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El SECRETO más IMPORTANTE para LEER PARTITURA

Hoy vamos a hablar de lo más elemental de leer partitura. Ya tenemos un video explicando paso
a paso cada componente, pero hoy vamos a enfocarnos sólo en lo más difícil e importante.
Parece mentira, exageración o que no tiene tanto peso, pero sí, hablamos de: contar compaces.

Primero que nada, ¿qué es un compás?

El compás es la manera en que se mide la música. Se trata de una entidad métrica constante que
rige el ritmo, la cual muchas veces se vuelve imperceptible en la ausencia de acentos rítmicos.

(Por ejemplo, si desaparece la batería que acentúa el pulso se vuelve más difícil saber el
compás).

Sin embargo, este no deja de estar presente en la mente de los ejecutantes. Y si dejara de
estarlo es entonces donde empiezan los desfases en la música, la imprecisión en el tiempo; la
deformación de la obra. Ese es el compás, una estructura invisible pero básica y el tenerlo en la
mente es tan elemental como los cimientos y el armazón interno que soportan un edificio. Es
sobre esa estructura invisible que emerge la música.

Vamos a poner un ejemplo sencillo. Esta pieza. (Esta pieza que todos hemos oído). Está en el
compás de cuatro cuartos. El número de abajo significa una figura musical. En este caso, la figura
negra. Y el número de arriba significa cuántas de ellas hay por compás. Cuatro. O sea, tenemos:
cuatro negras por compás. Cada uno de estos rectángulos es un compás de la obra. Están
divididos por una línea. Y en ellos, estrictamente caben cuatro negras. Por lógica este compás se
cuenta así:

Un, dos, tres, cuatro. Un, dos, tres, cuatro. Un, dos, tres, cuatro…

Y así hasta el último compás.

Ese es el armazón oculto de todas las piezas que están en 4/4.

En esta obra vemos que, si bien no siempre se ven las cuatro negras tal cual, lo que hay es
equivalente. No hay cuatro negras, pero hay una blanca y dos negras. La blanca vale dos negras.
No hay cuatro negras, pero hay ocho corcheas. La corchea vale la mitad de la negra. Por tanto,
donde caben cuatro negras también caben ocho corcheas. No hay cuatro negras, pero hay
dieciséis semicorcheas. Cuatro semicorcheas equivalen a una negra. Dieciséis semicorcheas
completan las cuatro negras. Bueno, a decir verdad, no son dieciséis semicorcheas porque las
dos primeritas se me mezclan creando una corchea, pero todo esto sigue siendo equivalente.

También existen las figuras con puntillo. A la figura con un puntillo a la derecha se le suma la
mitad de su valor real. La negra con puntillo vale una negra más una corchea. Por tanto, en este
compás tenemos. Negra más una corchea. Dos semicorcheas que equivalen a otra corchea. Esto
ya son dos negras. Negra y silencio de negra. ¿Ya tenemos las cuatro negras? Sí.

Al final no importa qué tanta densidad de notas haya; seguimos en la misma estructura. Así
como las columnas que por más adornadas que estén, sólo están decorando una figura más
sencilla, toda obra igual se puede sintetizar en lo que ocurre en sus tiempos fuertes.
Y si bien para tocar esta pieza hay que saber otras tantas cosas. Métricamente ya la podemos
entender. En teoría el compás lo contaríamos así. «Un, dos, tres, cuatro...»

Sin embargo, mientras más chica sea la subdivisión que tengamos en la mente, más precisos
seremos.

Si en vez de pensar «un, dos, tres, cuatro...» pensamos «un, y dos y tres y cua-tro» en cuestión
silábica estamos haciendo el pulso de las corcheas. “ti, ti, ti, ti, ti, ti, ti” “un, y dos y tres y cua-
tro”.

Y si en vez de «un, y dos y tres y cua-tro» pensamos «un, y, y, y, dos, y, y, y, tres, y, y, y, cua-tri, y
y...» o bien «tiririri, tiririri, tiririri, tiririri» silábicamente estamos haciendo el pulso de las
semicorcheas y todo será súper preciso.

Esto lo puedes asignar por secciones.

Por ejemplo, al principio puede bastar con «un, y dos y tres y cua-tro».

Ya después «un y y y dos y y y tres y y y cua-tri y y» ya después de nuevo «un, y dos y tres y cua-
tro».

Leer la altura de la nota es otro asunto que hablamos en otro video. Sin embargo, te garantizo
que lo más difícil es esto, porque la altura de las notas tarde o temprano se interioriza y ya no se
necesita estar razonando. En cambio, el compás, siempre hay que estarlo pensando y sintiendo.

