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FEDRA E HIPÓLITO

a. Después de casarse con Fedra, Teseo envió a su hijo bastardo Hipólito a


Piteo, quien lo adoptó como su heredero en el trono de Trecén. Así Hipólito
no tenía motivo para disputar el derecho de sus hermanos legítimos Acamante
y Demofonte, hijos de Fedra, a reinar en Atenas591.
b. Hipólito, que había heredado de su madre Antíope la devoción exclusiva a
la casta Artemis, erigió un nuevo templo a la diosa en Trecén, no lejos del
teatro. Inmediatamente Afrodita decidió castigarle por lo que tomó como un
insulto a su persona y se encargó de que cuando Hipólito asistiera a los
misterios eleusinos, Fedra se enamorase apasionadamente de él. Él se presentó
vestido con túnica de lino blanco y el cabello enguirnaldado, y aunque sus
facciones tenían una expresión dura, a ella le parecieron admirablemente
severas592.
c. Como en ese momento Teseo se hallaba en Tesalia con Pirítoo, o quizás en
el Tártaro, Fedra siguió a Hipólito a Trecén. Allí erigió el Templo de Afrodita
Atisbadora que dominaba el gimnasio, y desde él observaba diariamente a
escondidas mientras Hipólito se ejercitaba en la carrera, el salto y el pugilato
completamente desnudo. Un antiguo mirto se alzaba en el recinto del templo y
Fedra punzaba sus hojas, impulsada por su pasión frustrada, con una horquilla
enjoyada, y todavía están muy perforadas.
Cuando más tarde Hipólito asistió al Festival Panateneo y se alojó en el
palacio de Teseo, Fedra utilizó el templo de Afrodita en la Acrópolis con el
mismo propósito593.
d. Fedra no reveló a nadie su deseo incestuoso, pero comía poco, dormía mal y
se puso tan débil que finalmente su vieja nodriza sospechó la verdad y le
suplicó oficiosamente que enviara una carta a Hipólito. Fedra lo hizo; en ella
confesaba su amor y decía que había adoptado el culto de Ártemis, cuyas dos
imágenes de madera, llevadas de Creta, acababa de volver a dedicar a la diosa.
Le invitaba a que fuese a cazar un día. «Nosotras, las mujeres de la Casa Real
de Creta —decía— estamos sin duda destinadas a ser deshonradas en el amor:
lo atestiguan mi abuela Europa, mi madre Pasífae y finalmente mi hermana
Ariadna. ¡Ah, desdichada Ariadna, abandonada por tu padre, el infiel Teseo,
que desde entonces ha asesinado a tu regia madre —¿por qué las Furias no te
han castigado por mostrar semejante indiferencia tan poco filial por su suerte?
— y un día me asesinará a mí! Cuento contigo para que te vengues de

591 Apolodoro: Epítome 1.18; Pausanias: i.222; Ovidio: Heroidas iv.67 y ss.
592 Pausanias: ii.31.6; Ovidio: loc. cit.
él rindiendo homenaje a Afrodita en mi compañía. ¿No podríamos irnos y
vivir juntos, por lo menos un tiempo, excusándonos con una expedición de
caza? Entretanto, nadie puede sospechar nuestros verdaderos sentimientos
mutuos. Ya estamos alojados bajo el mismo techo y nuestro afecto se
considerará inocente, e incluso digno de elogio.»594.
e. Hipólito quemó esa carta horrorizado y fue a la habitación de Fedra para
reprochársela, pero ella se rasgó la ropa, abrió las puertas de la habitación y
gritó: «¡Socorro, socorro, me violan!» Luego se colgó del dintel y dejó una
nota acusando a Hipólito de delitos monstruosos595.
f. Cuando Teseo recibió la nota maldijo a Hipólito y ordenó que saliera de
Atenas inmediatamente para no volver más. Luego recordó los tres deseos que
le había concedido su padre Posidón y pidió encarecidamente que Hipólito
muriese ese mismo día. «Padre —suplicó—, haz que una fiera le salga al paso
a Hipólito mientras : se dirige hacia Trecén.»596 g. Hipólito había salido de
Atenas a toda velocidad. Cuando pasaba por la parte estrecha del Istmo una
ola gigantesca, que cubrió incluso la Roca Moluria, se lanzó rugiendo hacia la
costa, y de su cresta surgió un gran lobo marino (o, según dicen algunos, un
toro blanco) que bramaba y arrojaba agua. Los cuatro caballos del carro de
Hipólito se desviaron hacia el risco, enloquecidos de terror, pero como
Hipólito era un auriga experto, impidió que se precipitaran por el borde.
