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Entrevista Goldfried y Davidson
Entrevista Goldfried y Davidson
Goldfried, M.; Davison, G. (1981). “Técnicas Terapéuticas Conductistas”. Buenos Aires. Paidós.
LAS ENTREVISTAS
Puesto que el terapeuta conductista subraya la importancia de evaluar los problemas
de conducta de modo directo, puede resultar sorprendente que las entrevistas sean el
procedimiento más empleado para tal evaluación. Esto es en gran parte consecuencia de las
dificultades inherentes a la observación directa de la conducta: la falta de un medio
controlado, la carencia de observadores entrenados, la relativa infrecuencia de ciertas pautas
conductuales y la naturaleza compleja y a veces íntima del problema mismo (por ejemplo: la
inadecuación sexual). En la entrevista, la atención del terapeuta conductista se centra por lo
general en las variables antes expuestas, a saber: antecedentes, organísmicas, respuestas y
consecuentes.
La utilización de la entrevista en lugar de las técnicas de observación más directas
constituye una alternativa obligada. Junto con la economía y la flexibilidad que ella permite,
subsiste siempre un cierto grado de incertidumbre en cuanto a que el informe verbal del cliente
refleje lo que acontece en la vida real. Aunque Mischel (1963) ha dado a conocer material
que sugiere que la información verbal constituye un buen indicio de la conducta real, la
utilización de la entrevista como técnica de evaluación tiene limitaciones. Al intentar obtener
un informe detallado de las reacciones del sujeto ante situaciones específicas, no es
infrecuente descubrir que tiene dificultades para proveer los datos que exige una adecuada
evaluación de su conducta. Puede haber olvidado lo acontecido, omitir ciertos detalles que
cree carentes de pertinencia o simplemente avergonzarse de revelar ciertos hechos. Además,
si la conducta consiste en respuestas estereotipadas, puede que no tenga conciencia de lo
que está haciendo.
Como cualquier otro profesional que utilice el procedimiento de la entrevista, el
terapeuta conductista debe ser sensible a los indicios que el cliente proporciona, estar
dispuesto a seguir sus propias impresiones y, con frecuencia, echar mano de técnicas de
entrevistas de carácter tradicional tale: como el servir de reflejo a los sentimientos, la
clarificación, el uso de transiciones, el resumen de lo expuesto y las preguntas abiertas.
La obra clásica de Sullivan, The Psychiatric Interview (1954), contiene sugerencias
valiosas sobre cómo conducir una entrevista, muchas de las cuales son compatibles con la
orientación conductista. Sullivan destaca la importancia de que el terapeuta asunta el rol de
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Saludo inicial
Al hacer el contacto inicial con el cliente, el terapeuta debe recordar que el propósito
de la entrevista es en realidad doble: obtener información y proporcionarla. Así como el
terapeuta quiere saber más del cliente, éste trata de conocer al terapeuta. De modo que las
actividades del terapeuta durante la entrevista deben estar dirigidas a obtener datos que
permitan la evaluación pertinente y, a la vez, a establecer el vínculo necesario para la
aplicación de un programa terapéutico.
Describir con detalle cómo el terapeuta conductista debe manejarse en este contacto
inicial está más allá de los límites de este esbozo; algunos de estos problemas se expondrán
en el capítulo 4. Basta decir que debe hacer lo que sea posible para que el cliente se sienta
cómodo (por ejemplo, sonreír, llamarlos por su nombre e indicarle dónde sentarse) y, al
mismo tiempo, dirigir la interacción dentro de una estructura lo bastante sólida, como para
que el cliente, a través del saludo inicial, brinde la información necesaria y facilite la meta de
la evaluación de su conducta.
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Características positivas
Para llegar a una evaluación completa, la entrevista debe incluir, además de
información acerca de los problemas, datos acerca de sus puntos fuertes. Por ejemplo,
¿cuáles son las ventajas conductuales del cliente? ¿Qué le gusta hacer? Este conocimiento
puede ser luego utilizado terapéuticamente por el profesional o por el cliente mismo, pues
procura la comprensión de los refuerzos potenciales de la vida de este último.
