cortamente y me alejé.

- ¿Quieres el control?- Dijo pareciendo divertido con mis declaraciones.

-Siempre lo he tenido, que te haya hecho creer que tú lo tenías es otro tema
aparte.

-Eres cruel, princesa.

Me arrinconó en su escritorio. Me subí a el y Daniel se metió entre mis piernas.


Sus manos volvían a subir con descaro como lo hizo antes, era impresionante
que tan solo con rozarme con las yemas de sus dedos me podía rizar la piel
como ningún hombre sería capaz nunca.

Mis piernas atraparon su torso, le sonreí.

- ¿No te guste por eso?.

- Esa boca descarada que tienes es lo que me atrajo de ti- Su mano tomó la mía
bajándola hasta que llegue a tocar su palpitante erección-. El tiempo sigue
pasando y nadie más que tú logra empalmarme de esté modo.

-Todo un romántico, señor McGregor.

-¿Te parece?- Su aliento chocó en mi oreja. Sus caderas golpearon la mía


arrancándome un gemido-. Porqué lo que planeó hacerte no es nada
romántico.

Le quité la hebilla del pantalón haciéndolo tensar. Se bajó los pantalones


quedando totalmente desnudo de la cintura para abajo. Tiró de mi haciendo
que mi centro chocará con su virilidad.

- ¿Y qué vas a hacer?.

Su mano sujeto mi cabello con violencia y mi boca se abrió cuando se hundió


en mi de una estocada.

- Satisfacer a mi mujer.

(...)
Charlotte detuvo el auto frente al cementerio. La noté inquieta y no solo era el
hecho de que vería a Alisha después de mucho tiempo, algo me decía que
había estallado una bomba entre ella y Rufus.

Era cobarde y por eso no le había cogido ninguna de las llamadas que me hizo
Montaner. No quería darle la cara porqué no tendría que decirle, le oculte una
parte que podría bien haber sido importante en su vida y eso bastaba que me
sintiera culpable. Sin embargo a estar alturas él debería saber que por Charlotte
era capaz de quemarme viva sin importarme las consecuencias.

Nos quedamos dentro del vehículo, el silencio reinaba entre las dos. Vi como
jugaba con sus dedos y tragaba saliva, murmuraba una canción en voz baja
como si aquello podría distraerla de las ganas de querer romper en llanto.

-Charlotte...-

- No.

Apreté mis labios y asentí para que estuviera tranquila.

-No se lo he dicho- Confesé en voz alta-. No le he dicho a Daniel que hay un


hombre que está visitando a Alisha desde hace meses.

- ¿Por qué?.

Y respondí con honestidad;

-No lo se. Te juro que no lo se.

Todavía puedo recordar cuando le había relevado esté secreto a Rufus, su


expresión me había dejo saber que aquello no lo sorprendió del todo, es más,
era como si lo que le dije le hubiera abierto una puerta a algo que yo
desconocía. Me estaba ocultando algo y lo sabía, pero por más que daba vuelta
mi mente no podía encontrar el punto de conexión entre Alisha y Rufus.

No lo había pero aún así él parecía querer resolver todos los misterios de su
muerte que yo creía que estaban más que explicados.

Alisha, Alisha ¿Por qué hacerme esto?.

¿Por qué no dejar algo que me guiara? Que me ayudara a comprenderte.

Daniel debía saber esto y lo sabría. El tiempo me había jugado en contra y


nuestra ruptura también, por eso no había podido decirle y ayer fue su
cumpleaños no podía darle tal noticia cuando las cosas estaban marchando
bien. Esperaría, solo unos días más.

- ¿Estás asustada?- Fue su pregunta.


Y si quizás ese era el verdadero motivo por el cual no le había mencionado
nada. Si antes me hubiera encontrado en está situación hubiera jurado que aún
estando enfadados le hubiera contado, pero suponer lo que uno haría y hacerlo
tenían grandes pasos de diferencia.

- ¿Suena tonto?.

- No- Miró al frente-. Sería tonto que no lo estuvieras después de todo. Es lo que
tú haces.

- ¿Qué?.

- Cuidarte, Rachel. Inconscientemente siempre te has cuidado aunque eso te


pueda sonar imposible después de todo lo has pasado. Pero dime, ¿Que otro
motivo habría para no revelarlo?.

Y mi corazón lo supo.

- Tienes miedo que él ya lo sepa y no te lo haya dicho- Terminó.

Mi boca se abrió pero la volví a cerrar cuando vi como un auto n***o con vidrios
polarizados acompañado por dos camionetas se detuvieron un poco más
adelante de donde estábamos nosotras.

Unos hombres vestidos de n***o bajaron revisando el lugar, no era estúpida,


iban armados. Un segundo después vi como una figura masculina salía del auto
y maldije al no poder visualizar bien su rostro. Iba enfundado en un traje n***o y
odié que no tuviera ningún distintivo que hiciera que la búsqueda de su
identidad fue reconocible y más accesible.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo porqué muy pocos hombres tenían un cartel


de advertencia y él tenía el más grande todo.

Charlotte sacó su teléfono sacando fotos de las camionetas y de ellos.


Empezaba sentirme mareada y nerviosa.

Entraron al cementerio y unos minutos después fue que él encargado llegó


hasta donde lo esperaba. Tocó la ventanilla del auto y bajé el vidrio.

- ¿Ése es?- Le pregunté sin dar vueltas.

-Si, señorita Rachel.

¿Con quién mierda te metiste Alisha?.

.
Daniel McGregor
Rufus balanceo su vaso y asintió, como si se estuviera preparándome para
lidiar conmigo.

- No creo que sea buena idea seguir escarbando, Daniel. Esté tipo no es alguien
con el cual nos debamos meter.

- ¿Eso piensas?- Mis cejas se alzaron, cuestionándolo.

Montaner puso sobre la mesa el vaso con brusquedad haciendo que se volcara
un poco de su contenido. Su mirada me traspasaba, casi podía decir que me
aniquilaba. Me señaló.

- ¿Acaso no tienes algo que perder, Daniel? Más bien a alguien- El rostro de ella
me atormento-. Piensa muy bien qué es lo que quieres. Después de que tomes
una decisión no hay vueltas atrás y te puedes joder, la puedes joder a ella y aún
peor poneros a ambos en peligro.

- Rufus.

-No, no quiero que me des explicaciones que me importan una mierda. Todo
radica en ti, pero piénsalo bien- Bramo amargo, su voz destila enojó-. Si por
ponerte encima de todos logras que le toquen un solo cabello a Rachel te
odiaras, yo lo haré, y ella ten por seguro que lo hará.

Se levantó tomando la chaqueta de su traje. Estaba alterado y no podía


culparlo, la situación no era la mejor y yo no era alguien que fuera libre de
complejos. Era alguien muy difícil de manejar y sabía que eso mismo es lo que
le asustaba a Montaner.

- No seas un jodido egoísta, Daniel.

Mi espalda se apoyó en el respaldar del sofá. Fue entonces que vi algo en él


que me llamó la atención. La conclusión llegó a nanosegundos: Rufus sabía
algo.

- Dímelo- Moje mis labios nervioso-. Dime que es lo que has estando callando.

No hubo sorpresa en su rostro, es más, no mostró en ningún momento que mi


declaración lo afectó o desestabilizó. Sin embargo por mucho que quisiera
fingir en mi presencia sabía que dentro suyo había logrado ponerle los nervios
de punta y toda su atención fija en mi.

Su mirada era precavida, dudaba de hablar. Al final terminó por soltar un


suspiro, echó los hombros hacía atrás y levantó su barbilla.

- Ha estado visitando su tumba hace una meses.


Me enderece totalmente atorado por aquella información.

- ¿Estás seguro?.

- Lo estoy.

No podía creerlo. Después de tanto tiempo sin nada ahora teníamos todo.

-Podemos atraparlo, saber de él. Debe haber un patrón- Mis manos sudaban
mientras hablaba más rápido de lo normal-. ¿No lo entiendes? Lo tenemos.

-No te equivoques, Daniel- Exclamó seco-. No lo tenemos. Tú lo tendrás.

- ¿Que quieres decir con eso?.

- Ha sido Rachel quién lo descubrió y justo en estos momentos mi


guardaespaldas me dio aviso que está en el cementerio al mismo tiempo que
ese hombre- Su declaración me dejó frio-. Hice que la obligaran salir de ahí.
Quizás tú no lo entiendas, ése tipo es mejor mantenerlo lejos. No se que rollo
pudo tener con Alisha pero lo que si se es que si su obsesión por ella sigue
siendo tan fuerte como para ir a verla ¿Qué crees que hará si ve a Rachel?.

Eso me dejó mudo y con un millón de emociones.

Rufus tenía un punto. Rachel era envolvente, una arma de seducción que te
condenaba a penas pusiera sus ojos en ella. También era esa mujer frágil y tan
estúpidamente inocente de lo que logra su presencia que hacía desearla más.
Por eso y aún más es que él tenía un punto.

Si ella lo enfrentara presentándose como la prima de Samantha él pondría su


atención sobre Rachel. Yo lo había hecho bien me enfrento con descaro y solo
quería tener más. Cualquiera lo haría, hasta ese hombre.

- Cuida lo tuyo, Daniel. Aprende y avanza porqué si sigues con está mierda de
estar atado a tu pasado vas a perderla- Se detuvo antes de salir-. Se que te
mereces explicaciones, que te lo deben pero a veces no obtenemos todo lo que
queremos. Recuerda que la verdad siempre pesa y sale a relucir, solo dale
tiempo.

Su tono de voz me hacía entender que aquellas palabras que soltó venían de
una parte suya que estaba desconociendo. De hecho Rufus venía hace varios
días actuando extraño, como si pareciera un muerto en vida.

-Y Daniel.

Lo miré.

