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GABRIEL DI MEGLIO DESDE 1516 HASTA 1880 SUDAMERICANA ‘os, ¥ aml : ne . wis tik no hic "ION Ottos jmmplicaba ma sociedad iguatitarig eh ia totes, By onuc distaba de serlo, pero Sicra mg (Tn te bch eolonia y que lo que fue mas Urde ae “quitativg ais an El Interior vivie una situ “Stgenti acion disting en conjunto del desarrollo del LitoralsJog populares no se incrementaron significa ion hacia la otra region persistig ¢ se mantuvo concentrada en pocas ‘no eran populares. Mgresos de fas cha ses, tivamente, fq Migr ; oe ax Ncluso crecig Yl riquezy ma NOS, que por Supuesto, El nuevo orden politico ~ En cada una de las provincias auténomas Posrevolucionarias la campajia paso a tener plena representacién politica, uniendo _ alaciudad capital y al mundo rural en un espacio politico tni- co. Como sefialé en escritos atin inéditos el historiador Rail radkin, se invirti6 el proceso experimentado por el Litoral en la década de 1810: las aspiraciones autondmicas de los pueblos fueron desconocidas y se fortalecié el poder provincial snico.Es decir, que mientras cada provincia defendia su soberania ae afutera, lo que llevé a varias a proponer el federalism, ir centralismo” hacia adentro. No solo en esa eas “Provincias y también el nuevo Estado Oriental ou peat Subdividieron en “departamentos’, jars uuestionss 4 cargo de comandantes responsibles veces también militares, de la administracién, de la policta Pa excepcion fie a justicia, en Ja mejor tradicion borbonica B 289 Buenos Aires, que mantuve sus “partidos” y COncEnn, Ntré reas en manos de los jueces de p wi yt) Yempo que l pode oF de los comandantes qued6 limitade al Ambito militar y —- ¥ sobre ta a has zonas tionterizas, , Un elemento comin a todas las Provincias fire el re : - ; Publi. canismo, adoptado como forma de gobierno, Ya S¢ aplic aba de Pero siempre como aly oe : _. algo provisorio, hasta que después de 1821 se convirtié en ¢| oficial, defendido con fruicién Por todos. Se hecho en la década revolucionaria, Sistema basaba en Jn idea de la soberania del pueblo y en su identificacion con el sistem, Pueblo gobernaba a través de sus representantes. Varios dirigent taban convencidos de que esto alejaba el peligro de Ja‘ tepresentativo, es decir con la concepcién de que ese emo- cracia”, término que en la €poca designaba a la posibilidad de que quien estuviese presente en una asamblea, como un cabil- do abierto, fuera Protagonista en la toma de decisiones. En su busqueda de un orden, las elites juzgaron necesario éliminar €sas pricticas que veian como tumultuarias y que ademis no escapaban al control social si ya no era posible limitar con clari- dad el acceso a reuniones de ese tipo. El si les p stema Tepresentativo arecié una buena forma de organizar Ja disputa politica ¥ resolver el inconveniente previo de la inexistencia de reglas “onsensuadas para dirimir el acceso al poder. El nuevo modelo al na imiento de una nueva institucién en todas lis Ia ley iskitura, para la cual Se votaban representantes 1 SU vez elepian al ! que sobernador, Los viejos cabildos, que Tespe i al i i i a Pondian a uy PUNCIPIO OLpanizativo colonial y cuya porestad chocaba con ka de lys ley Mtre 14QQ) ( : s las tislaturas, fueron disueltos en rods Provincias ¢ Hnwre Rios) y 1838 (ujuy). 2H uenon Estados a para gO) u one ne. Pore todiy d tdadano deci quinn nes serian cmt givamente ese pucblo que era en ee ararian efter yorar. En cuanto al origen, Ja solucién fue « ae generalmente todos los “americanos” ee osibles ciudadanos, al igual que los eee ne po de residencia (a veces se excluyé a los a arsleteas “ Opeos). Tampoce hubo restricciones raciales; el problema era soc Habia un antecedente a el Reglamento Provisorio sancio- nado en 1817 por el ee Congreso que habia declarado Ja independencia un afio antes: alli se negaba la ciudadania a quien fuera “doméstico asalariado”, no tuviera una propiedad o un oficio lucrativo. Varias provincias conservaron estas res- cciones, tal el caso de Cérdoba, donde en 1821 se estipulé serian ciudadanos quienes poseyeran una propiedad tuvieran deudas con el fisco. También en 6 daba al voto a quien contara con ; claro que esa indicaci6n no espe- tri que sdlo de 400 pesos y n Tucumén una ley de 182 un oficio “atil y lucrative” asiado y dejaba el criterio prac 6n in situ (de hecho en la ). En Buenos Aires la aj nada en 1821 otorgé el 5 de 20 afios sin mis cificaba dem: tico a quien tuvie- ra que tomar la decis habitual que votaran jornaleros, provincia fue pertura fue_mayor: una ley electoral sanci mbres libres mayore: n cambio para pe ). También en gai y de! payor de voto a todos los ho: ‘ restricciones (las habia e der ser elegido «°° ner 25 afios y ser propietario amplitud: las constituciones de 1 jer americano 1 Corrientes hubo g24 otorgaban It i ng afos que resi- ciudadania a cualqu 25 diera en Ja provincia. 