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El Renacimiento

El Renacimiento es un gran movimiento cultural que, tomando como referente el acervo cultural
y artístico de la Antigüedad grecolatina, se difunde rápidamente, aunque de forma desigual, por
el continente europeo durante los siglos XV y XVI y que afecta a todas las áreas del saber y del
arte.

La base de la cultura renacentista se halla en el Humanismo y todo lo que atañe al hombre, a su


dignidad y a su preeminencia sobre las demás cosas del mundo. Sus orígenes se sitúan en Italia,
y desde finales del siglo XIII va extendiéndose al resto de Europa. El término Renacimiento se
popularizó a partir del siglo XIX con el Romanticismo.

En esta época se van asentando los cimientos del pensamiento moderno, basado en el uso de la
razón y en la observación directa de la realidad. Aunque no se abandona la fe religiosa, se supera
el teocentrismo medieval y se dan los primeros pasos hacia una visión más racionalista y
científica de la realidad.

Cambios históricos y socioculturales del Renacimiento


Durante el siglo XVI se consolidan en Europa importantes cambios históricos y socioculturales
que venían anunciándose desde el siglo XIII.

 Fin de la sociedad feudal y centralización del poder de los reyes. Esto supone la configuración
de las estructuras administrativas, económicas y militares de los estados modernos.
 Ampliación de las expectativas del hombre, a raíz del descubrimiento de América.
 Expansión económica y consolidación del sistema monetario; crece la importancia del
comercio.
 Mayor separación entre Iglesia y Estado: los reyes tienen mayor independencia frente al
papado. La Iglesia pierde el control hegemónico sobre el arte y la cultura que tenía en la Edad
Media. La sociedad es cada vez más secular y menos religiosa.
 Auge de las lenguas vernáculas que dejan de considerarse inferiores con respecto al latín,
aunque esta lengua sigue siendo la oficial en el mundo de la diplomacia y la cultura.

Todos estos cambios están relacionados con el desarrollo de la burguesía, que va imponiendo
una nueva mentalidad en las elites intelectuales. Los burgueses son comerciantes y artesanos que
viven en las ciudades (burgo); frente a los nobles, que han heredado cuanto poseen —riqueza,
linaje, honor—, el burgués se presenta como el hombre hecho a sí mismo, orgulloso de su
inteligencia y de su “saber hacer”.

El norte de Italia, donde la burguesía comenzó a mostrarse muy activa ya desde el siglo XIII,
llegó a ser en el XV, la zona más rica y floreciente de Europa, idónea para convertirse en un gran
foco cultural financiado por las familias adineradas (los Médicis en Florencia y los Sforza en
Milán), que tenían como signo de ostentación la adquisición de obras de arte y el mecenazgo de
artistas. Los papas, a su vez, convirtieron Roma durante el siglo XVI en un importante centro del
arte y la cultura renacentistas.

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Temas de la literatura renacentista

El amor, naturaleza y mitología son los tres temas más habituales de la poesía renacentista.
Amor y naturaleza son temas ampliamente tratados en la lírica de todos los tiempos; lo único que
varía, según la época, es su enfoque y tratamiento.

Ÿ  El amor. Es un amor neoplatónico y espiritual, algo perfecto y casi siempre inalcanzable. El
neoplatonismo plantea que la belleza exterior de la mujer es imagen de la belleza interior, y
esta es, a su vez, imagen de la belleza de Dios. Por tanto, La mujer amada aparece idealizada
y es símbolo de todas las perfecciones de la naturaleza (como muestra de la belleza divina). 
Pero es un amor imposible, doloroso y lleno de complicaciones.

Ÿ La mitología. Los antiguos relatos mitológicos, procedentes de la cultura grecolatina, se


utilizan o bien para ejemplificar una situación amorosa, o bien como recurso embellecedor y de
lucimiento del poeta.

