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La importancia de medir y calcular

En el s. XVII se acomete el estudio preciso de las leyes naturales (con las funciones) y de sus
variaciones (con el Cálculo Diferencial). Pero se trataba de conceptos teóricos que debían
aplicarse a medidas experimentales, sobre las que luego había que realizar cálculos
laboriosos. Se ponían en evidencia dos requisitos importantes: por una parte, disponer de un
sistema universal de medidas y, por otra, mejorar la capacidad de cálculo.

Lo primero no se alcanza plenamente hasta 1792, cuando la Academia de Ciencias de París


establece el Sistema Métrico Decimal, un triunfo imperecedero del racionalismo impuesto por
la Revolución Francesa. Pero la mejora de los cálculos, tanto en rapidez como en precisión,
era una línea de avance permanente desde el siglo XV, que había fructificado ya en el siglo
XVI en un concepto decisivo: el logaritmo.

Renacimiento: tablas para los cálculos

En el Renacimiento, una pseudociencia como la Astrología contribuyó indirectamente al


progreso de la Ciencia, ya que la elaboración de los horóscopos obligaba a cálculos y
observaciones astronómicas (una curiosidad: el alemán Michel Stifel, importante en el
desarrollo de las tablas de logaritmos, profetizó el “fin del mundo” para el 18 de octubre de
1533 a las 8:00 y fue destituido por fallar en su predicción).

Lo mismo cabe decir de la elaboración de los calendarios. O, en Arquitectura, el diseño de


fortalezas teniendo en cuenta las condiciones del terreno para, con la ayuda de bastiones,
ángulos, salientes, etc., protegerse de la artillería de los sitiadores; también en Navegación,
etc.

Todas esas necesidades planteaban problemas de Trigonometría y había que disponer de


tablas trigonométricas precisas. El alemán Johaness Müller “Regiomontano” publicó en el s.
XV tablas del seno de un ángulo a intervalos de 1’ y tablas de la tangente a intervalos de 1º.
Pero, una vez conocidas las razones trigonométricas había que realizar cálculos complicados
con ellas. Los logaritmos se inventaron con el propósito de simplificar, en especial a los
astrónomos, las engorrosas multiplicaciones, divisiones y raíces de números con muchas
cifras.

El concepto de logaritmo se debe al suizo Jorst Bürgi y su nombre tiene un significado muy
explicativo: logaritmo significa “número para el cálculo”. El escocés John Napier, enseguida
lo aprovechó para publicar en 1614 su obra “Mirifici logaithmorum canonis descriptio”
(descripción de la maravillosa regla de los logaritmos) con las primeras tablas de logaritmos
para el seno y el coseno de un ángulo a intervalos de 1’ y con siete cifras. Pero veamos cuál
fue su genial idea.
La necesidad de simplificar los cálculos en campos como la navegación, la agrimensura y la
astronomía, tal como se mencionó, dio origen al concepto de logaritmo que permitió enfrentar
este problema antiguo, que actualmente se resuelven por medio de calculadoras,
computadoras y/o aplicaciones digitales. Hasta el siglo XVI la escritura de los números
racionales como una parte entera más una fracción de la unidad hacía incluso de la suma
una operación muy compleja y los algoritmos de la multiplicación y de la división eran
desconocidos. El concepto de logaritmo se remonta hasta los estudios de Arquímedes y se
origina a partir de la comparación entre una progresión aritmética y una progresión
geométrica.

Progresión 1 2 3 4 5 6 7 8 9
aritmética
Progresión 𝑎1 𝑎2 𝑎3 𝑎4 𝑎5 𝑎6 𝑎7 𝑎8 𝑎9
geométrica
Los valores correspondientes a la progresión aritmética son llamados logaritmos y los valores
correspondientes a la progresión geométrica son llamados antilogaritmos.

Estos números, llamados logaritmos, permiten reemplazar las multiplicaciones por sumas, las
divisiones por restas, las potencias por productos y las raíces por cocientes, lo que no sólo
simplifica enormemente la realización manual de cálculos matemáticos, sino que permite
realizar otros que sin su invención no habrían sido posibles.

