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ARENDT 1958.V.25.A CL
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se hallaría en una determinación de qué clase de «quién» es dicha
oráculos que, según Heráclito, «ni revelan ni ocultan con palabras, sino
6 Oute legei oute kryptei alia simainei (Diels, Fragmente der Vorsokratiker, 19224, frag.
B93).
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los asuntos que se dan directamente entre hombres, sin la intermediaria,
7 Sócrates empleó la misma palabra que Heráclito, sémainein («mostrar y dar signos»),
para la manifestación de su daimonion (Jenofonte, Memorabilia, I. 1.2, 4). Si hemos de
confiar en Jenofonte, Sócrates comparaba su daimonion con los oráculos e insistía en
que ambos se usaran sólo para los asuntos humanos, donde nada es cierto, y no para
los problemas de las artes y oficios, donde todo se puede predecir (ibíd., 7-9).
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contenido sea exclusivamente «objetivo», interesado por los asuntos del
la acción y del discurso atañe a este intermediario, qué varía según cada
revelación del agente que actúa y habla. Puesto que este descubrimiento
del sujeto es una parte integrante del todo, incluso la comunicación más
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que no hay objetos tangibles en los que pueda solidificarse; el proceso
Sin duda, esta trama no está menos ligada al mundo objetivo de las
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cosas que lo está el discurso a la existencia de un cuerpo vivo, pero la
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por alto el hecho inevitable de que los hombres se revelan como
transformar a los hombres en algo que no son; por otra parte, negar que
ilusorio.
(. . .)
FICHA BIBLIOGRÁFICA
que aquí como en todo está mucho más próximo que Platón a la opinión corriente
griega, véase Política, 1252b29: «La polis cobra existencia por el interés de vivir, pero
sigue existiendo por el interés de vivir bien».) El concepto aristotélico de sympheron,
que más adelante encontramos en la utilitas de Cicerón, ha de entenderse en este
contexto. Ambos son precursores de la posterior teoría del interés, plenamente
desarrollada por Bodin: como los reyes gobiernan sobre los pueblos, el interés
gobierna sobre los reyes. En el desarrollo moderno, Marx sobresale no debido a su
materialismo, sino a que es el único pensador político que fue lo bastante consistente
para basar su teoría de interés material en una demostrable actividad material
humana, en laborar, es decir, en el metabolismo del cuerpo humano con la materia.