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LECCIÓN PARA EL MES DE AYUDA AL NECESITADO

(Sustituye al mensaje del primer viernes de noviembre del 2016 – 4 de noviembre)

Recomendaciones:
1. Seleccione a un hermano con tiempo que tenga facilidad para enseñar o exponer el tema y
proporciónele, con anticipación, este material para que cuente con tiempo suficiente para prepararse.
2. El hermano que exponga el tema no debe limitarse a leer este documento; pídale que saque el mayor
provecho al tema de la siguiente manera:
a) dar lectura de las citas bíblicas que se mencionan en este escrito;
b) hacer pequeñas pausas al finalizar cada párrafo o subtema para asegurarse de que se ha
comprendido la idea central, hacer algún breve comentario o pedir alguna aportación de la
congregación que enriquezca la lección (un ejemplo, una experiencia personal, una cita
bíblica o alguna opinión);
c) usar alguna ayuda visual, como las diapositivas, o la impresión de un pequeño resumen o
bosquejo del tema;
d) hacer preguntas dentro del desarrollo del tema e invitar a la congregación que las contesten o
dar unos segundos para que mediten en ellas.

Título de la lección:
Sembrando Amor

Base bíblica:
“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y
dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a
los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu
hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante
de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia” (Isaías 58:6-8).

Propósito:
Motivar a cada miembro de la Iglesia a que participe del verdadero ayuno, siguiendo las recomendaciones de
Dios a través de su siervo Isaías. El verdadero ayuno consiste en salir de nuestra zona de comodidad para
servir a nuestros prójimos y a nuestra comunidad con actos respaldados por el amor de Cristo en nosotros. En
un mundo egoísta que cada día más fomenta el egocentrismo, somos llamados a sembrar las virtudes de aquel
que nos libró de las tinieblas.

Introducción:
Llega noviembre y con él, una nueva oportunidad de acordarnos de aquellos más desfavorecidos. No es por
algún hecho conmemorativo en especial, tampoco porque sea en este mes cuando más necesitados haya o
porque, tal vez, sea noviembre el mes “mágico” que hace que aquellos que servimos nos agradezcan siempre.
La razón por la que este mes entrante se convierte en especial para ayudar a aquellos de los cuales Jesús dijo:
“… los tendréis con vosotros siempre” no es otra que la oportunidad que nos brinda el presente de cumplir
con el mandato perenne que Dios hizo a sus seguidores para realizar en todos los lugares, épocas y
circunstancias que vivieran.

Desarrollo:
Todos sabemos que una de las señales más crudas y visibles que existen hoy del próximo advenimiento de
Jesús es precisamente la falta de amor, Él dijo: “… y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos
se enfriará” (Mateo 24:12).
La frialdad del hombre moderno, la indolencia en la que la humanidad se ha sumergido no ha afectado tan
solo al hombre que está lejos de Dios, sino también a las filas del cuerpo de Cristo. Es esta incapacidad de
sentir compasión , solo tener en nuestra mente la carencia propia y la urgencia que nos presenta la vida hoy,
la que impide al cristiano sentir con el corazón de Dios la necesidad de aquel que está a su lado. Es por eso
que la Palabra resuena en nuestro ser hoy, recordándonos: “Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).

Muchas veces, preferimos encerrarnos en la comodidad de nuestra familia y en nuestra comunidad cristiana y
no “oímos” el clamor de los pobres que sube a los cielos. La tarea no es pequeña ni fácil. Por eso, precisamos
de mucha fe y oración. Hacer de nuestra iglesia una gran familia es hacer del principio de la solidaridad la
piedra fundamental y el espíritu de nuestra organización. Para eso, nuestras comunidades cristianas y nuestras
familias cristianas deben ser testimonios de solidaridad y de amor gratuito con los más necesitados.
Testimonio con actos y propuestas concretas. Acciones inmediatas orientadas a disminuir el sufrimiento de
nuestros hermanos y acciones con objetivos de medio y largo plazo. Por menos que sea, una acción vale
mucho más que palabras vacías. ¿Para qué sirve una compasión que no pasa a la ayuda práctica? La fe sin
obras es una cosa muerta.

No hay nada más peligroso que la experiencia repetida de una emoción sutil que no conduce a la acción. Es
un hecho que cada vez que uno siente un noble impulso y no lo lleva a la práctica se hace menos probable el
que llegue nunca a realizarlo. Una emoción no es nada en lo que nos podamos satisfacer, sino algo que, al
precio del esfuerzo, la disciplina y el sacrificio, debe convertirse en la misma sustancia de la vida. No es fácil
ser ese tipo de testigo en una sociedad que vive concretamente la exclusión, el miedo y la violencia de todos
los tipos. También, si fuera fácil, no necesitaríamos de la fe cristiana ni de la gracia de Dios. Pero, valentía no
quiere decir locura ni la prudencia puede ser una máscara para nuestra cobardía. La iglesia debe inclinarse
más a su proyección social, tener una presencia más visible en nuestras comunidades, conjugar más la obra
espiritual con la satisfacción de las más elementales necesidades humanas tal como hiciera Jesús, nuestro
ejemplo y paradigma perfecto de aquel que sirve con gozo, pues nos declara que no vino a otra cosa sino a
servir, a darse por completo.

Es para ti y para mí el llamado, nuestra misión es ir sembrando en medio de este árido y frío desierto de la
indiferencia la llama del amor que derrite los témpanos de hielo que esconden de nuestra vista la necesidad
de ayuda que muchos tienen. Es nuestro trabajo, es lo que Dios espera que hagamos. Aunque sea cierto que
frente a la gran necesidad que hoy existe tal vez nuestro esfuerzo parezca poco en comparación con todo el
clamor de voces que se alzan en angustia y desgracia, es también cierto que podemos hacer algo al respecto y
para las vidas a las cuales Dios nos permita llegar con nuestra mano extendida significará la diferencia. Uno
de nuestros lemas con sabiduría de Dios enuncia: “Solo soy uno, pero soy uno. No lo puedo hacer todo, pero
algo puedo hacer. Lo que puedo hacer, lo debo hacer, y lo que debo hacer, con la ayuda de Dios lo haré”
(1939).

Nuestra misión es clara y contamos con el apoyo del cielo, no nos corresponde pesar los resultados para
cuantificar si valió o no la pena, a Dios pertenece el hacer crecer el fruto y valorar la cosecha, nuestro trabajo
es seguir sembrando amor.

Ministerio de Ayuda al Necesitado


Aprobado: Oficina Central

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