Reflexión sobre el lenguaje en los ámbitos sociales y políticos.
Cuando hablamos del lenguaje en estos contextos es incuestionable la
importancia que adquiere. Este nos hace partícipe de una misma comunidad y parte de la misma realidad, con él creamos vínculos que nos unen a los otros. Bajo esta premisa pensamos que se comporta como un hecho social que ejerce cierto poder coercitivo ante la sociedad, conduciéndola hacia un mismo rumbo, otorgándole identidad y configurando su percepción del mundo. Pero sucede que al hacer uso del lenguaje denotamos ideologías las cuales tienen implicancias sociales. Cuyas consecuencias pueden ser favorecedoras o contraproducentes para una determinada comunidad, por lo que los vínculos sociales que el lenguaje pretende crear quedan sujetos a estas cuestiones ideológicas.
Pensemos que el lenguaje construye identidades y configura categorías que le permiten
hacer generalizaciones por sobre todas las cosas. Resultan tan extraordinarias las implicancias de sus funciones lingüísticas, ya que bajo categorizaciones nos hacen pensar en el otro, en los demás, con menos matices y menos complejidad. También se ven reflejadas en cómo nos referimos a ciertas cuestiones sociales, por ejemplo, la inmigración. En Estados Unidos existe un eterno debate sobre los inmigrantes. Los estadounidenses utilizan un vocabulario que sugiere que los inmigrantes son como animales, como ratas o langostas, es decir, una especie de plaga o enfermedad que está infestando el país. Las categorizaciones que el lenguaje hace son tan agresivas que nos hacen pensar cómo influyen en la percepción que los inmigrantes tienen sobre ellos mismos, que, pensándolo desde nuestro punto de vista, solo son seres humanos que se mueven de un lugar a otro. Para el colmo de males, la prensa a veces escribe: “Hay personas reptando por la frontera”. Es un verbo concreto ¿Qué seres reptan? Solo las serpientes. Este es el punto, cuando utilizamos ese tipo de lenguaje, nos invitamos a pensar en el resto de los seres humanos como seres no humanos y eso nos lleva a permitir todo tipo de comportamientos inhumanos hacia otras personas, clases sociales, entre otras comunidades. Juan Benavídez ACTIVIDAD DE PROFUNDIZACIÓN
Siguiendo este supuesto, el lenguaje nos puede empujar hacia terrenos
truculentos, si lo pensamos desde lo político y desde un ejemplo en concreto, en políticas educativas argentinas, vemos que hay una enorme pujanza entre los que están a favor con los que están en contra de la implementación de la Educación Sexual Integral. Ambos bandos manifiestan sus posturas en diversos medios, puntualmente desde una red social, supongamos: Facebook. Desde allí ocasionan una suerte de enfrentamiento bélico virtual, mediante todo tipo de comentarios detractores alimentan la brecha del desacuerdo, impidiendo llegar a un consenso. ¿Qué sucede entonces? Se deja en evidencia que el lenguaje configura nuestro pensamiento hasta el punto de cerrarnos hacia nuevas perspectivas. Esto no solo problematiza la comunicación si no que la imposibilita, dejando como resultado toda una suerte de malentendidos que transgreden la finalidad del lenguaje. Es decir que, en ciertas ocasiones en lugar de crear vínculos, el lenguaje los destruye.