Está en la página 1de 2

LAS MANOS CRUZADAS DE KOTOSH

Mucho más antes de la civilización incaica, a 5 Km de


Huánuco, en el hoy denominado Kótosh (25), vivían dos
gallardos jóvenes, cuyo padre ya entrado en años no
acertaba en escoger a su sucesor puesto que ambos
tenían las mismas cualidades para gobernar.
Ñauco parecía ser el más preferido por su bondad, su
ternura y la manera de ver las cosas de su pueblo;
mientras que Pallao, que se distinguía por su valentía,
casi siempre ocupaba su tiempo en el arte de la guerra.
Una tarde, el joven guerrero Pallao, al retornar a la casa
paternal después de una de sus tantas correrías, se
enteró que su hermano Ñauco sería coronado en la fiesta
central del año como el sucesor de su padre, ya que la
junta de ancianos así lo había declarado. Pallao, con la
sangre que le hervía, lleno de envidia, decidió asesinarlo.
Disimulando todo su enojo preparó la manera cómo
vengarse de su hermano.
Al llegar el día señalado, la familia real y el pueblo
asistieron al Templo Sagrado, y en medio de gran pompa
su anciano padre ungió a Ñauco como su sucesor.
Pallao, después de haber presenciado la ceremonia, cuidó
que todos se retiraran del Templo, y cuando Ñauco ya se
disponía a salir, le llamó para «felicitarle» por su elección.
Así, al encontrarse completamente solos, lleno de furia,
con la fogosidad del guerrero, ordenó a su hermano que
cruzara sus brazos sobre el altar y con la velocidad de un
rayo se los cortó desde los codos. Ñauco cayó agonizante,
pero el guerrero, no contento aún, tomándole por los
cabellos condujo el cuerpo inanimado hasta el Higueras,
donde atado a enormes piedras lo sumergió a las
embravecidas aguas del Mito.
Luego del asesinato, empuñó sus armas y seguido de
unos cuantos fieles, huyó hacia las alturas.
Desde aquel día Pallao no podía dormir. Como en una
visión, a cada instante se le aparecían las manos cruzadas
y sangrantes del hermano. No soportando más, decidió
enviar un mensaje al Hanan Pacha (Mundo de Arriba),
para que Ñauco le perdonara. Hizo ciertas combinaciones
de colores y pintó sobre el Quilla Rumi (26). Una vez
concluido, llamó a un inmenso cóndor para que cargara
sobre sus espaldas y fuera el portador. Así lo hizo el
animal. Después de varios días volvió con la
pesadísima carga, manifestando no haber encontrado al
hermano. Pallao  pareció enloquecer. Como las manos del
hermano le perseguían día y noche, arrepentido de su
crimen, de un solo tajo se cortó la cabeza, la cual cayó
rodando y dando gigantescos saltos llegó hasta el río
Mito, donde se sumergió ante la atónita mirada de sus
acompañantes.

También podría gustarte