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Unidad: II
Clase: 4
¡Bienvenidos!
Objetivos:
Esta semana vamos a:
Conocer la función que tienen los precios en una economía de mercado.
Distinguir entre las diferentes estructuras que un mercado puede adoptar.
Desarrollo:
1. Los precios de los bienes y de los servicios de factores productivos
A través de información que surge de los mercados podemos conocer el valor que la
sociedad le otorga a cada bien o servicio de un recurso productivo y, de esta manera,
conocer el precio del mismo en relación al de los demás bienes, es decir su precio relativo.
Podríamos decir, por ejemplo, que un jean vale aproximadamente diez veces lo que vale 1
kg. de carne o la cuarta parte de un saco y, a partir de esto, estamos en condiciones de
realizar el intercambio entre los mismos.
También es posible hacer que el conjunto de los precios relativos sea expresado en
términos de un solo bien al que la sociedad establece como numerario, por ejemplo, si
considerásemos como tal a un kilo de pan todos los demás precios deberían ser expresados
como múltiplos o fracciones del mismo.
En nuestra vida diaria el bien que utilizamos como numerario es el dinero y, a través del
mismo expresamos el valor que le asignamos a cada uno de los bienes, en este sentido
podemos decir que el precio absoluto de un bien es su relación de cambio por dinero (el
número de unidades monetarias necesarias para adquirir la propiedad de una unidad del
bien en cuestión).
Debemos aclarar que el precio de un bien surge cuando se produce el intercambio, es decir
está dado por la cantidad de dinero al cual efectivamente se produce la transacción y no
por el precio que pide en forma unilateral el potencial vendedor, denominado precio de
oferta, o el que está dispuesto a pagar el potencial comprador, llamado precio de demanda,
en realidad los precios de oferta o de demanda son un ejemplo de precios que todavía no
lo son.
2. El sistema de precios
El conjunto de todos los precios de los bienes y servicios de factores conforman el sistema
de precios, el cual constituye el mecanismo de orientación que impide que las economías
de mercado operen en forma desorganizada, permitiendo la producción y el intercambio. El
empresario que pretende iniciar la producción de un determinado bien debe adquirir bienes
intermedios a otras empresas y contratar los servicios de factores productivos y en todos y
cada uno de los casos pagar un precio por su utilización. Si se procede a sumar los montos
percibidos por los propietarios de cada uno de dichos insumos obtendremos el costo de
producción del bien y una cuestión crítica para cualquier actividad económica consiste en
saber si el precio al cual puede ser vendido el mismo se adecua a dichos costos; si los
supera será conveniente producirlo pero si es inferior tarde o temprano se deberá concluir
con la actividad.
Precisamente esta relación entre los precios a los cuales se pueden vender los bienes y los
precios de sus insumos es lo que permite determinar qué bienes y cómo serán producidos.
La sumatoria de los salarios percibidos por los trabajadores, la renta (alquileres) de los
propietarios de los recursos naturales, los intereses percibidos por los propietarios del
capital y los beneficios de los empresarios constituye el ingreso de las familias y son éstas
las que resuelven la forma en que lo gastarán en la compra de los bienes que necesitan
para satisfacer sus necesidades y su decisión también se basa en las señales que emiten
los mercados.
De lo expuesto se infiere que las dos funciones básicas del sistema de precios son, en
primer lugar, la organización de la producción y, en segundo lugar, la distribución del ingreso
y permitir la apropiación del producto real.
- Distribución del ingreso y apropiación del producto real: el conjunto de bienes que cada
familia está en condiciones de adquirir depende de su ingreso real el cual está relacionado
con la cantidad y la calidad de los factores que le pertenecen, con los precios que pueden
ser obtenidos por el servicio que ellos prestan al ser utilizados por la empresas durante los
procesos productivos, con las políticas regulatorias y de ingresos aplicada por el estado y
con los precios a los cuales pueden ser comprados los bienes.
Es decir, cada peso que es gastado por la sociedad es un indicador sobre qué debe ser
elaborado y cómo han de producirse los bienes y los cambios en las preferencias de los
individuos provocan a su vez cambios en dicha estructura por lo que, consecuentemente,
son diferentes las señales que percibe el conjunto de las unidades productivas para
desarrollar su actividad.
3. Los mercados
Existen diferentes tipos de mercado, de bienes finales (de consumo o de capital), de bienes
intermedios y de servicios de factores. Todos ellos difieren en muchos aspectos, pero
comparten ciertos rasgos que pueden ser analizados en forma sistemática y juzgarse sus
logros en términos de eficiencia y equidad.
