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Aproximación a la Iconografía de Hécate:

Magia, Superstición y Muerte en la Sociedad Romana.

RESUMEN: Las funciones de la diosa Hécate han sufrido numerosas transformaciones a


lo largo de los siglos. Si bien en un principio se trataría de una diosa tracia o caldea
asociada a la naturaleza y fertilidad, en Grecia se convirtió en una divinidad asociada a la
magia y los misterios eleusinos gracias a los relatos que la relacionaban con Deméter y
Perséfone. En Roma, ésta característica se potencia y Hécate se transforma en una
divinidad intercesora entre los vivos y los muertos. Curiosamente, se retoma su faceta de
diosa nutricia para identificarla con el poder imperial.
ABSTRACT: The functions of the goddess Hecate have undergone numerous
transformations over the centuries. Some authors believe it was a Thracian or Chaldean
goddess in its origins, associated with Mother Nature and fertility. In Greece she became
related to magic and mysteric cults due to the Eleusinian myths and her relationship with
Demeter and Persephone. In Rome this feature was enhanced and Hecate became a divine
intercessor between the living and the dead, although her role as a nurturing goddess was
recovered to be identified with Imperial power.

La Titánide Hécate era para los antiguos griegos y romanos una diosa de amplios
poderes, aunque tradicionalmente se la relacionara con la magia, la noche, los fantasmas
y la necromancia. Según las fuentes literarias antiguas, era la única hija de los titanes
Perses y Asteria, de los cuales recibió el poder del cielo, la tierra y el mar1. La
iconografía de Hécate es fácilmente reconocible, ya que aparece como una figura
femenina vestida con una larga túnica que sujeta con un cordón debajo del pecho
mientras sostiene dos antorchas. En algunas ocasiones también podemos hallarla con una
túnica corta y botas de caza, muy similar al modelo iconográfico de Ártemis. En los
santuarios generalmente se la representaba por triplicado como la diosa de los cruces de

1
Apolodoro de Atenas, Biblioteca, I. 2. 4.; Apolonio de Rodas, Argonáuticas, III, 478.

1
caminos y las fuentes2 aluden a ella como “triforme”, “trioditis”, “triceps” o “trivia”. Los
autores griegos y latinos3 le otorgan numerosos epítetos que hacen alusiones a su faceta
de diosa infernal: se la describe con apariencia terrible, con tres cuerpos o tres cabezas,
una de caballo, de perro y de león. De esta forma, debemos comprender que Hécate
puede aparecer representada de forma antropomorfa o tricéfala4, dualidad que aparece
recogida en el arte romano.

La sociedad romana continúa con la tradición griega de ubicar pequeños


santuarios en las entradas de los hogares y templos, llamados hecateum. En este tipo de
representaciones Hécate aparece en su triple forma, sosteniendo los atributos más
habituales: las antorchas. El umbral del templo o del hogar era considerado una zona
liminal, de tránsito, por lo que la presencia de la diosa era imprescindible para mantener a
los malos espíritus fuera. El hecateum adquiría, por tanto, una función apotropaica,
protegiendo a los habitantes de los hogares y a todos aquellos que rendían culto dentro de
los recintos sagrados. Según Pausanias, Alkamenes habría sido el primer escultor en
representarla de manera triforme, tipología que tendría gran difusión por estar ubicada al
lado del templo de la Victoria Áptera en la Acrópolis.

Existen varias teorías que intentan explicar la iconografía triforme de la diosa.