Ÿ La naturaleza. No es un tema en sí, pero es el espacio ideal para que se desarrolle el amor. Se
trata de una naturaleza también idealizada, bella y armónica. Al igual que la belleza de la mujer,
la naturaleza aparece idealizada y es muestra de la perfección divina. Los elementos de la
naturaleza se identifican con el poeta enamorado y sienten lo mismo que él.

 Los acontecimientos históricos.

 La fugacidad de las cosas y vivir el presente. (este tema se conoce como el “carpe diem”,
significa “vive el momento”)

 La naturaleza humana en todas sus dimensiones.

 La belleza y la armonía latentes en la naturaleza.

 La mitología griega, sobre todo los temas referidos al amor.

Características de la lírica renacentista


Métrica: se adoptan versos (endecasílabo y heptasílabo), la rima utilizada es consonante ya
que a partir de la última vocal acentuada, todos los sonidos coinciden. Las estrofas (lira,
silva, octava real, tercetos encadenados, soneto) procedentes de Italia.

Lengua: dominio por la naturalidad y la sencillez, huyendo de la afectación, del


amaneramiento y de la frase rebuscada. Así el léxico y la sintaxis serán sencillos.

Géneros: Aparecen la égloga (los protagonistas son pastores idealizados), la oda (para
asuntos graves) o la epístola (poema en forma de carta).

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Temas: el amor, concebido desde el punto de vista platónico; la naturaleza, como algo idílico
(bucolismo); la mitología, utilizada como tema central o como ornamento para un asunto
amoroso y la belleza femenina, siguiendo siempre un mismo ideal clásico.

Características generales del Renacimiento


La novedad del Renacimiento gira en torno a tres ejes principales:

1. La exaltación del mundo clásico


El Renacimiento se caracteriza por la recuperación de la cultura grecolatina, cuya importancia
había sublimado el Humanismo. Los humanistas, al redescubrir el mundo clásico, fijan en este el
ideal de belleza y perfección al que se debía aspirar. Se contempla la Antigüedad como “la
medida eterna de una vida elevada y la norma de toda ilustración” (Hans Freyer). Pero no es la
Antigüedad la que renace, sino Occidente quien resucita con la fuerza y el carácter extraído del
conocimiento de la Antigüedad.

Desde estos planteamientos, el arte y la literatura del Renacimiento imitan formalmente los
modelos clásicos y se llenan de referencias culturales al mundo grecolatino, especialmente a su
mitología. El estilo artístico y literario del Renacimiento sigue el canon clásico de belleza,
basado en la armonía de las formas, la proporción, el equilibrio y la naturalidad. Lo auténtico
está en la realidad tal y como esta se ofrece, que es “lo natural”. Hacia la segunda mitad del siglo
XVI, el artista derivará en otra estética más artificiosa denominada manierismo.

2. El individualismo
El Renacimiento será la época en la que se supera progresivamente el teocentrismo medieval en
favor de un antropocentrismo moderno. Gana terreno otra sensibilidad más optimista y vital, en
la que predomina un sentimiento de seguridad y autoafirmación. El hombre, consciente de su
capacidad inventiva, proclama su superioridad en la naturaleza y sabe que el esfuerzo le puede
llevar a perfeccionarse y a lograr “fama y hacienda”. Esto le hace sentirse más orgulloso y
sensible a los placeres de la vida terrena, cuya brevedad merece la pena aprovechar. Dios sigue
siendo el motor de su existencia, pero el hombre se concibe como el mayor logro de la creación.

3. La naturaleza
La mirada que el hombre dirige ahora hacia la naturaleza y sus leyes es crítica y racional. Se
pretende “ordenar” el mundo a su alrededor para que pueda ser comprendido por la inteligencia.
La razón (y no solo la “autoridad”, como en la Edad Media) empieza a valorarse como
instrumento de conocimiento. El Renacimiento es una época muy dinámica, que muestra una
gran curiosidad intelectual que dará sus frutos en el siglo XVII, cuando Galileo y Descartes
consoliden las bases de la ciencia moderna.