Ignorarlo siempre resulta desastroso en todos los aspectos, tanto en una interpretación como en
un análisis melódico y armónico.

Pareciera que, hacerle caso, mágicamente endereza todo lo demás.

Este fue uno de los más comunes que existen: 4/4. Vamos a ver a ahora, otro un poquito menos
popular. El de 6/8. El número ocho de abajo representa a la figura corchea. Y el de arriba
cuántas de ellas hay por compás. Entramos ahora al mundo de los compaces ternarios. Ternario
porque éste se suele acentuar como si se tratara de dos grupos de tres corcheas.

“Un, dos tres... cuatro, cinco, seis”.

Aunque también hay veces en las que es más práctico pensarlo como sólo dos tiempos que en su
interior tienen un tresillo.

“Un y, y, dos, y, y...”

Por tanto, la manera más tradicional de sentir este compás es 3+3 y no 6 como tal. También muy
raro que se piense como 2+2+2, aunque se puede dar el caso si la frase musical lo hace más
práctico. Pero lo normal es pensar que existe un tiempo fuerte aquí y otro acá, por tanto:

“Un, dos, tres. Cuatro, cinco, seis...”

Una famosa melodía en este compás es la oda a la alegría de Beethoven. Que se forma de puras
negras con puntillo. La negra con puntillo equivale a negra más corchea, o bien, tres corcheas.
Entonces caben dos en el compás. Y mientras el coro hace «un dos, un dos, un dos, un dos...»
Las cuerdas hacen «un, dos, tres, cuatro, cinco, seis...»

Existen otros montones de compaces en la música. Sin embargo, entendiendo estos dos ya
tenemos buenas herramientas para comprender cualquier otro.

Por ejemplo, el de 3/4. Lo pensamos igual que el 4/4 pero le quitamos el 4.

“Un, dos, tres... Un, dos, tres...”

El famoso tiempo de Waltz.

Ejemplo: “1, 2, 3…”

Aunque en la rola de tiempo de Waltz el “un, dos, tres” lo dice desfasado.

“Tiempo de waltz un dos tres, un dos tres”

Bueno, ¿es qué?

También está el de 2/4.

“Un dos, un dos...”

Y puede que te preguntes “¿cuál es la diferencia entre usar un 4/4 y un 2/4?”

Eso lo define en gran parte la frase melódica y la armonía.

Si armonía y melodía descansan mucho en el tercer tiempo del 4/4, es más lógico que sea un
2/4.

El compás que más facilite leer determinada melodía es el correcto.

También está el de 3/8.

“Un, dos, tres...”

De igual forma la diferencia entre un ¾ y 3/8 es que la naturaleza de un 3/8 es ir más rápido que
un ¾. Así ya no tienes que poner ¾ en prestisisísimo para llegar a la velocidad deseada.

Está también el de 12/8.

Que se suele pensar como un 4/4 pero con tresillos...

“Un, dos, tres, cuatro… pero…”

“U y y, dos y y, tres y y, cua-try y...”

Y si nos vamos a algo más contemporáneo pues ya encontraremos combinaciones de todo tipo.
Pero con todo lo que vimos tenemos las herramientas para resolverlo.

Por ejemplo, un 5/4 puede no ser tan complicado de contar si lo piensas como una combinación
de 3/4 y 2/4 o viceversa.

“Un, dos, tres. Un dos. Un dos tres. Un dos...”


Dicen por ahí “divide y vencerás”. Esa frase también aplica en la música. Cuando ves que alguien
es muy preciso en el ritmo, pues porque está dividiendo más. Tal vez tú estás pensando en el
pulso de las corcheas, “ti, ti, ti, ti”, pero él está pensando en el pulso de las semicorcheas. “ti, ti,
ti, ti, ti, ti”.

Pero bueno, para empezar un buen ejercicio que puedes hacer si estás leyendo alguna partitura
es tocar y contar en voz alta. Por lo menos subdivide hasta las corcheas.

“Un, y, dos, y, tres, y, cua-tro” si estás en 4/4.

“Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis” si estás en 6/8.

Opcional en video tocando.

Y así mientras tocas. Te ayudará mucho. Sentirás cómo tu mente se empieza amoldar al pulso de
la pieza y cómo todos los demás aspectos de la ejecución se van alineando a ello.

Y no importa qué tan lento lo hagas… la velocidad es lo último importa…

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