Según algunos, simbolizaría las tres fases lunares, aunque ni siquiera Selene cuenta con
este tipo de representación. Otros sostienen que se trataría de la tríada Selene-Ártemis-
Perséfone como diosas del cielo, la tierra y el Inframundo respectivamente. Quizá esto
explique el sincretismo tardío entre las divinidades, pero no tendría en cuenta los
ejemplos tempranos de esta iconografía. Por último, dos teorías parecen cobrar fuerza en
los últimos estudios sobre Hécate: se trataría en realidad de Hécate Einodia, es decir, de
cruce de caminos, y tendría un significado apotropaico. Sin embargo, es posible asociarla
también a Deméter y Perséfone, por la importante función que desempeña en la narración
del mito. La presencia de Hécate en la iconografía eleusina es posible advertirla ya desde

2
Ovidio, Metamorfosis 7.162 (triforme/triceps); Valerio Flacco, Argonautica 1.730 (triple forma); Himnos
Órficos 1 a Hécate.
3
Orficas Argonauticas, 975; Eustacio, Comentario a la Iliada y Odisea de Homero, pp1467, 1714
4
Pausanias, Descripción de Grecia, Ii. 30.s.2

2
el s. VI a. C. en una metopa del templo de Selinunte. También es probable que se trate de
una evolución de la Hécate Ctónica que suele aparecer con dos perros a ambos lados
adosados a su cuerpo5.

En época romana era muy popular la triada Hécate-Ártemis-Selene en la


literatura. Séneca lo demuestra en su Medea, cuando la sacerdotisa de Hécate se refiere a
la “triforme” para realizar sus rituales; o en Fedra, cuando ella ora a la reina de los
bosques, la caza, la luna para conseguir el amor de Hipólito. Quizá es más evidente el
sincretismo de Hécate con Selene cuando la invoca como “la de cara redonda”, haciendo
una clara alusión a la luna llena. Se debe resaltar también que la dupla Selene/Hécate
trata en realidad de las dos caras de la misma moneda: a Hécate se le atribuye el poder de
esconder la luna para así realizar sus encantos y hechizos6, mientras que Selene es la
mismísima personificación de la luna.

Como ya hemos demostrado anteriormente, los textos que aluden a Medea7 son
una fuente inagotable de información sobre las enseñanzas de Hécate a la que
consideraban su sacerdotisa. Gracias a Ovidio observamos que la diosa se ha convertido
en la divinidad de la magia y de la noche: su faceta más oscura s percibe en la inclusión
de nuevos atributos, como los puñales y los látigos en la estatuaria romana (Fig. 1). Esto
podría deberse a la creencia de que la diosa cortaba las hierbas mágicas para realizar sus
pócimas con un cuchillo de bronce según Ovidio o con una hoz endurecida por los
manantiales de la laguna Estigia según Valerio Flaco8.

En la iconografía de Hécate en Roma es posible apreciar la presencia de nuevos


tocados y coronas radiadas. Atrás ha quedado el polos que coronaba a las tres imágenes
de la diosa: en Roma se propicia la diversidad, la diferencia, el adorno y la variedad,
quizás como símbolo de las distintas funciones de la diosa. También podríamos
entenderlo como cierto sincretismo entre los atributos de las diversas divinidades a las

5
Reid West, David, Some cults of Greek Goddesses and female daemons of Oriental origin, Universidad de
Glasgow, 1990, p. 317.
6
Apolonio, Argonauticas 4.55
7
Ovidio, Metamorfosis 6.139.
8
Apolonio de Rodas, Argonautica 7.352.

3
que Hécate suele estar asociada. Precisamente, abundan las diademas en forma de luna
creciente o llena, quizás haciendo alusión a la identificación de Hécate con Selene. De
esta forma, la representación triple de Hécate pasa de ser un mero símbolo de protección
para convertirse en una divinidad compleja que propicia la magia y los encantamientos,
especialmente de noche. Pequeños hecatea han sido hallados en los lararios de los
hogares romanos, muchas veces asimilada a Isis, diosa lunar por excelencia.