- Dile la verdad, de todo- Curvo una sonrisa en sus comisuras-. No dejes que los
destruya de nuevo porqué no quiero soportar otro año siendo un marica llorón.
- Vete a la mierda, Rufus.

- Créeme que ya estoy en ella- Dijo y se marchó.

El recuerdo de nuestra conversación me había perseguido todo el día. Me era


frustrante aguantar la necesidad de querer llamar a Rachel para saber más,
para decirle que era inconsciente por haberse determinado a ir solo para
cumplir sus sospecha. Sin embargo ¿Con qué cara lo haría? Si bien tomará el
teléfono tendría que admitir que no he sido él único quién ha callado
información.

Hace un año atrás no haber revelado mi pasado cuando ella me confió el suyo
terminó con nosotros. Si de un principio hubiera actuado diferente, tragado mi
orgullo seguramente la hubiese puesto por encima de mi, de cualquiera porqué
había una realidad y Rachel se merecía que estuviera con ella mientras soplaba
las velas en su cumpleaños.

Se que cause dolor con mi ausencia y que quizás abrí una inseguridad con ese
día que ella por ser tan buena jamás lo admitiría. No hacía falta que lo hiciera,
era una hombre suficientemente capaz para no engañarme.

Ella y yo hemos pasado por mucho. Desde siempre. Nuestro inicio no fue el
mejor y llegar hasta donde llegamos nos costó dos corazones rotos, lágrimas, y
dudas al respecto. Y cada que la veía me daba cuenta que todo había valido la
pena, porqué lo valió todo. No dejaría que el mismo error vuelva a cometerse,
que la historia se repita, si no he dejado que un beso patético con un idiota nos
terminará mucho menos dejaré que un recuerdo lo haga.

Tenía una decisión bien puesta.

Lo siento, de en verdad Samantha. Pero es hora de soltarte.

Y está vez para siempre.

Alcé el móvil cerrando los ojos. Me sostuve el puente de la nariz y fue al cuarto
tono que escuché su voz.

- ¿Que quieres?.

- Siempre es un encanto escucharte, Charlotte- Dije con soltura-. ¿Estás con


ella?.

- Si, claro- Sonreí ante el hecho de que empezara a disimular.

- Me agradas demasiado, pelirroja.

- Lo sé. Soy alguien tan especial.

- Necesito agregar un favor más a la lista.


- ¿Un evento? Claro mándame la información- Escuché la voz de Rachel sin
entender lo que decía-. Claro está que habrá beneficios.

Nadie podía contra ella. En verdad que no.

- Hecho.

Me había ahorrado la negociación sabiendo que de todo modos acabaría por


ganarme. Si descubrí algo del entorno de Rachel es que uno: Charlotte Cowell
es su alma gemela y dos: No hay quien no pueda manipular.

- Bien. Estamos en contacto.

La llamada se colgó y fue entonces que empecé a escribirle un mensaje


diciéndole específicamente que era lo que quería. No había sucedido todavía
pero tenía la garganta seca y de pronto sentía el estómago vacío, más bien
todo dentro de mí.

Su respuesta llegó al inmediato.

" Lo haré".

Un segundo mensaje entró.

"Pero quiero que me arregles un encuentro con Montaner. Espacio cerrado


donde no pueda huir y lo más importante: No digas con quién se va a reunir".

Y lo que le respondí fue bastante para mandar a la mierda ese lema que tenía
de no intervenir en la vida de los demás. Estaba por desatar la furia de Rufus
Montaner.

¿Cómo lo sabía?.

Charlotte debió de haberla jodido demasiado para qué él, estando muerto por
ella, no quería verla.

Darinka entró a mi despacho haciendo que dejara todo la situación atrás. Su


rostro se mostraba impasible como siempre. Todo en ella era perfecto y pulcro
como una profesional debía serlo.

- Señor, es hora.

Bien. Había esperado por mucho tiempo esto.

(...)

Me convencí que estaba bien.


Y era una mierda porqué no podía engañarme. Estaba cagado ante lo que podía
desencadenar hoy, ante la posibilidad de que las cosas se quebrantaran y esta
vez no hubiera forma alguna de arreglarlas.

Había entendido. Lo entendí y por eso mismo es que estaba plantado en esté
lugar al que siempre que trataba de venir me echaba para atrás porqué los
demonios me perseguían y la culpa me asfixiaba.

Las manos me sudaban en frío y movía mi piernas con nerviosismo. No sabia si


era peor la espera o que llegara de una buena vez.

Fue exactamente en ese momento que vi las luces del coche que se acercaba
alumbrándome directamente que mi corazón se detuvo, que el mundo se paró
por milésimas de segundos y que las ganas de querer tirar todo esté plan
desaparecieron. Era el momento y no tenía que retrasarlo más, ya había tenido
una advertencia y después de eso sabía que no quería tener un ultimátum
porqué ella no los daba, ella actuaba.

El coche se detuvo y Rachel emergió de el. Su mirada se clavó en mi


haciéndome saber que estaba desorientada por nuestro encuentro exabrupto
ya que en todo el día no le respondí ni a uno de sus mensajes.

Caminó hasta mi con incredulidad, solo basto un segundo para que reconociera
el lugar. Me observaba con precaución como si estuviera precaviendo que no
me fuera a romper. Eso me sonreír porqué aún sabiendo que lo que se venía era
fuerte estaba más preocupada por mi que por la situación en la que nos puse.

- ¿Hola?.

- Hola, princesa.

Sus cejas de alzaron un instante y luego las bajo. Trataba de buscar alguna
anormalidad en mis facciones.

- ¿Qué estamos haciendo aquí, Daniel?.

Tragué saliva y moví la cabeza a un lado. La entrada lograba que me pusiera


tenso y múltiples escenas de esa noche me abordaran cruelmente.

Me fijé una vez más en la mujer que tenía adelante y fue suficiente
confirmación.

La tomé de la mano y la empecé a guiar dentro del cementerio en donde


Samantha descansaba.

Me gustaría decir que el camino fue largo, que tuve tiempo de calmarme
aunque sea un poco. Sin embargo la realidad era otra, no habíamos tardado
casi nada al llegar y mientras ninguno rompió el silencio.
Nunca fui capaz de entrar pero sabía muy bien en donde su tumba estaba, lo he
sabido siempre.

Tuve que parpadear más de una vez cuando vi su nombre tallada en esa piedra.
El mismo sentimiento de dolor golpeó mi pecho, era la tercera vez que sentía
este sentimiento así; El primero fue cuando descubrí que murió, el segundo
cuando tuve que esconderme para asistir a su funeral, y el tercero era justo
ahora.

No Siempre podía huir de la verdad, mucho menos seguir bloqueándolo,


pretender que realmente el accidente nunca sucedió y que tan solo ella se
perdió del mapa. Hubiera preferido cualquier cosa antes que tuviera esté final.
Siempre va a pesarme saber que nuestra última conversación fue una
discusión, que esa noche salió azotando la puerta de su casa y se subió a mi
coche tratando de aguantar las lágrimas que se afloraban en sus ojos.

Sabía que tenía varios problemas, que su familia se estaba rompiendo y ella
tenía que ser la que mostrara fuerza aunque realmente no la tuviera.

Samantha me había enseñado a valorar a quién tenía a mi lado. Aún puedo


recordar como lograba cabrear a Roger, eso lograba arrancarme una sonrisa
divertida.

La podía ver bailando en medio de las luces de colores con algunos de sus
cabellos mojados por el sudar. Si había algo que le gustara más que a nada era
bailar.

Podía ver ese brillo de adrenalina cuando se subía a su moto y me retaba a un


carrera, la cual siempre dejaba que me ganara o tal vez me decía aquello para
no dañar mi ego.

Recuerdo que un día había discutido muy fuerte con Emilio y ella se coló en mi
casa con ayuda de Alaric. Verla fue un golpe de alegría y risas, pues al minuto
de entrar levantó una botella de alcohol de un vino que parecía ser caro.

Sus palabras fueron: " Se la robé a mamá así que espero que lo hagas valer".

Samantha había marcado mi vida en los mejores sentidos. Me confió cada


parte suya y me quemaba por dentro no haberla sabido cuidar como se lo
merecía.

Sencillamente no habían palabras para describirlas porqué mencionar tan solo


una cualidad sería hacer de menos las cientos que tiene. Ella era luz y fue muy
tonto de mi parte no darme cuenta cuando empezaba a apagarse.

Si, Samantha me dio mucho y la quise demasiado. Sin embargo siempre me


pregunté ¿Por qué jamás llegue a amarla? Era algo que podía ser ilógico,
después de todo hizo que mis momentos tristes tuvieran un rayo de felicidad.
¿Por qué con ella no y con Rachel si?.

Es algo para lo cual jamás tendré una respuesta válida. Podría decir alguna
pero la verdad es que a está altura sabía que era algo que sencillamente no
sabría como explicarlo.

Apreté la mano de mi novia con fuerza.

- Me gustaría decirte que saber que mi coche fue alterado la noche del
accidente cambió algo en mi, pero te estaría mintiendo. Sigo culpándome
porqué todavía tengo esa imagen de mi acelerando a fondo ignorando sus
gritos que me decían que eso no era una buena idea- Tragué saliva y sentí
como mi mandíbula se tensaba-. Si te confieso algo después de observar como
era enterrada desde las sombras escondiéndome por vergüenza y culpa, jamás
volví. Nunca tuve el coraje y sigo sin tenerlo.

Ella me sonrió con debilidad.

-Lo hago por ti.

Aquello la confundió y lo supe por la forma en que sus labios se torcieron.

-No quiero que su recuerdo me vuelva en el hombre que te perdió y que te


lastimó. No quiero volver a ser ése, Rachel. Ya no más.

