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SOLEMNIDAD NATIVIDAD DEL SEÑOR

24 DE DICIEMBRE POR LA NOCHE|1


SOLEMNIDAD NATIVIDAD DEL SEÑOR
24 DE DICIEMBRE POR LA NOCHE|2

SOLEMNIDAD

NATIVIDAD DEL SEÑOR


SOLEMNIDAD NATIVIDAD DEL SEÑOR
24 DE DICIEMBRE POR LA NOCHE|3

MISAL ROMANO

RITOS INICIALES
SOLEMNIDAD NATIVIDAD DEL SEÑOR
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ANTÍFONA DE ENTRADA

El Señor me dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.

SALUDO
El presidente dice:

V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


R. Amén.

El presidente, extendiendo las manos, saluda al pueblo:

V. La Paz y el amor de Dios, nuestro Padre, que se ha manifestado en


cristo, nacido para nuestra salvación, estén con ustedes.
R. Y con tu espíritu.

ACTO PENITENCIAL

V. Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre.


Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la
mesa del Señor.

Se hace una breve pausa en silencio.

Y o confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he


pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa,
por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante
Dios, nuestro Señor.

El presidente concluye con la siguiente plegaria:


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D ios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros


pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

A continuación se canta el Kirye y el himno de Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios,
que hiciste resplandecer esta noche santísima
con la claridad de Cristo, luz verdadera,
concede a quienes hemos conocido los misterios de esa luz en la tierra,
que podamos disfrutar también de su gloria en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que contigo vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
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LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Un hijo se nos ha dado

Del libro del profeta Isaías 9, 1-3. 5-6

E l pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz;


sobre los que vivían en tierras de sombras, una luz resplandeció.
Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría.
Se gozan en tu presencia, como gozan al cosechar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque tu quebrantaste su pesado yugo, la vara que oprimía sus hombros y el
cetro de su tiran, como en el día de Madián .
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
lleva sobre sus hombros el signo del imperio y es su nombre:
Consejero admirable, Dios poderoso,
Padre sempiterno, Príncipe de la paz.
Para extender el principado con una paz sin límites,
sobre el trono de David y sobre su reino.
Para establecerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor lo realizará.

V. Palabra de Dios.

R. Te alabamos, Señor.
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SALMO RESPONSORIAL

Sal. 95.

R. Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.

V. Cantad al Señor un cántico nuevo,


que le cante al Señor, toda la tierra;
cantemos al Señor y bendigámoslo . R.

V. Proclamemos su amor día tras día,


su grandeza anunciemos a los pueblos;
de nación en nación sus maravillas. R.

V. Alégrense los cielos y la tierra,


retumbe el mar y el mundo submarino.
Salten de gozo el campo y cuanto encierra,
manifiesten los bosques regocijo. R.

V. Regocíjese todo ante el Señor,


porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas
con las que rija a todas las naciones. R.
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SEGUNDA LECTURA

La gracia de Dios se ha manifestado a todos los hombres.

De la carta del apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14

Queridos hermanos: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos


los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la vida sin religión y a los
desórdenes mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sabia,
justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y Salvador,
Cristo Jesús, nuestra esperanza.
Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin
de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.

V. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Si no se canta, puede omitirse.

Aleluya, aleluya.

Les anuncio una gran alegría: Hoy nos ha nacido el Salvador

Aleluya.
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EVANGELIO

Hoy nos ha nacido el Salvador

Del santo Evangelio según San Lucas.


2, 1-14.

Por aquellos días, se promulgo un edicto de César Augusto, que ordenaba


un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era
gobernador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad;
así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió
desde la cuidad de Nazaret, en Galilea, a la cuidad de David, llamada Belén,
para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta.

Mientras estaba ahí, le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su hijo
primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no hubo
lugar para ellos en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo,


vigilando por turno sus rebaños.
Un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad,
y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
«No teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.
Esto les servirá de señal: encontraran al niño envuelto en pañales y recostado
en un pesebre».
De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a
Dios, diciendo:
«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».

Palabra del Señor.

R. Gloria a ti, Señor Jesús.


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HOMILÍA

PROFESIÓN DE FE

Terminada la homilía, cuando está prescrito,


se dice la Profesión de fe.
A las palabras: Y por obra… todos se ponen de rodillas.
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes
de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien
todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del
cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo
hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y
subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del
Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que
habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un
solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los
muertos y la vida del mundo futuro. .