201 En el C ngreso Constituyente de 1826 el tema se discy tid mucho para el conjunto del pais. Mientras los Unitarjg. impulsaron un sufragio restringido, quitandole la ciudadgy a los jornaleros, domésticos a sueldo, soldados, los prog penalmente y los “notoriamente vagos”, los federales sélo coincidieron en lo referente a los vagos, pero preconizaron ¢j derecho de todo el resto a votar. La constitucién no Megariz a implementarse. En los hechos, en todas las provincias hubs miembros de las clases populares que tenian legalmente acce- so al voto. El sector que quedé excluido de ese derecho fueron los esclavos (aunque en la ciudad de Buenos Aires hay constanc: de que algunos iban en ocasiones a votar en grupo, ya gu si estaban a favor de quien controlaba la mesa electoral, és los hacia pasar por libres). Las otras grandes excluidas eran |: mujeres, consideradas sin responsabilidades legales y hasta los 25 afios; si eran casadas, tenian que respetar Ja 2u! ridad de sus maridos. Sélo las viudas tenian una autono mayor, pero ningtin derecho politico. — En un principio los que votaban eran los vecinos 0 2 dados en una localidad, es decir quienes figuraban en al dron de la milicia. Pero esto fue cambiando: en varios peones no domiciliados —es decir, no milicianos— ©" cmpezaron a emitir sufragios, Si las autoridades quetl@” 5 raruna movilizacién grande de votantes para obtene? midad podian acudir a distintos grupos para logratlo- De todos modos fae . ents \ , la milicia fue siempre funda as clecci. es * = ae rat clecciones. Y no sdlo en ellas, por su funcior mili! 292 Juve ch otros angieeton: de Fa viea rotitiea dan buch ambi: fcciones provinenles, [aera enti entre haves Hun caso 11) felis uative evel de los conthetes ete len Avs ay Tucunvin en la dé . re Avion y en Tue Garda de L420 Jos Lope Orne pes cos mis definidos, como anitarios y federal polit trnentide disputas propias de ley anstocraej inciales. En ellas lo: a Eran ave provinciales En Ss milicianos eran a veces movilizades, ca una situacion, Por para decidir por Ja fuc sclera Ja lucha armada Ja milicia continud siendo un canal de ticipacion politica para Jos hombres de las clases popular que componian la mayoria de las tropas, especialmente en ch ambito rural. La importancia y la forma de las intervenciones populares, variaron de provincia en provincia y a lo largo del tiempo. Fueron especialmente decisivas en Bucnos Aires, la provincia mis poderosa. Mientras la plebe de la ciudad conservé su po- litizacién, la campaiia, que en los afios revolucionarios habia estado poco convulsionada, se transformé pronto en un esp: cio de agitacién popular. En los inicios del periodo, sin embargo, la situacion parecia ser muy otra: a elite logré durante unos afios establecer un orden politico a través de las elecciones, que reglamentaron sus luchas internas y las formas de acceder al gobiern! esa electoral el dia fo. El gobierno wti- 0. Como del el voto era directo, el control de Ja mi oe Comicio era la clave para obtener un triun! lizaba para eso a jueces de paz, y e? la ciuda alcaldes de barrio, que ademas conducian a grupo nas, generalmente plebeyos, a votar para el gobierno; Yez movilizaba a empleados piiblicos ¥ da comisarios y ys de perso teal a regimientos m —4 1 favor. Asi, las listas “ministeriales” —~ofici am para sufragar as : \ Ccada, qu listas— se impusieron en toda: fueron muchas, menos en una. Por eso, el grupo que legé al poder en octubre de 1820, cuya figura mas famosa fue ¢] mi- nistro de gobierno Bernardino Rivadavia, dirigié los destinos provinciales. Rivadavia emitié una serie de disposiciones para discipli- nar el mundo popular: ordenar la ubicacién de los vendedores ambulantes en la Plaza de la Victoria, lograr la vieja ambicién de las autoridades de que las pulperias pusieran sus mostra- dores en la calle, prohibir los juegos de azar, la portacién de cuchillos e incluso las “‘palabras obscenas” lanzadas por quie- nes