》 No es justo para ti y mucho menos para ella porqué jamás me ha dado nada
malo sino lo mejor. No es justo que me vuelva la peor versión de mi y la ponga
por delante sin pensar en el daño que puedo causar, que puedo causarme.

La quería y la quiero. Es mi mejor amigo y se dentro mío que no me culparía


jamás si tuviera la oportunidad de decirlo. Samantha no era así, era mejor que
todos y conocerla jamás será un error para mí. Se clavó en lo más fondo de mi
pecho y nunca seré capaz de borrarla, pero no quiero seguir atándola porqué
no pueda superar la culpa por su muerte. No lo merece.

Selle mis labios unos breves segundos buscando la suficiente valentía para
continuar, para decir lo que antes me convencí que no le dije por miedo a
lastimarla.

-Te mentí, Rachel. Te oculte una parte de Samantha que no sabes y tontamente
quise resguardarme que no te lo decía por tu bien- Aparté la mirada a pesar
que ella la mantenía fija en si-.

Durante nuestra relación, casi al final ella estuvo engañándome con alguien que
no le convenía, un chico con una vida bastante jodida. Era hijo de un mafioso
y... Yo vi las fotos de ambos y jamás la vi sonreírme de ese modo y mostrarse
tan en paz. Se veía feliz pero él no es bueno, Rachel. Su fama lo precede y es
peligroso.
Tuve que tomar todo mi autocontrol cuando vi como sus dedo soltaban los
míos. El frío llegó como una daga hiriéndome.

- Se que quieres saber más de él y puedo entenderte porqué yo también quiero


hacerlo. Entender qué significa y saber si a fin de cuentas lo que creía mío
realmente es suyo- Miré al cielo nocturno, los ojos me ardían-. No puedo
arriesgarte y tú no vas a hacerlo, así decidas mandarme a la mierda justo ahora
ten por seguro que no te pondré en peligro por resolver otro misterio de
Samantha. Es hora que también la dejes ir en paz porqué te aseguro que cada
cosa que hizo, lo hizo porqué le hacían bien, feliz. La conozco y no hay nada ni
nadie que la obligara a hacer algo que ella no quisiera. Aunque me cueste
decirlo en voz alto.. Creo que lo amaba y también creo que si hay cosas que en
vida no ha querido decir es porqué tiene sus motivos.

Me acerqué y la tomé por las mejillas. Sus ojos estaban empañados de


lágrimas y eso era suficiente para sentirme la peor escoria del mundo. Le
acaricié sus pómulos y pegué mi frente a la suya.

- No te he mentido cuando dije que Samantha se metió en lo más profundo de


mi pecho. Pero tú eres mi corazón, cada porción de él y por eso es que no
volveré a ponerla por encima de ti, jamás.

Rachel me miraba con intensidad, sus dientes aprisionaban su labio inferior en


un vago intento de no dejar salir el llanto.

Tenía miedo de lo que pueda decirme, de que lo haya dicho tarde. No iba a
culparla si me dejaba, no había motivos porqué si bien se dice que de los
errores se aprenden, yo sabía que estaba cometiendo uno al callar y aún así lo
hice.

Estaba en su derecho de dejarme. Sin embargo rezaba para que no lo hiciera.

Fue de un instante a otro que sus brazos me abrazaron por la cintura y hundió
el rostro en mi pecho soltándose a llorar mostrándome lo mucho que le dolía.
Mis manos le tocaban el cabello con delicadeza y la mantenía pegada a mi en
un agarre fuerte para que supiera que no iba de dejarla caer.

Y si bien todo esto empezó conmigo, al final terminó con ella.

- He vuelto a hacerlo- Sollozó-. Y desde entonces no puedo reprimir el impulso


de vomitar, la comida me vuelve a parecer desagradable y no se lidiar con esto.
No quiero tener una recaída, no cuando me he esforzado mucho en
mantenerme en pie. ¡No es justo!.

Mis manos temblaban y aunque quisiera romperme y hacer ver que estaba más
que preocupado, muerto en miedo, mantuve la compostura. Si aprendí algo es a
estar, a no temer, y a avanzar.
- Rachel.

No quiso mirarme. Tomé su mentón y la obligué a hacerlo.

- Todo estará bien.

Su labio temblaba.

- La vez pasada no lo hicimos del todo bien, ignoramos el hecho que nos
necesitamos. Esto hacen las parejas; Se apoyan. Lo haremos juntos.

- ¿Juntos?.

- Si, juntos.

Rachel Mac Millán


Respiré hondo.

Dos semanas desde que varias verdades fueron reveladas entre los dos, dos
semanas desde que había aceptado todos los indicios que indicaban una
recaída.

El enojó estaba ahí, no iba a mentir al decir que ya no lo sentía. Sin embargo el
alivio era más grande, porqué algo en mi pecho me decía que iba por el camino
correcto. Y si veía por el lado bueno, prefería sentir estás emociones a las que
había sentido el día que volví a inducirme el vomito.

Una de las partes más difícil no solo era reconocer que el problema había
vuelto, sino que también tener que dar la cara y romper las ilusiones de las
personas que están feliz por tu recuperación.

No quería ver como mamá volvía a preocuparse y como Charlotte me sonreí


falsamente para inventar una excusa y luego marcharse queriendo evitar que la
viera llorar. De las dos ella siempre ha sido la más fuerte, y por mucho tiempo
me he culpado que se haya acostumbrado a que las cosas sean así; A que
sintiera la necesidad de que tiene que ser fuerte, ya que mostrarse débil no era
una opción.

Charlotte ha estado callando mucho y se que no quiere hablarlo, se que Rufus


ha sabido algo y que las cosas se complicaron bastante. También se que Kolt
está involucrado ya que Daniel ha comentado que hace varios no se presenta a
trabajar, y eso lo tiene estresado más de lo que ya está.

Daniel era un tema complejo. Él estaba tranquilo, o bueno así se mostraba,


porqué mas de una tuve que fingir que no lo escuchaba levantarse a las cuatro
de la mañana para deambular por el departamento. De igual modo ignoré las
llamadas a escondidas que tenía con mis doctores, y como una vez encontré
en su ordenador múltiples sitios que daban información de la anorexia.
Supongo que hay cosas que por más que él quiera aparentar que las entienda,
no lo termina de hacer.

Estos últimos días he estado irritable y con un mal humor que estoy haciéndole
pagar a Daniel. Hasta esté punto no podía entender como todavía no se ha
marchado y lavado por completo las manos, porqué él tenía esa opción de
marcharse y estar con alguien que no acarreará tanto problemas. Algo más
fácil y llevadero.

No iba a decirle tal cosa porqué seguro me mataría. Solo que todavía tengo
miedo que al ver está versión de mi misma terminará por darse cuenta que yo
no soy lo que necesita en su vida. Y estoy más que segura que no podría
soportar eso.

La diferencia del año pasado con el de ahora es que antes por más que me lo
negará sabía que independientemente de todo, encontraríamos el modo de
volver el uno al otro. En cambio, si terminábamos ahora, juntos en esté
momento se que no podría volver con él.

No se si era por el enojo, la frustración y la decepción de saber que había


recaído que me parecía que lo necesitaba demasiado, incluso más que antes.
Él podría irse pero yo no lo quería, lo necesitaba a mi lado, realmente lo hacía.

Sentí un beso en mi hombro y supe que era tarde para cerrar mis ojos y
aparentar que seguía dormida.

- Buenos días, Princesa- Apreté mis labios algo cansada, hace días no dormía
bien-. Es hora que te levantes, hoy tenemos un día muy ocupado.

-¿Tenemos?- Le cuestioné frunciendo el ceño-. ¿Piensas acompañarme todo el


dia?.

- Por supuesto.

- Pero Daniel,- Me enderece sobre la cama-, ¿Quién va a supervisar los


preparativos para la inauguración?. No puedes echar a un lado todo por lo que
has trabajado solo por mi.

- Renunciaría a millones de cosas por ti.

- Daniel...- Me sujete la cabeza al sentir una punzada fuerte.

- No quiero que te preocupes por nada que no sea por ti misma, bien- Sus
manos acunaron mi rostro-. Y no estoy descuidando el proyecto, prácticamente
está casi terminado y créeme que ha quién dejó a cargo de los preparativos de
la gala tiene mucho más sentido de la noción que yo.

Eso me dejó pensando unos segundos hasta una sonrisa empezó a crecer en
mis labios.

- ¿Charlotte?.

- ¿Quién más sino? Es la mejor para esté tipo de cosas por lo que no tengo que
preocuparme.

Mi estómago se hizo un nudo pero no como algo malo, sino que escuchar de
manera indirecta decir que ha dejado de lado sus cosas para estar a mi lado
me ha dejado aún más claro que no me equivoque ni un segundo en
enamorarme de él.

- Gracias- Me senté en su regazo y hundí mi nariz en la curva de su cuello-. Por


todo.

- Puedes rescompensarme con sexo matutino.

Me reí entre su cuello y le di un golpe un en brazo. Me miró con la diversión


brillando en sus ojos y me dejó un beso corto en los labios. Había sumamente
rápido que no lo pude disfrutar como en verdad me hubiese gustado.

- Lo hicimos anoche, por Dios.

- Ya pasaron dieciséis horas desde entonces- Sus manos apretaron mi trasero-.


Y que vayas solo en bragas no me ayuda en lo absoluto.

- Podríamos hacerlo- Recorrí con suavidad su espalda desnuda-. Podemos


quedarnos aquí todo el día.

Daniel sonrió y sacudió su cabeza, su ceja se había levantado y supe al instante


que sobornarlo con sexo no iba a impedir que asistiera a la cita con la
psicóloga.

- Ten por seguro que tendremos sexo- Mascullo-. Pero una vez que regresemos
de tu cita.

- ¿En necesario que vayas conmigo?.