Entre los científicos del XVI podemos recordar a Nicolás Copérnico (1473-1543), quien
proclama el heliocentrismo —los planetas giran alrededor del Sol—frente al geocentrismo

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medieval —la Tierra ocupa el centro del universo—, aceptado y defendido por la tradición
cristiana.

El espíritu religioso. Reforma y Contrarreforma


En el terreno religioso surgen planteamientos nuevos que renuevan el espíritu y los
comportamientos religiosos: frente a la prohibición medieval de traducir y comentar libremente
las Sagradas Escrituras, cuya versión oficial era la Vulgata de San Jerónimo, el individualismo
renacentista alienta, desde dentro de la Iglesia católica, una actitud crítica que defiende la libre
interpretación de la Biblia y cuestiona la autoridad del Papa.

Surge así la Reforma protestante, encabezada por el alemán Martín Lutero (1483-1586) y el
francés Jean Calvino (1509-1564). La Iglesia responde con el Concilio de Trento (1545-1563)
del cual surge la Contrarreforma, que fija la moral y el dogma católicos. En este momento, el
cristianismo, la gran fuerza espiritual de Europa en la Edad Media, se escinde en dos
concepciones religiosas que dan origen a guerras de religión durante dos siglos y que llegan a
tener repercusiones importantísimas.

La renovación religiosa llega también con el humanista holandés Erasmo de Rotterdam (1469-
1536), que, si bien no se sumó a la Reforma, fue un espíritu crítico con la Iglesia, al censurar su
relajación de costumbres y su excesivo formalismo y ostentación. Defensor de una religiosidad
más auténtica e intimista, fue el autor del Enchiridion y del famoso Elogio de la locura, obras
que ejercieron una gran influencia en el mundo renacentista. Sus ideas calaron en muchos
autores (Cervantes, entre otros), originando el erasmismo en España.

Este audio del programa  de RTVE, Territorio Erasmus, nos habla de Erasmo de Rotterdam, el
humanista que ha dado nombre al programa de movilidad de estudiantes Erasmus. Erasmo de
Rotterdam fue considerado uno de los primeros ciudadanos de Europa.

Al igual que Erasmo, el humanista inglés Tomás Moro (1478-1535) mantuvo una actitud
reticente frente a la Reforma, cuando se inició esta en Inglaterra, y desaprobó el divorcio de rey
Enrique VIII. Por ello fue encarcelado y ejecutado como traidor. Su famosa obra Utopía (escrita
en latín, como conviene a un intelectual renacentista) es un relato de fantasía política, muy del
gusto inglés.

La lírica renacentista
La lírica renacentista española tiene como modelos a Petrarca y su Cancionero, y a los poetas
clásicos Virgilio, Horacio y Ovidio. Desde los principios estéticos renacentistas, las reglas de la
poética latina son escrupulosamente estudiadas e imitadas, ya que los grandes poetas del
Renacimiento se distinguen por haber sabido acomodar lo aprendido en las fuentes clásicas al
ritmo y peculiaridades de su lengua vernácula.

La temática de la lírica renacentista es esencialmente amorosa, aunque no falten los motivos


patrióticos y religiosos. El poeta analiza su mundo interior para descubrirnos el placer y el
desasosiego que le produce el sentimiento amoroso. El amor lo lleva a la búsqueda de la belleza,
que en la lírica se identifica con la mujer y el paisaje, como arquetipos de perfección. El
petrarquismo, el neoplatonismo y la tradición cortesana introducen en la poesía la noción del

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mundo ideal, donde el amor es una fuerza superior que domina la voluntad del individuo. Al
entrar en conflicto con la realidad, el poeta vive el amor como una experiencia contradictoria,
dramática y, a la postre, imposible.