trabajaban en los mercados urbanos, limitar la accién de los mendigos, garantizar el cumplimiento de los contratos la- borales impidiendo la movilidad de los aprendices artesanales y reafirmar la obligatoriedad de conchabo; ya hemos visto la cuestién de los derechos de propiedad... El Estado perdié su papel de aparente conductor de una causa colectiva y devino en ese momento en defensor de los intereses de la elite. La mayor parte de ésta recibié con beneplicito las medidas, que al mismo tiempo causaron malestar entre aquellos a quienes afectaban. Dos de las reformas generaron més oposicién dentro de ke es chite y también entre grupos plebeyos: la eclesidstica — fuerzo para reubicar a la Iglesia heredada de la colonia &? el nuevo orden mediante la secularizacién de buena parte del cle ro regular y un fortalecimiento del secular— y Ja milior a c desmoviliz6 a buena parte del ejército de la Guerm de Inde die vantamient? endencia : - : pendencia. En marzo de 1823 se organizé un le so por eLantiguo directorial G vn ¢ ire gorio Tagle, quien articulé, ve afescontentos ¥ FEU apoyo popular en I a camp; aden nombre de la religion y en contra del ayen ae mal gobiey. gin embargo, las tropas leales a las autoridades disper: 10» ron dos reunidos en | ggeilmente 9 los alza ja Plaza de laVictoria \ ycon se triunlo el nuevo orden se afianzé. Las luchas Politicas por empo se canalizaron en el sistema electoral y ahi quedo da la accién politica popular, un tH concentra De hecho, la tinica elecci6n perdida por el gobierno por- tefio, en 1824, fue frente a una oposicién cuyo lider, Manuel Dorrego, construyo su capital politico entre la plebe urbana. Porque la tinica oportunidad que los opositores tenian frente al gobierno y sus posibilidades electorales era lograr una mo- Vilizacion importante, y para conseguirlo Dorrego recurrié a diversos métodos: solia vestir ropas plebeyas y dirigirse a las pulperfas a hablar con los parroquianos antes de las elecciones, tenia un discurso belicista contra los enemigos externos de Buenos Aires, contra los extranjeros y contra los que inter- hamente se comportaban como una “aristocracia”.Y funda- mentalmente se preocupaba por defender algunos intereses Populares, en particular el derecho de los que cumplian un servicio miliciano de no ser enviados al ejército regular y ha Sposicién a los abusos de las levas. Asi consiguié un conside- rable apoyo popular, con el cual pudo disputar las elecciones de la ciudad, del papel favor. Ena campajia los gobiernos conseguian, a trav é cen as de los jueces de paz, votaciones undnimes a su eas, Si por unos TO “Sa tranquilidad no se extendid a otras are ciplinado la vida politi- Allos Ja clite portefia parecia haber dis 205, ca, la guerra con el Brasil y las disputas en el Congreso entre 5 —cuyo elenco principal era el mismo grupo as unitario: 5 —identidad adoptada en Buenos Aires daviano— y federale por los dorreguistas— volvieron a causar agitacién politica en Ja ciudad, en la cual participaria la plebe, y provocaria un in- cremento importante de la conflictividad en la campaiia, don- de ya existia un gran disgusto causado por la presién estatal previa. Debido a las desavenencias entre las provincias, el peso de la guerra recayé en Buenos Aires, y la gran leva realizada en 1826 para armar el ejército no respet6 los derechos de los milicianos y afecté con fuerza a los pequefios productores, que también sufrian malones indigenas en Ja misma época. La disolucién del fracasado Congreso en 1827 marcé la caida de los unitarios y la llegada de los federales al poder pro- vincial: Dorrego fue el nuevo gobernador y agregé a los tra- dicionales recursos de los gobiernos su enorme | popularidad. No se olvidé de cultivarla: apenas asumié decreté un indulto general para los desertores y mandé suspender la leva. En abril del afio siguiente los unitarios quisieron disputarle las elec- ciones y fueron derrotados en una jornada violenta —hubo enfrentamientos en varias mesas— en la que la importante cantidad de votantes plebeyos incliné la balanza a favor de los federales. Los unitarios denunciaron la eleccién por ilegitima y empezaron a conspirar contra el gobierno. La llegada del gjército de la guerra con el Brasil, cuya oficialidad era ma- yormente unitaria, les dio una oportunidad: el general Lavalle encabez6 un levantamiento contra Dorrego, quien huyd la rurales dirigidas pot Rosas, ae -Los federales fueron