No entendía por qué me avergonzaba que él me esperara mientras la charla


con la psicóloga concluía. Supongo que una parte de mi no quería que pensara
que era una adolecente que no era capaz de manejar sus propios conflictos,
aunque de hecho había mucha verdad.

- No es necesario. Sin embargo para tú mala fortuna tienes un novio que


últimamente quiere estar todo el tiempo sobre ti.
- Que desgracia la mía- Murmuré al tiempo que me levantaba de su regazo y me
marchaba a la ducha. Ya había asumido que perdí ante él.

- Si me sonríes a lo mejor te doy algo.

Eso detuvo mis pasos y voltee a verlo.

- ¿Que cosa?.

- No se... ¿Las llaves del Buggati es suficiente para ti?.

Mi boca se abrió estúpidamente sin poder creer que aquellas palabras habían
salido de su boca. Hasta por un segundo me cuestioné si había sido mi
imaginación pero efectivamente no era así.

¿En serio iba a darme las llaves de semejante coche solo por poner buena cara
y asistir sin peros a la cita con la doctora?.

- Es broma.

- No lo es.

- Daniel, no juegues conmigo.

Él me sonrió con arrogancia y se levantó dejándome ver su cuerpo marcado


acompañado por sus músculos firmes y proporciones perfectas. Tomó su
móvil y me observo por encima de su hombro.

- Alaric, prepara el Bugatti. Bajaremos en veinte segundos- Colgó la llamada.

Madre mía, era cierto.

- Y bien, princesa ¿Tenemos un trato?.

- ¿Me darás las llaves?.

- Es todo tuyo.

-Bien, me has convencido. Tenemos un trato.

-Eso quería oír. Ahora vámonos.

Hundí mi entrecejo al ver como pasaba por mi lado despreocupado.

- ¿A dónde?.

- A tener sexo en la ducha.

(...)
Le respondí el ultimo mensaje a Charlotte y a Junior. Extrañamente estaban
tranquilos y no alterados revoloteando a mi alrededor controlando si aún
respiró. Gran parte de está tranquilidad se la debía a Daniel. Mis amigos
confían lo suficiente en él para saber que no va a descuidarme.

Hace quince minutos que había salido de mi sesión y unos diez desde que
llegamos a la empresa de los McGregor para que Daniel pudiera firmas unas
cosas y llevarse el último borrador del proyecto para ya pasarlo en limpio.

Darinka, como siempre me había sonreído al llegar, aunque de solo ver el


temblor en sus comisuras me di cuenta que algo no estaba del todo bien. Y no
me fue difícil hacer la suma de los daños.

Blake Price estaba aquí.

Y todos en esté edificio habían visto el artículo en donde los medios


aseguraban su relación con Daniel, solo por el estúpido beso que le había dado.

El ambiente estaba tenso desde que hace dos días Daniel dio una conferencia
de prensa en donde dejaba en claro que aquella foto había sido un
malentendido, desmintiendo al instante un romance entre Blake y él.

Pero las cosas no habían acabado ahí, pues una vez aclaró que la relación que
mantiene con la heredera de los Price solo era laboral, sacó a la luz que todo
esté tiempo ha estado en una relación formal. Conmigo. Con nombre y todo.

Así que si, la bomba y el caos había explotado.

Cada revista tenía nuestro rostro y también estaba al tanto del acoso que
estaba sufriendo nuestros padres por parte de los reportes que acampan fuera
de la mansión esperando que alguno hiciera una declaración, cosa que
obviamente no pasaría.

Y por más revuelo que se haya armado debía admitir que se sentía bien que
todo el mundo ya estuviera al tanto que su novia era yo. La única.

- Tarde veinte minutos en algo, princesa- Me dijo con su rostro contraído,


estaba enfadado de que tuviera que dejarme sola-. Llámame cualquier cosa,
Darinka está a tu servicios. Te prometo que solo tardaré un rato.

- Hey- Lo detuve riendo-. Estaré bien.

-¿Segura?.

- Si, Daniel- Me encogí de hombros-. Aparte será divertido poder tener tiempo a
solas en tu oficina, a lo mejor te robó unos millones.

- ¿No te basta con robarme mis coches?.


- No es mi culpa que tengas mejores coches que yo.

- Pueden ser tuyos- Dijo de pronto, un poco serio.

- ¿A si?- Mordí mi labio, insegura-. ¿Y qué tendría que hacer para tenerlos?.

- Cambiarte el apellido.

- ¿Qué?.

- Rachel McGregor ¿No suena bien?.

Me quedé helada ante las palabra que había soltado con total desinterés, como
si hubiera querido restarle la importancia al asunto cuando claramente algo así
no puede ser minimizado.

Me había quedado sin palabras y sabía que tenía hablar, pues así su mirada me
lo exigía. Parecía ansioso y desesperado, mientras que a mi me empezaba a
dar vuelta el mundo.

El corazón me iba a mil por hora, el pulso no había forma que lo pudiera
controlar. Un largo cosquilleo me atacó el estómago y no supe que hacer, que
decir.

- ¿Cuando terminé la universidad dices?.

- O en esté mismo instante.

- Daniel... yo- No pude continuar.

- Piénsalo, princesa. No te estoy imponiendo nada porqué de todos modos ya


eres mi mujer. Pero ¿Que diferencia hay del ahora a unos años?, Cuando se que
quiero pasar el resto de mi vida sabiendo que eres mi esposa.

Me sonrió antes de marcharse, simulando muy bien el temblor de sus manos.

Solté el aire que sin darme cuenta estuve reteniendo y me dejé caer sobre su
silla giratoria. Me toque el pecho queriendo calmar el frenesí que tenia dentro.

¿Casarme a los veinte años, casi veintiuno?.

¿Era lo que quería?.

Mamá enloquecería, seguro lloraría. Charlotte me haría una recepción de en


sueño y Junior me haría un retrato para conmemorar lo que una foto a veces no
puede hacerlo. La abuela lo haría primicia en todas las revistas posible.
Una vida con Daniel. Siempre supe que la tendría a su lado pero no contaba con
que quisiera hacerla formal tan pronto. Ni siquiera había cruzado esa
posibilidad después de todo lo que hemos estado pasando en estos días.

La pantalla de móvil se encendió y trague saliva al ver su mensaje.

"Revisa el cajón. Tú decides".

Llevé mis manos temblando al único cajón abierto de su escritorio, el de arriba.


De pronto era como si no existiera nada a mi alrededor y por más que me
imaginaba lo que estaba ahí adentro, no quitaba el hecho que al verlo no
provocara un mar de emociones.

Me obligue a respirar, a calmarme y conté hasta diez antes de abrirlo.

Mis ojos pararon al segundo en el brillo de la piedra del anillo que dejaba en
claro que Daniel no había estado bromeando en ningún momento.

¿En qué momento lo había comprado?.

¿Hace cuánto lo tenía?.

Lo sujete como si fuera a romperse admirando lo hermoso que era. Había visto
anillos de compromiso pero jamás como esté, ninguno podría compararse a su
lado. Era sencillamente perfecto, cada porción de el lo era.

Todo esto parecía un sueño.

Fue entonces cuando me sobresalte cuando alguien abrió la puerta del


despacho. La reconocí al instante y un sabor amargado cruzó por mi boca. En
estos momentos no estaba segura de varias cosas, pero el querer verla
definitivamente no formaba parte de una de ellas.

Ya había hablado con Daniel. Se como se dieron las cosas y por eso mismo no
tenía cabeza para aguantar lo que quiera decirme. No quería y menos ahora
cuando estaba teniendo un jodido momento decisivo.

Los ojos de Blake cayeron en el anillo que mis manos sujetaban y al darme
cuenta lo escondí.

-¿Que se te ofrece?.

- Solo quería consultarle algo a Daniel.

- Está en un reunión o algo asi- Volteé la silla para distraerme con la hermosa
vista que me proporcionaba el gran ventanal.

No debía dejarme llevar por impulsos.


- Bien- Escuché como titubeaba-. Volveré después.

Cerré mis ojos queriendo aguantar las punzadas dolorosas que sentía en mi
cabeza. Por muy extraño que sonara me dolía verla porqué ella era algo en lo
que siempre quise convertirme cuando era una niña.

Quería ser exitosa, una empresaria respetada. ¿Pero quién iba a tomarme en
serio con el pasado que arrastraba?.

En gran parte pude haber quedado bien parada cuando se supo lo que Gerardo
Dubasso me hizo. Aunque eso no quitaba que había otro parte en la cual no era
así, en las que muchos cuestionaban aún estando pruebas irrefutables.

El miedo de muchos estaba ahí porqué yo, una cria de veinte años había
acabado con el imperio enorme de uno de los hombres que se consideraban
más importante en Estados Unidos.

Y la verdad es que yo solo había sido portadora de voz. Vanessa me dio las
pruebas, Emilio movió sus contactos, Charlotte lo hundió en redes y Daniel en
los negocios.

Blake, por muy mal que me cayera ahora, era algo que yo quise ser y sabía que
no podría serlo porqué siempre sería señalada.

Y eso... Estaba bien.

Lo estaba.

Solo hacía falta que todo de mi terminará por creérselo y tenía más que
presente que estaba en camino de lograrlo. Por mucho que me costara y por
mucho que mis planes se hayan trucado, iba a tener un camino mejor de lo que
había planeado en primer momento.

No se cuanto tiempo pasó desde que el asunto de Blake dejó de ocupar mi


mente y toda mi concentración volvió solo al anillo que sujetaba.

Quería llorar, reír, y correr. Estaba temblando y no comprendía como cuando


podía responder una preguntaba, de ella ahora salían miles de incógnitas que
parecían no dejar en claro nada.

Darinka había entrado más de una vez a ver si se me ofrecía algo y todas esas
veces le aseguré que no. Lo más seguro que ya le hubiera reportado a Daniel
que hace un largo tiempo que solo me mantenía con la vista fija en Manhattan.