Hécate fue la única entre los Titanes que retuvo su poder durante el reinado de
Zeus y fue honrada por todos los dioses olímpicos. A pesar de ser la diosa de la noche y
de los rituales mágicos, Hécate también poseía rasgos positivos. Al parecer, era una
antigua divinidad oriental (algunos autores sostienen que tracia, otros caldea) relacionada
con la Gran Diosa, es decir, con la naturaleza y fertilidad9. De esta forma, no nos debe
sorprender su identificación con Ártemis en la Grecia del s. V a. C. Hesíodo10 es una de
las fuentes que más información aporta sobre las cualidades positivas de la diosa: Hécate
es dadora de riqueza, victoria, sabiduría, buena suerte a los marineros y cazadores y
prosperidad a los jóvenes y al ganado. Zeus la nombró cuidadora de los jóvenes
(kourotrophos) y por ello se la conoce como “diosa nutricia” de la juventud, al igual que
Ártemis y Apolo.

En Roma las imágenes antropomórficas de la diosa continúan la tradición griega.


Su representación como única figura femenina no sólo debe entenderse como una alusión
a su importancia como titánide y como diosa soberana del Inframundo, sino que en la
iconografía imperial se exalta su faceta de diosa nutricia y benefactora con la humanidad.
En esta particular utilización de su imagen, las antorchas continúan siendo su atributo
más habitual. Su identificación con el poder imperial se verifica en la presencia de la
diosa en el reverso de las monedas del Bajo imperio. De este modo, la figura del
emperador se asimila a la de la bondadosa y generosa divinidad, y su gobierno se
convierte en sinónimo de prosperidad y riqueza. Un claro ejemplo de la recuperación de
las cualidades positivas de Hécate se halla en las monedas acuñadas, curiosamente, en las

9
Reid West, David, Some cults of Greek Goddesses and female daemons of Oriental origin, Universidad de
Glasgow, 1990
10
Hesíodo, Teogonía 404.

4
provincias orientales del imperio, donde la diosa habría tenido su origen hace siglos. El
más claro ejemplo es la ceca de Stratonicea, Caria, que emitió ejemplares con las efigies
de Caracalla y Geta (c. 211 d. C.), mientras que en el reverso hallamos a Hécate de
perfil, sosteniendo una patera en una mano y una antorcha en la otra (Fig. 2). La diosa
viste un largo peplos que sujeta por debajo del pecho con un fino cordón. Sus cabellos se
hallan recogidos en un moño bajo y, en esta ocasión, su tocado no es una diadema en
forma de luna, sino que la divinidad está coronada por polos. Este cambio de atributo se
podría deber a un deseo de acentuar la relación de la diosa con la fertilidad y la riqueza,
ya que era muy habitual en las representaciones arcaicas de las divinidades femeninas,
destacando Démeter, Ártemis y Hécate (Fig. 2). Una imagen muy similar es posible
hallarla en las monedas acuñadas bajo el gobierno de su padre, Septimio Severo, donde se
aprecia su busto junto con el de su mujer, Julia Domna, y a Hécate sosteniendo una
antorcha acompañada por un perro, animal al que tradicionalmente se ha asociado11.

Sin embargo, donde realmente cobra importancia Hécate es en el relato del rapto
de Perséfone por parte de Hades. Según el Himno Homérico a Deméter, Hécate y Helios
fueron testigos del rapto. Con una antorcha en su mano, fue la única divinidad que
acompañó a Deméter en la búsqueda de su hija, hasta que la hallaron y Hécate
permaneció como su ayudante y compañía. Así, Hécate se convierte en una deidad del
mundo subterráneo, pero esta noción no aparece hasta la época de las grandes tragedias
griegas, siendo un tema común con los autores tardíos12. Como diosa ctónica, su
capacidad y poder es extraordinario, gobernando sobre las almas de los fallecidos.