Establecimiento de metas
Un modo adecuado de establecer las metas terapéuticas es lo que Sullivan (1954)
llamó el “resumen de lo expuesto”. Una vez que el terapeuta considera que ha obtenido datos
suficientes sobre las conductas que deben ser objetó de modificación, puede darle al cliente
un resumen de esas conductas tal como él, el terapeuta, las ve en ese momento. De ese
modo el cliente tiene oportunidad de comentar la posible exactitud de la percepción del
terapeuta a continuación puede establecerse qué es prioritario en el tratamiento. Como se
verá en el capítulo 4, debe realizarse algún tipo de contrato en el que se esboce la conducta
esperada tanto del cliente como del terapeuta
OBSERVACION DE LA CONDUCTA
En la medida en que resulte factible la observación directa de la conducta con
frecuencia resulta el procedimiento de evaluación clínicamente más útil. Estas observaciones
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pueden ser llevadas a cabo por personas entrenadas para hacerlo, individuas significativos
fin la vida del cliente, el terapeuta o el mismo cliente.
Observadores entrenados
La utilización de personas entrenadas en los procedimientos de observación de la
conducta constituye el modo de evaluación más deseable, aunque no necesariamente el más
práctico. Aunque es en teoría posible seguir a alguien y observar su conducta durante las 24
horas del día, los observadores entrenados se han empleado de ordinario en medios más
controlados, tales como hospitales o escuelas.
En la observación directa de la conducta es necesario elaborar alguna especie de
sistema de clasificación que permita centrar la atención en aspectos específicos del medio y
en la reacción del individuo frente a ellos. Existen guías para la observación en hospitales
(Ayllon y Azrin, 1968; Honigfeld, Cillis y Klett, 1966), escuelas (O’Leary y Becker, 1967; Werry
y Quay, 1969) y hogares (Lewinsohn y Shaffer, 1971; Patterson, 1971). Goldfried y Sprafkin
(1974) han examinado algunos de los problemas metodológicos relacionados con la
utilización de estos procedimientos y también han sugerido ciertos medios para hacerles
frente.
Personas significativas
En ausencia de un medio controlado y/o personal entrenado disponible el terapeuta
puede recurrir a la cooperación de personas significativas vida del cliente. Esto contrasta
pronunciadamente con algunos de los enfoques mis tradicionales de la terapia, renuentes a
involucrar a terceros en el proceso terapéutico. Aunque la capacidad de observación de estas
personas rara vez está a la par de la de los observadores entrenador, los padres, los
cónyuges, los amigos o los compañeros de cuarto del cliente que en procurar m formaciones
valiosas acerca de las reacciones de aquél frente a diversas situaciones. Este enfoque es
particularmente útil en el caso de los niños pues padres y maestros tienen amplias
oportunidades de observarlos. Basta una guía mínima para la observación de ciertas clases
de conducta adaptada y desviada; por ejemplo, un sencillo plan, de acuerdo con él cual el
informante debe registrar los antecedentes, la conducta y las consecuencias.
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AUTOOBSERVACIÓN
Una estrategia de evaluación que se utiliza en casi todos los casos consiste en hacer
que el cliente observe su propio comportamiento o sus reacciones emocionales en ciertas
situaciones de conflicto. Se le puede encomendar que marque en un contador la frecuencia
de la aparición de ciertas conductas, o que lleve un registro escrito de su nivel de ansiedad
en diferentes situaciones. A veces resulta útil que observe el momento en que se pone tenso,
y utilice luego esa sensación como señal de que debe hacer una pausa para examinar lo que
csti aconteciendo. Uno de los “inconvenientes” que tiene el empleo de la autoobservación
como modo de evaluación es que el individuo con frecuencia cambia (en general para mejor)
como consecuencia de observar su propia conducta. Esto parece ocurrir en los casos en que
los conflictos conductuales envuelven una respuesta instrumental (por ejemplo, el estudio).
Aunque no resulta del todo claro por qué surge el cambio como consecuencia del
automonitoreo es posible que una perspectiva más objetiva y tal vez distanciada sobre la
propia conducta, interrumpa una cadena estereotipada y automática, y haga asimismo más
evidentes las consecuencias negativas que se siguen de ella.
Otro modo de obtener información, del propio cliente consiste en hacer que éste
responda a varios cuestionarios. Pueden utilizarse formularios de datos para estudiantes
universitarios y pacientes adultos externos como los diseñados por Storrow (1967) y Lazarus
(1971). En años recientes han aparecido diversos cuestionarios de orientación conductista:
por ejemplo, la Encuesta del temor (Geer, 1965); la Encuesta del refuerzo (Cautela y
Kastenbaum, 1967); el Cuestionario de asertividad (McFall y Lillesand, 1971); el Test de las
creencias irracionales (Jones, 1968) y la Escala de la conducta ansiosa (Suinn, 1969). Estos
cuestionarios, sin embargo, se utilizaron primordialmente en la investigación y quizá carezcan
de la especificidad o la generalidad requeridas para un procedimiento de evaluación clínica
adecuado.