Esté era mi hogar.

Siempre he pertenecido aquí por mucho que siempre huía de él. Aunque fuera
millones de veces, terminaba volviendo al final porqué sabía que aquí era donde
pertenecía. Y eso me gustaba.
Mi padre estaba aquí.

Vanessa estaba aquí.

Alisha estaba aquí.

Y Daniel, él estaba aquí.

Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando la mayor incógnita parecía no ser tan
complicado como me había parecido en primer momento. Me empecé a reír y
seguramente quién me mirará podría pensar que estaba loca.

Me sequé las lágrimas y me levanté, al mismo tiempo que la puerta de la


oficina era abierta por Daniel.

Al verme se detuvo y su semblante cambió a uno preocupado por notar la


irritación de mis ojos y lo roja que mi nariz estaba. Todavía tenía rastro de
lágrimas en mis mejillas.

No se atrevió a decir nada cuando vio que el anillo que estaba en mis manos
ahora estaba en el dedo que lo cambiaba todo.

-No tengo idea como vamos a explicárselo a nuestros padres, ni como


reaccionará Charlotte al saber que no volveré a Inglaterra.

Parpadeo, sorprendido.

- ¿Es un si?- Los ojos le brillaban.

- Es un si.

Me alcanzo y me alzo haciendo reír. Estaba eufórico y no podía contenerse la


sonrisa. No se lo creía y yo mucho menos, pero se sentía correcto, bien.

Agarró mi cabeza y me besó por toda la cara causándome una gran alegría el
pecho. Las lágrimas saltaron de mis ojos, hace un año todo parecía perdido y
ahora, ahora aquel desastre tenía sentido.

- ¿Vas a ser mi esposa?.

- Algo loco, no.

- Joder, te juro que eres lo mejor que me has pasado en la vida.

Pegó nuestras frentes y su mano bajo hasta la mía solo para tocar el anillo que
ahora era parte de mi.

- Repíteme de nuevo lo de que serás mi esposa.


- Seré tú esposa- Mi comisura se alzó-. Me has convencido con el "Rachel
McGregor". En verdad suena bien.

- Vas a matarme, princesa.

- Exageras- Enrede mis manos en su cuello.

- A mi nadie me ha hecho feliz como lo haces tú. Eres todo lo que quiero y no
me he equivocado al decir que eres la mujer de mi vida.

- Te quiero, Daniel.

- Y yo a ti, princesa. Más de lo que crees.

Daniel McGregor
Rufus se había quedado endurecido, el vaso de whisky no ha llegado a tocar
sus labios. Me miraba desconcertante y realmente lo entendía, era una locura.
Una jodida locura.

- Pero...- Me examinó-. No tienes cara de estar bromeando.

- Porqué no lo hago. Voy a casarme.

-Mierda, Daniel- Dejó el vaso sobre la encimera-. ¿En qué momentos has
comprado un jodido anillo de compromiso?.

- No quieres ir por ahí.

- ¿Es oficial?- Quiso cerciorarse.

- Ella me ha dicho que sí, así que supongo que eso lo hace oficial, Rufus.

- Sus padres...

Lo detuve:- No lo saben todavía.


- Tú en verdad si que tomaste en serio lo de no dejarla ir se nuevo.

Le sonreí. Podía ser un capullo cuando lo quería pero realmente disfrutaba que
estos días estuviera más animado que antes. Aunque todavía había un brillo
ensombrecido en su mirada que me dejaba saber que las cosas no estaban tan
bien como él lo muestra.

Empezó a reír con soltura pero la diversión estaba mezclada con cierto pesar y
tristeza.

- Tú, que la conoces hace un año y medio decidiste casarte con ella- Se
carcajeo- Y yo, que la conozco de más tiempo no he tenido los huevos de
ponerle un anillo. ¿No te parece irónico eso?.

Dejé de lado mi situación y bajé la botella de alcohol, no necesitaba más. Me


concentré en el hombre que estaba frente mío, quién a pesar de varias cosas
que me ha contando, no lo había visto tan afectado como ahora.

Sacudió su cabeza, forzó una sonrisa.

-¿Está todo bien, Rufus?.

- Lo estará- Tomó su abrigo y palmeo mi hombro-. Espero una buena invitación,


que sea digna de mi presencia, como lo son mis tarjetas de presentación.

- No creo igualar eso- Me burle.

- Yo tampoco creo que puedas hacerlo.

Me dijo antes de marcharse. Sacudí la cabeza, él estaba realmente mal y que


guardara un silencio interminable solo hacía que me preocupara más por él.

Agarré el vaso de whisky y me preparé para lo que me traería el encuentro que


tendría en una hora. Lo fácil ya había sido ejecutado, no obstante todavía había
más gente que debían enterarse que estaba por cometer la locura más grande
mi vida, y que por sobre todo no me arrepentía ni un momento.

Me solté el nudo de la corbata. A pesar de estar tan estresado sabía que al final
cada cosa lo valdría, haría el mejor éxito de mi carrera y lo mejor es que mi
mujer estaría a mi lado.

Antes que Rachel fuera mi esposa había demasiadas cosas que hacer, que
hablar. Pues lo que menos me apetecía es que dudara de su decisión cuando
ya había obtenido el "Si".

Y si era muy honesta estaba seguro que al final ese anillo volvería a guardarse
en un cajón por muchos años, hasta que ella quisiera tomarlo. Al entrar y verla
con lágrimas en los ojos sentí un gran dolor, un vacío en el estómago y me
cuestionaba si había hecho bien, en ese momento creí que la presione y me
estaba odiando. Sin embargo cuando ella soltó esa indirecta afirmativa no
podía creerlo, ni aún en estos instantes terminaba de convencerme que estaba
siendo un bastardo con suerte.

Darinka, ella fue la primera en saberlo. Podía considerarme un completo inútil


en lo que respecta de regalos, siempre de cada gran hazaña estaba ella. Tenía
bien claro que si se fuera aunque sea por una semana, estaría perdido.

Recordaba su expresión, como su boca se abrió y se empezó a reír en mi cara


creyendo que estaba gastándole una broma. A los segundo entendió que
hablaba muy en serio, tanto así que debo admitir que ni siquiera con contratos
multimillonarios la había presionado tanto como para encontrar el anillo
perfecto para Rachel.

No quería una baratija, quería un anillo que le hiciera honor a lo que es, que
cuando lo vieran en su dedo supieran que no la esposa de cualquiera, sino la de
Daniel McGregor.

Hice sonar mi cuello y me senté a esperar. El aviso ya lo di, Darinka tenía las
instrucciones y no quería cabos sueltos.

Si tenía que ser egoísta para obtener la felicidad de Rachel, lo sería. Sin dudas.

No tocó al entrar y tampoco esperaba que lo hiciera. Que haya desarrollado un


tipo rencor hacía mi era lo que menos me importaba en estos momentos, las
cartas tenían que ser puestas sobre la mesa y yo tenía bien definido lo que
quería en mi vida. No iba arruinarlo y a la larga sería un problema del cual no
quiero tener presente.

Sus ojos cayeron sobre mí y podía ver como se ponía a la defensiva.

- Pensé que no cruzaríamos palabras.

-Te equivocaste, Blake.

- Oh, ahora soy Blake- Río despectivamente-. ¿Donde ha quedado lo de señorita


Price?.

- No estoy de humor. Siéntate.

Agradecí cuando cumplió mi orden.

- El lanzamiento será dentro de cinco días, Charlotte Cowell se está encargando


de todo. La invitación llegará entro hoy o mañana- Le extendí los papeles que
había preparado-. Una vez el proyecto esté finalizado solo trataras con Kolt.
Será el cabecilla de la alianza de nuestros apellidos hasta que cubramos lo que
hicimos perder y más. Después del tiempo estipulado en los contratos firmados
los notificaremos si habrá una renovación.
Sus manos tomaron las hojas con exabrupto. Recorría cada línea pero no había
falla alguna, Brestop jamás se equivocaba. Era un tiburón en esté mundo y por
eso es que me representaba, un McGregor siempre tiene lo mejor.

Blake me miró, torció sus labios pero al final volvió a sonreír con cierta
diversión que hacía dolerme la cabeza.

-¿Acaso estás echandome?.

- No hay nada que te retenga aquí.

- ¿No?- Sabía que esa pregunta era para mí con una clara intención.

- No.

- ¿Crees que causare conflicto entre su relación? Por favor, Daniel. No creí que
fuera así se insegura.

La vena del cuello me pálpito, aún así mantuve la compostura. No estaba en un


parque de niños como para hacer escenas, ni mucho menos era un adolecente
para aguantar las estupideces de pubertos. Siempre he ido de frente y no sería
la excepción está vez.

- Por tú bien no te refieras a ella de ese modo- Apreté la mandíbula.

- Oh bueno, perdón por ofender a tu novia- La ironía de su voz me puso peor.

- Prometida.

-¿Qué?.

Alcé mis cejas sin mostrar nada más que un rostro neutro.

- No es mi novia, es mi prometida. Voy a casarme y porqué tengo bien claro que


quiero que aquello ocurra, no quiero que nada lo arruine. Y tú ya lo has hecho al
besarme sin motivo alguno.

-No estás siendo profesional- Soltó con cólera.

- No vayas por ese camino, sabes que vas a perder porqué has sido tú quién ha
visto cosas donde no las había- Empecé a levantar la voz sin darme cuenta-. No
te equivoques conmigo, no soy alguien que da muchas vueltas en un tema. Las
cosas son así; Voy a casarme y no te quiero aquí porqué has roto mi confianza-
Apoyé las manos sobre el escritorio-. No se donde has sacado ese sentimiento
que tienes por mi, porqué lo tienes y no intentes negarlo. Sin embargo no puedo
corresponderte y te estoy ahorrando el dolor de ver a mi mujer andando por
aquí. No le voy a prohibir nada y mucho menos me fijare en el resto cuando la
tengo a ella. Así que por muy crudo que sea, vete, solo vas a lastimarme a ti
misma quedándote.
Le volví acercar los papeles con una expresión carente de empatía.