R. Amén

ORACIÓN UNIVERSAL
El presidente invita a los fieles a orar,
por medio de una breve monición.

V. Exultantes en la fe unámonos, hermanos, a los cristianos de todo


el mundo y oremos para que a salvación inaugurada con el nacimiento
de Cristo llegue a los confines de la tierra, roguemos al Señor:

R. Te rogamos Señor.
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-Por los hijos de la Iglesia, que celebran hoy con alegría el misterio de
la Navidad, renazcan a una nueva vida de justicia, de amor y de paz.
Roguemos al Señor.

-Para que todos los hombres lleguen a conocer a Cristo, el Señor, y se


reúnan alrededor del que ha venido a buscar y a salvar a los que estaban
perdidos.
Roguemos al Señor.

-Para que el Hijo de Dios, que ha querido compartir nuestra naturaleza


humana, dé alegría a los que lloran, salud a los enfermos, ayuda a los
moribundos y consuelo divino a los que en estas fiestas se sienten solos y
triste.
Roguemos al Señor.

-Para que crezca en nuestras familias, reunidas en estas fiestas, la fe en


Jesús, hijo de Dios y Salvador nuestro.
Roguemos al Señor.
El presidente termina la plegaria universal
con una oración conclusiva.
SSeñor Jesucrito
que por el misterio de la navidad
has querido compartir las fatigas
y limitaciones de la familia humana,
escucha las oraciones de tu Iglesia
y haz que arraigue en nosotros la certeza
de que la vida eterna consiste en conocer al Padre
y a ti, su enviado,
que vives y reinas por los siglos de los siglos .

R. Amén.
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LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO

Acabada la Liturgia de la Palabra, los ministros colocan en el altar el corporal,


el purificador, el cáliz y el misal; mientras tanto puede ejecutarse un canto
adecuado.

Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea


llevando el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, bien aportando
otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.

El presidente se acerca al altar, toma la patena con el pan y,


teniéndola con ambas manos un poco elevada sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo,


por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros pan de vida.

Después deja la patena con el pan sobre el corporal.

Si no se hace canto para el ofertorio, el presidente puede decir estas palabras en


voz alta; al final el pueblo puede aclamar:

Bendito seas por siempre, Señor.

El diácono, o el sacerdote, echa vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en


secreto:

El agua unida al vino


sea signo de nuestra participación en la vida divina
de quien ha querido compartir nuestra condición humana.
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Después, el presidente toma el cáliz y,


teniéndolo con ambas manos un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:

Bendito seas, Señor, Dios del universo,


por este vino,
fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros bebida de salvación.

Después deja la patena con el pan sobre el corporal.

Si no se hace canto para el ofertorio, el presidente puede decir estas palabras en


voz alta; al final el pueblo puede aclamar:

Bendito seas por siempre, Señor.

A continuación, el presidente, inclinado, dice en secreto:

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito


y nuestro espíritu humilde;
que éste sea hoy nuestro sacrificio
y que sea agradable en tu presencia,
Señor, Dios nuestro.

Y, si se juzga oportuno, inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Después el


diácono o un ministro inciensa al presidente, a los sacerdotes concelebrantes y
al pueblo.

Luego el presidente, de pie a un lado del altar,


se lava las manos, diciendo en secreto:

Lava del todo mi delito, Señor,


limpia mi pecado.
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Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo,


extendiendo y juntando las manos, dice:

Oremos, hermanos,
para que este sacrificio, mío y de ustedes
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

El pueblo se pone de pie y responde:


El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Luego el presidente, con las manos extendidas,


dice la oración sobre las ofrendas.
La oración sobre las ofrendas
termina siempre con la conclusión breve,
que el presidente dice juntando las manos.

Te rogamos, Señor,
que la ofrenda de esta festividad sea de tu agrado, para que, mediante este
sagrado intercambio, lleguemos a ser semejantes a aquel por quien
nuestra naturaleza quedó unida a la tuya. Él que vive y reina por los siglos
de los siglos.