Siguiendo a Petrarca, el poeta renacentista vuelve la mirada al pasado, y su alma se llena de


melancolía al recordar el tiempo en que conoció a su amada, reviviendo con añoranza las horas
vividas felizmente junto a ella, y lamentando su pérdida, por muerte o por abandono. Desea
apartarse de la gente para poder meditar sobre la frustración del amor en el marco idílico de una
naturaleza ideal. Se retoma así el tópico literario de locus amoenus (‘lugar ameno’), procedente
de la tradición latina y que no había llegado a perderse en la literatura medieval.

La naturaleza que recrea la poesía es perfecta porque es reflejo divino. Está llena de
espontaneidad y pureza, frente al artificio de la corte y la civilización. Es virginal y pastoril, de
modo que se renuevan los mitos animistas en los que las ovejas, rocas, fuentes y ninfas son
testigos de los sentimientos del poeta. Este paisaje bucólico y paradisíaco le sirve al poeta de
marco estético, colorista y sensorial en el que situar a sus pastores-amantes. Son estas figuras
estéticas, ideales, que representan a gentes “puras”, de sentimientos nobles, que cuidan de sus
ovejas, invocan a la naturaleza y hablan del amor al son de la zampoña o la dulzaina. La lírica
renacentista recupera así el género de la égloga, que tiene como modelo las Bucólicas de
Virgilio, y cuyas características definitivas fueron fijadas por el italiano Jacopo Sannazaro
(1456-1530) en su novela pastoril La Arcadia.

El nuevo canon poético renacentista, surgido por la fusión de las innovaciones petrarquistas y las
aportaciones clásicas, no solo renueva los temas, sino también la forma de expresión. Así,
frente al octosílabo y al dodecasílabo medievales, característicos de la poesía de cancionero, el
Renacimiento generaliza el endecasílabo, que se convierte desde entonces en el metro más
representativo de la poesía culta.

El verso endecasílabo, con tres sílabas acentuadas, conseguía un ritmo mucho más suave que el
áspero dodecasílabo del arte mayor castellano, con cuatro sílabas acentuadas. Aporta, por tanto,
soltura y flexibilidad a las composiciones. Compara estos ejemplos (aparecen subrayadas las
sílabas acentuadas):

 Dodecasílabo de Juan de Mena: Amores me dieron corona de amores.


 Endecasílabo de Garcilaso: El dulce lamentar de dos pastores.

A menudo, el verso endecasílabo se combina con el heptasílabo formando liras, silvas y


estancias, estrofas todas ellas muy utilizadas en la lírica renacentista, junto con tercetos y
octavas. En liras están escritas bellísimas composiciones de Garcilaso, Fray Luis y San Juan de
la Cruz. Fue Garcilaso el que incorporó al castellano la lira (7a 11B 7a 7b 11B) en su famosa oda
“A la Flor de Gnido”, tomando su nombre de la última palabra del primer verso:

Si de mi baja lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira

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del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento.

Pero la estrofa más importante de la lírica culta renacentista es el soneto, composición


independiente compuesta por dos cuartetos, que suelen ser descriptivos, y dos tercetos,
generalmente de tono meditativo. Desde el Renacimiento, el soneto es la estrofa culta por
antonomasia de la poesía en castellano.

No obstante, las nuevas formas métricas conviven con los versos y estrofas tradicionales, que
siguen cultivándose, especialmente el romance. No hay que olvidar que las adaptaciones del
modelo italianizante conviven en España con la lírica culta de procedencia medieval —que se
mantiene vigente en los cancioneros— y con la lírica popular de los romances, que no dejan de
influir en los nuevos modelos. El romance se consagra como la estrofa más representativa de la
poesía popular en castellano.

Entre los géneros líricos renacentistas destacan: la égloga, composición poética de tema
bucólico, estructurada en torno al diálogo de varios pastores; la oda, canto de exaltación; la
epístola, carta en verso, y la canción, forma característica de la expresión de sentimientos y la
más propiamente lírica. En el siglo XVI suele tener como tema el amor cortés, pero también
tratar asuntos religiosos y morales.