- Lamento que tú padre sea un jodido abusador contigo y que te creas que
tienes que ser la madre de tú hermano para estar salvándole el trasero hasta el
punto que te dejes golpear por sus proveedores de droga. Puedo ofrecerte unos
buenos contactos para que mejores tu vida y dejas de estar atada tú padre- Ella
me miró afectada-. No soy un héroe, no desarrollé un sentimiento por ti en
ningún momento porqué siempre he tenido en mente una mujer y no eres tú.

Me incliné y solté con rudeza;

- Mientras esté ella nadie podrá hacerle igual. No albergues ilusiones estúpidas
porqué el nombre de la mujer que amo es Rachel Mac Millán, y eso no va a
cambiar.

Hubo un silencio en la habitación hasta que el final Blake terminó de acercarse,


tomó los papeles y firmó uno de ellos dejándolo en el escritorio. Ese papel era
un comprobante que ella aceptaba que su único contacto se reduciría a Kolt.

Volvió la vista hacía mi y asintió. No hubo palabras, ninguno las requería pues
no había dejado lugar a la confusión. Hablé claro y tendido, no quería ningún
tipo de relación con ella si eso lograba lastimar a Rachel.

Suspiré relajando los hombros y me fije en la hora.

Ahora sí que venía lo difícil.

Teníamos que dar la cara por nuestra decisión.

Unos toques en la puerta llamaron mi atención. Rachel apareció con un lindo


vestido azul claro y con una sonrisa nerviosa en sus labios.

Me acerqué y dejé un beso en sus labios. Mis dedos buscaron su mano para
sentir el anillo que portaba ahora, es como si necesitaba asegurarme que
todavía estuviera ahí, que era real.

-¿Cómo ha ido todo?- Me preguntó haciendo una mueca.

Está mañana bien ha despertado le he hablado de mi decisión con respecto a


como seguiría mi relación con Blake Price. Al principio no le había cuadrado
demasiado ya que sentía que estaba obligándome a hacer aquello y que
además podía afectar la inauguración. Al cabo de una buena charla había
entendido motivos y aunque no quisiera admitirlo la había notado un poco más
tranquila al venir hasta aquí.

- Todo bien, princesa- Le aseguré para que no se preocupara-. ¿Y? ¿Cómo te


sientes?.
- Creo que voy a desmayarme- Dramatizo haciéndome reír-. Lo digo enserio
Daniel. Será difícil.

- Lo sé, princesa- Acaricié su mentón-. Pero las cosas saldrán bien, te lo


aseguro.

Vi como sus ojos dejaban de tensarse y sonrió un poco más animada. Mientras
que yo por mucho que fingía estaba cagado, decírselo sería difícil y podía
arrasar con nosotros.

Había propuesto esperar para dar la noticia sin embargo Rachel se negó al
instante aludiendo que sería peor si hacíamos aquello. Y tenía razón.

Su nariz jugó con la mía y se río.

- Es lindo ver como finges no tener miedo.

Volví a besarla:- Es hora, princesa.

(...)

La mano de Rachel apretó la mía cuando vimos que se acercaba.

Se detuvo frente de nosotros y corrió la silla del restaurante. Dejó su cartera en


el suelo y se quitó los anteojos de sol mostrando su mirada imponente, su
expresión nos decía que sabía que algo nos traíamos y que por eso venía a la
defensiva.

-Charlotte...- Rachel intento saludarla.

Se echó el cabello pelirrojo hacía atrás y chasqueó los dedos, él camarero llegó
al instante:

-Una botella de Ginebra- Él muchacho no se movió-. Ahora.

Su atención volvió a nosotros y cruzó sus manos para luego apoyar su mentón
sobre ellas. Entrecerró sus ojos y se concentro más en mi.

Levantó su ceja, expectante.

- ¿Y bien? ¿Cuál de los dos hablará primero?- Apretó los labios, asintió-. Vamos,
no tengo todo el día. Tengo una agenda muy apretada.

- Bien lo que sucede..., lo que esta pasando entre nosotros- Rachel balbuceo sin
formar una oración. Al final se acobardo y me dio un empujón:- Daniel, dile tú.

Me giré a verla al instante, ella se disculpaba con sus ojos y eso me bastó para
saber que tendría que ser yo quién tendría que darle la noticia a la excéntrica
mujer que tenía en frente que le estaba a punto de arrebatar a su siamesa, su
otra mitad, o como quiera llamarlo.

-Charlotte...- Tragué duro- Rachel y yo hemos decidido dar otro paso en nuestra
relación y por eso es que hemos tomado la decisión de-

-¿Adoptar un perro?.

- No. Lo que quiero decir es que-

- Señorita su botella- Él mozo volvió a aparecer con el alcohol. Se lo sirvió en


una copa y Charlotte se lo llevó a los labios saboreando.

Estaba esperando para hablar y ella estaba tardando demasiado. Al final se


aclaró la garganta y nos miró con dureza, se enfocó en Rachel.

-No va a ser sencillo.

-¿Qué?- Rachel sonrió confundida.

- No vas casarte con esa mierda de "quiero al sencillo". Si mínimo vas a


abandonarme tienes que dejarme hacer una enorme ceremonia que esté a tú
altura- Inclinó su cabeza, sin mostrarse afectada-. Te recuerdo que no eres la
hermana de cualquiera, mi nombre es muy importante y por eso no vamos a
escatimar en gastos.

-¿Tú? ¿Cómo?...- Rachel no lo procesaba-. ¿Cómo lo has sabido?.

- Ay cariño, has dejado el anillo en tú mesa de luz como si yo no entrará a tú


habitación.

- ¿Entonces lo sabías?- Indague.

- ¡Por supuesto que lo sabía! Ha estado llorando y riendo por días, me repite lo
mucho que me quiere, y se la pasa viendo películas de bodas- Exclamó-.
Aunque no hubiera visto el anillo me daría cuenta.

Rachel sonrió nerviosa y sus mejillas se calentaron. Estaba más tranquila y


radiante de que Charlotte se hubiera tomado bien las cosas. Sabía que le
pesaba demasiado desligarse un poco de la vida que mantenía con ella,
prácticamente nacieron juntas y se criaron del mismo modo.

- Espero que tengas muy presente lo que te estas llevando, McGregor. No es


cualquiera, es lo mejor que te va a pasar en la vida y recuerda que aunque tu
apellido tengas más alcance, yo estoy jodidamente loca y puedo acabarte.

Sonreí negando, sin duda tenía sus prioridades.

- Puedes quedarte tranquila.


- Bien, entonces ya quedaron claras las cosas- Sonrió y vi como de a poco sus
ojos al igual que los de Rachel empezaban a empaparse-. Pobre ti que te
pongas a llorar sabiendo que me lo harás a mi también y arruinaras mi
maquillaje.

- ¿Estás bien, de verdad?- Le preguntó en voz baja.

- Lo estoy. Todo está mejorando y lo bueno de que te vayas a quedar es que


ahora podré meter a hombres a nuestro departamento.

El resto de la velada fue risas y bromas por partes de ellas mientras que
disfrutaba ver a mi princesa más deslumbrante que nunca. Me enorgullecía el
brillo en sus ojos, que llevara ese anillo me aceleraba el pecho como jamás me
había pasado.

Le estaba gritando a todo el mundo que tenía lo que quería, que era mi mujer y
ya no solo para nosotros, sino que también para todos que se atreviera a
mirarla. La noticia iba a correr y no tardará en salir la foto de ella con un jugoso
encabezado.

Ya no seria un rumor de la farándula, iba a hacerlo oficial. Sabrían que no se


había equivocado al emparejarme con ella porqué desde la foto que nos
sacaron en mi bote todo ha sido verdadero.

Charlotte se despidió de nosotros y al irse vi como Rachel soltaba unas


lágrimas.

- ¿Por qué presiento que tú sabes más que yo?.

Eso la hizo reír:- No es algo nuevo que esté un paso más adelante tuyo.

La atraje hacía mi sonriendo y ella envolvió mi cuello son sus brazos. Apreté su
cintura y la acaricié controlando las ganas que tenía de arrancarle el vestido
que llevaba, aunque no tuviera nada llamativo tan solo que lo llevara puesto
lograba encenderme.

Río dejándome un beso en el cuello.

- ¿Cómo puedes tener una erección en estos momentos?.

- Siempre la tengo cuando te tengo cerca- Empuje mi pelvis a la de ella y


cualquier rastro de diversión se le borró del rostro.

Volteó a ver si ninguno de los presentes que nos rodeaban se habían dado
cuenta de mi descarado acercamiento. Mientras que por mi parte deslizaba las
manos por su cuerpo, no podía controlarlas ya que con Rachel nunca he sido
capaz de mantener mi autocontrol. Ni cuando había sido prohibida me he
detenido ¿cómo iba a hacerlo ahora que es mi prometida?.
-Daniel...- Suspiró- Basta- Detuvo mi mano.

Pero ya era tarde para eso. Le agarré la muñeca y la jale de ella haciendo que
siguiera mis pasos apresurados hasta llegar al estacionamiento. Nos subí al
coche subiendo los vidrios, no había nadie.

Volteé a verla y eso bastó para que me descontrolara aún más. En sus se
notaba la excitación, el deseo, no era tonta para no sospechar mis intenciones
al arrastrarla hasta aquí.

Se quitó las bragas haciéndome alucinar.

El tiempo pasaba y lo condenada no se lo quitaba nadie.

Me solté la hebilla del pantalón y alce la cadera acomodándome. Le mostré mi


pena mientras lo acariciaba, solo tenerla a la par lograba que tuviera grandes
punzadas.

