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Razón Pública
• Australia, Estados Unidos, India y Japón, países miembros del Diálogo de Seguridad
Cuadrilateral (Quad), sostienen que Internet debe ser un “ecosistema tecnológico
abierto, accesible y seguro”.
• En cambio, Rusia y China abogan por un Internet fragmentado por países, por
considerarlo un tema de interés nacional y, por lo tanto, defienden el concepto de
“cibersoberanía”.
El presidente del Grupo Eurasia, Ian Bremmer, denomina la vida en el espacio digital como
un “momento tecnopolar”, que los gobiernos no pueden controlar por completo. Se trata de
un ámbito dominado por las empresas de tecnología, donde los algoritmos y la inteligencia
artificial completan lo que se escribe y les dicen qué pensar, qué creer y qué comprar a las
personas.
Esto no es necesariamente negativo: las empresas orientan a las personas sobre cómo
emplear mejor su tiempo, les dan oportunidades profesionales y sociales y, en última
instancia, les ofrecen ideas y pensamientos. Pero las empresas han conseguido un poder
inimaginable en el espacio digital, mientras que los gobiernos siguen caminando en el
espacio físico.
Para darse una idea del poder de los privados en Internet, hay que recordar que cuatro
empresas privadas satisfacen la mayor parte de la demanda mundial de servicios digitales:
Alibaba (China), Amazon, Google y Microsoft (Estados Unidos).
La expansión de Huawei
La apertura de Internet ha traído beneficios, pero en el anterior contexto, ¿es un espacio
seguro y confiable?
Lo anterior, a pesar de las medidas de empresas como Google contra compañías chinas,
como Huawei. En 2019, Google anunció que le impediría a Huawei hacer uso de algunas
actualizaciones del sistema Android. Google y otras empresas occidentales sospechan que
Huawei podría estar usando sus redes 5G como herramienta de espionaje a favor del
gobierno chino. Por su parte, la empresa ha rechazado repetidamente estas afirmaciones y
ha advertido que la medida «solo servirá para obligar a Estados Unidos a aceptar
alternativas peores y más costosas”.
Para contrarrestar estas estrategias, se necesita un debate público y crítico sobre el papel de
Internet y el espacio digital en nuestras democracias. Además, según Benner, Estados
Unidos y los países europeos deberían exigir a sus empresas y consultores que revelen las
relaciones comerciales con clientes de Estados autoritarios, y a las organizaciones sin fines
de lucro, clubes deportivos, grupos religiosos, universidades y partidos políticos que aclaren
los fondos que reciben y las condiciones que se les imponen.