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EL ÁRBOL DE LA ABUNDANCIA

DERLY CERVANTES AHUMADA

En una comarca lejana, de la ciudad donde todo era amor y felicidad vivía una
familia campesina en su parcela. La vida transcurría rutinariamente en sana
paz.

Reinaldo y Rebeca sus propietarios agradecían a Dios por todo lo que les
había otorgado. Carmilina, la hija menor de cuatro años aún permanecía en
casa y Fabio salía al pueblo todos los lunes, con el ánimo de asistir a clases en
la única escuela que existía cerca, Fabio de siete años cursaba segundo grado
de primaria, los sábados y domingos Fabio ayudaba a sus padres en los
quehaceres de la parcela.

Un fin de semana cualquiera, Fabio sembró un arbolito de mango, el cual,


cuidaba con mucho esmero y dedicación.

Pasado un tiempo, dicho arbolito fue creciendo sano y hermoso de tal manera,
que era el orgullo del niño. Sin saber, que algo lamentable sucedería; un
sábado en la mañana notó que el arbolito frondoso ya no era tal, ya que, su
borreguito Orejitas, lo confundió como alimento, dejándolo sin una sola hoja.
Fabio miró con impotencia y tristeza su lindo arbolito y las lágrimas querían
salir de sus ojos, lamentando la acción de su borreguito Orejitas. Después, de
llegar donde sus padres y ponerlos al tanto de la situación, se puso en marcha
con machete en mano, alambres, grapas y martillo. Con troncos cortados rodeo
a su malogrado arbolito y con alambre lo encerró en un corral y así, evitó que el
bandido de Orejitas lo volviera a lastimar.

La vida en la parcela transcurría sin resultados y armonía. Fabio iba a sus clase
como lo hacía normalmente, y los fines de semana velaba porque su árbol
tuviera las comodidades, es así, como sub arbolito volvió a crecer frondoso y
era la envidia de Orejitas que no podía salirse con las suyas, y llegar hasta sus
ramas para deleitarse como lo hizo alguna vez.

Cierto día, Fabio notó que su arbolito fue creciendo y asomaba cientos y
cientos de florecitas, eran tantas que adornaban el entorno con sus cantos
armoniosos y sus vivos colores.

Al ver sus frutos, se encontraban de toda variedad, para asombro y sorpresa de


todos en la comarca, se encontraban: mango, guayaba, ciruela, níspero,
guanábana, papaya, manzana, pera, uvas, zapote, durazno y un sin número de
frutas desconocidas por los campesinos de la región. Fabio y su familia
disfrutaban de la deliciosa cosecha del agradecido árbol que premió la buena
acción de Fabio otorgándole lo mejor de sus frutos.

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