- Móntame. No tenemos mucho tiempo.

Se mojó los labios y se subió arriba mío. Se rozó con su entrada con la cabeza
de mi pene y cuando el estímulo estuvo, se hundió sobre mi dejándome
atravesar sus carnes.

Mis manos le bajaron el escote del vestido dejado sus pechos afuera y le subí
el vestido sujetando sus nalgas. Mientras la embestía comía pechos con deseo
de más.

Rachel abrazaba mi cabeza tirándome el cabello en el proceso. Empecé a


guiar sus saltos y ella disfrutaba gimiendo en mi oído.

Tomó mis labios y me hicieron desequilibrar cuando se atrevió a morderme


sabiendo que aquello le costaría muy caro.

Se agarró del cabecero del asiento y echó su cabeza hacia atrás. Alcé la cadera
tomando fuertemente su cintura y arremetía contra ella de forma violenta.
Apretó mi pene haciendo que las venas del cuello se me marcaran y el sudor
bajara por mi frente.

La embestía a golpes y vi como ponía una mano en su boca para callar el grito
que quería salirse cuando se corrió. Continué empujando hasta que mis dedos
afianzaron el agarre y me empape dentro suyo.

Nuestras respiraciones eran aceleradas. Le sujete las mejillas y la besé con


suavidad, tomando mi tiempo para que el frenesí se calmará. Las yemas de mis
dedos recorrieron su cuello, esa piel, esa curva que acababa con todo mi
sentido común.
Besé sus pechos aún libres, saboree sus pezones y los acomodé dentro del
escote de su vestido mientras sentía como organizaba mi cabello.

Me sonrió y le sonreí.

Rachel Mac Millán


Charlie borró su sonrisa poco a poco hasta quedarse con la boca entreabierta.
Alucinaba con mis palabras y no era su culpa, yo tampoco terminaba de
creérmelo. Era un mar de emociones y hasta ahora entendía porqué algunas
novias eran tan sensibles. Estaba feliz, eufórica, sin embargo el temor de
equivocarme no desaparecía.

Ella recobró su sonrisa y me abrazó haciéndome reír. Una de las cosas que más
iba a extrañar de Inglaterra era a Charlie, mi energética amiga.
Hace poco había vuelto, me sorprendió cuando de pronto tenía un mensaje de
texto suyo diciéndome que se marcharía hasta no se de donde a ver a su mejor
amiga. Lo único que pude hacer es preguntarle si había llegado bien, pues
aunque ella quisiera ocultarlo todavía estaba muy lastimada luego que ése
chico que le rompiera el corazón.

Charlie siempre ha sido feliz, alocada, un detonante de energía... Pero


últimamente veía que su sonrisa era forzada, que disimulaba con
maquillaje sus ojeras y trataba de mantenerse ocupada todo el tiempo.

Ahora que había vuelto podía decir con gran alivio que la percibía mucho mejor
que antes. Su mirada brillante volvía a aparecer y me gustaba que su
carismática personalidad no se haya esfumado. Sea lo que sea paso en su viaje
le hizo bien y eso me alegraba.

-¡Sucia! ¡Perra sucia!- Agarró mi mano viendo el diamante-. ¡Me voy un tiempo y
te comprometes!.

- Yo tampoco lo planee- No podía borrar la sonrisa-. Solo sucedió.

Charlie de pronto cambió su expresión abriendo sus ojos y cubrió mi mano con
la servilleta. Me la quedé mirando desconcertada, no entendía que estaba
haciendo.

-¿Qué haces?- Me reí queriendo librar la mano.

- ¡No puedes ir como si nada con semejante diamante en tu mano! ¡Pueden


robarte!.

- ¿En serio crees que salgo sin protección?- Me eché hacía atrás-. Mi prometido
es un maldito controlador.

-¿A que te refieres?.

- Observa- Le dije levantando un dedo. Me fijé en la mesa contigua-. ¡Alaric ven


aquí!.

Él guardaespaldas bajó el periódico que le cubría el rostro. Se había creído que


no iba a notarlo con esa estúpida estrategia, está de sobra decir que
reconocería en cualquier lado las camionetas de Daniel. Me estuvo siguiendo
desde que salí de nuestra suite.

Se aclaró la garganta, acercándose.

- ¿Si, señorita Mac Millán?.

Cruce mis manos enderezando los hombros. Levanté las comisuras con una
amarga sensación.
- Llámalo.

- Él señor está en una reunión con...

- Llámalo- Exigí con brusquedad.

Alaric asintió sacando su móvil, se lo llevó a la oreja sin dejar de darnos


miradas mientras lo hacía. Por su parte Charlie estaba aguando la risa.

- Señor, si- Habló y le hice una seña para que me lo pasará. Me extendió el
teléfono.

- Estás siguiéndome.

- ¿Rachel?- Fingió demencia. Me lo podía imaginar burlándose de mi-. ¿Qué le


hiciste a mi guardaespaldas?

- ¿En serio crees que no iba a darme cuenta?- Reproche-. No es como si Alaric
pueda pasar de desapercibido.

Y era cierto. No lo decía de una mala forma porque negar que él hombre que
tenía a mi lado no era guapo, sería un crimen. Si se le notaba que tenía sus
años pero eso parecía jugarle más aún a favor. Además que su contextura es
grande e imponente, no se como Daniel pensó que semejante hombre podría no
ser notado.

- Ahora ¿Vas a explicarme por qué tengo a tú guardaespaldas siguiéndome?.

- Eres mi prometida, princesa. No soy alguien sin relevancia, eso ya lo sabes.


Algo podría sucederte, alguien podría asaltarte o llevarte solo para sacar dinero.
Y eso es algo que no voy a permitir así que desde ahora tienes guardaespaldas.

- Oh, claro. Gracias por avisarme de antemano. Es muy buena nuestra


comunicación.

No estaba molesta en realidad, entendía el por qué y me parecía muy valido.


Además que si veía el lado bueno podría quedarme hasta muy noche en la calle
sin tener que preocuparme porqué algo me sucediera. Sin embargo lo que si
llegaba a fastidiarme es que haya obviado mi opinión, ya que ni siquiera me
había comentado nada al respecto.

- Lo lamento, si. Solo que no quería agobiarte o presionarte.

Apreté los labios. Daniel no ha dejado de actuar como si en cualquier momento


podría romperme y estaba empezando a incomodarme aquello.

- Tendrás que recompensármelo.

- ¿A si?- Suspiré al escuchar su voz gruesa-. ¿Qué tienes en mente, princesa?.


- Muchas cosas, señor McGregor.

- Me gusta como suena eso.

Entonces fue que recordé nuestro otro tema pendiente.

- ¿Los ha llamado?- Le pregunté. Sacudí la cabeza y me toque el cuello algo


nerviosa.

-Si, nos dijeron que mañana estaría bien- Exclamó y luego agregó:- Sospechan
algo.

- Lo sé. Mi madre ha estado mandándome mensajes casi todos los días.

- Si, Emilio ha estado más atento ahora que me pongo a pensar- Hubo un
silencio corto-. Pero todo estará bien, princesa.

- Lo sé- Mentí. No tenía idea cómo iban a reaccionar-. Tengo que dejarte, te veré
en casa.

- Creo que llegaré algo tarde. No te quedes despierta esperándome.

- Está bien. Adiós.

- Te amo.

- Y yo.

Le pasé el teléfono a Alaric, él se quedó parado aguardando que le diera


indicaciones. Esto era algo nuevo para mí porqué a pesar de la relevancia que
tenía mi madre y mi apellido nunca había sido necesario que tuviera un
guardaespaldas que me acompañará a todos lados. Supongo que para Daniel
era algo cotidiano pero para mí resulta emocionante.

- Vuelve a tu mesa. Nos iremos en diez minutos.

- Entendido, señorita.

- Y ya no me digas señorita. Es raro que te refieras a mi de ese modo cuando


prácticamente tú y Roger criaron a Daniel.

Alaric me sonrió mínimamente y acató mi orden. Charlie suspiró viéndolo


marchar, no la culpaba, como dije los años que se cargaba lo hacían más
atractivo sin dudas.

- Si yo tuviera uno así ten por seguro que no me quejaría.

- ¡Charlie!- Reí negando-. Aunque debo admitir que tienes razón. Tiene lo suyo.
-Y ya sabes lo que dicen...- Dejó la frase al aire.

-¿Qué?.

- Mientras más años tengan, más grande es la que le cuelga.

- ¡Basta!.

- Sabes que tengo razón.

Al final nos despedimos entre risas. Llevaba el rostro rojo de tanto reírme ya
que en ningún momento Charlie se había detenido con sus bromas subidas de
tono con respecto a Alaric. Soltaba cada cosa que me hacía doler el estómago
y en un instante estuve cerca de hacerme encima ya que no podía controlarme.
Había terminado con los ojos llorosos por sus ocurrencias.

Caminé junto al guardaespaldas con la intención de subirme a la camioneta,


cuando de pronto mano tiró de mi brazo haciéndome volver varios pasos hacía
atrás.

Verlo fue un choque de emociones, pero por sobre todo estaba sorprendida ya
que para está altura creía que ha ia vuelto a Inglaterra.

Sabía que había sido un total perra con él y que no tenía la culpa de nada. Sin
embargo desde lo que sucedió no podía evitar tenerle esa sensación de recelo
que era involuntario.

Su mirada cayó en mi, el ceño lo tenía fruncido y la boca torcida. No estaba feliz
y motivos tenía.

- Jeremy.

Alaric a notar el movimiento brusco se interpuso deshaciendo el agarre.

- Guardé su distancia- Le advirtió.

- Tranquilo, es lo que pretendo- Exclamó mordaz haciéndome revolver


incomoda-. Solo quiero hablar con ella unos minutos. ¿Se puede?.