vencidos por Lavalle y a los poco campaiia y se reunié allf ili patia y se reunié alli con las milicia 290 6 fie capturado y fusilade porte i Por orden de espondia asi a Ta sugerencia de dias | yer . > ti he quiet Prominentes, “Ja cabeza de la hidra”, cortar Ny.) de cort a : Arquica y pop: " con la que ‘ludian fen nee ea “440 € el federalign, ak Pe ee oe eal Rosas huyo 2 Santa Fe y mandé a sus Milicianos dispersan arse: hasta nuevo aviso. sin embargo, la reaccién al asesinato del gobernador fue un gran levantamiento en la campaiia, donde las clases Populares aban identificadas con Dorrego y consideraban que sin Jaautoridad legitima residia en Rosas, comandante miliciano hy y figura muy popular en el mundo rural. En el mismo mo- mento en que Lavalle mandaba matar al gobernador federal, tun pequefio grupo de milicianos se reunié en una estancia de % Rosas en las cercanias de Monte, desde donde avanz6 hacia el sur mientras se le sumaban vecinos sueltos. Llegaron a Laguna ~ Colorada y se unieron con otros grupos, principalmente de indigenas. Todos “‘aceptaron” ser conducidos por un mayor llamado Meza, posiblemente quien tenia la mayor graduacién, © yse pusieron en marcha para hostigar a los unitarios. Fueron & derrotados y Meza fusilado pero eso no terminé con la rebe- # lén, que también tenfa otros focos: cerca de Lujan se habia j ido una congregacién masiva de milicianos y aparecieron ;_ Pattidas menores en otros lugares. Bs decir que se trataba de un movimiento espontineo y éminentemente popular. Habia algunos estancieros Dae a "© todo eran Paisanos: labradores, pastores y peones, Junto Con Ge A jmadver- ., Uumerosos indigenas, Tenfan una particular an S6n con dl 5 em- wee : rido su: 7 GJercito, los indigenas por haber sufrido “ales, e las a 7 : : pea nenaza de Ia £n los afios Previos y los paisanos por Ja an 297 levas que aquél realizaba. En el contexto de crisis €condmica causado por la guerra con el Brasil —que habia desencade. nado un gran proceso inflacionario— y por una importante sequia, el descontento se potencid. Las tacticas de las montoneras fueron golpes rapidos, bus- cando evitar combates abiertos; una guerra de guerrillas, Sin embargo, en marzo algunas partidas aliadas con un impor- tante contingente indigena enfrentaron en la batalla de Las Vizcacheras a una columna del ejército y la deshicieron, La rebelién se expandié y los pueblos de Monte, Lobos, Na- varro y Dolores fueron ocupados por las milicias. En abril de 1829 retorné Rosas y logré unificar los esfuerzos hasta entonces no coordinados. Con apoyo santafecino vencieron a Lavalle y obligaron a los unitarios a refugiarse en la ciudad. Alli, segan el consul britanico, “las clases inferiores” estaban a favor de los federales, pero no actuaron en un espacio bajo control militar y sin contar con lideres que organizaran al- gin movimiento. El Sitio de Buenos Aires se fue estrechando —en la ciudad muchos esperaban con horror una invasion indigena— hasta que los unitarios fueron obligados a nego Ciar y dejar el poder. Se reinstalé la anterior legislatura, 1° un aio después del golpe de Lavalle ‘designé gobernador 2 Rosas. Esta organizé inmediatamente un fastuoso funeral para Dorrego, una de las estrategias que uso para heredar Popularidad en la ciudad, Es que 7 que Rosas no era un exponente de la politica ub" cor s iri mo el grueso de la dirigencia hasta e una trayectoria rural, Habf: cenit ntonces, sino que 4 4 expa” = a hecho una fortuna con Ia eX? sin ganadera y se hab ° samente federal, dado que las milicias de los Madariaga ha- | Glan guerra de montoneras bajo el mando del unitario general — Paz, que dirigié las fuerzas correntinas. También el coman- dante de los Llanos riojanos, el popular Angel Vicente “Cha- cho” Pefialoza, lucharia contra el poder de Rosas.