Joaquín Araújo

LA TRAMA LÍQUIDA
Joaquín A raújo

Nuestros ríos
LA TRAMA
LÍQUIDA
Nuestros ríos
Joaquín Araújo
LA TRAMA LÍQUIDA
Nuestros ríos
 @
LA TRAMA LÍQUIDA
Nuestros ríos

JOAQUÍN ARAÚJO

© Compañía Logística de Hidrocarburos CLH, S.A. y Lunwerg S.L., 2009

© de los textos: Joaquín Araújo
© de las fotografías: sus autores

Traducción: Richard Rees

Creación y realización: Lunwerg

Diseño y maquetación: Elisabet Gallofré y Francisco Colacios

ISBN: 978-84-9785-614-0
Depósito legal: B-39674-2009

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático,

ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia,
por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados
puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

LUNWERG, S.L.
Diagonal, 662-664 - 08034 BARCELONA - Tel. 93 492 89 81 - Fax 93 492 89 79 - lunwerg@lunwerg.com

Impreso en España
 sumario

11 presentación José Luis López de Silanes, Presidente ejecutivo de CLH

13 los caminos que andan

15 Nuestros ríos 140 el guadalquivir

Vivificante promesa
16 los árboles de agua 146 La cuenca del Guadalquivir
Cuencas, cauces y caudales
158 canarias
24 la vida más mojada Una esporádica trama hídrica
La fauna y la flora de nuestros ríos
168 el guadiana
38 aguas heridas Un cambio difícil
La salud de nuestras tramas fluviales 174 La cuenca del Guadiana

44 los ríos catalanes 190 el tajo

Sereno entusiasmo Aguas que vinculan
196 Confederación Hidrográfica del Tajo
64 el ebro
Tablas de náufrago 214 el duero
70 La cuenca del Ebro, extensa e intensa El poema del agua
218 El Duero, un río mestizo
90 las baleares
Arritmia hídrica 236 el miño
Una larga primavera
96 el turia y el júcar
Del esplendor a la escasez 260 los ríos del norte
101 Júcar y Turia, cauces de cultura y futuro Alborotados caudales
264 Las cuencas cantábricas,
un reto a la gestión imaginativa
116 el segura
Aguas domesticadas
270 demos de beber al agua
120 La cuenca donde el agua es un tesoro
Recuperando la vivacidad de nuestra trama hídrica

130 los ríos subbéticos

279 english version
Escondida transparencia
 PRESENTACIÓN
Los ríos de la vida

C omo parte de nuestra política de responsabilidad corporativa y nuestro compromiso con el medio
ambiente, durante los últimos años hemos publicado varios libros sobre la naturaleza de nuestro país.
Con ellos hemos podido conocer muchos de los árboles monumentales que se conservan en
España, y hemos podido recorrer algunos de los paisajes más hermosos de nuestro país, así como
la mayoría de nuestras costas, siempre con el ánimo de contribuir mediante esta labor a la necesaria
protección y conservación del entorno.
En esta nueva edición, abordamos un escenario distinto que constituye, sin duda, parte esencial
de nuestra vida: los ríos.
Desde antiguo los ríos han servido para delimitar fronteras, pero también de vías de comunicación

å
y transporte, y en sus orillas se han desarrollado algunos de los pueblos y ciudades más importantes
de nuestro país.
Además, nuestros ríos constituyen uno de los entramados naturales más significativos, y a la vez
más delicados de nuestro entorno, porque el agua es un componente imprescindible y todavía insus-
tituible para nuestra vida.
Por esta razón, en este nuevo libro del Grupo CLH hemos tratado de acercarnos a nuestros cauces
fluviales con el objetivo, una vez más, de divulgar las principales características de nuestro entorno
natural y ayudar a protegerlo.
Para ello, hemos contado de nuevo con la colaboración de Joaquín Araújo, quien ha dedicado
gran parte de su vida a conocer, transmitir y defender la naturaleza. Su familiaridad con nuestros ríos le
ha llevado a escribir varios libros monográficos sobre algunos de los cursos fluviales que se presentan
en este libro, así como diversas obras y numerosos documentales sobre el agua en general.
Asimismo, hemos contado con la colaboración de los Presidentes de las diferentes Confederaciones
Hidrográficas de nuestro país, con el objetivo de que nos den su opinión autorizada sobre la salud de
nuestros ríos, y nos ayuden en esta permanente labor de divulgación y protección del entorno que nos
hemos propuesto.
Confiamos en que todo este esfuerzo sea de su agrado.

José Luis López de Silanes

Presidente ejecutivo de CLH
 LOS CAMINOS QUE ANDAN
U n curso fluvial, incluso cuando está seco, como tan-
tas veces sucede en nuestro país, siempre es una excelente
circunstancia. Acaso la mejor. Entre otros motivos porque
no es mala la definición que mantiene que un curso flu-
vial es siempre una primavera, eso sí, muy larga y estrecha.
Afirmación que además de poética es científica, porque las
aguas circulantes siempre consiguen un microclima que
mitiga tanto los fríos como los calores de las otras estacio-
nes. El agua, esté donde esté, tiende a ser amparadora y
fecunda, como nuestras primaveras. Es más, resulta difícil
que ninguna otra de las realidades del paisaje haga tanto
y en tantas direcciones como un río. Pero la primera es,
sin duda, la de renovar, conseguir que nazcan múltiples
oportunidades, como hacen nuestras primaveras. Con la
más llamativa de las descompensaciones. Porque el agua
que camina prácticamente nunca supera al 1% de la su-
perficie de los territorios convencionales, lo que en nada se
El río es más puente que el puente sobre el río.
corresponde con el hecho de que, a menudo, en tan exiguo
porcentaje lleguemos a descubrir hasta el 50 % de los seres
vivos de esos mismos derredores. Poco, en cualquier caso,
si lo comparamos con el pleno absoluto que supone su in-
fluencia. Porque ni un solo metro cuadrado de una cuenca
hídrica deja de tener una relación directa con su río.
Definir la porción terrestre y dinámica del ciclo hidro-
lógico como básica apenas aporta más que una obviedad.
Conviene, en consecuencia, ampliarla hasta acercarnos a
la comprensión de que el curso fluvial es un sistema, al
mismo tiempo de comunicación, organización y, por tanto,
de íntima coherencia para darle su sentido y oportunidad al
paisaje y a lo que en él vive.
La unidad de todo río puede parecernos un concepto
más filosófico que geográfico. Pero, para comprenderla, aca-
so nada mejor que recordar un memorable pasaje del guión
de Memorias de África. El capataz de la hacienda de la pro-
tagonista (Isak Dinesen), ante la pretensión de represar una
corriente, le espeta: «Este río vive en Mombasa», todo ello
… este río vive en Mombasa.
Sidney Pollack, de Memorias de África
cuando la escena se desarrolla a casi 600 kilómetros de ese
lugar, es decir, de su desembocadura. Con esa frase se está
reconociendo, sin duda, uno de los aspectos más olvida-
dos por nuestra civilización. Los sistemas naturales son un
todo organizado y automantenido al que le afecta cualquier
alteración que se haga. Por tanto, esa unidad esencial que
consigue la cuenca y que recorre todo curso fluvial cabe y
cupo en muchas mentes humanas y hoy es porción esen-
cial del pensamiento ecológico. La milimétrica equivalencia
entre todos los momentos y aspectos del agua que fluye,
la decidida importancia de todos y cada uno de los tramos
y sus respectivos caudales, en fin, todo eso puede quedar
incluido en la siguiente reflexión: siempre la misma, igual
de importante esté donde esté, sin sobrar nunca.
Una afirmación que todavía carece de traducción efec-
tiva en la gestión que realizamos del agua. Lo que no signi-
fica en absoluto que no debamos y podamos llevar el líqui-
do elemento desde esos árboles que son las redes hídricas
hasta nuestras necesidades, pero sí hacerlo con mucha más
cautela y, especialmente, con mayor reciprocidad. Nos que-
da todavía un buen trecho para alcanzar la coherencia de
que debemos limpiar a lo que nos limpia.
A la espera de que en algún momento se nos instale la
sensatez en las formas de usar los elementos básicos para
la vida, es decir, el fondo, al menos conozcamos mejor la forma.
A ello dedicamos la mayor parte de este libro. Con este 13
recorrido por todas nuestras principales cuencas hídricas
quisiéramos darlas a conocer mucho mejor y por supuesto
animar a todos, desde los responsables que colaboran en
este libro hasta cualquiera de los usuarios, a mejorar nues-
tra relación con el agua. Su fragilidad resulta tan incalcula-
ble como la necesidad que tenemos de ella.
Joaquín Araújo
Vento, Villuercas, Cáceres
Primavera del 2009
Nuestros ríos
 LOS ÁRBOLES DE AGUA
Cuencas, cauces y caudales

Indiferentes a nuestra sabiduría

susurran también las corrientes y, sin embargo,
¿quién no las ama?
Friedrich Hölderlin

C on demasiada frecuencia, nuestro viejo intento de
comprender el mundo se extravía. Lógico, si tenemos en
cuenta que la vida es también laberinto, esa trama de tra­
mas en las que son múltiples las causas y los efectos. Pero
también nos alcanzan, de vez en cuando, inmejorables
lugares y momentos de, al menos, asomarnos a esa des­
bordante y demasiado olvidada complejidad. De atisbar
algo de su significado. Una de esas pocas oportunidades
nos la brinda el río. Primero y fundamentalmente porque
su materia prima, el agua, es el colmo de la sencillez. Pero
todo lo demás, es decir, todo lo que hoy sabemos que
ser, por tanto, como el incesante manantial que consoli­
da el ciclo hídrico y esa su mejor creación que es el río.
Mucho más por este eterno retorno, que por su grado de
participación en la composición de los seres, que en cual­
quier caso resulta masivo, es por lo que no cabe fisura
alguna entre el líquido elemento y lo viviente. Río y vida
son, sencillamente, lo mismo. O, cuando menos, nada
hay vivo si no está mojado. Y lo que moja los paisajes son
sus cursos fluviales.
Acaso lo que más veces se olvida sobre los ríos es
que deben ser contemplados como un todo organizado,

Nada administra mejor el tiempo y el espacio que el agua, porque

es desde siempre y para siempre la misma y sin fronteras.

debe ser considerado como río, no puede ser más diverso,
entrelazado y fecundamente creativo. Quedan, así, ensam­
blados los contrarios de lo elemental y lo múltiple. Lo úni­
co y  lo masivo. Algo así como si la más enrevesada y coral
de las novelas tuviera un protagonista de perfiles tan netos
y bien definidos que la trama se fuera desovillando con la
levedad de lo primario y, por supuesto, necesario.
Cierto es que jamás llegaremos a descubrir todo lo
16 que se oculta en el entrelíneas de la vida, mucho menos a
vinculante y que da sentido a todo lo que pone en con­
tacto. Une y distribuye. A partir de esa concepción no
excluyente conviene sumar la de su dimensión biológica,
que llegaría a considerar todo lo que moja con sus aguas
como una trama palpitante que debe ser mantenida por
mucho más que las mismas aguas. Porque los ríos son de
la vida en función de la materia orgánica que les llegue
desde lo lamido por las aguas y lo caído desde lo alto. Así,
por ejemplo, sabemos que un río puede perder hasta la 17

dedicarle la atención que merecen todos los infinitos es­ mitad de sus componentes fáusticos si a la corriente no se
La trama líquida

calones del escenario, y todavía menos a todos los actores
que aparecen o se asoman al mismo. Porque describir un
río es ahogarse en la inmensidad de sus propuestas, pero
al menos contamos con el agua, nuestro destacadísimo
hilo conductor, para que el cosmos ilimitado tenga un
sentido y un destino. Es decir, que de la misma forma
que algunos mantuvieron que del caos nació la armonía,
podemos afirmar que de la singular modestia del agua
nace la soberbia infinitud plural de lo viviente. Que acaso
convenga definir como el empeño en volver a empezar;
incorporan los millones de hojas de los árboles ribereños.
Comenzando por el final, que en cuestiones relacio­
nadas con el agua es siempre lo mismo que el principio,
podríamos afirmar que los cauces siempre buscan volver a
empezar, que se acaban donde comienzan. Nada se aproxi­
ma tanto al «eterno retorno» como el agua que camina so­
bre la superficie del mundo terrestre. No menos que con
ser clara la tendencia a confluir entre sí y descender desde
lo más alto a lo más bajo, desde el más correcto punto de
vista, que siempre es aquel que contempla el derredor en
Páginas siguientes:
> Entre las más atractivas
capacidades del agua encauzada
por los cursos fluviales destaca la
de poder autorregenerarse, sobre
todo gracias a la incorporación del
aire que consigue en las cascadas.
Following pages:
> Outstanding among the most
attractive abilities of water
channelled by river beds is that of
regeneration, thanks above all to the
incorporation of air in waterfalls.
 18 19

su totalidad, las alfaguaras no son ni más importantes ni esencial. O al menos aspectos y partes de un todo que como bien público, sino también como derecho imprescin­
La trama líquida

Todo lo que conocemos como Everything we know as life forms

CUENCA LONGITUD RÍO ÁREA CUENCA CAUDAL MEDIO VERTIENTE
vida forma parte del ciclo hídrico, part of the water cycle, of its
menos que las desembocaduras; el tramo bajo, siempre necesita siempre en la misma medida de todas y cada una de sus ingentes escenarios, colossal scenarios, although equally dible para la totalidad de los habitantes de este planeta. (km) (x 1.000 km2) cm3/seg

entre los que no son de menor important are the tiny droplets that Ebro 910 85 570 M
más caudaloso y humanizado, no es superior al alto, de de sus partes. importancia las minúsculas gotas are deposited on leaves.
Debemos responder a los muchos servicios que pres­
Júcar 500 21 60 M
aguas felices, por limpias y raudas. En fin, que por su Las aguas viajeras prestan múltiples servicios perma­ que se posan sobre las hojas. tan nuestros ríos procurando que su fluir vaya acompaña­ Segura 320 16 20 M
ciclo, el agua, esa que transita sobre la piel del planeta, es nentes, manifiestamente inmejorables y que, en su inmensa do del máximo respeto posible. Guadalquivir 660 57 250 A

siempre de igual valía, esté donde esté. mayor parte, resultan por completo gratuitos. Lo que de Sirva, por el lado de los datos prácticos, el siguiente Guadiana 780 68 210 A

De ahí que, a pesar del encabezamiento de este ca­ inmediato convoca a dos apreciaciones que tienen una in­ cuadro para que nos asomemos también a esas cuantifica­ Tajo 1.010 81 600 A
Duero 890 98 770 A
pítulo, en realidad cuando se consigue una visión más cidencia social de la máxima actualidad. Por un lado, que ciones que a menudo son casi lo único que se comprende
Miño 310 18 400 A
completa de lo que un río es aceptamos que una cuenca, es tan alto el valor que tiene el agua para el común de los de nuestros cursos fluviales. Afortunadamente cada día
Principales cuencas hidrográficas de la península Ibérica
los caudales que viajan por la misma y el cauce concre­ humanos que nada hay tan improcedente como su privati­ somos más los que no consideramos a los ríos como poco (M = Mediterránea A = Atlántica)
to por donde lo hacen no dejan de ser lo mismo en lo zación. Por otro, que el agua debe ser contemplada no sólo más que cañerías de abaste­cimiento.
 Agua y luz se fecundan
mutuamente, no sólo
para crear la concreta
y necesaria vida, sino
también para regalarnos
el asombro que desata
la contemplación de sus
íntimos vínculos.
Páginas siguientes:
> En todas las
manifestaciones del agua
superficial —es decir,
la que es iluminada—
cabe reconocer que
el líquido de la vida
es capaz de albergar
20 21
la totalidad de las
tonalidades.
La trama líquida

Water and light nurture

each other, not only
specifically to create
life but also to arouse
our astonishment
and admiration when
we contemplate their
close links.
Following pages
> In all manifestations of
surface water —in other
words, that which is
illuminated— we realise
that the liquid of life is
able to harbour all colours
and tonalities.
La trama líquida

22
23
 LA VIDA MÁS MOJADA
La fauna y la flora de nuestros ríos
L a práctica totalidad de los seres vivos son formas que
contienen agua en enormes cantidades. Vivir, en realidad,
es ser un odre, más o menos disfrazado, pero que invaria­
blemente debe beber. Todos somos, en consecuencia, parte
del río de la vida por lejos que estemos en algunos momen­
tos del agua que camina. Poco más estimulante, por esa
corrección que anima al respeto, que mirarnos en lo que
somos, es decir, en el agua. Con todo, hay mucho de lo
palpitante que además de tener el agua siempre por den­
tro la tiene por fuera, que necesita vivir sumergido. Doble
Todos los ríos son como las primaveras, eso sí, muy largas y delgadas.
delicia de que el gran sustento sea también el elemento
que les sustenta gracias a su densidad. Vivir en la relativa
ingravidez del medio acuático es, además de la forma más
antigua de vivir, la que sigue siendo una suerte de coheren­
cia. Eso de que todo y uno sea lo mismo, a lo que ya nos
hemos referido, resulta aún más explícito y adopta su forma
más cercana para todos los nadadores y buceadores.
A lo que conviene añadir que no son raros los genera­
listas, es decir, las especies que frecuentan varios medios,
que no sea, a tiempo esporádico o parcial, parte de las
24 comunidades vinculadas por entero a los cursos fluviales.
Pero nos centraremos en dar unas breves pinceladas sobre
La trama líquida
las características de nuestra flora y fauna de río.
Dentro de las aguas permanentes destaca, obviamente,
el reino vital de las algas. Varias decenas de especies de algas
de agua dulce se pueden encontrar en nuestra trama fluvial.
Desde las clásicas unicelulares del grupo de las cianofíceas,
entre ellas las diatomeas, hasta los enormes laminares tallos
de los potamogeton, pasando por las Cladophoras y Mirio-
phyllum. Las ovas, denominación popular de las algas más
comunes en nuestros ríos, incluyen sobre todo a especies
del género Chara.
Estoy cerca de los orígenes de la tierra.
Capto el pulso de las flores.
Me es familiar el húmedo destino del agua,
la verde costumbre de los árboles.
Sohrab Sepherí
Una de las especies que más llama la atención de cuan­
tas viven casi totalmente en las aguas son los ranúnculos,
capaces de crear esas ondulantes melenas que la corriente
convierte en sinuosas serpientes. No menos capaces de ta­
pizar enormes extensiones de las orillas de nuestros cursos
fluviales. Los Callitriche responden a la misma estrategia
vital, hunden sus raíces en el fondo, sus tallos viven perma­
nentemente sumergidos y por encima de la superficie man­
tienen sus órganos reproductores. La intensa floración pri­
maveral, a menudo temprana, es uno de los regalos visuales
que nos hace el río. Los nenúfares ponen todavía más color
en los lugares de escasa corriente y llegan a tapizarlos.
Los sotos, que como ya hemos indicado figuran entre
los hábitats más dañados que tenemos en nuestro territo­
rio, representan el máximo de organización y complejidad
de cuantos podamos relacionar con nuestras aguas super­
ficiales, que por cierto alcanzan unos cincuenta diferentes,
de acuerdo con el catálogo recientemente culminado en
nuestro país. En líneas generales podemos distinguir tres
grandes grupos de arboledas ribereñas. Por un lado las que
acompañan a las aguas frescas, limpias y rápidas de los cur­ 25
Si no hay vida sin agua,
sos altos. En los mismos domina de forma contundente el aliso,
el agua siempre es vida
en todas sus manifestaciones,
un prodigio que entre sus muchas funciones positivas fi­ lugares y aspectos. Menos, por
gura la de sujetar como nadie las márgenes de los torrentes supuesto, cuando por procesos
de contaminación se convierte
donde a menudo se dan avenidas de gran poder erosivo. en todo lo contrario de lo que aquí
vemos, un alegre y transparente
No menos crucial resulta su capacidad de fijar nitrógeno torrente que hasta viste de
en ciertos nódulos de sus raíces, con lo que procede a una vivacidad a la roca.
suerte de fertilización completamente natural de la tierra If there is no life without water,
water is always life in all its
que queda en sus dominios, algo que es fácil de apreciar a manifestations, places and aspects.
Less, of course, when due to
simple vista si se reconoce a estos árboles. A los alisos no es pollution processes it becomes quite
raro que les acompañen sauces y fresnos, saúcos y arracla­ the opposite of what we see here,
a joyful transparent torrent that
nes, aunque casi siempre se les puede adjudicar un ámbito even endows the rock with vivacity.

intermedio cuando ya las aguas frenan su atropellado fluir
y comienzan los remansos. En los sotos de montaña en­
contramos también un enmarañado mundo de zarzas, ma­
dreselvas, a veces incluso avellanedas y acebedas espesas y
hasta parras silvestres.
El más singular de los árboles de este tramo alto de los
ríos es, sin duda, el llamado loro, el Prunus lusitanica, una
especie muy cercana al laurel y que es la especie arbórea
más escasa de nuestro país. Un vegetal que ha conservado
un puñado de dominios desde el terciario, que convivió, en
suma, con los dinosaurios.
Por otro lado, las fresnedas y saucedas forman el grue­
26 so de los bosques de ribera hasta la madurez completa del
río. Sin que esto suponga en absoluto que luego no puedan
La trama líquida
ser encontrados entre los grandes sotos de esa zona. Algu­
nos matorrales típicos de esta franja, además de los ya men­
cionados, que son prácticamente continuos y generalistas
en nuestro país, son los agracejos.
Pero de vez en cuando surge lo más parecido que te­
nemos, dentro de los dominios mediterráneos, a las sel­
vas tropicales. Algunos de los grandes sotos de los tramos
medios del Duero, Tajo, Guadalquivir y, especialmente, del
Ebro consiguen ese esplendor del caos en cuanto a la gran
cantidad de pies, lo intrincado de su disposición y lo impe­
Las zonas bien iluminadas de las
aguas poco profundas aportan
el mejor escenario para altas
productividades biológicas
y, en consecuencia, alcanzan
máximos de diversidad biológica.
Well-lit shallow water areas provide
the best setting for high biological
productivity and, by extension,
for extreme biological diversity.
netrable de su espesura. Un mundo con mucha sombra y
humedad en el que medra invariablemente una espléndida
comunidad faunística en la que podemos localizar buena
parte de la fauna de los otros tipos de bosque de nuestro
derredor.
En tercer lugar, cuando aparece un poco de salinidad,
como en muchos tramos del Guadiana, el árbol dominante
es el taray, taraje o tamarindo, de escaso y ralo follaje.
Las orillas casi invariablemente acogen a una densa
masa de carrizos y eneas que diversifican todavía más el
contorno terrestre de los ríos multiplicando su capacidad
de albergar vida animal.
En nuestros ríos se marcan con nitidez las tres grandes
zonas convencionales en las que los zoólogos suelen dividir
su curso. Cierto es que últimamente se suele dejar en dos.
Simplificación que puede resultar oportuna desde el mo­
mento en que, cuando salen del dominio montano, casi to­
dos nuestros ríos presentan una notable uniformidad hasta
su desembocadura, donde nuevamente se podría distinguir
una nueva zona: la que queda afectada por las mareas y que
por resultar salobre permite la presencia de muchos peces y
otros organismos marinos.
El tramo alto de nuestras corrientes de agua es llama­
do también «ritron» o, siguiendo la tradición naturalística,
región de la trucha. En cualquier caso es la parte de cabe­
cera de nuestros ríos, donde todavía queda agua libre, fría,
limpia y con sus comunidades, tanto botánicas como faunís­
ticas, casi en buen estado de conservación. Esto es, hallamos
a sus pobladores originales todavía casi sin mermas, lo que
no quiere decir en absoluto que no encontremos un buen
número de alteraciones en las condiciones de partida. De
hecho, en estos momentos se estudia seriamente la restaura­
ción de cauces con la eliminación de algunos azudes, presas,
acequias y caseras. Un aliviante y sorprendente impulso que
ha llevado en muchos países a lo que parecía imposible, es
decir, a hacer desaparecer una pequeña parte de la obra pú­
blica vinculada a las corrientes de agua. Y el primer efecto
positivo se da entre sus especies clásicas: el de que puedan
recorrer esos tramos altos en sus movimientos hacia los me­
jores lugares para frezar. Uno de los perniciosos efectos de
las represas, cuando no se las dota de escalas de remonte, es
que detiene la subida de los peces con clara merma en sus
posibilidades de reproducción.
Las especies que viven en estos despeñaderos del agua
son resistentes a lo que define a este tramo fluvial, la enor­
me corriente de las aguas. Los insectos cuentan en líneas
generales con potentes sistemas de fijación al lecho, casi
siempre rocoso, de las torrenteras. A menudo el refugio
ante las turbulencias es el que proporcionan los cantos ro­
dados. Entre los invertebrados de estos enclaves destacan
los tricópteros, larvas de libélula, efímeras, ditiscos y las
fases iniciales de los tábanos y otros dípteros, de entre los
que todos somos capaces de reconocer a los mosquitos.
Entre los vertebrados destacan la totalidad de las especies
de tritones, algunos de los cuales consiguen incluso ca­
racterizar a las comunidades del piso alpino de nuestras
montañas más altas, como las salamandras y algunas espe­
cies de rana como la pasilarga o la bermeja. Además de la
trucha, que da nombre a la propia región de los ríos recién
nacidos, suelen coincidir con los cachos algunas bogas y
madrillas. Son también escasos los mamíferos exclusivos de
las aguas bravas, pero los que consiguen sobrevivir en estos
arroyos figuran entre los más originales que conocemos en
nuestras latitudes. Es el caso del desmán de los Pirineos y
de los musgaños. Dos especies de aves acompañan a estas
alborotadas aguas, el mirlo acuático y la lavandera cascade­
ña. Esto no quiere decir que otros muchos pájaros de los
sotos no encuentren oportunidades aquí, pero son todos
ellos forestales.
Últimamente cabe encontrar en tramos altos de los
ríos de Guadarrama, Galicia y Gredos a los exóticos visones
americanos. Una especie más que tras escapar de la cauti­
vidad se ha adaptado perfectamente a nuestros ríos y sus
aledaños.
Cuando las aguas viajeras se agrandan y amansan que­
da multiplicada por muchas veces su capacidad de acogida.
Entre otros motivos evidentemente ligados a la cantidad de
líquido disponible y la extensión del mismo, tanto en longi­
tud como en profundidad, lo que más cambia, con relación
a los tramos altos, es la disponibilidad de nutrientes. Resul­
ta casi siempre enorme la materia orgánica que acarrean las
aguas, con la lógica multiplicación de todos los organismos
que la precisan. Los que culminan las cadenas alimentarias
obviamente son los peces, que aquí están representados
fundamentalmente por la familia que más podemos encon­
trar en nuestras aguas continentales, los ciprínidos. La fa­
milia que incluye a las carpas y los barbos, a las tencas y los
cachuelos, a las madrillas y bogardillas.
Las ranas más comunes, los gallipatos y las culebras
de agua ponen la nota anfibia y reptiliana en los tramos
maduros de los ríos. Las aves que frecuentan este tramo
medio son ya las claramente acuáticas, con las garzas, galli­
nas de agua, algunos patos y los rascones como principales
componentes. En el encañado mundo de las orillas viven
un puñado de especialistas como los carriceros, bigotudos,
buscarlas, ruiseñores, buitrones…
Los mamíferos aportan fundamentalmente a las ratas
de agua y especialmente a la nutria europea, un enorme
cazador de la familia de los mustélidos, uno de los más
acabados diseños hidrodinámicos con los que el agua ha
conseguido modelar a un animal hasta convertirlo en una
ola que se desliza por el seno mismo de las corrientes.
27
Páginas siguientes:
> Algunas de las formas vivas más frecuentes en los ríos presentan
adaptaciones a los constantes cambios de temperatura, caudal e iluminación.
Es el caso de muchas algas y plantas subacuáticas.
>> La vegetación ribereña cumple funciones cruciales para la salud de las
aguas y el equilibrio de todo el sistema. Espadañales y carrizales fijan y
controlan una parte importante de las contaminaciones, estabilizan la orilla
y comparten nutrientes con los nenúfares.
Following pages:
> Some of the life forms most common in rivers adapt to constant changes
in temperature, volume and light penetration, as in the case of many algae
and underwater plants.
>> Riverside vegetation makes a crucial contribution to the health of waters
and to the balance of the entire system. Bulrush and reed beds offset much
of the pollution, stabilise banks and share nutrients with water lilies.
La trama líquida

28
29
La trama líquida

30
31
 El bosque lineal que
jalona las riberas de
los ríos reproduce a
pequeña escala casi
todos los nichos y
el potencial de las
formaciones arbóreas
caducifolias, por tanto
un macrocosmos de
enorme importancia
para la fauna.
Incluso para la
subacuática.
Recordemos que
la materia orgánica
contenida en las hojas
que caen al agua
alimenta a ingentes
cantidades de
32 animales acuáticos. 33

The linear woods that

La trama líquida

mark out riverbanks

reproduce, on a small
scale, practically
all the niches and
potential of deciduous
tree formations,
consequently a
macrocosm of
enormous importance
for fauna. Even in the
case of sub-aquatic
fauna, the organic
matter contained in
the leaves that fall into
the water feeds huge
numbers of
water-dwelling animals.
 34
La trama líquida
Los peces de agua dulce suponen la máxima adaptación a nuestros ríos. Especies como la trucha o la carpa se convierten en el rasgo definitorio de sus
respectivas zonas vitales, recordemos que a los tramos altos se les denomina región de la trucha y a los bajos, región de la carpa. Caballitos del diablo copulando.
Freshwater fish are those that have managed to adapt most to our rivers. Species like trout and carp define their respective habitats,
for headwaters are called trout regions and the lower stretches, carp regions. Dragonflies copulating.
35
Los tritones prefieren las aguas limpias de los cursos altos del río. Pueden vivir una parte de su vida fuera del agua.
Las llamadas ranitas de San Antón cuentan con dos especies en nuestros dominios. La meridional incluso tiene poblaciones en Canarias.
La culebra de collar es el ofidio más abundante en nuestras aguas dulces.
Newts prefer the limpid headwaters of rivers. They may lead part of their lives out of the water.
Two species of European tree frog thrive in Spanish domains; indeed, there are populations of the southern species even on the Canary Isles.
The ringed snake is the most common ophidian in our fresh waters.
 36 37
La trama líquida

Las aves aportan más especies que cualquiera de las otras clases de vertebrados a casi todos los ecosistemas, pero, sobre todo, a los de agua dulce.
De izquierda a derecha, garceta común, porrón moñudo, somormujo lavanco y garza imperial.
Wildfowl account for the greatest number of vertebrate species in practically all ecosystems, above all in freshwater regions.
Left to right: the little egret, the tufted duck, the great crested grebe and the purple heron.
 AGUAS HERIDAS
La salud de nuestras tramas fluviales

Cortáronnos el curso, río mío,

nos apresaron entre recios muros,
nos robaron verduras de la orilla,
¡juguetear por el valle
ya no nos dejan!
Miguel de Unamuno

U na descomunal desproporción se da entre lo que ha­ predominado los peces exóticos predadores de otros pe­
cen y con qué lo hacen. No puede ser mayor, en efecto, la ces. Destacan al respecto los casos de la lucioperca o el
importancia de nuestros cauces fluviales y sus caudales y lucio. Para que una visión rápida y panorámica nos permita
la insignificancia que representan sobre la totalidad del ter­ri­ comprender mejor hasta dónde llega esta alteración de las
torio. No menos profundo es el abismo entre la obligada comunidades de vertebrados de nuestros ríos, incluimos el
sensatez con que deberíamos usar los caminos del agua y siguiente cuadro.
lo que llevan y la forma en que se saldan actualmente las
relaciones entre la sociedad y el líquido de la vida y sus CUENCA ESPECIES ESPECIES
AUTÓCTONAS EXÓTICAS
principales escenarios. Nº % Nº %

Los ríos y las aguas dulces acostadas de nuestro país Cuencas internas Cataluña 14 50,0 11 39,3

ocupan, en efecto, algo menos del 1 % de la superficie total. Ebro 21 53,8 17 43,6
Cuencas de Levante 15 60,0 9 36,0
Sin embargo, demuestran una capacidad de fecundación
Júcar 12 48,0 11 44,0
que alcanza a la práctica totalidad del mismo. Es la otra faz Segura 8 53,3 5 33,3
de lo que consiguen las ciudades, que aunque sólo supo­ Cuencas del Sur 13 61,9 8 38,1
nen el 4,5 % de la superficie de España, influyen, de una u Guadalquivir 17 68,0 7 28,0

otra forma, en la totalidad. La cantidad, pues, no se traduce Guadiana 17 63,0 9 33,3

Tajo 15 55,6 11 40,7
en este caso en la única vara de medir. Nada demuestra
Duero 11 45,8 10 41,7
mejor uno de los rasgos que define más acertadamente al Miño 11 61,1 5 27,8
conjunto de la naturaleza. Nos referimos a eso de que los Cuencas del Norte 14 56,0 8 32,0

sistemas espontáneos con poco hacen mucho. De ahí que

resulte tan paradójico, por no afirmar que torpe, la escasa
protección que reciben nuestros ríos. Especies exóticas
Uno de los aspectos en los que se debe diagnosticar
38 un peor estado de salud de nuestras aguas continentales es Por si esto fuera poco hay que incluir varias plantas forá­ 39
La deforestación, con los
el que se refiere a su fauna piscícola. Porque cerca de la mi­ neas, algunas de las cuales han puesto en peligro la integri­
La trama líquida

incendios forestales a la cabeza,

es directamente «responsable»
tad, según algunos autores algo más del 50 %, de las espe­ dad de las comunidades vivas vinculadas a nuestras aguas del alto grado de sedimentos que
cies que nadan en el seno de nuestras aguas están ahí por dulces. El caso más conocido es, sin duda, el del camalote, acarrean las aguas de nuestros
grandes ríos. El color ámbar de
voluntad de algún ser humano y no por las complejas deci­ planta de los ríos ecuatoriales que tiene una portentosa ca­ las aguas anticipa la colmatación
de los embalses y la mala calidad
siones de la historia de la vida. La proliferación de organis­ pacidad de crecimiento, muy cercana a la duplicación de del líquido para cualquier uso
mos exóticos en nuestras aguas continentales se salda con su tamaño cada 24 horas. Es inolvidable el caso que se dio directo.

el empobrecimiento de la comunidad vital completa. Algu­
nas de las especies introducidas han provocado, en efecto,
enormes distorsiones en las poblaciones de los precedentes
peces autóctonos, cuando no estragos. Entre otros muchos
motivos porque en tales introducciones imprudentes han
hace cuatro años en el Guadiana medio cuando se llegaron Deforestation, with forest fires at
the forefront, is directly ‘responsible’
a extraer decenas de toneladas de esta planta con un altí­ for the great number of sediments
carried down by our rivers.
simo coste económico y ambiental. Fue necesario el uso de The amber tone of the waters
maquinaria pesada para, literalmente, raspar la superficie del indicates silting in reservoirs and
the liquid’s unsuitability for any
agua, y además se hicieron no pocos arañazos a los fondos. form of direct use.
 Aunque cada día menos frecuentes,
todavía hay que minimizar
los perversos efectos de la
contaminación de las aguas con
productos químicos que a menudo
destrozan a las comunidades
zoológicas de nuestros ríos,
a las que, por cierto, se ha sumado
una serie de especies invasoras y
exóticas, como el mejillón cebra.
Although they are on the decrease,
we must minimise the perverse
effects of water pollution by
chemical products that often
destroy the zoological communities
of our rivers, which have been
joined, incidentally, by a number
of exotic invasive species, such
as the zebra mussel.

mental del sistema río. Por tanto, la misma cosa. Pero como
con muchos otros aspectos relacionados con los sistemas
naturales, nada más eficaz y eficiente que los modos en los
que ellos mismos encuentran formas de autoprotección.
De hecho, el soto es el mejor modo de que las crecidas y
avenidas no resulten destructoras para el vaso del propio
río y para todo lo que en su mismo seno vive y se forma.
Entre las tareas más urgentes, pero invariablemente pen­
diente del panorama ambiental de nuestro país, figura la
generalizada restauración de los bosques de ribera. Sobre
todo en las partes medias de los grandes cursos fluviales
espectacular incremento de los métodos de control de la
calidad de las aguas, a pesar de las normas y protocolos y,
sobre todo, a pesar de las ingentes inversiones en depura­
doras, todo parece indicar que necesitamos más rigor, más
tenacidad y sobre todo una mayor vigilancia y control de
los vertidos que pueden llegar a escapar a casi todos los
sistemas de detección.
Dentro de lo que puede ser calificado como debate bá­
sico sobre la limpidez de las aguas, no puede quedar ocul­
to el hecho de que nuestros gobiernos, pero sobre todo
el central, del que siguen dependiendo buena parte de las

El agua fue el primer espejo y sigue reflejando la verdadera faz de nuestra civilización.

En cualquier caso, las invasiones más preocupantes
son las que están protagonizando algunos invertebrados. El
más conocido y espectacular es el mejillón cebra, un mo­
40 lusco procedente del mar Caspio y del Negro. Lo que des­
embarcaciones e incluso en el cuerpo de los peces que cap­
turan los pescadores.
Otro de los daños que apenas se suele tener en cuenta
es la invasión del dominio de las aguas debida a los usos di­
que, en no poca medida, también son agredidas por una
inusitada proliferación de tinglados para la extracción de
áridos. Los despedazamientos de las riberas de los ríos,
sobre todo en las cercanías de las grandes ciudades, han
preocupado mucho a los defensores de las aguas superfi­
ciales. La  obligada restauración de estas canteras a veces
se salda con la creación de una suerte de humedales artifi­
Resulta del todo imprescindible ciales pero que de inmediato son colonizados por una rica
mejorar tanto en extensión como
en variedad a los bosques de ribera fauna y flora acuáticas.
de casi todos nuestros ríos.
En cualquier caso seguimos aguardando la declaración
It is imperative to increase almost
all our riverside woodlands both
de algún tramo de río, cuando no de un afluente entero,
aguas superficiales, han acumulado sanciones de la Unión
Europea por el mal estado de los cursos fluviales. No deja
de resultar llamativamente demoledor el que se haya llega­
do a diagnosticar la completa inhabilitación para usos di­
rectos –baño y boca por tanto– de las aguas de los cursos
medios y bajos de los siete grandes ríos a lo largo de todos
los meses cálidos del año.
No menos relevante es la cifra, tantas veces utilizada,
de hasta 300.000 puntos de vertido sin control a lo lar­
go de esos mismos 75.000 kilómetros de los caminos prin­
cipales del agua. 41

troza es que tiene una portentosa capacidad de reproduc­ rectos por parte de los humanos. El más frecuente es cuan­ in extension and variety. como parque nacional. Algo que no estaría de más si recor­ En cualquier caso, el debate fundamental no ha cul­
La trama líquida

ción que le permite alcanzar densidades de hasta 150.000
individuos por metro cuadrado. Lo que también le predis­
pone para cuajar con sus cuerpos todo tipo de superficies
en contacto con las aguas, hasta taponar tuberías, canales,
norias y todo ello con el peligro añadido que supone el
borde cortante de sus valvas, capaces de complicar incluso
las más elementales labores de extracción. La propagación,
al mismo tiempo, resulta poco menos que imparable desde
el momento en que larvas y huevos pueden viajar de una
cuenca a otra en la suela de las botas, en el casco de las
do se destinan a campos de cultivo, lo que invariablemente damos que se pueden contar con los dedos de la mano los minado. Queda por cerrar y aceptar los criterios básicos
suele saldarse con la destrucción de la vegetación ribereña, ríos de más de 100 kilómetros que conserven sus condicio­ sobre la gestión vivaz de lo que proporciona la vivacidad,
especialmente los sotos. Mucho más grave resulta la inva­ nes naturales. eso que muchos llaman sostenible pero que de tanto trai­
sión de las primeras terrazas fluviales por edificios, ya que La contaminación de las aguas es lo más grave que cionar a la palabra ha perdido buena parte de su eficacia
todos ellos, invariablemente, corren peligro por el bien sa­ sucede a las tramas fluviales de nuestro país. Aunque ha comunicativa.
bido fenómeno de que más pronto o más tarde una crecida sido largo y duro el camino recorrido para que se genera­ Se trata de cambiar enfoques, criterios y adelantarse
excepcional cubrirá esas superficies. lice la depuración, todavía no cubre la normativa europea a la carestía con la poderosa herramienta de la sensatez.
Volviendo a las orillas, no resulta improcedente insistir obligatoria. Cuando algo es respetado también se cuida. Cuidar al agua
en lo que se refiere a las arboledas ribereñas. En primer No se consigue un acuerdo suficiente sobre los pro­ pasa por, en primer lugar, considerar que a la abundancia se
lugar deben ser también interpretadas como parte funda­ cesos contaminantes de las aguas superficiales. A pesar del va por el ahorro.
 43

La depuración de la totalidad de los caudales en todos los tramos de nuestros ríos

es el verdadero desafío al que dar respuesta en estos momentos.
Treatment of all the waters in all the stretches of our rivers is the true challenge currently to be met.
 LOS RÍOS CATALANES
Sereno entusiasmo

Ahora que estoy muy solo y es de noche afuera

te escribo apenas para decirte que las cosas
nada han cambiado desde que nos dejamos,
que los árboles mueren lentamente, como siempre,
y el río sigue su curso de cada día.
Miquel Martí i Pol

C ortos, es decir generalmente con menos de cien kilóme­
tros de curso principal. Con caudales casi siempre de tipo
medio y, a pesar de su clara condición de mediterráneos,
con escaso estiaje. Consiguen al mismo tiempo integrarse
bien en el ya muy modificado paisaje rural. Pueden ser con­
siderados al mismo tiempo como el conjunto de ríos me­
dianos con un mayor aprovechamiento hidroeléctrico de
toda la Península. Dañados por la enorme industrialización
trictamente catalanes. Muga y Fluvià, Ter y Tordera, Besòs y
Llobregat, y un cuarteto final al sur de Barcelona, es decir,
Foix, Gaya, Francolí y Cambrils. Todos ellos cuentan con
un arrumbamiento compartido, lo que permite una con­
tundente homogeneidad. En efecto, nacen al noroeste y
discurren hacia el sureste. Lógica respuesta a la alineación
de las que en tiempos se denominaron las Catalánidas
interiores.

Aiguamolls, siempre ha resonado con armonía evocadora. Me parece una de las más bellas
palabras en catalán, como si nos anunciara con precisión lo que nombra. La belleza de lo natural
contagia a la palabra, que siempre es abstracta y simbólica, con tan sólo excepciones como ésta.
Con aiguamolls sucede algo parecido a aquello de que «el agua era bella antes de que existiera la
belleza», que escribió H. S. Krhunct, pero al revés. La palabra no desmerece a lo que identifica.

de Cataluña pero en líneas generales en avanzado proceso
de recuperación gracias al cuidado que en la actualidad se
les dispensa. No pueden presumir de su fauna, que es poco
cuantiosa y escasamente diversa. Así son los ríos catalanes
al norte del enorme curso fluvial del Ebro.
Otra de las peculiaridades de estos cursos es su ya an­
tigua capacidad para remontar hacia el oeste, de horadar
de tal forma los paquetes rocosos de las cordilleras prelito­
44 rales, en un proceso de socavamiento hacia atrás, es decir,
Además de los rasgos comunes a la mayoría de los
ríos que recorren Cataluña de oeste hacia el Mediterráneo,
lo que cada uno aporta, como siempre sucede, nos alivia
de cualquier homogeneidad; si en la naturaleza siempre en­
contramos infinidad de matices, los que genera el agua en
sus caminatas superan a los de cualquier otro ámbito.
Como este libro sigue el recorrido de las agujas del re­
loj, comenzamos por los más nororientales de la Península,
es decir, por los que alcanzan el mar en el golfo de Rosas. 45

hacia las cabeceras, que rejuvenece los lechos de los cauces El Muga es alimentado por una auténtica malla de to­
La trama líquida

y, al mismo tiempo, consigue ganar territorios para drenar y
longitud en el cauce. En definitiva, son cursos relativamen­
te activos, rejuvenecedores, aunque en clara fase de esta­
bilización en sus tramos finales. Recordemos que todos se
benefician de los veneros de las mencionadas elevaciones
y unos pocos, de los Pirineos. Sus tramos medios y bajos,
los que se despliegan hacia las planas litorales, tras rebasar
las mencionadas elevaciones, presentan en la mayoría de
los casos una buena profusión de arboleda ribereña. Una
cierta tendencia a formar parejas se detecta en los ríos es­
rrentes pirenaicos, que son los que garantizan un aporte
permanente dado que las nieves de la gran cordillera suelen
mantenerse hasta bien mediado el verano. Todos acaban En el golfo de Roses, entre las
desembocaduras del Muga y el
confluyendo en la plana ampurdanesa al este de Figueras. Fluvià, se ha consolidado uno de los
Se suele considerar que no sobrepasa los 40 kilómetros. más dinámicos espacios protegidos
de Cataluña, el Parque Natural de
Desde la desembocadura del Muga al Fluvià se extiende los Aiguamolls ampurdaneses.
una de las más feraces llanuras litorales del país, que además In the Gulf of Roses, between
the mouths of the Muga and the
culmina en la línea de costa con los Aiguamolls ampurda­ Fluvià, one of the most dynamic
neses, hoy parque natural que ha permitido la recuperación protected areas in Catalonia has
been consolidated, the Aiguamolls
de uno de los mejores aguazales del Mediterráneo. El Fluvià, Natural Park in the Empordà.
 que alcanza los 70 kilómetros, encuentra suministros de ex­
traordinaria importancia en las formaciones volcánicas de
Olot, sin duda uno de los paisajes más fascinantes de todos
los que tiene Cataluña. A las elevaciones se añade un llamati­
vo índice de precipitaciones, como demuestra la presencia de
hayedos en esta comarca. Uno de los favores que nos hace el
Fluvià es haber destapado para los ojos imponentes paquetes
de basaltos, testimonio de la actividad telúrica en la zona que
supuso formidables erupciones. Luego se comporta como su
hermano y se adentra por la llana del Ampurdán, y pasa por
Besalú, uno de los conjuntos de arquitectura medieval mejor
conservados de Europa.
El Ter es el caudal y el cauce más importante de Giro­
na, como evidencia su recorrido de 125 kilómetros. Ade­
más de las estribaciones de la gran cordillera, cuenta con
la sierra del Cadí, que roza los 3.000 metros, como gran
suministrador de afluentes copiosos que se nutren tanto
de las nieves como del hecho de que estamos en una de las
comarcas mejor regadas por las nubes de toda Cataluña.
Nada puede extrañar en consecuencia que nos encontre­
mos con caudales aceptables durante prácticamente todo
el año e incluso en plena canícula veraniega.
El Ter también nos ofrece uno de los mejores ejem­
plos de ampliación de una cuenca a base de la capacidad
de ahondar hacia atrás su propio cauce. Tras pasar por la
capital de la provincia creando uno de los entornos en los
que mejor se funde un río con una gran ciudad, el Ter se
adentra en la plana de Vic. Desemboca en el Estartit justo
frente al archipiélago de las Medas, a las que fertiliza con
sus aportes de materia orgánica y favorece la gran fauna
marina que allí se puede observar.
El Tordera es de dimensiones mucho más modestas ya
que apenas llega a los 50 kilómetros. Eso sí, tiene uno de los
más hermosos y emblemáticos orígenes: la sierra del Montseny,
hoy parque natural y uno de los lugares mejor conservados de
Cataluña. El Besòs resulta de carácter y aspecto muy similares
a los del Tordera, pero su vinculación a alguna de las ciudades
más industrializadas y pobladas del ámbito catalán le confiere
46 una crucial importancia económica y social. 47

Las aguas del Llobregat nacen casi donde el Ter, en

La trama líquida

lo que resulta su rama más norteña, la del Cardoner, pero

desvía sus pasos hacia el sur para ser fundamentalmente
barcelonés, sobre todo al atravesar la zona de Berga y más

El paso del Fluvià por la localidad gerundense de Besalú aporta uno de

los mejores ejemplos de integración de un tramo de río con un entorno
urbanizado, y en este caso respetado, desde el momento en que se trata
de una de las ciudades medievales mejor conservadas de la Península.
The passage of the Fluvià through the town of Besalú, in the province of Girona,
is one of the best examples of integration between a river stretch and urban
surroundings, in this case one of the Peninsula’s best preserved medieval nuclei.
 todavía si recordamos que lame la base de las sierras de
48 Montserrat, que son el centro emocional del país. Luego
se adentra en la hondura llana del Penedés y pasa por Mar­
La trama líquida
torell donde le alcanza el Noya con un buen caudal. Este
curso fluvial, con sus casi 150 kilómetros, aporta muchas
de las aguas que abastecen a la capital de Cataluña. No
menos han generado en el pasado algunos de los peores
escenarios de la contaminación hídrica en España, aunque
si bien no todos sus viejos y desvalijadores problemas han
sido del todo resueltos, al menos sí es cierto que una por­
ción importante de lo que le convertía en uno de los más
dañados caminos del agua del país se ha solucionado. Es­
pecialmente oportuna es la recuperación de una parte de
los tramos finales, sobre todo de la laguna de La Ricarda. El Ter cerca de su nacimiento,
en las estribaciones de la sierra
En cualquier caso resulta de especial relevancia el conjunto del Cadí, y aguas abajo, 49
deltaico profusamente entregado a la agricultura. antes de adentrarse en las
tierras llanas de la plana de Vic.
La provincia de Tarragona es recorrida con la misma The Ter near its source in the
cadencia de peine por los ya mencionados cuatro ríos más spurs of the Cadí mountains and,
downriver, before it enters the flat
secos y cortos. Algunos llegan a secarse durante los meses lands of the plain of Vic.
cálidos. El Foix hace de frontera con la provincia de Barce­
lona. El Gaya da su tabla de salvación a la plana tarraconense,
de gran actividad agraria. El Francolí completa los servicios
del Gaya, sobre todo en las comarcas cercanas a Reus. Por
último, el Cambrils, que desemboca cerca de Salou, es el
que más estacional resulta de todos los pequeños cursos
fluviales tarraconenses.
 A su paso por Camprodon
las aguas del Ter
mantienen unos caudales
que raras veces defraudan
las demandas que la
población hace de ellas.
A partir de aquí no
siempre sucede lo mismo.
Páginas siguientes:
> Todo paisaje con agua
es imán insoslayable
para la contemplación.
Porque el agua es su
columna vertebral, lo que
cohesiona y explica el
funcionamiento básico
de los sistemas naturales.
El Ter en el pasteral así
lo confirma.
As they flow through
50 Camprodon, the waters 51
of the Ter are so
La trama líquida

voluminous that they

rarely fail to meet the
needs of the local
population. From here
onwards, the situation
is not always the same.
Following pages:
> All landscapes with
water are an irresistible
lure for contemplation,
because water constitutes
its backbone, the element
that unites and explains
the basic purpose
of natural systems,
as confirmed by the
Ter in the pasteral.
La trama líquida

52
53
 54 55
La trama líquida

La práctica totalidad de los cursos fluviales españoles han quedado de una u otra forma
regulados por la mayor red de embalses del planeta. El pantano de Sau.
Almost all Spanish rivers have in one way or another been regulated by
the planet’s greatest network of dams. The Sau reservoir.
 56 57
La trama líquida

Los primeros pasos del río más humanizado de Cataluña, el Llobregat,

escapan por completo a los usos convencionales en sus primeros kilómetros.
The initial stretch of Catalonia’s most humanised river, the Llobregat,
has managed completely to avoid conventional uses.
 58 59
La trama líquida

La desembocadura del Llobregat —en estos momentos amparada bajo la figura legal de parque natural—
mantiene uno de los sistemas más fecundos, las marismas costeras.
Página anterior:
‹ Los jardines de Can Artigas, diseñados por Gaudí, demuestran la siempre creativa aportación
de las aguas corrientes con el arte humano. En este caso el Llobregat se encarga de la tarea.
The mouth of the Llobregat —now protected as a natural park— is characterised
by one of the most fertile of systems, namely coastal marshland.
Previous page:
< The Can Artigas gardens, designed by Gaudí, constitute an example of the contribution
of flowing waters, in this case those of the Llobregat, to human art.
 60 61
La trama líquida

Páginas siguientes:
> Convivencia cada día más frecuente. Los dominios del agua, cercados y tantas veces arrinconados
La capacidad para refugiar, alimentar y potenciar la reproducción de los seres vivos que tienen los marjales queda de sobras por el ámbito urbano y su insaciable demanda de más caudales y más territorios.
corroborada por la laguna de La Ricarda, en el delta del Llobregat. Fochas, martinete y ánade real en la foto de la derecha.
Following pages:
The ability to protect, feed and provide breeding grounds for creatures that inhabit marshlands is more than corroborated > An increasingly common form of coexistence: water domains, encompassed and so often
by the La Ricarda lagoon, on the Llobregat Delta. In the photograph on the right: Eurasian coots, a heron and a mallard. cornered by urban development and its insatiable demand for more water and more territory.
La trama líquida