Alaric me miró por sobre su hombro y le asentí.

-Déjanos algo de privacidad, por favor- Le pedí.

-Estaré vigilando- Miró a Jeremy-. No intentes nada, muchacho.

Había supuesto que este tema estaría zanjado y aunque sonaba totalmente
egoísta por mi parte, en verdad había creído que las cosas estaban tomando el
camino fácil. Debí suponer que no era así, que lo correcto era hablarlo con él
porqué de algún modo lo había lastimado y lo tenía bien claro.
- ¿No vas a decir nada?.

- Yo... Lo siento.

- ¿Lo siento? ¿Es lo que único que quieres decir? - Se sujetó el puente de la nariz
y me aniquiló con sus ojos-. Si quisiera que te disculparas conmigo créeme que
ni siquiera me hubiera molestado en buscarte.

- ¿Y qué es lo que quieres?- Ignoré el dolor de mi pecho.

- Que hablemos de nosotros, de lo que paso- Me alcanzo intimidándome-. Se lo


que sentí y se que tú también, algo así no se puede ignorar. No trates de
engañarme porqué se que si causo algo.

- Jeremy, no.

- No es juego y mucho menos un capricho. Me gustas y a mi no me pesa


decírtelo a la cara.

Quería acabar con esto cuanto antes. No era ninguna ilusa y sabía que a pesar
de que Alaric luciera tan tranquilo realmente ya le había dado aviso a Daniel de
mi encuentro con Jeremy. No podía enojarme porqué para eso estaba él,
tampoco conocía al chico que tenía frente mío y por eso era su trabajo
preguntar y corroborar su identidad.

No iba a ir con mentiras. Me había cansado de ellas y por eso estaba más que
lista para empezar a soltar la verdad, aunque lastimara a muchos.

- Me equivoqué y lamento que mis actitudes te hayan hecho pensar que estaba
interesada en algo más que una amistad- Hice notar el anillo que portó
haciendo que su expresión cayera por completo.

- Voy a casarme y será con él hombre que amo. Lo que creas que hay entre
nosotros te puedo asegurar que no es así- Continué. A cada palabra que
soltaba veía como mataba el poco cariño que había tomado por mí.

Jeremy me sonrió sin gracia, era de ironía. Asintió sin más y retrocedió
dándome mi espacio.

- Se feliz, Rachel. Hasta nunca.

Tragué saliva sintiendo el martilleo de mi corazón abordarme. Mi caja


torácica se apretaba y sentía fuego por dentro, me sentía mal por haberlo
lastimado.

-Jeremy.

No volteó, solo me miró por sobre el hombro.


- Gracias. Eras el amigo que necesitaba.

- Puedas dejar de considerarme uno, porqué en lo que me respecta creo que ya


hemos acabado.

Se marchó dejándome con un millón de sensaciones en el cuerpo. Alaric se me


acercó al segundo de su partida, me detallo buscando lo que estaba mal.

- Señorita.

- Llévame a casa- Le pedí casi en un susurro-. Por favor.

Abordé la camioneta con ayuda del guardaespaldas. El móvil no había dejado


de sonar en mi cartera, sin embargo no me fijé en el porqué a fin de cuentas ya
sabía quién era. No quería hablar, solo necesitaba un segundo para procesar
todo.

Necesitaba un respiro. A solas.

Cada tanto Alaric me miraba por el espejo del coche. Jugaba con mis dedos
nerviosamente y estaba empezando a estresarme, a desconfiar porqué esa
mirada de ironía pura por parte de Jeremy me había traído viejos recuerdos.

El coche aparcó en el estacionamiento privado del edificio. Me bajé sin esperar


al hombre que me acompañaba y subí directamente. Tenía en mente tomar una
ducha y dormirme para olvidar el mal trago que había pasado.

Me detuve en medio de la sala cuando noté la televisión encendida, seguro que


uno de las mujeres de la limpieza la había dejado así. Pero ese era el mínimo de
los detalles porqué ahora mismo estaba viendo mi cara en la pantalla con un
encabezado abajo afirmando mi compromiso.

Me puse pálida y una arcada me invadió. Llevé la mano a mi boca buscando


tranquilizarme, aunque no parecía lograrlo ya que solo podía escuchar como
esa mujer del programa hablaba de mí y mi compromiso con Daniel.

Pero ¿Cómo lo han averiguado?. Me cuidé demasiado estos días para evitar
esto, para que la bomba explotará antes de asegurar a mis seres queridos.

Dios... Mamá. Iba a matarme y con justa razones.

- Lo que antes era un rumor al azar hoy se termina de confirmar, la relación del
excéntrico empresario con la joven promesa de los Mac Milán es realidad. Pero
en esté caso no es algo ligero, no, ya que oficialmente estos dos se han
comprometido. Una vez más el poderío McGregor vuelve a elegir a una Roberts,
pero está vez también es una Mac Millán. Feliz compromiso. - Mis ojos picaron
a medida que seguia escuchando la nota. Mi cara estaba ahí junto a la de
Daniel, fotos viejas adornaban la pantalla.
Mi respiración se cortó cuando las imágenes cambiaron y apareció una mía
dentro de la empresa, ahí se veía claramente mi anillo y como jugaba con el
admirándolo.

Eso no tenía sentido. Me dejé caer en el sofá sintiendo un mareo repentino.

¿Cómo podían tener esa foto? La empresa es segura y existía un acuerdo de


confiabilidad que no les permitía hablar a los empleados de lo que sucedía
dentro del edificio, así como tampoco lo que pudieran oír de los McGregor.

Me habían robado la oportunidad, rompieron todo el plan que tenía para


avisarle a la persona que más me importaba en esté mundo que iba a casarme.
Mi madre no se merecía esto, era muy bajo para ella que volvieran a acosarla
por mi culpa.

Yo tenía planeada una gran cena, decirle a los ojos que al final si podía reírse de
mí porqué a pesar que le juré nunca pisar el altar, ahora estaba por hacerlo.

Cerré mis ojos no queriendo ver más, no quería seguir escuchando.

- Rachel...- Escuché su voz detrás mío.

- Apágala- No escuché su contestación-. ¡Apaga de una maldita vez eso, Daniel!.

Se vino contra mí tomándome de las mejillas. Su mirada oscura busco


conectarse con la mía, ¿En qué momento había llegado? Estaba tan metida en
la noticia expuesta que ni siquiera fui capaz de escucharlo llegar.

No sabía que estaba apretando mis muslos con fuerza hasta que el retiro mis
manos de ellos. Apreté los labios, casi formaba un puchero.

Mi actitud era de una idiota pero en esté momento no tenía cabeza para
recriminármelo. Me sentía devastada porqué mis planes se truncaron y tenía
miedo que Juliette me mirará con decepción cuando nos viéramos.

Mi madre sufrió demasiado con la partida de mi padre, con mi enfermedad, que


ahora estaba tan acojonada ante la idea de seguir siendo un problema para
ella. Sentía tristeza, miedo, y rabia.

- ¿Cómo?.

- No lo sé- Respondió-. Pero ten por seguro que lo averiguare. Nadie va a salir
impune después de esto.

Sus dedos quitaron una de las lágrimas que rodó por mi mejilla. No quería que
siguieran saliendo pero parecía que mientras más las contenía, peor era.

- Ella va a enojarse. No he dejado de darle problemas. ¿Cómo voy a mirarla


ahora?- Me dolía el pecho-. Me esforcé demasiado para que las cosas salieran
bien, quería que tuviéramos esto de la mejor manera pero siempre hay algo que
nos juega en contra. Si no soy capaz de decirlo lo de nuestro compromiso
¿Cómo seré capaz para decirle que su hija sigue siendo una trastornada?.

Al escuchar me soltó el rostro. Su mirada se tiñó de resentimiento, de


desagrado y me aniquilaba con sus ojos, esos ojos que habían tomado un color
aún más intenso.

- No te llames así.

-Es cierto. Lo soy.

- No lo eres y no voy a permitir que te desacredites de esté modo frente mío-


Me soltó colérico-. Si vas a hablar así de ti misma prefiero que te calles porqué
no voy a permitir que ni por un segundo te creas una trastornada.

Me fijé como se tomaba el puente de la nariz y desfilaba con rudeza por la sala
de la suite. Despeino su cabello y me sentí terriblemente mal por ver el brillo
acuoso en sus ojos totalmente irritados.

Me levanté del sofá intento acercarme.

- Daniel- Quise tomarlo del brazo pero no me dejo.

- ¡No! No voy a escucharte, no voy a permitir que digas esas cosas porqué
suena como si te estuviera rindiendo- Su voz tembló-. ¡Y no voy a dejar que te
rindas! No estando yo con vida, que te quede claro.

-Yo... Lo siento. No quería decir eso.

- No vuelvas a hacerlo. Puedo soportar todo la mierda de esté mundo menos la


idea que quieras acabarte.

- No quería decir eso- Me dejó que lo tocará-. Escúchame, no fue mi intención.


Solo fue algo del momento y discúlpame, se que estás esforzándote por
mantenerte tranquilo y que esto te cuesta, así que lo siento.

- No eres una carga- Me aclaró-. No lo eres. Y si es verdad que trato de estar


sereno pero si te soy honesto yo no podría aguantar verte hundida, me rompería
el alma. Jamás voy a soltarte porqué te amo y no importa lo difícil que sea yo
nunca te abandonaré.

- Yo lo sé.

- Las cosas van a estar bien- Me aseguró-. Ellos lo entenderán, ella lo entenderá.

Y supe que no se refería solo a nuestro compromiso, sino que también a mi


recaída. Ese secreto que teníamos los dos y muy pronto dejaría de serlo,
porqué no quería ahogarse en los errores del pasado.
Está es la segunda y última parte de Perfect Disaster,
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