El concepto de mercado supone que es posible trazar límites que lo definan para cada caso
en particular de tal manera que estemos en condiciones de conocer quiénes son los
compradores y los vendedores que están dentro del mismo y quienes están fuera y cuáles
son los bienes que se intercambian en el mismo y cuáles no. En este sentido todos los
mercados tienen dos dimensiones principales:
El criterio para distinguir por el tipo de bien entre un mercado y otro es el grado de
sustituibilidad. Cuando los bienes son altamente sustituibles entre sí pertenecen al mismo
mercado (todos los demás bienes están afuera). Como esta característica es una cuestión
de grado nos veremos ante la necesidad de establecer rangos dentro de los cuales los
bienes resultan (o no) buenos sustitutos entre sí.
Por ejemplo, si los compradores están dispuestos a sustituir con facilidad en su consumo
entre carnes vacunas, porcinas u ovinas, porque las consideran buenos sustitutos entre sí,
estaremos en presencia de un único mercado de carnes rojas. En cambio si las consumen
en ocasiones o situaciones diferentes, estaremos en presencia de tres mercados
claramente delimitados.
El área geográfica es aquélla dentro de la cual se realizan los intercambios, es decir donde
los demandantes buscan y/o los vendedores ofrecen sus productos.
Por esta razón, el área que está “dentro” del mercado no suele distinguirse de la que está
“afuera” porque en ella se realizan las transacciones y en la otra no, sino porque en la
primera las transacciones son más frecuentes que en la segunda y, al igual que en el caso
de la sustituibilidad, la frecuencia es una cuestión de grado.
Para que haya competencia efectiva debe existir una razonable paridad entre los
competidores y ser suficientemente numerosos como para que a los concurrentes les
resulte imposible ponerse de acuerdo y formar una coalición con el propósito de manipular
el mercado, además, ninguno de los participantes (comprador o vendedor) se encuentra en
condiciones de fijar precios arbitrariamente altos (o bajos), ni expulsar a sus rivales del
mercado si no es por haber previamente logrado un nivel de eficiencia superior.
- El tamaño de cada uno de los compradores y vendedores en relación con el conjunto del
mercado donde actúan. La participación de mercado es el principal indicador del poder que
pueden ejercer en el mismo los participantes y está determinada por el porcentaje de ventas
(o de compras) que hace un vendedor (o comprador) individual sobre el total de las
transacciones realizadas. La participación puede variar entre valores cercanos al 0 % y el
100 %.
- Las posibilidades con que cuentan los productores para lograr diferenciar los bienes que
ofrecen o segmentar el mercado donde participan.
- Cantidad de información disponible para las diversas unidades económicas sobre las
actividades desarrolladas en el mercado.
Un examen detallado revelaría la existencia de un número muy grande de posibilidades
pero, para evitar tal complejidad, consideraremos que son tres las formas básicas de
organización: la competencia perfecta, el monopolio y la competencia imperfecta y en este
último caso, según su mayor o menor grado de imperfección, nos encontraremos con el
oligopolio y la competencia monopolística (o monopólica).
Es el único tipo de mercado cuya existencia permite el logro simultáneo de óptimos técnicos
y económicos. El modelo de competencia perfecta permite demostrar que, a largo plazo y
en equilibrio, las empresas se verán obligadas, por la presión de sus competidores, a
producir con la máxima eficiencia de modo que los costos unitarios sean los más bajos
posibles y, cuando se llega a una situación de este tipo, lo que los compradores pagan por
los bienes es exactamente igual a lo que cuesta producirlos.
- Los bienes intercambiados tienen que ser homogéneos, es decir, los vendedores deben
ofrecer unidades idénticas del mismo y, dado que los bienes ofrecidos por cada firma es un
sustituto perfecto del que pretenden vender todas las demás, los compradores no tienen
ningún motivo para preferir a uno de ellos.
- El mercado debe estar atomizado, por lo que cada comprador o vendedor debe
representar una pequeña fracción del mercado, de esta manera si uno de ellos logra
modificar su participación o se retira del mismo no se percibirán cambios en la oferta del
bien.
- No deben existir barreras de ningún tipo que impidan o dificulten el acceso al mercado, es
decir, debe prevalecer una total libertad para entrar o salir de la actividad, los recursos
deben ser libres para dedicarse a cualquiera de ellas y empleados donde sean mejor pagos
y las mercancías y servicios deben poder venderse donde logren los mejores precios.