62
63
 EL EBRO
Tablas de náufrago
C on apretado caudal, nada menos que unos 500 litros
por segundo, es decir, con generosidad manantía, brota el
Ebro allá por las cantábricas alturas de Reinosa. Que son
bien modestas. En realidad estamos muy bajos, a unos 900
metros sobre el nivel del mar, por lo que este camino que
anda va a tener un gradiente realmente ínfimo, ya que su
desembocadura queda a casi 1.000 kilómetros. La media
resultante, por tanto, no puede ser más propicia para la
lentitud, pues se trata de bajar algo menos de un metro de
desnivel cada kilómetro de recorrido. Todo ello desde su
mismo venero. Pero más llanea todavía a partir de su gran
capital, Zaragoza, pues ésta queda a menos de cien metros
de altura sobre el nivel del mar, y al Ebro le quedan casi
300 kilómetros para disolverse en el Mediterráneo.
Los estudios más recientes nos convencen de que en
realidad lo que ve la luz en Fontibre es una surgencia que
alivia un imponente acuífero subterráneo, que se extiende
por buena parte del alto valle del mismo conjunto de encla­
ves de la vertiente meridional de la cordillera Cantábrica. Sí
acaso se puede estimar que todas estas aguas pueden tener
como referencia de su prenacimiento a uno de los vértices
más famosos de la cordillera cantábrica, el pico Tres Mares,
cumbre así llamada por partir de la misma las aguas del río
64 Saja, que van al mar Cantábrico a través de la provincia de
Santander, las del Pisuerga, que se dirigen hacia el Duero y
La trama líquida
el Atlántico y, por supuesto, las que hacen que el Ebro eche
a andar hacia el este en busca de esas costas donde se in­
ventaron la mayor parte de las civilizaciones. Desde el mis­
mo comienzo suma el Ebro más agua que cualquier otro de
los ríos de la Península, como no podía ser de otra forma,
por el cúmulo de circunstancias favorables que llegan casi
desde todos los puntos posibles. Tengamos en cuenta que
le alcanzan aportes nada menos que de casi todas las ver­
tientes meridionales de los Pirineos. También incrementan
sus caudales todas las escorrentías de las comarcas más
Me asaltan almadieros
las presas, corzos ligeros
y en praderas de agua moza,
y a favor de los abriles,
se me van a Zaragoza,
juveniles,
se me van las almadías
como los días del alma.
Rafael Sánchez Mazas
septentrionales de las altas parameras castellanas. Otro de
los enormes manantiales del Ebro son las corrientes que,
desde el sistema Ibérico, se arrumban hacia el norte, sobre
todo en la comunidad riojana. Luego tampoco podemos
olvidar las que parten de todas las sierras menos extensas
como las del Moncayo, Guara, Vicort, Javalambre, Cuca­
lón, Montsech, Matarraña…
Como buena parte de los enclaves mencionados cuen­
tan con alturas más que suficientes, el reservorio de cau­
dales que supone la nieve del invierno garantiza la fluidez.
Lo que no significa en absoluto que el Ebro no padezca
los consabidos estiajes furibundos del verano mediterrá­
neo. De hecho, nada más arrancar ya capta todos los apor­
tes del Hijar y los veneros de Peña Labra. Discurre lento y
ancho nada más salir de Reinosa por entre jugosos prados
pero enseguida se muta en inmensidad acostada. El pan­
tano del Ebro es el mayor de cuantos están en los prime­
ros 50 kilómetros de recorrido de cualquiera de nuestros
grandes cursos fluviales. Nada menos que 6.000 hectáreas
de superficie inundada y que suele mantener altas o com­
pletas sus reservas durante todo el año, dada la fiabilidad
de las fuentes cercanas. Zona de especial importancia para
las aves y los peces es el pantano del Ebro. Poco más de
60 kilómetros camina el gran curso fluvial por dominios 65
cántabros, con la singularidad de que el único momento en
que toma dirección sur y no este queda aquí, concretamen­
te en el feraz enclave de Valderredible, uno de esos rincones
Demuestra el Ebro su condición de
en los que la vida muestra sólo su lado afable. río más caudaloso de la Península
desde el mismo instante de su
nacimiento, que es también por
Cañones burgaleses el que brota un mayor número
de litros por segundo de cuantos
conocemos en nuestro país.
Lamiendo durante millones de años el enorme paquete de The Ebro reveals the fact that it is
the Peninsula’s most voluminous
calizas del que hoy es su tramo burgalés, el Ebro conquista river right from its source, from
en el mismo su más hermoso tramo. Bien sabido queda que which the country’s greatest
number of litres per second
el  agua que camina hermosea cuanto lame, pero cuando gushes forth.
 lo hace con la roca, además de atrapar más colores diferen­
tes, de sumar el alboroto de pureza que es la espuma lim­
pia y no menos los mil rumores que provocan sus brincos,
además de todo eso, el río por el roquedo siempre alcanza
máximos de calidad paisajística. Se afarallonan las paredes
en un socavón de más de cien metros de potencia. Lo hace
con dos construcciones que engalanan todavía más el en­
torno. Porque hay escalones que convertidos en repisas han
sido intensamente colonizados por un bosque como festón
desparramado en bandejas de verdor que contrastan con
las blancas, ocres y cenicientas rocas calizas. A las que,
como el mejor de los zapadores, el Ebro ha tallado en estos
cañones de imposible acceso.
Han sido unos noventa millones de nuestros años los
que ha precisado el gran curso fluvial para descender hasta
su actual nivel y todo ello partiendo de un paisaje rocoso,
sí, pero completamente llano como una mesa, que ahora
recorremos para poder asomarnos a las escarpadas paredes.
Acaso lo más sobresaliente de estos parajes es que en ellos
se han refugiado una serie de bosques tan estrechos y alar­
gados como el propio río. Porque los tres grandes peldaños
que tienen los cañones burgaleses del Ebro están comple­
tamente tapizados de una masa forestal continua que sigue
el mismo trazado que las aguas pero que cuelga entre dos
porciones de roca vertical. Como se trata de lugares apenas
hollados por el hombre, nada puede extrañarnos que en
los mismos aparezcan árboles de enorme tamaño. O que
la fauna de estos enclaves sea todavía espectacular, con no
pocos de los animales más escasos del continente.
Es imposible no recordar la localidad de Orbaneja
del Castillo. Primero por ser un pueblo en el que conflu­
ye una arquitectura popular de incuestionable armonía
con un caudaloso torrente que se despeña hacia el Ebro
por el mismo centro del pueblo formando incluso algunas
cascadas bellísimas. Al mismo tiempo el recodo acantilado
que ciñe este rincón por todas partes es el comienzo de
un profundo meandro, que casi deriva al Ebro en direc­
ción contraria a la que llega, pero que en su porción más
66 alta cuenta con un recortado perfil de calizas que evocan
precisamente a las fortificaciones medievales, y que ahora
La trama líquida
Obarenes, de los que caen al Ebro unos pocos ríos que a
su vez tallan nuevos paredones. Es el caso del Rudrón, uno
de los afluentes más bellos del gran curso fluvial español.
De evocaciones interminables resulta el Nela, que proviene
de las Merindades, otra comarca para perderse o al menos
para que nuestra vista se desparrame por su mejor aliada, la
belleza, como el increíble arco de roca bajo el que discurre
el Nela a su paso por la localidad de Fuentedey. El Oca, que
hace posible a la más que histórica villa de Oña, es otro de
los aportes de consideración que recibe nuestro río. De no
menor alivio para la contemplación resulta el desfiladero de
la Horadada que nos deja comprender, desde el nivel de las
aguas, lo que éstas son capaces de labrar con tan sólo una
herramienta que no sea ella misma: el tiempo.
El Ebro riojano y navarro
Discurren las más abultadas aguas que caminan sobre la
piel de España por un territorio que ha querido la división
administrativa que sea fronterizo. Casi vasco, casi castella­
no, para ser pronto riojano. Pero con un remanso de espe­
cial intensidad paisajística, el pantano del Sobrón, con una
sucesión de paredes rocosas mucho más modestas que las
ya descritas para la parte alta de este tramo burgalés.
Cuando abandona el pantano del Sobrón todavía es
más notorio que en ese ámbito en el que casi coinciden
las provincias de Burgos, Álava y La Rioja el Ebro entra en
lo que será su esencia, anchos cauces, suaves pendientes
y mucha actividad humana en sus orillas. La puerta es sin
duda Miranda de Ebro, una ciudad con vocación de nudo
de comunicaciones. Propósito más que alcanzado desde el
momento en que la historia y la geografía han confirmado y
multiplicado esa función de Miranda.
Volviendo a la orografía conviene insistir en que ya le El Cidacos, uno de los grandes con lo que se inicia el aporte de las grandes montañas del copiosos afluentes que drena buena parte de Navarra, sino
suministradores de aportes al Ebro
quedan pocas montañas que horadar al Ebro para abrirse en su tramo riojano, es uno de los norte, en este caso de las de Andía en Navarra. también ante el que da nombre a la comunidad en la que
paso. Lo que tiene delante, en efecto, es mucha llanura. Por mejores ejemplos de una trama Pronto el gran río va a ser de nuevo frontera, entre La pronto se adentra nuestro curso fluvial.
imponente de tributarios que
tanto, un largo trecho para recorrerlo lentamente, sin prisa mantienen a lo largo de casi todo Rioja y Navarra. Lo que coincide con uno de los conjun­ Pronto se topan estos caminos de agua con una
el año los caudales del río.
alguna por llegar a las costas. Despacio pero bien nutrido. tos de dos secuelas a cada cual más imponente e impor­ sorpresa y hasta con su contrario. No será la última
The Cidacos is one of the Ebro’s
Porque al Ebro le llegan en tropel una enormidad de cauda­ most generous providers on the tante de este curso fluvial. Porque se van encadenando los vez, pero entre todos los rostros del Ebro el que marca 67
latter’s passage through La Rioja,
les. Son los que proceden del sur gracias a las escorrentías grandes sotos que, si bien no continuos, son auténticos su más intenso contraste es su paso por las Bardenas

part of an impressive network of

convocan la admiración de cuantos pasan por estos lugares
de tan difícil acceso. Tengamos en cuenta que la anchura
media de los cañones burgaleses del Ebro apenas supera
los 300 metros, por lo que todo –agua, bosques de ribera
y colgados, carreteras y pueblos, con no pocos pequeños
huertos–, queda en esa comprimida franja. Por el lado sur
se extienden las parameras de Lora y Masa, que constituyen
uno de esos paisajes de dureza extrema y clima casi incle­
mente pero que tanto relajan por su generalizada soledad
y buena conservación. Alcanza su máximo en los montes
del sistema Ibérico. Varios importantes afluentes se organi­
zan como para que la modestia territorial de La Rioja quede
compensada de sobra por esos generosos manaderos que
son las sierras de la Demanda y Cameros. De ellas parten
al menos seis grandes afluentes, todos ellos, insistimos, a
lo largo de lo que políticamente corresponde a la comuni­
dad autónoma de La Rioja. Son, en concreto, Oja, Najerilla,
Iregua, Leza, Cidacos y Alhama… La capital de la comuni­
dad autónoma queda acostada en las orillas del Ebro. Por el
lado contrario le alcanzan nada menos que el Ega y el Arga,
tributaries that keep the Ebro full
throughout most of the year.
emporios de fauna y flora. Por el otro lado, la sí continua
sucesión de excelentes tierras aluviales que fundamentan
las mejores huertas posibles. De hecho, los productos agra­
rios de las tierras riojanas y navarras aledañas al Ebro son de
magnífica calidad y con siglos de excelencia a la espalda.
Lodosa, Calahorra, Alfaro y Tudela son por sí solas acredi­
taciones y certificados de garantía de esta capacidad pro­
ductiva y calidad de las huertas del Ebro. Cuando el padre
Iberus flumen recibe a su más histórico afluente, el Aragón,
ya del todo pirenaico, estamos no sólo ante uno de los más
Reales. Porque el casi siempre caudaloso curso fluvial
discur­re por uno de los grandes despoblados y defores­
tados paisajes de la Península, una enorme comarca de
más de 200.000 hectáreas, con más aspecto de desierto
que de nada propio de la vieja Europa, zona estéril con
la salvedad de unos pocos encharcamientos y algunos
matorrales en ciertos lugares muy recónditos. El resto
es vegetación dominada por espartos y tomillos, con un
ciclo primaveral y a veces otoñal de hierbas en las que
pastan rebaños de ovino.
 Zaragozano

No pequeña resulta la porción aragonesa de las Bardenas

Reales, paisaje que convoca a más fotógrafos que cualquier
otro, dada la originalidad del mismo y los juegos de luz
que permiten los territorios desnudos de vegetación. Pron­
to, sin embargo, el Ebro va a ser desdoblado, porque los
canales paralelos al cauce se van a convertir en una norma.
Primero, el de Tauste; enseguida, el Imperial de Aragón.
Todo ello para abastecer a los ingentes regadíos que van
a ser omnipresentes hasta el final de su recorrido. En esta
primera etapa aragonesa el gran río va a mejorar caudales
gracias al Arba y al Huecha, este último proveniente nada
menos que del aislado Moncayo. Con todo, será el Jalón,
uno de los tributarios con una mejor, más amplia y comple­
ja cuenca, el que más señaladamente le hará Ebro. Recorde­
mos que el Jalón proviene del límite con Guadalajara y por
tanto del sistema Central. A la altura de Zaragoza se suman
el Huerva por el sur y el Gállego por el norte, que mana en
fuentes bien altas del Pirineo central. Pero estamos en do­
minios de los llamados galachos, palabra del todo aragone­
sa para designar los meandros abandonados y convertidos
en lagunas con abundante vegetación ribereña. Varios de
ellos, como el de Juslibol, la Alfranca o Cantalobos, son
destino apetecido por los más exigentes naturalistas desde
el momento en que son verdaderos multiplicadores de la
fauna, sobre todo de aves.
Tras su paso por la capital, que lo fue del agua tras la
Exposición Internacional del 2008, el río de los íberos se re­
tuerce con complacencia entre sotos y vergeles para darse de
bruces, nuevamente, con un enorme territorio aparentemen­
te baldío, estéril: los Monegros. Pero, como sucede también
con las Bardenas, son de tal originalidad las comunidades
vivas de estos difíciles perdederos que sólo por ello conviene
tener un cuidado exquisito con las mismas. Lo desnudo, en
efecto, esconde verdaderos tesoros ecológicos.
A la altura de Vástago y Escatrón todavía se retuerce
más el cauce, como si el inmenso parón que va a sufrir le
68 animara a alargar el camino. Porque el embalse de Mequi­ 69

nenza es verdaderamente espectacular en todos sus pará­ Teruel. En Ascó se le demandará que refrigere a una doble Lo afirmamos así porque la desgarradora deforestación de formas conocidas, porque el delta del Ebro es uno de los
Perímetros

El Ebro es represado nada más The Ebro is dammed as soon as it

metros. Profundidad, volumen embalsado, topografía de
las orillas, enormes islas, fauna exclusiva, como los siluros
que son los peces más grandes de agua dulce que podemos
encontrar en el Viejo Mundo… Tras salir de este descomu­
nal embalse, el Ebro va a protagonizar lo que es conocido
como la gran afluencia, la convergencia de los caudales del
Segre, que a su vez se ha enriquecido con los del Cinca
poco antes de entregarlos al río mayor. Pronto será catalán
el caudal que da nombre a la Península. Se le sumará el Ma­
tarraña, que drena las tierras de igual nombre en el norte de
central nuclear e inmediatamente que se abra paso por las
ya modestas estribaciones de la cordillera costera catalana.
Pero antes de despedirse no puede culminar mejor su larga
caminata.
El delta
En pocas ocasiones tenemos la suerte de que una resta,
fruto de la desconsideración, por no decir de la violenta
ignorancia, se haya convertido en suma y oportunidad.
comenzar a ser un río estable.
El pantano de igual nombre es uno
de los mayores del país y consiente,
por regulación, que el primer tercio
de este curso fluvial en ocasiones
lleve más agua en verano que en
invierno, al ser durante los meses
cálidos cuando más agua es
liberada desde esta presa.
becomes a stable river. The reservoir
of the same name is one of the
country’s largest and consents,
by regulation, to the fact that this
watercourse carries more water
in summer than in winter, since
it is in the hottest months that
the dam is opened widest.
las tierras medias de Aragón a finales de la Edad Media y a
lo largo de toda la Edad Moderna desnudó una tierra que,
tras ser arrastrada por los afluentes del Ebro, acabó deposi­
tándose en su desembocadura. Se produce la creación de
un delta en menos de mil años, pero que se traduce en la
conquista de algo más de 30 kilómetros sobre la línea cos­
tera de partida, de más de cien mil hectáreas de tierras li­
mosas y muy fértiles y con un sinnúmero de oportunidades
para la colonización por parte de las formas de vida tanto
silvestre como cultural. Todo ello con una de las mejores
más formalmente bellos del planeta, con su punta de lanza
de la que se desprenden dos enormes elongaciones que,
como alerones, le prestan aún más elegancia al conjunto.
El cauce culmina en una de nuevo triangular morfología, la
de la isla de Buda, que aporta uno de los mejores refugios
a la mucha fauna que allí lo busca. Unas pocas lagunas to­
davía con su aspecto espontáneo intacto quedan salpicadas
por el contorno del delta, que en cualquier caso ha sido
entregado en un 80 % a la producción agraria, sobre todo
arrozales y árboles frutales.
 La cuenca del Ebro, extensa e intensa
Rafael Romeo García
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro
Íberus Flumen. Los romanos ya lo vieron como arteria de comunicación y los pobladores de la Península lo
tomaron como referencia para darle nombre a este territorio. Este río y su cuenca, la más extensa de España,
con 85.000 kilómetros cuadrados (el 17,3 % del país), han unido y unen pueblos y culturas… Es una cuenca
intensa. El triángulo de la depresión del Ebro domina el noreste peninsular con una red fluvial de 12.000
kilómetros que representa la cuenca más compleja y caudalosa del país. Estar al frente de su gestión es un reto
fantástico, como este de resumirla en unas pocas líneas.
La cuenca del Ebro ha sido pionera en muchas cosas y, afortunadamente, sigue siéndolo. Aquí nació el
primer organismo de cuenca del mundo, que, tras 83 años de vida, se mantiene como lugar de encuentro entre
los usuarios del agua. La Confederación Hidrográfica del Ebro surgió como ejemplo de órgano participativo y
democrático y esa descentralización en la toma de decisiones se mantiene hoy en día y ha servido de ejemplo
para la organización hidráulica en España.
Asimismo, la historia dio a esta cuenca algunas de las primeras grandes obras de ingeniería de España,
con el canal Imperial de Aragón a la cabeza. Pero también con otros importantes ejemplos, como el canal de
Aragón y Cataluña, que ha cumplido ya los cien años de vida y ha servido para cambiar el paisaje social y
económico de un territorio que comprende dos comunidades.
Muchos de los proyectos, pasados, presentes y futuros, en esta cuenca están «a caballo entre». A caballo
entre localidades, entre comunidades. Con nueve comunidades autónomas y 1.715 municipios, no podía ser
menos. De ahí que el concepto de consenso es referente en este territorio y ha sido motor de muchas cosas.
Entre otras, la propia gestión de 40 embalses de titularidad estatal, a los que se suman otros de gestión
hidroeléctrica o de propiedad de otras administraciones y comunidades de regantes y la explotación de
17  grandes canales para las zonas de regadío, algunas de las más grandes de Europa. Obras que permiten
regar hasta 783.948 hectáreas, y el abastecimiento de 6.000 núcleos de población.
Miradas al presente y al futuro
Pero este organismo ha sido y es más que ingeniería civil. Son otros muchos aspectos los que han vuelto a poner
esta cuenca a la vanguardia. Ésta es la única gran corriente fluvial mediterránea de España, lo que le otorga unas
características particulares en su gestión, en la que debemos convivir, en muchas ocasiones dentro de la misma
cuenca, entre la sequía y las avenidas.
Para alcanzar la excelencia hidráulica en el control, el desarrollo de las tecnologías ha sido un objetivo en el
Ebro. En este sentido es crucial la implantación del Sistema Automático de Información Hidrológica, una red de
telecontrol que permite agilizar la toma de decisiones.
Incluye un total de 148 estaciones de control en ríos, 56 en embalses y 214 en canales, acompañadas de
pluviómetros propios y termómetros para mejorar en el conocimiento de los recursos de la cuenca. Al sistema SAIH
del Ebro se ha sumado el Sistema de Ayuda a la Decisión, un moderno modelo que permite realizar previsiones
ante el riesgo de avenidas. Un medio moderno que nos pone al frente de la innovación en las herramientas de
gestión. Toda la información generada por este sistema para la cuenca se hace, además, pública en la página web
www.saihebro.com, que permite las consultas en tiempo real de la evolución de caudales y reservas.
El mismo avance se ha vivido en el control de la calidad del agua en bruto. Desde hace 30 años se ha
desarrollado una red que incluye estaciones de control del estado de las masas de agua superficiales y de las
masas de agua subterráneas, de control de zonas protegidas (aguas destinadas al abastecimiento de población),
y de control de radioactividad, de sustancias peligrosas y de plaguicidas.
Y el presente y futuro de esta cuenca pasa por los nuevos retos que nos plantea la Directiva Marco del Agua
para la recuperación y puesta en valor de nuestras masas de agua. Prueba de ello es la creación en el año 2004
de la nueva Área de Gestión Medioambiental de la Confederación, que ya ha desarrollado importantes proyectos
como la rehabilitación de humedales y la recuperación de riberas, acciones entre las que destaca el Plan de Riberas
para la Exposición Internacional de 2008 en Zaragoza.
Esta cuenca es, además de todo lo expuesto, una joya natural. Desde Cantabria hasta el delta, desde sus
lagos pirenaicos y ríos de montaña, hasta las sorprendentes cuencas de la margen derecha, desde el Jalón, hasta
el Matarraña. Esos grandes valores paisajísticos se pueden conocer ya a través de uno de los senderos de Gran
Recorrido que ha impulsado el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, el GR-99 Camino Natural del
Ebro. Un paseo por nuestra historia natural y cultural, para que el Ebro, esta cuenca tan extensa e intensa, siga
inspirando.
La trama líquida

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 74 75
La trama líquida

Orbaneja del Castillo, escondido en los cañones del Ebro, resulta uno de los pueblos más bellos de Europa.
Un tumultuoso torrente que nace a pocos metros de las casas y directamente de una cueva kárstica atraviesa la población como si fuera su calle principal.
Páginas anteriores:
‹ Los cañones del Ebro, en su tramo burgalés, convierten la contemplación de este paisaje en un memorable acontecimiento.
No sólo por lo obvio, sino también y ante todo por la certidumbre de que muchos lugares de estos despeñaderos no han sido pisados jamás por los humanos.
Orbaneja del Castillo, hidden away in the canyons of the Ebro, is one of Europe’s most beautiful villages.
A tumultuous torrent whose source lies in a karstic cave only a few metres away from the houses flows through the village is if it were the main street.
Previous pages:
A su paso por Miranda el Ebro, que deja atrás Castilla la Vieja, es ya un río de complejidad notable e imposible de vadear o de navegar.
< The canyons of the Ebro on its passage through the province of Burgos are an unforgettable sight, by virtue
not only of what is clearly visible but also, and above all, of the knowledge that many of these precipitous spots have never been visited by man. On its passage through Miranda the Ebro, which by now has left Castilla la Vieja behind, becomes a complex, unnavigable river impossible to ford.
 76 77
La trama líquida

El flanco norte de la porción final del Ebro navarro está ocupado por uno de los escenarios naturales
más frágiles y hermosos del Viejo Mundo: el hoy Parque Natural de las Bardenas Reales.
Página anterior:
‹ Desde el flanco sur, a lo largo de todo el sistema Ibérico riojano, van escalonándose nada menos que seis importantes subsidiarios del Ebro,
todos ellos vinculados a densos bosques. El Oja es uno de los que se conservan en mejor estado.
The northern flank of the final stretch of the Navarrese Ebro is occupied by one of the most beautiful
and fragile natural settings in the Old World: the Parque Natural de las Bardenas Reales.
Previous page:
< Along its southern bank, throughout the entire Sistema Ibérico in La Rioja, the Ebro is joined by no fewer than six major tributaries,
all of which are associated with dense woodland. The Oja is one of those that have been best preserved.
 Orillarse a los grandes
cursos fluviales ha sido
una de las constantes
a las que se aprestan
las ciudades más
importantes del mundo.
En nuestro entorno
inmediato Zaragoza
y Sevilla aportan los
mejores ejemplos.
Páginas siguientes:
> Buena parte de los
aledaños del Ebro
aragonés son enclaves
de una notable aridez
y de suelos tan pobres
que han desafiado desde
siempre la capacidad
transformadora del ser
humano. Últimamente
las técnicas de
canalización han
conseguido convertir
una parte de los
Monegros en intensos
cultivos. Meandros de
Sástago.
>> El embalse de
Mequinenza detiene al
Ebro, creando una de
las mayores reservas
de agua de Europa,
donde prolifera el
pez más grande de
nuestras aguas dulces,
el introducido siluro.
The world’s most
important cities almost
invariably stand on the
banks of major rivers.
In Spain, Zaragoza and
Seville provide the best
examples.
Following pages:
78 > Much of the land 79
flanking the Aragonese
La trama líquida

Ebro is of such aridity

and poor soil quality that
since time immemorial it
has defied man’s ability
to transform. Recently,
channelling techniques
have made it possible
to convert part of Los
Monegros into areas
of intensive cultivation.
>> The Mequinenza dam
halts the Ebro, creating
one of Europe’s greatest
water reserves, in which
the largest of our
freshwater fish thrives,
the introduced catfish.
La trama líquida

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La trama líquida

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La trama líquida

La catedral de Tortosa nos asoma a uno de los últimos tramos del Ebro, antes de conformarse en el portentoso delta.
Página anterior:
‹ El castillo templario de Miravet, sobre el río, acoge hoy una de las fundaciones más dinámicas de Cataluña.
Tortosa cathedral overlooks one of the final stretches of the Ebro, before it is transformed into the portentous delta.
Previous page:
< The Templar castle of Miravet, on the river, now accommodates one of Catalonia’s most dynamic foundations.
 86 87
La trama líquida

Una permanente sucesión

de aguazales naturales y
artificiales caracteriza al
delta del Ebro.
A permanent succession
of natural and artificial
wetlands characterises
the Ebro Delta.
 88 89
La trama líquida

La flecha deltaica del Ebro es una de las más perfectas del planeta. Una tierra de casi 30 kilómetros ganados al Mediterráneo
por los sedimentos acarreados por el río y hoy masivamente entregados a la agricultura, especialmente del arroz.
The arrow-like delta of the Ebro is one of the most perfect formations of its kind on the planet, a stretch of almost 30 kilometres reclaimed from the Mediterranean
by the sediment carried down by the river and now given over to agriculture, rice growing in particular.
 LAS BALEARES
Arritmia hídrica
Y a nos lo dice casi todo una ojeada a los mapas de las is­
las. Sobre los mismos no aparece la palabra río; con acierto
figura generalmente el término torrente. Y así es. Un sis­
tema vital, el de las Baleares, donde la norma es que las
aguas superficiales resulten muy escasas y que por tanto
sólo fluyan en unos contados momentos del ciclo anual.
Lo sorprendente es que cuando uno recorre este hermoso
mosaico se encuentre a cada paso con ramblas y puentes,
con la huella seca de las enormes riadas que, de vez en
cuando, inviernos algo más lluviosos o tormentas inespe­
radas convierten a cualquier rincón de las islas en algo
En el archipiélago de Cabrera eres testigo de lo mucho que la naturaleza hace con lo poco.
Casi sin agua consigue vergeles. Lo completamente aislado convoca muchedumbres.
Una demostración más de que la vida, tantas veces, alcanza imposibles.
anegado y hasta catastrófico. Todavía más esporádico re­
sulta el que una temporada de precipitaciones algo más co­
piosas y reiteradas convierta por unas semanas a esta tierra
en un paisaje con corrientes. En cualquier caso el sustrato
no ayuda, desde el momento en que no son infrecuentes
los sumideros en los suelos calizos que se tragan los flujos
hídricos. O todo lo contrario.
90 Sólo quien haya tenido la fortuna de contemplar las
fuentes ufanas situadas en el centro de Mallorca, que son
La trama líquida
el colmo del esplendor, o visitado el corazón de la pequeña
isla de Cabrera, paradigma de lo seco, se puede hacer una
idea clara de lo que supone el sistema hídrico de las islas
Baleares. La norma, insistimos, es la inexistencia de cursos
de agua permanentes y mucho menos caudalosos. Pero esa
norma es afortunadamente rota con alguna frecuencia para
desbaratar cualquier cálculo. Porque los fuertes chaparro­
nes estacionales y los períodos de lluvias algo más regulares
son mucho menos seguros que en la Península. Menorca
consigue un mayor grado de precipitaciones por la situación
No hubo desdoblamiento ni hubo mirada.
Era el negativo de la vida, estado nulo,
el silencio del río despoblado de agua,
la claridad de un cielo que desviste su azul
y es cielo aún.
Pere Gimferrer
más norteña y por quedar enfilada con los flujos conven­
cionales de la Tramuntana.
En la sierra de Tramuntana, que ocupa casi toda la fa­
chada norte de Mallorca, con alturas suficientes para que
no sean raras las nevadas, discurren por los enormes desni­
veles un puñado de torrentes que, con todo, a menudo se
convierten en una sucesión de pozas desconectadas entre
sí. En ellas vive, por cierto, uno de los más pequeños y raros
anfibios, el ferreret, famoso ya por haber sido literalmente
redescubierto hace sólo tres décadas, pues se le daba por
especie extinguida.
Otra de las peculiaridades de la imprevisible red hí­
drica de las islas del Mediterráneo es que son parte de los
sistemas lagunares costeros, es decir, de las clásicas albu­
feras. En Mallorca encontramos una de las más impor­
tantes de nuestro derredor, la de Alcudia. Se trata de un
proceso de oclusión de una ensenada marina con las are­
nas aportadas por las corrientes marinas. Luego, con una
mezcla de aguas, las del torrente correspondiente y las del 91
mar, se forma un aguazal con vastos carrizales. La albufera
de Alcudia ocupa unas 500 hectáreas, justo en las tierras
más bajas de toda la isla, en su perímetro costero más al
norte si exceptuamos la de Pollensa y el cabo Formentor.
Los aportes del agua dulce corresponden a sendos torren­
tes, el de San Miguel y el de Muro, que algunos años flu­ Sólo los torrentes que avenan
hacia el norte desde la sierra de
yen sin secarse jamás del todo. Tramuntana mantienen agua
a lo largo de todo el año.
En Menorca destacan las torrenteras igualmente espo­ Caso del Torrent des Parei.
rádicas y, especialmente, la albufera del Grao. Only the torrents that flow
En las islas menores todos estos rasgos que hemos se­ northwards from the Tramuntana
range, like the Torrent des Parei,
ñalado para Mallorca en realidad se acentúan, incluso en contain water all year round.

92
La trama líquida
Menorca, que si bien recibe de forma mucho más regular
las precipitaciones convencionales apenas mantiene ni un
solo curso de agua regular. Ibiza y Formentera, las solea­
das Pitiusas, quedan dentro del clima mediterráneo des­
caradamente seco. A menudo la única manifestación que
tenemos de agua sobre la tierra es la que proporcionan las
salinas costeras, obviamente sin parentesco con las superfi­
ciales aguas dulces que caminan.
Los que hemos tenido la fortuna de conocer lugares
como el archipiélago de Cabrera, hoy parque nacional, sabe­
En la caliza se incrusta el angosto
cauce de los cortos cursos fluviales
de Mallorca. Las desembocaduras
suelen ofrecer el breve alivio de
pequeñas playas de arena.
The beds of the short river courses
of Mallorca are incrusted in the
limestone. Their mouths usually
provide brief respite in the form
of small sandy beaches.
Páginas siguientes: 93
> En el golfo de Pollensa las
zonas bajas cercanas al litoral
permiten que una porción del
mos de la extraordinaria escasez de recursos hídricos directos territorio se anegue, creando una
que padecen algunas islas. Hasta el punto de que en las que albufera. La enorme importancia
ambiental de la misma ha sido
forman este archipiélago es absolutamente normal no ver ni reconocida con la creación de
uno de los parques naturales más
un solo curso de agua durante la mayor parte del año. En rea­ importantes de las Baleares.
lidad, es mucho lo que se depende del agua del subsuelo para Following pages:
el uso convencional y cotidiano. Sólo cuando las tormentas > In the gulf of Pollensa, a small
portion of the lowlands near
aciertan con estos trozos de tierra nos podemos topar con la the coast are flooded, creating
albuferas. The enormous
manifestación más colosal y esporádica del agua, las tremen­ environmental importance of these
das avenidas que circulan por las ramblas con capacidad para, lagoons has been acknowledged
by the creation of one of the major
por unos momentos, acaso echar de menos la eterna sequía. natural parks on the Balearics.
La trama líquida

94
95
 EL TURIA Y EL JÚCAR
Del esplendor a la escasez
M ucho tienen en común estos dos cursos fluviales ade­
más de desembocar a poco más de 40 kilómetros uno de
otro. En primer lugar porque todavía es menor la distancia
que media entre sus respectivos nacimientos. Ambos, jun­
to con el Tajo, consiguen que los altos perdederos del es­
quinazo turolense de los montes Universales, cerca de Al­
barracín, sea el más destacado conjunto de veneros del
país. Es más, a los mencionados se suma el Cabriel, el más
caudaloso de los afluentes del Júcar. No cabe duda sobre la
excepcionalidad de que cuatro cursos fluviales importantes
tengan prácticamente la misma cuna. En cualquier caso va­
mos a describir las características principales de dos de los
más caudalosos ríos del Levante y por una vez a la inversa.
Por esta vez, y aunque en todos los capítulos de este libro
seguimos el convencional viaje del agua que camina, des­
de su nacimiento hasta su entrega, ahora lo haremos en
sentido contrario, desde las orillas del Mediterráneo hacia
las nacientes. Allí nos encontraremos con las fuentes del
Júcar, al que seguiremos para literalmente volver muy cerca
de Valencia, eso sí, dando un importante rodeo por tierras
conquenses y albacetenses.
EL TURIA
96
Como casi nadie ignora, el Turia se hace Mediterráneo en la ciu­
La trama líquida
dad de Valencia. No por donde solía, sino desviado de forma
artificial para que no se volvieran a producir las catastróficas
riadas que históricamente anegaban la capital de la Comuni­
dad Valenciana. Es importante señalar dos singularidades. Por
un lado, que el viejo cauce es hoy día uno de los jardines linea­
les más completos de España, y por otro, que la sucesión de la
Ciudad de las Ciencias y de las Artes, el Museo de las Ciencias
y el Oceanográfico en lo que fue Turia se ha convertido, por el
imponente diseño arquitectónico de Calatrava, en uno de los
ámbitos urbanos más originales del planeta.
En una playa amena,
a quien el Turia perlas ofrecía
de su menuda arena,
y el mar de España de cristal cubría.
Lope de Vega
Normalmente es muy poca el agua que alcanza a lle­
gar al mar. Téngase en cuenta que a los escasos caudales
se suma un altísimo grado de utilización por parte de la
ciudad y de las huertas y naranjales próximos a la misma.
La gestión integral que se hace del agua en Valencia, en
cualquier caso, es digna de mención, especialmente por la
utilización de aguas ya usadas para el mantenimiento de
los mencionados jardines. Remontando aguas arriba nada
más abandonar los dominios de la capital, el Turia es río
encajado en un cañaveral poco menos que continuo y por
miles de campos cultivados, no pocos con cítricos conven­
cionales. Así, entre Paterna y Ribarroja de Turia, se encrespa
el panorama para mayor delicia de la vista y por supues­
to aceleración de las aguas. Quedan los llanos de Liria al
este de este cauce que pronto topará con la pared del em­
balse de Loriguilla. Con los aportes que le llegan de ambos
lados el Turia sigue escalando hacia el Rincón de Ademuz,
uno de esos enclaves que pertenecen a una provincia que­
dando por completo dentro de los dominios de otra. Con
estos pasos inicia un tramo de alternancias entre lo enca­
jonado y lo abierto, la diversidad se convierte en norma.
Poco más tarde el Turia ya es turolense y se incrusta en
terrenos más despoblados, de gentes y de árboles.
Este ir contracorriente nos conduce hasta la ciudad de 97
Teruel, que demuestra de forma fehaciente esa unión umbilical
que siempre tienen los espacios urbanos con el río más cercano.
A menudo ese vínculo resulta invisible, pero en ocasiones,
aunque provengan del pasado y no se utilicen en la actuali­
Como casi todos los cursos fluviales
dad, cobra la espectacular forma de los acueductos. Mérida, de la fachada mediterránea,
Segovia y Teruel son los casos más conspicuos en aportar uno el Júcar presenta severos estiajes,
que resultan especialmente
de los pocos casos en los que una misma entidad paisajísti­ duros a partir de su paso por
las llanuras manchegas.
ca, que además pasa por dos capitales provinciales de nuestro
Like almost all the rivers on the
país, lleva dos nombres. Se estima que este curso de agua es Mediterranean façade, the Júcar
Guadalaviar hasta su paso por la ciudad de Teruel y a partir de tends to dry up completely,
especially after its passage
ese lugar pasa a ser el valenciano Turia. Es un caso práctica­ through the plains of La Mancha.
 mente único en nuestras latitudes, pero que conviene inter­
pretar como consecuencia de la gran inflexión que se produce
precisamente en las inmediaciones de esa capital aragonesa.
Porque al Guadalaviar se le une uno de sus más imponentes
aportes que llega desde el norte: el Alfambra.
Gira entonces el Turia hacia el oeste para buscar lo que
sin duda es el más fértil de sus paisajes. No en el sentido
convencional de la palabra, que bien sabemos hace referen­
cia a la capacidad de los suelos de mantener vida vegetal,
sino en lo que se refiere al crecimiento de nuestras emociones
estéticas ante la contemplación de lo espontáneo. Aquí,
en las proximidades de Albarracín crece sin duda nuestra
admiración por el casamiento de los cursos fluviales a en­
tornos de agreste solemnidad y serena belleza. Ciñe el ya
Guadalaviar al que sin duda es uno de los conjuntos urba­
nos menos trastrocados y en consecuencia, como su río,
imperecedero. La población además está bien ligada a estas
aguas, algunas de las cuales son derivadas por el mismo
casco urbano. Resulta inolvidable también que algunos de
los alojamientos permitan ver correr el agua bajo los pisos
de los salones al haber sustituido las baldosas por vidrio.
Sube el Guadalaviar a su cuna serrana, acompañado
primero de sotos, huertos ribereños de escasa anchura y
muchas cuestas y arboledas de coníferas. Los paquetes de
rocas calizas de los primeros kilómetros de recorrido nos
regalan cien rincones de enorme contraste. Los paquetes
de rocas calizas de los primeros kilómetros de recorrido al­
canzan un nivel escultórico y esa deseada frescura del agua
niña, siempre transparente. Y nace, insistimos, entre pinos
negrales y silvestres en uno de los magníficos parajes más
despoblados de este país.
EL JÚCAR
Las cumbres de la sierra de Albarracín todavía reciben re­
baños trashumantes. En verano no es raro encontrar, por
tanto, esa rara compañía de los que conocen todavía los se­
cretos de la ganadería viajera y extensiva. Hasta esos altoza­
98 nos romos llegan también los cazadores, ya que es notable
la población de grandes ungulados. Las pinadas atraen a
La trama líquida
los madereros, por suerte cada día más respetuosos con los
turnos y las reposiciones. Algún senderista decide contem­
plar esta bella soledad. Pero son muy pocos los que se acer­
can al nacimiento del Júcar, que por cierto hace un notable
alarde de modestia. Lo que no quiere decir en absoluto que
no convoque el necesario respeto. Ciertamente el lugar no
llama demasiado la atención. Apenas nada de especial, ni
siquiera un buen paredón rocoso como referencia. Hay mi­
Al final de su andadura, el Júcar ayuda a conformar una vasta extensión de tierras agrarias en las inmediaciones de Cullera y Sueca. les de fuentes, de alfaguaras muy semejantes. Lo que nos
At the end of its itinerary, the Júcar contributes to the formation of a vast stretch of agrarian land in the immediate vicinity of Cullera and Sueca. convoca no sin algo de emoción es que sea origen de un
largo abrazo a decenas de comarcas, a miles de prismas de
cientos de paisajes, a recónditas huertas y deslumbrantes
brincos, a una de las hoces más bellas del país y a un en­
cuentro con el Cabriel que abastece una de las zonas mejor
cultivadas del planeta. Todo ello desde la modestia inicial y
que en buena medida conserva hasta su desembocadura.
Por las sierras de Cuenca
El Júcar recorre soledades de primera categoría a lo largo de
sus primeros 60 o 70 kilómetros. Altos callejones de caliza y
los eternos pinares de la serranía son una vez más la compa­
ñía que las aguas alcanzan. Antes de adentrarse en el ancho
valle de Tragacete, el Júcar salva un gradiente de considera­
ción, lo que a veces se resuelve en sorprendentes cascadas.
Se arrumba hacia la sierra de la Madera y va ganando
ímpetu allá por los dominios de Huélamo que, como tan­
tos otros enclaves de la serranía de Cuenca, conserva casi
del todo el recato y la adecuación a su derredor. Crea una
suerte de límite sur con las reservas nacionales de caza de
la misma comarca, lo que sencillamente nos permitirá vis­
lumbrar de vez en cuando al jabalí y al venado, al muflón
y al gamo.
El embalse de Toba es el primero de este río y, como
el frenazo va de la mano del mismo intenso ambiente, la
embalsada es de las más armónicas del país. Bellas son las
orillas de Toba, escoltadas por esbeltas pinadas. Calidad
paisajística que de inmediato es superada por la laguna de
Uña, que puede alcanzar en nuestras consideraciones de de­
voradores de paisajes una de las más altas. Pocos enclaves,
en efecto, crean un mejor abrazo que el de estas aguas acos­
tadas, con su festón de riparias y los peñascos plateados
rodeándolo casi todo. La cercana piscifactoría de salmó­
nidos confirma la limpieza y frescura de las aguas del Júcar
a su paso por Uña. Punto de inflexión, pues toma el Júcar
hacia el norte para enseguida crear un imponente arco de
medio punto que ya le llevará durante 200 kilómetros ha­
cia el sur y sureste. Roza entonces la incuestionable ciudad
encantada y pasa por unas estrecheces que, llamadas el 99
Ventano del Diablo, no pueden ser más todo lo contrario,
es decir, un espejo de transparencias y una galería de arte
espontáneo. Ya estamos casi en Cuenca, ciudad y capital
que ha crecido en promontorios casi entre las dos hoces,
la del Huécar y la del Júcar, que convierten a la ciudad en
un encuentro de cursos fluviales y en uno de los enclaves
urbanos con más naturaleza de alto valor ambiental y, en
consecuencia, panorámico.
El engrosado Júcar, a pesar de que su famoso afluente
a menudo no acarrea agua alguna, emprende un largo tra­
yecto ya de corte manchego. Por tanto, llanamente ondula­
 do tanto por las abombadas colinas como por los meandros
que suelen ser la norma. Llega así a su embalse de Alarcón.
Una enormidad de aguas acostadas que presenta riberas
muy recortadas y profundas caletas donde se refugian mu­
chas especies de aves. El castillo parador de Alarcón es una
delicia que merece la pena incorporar a lo conocido. Hasta
el Carrasco nuestro río se mantiene en dirección al sur y
desde aquí ya va a buscar siempre el levante. Tramo albace­
teño que anticipa sin grandes novedades a la más singular
aportación escénica del Júcar manchego.
Sus hoces
A su paso por las estribaciones de las sierras más septen­
trionales de la provincia de Albacete, el Júcar se adentra
en uno de los más intrincados vericuetos. Una vez más,
el agua se hace filo acerado para tallar lo que tan correcta
como inadvertida coincidencia llamamos hoces. Porque el
instrumento que corta es el río y lo cortado por el mismo
también. Se trata de un casi inconsciente reconocimiento
de que uno y lo mismo es quien hace y lo hecho. Con la
confluencia de procesos y de sustratos. Porque estamos en
un punto de encuentro no sólo de aguas, sino también de
grandes unidades geomorfológicas. En concreto, el sistema
ibérico queda definitivamente atrás, aparecen las arrugas de
las Béticas y todo ello como aupado sobre la meseta sur.
Una depresión de hace unos cien millones de años fomentó
la formación de una imponente acumulación de sedimentos,
que son los que hoy dan su especial forma a las hoces del
Júcar, areniscas blanquecinas que marcan muy bien los estra­
tos de la acumulación. Queda así conseguido el espectacular
tajo con una potencia de hasta 150 metros y con dos o tres
100
La trama líquida
de los pueblos más escaladores y hermosos del país: Jorque­
ra, Casas de Júcar y, sobre todo, Alcalá de Júcar.
Cabe aquí, especialmente, contemplar todo lo que se
refiere a los logros del agua, que son, no lo olvidemos, todo
lo que vemos. Pero más aún este espectacular paisaje.
Embalsado en el Molinar, el río sigue rompiendo
sier­ras en busca del Cabriel, río hermano que nació casi
en los mismos altozanos y que acaba de dibujar otro de los
rincones para la admiración con los que cuenta el país, sus
hoces, fronterizas entre Albacete y Valencia.
Ya estamos en Cofrentes, allí donde una central nuclear
necesita que los aportes de aguas sean de primera y abun­
dantes. A partir de este famoso enclave el Júcar cobra de nue­
vo una absoluta naturalidad por su transitar por las sierras ya
valencianas de la Muela de Cortes. Sierras de enorme riqueza
natural y que en parte pueden ser conocidas con un método
poco frecuente. El Júcar es navegable –y de hecho se convier­
te en opción turística– por toda la cola del famoso embalse
de Tous, que reventó en 1982 provocando uno de los peores
episodios conocidos por rotura de presa que se hayan dado
por estas latitudes. Tras la recuperada presa, el río valencia­
no recorre ya plácidamente la plana de Valencia, tierras de
naranjos y otras arboledas domesticadas. Bordea la encan­
tadora ciudad de Alcira y emboca hacia el Mediterráneo no
sin coquetear con las encharcadas tierras de la periferia de
la Albufera en los vedados de Sueca y Cullera, enteramente
entregados al arroz. Cullera precede en pocos cientos de me­
tros a la disolución del río, pero con una de las rarezas más
notables en cuanto a desembocadura de un curso fluvial no
ligado a una ría se refiere: su último tramo es puerto en el
que las embarcaciones, incluso de tipo medio, atracan como
los automóviles en la vía pública.
Júcar y Turia, cauces de cultura y futuro
Juan José Moragues Terrades
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar
Hablar y escribir de naturaleza es siempre para mí un placer y un compromiso. Compromiso como habitante
del planeta Tierra y compromiso como ingeniero que tiene que compatibilizar las soluciones constructivas con
las necesidades sociales y ambientales. Y en este momento de mi vida también compromiso con la gestión,
desde la Confederación Hidrográfica del Júcar, del recurso más necesario para la vida, el agua. Además, si a
esto unimos el honor que me hace Joaquín Araújo de realizar esta pequeña participación en una de sus obras,
es mayor la satisfacción, porque este trabajo, como su extensa obra que le precede, seguro que será a partir
de ahora un referente bibliográfico y un apoyo que contribuirá al sosiego, la reflexión y la sensatez.
Editado con el mismo cariño que pone en todos sus libros la editorial Lunwerg, La trama líquida no es un
libro cualquiera, es el libro de consulta sobre ríos y cómo interpretarlos. Araújo, con un criterio científico, des-
cribe como en una fotografía los paisajes de los ríos, la geología, la botánica, la zoología, el patrimonio cultural
y el paisaje. Leer cualquiera de sus capítulos es adentrarte hasta escuchar el sonido del discurrir de las aguas
del río. Estoy seguro de que será un placer para el lector tener entre sus manos una lectura tan estimulante,
didáctica y ante todo práctica.
Cuando mencionamos a los ríos estamos refiriéndonos a la vida, y, más concretamente, si hablamos de un
río, debo aludir indefectiblemente al que forma el paisaje de mi memoria, al que forma parte de mis recuerdos
de infancia: la sensación de alegría que nos inundaba cuando nos bañábamos y jugábamos en el río, en mi río,
a su paso por Gandía, mi casa, mi pueblo y mi ciudad. Siempre que regreso de algún largo viaje o cuando he
vivido en otros países, mi recuerdo siempre se ve ligado al Serpis, y es la primera imagen que mi mente recoge
cuando regreso a casa. Es el río de mi vida, porque los ríos son la vida.
Dos son los ríos que articulan históricamente la demarcación hidrográfica del Júcar: el Júcar y el Turia.
Ríos que nacen con un destino cierto, tras cientos de kilómetros de recorrido, recogiendo afluentes y regando
las tierras por las que pasan: dar vida al ecosistema que los une y los transforma en emblema de biodiversidad
y atractivo paisajístico, la albufera de Valencia.
La Albufera es la alianza de la naturaleza que une sus recursos para dar más vida. En la Albufera crecen y
proliferan las plantas y acuden miles de aves en sus tránsitos migratorios. Es un espacio para disfrutar de los sen-
tidos al que debemos aportar lo mejor de cada uno de nosotros para conservarlo, y no hay aportación más idónea
que el preciado bien de las aguas de calidad que son la base para su pervivencia, la de los ríos Júcar y Turia.
Desde el Ministerio de Medio Ambiente, conscientes del rico patrimonio cultural y natural que supone
mantener en buen estado ecológico nuestros ríos y la obligación que tenemos todos de preservarlos, se está
desarrollando un plan estratégico nacional de restauración de ríos. En colaboración con las administraciones
e implicando a los colectivos sociales mediante procesos de participación activa, atendiendo sus preocupa-
ciones, necesidades y valores, se ha realizado un gran esfuerzo inversor, con el fin de conservar y recuperar
nuestros ríos. Todo ello en consonancia con la Directiva Marco del Agua, este esfuerzo en el que estamos todos
comprometidos y en el que debemos también estar implicados para conseguir que en el futuro nuestros ríos
sean ríos de vida, los ríos de nuestra vida.
 102 103
La trama líquida

Páginas siguientes:
> Muy cerca del viejo cauce, y ya en las proximidades del puerto, Valencia ha conseguido uno
de los entornos urbanos más espectaculares de Europa. La Ciudad de las Ciencias que cuenta no sólo con el conjunto arquitectónico de Calatrava,
sino también con amplios estanques artificiales que de alguna forma recuerdan el pasado del Turia, que por aquí mismo discurría.
Pocos son los casos de tan drástico cambio de un río como el del Turia a lo largo de su paso por Valencia.
Following pages:
El viejo cauce es en la actualidad un largo y frondoso jardín urbano, mientras las aguas —siempre escasas— circulan por un nuevo trazado completamente artificial.
> Very close to the old bed, and in the proximity of the port, Valencia has built one of Europe’s most spectacular urban complexes.
There are few cases of such drastic changes to a river as that of the Túria on its passage through Valencia. The Ciudad de las Ciencias comprises not only the architectural ensemble by Calatrava but also a series of large artificial ponds
The original bed is now a long, luxuriant urban garden, while the —invariably scarce— waters flow along a new, completely artificial, bed. that in a way recall the past of the Túria, which once flowed through this very place.
La trama líquida

104
105
 106 107
La trama líquida

La actividad agrícola define

y explica buena parte de
las tierras bajas de las
cuencas del Júcar y del Turia,
a cuya formación y feracidad
contribuyeron aportando
sedimentos a lo largo de Como una auténtica escalera
millones de años. de enormes peldaños trepan
las casas de Alcalá de Júcar
Agricultural activity
por las paredes que el río
characterises many of the
erosionó a lo largo de los siglos.
lowlands in the basins of
the Júcar and the Túria, Like a genuine staircase of
to whose formation and enormous steps, the houses
fertility they contributed of Alcalá de Júcar climb up
by carrying down sediment the walls that the river has
over millions of years. eroded over centuries.
 108 109
La trama líquida

Cuando comienza a abandonar la provincia de

Albacete, el Júcar atraviesa un imponente conjunto
de rocas sedimentarias en las que ha tallado
uno de los paisajes más hermosos de toda
Castilla-La Mancha. Las hoces acogen poblaciones
tan representativas como Alcalá de Júcar.
Just as it begins to leave the province of Albacete
behind, the Júcar flows through an imposing package
of sedimentary rock from which it has gouged out
one of the most beautiful landscapes in the whole of
Castilla-La Mancha. One of the most characteristic
villages in the defiles is Alcalá de Júcar.
 110 111
La trama líquida

Paredes de caliza y extensas manchas de matorrales ralos

coronan el profundo vallejón por donde discurren las aguas
del Júcar, casi ininterrumpidamente amparadas por un
espeso bosque de ribera en el que dominan los chopos.
Walls of limestone and thickets of flat scrubland crown
the deep valley through which the waters of the Júcar flow,
almost uninterruptedly lined by dense woodland in which
poplars predominate.
 112 113
La trama líquida

Remontando el curso del Júcar hacia la serranía de Cuenca, estas aguas van ganando frescor y transparencia.
A su paso por la ciudad de Cuenca ya son capaces de reflejar en su limpio espejo una de las mayores originalidades arquitectónicas de España.
Esta ciudad ofrece uno de los mejores casos de encastillamiento natural entre dos hoces talladas por sendos ríos. El Júcar y el Huécar.
Página siguiente:
> Poco antes de abandonar los estrictos dominios de la gran serranía de Cuenca, el Júcar talla uno de los más angostos pasos
que recibe el inolvidable nombre de Ventano del Diablo. No lejos queda la famosa Ciudad Encantada.
As we travel upriver towards the mountains of Cuenca, the waters gain freshness and transparency.
On their passage through the city of Cuenca, they reflect, mirror-like, one of Spain’s most original architectural complexes.
This city is one of the best examples of natural castellation between two defiles gouged out by the Júcar and the Huécar.
Following page:
> Shortly before abandoning what are strictly the domains of the Serranía de Cuenca, the Júcar flows through one
of the country’s narrowest gorges, known by the unforgettable name of the Ventano del Diablo. Not far away stands the famous Enchanted City.
 114 115
La trama líquida

El castillo de Alarcón, hoy uno de los más hermosos paradores nacionales, se yergue Como en tantos otros casos, las vías de comunicación quedan ligadas
en medio del curso del Júcar, con lo que quedaba multiplicado su poder defensivo. a los cursos fluviales: el Júcar en las inmediaciones de Cuenca.
The castle of Alarcón, today one of the most beautiful national paradores, As on so many other occasions, communication routes are linked to
rises in the middle of the Júcar, which made it even more impregnable. watercourses: the Júcar in the immediate vicinity of Cuenca.
 EL SEGURA
Aguas domesticadas
P ocos nacederos cuentan con más color que el del río Se­
gura. Pocos escenarios son más hermosos. Incluso puede
afirmarse que no puede haber más contraste entre el curso
bajo y el alto de este crucial río. Allá en el corazón de las
montañas que prestan su nombre al río –¿o fue al contra­
rio?–, azules turquesas, con tendencia a un verde opalino
con esquirlas de plata y por supuesto transparencias como
telón de fondo. Así es el primer sorbo que estas sierras dan
a su río Segura. En cualquier caso respaldado por cumbres
que rozan los 2.000 metros, entre el infinito tesón de los
troncos rectos de los laricios, con sombra como para que
los veranos queden burlados. No lejos, al otro lado del es­
pinazo, corre hace ya 40 kilómetros el Guadalquivir. Antes
de que se le acaben los primeros ímpetus el Segura ya es
retenido por el embalse de Miller, en el pueblito al que lla­
mamos Las Juntas, precisamente porque se le une una muy
La mala salud de un río es mucho más que una cuestión ambiental, es una falta de respeto
a la dignidad de todos los que viven en sus orillas.
sustancial aportación, las aguas del Zumeta, que vienen de
la parte de Santiago de la Espada.
Le cuesta al Segura abandonar la altivez boscosa don­
116 de da sus primeros saltos. Una de las grandes sorpresas
que depara este río, sobre todo murciano, es que pudiera
La trama líquida
alimentar uno de los acarreos de madera por la corriente
que se llevaban a cabo en nuestro territorio hasta hace
unos decenios: imponentes masas de pinos cortados, ma­
nejadas por expertos percheros, bajaban de la sierra hasta
las zonas bajas, casi siempre para ser destinadas a la cons­
trucción naval.
Qué vericuetos de azul añil tan intensamente limpios
guarda todavía la sierra del Segura para que tenga senti­
do su denominación que hereda nuestro río. Porque sólo
hay un agua segura, la que está libre, fresca, transparen­
y el agua canta
y nacen paraísos
Octavio Paz
te. De nuevo se frena esta líquida turquesa en el embalse
de Engarbos, que al menos suele estar casi lleno durante
todo el año. No así el de ya considerables dimensiones de
Fuensanta en la inmediatez del hermoso pueblo de Yeste.
La zona, que sufrió uno de los más extensos incendios
de la historia de nuestros bosques, es de transición. Sierras
bajas, con escondidos enclaves todavía dedicados a una
agricultura y ganadería de subsistencia, pero de rara y tran­
quila solemnidad. Recatada belleza acompaña al Segura.
Y tristeza cuando tantas veces se contempla el embalse con
tan sólo un hilillo de agua recorriendo el fondo de limos
desnudos. Pero al menos le quedan fuerzas para llegar al
Cenajo, el gran embalse de la cuenca media del Segura, que
como el de la Fuensanta está más veces casi vacío que casi
lleno. Este tramo, por el que circula un caudal aceptable,
conserva todavía rincones de especial valor ambiental. Los
recovecos, los pinares y los roquedos de caliza se empotran
literalmente en las vegas, que adquieren aquí las más capri­
chosas formas. Todo ello aderezado por un bosque ribereño
bien conservado. Aspectos del viejo Segura que nos dejan 117
aún satisfechos por la tranquilidad y la gran cantidad de
flora y fauna que en ellos sobrevive. A la altura de Elche Nace el Segura en la sierra
de la Sierra se dan incluso algunos de los mejores huertos con la que comparte nombre.
Entre calares, torcas y cerradas,
dedicados a la agricultura ecológica. un mundo de roca caliza y casi 
del todo tapizado por
Tras el Cenajo, el Segura va a recibir el mejor regalo. uno de los pinares más
Porque su hijo, el Mundo, es, además de suficientemente extensos del continente.
The Segura rises in the mountains
caudaloso, un curso fluvial que bien merece una monogra­ with which it shares its name.
fía completa. Su nacimiento ya es el más original y hermoso Limestone quarries, circular
depressions and enclosures
del país. Que mane de una enorme cueva suspendida a casi together constitute a world of
calcareous rock almost entirely
70 metros de altura en un paredón calizo ya destapa las carpeted by one of the continent’s
mejores esencias de lo que consideramos un paisaje para la most extensive pine forests.

