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Escritura Creativa – Profesora Geipel, Florencia

Alumna: Arjona, Fátima

Cuento Fantástico

IN-COMPRESIBLE

En el aula de primer año los alumnos están cansados, con marcadas ojeras oscuras en sus
ojos, escriben renglón tras renglón cargando el pesado peso del lápiz, el suspiro que sale de sus
bocas podría empujar hasta la flota más terca, toca el timbre y los alumnos salen, solo quedo yo,
en medio de un infierno de calor que ahoga cada oxigeno que ingresa y sale de mis pulmones; la
tiza seca, polvorienta y sucia se mueve por el aire con cada movimiento del borrador, no hay
refrigeración que calme este horroroso clima. -¿Por qué se rompen los ventiladores o se corta el
agua cada vez que yo vengo a trabajar?- Me pregunto a mí misma mientras disipo la ira
desesperada que me persigue. Salgo del aula, veo rostros disfrutando el tiempo, - ¿a quién, en su
loco mundo le gusta el calor? Si parecería que el infierno bajo a la tierra o capaz, ya estaba, solo
que tomó fuerza y se está mostrando, ¡hay ¡ ¡Cuántas cosas locas pienso yo! me deberían dar el
premio nobel a la más grande divagadora, mejor me voy a mi casa - .

Llego a casa, de repente se corta la luz, - ¡hay, ahora si ya me cansaron! ¡No puedo ni prender mi
aire, no hay televisión, no hay agua! ¡Dios ¿qué hice para que me pase esto?! Mándame un poco
de aire, una gotita por lo menos, un descanso ¡el que sea! ¿Alguien me escucha?-. Me acuesto en
el suelo, de repente siento el ruido de la heladera, vuelve la luz, vuelve el agua, me levanto y
siento el alivio más grande del mundo, empieza a llover, un viento golpea las paredes de mi casa,
me digo a - ¡me siento en el paraíso! -. Le hago un reverencia al dios que hace esto; el sonido de la
naturaleza hidratando la tierra me relaja, siento que el tiempo es eterno, nada me interrumpe, es
que algo no terminará más. Me duermo en medio de idílica situación, siento los pájaros en mis
oídos, el tiempo se ha detenido para mí.

Me despierto, todo es extraño, siento que solo ha pasado una hora, verdaderamente el tiempo
se detuvo en mi paz. Pasa el tiempo pero veo que las horas no, miro las ajugas del reloj, me doy
cuenta que el reloj vuelve a dar la misma vuelta, siento un frío que pasa por mi espalda, algo no
está bien, entro en el patio y toco el pasto, es real, la lluvia también, pero algo no está bien, pienso
y pienso, no están mis vecinos, no hay ruido de personas, llamo pero nadie contesta, - ¿es un
sueño? Si, debo despertar, aunque no quiero, porque el infierno volverá otra vez- Me acuesto,
nada, cierro más fuerte los ojos, pero no puedo, me relajo, y no puedo, no me puedo despertar.
Pienso dentro de mí - ¿Qué pasa? Creo que ya no quiero esto- . Escucho una voz que dice – ¿ya no
quieres esto? – . Se me eriza la piel y cada célula de mi cuerpo se entumece - ¿de dónde viene? -
me pregunto. El miedo sube, siento una presión en el pecho que aprieta fuerte y no me deja
respirar y de repente aparece: – soy yo, tu “el que sea”, querías algo, pero no sabías qué, aire,
agua, un descanso, aquí está todo, no soy tu dios, pero le hablaste a algo más- . Mi expresión se
horrorizó, mis ojos se abrieron hasta quedar en el extremo de la cuenca, un ola de frio y terror se
movía desde mi mano hasta los pies, era ése alguien, alguien que no esperaba, pero me escuchó,
él es Mandinga, no lo veo pero lo siento, tal como la sensación el aire, tomo valor y le digo que ya
no quiero esto, que se vaya, me agarro la cabeza con mis manos temblorosas, pero él se ríe
suavemente, es la risa más macabra que oí, de un momento a otro violentamente todo empieza a
desvanecerse, el paraíso se vuelve infierno, el calor vuelve a secar mi rostro y veo a Mandinga, se
muestra como persona, es difícil de describir, con esos ojos rojos burlones, sonrisa retorcida y
calculadora me dice que esta es la realidad, me siento en el piso y escondo mi cabeza entre mis
brazos temblorosos, mientras tanto, él me compaña bailando a mi alrededor, salta, revolotea, -
no despertarás, no puedes despertar de la realidad, solo de los sueños- y se ríe otra vez con voz
infantil, sigo con mi cabeza abajo, ahogándome de miedo, repito una y otra vez con voz quebrada
- ¡ ya no quiero esto! ¡ya no quiero!- . Levanto mi cara, mi perra lame mi rostro y me pide agua
moviendo su colita, ¿todo fue un sueño? No sé, le doy agua a mi perra, hablo con mis vecinos, no
hay luz, desde ahora seré más específica al pedir algo, solo a un Dios, no a todos. Veo mi celular…
pasaron diez minutos desde que llegué, fue un sueño, tiro un suspiro, me encamino hacia mis
plantas, un olor llama mi atención, miro mis árboles, el olor se hace más fuerte, entonces veo
unas gotas de agua caen de sus ramas, pero el sol está reluciente.

FIN

- Personaje ficcional: Mandinga, un ser misterioso, nombre atribuido al demonio en la zonas


de noroeste argentino.

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