R. Amén.
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PLEGARIA EUCARÍSTICA
PREFACIO

V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Porque gracias al misterio


de la Palabra hecha carne,
la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos
con nuevo resplandor,
para que, conociendo a Dios visiblemente
por él seamos impulsados al amor invisible

Por eso, con los ángeles y los arcángeles


y todos los tronos y dominaciones
y con todos los coros celestiales,
cantemos sin cesar el himno de tu gloria.

Santo, Santo, Santo...


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PLEGARIA EUCARÍSTICA I
o Canon Romano

El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP
A ti, Padre, misericordioso,
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,

Junta las manos y dice:

que aceptes y bendigas

Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino


conjuntamente, diciendo:

estos + dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,

Con las manos extendidas, prosigue:

ante todo, por tu Iglesia santa y católica,


para que le concedas la paz, la protejas,
la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa N.,
con nuestro Obispo N.,

El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


conmigo, indigno siervo tuyo,

y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad,


promueven la fe católica y apostólica.
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CONMEMORACIÓN DE LOS VIVOS

C1
Acuérdate, Señor, de tus hijos N. y N.

Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar, o bien
junta las manos y ora por ellos unos momentos.

Después, con las manos extendidas, prosigue:


y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces;
por ellos y todos los suyos,
por el perdón de sus pecados
y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
este sacrificio de alabanza,
a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

CONMEMORACIÓN DE LOS SANTOS

C2
■Reunidos en comunión con toda la Iglesia,
veneramos la memoria,
ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;
* la de su esposo, san José;
la de los santos Apóstoles y mártires
Pedro y Pablo, Andrés,
(Santiago y Juan,
Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo;
Lino, Cleto, Clemente, Sixto,
Cornelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián)
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y la de todos los santos;


por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
(Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

Con las manos extendidas, prosigue:


CP
□Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus siervos
y de toda tu familia santa;
ordena en tu paz nuestros días,
líbranos de la condenación eterna
y cuéntanos entre tus elegidos.

Junta las manos.

(Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:


CC
Bendice y santifica, esta ofrenda, Padre,
haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti:
que se convierta para nosotros
en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.

Junta las manos.


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En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con
claridad, como lo requiere la naturaleza de éstas.

El cual, la víspera de su Pasión,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan en sus santas y venerables manos,


Eleva los ojos.

y, elevando los ojos al cielo,


hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,
dando gracias, te bendijo,
lo partió,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

"Tomen y coman todos de él,


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes".

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena


y lo adora haciendo genuflexión.

Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y,
sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice:

tomó este cáliz glorioso


en sus santas y venerables manos,
dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
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Se inclina un poco.

"Tomen y beban todos de él,


porque éste es el cáliz de mi sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada
por ustedes y por muchos
para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía".

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora


haciendo genuflexión.

Luego dice:
CP
Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:


Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!

Después el presidente, con las manos extendidas, dice:


CC
Por eso, Padre,
nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo,
al celebrar este memorial de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;
de su santa resurrección del lugar de los muertos
y de su admirable ascensión a los cielos,
te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado,
el sacrificio puro, inmaculado y santo:
pan de vida eterna
y cáliz de salvación.
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Y prosigue:

Miracon ojos de bondad esta ofrenda y acéptala,


como aceptaste los dones del justo Abel,
el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe,
y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.

Inclinado, con las manos juntas, prosigue:

Tepedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu Ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
al participar aquí de este altar,

Se endereza y se signa, diciendo:

seamos colmados
de gracia y bendición.
(Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS

Con las manos extendidas, prosigue:

C3
Acuérdate también, Señor,
de tus hijos N. y N.,

Puede decir los nombres de los difuntos por quienes se quiere orar.
que nos han precedido con el signo de la fe
y duermen ya el sueño de la paz.
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Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene
intención de orar.

Después, con las manos extendidas, prosigue:

A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,


concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.

Junta las manos.

(Por Cristo, nuestro Señor. Amén.)

Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:

C4
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,

Con las manos extendidas prosigue:


que confiamos en tu infinita misericordia,
admítenos en la asamblea
de los santos apóstoles y mártires:
Juan el Bautista, Esteban,
Matías y Bernabé,
(Ignacio, Alejandro,
Marcelino y Pedro,
Felicidad y Perpetua,
Águeda, Lucía,
Inés, Cecilia, Anastasia,)

y de todos los santos;


y acéptanos en su compañía,
no por nuestros méritos,
sino conforme a tu bondad.
SOLEMNIDAD NATIVIDAD DEL SEÑOR
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Junta las manos y prosigue:

CP
Por Cristo, Señor nuestro,
por quien sigues creando todos los bienes,
los santificas, los llenas de vida,
los bendices y los repartes entre nosotros.