¥ seria un ® comandante —dque ocupé el puesto en Concepcién del Uruguay desde 1828 y pasaria de alli a ser gobernaior tf Tire Rios en 1842— el que causarfa Ja ruina del caudillo Pntho: Justo Jose de Urquiza. Su a a 2 jonadas iy Provincia habja sido de las més convulsio sida volucién s. Tras Ia ¢ durante de Y siguié estandolo por ano: 7 jnestabi- anc de inestal Is . ae a ligg 2 Ramirez en 1821 se abrid una or cual fueron Politi en la Free, £4, con muchos gobernadores, choques en" d S Cnte a ab S Tas Movilizaciones militares y 1° 307 este y el oeste de la provincia. En la década de 1830 se obtu yo un acuerdo entre ambos lados y Entre Rios comenzg . gran desarrollo econémico. De todas formas, la paz no fue duradera en la provincia porque en la década siguiente sy ejército se convirtié en la caballerfa de la Confederacién, ly chando contra los orientales, los correntinos y otros enemigos de Rosas —suftieron la invasion de Lavalle en 1840— casi ininterrumpidamente. Para la gran mayoria de hombres de las clases populares entrerrianas la guerra se volvié una acti- vidad permanente. La movilizacién masiva se hizo dentro de cuerpos milicianos, un servicio que no se pagaba; a cambio —lo he sefialado ya— los combatientes ganaban derechos y beneficios, como el acceso a tierras fiscales. Es decir que de- vino una fuerza integrada en buena medida por pequefios productores rurales, y los conflictos locales dieron lugar por un tiempo a una colaboracién entre el arriba y el abajo so- cial, simbolizada en Ja extensién de una identidad colectiva: la “familia entrerriana” (claro que no sin tensiones, y el Estado provincial también persiguié a los vagos y a los desertores). En ese proceso se consolidé el poder de Urquiza —un gran terrateniente— como caudillo. Se lo conocia, entonces, como el “padre de la familia entrerriana”. La muerte de otro “padre”, Giiemes, habia marcado el ini- cio en 1821 del esfuerzo ordenador de las elites de Salta y Jujuy, donde las jerarquias habian sido cuestionadas abierta- mente. Aunque los sectores que se habian opuesto al caudillo intentaron controlar la situacién inmediatamente después de la desaparicion del lider, su impopularidad era tal que la le- gislatura cligié como gobernador a José Ignacio Gorriti, ¢l eniente de Giiemes, un gesto para Apaciguar a cipal h De todos modos, los representantes —integrantes pen juje— empezaron a presionar al mandatario 7 obligara otra vez a los gauchos a Pagar arrien- ys we *pabian dejado de hacer en el régimen Previo. En «as. a jslatura declaré que los derechos de Propiedad 2, la ales pero mantuvo la exencién del pago a los 1322, 4 funda i ean f n cumpliendo servicio de armas y que tuvie- ye estuviera! documento que lo acreditaba; el resto debia volver a an un ona Ja renta. Gorriti, sin embargo, opté por no aplicar la "ed, temeroso del enojo de los gauchos. Al aio decreté yuck excepcionalidad duraria solamente hasta que la guerra de independencia estuviera terminada y en 1824 la Legisla- tua decidié volver a cobrar arriendos, aunque aconsejaba a Jos propietarios ser moderados en las exigencias para evitar descontentos, mientras seguia eximiendo a quienes estaba si viendo militarmente y a quienes pudieran ser saqueados por una hipotética incursion realista. A la vez, se aprobé el uso de h papeleta de conchabo. El siguiente gobierno continué con el avance en esa di- recci6n, al sancionar un reglamento que reducia el namero de los integrantes de las milicias, obligaba a los mi ianos no Propietarios a ser arrendatarios 0 peones, castigaba cualquier violacion de la propiedad privada y prohibia la conservacién de armas Pettenecientes al Estado. Como las autoridades sa- bin que era muy dificil quitarle el fuero militar a los gau- hos, fueron, debilitand hillicianos Jo manteni; SUNOS civiles. lolo paulatinamente: decidieron que los an para causas criminales pero no para 309 Ya sin actividad guerrera y sin lider, los gauchos no . sistieron abie! con los oficiales, fundamentales en el régimen de Giiemes, n debilitando. En 1824, por ejemplo, un grupo de rtamente estas medidas. De hecho, sus vinculos se fuero gauchos se enfrento c! tigarlos le dijeron, segan el oficial, “que ya yo no era su juez” ticia civil. Es decir que abandonaron uno on su capitan y cuando éste quiso cas. y apelaron a la jus de los fundamentos de los afios previos. El otro, la exencién del arriendo, fue termindndose gradualmente; como vimos, el negocio de muchos hacendados dej6 de estar en la pro- duccién y pasé a ser la percepcidn de las rentas que les pa- gaban sus arrendatarios. En los afios posteriores a 1825 los otrora poderosos gau- chos dejaron de serlo. Fue una victoria rotunda del Estado provincial y de la elite, que superd su division bajo Giiemes y consolidé su situacién privilegiada; los miembros de las clases populares perdieron el lugar principal en la escena piiblica. Poco y nada parecia haberse modificado tras afios de guerra y de desafio al orden. Un rasgo, sin embargo, sobrevivid: al- gunos gobiernos volvieron a apelar a la exencién del arrien- do cuando necesitaron movilizaciones masivas para la guet™- Asi ie hicieron tanto las autoridades unitarias de Salta et 1s conflictos civiles de inicios de la década de 1830 como unos afios después los gobernadores federales de esa provincia Y de la ahora auté aut i tonoma Jujuy ante la guerra con Bolivia, y tod" mas tard i ma 7 © los gobiernos que formaron en 1840 la Coalicio” orte, derrotada por las fuerz: Este, Por su parte, debié Provinci ‘as de Rosas. ae construir el orden en su proP™ » que no sé] Pon . lo habia vivido la politizacign revoluc! 