Entonces el animal corrió amenazadoramente tras el carro e Hipólito no pudo
conseguir que sus caballos avanzaran en línea recta. No lejos del templo de
Ártemis Saronica se alza todavía un olivo silvestre llamado el Rhachos
Retorcido — rhachos es el nombre que dan los trecenios al olivo estéril— y
fue a una rama de ese árbol a la que se engancharon las riendas de Hipólito.
Su carro fue a dar de costado contra un montón de piedras y se despedazó.
Hipólito, enredado en las riendas y lanzado primeramente contra el tronco del
árbol y luego contra las piedras, murió arrastrado por sus caballos, mientras su
perseguidor desaparecía597.
h. Algunos dicen, aunque éste es un relato improbable, que Ártemis le dijo a
Teseo la verdad y lo llevó en un abrir y cerrar de ojos a Trecén, adonde llegó a
tiempo para reconciliarse con su593 hijo moribundo; y que se vengó de
Afrodita procurando la muerte de Adonis. Pero es seguro que ordenó a los
trecenios que rindieran a Hipólito honores divinos, y que desde entonces todas
las novias trecenias se cortaran un bucle del cabello y se lo dedicaran.
Fue Diómedes quien dedicó el antiguo templo y la imagen de Hipólito
Ovidio: loc. cit.; Séneca: Hipólito 835 y ss.; Pausanias: ii.32.3 y 1.22.2; Eurípides:
Hipólito 1 y ss.; Diodoro Sículo: iv.62.
594 Ovidio: loc. cit.; Pausanias: i.18.5.
595 Apolodoro: Epítome i.18; Diodoro Sículo: iv.62; Higinio: Fábula 47.
en Trecén y el primero que le ofreció su sacrificio anual.
Tanto la tumba de Fedra como la de Hipólito, la segunda un montículo de
tierra, se ven en el recinto de ese templo, cerca del mirto con las hojas picadas.
i. Los propios trecenios niegan que Hipólito fuese arrastrado por los caballos e
incluso que esté enterrado en su templo, y no quieren revelar el paradero de su
verdadera tumba. Sin embargo, dicen que los dioses lo pusieron entre las
estrellas como el Auriga598.
j. Los atenienses erigieron un túmulo en memoria de Hipólito junto al templo
de Temis, porque su muerte había sido causada por maldiciones. Algunos
dicen que Teseo, acusado de su muerte, fue declarado culpable, condenado al
ostracismo y desterrado a Esciros, donde terminó su vida en deshonra y dolor.
Pero se cree más generalmente que su caída se debió a una tentativa de violar
a Perséfone599.
k. El ánima de Hipólito descendió al Tártaro, y Ártemis, muy indignada, pidió
a Asclepio que resucitara su cuerpo. Asclepio abrió las puertas del armario del
marfil donde tenía sus medicinas y tomó la hierba con la que había resucitado
el cretense Glauco. Tocó con ella tres veces el pecho de Hipólito, repitiendo
ciertos encantamientos, y al tercer toque el difunto levantó la cabeza de la
tierra. Pero Hades y las Tres Parcas, escandalizados por esta violación de su
privilegio, convencieron a Zeus para que matara a Asclepio con un rayo.
l. Los latinos dicen que entonces Ártemis envolvió a Hipólito en una nube
densa, lo disfrazó de anciano y le modificó las facciones. Después de vacilar
entre Creta y Délos como lugares más adecuados para ocultarlo, lo llevó a su
bosquecillo sagrado en la italiana Aricia600. Allí, con su consentimiento,
Hipólito se casó con la ninfa Egeria, y todavía vive junto al lago entre espesos
encinares, rodeado de precipicios escarpados. Para que no recordara su
muerte, Ártemis le cambió el nombre por el de Virbio, que significa vir bis, o
«dos veces hombre» y no se admiten caballos en la vecindad. El sacerdocio de
Ártemis Aricia sólo es accesible para esclavos fugitivos601. En el bosquecillo
hay un viejo roble cuyas ramas no se pueden romper, pero si un esclavo se
atreve a hacerlo, el sacerdote, que ha matado a su predecesor y por lo tanto
vive temiendo a cada hora la muerte, tiene que luchar con él, espada contra
espada, por el sacerdocio. Los aricios dicen que Teseo rogó a Hipólito que se
quedara con él en Atenas, pero él no quiso.