Toma la patena, con el pan consagrado,


y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:

CP O CC
Por Cristo, con Él y en Él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:
Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

Una vez que ha dejado el cáliz y la patena,


el presidente, con las manos juntas, dice:

Fieles a la recomendación del Salvador


y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:

Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padre nuestro, que estás en el cielo,


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santificado sea tu Nombre;


venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

El presidente, con las manos extendidas, prosigue él solo:

Líbranos de todos los males, Señor,


y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.

El pueblo concluye la oración, aclamando:


Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Después el presidente, con las manos extendidas, dice en voz alta:

Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
"La paz les dejo, mi paz les doy",
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
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Junta las manos.

Tú que vives y reinas


por los siglos de los siglos.

El pueblo responde:
Amén.

El sacerdote, extendiendo y juntando las manos, añade:

La paz del Señor esté siempre con ustedes.

El pueblo responde:
Y con tu espíritu.

Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:

Démonos fraternalmente la paz.

Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz.


El sacerdote da la paz al diácono o al ministro.

Después toma el pan consagrado,


lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz,
diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,


unidos en este cáliz,
sean para nosotros
alimento de vida eterna.

Mientras tanto se canta o se dice:


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Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,


ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo,


que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.

El presidente hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un


poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, lo muestra al pueblo, diciendo:

Éste es el Cordero de Dios,


que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y, juntamente con el pueblo, añade:

Señor, no soy digno


de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El presidente dice en secreto:


El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna.
Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo.
Después toma el cáliz y dice en secreto:
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La Sangre de Cristo me guarde para la vida eterna.


Y bebe reverentemente la Sangre de Cristo.

Después toma la patena o la píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les
presenta el pan consagrado, que sostiene un poco elevado, diciendo a cada uno
de ellos:
El Cuerpo de Cristo.

El que va a comulgar responde:


Amén.
Y comulga.

Cuando el sacerdote comulga el Cuerpo de Cristo, comienza el canto de


comunión.

Acabada la comunión, el diácono, el acólito, o el mismo sacerdote, purifica la


patena sobre el cáliz y también el mismo cáliz, a no ser que se prefiera
purificarlo en la credencia después de la misa.

Si el sacerdote hace la purificación, dice en secreto:

Haz, Señor,
que recibamos con un corazón limpio
el alimento que acabamos de tomar,
y que el don que nos haces en esta vida
nos sirva para la eterna.

Después el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuno, se pueden


guardar unos momentos de silencio o cantar un salmo o cántico de alabanza.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN

Juan 1,14
El Verbo se hizo carne y hemos visto su gloria.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


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Luego, de pie en la sede o en el altar, el presidente dice:


Oremos.

Señor, Dios nuestro,


que nos has concedido el gozo de celebrar
el nacimiento de nuestro Redentor,
haz que después de una vida santa,
merezcamos alcanzar la perfecta comunión con él.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:
Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN
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Bendición solemne
El Diácono o en su ausencia, el mismo presidente, invita a los fieles con estas palabras:

Inclinen la cabeza para recibir la bendición y a cada invocación


responden: Amén.

V. El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu

V. Que Dios, cuya infinita bondad disipó las tinieblas del mundo con la
encarnación de su hijo e iluminó esta noche santísima con su nacimiento
glorioso, aleje de ustedes las tinieblas del pecado e ilumine sus corazones
con el esplendor de las virtudes.
R. Amén.

V. Que el mismo que encomendó a sus ángeles anunciar a los pastores el


gran gozo del nacimiento del Salvador, llene los corazones e ustedes de su
alegría y los haga mensajeros del Evangelio.
R. Amén.

V. Y que aquel que, por la encarnación de su Hijo,


Unió la tierra con el cielo, los colme de su paz y de buena voluntad y les
conceda participar un día de la Iglesia celestial.
R. Amén.

V. Y la bendición de Dios todopoderoso,


Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R. Amén.

DESPEDIDA
Luego el diácono, o el mismo presidente, con las manos juntas, despide al
pueblo con las siguientes palabras:

V. Pueden ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.

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