310 y sino que habia experimentado la gran cony naria s! uulsién rural Mia década de 1820, por medio de la eu ae al él mismo habia i ndes obstaculos: los pastantes enfrentamientos entre facciones y la movil 0 ado al poder. Su objetivo tenia dos grar izacion ‘a imposible de j ignorar o fre- n diploma sabia ei popular, que como bien a er: 1, En 1829 comen i atico oriental que el error ve los cobjgssm™ sido descuidar a “los hombres gfia, que son la gente de ac- an grandes males, debido a el que no tiene contra habia percatado de que ia grande sobre esa clase me propuse adquirir esa “Ja disposicién que hay siempre ricos y superiores”; por eso él s pare influem toda costa”. Para vez disciplina vsas acudié a la politica, estimulan- do el fervor federal de las clases populares. De todos modos, la operacion no le iba a resultar sencilla. Por empezar, cuando teymindé su gobierno en 1832 los en dos, entre los “apostélica los “cismaticos”, que tenfan diferentes mirad anizar la provincia mujer de Rosas ie en 1 1833 estuve oe de la ciu devino lider de rculo de los di- Tigentes "gentes rosistas se mostra St6 a la plebe (“Ios Pobres estén dis; Puestos a trabajar de firme”, escribid a su ma- ri . Fs oa Desde antes mantenfa relaciones fluidas con miembros de ‘s 10s sectores medios y bajos de la sociedad ¢ impuls6 con Ello ef j incremento de la tension, que dio lugar en octubre a 3il una movilizacion de lo que un francés denoming loss, ed licio. sos de chiripa (los ‘sans-culottes’ de la Repiiblica Argent Se produjo cuando en medio de una escalada de agr, : Agravigs en la prensa entre ambas facciones federales, el gobierno, + que ara varios Periddicos que se habian sobrepasado. Uno de ellos se Iamaba “El Res. taurador de las Leyes”, y sus partidarios apelaron a Ja confu- buscaba mostrarse neutral, decidié juzg sion de que era el mismo Rosas quien iba a ser juzgado. Una multitud se reunié en la plaza y comenzé un tumulto tras e cual un grupo marché fuera de la ciudad y comenzé a aglu- tinar a su alrededor a partidas de la campafia, como en 1829, hasta que el gobierno debié renunciar y los cismaticos queda- ron vencidos como faccién. Después de esta “Revolucién de los Restauradores”, también por influjo de Ezcurra se formé un club de rosistas fanaticos, la Sociedad Popular Restaurado- ra, que en sus origenes contaba con escasos miembros de la elite entre sus integrantes. Algunos de éstos realizaron ataques erra civil causa- da por el asesinato de Quiroga en Cérdoba\Rosas volvié al gobierno de Buenos Aires y se le otorgé | Suma del Poder iscito en el cual icé a consolidar un orden y lo hizo mediante Ia acentuacién de la identidad federal y chminacion de cualquier tipo de disidencia, El uso del «ist™ vo federal, Ia divisa punzé, se hizo obligatorio, y el r0j0 & deral se volvid en el color que primaba en Ja vestimenta ys decorados. En la 8 elecciones slo habia una lista: Ia del gobie™ 312 o. Asi aunque la consigna era “mueran los Salvajes Unitarios” oF a ee oar los ia politizacién parecfa extrema, en los hechos ng habia en la yh A : : a provincia a quien com| ando ya nadie se decia unitario hismo color Politico, el Ovilizacién Popu- primera vez Portefia, de plebe: persiguié a la oposicién, by CO suprimir itica —salvo la que podia co cerrar el espacio para la participacién popular no controlada. Consolidé su relacién con los paisanos de la campajia, en par- ticular con los pequefios y medianos productores, y constru- ca, sino que se apoyd en figuras intermedias| jobre todo los eces de paz, que en la campajia devinieron lel orden federal. Algunos de estos pequenios Persona} io piezas clave deres se vol- a ciudad con Juliin Gonzalez Salomén. Tenia una pulperia en el barrio de San Nicolis —frente a donde hoy se levanta el obelisco— Sue habia pertenecido a su hermano Genaro, quien habia sido pitin de milicia y uno de dé Fn cada revolucionaria, r; I A “vantamiento de octubre d, er ilicj n la milicia, heredé el n Paradigma de bisagra soci tenia una buena posicion econdmica y HOS dependient, su casa, sabia leer y escribir y usaba el poncho Popular. 