memoria. Pasa el Mundo por los preciosos pueblos de Ayna
y Liétor. Poco después se desparrama por los dominios del
Tálave, un embalse de especial trascendencia por ser el pri­
mer receptor del trasvase que le llega desde el Tajo. Sigue el
Mundo por sierras de armonías indescriptibles para volver a
ser represado en Camarillas, sólo unos pocos kilómetros an­
tes de convertirse en un solo cauce y con algo más de caudal.
Con incierto rumbo por los sucesivos meandros se aproxi­
ma el Segura a un dominio ciertamente singular, Calasparra.
Un municipio sin duda agrícola pero en el que no se espera
encontrar unos sustantivos campos de arroz; por cierto, de
nuevo especializado en las técnicas orgánicas o ecológicas.
118 Otra sorpresa natural nos aguarda aguas abajo: el em­
balse de los Almadenes, a menudo usado por los entusias­
La trama líquida
tas del piragüismo. Más allá de esta masa de agua quieta, el
Segura atraviesa unos estrechos que convierten sus orillas
en un pequeño cañón de alto valor por ser ya el último
panorama natural que le queda hasta su disolución. Tras
los estrechos mencionados el río murciano alcanza Cieza
y por tanto el principio de una sucesión de las tierras más
intensamente cultivadas del continente.
El Segura explica, porque la ha formado, la más prodi­
giosa huerta del Viejo Mundo, en no poca medida hoy des­
mantelada, invadida y hasta negada por esa diametralmente
Casi exhausto a partir de su tramo
medio, el Segura no puede por sí
solo mantener el alto número de
campos cultivados, el problema es
en parte solventado por el aporte
que le llega artificialmente desde
el alto Tajo.
Having become almost exhausted
as from its middle stretch,
the Segura alone is unable
to sustain the great number of
cultivated fields. The problem
is partially solved by the waters
of the artificial tributary diverted
from the upper reaches of
the Tagus.
contraria fuerza que es querer urbanizarlo todo. Discurre,
ahora con algo más de ímpetu, tras dejar atrás el pueblo de
Abarán, donde todavía cumple su cometido una de las más
bellas norias del país. Lo que sucede es que ya es frecuente
que el trasvase que le llega desde el Tajo reanime las escasas
fuerzas del Segura. Lo que permite afirmar que, como nin­
gún otro caso dentro de la Península, en lo que a grandes
ríos se refiere, el murciano Segura es tan hijo de sus fuentes
y afluentes como de un lejano gran curso fluvial. De hecho,
no son raros los años en los que la mayor fuente con la que
cuenta nuestro curso fluvial en su tramo medio y bajo sea
de tan alejado origen.
Recordemos que en situaciones normales el cauce,
aquí en el dominio de las huertas, es muy estrecho, a me­
nudo no llega ni a los 40 metros de ancho, y los caudales,
resultan modestos, por no decir exiguos. Mucha tierra que
regar y poca agua llovida. De ahí que sea casi siempre más
la sed que la saciedad. No menos relevantes resultan las
muchas deudas contraídas por la agricultura intensiva con
ese banco, de más que dudosa solvencia, que es el clima
medi­terráneo seco.
Aún le quedan, sin embargo, al Segura tesoros de fe­
racidad, siempre imposible sin los caudales líquidos. Es el
caso del valle de Ricote. La novedad llega de la mano de
Los llanos de Cieza, antaño
entregados por completo a uno
de los más tradicionales secanos,
acogen en la actualidad a no pocas
huertas de enorme productividad.
The plains of Cieza, once entirely
given over to traditional dry farming,
now sustain a considerable number
of enormously productive market
gardens.
las fuentes termales de Archena, uno de los balnearios más
antiguos y consolidados de España. Así alcanza la capital
autonómica el Segura, pero con los caudales del Guadalen­
tín incorporados, pocos por obvias razones.
Con todo no se puede despedir un capítulo dedicado
al Segura sin mencionar el canal del Taibilla, que recorre
buena parte de la porción más meridional de la comunidad
desde más arriba del Cenajo para abastecer las tierras de
Moratalla, Cehegin, Bullas, Totana, Alhama y llegar a las ra­
sas de Cartagena, en todos estos enclaves con un uso inten­
sivo, aunque cada vez más regulado, del agua para riegos.
Volviendo al cauce principal de nuestro Segura alcan­
zamos la capital, que siempre ligó su devenir al de estas
aguas como demuestran su organización urbanística, los
viejos molinos, los numerosos puentes.
Se ha conseguido una notable recuperación de la calidad
de las aguas, sobre todo por el magnífico trabajo que realiza
la depuradora que queda a la salida de la ciudad. Recorde­
mos que estas aguas sufrieron indeciblemente por sucesivos
procesos de contaminación de todo tipo, pero especialmente
por los residuos orgánicos de decenas de fábricas de con­
servas vegetales. Esto llegó a provocar algunas de las más
nutridas manifestaciones públicas de protesta por una cues­
tión claramente ecológica, aunque, como mantiene la cita
que encabeza este capítulo, se trataba de mucho más que la
limpidez de las aguas, que todavía hay que conquistar.
Una vez rebasada la capital de la autonomía el río ha
sido literalmente rediseñado. Sus márgenes son manteni­
das con poca o ninguna vegetación por grandes máquinas
desbrozadoras, el agua discurre por un vaso con una per­
fecta y regular forma de uve y a cada lado se despliegan sen­
das pistas completamente llanas y despejadas, literalmente
convertidas en paseos. Afortunadamente una repoblación
lineal con árboles variados jalona esta parte del Segura.
Incluso a su paso por algunas localidades de considerable
tamaño, como es el caso de Orihuela, el río ha sido com­
pletamente encajado en obra civil, con lo que pasa a ser 119
literalmente una canalización.
Algo más vivaz es el tramo que va desde la ciudad de
Miguel Hernández y la desembocadura, en la alicantina Guar­
damar, donde ya no consigue seguir alimentando las famosas
dunas. Su borde ya está casi del todo destinado a imantar ma­
sas de veraneantes. Tiene un doble cauce, en parte puerto de­
portivo, en parte desahogo para los que aún encuentran placer
en ver al agua cumplir con su destino. Pero es tan poca la li­
bertad que le queda al Segura que de todos los cursos fluviales
españoles es el que más necesita que reorientemos nuestros
pasos en lo que a usar el territorio y sus aguas se refiere.
 La cuenca donde el agua es un tesoro
José S. Fuentes Zorita
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura
La riqueza natural y los valores medioambientales del río Segura son desconocidos para la mayoría de los
ciudadanos españoles, incluidos los de la propia cuenca, una cuenca con paisajes naturales de inmenso valor,
como los Chorros del Río Mundo, el cañón de Almadenes o el valle de Ricote.
Con una extensión de casi 19.000 kilómetros cuadrados, el Segura es una de las cuencas hidrográficas
más pequeñas de la península Ibérica, pero posee una gran diversidad en su territorio, con una cuenca alta de
gran belleza natural y paisajística.
Sin embargo, las vegas media y baja se caracterizan por la gran antropización provocada por el aprove-
chamiento de las aguas para el regadío de las fértiles tierras a lo largo de las riberas del Segura, donde todavía
subsisten hermosos rincones con métodos medievales de riego (norias, azarbes y acequias) que coexisten con
las más modernas técnicas de regadío.
Además, fuera de las vegas, los paisajes semidesérticos predominan en las zonas costeras y algunos pun-
tos del interior, como los Barrancos de Gebas o el río Chícamo, confiriendo reminiscencias norteafricanas a los
rasgos que identifican estos parajes .
Al tiempo, hay que recordar que esta cuenca se caracteriza tanto por su complejidad como por la dificul-
tad existente a la hora de mantener esos valores naturales, puesto que uno de sus rasgos más determinantes
es la escasez de agua; un handicap a priori, pero que ha inducido al máximo aprovechamiento por parte de la
sociedad del sureste español, que ve en este recurso un auténtico tesoro que no se puede desperdiciar.
Hemos de tener presente que esta zona presenta la menor pluviometría no sólo de España sino de toda
Europa, únicamente superada en este aspecto por alguna región, no todas, del norte de África, lo que genera
un sobreesfuerzo y un mayor compromiso por parte de las instituciones y de los ciudadanos.
Las investigaciones históricas y arqueológicas han demostrado que, desde la época romana, la población
de esta región siempre se ha concienciado sobre el valor del agua, lo que cuesta aprovecharla y sacarle el
máximo rendimiento.
Por ello, el objetivo prioritario de la Confederación Hidrográfica del Segura es, en la etapa actual, seguir
realizando los mayores esfuerzos posibles para mantener el difícil equilibrio entre los valores medioambienta-
les y la utilización de los recursos hídricos para generar riqueza económica.
Tampoco podemos olvidar otro aspecto fundamental en el Segura: es una cuenca que recibe importantes
caudales de otra, el Tajo; caudales que a menudo superan las escasas aportaciones del propio Segura y que es
lo que le permite garantizar el abastecimiento a la población y mejorar los rendimientos agrarios.
En este sentido, los regantes de la cuenca del Segura (tanto los que riegan con recursos propios de la
cuenca como con los del Tajo) han reforzado su apuesta por el aprovechamiento extremo del agua desde que
vinieron los caudales del Tajo, puesto que, a la escasez se añadió el tener que pagar un precio por las infraes-
tructuras de transporte y distribución.
Tanto las sequías como las riadas tenían efectos devastadores sobre el territorio y la población, aunque
en las últimas décadas sus consecuencias se han visto atenuadas por la construcción de las más modernas
infraestructuras hidráulicas.
Esta sucesión de períodos secos y riadas históricas, como la de Santa Teresa en 1879, también han dejado
una huella indeleble en el carácter de los habitantes de la cuenca del Segura, que han sabido adaptarse a estas
circunstancias y convivir con esta gran irregularidad hídrica.
Desde su nacimiento en Santiago-Pontones (Jaén) hasta su desembocadura en Guardamar del Segura
(Alicante), el río traza una diagonal a lo largo del sureste peninsular que le convierte en eje vertebrador dentro
de un espacio de gran diversidad paisajística, territorial, social y cultural, al tiempo que ha generado la mayor
parte de la riqueza de las comarcas que atraviesa.
Sólo el esfuerzo y el compromiso de toda la sociedad permitirá seguir manteniendo, de cara al futuro, la
apuesta por devolver al Segura todo lo que nos aporta, y recuperarlo totalmente de unas décadas anteriores
en las que la acción humana lo convirtió en una auténtica cloaca que, como causa y efecto, le distanció de esa
misma sociedad, que acabó por darle la espalda hasta el extremo de ostentar el dudoso honor de ser conside-
rado, al final del siglo xx, el río más contaminado de Europa.
En definitiva, el Segura es, al tiempo, un río alpino y desértico, antropizado y salvaje, tradicional y mo-
derno, todo ello en un territorio relativamente pequeño, con el que mantiene una intensa interrelación y en el
que se ofrece una gran oportunidad para conocer un rincón de España sorprendente y desconocido para gran
parte de la población.
 Las aguas del Cenajo, el mayor
pantano que se ha construido
en el cauce del Segura,
son decisivas para la enorme
superficie irrigada en las
vegas bajas del río murciano.
Páginas siguientes:
> El valle de Ricote es uno
de los enclaves con mayor
originalidad paisajística y
cultural del bajo Segura.
La convivencia de zonas
predesérticas con las fértiles
terrazas dedicadas a los
cítricos y el carrizal del río
son sus señas de identidad.
Como si en otro continente
estuviéramos, pero con la
personalidad que define a
nuestros paisajes, enclaves
como el de Archena nos
convocan sobre todo por
la posibilidad de disfrutar de
uno de los mejores balnearios
del continente.
The waters of the Cenajo, the
largest reservoir on the bed
of the Segura, are decisive to
the river’s vast irrigated low
fertile plains on its passage
122 123
through the province of Murcia.
La trama líquida

Following pages:
> The Ricote valley is among
the most original, in terms of
landscape and culture, in the
lower Segura. Pre-desert areas
along with fertile terraces given
over to the cultivation of citrus
fruits and reed beds in the river
are its identity signs.
As if we were on another
continent, though with the
personality that defines our
landscapes, municipalities like
Archena beckon to us, above
all by offering the opportunity
to enjoy one of the continent’s
best spas.
La trama líquida

124
125
La trama líquida

126
127
 128 129
La trama líquida

Tras un largo período de indignación social por la pésima salud de las aguas del Segura, en la actualidad Guardamar es el último punto de contacto de las aguas del Segura con las tierras levantinas.
una parte considerable de sus aguas ha recuperado su vivacidad. El Segura a su paso por la capital de los murcianos. Una parte de esta desembocadura ha sido modelada artificialmente.
After a long period of social indignation aroused by the atrocious state of the waters of the Segura, Guardamar is the last point of contact between the waters of the Segura
today much of the river has been restored to good health. The Segura on its passage through the capital of the province of Murcia. and the lands of the Levante. Part of the mouth has been artificially remodelled.
 LOS RÍOS SUBBÉTICOS
Escondida transparencia

La eternidad bien pudiera

ser un río solamente.
Rafael Alberti

D esde la bahía de Cádiz y su famoso Guadalete hasta los
arramblados y casi siempre del todo secos ríos de Almería,
una serie de originales cursos fluviales drenan, además de
las dos provincias mencionadas, la de Málaga. Por supues­
to, todos ellos en lo que a la vertiente meridional de las
sierras se refiere. De hecho, una de las características de
nuestros litorales es la generalizada presencia de elevacio­
nes cercanas a los litorales. Apenas contamos con litorales
en directa conexión con amplias zonas bajas y llanas. Así
sucede en buena parte de Cataluña, Asturias, Cantabria o
ría, y las ciudades de Cádiz y San Fernando. Viajando hacia Dos tramos del río Barbate,
acaso el que mejor representa
el este, nos arrumbamos hacia uno de los paisajes más las principales características
de las estrechas y breves cuencas
originales del conjunto de la península Ibérica. Todo el en­ hídricas de la vertiente sur de
torno de Gibraltar lo es, con sus sierras de los Alcornocales. las sierras Béticas, tanto en el
Mediterráneo como en el Atlántico.
En primer lugar porque allí no falta la humedad, no poca
Two stretches of the Barbate,
procede de las nieblas, por lo que estamos en una situación perhaps the one that best
parecida a la de Canarias, aunque por supuesto en el sur de represents the main characteristics
of the short, narrow river basins
Cádiz llueve con cierta generosidad. Así, el Barbate no deja on the southern slopes of the
mountains of Seville, both those that
de contar con recursos suficientes como para haber man­ flow into the Mediterranean and
tenido durante milenios a la laguna de la Janda, hoy casi those that flow into the Atlantic.

las islas, además de los territorios andaluces que ahora nos
ocupan. Se trata, pues, de un ámbito de cortos recorridos
para el agua que camina. La principal diferencia, tanta que
llega a ser la cara opuesta a los cursos fluviales norteños,
es que la mayoría de estos ríos meridionales, al menos los
más pequeños y cortos, carecen de caudales durante una
considerable porción del año. Lo que siempre nos lleva a
considerar que nos sigue faltando una palabra que nos dis­
tinga el río convencional del que, cuando seco, no puede
resultar más diferente. En efecto, suele pasar inadvertido
que los cauces sin agua son lo más parecido a un desierto
total que tenemos por estos pagos. Con todo, los princi­
pales cursos fluviales de los que vamos a hacer referencia
130 en este capítulo son capaces de mantener agua corriente
totalmente transformada en regadíos y campos cultivados
en régimen de secano. Lo mejor de este río gaditano es su
tramo final, en el que forma un tajo o acantilado donde se
concentra una de las más sorprendentes colonias de garzas.
El Guadarranque, que duplica nombre con uno de los me­
jores afluentes cacereños del Guadiana, desemboca en las
proximidades de Algeciras. Entre el peñón de Gibraltar y
las cercanías de Málaga bajan decenas de torrentes de todo
131

durante todo el año.

La trama líquida

El Guadalete, por ejemplo, nace en las estribaciones

de la sierra de Grazalema, que acapara uno de los mayo­
res índices de pluviosidad de toda la Península. Su afluente
principal, el Majaceite, es totalmente serrano. Es uno de
los cursos fluviales más caprichosos del país, pues, aunque
no se seca, siempre parece estar negando seguridades a los
muchos que hacen uso de sus aguas. Recordemos que pasa
por Arcos de la Frontera y que desde aquí hasta su desem­
bocadura en la bahía de Cádiz debe abastecer en buena
medida desde Jerez de la Frontera a El Puerto de Santa Ma­
 tipo y condición. Escapa a tal circunstancia el Guadiaro,
que emerge desde la serranía de Ronda.
El Guadalorce, que alcanza el mar muy cerca de la
ciudad de Málaga, cuenta con uno de los pocos enclaves
132 naturales de alto valor en todo el tramo costero de esa misma
provincia, extremadamente urbanizada. De hecho, los ríos
La trama líquida
Dalias, Adra, El Ejido… apenas cabe suponer que algunas A pesar de la escasa longitud,
los ríos de la porción atlántica
corrientes llegaban con algo de caudal a la línea de costa en de Andalucía, Guadalquivir aparte,
la que fueron, además, capaces de crear pequeños y crucia­ son bastante caudalosos, lo que
permite que no pocos hayan sido
les deltas. Algunos, como el Adra, dejando unas sustantivas embalsados en una apreciable red
de grandes reservas del líquido vital.
albuferas que todavía hoy suponen lugares de importancia 133
Despite their shortness, the rivers
internacional como puntos de sesteo para las migraciones

in the Atlantic portion of Andalusia,

de las costas mediterráneas andaluzas invariablemente su­
ponen un alivio en medio de condiciones sumamente arti­
ficializadas, y casi siempre en sus desembocaduras se dan
notables concentraciones de especies faunísticas, especial­
mente aves. Desde Málaga hasta Almería un reducido nú­
mero de ríos drenan las Alpujarras y aledaños, es decir, las
laderas meridionales de Sierra Nevada. El Guadalfeo suma
las famosas aguas de Lanjarón y del Trévelez.
Ahora, cuando contemplamos el destello incontenible
de las cubiertas del plástico que tapizan las comarcas de
de las aves.
A pesar de que son pocas las ocasiones en las que co­
rre el agua por ella, la rambla de Almería recoge las que pro­
vienen de las famosas aguas del Tabernas y del Andarax.
El Almanzora, por último, cierra el capítulo de los
ríos andaluces. Vierte ya en la fachada más oriental del
Mediterráneo cerca de los límites entre Almería y Murcia.
A pesar de recoger las aguas de las vertientes norte de la
sierra de María y de los Filabres, descarga sus caudales de
forma irregular.
except for the Guadalquivir,
are quite voluminous, thanks to
which many have been dammed
to create a respectable network
of large reserves of the vital liquid.
La feraz campiña jerezana es atravesada por unos cuantos arroyos de lenta corriente.
El Salado ofrece uno de los mejores ejemplos.
The fertile fields of Jerez are crossed by a number of slow-flowing streams,
one of the best examples of which is the Salado.
 134 135
La trama líquida

Cuando sale de las sierras el Ardales se convierte en un sosegado remanso de especial intensidad paisajística.
Páginas anteriores:
‹ Las sierras del extremo sur gaditano son también las más meridionales de Iberia y de Europa.
Las especiales condiciones metereológicas que se dan en las inmediaciones de Gibraltar, con una considerable pluviosidad,
alimentan una red de pequeños ríos que discurren por notables angosturas, aquí denominadas canutos.
When it emerges from the mountains, the Ardales becomes a quiet backwater in the midst of a striking landscape.
Previous pages:
< The mountains furthest south from Cadiz are also the southernmost on the Iberian Peninsula
and in Europe as a whole. The climatic conditions that characterise Gibraltar and its environs, with abundant rainfall,
feed a network of small rivers that flow through impressive narrow defiles, locally known as canutos.
 136 137
La trama líquida

Los encuentros entre los potentes depósitos de roca caliza y las aguas de los cursos fluviales subbéticos son
una de las normas que se resuelve, a cada paso, con formidables espectáculos naturales.
Páginas siguientes:
> El Guadalhorce también es represado, lo que crea la posibilidad de un nuevo tipo de costa,
especialmente cuando los niveles de los embalses no alcanzan su máxima cota.
>> En la actualidad, muchas de las masas de agua creadas artificialmente por las presas han sido incluidas en la oferta turística,
lo que permite recordar que el agua añade valor estético a cualquiera de los lugares donde podamos contemplarla.
Encounters between the formidable deposits of limestone rock and the waters of the rivers
below Seville give rise, every step of the way, to formidable natural spectacles.
Following pages:
> The Guadalhorce is also dammed, which creates a new type of coast, especially
when the water in the reservoirs does not reach its maximum height.
>> Today, many water masses artificially created by dams have become tourist attractions,
further evidence of the fact that water endows any of the places where we may contemplate it with aesthetic value.
La trama líquida

138
139
 EL GUADALQUIVIR
Vivificante promesa
T ras el Duero, el Guadalquivir es el otro único caso en el
que una cuenca hídrica coincide casi completamente con
una división administrativa. Pero hay mucho más y des­
de mucho antes. Porque esta Andalucía autonómica que
englo­ba el 97 % de los dominios del Guadalquivir resulta,
en gran medida, una construcción del gran río meridional.
Compite también, en el más sano sentido del término,
en lo que a ser cantado se refiere. Los poetas del Guadalquivir
son también incontables y, no pocos, de primera categoría
mundial. Que hayamos elegido un bien conocido poema
de Federico García Lorca, por cierto uno sólo de los varios
que inspirados en el Guadalquivir nos legó, no puede ha­
cernos olvidar que fueron decenas los cantores ya duran­
te el período andalusí. No menos los que desde ese siglo
áureo se acordaron del agua que hace posible a Córdoba y
Sevilla, ambas las ciudades más importantes del mundo en
algunos momentos de su historia. Una historia que puede
ser considerada en líneas generales como una de las más
completas y complejas de la humanidad. Porque son po­
cos, muy pocos, los enclaves del planeta por los que hayan
pasado nada menos que siete grandes civilizaciones. De he­
cho, el Guadalquivir ha sido eternizado por Lope de Vega,
Luis de Góngora, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego,
140 Luis Cernuda o Antonio Machado, entre otros.
Todos nuestros árboles de agua tienen excelentes co­
La trama líquida
mienzos y finales, pero sólo el Guadalquivir cuenta con el
excepcional privilegio de echar a andar en el corazón del
parque natural más grande de la Europa comunitaria y des­
embocar justo al lado del parque nacional más importante
de todo el continente. Nos referimos concretamente a las
sierras de Cazorla, Segura y Las Villas y, por supuesto, a
Doñana.
Entre ambos enclaves de tan alto valor paisajístico y
biológico caben casi todos los mundos posibles. De los que
nos asomaremos a los cinco más llamativos y, al tiempo,
El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada,
uno llanto y otro sangre.
Federico García Lorca
representativos, por mucho que este capítulo esté organiza­
do sólo a través de cuatro apartados.
Nada cuesta, por otra parte, denominar a este cami­
no de agua como el río de la vida. Así lo hemos hecho
para otros empeños editoriales y cinematográficos. No sólo
por los mencionados origen y destino, sino también por
algunas circunstancias que permiten afirmar que en el inte­
rior de esta cuenca se están dando algunos de los mejores
ejemplos de pelea por la continuidad de las especies más
amenazadas del entorno europeo; que Andalucía en su
conjunto cuenta con más superficie protegida que ningún
otro territorio del viejo continente. Son los casos del lince
ibérico, el águila imperial, el buitre negro y, últimamente, el
quebrantahuesos.
Vamos hacia las primeras zancadas de las aguas del
Guadalquivir. No sin antes recordar que a lo largo de sus
657 kilómetros de andadura este gran río –que, por cierto,
es lo que significa en árabe el término Guadalquivir– dre­
na una enormidad de casi 60.000 kilómetros cuadrados.
Buena parte de los mismos son de una afabilidad notable
porque, al igual que el Ebro, el desnivel por recorrer es mí­
nimo. Al menos desde la ciudad de Córdoba, que está a
100 metros sobre el nivel del mar. De ahí que en tiempos,
hacia el año 1000 de nuestra era, no fuera raro que barcos 141
de calado medio llegaran a la entonces capital. Sevilla que­
Las primeras etapas del
da a tan sólo 10 metros por encima de las olas. Por tanto, Guadalquivir discurren en
200 kilómetros de llano y de tierras casi totalmente entre­ compañía de uno de los entornos
más completos y complejos de
gados a la agricultura, como no podía ser menos cuando se Andalucía, las sierras de Cazorla,
Segura y Las Villas, hoy el
parte de tierras hondas, fértiles y bendecidas por un clima parque natural más extenso de la
suave. La cuenca, en cualquier caso, tiene tres principa­ Unión Europea.
les alimentadores: por un lado las cumbres más altas de la The initial stretches of the
Guadalquivir flow through
Península, es decir, Sierra Nevada, el nacedero de Cazorla one of the most complete
and complex environments in
y sus sierras hermanas, y el enorme semicírculo de Sierra Andalusia, the mountain ranges
Morena, de elevaciones modestas pero que consigue bor­ of Cazorla, Segura and Las Villas,
today Europe’s most extensive
dear a la práctica totalidad de Andalucía por sus límites natural  park.
 más septentrionales. Con la clásica peculiaridad de que la
mayor parte de las aguas caerán en otoño e invierno, por lo
que los caudales pueden presentar desproporciones del or­
den del millar de veces. Lo que viene a querer decir que el
Guadalquivir en septiembre puede llevar mil veces menos
agua que a finales de diciembre.
Sierras y olivares de Jaén
Serenamente el Guadalquivir llega a la luz abrazado por pe­
ñascos casi aplomados en el corazón de la sierra del Pozo,
que a su vez lo es de las de Cazorla, Segura y Las Villas.
Como estamos en la parte final de los intrincados laberintos
de los terrenos cársticos, esta primera agua del Guadalquivir
sin duda recorre bajo tierra un buen trecho antes de que
el sol la convierta en pura alegría para la vista. Estamos en
una modesta cota de unos 1.000 metros sobre el nivel del
mar. Un lugar al que peregrinan, si cabe esta expresión,
unas cuantas decenas de miles de visitantes todos los años;
ojalá, quiere uno soñar, para la contemplación con respeto
de lo que tanta vida asegura. Porque un manantial es como
uno de nuestros corazones, sólo que los del agua sirven
para miles de millones de cuerpos al mismo tiempo. Los
latidos del agua son también los de todas las tierras que
recorre el río. De ahí el emocionante paralelismo entre las
infinitas venas del agua, que a menudo suman millones de
kilómetros dentro de la cuenca, como lo hacen las nues­
tras dentro de cada uno de nuestros cuerpos. La compa­
ñía que recibe el Guadalquivir en su primera juventud es
de las que desbordan, no los cauces, sino la ilusión de los
que se asoman a estas sierras jienenses. Porque estamos en
una de las mayores emboscaduras del Viejo Mundo: millo­
nes de pinos, que se abrazan a los paredones calizos, a las
escarpaduras rocosas más plateadas, a los calares inacce­
sibles. Desde todos estos hogares para la belleza emergen
sin cesar emisarios de la vida. Porque también estamos en
el ámbito donde más fauna podemos contemplar. Sobre
todo por el hecho bien comprobado de que el Parque Na­
142 tural de Cazorla, Segura y Las Villas es el que permite más
contactos con los grandes mamíferos herbívoros de nuestro
La trama líquida
continente, sin descartar lo que a grandes aves se refiere.
Si la curiosidad enfoca a lo modesto resulta todavía de ma­
yor valor este primer hogar de las aguas del Betis. Porque
sus endemismos vegetales convierten a este parque natural
andaluz en uno de los puntos calientes de la multiplicidad
vital del Viejo Mundo.
Los sotos y las faunas acuáticas no resultan de menor
valía. Pero pronto, acaso demasiado, el río se hace embalse.
Sucede lo mismo con el Ebro, el Tajo, el Guadiana y el Due­
ro, es decir, que en sus mismas cabeceras son retenidos.
Entre peñascales, calares y una
tan amplia como subterránea
red de aportes hídricos nace
el Guadalquivir, en plena sierra
de Cazorla. Hoy éste es el venero de
gran río más visitado de todo el país.
Between cliffs, limestone rocks and
an extensive subterranean water
network, the Guadalquivir rises in
the heart of the Sierra de Cazorla.
This is the country’s most visited
source of a great river.
Con todo, el Tranco de Beas compite con la Cuerda del
Pozo, en Soria, por ser el mayor almacenamiento de agua
en un tramo alto de uno de nuestros grandes cursos fluvia­
les. Aguas quietas y que espejean cumbres y pinares, que
cuentan con una enorme isla en su interior y que acogen,
cuando las orillas en el estiaje se convierten en un inmenso
y desnudo descampado, a las bramas de los venados más
impresionantes de nuestro país.
Le quedan vericuetos serranos al Guadalquivir tras sal­
var el dique, que es precisamente cuando inicia su cambio
de dirección para dejar la que traía descaradamente hacia
el norte, y virar hacia el oeste con un enorme semicírcu­
lo de unos 50 kilómetros en busca del verdadero valle al
que dará nombre. Ya van quedando las arboledas silvestres
aguas atrás para que se abran a la fascinación los paisajes
agrarios más sobrecogedores del planeta. Si acaso con la
dura competencia de las terrazas arroceras de algunos en­
claves del sureste asiático y Filipinas y los cultivos de la vid
en los suelos volcánicos y desérticos de la Geria en Lanza­
rote. Nos referimos claro está al océano de olivos. A las tan
geométricas como incontables alineaciones del árbol prodi­
gioso. A ese raro milagro de que con poco se haga mucho.
Pues de una casi inconcebible austeridad extraemos una
Las sierras de Cazorla, Segura
y Las Villas, además de aportar
cientos de pequeños torrentes
que alimentan los primeros
caudales del Guadalquivir
son también una de las más
importantes reservas forestales y
faunísticas del Viejo Mundo.
The mountains of Cazorla, Segura
and Las Villas, besides nourishing
the headwaters of the Guadalquivir
with hundreds of small torrents,
also constitute one of the Old
World’s most important forestry
and fauna reserves.
delicia que alimenta, mucho y bien. Tierras de Beas, de Peal
del Becerro, de Villanueva del Arzobispo. Con la llegada del
Guadiana menor, que ha captado nada menos que toda
la escorrentía de las vertientes meridionales de Cazorla, el
Guadalquivir duplica su fluido. De ahí que de nuevo sea
embalsado, consecutivamente en Aldonza y Pedro Marín.
Masas de agua de enorme interés faunístico además del ló­
gico agrario.
Jodar al sur y las míticas Baeza y Úbeda al norte del
curso fluvial escoltan al agua de los andaluces que va por
uniformes paisajes atestados de olivos en busca de los pre­
dios de Linares, por donde le alcanzará uno de sus hijos de
más largo recorrido, el Guadalimar. Con el que el conjun­
to de la cuenca se convierte en una pequeña porción en
castellano-manchego.
A partir de aquí comienzan a llegar aportes: ya lo
son los tributarios del Guadalimar del perfecto arco y
manadero que es Sierra Morena, o el Rumblar, que linda
con míticas poblaciones serranas como Bailén, la Caroli­
na o Baños de la Encina. En todos los casos estos afluen­
tes cuentan con inicios realmente espectaculares, de los
más naturales que podamos imaginar y con represas no
menos destacadas.
Antes de llegar a uno de sus centros más activos, An­
dújar, el Guadalquivir culebrea en imponentes meandros
de hasta una docena de kilómetros de arco.
De las sierras de Andújar, último hogar de conside­
ración del lince ibérico y por tanto una de las mayores re­
servas naturales de Europa, llegan el Gandula y el Yeguas.
Destacan las apreturas y las gargantas por las que discurren
las aguas más jóvenes de todos estos afluentes del Guadal­
quivir. Lugares entre los más solitarios, bien conservados y
bellos del país. Acaso con una destacadísima excepciona­
lidad, la que supone la preciosa cascada de Cimbarra, no
lejos del conocido paso entre la meseta sur y Andalucía, el
de Despeñaperros.
Cordobés
No va a desprenderse nunca ya el gran río de los andaluces
de la compañía de los olivos. Incluso algunos de estos cul­
tivares llegan casi hasta los últimos pasos marismeños. Por
eso no podemos mantener que cambie mucho el paisaje al
hacerse el Guadalquivir cordobés. De hecho, resulta casi
idéntico al jienense. Una nueva ayuda va a recibir el Betis
desde Sierra Morena: el Guadalmellato.
A su paso por la ciudad de Córdoba el Guadalquivir
moja algunos de los más interesantes enclaves históricos
y naturales de todo su curso. No sólo, por supuesto,
por la cercanía de la mezquita, que es el mejor testimo­
nio de la importancia que hace un milenio tuvo la capi­
tal del mundo árabe en Europa. También conviene tener
en cuenta las obras de ingeniería civil vinculadas a las
aguas: la serie de norias que se suceden por la periferia
de la ciudad vieja. Uno de los edificios está ahora mismo
dedicado a una de las instalaciones más interesantes del
Jardín Botánico, el Museo de Paleobotánica, de fósiles
de plantas que tienen un valor científico incuestionable.
Cabe incluso una zambullida, no en las aguas, sino en
un retazo de paraíso, como debió de ser prácticamente
todo el curso medio y bajo del río grande y hondo de los
andaluces. Casi en medio de la ciudad pervive uno de 143
los mejores sotos, un bosque enrevesado y lleno de vida
que afortunadamente ha merecido la protección de la
ley. La denominación de Albolafia es una más de las que
conservamos de la extensísima toponimia árabe. Tanta
que en realidad no cabe encontrar casi nombre alguno
que se refiera a las aguas del Guadalquivir o cualquiera
de sus fuentes o tributarios que no haya conservado ese
origen lingüístico.
La campiña cordobesa es para afinar. Desmantelada
como está la capacidad para degustar matices y saborear esa
otra magnífica creación de la cultura rural que son ciertos
 paisajes, es raro y escaso el que alguien se sienta fascinado
por unas tierras oscuras, que como si de un mar se tratara
crean un oleaje, por supuesto quieto, de abombados tesos
por completo entregados a la espiga. Apenas un árbol aquí
y allá. Una regularidad esquemática como de jardín zen,
sólo que a escala masiva, amplia, larga y profunda. Con el
río, por supuesto, casi por su justo medio y sus centinelas,
los chopos blancos a los que se referían los poetas cordobe­
ses de la época califal.
Sevillano y hasta su fértil desembocadura
Sigue el gran río andaluz por un largo trecho abriéndose
paso por tan compasivos paisajes en busca de su mejor
amigo, del encuentro más fecundo, del abrazo más ne­
cesario. Porque allí, sobre Palma del Río, llega el Genil.
Lo hace casi siempre abarrotado de renovaciones desde
el momento en que aporta el montante de lo drenado
desde Sierra Nevada y de no pocas de las sierras subbé­
ticas. Un enorme territorio que bien podría ser uno de
nuestros ríos mayores es el que organiza el Genil. Recor­
demos que buena parte de Granada y del sur de Jaén y
Córdoba pertenece a este afluente del Guadalquivir, es
decir, unos 8.000 kilómetros cuadrados con un recorri­
do de unos 300 kilómetros. No olvidemos que ya le lle­
garon también las contribuciones del Bembézar, que es
un poco más de lo mismo. Es decir, afluente nacido en
Sierra Morena, muy embalsado, pues casi 40 kilómetros
de su tramo final son un lago artificial. Tras su paso por
la deliciosa Peñaflor, el Guadalquivir se recrea en uno de
los retorcimientos más completos y complejos del con­
junto de nuestros ríos: «Lazos del río que, como si qui­
sieran abrazar a las más feraces tierras, hacen más dulce
su camino», como decía Séneca.
Una sucesión de grandes y entonados pueblos se es­
calonan en estas sevillanas campiñas como Lora y Alcolea,
del río ambas.
La llegada del Bembézar recuerda que también tiene
una porción extremeña la cuenca del Guadalquivir. Un
enlace que se consolida con los últimos grandes aportes de
Nada más abandonar los altivos territorios serranos el Guadalquivir se solaza en la lentitud de sus aguas, se contonea en armoniosos meandros y
consiente proteger a pequeñas porciones de tierra que forman islas donde fauna y flora encuentran excelentes oportunidades para su medro.
Just after abandoning the high mountains, the Guadalquivir revels in its slow-moving current, sways in harmonious meanders and
consents to protecting small portions of land that form islands where fauna and flora find excellent opportunities to thrive.
agua que provienen de la sierra Norte de Sevilla, vitales para
la capital. Son el Cala y el Viar. A la altura de la ciudad se
incorpora la ribera de Huelva y comienza el gran despliegue
de este río, tanto por lo que para la capital de Andalucía
supone como por contar con una de las tierras dignas de
ser la prometida de este país.
A partir de Sevilla, el gran río andaluz consigue multi­
plicar sus beneficios. A su paso todo crece, pero sobre todo
creció. Primero por acumulación de los sedimentos arras­
trados, que colmataron una inmensa zona de transición en­
tre lo marino y lo terrestre. Tengamos presente que las ma­
reas del Atlántico se dejan notar incluso 50 o 60 kilómetros
tierra adentro. El resultado es que aguas dulces y saladas se
mezclan con el excelente resultado de la multiplicación de
las posibilidades para la fauna. Pero sin olvidar que la ex­
traordinaria juventud de estos terrenos casi completamente
llanos permite que por los múltiples caños laterales llegue
el flujo de las pleamares como si de una esponja empa­
pándose se tratara. Es la faceta que proporciona una mayor
personalidad a las marismas béticas. Un territorio que lle­
gó a tener una extensión de unas 300.000 hectáreas, en la
actualidad transformadas en su mayor parte en uno de los
conjuntos de regadíos agrarios más importantes de Europa.
Pero no tanto como lo que ha quedado intacto. Porque los
parques, natural y nacional de Doñana, como se comentó
en los primeros párrafos de este capítulo, están considerados
con acierto como los enclaves más interesantes desde la pers­
pectiva de la conservación de la vida en el Viejo Mundo.
Dos grandes novedades incorpora el Guadalquivir a lo
que es su cauce principal. Por un lado la isla Mayor, que
como su nombre corrobora, es una enorme porción de tierra
flanqueada por el caudal demediado de nuestro curso flu­
vial. Pero sobre todo conviene recordar que el Guadalquivir
resulta navegable, incluso por navíos de tonelaje medio,
hasta la ciudad de Sevilla. Lo que le convierte en el único
caso español para semejante vínculo entre el océano y el in­
terior peninsular. Cierto es que el Guadiana, el Segura y el
Ebro, incluso algunos otros como el Júcar, fueron navega­
dos, pero siempre por embarcaciones de escasísimo calado 145
y eslora.
 La cuenca del Guadalquivir
Pedro Rodríguez Cantero
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir
La cuenca del Guadalquivir es, con una extensión de 57.527 kilómetros cuadrados, una de las mayores de la
península Ibérica, y representa más del 10% de la superficie de España y el 60% de la de Andalucía.
Hace casi 20 millones de años, durante el Mioceno, desapareció el brazo que comunicaba el océano Atlán-
tico y el mar Mediterráneo y se fue configurando una red de canales sobre el archipiélago que entonces con-
formaba la cordillera Bética. Fue durante el Plioceno, hace más de 5 millones de años, cuando, con la retirada
del mar, emergió la depresión que existía entre la meseta Ibérica y la cordillera Bética, uniéndolas con un istmo
cada vez mayor sobre el que fue formándose la actual red hidrográfica.
Hace aproximadamente 1 millón de años, se empezó a cerrar el golfo Atlántico a causa de un proceso
de colmatación, y se formó una barra de islas y canales, que dio lugar a la configuración de la cuenca del río
Guadalquivir como hoy la conocemos.
Por su situación geográfica las horas de insolación en la cuenca del Guadalquivir son muchas: cerca de
2.800 horas de sol al año en las zonas de valle.
Puesto que se trata de una cuenca de tan grandes dimensiones, son evidentes las diferencias de tempe-
ratura que se aprecian, así como el nivel de precipitaciones que se producen a lo largo del año. La zona más
occidental de Sierra Morena, la Sierra de Aracena y Cazorla-Segura es la más lluviosa, ya que registra niveles
de precipitación superiores a los 700 milímetros anuales. Por otro lado, en el valle del Guadalquivir y la Sierra
Morena oriental, los niveles medios comprenden los 500 y 700 milímetros al año. La zona que presenta ma-
yores niveles de aridez se corresponde con las depresiones y los altiplanos interiores, en muchos casos por
debajo de 500 milímetros de aportación anual.
El río Guadalquivir constituye el eje vertebral y da nombre a una cuenca que cuenta con una aportación de 7.000
hectómetros cúbicos al año. Su principal afluente, el río Genil, contribuye con casi un tercio del total de la cuenca.
En consonancia con los ríos mediterráneos, los afluentes del Guadalquivir se caracterizan por presentar
regímenes muy irregulares. Además, la mayoría de ellos están sometidos a tan importante grado de presión de
uso que distorsiona las condiciones de desarrollo y evolución de los ecosistemas fluviales.
Esa marcada irregularidad natural del régimen de nuestros ríos, y la imperiosa necesidad del aprovecha-
miento que se planteó en los albores del siglo xx, ha obligado a la construcción de numerosas presas destinadas
a garantizar el abastecimiento urbano, energético y de regadío, entre otros usos. Éstas son piezas infraestruc-
turales básicas y en determinados casos tienen un alto valor ingenieril, aunque su característica fundamental
es su utilidad, ya que abastecen las necesidades de una población de más de cuatro millones de habitantes y de
ochocientas mil hectáreas de regadío.
Desde el punto de vista medioambiental, las presas son elementos con una importante incidencia, pero su
construcción ha sido y es parte fundamental en la economía de nuestra cuenca. No obstante, los últimos embalses
que se han construido (Melonares, Breña II y Arenoso) se han acompañado de actuaciones de corrección ambien-
tal destinadas a minimizar la incidencia que su construcción tiene sobre el entorno.
Por otro lado, cabe resaltar la riqueza de las aguas subterráneas y los manantiales de la cuenca del Guadal-
quivir. En los últimos años su utilización ha aumentado considerablemente, por lo que se plantea como primordial
su control y preservación.
El estuario del río Guadalquivir, cuyo cauce ha sido muy alterado a lo largo de los años para su adecuación
a la navegación generada por el puerto de Sevilla, presenta una gran riqueza natural, cultural y económica. En
su desembocadura se localizan las marismas del Guadalquivir, transformadas para su cultivo y hoy día asiento
también de importantes actividades de piscicultura.
Entre los principales tesoros que alberga la cuenca del Guadalquivir destacan numerosas zonas protegidas
con un gran valor ecológico y natural, como las sierras de Segura, Cazorla y Las Villas, las dehesas de Sierra Mo-
rena, Sierra Nevada y el Parque Nacional de Doñana.
A lo largo de la historia el río Guadalquivir ha albergado a muy diversas civilizaciones; por ello también ha
recibido numerosos nombres. Así, ha sido denominado Tartessos, Baetis, Río de Córdoba, Río Grande o al Wadi al
Kabir y, por último, Guadalquivir.
Podría considerarse un rasgo de este gran río la diversidad de su paisaje, la variedad de su entorno ribereño,
la biodiversidad que atesoran sus ecosistemas acuáticos y terrestres vinculados a ellos, y desde el punto de vista
antropológico y cultural, el aura mítica que ha envuelto su imagen, induciendo a los distintos pobladores de su
cuenca al inútil intento de apropiación de su identidad, y al iluso deseo de la aprehensión de su esencia.
Por el alto interés de los valores naturales, sociales, culturales y económicos de la cuenca del Guadalquivir,
tanto las instituciones como la ciudadanía a quien aquellas representan, deben aportar todo el empeño, toda la
experiencia y todo el conocimiento, para su mejor gestión y de acuerdo con las líneas establecidas en la actual
normativa de aguas, optimizar la ordenación de sus recursos a través de la planificación hidrológica, con ambición
y con realismo.
 148 149
La trama líquida

Todavía cerca de su nacedero,

el Guadalquivir es represado
por la imponente presa de
El Tranco de Beas, lo que ha
originado algunos enclaves,
con islas, que multiplican la
espectacularidad de estas
sierras jienenses.
Still close to its source, the
Guadalquivir is dammed to
form the impressive Tranco
de Beas reservoir, which
has originated a number of
enclaves, with islands, that
enhance the spectacular nature
of the mountains of Jaén.
Ya por tierras cordobesas,
las grandes poblaciones
como Montoro se asoman al
gran río andaluz con uno de
los estilos urbanísticos más
armoniosos que conocemos.
In the province of Córdoba,
large towns like Montoro
overlook the great Andalusian
river, their architecture a feast
of urban harmony.
 El Guadalquivir, que discurre al
pie de la catedral y del alcázar de
Córdoba, bajo los arcos del viejo
puente romano.
The Guadalquivir flowing past the
cathedral and alcázar of Córdoba,
beneath the arches of the ancient
Roman bridge.

Noria de la Albolafia en
el río Guadalquivir a su
paso por Córdoba.
Páginas siguientes:
> Algunos tramos de río, como
150 151
sucede con el Guadalquivir
a su paso por Sevilla, quedan
La trama líquida

irremediablemente ligados a
monumentos emblemáticos.
Lo vimos con la basílica
del Pilar de Zaragoza,
y aquí con la Torre del Oro.
The La Albolafia water wheel
on the river Guadalquivir on its
passage through Córdoba.
Following pages:
> Some river stretches, like that
of the Guadalquivir as it passes
through Seville, are irremediably
associated with emblematic
monuments. We have seen this with
the Basílica del Pilar in Zaragoza and
here, with the Torre del Oro.
La trama líquida

152
153
 154 155
La trama líquida

Casi todas nuestras ciudades, y Sevilla a la cabeza, presentan invariablemente dos rostros: uno, el actual, con las modernas infraestructuras
de la ingeniería civil más avanzada: puentes de Calatrava sobre el Guadalquivir, y el otro tradicional y respetuoso con el pasado: la plaza de España.
Almost all our cities, and Seville foremost among them, invariably present two faces: the modern one, with state-of-the-art civil engineering
infrastructures like Calatrava’s bridges over the Guadalquivir, and the traditional one respectful towards the past, like Plaza de España.
 156 157
La trama líquida

Deja de fluir el Guadalquivir en excelentes compañías. Por un lado, hacia el oeste, las marismas béticas,
que o bien son inmensos arrozales o el parque nacional más relevante de Europa, el de Doñana. Hacia el este, en las playas
de Sanlúcar de Barrameda se celebra la carrera de caballos más singular de nuestro país.
The Guadalquivir reaches its destination in excellent company. On the one hand, to the west,
the marshlands, constituting enormous rice fields and Europe’s most important national park, Doñana.
Towards the east, on the beaches of Sanlúcar de Barrameda, this country’s most unusual horse race is held.
 CANARIAS
Una esporádica trama hídrica
S i aceptamos que no sólo el artista, exponente del mayor
grado de compromiso en la pelea por mantener la iden­
tidad profunda de sus islas, sino que todos podemos en­
contrar el principal sentido de la vida en estar al lado y no
contra la vida, acaso nos adentremos mejor en el milagro
que suponen estos volcanes náufragos casi sin agua, y don­
de el concepto de curso fluvial carece de referencias válidas
si recordamos que no puede la vida encontrar mejores es­
cenarios, ni una multitud de actores tan realmente desbor­
dada. Porque en Canarias no existe correspondencia entre
la escasez de agua fluyente y su jugosa vida.
El archipiélago, en efecto, tiene el más original de los
pactos que con el agua se han firmado en nuestros domi­
nios políticos. Por un lado, porque su latitud y longitud
sitúa a estas islas en pleno dominio subtropical seco, es
decir, en el Sáhara. En realidad, las islas podrían ser, todas
ellas, como Lanzarote y Fuerteventura si la extraordinaria
altura de todas las demás no acudiera al rescate. Esto es, a
la detención de los frentes de nubes que los vientos alisios
empujan. En la mayor parte de los casos no se produce
lluvia convencional a no ser en las vertientes de umbría.
Por eso, si sumamos la lógica sequía a lo atormentado del
relieve, con los desniveles absolutos que crean los conos
158 volcánicos, el resultado es no sólo poca agua, sino que la
que hay viaja demasiado deprisa hacia el océano. Con todo,
La trama líquida
existe una reserva interna, pero con la originalidad de que
los acuíferos son únicos, es decir, uno solo por isla. De ahí
que carezca del más mínimo sentido el régimen de propie­
dad privada para el agua dulce de estas islas. Porque lo que
extrae uno de los propietarios no deja de ser una merma
para las posibilidades de cualquier otro. Aun así, el subsue­
lo de Tenerife y de Gran Canaria está taladrado en múltiples
direcciones en busca del líquido elemento. Se estima en
concreto que Tenerife tiene más de mil galerías o minas de
agua; lo que conlleva uno de los oficios más especializados.
En el sistema orgánico de la naturaleza,
en su potente razón oculta,
he encontrado la verdad más trascendente.
César Manrique
Todos estos túneles superan los 1.500 kilómetros. En Gran
Canaria son más frecuentes los pozos e incluso algunos
embalses. Pero en todos los casos se está produciendo una
verdadera sobreexplotación que apunta a un agotamiento
de este invalorable bien. Se sigue sacando agua y aumen­
tando la longitud de las perforaciones y la profundidad de
los pozos, pero no menos se ha generalizado el uso de agua
desalinizada. Del mar, en efecto, procede hoy la mayor
parte del agua que consume la superpoblación de canarios
y visitantes.
En cualquier caso conviene tener presente algunos ras­
gos particulares del agua en el archipiélago. Por un lado,
que mientras en La Palma llueve incluso algo más de la me­
dia peninsular, en las islas occidentales las precipitaciones
son las propias de un verdadero desierto.
Dos grandes eventos del agua podemos destacar en
el archipiélago. Por un lado el que origina el bosque que
llora en el centro de la Gomera. La imponente laurisilva
que hoy es el Parque Nacional de Garajonay es capaz de
atrapar suficiente agua de las nieblas que generan los
159
Nada más excepcional en el
archipiélago canario que un
río convencional. Sin embargo,
muchos de sus enclaves presentan
un aspecto tan jugoso como
el de cualquier selva tropical.
La laurisilva bebe en realidad
directamente de las nubes.
Flor de bicacarera.
Nothing could be more exceptional
on the Canary archipelago than
a conventional river. Nonetheless,
the Isles are characterised by many
areas that resemble luxuriant
tropical jungles. The laurisivla,
in fact drinks directly from the
clouds. The Canary bell flower.

alisios subtropicales como para que una escueta trama de
pequeños torrentes discurra hacia los acantilados periféri­
cos. El alivio que para todo lo vivo supone tal excepción
160 resulta indescriptible.
La Palma, en líneas generales la isla menos seca de las
La trama líquida
Canarias, ofrece también la oportunidad de ver correr el agua
sobre su piel volcánica. La enormidad como cuenca receptora
y la inmensa altura de las paredes de la Caldera de Taburiente
consiguen el prodigio. El hilillo de agua que se descuelga por
las paredes prácticamente verticales de La Degollada es una
escena excepcional en el archipiélago canario.
Acaso lo más sorprendente de todos los sistemas
de uso del agua de España sea el que ha dado origen a
una de las más conocidas circunstancias de la isla de El Hierro.
Nos referimos a los árboles fuente, al hecho de que la
Las salinas costeras, como las
de Lanzarote, todavía en activo,
ofrecen el único sucedáneo a lo que
en la Península son los aguazales.
The coastal salt pans, like those of
Lanzarote, which are still exploited,
substitute on the archipelago what
on the Peninsula are salt marshes.
capacidad de interceptar la humedad del aire por parte de
ciertos vegetales de alto porte consigue concentrar en algu­
nos lugares concretos un pequeño hilo de agua. De hecho
se han registrado con el contundente rigor de los pluvió­ 161
metros precipitaciones hasta 30 y 40 veces mayores bajo
los árboles de la laurisilva que donde no existe este tipo
de redes para la humedad que vuela. La leyenda de Garoe
evoca la circunstancia que pudo darse en el tiempo de la
conquista, cuando los nativos de El Hierro mantuvieron en
secreto la localización de esos árboles manantiales, hasta
que la relación entre una aborigen y un conquistador se sal­
dó con la revelación del secreto. A veces son las retorcidas,
por el viento, sabinas de El Hierro las que cumplen esa fun­
ción de redes para la humedad, que consiguen alimentar La vegetación dominante en las partes bajas de las islas queda dominada por las euforbias y cactáceas.
un pequeño goteo desde las ramas y las hojas. The predominant vegetation on the lowlands of the isles consists of euphorbia (spurges) and cacti.
 Página anterior:
‹ Regadas por la llamada
lluvia horizontal, es decir,
por el agua contenida
en las nubes y nieblas,
la laurisilva, como la
instalada en el centro de
La Gomera, potencia un
mundo dominado por
matorrales gigantescos,
helechos y musgos.
Previous page:
< Watered by so-called
‘horizontal rain’, that is, the
water contained in clouds
and mists, the laurisilva
that thrives in the centre
of La Gomera constitutes a
world dominated by gigantic
thickets, ferns and mosses.

