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LOS PIONEROS

Hasta finales del siglo XVIII, el término electricidad estuvo reservado a aquellos cuerpos que, tras
ser frotados, se atraían o se repelían, ámbito que se conoce hoy como electrostática. Sea como
fuere, la atracción de los cuerpos de luz por los objetos electrificados por fricción se conoce desde
la Antigüedad. Su descubrimiento se atribuye al filósofo griego Tales de Mileto (siglo VI a.C.), quien
vio que, tras frotar un pequeño trozo de ámbar enérgicamente, este adquiría la propiedad de
atraer pequeñas partículas. Precisamente, la palabra electricidad deriva del griego elektron, que
significa ‘ámbar’.

El estudio sistemático de la electricidad no se inició realmente hasta finales del siglo XVI, de la
mano del científico inglés William Gilbert (1544-1603), autor del primer tratado conocido acerca
de este tema. Las aportaciones de Gilbert serían retomadas por un alemán, Otto von Guericke
(1602-1686), quien inventó la primera máquina de vacío. Esta facilitaba la atracción de los cuerpos
electrificados, ya que el aire dejaba de ser un obstáculo.

Von Guericke también fue el artífice de la primera máquina electrostática: en este caso, un gran
globo de azufre que el científico electrificó frotándolo con las manos.

Este último efecto fue aprovechado un siglo después por el estadounidense Benjamin Franklin
(1706-1790), tras haber demostrado, en 1752, que el rayo es un fenómeno de naturaleza eléctrica,
una especie de chispa gigante. Esta observación, unida a los hallazgos de Von Guericke acerca de
los objetos puntiagudos, le permitió inventar el pararrayos. Se trataba de una varilla terminada en
punta que, colocada sobre los edificios o los barcos, los mantenía a salvo de los efectos de la
electricidad de las nubes.

En el siglo XVIII, el trabajo experimental iniciado en el siglo anterior se aceleró. Pronto se


descubrieron otros efectos y surgieron nuevos utensilios, al tiempo que se definieron nuevos
conceptos, un paso previo indispensable para el conocimiento de los fenómenos electrostáticos.
Le debemos al inglés Stephen Gray.

DE LAS CARGAS POSITIVAS Y NEGATIVAS AL VOLTAJE

En 1733, el físico y químico francés Charles du Fay (1698-1739) realizó otra aportación clave a la
historia de la electricidad. Du Fay descubrió que había dos tipos de electricidad —a las que hoy nos
referimos como cargas eléctricas.

Ahora bien, la auténtica revolución llegó de un lugar insospechado: el trabajo de un anatomista


italiano, Luigi Galvani (1737-1798) en los músculos de las ancas de ranas disecadas. En 1791,
descubrió que estos músculos mostraban curiosas propiedades eléctricas en cuanto entraban en
contacto con dos metales de diversa naturaleza.

Más adelante, el físico italiano Alessandro Volta (1745-1827) retomó los avances de su
compatriota y demostró que la rana desempeñó meramente un rol secundario: el efecto eléctrico
resultó en realidad del contacto de dos metales de diferente naturaleza a través de un paño
húmedo. Inspirado por esta conclusión, en 1800 desarrolló la primera batería eléctrica.

La batería Volta producía una especie de descarga continua que el físico francés André-Marie
Ampère (1775-1836) bautizó en 1820 como corriente eléctrica. En homenaje a Ampère, la unidad
internacional de la intensidad de la corriente eléctrica, es decir, la cantidad de cargas que atraviesa
una sección de conductor por unidad de tiempo, se denomina amperio. En homenaje a Volta, se
acuñó el término voltaje, es decir, la capacidad de una batería para producir una corriente
eléctrica. La cantidad se expresaría en voltios.

LA ÉPOCA DE LOS GRANDES INVENTOS.

La segunda mitad del siglo XIX estuvo marcada por un espectacular desarrollo de la electricidad
industrial o electrotécnica. La batería Volta pronto fue reemplazada por baterías más eficientes,
como la batería Daniell (1836), la batería Bunsen (1841) o la batería Leclanché (1864). En 1859, el
francés Gaston Planté (1834-1889) desarrolló la primera batería recargable o acumulador. Los
generadores experimentaron un auge similar: la invención de la dinamo en la década de 1870 a
manos de Zénobe Gramme (1826-1901) presagió la aparición de los primeros generadores o
alternadores de corriente alterna, en particular gracias al trabajo del ingeniero croata Nikola Tesla
(1856-1943). Estos dispositivos, impulsados por las enormes turbinas de las centrales eléctricas,
constituyen el elemento central de la producción de energía eléctrica. El desarrollo de
generadores acompañó de forma natural al de los dispositivos inversos, más conocidos como
motores eléctricos.

El telégrafo, desarrollado por los ingenieros William Cooke y Charles Wheatstone. En 1876, el
estadounidense Alexander Graham Bell (1847-1922) utilizó por primera vez señales eléctricas para
transportar la voz humana desde la distancia: acababa de nacer el teléfono.

Pronto fue el turno de los medios de transporte para ser electrificados: el primer tranvía eléctrico,
de los ingenieros alemanes Werner von Siemens y Johann Halske, data de 1879. El primer tren
eléctrico, inventado por Thomas Alva Edison (1847-1931), data de 1880. Edison también fue el
impulsor de numerosos inventos, como el fonógrafo, la cámara de cine o la bombilla
incandescente.

Gracias al desarrollo de transformadores eléctricos en la década de 1880 y a los altos voltajes que
estos dispositivos hicieron posible, se pudo extender la distancia del transporte de electricidad
desde su lugar de producción hasta el corazón de las ciudades, lo que supuso una revolución
urbana. O el nacimiento del primer televisor, creado el 26 de enero de 1927 por el escocés John
Logie Baird (1888-1946).

ORDENADORES.

1941 La primera computadora electrónica funcional de que se tiene noticia fue la alemana Z3 de
Konrad Zuse, construida en 1941 y destruida en los bombardeos aliados de 1943. La utilización
comercial de este tipo de aparatos, que revolucionaron la gestión de la información y toda la vida
social, económica y científica, tuvo que esperar a los años cincuenta, tras su desarrollo en Estados
Unidos.

TELECOMUNICACIONES E INTERNET

1969 El auge de las telecomunicaciones empieza cuando se sitúan en el espacio exterior los
primeros satélites de comunicaciones, satélites artificiales situados en órbita alrededor de la Tierra
que transmiten ondas electromagnéticas; pero este punto culminante tuvo su prehistoria.

Desde 1958 distintos tipos de aparatos digitales precedentes del módem para las comunicaciones
telefónicas, que más tarde se aplicaron a la transmisión de datos entre computadoras y otros
dispositivos. En los años 1960 comienza a ser utilizada la telecomunicación en el campo de la
informática con el uso de satélites de comunicación y las redes de conmutación de paquetes.

Con la puesta en marcha de los satélites de comunicaciones ha sido posible disponer de muchos
canales de televisión, el impresionante desarrollo de la telefonía móvil y de Internet. Internet es
un método de interconexión descentralizada de redes de computadoras implementado en un
conjunto de protocolos denominado TCP/IP y garantiza que redes físicas heterogéneas funcionen
como una red lógica única, de alcance mundial.

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