Debido a esta narración, Hécate comienza a ser considerada como intermediaria


entre el mundo de los vivos y los muertos. Su función de “protectora” de las encrucijadas,
de las zonas de tránsito, evoluciona hacia otro ámbito liminal: la muerte. Como tal, se
convierte en una divinidad que propicia el descenso al Inframundo. Virgilio 13 narra cómo

11
Nonnus, Dionysiaca, 44.198; Licofron, Alexandra 1172; Pseudo Higinio, Fábulas 111; Ovidio,
Metamorfosis 14, 430-561.
12
Orph. Lith.48; Schol.ad Theocr I.c; Apolonio de Rodas, Argonauticas iii, 1211; Licofron, 1175,
Horacio, Sátiras .i.8.35; Virglio, Eneida vi. 257.
13
Virgilio Eneida 6.27

5
la Sibila de Cuma guió a Eneas hacia el reino de Hades pero implorando a Hécate para
que intercediera: para ello, debió sacrificar novillos de piel negra y erigir un altar.

Por lo tanto, es posible hallar la figura de Hécate en contexto funerario gracias a


esta nueva faceta que adquiere la diosa. Numerosas estelas se han hallado en el imperio
que datan de los siglos II y III d. C., especialmente en la provincia de Frigia, donde los
familiares de los fallecidos imploran a Hécate como “salvadora”. En estos relieves suele
aparecer el retrato del fallecido y en otro registro, la figura de Hécate en su triple forma,
pero no como si de un hecateum se tratara, sino como tres figuras sucesivas
representadas una al lado de la otra, sin la menor existencia de espacio. En estos casos,
las figuras aparecen vestidas con una larga túnica y sus cabezas se hallan tocadas con un
polos. Flanqueando sus cuerpos, hallamos divinidades secundarias que representan la
Luna y el Sol. Por su talla minuciosa y el naturalismo en los rasgos de los fallecidos,
destacan los ejemplos del Museo Arqueológico de Estambul y el Museo Calvet de
Avignon (Fig. 3 ).

Gracias al mito eleusino, Hécate se convierte en diosa del Inframundo y su


función como mediadora entre los vivos y los muertos fue sumamente importante en el
Bajo Imperio. La diosa era considerada un “canal” que permitía la transmigración de las
almas, por lo que se asocia su figura a varios cultos mistéricos, entre los que destacan el
de Isis, Serapis y Mitra. Hécate aparece asociada en la glíptica a Isis y Serapis desde el s.
I d. C. en Roma, cuando los cultos orientales estaban penetrando en la metrópolis. Estos
sellos parecen estar concebidos como amuletos, ya que cuentan con una inscripción que
hace alusión al poder apotropaico de estas divinidades. En ellos Hécate aparece como
diosa triforme, con los brazos extendidos y portando antorchas, puñales y látigos, es
decir, con la iconografía más extendida en Roma.

También se han recuperado imágenes de Hécate en los depósitos mitraicos de


Tomis, cercano al Danubio (s. II-III d. C.), en el mitreo de Stockstadt, en Sidón, Trier y
Santa Prisca14. Este sincretismo podría considerarse como una evolución en la función de

14
Walters, Vivienne, J. (1974) The Cult of Mithras in the Roman Provinces of Gaul, Brill Archive.

6
la diosa: más allá de su concepción nutricia o relacionada con la magia y hechicería,
Hécate se convierte en un elemento más de intercesión, de tránsito, de canal y de paso en
los cultos mistéricos. Si bien los misterios de Mitra han sido considerados
tradicionalmente como un culto específicamente masculino, debe ponerse de relieve el
hallazgo en sus santuarios de esculturas dedicadas a Isis, Venus, Psique o Hécate.

Los autores neoplatónicos de los siglos II y III d. C. también asocian a Hécate con
Mitra. Al enumerar una serie de divinidades extrañas, Celso15 nombra a Hécate junto a
Sabazios, describiendo a estos dioses como “divinidades con cabezas impregnadas de
extravagancias”. Esta descripción podría referirse a distintos rituales de iniciación en los
cultos mistéricos. Porifirio16, por su parte, al explicar la naturaleza mistérica de los cultos
de Mitra y la teoría de la transmigración de las almas, asegura que los iniciados son dados
a llamar a los dioses como animales, asemejando a Hécate a un caballo, un toro, una
leona y un perro.