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B. Antecedentes históricos
Este material resulta útil primordialmente en el caso de los clientes a los que la
evaluación de la situación actual les resulta algo difícil (por ejemplo, el sujeto expresa su
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problema en términos vagos y abstractos). Así, pues, el informe debe incluir cualquier hecho
de antigua data que procure un contexto para los problemas vigentes y que dé indicios sobre
la dimensión de los conflictos, la naturaleza exacta de la conducta desviada (por ejemplo,
deficiencia o inhibición) y las situaciones en las que es más probable que tenga lugar.
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B. Acontecimientos del medio histórico: James nació en Francia y llegó a los Estados Unidos
hace siete años. Por ese tiempo experimentó problemas a la vez sociales e idiosincráticos. Sus
contactos sociales había sido mínimos hasta el momento de ingresar a la universidad; por ese
tiempo, un amigo suyo, socialmente agresivo, lo ayudó a salir del cascarón. James dijo que su padre
en un hombre en exceso exigente y perfeccionista, que llegaba incluso a romper los deberes que él
hacía si los encontraba por debajo del nivel deseable. Su madre, según la describió, era controladora
y por demás afectuosa, mostrando siempre preocupada por su bienestar. Ambos le ponían corno
ejemplo a su hermano menor, que había sido siempre un buen estudiante.
C. Determinantes situacionales actuales: La interacción con los padres, los exámenes, las
reuniones de familia, la participación en las clases, los contactos sociales iniciales.
D. Variables organísmicas pertinentes: El cliente encara varios tipos de situación con
expectativas irracionales, un afán de perfección poco realista y un abrumador deseo de ser
aprobado por los demás. No medicación alguna en este momento, salvo la que se indica en X
más adelante.
E. Dimensiones del problema: La ansiedad social y valorativa del cliente tiene antigua data y se
produce en una amplia variedad de situaciones cotidianas.
F. Consecuencias del problema: Su ansiedad crónica tuvo por consecuencia una operación de
úlcera a los 15 años. Además, se le ha producido sarpullido en las manos y los brazos,
aparentemente como efecto de un exceso de transpiración. Afirma que en un tiempo tartamudeaba
de nervioso, pero ya no en años recientes. La ansiedad que le producen los exámenes suele afectar
su rendimiento.
III. Otros problemas:
A. Asertividad: Aunque evidentemente se trata de una persona retraída y tímida, James dijo que
la falta de asertividad ya no le representa un problema. En un tiempo sus amigos se aprovechaban
de él, pero sostiene que ya no sucede.
Esto debe examinarse con detalle más adelante, pues no resulta claro qué entiende por
“asertividad”.
B. Olvidos: El cliente afirma que con frecuencia falta a las citas, pierde los objetos, cuando sale de
su cuarto olvida tomar la llave que necesita para volver a entrar y, en general, es distraído.
IV. Cualidades favorables:
El diente es bastante inteligente e impresiona como persona cálida' amistosa v • sensible.
V. Objetivos para la modificación:
Autovaloración poco realista en lis situaciones sociales; posibles déficits conductuales relacionados
con falta de asertividad y frecuentes olvidos.
VI. Tratamiento recomendado:
El entrenamiento de relajación parecer ser un buen modo de comenzar, en especial tomando en
cuenta el alto nivel de ansiedad del cliente. Luego el tratamiento debería seguir los lineamientos de
la reestructuración racional y, posiblemente, el ensayo de conducta. No resulta claro por el momento
cuál sería la mejor estrategia para enfrentar los olvidos.
VII. Motivación para el tratamiento:
Elevada.
VIII. Pronóstico:
Muy bueno.
IX. Urgencia del tratamiento:
Grande.
X. Expectativas:
A veces, en especial cuando tiene cita con alguna mujer, James suele tomar media pastilla de
somnífero para tranquilizarse. Quiere abandonar esté hábito y considera que debe aprender a
controlar sus ansiedades por sí mismo. Parecería que va a mostrarse muy receptivo ante cualquier
programa de tratamiento que finalmente decidamos, en especial, si en él se destaca el autocontrol
de la ansiedad.
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XI Otros comentarios:
Dado el breve tiempo de que se dispone antes de que termine el semestre, debe ' destacarse que
las tareas asignadas para realizar en la casa, entre sesiones, son de gran importancia en el proceso
de cambio de la conducta.
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