En la Caldera de
Taburiente se dan
algunos de los escasos
manantiales que podemos
encontrar en la totalidad
del archipiélago. Varios de
ellos consiguen alimentar
pequeños cursos fluviales
permanentes.
Páginas siguientes:
> Torrentera que drena
buena parte de la
gigantesca caldera
volcánica del parque
nacional que ocupa
el centro de la isla
de La Palma.
>> Con alturas superiores
a los dos mil metros,
la Caldera de Taburiente
queda perimetrada
por uno de los mejores
colectores de los mares
de nubes que los alisios
aportan a las Canarias.
Picachos que además
consiguen retener a estas
aguas que vuelan.
The Caldera de Taburiente
contains some of the few
springs on the archipelago,
some of which provide
the source for small
permanent rivers.
162 163
Following pages:
La trama líquida

> The torrent that drains

much of the colossal
volcanic caldera in the
national park that occupies
the centre of the island
of La Palma.
>> With its heights of over
two thousand metres
above sea level, the
Caldera de Taburiente is
surrounded by one of the
best catchment areas for
the oceans of clouds that
the trade winds carry to
the Canaries, peaks that
manage to retain these
flying waters.
La trama líquida

164
165
La trama líquida

166
167
 EL GUADIANA
Un cambio difícil
C onsigue desviarse de los clásicos propósitos. Tanto que
a menudo cabe la sospecha de si el Guadiana tiene muchas
otras vocaciones además de ese convencional recorrer su ca­
mino con destino al manantial de todos los manantiales. Se
esconde en varias ocasiones, sobre todo en la parte inicial de
su recorrido, pero como le toca lidiar con la máxima dureza
del clima mediterráneo sin la compensación de grandes ma­
cizos montanos para alimentar a sus afluentes, el río man­
chego y pacense descuelga pocos caudales. Con todo es el
que más veces comparece en el lenguaje coloquial de los es­
pañoles por aquello de que juega al escondite con su propio
paisaje. Cierto es que hace ya mucho tiempo que los famo­
sos ojos, es decir, su tercer nacimiento, no consiguen llorar.
Esto se debe a que los acuíferos 23 y 24, dos de los mayores
de la Península, están en tal grado sobreexplotados que ni
en un año de muchas lluvias consigue llenar el enorme vaso
subterráneo. Aun así uno de los aspectos que mejor definen
al Guadiana es la aparente contradicción entre lo que su mo­
destísimo caudal sugiere y el hecho de que con sus aguas se
haya conseguido una de las mayores cadenas de embalses
con su correspondiente reserva para regadíos de todo nues­
tro continente. Tanto es así que dos de los mayores embal­
ses artificiales quedan en el tramo medio del río. Porque tras
168 el consecutivo almacenaje de Cijara, Orellana y García Sola,
con lo que son casi 100 kilómetros seguidos de agua dete­
La trama líquida
nida, se acometió la construcción del embalse de la Serena,
en el Zújar, por algún tiempo el más grande de la Península,
pero hoy superado por el de mayor cabida del continente, el
portugués de Alqueva. Todos ellos alimentan uno de los más
extensos empeños de generalización del regadío agrícola.
Una quijotesca alfaguara
Brotar casi no brota. El Guadiana no cuenta con un nacedero
conspicuo como casi todos los grandes cursos fluviales. Cierto
De los seis grandes ríos españoles el Guadiana
es sin duda el más recóndito, el menos visitado y
tal vez el menos recordado. Pero acaso al Guadiana
tampoco le disguste ser el más excéntrico.
Juan Benet
es que muchos de ellos pueden padecer tan severas sequías
como para no manar en su origen. Algunos hemos tenido la
desoladora oportunidad de contemplar tan terrible contradic­
ción en casi todos los grandes ríos de la mitad sur del país.
En el caso del Guadiana no resulta en absoluto infre­
cuente que las pequeñas escorrentías que alimentan la más
oriental de las lagunas de Ruidera queden secas. No así este
rosario escalonado de aguazales en el que muchos autores
sitúan el real comienzo del Guadiana. Paraje que Cervantes
describe con sucinta elegancia. Aquí, en las ruidosas, por
sus cascadas, lagunas de Ruidera, aguas azul cobre mul­
tiplican el esplendor de un paisaje, el de los campos de
Montiel, que aunque duro y austero queda bien salpicado
de enebros y algunas encinas. Es reseñable el proceso de
formación de tobas que se da en estas lagunas que inaugu­
ran el Guadiana. Se trata del crecimiento de algo inerte, en
este caso las paredes de los bordes por los que el agua se
dobla para iniciar una cascada. Como en líquido elemento,
se encuentran disueltas importantes cantidades de carbo­
nato cálcico, que llega a depositarse en esos puntos engor­
dando todo el esquinazo de roca. Los nombres no pueden
ser obviados, ya que se trata de una toponimia que resuena
en las mentes de todos los amantes de la belleza natural:
Blanca, Conceja, Tomilla, Tinaja, de San Pedro, Redondilla, 169
Lengua, Batanas y Salvadora, Colgada, del Rey, de Cueva
Morenilla, Coladilla, Cenagal. De incierto nacimiento, pero sin
Aguas abajo de las lagunas, el Guadiana mantiene por duda con uno de los mejores
primeros pasos de cuantos
poco trecho la condición de curso fluvial, porque enseguida dan nuestros ríos principales,
el Guadiana como mínimo
es frenado y desparramado por el embalse de Peñarroya. arranca en este incomparable
Tras la presa a menudo el río desaparece casi por completo parque natural, el de las
lagunas de Ruidera.
por quedar derivado su caudal por canales que abastecen
Of uncertain source, though
el regadío de la comarca. Tarda el Guadiana en conseguir undoubtedly featuring what are
among the finest headwaters of our
sentido y oportunidad. Debe recibir al Záncara, al Cigüela main rivers, the Guadiana may be
y al Riansares, allá por la porción central de Ciudad Real, regarded as rising at least in this
incomparable natural park,
para que de nuevo corran sus aguas, que, si algún año llu­ the lakes of Ruidera.

Como tantos otros de nuestros
grandes cursos fluviales,
el Guadiana ha quedado en buena
medida retenido a lo largo de su
curso. Entre las presas que así lo
consiguen destaca la de Cijara,
ya en tierras extremeñas.
Like so many of our major rivers,
the Guadiana is successively
dammed along its course.
Prominent among its reservoirs
is that of Cijara, in the province
of Extremadura.
170
vioso lo permite, llegan a desparramarse por las llanuras de
inundación que tan características resultan de este curso
fluvial. Son las llamadas Tablas, de las que una de ellas, las
de Daimiel, han tenido una de las mejores historias posi­
bles desde el momento en que fueron uno de los mejores
aguazales del país. Luego quedaron, hace 30 años, amena­
zadas de desecación total, para ser rescatadas a bordo de,
nada menos, la figura de parque nacional, en 1982. En la
actualidad este enclave del Guadiana sufre uno de los más
graves procesos de degradación por falta de aportes hídri­
cos, hasta el punto de que pende sobre el mismo la amena­
za de desclasificación, a la que se pretende hacer frente con
aportes del trasvase del Tajo al Segura.
A la espera de que se regenere este excepcional paraje,
seguimos avanzando por un río que normalmente consigue
correr gracias a las ayudas del Jabalón y el Abenojar desde
el sur y del Bullaque desde los Montes de Toledo, es decir,
desde el norte. Desde Luciana, que es pueblo orillado y que
permite que se cruce el río sin necesidad de puente, hasta
Puebla de Don Rodrigo, que se alza sobre colinas cercanas
al cauce, el Guadiana pasa por un excelente momento y pai­
saje. Un adehesado panorama, con pocas alteraciones del
cauce y del caudal y mucha vagancia en el avance. Se duerme
sobre sus meandros, se deja acompañar por delgados sotos y
hasta se llega a cubrir de nenúfares en algunos puntos.
Todavía más arreciada armonía paisajística mantiene
el Guadiana al querer ser extremeño. Porque antes de su
arribada a Badajoz pasa por unos imponentes peñascales
de cuarcita que talla en contrastados cantiles. Todo ello con
una dirección noroeste que cambiará a suroeste tras la
represa de Cijara.
Lo relevante queda en la orilla izquierda por donde
Extremadura acude el Zújar, también represado por lo que ha sido hasta
hace muy poco el mayor embalse del país y de Europa.
El embalse de Cijara es uno de los de perímetro más re­ De todas estas masas de agua que ocupan casi 100 ki­
cortado, casi filigrana, entre más peñascos hirsutos, donde lómetros manan canales que nutren a los regadíos del famo­
anidan todas las grandes aves rupestres del país. Encajona­ so Plan Badajoz, acaso la extensión más grande de regadío
do por las estribaciones de los montes de Toledo, en An­ de todo el país y que llega hasta la misma ciudad de Bada­
churas, los ramalazos finales de las Villuercas y Altamira, le joz. Ése es el entorno que acompaña al Guadiana, es decir, 171

llega nada más culminar la barrera de Cijara el Guadarran­ una sucesión interminable de campos cultivados con una
La trama líquida

que, un precioso afluente que nace en la sierra del Hospital
del Obispo y las adyacentes de Guadalupe. Muy necesarios
todos los tributarios que vienen del norte porque allí llueve
mucho, casi 1.000 litros de media, por más que estemos
en Extremadura, y esas aguas contribuyen a que se llenen
dos embalses más y consecutivos: García Sola y Orellana,
que hacen formar al Guadiana un ángulo casi perfecto de
Con las consabidas variaciones de nivel que propicia el clima mediterráneo, las lagunas de Ruidera convocan 90 grados. Estamos en tierras de la siberia extremeña y co­
a la doble belleza de los bosques esclerófilos con la transparencia de sus aguas, realzadas por la albura de las rocas calizas.
mienzos de la Serena; llanas o todo lo más suavemente
With their inevitable variations in water level caused by the Mediterranean climate, the Ruidera lakes are nonetheless characterised
by the twofold beauty of sclerophyllous forests and the transparency of their waters, offset by the whitish tones of the calcareous rock. onduladas, con pastizales infinitos y algunas dehesas.
anchura media de casi 50 kilómetros. Todo muy transfor­
mado desde el momento en que el anterior aspecto era el
del encinar adehesado sin interrupciones.
A su paso por la capital de Extremadura el Guadiana
se hace del todo histórico. Con varios hitos. Por un lado,
Mérida alberga un buen puñado de restos arqueológicos,
sobre todo de época romana, que pueden ser considera­
dos como los más señeros del país. Destaca todavía más
que algunas obras de ingeniería civil ligadas al agua estén
todavía en uso, como las presas de Cornalvo y Proserpina,
 y el puente romano de la ciudad, que sigue prestando sus
servicios.
Es más, el Guadiana a su paso por Mérida es una verda­
dera balsa de tranquilidad, con orillas bien cubiertas y una
gran actividad biológica. Luego se adentra en la parte más
occidental de los regadíos hasta llegar a Badajoz ciudad,
donde de nuevo encontramos una buena sintonía entre el
agua que camina y la urbe que se está quieta. Le quedan
ya muy pocos kilómetros para ser por primera vez frontera
con Portugal.

El mayor embalse

Se disuelve finalmente el Guadiana en la mayor masa con­

tinental de agua artificialmente retenida. El embalse de
Alqueva, en efecto, ha borrado por enésima vez del mapa
a nuestro más original río, para convertirlo en lago artifi­
cial de proporciones formidables. Hasta sobrevolándolo
en helicóptero se tiene la sensación de no acabar. De he­
cho, tras sus primeros remansos, que están en nuestro
país, aguas debajo de la ciudad de Badajoz, es necesario
recorrer casi 100 kilómetros hacia el sur. Ha quedado so­
bre el mapa de la Península la mayor mancha azul. Pero
sobre el territorio es una lámina de agua de una enorme
plasticidad desde el momento en que la irregularidad del
territorio de la cubeta ha conseguido que el perímetro de
Alqueva sea extraordinariamente recortado. Son cente­
nares los abrigos, ensenadas, pequeños golfos, todo ello
salpicado de un notable berrocal. De hecho, una de las
impresiones que producen muchos de los recovecos de
este embalse es que no se está en el Viejo Mundo, sino en
algún perdido lugar costero de un país de escasa pobla­
ción. Una drástica transformación del paisaje que ha sido
justificada por la aparentemente imposible renuncia de
Portugal a un modelo de desarrollo que no sea idéntico al
de los otros países europeos.
Una vez superada la enorme represa, el Guadiana vuelve
a ser río. Es más, tras lo ya descrito, que en realidad supone
172 que, en la actualidad, sólo conserva un 15 % de sus caracte­ 173

rísticas de partida, por fin podemos describir una pequeña

La trama líquida

porción de naturalidad manifiesta en este curso fluvial.

Lo que ha permitido la creación de un espacio natural
protegido en las proximidades de su desembocadura. Es
decir, que al menos en esos tramos que preceden a la por­
ción fronteriza entre Huelva y el Algarve el Guadiana es un
escondido pero íntegro camino de agua. Su llegada al mar
va acompañada de una nueva sorpresa, la de que puede La sucesión de cuatro de los mayores embalses del país en la primera parte del tramo extremeño del Guadiana
ser navegado hasta cerca de 60 kilómetros tierra adentro. consigue formar una de las más cuantiosas reservas hídricas del país.
La formada por los embalses de García Sola, Cijara, Orella y el de la Serena, ya en el principal afluente, el Zújar.
Luego vuelve a ser de esta tierra no sin antes configurar
The succession of four of the country’s major reservoirs on the initial stretch of the Guadiana as it passes through Extremadura
frontera. —the García Sola, Cijara, Orella and La Serena, which lies on its main tributary, the Zújar— together constitute one of Spain’s most plentiful water reserves.
 La cuenca del Guadiana
Eduardo Alvarado Corrales
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana
El Guadiana tiene en su nombre un claro referente de su identidad. Un espacio fronterizo y mestizo, un espa-
cio ocupado y nominado desde antiguo. Un espacio que transita por tierras, territorios y países diferentes; un
río meseteño que se aviva y remansa, que se adentra en espacios subterráneos y en amplias masas superficia-
les, un río que abraza, une y cohesiona países y culturas.
Dos sustratos culturales fundamentales en España se unen en su nombre y también lo hacen con dos
referencias clave. El mundo romano entendió, aludió y nombró este curso fluvial como Anas, un referente que
nos relaciona claramente con elementos de biodiversidad valiosos en nuestra cuenca, pero que nos entronca
con tierras noreuropeas en los movimientos constantes de anátidas que buscan remansos y ribazos, charcas
y humedales, tablas y tablazos como espacios de nidificación y de vida. La presencia musulmana —la que se
entronca en nuestro idioma, en nuestra filosofía y cultura— añadió a su nombre el referente de agua, como un
recurso precioso y valioso, apreciado por las sociedades del sur en las que la escasez del recurso hace apre-
ciarlo y valorarlo más.
Es bajo esta perspectiva del mestizaje como hay que entender la relación entre los colectivos humanos
y el Guadiana a lo largo de la historia. Una presencia, uso y ocupación constante, con una intensidad que iba
aumentando a medida que el proceso de desarrollo y las necesidades se acrecentaban. Una presencia de cul-
turas acumuladas que ha ido dejando restos y rasgos acopiados en el lenguaje, en los hábitos, en las necesida-
des surtidas y satisfechas por las aguas y tierras del Guadiana. Es así como el río se fue orlando de azudes y
molinos de vados, pasaeras y puentes, presas y represas, y las fuentes se fueron resguardando y los pozos se
abrieron para beber y vivir, para regar y seguir sintiendo el territorio.
El Guadiana es un referente de calidad y de capacidad tanto desde una perspectiva física como humana.
La calidad del Guadiana hay que verla en su importancia natural, en los espacios protegidos que atesora, ya
sea por su reconocimiento autonómico o en los Parques Nacionales de Tablas de Daimiel o Cabañeros; pero
174
también en los humedales que lo conforman y por la diversidad de especies y hábitats que congrega su dilata-
La trama líquida
da cuenca. Son humedales conocidos desde antiguo pero que hoy son reconocidos internacionalmente, como
el embalse de Orellana, las lagunas de Alcázar de San Juan, el complejo lagunar de la Albuera o las Tablas de Dai-
miel. Un reconocimiento internacional de nuestra biodiversidad, apreciable igualmente en lugares considerados
como más representativos y valiosos en el planeta, son las Reservas de la Biosfera de Sierra Morena o de la Man-
cha Húmeda. Es el Guadiana un espacio de llanos y montañas que han generado nombres y referencias sonoras
e internacionales, como tablas o rañas, denominaciones de aguas y paisajes geológicos, de espacios de llanos y
de montes villuerquinos y de Toledo. Un río que desde las serranías de Cuenca y las azules aguas de Ruidera, de
Albacete y Ciudad Real, zigzaguea y desaparece alternativamente en La Mancha, se crece, ensancha y remansa
en Extremadura y el Algarve y se abre al mar entre Ayamonte y Villarreal de Santo Antonio.
La calidad de nuestro río hay que verla unida a la capacidad de sus habitantes. Porque es precisamente esa
combinación la que a lo largo de la historia hizo que al paso del Guadiana sus tierras y ríos se llenaran de monu-
mentos, y que algunos tan emblemáticos como los de Guadalupe o Mérida fueran reconocidos como Patrimonio
de la Humanidad. Pero también relacionada con otros importantes restos patrimoniales valiosos emplazados
en múltiples localidades, o con referentes culturales inmateriales de tanto alto valor, como son los festivales de
Almagro, Mérida o esa habla singular de las tierras de frontera, el habla de Olivenza o Barrancos, un ejemplo
de diversidad y pervivencia de las lenguas minoritarias.
La combinación de calidad y capacidad de las aguas, las tierras y la gente del Guadiana indudablemente tiene
un claro exponente en el conjunto de las producciones. De un modo particular, y como el mejor exponente de ese
buen hacer de nuestro río y nuestra cuenca, se hace calidad y capacidad compartidas y creativas en las denomi-
naciones de origen. A través de ellas se produce y se aprecia la calidad de nuestros territorios —muchos de ellos
con un alto reconocimiento por su biodiversidad— y de nuestra agua, la calidad y la capacidad de nuestra gente
para producir y para conseguir su elaboración y comercialización. Nuestras DO del Guadiana son un referente de
la trazabilidad y de la calidad y de la capacidad de la gente y el territorio.
Y es el nuestro un río mestizo y rayano porque nos entrelaza con Portugal, porque con él nos hacemos inter-
dependientes y nos hace más europeos, porque entra y sale, porque nos recorre, vertebra y cohesiona, porque el
Guadiana habla indistintamente luso y español haciéndonos más ricos, diversos y universales.
Quienes vivimos, amamos y sentimos el Guadiana, quienes nos sentimos Guadiana, sabemos que estamos en
un momento importante porque estamos empeñados en conseguir la preservación y la recuperación de nuestros
recursos a la vez que facilitamos el desarrollo territorial. Estamos realizando de un modo colectivo y participativo
una nueva mirada sobre nuestro río pensando en el futuro mientras realizamos su Plan, mientras recuperamos el
acuífero sobreexplotado, mientras rescatamos nuestras orillas y ribazos con la Estrategia Nacional de Ríos y man-
tenemos la calidad de nuestras aguas con la depuración y el saneamiento del Plan de Calidad, mientras hacemos
que nuestros regadíos sean más eficientes en el uso del agua y la energía, mientras preservamos la biodiversidad,
mientras… mantenemos con vida y actividad las tierras y aguas del Guadiana.
La trama líquida

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La trama líquida

Páginas anteriores:
‹ El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel es uno de los aguazales más relevantes del Guadiana medio,
asociado a dos de sus afluentes: el Riansares y el Cigüela.
Previous pages:
< The Parque Nacional de las Tablas de Daimiel is one of the most important wetlands on
the middle stretch of the Guadiana, associated with two of its tributaries, the Riansares and the Cigüela.
Para conocer las principales características del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel,
tanto de su flora como de su fauna, se ha construido una pasarela de madera. Al quedar ésta elevada sobre
los encharcamientos más duraderos y los manchones de eneas y carrizos, el visitante domina el paisaje y avizora a sus inquilinos.
To enable visitors to observe the main characteristics of the Parque Nacional de las Tablas de Daimiel,
a wooden catwalk has been built. Since it is suspended above the most permanent pools and the patches of bulrushes and reeds,
it provides a vantage point from which to observe the landscape and glimpse its inhabitants.
 180 181
La trama líquida

El río Bullaque drena una porción significativa de los montes de Toledo. Propicia densos sotos,
sobre todo en la parte más cercana a su confluencia con el Guadiana, foto de la derecha.
The river Bullaque drains a significant portion of the Montes de Toledo, nurturing dense copses,
above all in the stretch nearest its confluence with the Guadiana, as we appreciate in the photograph on the right.
 182 183
La trama líquida

A su paso por las comarcas pacenses de La Siberia y La Serena, las embalsadas aguas del Guadiana convocan muchas otras
confluencias además de las del líquido vital y la tierra. Acaso sea la apacible luminosidad del agua acostada la que nos alivia más y mejor.
On their passage through the comarcas of La Siberia and La Serena, in the province of Badajoz, the dammed waters of the Guadiana convene
many confluences other than those between the vital liquid and the land. It might be the serene luminosity of still waters that provides greatest relaxation.
 185

La actual capital de la Comunidad Autónoma de Extremadura hace coincidir el pasado —aquí especialmente relevante y valioso—,
una vez más, con lo que ya es futuro. Puentes romanos, de hace veinte siglos, con los del siglo xxi.
In the capital of the Comunidad Autónoma de Extremadura, the past —here particularly important and valuable—
coincides once again with the future: Roman bridges, twenty centuries old, with those of the twenty-first century.
 186 187
La trama líquida

En su curso bajo, el Guadiana portugués recupera algunas de las convencionales señas de identidad de los ríos no intervenidos.
Aquí a su paso por Laranjeriras y ya muy cerca de su llegada al Atlántico entre la localidad portuguesa de Alcoutim y la española de Sanlúcar de Guadiana.
Páginas siguientes:
> Garcetas comunes, flamencos, agujas y espátulas son tan sólo cuatro de los cientos de ejemplos posibles
de la capacidad hospitalaria de casi todas las desembocaduras de nuestros ríos. En este caso, la internacional, del Guadiana.
On its lower stretch, the Portuguese Guadiana recovers some of the conventional identity signs of rivers that have never been interfered with:
here on its passage through Laranjeriras, shortly before it reaches the Atlantic between the Portuguese town of Alcoutim and its Spanish counterpart, Sanlúcar de Guadiana.
Following pages:
> Little egrets, flamingos, waders and spoonbills are just four of the hundreds of examples of the hospitality
of practically all the mouths of our rivers. In this case, the international mouth of the Guadiana.
La trama líquida

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 EL TAJO
Aguas que vinculan
Cerca del Tajo, en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado, con sonido
alegrando la vista y el oído.
Garcilaso de la Vega

Alto y alcarreño Tajo El Alto Tajo, en la actualidad protegido por la deno­

A
llí, casi al lado de los manantiales que serán el Gabriel
y el Júcar, las estribaciones de la sierra de Albarracín, a
casi 1.600 metros de altitud, brota, cuando brota, uno de
los procesos más necesarios para el conjunto de nuestros
paisajes y personajes. Porque el Tajo es el río que abastece
a más personas, sin descuidar el que deba ser considerado
como el más político. No en vano al mismo están ligadas
dos capitales de sendos estados ibéricos y la de una comu­
nidad autónoma. Por lo de compartir esa posición central
de las dos naciones ibéricas, no sólo es el río más media­
dor de la Península, sino también de su historia. El Tajo
une y hasta hoy cuenta con uno de los espacios que debe­
rían ligar todavía más a España y Portugal, porque la por­
ción cacereña por la que estas aguas abandonan nuestro
país son en la actualidad un parque natural internacional,
ya que la orilla meridional es española y la septentrional,
portuguesa.
El primer balbuceo de aguas tan largas no puede resul­
tar más incierto ni modesto. Tanto que a menudo al Tajo se
le hunde su fuente hacia lo oscuro y sólo deja a la vista un
pequeño surco. Sobre todo en estos últimos años de enor­
190 me sequía para esas alturas del Sistema Ibérico.
minación de parque natural, concentra una de las grandes
masas de pinar de nuestro país. Abras y escarpaduras con­
vierten a los vericuetos de estas aguas en un lugar de albo­
rotado entusiasmo. Como además el sustrato es de rocas
calizas, el resultado es un mundo de infinitos volúmenes
y de formas caprichosas, a menudo aviejadas, rematadas
por cantiles plateados. Un paisaje que transitan muchas de
las especies cinegéticas y protegidas de mayor porte. Algo
que anima sustancialmente el interés que esta comarca tie­
ne para todos los que disfrutan con un paisaje completo.
Y lo cierto es que apenas falta nada de lo que necesita ni el
amante de los escenarios ni quien demanda que en los mis­
mos encuentren sus oportunidades los lógicos habitantes
de las soledades. Avanza entre las pinadas y los escarpes,
con escasos árboles ribereños. Todavía no son demasiados
los caudales, al menos hasta que llega a uno de los tributa­
rios más importantes de ese alto tramo, que –¡oh! parado­
ja– se denomina Hoz Seca. Estamos en el Parque Natural
del Alto Tajo, meta de pescadores por la excelencia de sus
truchas. Uno de los fenómenos que más llama la atención
es ese plagio en pequeño que el Gallo y el Tajo hacen de los
famosos ríos Negro y Amazonas. Esto es, la llegada de un
afluente con aguas muy oscuras por la escasa cantidad de 191

Pero su entorno es de los que siempre merecen la limos que aporta a otro más grande que tiene aguas de otro
La trama líquida

Tras desprenderse de las

pena. Soledades pobladas de coníferas, vegas anchas y sa­
nas tierras de ganados trashumantes. Tiene un poco fre­
cuente nacedero en cuanto a su ubicación, pues tal parece
un mínimo charco, pero todavía es más infrecuente su pri­
mer kilómetro de recorrido, pues discurre por un prado lla­
color.
El Gallo, afluente que acude desde las altas parame­
ras de Molina de Aragón, proporciona el escultural con­
junto de sus areniscas rodenas, es decir, piedras delebles
de color morado, en una serie de cortados de una plasti­
estribaciones orientales de la sierra
de Albarracín, el Tajo se adentra a
lo largo de casi cien kilómetros en
un laberinto de pinares y sierras,
en parte de Cuenca y en parte
de Guadalajara. Algunos de estos
tramos son hoy un parque natural.

no que además es de los muy escasos en esos andurriales.
La otra cara llega de la mano de los períodos de lluvias ge­
nerosas. Entonces, esa semillanura se convierte en aguazal
que chorrea por todas partes y confiere un primer impulso
adecuado a su categoría de gran río mediterráneo.
cidad indiscutible. Un verdadero laberinto de recovecos y
covachas con no pocos árboles colgados de las mismas. De
estas estribaciones del amplísimo resalte que es la totalidad
de la serranía de Cuenca, no podemos olvidar algunos de
sus lugares más destacados y señeros. Por un lado, todo el
After leaving the eastern spurs of
the Sierra de Albarracín behind, the
Tagus flows for almost one hundred
kilometres through a labyrinth
of pine forests and mountains,
partially in Cuenca and partially
in Guadalajara. Some of these
stretches are now a natural park.
 tramo que queda dentro de los dominios del parque natu­
ral. Es fácil ir haciéndole compañía, desde el momento en
que hay un carril apto para casi todo tipo de vehículos.
No menos destacable es el gran meandro que se enca­
ja entre paredones de casi cien metros, lo que le convierte
en uno de los más singulares y bellos de todos estos volup­
tuosos círculos de agua de toda España.
Muy cerca de Ocejón, el Tajo adquiere un aspecto más
ancho y algo sosegado, pero ha de pasar por uno de los
lugares con una evocación más dramática, entre otros mo­
tivos porque el nombre y los efectos geológicos de los que
se hace eco están ahí como advertencia. Es el Hundido de
Armallones, un colapso que se originó por el terremoto
de Lisboa del año 1755.
Finalmente, el Tajo comienza a salir de los hirsutos
perdederos de su tramo alto para convertirse en alcarreño.
Las Alcarrias, casi todas ellas dentro de la provincia
de Guadalajara, hacen viajar a nuestro río central por un
paisaje de dificultades manifiestas, pero de no poco agrado
para los bordadores-degustadores de panoramas. Porque
lo abierto, ralo, escondido en lo desnudo, exige más. Pero
cuando se llega a controlar un poco las ofertas de una alca­
rria se llega a disfrutar, y mucho, de lo que vemos, oímos
y, por supuesto, nos acaricia. Es tierra, en efecto, de altura.
Lo que implica mucho más frío que calor. La vegetación
de gran porte aparece raramente agrupada. Algunas pina­
das, enebros dispersos, sabinas, aquí y allá. Relieves esca­
samente marcados, pero cuando un torrente quiere abrirse
paso hacia el padre Tajo no es raro que lo haga con una co­
horte de socavones y cárcavas. Los fondos de valle tienen
algo de humedad permanente, por lo que no son pocas
las choperas que en ellos se esconden. De vez en cuando
una hoz, una incisión profunda en la casi planicie de las
alcarrias se convierte en un multiplicador de los escena­
rios y de sus comunidades vivas. Por obvias razones no
podemos olvidar en concreto la hoz del Río Dulce, donde
se filmaron cientos de secuencias del programa de TVE El
Hombre y la Tierra.
192 Un poco más al norte y al este de aquellos andurriales
tan bellos como históricos, corre el río Cifuentes, uno de
La trama líquida
los afluentes del Tajo que transcurre por el centro de la
población del mismo nombre y que puede ser considerada
como la más relevante de toda la Alcarria. Nada más seguir
rumbo al suroeste las aguas del Tajo se ven por primera vez
comprometidas en la refrigeración de una central nuclear,
la de Trillo, al lado del pueblo homónimo. En la de Zorita,
que acaba de ser clausurada, lo hacía por segunda vez, y
en Almaraz, Cáceres, lo hará por tercera vez. Con todo,
lo más determinante para nuestro largo curso fluvial es
que va a ser retenido de forma descomunal, antes de que
abandone los dominios que contemplamos en este capítu­
lo, por los embalses de Entrepeñas y Buendía, de los que
parte el trasvase hacia el río Segura. Se trata, como es bien
sabido, del más señero de los empeños de ingeniería civil
de nuestro país y el caso más acabado de interconexión de
cuencas. No menos de un incesante venero de problemas,
pues no es difícil concluir que la magna obra ha dejado in­
satisfechos a todos, donantes y receptores. Estos dos lagos
artificiales se suman al de Bolarque para constituir uno de
los mayores complejos de presas de este país, que bate el
récord mundial de grandes diques por persona. Situación
que a veces queda defraudada por la irregularidad de las
precipitaciones.
Buendía es alimentado principalmente por uno de los
grandes afluentes del Tajo en su primera etapa, el Guadiela.
Lo sorprendente es que un túnel une los dos grandes em­
balses. En cualquier caso, el increíble giro que el Tajo da
entre Entrepeñas y Bolarque, la complejidad de las sierras
que ahí salva para entrar en la meseta, se resuelve con uno
de los más bellos entornos, sobre todo cuando los embal­
ses están llenos y nos hacen olvidar el río que fue. Discurre
luego en llano pero con la sierra de Altomira flanqueándolo
por el este. Da sus últimos pasos en busca de los límites
con Madrid y deja atrás a las dos sugerentes poblaciones de
Fuentidueña y Villamanrique.
Es tan corto el viaje de estas aguas dentro de lo que ad­
ministrativamente llamamos Madrid que si no fuera por la
evocadora Aranjuez, la ciudad que tras Toledo más partido
le ha sacado al gran curso fluvial, en realidad no podríamos
tenerlo en cuenta. Es un tramo de imponente valor histórico,
bien conocido por todos, pero no menos ambiental por
los grandes sotos, las huertas productivas y por la utiliza­
ción que del Tajo se hace, aquí muy usado como recreo,
navegable por barcazas de fondo plano y donde las aguas
adquieren un color verde intenso que muy pronto echare­
mos de menos.
Antes de hacerse toledano, el Tajo recibe un enorme
impulso al entrarle por su derecha el Henares, que a su vez
ha captado al Tajuña, el Jarama y todo un ramificado árbol
de afluentes menores que drenan una buena parte del sis­
tema Central, incluidos el Lozoya y el Manzanares que son
determinantes para que Madrid haya alcanzado los casi seis
millones de habitantes.
Los pasos toledanos del Tajo
La meseta sur siempre ha permitido un trabajo sencillo a
los ríos que la drenan. Aquí carece del más mínimo sen­
tido el nombre del gran camino de agua. Pocos o ningún
obstáculo que salvar y un desnivel muy suave para ir con
La laguna de la Tarabilla es
uno de los enclaves que mejor
complementan los múltiples
atractivos del Alto Tajo.
The Tarabilla lake is one of the
elements that best complement
the many attractions of the
Alto Tajo.
pasos lentos hacia el oeste, además en dirección casi cons­
tante, casi en un perfil plano que, como no podía ser de
otra forma, consigue a menudo ese retorcerse que llama­
mos meandros. Poco con lo que recrearse, en suma, pero
con un puñado de excepciones. El primer tropezón no ha po­
dido saldarse con mejores resultados: un real hachazo en el
berrocal alzado sobre el que se fundó y crece la ciudad de
Toledo, capital de reinos y hasta de imperios, con el impo­
nente regalo paisajístico que supone el trazar algo más que
un semicírculo para que el conjunto urbano quede como
tras un foso de castillo medieval.
Desde su abrazo a Toledo hasta la cesión del testi­
go territorial a Extremadura, el Tajo sigue durante unos
150 kilómetros una pauta regular y homogénea. Cam­
pos de labrantío interminables, ancho y regular cauce,
corriente lenta, escasísima transparencia, pocos sotos
bien cuidados y casi ningún pueblo orillado. Tras recibir
al Guadarrama, que le lleva aguas desde la sierra del mis­
mo nombre, nuestro curso fluvial se para y engorda. El
embalse de Castrejón consigue un magnífico contraste
entre la masa de agua, con abundante vegetación palus­
tre, y los torreones de sólo arena con infinitas cárcavas.
Hasta Talavera de la Reina, más de lo mismo, pero con
la llegada del Alberche, que ya suma aguas de Gredos y
del Guadarrama, los caudales suelen mejorar aunque el
embalse de Cazalegas se quede con la mayoría para abas­
tecer el imponente regadío de las periferias de la conoci­
da ciudad, la segunda más populosa de toda Castilla-La
Mancha.
Corre el río al lado de nuevas escarpaduras de arena
hasta que otra vez es frenado por el dique de Azután, que
crea un desparramado encharcamiento muy favorable para
la fauna de aguazal.
Tras el embalse de Azután el gran río de Castilla-La
Mancha corre sus últimos kilómetros por tierras de Puente
del Arzobispo. Es terreno de afloramientos graníticos, de
clásicos berrocales que son precisamente los que posibili­
taron la construcción del –tras los de Toledo capital– más
famoso puente de este curso fluvial en su porción manche­ 193
ga. No olvidemos que el de Alcántara, cerca de su final en
territorio español, se lleva la primacía absoluta de cuantos
hay en el país, por llevar en activo casi veinte siglos. Es un
tramo que tras una amplia zona de campiñas sobre todo
cerealistas con algún regadío se adentra en una relativa an­
gostura con roquedos que naturalizan bastante al río antes
de cruzar la línea de la comunidad extremeña. Lo que coin­
cide con la cola de uno de los grandes embalses de nuestro
país, el de Valdecañas, que recibe aguas del conjunto serra­
no de las Villuercas desde el sur a través de los ríos Gualija
e Ibor.
 El Tajo por tierras de Cáceres y el Parque
Nacional de Monfragüe

Cuando un río es frenado invariablemente debe perder esa

denominación que asociamos al fluir, porque lo que hacen
las presas es precisamente frenar y luego acumular. Con
lo que invariablemente una forzada inundación sumerge
sotos, peñascales, vegas y por supuesto pueblos y tantos
otros lugares que a menudo fueron los más utilizados por
las anteriores generaciones. Cuando reparamos en los mu­
chos servicios que presta, o la garantía de suministro que
suponen los embalses, solemos descuidar el recuerdo de
lo mucho que desapareció bajo las aguas. Proceso que al­
canza descomunales proporciones en algunos de nuestros
principales cursos fluviales, como el Tajo o el Guadiana,
que literalmente han sido retenidos a lo largo de centena­
res de kilómetros de sus cauces. El Tajo extremeño, por
ejemplo, está embalsado en su totalidad, con un efecto de
sustancial aislamiento, que se hace especialmente patente
en el tramo que hoy se corresponde con el Parque Nacional
de Monfragüe, la verdadera capital de la naturaleza de esa
comunidad autónoma. Es más, se puede considerar que no
Lúdica manifestación de
hay un lugar en toda la Península con tanta vida silvestre embarcaciones artesanales
que descienden uno de
de gran tamaño como en estos linderos del Tajo. Transcurre los tramos del Tajo en las
el gran curso fluvial por uno de los mayores despoblados inmediaciones de Aranjuez.

de la vieja Europa, una zona de suaves colinas con apreta­ Homemade fun-boats sail down one
of the stretches of the Tagus in the
dos matorrales que ciñen bosques de alcornoques de pies immediate vicinity of Aranjuez.

dispersos. Es la gran patria de los buitres negros, pues allí

queda la mayor cantidad conocida de nidos de esa especie,
la más grande del Viejo Mundo.
Corre el Tajo por su abrupta hoz, que unas veces se cierra
en riscosa cañada y otras se abre en apacibles vegas. Entre
aquellos peñascos crecen las madroñeras que nos brindan
su salvaje fruto, y las jaras que perfuman el ambiente. Muy
cerca del puente atravesamos las Portilleras, unos enhiestos
peñones donde los buitres hacen nido, que dejan entre sí
paso al cauce del río.
194 Los buitres se ciernen solemnemente sobre las corrientes
por Extremadura, con una oferta insuperable en lo que a
paisaje se refiere. Porque tanto, al comenzar su trayecto por
dentro del espacio protegido como casi al salir, el Tajo lame
la base de sendos «boquerones», es decir, enormes peñones
cuarcíticos, peñas descomunales que albergan a otras nutri­
das colonias de aves rupícolas.
Una de las peculiaridades que acompañan a lo que le
queda al gran río de español es que tras su paso por Puente
del Arzobispo ni un solo pueblo queda orillado, cuando
estamos describiendo un tramo de casi 200 kilómetros de 195

aguas. Y allí encima, encaramado entre tornos y riscos, se longitud. Cierto es que Cáceres en su conjunto nunca bri­
La trama líquida

yergue la ermita de Monforte, nombre que el pueblo ha alte­
rado en Monfrae y Manfrae. Estaba el antiguo castillo, las rui­
nas que de él quedan, envuelto en niebla. El Tajo se perdía a
nuestra vista entre los recodos de las montañas que le hacen
lecho, de esas montañas en que se resuelve, al romperse por
la acción secular de las aguas, la meseta castellana.
Miguel de Unamuno
Monfragüe es uno de los destinos preferidos por los
observadores de aves de todo el mundo, que se dejan caer
lló por contar con población abundante, pero ni siquiera
un pueblo que roce las aguas del gran curso fluvial resulta
del todo llamativo. Por si esto fuera poco, justo cuando le
alcanza el Tiétar, que trae aguas de todo el Gredos meridio­
nal, también un enorme paredón de roca se yergue sobre
las aguas para delicia de los que allí suelen pararse a con­
templar el fabuloso espectáculo.
El embalse de Alcántara termina justo donde comien­
za el de Torrejón, que ha mantenido quietas a las aguas
del Tajo a su paso por Monfragüe. Se trata de uno de los
Tras salir de las serranías de
Cuenca, el Tajo es represado
en el imponente conjunto de
Entrepeñas y Buendía, ya en las
alcarrias de Guadalajara.
After emerging from the mountains
of Cuenca, the Tagus is dammed
in the impressive complex of
Entrepeñas and Buendía, in Las
Alcarrias in Guadalajara.
más extensos de todo el país y hasta del continente. Si
se cuentan los dos brazos principales que se corresponden
con las confluencias del Alagón y del Almonte, por cierto
el único gran afluente del Tajo sin intervención alguna en
su cauce, es decir, sin presas, suma más de 100 kilómetros
con una anchura media que supera los 350 metros pero
con no pocos tramos de casi 1.000 metros.
Alcántara merece todo un tratado por sí sola. Allí el
puente romano, con sus imponentes arcos que salvan unos
60 metros de encajonado cauce, demuestra el increíble ni­
vel en la ingeniería civil del que gozamos desde hace más
de veinte siglos.
El Tajo deja atrás el más laberíntico y largo embalse
de España, y pretende ser ahora mediador. Circula como
frontera pero de nuevo represado por el dique de El Cedi­
llo. Estamos en el Tajo internacional que es reserva natural
protegida a ambos lados, es decir, tanto en Portugal como
en España. Lógico desde el momento en que la fauna y la
flora que se asoman a este tramo no pueden resultar más
singulares y escasas.
 Confederación Hidrográfica del Tajo
José María Macias
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Tajo
Situada en la parte central de la Meseta, apoyada al norte en el espinazo granítico y metamórfico del sistema
Central levantado durante la orogenia alpina, y cerrada al sur y al este por los montes de Toledo y la cordillera
Ibérica, la cuenca del Tajo recoge las aguas vertientes hacia la depresión sedimentaria interna que desagua en
el Atlántico a través del mar de la Paja, junto a Lisboa, con un recorrido que sigue sensiblemente la dirección
levante a poniente. El colector central, el río Tajo, es el más largo de la Península con sus 1.092 kilómetros
(79 % en territorio español), y recibe sus mayores aportaciones desde los tributarios que drenan los relieves
del norte.
En la cuenca pueden distinguirse como rasgos fundamentales la presión de los aprovechamientos, el de-
terioro de la calidad de sus aguas y la presencia de variados, numerosos e interesantes ecosistemas.
En cuanto a los aprovechamientos, la cuenca del Tajo se encuentra en fase de madurez: proporciona sa-
tisfacción a los usos urbanos de más de 12 millones de habitantes —grandes conurbaciones de Madrid y Lisboa
y área del sureste de la Península a través del acueducto Tajo-Segura—, riega unas 220.000 hectáreas, y las
centrales hidroeléctricas y térmicas de su territorio proporcionan un 15 % de la producción nacional de energía
eléctrica.
Es ingente su patrimonio de obras de aprovechamiento, regulación y defensa frente a avenidas, y cuenta
con una capacidad de embalse de unos 11.000 hectómetros cúbicos, lo que permite paliar las prolongadas
sequías y evitar las devastadoras avenidas históricas que asolaban periódicamente las vegas de Aranjuez y
Talavera de la Reina.
Debido a su variedad geográfica, con presencia de ámbitos geomorfológicos de una cuenca sedimentaria
continental con rebordes de rocas ígneas y calcáreas, y su variedad climatológica propia del clima mediterráneo-
continental con estaciones secas bien definidas y oscilaciones térmicas muy marcadas, en la cuenca se originan
hábitats que ocupan emplazamientos como las parameras y hoces del Alto Tajo, los relieves escarpados de la
sierra de Gredos, y las llanuras aluviales de Toledo y Cáceres. Para la conservación de esta variedad de ambientes,
se ha protegido legalmente cerca de la mitad de la superficie de la cuenca (más de 20.000 kilómetros cuadrados
en el total de la parte española); los espacios protegidos se extienden desde el Alto Tajo en la sierra de Albarracín
hasta el Tajo internacional en la frontera portuguesa, incluidos los de la cuenca alta del Manzanares, Monfragüe,
Las Batuecas-Sierra de Francia y sierra de Gredos, entre otras.
Dispone la cuenca de un gran patrimonio histórico-cultural, arqueológico y monumental; merecen especial
mención los puentes de Toledo y el puente romano de Alcántara, el Real Sitio y Villa de Aranjuez, y las forma-
ciones geomorfológicas del Alto Tajo. Muchos han sido los artistas y escritores en cuyos enclaves y paisajes han
encontrado fuente de inspiración, desde la narrativa medieval, pasando por Garcilaso de la Vega y las novelas
ejemplares de Cervantes, hasta tiempos más recientes, con Rafael Sánchez Ferlosio y José Luis Sampedro. Asi-
mismo, el río Tajo ha quedado inmortalizado en los cuadros de El Greco junto a su Toledo, a la que ciñe.
La gran concentración urbana de Madrid con más de 6 millones de habitantes genera un elevado volumen
de aguas residuales en los ríos Manzanares, Jarama y Guadarrama, cuyos efectos se prolongan mucho más lejos
por el eje del río Tajo. Se están llevando a cabo numerosas actuaciones en la construcción de estaciones de trata-
miento de las aguas usadas con el objetivo de mejorar el estado químico y ecológico de las aguas y ecosistemas
asociados siguiendo el espíritu que establecen las directivas europeas y nuestra propia legislación.
En los últimos 30 años se ha venido observando la disminución de los recursos hídricos disponibles anun-
ciada por los efectos del cambio climático. Es por tanto necesario hacer un gran esfuerzo en la gestión de la de-
manda, actuando en la modernización de regadíos y en el ahorro en la ciudades, integrando a su vez las variables
ambientales, con el fin de recuperar la funcionalidad de la cuenca, con la ayuda de la participación de todos los
interesados en el uso y conservación del medio acuático.
Si durante la mayor parte del siglo xx el empeño de la sociedad fue el de la construcción de infraestructuras
que propiciasen el despegue económico mediante el aprovechamiento de las aguas para usos productivos (abas-
tecimiento, producción de alimentos por medio de riego, generación de energía eléctrica), las tareas que ahora se
hacen necesarias se enfocan a la protección y conservación de los recursos hídricos, la mejora de la calidad y la
protección, conservación y restauración de los ecosistemas ligados al agua, como señala la Directiva Marco Euro-
pea dentro de los nuevos paradigmas del desarrollo sostenible. A ello contribuirá, sin duda, el magnífico trabajo
que se desarrolla en las páginas de este libro.
 198 199
La trama líquida

En las inmediaciones de la madrileña Aranjuez, las vegas del Tajo vienen siendo profusamente cultivadas desde la Antigüedad.
Páginas siguientes:
> Un aspecto del río Tajo en otoño, a su paso por los jardines del Príncipe. Real Sitio de Aranjuez.
In the vicinity of Aranjuez, in the province of Madrid, the lowland plains of the Tagus have been profusely cultivated since Antiquity.
El Tajo por Valtablado del Río, en el Parque Natural del Alto Tajo.
Following pages:
The Tagus as it flows through Valtablado del Río, in the Parque Natural del Alto Tajo. Aspect of the river Tagus in autumn, on its passage through the Jardines del Príncipe. The Royal Site of Aranjuez.
La trama líquida

200
201
 202 203
La trama líquida

Toledo, ciudad ceñida por un

meandro y que ocupa un ancho
alcor natural, donde lo espontáneo
y lo cultural celebran una
excelente alianza.
The fact that a city —once the capital
of empires— is girdled by a bend in
the river and stands on the wide
brim of a hill would certainly have
made a formidable contribution
to its defence in the past. Today
spontaneity and culture combine
to form an excellent alliance.
 204 205
La trama líquida

Los puentes que unen las ya dos ciudades que viene a ser Toledo son destacados
complementos de la extraordinaria monumentalidad de la capital de Castilla-La Mancha.
Los escasamente cuidados sotos del tramo medio del gran río a su paso por el término toledano de la Puebla de Montalbán.
The bridges that unite what are now the two cities of Toledo are outstanding
complements to the extraordinary monumentality of the capital of Castilla-La Mancha. The relatively neglected copses of the middle stretch of the great river on its passage through the Toledan municipality of La Puebla de Montalbán.
 206 207
La trama líquida

Ya extremeño, el Tajo lame las tierras más naturales que nos quedan en el viejo continente europeo.
Aquí en las proximidades de las sierras Centrales tapizadas por los mejores bosques mediterráneos.
Página anterior:
< En el paraje natural de Las Barrancas de Castrejón destacan los abruptos escarpes
de areniscas y arcillas surgidas por la erosión del viento y las aguas del Tajo.
In Extremadura, the Tagus drains the most natural lands remaining to us on the Old Continent,
here in the proximity of the central mountains carpeted by the best examples of Mediterranean forests.
Previous page:
< The natural site of Las Barrancas de Castrejón is characterised by steep escarpments of sandstone
and clay that emerged as the outcome of erosion by the wind and the waters of the Tagus.
 El Parque Nacional de
Monfragüe, en el corazón
mismo de la provincia de
Cáceres, tiene como columna
vertebral al Tajo. Sobre éste
quedan dispuestos algunos
enriscados paredones de
cuarcitas, allí llamados
208 boquerones, que no sólo 209
destacan por la imponente
La trama líquida

belleza, sino por ser el hogar

de muchas especies de
animales, sobre todo grandes
aves.
The Tagus constitutes the
backbone of the Parque
Nacional de Monfragüe, in the
very heart of the province of
Cáceres. Here it flows through
sheer quartzite cliff faces,
known locally as boquerones,
which stand out by virtue
not only of their impressive
beauty but also of the habitats
they provide for many animal
species, large wildfowl in
particular.
 210
La trama líquida
Peña Falcón es el lugar
más visitado del Parque
Nacional de Monfragüe.
En sus paredes anida una de
las más cuantiosas colonias
de buitre leonado del mundo,
así como un largo plantel de
aves rupícolas excepcionales.
Peña Falcón is the most visited
site in the Parque Nacional de
Monfragüe. Its walls provide
nesting places for the world’s
most numerous colonies of
griffon vultures, as well as for a
wide variety of other species of
rock-dwelling wildfowl.
211
El Ambroz, afluente del Alagón
y del Tajo, ciñe la preciosa
población de Hervás, en el
norte de Cáceres. El puente
de la fuente Chiquita permite
salvar este curso de agua.
The Ambroz, a tributary of
the Alagón and the Tagus,
encircles the delightful town
of Hervás, north of Cáceres.
This watercourse may
be crossed by the Fuente
Chiquita bridge.
 Cerca de la histórica población
de Alcántara, a punto de
dejar de ser español, el Tajo
es atravesado por la obra
pública activa más antigua
de nuestra historia: el famoso
puente romano. Un poco antes
se yergue el imponente dique
que da origen al embalse del
mismo nombre, que es uno de
los más largos del continente.
Near the historical town of
Alcántara and shortly before
it leaves Spanish territory,
the Tagus is crossed by our
oldest active work of civil
engineering, the famous
Roman bridge. A little further
upriver lies the formidable
reservoir of the same name,
one of the longest on the
continent.

212 213
La trama líquida
 EL DUERO
El poema del agua
Una cuenca equilibrada
C
onvencidos estamos muchos de que el Duero es el río con
más descripciones poéticas, tras el Guadalquivir, claro está.
No es para menos si tenemos en cuenta que el peso de las
composiciones de Antonio Machado y Gerardo Diego, aquí,
o de Miguel Torga en el cercano Portugal son de primerísima
calidad literaria. Hemos elegido este asombroso poema de
un zamorano por lo actual de sus planteamientos. Esto no
quiere decir que los autores del 98 y algunos del 27 no se
preocuparan por el entorno natural, pero pocos lo hicieron
de forma tan completa y cabal como Agustín García Calvo en
estas estrofas que anuncian el capítulo sobre el Duero.
Cuenca modélica la del Duero. Si hubiera que propo­
ner una simetría entre la cabida, los caudales, los manade­
ros y las estructuras geográficas de un río, nos saldría algo
muy parecido a lo que supone el Duero. Se extiende con
cierto equilibrio por sus dos márgenes; por tanto, ocupa una
posición central en la meseta norte o de Castilla y León.
Queda casi enteramente circundado por sistemas monta­
ñosos de gran potencia y le llegan afluentes con regulari­
dad desde todos los puntos. Son más caudalosos los que
bajan desde la cordillera Cantábrica, sin descartar los que
214 lo hacen desde Gredos y Guadarrama. Cuenta con el único
canal navegable del país: el de Castilla, que con dos rama­
La trama líquida
les, uno que culmina en Medina de Rioseco y otro en el
mismo Valladolid, aporta uno de los casos más interesantes
de la historia de la ingeniería civil en nuestros predios.
Un diseño, en efecto, que nos recuerda al de las nerva­
duras de las hojas de los árboles.
De Urbión a Aranda
Los Picos de Urbión tienen mucho de paisaje alpino, un
mundo de desnudez manifiesta con tan sólo unas praderías
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Gerardo Diego
y algunos de esos otros ríos de piedras que denominamos
casqueras. Además de una laguna de origen glaciar, estos
picachos se suman a los de Neila, Cebollera, Demanda y
Cameros para crear uno de los arcos montanos más comple­
tos de la Península y en no poca medida más jugosos. Son
decenas los torrentes que se suman rápidamente al padre
Duero, por aquellas tierras de Vinuesa, Covaleda, Salduero,
y por supuesto de la machadiana Laguna Negra. Alegrías
transparentes que llegan dando brincos, como de regocijo,
pero que una vez más son frenadas por La Cuerda del Pozo,
otro de los inmensos embalses de cabecera que tenemos
en nuestro país. Todo parece indicar que nuestro destino,
siguiendo al Duero, fuera a desembocar en el Mediterráneo.
Hacia el este marcha con entusiasmo, pero tras lamer las
tierras altas de Soria y su mítica Numancia, llega a la capital
y traza la curva de río más famosa, al haber sido denomina­
da de ballesta por Antonio Machado. Todo ello para tomar
dirección oeste hacia el Atlántico, el destino de las aguas,
todas, de Castilla y León.
El tramo soriano es de consolidación de la madurez del
río, que ha dejado su juventud a las puertas de Soria. Cuan­
do pasa por Burgo de Osma o San Esteban de Gormaz es ya
un serio adulto. Bien flanqueado por sotos y con escasas de­
mandas por parte de los poquísimos habitantes. Lo mejor, la 215
llegada del Lobos desde los famosos cañones.
Todo es tranquilidad hasta Aranda de Duero, que ya es
fabril y de apreciable población. Además, ahí comienzan las
famosas riberas del Duero.
Por Valladolid
Una porción importante de las tierras que ya corresponden La ermita de San Saturio
a Valladolid y que baña el Duero son de todos conocidas de se alza sobre una roca
en la orilla del Duero.
una forma tan directa como indirecta. Los vinos de Ribera
The church of San Saturio stands
de Duero, que pasan por ser de los mejores del país y del on a rock on the bank of the Duero.
 mundo, ciertamente ocupan amplios dominios a ambos la­ Un enorme conjunto de granitos del antiguo zócalo
dos del curso fluvial, desde prácticamente dejar atrás Soria. peninsular ha de ser demediado por las fragosas aguas del
Un poco le corresponde a Burgos, pero hasta Tordesillas Duero. Al abrirse camino hacia tierra de Portugal gira brus­
y desde Peñafiel casi todo es viñedo, con un delgado soto camente hacia el sur, contribuyendo en parte a crear un
ribeteando al río y escasos relieves en prácticamente todo buen tramo de frontera, la que nunca tuvo sentido alguno.
el trazado. Pero al menos nos queda la espléndida belleza de unos des­
En este tramo lo rejuvenecedor le llega al padre de sus filaderos levemente abombados y de suaves precipicios en
hijos del Guadarrama y Gredos. Es el caso del Riaza, que los que además de anidar casi todos los agrestes hijos del
también tiene cañones y hoces; no menos el Duratón, se­ aire lo hace el que para Miguel de Unamuno era el más
goviano de renombre, y a los que se suman más al oeste el intenso y sobrecogedor paisaje de este terruño nuestro. En
Cega y el Adaja, a su vez nutridos por varios otros ríos serra­ los cortos y torrenciales aportes que el padre recibe de sus
nos especialmente evocadores, como el Eresma que hace a afluentes destacan algunas cascadas como la del Humo.
Segovia y a su acueducto. O el Voltoya, que se suma al que Pero recordemos, como hemos hecho en el Tajo, la
consiguió que Ávila se desplegara sobre sus orillas. inmensa capacidad literaria de don Miguel de Unamuno a
Con todo, es el gran nudo fluvial que se concentra la hora de describir las Arribes:
en las inmediaciones de Valladolid, capital que merece la
pena destacar. El burgalés Arlanzón añade aguas de casi Resquebrájase la meseta en hondos desgarrones, mostran­
una cuarta parte del noreste de Castilla y León. Sumemos do al descubierto sus berroqueñas entrañas, pedernosos
que el Pisuerga hace otro tanto con el centro de la misma cimientos de la ceñuda tablada de Castilla. El agua terca,
comunidad y tendremos ese imponente aspecto que con­ que talla las rocas gota a gota con singular trabajo, ha ido
curre a la altura de Tordesillas. carcomiendo su peñascoso lecho y buscando salida entre
En algunos tramos el río alcanza a formar grandes ma­ esguinces y revueltas. A la distancia nadie adivina el hondo
sas de vegetación ribereña y bosque, lo que desde siempre tajo por donde el Duero corre; la ondulante llanada parece ir
es aprovechado por la fauna para constituir colonias de es­ a perderse suavemente y sin solución alguna de continuidad
pecial densidad, como la zona de Pollos. Garzas de varias en las estribaciones de la sierra de la Estrella, que cierra, ha­
especies y un sinfín de córvidos y otros pajarillos se escon­ cia Portugal, el horizonte. En uno de los repliegues de este
den en estas pequeñas selvas. terreno se ocultan los hondos tajos, las encrespadas gargan­
tas, los imponentes cuchillos, los erguidos esfayaderos, bajo
Zamoranas avenidas los cuales, allá en lo hondo, vive y corre el Duero [...].