Un gran hecateum conservado en el museo Brukenthal, en Sibiu, nos demuestra


que Hécate contaba con sus propios misterios. Esta representación no tendría
trascendencia para el estudio de la iconografía de Hécate si no fuera por los cinco
registros relivarios que se disponen sobre uno de los cuerpos de la diosa. (Fig. ) Si bien la
talla no es delicada - podemos apreciar a simple vista que se trata de una obra de un
taller provincial- sí resulta evidente que nos hallamos ante una serie de ritos relacionados
con Hécate. La presencia de figuras femeninas que danzan sosteniendo antorchas y
acompañadas de cérvidos y perros nos permiten intuir que estamos ante ciertos rituales
relacionados con la diosa. Especialmente evidente resulta en el cuarto registro, donde
aparece representado un hecateum, es decir, la triple representación de la diosa Hécate
sosteniendo antorchas en todas sus manos. También hallamos presente a Mercurio,
fácilmente identificado gracias a su caduceo. Quizás su presencia esté reforzando la
faceta de psychopompos de la diosa, facilitando el tránsito de las almas.

15
Celso, Discurso verdadero, prefacio, 4. Filósofo griego del s. II d. C. de formación platónica.
16
Porfirio, De Abstinentia, IV.16.3.

7
Por lo tanto, es posible considerar que la figura de la diosa Hécate sufrió una
evolución desde su faceta de diosa primordial propicia o “madre tierra” de origen oriental
a diosa de vital importancia en los misterios eleusinos. Esta transformación no es
perceptible sólo en sus funciones, sino también en su iconografía. Como diosa
relacionada con la fertilidad la hallamos tocada con un polos en su triple forma y
portando antorchas en sus dos manos. En el arte romano, la representación de Hécate
hereda las formas griegas, pero se observa un cambio sustancial en los atributos: los
tocados se multiplican y es posible hallar una gran diversidad en sus formas. Algo similar
ocurre con las antorchas que, si bien continúan siendo el atributo principal de la diosa, en
época romana también es posible advertir la inclusión de puñales, látigos y serpientes,
posiblemente relacionado con la importancia que adquiere Hécate como diosa de la
magia.

Su imagen también aparece relacionada con la iconografía imperial: Hécate se


convierte en la garante de una política que propicia la riqueza y el bienestar,
especialmente de las provincias orientales. Septimio Severo y Caracalla refuerzan su
figura acuñando monedas que en el reverso muestran a una Hécate soberana,
antropomorfa, haciendo gala de todo su poder. En este caso se retoma el polos como
símbolo inequívoco de la riqueza, siendo un elemento sumamente utilizado en las
divinidades relacionadas con la fertilidad, al igual que ocurre con el kalathos.

Por último, tanto en el contexto funerario como en el relacionado con los cultos
mistéricos, Hécate aparece como una divinidad de tránsito, como canal y diosa
mediadora entre el reino de los vivos y los muertos. Las representaciones en estos casos
es indistinta, la diosa puede aparecer en forma triple o no, y gracias a las inscripciones
conservadas es posible observar que muchos practicantes del culto a Isis o Mitra también
se autoproclamaban sus adoradores. De esta forma, Hécate se une a las divinidades de
que facilitan la transmigración de las almas como lo son Mercurio, Baco y Hades en el
Bajo Imperio.

8
Aunque en época romana las fuentes hacen hincapié en sus funciones de
hechicera, bruja y ser fantasmal, la diosa Hécate debe ser estudiada desde un punto de
vista amplio, abarcando todas sus facetas y entendiendo su evolución como una prueba
del sincretismo religioso que tuvo lugar en la Antigüedad.

Fig. 1.

Fig. 2

9
Fig. 3 Fig. 4

10
Fig. 5

11
BIBLIOGRAFÍA

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