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Actitudes, creencias y percepciones 207

cuando las percepciones se convierten en implícitas o no declarativas


se vuelven automáticas o subconscientes, o sea que de manera
automática estás siempre alterando la realidad subjetivamente.

Por ejemplo, sabes que tu coche es el tuyo porque lo has conducido


muchas veces. Tienes la misma experiencia de él a diario porque apenas
cambia. Piensas y sientes lo mismo sobre él cada día. Tu actitud sobre tu
coche ha creado una creencia acerca de él que a su vez te hace percibir
tu vehículo de una determinada forma, como por ejemplo, que es un
buen coche porque casi nunca se estropea. Y aunque aceptes automáti-
camente esta percepción, en realidad es una percepción subjetiva, ya
que otra persona puede tener un coche de la misma marca y modelo
que, sin embargo, se estropee siempre, por lo que tendrá creencias y per-
cepciones distintas a las tuyas sobre el mismo vehículo, basadas en su
experiencia personal.
De hecho, si eres como la mayoría de las personas, probablemente no
te fijes en varios aspectos de tu coche hasta que alguno falle. Esperas que
te funcione como el día anterior y que en el futuro lo siga haciendo
como lo ha hecho en el pasado, el día anterior y los que le precedieron,
esta es tu percepción. Pero cuando no te funciona bien, no te queda más
remedio que prestarle más atención (como escuchar el sonido del motor
con más detenimiento) y ser consciente de la percepción inconsciente
que tienes de tu coche.
En cuanto la percepción de tu coche cambia porque ya no funciona
como antes, lo percibes de distinta manera. Lo mismo sucede con las
relaciones que mantienes con tu pareja y tus compañeros de trabajo,
con tu cultura y tu raza, e incluso con tu cuerpo y tu dolor. De hecho
es el modo en que funcionan la mayoría de las percepciones sobre la
realidad.
Por tanto, si quieres cambiar una percepción implícita o subcons-
ciente, debes volverte más consciente y menos inconsciente. Prestarle
más atención a todos los aspectos relacionados contigo y con tu vida en
los que no te fijas demasiado. Mejor aún, debes tomar conciencia, estar
más atento y advertir aquello de lo que no te dabas cuenta.
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Pero no es fácil hacerlo, porque si vives la misma realidad una y otra


vez, tu forma de pensar y sentir relacionada con tu mundo actual segui-
rá creando las mismas actitudes, y estas a su vez inspirarán las mismas
creencias, que generarán las mismas percepciones (como se ilustra en la
figura 7.1).

CÓMO SE FORMAN LAS CREENCIAS Y PERCEPCIONES


RECUERDOS DEL PASADO

ESTADO DEL SER

PENSAMIENTOS + SENTIMIENTOS

ACTITUDES
PENSAMIENTOS PENSAMIENTOS PENSAMIENTOS
SENTIMIENTOS SENTIMIENTOS SENTIMIENTOS

CREENCIAS

ACTITUDES + ACTITUDES + ACTITUDES

PERCEPCIONES

CREENCIAS + CREENCIAS + CREENCIAS

AÑOS / DÉCADAS / LA VIDA ENTERA

FIGURA 7.1

Tus pensamientos y sentimientos proceden de los recuerdos del pasado.


Cuando piensas y sientes de una determinada forma, empiezas a crear
una actitud. Una actitud es un ciclo de pensamientos y sentimientos
de corta duración experimentados una y otra vez. Las actitudes son estados
del ser cortos. Si combinas una serie de actitudes, creas una creencia.
Las creencias son estados del ser más duraderos y tienden a volverse
subconscientes. Cuando unes varias creencias, generas una percepción.
Tus percepciones tienen que ver con las decisiones que tomas, las conductas
que manifiestas, las relaciones que eliges y las realidades que creas.
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Cuando tu percepción se vuelve tan natural y automática que no te


fijas en cómo es la realidad (porque esperas automáticamente que todo
siga como siempre), estás aceptando y admitiendo de manera incons-
ciente esa realidad, que es lo que le ocurre a la mayoría de la gente que
acepta y admite sin darse cuenta lo que el modelo médico convencional
les dice sobre un diagnóstico.
La única forma de cambiar tus creencias y percepciones para crear
una respuesta placebo es cambiar tu estado del ser. Tienes que ver por
fin tus antiguas y limitadas creencias como lo que son —grabaciones del
pasado—, y estar dispuesto a abandonarlas para aceptar otras nuevas
sobre ti que te ayudarán a crear un nuevo futuro.