El neoplatonismo

En la base de la estética renacentista hay una reactualización del pensamiento del filósofo griego
Platón, basado en la oposición entre el mundo material y el mundo de las ideas. El alma, la parte
espiritual del hombre, procede de ese mundo de las ideas, y allí desea regresar. En ese estado
ideal o metafísico, una fuerza cósmica, que es el amor, impulsa la unión de unos seres con otros
para que puedan alcanzar la suma perfección y aproximarse a la divinidad. La misión del hombre
es descubrir la belleza oculta en la naturaleza, que se materializa en lo que vemos: el paisaje, el
cuerpo humano o la obra de arte. La vista es el sentido principal para admirar la belleza. Su
contemplación produce un goce estético que eleva el espíritu y lo acerca a Dios. Si Dios crea al
hombre, la vivencia plena de esa “humanidad” lleva a Dios. El amor es un sentimiento sublime

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que surge precisamente de esta inclinación de las almas hacia la belleza, y así lo recogerán las
formas artísticas.

El neoplatonismo alcanzó gran difusión a través de los Diálogos de Amor de León Hebreo,
escritor judío de origen portugués emigrado a Italia, que influyó poderosamente en los poetas del
Renacimiento.

El amor neoplatónico desarrollado por Baltasar de Castiglione en El cortesano se basa en que el


hombre puede superar las necesidades eróticas cuando su razón le hace comprender que el amor
será tanto más intenso y perfecto cuanto más se espiritualice el erotismo. Así el amante al
admirar la belleza de la amada ascenderá a la admiración de la belleza de todo lo creado por
Dios. De esta manera el amor humano es un camino de acercamiento a la divinidad.

El “hombre del Renacimiento”


El Renacimiento, como todos los movimientos innovadores, fue elitista y afectó principal a una
minoría culta. La curiosidad intelectual, el cultivo de la persona y el vitalismo del “hombre del
Renacimiento” lo llevan a querer saberlo todo y a vivir intensamente. Encarna esta aspiración la
figura del cortesano, cuyo modelo fija el italiano Baltasar de Castiglione (1478- 1529) en su obra
El cortesano.

El caballero renacentista debe ser diestro en el manejo de las armas —igual que el medieval—
pero, además, debe poseer una dimensión humanística y creativa. Quiere ser a la vez erudito,
soldado, artista y científico; refinado y elegante con las damas, seductor y ferviente enamorado.
Su conducta se regirá por la ética y por la aspiración a una fraternidad humana ideal, ambas fruto
de la filosofía moral humanista. Los poetas Jorge Manrique y Garcilaso de la Vega se
aproximan, en muchos aspectos, a este modelo.

Y así nuestro cortesano, además de linaje, debe tener buen ingenio y sea gentil hombre de rostro
y buena disposición de cuerpo, y alcance una cierta gracia en su gesto que le haga parecer bien
a primera vista y ser de todos bien amado.
Pienso que el principal y más propio oficio del cortesano sea el de las armas, las cuales sobre
todo se traten con viveza y gallardía; que sea fiel y esforzad y que lo sea siembre
Puédense también hallar muchos otros ejercicios, los cuales traen siempre consigo una animosa
lozanía de hombre. Entre estos son los principales la caza y la montería; no daña saber nadar.
Hace asimismo al caso tener la habilidad en saltar y correr.
Nuestro cortesano tendrá gracia, especialmente en el hablar, deberá huir de la afectación,
porque la facilidad y la llaneza siempre andan con la elegancia. Todo esto se haga tan sin
trabajo que el que escuchare piense que esto no es nada de hacer y que está en la mano hacerlo
él también.
Hará el caso que sea músico y ha de ser diestro en tañer diversos instrumentos. Porque ningún
descanso ni remedio hay mayor ni más honesto para las fatigas del cuerpo y pasiones del alma
que la música. Baltasar de Castiglione, El cortesano (adaptación).