Por tierras de Toro, que también son vitivinícolas, circula Como los ríos unen y zurcen los paisajes, no diremos
un canal paralelo al Duero. No podía ser de otra forma si que nos despedimos del Duero en la Miranda portuguesa,
tenemos en cuenta que estas aguas hacen crecer muchas sino que lo seguiremos considerando tan portugués como
cosechas. Se han agregado ya el Trabancos y el Guareña nuestro hasta Oporto. De la misma forma que cualquier
desde el sur, pronto lo hará el Valderaduey, que drena esa luso debe sentirse copropietario del Duero de Soria, Sego­
inmensidad llamada Tierra de Campos. via, Valladolid o Zamora.
Tras engordar súbitamente por la llegada del Esla, el Due­ Luego ya es todo portugués, con la suprema elegancia
ro se enfrenta a su mejor amigo: las Arribes. Mejor así, en fe­ de encontrarse en su final con uno de los más bellos ám­
216 menino, que con el convencional masculino que tan poco le bitos urbanos: la integración de la ciudad vieja de Oporto 217

conviene a nada que tenga que ver con las aguas. Es más, ni a con el Duero es realmente una delicia. Por si eso fuera poco,
La trama líquida

los cursos fluviales ni a los árboles se les debería haber menos­ buena parte del recorrido por tierras lusas resulta navegable
preciado con este atribuirles condición de macho. a través de los sucesivos embalses. Para remontarlos se han
construido una serie de esclusas.

En el pico Urbión, alto como para que las huellas de los glaciares resulten patentes, nace el Duero, que mantiene Siguiendo un patrón que se repite en buena parte de los inicios de nuestros grandes cursos fluviales,
una serie de preciosos saltos de agua, antes de quedar amansado por el embalse de la Cuerda del Pozo. también el Duero es acompañado por pinares en sus primeros instantes.
On the Urbión peak, high enough for traces of glaciers to still be visible, rises the Duero, characterised by a succession Like on so many of the initial stretches of our major rivers, the headwaters
of delightful waterfalls until the river is held back by the Cuerda del Pozo reservoir. of the Duero, too, flow among pine forests.
 El Duero, un río mestizo
Antonio Gato Casado
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Duero
El Duero cruza el corazón de roble de Iberia
(A. Machado)
«Nace en los Picos de Urbión, provincia de Soria, pasa por Soria y Zamora y desemboca en Oporto (Portugal).
Sus principales afluentes son el Pisuerga y Esla por la derecha; y el Adaja y el Tormes por la izquierda.» No
decía mucho más la vieja enciclopedia de don Antonio Álvarez que, en los años cincuenta, compendiaba el
saber necesario en una España donde la cultura se enclaustraba en aquellas escuelas no graduadas, con ritmo
recitativo de tabla de multiplicar, que rebotaba por las paredes desconchadas.
Y, sin embargo, ahí se compendiaba, y aún se compendia, casi todo lo que el río significa.
Porque es cierto que nace en la quietud de la Sierra de Urbión, entre una «geología yacente» que, como
dijo un poeta de Cantabria —tierra que también aportará, más tarde, sus aguas para engrandecer el río—,
«siente nostalgia de las palmas de Dios palpando su relieve».
Y será tal quietud la que contagie el lento discurrir del río por tierras castellanas. Sólo en su periplo final,
cuando Portugal espolee su flanco derecho, se precipita por abruptos despeñaderos rompiendo su majestuoso
vagar, que nuevamente volverá a ser solemne cuando deje de ser frontera y sus orillas bañen únicamente
las tierras portuguesas. Como si quisiera acelerar su corriente para salvar cuanto antes el trance, siempre
desagradable, de ser una parte de la frontera que divide administrativamente dos pueblos que, sin embargo,
porque comparten río, comparten también cultura e historia común.
Y desemboca en Oporto. O para ser más precisos, se rinde a la mar atlántica entre Porto y Gaia, cuyos nombres
unidos —como une sus orillas el esbelto puente de hierro de Luis I— configuraron el nombre de Portugal.
Errático en su recién nacida andadura, mira primero al este y, quizás deslumbrado por el sol de Levante,
corrige su periplo virando al sur y, tras ser mudo testigo de la inútil tragedia de Numancia —que, aferrada a lo
local, no supo entender la universalidad de Roma—, circunvala Soria, formando un arco que otro poeta foráneo
—andaluz esta vez— comparara con «la corva ballesta de un arquero».
A partir de Almazán endereza su rumbo hacia occidente, siguiendo el curso del sol. Tal vez sea sólo
coincidencia que el río se haga mayor y deje de errar por los puntos cardinales cuando comienza a ser
mestizo. Es precisamente ahí, cerca de Almazán, donde recibe por su margen izquierda las primeras aguas
foráneas procedentes de Castilla-La Mancha, que se confunden con las prístinas y originarias que se
precipitan desde el Urbión a Duruelo. Tal mixtura que comienza junto a Berlanga del Duero, cuando acoge
al río Escalote, síntesis de aguas de las dos Castillas, se irá enriqueciendo hasta que, allende las fronteras
nacionales, aún reciba en Portugal aguas gallegas que vienen por el Támega, antes de culminar su mestizaje
con las aguas de sus afluentes lusos.
Si el Pisuerga y el Esla son sus grandes afluentes por la margen derecha, que incorporan las aguas de la
Cordillera Cantábrica, es aquél, pese a estar identificado con Valladolid en la sabiduría popular, su río más mestizo,
pues, además de las siempre confusas escorrentías del Pico Tres Mares donde nace, en los límites cántabros, se nutre
también de aguas procedentes de La Rioja que le aporta el Arlanza —quien antes las ha hermanado, confundido
y unido con sus aguas burgalesas—, junto a las aguas cántabras que corren por su tributario Camesa, que se le
rinde en Aguilar de Campoo. Sin olvidar, para completar su peculiar idiosincrasia, las escorrentías astures que
cooperan en la formación del Porma y que le llegan a través del Esla, antes de que éste —contagiado quizás de
los ecos calizos de los Picos de Europa que le vieron nacer— se haga bravo por los despeñaderos de las Arribes,
que Unamuno, también escritor foráneo, definiría como «peñas en claro que se destacan sobre el tono oscuro de
las peñas en sombra, mientras suben del río perezosas nieblas que se agarran a los peñascos y fingen el alma
de éstos que de ellos se desprende con pesar». Ese Duero bravío es —parafraseando al rector salmantino— «el
mismo que pasa amplio y solemne abrazando a la feraz llanura y como gozándose de ella, por tierras de Zamora.
Las dantescas gargantas son obra de él, obra de la lenta labor del agua terca». Hoy, más de cien años después de
que, en 1898, Unamuno visitara sus gargantas, la furia parece domeñada por cinco grandes presas, dos españolas
—Aldeadávila y Saucelle— y tres portuguesas —Miranda, Picote y Bemposta—, que hacen de él el principal productor
de energía hidroeléctrica de la península Ibérica.
Pero antes ha acogido las aguas madrileñas del río Duratón, con ecos de Somosierra en sus murmullos, que
se le rinden en Peñafiel, quien seguramente debe su nombre a la circunstancia de que, pese a ubicarse al sur de su
corriente, supo mantener su opción por la cristiandad cuando el río era frontera entre aquélla y el islam.
Después, ya en las Arribes; recibe al Tormes salmantino y zamorano, que es el río español más literario y que nutre
en Almendra el mayor embalse de la cuenca, muy cerca de su desembocadura en Fermoselle, topónimo de origen latino
que da fe de la singular belleza de esta zamorana villa milenaria, encaramada entre el Duero y el Tormes.
Finalmente, en la raya portuguesa, pasados ya las Arribes, recibe a través del Águeda aguas de Extremadura,
como no podía ser menos, si se tiene en cuenta que ésta debe su nombre al propio río del que —como la Extremadura
oriental de la que Soria es cabeza— es también extremo.
Mientras tanto, satisface la sed de más de trescientas mil hectáreas de campos castellanos que riegan con
las aguas que, de este a oeste —y también de norte a sur y de sur a norte a través de sus afluentes—, corren por
la Meseta castellana.
Mestizo, sí.
Y también, por ser confín de los reinos cristianos, frontera de culturas durante algunos siglos y, más tarde, crisol
de todas ellas, igual que las aguas que, procedentes de ocho comunidades autónomas, se funden en su cauce.
Y testigo de un arbitraje histórico entre los dos países que une. Porque el Duero baña también Tordesillas, donde
castellanos y portugueses ratificaron en un tratado la decisión de un papa que decidió ser árbitro entre las pretensiones
expansivas de las dos coronas, que permitió que, mientras Brasil hablaba portugués, Argentina hablara castellano.
Y objeto de inspiración de tantos y tantos poetas —no siempre nacidos a su vera— que lo hicieron grande con
sus versos.
Demasiado grande y mestizo como para dejar de ser universal y reducirse a un solo terruño, a una sola
cultura y a una sola historia.
 220 221
La trama líquida

Tanto Soria capital como

las poblaciones de Burgo
de Osma y San Esteban
de Gormaz se orillan al
Duero y comparten un
imponente patrimonio
histórico-artístico.
Both Soria, the capital,
and the towns of Burgo
de Osma and San
Esteban de Gormaz stand
on the banks of the Duero
and share a major historical
and cultural heritage.
 222 223
La trama líquida

Castillos, puentes medievales y la serena solemnidad de la Castilla casi desnuda de vegetación,

como puede ser contemplada desde las almenas de la fortaleza árabe de San Esteban de Gormaz.
Castles, medieval bridges and the serene solemnity of Castile, almost totally lacking in vegetation,
may be contemplated from the crenellations of the Moorish fortress of San Esteban de Gormaz.
 224 225
La trama líquida

Algunos de los mejores

sotos que se conservan en la
Península están ligados a los
tramos burgaleses del Duero,
éstos quedan cerca de la
población de Roa.
Some of the best preserved
copses on the Peninsula
grow along the stretches
of the Duero that flow
through the province of
Burgos, near the town of Roa.
 226 227
La trama líquida

Llegada de las aguas del Pisuerga al Duero, aguas abajo de Valladolid.

Página anterior:
< Otro encuentro entre la historia y las aguas de uno de nuestros ríos. Tordesillas.
Páginas siguientes:
> La zamorana Toro ocupa la curva de un meandro socavado en la base de un altozano que da un pedestal inmejorable
a una notable monumentalidad y muchos afanes vinculados al cultivo del viñedo.
A further encounter between history and the waters of one of our rivers.
Previous page:
< Tordesillas, where the Pisuerga joins the Duero, downriver from Valladolid.
Following pages:
> The town of Toro, in the province of Zamora, stands on the bend in the river at the base of a hillock
which provides an insuperable pedestal for monuments and much effort devoted to vine cultivation.
La trama líquida

228
229
 230 231
La trama líquida

Otra capital orillada al Duero es Zamora, que una vez más se asoma a las aguas,
como Soria, con un notable patrimonio arquitectónico e histórico.
Another capital on the banks of the Duero is Zamora, which like Soria looks over the waters
from its exceptional architectural and historical heritage.
 Acaso el paisaje fluvial con
232 más abrupta intensidad 233
de todo nuestro país.
La trama líquida

Las llamadas Arribes del

Duero, compartidas con
Portugal, están formadas
por una sucesión de cabezos,
pulidas llambrias y complejos
berrocales graníticos,
de intrincados laberintos y
escondidas terrazas.
Perhaps our country’s river
landscape of most rugged
intensity, Las Arribes del
Duero, shared with Portugal,
consist of a succession of
hillocks, steep polished rock
faces and complex granite
outcrops, intricate labyrinths
and hidden terraces.
 234 235
La trama líquida

La porción portuguesa del Duero ha sido profusamente entregada al cultivo de los viñedos que potencian
uno de los vinos más famosos del planeta. Es más, resulta navegable con fines turísticos en una buena parte de su recorrido.
The Portuguese stretch of the Duero is given over to intensive vine cultivation to produce one of the world’s most famous wines.
Furthermore, much of this stretch is navigable, thereby constituting a major tourist attraction.
 EL MIÑO
Una larga primavera
G alicia es regada con generosidad por el sistema de fren­
tes de lluvia que no cejan en el empeño de alcanzar Europa
desde el Atlántico, en su camino hacia el este, lo que se
traduce en una regularidad en las corrientes que drenan la
totalidad de la comunidad autónoma, territorio que cuenta
con varios de los ríos más completos de toda la Península
en el sentido hídrico del término. Las cuencas más peque­
ñas e independientes del gran Miño no suelen superar los
100 kilómetros de recorrido de sus cursos principales.
Casos notables y emblemáticos nos aportan, por ejem­
plo, el Eo, esa fronteriza y cristalina andadura del agua que
drena buena parte del oriente de Lugo. El Eume, que forma
la más deliciosa arboleda ribereña, en sus Fragas. El Man­
deo, pero sobre todo el Ulla, que ocupa una posición cen­
tral en la comunidad gallega. Ríos de salmones hasta hace
muy poco y con la incomparable capacidad de fertilizar los
tramos costeros más productivos del planeta, las rías, pre­
cioso género femenino que debería regir para todos los cur­
sos fluviales desde el momento en que su mejor faceta es la
capacidad genésica que tienen.
Miño y Sil
236 Conviene comenzar en plural. En realidad debería hacerse
siempre, puesto que resulta prácticamente común que en
La trama líquida
las inmediaciones de los borbollones iniciales suele haber
otros muchos. No digamos en el conjunto de la ladera de
una montaña. Es decir, que aunque la tendencia es singu­
larizar y personalizar, lo cierto es que todo curso fluvial es
primero que nada una pluralidad. Y aunque estamos al fi­
nal de estos resúmenes sobre nuestras cuencas, seamos un
poco más certeros y digamos que el Miño, como todos los
grandes ríos, más que un venero tiene sucesivos alumbra­
mientos. Eso sí, todos ellos enhebrados a las laderas del
monte, en la sierra Meira. Pronto se le suman junto a San
¿Quién ha dicho, claro río Miño,
que naces en Fumiñá
si junto a Monterredondo
ya pasas hecho un rapaz?
¡Si ya en el puente de Meira
pareces ser un zagal,
mozo que canta las cantigas
y a lo lejos va a triscar!
Avelino Díaz
Vicente de Rabade dos importantes cursos fluviales, el Ta­
boga y el Ladra, para romper los bordes de la meseta de
Lugo y comenzar a ser un camino que anda despacio por
semillanuras, eso sí, siempre, como sucede con la totalidad
montañosa de la Galicia interior.
Una excelente noticia nos alcanza tras el paso del
Miño por la ciudad amurallada. Se trata de una eficaz for­
ma de conservación y divulgación de este curso fluvial, de
sus riberas, muchas de ellas con formaciones vegetales
de primera categoría. Un enorme parque fluvial, con rutas
marcadas para los senderistas, que entrarán en contacto no
sólo con las aguas y sus descomunales servicios y comple­
jas tramas vitales, sino también con el patrimonio arqueo­
lógico y antropológico y no menos con las culturas rurales
todavía sobrevivientes. Todo ello encaminado a mejorar el
conocimiento y, por ende, la utilización responsable del en­
torno. Buena parte del Miño desde su salida de Lugo hasta
la cola del embalse de Belesar ha quedado así amparada y
divulgada.
Comienza en este último enclave una casi continua
sucesión de embalses que convierten al Miño en uno de los
ríos más intervenidos del país. De hecho, ya va a ser una
masa de agua quieta o, si se quiere, un río muy gordo hasta
su entronque con el Sil, a su vez también reiteradamente 237
retenido por otra cadena de presas.
Los cañones del Sil
Si bien casi todos los tributarios de nuestros principales
ríos nos regalan siempre la contemplación de sus escon­
Poco después de su primer
didas bellezas, en pocos casos el afluente supera al cur­ encuentro con la luz, varios
torrentes, limpios y frescos se
so fluvial padre. Es el caso del Sil con relación al Miño. suman para crear al Miño niño.
Algo parecido a lo del Esla con el Duero, sólo que ahora Shortly after its first encounter
nos encontramos con dos factores destacadísimos. Por un with the light, several cool,
diaphanous torrents join forces
lado el caudal. Ciertamente el Sil, que drena los altos to create the infant Miño.
 cordilleranos de Piedrafita y la Laciana leonesa, que suma
potentes torrentes desde los altos puertos de merinas tras­
humantes, acarrea un enorme caudal. De ahí que estemos
en la única de nuestras grandes cuencas que le debe tanto
al curso principal como a su afluente más destacado. Es
más, muchas veces el Sil, que nace en los puertos de la
leonesa Babia, aporta flujos superiores a los del Miño, es­
pecialmente a finales de la primavera y principios del ve­
rano, por efecto de la licuación de las nieves. En cualquier
caso la pluviosidad que define el clima atlántico convierte
a esta cuenca en una de las mejor abastecidas por el ciclo
natural del agua, lo que permite que más bien sea el pro­
pio Miño el que durante el resto del año sea más generoso
en el aporte de caudales.
Lo primero con lo que nos encontramos en cuanto el
aventajado hijo del Miño se pone a caminar es su paso por
los desfiladeros. Luego ábrese camino hacia Villablino donde
un ancho valle de evocaciones mineras y prados cercados
intenta mantener su anciana compatibilidad con los bosques
más diversos que nos quedan. Pero es como un alto para
descansar que se agranda en el embalse de Las Rozas.
A partir de ese momento el Sil se encajona en uno
de esos valles estrechos pero que al estar cubiertos de una
vegetación en magnífico estado de conservación nos sacan
de los parámetros vulgares. Palacios de Sil es una de las po­
blaciones más señeras de este tramo. El destino del río no
puede ser mejor. Porque tras el embalse de Bárcena se hace
berciano, y el Bierzo es uno de los mejores rincones para la
vida que quepa encontrar en esta Península. Modificado,
industrializado y hasta excesivamente urbanizado, pero su
feracidad, hija del mejor clima posible por estas latitudes,
lo convierte en ese híbrido de lo atlántico y lo mediterráneo
que resulta insuperable. Ponferrada y sus centrales nos ha­
cen temer por la salud de las aguas del Sil, que se arrumban
hacia su gallego destino.
La segunda destacada excepción es que este río ha
sido y es responsable de uno de los derredores naturales
más intensos y entusiastas de todo el país, de estas Espa­
238 ñas tan ajenas a sus aguas. Porque la Ribeira Sacra merece
tal consideración. No sólo por los monasterios, sino por
La trama líquida
el entusiasmado paisaje que así es nombrado. Los caño­
nes del Sil recrean además un mundo situado mucho más
al sur, porque el microclima que mantienen esas angosturas
favorece la aparición de una comunidad botánica de tipo
mediterráneo.
Cuando se une al Miño, nada más culminar la presa
del gran embalse de Belesar, ya nos encontramos en las
tier­ras bajas.
Travesía orensana
Las surgencias termales que tan abundantes encon­
tramos en el tramo del Miño que baña la ciudad de
Orense aportan una de las originalidades más notables
de este curso fluvial con relación a todos los demás
que fluyen sobre nuestra tierra. Además de una consi­
derable concentración de tales manantiales –no pocos
quedan dentro del cauce del propio río–, que ya resulta
novedosa, en la misma ciudad y algunos campos cir­
cundantes también mana agua a temperaturas de más
de 40 grados, lo que las hace humear. El termalismo
que promueve esta característica del gran río gallego
debe extenderse hasta el más que necesario y sensato
empleo de esas aguas para generar calor en el interior
de las viviendas, lo que supondría un notable ahorro
energético. Un auténtico otro lado del espejo que de
alguna forma y aunque fuera en poca medida compen­
saría el mucho esfuerzo que se les pide a esas mismas
aguas para que produzcan energía.
El Miño se adentra poco más tarde de su paso por Riba­
davia en una zona de aguas bravas, en una angostura que ac­
tualmente es aprovechada para hacer esa práctica de deporte
de riesgo que se denomina rafting. Enseguida los caudales
del Miño de nuevo son retenidos para convertir el río en un
lago de escasa anchura. Durante casi 30 kilómetros, el em­
balse de Castrelo es uno de los más profundos de España.
Poco más tarde va a ser otra de las fronteras. Repite los
casos del Guadiana, el Tajo y el Duero. No podía ser de otra
forma si tenemos en cuenta lo nítidas que son estas mani­
festaciones de lo espontáneo a la hora de marcar límites y
lindes; y más en una península común.
La desembocadura del Miño ofrece uno de los grandes 239
panoramas de todo el medio físico de Galicia. En La Guar­
dia se divisan los últimos 10 kilómetros de Miño y uno de
esos abrazos de las aguas dulces con las saladas que no
pueden resultar más emotivos.
Nacimiento oficial del Miño en plena sierra de Meira, por las tierras altas de Lugo.
The official source of the Miño in the very heart of the Sierra de Meira, the highlands of Lugo.
 240 241
La trama líquida

Algunos de los tramos del Miño, tanto antes de llegar a la ciudad de Lugo como un poco más aguas abajo, Páginas siguientes:
conservan esta plenitud, este imbricarse de aguas, rocas, árboles y toda la cohorte de otras faunas y flores que se asocian a los cursos fluviales no alterados. > Poco antes de confluir con el Miño, el caudaloso Sil consigue uno de los escenarios más conocidos, por atractivos, de Galicia, la Ribeira Sacra.
Some of the stretches of the Miño, both upriver and downriver from the city of Lugo, Following pages:
preserve that form of plenitude in which waters combine with rocks, trees and the entire cohort of flora and fauna associated with undisturbed watercourses. > Shortly before it joins the Miño, the voluminous Sil has managed to create one of Galicia’s most attractive and best known sceneries, La Ribeira Sacra.
La trama líquida

242
243
 244 245
La trama líquida

También masivamente represado, el Miño se adentra en la provincia de Orense nada más recibir los importantes aportes del Sil.
Páginas siguientes:
> Antes, la Ribeira Sacra exhibe la masiva dedicación al viñedo que se ha generalizado en estas tierras arrugadas,
buena parte de las mismas han sido escalonadas con minúsculas terrazas.
Also massively dammed, the Miño penetrates the province of Orense just as it is fed by the generous waters of the Sil.
Following pages:
> Further upriver, La Ribeira Sacra exhibits the intensive vineyard cultivation that has spread
over this rugged landscape, much of which has been stepped with tiny terraces.
 A su paso por Orense, dos
originalidades se suman al
Miño, por un lado la profusión
de puentes y por otro las no
menos frecuentes surgencias
de aguas termales, las
famosas burgas por las que
mana agua que incluso supera
los 70 grados de temperatura.
Páginas siguientes:
> La ciudad de Tuy se asoma
desde su prominente posición
a un Miño ya anciano y a
las tierras portuguesas que
quedan en la otra orilla.
>> Un profundo estuario
coronado por dos islas
culmina los caminos del
agua gallega por excelencia.
El portentoso mirador natural
de las colinas que rodean
la población pontevedresa de
La Guardia nos regala este
espléndido panorama.
On its passage through Orense,
the Miño acquires two highly
particular characteristics: on
the one hand the profusion
of bridges and on the other
frequent hot springs, the
246 247
famous burgas whose waters
may exceed temperatures of
La trama líquida

70ºC.
Following pages:
> From its prominent position,
the city of Tuy overlooks what
is by now the elderly Miño and
the Portuguese lands on the
other bank.
>> A deep estuary with two
islands marks the end of the
itinerary of the Galician river
par excellence. The formidable
natural vantage point of the
hills around La Guardia, in
the province of Pontevedra,
regales us with this splendid
panorama.
La trama líquida

248
249
La trama líquida

250
251
 Al poco de conformarse con
notable ímpetu y caudal, talla
el desfiladero de las Palomas.
Páginas siguientes:
> Diferentes rostros del Sil:
los caballos semisalvajes
todavía medran en varios
252 253
puntos de la provincia
de Orense.
La trama líquida

La Ribeira Sacra en San

Estevo. Embalse de Pearrubia
y paraje de San Clodio en el
embalse de Sequeiros.
As soon as it gathered
impetus and volume,
it gouged out the
Las Palomas defile.
Following pages:
> Different aspects of the Sil:
semi-wild horses still thrive in
several parts of the province
of Orense; La Ribeira Sacra
in San Estevo; the Pearrubia
El Sil nace en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica, en tierras de la Babia leonesa.
reservoir; and San Clodio on
The Sil rises on the southern slope of the Cantabrian range in La Babia, pertaining to the province of Leon. the Sequeiros reservoir.
255
 256 257
La trama líquida

Aunque algo apartadas del curso principal del Sil, las Médulas, cerca de Ponferrada, en León, Although at a certain distance from the main course of the Sil, Las Médulas, near Ponferrada in the province of Leon,
son parte destacada de los muchos enclaves singulares de la cuenca del Sil. Provocadas por la búsqueda de oro son, constitute one of the many outstanding features of the Sil basin. A product of the gold rush,
al cabo de los siglos, el resultado escénico más que notable de una transformación artificial del entorno original. over the centuries they have become a more than admirable artificial transformation of the original landscape.
 258 259
La trama líquida

En el tramo leonés del Alto Sil, el gran afluente del Miño pasa por uno de los valles más hermosos del país. In the Leonese stretch of the Alto Sil, the Miño’s main tributary flows through one of the country’s most beautiful valleys,
Todo él jalonado de pequeñas poblaciones como Palacios del Sil, que cuenta con un magnífico puente romano. entirely marked out by small villages like Palacios del Sil, with its magnificent Roman bridge.
 LOS RÍOS DEL NORTE
Alborotados caudales

Nervión, Nervión de palpitante pecho,

fuente de vida de mi pueblo, dame
la mansedumbre de tus lentas aguas
que al mar indiferente
rinden su vida.
Miguel de Unamuno

L a cordillera Cantábrica exige, a los incontables ríos que
hacia ese océano avenan, una espléndida juventud. Cierta­
mente todos ellos culminan su viaje cuando ni tan siquiera
llegan a lo que a menudo llamamos curso medio. Recorri­
dos de tan sólo unas decenas de kilómetros son los norma­
les. Ni uno solo supera los 100 kilómetros de longitud.
Como al mismo tiempo el desnivel resulta casi siem­
pre imponente, la norma es la velocidad de la corriente y
en consecuencia una alta oxigenación de las aguas. Nada
puede extrañarnos el que, a pesar de las consabidas agre­
siones a la limpidez, éstos sean los apetecidos destinos del
salmón. Lo que de inmediato se convierte en la principal
seña de identidad de estas aguas porque no existe un in­
dicador de salud ambiental mejor que el brincador de cas­
cadas. Así son buena parte de los caminos del agua en
Asturias, Cantabria y el País Vasco.
Culminamos este viaje fluvial con un breve repaso a
los ríos que desde el Eo hasta el Bidasoa crean el peine de
infinitas púas al que obliga que la cordillera sea paralela a la
línea de costa. En concreto nos estamos refiriendo a varias
decenas de cursos de agua que invariablemente no madu­
ran como tales.
Los asturianos acumulan los quizá más evocadores
260 perfiles de lo que consideramos ríos sanos, bravos, jóvenes,
Nalón. Todos ellos excepto el último pueden quedar en­
globados por las ya mencionadas características comunes
a los cursos fluviales del norte. La diferencia que presenta
el Nalón es que recorre muchísimo más territorio desde el
momento en que no va directo hacia el mar sino que, tras
nacer en los altos puertos de Tarna, en los dominios de
Caso, se arrumba bastante hacia occidente para llegar a las
inmediaciones de Oviedo, y luego ya dirigirse hacia el mar
Cantábrico, no sin antes alimentarse copiosamente con las
aguas del Narcea, que aporta las escorrentías de buena par­
te de Asturias oriental. Con lo que a su vez supone recibir
las corrientes de un centenar de pequeños afluentes en­
tre los que destaca, de forma muy singular, el Muniellos,
por aquello de lamer al bosque más completo y bello de la
cordillera y prácticamente de España. El Pigueña hace lo
mismo con el que podemos considerar parque natural por
excelencia de Asturias, Somiedo, que también da nombre
a uno de los caudalosos y preciosos ríos de montaña del
Principado.
Mas hacia Occidente encontramos uno de los nom­
bres que han alcanzado notoriedad entre los mil con los
que designamos a los cursos fluviales. El Sella, otro salmo­
nero por excelencia que incentiva el más conocido de los
descensos en piragua de Europa. 261

durante todo su recorrido sobre las laderas casi continuas Remontando el Sella, conseguimos aproximarnos al
La trama líquida

que se deslizan hacia el Atlántico. Algunos víctimas de los
procesos más contaminantes que se han conocido en nues­
tro país. Fueron las minas de carbón las que convirtieron a
varios de ellos, como el Nalón, en una larga culebra negra.
La coherencia ha vuelto tras largos y costosos procesos de
recuperación y hoy las cañas de pescar son como pancartas
que proclaman lo agradecida que es el agua en cuanto
comenzamos a tratarla como ella a nosotros.
Comenzando en los límites con Galicia, contamos
con la sucesión del Eo, Navia, Narcea y el ya mencionado
Dobra que drena buena parte de los perfiles septentrionales
de los Picos de Europa, que por su altura y extensión son
colectores de agua realmente formidables. Pero llegaremos
también al Cares, acaso uno de los más laboriosos torrentes
de la Península al haber excavado uno de los desfiladeros
más angostos y altos que por estas latitudes se conocen.
A la intensidad escénica se une el hecho de ser una ruta
proverbial para los senderistas y montañeros que a veces
llegan a colmatar con sus cuerpos la capacidad de acogida
de esa ruta.
Los ríos de la cordillera Cantábrica
que avenan hacia el norte son
casi siempre cortos, rápidos,
limpios y discurren por el seno de
formaciones arbóreas. Éste es el
Muniellos, que drena los dominios
de uno de los mejores bosques que
nos quedan.
The rivers of the Cantabrian
mountains that run northwards are
almost invariably short, fast-flowing,
clean and flanked by woodlands
and forests. This is the Muniellos,
which drains one of the finest woods
remaining to us.

262
La trama líquida
Reunidos todos esos caudales, el Sella pasa bajo uno
de los tres puentes más emblemáticos de toda la Península,
en Cangas de Onís, puerta del legendario mundo de Cova­
donga, primer parque nacional de nuestro país.
El Deva, un poco más cerca de los límites con la pro­
vincia de Santander, consigue también labrar uno de los
callejones que sirvieron para conectar el litoral cantábrico
con las altas parameras de la meseta norte. Es el llamado
desfiladero de la Hermida, donde se dan la mano los mun­
dos mediterráneo y atlántico en un oleaje de bellezas pai­
sajísticas y botánicas de primera categoría.
El Deva drena las altas tierras de la Liébana y funda la
preciosa localidad ya santanderina de Potes, que comparte
con León y Asturias el macizo de los Picos y que en su
El Urumea en su último paso
por la piel de Guipúzcoa. El Hotel
María Cristina, de San Sebastián,
se asoma a sus aguas.
The Urumea on its last stretch over
the skin of Guipúzcoa. The Hotel
María Cristina, in San Sebastián,
looks over these waters.
Página anterior:
< El Nervión se libró de buena parte
de la contaminación que llegó a
convertirlo en el agua más sucia
de nuestro país. Ha mejorado
mucho por el abandono de muchas
industrias del entorno de Bilbao.
Algunas quedan, como éstas
de Sestao.
Previous page:
< The Nervión has now been
cleansed of much of the pollution
that made it the dirtiest of our
rivers. Such improvement is due
to the closure of many industrial
plants around Bilbao, although some
remain, like these in Sestao.
tramo final se convierte en el límite entre Asturias y la Co­
munidad Autónoma de Cantabria, hasta su desembocadura
en Tina Mayor, una de las múltiples rías del litoral.
Pas, Nansa y Besaya, junto con su bellísimo tributario
el Saja, se encargan de atrapar la mayor parte de las aguas
que caminan sobre la piel del país santanderino. El primero
de ellos consigue vertebrar la columna central en cuanto a
historia y paisaje se refiere en estas latitudes. Su modesto
hermano, el Pigueña, queda ligado a su destino, la bahía de
Santander.
El Nansa ha quedado sucesivamente represado en el
primer tercio de su recorrido por el potencial del gradien­
te que permite espectaculares abras en los paquetes de
roca caliza con algunos tramos que quieren imitar al Ca­
res. El Besaya nace tan cerca de la cuenca del Ebro, en las
inmediaciones del enorme embalse, también santanderi­
no con el mismo nombre, que se ha horadado la montaña
para conectar ambas cuencas y proceder a la producción
eléctrica en el lado del Besaya a favor, una vez más, de las
fuertes pendientes de la cordillera en su vertiente norte.
Forma más tarde este río el valle más amplio y transitable
hacia la capital. Un poco antes, cerca de Torrelavega, se le
une el Saja, que nace en uno de los enclaves más notorios
de la montaña santanderina. El Asón, que nace en uno de
los sistemas cársticos más bellos de Cantabria, corre pron­
to a conformar la imponente área litoral de Santoña, unas
marismas de importancia internacional y afortunadamente
protegidas.
Nervión, Deva y Bidasoa nos servirán, por último, de
ejemplos válidos y representativos de los otros ríos de Eus­
kadi que son de menor recorrido y caudal. En cualquier
caso podemos adelantar que los ríos vascos se caracterizan
por resultar un poco más modestos, serenos y abiertos que
los cántabros o astures.
Pocos ríos más ligados al siglo xx que el Nervión.
La ría de Bilbao llegó a ser el lugar más industrializado de la
Península y también el más contaminado. Casi nada queda
de todo aquello, pero sí el fantástico papel del tramo fi­
nal del río como puerto y como asentamiento de la capital,
con sus novedades más llamativas. Acaso el Guggenheim
sea como ese símbolo varado que nos lleva de la economía
productiva a la de servicios, en este caso los inestimables e
insustituibles del arte y la cultura.
Algunos como el Deva o el Urola son tan concisos en
su corta vida que pasan por la piel de Euskadi regando su
esencia con tanta intensidad como fugacidad.
El Oca consigue uno de los mayores logros de lo
paisajístico y ambiental en todo el derredor vasco. En
primer lugar por su vínculo con Guernica y por ser parte
columnar del área natural más importante de toda la co­
munidad, el Parque Natural de Urdaibai, zona mareal y
marismeña, refugio de importantes poblaciones de aves.
Lo que nos permite recordar que así es norma en las
otras ensenadas y abrigos tipo estuario de todo el litoral
vasco.
El Oria es otro de los caudales en buena medida re­
cuperados. Tras decenios de pésima salud en lo que a su
transparencia se refiere, se procedió a la depuración gene­
ralizada y profunda de sus aguas que ahora circulan con
mucho futuro a cuestas a su paso por la antigua capital de
Euskadi, Tolosa.
El Bidasoa cierra este recorrido, sucinto, que hemos 263
hecho siguiendo las agujas del reloj por los principales ca­
minos del agua de nuestro territorio. Sólo recordar que este
curso nace navarro, que moja los pies de paisajes de rara
belleza y viejos esfuerzos que culminaron con uno de los
sistemas de uso del entorno más racionales que han exis­
tido, el caserío vasco. Que se asoma al Parque Natural de
Aralar tan navarro como guipuzcoano, que hace frontera y
que se adorna con Txingudi, en su desembocadura. Uno
de los conjuntos marismeños que compensa su reducido
tamaño con una apretada oferta de sosiego y mucha vida
espontánea.
 Las cuencas cantábricas,
un reto a la gestión imaginativa
Jorge Marquínez García
Presidente de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico agotada, que repercute severamente en la disponibilidad de caudales suficientes para atender estacionalmente
una siempre creciente demanda de abastecimiento. En algunos casos, solo la transferencia de caudales proceden-
tes de otras cuencas (especialmente la del Ebro) permite superar dichas limitaciones.
La demanda para usos agrícolas, al contrario que en el resto del país, es muy reducida, mientras que puede
considerarse normal para el abastecimiento de poblaciones y proporcionalmente muy elevada para usos industria-
les, refrigeración de centrales térmicas y para generación de energía hidroeléctrica. En paralelo, fuertes cargas

Decir que, en el contexto de las cuencas hidrográficas españolas, la cantábrica es singular, no deja de ser un de vertidos urbanos e industriales confluyen en los tramos bajos de algunos de los ríos principales, amenazando
la calidad de los mismos.
eufemismo benevolente. Por su situación biogeográfica Atlántica, su singularidad morfológica drenando una
A las dificultades para garantizar la permanente disponibilidad de caudales suficientes para el consumo
vigorosa y geológicamente variada cordillera muy próxima a la costa y su destacada pluviosidad, puede afir-
humano sin poner en peligro el mantenimiento de los procesos ecológicos, se unen pues las derivadas de la nece-
marse sin temor que este ámbito es, desde muchos puntos de vista, un caso único en la península Ibérica.
sidad de aliviar una presión contaminante potencialmente muy elevada y mantener unos estándares de calidad de
Para empezar no es una cuenca en el sentido estricto de la palabra, cuya definición presupone un curso
muy alto nivel, decretados por la Directiva 2000/60/CE, de 23 de octubre, del Parlamento Europeo y del Consejo,
de agua principal y su red de tributarios para conformarla; ni siquiera es posible identificar, como en otros
por la que se establece un marco comunitario de acción en el ámbito de la política de aguas, más conocida como
casos españoles, una red principal a la que por simple economía administrativa se hubieran asociado otras
Directiva Marco del Agua.
de menor entidad aunque hidrográficamente independientes. La cuenca cantábrica, entre el río Eo que marca
Y a ambas se suman también las dificultades inherentes a resolver los problemas de riesgo por avenidas
su frontera occidental y el Bidasoa que la limita por el oriente, comprende cerca de una docena de cursos de
derivados del histórico proceso de ocupación de las llanuras fluviales de inundación y de asentamientos sobre
agua de similar magnitud, a los que hay que sumar otros muchos de menor entidad, todos ellos de trayecto
abanicos torrenciales, en un paisaje generalmente montañoso que empuja a la población y a las infraestructuras
groseramente paralelo en dirección sur-norte y cada uno de ellos con su propia cuenca vertiente.
de comunicación hacia estos espacios llanos tan atractivos. Así, la energía de las crecidas cantábricas y la gran
Se trata en todos los casos de ríos con un recorrido relativamente corto, ya que la cordillera Cantábrica y
exposición a la que se someten las poblaciones e infraestructuras mencionadas, generan en este ámbito un alto
sus estribaciones, en la que nacen la mayoría de ellos, dista apenas unas decenas de kilómetros del mar. Adi-
riesgo de daños por avenidas.
cionalmente, el elevado desnivel que han de superar en tan corto recorrido (1.500-2.000 metros) condiciona
Como respuesta a tales dificultades se han ideado soluciones más o menos imaginativas para atender las de-
que presenten también fuertes pendientes, especialmente en sus tramos inicial y medio.
mandas en estiaje, desde la construcción de infraestructuras para interconectar transversalmente las diferentes
Puesto que drenan una parte importante de la denominada «España húmeda», caracterizada por sus
subcuencas y poder así intercambiar recursos, hasta la concertación con las entidades locales para la identifica-
elevadas precipitaciones, globalmente bien repartidas en el ciclo anual e interanual, los ríos cantábricos son
ción conjunta de «pasillos fluviales» libres de edificaciones cuya preservación permita el normal discurrir de las
de carácter permanente y en términos relativos generosamente caudalosos, aunque la rápida escorrentía
crecidas naturales, cumpliéndose su importantísima función en la dinámica y el mantenimiento de los ecosistemas
impone un régimen de fuertes crecidas con gran transporte de acarreos de grueso tamaño y un marcado e
naturales, a la vez que se aminoran significativamente los daños por inundaciones.
irregular estiaje.
Tales soluciones, y sin duda otras nuevas, tendrán a corto plazo su reflejo a través del nuevo Plan Hidrológico
Todos ellos de elevado valor natural en origen, tanto por la atractiva geomorfología de los paisajes que
de Cuenca cuya redacción ahora se ultima.
atraviesan como por la riqueza biológica que albergan, prácticamente todas sus cabeceras y muchos de sus
264
El Cantábrico requiere una gestión de sus cuencas basada en una nueva comprensión del importante papel
tramos intermedios y bajos han merecido una acción protectora específica a través de la legislación estatal o
La trama líquida

de los ríos, más allá de su utilidad económica y recreativa, como corredores biológicos y como elementos con-
autonómica, sin mencionar su inapreciable contribución a la coherencia ecológica de la Red Natura 2000.
formadores del paisaje y vías de transporte de sedimentos hacia la costa. Pero además, debemos asegurar que,
Las características morfológicas de estos valles, junto a la ausencia de una agricultura de regadío y la
integrando los efectos del proceso de descentralización administrativa que conlleva el Estado de las Autonomías,
histórica disponibilidad de agua a partir de los caudales fluyentes, no han propiciado como en otras cuencas el
quede garantizado el mantenimiento del principio de unidad de gestión de algo que, funcionalmente, debemos
desarrollo de grandes presas, si se excluyen algunos cauces como el Navia o el Nansa, intensamente regulados
seguir considerando una cuenca.
para uso hidroeléctrico. Son pues ríos con una limitada capacidad de regulación, hoy por hoy prácticamente
 266
La trama líquida
El navarro Bidasoa se hace guipuzcoano y frontera francoespañola, no sin antes
discurrir por parajes tan completos como Sumbilla. A la derecha, el asturiano Navia.
The Navarrese Bidasoa becomes Guipuzcoano to constitute the border between Spain and France.
Previously, though, it has flown through landscapes as complete as that of Sumbilla. Right: the Asturian Navia.
267
Páginas siguientes:
> Desde las cumbres casi hirsutas de los Picos de Europa, hoy uno de nuestros mejores parques nacionales,
parten varios cursos fluviales, pero ninguno tan conocido y, en consecuencia, recorrido, como el Cares, a la derecha.
Following pages:
> In the almost shaggy summits of the Picos de Europa, today one of our finest national parks,
several rivers rise, though none so famous and popular as the Cares, on the right.
La trama líquida

268
269
 271

La cordillera Cantábrica nos regala uno de los paisajes con uniformidad casi continua más sobresalientes de Europa,
tanto por el estado de conservación de sus aguas como por la flora y fauna que mantiene, entre la que destacan algunas de las especies más escasas del Viejo Mundo.
The Cantabrian range regales us with one of Europe’s most outstanding landscapes of almost unbroken
uniformity, outstanding by virtue both of the cleanliness of its waters and its flora and fauna, which includes some of the rarest old-world species.
 DEMOS DE BEBER AL AGUA
Recuperando la vivacidad de nuestra trama hídrica

Mundo de lo prometido,
Agua,
Todo es posible en el agua.
Pedro Salinas

A modo de recordatorio final conviene que nuestra capa­ más o menos olvidadas, sino con el reconocimiento de
cidad de comprensión se adentre en el título de este epí­ los servicios que presta el agua, con la coherencia de una
logo. No cuesta demasiado esfuerzo reconocer la obviedad sabiduría no olvidada. Algo así como la naturalidad de ser
de que el agua abre todos los procesos vitales, desde los natural y poner cuidado en el uso de lo espontáneo. El
más cercanos, todos somos un charco organizado, hasta los agua nos forma por dentro y forma todo lo que está fuera
más lejanos, como es la estabilidad de los sistemas vitales de nosotros. Es en sí misma el continente y los conteni­
del planeta. Aparte de fundar y sostener lo espontáneo, el dos. No divorciar esas dos partes de lo imprescindible es
agua es la sustancia más creativa del cosmos. Irresponsa­ lo que nos enseña a hacer el río con su condición de viaje,
ble, por tanto, es que ignoremos su sustancial contribu­ es decir, origen y destino viajero y transporte, todo al mis­
ción. Todo ha de ser regado, incluso El agua tiene sed, mo tiempo, sin disociación alguna.
el lenguaje, los valores bursátiles, en Gestión integral sería lo que
sed de libertad,
buena lógica lo más abstracto que debería manar de la contemplación
sed de transparencia,
conocemos porque no responden a del río como lo que realmente es. Y
realidad alguna ni mucho menos se sed de que reconozcamos es la coherencia del paisaje al que El agua es la más sorprendente
corresponden con lo que pretenden que su destino es nuestro origen, vincula, ordena y convierte en pal­ de las sustancias del universo.
A su capacidad de participar en
representar. Por eso, la autentifica­ que quiere fertilizarlo todo, pitante vivacidad. Que no otra es la todos los escalones de la larga
escalera que es la historia de la
ción, la reconstrucción del signifi­ que no dejará de volver… gran historia que escriben los ríos vida, es decir, a su trascendencia,
suma casi por todas partes
cado de la vida comienza por poner … si queremos beber, con su transcurrir sobre la piel de la la elegancia y armonía de su
el acento en lo que sí es verdadera­ demos de beber al agua tierra. Una poderosa narración que sola presencia.

mente valioso. Como el agua.
La restauración necesaria debe partir de lo que ha
guiado estas palabras a lo largo de todo el libro. Algo
que, en buena medida, consiste en fluir con el verdade­
272 ro propósito de los árboles de agua. Ser considerados y
no es otra que la de saciar, espejear Páginas siguientes:
> El agua, esté donde esté, y con
todas las realidades y convertirse en la columna de cristal quien esté, nos convoca con sus
múltiples estados, formas, colores,
que anima a todas las vidas por dentro. Un argumento de movimientos, alianzas y, por
supuesto, construcciones, tanto
indiscutible atractivo porque todos nosotros somos prota­ de lo vivo como de lo inerte.
gonistas del mismo. Todos vinculados a los caminos del Water is the most astonishing of all
273

conscientes de la vocación del agua. Y eso comienza con agua por lejos que vivamos de él. Finalmente un prodigio, the substances in the universe. Its
La trama líquida

involvement in the entire series of

interiorizar y respetar su condición de camino que anda.
Por tanto de un desplazamiento que es vehículo. Hemos
separado tantas veces el contenido del continente. Nos
desterramos a nosotros mismos tan a menudo conside­
rándonos por encima de este mundo que siempre hay una
lección moral en las aguas, esas que los taoístas convirtie­
ron en el modelo ético por excelencia. Algo que nada tie­
ne que ver con fantasía alguna, ni siquiera con creencias
el de que vaciando o drenando toda su cuenca, es decir, processes that constitute the history
of life, that is, its crucial importance,
yéndose, el curso fluvial lo llene todo de vida, sentido, sa­ combines almost everywhere with
lud y futuro. La sed que el fluir de las aguas tiene es de the elegance and harmony of its
mere presence.
una respuesta adecuada a lo que hace. Los caminos que
Following pages:
andan demandan pues suficientes caudales, más libertad, > Wherever it may be and whoever
it may be with, water lures us with
más limpieza y, por supuesto, esa comprensión que no deja its many states, forms, colours,
de ser un proceso que mane de nuestra mente y que, por movements, alliances and, needless
to say, constructions, both living
cierto, invariablemente funciona con agua. and inert.
La trama líquida

274
275
 277

Nuestros ríos deben recibir cuanto antes el tratamiento que se merecen. Nuestra sociedad adeuda casi todo lo que es a su soporte hídrico.
Por eso algún día lo que hay delante y detrás de los cursos fluviales como éste
será considerado no sólo patrimonio común, sino ante todo la verdadera riqueza de este planeta y de sus inquilinos.
Our rivers are in urgent need of the treatment they deserve. Our society owes everything it has become to the support of water.
For this reason, what lies before and behind watercourses such as this one will one day be regarded
not only as a common heritage but also, and above all, as the true wealth of this planet and its dwellers.
 The liquid network
Our rivers

@
JOAQUÍN ARAÚJO
 Foreword
The Rivers of Life

A s a token of our policy of corporate responsibility and our commitment to the environment, over the past few
years we have published several books on nature in our country.
Thanks to these, we have been able to discover many of the monumental trees preserved in Spain as well as
some of the country’s most beautiful landscapes and most of our coastlines, invariably with the intention of con-

v
tributing through these publications to the necessary protection and conservation of our natural surroundings.
In this, our latest publication, we address a new scenario, that of rivers, which constitutes an essential part of
our life.
Since ancient times, rivers have served to establish frontiers, though they have also served as means of com-
munication and transport, while many of our country’s most important cities and towns stand on their banks.
Besides this, our rivers constitute one of our most important and most fragile natural networks, since water is
an indispensable and irreplaceable part of our lives.
For this reason, in this new book published by the CLH Group we intend to introduce the reader to our river
basis with the aim, once more, of disseminating knowledge of the main characteristics of our natural surroundings
and contributing to its protection.
To this end, we have once again sought the collaboration of Joaquín Araújo, who has devoted much of his life
to discovering and defending nature and bringing its inestimable values to public notice. His familiarity with our
rivers has led him to write several monographs on some of those featured in this book, as well as a number of books
on water in general. He has also been responsible for numerous documentaries on water.
We have also been fortunate enough to secure the collaboration of the Presidents of our country’s Hydrographical
Confederations, who have given us their informed opinion on the health of our rivers and helped us in our constant
endeavour to protect and disseminate knowledge about our environment.
We feel confident that our collective effort will meet with your approval.