- Los mercados de competencia perfecta son transparentes ya que los participantes pueden
conocer de manera completa e inmediata las características significativas de todas las
actividades que se desarrollan en el mismo.
4.2 El monopolio
Se utiliza esta palabra para definir a un tipo de mercado en el cual la producción es realizada
por una única empresa que ofrece un bien que no posee sustitutos próximos, por lo que el
monopolista “es la industria”.
Precisamente, las posibilidades con que cuentan las firmas monopólicas para determinar el
precio, la cantidad y la calidad de los bienes ofrecidos ha obligado a que en los distintos
países se hayan establecido regulaciones a sus actividades. Estos controles pueden ser
llevados a cabo mediante la acción directa de las propias agencias del gobierno y la acción
de la justicia o a través de organismos específicos que en muchos casos cuentan con la
participación de los propios usuarios de los bienes ofrecidos por la empresa (entes
reguladores).
Cuando en un mercado es posible observar la actividad de varias empresas pero que los
requisitos de la competencia perfecta no se cumplen en su totalidad se pueden definir a los
mercados de “competencia imperfecta” dentro de la cual, de acuerdo a los diferentes grados
de imperfección, se encuentran el oligopolio y la competencia monopolística.
4.3.1 El oligopolio
El grupo oligopólico puede estar compuesto por dos, tres y hasta ocho o diez empresas y
la franja competitiva integrada por pocas empresas, por decenas y hasta cientos de ellas y
también faltar por completo.
El grado de concentración:
- Cuando las firmas que controlan el mercado son sólo dos, y no existe ninguna otra,
estamos ante una forma especial del oligopolio que ha llamado mucho la atención de los
economistas, el duopolio. La existencia de sólo dos empresas sugiere que éstas pueden
ponerse de acuerdo con facilidad y actuar conjuntamente como un monopolio frente a los
consumidores.
La existencia de barreras
Algunas de las barreras más comunes que permiten la formación de oligopolios son las
siguientes:
- Si la tecnología utilizada exige que las firmas produzcan en gran escala desde el inicio de
sus actividades se excluye la posibilidad de comenzar en pequeña escala y luego realizar
una expansión progresiva hasta convertirse en un rival importante para las empresas
previamente existentes.
- Las empresas poseen un alto grado de interdependencia entre ellas debido a que la actitud
de cada una afecta a las demás y, por esta razón, su control sobre el precio tiende a estar
limitado. Por ejemplo, si una firma reduce su precio en un principio verá aumentar sus
ventas a expensas de sus competidores pero éstos al verse afectados tratarán de recuperar
su decreciente participación en el mercado y venderán a un precio igual o incluso inferior al
establecido y, en verdad, el resultado final puede llegar a ser negativo para todos y a la
inversa cuando una empresa oligopólica eleva sus precios corre el riesgo de perder su parte
del mercado en beneficio de sus rivales.
En la práctica los efectos adversos de la variación unilateral de los precios pueden evitarse
recurriendo a la realización de acuerdos colusorios (implícitos o explícitos) por medio de los
cuales las firmas intervinientes eliminan la competencia entre sí, aumentando o
disminuyendo los precios de manera simultánea o repartiéndose los montos de ventas,
logrando, de esta manera, llegar a ejercer un control sobre el precio similar a la de un
monopolista.
La colusión es explícita cuando hay un acuerdo más o menos formal, que antes de que se
establecieran leyes antimonopólicas incluso se ponía por escrito. Es tácita si las empresas
se limitan a seguir la regla de, por ejemplo, no competir en precios.
El acceso a este tipo de mercados tiende a ser relativamente fácil ya que aunque existen
algunas barreras las mismas son sumamente débiles. La consecuencia inmediata que
surge de esta situación es que las ganancias extraordinarias que pueden obtenerse son
transitorias ya que el incremento de la competencia que se produce al poder acceder a él
nuevas firmas que se ven atraídas por el éxito de las previamente existentes las hacen
desaparecer, por ello la permanencia y el éxito del competidor monopolístico depende de
que logre mantener en el largo plazo la diferenciación de su producto.
Actividad 1
Realizar los ejercicios de autocorrección disponibles al final de la clase. Al terminar,
obtendrán un puntaje de acuerdo al número de respuestas correctas.