PRINCIPALES AUTORES RENACENTISTAS

 Garcilaso de la Vega

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 Fray Luis de León
 San Juan de la Cruz.
 Catalina de Paz.
 Catalina de Zúñiga.
 Francisca de Aragón
 Isabel Mexía
 Andrea de Mendoza
 Isabel de Vega

Muy vinculado a Erasmo estuvo el humanista valenciano Luis Vives (1492-1540), hombre de
gran talla intelectual y moral, que gozó de gran prestigio en los círculos culturales de su tiempo.
Como Erasmo y Tomás moro, a quienes conoció y trató, fue un espíritu universal que intentó
conciliar los valores del mundo clásico con la ética cristiana, fórmula que juzgaba perfecta para
la tan deseada formación humanista del hombre, que siempre defendió.

Poetas del Renacimiento

GARCILASO DE LA VEGA (1501? - 1536)

- Vida:

 Soldado y poeta (representa el ideal de hombre renacentista). 


 Amor frustrado por Isabel Freyre.
 Estancia de dos años en Nápoles (contacto con el ambiente poético y cultural de Italia;
mejor conocimiento de los clásicos).

- Obra:

 Tres églogas.
 Treinta y ocho sonetos.
 Una epístola.
 Dos elegías.
 Cinco canciones.
 Ocho canciones en verso corto, dentro de la estética de la poesía de cancionero
(artificiosidad, falta de sinceridad).

- Influencias:

 Poesía de cancionero.
 Poetas clásicos.
 Poetas italianos, especialmente Petrarca.

- Temas:

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 El amor (es el tema más importante).
 La naturaleza.
 La mitología clásica.
 El tópico del “carpe diem”.

- Estilo:
Se caracteriza por la serenidad, la armonía, el equilibrio, la naturalidad. Es un maestro en el uso
del epíteto:
Por ti el silencio de la selva umbrosa,

por ti la esquividad y apartamiento

del solitario monte me agradaba;

por ti la verde hierba, el fresco viento,

el blanco lirio y colorada rosa

y dulce primavera deseaba.

FERNANDO DE HERRERA: mayor complicación; estilo manierista; supone la transición


hacia el Barroco (movimiento del siglo XVII).

FRAY LUIS DE LEÓN: Se sitúa dentro de la literatura religiosa. Aparece en su obra el tópico
del “beatus ille” (elogio de la vida del campo, alejada del ajetreo y las preocupaciones); deseo de
calma, de encontrarse con Dios. Es famosa su “Oda a la vida retirada”.

SAN JUAN DE LA CRUZ: También dentro de la literatura religiosa, es un poeta místico, que
canta en sus obras el encuentro del alma con Dios (en vida), utilizando para ello la metáfora del
amor humano entre hombre y mujer (así, en sus obras el Amado es Dios y la amada es el alma
del poeta).
 
     La mística supone la unión del alma con Dios, recorriendo un camino de perfección espiritual
en el que se distinguen tres "etapas":
          1. Vía purgativa: el alma se libra de las tentaciones terrenales y se purifica.
          2. Vía iluminativa: una vez purificada, el alma es alumbrada por la luz de la divinidad.
          3. Vía unitiva: unión mística del alma con Dios, estado de gozo difícilmente explicable con
palabras, por lo que se recurre a metáforas y símbolos.

- Obras:
 Cántico espiritual.

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 Noche oscura del alma.
 Llama de amor viva.

- Influencias:
 La Biblia (sobre todo, el Cantar de los Cantares).
 La poesía italianizante.
 La poesía tradicional. 

SANTA TERESA DE JESÚS: Escribió obras autobiográficas, doctrinales, cartas y poemas.


Destaca su obra mística Las Moradas, escrita en prosa.

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