José Luis López de Silanes

Chairman of CLH
 Paths that Walk
… this river lives in Mombassa.
Sidney Pollack, from Out of Africa
A river, even when dry, as is so often the case in
this country, is invariably an excellent circumstance.
Perhaps the best. Among other reasons because the
definition according to which a river is always spring,
albeit very long and narrow, is not a bad one. An as-
sertion that apart from poetic is also scientific, since
flowing waters always create a micro-climate that
mitigates both the heat and cold of other seasons.
Water, wherever it may be, tends to be protective and
fertile, like our springs. Furthermore, it is unlikely
that any other element of the landscape might do
so much and in so many directions as a river. Its
prime function, however, is undoubtedly that of re-
newing, generating the birth of countless opportuni-
ties, as our springs do. In the most striking state of
unbalance, because moving water practically never
exceeds 1% of the surface area of conventional ter-
ritories, which is no impediment to the fact that in
such a tiny percentage we often find up to 50% of
the living beings that inhabit these environments.
This is little, though, in comparison to the extent of
its influence, because every single square metre of a
hydric basin has a direct relationship with its river.
The river is more of a bridge than
the bridge over the river.
To define the dynamic, terrestrial portion of the
hydrological cycle as basic is merely to state the ob-
vious. We should therefore extend this definition to
attain awareness of the fact that a watercourse is a
system at one and the same time of communication
and organisation, and consequently of inner coher-
ence that endows the landscape and its dwellers
with meaning and opportunity.
The unity of all rivers might seem to be a philo-
sophical rather than a geographical concept. But in
order to understand it there might be nothing better
than a memorable passage in the script for Out of Af-
282 rica in which the foreman of the estate belonging to
the protagonist (Karen Blixen), when asked to dam
the current, retorts ‘This river lives in Mombassa’,
when the scene is set 600 kilometres from the city,
that is, at the river’s mouth. This phrase acknowl-
edges what is undoubtedly one of the most forgotten
aspects of our civilisation: natural systems constitute
an organised, self-supporting whole on which any
form of alteration has its impact. Consequently, that
essential unity basins achieve and through which
all rivers flow had and has its place in many of our
minds, and today is an essential portion of ecological
thought. The millimetrical equivalence between all
moments and aspects of flowing water, the decisive
importance of each and every one of its stretches
and their respective volumes, in short, all this may
be included in the following reflection: always the
same, equally important wherever it may be, never
superfluous…
This is an assertion that has yet to be effectively
applied to our management of water, which does not
mean, far from it, that we must not and cannot take
the liquid element from the trees formed by hydric
networks and bring it to our needs, although we
must do so with much more caution and, above all,
with greater reciprocity. We still have a long way to
go before we reach the coherent conviction that we
must clean what cleans us.
While waiting for the time to come when sense
prevails in the way we use the basic elements of life,
in other words, the substance, let us at least attempt
to acquire better knowledge of the form.
Such is the purpose of most of this book. With
this itinerary through all our main hydric basins, my
intention is for the reader to become more familiar
with them and, of course, to encourage everyone,
from the people in authority who have contributed
to this book to the ordinary user, to improve our
relationship with water. Its fragility is as incalculable
as our need for the benefits it provides.
Joaquín Araújo
Vento, Villuercas, Cáceres
Spring 2009
Our rivers
THE TREES OF WATER
Basins, beds and volumes of flow
Indifferent to our knowledge
currents also murmur and, yet,
who does not love them?
Friedrich Hölderlin
O nly too often we go astray in our eternal endeavour
to understand the world. And this is only natural if we
bear in mind that life is also a labyrinth, that network
of networks with its multitude of causes and effects.
But sometimes we are blessed with sublime moments
and places from which we may at least contemplate
that overwhelming and only too often forgotten com-
plexity. From which we may glimpse something of its
meaning. We are provided with one of these rare op-
portunities by the river. First and foremost because its
prime material, water, is simplicity itself. All the rest,
however, everything we know today that must be re-
garded as a river, could not possibly be more diverse,
interrelated and prolifically creative. An assemblage is
thereby created between opposites, between the el-
ementary and the multiple. Between the unique and
the massive. Rather as if the most convoluted and
choral of novels featured a protagonist of such clearly
defined profiles that the plot unravels with the levity
of the primary and, needless to say, of the necessary.
Nothing administers time and space better than water,
for it has always been and will always remain the same
and without frontiers.
The fact is that we shall never manage to discover
everything hidden between the lines of life, much less
to devote to the countless nooks and crannies of the
stage the attention they deserve, and less still to all the
actors who appear on it or peep from behind the cur-
tain. Because to describe a river is to become swamped
by the immensity of its attributes; but at least we have
water, our inestimable guideline, so that the unlimited
cosmos may be endowed with meaning and destiny.
That is, in the same way that some would have it that
chaos begets harmony, we might assert that from the
singular modesty of water the superb plural infinity of
life is born. Life, which we may define as the determi-
nation to begin again; to be, therefore, like the unceas-
ing water flow that consolidates the hydric cycle and
its most wonderful creation, the river. It is by virtue
far more of this unending return than of its degree of
participation – which is massive – in the composition
of beings that absolutely no fissure exists between the
liquid element and living creatures. River and life are
simply the same thing. Or, at least, nothing lives un-
less it is moistened. And what moistens the landscape
is its rivers.
Perhaps what we most often forget about rivers
is that they must be contemplated as an organised
whole, a binding element that endows everything
it links with meaning. Something that unites and
distributes. And to this non-exclusive concept we
should add that of its biological dimension, which
would regard everything it moistens with its waters
as a throbbing network that must be sustained by
much more than water itself. Because rivers are of
life in proportion to the organic matter that reaches
them from what their waters bathe and what falls into
them from above. Thus, for example, we know that
a river may lose up to half its fauna unless millions
of leaves fall into its waters from the trees that grow
along its banks.
Beginning at the end, which in matters related
to water is invariably the same as the beginning, riv-
ers always strive to begin again: they end where they
begin. Nothing comes closer to the ‘endless return’
than water that flows over the surface of the terrestrial
world. A further clear characteristic is their tendency
to converge and descend from the heights to the
lowlands. From the most correct of all viewpoints,
namely the one that contemplates the totality of its
RIVER LENGTH BASIN AREA
BASIN
(km) (x 1000 km2)
Ebro 910
Júcar 500
Segura 320
Guadalquivir 660
Guadiana 780
Tagus 1.010
Duero 890
Miño 310
Main hydrographical basins of the Iberian Peninsula
(M = Mediterranean A = Atlantic)
surroundings, voluminous stretches of river water are
neither more nor less important than their mouths;
the last sections, invariably broader and more hu-
manised than the rest, are in no way superior to the
upper reaches, where the water is joyfully clean and
swift-flowing. In short, by virtue of its cycle water,
that which flows over the planet’s skin, is equally
valuable wherever it may be.
Hence the fact that, despite this chapter’s head-
ing, when we attain a more comprehensive view of
what constitutes a river, we accept that a basin, the
waters that flow through it and the specific course they
follow are essentially the same thing. Or at least aspects
and parts of a whole that invariably needs each and
every one of its parts in the same proportion.
Travelling waters provide a multitude of perma-
nent services, which are manifestly unsurpassable and,
in their vast majority, absolutely free, which immedi-
ately gives rise to two considerations of enormous so-
cial relevance in today’s world. On the one hand, water
is of such high value for the common man that nothing
could be more inadmissible than its privatisation; and
on the other, water must be regarded not only as a pub-
lic asset but also as an unalienable right to be enjoyed
by all the inhabitants of this planet.
To acknowledge the many services our rivers
provide, we must allow them to flow in accordance
with an attitude of utmost respect on our part.
On the practical side, let the table above serve to
provide us with those figures which are often the only
thing we understand about our rivers. Fortunately,
the number of those of us who do not regard rivers as
little more than supply ducts is growing day by day.
AVERAGE FLOW
VOLUME MOUTH
cm3/sec
85 570 M unicellular members of the Cyanophyceae class, in-
21 60 M cluding the diatoms, to the long, slender stems of the
16 20 M
57 250 A in our rivers are popularly known, comprise above all
68 210 A
81 600 A that live almost entirely under water is the water
98 770 A crowfoot, characterised by its ability to create those
18 400 A
THE WETTEST LIFE
The fauna and flora of our rivers
I am close to the origins of the earth.
I feel the pulse of flowers.
I am familiar with the damp destiny of water,
the green customs of the trees.
Sohrab Sepherí
P ractically all living beings contain water in huge
quantities. To live, indeed, is to be a wineskin, dis-
guised to a greater or lesser degree, certainly, but
invariably dominated by the need to drink. We all
therefore form part of the river of life, however far
we may be at times from flowing water. Little could
be more stimulating than contemplating ourselves in
what we are, in other words, in water. Furthermore,
there are many living creatures that besides contain-
ing water inside are permanently immersed in it,
those that have to live submerged. A twofold delight,
in that the great sustenance should also be the ele-
ment that sustains them, thanks to its density. Living
in the relative weightlessness of the aquatic medium
is, besides the most ancient form of living, one that
continues to embody a sort of coherence. The fact
that the whole and each of its parts is the same thing,
as I mentioned earlier, becomes even more explicit in
this case and adopts its most familiar form for swim-
mers and divers.
All rivers are like spring, though very long and slender.
To this I should add that there is no scarcity of gen-
eralists, that is, species that inhabit several media and
do not, either sporadically or partially, form part of the
communities linked entirely to rivers. For the moment,
however, I shall restrict myself to providing a brief out-
line of the characteristics of our river flora and fauna.
Needless to say, the prominent feature of perma-
nently flowing waters is the vital kingdom of the al-
gae. Several dozen species of freshwater algae may be
found in our river network, ranging from the classical
Potamogetonaceae, via the Cladophora and Myrio-
phyllum genera. The ovas, as the most common algae
species belonging to the Chara genus.
Among the most striking species of those
wavelike manes that the current transforms into
sinuous snakes. It is equally able to carpet enor-
mous extensions of our river banks. Members of the
Callitriche genus apply the same life strategy: their
roots plunge down into the river bed, their stems
grow permanently underwater and their reproduc-
tive organs emerge above the surface. Intense, often
early, spring blossoming is one of the visual gifts
the river offers us. Water-lilies provide relatively still
waters with even more colour, often covering them
completely.
Riverside tree copses, which as I have already
mentioned figure among our territory’s most dam-
aged habitats, represent the maximum degree of
organisation and complexity that we may relate to
our surface waters. Incidentally, their number of
different types reaches a total of fifty, according to
a catalogue recently completed in this country. In
general terms, we may distinguish between three
major groups of riverside copses. On the one hand,
those that thrive beside the cool, clean, fast-flowing
headwaters. These tree formations are dominated
by the alder, a true prodigy, one of whose many
positive functions consists of fixing the soil on the
banks of torrents, which often cause floods of great
erosive power. Equally crucial is its capacity to fix
nitrogen in certain of its roots’ nodules, with which
it proceeds to fertilise, in a completely natural way,
the soil of its domains, something that is easy to
appreciate at first sight for those of us familiar with
these trees. It is far from uncommon to find alders
accompanied by willows and ash trees, elderber-
ries and buckthorns, although almost invariably in
those areas where the waters cease to rush down 283
in torrents and backwaters begin to appear. In the
mountain copses we also find an entangled realm
of brambles, honeysuckle, and sometimes even
dense hazel and holly woods and woodbine.
The most singular of the trees that thrive in the
headwaters of rivers is undoubtedly the Portugal lau-
rel, Prunus lusitanica, a species closely related to the
bay and the rarest tree in this country. A plant that
has managed to keep a handful of habitats for itself
since the Tertiary Period; in other words, it was origi-
nally a contemporary of the dinosaurs.
On the other hand, ashes and willows form the
bulk of riverside woods until the point where the river
 attains full maturity. Not that this means, far from it,
that they cannot be found among the great copses in
this area. Among the underbrush species character-
istic of this strip, besides those I have already men-
tioned above, which form practically uninterrupted
thickets throughout this country, are the common
barberries.
From time to time, however, in the Mediter-
ranean regions we come across what in this coun-
try most closely resembles the tropical rain forest.
Some of the great copses in the middle stretches of
the Duero, Tagus, Guadalquivir and, in particular, the
Ebro manage to create that kind of splendid chaos of
intricately arranged tree trunks that form impenetra-
ble masses. A world dominated by shade and damp
in which a splendid community of fauna invariably
thrives, a community that includes many of the spe-
cies we find in the other kinds of woods in our natural
surroundings.
In the third place, when the salt content of the
water rises slightly, as in many stretches of the Gua-
diana, the dominant tree is the tamarisk (known in
Spanish as the taray, taraje or tamarindo), with its
characteristically slender sparse foliage.
The banks almost invariably provide the habi-
tat for dense masses of reeds and bulrushes, which
further diversify the characteristics of the land imme-
diately adjacent to rivers and increase its capacity to
accommodate animal life.
Our rivers mark a clear distinction between the
three major areas into which zoologists convention-
ally divide their courses. Although the recent ten-
dency is to reduce this division from three to two,
a simplification that may be regarded as appropriate
given the fact that when they leave the mountains
behind, almost all our rivers acquire a notable degree
of uniformity until they reach their mouths, where a
further zone may be distinguished: that which is af-
fected by the tides, where the brackish waters allow
for the presence of many sea fish and other marine
organisms.
The headwaters of our rivers are also referred
to as the rhithron or, in accordance with the natural-
ist tradition, the ‘trout region’. However it may be
named, it is the stretch where the water is clean, fast-
flowing and cold and where its communities, both
284 botanical and zoological, survive practically intact.
That is, its original denizens still flourish here almost
without their numbers having dropped, although this
certainly does not mean that the primordial condi-
tions have not been substantially altered. Indeed,
restoration of original river beds is currently being se-
riously considered with the elimination of a number
of dams, irrigation dams, irrigation channels and
caseras. An encouraging, surprising initiative which
has led in many countries to what seemed to be im-
possible, namely the disappearance of a small portion
of public works linked to water courses. And the first
positive effect is felt by the prevalent species: the fact
that they can swim up these upper reaches in search
of the best places to spawn. One of the first effects
of dams, when they are not provided with fishways,
is that they prevent fish from swimming up rivers, in
clear detriment to their breeding habits.
The species that live in these precipices of water
are resistant to precisely what defines this stretch of
the river, the astonishingly fast flow of its currents.
Generally speaking, insects are endowed with pow-
erful systems of adherence to the almost invariably
rocky beds of watercourses. Often it is pebbles that
provide refuge from turbulence. Prominent among
the invertebrates that live in these habitats are caddis
fly, dragonfly larvae and mayfly larvae, the great diving
beetle and the larvae of horse flies and other dipter-
ans, including the only too familiar mosquito. Promi-
nent among the vertebrates are all species of newts,
some of which even manage to characterise the com-
munities of the Alpine level of our highest mountains,
such as the salamanders and some species of frog, like
the Iberian frog and the European common frog. Be-
sides trout, which provide the region where rivers are
born with their name, other fish that thrive here are
the chub, the occasional bogue and the south-west
European nase. Mammals exclusive to white water are
rare, although those that manage to survive in these
fast-flowing streams figure among the most original
that inhabit these latitudes. This would be the case of
the Pyrenean desman and the water shrew. Two bird
species thrive in the company of these restless waters:
the white-throated dipper and the grey wagtail. This
does not mean that a host of other copse-inhabiting
birds do not find opportunities here, although they
are all forest dwellers.
Recently, the exotic American mink has come
to inhabit the upper stretches of the Guadarrama,
Galicia and Gredos, another species that once having
managed to escape from captivity has adapted per-
fectly to our rivers and their surroundings.
When travelling waters swell and become calm,
their capacity to create habitats increases immensely.
Among other aspects, evidently linked to the amount
of liquid available and its extension, in terms both of
length and depth, what changes most in comparison
to the headwaters is the availability of nutrients. Riv-
ers almost invariably carry down vast amounts of or-
ganic matter, which leads in turn to an enormous in-
crease in the number of organisms that need it. Those
that complete the food chain, needless to say, are the
fish, which are represented here fundamentally by
the family most commonly found in our continen-
tal waters, the Cyprinidae, which includes carps and
barbs, tench and Iberian chub, south-west European
nase and bogues…
The most common frogs, the Iberian ribbed
newt and water snakes provide the mature stretches
of rivers with their amphibian and reptilian note. The
birds most common to the middle stretches are by
now fully aquatic, their main representatives being
herons, coots, a few species of duck and water rails.
In the reed-dominated world of river banks live a
handful of specialists, such as the reed warbler, the
bearded reedling, the Savi’s warbler, the nightingale
and the streaked fantail warbler.
Mammals are represented fundamentally by the
water rat and, above all, the European otter, a great
hunter of the Mustelidae family and one of the most
successful examples of hydrodynamic design, thanks
to which water has managed to model an animal to
the point where it is transformed into a wave that
slides through the currents.
WOUNDED WATERS
The Health of our River Courses
They cut our course, river of mine,
they confined us behind sturdy walls,
they stole vegetables from our banks,
they no longer let us
play in the valley!
Miguel de Unamuno
A colossal disproportion exists between what they
do and what they do it with. Indeed, nothing could
be more important than our watercourses while
nothing could be greater than their insignificance
in terms of the total proportion of land they occupy.
Equally deep is the abyss between the common
sense with which we should be compelled to use
the moving paths of water and what they carry, and
current relations between society, the life-giving liq-
uid and its main scenarios.
Rivers and extensions of fresh water, in point
of fact, occupy just under 1% of our country’s total
land surface. Nonetheless, their fertilising capacity
encompasses practically the whole of it. This is the
other side to what cities achieve, for though they
account for a mere 4.5% of Spain, in one way or an-
other they exert an influence on the totality. In this
case quantity, therefore, is not the only yardstick to
measure by. There could be no better token of one
of the facets that most precisely define nature in
general, namely the fact that spontaneous systems
do so much with so little. Hence the fact that it
is so paradoxical, not to say inane, that our rivers
enjoy so little protection. One of the indicators that
provide a diagnosis of our continental waters’ poor
state of health refers to their fish populations, for
around half – according to some authors just over
50% – of the species that swim in our waters are
there by virtue of the will of some human individual
or other, not of the complex decisions of the history
of life. The proliferation of exotic organisms in our
continental waters has led to an impoverishment of
the living community as a whole. Indeed, some in-
troduced species have caused enormous distortions,
even havoc, among native populations. And one of
the many reasons for this is the fact that in such ir-
responsible introductions exotic species predominate
that prey on other fish. Salient cases in point would
be those of the pike-perch and the pike. The following
table provides us, at a glance, with an overview of the
alterations to vertebrate communities in our rivers:
NATIVE SPECIES
BASIN
No. %
Inland basins, Catalonia
Ebro
Eastern basins
Júcar
Segura
Southern basins
Guadalquivir
Guadiana
Tagus
Duero
Miño
Northern basins
Exotic species
As if this were not enough, we must here include a
number of non-indigenous plants, some of which
threaten the integrity of the living communities
linked to our fresh waters. The best known case is
undoubtedly that of the water hyacinth, originally
from equatorial rivers, whose growth capacity is so
colossal that it may double its size every 24 hours.
The phenomenon is unforgettable that took place
four years ago in the middle stretch of the Guadiana,
when dozens of tons of this plant were extracted at
an astronomical cost, both economic and environ-
mental. Heavy machinery had to be used to literally
scrape the surface of the water, and even the river bed
was not left unscathed.
Even so, the most disturbing invasions are those
in which invertebrates play the leading role. The best
known and most spectacular of these is the zebra
mussel, which originates from the areas of the Cas-
pian and Black seas. Their most destructive aspect
is their portentous breeding capacity, which allows
them to reach densities of up to 150,000 individuals
per square metre, covering with their shells all kinds
of surfaces in contact with water and even manag-
ing to block pipes, channels and water wheels, with
the added danger that the knife-sharp edges of their
valves complicate even the simplest extraction op-
erations. Furthermore, the propagation of the zebra
mussel is almost irrepressible as from the moment
when larvae and eggs travel from one basin to another
on the soles of boots, on the hulls of boats and even
on the bodies of fish captured by anglers.
Another form of damage that is rarely taken into characteristics have been preserved intact may be
consideration is the invasion of water domains by di- counted on the fingers of one hand.
rect use on the part of humans. The most common Water pollution is the most serious factor affect-
example would be when these domains are given over ing this country’s rivers. Although the task of intro-
to cultivable land, the outcome of which is almost ducing nationwide treatment plants has been a long
invariably destruction of riverside vegetation, espe- and arduous one, we still fail to comply with compul-
cially copses. Much more serious is the invasion of sory European regulations.
Sufficient consensus has yet to be reached over
EXOTIC SPECIES contaminating processes of surface waters. Despite
the spectacular increase in water quality control meth-
No. %
ods, despite regulations and protocols, and above all
14 50,0 11 39,3
despite huge investments in water treatment plants,
21 53,8 17 43,6 everything seems to indicate that we still need more
15 60,0 9 36,0 stringency, more tenacity and, above all, more con-
trol over effluent that even now continues to evade
12 48,0 11 44,0
almost all detection systems.
8 53,3 5 33,3
13 61,9 8 38,1 Water was the first mirror and continues to reflect the
true countenance of our civilisation.
17 68,0 7 28,0
17 63,0 9 33,3 Within what might be regarded as the essential
debate on the cleanliness of waters, it is no secret that
15 55,6 11 40,7
our governments, and above all the central one, on
11 45,8 10 41,7
which most surface waters still depend, have been
11 61,1 5 27,8 penalised time after time by the European Economic
Community for the poor state of our rivers. Even
14 56,0 8 32,0
more devastating is the fact that the waters of the
middle and lower stretches of Spain’s seven major riv-
terraces immediately adjacent to rivers by buildings, ers have been declared totally unsuitable for bathing
since they all run the risk, sooner or later, of being and drinking throughout the hot summer months.
inundated by exceptional rises in the water level. Equally relevant is the figure, so often repeated,
Returning to the river banks, it would not be of up to 300,000 uncontrolled effluent outlets along
inappropriate at this point to stress once again the the 75,000 kilometres of our major water courses.
importance of riverside groves and copses. In the first In any case, the fundamental debate continues.
place, they must be understood as a fundamental part It remains to definitively establish and accept the
of the river system; consequently, the same thing. basic criteria governing management of life support
However, as in the case of many other aspects related systems, which others call sustainability, of what pro-
to natural systems, nothing could be more efficient vides life, which many call sustainable, a word that
than the ways in which they manage to protect them- has been betrayed so often that it has lost much of its
selves. Indeed, the copse is the best means to prevent effective communication power.
the rise in water level from destroying the channel It is a question of changing viewpoints and
the river has gouged out for itself and threatening the criteria and anticipating high costs by applying the
survival of its life forms. Among the most pressing powerful tool of common sense. When something is
tasks, though invariably dependent on this country’s respected, it is also looked after. Looking after water,
environmental panorama, is the overall restoration of first and foremost, involves saving in order to gener-
riverside woodland, above all in the middle stretches ate abundance.
of the big fluvial courses. To a considerable extent, 285
these are also assaulted by an exceptional proliferation
of platforms for the extraction of aggregates. The exca-
vation of river banks, above all in the vicinity of large
cities, is a major worry for the defenders of surface
waters. The pressing need to restore these quarries
sometimes results in the creation of a kind of wetland
which, though artificial, is nonetheless immediately
colonised by a wide gamut of water fauna and flora
species.
In any case, we continue to await the declaration
of some stretches of rivers, or even entire tributaries,
as national parks, especially if we bear in mind that
those rivers over 100 kilometres long whose natural
 THE CATALAN RIVERS
Serene enthusiasm
Now that I am all alone and it is night outside
I write to you just to tell you that things
have changed in no way since we parted,
that trees die slowly, as ever,
and the river follows its everyday course.
Miquel Martí i Pol
They are short, that is, their main courses are under
one hundred kilometres long, almost invariably with
an average volume of water and, although predomi-
nantly Mediterranean, their levels drop only slightly.
Furthermore, they meld in well with what is an already
highly modified rural landscape. At the same time,
they may be regarded as the set of medium-sized rivers
with the greatest hydroelectric potential on the entire
Peninsula. Though damaged by the colossal industri-
alisation of Catalonia, in general terms they are at an
advanced stage of recovery thanks to the care currently
being lavished on them. They cannot boast about their
fauna, which is scarce and practically unvaried. These
are the broad characteristics of Catalan rivers north of
the mighty Ebro.
Another of the peculiarities of these water
courses is their ability to flow, almost to climb,
westwards, to perforate the rocky barriers of the
pre-littoral ranges in a backward tunnelling proc-
ess, that is, back towards their sources, which
rejuvenates their beds while gaining territory for
drainage and lengthening their courses. In short,
they are relatively active, rejuvenating rivers al-
though undergoing clear stabilisation in their final
stretches. They all benefit from the springs in the
aforementioned highlands, and a few from those
in the Pyrenees. Their middle and lower stretches,
those that flow towards the littoral plains having
previously overcome elevations, are characterised
mostly by a profusion of riverside copses. The
strictly Catalan rivers show a certain tendency to
form pairs: the Muga and the Fluvià, the Ter and
the Tordera, the Besòs and the Llobregat, and a fi-
nal quartet south of Barcelona, that is, the Foix, the
286 Gaya, the Francolí and the Cambrils. They all flow
in the same direction; consequently, they are strik-
ingly homogeneous. Indeed, they rise in the north-
west and run south-east, a logical consequence of
the alignment that in times gone by was referred to
as the inland Catalánidas.
Despite the common characteristics shared by
most of the rivers that travel Catalonia from the west
to the Mediterranean, as invariably happens their in-
dividual peculiarities provide relief from homogene-
ity. If nature generates an infinite number of nuances,
those that water engenders on its travels surpass
those of any other environment.
Aiguamolls*1
, ever resounding with evocative harmony.
I regard this word as one of the most beautiful in the
Catalan language, as if it announced with precision what
it names. The beauty of nature infects the word, which
is invariably abstract and symbolic, with only a few
exceptions such as this one. The term aiguamolls brings
to mind what H.S. Krhunct said, namely that ‘water was
beautiful before beauty existed’, although the other way
around. The word is by no means unworthy of what it
identifies.
Since this book runs clockwise, I shall begin
with the rivers at the extreme north-east of the Penin-
sula, in other words, those that reach the sea in the
Gulf of Roses.
The Muga is nurtured by a genuine mesh of
Pyrenean torrents, which means that it never dries
up, since the mighty range remains snow-capped un-
til well into the summer. All these torrents converge
on the plain of the Empordà east of Figueres, and
none of them is regarded as being over 40 kilometres
long.
Between the mouth of the Muga and the Flu-
vià stretches one of the country’s most fertile coastal
plains, which on the coastline is transformed into
the Aiguamolls of the Empordà, now a natural park,
which has made the recovery possible of one of the
Mediterranean’s finest wetlands. The Fluvià, which
is 70 kilometres long, receives contributions of water
of extraordinary importance from the volcanic forma-
tions of Olot, undoubtedly one of Catalonia’s most
fascinating landscapes. These highlands are char-
acterised by high percentages of rainfall, hence the
presence of beech forests in this region. One of the fa-
vours for which we must thank the Fluvià is its having
exposed impressive basalt packages to view, vestiges
of tellurian activity in the area, which included formi-
dable eruptions. Then the river shares the behaviour
of its brother and enters the Empordà plain, passing
through Besalú, one of Europe’s best preserved com-
plexes of medieval architecture.
The Ter, which is 125 kilometres long, is the
most important river in the province of Girona. It is
generously nurtured not only by the Pyrenees but
also by the Serra del Cadí, which reaches a height of
almost 3,000 metres, not only in the form of melting
snow but also of the rainfall in what is one of Cata-
lonia’s wettest regions. We need not be surprised,
therefore, that the Ter has an acceptable volume of
water almost all year round, even in the hottest sum-
mer months.
The Ter is also one of the best examples of ba-
sin expansion thanks to its ability to deepen its bed
backwards. Having passed through the capital of the
province, creating one of the landscapes that best il-
lustrate the successful meld between a river and a
big city, the Ter enters the Vic plain. It reaches the
* Wetlands
sea at L’Estartit, just opposite the Les Medes archi-
pelago, which it nurtures with its organic matter on
which the marine fauna that may be observed there
thrives.
The Tordera is of far more modest dimensions,
since it is only just 50 kilometres long. Nonetheless,
it enjoys one of the most beautiful and emblematic
origins, the mountain range of El Montseny, now a
natural park and one of Catalonia’s best preserved
areas. The appearance and characteristics of the Besòs
closely resemble those of the Tordera, although its
close ties with the most highly populated and indus-
trialised Catalan city confer upon it crucial economic
and social importance.
The Llobregat rises practically adjacent to the
source of the Ter in the former’s northernmost branch,
the Cardoner, though it subsequently swerves south-
wards to flow almost entirely through the province of
Barcelona, above all as it passes through the Berga re-
gion and as it brushes past the foothills of Montserrat,
the country’s spiritual centre. Then it enters the flat
depths of El Penedès and passes through Martorell,
where it is generously fed by the Anoia. This river,
almost 150 kilometres long, supplies the Catalan
capital with much of its water, although in the past it
was one of Spain’s worst cases of water pollution, and
while not all the old problems arising out of its abject
mistreatment have been solved, at least a substan-
tial proportion of the damage has been repaired. In
this context, a major achievement is the recovery of
some of its final stretches, particularly the La Ricarda
lagoon. Whatever the case, of particular importance
is the fact that much of its delta is given over to inten-
sive agriculture.
The four shortest and driest of Catalonia’s riv-
ers flow in comb formation through the province of
Tarragona. Some actually dry up completely during
the hottest months. The Foix acts as the boundary
with the province of Barcelona. The Gaya provides
extensive agriculture on the plain of Tarragona with
irrigation, a service which the Francolí completes in
the regions around Reus. Finally, the Cambrils, which
flows into the sea near Salou, is the most seasonal of
all Tarragona’s small water courses.
THE EBRO
Lifelines
I am assaulted by rafters,
dams, light roe deer
and in meadows of new water,
and in favour of Aprils,
they go away to Zaragoza
juvenile,
the rafts go away
like the days of the soul.
Rafael Sánchez Mazas
In a tremendous rush of water, no fewer than 500 litres
per second, the Ebro is born in the Cantabrian heights
of Reinosa, which in fact are very modest, indeed very
low, only some 900 metres above sea level, which
means that the gradient of this moving path, which
reaches the sea some 1,000 kilometres further down, is
practically imperceptible. Consequently, the Ebro flows
very slowly, descending just under one metre per kilo-
metre of its length. And all this, furthermore, from its
very source. But it flattens out even more as it departs
from its big capital, Zaragoza, which stands at under
one hundred metres above sea level, and the Ebro still
has practically 300 kilometres to go before it eventually
dissolves in the Mediterranean.
We are persuaded by recent studies that what in
fact rises to the surface at Fontibre is an upwell from
a major subterranean aquifer that stretches beneath
much of the high valley in the set of enclaves on the
southern slope of the Cantabrian range. We might
surmise that all these waters have as a reference to
their pre-birth one of the most famous summits of
these mountains, the Tres Mares (Three Seas) peak,
so called because it constitutes the source of the river
Saja, which flows into the Cantabrian through the
province of Santander; the Pisuerga, which joins the
Duero before the latter reaches the Atlantic; and of
course the Ebro, which flows eastwards in search of
those coasts where most civilisations were born. At its
very source, the Ebro contains more water than any of
the other rivers on the Peninsula, as is only natural giv-
en the number of favourable circumstances that come
from all possible points. We should bear in mind that
it is fed by water from almost all the southern slopes
of the Pyrenees, and its waters are further swollen by
all the runoff from the northernmost regions of the
high Castilian moorlands. Another huge contribution
to the Ebro is provided by the streams that, from the
Iberian system, flow towards the north, above all in
the Autonomous Community of La Rioja. And nei-
ther can we overlook the waters that flow down from
the less extensive mountain ranges such those of El
Moncayo, Guara, Vicort, Javalambre, Montsech and
Matarraña.
Since many of the above mentioned enclaves
are of more than substantial height, the reserves of
water held in the winter snows guarantee uninter-
rupted flow, although this does not mean that the
Ebro is immune to the formidable drop in water
level characteristic of Mediterranean summers. As
soon as it sets off on its itinerary, it captures all the
waters of the Híjar and the springs of Peña Labrada.
Once it has departed from Reinosa, it begins to flow
slowly over its broad bed through luscious meadows,
though it is almost immediately transformed into a
vast expanse of still waters. The Ebro reservoir is the
largest of any that lie in the initial 50 kilometres of
any of our big rivers. No fewer than 6,000 hectares of
flooded surface area whose water level remains prac-
tically constant all year round, given the reliability
of nearby springs, and providing a major habitat for
wildfowl and fish. The Ebro flows a total of just over
60 kilometres through its Cantabrian domains, the
only place where it begins to move southwards rather
than eastwards, specifically through the fertile lands
of Valderredible, one of those spots where life reveals
only its affable countenance.
The Canyons of Burgos
Having lapped for millions of years the enormous
limestone formations that today constitute its Bur-
gos stretch, the Ebro has here managed to create its
most beautiful tract. We all know that moving water
embellishes everything it licks, but when the ob-
ject of this action is rock, besides revealing a greater
range of colours and combining the profusion of
impeccably pure foam and the thousand murmurs
of its leaps and bounds, the river invariably reaches
the heights of landscape quality. Cliff faces soar up
to a gallery over one hundred metres high, featuring
two constructions that even further embellish the
environment, namely steps which, transformed into
ledges, have been intensively colonised by wood-
land, a garland spilling over the edge in strips of
greenery that contrast with the white, ochre and
ash-coloured limestone which, like the best of sap-
pers, the Ebro has sculpted in these totally inacces-
sible canyons.
It has taken this mighty river ninety million
years to descend to its current level, beginning at
a rocky landscape, certainly, though as completely
flat as a table, which we now travel to approach its
sheer precipices. Possibly the most striking aspect of
these spots is that they provide refuge for a series of
woods as long and narrow as the river itself. Because
the three great ledges that characterise the Ebro’s
Burgos canyons are completely carpeted by an unin-
terrupted forest mass that follows the same layout as
the waters, though hanging suspended between two
portions of vertical rock. Since man has hardly ever
set foot in these places, it need not surprise us that
the trees that grow there attain colossal dimensions,
or that the fauna that thrives there is truly spectacular,
featuring some of the rarest animal species on the
continent.
Orbaneja del Castillo is a place impossible to
forget, in the first place because it is a village where
vernacular architecture combines in unquestionable
harmony with a fast-flowing torrent that rushes to-
wards the Ebro through the very centre of the urban
nucleus, where it even forms a set of magnificent
cascades. At the same time, the precipitous elbow
that encircles this corner marks the beginning of a
deep meander that almost sends the Ebro back from
whence it has come, while at the top it is character-
ised by a sharp profile of limestone that recalls medi-
eval fortifications and hold those people spellbound
who manage to penetrate these practically inacces-
sible spots. We should bear in mind that the aver-
age breadth of the Burgos canyons through which
the Ebro flows barely exceeds three hundred metres,
which means that everything – water, riverside copses
and hanging forests, roads and villages and a sub-
stantial number of kitchen gardens – is contained in
this narrow strip. Stretching out on the southern side
are the moorlands of Lora and Masa, which consti-
tute one of those extremely harsh landscapes domi-
nated by a severe climate that nevertheless provide a
source of relaxation by virtue of their seclusion and
high-quality conservation. Such characteristics reach
their greatest degree of magnificence in the Obarenes
mountains, down which a few rivers flow into the
Ebro, gouging out rock faces on their way. One of
these is the Rudrón, one of the finest tributaries of
the great Spanish water course. The Nela, for its part,
generates countless evocations. Its source is in Las
Merindades, another region in which to escape from
the world or at least to feast our eyes on their best ally,
beauty, such as the incredible arch of rock beneath
which the Nela flows on its passage through the vil-
lage of Fuentedey. The Oca, on which the more than
historical town of Oña stands, makes its own sub-
stantial contribution to our river. Equally magnificent
to contemplate is the La Horadada defile, thanks to
which we understand, from the level of the waters,
what they are capable of sculpting through the use of
only one tool other than themselves: time.
The Ebro in La Rioja and Navarre
The most voluminous of Spain’s continental waters
flow through a territory that administrative division 287
policy has decided to transform into a frontier: part
Basque, part Castilian and soon to be Riojano. But with
a backwater of especial landscape interest, the Sobrón
reservoir, with its succession of rocky walls far more
modest than those described in the upper part of this
Burgos stretch.
When it leaves the Sobrón reservoir, it becomes
even more obvious, in this area where the provinces
of Burgos, Álava and La Rioja almost coincide, that
the Ebro begins to reveal what will be its essence:
wide beds, gentle slopes and much human activity
on its banks. The gateway here is unquestionably
Miranda de Ebro, a city whose vocation is to play
 the part of a communications hub, a vocation more
than successfully fulfilled thanks to the combination
between history and geography.
Returning to the prevailing relief, few mountains
now remain through which the Ebro will have to
tunnel. Indeed, what now lies ahead is a substantial
number of plains; consequently, a long stretch to be
covered slowly, unhurriedly, on its way to the coast.
Slowly, though well nourished, because the Ebro
continues to be generously fed by a vast number of
streams that flow from the south, namely the run-
offs from the Iberian mountain system. Several major
tributaries have assumed the task of ensuring that the
territorial modesty of La Rioja is more than offset by
those bountiful springs that rise in the La Demanda
and Cameros ranges, where the sources of at least
six important tributaries lie. And all of them, I stress,
in what politically corresponds to the Autonomous
Community of La Rioja. They are, specifically, the
Oja, the Najerilla, the Iregua, the Leza, the Cidacos
and the Alhama. The capital of the Autonomous
Community lies on one bank of the Ebro, which
on the other side is fed by none other than the Ega
and the Arga, rivers that make the first contributions
from the high mountains in the north, in this case the
Andía range in Navarre.
Soon the great river will once again act as a
boundary, this time between La Rioja and Navarre,
coinciding with the combination of two of the most
important and imposing aspects of this watercourse:
on the one hand, an almost uninterrupted chain of
copses, genuine emporia of fauna and flora, and on
the other the continuous succession of alluvial plains
that constitute cultivable land of unequalled excel-
lence. Indeed, the agrarian produce of the lands of
La Rioja and Navarre that lie adjacent to the Ebro
is of magnificent quality and has been for centuries.
Lodosa, Calahorra, Alfaro and Tudela are names that
in themselves certify the productive capacity and ex-
cellence of the Ebro’s market gardens. When father
Iberus flumen receives its most historical tributary,
the Aragón, which is entirely Pyrenean, we are in the
presence not only of one of the most copious tribu-
taries that drain much of Navarre but also of the river
that lends its name to the community into which the
Ebro will soon flow.
288 Soon these paths of water run into a surprise,
something that might even be regarded as their op-
posite. This will not be the last time, but among all
the countenances of the Ebro that mark its most
striking contrasts is its passage through Las Barde-
nas Reales, because here the almost invariably volu-
minous river flows through one of the Peninsula’s
most depopulated and deforested landscapes, a vast
comarca of over 200,000 hectares that much more
closely resembles a desert than anything character-
istic of Old Europe, a totally sterile area except for
a few pools and thickets in its most secluded cor-
ners. The remainder of the vegetation is dominated
by esparto grass and thyme, with a certain expanse
of pasture land in spring and sometimes in the au-
tumn, on which herds of sheep graze.
The Ebro of Zaragoza
The Aragonese portion of Las Bardenas Reales is far
from insignificant, constituting a landscape that at-
tracts more photographers than any other, given its
originality and the interplays of light provided by land
stripped of vegetation. Soon, however, the Ebro will
be split, because the canals running parallel to its
main course will become the rule: first the Canal de
Tauste, followed closely on by the Canal Imperial de
Aragón, major irrigation channels that will become
omnipresent until the river reaches the sea. On this
first Aragonese stretch, the Ebro will swell thanks to
contributions from the Arba and the Huecha, the latter
with its source in none other than the isolated Mon-
cayo. Nonetheless, the Jalón will be one of the tributar-
ies whose broad, complex basin will contribute most
notably to making the Ebro what it is. The Jalón rises
at the border with Guadalajara; its source therefore lies
in the Sistema Central. At Zaragoza the Ebro is joined
by the Huerva from the south and the Gállego from the
north, the latter with its source in the high mountains
of the central Pyrenees. We are now, however, in the
domains of the so-called galachos, a typically Aragonese
term applied to the neglected meanders that become
small lakes with an abundance of riverside vegeta-
tion. Several of these, such as Juslibol, La Alfranca and
Cantalobos, are the haunts of the most demanding of
naturalists, since they are genuine procreators of a wide
variety of fauna, wildfowl in particular.
Having passed through the capital, which was
also the water capital during the 2008 International
Exhibition, the river of the Iberians meanders with
satisfaction between copses and orchards until it runs
once again into what is apparently a vast wasteland:
Los Monegros. But as in the case of Las Bardenas,
the living communities that inhabit these hostile, arid
lands are of such originality that for this reason alone
they should be meticulously preserved. Barrenness,
indeed, conceals veritable ecological treasures.
At Vástago and Escatrón, the course of the Ebro
twists even more, as if attempting to lengthen its itin-
erary in the knowledge that soon it will be brusquely
interrupted. For the Mequinenza reservoir is truly
spectacular in terms of all possible parameters: depth,
volume of water, the topography of its shores, its huge
islands and its exclusive fauna, such as the catfish,
the largest freshwater fish we shall find anywhere in
the Old World. Having emerged from this colossal
reservoir, the Ebro is joined by its major tributary, the
Segre, which is enriched in turn by the Cinca shortly
before flowing into the great river. Soon the waters
after which the Peninsula is named will be Catalan.
Next it is joined by the Matarraña, which drains the
lands of the same name north of Teruel. At Ascó the
Ebro will be required to cool the town’s nuclear pow-
er station just as it opens a way for itself through the
humble spurs of the Catalan coastal range. However,
before bidding us farewell after its long itinerary, it
regales us with its finest feature.
The Delta
On few occasions are we lucky enough to assert that
a subtraction, fruit at least of lack of consideration, if
not crass ignorance, has become an addition and an
opportunity. I put it this way because the hair-raising
deforestation of the mid-lands of Aragon that took
place from the end of the Middle Ages through the
entire Modern Period laid an area bare whose soils,
having been carried down by the Ebro’s tributaries,
were eventually deposited at its mouth. A delta was
thereby created in the space of less than a millennium
that occupied a coastline over 30 kilometres long and
engendered over one hundred thousand hectares of
highly fertile soil offering countless opportunities for
colonisation by both wild and cultural life forms. And
all this in one of the best known shapes, because the
Ebro Delta is one of the planet’s most beautiful, with
its spear head flanked by two huge elongations that,
like ailerons, endow the composition with even greater
elegance. The river’s culminating element is of trian-
gular morphology, the Illa de Buda, which provides a
refuge for the wide variety of fauna species that seek
shelter there. A few lagoons, their spontaneous appear-
ance still intact, are scattered through the Delta, 80%
of which has been given over to agriculture, above all
rice fields and fruit-tree orchards.
The Ebro Basin, Extensive and Intensive
Rafael Romeo García
President of the Hydrographical
Confederation of the Ebro
Iberus Flumen. The Romans already saw it as a
communications artery and settlers on the Penin-
sula took it as their reference to give this territory
its name. This river and its basin, with its 85,000
square kilometres (17.3% of the country), is the most
extensive in Spain and has united and continues to
unite peoples and cultures… It is an intensive basin.
The triangle of the Ebro basin dominates the north-
west of the Peninsula with a 12.000-kilometre river
network that constitutes the most complex and volu-
minous basin in the entire country. To be responsible
for its management is a formidable challenge, as is
the task of providing a summary of it in only a few
lines.
The Ebro basin has been a pioneer in many as-
pects, and fortunately continues to be so. It saw the
birth of the world’s first basin management entity,
which after eighty-three years of existence continues
to be a place of encounter for those who use and ex-
ploit water. The Confederación Hidrográfica del Ebro
emerged as an example of a participative, democrat-
ically-run body whose decentralised processes of de-
cision making has served as an example for Spain’s
water management system as a whole.
Furthermore, history has endowed the basin
with some of Spain’s first great engineering works,
foremost among which is the Canal Imperial de
Aragón, although other important examples include
the Canal de Aragón y Cataluña, which recently cel-
ebrated its one-hundredth birthday and has served to
change the social and economic landscape of a terri-
tory that comprises two communities.
Many of the projects — past, present and future —
conceived and executed for this basin are character-
ised by ‘straddling’: straddling townships and commu-
nities. Indeed, with its nine autonomous communities
and 1,715 townships, this is only to be expected. Hence
the fact that the notion of consensus is essential to
this territory and has been the driving force behind
many undertakings.
Included among these is management of forty
state-run reservoirs, to which we may add others
managed by hydroelectric companies or owned by
other authorities or associations of regantes*,2 and
the exploitation of seventeen great canals, some of
Europe’s largest, in irrigation farming areas. Thanks
to these, the irrigation is possible of up to 783,948
hectares together with the supply of 6,000 popula-
tion nuclei.
Present and Future Prospects
This organism, however, has always been and con-
tinues to be more than just civil engineering. Many
other aspects have restored this basin to its position
at the forefront. The Ebro is Spain’s only great Medi-
terranean river, which means that its management is
governed by a number of particular characteristics,
and those of us who live along it, often in the basin
itself, must accept the consequences of both drought
and floods.
In order to attain hydraulic excellence in con-
trol, the development of technologies has been an
objective on the Ebro. Crucial in this context is the ap-
plication of the Sistema Automático de Información
Hidrológica, a remote control network that makes it
possible to speed up the decision-making process.
It includes a total of 148 control stations on riv-
ers, 56 in reservoirs and 214 on canals, combined with
rain gauges and thermometers to improve knowledge
of the basin’s resources. The Ebro’s SAIH system has
been combined with the Sistema de Ayuda a la De-
cisión, a contemporary flood prevention model that
places us at the forefront of innovation in terms of
management mechanisms. Furthermore, all the in-
formation about the basin generated by this system
* Regante: one who has the right to exploit water from a
canal or other sources for irrigation purposes.
is available to the public through the www.saihebro.
com website, thanks to which real-time consultations
are possible of the evolution of water levels and re-
serves.
Similar progress has been made in the control
of gross water quality. Over the past thirty years a
network has been developed that includes stations
that monitor the state of surface water and ground-
water masses, of protected areas (domestic water
supply) and the degrees of radioactivity, dangerous
substances and pesticides.
The present and future of this basin is deter-
mined by the new challenges posed by the EU Water
Framework Directive for the recovery and protection
of our water masses. Evidence of this is the Confed-
eration’s new Área de Gestión Medioambiental (En-
vironmental Management Department), instituted
in 2004, which has developed major projects such
as the rehabilitation of wetlands and riverbanks, a
prominent example being the Plan de Riberas (Urban
Riverbank Plan) for the 2008 Zaragoza EXPO.
Above all else, however, this basin is a natural
gem: from Cantabria to the Delta, from its Pyrenean
lakes and mountain streams to its magnificent right-
bank tributaries, such as the Jalón and the Matar-
raña. Those who wish to discover these exceptional
landscape features may do so by taking one of the
grandes routes fostered by the Ministerio de Medio
Ambiente y Medio Rural y Marino (the Spanish Min-
istry of the Environment), the GR-99 Camino Natural
del Ebro, a promenade through our natural history
and culture along which the Ebro, that uniquely ex-
tensive and intensive basin, continues to provide a
source of inspiration.
THE BALEARICS
A Hydric Arrhythmia
There was no unfolding and no gaze.
It was the negation of life, a state of nullity,
the silence of the river deprived of water,
the clarity of a sky stripped of blue
and yet still the sky.
Pere Gimferrer
A mere glance at maps of the islands tells us practi-
cally all we need to know. The word ‘river’ appears
nowhere; what does appear, and very appropriately, is
the term torrente. And so it is. The Balearics consti-
tute a living system in which surface waters are very
scarce, flowing only a handful of times throughout
the yearly cycle. The surprising fact, however, is that
when exploring this exquisite mosaic, at every step
we come across dry river beds and bridges, the former
constituting traces of the colossal floods that occa-
sionally, during rainy winters or unexpected storms,
transform specific corners of the islands into victims
of almost catastrophic deluge. Even more sporadi-
cally, seasons of more copious, uninterrupted rainfall
lead to the emergence of streams. In any case, the
subsoil is of no help, since being of a limey nature it
soon soaks up any incipient watercourses. Or quite
the contrary.
In the archipelago of Cabrera you witness how much
nature can do with so little. Almost without water,
it engenders fruit-tree orchards. What is completely
isolated attracts crowds. Further evidence of the fact
that life so often attains the impossible.
Only those who have had the good fortune to
contemplate the vigorous springs, veritable prodigies
of splendour, in the centre of Mallorca, or to visit the
heart of the small island of Cabrera, a paradigm of
aridity, may formulate a clear idea of the nature of
the Balearic hydric system. The rule, I stress, is the
absence of permanent, voluminous watercourses.
However, this rule is fortunately broken on relatively
frequent occasions to disrupt any attempt at calcula-
tion. Because heavy seasonal downpours and periods
of somewhat more regular rainfall are much less cer-
tain to occur than on the Peninsula. Menorca enjoys a
greater degree of rainfall thanks to its more northerly
situation and the fact that it comes under the influ-
ence of the Tramuntana mountains.
Down the steep slopes of the Serra de Tramun-
tana, which occupies almost the entire northern
façade of Mallorca, with peaks high enough to be af-
fected from time to time by blizzards, flow a handful
of torrents that often become transformed into a suc-
cession of isolated pools. These provide the habitat,
incidentally, for one of the smallest and rarest am-
phibians, the Mallorcan midwife toad, famous for its
having been literally rediscovered only three decades
ago, when it was regarded as extinct.
Another of the peculiarities of the unpredictable
hydric network of these Mediterranean islands is that
they form part of the coastal lagoon systems, that is,
of the classical albuferas. Mallorca boasts one of the
most important of these, S’Albufera at Alcúdia. These
lagoons are the result of a process of occlusion of an
inlet by the sand carried along by marine currents. 289
Then, with the mixture of waters, those of the cor-
responding torrent and those of the sea, a swamp is
formed with vast reed beds. S’Albufera occupies some
500 hectares, on Mallorca’s lowest lands on what is
its northernmost coastal perimeter if we except Pol-
lensa and Cap Formentor. Fresh water is provided by
two torrents, those of Sant Miquel and Muro, which
some years never dry up completely.
On Menorca, torrents are equally sporadic, and
a major feature here is the albufera of El Grao.
On the smaller islands, all the characteristics I
have described for Mallorca are accentuated, even on
Menorca, which though it receives conventional rain-
 fall on a far more regular basis, it has practically no
permanent watercourse. Ibiza and Formentera, the
sunny Pitiuses, share an extremely dry Mediterranean
climate. Often the only sign of the presence of water
on the land is that provided by the salt pans, which
obviously bear no relationship with flowing surface
fresh water.
Those of us who have had the good fortune to
become familiar with places such as the archipelago
of Cabrera, now a national park, are aware of the ex-
traordinary dearth on some islands of direct hydric
resources. Indeed, on the islands that form this archi-
pelago it is absolutely normal not to see even a single
watercourse throughout most of the year. In fact, the
islanders depend greatly on subterranean water for
their daily needs. Only when storms hit these tiny
portions of land do we witness the most colossal
and sporadic manifestation of water, the tremendous
spates that rush down the dry river beds with the ca-
pacity, for a few moments, even to make people miss
the prevailing drought.
THE TÚRIA AND THE JÚCAR
Serene enthusiasm
On a pleasant beach,
to which the Túria offered pearls
of its fine sand,
and the sea of Spain covered with crystal
Lope de Vega
A part from the fact that they flow into the sea just
over forty kilometres from each other, these two riv-
ers have much more in common. In the first place,
because the distance that separates their respective
sources is even smaller. Thanks to both, together
with the Tagus, the high Montes Universales, near
Albarracín in the province of Teruel, constitute the
country’s most outstanding set of sources. Fur-
thermore, this is where the Cabriel, the Júcar’s
most voluminous tributary, also rises. The fact that
290 four major watercourses share practically the same
source is a truly exceptional phenomenon. In any
case, I shall restrict myself here to describing the
main characteristics of two of the most voluminous
rivers in the Levante region, this time in reverse
order. For once, though in the remaining chapters
of this book we follow the conventional journey
of flowing water from its birthplace to its mouth,
here we shall do so in reverse, from the shores of
the Mediterranean to the places where they rise.
There we shall find the springs of the Júcar, which
we shall follow to literally return very close to Va-
lencia, making a major diversion through the lands
of Cuenca and Albacete.
THE TÚRIA
As practically everyone knows, the Túria becomes
Mediterranean in the city of Valencia, not at its original
point but artificially diverted to avert the catastrophic
floods that in the past devastated the capital of the
Community of Valencia. I must point out two unique
phenomena here. On the one hand, the former bed is
now one of Spain’s most complete linear gardens, and
on the other, thanks to Santiago Calatrava’s dazzling
architectural design, the succession formed by the Ciu-
tat de les Ciències i les Arts, the Museu de les Ciències
and the Oceanogràfic in what was once the Túria is one
of the planet’s most original urban environments.
Normally, very little of the river’s water actually
reaches the sea. The Spanish reader will know that
its low volume is highly exploited by the city and the
nearby orange-tree orchards. In any case, the integral
management of water carried out by the Valencian
authorities is worthy of mention, especially the use
of residual waters to irrigate the gardens. As we move
upriver away from the capital, we realise that the Túria
is lined, between Paterna and Ribarroja de Túria, by
a practically continuous reed bed and by thousands
of cultivated fields and citrus fruit orchards. The
panorama becomes rougher to delight the eyes and,
needless to say, to make the waters flow faster. The
plains of Liria lie to the east of the river, which will
soon come up against the wall of the Loriguilla dam.
Fed by water from both sides, the Túria continues
to climb up to El Rincón de Ademuz, one of those
enclaves that, while belonging to one province, is
completely engulfed by the domains of another. Here
begins a stretch where encasement and open spaces
alternate, diversity becomes the rule. Soon the Túria
enters the province of Teruel, more depopulated ter-
rain in terms both of people and trees.
Proceeding against the current, we are led to
the city of Teruel, a prime example of that umbilical
cord that unites urban nuclei with nearby rivers. This
link is often invisible, although on other occasions
it adopts the spectacular form of aqueducts, even
though they belong to the past and have fallen into
disuse. Mérida, Segovia and Teruel are the three most
conspicuous examples of this, the latter constituting
one of the few cases in which the same landscape
element, which moreover passes through two of this
country’s provincial capitals, bears two names. This
watercourse is the Guadalviar until it reaches Teru-
el, and from here onwards is transformed into the
Valencian Túria. This is a practically unique case in
these latitudes, which should be interpreted as the
consequence of the major inflexion that is produced
precisely in the immediate vicinity of the Aragonese
capital. Because the Guadalaviar is here joined by one
of its main tributaries from the north, the Alfambra.
The Túria then swerves westwards in search of
what is certainly one of its most fertile landscapes,
not in the conventional sense of the term, which evi-
dently refers to the soil’s capacity to sustain plant life,
but rather in reference to the arousal of our aesthetic
spirit as we contemplate spontaneity. Here, in the
vicinity of Albarracín, our admiration undoubtedly
grows in the presence of the marriage between water-
courses and landscapes of untamed solemnity and
serene beauty. What is now the Guadalviar encom-
passes what is one of the most unspoilt urban nuclei,
imperishable like its river. Furthermore, the town is
closely linked to these waters, some of which spring
from the urban complex itself. An unforgettable ex-
perience is to observe the waters flowing beneath the
floor of some hotel lounges, where tiles have been
replaced by glass.
The Guadalviar climbs up to its mountain
source in the company first of copses, narrow river-
side market gardens, many slopes and conifer forests.
The packages of calcareous rock that stand along the
initial kilometres regale us with a multitude of hugely
contrasting corners and acquire sculptural qualities
alongside the cool, callow, ever transparent waters.
And the river rises, I stress, among wild Austrian
pines in one of the country’s most magnificent un-
populated areas.
THE JÚCAR
The peaks of the Sierra de Albarracín still provide the
setting for transhumance. Consequently, in summer
it is far from uncommon to enjoy the rare company
of those who know the secrets of extensive livestock
migration. These blunted mountain tops are also fre-
quented by hunters, since they sustain a considerable
population of the large species of deer. The pine for-
ests attract woodcutters, who are fortunately becom-
ing more and more respectful towards established
quotas and reforestation. The occasional hiker may be
found contemplating this delightful solitude, although
very few approach the source of the Júcar which,
though astonishingly modest, is nonetheless wor-
thy of the utmost respect. Indeed, the place hardly
attracts anyone’s attention: there is nothing spe-
cial about it, not even a rocky wall as a point of
reference. Thousands of springs exist of similar
volume and characteristics. But the exceptional,
even thrilling aspect of this one is its role as the or-
igin of a river that embraces dozens of comarcas*3,
thousands of prisms of hundreds of landscapes,
secluded market gardens and water that dazzlingly
gambols, one of the country’s most beautiful ra-
vines and the encounter with the Cabriel, which
irrigates one of the best cultivated areas on Earth.
All this from modest beginnings which have re-
mained practically intact down to the mouth.
* Comarca: a small administrative district embracing a
number of townships.
Through the Mountains of Cuenca
The Júcar flows through secluded areas of prime qual-
ity along its initial 60 or 70 kilometres. Lofty limestone
gullies and the eternal mountain pine forests once
again accompany the waters as they move along. Before
entering the wide Tragacete valley, the Júcar clears a
considerable gradient, which often generates waterfalls.
It sets its course for the Sierra de la Madera and
gains impetus in the region of Huélamo, which like
so many other enclaves in the mountains of Cuenca
is almost entirely respectful towards its surrounding
environment. It creates a kind of southern boundary
with the national game reserves in the same comarca,
which allows us occasionally to glimpse a wild boar,
a stag, a mouflon or a fallow deer.
The shores of theToba reservoir are of great
beauty, escorted as they are by slender pine groves.
The quality of this landscape, however, is immediate-
ly surpassed by the Uña lake, which we might regard
as one of the greatest landscape devourers. Indeed,
few enclaves create a closer embrace than these still
waters, festooned with riparian vegetation and almost
completely encompassed by silvery cliffs. The nearby
trout farm is evidence of the cleanliness and coolness
of the waters of the Júcar as it passes through Uña.
This is a turning point, since here the Júcar turns
northwards to immediately create an imposing semi-
circular arc that stretches two hundred kilometres
towards the south and south-east. Then it brushes
past the enchanted city and flows through narrow
gullies that belie their name, Ventano del Diablo (the
Devil’s Window), since they constitute a transpar-
ent mirror and a gallery of spontaneous art. By now
we are almost in the city of Cuenca, capital of the
province, which has grown on promontories between
two defiles, those of the Huecar and the Júcar, which
convert the city into the point of encounter between
watercourses and one of the urban nuclei with the
highest proportion of nature of high environmental,
and by extension panoramic, value.
The Júcar, swollen even though its famous tribu-
tary often supplies it with no water at all, now sets off
on a long itinerary through the lands of La Mancha,
flatly undulating by virtue both of the rounded hill-
tops and the meanders that tend to be the rule. In
this way it reaches the Alarcón reservoir, an enormous
expanse of still waters with sharply defined shores
and deep coves that provide refuge for many species
of wildfowl. The delightful castle-parador*4of Alarcón
is a must for visitors. As from El Carrasco, the river
continues to move southwards and then turns de-
finitively east on its Albacete stretch, with no major
changes to the scenery of the Manchego Júcar.
Its Defiles
As it passes through the spurs of the northernmost
mountain ranges in the province of Albacete, the
* Parador: state-run tourist hotel.
Júcar enters one of its most intricate systems. Once
again, water becomes a steely blade that cuts out
what in an unnoticed coincidence we term defiles.*5
Because the cutting instrument is the river, and what
it cuts also. This is an almost unconscious acknowl-
edgement of the fact what does and what is done
constitute the same thing. With the confluence of
processes and substrata, because we are at a point of
encounter not only between waters but also between
major geomorphic units. Specifically, we have finally
left the Sistema Ibérico behind and the wrinkles of
Las Béticas appear perched on the southern plateau.
Some one hundred million years ago a depression
fostered the formation of a formidable accumula-
tion of sediments, which today endow the defiles
of the Júcar with their characteristic form, whitish
sandstones that clearly mark the strata caused by
sedimentation. The spectacularly sheer cliff almost
150 metres high accommodates two or three of the
country’s most mountaineering and beautiful vil-
lages: Jorquera, Casas de Júcar and, the most spec-
tacular, Alcalá de Júcar.
Here, above all, we must contemplate every-
thing that refers to the achievements of water, which
are, and let us not forget this, all we see. Although few
features surpass this spectacular landscape.
Held back momentarily at the El Molinar res-
ervoir, the river continues to break through moun-
tains in search of the Cabriel, its brother, which
rises in the same highlands and has sculpted an-
other of the country’s most admired beauty spots,
the defiles on the borderline between Albacete and
Valencia.
We have now reached Cofrentes, where a
nuclear power station requires abundant water
of prime quality. As from this well known point,
the Júcar recovers absolute naturalness as it flows
through the by now Valencian range of La Muela de
Cortes. These mountains are of vast natural wealth
and may be partially visited using an uncommon
means of transport, for the Júcar is navigable, and
is indeed a tourist attraction, along the far end
of the Tous reservoir, whose dam burst in 1982,
causing one of the worst catastrophes of its kind
in these latitudes. As from the restored dam, the
Valencian river flows placidly over the plain of Va-
lencia, a land of orange groves and other cultivated
trees. It borders the enchanting city of Alcira before
reaching the Mediterranean, not without having
flirted with the swampy lands of the Albufera of
Valencia in the reserves of Sueca and Cullera, given
over entirely to the cultivation of rice. The river
flows into the sea only a few hundred metres from
Cullera, where it presents a peculiarity normally
restricted to rivers associated with an inlet. Specifi-
cally, its final stretch is a port, in which boats, even
medium-sized ones, are moored like automobiles
parked on the public thoroughfare.
* In Spanish, the word ‘hoz’ means both defile and sickle.
Júcar and Túria, Rivers of Culture and
Future
Juan José Moragues Terrades
President of the Hydrographical
Confederation of the Júcar
To speak and write about nature is for me invariably a
pleasure and a commitment. A commitment as an in-
habitant of the planet Earth and a commitment as an
engineer who must seek compatibility between man-
made infrastructures and the needs of society and
the environment. And at this juncture in my life, also a
commitment to management, from the Hydrographi-
cal Confederation of the Júcar, of the resource most
necessary for life: water. Furthermore, if to this we
add the honour bestowed on me by Joaquín Araújo,
who asked me to make this small contribution to one
of his books, my satisfaction is even greater, because
this publication, like the author’s extensive work that
precedes it, will certainly from now onwards consti-
tute a bibliographical reference point and a form of
support that will foster serenity, reflection and com-
mon sense.
I am convinced not only that The Liquid Network
will be published with all the affection that the people
at Lunwerg lavish on all their books but also that it
will become not just a book of reference but the book
of reference on rivers and how to interpret them.
Araújo, applying scientific criteria, describes as if in
a photograph the landscapes of rivers, their geology,
botany, zoology and their cultural heritage. By read-
ing any of his chapters, we hear even the sound of the
waters as they flow. I am sure that for readers it will
be a pleasure to have in their hands such a stimulat-
ing, didactic and, above all, practical work.
When we refer to rivers, we refer to life, and
more specifically, when I speak about a river myself,
I have no option but to refer to the rivers that form
the landscape of my memory, to which my recollec-
tions of childhood are linked. The feeling of joy that
overcame me when I bathed and played in the river,
in my river, on its passage through Gandia, my home,
my village and my city. Whenever I return from a
long journey or when I have lived abroad, my memo-
ry is invariably linked to the Serpis, which is the first 291
image that comes to my mind when I return home. It
is the river of my life, because rivers are life.
The hydrographical demarcation of the Júcar
has since time immemorial been established by two
rivers, the Júcar and the Túria, rivers that are born
with a certain destination, after an itinerary of hun-
dreds of kilometres, fed by their tributaries and irri-
gating the lands through which they pass, giving life
to the ecosystem that unites them and transforms
them into the emblem of biodiversity and attractive
landscape: the Albufera of Valencia.
The Albufera is an alliance of nature that brings
its resources together to foster more life. In the Al-
 bufera plants grow and proliferate and thousands
of birds make a stopover there on their migratory
journeys. It is a wetland that delights the senses and
encourages us to contribute the best of ourselves to
its preservation. And there is no better contribution
than the priceless asset of the quality waters, the ba-
sis for its survival, of the rivers Júcar and Túria.
At the Ministry of the Environment, aware as
we are of the the rich cultural and natural heritage
that must be maintained by preserving our rivers in
good ecological health, and of everyone’s obligation
to contribute to this, we have been developing a na-
tional strategic plan for the restoration of rivers. In
collaboration with the authorities and involving as-
sociations through processes of active participation,
taking their concerns, needs and values into account,
great investment efforts have been made with the
aim of preserving and recovering our rivers, all this in
keeping with the stipulations of the European Water
Framework Directive. Efforts to which we are all com-
mitted and to which we must all contribute so that in
the future our rivers, rivers of life, will be the rivers
of our life.
THE SEGURA
Domesticated waters
and the water sings
and paradises are born.
Octavio Paz
Few sources are more colourful than that of the
river Segura. Few scenarios are more beautiful. We
might even assert that no greater contrast could ex-
ist than the one between the lower stretch and the
headwaters of this crucial river. There, in the heart
of the mountains that lent their name to the river –
or was it the other way around? –, turquoise blues
predominate tending towards opaline green with
shards of silver and, needless to say, transparency
forming the backdrop. Such is the birthplace with
292 which these mountains regaled their river Segura,
enhanced by peaks of up to almost 2,000 metres
and the infinite tenacity of the erect Corsican pine
trunks, which provide enough shade to make sum-
mers more than bearable. Not far away, on the other
side of the 40-kilometre long mountain backbone,
lies the Guadalquivir. Before it manages to exhaust
its initial impetus, the Segura is held back by the
Miller reservoir, in the tiny village called Las Juntas,
precisely because it is joined here by the substantial
waters of the Zumeta, which flow from Santiago de
la Espada.
It is hard for the Segura to abandon the wooded
heights where it makes its first leaps. One of the great
surprises this river holds in store for us, above all
in the province of Murcia, is that it served to carry
down lumber until only a few decades ago: imposing
rafts of felled pine steered by expert percheros floated
downriver from the mountains to the lowlands, tim-
ber exploited almost invariably by the ship-building
industry.
The poor health of a river is much more than an
environmental issue; it denotes lack of respect for the
dignity of all those who live along its banks.
The winding paths of pristine indigo that the
Sierra del Segura still boasts give meaning to the
name that our river inherited. For only one form
of water is sure (segura), that which runs free, cool
and transparently. Once again, this liquid turquoise
is halted, this time at the Engarbos reservoir, which
is practically full all year round, unlike its Fuensan-
ta counterpart, of considerable dimensions, which
lies hard by the exquisite town of Yeste. This area,
victim of one of the most widespread forest fires in
the history of this country, is one of transition: low-
lying mountains with hidden corners given over to
subsistence farming and stock breeding, though of
a rare, peaceful solemnity. Demure beauty accom-
panies the Segura, and sadness, when we so often
contemplate the reservoir with its mere trickle of
water flowing through naked mud. But at least the
river has strength enough to reach the Cenajo, the
major reservoir on the middle stretch of the Se-
gura, which like the one at Fuensanta is more often
almost empty than almost full. This stretch, char-
acterised by an acceptable volume of water, still
preserves corners of especial environmental value.
The nooks and crannies, the pine forests and the
calcareous rocks are literally embedded in the rich
lowland areas, which here adopt the most whimsi-
cal of forms. All this garnished by well preserved
riverside woods, aspects of the old Segura that con-
tinue to be a source of satisfaction by virtue of the
all-pervading peace and the great number of flora
and fauna species that survive here. Elche de la
Sierra is the setting for some of the best market
gardens given over to ecological agriculture.
After the Cenajo, the Segura receives its most
precious gift. Because its offspring, the Mundo, be-
sides being a reasonably voluminous watercourse
deserves a complete monograph to itself. Its source
is the country’s most original and beautiful, since
the river rises in a huge cave suspended almost 70
metres above ground on a limestone wall, a fact in
itself that provides everything a memorable land-
scape needs. Having passed through the delightful
villages of Ayna and Liétor, shortly afterwards the
Mundo spills through the domains of El Tálave, a
reservoir of especial importance since it is the first
to receive waters diverted from the Tagus. The Mun-
do proceeds through mountains of indescribable
harmony to be held back once again at Camarillas,
only a few kilometres before being transformed into
a single watercourse of slightly greater volume. It
then meanders uncertainly in a succession of twists
and turns to approach the Segura in what is an unu-
sual domain, Calasparra, a township given over to
agriculture though lacking in extensive rice fields.
Incidentally, Calasparra also specialises in organic
or ecological cultivation techniques.
Another natural surprise awaits us further
downstream: the Los Almadenes reservoir, a favour-
ite haunt of canoeists. Beyond this mass of still wa-
ter, the Segura flows through straits that transform
its banks into a small canyon of great value, since it
constitutes the river’s last natural panorama until it
flows into the sea. As it leaves the straits, the Mur-
ciano river proceeds towards Cieza, which marks the
beginning of the succession of the continent’s most
intensively cultivated lands.
The Segura explains, because it formed it, the
most prodigious market garden in the Old World,
today largely disrupted, invaded and even swamped
by that diametrically opposite force, namely the
obsession with urban development. The river now
flows more briskly after leaving behind the town
of Abarán, where one of the country’s finest water
wheels is still in operation. From here onwards, the
waters that reach the Segura from the Tagus revive
its dwindling strength, and on the basis of this I
may assert that, unlike any other major river on
the Peninsula, the Murcia stretch of the Segura is
as much the scion of its springs and tributaries as
of a distant major watercourse. Indeed, those years
are not exceptional in which the main source of the
Segura in its middle and lower stretches is of such
distant origin.
In normal circumstances the river bed here
where market gardens prevail is very narrow, often
of a width of fewer than 40 metres, and its volume
at best modest, when not meagre. Much land to
irrigate, and very little rainfall. Hence the fact that
thirst almost invariably predominates over satiety.
Equally relevant are the many debts that intensive
agriculture has incurred with that bank, of more
than doubtful solvency, which is the dry Mediter-
ranean climate.
Even so, the Segura still hoards treasures of
fertility, which would be impossible without its wa-
ters. An example is the Ricote valley, which features
the novelty of the thermal springs of Archena, one
of the oldest and most consolidated spas in Spain.
The Segura reaches the capital of the Autonomous
Community with contributions – few, for obvious
reasons – from the Guadalentín.
I could not possibly close this chapter on
the Segura without mentioning the Taibilla canal,
which runs through much of the southernmost
portion of the Community from above El Cenajo
to supply the lands of Moratalla, Cehegin, Bullas,
Totana and Alhama before reaching the plains of
Cartagena, its water intensively exploited, although
this activity is increasingly governed by regula-
tions, for irrigation.
In the meantime, the river itself reaches the
capital, whose life has invariably been closely linked
to these waters, as evidenced by its urban layout, its
old mills and its numerous bridges.
The quality of its waters have improved sub-
stantially, thanks above all to the magnificent task
carried out by the treatment plant that stands at the
exit from the city. These waters had undergone in-
describable damage due to successive processes of
pollution of all kinds, but above all the organic waste
belched out by dozens of factories manufacturing
vegetable preserves. This caused one of the greatest
demonstrations of public protest against what was
clearly an ecological issue, although as the quotation
at the beginning of this chapter contends, the ques-
tion involved much more than the cleanliness of the
waters.
Beyond the capital of the Autonomous Com-
munity, the river has been literally redesigned. Its
banks are kept free of practically all vegetation by
huge mechanical weeders and the bed adopts a per-
fectly regular U-shape with totally flat, cleared tracks
on either side, literally transformed into prom-
enades. Fortunately, this part of the Segura has now
been replanted with a variety of trees. Even where it
passes through towns of considerable size, such as
Orihuela, the river has become completely encased
by civic works, as a result of which it has literally
become a channel.
Rather more spirited is the stretch that flows
from the town where poet Miguel Hernández was
born to its mouth at Guardamar del Segura, in
Alicante, where it is no longer able to continue
watering the famous dunes. Its banks are now
almost entirely destined to act as a magnet for
masses of holiday-makers. Its double bed is par-
tially a marina and partially a source of relief for
those who still find pleasure in observing water
fulfilling its destiny. However, so little freedom
is left to the Segura that of all Spanish rivers it is
the one most in need of a change in philosophy
on our part when it comes to exploiting the land
and its rivers.
The Basin where Water is a Treasure
José S. Fuentes Zorita
President of the Hydrographical
Confederation of the Segura
The natural wealth and environmental values of the
Segura Basin are unknown to most Spaniards, even to
those who live in the basin itself, endowed with natural
landscapes of incalculable value, such as the Chorros
del Río Mundo, the Cañón de Almadenes and the Valle
de Ricote.
With an area of almost 19,000 square kilometres,
the Segura is one of the smallest hydrographical ba-
sins on the Iberian Peninsula, although it is endowed
with great diversity, with a high basin of great natural
and landscape beauty.
Nonetheless, its middle and lower stretches are
characterised by a high degree of anthropization, the
result of exploitation of the waters to irrigate the fer-
tile lands along the banks of the Segura, where me-
dieval systems (water wheels, trenches and ditches)
stand alongside the most contemporary of irrigation
techniques.
Furthermore, beyond the fertile lowlands, semi-
desert landscapes predominate in the coastal areas
and at some points inland, like the Barrancos de Gebas
and the Río Chícamo, which confer on these spots a
number of traits reminiscent of North Africa.
At the same time, it must be pointed out that this
basin is characterised both by its complexity and by
the difficulties involved in preserving its natural val-
ues, since one of its most prominent traits is scarcity
of water; an a priori handicap that nonetheless has
led society in south-eastern Spain to take maximum
advantage of available water, a society that regards
this resource as a genuine treasure that must never
be squandered.
This area is affected by the lowest degree
of rainfall not only in Spain but also in Europe as a
whole, surpassed only by some (not all) regions in
North Africa, which generates extreme efforts and
greater commitment on the part of institutions and
society alike.
Historical and archaeological research has
shown that since Roman times the population of this
area has always been very conscious of the value of
water and the difficulties involved in exploiting it to
full capacity.
Consequently, the priority objective of the Hy-
drographical Confederation of the Segura is to con-
tinue making the greatest possible effort to maintain
the precarious balance between environmental values
and the use of hydric resources to generate economic
wealth.
Neither can we overlook another fundamental
aspect of the Segura, namely that its basin is fed by
the waters of another, that of the Tagus, which often
exceed those of the Segura itself and guarantee the
population’s supply and agrarian profitability.
In this context, the regantes of the Segura Basin
(both those who irrigate using water from the Segura
itself and those from the Tagus) have maximised their
exploitation of water from the time when it was divert-
ed from the Tagus, since in addition to its scarcity they
had to pay a high price for the transport and distribu-
tion infrastructures.
Both drought and floods have devastating effects
on the land and the population, although in recent dec-
ades their consequences have been mitigated by the
construction of state-of-the-art hydraulic infrastruc-
tures.
The succession of periods of drought and his-
torical floods, such as that of Santa Teresa in 1879, has
also left an indelible imprint on the character of the
inhabitants of the Segura Basin, who have learnt to
adapt to these circumstances and live with such great
hydric irregularity.
From its source in Santiago-Pontones (Jaén) to
its mouth in Guardamar del Segura (Alicante), the river
traces out a diagonal along the south-east of the Pe-
ninsula, thereby constituting the backbone of an area
of great landscape, territorial, social and cultural diver-
sity, while at the same time having generated most of
the wealth of the regions through which it flows.
Only commitment on the part of society as a
whole will make it possible, in the future, to return to
the Segura everything it has so generously given and
achieve its total recovery after decades in which hu-
man activity transformed it into a genuine open sewer
which, as cause and effect, made that same society
turn its back on the river, which came to enjoy the dubi-
ous privilege of being regarded, at the end of the twen-
tieth century, as Europe’s most polluted watercourse.
In short, the Segura is at one and the same time
an Alpine and desert, anthropized and wild, traditional
and modern river in a relatively small area with which
it maintains a close interrelationship and in which it
provides a unique opportunity to become familiar with
an astonishing corner of Spain unknown to most of the
population.
THE RIVERS BELOW SEVILLE
Hidden transparency
Eternity might well be
merely a river.
Rafael Alberti
From Cadiz bay and its famous Guadalete to the al-
most invariably dry rivers of Almería, a set of original
watercourses drain not only the two above-mentioned
provinces but also that of Málaga. And needless to say, 293
they all flow down the southern slopes of mountains.
Indeed, one of the characteristics of Spanish coasts is
the practically ubiquitous presence of pre-littoral high-
lands and the almost total absence of coastland in di-
rect contact with large expanses of lowland plains. This
is the case in most of Catalonia, Asturias, Cantabria
and the islands, as well as in Andalusia, the communi-
ty that concerns us here. In such environments, there-
fore, rivers have only a short distance to run. The main
difference, which is so big that it constitutes the other
side of the coin of the northern rivers, is that the major-
ity of their southern counterparts, at least the shortest
of them, completely lack water throughout much of
 the year, which always brings to my mind the fact that
we lack a word to distinguish between a conventional
river and its exact opposite, a dry one. Indeed, few
people seem to notice that a waterless river bed is what
most closely resembles a desert in these regions. Even
so, the main watercourses to which I refer in this chap-
ter flow with water all year round.
The Guadalete, for example, rises in the spurs
of the Sierra de Grazalema, which enjoys one of the
highest percentages of rainfall on the Peninsula. Its
main tributary, the Majaceite, is totally flanked by
mountains. The Guadalete is one of the country’s
most capricious rivers, since though it never dries up
it always seems to keep the many who exploit its wa-
ters on tenterhooks. From Arcos de la Frontera to its
mouth in Cadiz bay, it supplies much of the land that
stretches between Jerez de la Frontera to El Puerto
de Santa María as well as the cities of Cadiz and San
Fernando. Travelling eastwards, we come across one
of the most original landscapes on the Iberian Penin-
sula, namely Gibraltar and its surrounding area, with
the Los Alcornocales mountains. Such originality is
due to the fact, in the first place, that there is no lack
of humidity here, thanks largely to the mists, which
generate a climate similar to that of the Canaries, al-
though the rainfall south of Cadiz is known to be rea-
sonably generous. Consequently, the Barbate has had
sufficient resources for millennia to feed the La Janda
lake, in an area now almost entirely given over to ir-
rigated fields and dry farming. The most striking as-
pect of this Cadiz river is its final stretch, where it has
formed a cliff face inhabited by an astonishingly large
colony of herons. The Guadarranque, which shares
the name of one of the Guadiana’s major tributaries
in the province of Cáceres, flows into the sea near Al-
geciras. Between the Rock of Gibraltar and the imme-
diate vicinity of Málaga a host of torrents of all kinds
flow down from the mountains. An exception is the
Guadiaro, which rises in the mountains of Ronda.
The Guadalorce, which reaches the sea very
close to the city of Málaga, features one of the few
highly valuable nature reserves on the entire coast of
this province, which has undergone intensive urban
development. Indeed, the rivers on the Andalusian
coast invariably provide relief from what are other-
wise very artificial conditions, and their mouths pro-
294 vide habitats for sizeable colonies of fauna species,
wildfowl in particular. From Málaga to Almería a small
number of rivers drain Las Alpujarras and the nearby
southern slopes of the Sierra Nevada. The Guadalfeo
is fed by the highly-prized waters of Lanjarón and
Trevélez.
Now, as we contemplate the irrepressible shim-
mer of the plastic roofs that carpet the comarcas of
Dalias, Adra, El Ejido and others, it is hard to imagine
that a few rivers reached the coast with enough water
to form small, though crucial, deltas. Some, like the
Adra, generated substantial wetlands that still today
are of international importance as stopovers for migra-
tory birds.
Although only on few occasions does water flow
along it, the rambla of Almería gathers the waters sup-
plied by the famous Tabernas and Andarax rivers.
Lastly, the Almanzora closes this chapter on An-
dalusian rivers. It flows into the easternmost stretch
of the Mediterranean near the borderline between
Almería and Murcia. Although it is fed by waters that
flow down from the northern slopes of the Sierra de
María and the Sierra de los Filabres, it reaches the sea
sporadically.
THE GUADALQUIVIR
A vivifying promise
The river Guadalquivir
has a garnet beard.
The two rivers of Granada,
one weeping and the other blood.
Federico García Lorca
After the Duero, the Guadalquivir is the only other
Spanish river that coincides almost entirely with an
administrative division. But there is much more, and
from a long time before. Because that autonomous
Andalusia that encompasses 7% of the Guadalquivir’s
domains is to a large extent a construction of the great
southern river.
It also competes, in the healthiest sense of the
term, in eulogies on the part of poets. The poets of
the Guadalquivir are innumerable, and a substantial
number of them of prime worldwide renown. The
fact that I have chosen a well known poem by Fed-
erico García Lorca – incidentally, only one of several
he bequeathed to us – reminds us that the Andalusí
period saw dozens of such composers, not least those
who during that golden age sang the praises of the
waters that made Córdoba and Seville possible, both
of which have been the most important cities in the
world at some time in their histories, histories that
in general terms may be regarded as among the most
complete and complex of all times. Because few, very
few, places on Earth have witnessed the rise and fall
of no fewer than seven great civilisations. Indeed, the
Guadalquivir has been immortalised by Lope de Vega,
Luis de Góngora, Gustavo Adolfo Becquer, Gerardo
Diego, Luis Cernuda and Antonio Machado, among
others.
All our trees of water have excellent beginnings
and ends, but only the Guadalquivir enjoys the ex-
ceptional privilege of rising in the heart of the biggest
natural park in the European Community and reach-
ing the sea hard by the entire continent’s most impor-
tant national park. I refer specifically to the mountain
ranges of Cazorla, Segura and Las Villas and, needless
to say, to Doñana.
Between both areas of such high landscape and
biological value practically all possible worlds have
their place, of which we shall examine the five most
striking and representative, even though this chapter
is divided into only four sections.
It would be no exaggeration, on the other hand,
to call this pathway of water the river of life, as I have
done in other publishing and film projects. And this
by virtue not only of the above-mentioned origin and
destination but also of a number of circumstances that
allow me to assert that the heart of this basin provides
some of the best examples of the struggle for survival of
the European animal species most in danger of extinc-
tion, and that Andalusia as a whole has more protected
territory than any other country on the Old Continent.
These species include the Iberian lynx, the imperial
eagle, the Eurasian black vulture and the bearded vul-
ture.
We shall begin at the source of the waters of
the Guadalquivir, although first I should mention
that along its length of 657 kilometres this great
river – which, incidentally, is what Guadalquivir
means in Arabic – drains a vast expanse of almost
60,000 square kilometres. Much of this territory
is of notable benignity because, like the Ebro, the
Guadalquivir covers a minimal gradient, at least as
from the city of Córdoba, which stands only 100
metres above sea level, hence the fact that around
the year 1000 of our era it was far from unusual
for medium-sized ships to reach what was then the
capital. Seville, for its part, stands at only 10 metres
above the waves. Therefore, 200 kilometres of plains
and land given over almost entirely to agriculture, as
one would only expect from fertile soils blessed by a
mild climate. The Guadalquivir basin, on the other
hand, is fed from three main sources: the highest
of the Peninsula’s peaks, that is, the Sierra Nevada;
the springs of Cazorla and its associated ranges; and
the huge semicircle of Sierra Morena, only modest
in height though encompassing almost the whole of
Andalusia along its northernmost border. The main
peculiarity here is that most of the rainfall takes
place in autumn and winter, by virtue of which the
volume of water may increase one-thousandfold,
which means that in September the Guadalquivir
may carry one thousand times less water than in
late December.
The Mountains and Olive Groves of Jaén
With serenity, the Guadalquivir emerges into daylight
embraced by almost vertical cliffs in the heart of the
Sierra del Pozo, which in turn constitutes the heart of
the Cazorla, Segura and Las Villas ranges. As we are
at the final stretch of the intricate labyrinths of karstic
terrains, these initial waters of the Guadalquivir must
certainly flow a considerable distance underground
until the sun transforms them into a veritable joy to
behold. We are at the modest height of some 1,000
metres above sea level, a place to which tens of thou-
sand of visitors peregrinate (if this is the appropriate
word) each year; hopefully, as I should like to imagine,
to respectfully contemplate what constitutes the origin
of so much life. For a spring is like one of our hearts,
except that those of water serve thousands of millions
of bodies at the same time. The beats of water are also
those of all the lands through which the river flows.
Hence the emotive parallel between the infinite veins
of water, which often total millions of kilometres in the
basin, as do our own inside each of our bodies. The
company that the Guadalquivir receives at its youthful
stage is of the kind that overflows, not the basin but
the spirit of those who contemplate these mountains
of Jaén. For we are in one of the Old World’s greatest
areas of woodland: millions of pines that cling to the
limestone walls, to the silvery escarpments, to inac-
cessible calcareous recesses. From all these homes of
beauty emerges an endless procession of emissaries of
life, because it is here that we may contemplate the
greatest amount of fauna, by virtue above all of the fact
that the Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas
provides most opportunities for contact not only with
the continent’s great herbivore mammals but also with
large species of wildfowl. And if we turn our curious
gaze towards more humble aspects, this initial stretch
of the river acquires even more value, because thanks
to its native plant species this Andalusian natural park
is one of the Old World’s major habitats for the mul-
tiplicity of life.
The copses and species of aquatic fauna are
equally valuable. But soon, possibly even too soon,
the river becomes a reservoir. This is the case also of
the Ebro, the Tagus, the Guadiana and the Duero,
that is, that they are held back at their very headwa-
ters. Even so, the Tranco de Beas competes with the
Cuerda del Pozo, in Soria, for the privilege of being
the biggest artificial lake in the upper stretch of one of
our major watercourses. Its still waters mirror peaks
and pine woods, feature a huge island in the mid-
dle and, when the water level drops, the shores of
the reservoir become a vast, naked extension of open
ground where this country’s most impressive species
of deer congregate.
Having passed the dam, the Guadalquivir fol-
lows winding paths through the mountains and
changes direction from the north to the west, form-
ing a 50-kilometre long semicircle in its search for the
true valley that bears its name. It now leaves the wild
trees behind as it enters the planet’s most stunning
areas of agricultural land, comparable perhaps only
with some of the paddy fields of South-East Asia and
the Philippines and the vineyards on the arid volcanic
rock of La Geria on Lanzarote. I refer, needless to
say, to the ocean of olive groves, to the uncountable
geometrical rows of this prodigious tree, to the rare
miracle by which so much is produced by so little.
For from an almost inconceivable austerity we extract
a delight that nourishes much and well: the lands of
Beas, Peal del Becerro and Villanueva del Arzobispo.
With the arrival of the lesser Guadiana, which has
captured no less than all the runoffs from the south-
ern slopes of Cazorla, the volume of the Guadalqui-
vir doubles, hence the fact that it is dammed once
again and on two successive occasions, in Aldonza
and Pedro Marín; water masses of enormous faunistic
interest as well as of agricultural value.
Jodar to the south and the legendary towns
of Baeza and Úbeda to the north of the river escort
the water of the Andalusians through uniform ol-
ive plantations on its way to the lands of Linares,
where it is joined by one of its longest tributaries,
the Guadalimar. With this, a small portion of the ba-
sin comes to belong to the Community of Castilla-
La Mancha.
From this point onwards, further tributaries join
our river: I have already mentioned the Guadalimar,
which rises in the perfect arc of Sierra Morena, to
which I must add the Rumblar, that borders on leg-
endary mountain villages such as Bailén, La Carolina
and Baños de la Encina. All these tributaries share
truly spectacular headwaters, of the most natural im-
aginable and with formidable reservoirs.
Before reaching one of its most active centres,
Andújar, the Guadalquivir makes astonishing twists
and turns, forming arcs up to twelve kilometres
long.
From the mountains of Andújar, the last impor-
tant haunt of the Iberian lynx and, accordingly, one
of Europe’s major nature reserves, come the Gandula
and the Yeguas. Outstanding features of the head-
waters of these tributaries are the narrow passes and
gorges through which they flow, which figure among
the most secluded, well preserved and beautiful spots
in the country and feature a truly unique phenom-
enon, the delightful Cimbarra waterfall, not far from
the well known pass, Despeñaperros, between the
southern Meseta and Andalusia.
The Cordobese Guadalquivir
The great Andalusian river will enjoy, from here on-
wards, the uninterrupted company of olive groves,
some of which reach even as far as the marshy lowlands
at the river’s end. Consequently, we cannot say that
the landscape changes much when the Guadalquivir
enters the province of Córdoba; indeed, it is practi-
cally identical to that of Jaén. The Betis (as the Romans
called the Guadalquivir) is now joined by another trib-
utary from the Sierra Morena, the Guadalmellato.
On its passage through the city of Córdoba,
the Guadalquivir washes some of the most interest-
ing historical and natural sites along its course. Not
only, needless to say, by virtue of the proximity of the
Mezquita, the most prominent token of the impor-
tance of what was the capital of the Arab world in
Europe one thousand years ago, but also of the civil
engineering works linked to the waters: the succes-
sion of water wheels on the periphery of the old city.
One of the buildings now accommodates one of the
most interesting facilities of the botanical gardens, the
Museo de Paleobotánica, displaying plant fossils of
unquestionable scientific value. We might even take a
bathe, not in the waters but in a remnant of paradise,
which practically the entire middle and lower stretch-
es of the Andalusian river must have been in the past.
Almost in the centre of the city an exceptional copse
still survives, a complex wood brimful of life that is
now fortunately protected by law. The name Albolafia
is one more we have preserved from the extensive
range of Moorish toponymy; indeed, practically no
name that refers to the waters of the Guadalquivir or
any of its springs and tributaries does not derive from
this linguistic origin.
The beauty of the Cordobese countryside is
yet to be fully appreciated. Our capacity, dulled as
it is, to savour the nuances of that other magnificent
creation of rural culture that takes the form of cer-
tain landscapes rarely arouses fascination for dark
lands which, like the sea, create motionless waves
of rounded crests given over entirely to cornfields.
Only the occasional tree appears here and there in
a regularity reminiscent of a Zen garden on a deep,
massive scale. With the river, needless to say, running
practically through the middle with its sentries, the
white poplars, to which the Cordobese poets from
the caliphal era referred.
Sevillian as Far as its Fertile Mouth
The great Andalusian river continues on a long stretch
through such compassionate landscapes in search of
its best friend, of the most fertile encounter, of the most
needed embrace. Because there, from above Palma del
Río, the Genil arrives. And it does so almost invariably
swollen by the waters drained from the Sierra Nevada
and a substantial number of lands below Seville. The
Genil organises a vast territory that might well be one
of our largest rivers. The reader should know that much
of Granada and the southern portions of Jaén and Cór-
doba belong to this tributary of the Guadalquivir, in
other words, some 8,000 square kilometres covering a
length of around 300 kilometres. We must not forget
that the Guadalquivir has already been fed by the Bem-
bézar, whose characteristics are comparable to those
of the Genil, that is, it rises in the Sierra Morena and
is substantially dammed, since almost 40 kilometres
of its final stretch constitute an artificial lake. Having 295
passed through delightful Peñaflor, the Guadalquivir
brings to mind the words of who might be described
as the most brilliant of all Cordobese, Seneca: ‘Loops
of the river which, as if seeking to embrace the most
fertile of lands, make its path that much sweeter’.
A string of large, distinguished towns succeed
each other in the countryside of Seville, towns like
Lora and Alcolea, both of which stand on the river.
When it is joined by the Bembézar, we are re-
minded that a portion of the Guadalquivir basin be-
longs to Extremadura, a link that is consolidated by
the last major contributions of water from the Sierra
Norte of Seville, vital for the capital. These are the
 Cala and the Viar, joined in the city by the Huelva,
and henceforward the river unfolds in all its magnifi-
cence, both for the capital of Andalusia and for what
might be regarded as this country’s promised land.
As from Seville, the great Andalusian river man-
ages to multiply its benefits. Along its course every-
thing grows, but above all everything grew. Firstly, as
a result of sedimentation, which engendered a vast
transition area between the marine and the terres-
trial. We must bear in mind that the Atlantic tides
exert their effects as far as 50 or 60 kilometres inland.
The result is that fresh water and salt water combine,
thereby providing excellent opportunities for fauna.
We must not forget, however, that thanks to the ex-
traordinary youth of these almost completely flat
terrains, their numerous side channels soak in the
waters of the high tides as if they were sponges. This
is the facet that endows these marshlands with their
personality. Much of what was formerly an exten-
sion of 300,000 hectares of wetlands has now been
transformed into one of Europe’s most important
irrigation farming areas. Although a greater exten-
sion has remained intact. Because the natural and
national parks of Doñana, as I mentioned in the first
paragraphs of this chapter, are rightly regarded as be-
ing of incalculable importance for the preservation of
wildlife in the Old World.
The Guadalquivir incorporates two new features
in its main course. On the one hand, the Isla Mayor,
which as its name indicates is an enormous portion
of land flanked on either side by our watercourse;
and on the other, the fact that the Guadalquivir is
navigable here, even for medium-sized ships, as far as
the city of Seville, by virtue of which it constitutes the
only Spanish link of this kind between the sea and the
inland Peninsula. While it is true that the Guadiana,
the Segura, the Ebro and even others such as the Jú-
car are also navigable, only very small boats are able
to take advantage of this phenomenon.
The Guadalquivir Basin
Pedro Rodríguez Cantero
President of the Hydrographical Confederation of the
296
Guadalquivir
The Guadalquivir Basin, with its area of 57,527 square
kilometres, is one of the largest on the Iberian Penin-
sula, accounting for over 10% of the surface of Spain
and 60% of that of Andalusia.
Almost twenty million years ago, during the
Miocene Epoch, the arm disappeared that linked the
Atlantic Ocean to the Mediterranean Sea and a net-
work of canals gradually formed on the archipelago
that was then the Cordillera Bética. It was during
the Pliocene, over five million years ago, when the
sea withdrew and the depression emerged between
the Iberian Meseta and the Cordillera Bética, joining
them with an increasingly larger isthmus on which
the present-day hydrographical network formed.
Approximately one million years ago, the At-
lantic gulf began to close as the result of a process
of sedimentation and a bar of islands and canals
formed, which gave rise to the configuration of the
basin of the Guadalquivir as we know it today.
By virtue of its geographical situation, the Guad-
alquivir Basin is exposed to sunlight for almost 2,800
hours per year in its valley areas.
Since the basin is of such large dimensions, both
its temperature and degrees of rainfall differ consid-
erably throughout the year. The westernmost part of
Sierra Morena, the Sierra de Aracena and Cazorla-
Segura is the wettest, registering levels of rainfall in
excess of 700 millimetres per annum, while in the val-
ley of the Guadalquivir and the eastern Sierra Morena
the average rainfall figures range between 500 and
700 millimetres per annum. The driest areas are the
inland depressions and plateaux, where annual rain-
fall figures are often under 500 millimetres.
The river Guadalquivir constitutes the backbone
of and lends its name to a basin through which 7,000
cubic hectometres of water flow every year. Its main
tributary, the Genil, provides almost one third of this
volume.
Like most Mediterranean rivers, the tributar-
ies of the Guadalquivir are characterised by highly
irregular volumes of water. Furthermore, the majority
of them are subjected to such pressure on the part
of man that the development and evolution of their
ecosystems is distorted.
This marked natural irregularity in the regimen
of our rivers, and the imperative need to exploit them
that emerged at the dawn of the twentieth century,
led to the construction of numerous dams destined
to ensure urban, power and irrigation supply, among
other uses. These basic infrastructures on occasions
are of high engineering value, although their funda-
mental characteristic is utility, since they meet the
needs of a population of over four million and eight-
hundred thousand hectares of irrigable land.
Dams have major impact on the natural envi-
ronment, although their construction has been and
continues to be a fundamental part of the economy
of the basin. Nonetheless, the latest reservoirs that
have been built (Melonares, Breña II and Arenoso)
have been accompanied by measures of environmen-
tal correction whose purpose is to minimise their im-
pact on their immediate surroundings.
On the other hand, I must stress the wealth of
groundwater and springs in the Guadalquivir Basin. In
recent years their use has increased considerably. As
a result, their control and preservation have become
priorities.
The estuary of the river Guadalquivir, whose
course has been greatly altered over the years in
order to adapt it to shipping activities generated by
the port of Seville, is of great natural, cultural and
economic richness. At its mouth lie the salt marshes
of the Guadalquivir, transformed for cultivation and
today also the site of major fish farming activities.
Among the main treasures of the Guadalquivir
Basin are the numerous protected areas of great
natural and ecological value, including the Segura,
Cazorla and Las Villas mountains, the meadows of Si-
erra Morena, Sierra Nevada and the Parque Nacional
de Doñana.
Throughout history the Guadalquivir has hosted
a wide variety of civilisations; consequently, it has
also received a number of different names. Thus, it
has been called the Tartessos, Baetis, Río de Córdoba,
Río Grande, Wadi al Kabir and, finally, Guadalquivir.
Major characteristics of this great river include
the diversity of its landscapes, the variety of its riv-
erside environments, the biodiversity of its aquatic
and terrestrial ecosystems and, from the anthropo-
logical and cultural viewpoints, the mythical aura that
encompasses its image, prompting its succession of
settlers to pointlessly attempt to appropriate its iden-
tity for themselves and pursue the illusory desire to
monopolise its essence.
By virtue of the incalculable value of the natu-
ral, social, cultural and economic values of the Guad-
alquivir Basin, both institutions and the citizens
they represent must invest all their endeavours, all
their experience and all their knowledge in improved
management in accordance with the priorities estab-
lished by current water legislation, and optimise its
resources, ambitiously though realistically, through
hydrological planning.
THE CANARIES
A sporadic hydric network
In the organic system of nature, in its potent hidden
meanings, I have found the most transcendental truth.
César Manrique
I f we accept that not only the committed artist, who
endeavoured most staunchly to preserve the deep-
est identity of his islands, but all of us may find the
principal meaning of life by forming an alliance with
rather than fighting it, then we may acquire a better
understanding of the miracle of these shipwrecked
volcanoes that almost totally lack water, and in which
the concept of watercourse lacks valid points of ref-
erence, if we bear in mind that life could not find a
better scenario or such an overwhelming multitude
of actors. For in the Canaries no correlation exists
between the scarcity of flowing water and the islands’
exuberant life.
Indeed, the archipelago has established the most
original of covenants to have been signed with water
in our political domains. By virtue of their latitude and
longitude, the islands belong fully to the dry subtropi-
cal climate, that is, to the Sahara. In fact, all the islands
could be like Lanzarote and Fuerteventura if the extraor-
dinary height of the others had not come to their rescue,
by trapping the clouds that the trade winds bring with
them. In most cases, no conventional rainfall takes place
except on the shady sides of the mountains. Conse-
quently, if we add the logical drought to the tormented
relief, with sheer rock faces that the volcanoes have creat-
ed, the result is not only little water but also the fact that
the scarce amount of water there is flows too quickly to-
wards the ocean. Even so, internal reserves exist, though
with the particularity that there is only one per island.
Hence the fact that the regimen of privately owned fresh
water makes no sense on these islands, because what
one landowner would extract constitutes deprivation
for all the others. Nonetheless, the subsoil of Tenerife
and Gran Canaria has been drilled in many directions in
search of the liquid element. Specifically, it is reckoned
that Tenerife has over one thousand galleries and wells,
the product of one of the most specialised métiers. All
these tunnels are over 1,500 kilometres long. On Gran
Canaria, wells and even a number of reservoirs are more
common. However, in all cases over-exploitation, unless
controlled, will inevitably lead to total depletion of this
invaluable asset. Water continues to be extracted, and
the length of galleries and the depth of wells increased,
although consumption of desalted water has also be-
come widespread. Indeed, today the sea provides most
of the overpopulated Canaries of natives and visitors
with their water.
In any case, we should take into account some
particular traits of water on the archipelago. For ex-
ample, while rainfall on La Palma reaches just over
the peninsular average, the climate of the western
isles is that of a genuine desert.
Two major water events characterise the archi-
pelago. On the one hand, the one that has generated
the forest that weeps in the centre of La Gomera.
The imposing laurisilva that today constitutes the
Parque Nacional de Garajonay is capable of trapping
sufficient water from the mists generated by the sub-
tropical trade winds to create a tiny network of small
torrents that flow towards the peripheral cliffs. The
relief with which such an exception provides all life
forms is indescribable.
La Palma, in general terms the least dry of the
Canary Isles, also offers the opportunity to observe
water running over its volcanic skin, a miracle per-
formed by an enormous catchment area at the foot
of the incredibly high walls of the Caldera de Taburi-
ente. The trickle of water that runs down the practi-
cally vertical slopes of La Degollada is an exceptional
sight in the Canary archipelago.
Perhaps the most astonishing of all the water use
systems in Spain is the one that originated one of the
best known phenomena on the island of El Hierro. I
refer to the tree springs, the fact that the capacity to
capture the humidity of the air on the part of certain
tall plants has led to the concentration in certain spe-
cific places of small trickles of water. Indeed, thanks
to their absolute precision, rain gauges have meas-
ured degrees of rainfall up to 30 and 40 times greater
beneath the trees of the laurisilva than where these
kinds of nets that capture flying humidity do not ex-
ist. The legend of Garoe evokes the situation that may
have existed at the time of the conquest, when the
natives of El Hierro kept the location of these tree
springs secret, until it was eventually revealed by one
of them to a conquistador. Sometimes it is the wind-
twisted savines on El Hierro that serve the purpose
of humidity-catching nets, causing small drops to fall
from their branches and leaves.
THE GUADIANA
A difficult change
Of the six major Spanish rivers, the Guadiana is un-
doubtedly the most recondite, the least visited and, per-
haps, the least remembered. But perhaps the Guadiana
would not object to being regarded as the most eccentric.
Juan Benet
The Guadiana is far from a conventional river, to the
extent that we often suspect that it harbours many
other vocations than that of following its path to the
wellspring of all wellsprings. It hides on several occa-
sions, above all at the beginning of its itinerary, but
since it has no option other than to fight hard against
the maximum severity of the Mediterranean climate
without the compensation of great massifs to nurture
its tributaries, this river of La Mancha and Badajoz is far
from voluminous. Even so, it is the one that is most of-
ten referred to in colloquial Spanish as the watercourse
that most delights in playing hide-and-seek with its
own landscape. Though a long time has passed since
its famous eyes, that is, its third source, have wept,
due to the fact that aquifers 23 and 24, two of the
biggest on the Peninsula, have been over-exploited to
such an extent that not even in those years character-
ised by heavy rainfall does the enormous subterranean
basin manage to fill. Even so, one of the aspects that
best define the Guadiana is the apparent contradiction
between what we might expect from its very limited
waters and the fact that they have generated one of the
most important chains of reservoirs, with their corre-
sponding reserves of water for irrigation, on the entire
continent. Indeed, two of the largest artificial lakes lie
in the river’s middle stretch. Beyond the consecutive
reserves of Cijara, Orellana and García Sola, almost one
hundred uninterrupted kilometres of detained water,
construction was undertaken of the La Serena reservoir
in the Zújar, which for some time was the largest on the
Peninsula, though it is now surpassed in volume by the
continent’s biggest reservoir, the Alqueva in Portugal.
All together they nurture one of the most extensive
areas of irrigation farming.
A Quixotic Wellspring
Unlike the vast majority of big rivers, the Guadiana
lacks a conspicuous source, although the fact is that
many of the former may be the victims of such severe
drought that their sources dry up. Some of us have
had the highly distressing opportunity to contemplate
such a terrible contradiction in almost all the big rivers
in the southern half of the country.
In the case of the Guadiana it is far from unusual
for the small runoffs that feed the easternmost lake of
Ruidera to become parched. This is not the case, how-
ever, of that terraced rosary of pools that many authors
regard as the true source of the Guadiana, a landscape
that Cervantes describes with succinct elegance. Here,
in the noisy (due to their waterfalls) lakes of Ruid-
era, copper-blue waters enhance the splendour of a
landscape, that of the fields of Montiel, which though
rugged and austere is spattered lavishly with junipers
and the occasional evergreen oak. Notable here is the
formation process of tufa deposits in these lakes that
constitute the origin of the Guadiana: the growth of
inert matter, in this case the walls over which the water
flows to form cascades, for dissolved in the liquid ele-
ment are substantial quantities of calcium carbonate
that are deposited here, building up barriers of rock.
The names cannot be overlooked, since the toponymy
resounds in the minds of all lovers of natural beauty:
Blanca, Conceja, Tomilla, Tinaja, De San Pedro, Re-
dondilla, Lengua, Batanas and Salvadora, Colgada,
Del Rey, De Cueva Morenilla, Coladilla and Cenagal.
Downriver from the lakes, the Guadiana ap-
pears as a conventional watercourse for a short
stretch only, because it is immediately halted and
spilled by the Peñarroya reservoir. From here on-
wards, the river often almost completely disap-
pears when it is diverted into irrigation channels
that serve the comarca. It takes the Guadiana some
time to recover its sense and opportunity, specifi-
cally when it is fed by the Záncara, the Cigüela and
the Riansares, in the central portion of the province
of Ciudad Real, and its waters flow again. In sea-
297
sons of heavy rainfall, these waters spill onto the
flood plains so characteristic of this watercourse.
These are the famous Tablas, of which one, that of
Daimiel, originally constituted one of the country’s
most splendid wetlands. Then, thirty years ago, Las
Tablas de Daimiel were threatened with total desic-
cation, to be rescued in 1982 when they were de-
clared nothing less than a national park. Today, this
section of the Guadiana is suffering from one of the
severest process of deterioration due to the lack of
water contribution, to the point where it is currently
threatened with de-classification. To forestall this,
an attempt is being made to offset the danger by
transferring water from the Tagus to the Segura.
 In the hope that this exceptional landscape
feature will be regenerated, we continue to advance
along a river that normally manages to flow thanks to
help provided by the Jabalón and the Abenojar from
the south and the Bullaque from the mountains of
Toledo, that is, from the north. From Luciana, built
beside the river, which may be crossed without the
need for a bridge, to Puebla de Don Rodrigo, perched
on a hilltop near the course, the Guadiana enjoys one
of its best moments and passes through an excellent
landscape: a panorama of meadows, in which neither
the bed nor the volume of the river vary greatly as it
flows lazily along. It slumbers on its meanders, ac-
companied by narrow copses and here and there it is
even covered by water lilies.
The landscape through which the Guadiana
flows as it approaches Extremadura becomes even
more ruggedly harmonious, because before it reaches
Badajoz it passes through imposing quartzite preci-
pices of contrasting walls. It flows north-west until it
reaches the Cijara dam, after which it changes direc-
tion to south-west.
Extremadura
The perimeter of the Cijara reservoir is almost a fili-
gree, cut out between rugged cliffs where all the coun-
try’s species of rock-dwelling wildfowl nest. Encased
by the spurs of the Montes de Toledo, in Anchuras,
the last offshoots of Las Villuercas and Altamira, hav-
ing crossed the barrier of Cijara the Guadiana is joined
by the Guadarranque, a delightful tributary that rises
in the Sierra del Hospital del Obispo and the adja-
cent mountains of Guadalupe. All the tributaries that
come from the north are very necessary, because the
average annual rainfall there reaches almost 1,000 li-
tres, even though we are in Extremadura, and these
waters contribute to filling two further consecutive
reservoirs: García Sola and Orellana, which cause the
Guadiana to form an almost perfect angle of 90 de-
grees. We are in the Siberian lands of Extremadura
and the beginnings of La Serena, flat or gently undu-
lating plains with endless stretches of pasture and the
occasional meadow.
The most important feature is on the left bank,
where it is joined by the Zújar, which is also dammed;
298 indeed, until very recently it boasted not only Spain’s
but also Europe’s largest reservoir.
From all these water masses that occupy almost
100 kilometres flow channels that nourish the irriga-
tion farming lands of the famous Plan Badajoz, pos-
sibly the largest of such areas in the country, which
almost reach the city of Badajoz itself. This is the set-
ting that accompanies the Guadiana, that is, an inter-
minable succession of cultivated fields of an average
width of almost 50 kilometres. A highly transformed
landscape that formerly consisted of an uninterrupted
evergreen oak forest.
As it flows through the capital of Extremadura,
the Guadiana becomes entirely historical, with sev-
eral landmarks. Specifically, Mérida is the site of a
substantial number of archaeological remains, above
all from Roman times, which may be regarded as the
country’s most outstanding. Even more striking is
the fact that some civil engineering works linked to
water are still in use, such as the dams of Cornalvo
and Prosperina, and the city’s Roman bridge, which
continues to serve its purpose.
Furthermore, as it flows through Mérida the
Guadiana becomes a veritable haven of peace, its
banks covered with vegetation that provides the
setting for great biological activity. Then it enters
the westernmost section of irrigated land to reach
the city of Badajoz itself, where once again we ob-
serve harmony between running water and a static
urban nucleus. Few kilometres remain before the
river becomes the frontier with Portugal for the first
time.
The Biggest Reservoir
The Guadiana finally dissolves into the greatest conti-
nental mass of water artificially held back. Indeed, the
Alqueva reservoir has for the umpteenth time erased
our most original river from the map to transform
it into an artificial lake of formidable proportions.
Even when one flies over it in a helicopter it seems
to have no end. Indeed, after its first backwaters,
which are still in this country, downriver from the
city of Badajoz, we have to cover almost 100 kilome-
tres southwards. This is the greatest expanse of blue
on the entire map of the Peninsula. At ground level,
however, it is a sheet of water of enormous plasticity
by virtue of the irregularity of Alqueva’s perimeter,
with its hundreds of shelters, inlets and small gulfs
among imposing granite rocks. Indeed, one of the
impressions we get from many of the ins and outs of
this reservoir is that it belongs not to the Old World
but rather to a hidden coastal area in a country of few
inhabitants, a drastic transformation of the landscape
justified by Portugal’s apparently impossible rejection
of a development model that is not identical to that of
other European countries.
Once it has emerged from the huge reservoir,
the Guadiana becomes a river once again. What is
more, after what I have described above, which in
fact means that at present it preserves only 15% of
its initial characteristics, at last we may describe a
small portion of manifest naturalness in this water-
course.
This has permitted the creation of a protected
natural area in the vicinity of its mouth. In other
words, at least on this stretch that precedes the fron-
tier portion between Huelva and the Algarve, the
Guadiana is a hidden though integral path of water.
Its arrival at the sea is accompanied by a new sur-
prise: the fact that it is navigable as far as almost 60
kilometres inland.
Then it becomes of this land again, not without
first having constituted a frontier.
The Guadiana Basin
Eduardo Alvarado Corrales
President of the Hydrographical Confederation
of the Guadiana
The Guadiana contains in its name a clear reference
to its identity: a hybrid, frontier river; a river occupied
and named since Antiquity; a river that flows through
different territories and countries; a river of the Me-
seta that comes alive only to calm down again, that
penetrates subterranean regions and broad surface
masses, a river that embraces, draws together and
unites countries and cultures.
Two fundamental Spanish cultural substrata
come together in its name in the form of two key ref-
erences. The Roman world understood, alluded to and
named this watercourse as Anas, a denomination that
clearly relates to elements of invaluable biodiversity
in its basin and establishes links with northern Europe
by virtue of the constant migration of Anatidae (ducks,
geese and swans) in search of backwaters and river-
banks, pools, wetlands and floodplains in which to live
and nest. The Moslem presence — which exerted such
influence over our language, philosophy and culture —
added to its name a reference to water as a priceless
resource, particularly treasured by those societies of
the south who suffer the consequences of its scarcity.
It is from this viewpoint of miscegenation that
we must understand relations between human com-
munities and the Guadiana throughout history: con-
stant presence, use and occupation whose intensity
increased as the process of development and associ-
ated needs progressed and grew. A presence of accu-
mulated cultures that has left its vestiges and traits
in the language, in habits and in the needs satisfied by
the waters and lands of the Guadiana. It is thus that
the river gradually became edged with waterwheels
and mills, crossed by pasaeras and bridges, held back
by dams and weirs, while springs were protected and
wells dug out from which to drink and live, to irrigate
the land and make it productive.
The Guadiana is a reference point of quality and
capacity from both the physical and human perspec-
tives. The quality of the Guadiana lies in its natural im-
portance, in the protected areas it treasures, such as
the Tablas de Daimiel and Cabañeros national parks;
but also in its wetlands and the diversity of species
and habitats to be found in its long basin. These wet-
lands, known since Antiquity, are now internationally
recognised, particularly the Orellana reservoir, the
lakes of Alcázar de San Juan and Albuera, and Las
Tablas de Daimiel. Internationally acknowledged both
as paradigms of Spanish biodiversity, equally appreci-
able in places regarded as among the planet’s most
representative and valuable, are the biosphere re-
serves of Sierra Morena and La Mancha Húmeda. The
Guadiana is characterised by plains and mountains
that have generated sonorous, international names
and references, like tablas or rañas, denominations of
waters and geological landscapes, of plains and the
mountains like those of Villuercas and Toledo. It is a
river that from the ranges of Cuenca and the blue
waters of Ruidera, Albacete and Ciudad Real alter-
nately zigzags and disappears in La Mancha, swells,
broadens and becomes calm in Extremadura and the
Algarve and flows into the sea between Ayamonte
and Villarreal de Santo Antonio.
The quality of our river is also linked to the
capacity of its dwellers, for it is precisely that com-
bination that has led throughout history to the
construction on its lands and rivers of numerous
monuments, some of them so emblematic, like
Guadalupe and Mérida, that they have been de-
clared world heritage sites. But it is also linked to
other valuable historical remains in many places,
and to immaterial cultural references of such high
value as the festivals of Almagro and Mérida or that
unique tongue of the frontier lands, of Olivenza and
Barrancos, an example of the diversity and survival
of minority languages.
The combination of the quality and capacity of
the waters, lands and people of the Guadiana may be
clearly seen in their products. Particularly, and as the
best exponent of the savoir faire of our river and our
basin, quality and capacity combine in our designa-
tions of origin, through which we appreciate the qual-
ity of our lands – many of which are highly noted for
their biodiversity – and of our water, the quality and
capacity of our people to manufacture and efficiently
market their products. The Guadiana Designation of
Origin (DO) is a reference point of the traceability,
quality and capacity of our people and territory.
And our river is mestizo and bordering, because
it links us with Portugal, because it makes us inter-
dependent and more European, because it flows in
and out, because it constitutes a cohesive backbone,
because the Guadiana is equally fluent in Portuguese
and Spanish, thereby making us richer, more diverse
and more universal.
Those of us who live, love and feel the Gua-
diana, those of us who closely identify with the
Guadiana, know that we are now at an important
juncture because we are determined to achieve the
preservation and recovery of our resources, while
fostering development of the territory. We share a
new collective and participative view of our river,
thinking of the future as we carry out its Plan, while
we recuperate the over-exploited aquifer, while we
restore our riverbanks with the Estrategia Nacional
de Ríos (National River Strategy) and maintain the
quality of our waters by treating them through ap-
plication of the Quality Plan, while we make our ir-
rigation farming more efficient in the use of water
and energy, while we care for biodiversity, while… we
preserve the life and activity of the lands and waters
of the Guadiana.
THE TAGUS
Waters that unite
[…] Cerca del Tajo, en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura,
toda de hiedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado, con sonido
alegrando la vista y el oído.
Garcilaso de la Vega
The High Tagus of La Alcarria
There, almost right beside the wellsprings that will be
the Gabriel and the Júcar, the spurs of the Sierra de
Albarracín, at almost 1,600 metres above sea level, wit-
ness, when it occurs, one of the most necessary proc-
esses for our landscape and personalities as a whole.
Because the Tagus is the river that supplies most peo-
ple, without overlooking what should be regarded as
the most political. It is no coincidence that one capital
each of both Iberian states and that of an autonomous
community are linked to the river. By virtue of the fact
that it occupies this central position in the two Ibe-
rian states, the Tagus is the most mediating river not
only of the Peninsula but also of its history. The Tagus
unites and currently possesses one of the spaces that
should create an even tighter bond between Spain
and Portugal, because the portion in the province of
Cáceres through which these waters leave our country
now constitutes an international natural park, since
the southern side is Spanish and the northern side
Portuguese.
The first murmurs of its waters, which travel so
far, could not be more uncertain or modest, to the
extent that often the source of the Tagus sinks into
obscurity, leaving only a small furrow visible, above all
in these recent years of severe drought in the heights
of the Sistema Ibérico.
Its surroundings, however, count among those
invariably worth contemplating. Secluded places
populated by conifers, wide fertile plains and healthy
lands of migrating livestock. The river’s source is un-
common in terms of its location, since it appears to
be a tiny pool, yet the first kilometre of its itinerary
is even more uncommon, since it flows across a flat
plain, one of the very few of its kind in these out-of-
the-way places. The other side of the coin comes with
periods of generous rainfall. Then this semi-plain be-
comes transformed into a swamp that gushes every-
where and provides the Tagus with an initial impetus
to make it worthy of its category as a great Mediter-
ranean river.
The High Tagus, now protected as a natural park,
is the site of one of this country’s great masses of pine
forest. Fissures and escarpments provide the waters
with an opportunity for boisterous enthusiasm. And
since, moreover, the subsoil is of calcareous rock, the
result is a world of infinite volumes and capricious
forms, often prematurely aged and surmounted by
silvery cliffs, a landscape that provides the habitat
for many protected species of big game. This sub-
stantially increases the lure this comarca harbours for
all those who delight in complete landscapes. And
the fact is that both lovers of natural scenarios and
those who demand that they provide habitats for the
denizens of lonely places will find that practically
nothing is missing here. The Tagus proceeds through
pine forests and escarpments, lined by few riverside
trees. Its volume is still relatively low, at least until it
is joined by one of the major tributaries on these high
stretches, which – how paradoxical! – is called Hoz
Seca (Dry Gorge). We are in the Parque Natural del
Alto Tajo, a paradise for anglers by virtue of the excel-
lence of its trout. One of the phenomena that most
stike us here is the way in which the Gallo and the Ta-
gus plagiarise, on a small scale, the famous Negro and
Amazon rivers, that is, the arrival of a tributary with
very dark waters due to the small amount of mud it
carries down at another, larger one, with waters of a
different colour.
The Gallo, a tributary that flows down from the
high moorlands of Molina de Aragón, provides the
sculptural ensemble of its red sandstone, that is, pur-
ple-coloured effaceable stones, in a series of cut-outs
of undeniable plasticity, a veritable labyrinth of nooks
and small caves with a substantial number of trees
hanging from them. Of these spurs of the very broad
projection of the Serranía de Cuenca as a whole, we
cannot ignore some of its most strikingly unequalled
places. For instance, the entire area that lies inside the
domains of the natural park, which is easy to explore
given the fact that there are tracks and paths suitable
for almost all kinds of vehicles.
No less striking is the great meander lined by
rock faces almost one hundred metres high, thanks
to which this is one of the most unique and delightful
of all Spain’s voluptuous water circles.
Very close to Ocejón, the Tagus becomes broader
and somewhat calmer, although it must pass through
one of the places of more dramatic evocation, among
other reasons because the name and geological effects
it echoes stand there as a warning. This is the Hun-
dido de Armallones, a cave-in caused by the Lisbon 299
earthquake of 1755.
Finally, the Tagus begins to emerge from the
bristly hidden places of its upper stretch to enter the
domains of La Alcarria.
La Alcarria, almost all of which belongs to the
province of Guadalajara, causes our central river to
travel through a landscape of manifest difficulties,
although it delights those who love to contemplate
panoramas, because what is open, sparse and hid-
den in nakedness demands more. Because when we
manage to control the offers of barren land we begin
to greatly enjoy what we see, hear and, needless to
say, what caresses us. This is indeed high land, which