Cambia tus creencias

Pregúntate a ti mismo: «¿Qué creencias y percepciones sobre mí y mi


vida he estado aceptando sin darme cuenta para poder cambiar y crear
este nuevo estado del ser?» Es una pregunta en la que necesitas reflexio-
nar detenidamente porque, como ya he señalado, ni siquiera somos
conscientes de muchas creencias que damos por ciertas.
A menudo aceptamos cierta información del entorno que nos «bom-
bea» para aceptar determinadas creencias que pueden o no ser ciertas.
De cualquier modo, en cuanto las aceptamos, afectan no solo a nuestro
rendimiento, sino también a las decisiones que tomamos.
¿Recuerdas el estudio del capítulo 2 sobre las jóvenes que antes de ha-
cer una prueba de matemáticas leyeron unos informes científicos falsos
acerca de que los hombres eran mejores en matemáticas que las mujeres?
Las que leyeron que la ventaja se debía a la genética, sacaron una puntua-
ción más baja que las que leyeron que se debía a los estereotipos. Aunque
ambos informes eran falsos —los hombres no son mejores en matemáti-
cas que las mujeres—, las jóvenes del grupo que leyeron que tenían una
desventaja genética, se lo creyeron y luego sacaron una menor puntua-
ción en la prueba. Lo mismo les sucedió a los estudiantes blancos a los
que les dijeron antes de hacer la prueba que los asiáticos sacaban notas
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algo mejores en matemáticas que los blancos. En ambos casos, cuando a


los estudiantes los «bombearon» para que creyeran inconscientemente
que no obtendrían una buena puntuación en matemáticas, les acabó su-
cediendo, aunque lo que les habían dicho fuera totalmente falso.
Teniendo esto en cuenta, échale un vistazo a la siguiente lista de al-
gunas creencias limitadoras comunes y advierte cuáles puedes albergar
sin que te hayas percatado de ello:

Soy una nulidad en matemáticas. Soy tímido. Tengo mal genio.


No soy listo ni creativo. Me parezco mucho a mis padres. Los hom-
bres no lloran ni son vulnerables. Nunca tendré pareja. Las mujeres
son inferiores a los hombres. Mi raza o cultura es superior a las
otras. La vida es un tema muy serio. La vida es muy difícil y todo el
mundo va a la suya. Nunca voy a triunfar. Para triunfar en la vida
tengo que trabajar duro. Nunca me pasa nada bueno. No tengo bue-
na suerte. Las cosas nunca me salen como yo quisiera. Siempre voy
corto de tiempo. Mi felicidad depende de los demás. Cuando consiga
lo que quiero seré feliz. Es difícil cambiar la realidad. La realidad es
un proceso lineal. Los gérmenes me hacen enfermar. Engordo fácil-
mente. Necesito dormir ocho horas. Mi dolor se ha vuelto crónico y
ya nunca desaparecerá. Se me está pasando el arroz. Existe un ca-
non de belleza y punto. Divertirse es una frivolidad. Dios está en el
exterior. Como soy una mala persona, Dios no me quiere…

Podría seguir y seguir citando frases, pero ahora ya sabes a lo que me


refiero.
Como las creencias y percepciones se basan en experiencias del pasa-
do, cualquiera de esas creencias que albergas sobre ti viene de tu pasado.
Así que ¿son reales o te las has imaginado? Aunque en un momento dado
de tu vida fueran reales, no tienen por qué seguir siéndolo ahora.
Pero no las vemos de este modo porque somos adictos a nuestras
creencias, a las emociones del pasado. Las vemos como verdades y no
como ideas que podemos cambiar. Si tenemos creencias sólidas sobre
algo, aunque tuviéramos delante de las narices la prueba de que son fal-
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sas, no lo veríamos, porque lo que percibimos es totalmente distinto. En