El origen de los logaritmos se dio mediante dos enfoques: los cálculos trigonométricos para
las investigaciones astronómicas aplicables a la navegación, y el cálculo interés compuesto
asignados a la economía.

En 1614 Napier publica su obra, en la que da a conocer los logaritmos, donde él los llamó
“números artificiales”, y utilizando una aproximación cinemática pone en relación una
progresión geométrica con una progresión aritmética. En 1619 apareció una segunda obra,
donde explica cómo calcular los logaritmos, mediante tablas de logaritmos. La tabla de Napier
no daba los logaritmos de la sucesión de los números naturales, sino de los valores de los
senos de 0º a 90º. Para obviar los números negativos y para que los términos de su progresión
geométrica fueran potencias enteras muy cercanas a un seno dado, tomó como razón un
número próximo a la unidad, pero menor que ella:
1
1− =  0,9999999
107
Napier usa la palabra logaritmo en el sentido de un número que indica una proporción: λόγος
(logos) el sentido de proporción o razón, y ἀριθμός (arithmos) cuyo significado es número, y
se define, literalmente, como “un número que indica una relación o proporción”. Las tablas de
logaritmos de Napier tenían la ventaja de que las largas multiplicaciones se podían sustituir
por sumas. El producto de dos términos de la progresión geométrica 𝑎 𝑛  𝑦 𝑎 𝑚, está asociado
el término que corresponde a la suma 𝑛  +  𝑚 de la progresión aritmética.
Por ejemplo, dadas dos progresiones (tabla de progresiones en base 2):

Progresión 1 2 3 4 5 6 7 8 9
aritmética
Progresión 2 4 8 16 32 64 128 256 512
geométrica
Para realizar el producto de 128 * 32 se procede como sigue:

• Al 128 en el segundo renglón le corresponde el número 7 en el primer, y al 32 le


corresponde el 5
• La suma de estos números es: 7 + 5 = 12
• Al número 12 en el segundo renglón le corresponde el 4096 en el primero

Entonces, 128 × 32 = 4096, y este resultado se obtuvo mediante una operación de suma.
Henry Briggs retoma la idea fundamental de Napier pero considerando una progresión
geométrica simple, la de las potencias de 10. En el año 1617, año de la muerte de Napier,
Briggs publicó sus “Logarithmorum chilias prima”, que comprende los logaritmos de los
números 1 a 1000, con una precisión de 14 decimales. En 1624 publica "Arithmetica
Logarithmica" que contenía los logaritmos de "Briggs" con 14 cifras para los enteros de 1 a
20000 y de 90000 a 100000. En la obra de Briggs aparece la palabra característica (parte
entera), mientras que la palabra mantisa (parte decimal) fue utilizada por primera vez por
Wallis en 1693.

Briggs escribió acerca de su nuevo descubrimiento: Los logaritmos son números que se
descubrieron para facilitar la solución de los problemas aritméticos y geométricos. A través
de ello se evitan todas las complejas multiplicaciones y divisiones, transformándolo en algo
completamente simple a través de la sustitución de la multiplicación por la adición y la división
por la substracción. Además, el cálculo de las raíces se realiza también con gran facilidad.

Veamos, para calcular podemos realizar el siguiente razonamiento:


1 1
log10 3,162 ≅ log10√10 ≅ log10 102 ≅
2
Tomando como referencia el valor anterior y aplicando las propiedades que cumple el
logaritmo, se puede establecer el valor numérico de:

log 10 0,3162    log10 0,3162 = log10 (3,162: 10) = log10 3,162 − log10 10 ≅ 0,5 − 1 =
−0,5

log 10 31,62    log10 31,62 = log10(3,162 ⋅ 10) = log 10 3,162 + log10 10 ≅ 0,5 + 1 = 1,5

log 10 316,2    log10 316,2 = log10 (3,162 ⋅ 100) = log10 3,162 + log10 100 ≅ 0,5 + 2
= 2,5

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