means much more cold than heat. Prominent veg-
etation very rarely appears grouped together. A few
pine groves and junipers and savines scattered here
and there. Reliefs only vaguely outlined, but when
a torrent endeavours to open a path for itself to the
father Tagus, it is not uncommon to find that it does
so with a cohort of caverns and ravines. The valley
floors enjoy a degree of permanent humidity, thanks
to which a substantial number of poplar groves man-
age to ensconce themselves there. Here and there a
gorge, a deep incision in the almost entirely flat moor-
lands, becomes a multiplier of scenarios and their
living communities. For obvious reasons, we cannot
overlook the Hoz del Río Dulce, where hundreds of
sequences of the Spanish television programme El
Hombre y la Tierra were shot.
Slightly to the north and east of these out-of-
the-way places, as beautiful as they are historical,
flows the river Cifuentes, one of the tributaries of the
Tagus that runs through the town of the same name
and that might be regarded as the most important in
the whole of La Alcarria. As they follow their course
south-west, the waters of the Tagus are committed
for the first time to cooling a nuclear power station,
the one at Trillo, named after the town beside which
it stands. At the Zorita station, which has just been
closed, it did so for the second time and at Almaraz,
in Cáceres, it will do so for the third time. Nonethe-
less, the factor that most determines our long wa-
tercourse is that it will be halted, before it leaves the
domains we are contemplating in this chapter, in the
colossal reservoirs of Entrepeñas and Buendía, from
which some of its waters are diverted to the Segura.
This, as many Spanish people know, is this country’s
most outstanding feat of civil engineering and the
most accomplished interconnection between two
river basins. On the other hand, this great work has
caused an unending string of problems and left be-
hind it a wake of dissatisfaction, among donors and
beneficiaries alike. These two artificial lakes are joined
by that of Bolarque to constitute one of this country’s
largest reservoir complexes; indeed, Spain holds the
world record for number of big dams per inhabitant.
Their effectiveness, however, is sometimes negatively
offset by irregular rainfall.
Buendía is fed mainly by the initial stretch of
300 one of the Tagus’s major tributaries, the Guadiela.
The surprising fact, however, is that the two great res-
ervoirs are joined by a tunnel. In any case, the incred-
ible twist that the Tagus makes between Entrepeñas
and Bolarque and the complexity of the mountains
it flows through there to enter La Meseta constitute
one of the country’s most beautiful environments,
above all when the reservoirs are full and we forget,
for a moment, that they were once a river. The Ta-
gus then flows over a flat plain, though with the Si-
erra de Altomira flanking it to the east. As it takes its
last steps in search of the borderline with Madrid, it
passes through the extraordinarily attractive towns of
Fuentidueña and Villamanrique.
So short is the stretch of these waters in what
we administratively call Madrid that if it were not for
evocative Aranjuez, surpassed only by Toledo in mak-
ing the most of the great river’s possibilities, we might
easily overlook it. It is a stretch not only of great his-
torical but also of environmental value, by virtue of
its large copses, productive market gardens and use
as a source of recreation, since it is navigable for flat-
bottomed barges. Here the waters acquire a bright
green tone that we shall very shortly miss.
Before entering the province of Toledo, the Ta-
gus is given an enormous boost when it is joined on
the right by the Henares, which in turn has captured
the Tajuña, the Jarama and a whole ramification of
lesser tributaries that drain a substantial proportion of
the Sistema Central, including the rivers Lozoya and
Manzanares, which have played a crucial role in Ma-
drid’s attaining a population of almost six million.
The Passage of the Tagus through Toledo
The southern Meseta has always made things easy for
the rivers that drain it. Indeed, here the term ‘great
path of water’ loses all its meaning. There are few or
no obstacles to overcome and the gentle gradient al-
lows water to flow slowly almost constantly towards
the west, almost in a flat profile that, nonetheless,
causes rivers to twist and form what we call meanders.
In short, there is little scope for rivers to amuse them-
selves, apart from a handful of exceptions. The first
obstacle could not have been overcome with better
results: a mighty chop through the high granite hill on
which the city of Toledo, the capital of kingdoms and
even of empires, was founded and grew. Here we are
regaled with the imposing landscape gift of the river’s
tracing out just over a semicircle, so that the urban
complex is circumscribed as if by the moat of a medi-
eval castle.
After having embraced Toledo and until it
reaches Extremadura, the Tagus follows a regular,
homogeneous itinerary over a distance of some 150
kilometres. Interminable arable land, a broad regu-
lar course, a slow-moving current, turbid waters, few
well-tended copses and practically no town or village
on its banks. Having been joined by the Guadarrama,
whose waters rise in the mountain range of the same
name, our watercourse is halted and swells. The Cast-
rejón reservoir creates a magnificent contrast between
a water mass, with abundant marshland vegetation,
and towers of sandstone with an endless number of
small caves. As far as Talavera de la Reina the situa-
tion remains practically unchanged, though with the
arrival of the Alberche, with its waters from the Gre-
dos and Guadarrama ranges, the volume increases,
although the Cazalegas reservoir keeps most of it to
irrigate the large expanses of land on the outskirts of
the famous city, the second most populous in the
whole of Castilla-La Mancha.
The river flows alongside new sandstone escarp-
ments until it is halted once again, this time by the
Azután dam, which creates an extensive water mass
highly suitable for marshland fauna.
After the Azután reservoir, the great river of
Castilla-La Mancha covers its last kilometres in this
community through the lands of Puente del Arzo-
bispo. This is an area of granite outcrops, precisely
the ones that allowed the construction of the most
famous bridge – after those of Toledo itself – over the
river on its Manchegan stretch. The Alcántara bridge,
which stands near the river’s exit from Spanish ter-
ritory, is the only one in the entire country that has
been in active service for almost twenty centuries.
This stretch of the Tagus, having left behind an ex-
tensive area of cornfields and the occasional por-
tion of irrigated land, enters a defile with rocks that
naturalise the river considerably before it crosses the
border with the community of Extremadura, which
coincides with the tail end of one of this country’s
major reservoirs, that of Valdecañas, fed by waters
from the mountains of Las Villuercas in the south,
carried down by the rivers Gualija and Ibor.
The Tagus in the Province of Cáceres
and the Parque Nacional de Monfragüe
When a river is halted, it should inevitably lose that
denomination we associate with flow, because what
dams do is precisely halt and then accumulate. The
ensuing forced inundation submerges copses, walls
of rock, plains and, needless to say, villages and so
many other places that were often the most used by
previous generations. When we think in terms of the
many services they render, or the water supply that
reservoirs guarantee, we usually forget how much
has been lost beneath their surface. This process
reaches colossal proportions on some of our main
watercourses, such as the Tagus or the Guadiana,
which have been held back literally along hundreds
of kilometres. The Extremadura stretch of the Tagus,
for example, is entirely dammed, the effect of which
is one of substantial isolation which becomes particu-
larly evident in the stretch that today corresponds to
the Parque Nacional de Monfragüe, the true capital of
nature in this autonomous community. Furthermore,
it is reckoned that nowhere on the entire Peninsula is
there as much big game as on these lands that border
the Tagus. The great river flows through one of Old
Europe’s most extensive uninhabited areas, a region
of gentle hillocks with thick shrubland girdling iso-
lated cork-oak woods. These are the domains of the
cinereous vulture, since they accommodate the larg-
est known number of nests of this species, the largest
of its kind in the Old World.
The Tagus flows through its steep-sided defile,
sometimes enclosed in precipitous gullies and, on
other occasions, opening out onto tranquil lowland
plains. In the midst of these cliffs grow clusters
of arbutus that regale us with their wild fruit, and
rockroses that perfume the air. Hard by the bridge
we cross Las Portilleras, a set of upright rocks where
vultures nest, which leave a passage open for the river.
The vultures wheel solemnly over the running waters.
And there, up above, perched between bends and
cliffs, stands the hermitage of Monforte, a name that
the people have changed to Monfrae and Manfrae. The
old castle, or the ruins that remain of it, was shrouded
in fog. The Tagus was lost from view among the twists
in the mountains that provide it with its bed, those
mountains, broken by the secular action of the waters,
that become the Castilian Meseta.
Miguel de Unamuno
Monfragüe is one of the favourite destinations
for birdwatchers from all over the world, who come
to Extremadura drawn by the irresistible lure of its
landscapes. Because both at the beginning of its
itinerary through the protected area and practically
at the end, the Tagus licks the base of ‘boquerones’,
that is, enormous quartzite rocks that accommodate
substantial colonies of rock-dwelling wildfowl.
One of the peculiarities that characterise what
remains of the Spanish portion of the great river is
that after its passage through Puente del Arzobispo,
not one single town or village stands on the banks of
what is a stretch almost 200 kilometres long. Though
the fact is that the province of Cáceres as a whole has
never been noted for its abundant population, there
is not even a small village anywhere near the waters
of the great fluvial course. And as if this were little
enough, just where it is joined by the Tiétar, which
carries water down from the entire southern Gredos
range, another great wall of rock soars up over the
waters, to the delight of those who usually stop there
to contemplate the fabulous spectacle.
The Alcántara reservoir ends just where that of
Torrejón begins, an artificial lake that keeps the waters
of the Tagus still on their passage through Monfragüe.
This is one of the most extensive in the country; in-
deed, on the whole continent. If we count the two
main branches that correspond to the confluence
between the Alagón and the Almonte, the latter the
only of the Tagus’s tributaries whose bed has been
left untouched, that is, without dams, they constitute
over 100 kilometres of an average width that exceeds
350 metres and sometimes reaches 1,000 metres.
Alcántara deserves a monograph to itself. Its
Roman bridge, with formidable arches that cross
some 60 metres of flanked riverbed, is an example
of the astonishingly high level of civil engineering
we have enjoyed for over twenty centuries. Having
left the longest and most labyrinthine of Spanish
reservoirs behind, the Tagus now attempts to be a
mediator. It flows as a frontier, though held back
once more by the El Cedillo dam. We are now on
the international Tagus, a protected nature reserve
on either side, in other words, both in Portugal and
Spain. And this is only to be expected, since the
fauna and flora that thrive along this stretch are ex-
ceedingly rare and unique.
The Hydrographical
Confederation of the Tagus
José María Macias
President of the Hydrographical
Confederation of the Tagus
Located in the central part of the Meseta, bounded to
the north by the granitic, metamorphic backbone of
the Sistema Central, which formed during the Alpine
orogeny, and to the south and east by the Montes
de Toledo and the Cordillera Ibérica, the Tagus basin
gathers the spring waters in the internal sedimentary
depression, which flow into the Atlantic through the
Mar da Palha near Lisbon, having followed a predom-
inantly east-west direction. The central catchment
area, the river Tagus, is the longest on the Peninsula,
stretching 1,092 kilometres (79% of which in Spanish
territory) and fed mainly by the tributaries that drain
the northern relief.
The fundamental characteristics of the basin
are the pressure exerted by exploitation, deteriora-
tion of the quality of its waters and the presence of
numerous, varied and interesting ecosystems.
As regards its exploitation, the Tagus basin is
currently in its maturity phase: it satisfies the urban
needs of over 12 million inhabitants – the big conur-
bations of Madrid and Lisbon and the south-eastern
area of the Peninsula, by means of the Tagus-Segura
aqueduct – and irrigates some 220,000 hectares,
while the hydroelectrical and thermal power stations
along its course account for 15% of national energy
production.
The basin is also characterised by a huge number
of exploitation, regulation and flood-prevention infra-
structures, its water storage capacity reaching some
11,000 hm3, thanks to which it is possible to mitigate
the effects of prolonged drought and prevent the
devastating floods that in the past periodically rav-
aged the lowland plains of Aranjuez and Talavera de
la Reina.
By virtue of its geographical variety, with the
presence of geomorphologic zones in a continental
sedimentary basin edged by igneous and calcareous
rocks, and its climatic variety, characteristic of the
continental Mediterranean climate with clear-cut dry
seasons and highly distinct temperature changes,
the basin generates habitats such as the moorlands
and defiles of the Alto Tajo, the craggy relief of the
Sierra de Gredos and the alluvial plains of Toledo and
Cáceres. In order to preserve this variety of habitats,
almost half the surface area of the basin is now pro-
tected (over 20,000 km2 in the Spanish part), the
protected areas stretching from the Alto Tajo in the
Sierra de Albarracín to the Tajo Internacional on the
Portuguese border, taking in, among others, those
of La Cuenca Alta del Manzanares, Monfragüe, Las
Batuecas-Sierra de Francia and Sierra de Gredos.
The basin is also endowed with a rich historical,
cultural, archaeological and monumental heritage.
Worthy of special mention here are the bridges of
Toledo and the Roman bridge of Alcántara, the Royal
Site and Villa of Aranjuez and the geomorphologic
formations of the Alto Tajo. Many artists and writers
have found inspiration in its landscapes, from medi-
eval narrators to our contemporaries, Rafael Sánchez
Ferlosio and José Luis Sampedro via Garcilaso de la
Vega and Cervantes’s Novelas Ejemplares. The Tagus
has also been immortalised in the paintings of El
Greco together with his city, Toledo, which it girdles.
The great conurbation of Madrid, with over 6
million inhabitants, generates a considerable volume
of effluent in the rivers Manzanares, Jarama and Gua-
darrama, the effects of which extend much further
along the axis of the Tagus. Numerous waste-water
treatment plants are currently being built to improve
the chemical and ecological conditions of water and
its associated ecosystems, in accordance with the
principles established by European directives and
Spanish legislation.
Over the past thirty years a drop in available
hydric resources has been observed as a conse-
quence of climate change. Great efforts must there-
fore be made in the fields of demand management,
modernisation of irrigation systems and water sav-
ing in cities, in turn integrating environmental vari-
ables with the aim of recovering the functionality
of the basin with the collaboration of everyone con-
cerned with the use and conservation of the aquatic
environment.
If during most of the twentieth century Span-
ish society strove to build infrastructures that would
boost the country’s economic development through
exploitation of water for productive use (supply, food
production through irrigation and electrical energy
generation), efforts are now concentrated on protec-
tion and conservation of hydric resources, improve-
ment of their quality and the protection, conserva-
tion and restoration of ecosystems linked to water,
as stipulated in the European Framework Directive in
accordance with new paradigms of sustainable devel-
opment. A major contribution to this will undoubtedly
be made by the magnificent text that unfolds on the
pages of this book.
301
 THE DUERO
The poem of water
You, old Duero, smile
between your beards of silver,
milling with your ballads
the failed harvests.
Gerardo Diego
A Balanced Basin
Many of us are convinced that the Duero comes sec-
ond only to the Guadalquivir in terms of poetic de-
scriptions devoted to it. And this is no mean privilege if
we bear in mind the fact that the compositions by An-
tonio Machado and Gerardo Diego, here, or by Miguel
Torga in our neighbour Portugal are of prime literary
quality. I have chosen this astonishing poem by a man
from Zamora by virtue of the topicality of its themes.
This does not mean that the poets of the ’98 and ’27
generations were not concerned with the natural envi-
ronment, though few expressed this concern with such
moving insight as Agustín García Calvo in these lines
that open the chapter on the Duero.
The Duero’s basin is a model of its kind. If we
attempted to define symmetry between the capacity,
volume, springs and geographical structures of a river,
we would come up with something very similar to the
Duero. It stretches with a certain balance along its
two banks; consequently, it occupies a central posi-
tion on the northern Meseta, that of Castilla y León.
It is almost entirely flanked by mighty mountain sys-
tems and it is nurtured regularly by tributaries from
all points. The fullest of these run down from the
Cantabrian cordillera, without overlooking those that
do so from the Gredos and Guadarrama ranges. It fea-
tures the country’s only navigable canal, the Canal de
Castilla, whose two branches, one ending in Medina
de Rioseco and the other in Valladolid, constitute one
of the most interesting feats in the history of Spanish
civil engineering.
Indeed, the river’s design recalls that of the ribs
of tree leaves.
302
From Urbión to Aranda
The peaks of Urbión are highly reminiscent of the Al-
pine landscape, a world of stark nakedness with just a
few meadows and a few of those rivers of stone we call
‘casqueras’. Besides accommodating a lake of glaciar
origin, these peaks join those of Neila, Cebollera, De-
manda and Cameros to create one of the most beauti-
ful mountain arcs on the entire Peninsula, and to a
considerable extent one of the richest in terms of water
supply. Dozens of torrents join the Father Duero from
the lands of Vinuesa, Covaleda, Salduero and, needless
to say, from the Laguna Negra featured in the famous
poem by Machado. Spates of transparent joy leap-
ing as if in delight, only to be halted once again by
La Cuerda del Pozo, another of this country’s huge
headwater reservoirs. Everything seems to indicate
that if we follow the Duero, our destination will be
the Mediterranean. It flows with enthusiasm to-
wards the east, but after having licked the highlands
of Soria and their legendary Numancia, it reaches
the capital, where it forms the most famous of all
river curves, having been described as a crossbow by
Antonio Machado. It now sets its course westwards,
towards the Atlantic, the destination of all the wa-
ters of Castilla y León.
The stretch belonging to Soria marks the con-
solidation of the river’s maturity, since it left its
youth at the gateway to the province. When it passes
through Burgo de Osma or San Esteban de Gormaz,
the Duero has become a solemn adult, flanked by
copses and practically unexploited by the very few
inhabitants. The best feature here is the arrival of the
Lobos from its famous canyons.
Everything is peace and quiet up to Aranda de
Duero, a substantially populated manufacturing town.
Furthermore, here begin the famous Riberas del Duero.
Through Valladolid
A major portion of the lands pertaining to the prov-
ince of Valladolid that are bathed by the Duero are
known to all both directly and indirectly. The wines
of Ribera de Duero, which figure among the best
not only of Spain but also of the entire world, come
to occupy vast domains on either side of the river,
almost as soon as it leaves Soria behind. Though
there are some in the province of Burgos, vineyards
occupy practically the entire area between Peñafiel
and Tordesillas, with a thin line of copses flanking
the river in an almost total absence of relief along
the whole stretch.
On this stretch, rejuvenating elements reach
the father from his scions that rise in the Guad-
arrama and Gredos mountains. One of these is
the Riaza, which also has its canyons and defiles;
another the Duratón, a Segovian of renown, as
well as those that join the Duero further east, the
Cega and the Adaja, nourished in turn by several
other especially evocative mountain rivers, like
the Eresma, which encircles Segovia and its aq-
ueduct, or the Voltoya, which feeds the river on
which Ávila stands.
All told, it is the great fluvial hub that con-
centrates in the vicinity of Valladolid, a capital of
considerable importance. The Burgalés*6Arlanzón
contributes waters from almost a quarter of the
north-eastern expanse of Castilla y León, and if we
add to this the fact that the Pisuerga does the same
from the centre of the same community, the result
is the imposing spectacle we contemplate at Tord-
esillas.
* Of or related to Burgos.
On some stretches, the Duero manages to form
great masses of riverside vegetation or woods, which
since time immemorial have been exploited by fauna
to constitute dense colonies, as in the area of Pollos.
Several species of heron and innumerable corvids
and other smaller wildfowl find hiding places in
these small jungles…
The Freshets of Zamora
Through the lands of Toro, which also constitute a
wine-producing area, a canal flows parallel to the
Duero. Indeed, this is only to be expected when we
bear in mind that these waters irrigate many crops.
The river has now been joined by the Trabancos and
the Guareña from the south, and will soon be fed by
the Valderaduey, which drains the vastness known
as Tierra de Campos.
Having swollen suddenly with the arrival of
the Esla, the Duero comes face-to-face with its best
friend, Las Arribes. Better thus, in feminine, than in
the conventional masculine that so little suits any-
thing related to waters. Furthermore, neither water-
courses nor trees should have been so belittled by
applying the male condition to them.
An enormous set of granite rocks, vestiges of
the original base of the Peninsula, have been cut
through by the turbulent waters of the Duero. As it
proceeds on its way to Portugal, it twists suddenly
southwards, contributing in part to the creation
of a long frontier stretch, which never made any
sense. But at least we are regaled with the splendid
beauty of slightly domed defiles and gently slop-
ing precipices that accommodate not only the nests
of almost all the wild denizens of the air but also
what for Miguel de Unamuno is the most intensely
formidable landscape of this land of ours. In the
short, torrential stretches of the tributaries that feed
the Father here, we discover a number of splendid
waterfalls, such as the El Humo cascade.
But let us now savour, as we did in the chapter
on the Tagus, Don Miguel de Unamuno’s vast liter-
ary talent when it comes to describing Las Arribes.
The Meseta is split into deep fissures, revealing its
granitic bowels, the flinty bedrock of the frown-
ing tableland of Castile. The stubborn waters,
which drop by drop laboriously cut the rocks,
have gradually gnawed out their craggy bed and
sought a way out through swerves and bends.
From a distance, nobody would even glimpse the
deep slash through which the Duero flows; the
undulating plain seems to stretch out gently with-
out the slightest solution of continuity to become
lost in the spurs of the Sierra de la Estrella, which
closes the horizon towards Portugal. One of the
folds of this plain conceals the deep slashes, the
blustery gorges, the imposing ridges and the erect
precipices beneath which, there in the depths, the
Duero lives and flows […].
Since rivers join landscapes together, I shall not
say that we bid the Duero farewell in Portuguese La
Miranda; on the contrary, we continue to regard it
as both Portuguese and ours as far as Oporto, in
the same way that modern Lusitanians would re-
gard themselves as co-owners of the Duero of Soria,
Segovia, Valladolid and Zamora.
From here onwards it becomes entirely Portu-
guese, with the supreme elegance of encountering,
on its last stretch, one of the most exquisite urban
environments: the way the old centre of Oporto har-
monises with the Duero is a true delight to behold.
And as if this were not enough, much of its itinerary
through the lands of Portugal is navigable, thanks to
a succession of reservoirs. To allow vessels to travel
upriver, a series of locks have been built.
THE DUERO: A HYBRID RIVER
Antonio Gato Casado
President of the Hydrographical
Confederation of the Duero
The Duero crosses the oaken heart of Iberia
(A. Machado)
‘It rises in the Picos de Urbión, province of Soria,
flows through Soria and Zamora and reaches the sea
at Porto (Portugal). Its main tributaries are the Pisu-
erga and Esla on the right and the Adaja and Tormes
on the left.’ Little further information is provided
by Don Antonio Álvarez’s old encyclopaedia, pub-
lished in the fifties and constituting a compendium
of the knowledge needed in a Spain where culture
was cloistered in those ungraded schools, where
the rhythmical recitation of multiplication tables
rebounded off peeled walls.
And yet, then as now, it summarised and continues
to summarise practically everything the river signifies.
For it is true that it rises in the tranquillity of
the Sierra de Urbión, in the midst of a ‘recumbent
geology’ that, in the words of a poet from Cantabria
— a land that also contributes waters to swell the
river further downstream — ‘feels nostalgia for the
palms of God stroking its relief’.
And this tranquillity prevails over the slow pas-
sage of the river through the lands of Castile. Only
on its last stretch, when Portugal spurs its right
flank onwards, does it rush down steep cliffs, inter-
rupting its hitherto majestic flow, which will become
solemn again when it ceases to be a frontier and its
waters bathe only Portuguese lands. As if it sought
to increase its pace to emerge, as quickly as pos-
sible, from the unpleasant situation of forming part
of a frontier that acts as the administrative division
between two peoples who, nonetheless, by sharing a
river also share a common culture and history.
And it reaches the sea in Oporto. Or, to be more
precise, it delivers its waters to the Atlantic between
Porto and Gaia, names that when united — as its
banks are united by the slender iron bridge of Luis
I — configure the name of Portugal.
Erratic on the initial stages of its itinerary, it
looks first to the east and, perhaps dazzled by the
sun of the Levante, modifies its course by veering
southwards. Then, after having been a silent wit-
ness to the pointless tragedy of Numancia — which,
clinging staunchly to its local identity, refused to un-
derstand the universality of Rome — it flows around
Soria, forming an arc which another poet from
elsewhere — Andalusia this time — compared to ‘the
curved crossbow of an archer’.
As from Almazán, it settles down on its west-
ward course, following the trajectory of the sun. It
may be merely a coincidence that the river reaches
maturity and ceases to wander from one cardinal
point to another when it begins to be a hybrid. It is
precisely there, in the vicinity of Almazán, where it
is fed on its left bank by the first foreign waters from
Castilla-La Mancha, which merge with the original,
pristine waters that rush down from the Urbión to
Duruelo. This mixture, which begins near Berlanga
del Duero, where it is joined by the river Escalote,
a synthesis of waters from the two Castiles, will
become progressively enriched until, beyond the
Spanish frontier, it still receives in Portugal Galician
waters from the Támega until its hybridisation is
completed with the waters of its Portuguese tribu-
taries.
If the Pisuerga and the Esla are its major
right-hand tributaries, which provide waters from
the Cantabrian mountain range, the former, despite
its traditional identification with Valladolid, is its
most crossbred river, since as well as by the ever
confused runoffs from the Pico Tres Mares, where
it rises on the borderline with Cantabria, it is also
nourished by waters from La Rioja brought down
by the Arlanza — which has previously matched,
combined and joined them with those of Burgos —,
together with the Cantabrian waters of its tribu-
tary the Camesa, which joins it in Aguilar de Cam-
poo. Without forgetting, to complete its particular
idiosyncrasy, the Asturian runoffs that contribute
to the formation of the Porma, which reach it via
the Esla before this latter river — still influenced,
perhaps, by the calcareous echoes of the Picos de
Europa that witnessed its birth — begins to rush
furiously down the precipices of Los Arribes, which
Unamuno, also a writer from another part of Spain,
described as ‘sunlit crags that stand out against
the dark tone of the crags in shadow, while from
the river rise lazy mists that cling to the cliffs, pre-
tending to be their soul, which becomes detached
with regret’. This torrential Duero — paraphrasing
the rector of Salamanca — is ‘the same that flows
over and solemnly embraces the fertile plain, as if
delighting in it, of the lands of Zamora. The Dantean
gorges are the work of this river, of the slow labour
of its tenacious waters.’ Today, over one hundred
years after Unamuno visited these gorges, in 1898,
the river’s fury has been tamed by five major dams,
two Spanish — Aldeadávila and Saucelle — and three
Portuguese — Miranda, Picote and Bemposta —,
which make the Duero the main producer of hydro-
electric energy on the Iberian Peninsula.
Prior to this, however, it has been joined by
the Madrid waters of the river Duratón, with echoes
of Somosierra in its murmurs. This takes place at
Peñafiel, which most probably owes its name to the
fact that though it stands south of the river, it re-
mained staunchly Christian when the Duero consti-
tuted the frontier between this religion and Islam.
Subsequently, by now in Los Arribes, it is
joined by the Salamancan and Zamorano Tormes.
This, Spain’s most literary river, nourishes in Al-
mendra the basin’s largest reservoir, very near its
mouth in Fermoselle, a toponym of Latin origin that
acknowledges the singular beauty of this millennial
Zamorano town, perched between the Duero and the
Tormes.
Finally, on the frontier with Portugal and hav-
ing left Los Arribes behind, it receives from the
Águeda waters of Extremadura, as is only natural
if we bear in mind that this autonomous community
owes its name to the river of which — like the eastern
Extremadura with its headwaters in Soria — it is also
the extreme.
In the meantime, it quenches the thirst of over
three-hundred thousand hectares of Castilian fields
which it irrigates with waters that, from east to west
— and also from north to south and from south to
north thanks to its tributaries — flow over the Castil-
ian Meseta.
A hybrid, certainly.
And also, by constituting the confines of the
Christian kingdoms, the frontier between cultures
for centuries and later the cradle of them all, just
like the waters which, arriving from eight autono-
mous communities, meld in its stream.
And a witness to a historical process of arbitra-
tion between the two countries it unites. Because
the Duero also bathes Tordesillas, where Castilians
and Portuguese ratified in a treaty the decisions of a
303
pope who decided to act as judge in the expansionist
disputes between the two crowns. As a result, while
Portuguese is spoken in Brazil, the people of Argen-
tina speak Castilian.
And the source of inspiration for so many po-
ets — not all of whom were born in the vicinity of its
banks — who made it great thanks to their works.
The Duero is too big and too much of a mestizo
to renounce its universal nature for the sake of a sin-
gle homeland, a single culture and a single history.
 THE MIÑO
A long spring
¿Quen díxo, craro río Miño
que naces en Fumiñá
se xunt-a Monterredondo,
xa pasas feito un rapaz?
Se xa na Ponte de Meira
semillas ser un lanzal
mozo, que canta as cantígas
i-ó lonxe vai troulear!
Avelino Díaz (1897-1971)
Galicia is generously watered by the system of wet
fronts that never relents in its endeavour to reach Eu-
rope from the Atlantic, on its path towards the east.
The outcome of this is a regular network of watercours-
es that drain the entire autonomous community, a ter-
ritory that features several of the most complete, in the
hydric sense of the term, rivers on the entire Peninsula.
The smallest and most independent basins of the great
Miño are not usually longer than one hundred kilome-
tres on their main courses.
Outstanding, emblematic examples include the
Eo, that crystalline frontier path of water that drains
much of the eastern province of Lugo; the Eume, that
forms the most delightful riverside tree grove, in its Fra-
gas; the Mandeo; but above all the Ulla, which occupies
a central position in the Galician community. These were
salmon rivers until very recently and boast the incom-
parable capacity to fertilise the planet’s most productive
coastal stretches, the rías, a precious female gender that
should be applied to all water courses by virtue of the
fact that their best facet is their genesic capacity.
Miño and Sil
It is advisable to begin in the plural. In fact, we should
always do so, since in the immediate vicinity of an ini-
tial bubbling spring there tend to be many more, es-
pecially on mountain slopes. In other words, although
the tendency is to singularise and personalise, all river
courses constitute first and foremost a plurality. And
although we are now coming to the end of this over-
view of our river basins, let us now be a little more pre-
cise and say that the Miño, like all great rivers, has not
just one source but a succession of them, all threaded
together on the slopes of the Sierra Meira. Soon they
304 are joined, near San Vicente de Rabade, by two major
rivers, the Taboga and the Ladra, to break the edges of
the Lugo tableland and become a path of water that
ambles slowly over semi-plains, though invariably, as
in the whole of inland Galicia, accompanied by many
mountains.
Excellent news reaches us after the passage of
the Miño through the walled city, namely an effec-
tive form of conservation and dissemination of this
watercourse and of its banks, many of them blessed
with first-class vegetation formations: a vast river
park, with itineraries marked out for hikers, who will
come into contact not only with the waters and their
incalculable services and complex vital networks,
but also with the local archaeological and anthropo-
logical heritage. Furthermore, they will come across
still surviving rural cultures, all of which is geared
towards improving knowledge and, by extension,
responsible use of the surrounding environment.
Much of the Miño, from the point where it leaves
Lugo to the tail end of the Belesar reservoir, is pro-
tected in this way.
At Belesar an almost uninterrupted succession
of reservoirs begins, which has transformed the Miño
into one of the country’s most humanised rivers. In-
deed, it is a mass of calm waters or, if you prefer, a
very ‘fat’ river until its encounter with the Sil, which
in turn is repeatedly held back by another chain of
dams.
The Canyons of the Sil
While almost all the tributaries of our main rivers
always allow us to contemplate their hidden beauty,
in few cases does the tributary surpass the parent
watercourse, as the Sil does in relation to the Miño.
This recalls somewhat the relationship between the
Esla and the Duero, except that here we encoun-
ter two highly striking factors, above all its volume.
Indeed, the Sil, which drains the high mountains
of Piedrafita and La Laciana, in León and is char-
acterised by powerful torrents that rush down from
the high passes where migratory flocks of merino
sheep graze, is enormous in volume. Consequently,
we are in the only one of our large basins that owes
as much to the main branch as to its principal tribu-
tary. Moreover, very often the Sil, which rises in the
passes of Babia in León, is of greater volume than
the Miño, especially in late spring and early summer,
when the snows melt. On the other hand, thanks to
the rainfall that characterises the Atlantic climate, this
basin is among the best supplied by the natural water
cycle, which allows the Miño itself to be more gener-
ous in its provision of water during the remainder of
the year.
The first thing we discover as the gifted son
of the Miño sets off on it itinerary is its passage
through the defiles. Then it opens a path for itself
towards Villablino, where a broad valley, once a min-
ing area now characterised by fenced-in meadows,
attempts to preserve its compatibility with the most
varied woodlands that remain to us. Then it pauses
to rest in the Las Rozas reservoir. As from this mo-
ment, the Sil begins to flow through one of those
narrow valleys made exceptional by their covering
of vegetation in a magnificent state of conservation.
Palacios de Sil is one of the most unique villages
along this stretch. The river’s destination could not
be a better one, because after the Bárcena reservoir
it enters the El Bierzo region, one of the Peninsula’s
best wildlife habitats. Modified, industrialised and
even excessively urbanised, its fertility, fruit of the
best possible climate in these latitudes, convert it
into an unsurpassable hybrid between the Atlantic
and the Mediterranean. However, Ponferrada and
its power stations arouse fear for the health of the
waters of the Sil as its proceeds towards its Galician
destination.
The second outstanding feature of the river is
the fact that it has created one of the most burgeon-
ing natural areas in the country, whose communities
tend to live with their backs turned to their waters.
La Ribera Sacra deserves such an epithet by virtue
not only of its monasteries but also of the thrilling
landscape that bears this name. Furthermore, the
canyons of the Sil create a replica of a world much
further south, since their microclimate favours a
Mediterranean-type botanical community.
When it joins the Miño, just after having left
behind the great dam of the Belesar reservoir, we are
now in the lowlands.
The Passage through Orense
The abundant thermal springs we encounter on the
stretch of the Miño that bathes the city of Orense
constitute one of this river’s most original features in
relation to all the rest that flow through our country.
In addition to their substantial degree of concentra-
tion, many of these springs actually well up from
beneath the bed of the river, a highly unusual charac-
teristic in itself, while in the city and a number of its
surrounding fields, water emerges at a temperature
of over 40º, as a result of which it gives off steam.
This characteristic of the great Galician river should
be exploited in the form of a necessary and sensible
use of these waters to heat the interior of homes,
thereby saving a considerable amount of energy. This
would compensate, albeit minimally, for the great ef-
fort these waters make to produce energy.
Shortly after its passage through Ribadavia, the
river enters an area of white water, a narrow defile
that is exploited by enthusiasts of the adventure
sport called rafting.
Only a short distance further downstream, the
waters of the Miño are once again held back to trans-
form the river into a narrow lake: the almost 30-kil-
ometre-long Castrelo reservoir, one of the deepest
in Spain.
Soon the river becomes another frontier, in
emulation of the Guadiana, Tagus and Duero. And it
could not be any other way if we bear in mind how
clear these manifestations of spontaneity are when
it comes to marking out limits and borders, particu-
larly on a peninsula shared by two nations.
The mouth of the Miño offers one of the fin-
est panoramas in the entire physical environment of
Galicia. From La Guardia, we glimpse the last ten
kilometres of the Miño and one of the most emotive
embraces between fresh and salt waters.
THE RIVERS OF THE NORTH
Torrential waters
Nervión, Nervión of palpitating breast,
my people’s source of life,
give me the mildness of your slow-moving waters
that surrender their life
to the indifferent sea.
Miguel de Unamuno
The Cantabrian mountains endow the innumerable
rivers that flow from them towards the Atlantic with
splendid youth, for they all reach their destination
when they have scarcely attained what we term their
middle stretch. Most are only a few dozen kilometres
long, and not one of them exceeds a length of one
hundred kilometres.
On the other hand, since the gradient is almost
always exceptionally steep, the waters rush down in
torrents, thereby enjoying a high degree of oxygena-
tion. It need not surprise us that, despite inevitable
aggressions against limpidity, these rivers are among
the favourite destinations of salmon, which imme-
diately becomes the main identity sign of these wa-
ters, for there is no better indicator of environmental
health than the fish that jumps over waterfalls. This
applies to most of the water paths of Asturias, Can-
tabria and the Basque Country.
I conclude these visits to our rivers with a brief
overview of those that from the Eo to the Bidasoa cre-
ate the comb of innumerable teeth from the moun-
tains that run parallel to the coast. Specifically, I refer
to several dozen watercourses that never mature as
such.
Asturias is characterised by some of the most
evocative profiles of what we regard as healthy, un-
tamed, young rivers along their entire course as they
rush down almost uninterrupted slopes to the Atlan-
tic. Some of these were victims of some of the worst
polluting processes this country has ever seen: coal
mines transformed some of them, like the Nalón,
into long black snakes. Common sense now prevails
once again after a long, costly process of recovery,
and today fishing rods act as placards that proclaim
how grateful water can be when we begin to treat it
as it treats us.
Beginning at the borderline with Galicia, we
have the succession formed by the Eo, the Navia, the
Narcea and the aforementioned Nalón, all of which,
except for the last named, share the characteristics of
northern watercourses I describe above. The differ-
ence of the Nalón is that it flows over a much longer
distance, for rather than running directly to the sea,
after it has risen in the high passes of Tarna, in the
domains of Caso, it sets its course westwards until
it reaches the vicinity of Oviedo, and then turns to-
wards the Cantabrian Sea, having been copiously nur-
tured by the waters of the Narcea, which carries down
the runoffs of much of eastern Asturias. This, in turn,
means that it is fed by one hundred or so small tribu-
taries, outstanding among which is the Muniellos,
which licks the most complete and beautiful wood-
lands not only in the Cantabrian range but practically
in the whole of Spain. The Pigueña does the same in
what we might regard as the Asturian natural park
par excellence, Somiedo, which also lends its name
to one of the exquisitely plentiful mountain rivers of
the Principality.
Further west we come across one of the names
that have acquired fame among the thousand with
which we designate out watercourses: the Sella, an-
other salmon river par excellence and the setting for
Europe’s most important canoe descents.
Travelling the Sella upriver, we approach the Do-
bra, which drains many of the northern slopes of the
Picos de Europa, which by virtue of their height and
extension are truly formidable catchment areas. And
we also come to the Cares, possibly one of the Peninsu-
la’s most hard-working torrents by virtue of its having
gouged out one of the narrowest and highest defiles in
these latitudes. The spectacular landscape features a
proverbial route for hikers and mountaineers, comple-
tion of which is a veritable feat of endurance.
Having been fed by these tributaries, the Sella
flows beneath one of the Peninsula’s three most em-
blematic bridges, in Cangas de Onís, gateway to the
legendary world of Covadonga, our country’s first
national park.
The Deva, slightly nearer the borderline with the
province of Santander, also managed to carve out one
of the gorges that served to link the Cantabrian litto-
ral with the high moorlands of the northern Meseta.
This is the La Hermida defile, where the Mediterra-
nean and Atlantic worlds meet in a veritable gala of
landscape and botanical beauty.
The Deva drains the highlands of La Liébana
and serves as the backbone to the highly attractive
village of Potes, in the province of Santander, which
shares with Leon and Asturias the Picos massif. On its
final stretch it serves as the frontier between Asturias
and the Autonomous Community of Cantabria until
it runs into the sea at Tina Mayor, one of the many rías
(fjord-like inlets) on this coastline.
The Pas, the Nansa and the Besaya, together
with the latter’s exquisite tributary, the Saja, are re-
sponsible for channelling most of the waters that flow
over the skin of the province of Santander. The first of
these articulates both the landscape and the history
of the region. Its humble brother the Pigueña shares
its destination, the bay of Santander.
The Nansa has been successively dammed along
the first third of its course, by virtue of its steep gradi-
ent, which has led to the creation of spectacular fis-
sures in the calcareous rock packages, some of which
are reminiscent of those of the Cares. The Besaya rises
so close to the source of the Ebro, in the immediate
vicinity of the great reservoir of the same name, also
in the province of Santander, that the mountain has
been tunnelled to connect both basins and produce
electrical energy on the Besaya side, favoured once
again by the steep northern slopes of the cordillera.
Further along its course, this river forms the wid-
est and most passable valleys leading to the capital.
Shortly before this, near Torrelavega, it is joined by
the Saja, which rises in one of the most famous beau-
ty spots in the mountains of Santander. The Asón,
which rises in one of the most beautiful karstic sys-
tems of Cantabria, forms the Santoña saltmarshes,
now fortunately protected by virtue of their interna-
tionally acknowledged importance.
The Nervión, the Deva and the Bidasoa serve,
finally, as valid representatives of Euskadi’s other riv-
ers, which are shorter and less plentiful. Indeed, the
Basque rivers are in general humbler, more serene and
open than their Cantabrian or Asturian counterparts.
Few rivers are more closely linked to the twentieth
century than the Nervión. The ría of Bilbao became the
most industrialised area on the Peninsula, and by exten-
sion the most highly polluted. Of that practically noth-
ing remains, except for the formidable role of the last
stretch of the river as a port and backbone of the capital,
with modern features headed by the Guggenheim Mu-
seum, symbol of the transition from the manufacturing
to the service economies, in this case the inestimable
and irreplaceable services of art and culture.
Some rivers, like the Deva and the Urola, are so
short that they pass over the skin of Euskadi irrigating
its essence with equal intensity and fleetingness.
To the Oca we may attribute one of the greatest
landscape and environmental achievements in the
entire Basque Country. On the one hand it is linked
to Guernica and on the other it forms the backbone
of the community’s most important natural area,
the Parque Natural de Urdaibai, a tidal saltmarsh
that provides a refuge for major populations of wild-
fowl, as do all the other inlets and estuaries along the
Basque littoral.
The Oria is another of the rivers whose trans-
parency has been largely recovered after decades of
terrible ill health. Its waters were subjected to a gen-
eral process of deep purification, and now they flow
towards an encouraging future through the former
capital of Euskadi, Tolosa.
With the Bidasoa I conclude this succinct over-
view of our main watercourses, our clockwise itiner-
ary from one river to the next. The Bidasoa rises in
Navarre, bathes landscapes of rare beauty and wit- 305
nessed the efforts that culminated in one of the most
rational forms of exploitation of the environment,
the Basque caserío or traditional farmstead. It flows
through the Aralar natural park, shared by Navarre
and Guipúzcoa, and has its mouth in Txingudi bay,
the traditional frontier between Spain and France,
whose reduced dimensions are offset by its atmos-
phere of peace and abundance of wildlife.
 The Cantabrian Basins,
a Challenge to Imaginative Management
Jorge Marquínez García
President of the Cantabrian Hydrological Confederation
To state that in the context of Spanish hydrographical
basins the Cantabrian constitutes a peculiarity is no
more than a benevolent euphemism. By virtue of its
Atlantic bio-geographical situation, its morphologi-
cal singularity as it drains a vigorous, geologically
varied mountain range very near the coast and its
high degree of rainfall, we may assert without fear
of contradiction that from many points of view it is a
unique case on the Iberian Peninsula.
In the first place, it is not a basin in the strict
sense of the term, that is, a main watercourse fed by a
network of tributaries; unlike in other Spanish cases,
it is not even possible to identify a main network to
which simple administrative economics would as-
sociate other, minor ones that are hydrographically
independent. The Cantabrian Basin, bounded by the
Eo to the west and the Bidasoa to the east, comprises
almost one dozen watercourses of similar magnitude,
to which we must add a host of other, lesser, ones,
all of which run roughly parallel to each other in a
south-north direction and each of which has its own
drainage basin.
All these rivers are relatively short, since the
Cordillera Cantábrica and its spurs, on which most of
them rise, stands only a few dozen kilometres at most
from the sea. Furthermore, these rivers rush down to
the sea from heights of between 1,500 and 2,000 me-
tres, especially on their initial and middle stretches.
Since they drain a major portion of ‘wet Spain’,
characterised by abundant rains that fall regularly
throughout the annual and inter-annual cycles, the
Cantabrian rivers are permanent and, in general
terms, highly voluminous, although rapid runoff im-
306
poses a regimen of sharp rises in the water level,
the transportation of coarse silt and subsequently
marked, though irregular, drops in water level.
All these rivers are of high natural value, by
virtue both of the attractive geomorphology of the
landscapes through which they flow and their biologi-
cal wealth. Practically all their headwaters and many
of their middle and lower stretches are protected by
state or autonomous legislation in combination with
the inestimable ecological contribution of the Nature
Network 2000.
The morphological characteristics of these val-
leys, together with the absence of irrigation farm-
ing and the historical availability of water, have not,
unlike in other basins, fostered the development of
large-scale dams, except in the cases of some rivers
like the Navia and the Nansa, which are intensively
regulated for hydroelectric use. They are therefore
rivers with a limited regulation capacity, today practi-
cally exhausted, which has severe repercussions on
the availability of sufficient volume to seasonally sat-
isfy a constantly growing demand for supply. In some
cases, only the diversion of water from other basins
(the Ebro in particular) makes it possible to overcome
such limitations.
The demand for agricultural use, unlike in the
rest of the country, is very low, while it might be re-
garded as normal for the supply of population nu-
clei and proportionately very high for industrial use,
power station cooling and the generation of hydro-
electric power. At the same time, major discharge of
urban and industrial effluent converges on the lower
stretches of some of the main rivers, which consti-
tutes a threat to their quality.
The difficulties involved in guaranteeing perma-
nent availability of sufficient water volume for human
consumption, without jeopardising ecological proc-
esses, combine with those deriving from the need to
relieve potentially very high pollution pressure and
the maintenance of water quality standards that the
Directive 2000/60/EC, dated October 23, issued by
the European Parliament and Council and better
known as the Water Framework Directive, has set
very high.
Added to this is the need to solve problems
of flood risk arising from the historical process of
occupation of alluvial flood plains in what is essen-
tially a mountainous area that forces the popula-
tion and communication infrastructures towards
these highly attractive flat areas. Thus the energy
of Cantabrian floods and great exposure to them
of urban nuclei and infrastructures generate high
damage risk.
In response to such difficulties, more or less
imaginative solutions have been conceived to meet
demands during periods of low water level, ranging
from the construction of infrastructures to transver-
sally link the different sub-basins as a means to share
resources to agreement with local entities to jointly
identify ‘fluvial corridors’ where no building has taken
place, the preservation of which allows natural flood-
ing to follow its normal course, thereby continuing
to play its crucial role in the preservation of natural
ecosystems while at the same time significantly di-
minishing flood damage.
Such solutions, together with others yet to be
devised, will be reflected in the short term in the new
Plan Hidrológico de Cuenca, the drafting of which is
now at its final stage.
Management of the Cantabrian basins needs
to be based on new awareness of the major role of
rivers, beyond their economic and recreational use,
as biological corridors, elements that configure the
landscape and transport routes that carry sediment
to the coast. Moreover, we must ensure that, thanks
to the effects of the decentralisation process inher-
ent to the state of autonomies, the principle of uni-
fied management is guaranteed of something that,
in functional terms, we must continue to regard as
a basin.
ALLOW THE WATER TO DRINK
Recovering the Vivacity of our
Hydric Network
World of the promised,
Water,
Everything is possible in water
Pedro Salinas
By way of a final reminder, our understanding ca-
pacity should be applied to the title of this epilogue.
It does not need much effort to acknowledge the
obvious fact that water sets all life processes in mo-
tion, from the most immediate (we are all organised
pools) to the most distant, such as the stability of
all the planet’s life systems. Apart from founding
and sustaining everything spontaneous, water is the
most creative matter in the cosmos. It would there-
fore be an act of irresponsibility on our part to ignore
its substantial contribution. Everything must be ir-
rigated, including language and stock-market values,
the most abstract elements we know, because they
respond to absolutely no reality and even less do they
correspond to what they attempt to represent. Con-
sequently authentification and reconstruction of the
meaning of life begin with placing the accent on what
is truly valuable. Like water.
Necessary restoration must be based on what
has guided my words throughout this book, some-
thing that, to a considerable extent, consists of flow-
ing with the true intentions of the trees of water, to
be aware of and show consideration towards water’s
vocation. And this begins with interiorising and re-
specting its circumstances as a moving path, there-
fore a form of motion that is also a vehicle. So often
have we separated the contents from the container.
We banish ourselves again and again by regarding
ourselves as something above the world, whose wa-
ters invariably provide a moral lesson, those waters
that the Taoists converted into the ethical model
par excellence. And this has absolutely nothing to
do with fantasy, or even with more or less forgot-
ten beliefs, but with recognition of the services wa-
ter renders, with the coherence of an unforgotten
wisdom. Something like the naturalness of being
natural and respectfully exploiting everything that
is self-generated. Water forms us inside and forms
what is outside us; it is in itself both the container
and the contents. Keeping these two parts of the
indispensable together is what teaches us to regard
the river as a journey, that is, point of departure and
destination, traveller and transport, all at the same
time, with absolutely no dissociation.
Integral management is what must ensue from
regarding the river as what it really is and from ob-
serving the consistency of the landscape it links,
organises and converts into palpating vivacity. And
this is nothing other than the great history that
rivers write as they flow over the skin of the land, a
powerful narrative that consists of the satiation and
mirroring of all realities and becoming the crystal
column that animates all life forms from within;
an argument of unquestionable attraction since we
are all its protagonists, all linked to the paths of
water however far we live from them. Ultimately a
miracle, namely when it empties or drains its entire
basin, that is, vanishing, the river fills everything
with life, meaning, health and future. The thirst
that the flow of waters experiences is for a suitable
response to what it does. Moving paths therefore
demand sufficient volume, more freedom, more
cleanliness and, needless to say, that comprehen-
sion which is a mental process that invariably func-
tions with water.
307
 Créditos fotográficos