5 We En primer gobierno de Rosas se convirtid cn juez dy par di Nicolas, cumphendo cl habitual papel de movyily, en su barrio y controlar ki mesa en his jornadas clers, Actuo decididamente en el bando apostélico durante interna del federalismo y estuvo entre los fundador Sociedad Popular Restauradora, de la cual fue presid de diez aos y que se reunia en su pulperia. Asi, Salome; transformoé en una importante figura federal Organizaba y conducia manifestaciones callejeras que mostraban el apoyo a Rosas, vigilaba y amenazaba a los sospechosos de unitarios, y algunas veces realiz6 ataques contra sus viviendas para romper objetos celestes (color identiticado con el unitarismo) Cuando el poder de Rosas parecia consolidado, comen- 26 la crisis deseneadenada por el blogueo francés de 1838 En este marco, en Buenos Aires aparecié el terror. Rosas contaba con und ON acion Hamada la Mazorea, un brazo armado de la Sociedad Popul sstauradora formado por ajaban en la Policia lebeya. En octubre de 1840 la Mazores dos de extraccion ealiz6 una serie j asesinatos selectivos contra algunos sosfichosos de unt :al menos cuarenta personas fueron d propia rolladas en sus SAsas y otras fueron golpeadas, vejac ys o cortursdas Asi, con Mg fuerza que operabs ; lel Estado pee’ bajo el controle . shina Thador, éste termind de discipl ah elite “i . Seon h elite portefia,a la que no podia someter totalmente 8 las fuerzas lepale ' gentat a i -Al inismo Hempo, Rosas pudo presen! los ataque: “cik echo Wes como una accion popular autonoma. De hesl 314 gn abr tea noticia de una derrota fedei — “ceiia del grupo Ho panses haber si el Litoral. Esta vez -ordenada por_el amenazar a una ciudad ya 1 todos sus enemigos habian sido derrota- dos en todas partes— sino por la misma Mazorca y algunos plebeyos que se sumaron. La cantidad de victimas fue similar ala de 1840 pero los asesinatos mis visibles: aplena luz del dia no volveria a opera| y cua arios se hicieron mes la violencia se detuvo y la Mazorca entonces fue posil en la provincia en En ese marco, ¢€ medida claramente impopular: Aludié para ello a la clasica queja de los excesos que se come- tian y a los supuestos perjuicios para la economia, al tiempo que eliminaba de ese modo una reunién masiva que era im- posible de controlar. Asimismo, las convulsiones fueron extinguiéndose en el resto de la Confederacién. Aunque no tenia prerrogativas le- gales sobre las provincias, Rosas se convirtié de hecho en un tutor de todas ellas. Cuando el tiltimo levantamiento corren- tino fue derrotado en 1847, la Confederacién entré en una “apa de paz, : Las luchas entre federales, unitarios y otros antirrosistas ha- bian Provocado la movilizacién de milicias y ejércitos &P todas = Provincias y habian perpetuado las posibilidades ae 315 vencidn popular en la politica, porque Cualquier ac, ION Nye sitaba en general sf componentes de origen plet devo p DewWde que la : elites PosteVOlucio, ona onstruir un orden ye ovilizacién popular, era a cuc Ric que tuvieran como or el poder, Para elando a esa movilizadn Popular, tan- to de la milicia como eno encuadr: 5 Un ejemplo tucumano de 1834: al intentar derrocar al gobernador federal Heredia, el unitario Angel Lépez fundamenté su plan —que fracasaria— en la concurrencia de milicianos, de peones de las quintas suburbanas, de carniceros y pequeiios abastecedores, a quienes buggé seducir prometiendo una rebaja de tasas que in. Es decir, quien tuviera ambiciones politicas que contar con ascendencia popular y para eso debia tento a los intereses populares. La obediencia basada en ersonales o en cargos militares solia no ser suficiente.Y secuencia era la perpetuacién de una presencia populir Fue el disciplinamiento de la politica a través homogénea al federalismo que obtuvo Rosas en toda la Con federacién el que logré lo que las elites, imbuidas en quet Ilas constantes, no podian conseguir. Ese disciplinamiento no debe confundirse con mera imposici6n: fueron muchos los : : federalism? embros de las clases populares que hicieron al feder™ UO, U osicién politica propia. En 1847, Juan Bautista Alberdi, enemigo acérrimo oa if pabia ernador portefio, reconocié desde el exilio que Ros" : oot