596 Plutarco: Vidas paralelas 34; Servio sobre la Eneida de Virgilio vi.480.
597 Pausanias: ii.32.8; Eurípides: Hipólito 1193'y ss.; Ovidio: Metamorfosis xv.506 y
ss.; Plutarco: loc. cit.; Diodoro Sículo: iv.62.
598 Eurípides: Hipólito 1282 y ss. y 1423 y ss.; Pausanias: ii.32.1-2.
599 Pausanias: i.22.1; Filóstrato: Vida de Apolonio de Tiana vii.42; Diodoro Sículo:
iv.62.
600 Ovidio: Metamorfosis xv.532 y ss. y Fasti vi.745.
m. En el templo de Asclepio en Epidauro una tablilla constata que Hipólito le
dedicó veinte caballos en agradecimiento por haberlo resucitado602.
*
1. El episodio del amor incestuoso de Fedra por Hipólito, como el de la mujer
de Putifar y su amor adúltero por José (véase 75.1), está tomado del Cuento de
los dos hermanos egipcio o de una fuente cananea común. Su secuela se basa
en la conocida ilustración gráfica en la que aparece el choque del carro al final
del reinado del rey sagrado (véase 71.1). Si, como en la Irlanda antigua, un
rugido profetice del mar en noviembre advertía al rey que se acercaba su hora,
esta advertencia estaría representada como un toro, o una foca, posado con la
boca abierta en la cresta de una ola. Las riendas de Hipólito pueden haberse
trabado en el mirto más bien que en el olivo de aspecto siniestro asociado más
tarde con el choque; precisamente en el mirto que se alzaba cerca del templete
de su héroe y que era famoso por sus hojas perforadas. El mirto simbolizaba el
último mes del reinado del rey sagrado, como aparece en la fábula del choque
del carro de Enómao (véase 109.j), en tanto que el olivo silvestre simbolizaba
el primer mes del reinado de su sucesor. Vir bis es una falsa derivación de
Virbio, el cual parece representar la griega hierobios («vida santa»), pues la h
se convierte con frecuencia en v, como en Hestia y Vesta, o Hésperos y
Vesper. En The Golden Bough Sir James Frazer ha demostrado que el ramo
que el sacerdote guardaba tan celosamente era de muérdago; y es probable que
Glauco, hijo de Minos (véase 90.c), a quien se ha confundido con Glauco hijo
de Sísifo (véase 71.a), resucitara por medio del muérdago. Aunque el culto
preheleno del muérdago y el roble había sido suprimido en Grecia (véase
50.2), un sacerdote refugiado del Istmo bien puede haberlo llevado a Aricia.
El nombre de Egeria muestra que era una diosa-muerta que vivía en un
bosquecillo de álamos negros (véase 51.7 y 170.1),
2. La ofrenda de un bucle por las novias a Hipólito tiene que ser una
innovación patriarcal, quizá con el propósito de privar a las mujeres de poder
mágico residente en su cabello, así como a las mujeres mahometanas se las
afeita al casarse.
3. La ocultación de la tumba de Hipólito tiene sus análogas en las fábulas de
Sísifo y Neleo (véase 67.3), lo que indica que fue enterrado en algún punto
estratégico del Istmo.
601 Virgilio: Eneida vii.775; Ovidio: Fasti v.312 y Metamorfosis xv.545; Estrabón:
iii.263 y ss.; Pausanias: ii.27.4.
602 Servio sobre la Eneida de Virgilio ví.136; Estrabón: v.3.12; Suetonio: Calígula
35; Pausanias: loc. cit.

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