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En el mundo del maquillaje, como ocurre en otros muchísimos ámbitos, cada trabajo a
realizar es único y requerirá del empleo de determinadas herramientas, productos o
técnicas. La combinación de estos tres factores que se acaban de citar nos puede llevar a
obtener, en determinados trabajos, resultados muy similares siguiendo diferentes
caminos.
Es, debido a ello, que resultará más que conveniente conocer un poco más en
profundidad todos estos factores para escoger en cada situación los más apropiados y
que más nos faciliten llegar al punto objetivo de la forma más eficiente posible.
Además, dentro del mundo del maquillaje, como casi en cualquier otro ámbito, las modas
tienen una enorme influencia a la hora realizar la gran mayoría de trabajos, por ello, en
este artículo nos centraremos en una de las técnicas de maquillaje que está sufriendo un
auge importante dentro del maquillado, tanto profesional como particular: el baking.
El maquillaje se emplea, principalmente, por dos motivos: el primero, para realzar, marcar,
favorecer y mejorar las facciones de la persona de forma que mejore su imagen y/o se
potencie su atractivo; y el segundo, íntimamente relacionado con el primero, para corregir,
disimular o minimizar las imperfecciones de la piel de esa persona, tales como arrugas,
las difícilmente evitables líneas de expresión que terminan por aparecer con el paso de
los años, ojeras fruto del cansancio, manchas, hiperpigmentaciones o cicatrices, con el fin
de alcanzar el primer objetivo.