obtenido, finalmente, un orden. La etapa pacifica iba y *§ tq, tal COMO habia ocurrido con otras previas, cortas oo. haber algo distinto: la impronta politica ¢ en grado diverso en la politic: » PETO esta vex, Popular, antes present ° 4 de distintas Provincias habia sido desactivada en todo el pais, : pabia s pat as vazones de la accién popular Conocer los motivos de las acciones populares, ya lo he conduccién. Son rasgos que parecen invariables, intempora- les, casi apoliticos. Pero la participacién popular en la politica tuvo razones mas variadas y complejas. Esto se percibe en epi- sodios concretos sobre los que hay informacién (tomada en general de un sumario judicial). La accién popular no puede atribuirse a un motivo tinico, ni en el tiempo ni siquiera en un solo episodio. Pero también hubo algunos elementos comu- nes entre distintos episodios con presencia popular. Tomemos por caso el “motin de Tagle”, al que ya hice refe- tencia, organizado en 1823 en Buenos Aires contra el gobierno del grupo rivadaviano, para ver la variedad de motivos de los Patticipantes y a la vez cémo ciertos principios se extendieron én el tiempo, En él participaron algunos curas, varios ae Tetirados del servicio activo por obra de la desmovilizaci6n mi- lita, algunas columnas de “gente de campo” y “una parte a dea plebe de la ciudad” Gritaron contra el mal gobierno y 10s 317 herejes mientras vivaban a la patria y a 7 religion. En el juicio realizado después del movimiento surgicron diversas razones por las cuales hubo plebeyos que se sumaron a él. En primer lugar la queja contra las reformas Ilevaba a la conclusién de que habia un “mal gobierno”: las autoridades no estaban cum- pliendo con lo que debfan, que era preservar el bien comin. Existia en la tradicién politica europea el derecho a resistir al bien comin, y ella se puso en ‘onstituyente declararia la tolerancia de cultos, a raiz del tra- tado firmado con Gran Bretafia gracias al cual esa potencia reconocia la independencia argentina para favorecer a los re- sidentes britanicos en el Rio de la Plata, después de lo cual abildo portefio en 1821 fue otro ele- onsideracién popular de que se atentaba contra el bien comin. El ayuntamiento se encargaba de regular el abasto de alimentos, asistia a las viudas y huérfanos de os 318 maltrato de su amo gobierno “que se pre no haber ahora defensor de pow me ‘Cada revolucio- naria, Ja plebe se habia expresado contra los gobiernos y contra sus oficiales, pero nunca habia habido manifestaciones directas contra el Cabildo, al que se denominaba el “padre” de la pobla- cién. Por eso los rebeldes hicieron sonar Ja campana del extinto Cabildo para convocar a esa poblacién a la plaza, como era de costumbre. Y Tagle habia planteado entre sus objetivos que ha- Meso igua institucion. n de la monarquia y de los cabildos no significé el de la clisica concepcién de la autoridad en términos paternales. En la nueva coyuntura posrevolucionaria, como hemos visto, los caudillos hereda- ton esa consideracién, desde Giiemes y Artigas hasta Quiroga, Dorrego, Rosas y Urquiza, todos fueron lamados padres. Ese término era la mayor manifestacién de legitimidad. Por eso de la mirada popular sobre los re- yes fue heredado Por estos personajes: tanto de Quiroga como de Rosas circulaban historias acerca de que se vestian como los humildes y salian de recorrida algunas noches para alternar Con ellos de incégnito. Volviendo al motin de Tagle, no fueron sélo esas cuestiones 319 mento.También hubo quien fue para garantizar el derecho ilicianos a no ser conducidos al ejército regular: un argumento idaaat convocar al mo- vimiento fue que el gobierno tenia esa intenci6n, apelando a la oposicién que se habia dado en los afios previos. De hecho, a los pocos meses el gobierno quiso reorganizar el ejército provincial con un reclutamiento concentrado sobre las clases populares y se generé una agitacién general, con “pasquines por toda la ciudad”, que Ilevé a las autoridades a suspender la medida. Por tiltimo, en la movilizacién se hizo presente la animo- 1 sidad contra los extranjeros y los de posicién social superior, frecuentemente emparentados desde la mirada popular; un agitador incité a un grupo de jornaleros “diciéndoles que su patrén y todos los extranjeros habian sido degollados, que dejasen el trabajo y se fuesen a la Plaza”, Esta oposicion no era algo coy’

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