Está en la página 1de 2

CON ESTAS POBRES PIEDRAS

DEL CAMINO

Desde el rincón anónimo, los ojos


clavados en el cielo
tan lejano y tan alto,
pero, por un milagro de tu amor materno,
tan cercano a mis ojos que parece
como un puñal clavado dentro de ellos
-el cielo azul y triste de tus ojos-

Madre, tan Madre mía!, yo te ofrezco


este rebaño que he venido arreando
desde el lejano suelo
del que, ,como los locos y los niños,
me siento un poco dueño ...

Este rebaño que parece inmóvil


pero, bajo la luz de los luceros
se pone en marcha si sobre él alienta
el viento ardiente de un amor y un sueño:

ojos de once lagunas que en la tarde


beben nostalgias, sombras y silencio.

Cumbres en las que se hacen nieve


los suspiros del hombre y sus anhelos.

Ríos que son sólo el secreto símbolo


de nuestra ansia que marcha hacia lo eterno

Páramos en que canta su elegía


la soledad del huérfano.

Mil árboles que son como nosotros:


amarrados al suelo,
creciendo en savia de dolor y sangre
hacia la altura del azul sereno.

Y el rebaño pequeño de mis días.


Te acuerdas? Conocieron
la luz en esa estrella
del alba de tus ojos buenos.

Cuando la sangre me encendió los pulsos y


el horizonte se quemó de sueños,
ellos le abrieron cauce de blancuras,
de la ardua lucha en el dolor secreto.

Ellos, con su tristeza y su esperanza,


una mañana limpia me dijeron
que era mi vida, de una hostia blanca
el pobre surco abierto.
Ellos vendaron mis secretas penas,
besaron mis oscuros desalientos
cavaron mi miseria, a que brotara
agua para la sed en marcha al cielo.

Yo tenía otra madre: una mañana,


con su mantita negra, su silencio,
con su paso menudo, su sonrisa,
-una mezcla de lágrimas y besos-
se fue a rezar ...
y no volvió; qué negro
se me volvió el camino de la vida!

Pero volviste tú: manto de cielo,


clavos, espinas, pero con tus ojos:
desde entonces, en ellos
dos miradas de madre me contemplan,
dos miradas y un solo amor inmenso.

Todo esto, Madre, yo he venido arreando,


pastor desconocido, desde lejos.

No tengo, Madre, una corona de oro:


mas te corono, yo también, con esto:
con estas pobres piedras del camino
que tienen del amor vivos reflejos.

En nombre de los tristes, de los pobres,


del mirar dolorido del enfermo,
de la quena que quiebra
del páramo el silencio,
y del mirar, absorto en lejanías,
de los huérfanos.

En nombre de ellos, Madre, esta corona


de lágrimas y besos!

También podría gustarte