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África es un continente azotado por la miseria y el hambre, esto pudiéndose demostrar, en parte,

por su esperanza de vida, por ejemplo, en Sierra Leona, el promedio de vida es de 42 años, en
Guinea, es de 43.5 años, medias de vida que son muy inferiores a la de los europeos. Además de
esto, los índices de mortalidad infantil son pavorosos, se estima que anualmente 3 millones de
niños mueren por afecciones a las vías respiratorias, diarrea y sarampión.

En el cinturón africano afectado por el sida, entre el 5 y el 30% de los jóvenes padece del síndrome
de inmunodeficiencia. Se estima que esta enfermedad dejará unos 5 millones de huérfanos en los
próximos años y, viendo las previsiones más pesimistas, se habla de unos 70 millones de
seropositivas a lo largo de toda África. Aunque esta no es la única enfermedad, la malaria, la
tuberculosis, el cólera, la lepra y la polio son otros males que azotan el África.

En lo económico, África está arruinada. Los ingresos de los países más pobres son bajísimos,
estando por debajo de los 22 dólares. Esto debido a que la mayoría de los países africanos
dependen de un único producto exportable, cuyo valor ha caído a los niveles más bajos

Las economías nacionales están de capa caída, la deuda externa crece a pasos agigantados y la
producción disminuye al mismo ritmo

En lo político, gravitan como maldición los conflictos, las guerras civiles y las luchas tribales. Esto es
parte de la herencia que dejó la colonización europea. Los amos blancos crearon estados
artificiales sin respetar las fronteras tradicionales entre las tribus, religiones y etnias del lugar, las
cuales fueron separadas por diferencias irreconciliables y que se resisten violentamente a convivir
en un mismo territorio.

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