Age Fotostock: Kunz Rolf E: 94-95; Juan José Pascual: 198; José Ramiro: 206;
Gonzalo Azumendi: 261
Album/ Miguel Raurich: 14i, 119, 124-125, 126-127
Ángel Araújo: portada, 12, 14a, 14b, 14c, 14e, 14f, 14l, 17, 18-19, 20-21, 22-23, 26, 28-29, 34, 35, 36,
37, 39, 40, 41, 42-43, 65, 67, 68-69, 72-73, 74, 75, 76, 77, 82-83, 86-87, 89, 159, 162, 171, 176-177,
178-179, 180, 181, 182, 183, 186, 187, 188, 189, 237, 240-241, 252, 253, 254, 255, 256-257, 258-259,
262, 273, 274, 275, 276-277
Esteban Anía: 163, 164-165
Matías Briansó: 172-173, 208, 209, 212, 269, 270, 271
Matías Briansó/ Kim Castells: 161, 166-167
Toni Catany: 92
Cine S.L./ Antonio Menéndez Castell: 185, 210, 211, 220-221, 222, 223, 231
Gregorio de la Cruz: 226
Paco Elvira: 30-31, 32-33, 216, 217, 224-225, 227, 232, 233, 234, 235
Xurxo Lobato: contraportada arriba-derecha, contraportada abajo-derecha, 25, 78-79, 80-81,
84, 85, 88, 239, 242-243, 244, 245, 246-247, 248-249, 267
Marc Llimargas: 58
Andreu Masagué: contraportada arriba-izquierda, 106, 132, 142, 143, 207, 266
Oscar Masats: 133, 150, 154, 194, 199
Ramon Masats: 91, 130, 135, 136, 137, 138-139, 141, 144, 148, 149, 151, 155, 160, 195
Domi Mora: 46-47, 52-53, 55, 98, 107, 113, 114, 131, 213, 228-229, 230, 268
Pepe Navarro: 14g, 102, 103, 104-105
Obac: Francesc Muntada: 14d, 50-51; Ignasi Rovira: 45, 59, 61, 62-63;
Juan Manuel Borreo: 60, 93
Francisco Ontañón: contraportada abajo-izquierda, 14h, 56, 97, 108-109, 110-111, 112, 115, 117, 118,
122-123, 169, 170, 184, 191,
193, 200-201, 202-203, 204, 205, 250-251
Manel Pérez: 48, 49, 54, 57
Prisma: 215; Pedro Carrión: 128; Sonsoles Prada: 129
Humberto Rivas: 263
Diego Sánchez: 158
Juan Tébar: 14j, 14k, 134, 152-153, 156, 157