realidad nos hemos condicionado a creer en toda clase de cosas que no
siempre son verdad, y muchas tienen un efecto negativo en nuestra sa-
lud y en nuestra felicidad.
Ciertas creencias culturales son un buen ejemplo de ello. ¿Recuerdas
la historia del maleficio vudú del capítulo 1? El paciente estaba convenci-
do de que se iba a morir por la maldición de un sacerdote vudú. El hechi-
zo funcionaba solo porque él (y las otras personas de su misma cultura)
creían en el vudú, pero lo que en realidad le había echado la maldición no
era el vudú, sino su propia creencia.
Otras creencias culturales pueden causar muertes prematuras. Por
ejemplo, los estadounidenses de origen chino que han nacido en un año
que en la astrología y la medicina chinas se considera que trae mala suerte,
cuando tienen una enfermedad mueren cinco años antes, según los inves-
tigadores de la Universidad de California en San Diego, que estudiaron los
informes de fallecimientos de casi treinta mil estadounidenses de origen
chino.3 El efecto era más fuerte en los más apegados a las tradiciones y
creencias chinas y los resultados también se aprecian en prácticamente to-
das las causas importantes de muertes estudiadas. Por ejemplo, los chino-
estadounidenses nacidos en los años vinculados con la tendencia a enfer-
mar por bultos y tumores, murieron de cáncer linfático a una edad en la
que eran cuatro años más jóvenes que los chino-estadounidenses nacidos
en otros años o que los estadounidenses con cánceres similares.
Todos estos ejemplos demuestran que somos sugestionables solo por
lo que creemos que es verdad de manera consciente o inconsciente. Un
esquimal que no crea en la astrología china está tan poco predispuesto a
dejarse sugestionar por la idea de que es vulnerable a cierta enfermedad
por haber nacido en el año del tigre o del dragón, como lo estaría un
episcopaliano a la idea de que el maleficio de un sacerdote vudú podría
matarle.
Pero en cuanto cualquiera de nosotros acepta y cree en un resultado
y se entrega a él sin darse cuenta o sin analizarlo, se deja sugestionar por
esa realidad en particular. En la mayoría de la gente este tipo de creen-
cias, implantadas en el sistema subconsciente más allá de la mente cons-
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ciente, es lo que les provoca la enfermedad. Así es que ahora te haré otra
pregunta: ¿cuántas creencias personales basadas en experiencias cultu-
rales tienes que tal vez sean falsas?
Cambiar de creencias quizá cueste, pero no es algo imposible, solo
piensa en lo que sucedería si te cuestionaras tus creencias inconscientes.
¿Y si en lugar de pensar y sentir Nunca tengo bastante tiempo para hacer
todo lo que debo hacer, pensaras y sintieras Vivo en el sin tiempo y puedo
hacer todo cuanto debo hacer? ¿Y si en lugar de creer El universo se ha
confabulado en mi contra, creyeras El universo me apoya y actúa a mi
favor? ¡Qué gran creencia! ¿Cómo pensarías, vivirías y andarías por la
calle si creyeras que el universo te apoya? ¿Qué crees que sería lo que
esto cambiaría en tu vida?
Cuando cambies una creencia, empieza a hacerlo aceptando que es
posible, cambia luego tu nivel de energía con la emoción elevada de la que
he hablado antes y, por último, deja que tu biología se reorganice. No hace
falta que pienses cómo o cuándo ocurrirá esta reorganización biológica,
ya que entonces activarías la mente analítica, con lo que entrarías en el es-
tado beta en el que eres menos sugestionable. En su lugar, toma simple-
mente una decisión con firmeza. Y en cuanto la amplitud o energía de esta
decisión sea más potente que los programas grabados en tu cerebro y que
la adicción emocional de tu cuerpo, habrás ido más allá del pasado, tu
cuerpo responderá a la nueva mente y podrás crear un verdadero cambio.
Tú ya sabes cómo hacerlo. Piensa en alguna ocasión en la que deci-
diste cambiar algo de ti o de tu vida. Seguro que hubo un momento en
el que te dijiste: ¡No me importa cómo me sienta [cuerpo]! ¡Ni lo que está
pasando en mi vida [entorno]! Y ¡me da igual cuánto tarde en conseguir-
lo [tiempo]! ¡Lo voy a lograr!
Al instante se te puso la carne de gallina porque entraste en un esta-
do alterado del ser. En cuanto sentiste esta energía, empezaste a enviarle
a tu cuerpo una nueva información. Te sentiste inspirado y saliste de tu
estado del ser habitual, porque a través de los pensamientos tu cuerpo
pasó de vivir en el mismo pasado de siempre a vivir en un nuevo futuro.
En realidad tu cuerpo dejó de ser la mente y tú te convertiste en ella.
Cambiaste una creencia.

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